Técnicas participativas

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MOYA. SANTA BRrGIDA. SANTA MARrA DE GUrA. SAN MATEO. TEJEDA. TEROR • VALLESECO

TÉCNICAS PARTICIPATIVAS


mI:1!mEI TÉCNICAS PARTICIPArlVAS LAS AGENDAS 21 Y lA EVOlUCIóN DE LOS PROCESOS

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DE PAR11CIPAOóN SOCIAL.

SOSTENlBlUDAD ¿PARA Q~ Y PARA QUI~N? Autor: MARCO MARCHIONI

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lAS TÉCNICAS DE INVESTIGACIóN ANTROPOlóGICA

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Auto....: NICOLAs NARANJO SANTANA

lAlNVES11GAaóN ACaóN PARIIOPA11VA Autor: CRlSTlNO BARROSO RIBAL

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TÉCNICAS PARTIOPAnvAS

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LAS AGINDAS 21 Y LA EVOLUCiÓN DE LOS PROCESOS DE PARnCIPACIÓN SOCIAL. SOSTENIBILIDAD ¡PARA QUÉ Y PARA QUlíN7 MARCO MARCHIONI


JÓVENES RURALES POR LA SOSTENIBILIDAD Técnicas Participativas

*NOTA: A continuación se incluye un documento que Marco Marchioni publicó en "SOSTENIBLE" N° 4, en mayo de 2002; "Agenda21" en la revista de la Cátedra UNESCO

sostenible@catunesco.upc.es

Marco Marchioni

Quiero ir directamente al grano de la cuestión que plantearé en las páginas siguientes. En los últimos años ha crecido afortunadamente una atención mayor para con una serie de temas que afectan a la calidad de vida, a la sensibilidad de los sectores ilustrados de la sociedad y también, más en general, a la opinión pública. En todos estos temas hay también evidentemente un algo que podríamos definir como de moda, de estar a la page y de no quedar atrás en el seguimiento de tendencias, ideas, actitudes y comportamientos que en gran parte hemos derivado de otras realidades en las que se han ido gestando y formando. A pesar de todo, estos temas o actitudes o comportamientos representan pasos adelantes e indican caminos que habría que seguir, aunque muchas veces se quedan, por una multiplicidad de motivos, en la superficie y no llegan a producir cambios estructurales y profundos como sus finalidades requerirían. Sin embargo el gran tema en el que yo personalmente verifico continua y constantemente (por mi experiencia de trabajo diario) que los avances son muy escasos y más bien constato una casi total pasividad por parte de los mismos sectores y fuerzas sociales que plantean todo lo anterior; un tema que sigue sin ser realmente resuelto porque ni siquiera se ha enfrentado con seriedad, con medios y con una voluntad real de solución. Nos estamos preocupando de la sostenibilidad ambiental, pero no hacemos r.ealmente nada (sino parches muy poco parcheadores) por la que podríamos llamar sostenibilidad social, es decir, la construcción de una sociedad que fuera realmente sostenible por la mayoría de los seres humanos que la componen y que diera a todo el mundo la posibilidad de participar en paridad de . condiciones en ella. Incluso y desde una postura totalmente contraria al pensamiento políticamente' correcto dominante hoy, correré el riesgo de afirmar: "una sociedad que diera realmente a todo el mundo la misma posibilidad de competir", asumiendo la competencia y la competitividad (elementos claves de la economía de mercado y del neoliberismo) como metro e indicador de los valores de una sociedad inmersa en la Aldea Global. , El hecho es que vivimos y estamos construyendo una sociedad en gran medida no sostenible para una gran masa de personas y, por ende, en el fondo, una sociedad

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nada sostenible para todo el mundo; ya que un elemento fundamental de la sostenibilidad es su globalidad. Algo es sostenible en su conjunto o no lo es. La sostenibilidad abarca e incluye el concepto de interrelación, comunicabilidad y superación de compartimentos estancos. Así que si queremos (y lo queremos) construir una realidad económica y ecológicamente sostenible tendremos que construir a la vez una sociedad socialmente sostenible. En mi oplnron, como decía, no parece que esto ocurra ni hay visos de que pueda ocurrir en los tiempos próximos ya que no se vislumbra en el horizonte ni sintomatología clara, ni voluntad política, ni tanto menos recursos para ello. Así que podríamos correr el riesgo de contribuir (llevando adelante con fuerza nuestro engagement para la sostenibilidad) a aumentar la dicotomización social en acto (o, como dice Manuel Castells, la bipolarización), es decir una profunda y acentuada división social de la sociedad actual aunque, esto sí, no en los términos preconizados por Marx en la época de la Revolución Industrial, cuanto más bien en términos nuevos que aun no hemos analizado a fondo. No hemos sustituido el obsoleto término de clase (en particular de clase obrera) con ningún otro que nos permita comprender que es lo que está pasando. Personalmente consideró que más que sociedad de "dos o tres tercios" o de "excluidos", etc. habría que hablar de una sociedad gremializada o corporativizada, síntomas ambos de una nunca anteriormente tan extendida fragmentación social. Esta dicotomización en acto podría ser analizada también en términos freudianos como una cierta esquizofrenia social; unos sectores sociales que avanzan hacia horizontes modernos, "progresistas" y políticamente correctOs olvidándose y desconociendo otros sectores sociales (ni marginales, ni de reducida extensión) abandonados a otro mundo de subdesarrollo, ignorancia y sobre todo dependencia. La insostenibilidad social de la situación que vivimos viene marcada por una multitud de hechos, datos y situaciones. Me limitaré a señalar sólo algunos de ellos, para mí mayormente indicadores, casi emblemáticos, de esta situación y de elementos negativos que van a hacer muy complicada y/o imposible la perspectiva de una auténtica sociedad sostenible del siglo XXI. Ellos son: "" La crisis estructural y permanente del sistema educativo. La creciente precarización de las relaciones laborales. La concentración de masas urbanas precarias en zonas geográfica y urbanísticamente definidas, léase neo/guetos. El desafío de la integración de personas procedentes de otros mundos como de la población mayor autóctona. Todos ellos sin entrar en un análisis de las contradicciones planetarias de la Aldea Global como demuestra la misma acción bélica de estos días en Afganistán y la inmensa locura del terrorismo, tanto autóctono como islámico. Vivimos en una sociedad que asume conio un hecho fisiológico y no patológico la permanente y aparentemente inarrestable crisis del sistema educativo. El hecho de que medianamente "fracase" el 30% del alumnado (con puntas del 50% en determinadas zonas) no parece inquietar a nadie: ni a los gobernantes ni a la " ciudadanía.

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Las causas, también conocidas, del fracaso estructural del sistema educativo no son motivo real de remedio. Al final todo parece ser "culpa" de los niños y niñas que fracasan y "responsabilidad" de los padres. La dicotomización social empieza en la esCuela y seguirá profundizándose en todas las demás áreas sociales que los "fracasados" irán tocando, pasando de fracaso en fracaso. Pero, no es sólo un tema de la política educativa. Todas las políticas sociales son en realidad puras políticas asistenciales, sólo intervienen en las consecuencias, nunca en las causas; tampoco son preventivas más allá de las declaraciones. En estos días un ejemplo macro de todo esto es lo que está ocurriendo con la Ley del Menor en la que verificamos intenciones y finalidades que podemos definir avanzadas a las que no corresponden ni medios, ni estructuras organizativas, ni preparación adecuada por parte de quienes tendrían que aplicarla. Lo mismo ha ocurrido con otras leyes teóricamente progresistas como la Ley de Servicios Sociales y la Ley de Reforma Sanitaria. Al mismo tiempo para todas estas cuestiones que podemos definir genéricamente "sociales" la ciudadanía se moviliza exclusivamente para rechazar la apertura de centros y estructuras asistenciales para cualquier grupo o colectivo marginal o necesitado: lo mismo da que se trate de droga, de sida, de centro para menores, etcétera. A la cabeza de estas manifestaciones siempre está la asociación de vecinos del lugar com~ clara demostración del cambio brutal que se ha producido. Volviendo al tema inicial, la crisis del sistema educativo produce una serie de consecuencias sociales cada vez más graves para los directos interesados como para la sociedad en general, con un alto costo económico y social, a las que parcheamos con programas e iniciativas puntua'les. Aquí tenemos una de las principales y primarias causas de insostenibilidad social, no sólo para el momento actual, sino para el futuro. Muy complementario y consiguiente con lo anterior aparece el panorama del ,trabajo y, más propiamente, de las relaciones laborales. Aquí hay otro elemento, incluso lexical, de confusión y las raíces de una profunda insostenibilidad social: la precarización creciente y futura de las relaciones laborales y del trabajo. El gobierno, y, no sólo él, habla de sociedad del pleno empleo, confundiendo empleo con trabajo. La perspectiva de que haya trabajo para todo el mundo es una perspectiva realista en nuestras sociedades cada vez más envejecidas. Esto se comprueba fácilmente por el hecho de que seguiremos importando mano de obra de países extracomunitarios a los que seguiremos explotando (según un estudio actual Italia necesita 300.000 personas inmigradas al año para mantener sus actuales índices demográficos). Mas, el problema real no será por tanto el trabajo, sino la calidad del mismo y de las relaciones laborales, es decir del empleo 1. 1 " ... en cambio, lo que sí hay son impactos muy importantes sobre el tipo de relaciones laborales derivados de este nuevo modelo que está difundido a nivel mundial. Es, sobre todo, la flexibilidad estructuralmente , determinada de la fuerza de trabajo y de la relación trabajador-empresa ... La Revolución Industrial consistió en sacar campesinos de sus campos y artesanos de sus talleres y hacer de ellos trabajadores asalariados en la gran empresa ... Incluso hay una vieja frase marxista que dice: <El capitalismo organiza a la clase obrera>... En estos momentos el capitalismo desorganiza a la clase trabajadora, Es decir, es el proceso inverso desde el punto de vista estructural.. ," (Manuel Castells: "Globalización, tecnología, trabajo, empleo y empresa" en La Factoría, nO 2, febrero de 1997).

