ha llegado carta
¿Qué otro panorama mejor podría ofrecer Santiago de noche que la cartelera semanal del Café del Cerro?
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En plena dictadura, con el toque de queda institucionalizado, siempre a alguna hora de la madrugada, las imágenes de hombres sin rostro, con trajes camuflados, premunidos de bototos, cascos y fusiles se normalizaba de tal forma, que esa era la manera de vivir que teníamos los jóvenes chilenos entre el 73 y el 87. Había que hacerle el quite a los milicos y arrancarse de los pacos, pero todos sabíamos cómo sortearlos... Así se podía llegar sin grandes apremios al Barrio Bellavista, calle Ernesto Pinto Lagarrigue 192, esquina Antonia López de Bello. Bello, bello barrio, como diría Redolés.
IMÁGENES DEL CAFÉ DEL CERRO
Distinto era cómo había que esquivar a los que no eran pelaos rasos ni vestían uniformes, esos que andaban de civil, con chaquetas de cuero, lentes oscuros y arriba de un Fiat 125. Esos, esos mismos, llegaban noche tras noche camuflados al Café del Cerro... y el primer contra-control con que se encontraban era el de la Señora Eliana -madre de Marjorie Kusch, mi amiga, la Maggie o la Chica, pareja de Mario Navarro-, quien con su postura de dama inglesa infranqueable como un tótem y con su intuición infalible siempre supo a quién debía dejar pasar y quién no podía cruzar el umbral. Gracias a ella entramos al Café del Cerro todos los que podíamos y se quedaron fuera todos los que se tenían que quedar. Sin duda, la inteligencia de la Señora Eliana superó a la DINA y a la CNI.