intuición, más que nada intuición
El calendario está vacío. De lunes a sábado. Cada casillero espera su programación, porque la idea es -siempre fue- solo descansar los domingos. A menos que... haya una jornada solidaria.
126
Estas fueron las primeras decisiones: abrir todos los días y seguir la lógica del Ulm: una fecha fija para cada cosa. Aunque la experiencia no había sido totalmente exitosa en materia de público, les permitía moverse dentro de una estructura que ya manejaban y con una agenda de artistas probados. El Ulm no se llenaba todos los días; pero viernes y sábados, sí. Los primeros dos años pasó lo mismo en el Café, salvo grandes excepciones. Desde el inicio
el fin de semana había un público cautivo, mucho del cual era habitué en el local de la Alameda. Como dijimos, persistieron en abrir sin parar. Salvo para los 11 de septiembre o durante las jornadas de protesta nacional. Por muchos años no hubo vacaciones, a excepción de los días asociados a las fiestas de fin de año, cuando el público escaseaba. Lunes, martes y miércoles eran muy lentos; al principio, no llegaba nadie. Tomaron una nueva decisión: programar los tres primeros días de la semana con entrada libre. Fue una estrategia de largo aliento que dio espacio a artistas poco conocidos que actuaban a la gorra.
Habiendo consolidado en el Kaffé Ulm una programación que consideraba un tipo de espectáculo fijo para cada día, de lunes a sábado, siguieron con esa tónica en el Café del Cerro y, aunque el despegue fue lento, la fórmula funcionó.