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¿Hace falta recordar que España es el país de la Unión Europea con mayor número de accidentes mortales en el trabajo para afirmar que la sostenibilidad social no se puede garantizar en una situación de plena ocupación basada en la explotación, en la precarización y en la falta de garantías de futuro para un enorme número' de prestadores de obra? El tan decantado crecimiento economlco de grandes zonas de España (nos referimos a Murcia, a parte de Andalucía, del País Valenciá y de la misma Catalunya) se basan no sólo en la explotación sin límites de los limitados recursos naturales y en particular hídricos (y si no véase la batalla del Ebro), sino en la explotación también sin límites de una mano de obra de este tipo, como el ejemplo no único de El Ejido (la punta del iceberg) demuestra. La extrema debilidad de los sindicatos, que aparecen incapaces de salir del modelo sindical de la época anterior (basado en la fábrica y en la estabilidad en el empleo) y de reorganizarse a la luz de lo que está pasando (y que seguirá pasando en los próximos años porque este es el modelo que el capital ha escogido para su desarrollo, sin el cual no podrían mantener los actuales índices de beneficio) es un síntoma claro de insostenibilidad social aunque no lo fuera en términos económicos. En este contexto de cambio brutal de las relaciones laborales, es muy dificil mantener la agregación de los. trabajadores, a través de la negociación colectiva, ya que la negociación tiende a individualizarse cada vez más y cuando muchos trabajadores tienden a hacerse autónomos y a establecer relaciones directas e individuales con las empresas. La insostenibilidad social tiende inevitablemente a concentrarse en espacios físicos determinados respondiendo a la lógica del sistema capitalista en el cual el espacio tiene un valor de uso y donde por lo tanto 'el medio no es neutral. Hay espacio y espacio. Espacio para los sectores económicamente poderosos y espacios para sectores económicamente débiles y precarios. Lamento tener que recordar aquí cosas tan banales y pido disculpas por ello al lector. Sin embargo parece necesario, visto que tendemos a olvidar estas banalidades cuando asistimos· continuamente, por ejemplo, al hecho que aun hoy ilustres arquitectos firman proyectos (algunos hasta reciben premios) creando auténticos guetos para familias procedentes de chabolas y dando vida así al ya tristemente conocido fenómeno del chabolismo vertical, después de cientos de experiencias terriblemente negativas en diferentes zonas de España. A título de ejemplo sólo recordaré La Palma, La Palmilla en Málaga, La Mina en San Adriá del Besós, El Ruedo en el Distrito de Moratalaz en Madrid, las Tres Mil Viviendas en Sevilla o las Seiscientastrece en Burjasot. Es decir, seguimos practicando políticas de concentración de los sectores sociales más débiles y necesitados concentrando así toda una serie de patologías sociales, cuando todo el mundo sabe que habría que practicar políticas de dispersión si quisiéramos la integración de esta población. ¡Es mucho más cómodo y fácil concentrar! . Hablamos y reivindicamos el pluralismo social como un elemento fundamental de progreso, pero este pluralismo tienen límites espaciales, sociales y económicos y de hecho estamos reforzando los proceso de dicotomización social y parlo tanto potencial elemento de futuras (ya presentes) insostenibilidades. Una sociedad que se está construyendo con tantos elementos, por lo menos Las Agendas 21 y la Evolución de los Procesos de Participación Social. Sostenibilidad ¿para Qué y para Quién?

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contradictorios, como los que hemos estado introduciendo ¿podrá en tiempos breves ser realmente una sociedad integradora de las diferentes diversidades existentes desde las personas procedentes de otros mundos a los propios "mayores nuestros u: que van a represen~ar en tiempos breves un porcentaje importante y creciente de la población? A esta población no creo que la podremos encerrar, como se ha hecho hasta ahora, en "guetos" como los hogares del pensionista, sino habrá que incorporarla a los procesos de cambio. Personalmente creo que integración significa poner en marcha procesos dialécticos cuyo resultado no conocemos y que implicarán cambios profundos no sólo en los que queremos integrar, sino en nosotros mismos. No parece que las cosas vayan por allí, más bien todo lo contrario. La no integración significa en lo sustancial crear un caldo de cultivo para conflictos sociales y negativos permanentes: es decir elementos permanentes de insostenibilidad. Todos estos elementos que podemos considerar como contradictorios del actual modelo dominante de crecimiento económico de la sociedad van a representar en el próximo futuro profundas barreras para la finalidad de una sociedad sostenible. Aun así, estas contradicciones podrían ser superadas o, por lo menos, afrontadas si hubiese voluntad de afrontarlas. Esto es lo que realmente me parece insostenible. De hecho se están asumiendo estas contradicciones ignorándolas, ya que no se ve ningún atisbo de voluntad política ni de capacidad técnica para querer superarlas. La misma ciudadanía (o si se prefiere utilizar el término ambiguo de sociedad civil confundiendo la ciudadanía con las organizaciones no gubernamentales o con el voluntariado) aparece inerme e incapaz de enfrentarse a ellos y tampoco de reivindicar determinadas actuaciones de la Administración, sea local, autonómica o estatal. La sociedad civil o ciudadanía aparece fuertemente disgregada y corporativizada en gremios y/o localismos corporativos o territoriales, incapaz de plantear cuestiones de interés general o finalidades comunes aglutinadoras de diferentes necesidades y aspiraciones. Las comunidades locales (todos al fin y al cabo formamos parte de una comunidad territorial donde tendríamos que plantearnos colectivamente el tema de la sostenibilidad) no tienen organizaciones sociales representativas ni pueden contar con canales y estructuras que en épocas recientes habían servido para canalizar finalidades y proyectos comunes. Los partidos políticos siguen atrincherados en una dinámica de aparatos, sin una vinculación y una relación democrática con sus votantes, afiliados o simples ciudadanos. Para muchos ciudadanos la política tiene hoy connotaciones negativas. Los sindicatos no están en estos territorios y sólo están en los gremios, en los centros industriales que quedan y en el funcionariado. Las asociaciones de vecinos han perdido el rumbo desvaneciéndose en la gestión (privada) de proyectos subvencionados por la Administración y han perdido en todo o en gran parte su representatividad, sin que hayan nacido organizaciones alternativas ya que la Administración privilegia las Ong's o el voluntariado. Sobra decir que ninguna de las dos fórmulas, tan en auge en estos momentos, puede sustituir la ciudadanía organizada, consciente y partícipe.

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Aquí nos encontramos con el último elemento de la insostenibilidad social. Sin organizaciones sociales representativas y participativas, abiertas y flexibles, integradoras de diferentes necesidades, aspiraciones y planteamientos de futuro n'o hay posibilidad de superar la actual dicotomización social y el gremialismo localista que caracteriza sociológicamente las actuales dinámicas sociales. Sin esto no creo que pueda plantearse seriamente la sostenibilidad ambiental. Es por esto que el tema de la sostenibilidad entendida globalmente en todos sus diferentes aspectos tienen que ser hoy trabajado también desde abajo, desde las comunidades territoriales, contando con la voluntad política de las administraciones que realmente quieran avanzar en este camino integrando las aportaciones de los hoy numeroso recursos técnicos y científicos con los que potencialmente tendríamos que contar. Se trata de poner en marcha procesos con perspectiva de medio y largo plazo no de programas, iniciativas puntuales o campañas publicitarias. A estos procesos (de los que hay importantes experiencias en diferentes zonas de España) llamamos proyectos o planes de desarrollo social y comunitario y, en lo fundamental, más allá de los diferentes itinerarios seguidos por cada uno de ellos, persiguen una toma de conciencia de la realidad de cada comunidad para emprender un camino de modificación, cambio y mejoras que hagan de esa comunidad una realidad sostenible bajo todos los puntos de vista. Todo esto requiere un trabajo en las comunidades territoriales que fomente y estimule "la participación de las personas, grupos y asociaciones que comparten el mismo espacio territorial, es decir una comunidad. Una colectividad que se autoorganiza para enfrentarse a su realidad dentro del contexto global y general que la rodea, que quiera modificarla no sólo en función de los inevitables y legítimos intereses particulares, sino también en función de los intereses colectivos y generales. Una comunidad que pueda contar realmente para su desarrollo sostenible y general con los recursos técnicos y científicos que de hecho existen, pero que están a la vez totalmente descoordinados entre sí, como desconectados de las necesidades y perspectivas comunitarias. Una comunidad que pueda realizar,. con esa ayuda, su propio diagnóstico general y comunitario, individualizar prioridades y perspectivas de avance y de mejora para que los temas ambientales y de sostenibilidad no vayan desconexos de los que . afectan diariamente a las condiciones de vida de la población. Es decir, una comunidad integrada e integradora. En el fondo lo que se plantea aquí es la necesidad de promover y articular nuevas formas y nuevos contenidos de la participación de la ciudadanía a todo lo que atañe a su vida. Ahora y en el próximo futuro. La participación nos parece el elemento que califica cualquier cambio real y sustancial de nuestras vidas por parte de las personas, grupos y ciudadanía en general. Sin participación, sin comunidades organizadas e integradoras que avanzan

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hacia objetivos de progreso para todo el mundo, es muy difícil, si no imposible, poder plantear cambios que son a la vez estructurales y culturales; cambios que atañen a las personas pero también a la colectividad, a los comportamientos como a los valores. Si no se actúa en esta sentido nos parece inevitable la dicotomía (o la bipolarización) de la que hablábamos anteriormente. La perspectiva que planteamos (que evidentemente no es la única) es compleja y parte de la constatación de una situación y de un contexto negativos, pero no de algo que no se pueda modificar. Al contrario, quien escribe, está totalmente convencido no sólo de la posibilidad, sino de la necesidad de poder cambiar lo que nos rodea. Muchas experiencias comunitarias así lo demuestran.

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TÉCNICAS PAKIlOPAnYAS

----Q-------­ LAS TÉCNICAS DE INYUnGACIÓN ANTROPOLÓGICA ,

NleOLAS NARANJO SANI'ANA 1. SOBRE lA IN1ERDISCIPIJNAAD DE lAS TkNc:As DE INVES11GACIÓN

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2. SOBRE lA MIRADA ANIROPOlÓGICA

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3. SOBRE lA INYES11GACIÓN EINOGRAFIc:A y B. SUPUESIO -PARADIGMA- CUAUTA1NO

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4. lAS 1Éa«:AS DE INYESI1GACIÓN COMO SIIUACIONES

soaAlESQUE B.1tMSI'IGADOR CII!A (O APROV!OfAI PARA

LOS OBJETIVOS DE lA INVES11GACIÓN

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Nicolás Naranjo Santana

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LA INTERDISCIPLlNARIEDAD SOBRE INVESTIGACiÓN

DE

LAS

TÉCNICAS

DE

«Lo refrescante que tiene la antropología es su eclecticismo, su disposición para inventar, tomar prestado o hurtar técnicas o conceptos disponibles en un momento dado y lanzarse al trabajo de campo» (Osear Lewis 1975: 100-101).

Hoy por hoyes difícil, por no decir imposible, asociar una técnica o un conjunto determinado de técnicas de investigación a una u otra disciplina social. Es cierto que solemos atribuir la encuesta estadística y los grupos de discusión a la sociología, la entrevista en profundidad a la psicología o (para enumerar un solo caso más) la observación participante a la antropología, tratándose a menudo de atribuciones que atienden a que tales técnicas se hayan practicado con mayor profusión en cada una de esas ciencias, a que en su seno se hayan cultivado sus características más sobresalientes, a que (debido a estas u otras razones) hayan servido como bandera o insignia de la identidad profesional de sus miembros o, lo que tampoco es infrecuente, al empleo de estereotip'os y etiquetas que reproducimos miméticamente. Sin embargo, es evidente que la permeabilidad de las fronteras de las diferentes disciplinas no afecta únicamente a la circulación de conceptos, teorías o estrategias metodológicas, sino también al traspaso de técnicas de investigación, ya sea la biográfica, la producción/análisis de redes o, incluso, aquellas otras nombradas más atrás. Si ojeamos los trabajos que se han venido realizando en los últimos años (al igual que si nos fijamos en los efectuados en las primeras décadas de nuestro siglo), no se puede por menos que llegar a la conclusión de que las técnicas de investigación más que ser el terreno de la diferencia entre la antropología y, por ejemplo, la sociología o la historia, es un lugar de coincidencia, que su trasiego, más que una excepción, ha sido moneda corriente a lo largo de sus respectivos devenires históricos. Ello lo recalcan, entre otros, Juan José Pujadas (1992: 85 y ss), Félix Requena (1991) y Juan José Castillo (1997: 145 y ss). El primero, tras examinar las ocho obras españolas (tres firmadas por sociólogos y cinco por antropólogos) que (en su opinión) han alcanzado una cierta difusión y se han destacado por la utilización de las reconstrucciones biográficas, nos dice que, en este pequeño corpus, «las diferencias disciplinarias tienden a ser laxas, si exceptuamos, tal vez, el hecho del mayor énfasis aplicado, hacia el planteamiento de soluciones al problema estudiado, por parte de sociólogos como Negre o Gamella»; una 'laxitud' que quizá tropezaría aun con menos salvedades si se tiene en cuenta que Gamella es profesor de antropología en la Universidad de Granada. Pero eso no es todo. Cuando Pujadas presenta -por ejemplo- su propuesta para «la elaboración de una historia de vida» (1992: 59-84), no titubea en integrar en un mismo esquema teórico-metodológico los logros provenientes de la antropología (Radin, Lewis, Watson, Spradley...) con los procedentes de otras disciplinas (Strauss y Glaser, Thomas y Znaniecki, Shaw, Allport, Bertaux, Fraser, Cartwright, etc.), en lo que se refiere a los procedimientos que se pueden seguir tanto en la 'etapa inicial' como en las fases de 'encuesta', 'registro' y

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'análisis' de los relatos biográficos; haciendo gala de un ejercicio interdisciplinario no· muy lejano del realizado algunas décadas antes por Balán et alii (1974). Por su parte, Félix Requena, un sociólogo de la Universidad de Málaga, no sólo ha insistido en que el desarrollo de la metodología de redes es fruto de un esfuerzo conjunto de la antropología y la sociología, sino que no ha vacilado en acudir a los planteamientos de John Barnes, Elizabeth Bott o Clyde Mitchell a la hora de encontrar fundamentación metodológica y técnica para su investigación sobre la importancia de las redes personales en el mercado laboral español. Del mismo modo, resulta reconfortante comprobar que Juan José Castillo, un sociólogo de la Complutense firme partidario de la observación directa in situ, recomiende la lectura de Junker y Hughes, W. F. Whyte y, por supuesto, Malinowski, cuando anima a conocer los procedimientos del trabajo de campo a partir de cómo los relatan los clásicos; y después de lamentar que otros muchos no los revelen en sus obras, acaba declarando lo siguiente: «Se habla de rejuvenecer puntos de vista, hoy, por ejemplo, con los enfoques antropológicos del trabajo. Nuestros clásicos, nuestros padres y maestros, eran antropólogos. Nada mejor que aspirar a ser lo que ya fuimos. 0, al menos, aprender críticamente de lo que fuimos» (149).

y no estaría de más recordar a algún que otro antropólogo afanado en 'rejuvenecernos' con los enfoques sociológicos del trabajo de campo en aras a facilitar nuestra adaptación al estudio de las sociedades complejas, que nuestros «padres y maestros eran también sociólogos» y que, por consiguiente, sus «puntos de vista» merecen como mínimo una lectura crítica antes de que se los deseche -como acaece a menudo- por sentir debilidad por los 'primitivos', por no acomodar su lenguaje a las modas finiseculares o. por haber sido tildados de representantes del 'realismo etnográfico' o del 'positivismo'. Diré, incidentalmente, que en unos momentos como los actuales, en que -por ejemplo- parece bastante consensuada la idea de que hay que analizar los discursos de los sujetos investigados como conducta discursiva, y no tanto como 'información', no es ineludible recluirse en la semiótica pragmática o en la sociología cualitativa (si biEm hay que beber también de sus fuentes) para descubrir antecedentes de un giro analítico de tal envergadura, pues cabe hallarlos igualmente (entre otros) en Nadel (1974 -1951-: 49 y ss): «Radcliffe-Brown, Malinowski y otros muchos han advertido que no debemos esperar respuestas correctas cuando preguntamos a la gente de la razón o el significado de una actividad cultural. Pero sus respuestas no carecen de valor por completo; aunque en un sentido son fuentes de error, en otro ellas mismas son hechos sociales significativos, datos por derecho propio y, en consecuencia, fuentes de conocimiento. Pues la información verbal sobre la acción social es acción ella misma». Sin embargo, no quiero detenerme en esta clase de elucubraciones, que no he resistido la tentación de hacer al hilo de las palabras de Castillo, sino seguir -desde otro ángulo- con el asunto de la circulación interdisciplinar de las técnicas de investigación. La antropóloga Eugenia Ramírez Goicoechea (1996: 592 y ss), en el apéndice de un libro sobre los inmigrantes en España, asegura haber recurrido a la realización de 13 grupos de discusión para conseguir parte del apoyo empírico necesario para su trabajo; y aunque no sea la primera vez que los antropólogos se han subido al tren de las entrevistas grupales, Eugenia Ramírez toma como referencia la concepción que de las mismas ha delineado la denominada escuela española de sociología cualitativa, lo que se detecta no sólo en el nombre que les da (grupos de

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discusión, en lugar -verbigracia- de entrevistas en grupo o grupos focalizados), sino en los comentarios que vierte sobre ciertas modificaciones que se ve obligada a introducir en su diseño y puesta en funcionamiento: «Sin embargo, nos hemos adscrito aquí a una versión metodológicamente más libre de esta técnica, al estilo de las últimas tendencias en esta materia en la investigación cualitativa. Por eso, no se respetaron algunas de las condiciones formales de la técnica, ... como es que los participantes no se conozcan, el número máximo y mínimo de partícipes, la neutralidad del escenario así como el papel del investigador». Sólo si se tienen en la mente las directrices marcadas por aquella escuela sociológica para la composición y la moderación de los grupos de discusión, adquiere sentido e interés incidir en aclaraciones de esta índole. Para no cansar con la exposición de una larga lista de los estudios antropológicos que no ponen reparos disciplinarios a la hora de optar por una determinada técnica ill, mencionaré (por último) el de otro antropólogo español, Andrés Barrera (1985), quien en su investigación sobre la dialéctica de la identidad en Cataluña, amén de las entrevistas o de la observación participante, aplicó una encuesta a una muestra de 400 personas: por un lado, llevó a cabo un muestreo por cuotas y, por otro, nos confiesa no haber desdeñado los programas informáticos para el tratamiento estadístico de los datos. Pero no quiero terminar esta relación sin traer a la memoria que la propia observación participante entró en la antropología como un trasplante de la 'observación naturalista' de los zoólogos o que, como pone de manifiesto Comelles (1996: 135), ha sido una técnica que ha desempeñado un papel asimismo destacado «en la elaboración del soporte factual de otras disciplinas», como es el caso de la medicina hasta que, en la segunda mitad del XIX, se impuso en ella el método clínico. Es decir, que la antropología, en lo que atañe también a su instrumental técnico-metodológico, es y ha sido siempre una disciplina abierta a todos los mundos, ya sea el de las ciencias sociales o el de las ciencias naturales, por lo que ha sido sacudida por los vientos y los vaivenes más diversos del pensamiento científico y humanista; lo que no significa, desde luego, que el utillaje ajeno no haya sido asimilado creativa mente. Ahora bien, la interdisciplinariedad de los procedimientos de investigación, que no cuesta demasiado apreciar cuando se examinan los trabajos empíricos o que es defendida -a veces con apasionamiento- por quienes realmente la practican, parece evaporarse cuando nos encaramos con algunos libros que versan sobre metodología, esto es, con los clásicos manuales o colecciones de 'métodos y técnicas'. Ese desarrollo interdisciplinar es, en unas ocasiones, silenciado, como ocurre (por ejemplo) con la presentación que hace Josep Antoni Rodríguez (1995) del análisis de redes que, por omisión, induce a discurrir que fuera una creación genuina y exclusivamente sociológica. En otras ocasiones, la aportación realizada por otras ciencias sociales es minimizada, considerándosela -verbigracia- como un escalón o estadio ya superado dentro de una escala evolutiva que asciende hacia no se sabe dónde, como sucede con la imagen que José Miguel Marinas y Cristina Santamarina (1994: 263 y ss.) proyectan sobre el uso antropológico de las historias de vida, al quedar enclaustrado en un capítulo que significativamente titulan «Primera fase: el antropologicismo conservacionista». Y, las más de las ocasiones, tal desarrollo no se concibe más que como una maraña confusa de la que hay que extraer indicios de las tradiciones independientes de cada disciplina, como cabe advertir en el viaje que hace Valles (1995: 142 y ss.) a través de la observación participante{.f}. Son acercamientos, por tanto, que o bien ignoran la interdisciplinariedad o bien juegan con ella pero, casi siempre, para reforzar las fronteras más que para abolirlas. Todo lo cual tal vez no tenga otra 'explicación que el hecho de que cada uno la entiende de un modo diferente, por cuanto se hubiera convertido -y tomo de nuevo palabras de Juan José Castillo (1997: 141) «en algo así como el comentario inglés sobre el weather.

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eso de lo que se puede hablar con toda inocencia para poner a todos de acuerdo»; un acuerdo que -empero-, si se profundiza un poco, enseguida se evapora. Sin embargo, la interdisciplinariedad de las técnicas de investigación, se admita o no, constituye una realidad palpable, y exige el reconocimiento de que el estado actual de las distintas técnicas de trabajo de campo (ya sean de producción, de organización o de análisis de los datos) no pertenece al patrimonio privado de ninguna ciencia social, es decir, que es producto de las aportaciones que a lo largo del tiempo han hecho (en mayor o menor medida) todas y cada una de ellas. Para poner un caso, la conceptualización y el manejo más frecuente que hoy en día se hace en la antropología española de la entrevista individual en profundidad, es innegable que debe mucho a lo que Malinowski, Nadel, Hymes, Spradley, Geertz u otros antropólogos han dicho sobre la importancia y/o la manera de entrevistar a informantes para captar el punto de vista de los nativos, pero no se puede olvidar que bastantes de nosotros también nos hemos nutrido de las sugeret:lcias útiles que nos han ofrecido obras como las de Rogers, Taylor y Bogdan, Hammersley y Atkinson, Douglas, Ortí, Blanchet o, en los últimos años, Alonso. Y no está de más resaltar aquí que en las más recientes encontramos planteamientos ya expresados en las más tempranas (a veces para criticarlos, otras para apoyarlos y/o matizarlos): Nadel y Geertz remiten, entre otros, a Malinowski; Taylor y Bogdan retoman experiencias de campo y recomendaciones.metodológicas de Spradley, Lewis o Douglas; Hammersley y Atkinson hacen lo propio con Nadel, Perlmam o Agar; Blanchet recurre a Hymes, Shapiro o Austin; y Alonso se apropia de algunas ideas de Bateson, Geertz, Taylor y Bogdan y Blanchet. Pues, si nosotros como investigadores nos embarcamos en estos periplos, que no por sinuosos dejan de ser enriquecedores, cómo no invitar a los demás a que también los realicen, esto es, cómo no proponerles un recorrido reflexivo por todas esas imbricadas contribuciones que han perfeccionado o pueden servir para perfeccionar sus herramientas de trabajo. ' Ahora bien, poner énfasis en esto tiene claramente un riesgo, puesto que cuando se aboga por la interdisciplinariedad, cuando se subraya -como ahora- que las técnicas de investigación utilizadas actualmente en antropología son una elaboración colectiva de buena parte de las ciencias sociales, se corre el peligro de sumergir a los antropólogos (principalmente a los antropólogos noveles) en un mar de dudas: ¿dónde está, entonces, la 'originalidad' de la investigación antropológica?, ¿no se había fundamentado siempre en la práctica de la observación participante?, ¿en que se distingue una investigación sociológica, psicológico-social o histórica de otra antropológica? Se trata, al fin y al cabo, de preguntarse por aquello que marca la . especificidad de la antropología y, de este modo, por el uso antropológico de las técnicas de trabajo de campo. Pues bien, desde mi punto de vista, el sello particularizador lo ponen, por un lado, la «mirada» antropológica desde la cual se aplican y, por otro, su ubicación dentro de un proceso etnográfico, que juntas configuran lo que se ha venido nominando 'la manera de abordar el objeto de estudio', . es decir, el contexto general de aplicación de las técnicas de investigación en antropología social.

2.- SOBRE LA MIRADA ANTROPOLÓGICA

La gran variedad (en escala, 'complejidad, localización, etc.) que presentan los campos socio-espaciales en que investigan hoy en día los antropólogos hace bastante improbable que la distintividad de la antropología pueda encontrarse en ellos; desde

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luego, hace tiempo que no se estudian únicamente, ni siquiera mayoritariamente, las repetidas sociedades primitivas, como tampoco los campesinos de las sociedades industriales, las sociedades exóticas o las sociedades a pequeña escala. Así y todo, sigue habiendo quienes continúan buscando allí las fuentes de la identidad antropológica, como es el caso de los que se enzarzan en rastrear una característica común definitoria de los grupos de los que se han ocupado o se ocupan todavía los antropólogos, y creen descubrirla, por ejemplo, en su condición de 'minorías culturales' @l o de «grupos marginales» dentro de estructuras socioculturales más amplias. Pero ¿no es verdad, entonces, que la especificidad de la antropología, como la de cualquier ciencia, radica en su objeto de estudio? Por supuesto que sí, pero eso no significa, en primer lugar, que dicho objeto coincida con el campo (lugar y/o grupo) en que se lleva a cabo las indagaciones y, en segundo lugar, que aquél pueda ser confundido con alguna entidad que esté ya 'dada' en la realidad. Lo primero lo advirtió hace tiempo Geertz: «El lugar de estudio no es el objeto de estudio. Los antropólogos no estudian aldeas (tribus, pueblos, vecindarios.. .); estudian en aldeas. Uno puede estudiar diferentes cosas en diferentes lugares, y en localidades confinadas se pueden estudiar mejor algunas cosas, por ejemplo, lo que el dominio colonial afecta a marcos establecidos de expectativa moral. Pero esto no significa que sea el lugar lo que uno estudia» [1987 (1973): 33].

y lo segundo se columbra en el hecho -señalado, p. e., por Hammersley y Atkinson [1994 (1983): 57]- de que «un objeto de investigación es un fenómeno visto desde un ángulo teórico específico», pues «a determinadas características no se les presta atención e, incluso, el fenómeno considerado no se agota completamente en la investigación». El objeto de estudio está constituido, de esta manera, por el conjunto de preguntas que se considera significativo dirigir a un cierto fenómeno sociocultural, un conjunto de preguntas que delimita el ámbito de lo observable y de lo no observable, que siempre se hacen desde una perspectiva teórica concreta y que los antropólogos hemos equiparado comúnmente a la 'cultura'. Esto es lo que puso sobre la mesa Leslie White [1975 (1959): 129 y ss] cuando, intentando hallar un espacio adecuado para este último concepto, se opuso a los que Radcliffe-Brown o Kluckhohn y Kroeber manejaban, puesto que (para éstos) la cultura no era sino la reificación o cosificación de una abstracción, dado que lo existente, lo real, se plasmaba o bien en la 'estructura social' (para el primero) o bien en 'los individuos' (para los segundos). Ello llevó a que Radcliffe-Brown negara que fuera el objeto apropiado de la antropología, y que Kluckhohn y Kroeber, aceptándolo como tal, lo dejaran reducido a aquella simple abstracción. White, en cambio, no admite ni una cosa ni otra. Partiendo de la definición clásica de Tylor, saca la conclusión (como había hecho antes Keesing en 1958, o después hará Goodenough, en 1971) de que los heterogéneos componentes (moral, derecho, hábitos, creendas, arte...) que forman parte de ella comparten el ser «conducta aprendida y transmitida socialmente»; no obstante, (continúa argumentando) cualquier conducta aprendida y transmitida socialmente puede ser analizada desde 'contextos' distintos: con relación a sus efectos fisiológicos, anatómicos, geográficos, simbólicos, psicológicos, etcétera. Por este camino es por donde llega a su noción de la cultura como «la clase de cosas y acontecimientos que dependen del simbolizar, en cuanto son consideradas en un contexto extrasomático»; y añade: . «Podría objetarse que cada ciencia debería tener una determinada clase de cosas, no cosas-incluidas-en-un-contexto, que constituyen propiamente su objeto. Los átomos son los átomos, y los mamíferos los mamíferos, podría argüirse, y cada uno constituye respectivamente el objeto de la física y de la

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mamalogía, sin hacer intervenir para nada el contexto. ¿Por qué, pues, debería la antropología definir su objeto en términos de contexto y no de la cosa en sí? A primera vista este argumento parece perfectamente pertinente, en realidad tiene muy poca fuerza. Lo que el científico intenta es hallar la inteligibilidad de los objetos observados, y muy frecuentemente el nivel de significación de los fenómenos se encuentra precisamente en el contexto en que estos aparecen y no en ellos mismos. [. ..] Una vaca es una vaca, pero puede convertirse en medio de cambio, dinero (pecus, pecuniario), comida, potencia mecánica (Cartwright usó la vaca como medida de potencia en su primer telar mecánico), e incluso objeto de culto (India) según el contexto. No existe una ciencia particular dedicada a las vacas, lo que sí tenemos son ciencias que estudian los medios de cambio, la potencia mecánica o los objetos sagrados, para las que /a vaca, en" cuanto relacionada con estos campos, puede ser relevante. De esta manera llegamos a obtener una ciencia de las cosas y' acontecimientos en un contexto extrasomático» (139-140). White subraya el 'sustancialismo' implícito en algunas concepciones de la cultura, pues suponen erróneamente una identidad de los fenómenos socioculturales investigados que fuera autónoma de los diferentes haces de relaciones en los que están inmersos y desde los cuales se los observa; sin embargo, son estos diversos 'haces de relaciones' los que, balizados por cada disciplina, modelan su objeto de estudio: White les concede el nombre de 'contextos', Hammersley y Atkinson de 'ángulos teóricos específicos', otros de 'enfoques', y yo los he calificado más atrás de 'miradas'. Hace un tiempo me llamó mucho la atención un editorial que leí en el boletín del Colegio de Ciencias Políticas y Sociología; en él, se discutía que, con el empleo creciente de programas informáticos de tratamiento estadístico de los datos, el análisis cuantitativo de encuestas estaba al alcance de cualquiera y, por tanto, que los sociólogos no podrían seguir reivindicando la exclusividad en su dominio. Lo que me sorprendió fue menos este comentario (que, en ciertos aspectos, es discutible), que el espacio donde vislumbraba una nueva base para hacer valer la competencia profesional e investigadora de los sociólogos: en su formación sociológica. Equivale 'a decir «la vaca es la vaca, pero... », aunque en esta ocasión haya que traducir la expresión de White por la de «la encuesta estadística es la encuesta estadística, pero»: lo que marca la especificidad del proceso de investigación de toda disciplina es menos su instrumental técnico, por muy sofisticado que sea, que la 'mirada' de sus practicantes, -ciertamente- conformada a lo largo de un proceso formativo concreto. Es lo que Anthony Wilden (1979: 112 y ss.) plantea, con un lenguaje bastante más alambicado, al distinguir entre dos niveles distintos de construcción que se producen en todo desarrollo metodológico: el nivel de 'puntuación' y el nivel de 'sintaxis' ffi. La 'puntuación' sería una operación primaria, a partir de la cual un sujeto que se comporta como observador realiza la delimitación de un sistema, convirtiéndose por el hecho de realizarla en un observador observado. La 'sintaxis' alude a los modos de articulación lógica de un sistema, que se puede conocer a través de operaciones secundarias (las técnicas) consistentes en servirse de reglas y rutinas diseñadas para organizar formalmente los datos de la observación. Para Wilden,lo fundamental es el proceso de 'puntuación', la 'mirada', que es anterior y posterior al trabajo de organización técnica. Y algo no muy dispar sostienen Bourdieu, Chamboredon y Passeron (1976) cuando, después de establecer la jerarquía de las operaciones científicas en la investigación, afirman que -si se quiere ser fiel a las formas de pensar, hablar y actuar de los sujetos investigados- la constatación de los datos a nivel técnico debe estar siempre subordinada a la construcción a nivel metodológico, y

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ésta a la ruptura a nivel epistemológico, es decir, a la explicitación de los obstáculos que oponen resistencia al conocimiento de aquellas prácticas sociales. Como he expresado más atrás, lo que permite aceptar una investigación como antropológica no es el recurrir a un procedimiento, a un campo, a una técnica o conjunto de técnicas determinado, sino el uso que de ellas hace un investigador que se ha formado una 'mirada' que consideramos antropológica y que las sitúa en una situación etnográfica. Y, por supuesto, si la 'especificidad' de una investigación está en la 'mirada', en el 'enfoque', lo mismo cabe predicar de su calidad. Jean Peneff (1996: 25 y ss), en un artículo -citado por el ya mencionado Juan José Castillo (1997:145)- donde muestra el importante papel que desempeñó la observación participante en los primeros estudios sobre sociología del trabajo, lamenta que todo el énfasis para validar, por ejemplo, una entrevista biográfica se cargue habitualmente sobre la persona o sobre los métodos con que la entrevista se ha realizado, y suela faltar el interés por controlar al entrevistador, no sólo en la contextualización posterior, sino en el mismo acto de producir la información; preguntándose, acto seguido, si el investigador no está obligado no sólo a hacer un ejercicio reflexivo sobre su práctica actual, sino a analizar su historia y su experiencia como miembro de una disciplina. Hay que advertir, empero, que con esto no se pretende menoscabar la importancia de las técnicas de investigación, cuyo progresivo afinamiento es primordial en la evolución del conocimiento, sino rescatar el carácter singular y creador de 'la mirada' (que es siempre interpretativa), que no nos olvidemos de la trascendencia e impronta de un sujeto social, el investigador, que escudriña desde una determinada situación. «No hay modo de evitar el hecho de que el etnógrafo es, en sí mismo, un factor de la investigación. Al margen de la capacidad general de los hombres para aprender la cultura, la investigación sería imposible. En este sentido, las características particulares del etnógrafo son, para bien y para mal, un instrumento de la investigación» (Hymes 1993: 187).

El reconocimiento de que la especificidad e, incluso, la calidad de un proceso de investigación dependen ante todo de la 'mirada' no es más que la confirmación de que el principal instrumento de investigación, al menos en ciencias sociales, es -como rememora Hymes-el propio investigador y, desde esta óptica, su formación académica y/o práctica (su puesta a punto) adquieran una gran importancia. Pero ¿en qué estriba, en definitiva, esa 'mirada' antropológica? Tomando prestada la expresión de Bourdieu para describir el habitus, yo diría que está compuesta por un conjunto de principios de percepción, sentimiento y actuación que, encarnados en el sujeto de la investigación, termina por guiar explícita o implícitamente sus indagaciones. Marc Augé, en una obra [1995 (1994). 11] donde acomete, entre otros, el tema de los intercambios habidos entre antropología e historia, manifiesta que los antropólogos, tras comprobar que algo de su disciplina ha pasado a las demás, pueden alertarse al ver que el «núcleo duro de su empeño (que es la combinación de una triple exigencia: la elección de un terreno, la aplicación de un método y la construcción de un objeto)>> se diluye en alusiones un tanto imprecisas a la necesidad de una «perspectiva» o de una «orientación antropológica». Sin embargo, como él, intuyo que sería una inquietud excesiva y hasta poco justificada, sobre todo cuando no se elude el esfuerzo de dotar de un mayor grado de precisión a la naturaleza de esa orientación, perspectiva o mirada y, de paso, a los principios que la componen. Unos principios que, sin pretensión de ser exhaustiva, voy a tratar de exponer a continuación; y lo haré tomando como punto de arranque ciertas palabras de Wilcox re'feridas a la etnografía escolar:

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«Es un proceso continuado de investigación en el que hay que seguir ciertas normas antropológicas. Primera, intentar dejar a un lado las propias preconcepciones o estereotipos sobre lo que está ocurriendo y explorar el ámbito tal y como los participantes lo ven y lo construyen. Segunda, intentar convertir en extraño lo que es familiar, darse cuenta de que tanto el investigador como los participantes dan muchas cosas por supuestas, de que eso que parece común es sin embargo extraordinario, y cuestionarse por qué existe o se lleva a cabo de esa forma, o por qué no es de otra manera (Erickson 1973, Spindler y Spindler 1982). Tercera, asumir que para comprender por qué las cosas ocurren así, se deben observar las relaciones existentes entre el ámbito y su contexto, por ejemplo, entre el aula y la escuela como un todo, incluyendo la comunidad, la comunidad a la que pertenece el profesor, la economía, etc. Siempre se debe realizar un juiciq sobre el contexto relevante y se debe explorar el carácter de este contexto hasta donde los recursos lo permitan. Cuarta, utilizar el conocimiento que uno tenga de la teoría social para guiar e informar las propias observaciones» [Wilcox, 1993 (1982): 96-97]. Si yo, por el contrario, he sustituido el vocablo normas por el de principios, ha sido por dos razones diferentes. En primer lugar, porque considero que tales normas dejan de mostrarse como tales a lo largo del tiempo, es decir, que con su empleo continuado dejan de percibirse conscientemente como preceptos que hay que acatar, para convertirse en categorías, en sentimientos y en comportamientos 'incorporados'. En segundo lugar, porque los mencionados principios, aunque encuentren las mejores condiciones para su cumplimentación en el trabajo etnográfico, una vez que el investigador los ha hecho suyos, configuran la 'mirada' con que el antropólogo inspecciona no sólo el material derivado de la etnografía, sino el procedente de otros procesos distintos de investigación; o dicho de otro modo, sospecho que son esos principios los que nos permiten identificar como antropológicos estudios que, en lugar de haber seguido una estrategia etnográfica, se han 'basado en exploraciones de índole historiográfica o, por ejemplo, literaria;' como es el caso de los debidos a Carmelo Lisón (19S2) sobre la figura de Vagad, a Juan José Pujadas y Dolors Comas (1991) sobre la evolución histórica de los símbolos étnicos catalanes, a Ignasi Terradas (1979) sobre las colonias industriales o a Joan Frigolé (1994) sobre la obra literaria de García Lorca. Con las matizaciones expuestas, las normas enumeradas por Wilcox pueden ser tenidas por alg unas de las características esenciales de la 'mirada antropológica'; unas características que, sin duda, han tenido una génesis histórica concreta, y que el aprendiz de antropólogo, como he repetido, va adquiriendo mediante una formación teórica y práctica específicas. Más arriba he manifestado mis recelos ante la idea de que la particularidad de la antropología radicara en los campos en que los antropólogos han investigado; ahora bien, esto no quiere decir que desestime la posibilidad de que los campos tradicionales de la antropología hayan tenido algún peso en la conformación de la 'mirada antropológica'. Todo lo contrario, estoy convencida de que, al menos las dos primeras normas de Wilcox (que, por los motivos anteriores, prefiero llamar principios: el de intentar dejar a un lado las propias preconcepciones y el de convertir en extraño lo familiar), se han gestado gracias, entre otras cosas,. al hecho de que los primeros antropólogos empíricos estudiaran en sociedades que exhibían una cualidad que Franyois Jullien (1988: 118) califica (como he indicado en otro lugar) de «alteridad», esto es, una 'extrañeza' tan radical que les resultaba claro que no podían dar nada por sabido, que no podían dar por supuesto ningún marco común de interpretación, a no ser que impusieran ingenuamente el suyo como medida. En suma, se encontraron, como recuerda Nadel (1974/1951), con que tenían que formular preguntas nuevas cuando otros estudiosos de la sociedad podían limitarse a pedir respuestas a las

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preguntas habituales; con que debían formar sus propias categorías al no disponer de categorías ya establecidas en las que sus datos se acomodaran sin resistencia; con que 'debían empezar por suspender sus presupuestos previos, inservibles en tales circunstancias, para captar los marcos de significado a los que acudían los sujetos investigados pa~a dar sentido a sus acciones. Este interés por el punto de vista de los 'nativos', originado probablemente en esas exigencias impuestas por las investigaciones en sociedades 'exóticas', es el que, en ausencia de las mismas, ha conducido a que la antropología haya abogado por el 'extrañamiento' de los objetos estudiados en las sociedades o en los grupos que nos resultan 'familiares'; otro principio que nos permite reconocer una investigación como propia de nuestra , disciplina:

«Tiene sentido llamar antropológicas a esas investigaciones [a las realizadas en sociedades no exóticas]: porque todavía siguen fieles al acucioso espíritu de , ,investigación que se desarrolló con el estudio de pueblos más sencillos y ágrafos. Tratamos una cultura familiar como si fuese una cultura extraña... Elegimos deliberadamente este punto de vista para poder mirar la cultura desde un ángulo visual nuevo y poner de relieve rasgos oscurecidos por otras formas de estudio» [Nade11974 (1951): 17-18]. No quiero dedicarle ahora más tiempo a estas cuestiones, porque las he abordado ya, y de una forma reiterada, en otros escritos. Es más, en principio, podría parecer que son tan obvias que no requieren mayor defensa ylo explicación, tan establecidas que no merece la pena seguir preocupándose por ellas. Pero, tal vez, por serlo, se olvida a menudo mentarlas siquiera y, en otras ocasiones (como en algunos libros de introducción a ,la etnografía), son incluso presentadas como si fueran defendidas y defendibles exclusivamente por posicionamientos obsoletos, por quienes desearan continuar amarrados a las ortodoxias de la antropología clásica sin tener la lucidez o la capacidad suficientes para darse cuenta de los cambios operados en el mundo ylo en el pensamiento contemporáneo. Y es verdad que los principios que atribuyo a la 'mirada antropológica', así como las características que, en mi opinión, definen el proceso etnográfico, los creo válidos tanto para el estudio en sociedades tradicionales como para el que se efectúa en las denominadas sociedades complejas, pero ello es así no porque desee permanecer atada a ciertos credos, sino porque estoy segura de que, correctamente conceptualizados, tales principios y características son transponibles a las situaciones de investigación más diversas y constituyen logros irrenunciables de nuestra disciplina. Unos logros que, por otro lado, son los que han conseguido saltar las fronteras disciplinares y tener alguna impronta teórico-metodológica en las otras ciencias sociales, que se han vuelto, de este modo, cada vez más antropológicas (más interesadas por lo cultural, por el punto de vista de los actores, por extrañar lo familiar) @. En este sentido, no tengo más remedio que mostrar mi acuerdo con Ogbu [1993 (1981): 147] cuando asevera que, con demasiada habitualidad, quienes tildan las aportaciones de la etnografía clásica de inadecuadas para el estudio de nuestras complejas y/o urbanas $ociedades (en esta ocasión, de las escuelas occidentales) lo suelen hacer' a costa de establecer comparaciones erróneas: '

«La crítica se dirige en concreto a la 'etnografía de Malinowski'. Señalan, por ejemplo, que no es lo mismo tomar como unidad de estudio una escuela urbana en América que un poblado trobiand.. Erickson presenta de forma acusada un contraste entre una escuela americana y un poblado trobiand y concluye que 'las teorías y métodos de Malinowski no funcionan en las escuelas porque sus métodos no son apropiados para la situación' (1973: 11). Me parece a mí que lo que no es apropiado es la comparación. Debería ser entre un poblado trobiand y

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una ciudad o barrio americano por un lado, o entre una escuela americana y la institución educativa de los trabiand. Si comparásemos tales unidades de población o tales instituciones sociales, nos sorprenderíamos de encontrar fuertes semejanzas, aunque fueran evidentes las diferencias de escala». En cuanto a los otros principios enunciados por Wilcox (explorar el carácter del contexto relevante y utilizar el conocimiento que se tenga de la teoría social para encauzar las observaciones), el primero trata ni más ni menos que del tan traído y llevado holismo. Lucy Mair, en una obra harto conocida por. ios estudiantes de antropología de-mi generación [1978 (1965): 15], aludía ya a él como uno de los posibles elementos que marcan el enfoque del antropólogo: «según algunos, es una cuestión teórica: consideramos cometido nuestro observar la totalidad de relaciones que operan entre la gente que constituye la unidad social que estudiamos, y no sólo aquellas directamente aplicábles a un problema en particular». Sin embargo, Mair se aferra aquí a un concepto de holismo que ha sido posteriormente bastante cuestionado, en primer lugar, por inmanejable, es decir, porque resulta práctica y teóricamente imposible 'observar la totalidad de relaciones' y, en segundo lugar; por haber sido interpretado en ocasiones como una empresa dirigida a describir todos y cada uno de los subsistemas del grupo o del territorio donde se investiga (geografía, cultivos, formas de tenencia de la tierra, parentesco, matrimonio...), lo que ha promovido ciertamente una literatura etnográfica omnicomprensiva en exceso y, como dice L10bera (1990), a veces con escasas contribuciones teÓricas. No obstante, ni siquiera los críticos de esa concepción renuncian a la investigación holística; Kaplan y Manners [1979 (1972): 333], verbigracia, lo que hacen es recomendar a los antropólogos 'moderar su holismo' para adaptarl9 a las nuevas circunstancias de estudio, y la propia Wilcox [1993 (1982)] se decanta por una redefinición del mis~mo, según la cual consistiría en la integración de los problemas que se investigan en el contexto en que se producen, en asumir que para comprender por qué ocurren tales problemas se deben observar sus relaciones con los aspectos macroestructurales que se estimen relevantes @l. Por su parte, Ogbu -en el artículo del que he extraído asimismo la cita de la étntecedente página [1993 (1981): 157]- se resiste a tomar por antropológicas las etnografías que, en su afári por entender el fracaso-escolar de las minorías, se limitan a analizar las confrontaciones de estilos comunicativos que se dan dentro del aula entre alumnos y profesores, precisamente porque no son holísticas, porque no encaran las interrelaciones entre la escuela y otras instituciones sociales ni la manera en que dichas interrelaciones pueden afectar a los procesos que se dan en la primera: «aunque el aula sea el escenario de la. batalla -nos dice-, la causa de la batalla puede estar en otro lugar». A su parecer, frente a la pobreza explicativa de estas microetnografías que se acoplan a un enfoque sociolingüístico, las que lo remplazan por otro antropológico -que nomina macroetnografías- logran, por el contrario, mostrar cómo las fuerzas sociales, y entre ellas las creencias de la sociedad global, influyen en los comportamientos de los que participan en la realidad 'estudiada. Así, lo esencial del holismo, como resaltan Velasco, García Castaño y Díaz de Rada (1993: 316) al hacerse eco de concepciones como éstas, es que conduce al investigador siempre un paso más allá del espacio y del tiempo en los que fija su atención; un paso hacia afuera que, como siguen aseverando, está comúnmente presente en «las mejores etnografías». Ahora bien, no cabe duda que lo que, para unos, es señal de riqueza de la investigación, se convierte para otros en una 'ficción persuasiva del modernismo', como es el caso de la visión· que Marilyn Strathern [1991 (1987): '224] traza del holismo malinowskiano. Según esta antropóloga británica. Malinowski abogó por considerar las prácticas, y creencias extrañas con referencia a un contexto social específico con la intención de crear un dispositivo por medio del cual modificar lo que

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su lectorado pudiera pensar o creer previamente sobre las mismas, es decir, por acercar su lógica a la lógica de los lectores, en tanto que Frazer -con quien es cotejado- situaba dichas prácticas y creencias 'fuera de contexto' porque no albergaba el propósito de reducir su extrañeza. Y es muy posible que la contextualización sociocultural consiga ese efecto retórico, lo que no quita para que se¡:¡ algo más, esto es, para que sea también un principio metodológico que se instrumentaliza en la investigación antropológica de cara a explicar y/o dar sentido a los fenómenos que se estudian, que es a lo que aspiran tanto Malinowski como otros partidarios del holismo. En cuanto a la cuarta norma sacada a colación por Wilcox, tengo la impresión que, al menos como ella la expresa en el párrafo que he reproducido, no constituye ninguna peculiaridad ni de la investigación etnográfica ni, en general, de la investigación antropológica, ya que todo investigador apela, explícita o implícitamente, a la teoría de la que dispone para guiar e informar sus observaciones. Sin embargo, en un texto de Wolcott, perteneciente al mismo libro' de donde he entresacado las referencias deOgbu y de Wilcox, se encuentra una idea que puede servir para matizar la expresión de esta última de tal modo que la transforme en un rasgo más del tipo de 'mirada' sobre la que estamos hablando:

«Cualquier lista que comience diciendo 'la etnografía no es... ' se podría ampliar

a ocho, diez, o cualquier número de negaciones -la etnografía no es empatía, la etnografía no es simplemente el relato en primera persona o el yo estuve allí', la etnografía no es 'un día en la vida', la etnografía no es un estudio del rol; y así sucesivamente, aunque todas esas cosas puedan encontrarse entre sus ingredientes.! Para hacer énfasis en ella, esta importante idea debería va/ver a plantearse de una forma apenas alterada: el propósito de la investigación etnográfica tiene que ser describir e interpretar el éomportamiento cultural. .. La interpretación cultural no es un 'requisito', es la esencia del esfuerzo etnográfico. Cuando el interés por la interpretación cultural no se hace evidente en el informe de ,un observador, entonces el informe no es etnográfico, a pesar de lo adecuado, lo sensible, lo completo o lo profundo que sea» [1993 (1985): 130­ 131]. «La interpretación cultural no es un requisito, es la esencia del esfuerzo etnográfico», sostiene Wolcott en una sentencia que yo ampliaría hasta abarcar todo el esfuerzo de la antropología. Nos volvemos a topar, por tanto, con la cultura, con esos perfiles simbólicos de la actividad humana que, según White, conforman su objeto de estudio al ser contemplados en un contexto extrasomático. El ojo y el oído del antropólogo ve y oye a través de la cultura; su percepción de las escenas de las que recibe información está penetrada, además de por creencias personales, por una teoría cultural, de modo que «su sensorium perceptual, como declara Lisón (1996: 42) en un texto del que he rescatado también las frases precedentes- viene ya antropologizado: vemos una mujer echando agua sobre la cabeza de otra en una encrucijada, no un ritual, pero al mismo tiempo entendemos esa evidencia sensorial, la vemos como, captamos su direccionalidad significativa». Así, un elemento fundamental de la 'mirada antropológica' radica en estar armada de una teoría que facilite la interpretación cultural, que posibilite establecer, en palabras de Frake (1964), «las condiciones bajo las cuales es culturalmente apropiado anticipar que... las personas que desempeñan un rol realizarán una actuación equivalente». Pero, iojO!, no se le pide al investigador que se adhiera a una teoría cultural concreta ni a un «compuesto ecléctico con el cual pudieran estar todos de acuerdo», pues como recuerda Kessing [1995 (1974): 62], una formulación sobre la cultura en la que Marvin Harris y David Schneider, verbigracia, coincidieran sería seguramente una formulación vacía; lo que se le demanda, en cambio, es implicarse -como declara Wolcott- en un

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«diálogo acerca de lo que trata la cultura», en una reflexión sobre su naturaleza que faculte al antropólogo para ir más allá de una mera crónica de sucesos particulares, y . para mirar debajo de ellos con el fin de comprender cómo la gente les hace frente y maximiza o, por el contrario, minimiza la probabilidad de su recurrencia. Pensar, por ejemplo, como continúa diciendo Wolcott, que la cultura se detecta mejor en lo que la gente hace, en lo que dice, en lo que dice que hace o en la tensión entre lo que hace y dice que debería hacer, supone inclinarse por una determinada concepción de la cultura, constituyendo un asunto de tanta trascendencia en la investigación antropológica que conlleva distintas estrategias para la producción, organización y análisis de los datos, y arrastra incluso la concesión de una diferente credibilidad a los resultados obtenidos a través de técnicas de investigación distintas (observación participante, entrevistas, análisis documental, análisis genealógico, etc., etc.). A este respecto, pueden resultar ilustrativas las razones que están en la base de las discrepancias surgidas entre mi propio trabajo y el de Andrés Barrera (1990) acerca del sentido que adquiere la relación pubilla-gendre dentro de la familia tradicional catalana, pues se deben más al tipo de factores comentados hace un momento que al hecho de haber investigado cada uno en espacios geográficos dispares (Cataluña Vella/Cataluña Nova). En mi opinión, Barrera puede defender la hipótesis de que, en los matrimonios pubilla-gendre, acaece una inversión de 16s roles de género, en primer lugar, porque los derechos sobre el patrimonio familiar los mide sólo en función de que se sea o no el heredero del mismo, sin tener en cuenta que el pacto de constitución dotal puede transferir derechos sobre él desde la pubilla hasta el gendre; y, en segundo lugar, porque se deja llevar por lo que dicen el refranero popular y los informantes en las entrevistas (que no siempre 'reflejan lo que se practica'), sin interesarse por comprobar, mediante otras fuentes verbales y no­ verbales (rastreadas, por ejemplo, mediante observación participante o encuestas genealógicas), si el mayor poder que efectivamente tiene la mujer dentro de los matrimonios pubilla-gendre (en comparación con el que se le concede en los matrimonios hereu-jove) entraña, en realidad, una inversión de dichos roles o es simplemente un problema de grado. En definitiva, desde mi punto de vista, la clave de las divergencias se sitúa en esas diferencias de concepción acerca de aquello en lo que la cultura se revela mejor y, por consiguiente, en primar una clase de información sobre otra. Con todo, no albergo. sospechas de que alguno de los enfoques no sea antropológico, justamente porque ambos se posicionan sobre tales cuestiones y, de este modo, intentan mirar 'por debajo de los acontecimientos particulares'. Voy a dejar aquí la enumeración de los· principios constitutivos de la 'mirada antropológica', ante todo, porque, como he anunciado más atrás, no pretendo ser exhaustiva y, por otra parte, porque la glosa del texto de Wilcox me ha dado la oportunidad de comentar, al menos, los que considero más importantes: Soy consciente, como he repetido, de que se pueden tomar por obviedades que todo el mundo conoce, pero hay veces en que es necesario insistir en las obviedades, principalmente cuando su olvido entraña el peligro de que se pierda de vista el horizonte del quehacer antropológico.

3.- SOBRE LA INVESTIGACiÓN ETNOGRÁFICA Y EL SUPUESTO 'PARADIGMA' CUALITATIVO

Entramos ahora en el otro aspecto de lo que he denominado el 'contexto general de aplicación de las técnicas de investigación en antropología social': su uso dentro de

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un proceso etnográfico; y uno de los modos posibles de empezar la exposición de cualquier tema, en este caso el de la etnografía, puede consistir en hablar sobre aquello que no es, es decir, en ir cogiendo las nociones que cotidianamente se le asocian para ir desmontando las que se estime que, de una manera u otra, dificultan una correcta visión de su naturaleza. Este ejercicio es el que recomiendan los pedagogos constructivistas como arranque de todo proceso de aprendizaje, precisamente porque parten de la constatación de que los individuos siempre se enfrentan a los nuevos contenidos con ideas preconcebidas, sobre las cuales los van empotrando, de suerte que si se no provoca su expresión (expresar=sacar fuera) y no se inicia un proceso de deconstrucción de las mismas, lo más probable es que el aprendizaje esté filtrado inexorablemente por ellas, que la adquisición de conocimientos se lleve a cabo sobre una base de arenas movedizas. Y, desde luego, algunos de nosotros seguimos resistiéndonos a abandonar ciertos estereotipos vinculados a la figura del etnógrafo. que nos han llegado a través de diferentes medios, como artículos de prensa, documentos audiovisuales y/o libros firmados por autores de variada adscripción académica, incluido algún antropólogo. Unos lo intuyen como un amante de antiguallas y rarezas culturales ill; otros como un impenitente cualitativista, que aborrece no sólo las encuestas sino todo lo que le huele a número; otros suponen que pasa, sin más mediaciones, de la elección del asunto a investigar a la realización del trabajo de campo; otros que se dedica a investigar absolutamente todo lo que atañe al grupo que ha escogido, desde la arquitectura de las viviendas a los tipos de cultivo, desde las estructuras de la familia a las prácticas rituales; otros piensan que no emprende investigaciones dirigidas a la puesta a prueba de teorías, porque su metodología se lo impide; otros que sus perspectivas teórico-metodológicas no son muy adecuadas para el estudio de las sociedades complejas; y, finalmente, otros están convencidos de que realiza una 'labor meramente descriptiva, puesto que los trabajos de comparación y generalización son diferentes y posteriores' al etnográfico. Sin embargo, imágenes de este tenor merecen, como mínimo, un examen crítico y, cuando sea preciso, su puesta en cuestión. Ello nos permitirá darnos cuenta de que las estrategias metodológicas y técnicas que cabe seguir en la etnografía son muy diversas, pues varían en función de múltiples factores, entre los que se hallan la naturaleza y la amplitud del objeto de estudio, el grado de conocimiento que ya existe sobre él, los aspectos concretos a los que se quiere prestar atención, las características de la población y de los escenarios en los que se ha pensado investigar, el alcance teórico que se le desea dar a los resultados y/o la intención más o menos comparativista que se alberga desde un principio. La etnografía no es (en contra de la opinión de algunos) un 'paradigma' que exija forzosamente que se asuman ciertos posicionamientos teóricos, metodológicos y técnicos, sino un método de investigación sumamente flexible que facilita su adaptación a circunstancias de estudio muy variopintas. Tanto es así que, en la historia de la antropología, encontramos investigaciones etnográficas para todos los gustos: desde las que parten de postulados funcionalistas hasta las que expresamente los impugnan, desde las omnicomprensivas hasta las centradas en un tema, desde las que restringen su alcance teórico a la descripción cultural hasta aquellas otras que aspiran a proponer generalizaciones empíricas y/o teóricas, desde las que persiguen la generación de teorías hasta las que se deciden por la contrastación de las mismas, desde las que se interesan por una sola cultura hasta las que introducen en su diseño la comparación intercultural; es más, estos ingredientes aparecen mezclados de muy distintas maneras en cada una de ellas. La contrastación de hipótesis, por supuesto, sólo tiene sentido cuando previamente se ha generado un corpus teórico fundamentado sobre un fenómeno

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sociocultural específico, y se tienen a la vez sobradas sospechas para creer que dicho corpus puede ser válido para comprender y/o explicar el mismo fenómeno en contextos distintos o bien otros fenómenos de naturaleza parecida. Si en antropología y, en general, en las ciencias sociales escasean los estudios que siguen la lógica de la contrastación es, entre otras razones (como la asociación que comúnmente se establece entre la puesta a prueba de hipótesis y los planteamientos positivistas), porque no suelen abundar las teorías suficientemente fundamentadas, y no porque la metodología etnográfica sea inadecuada para ello. Es cierto que, frente a lo que ocurre con los experimentos,. en las investigaciones etnográficas no se pueden manipular las variables, pero -como dicen Hammersley y Atkinson (1994: 38~39)- lo que se pierde en éste se gana en otros aspectos, ya que los procesos sociales se observan tanto en situaciones cotidianas como en situaciones especialmente preparadas para la investigación (las entrevistas, los grupos de discusión o las encuestas), con lo que se minimiza el peligro de que los resultados sólo sean aplicables a estas últimas; de igual modo que el uso que se hace en la etnografía de múltiples fuentes de información disminuye la eventualidad de que las conclusiones sean dependientes de los efectos originados por la idiosincrasia de una determinada técnica de producción de datos o de un determinado tipo de situación 'natural'. No en vano, la etnografía (y, dentro de ella, la observación participante) se empeña en abordar una misma realidad desde «tantas facetas como sea posible», tal como Berreman afirma en el párrafo que se reproduce a continuación:

«La observación participante se refiere a la práctica que consiste en vivir entre la gente que uno estudia, llegar a conocerlos, a conocer su lenguaje y sus formas . de vida a través de una intensa y continua interacción con ellos en su vida diaria. Esto significa que el etnógrafo conversa con la gente, trabaja con ellos, asiste a sus funciones sociales y rituales, visita sus casas y les invita a la suya, es decir, está presente en tantas situaciones como sea posible, aprendiendo a conocerles en tantos ambientes y desde tantas facetas como pueda» (Berreman 1968: 337). Todo esto, que afecta (¡cómo no!) a las investigaciones exploratorias, se puede predicar igualmente de las que siguen la lógica de la puesta a prueba de teorías. En cualquiera de los dos casos, la etnografía ofrece· mayores garantías de validez que otros métodos de investigación que se basan en el empleo de una modalidad exclusiva de técnicas. A este respecto, vaya traer a colación un estudio que fue presentado en Ávila dentro de un curso de la UNED celebrado en 1993. El estudio" (según se nos contó) había sido encargado por la Comunidad de Madrid con el fin de comprobar la viabilidad o no de un programa de intervención que se tenía previsto implementar en el ámbito de la rehabilitación de drogodependientes: la idea era favorecer su reinserción sociolaboral mediante la creación de cooperativas de trabajo mixtas, es decir, compuestas tanto por drogodependientes como por personas en paro que no hubieran" tenido contacto alguno con el mundo de las drogas; y fue realizado sobre la base de varios grupos de discusión cuyos miembros diferían entre sí según la edad, el género, la ideología política o el status socioeconómico. El análisis de sus discursos dejó ver la existencia de una visión tan negativa, unitaria e intransigente con relación a los drogodependientes y una oposición tan rotunda a la perspectiva de entrar a" formar parte de tales cooperativas, que en el informe de la investigación se concluyó que la idea era inviable, pues no se iba a encontrar gente dispuesta a participar en ellas. Ahora bien, si se tiene en cuenta que los grupos de discusión lo que permiten conocer son las representaciones sociales habidas en torno a un tema y, que por la propia dinámica de los grupos, esas representaciones tienden a conformarse a la que es dominante en el medio social al que pertenecen sus integrantes, uno se puede permitir cavilar que las deducciones hubieran sido

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diferentes si se hubiera recurrido a otras técnicas de investigación, primero, porque el discurso colectivo no siempre coincide con el individual y, principalmente, porque no es legítimo presuponer de entrada que los' comportamientos se van a ajustar estrictamente a alg.uno de los dos @.l.

y si los grupos de discusión engendran un discurso que, como he indicado, termina conformándose a las cosmovisiones socialmente aceptadas en el medio cultural al que pertenecen sus componentes, esas. cosmovisiones, si bien desestructuradas, se suelen acomodar a lo que está oficialmente autorizado' cuando se hace uso de un instrumento como el cuestionario. Cabe decir, a modo de ejemplo, que una de las cosas que más me llamaron la atención del trabajo de campo que efectué en 1986 entre los pobladores de la comarca riojana de Cameros, fue las diferentes consecuencias que se pueden extraer según se analicen las respuestas que dieron en los cuestionarios que les pasé para una encuesta sobre la identidad étnica o, por el contrario, los discursos que produjeron mediante entrevistas en profundidad y los que les escuché en conversaciones informales. A partir' de las primeras no cuesta inferir que los cameranos se sienten identificados con la Rioja y que, en este sentido, se distinguen poco del resto de los habitantes de la Comunidad Autónoma y de lo que pregonan sus 'autoridades'; en cambio, los discursos procedentes de las otras fuentes patentizan una realidad casi opuesta: buena parte de ellos, si bien no todos, no sólo ven menoscabada su identidad camera na por la forma en que se ha constituido la de la región, concebida -además- como impuesta desde fuera, sino que muestran a veces una actitud combativa ante tal imposición. .Décalages de este tipo tienen su origen en el hecho de que las técnicas no son más que situaciones sociales, diseñadas, eso sí, para los propósitos de la investigación, pero que siempre encuentran un referente en la vida cotidiana de la gente: la entrevista en profundidad lo halla (según los casos y el papel que se haya 'ganado' el investigador) en las charlas entre amigos o en las entrevistas profesionales; las encuestas estandarizadas, en determinados 'interrogatorios' de carácter oficial, como los censos o los exámenes escolares; y los grupos de discusión, entre otros, en las asambleas y reuniones de diferentes colectivos, donde lo que se intenta es sobre todo alcanzar un acuerdo. Los sujetos sociales están constantemente definiendo las situaciones en las que se ven envueltos, así como acomodando sus comportamientos a las mismas, y de ello no se libran las creadas al aplicar cualquier herramienta de investigación social. «La variedad en los tipos de recogida de datos y eri las técnicas empleadas puede desconcertar a los que no son etnógrafos.. , ya que es muy difícil definir lo que una etnografía podría o debería ser y juzgar así su calidad. Tradicionalmente, desde el punto de vista del etnógrafo, se ha considerado que la recogida de diferentes tipos de datos incrementaba la validez y fiabilidad del estudio, y puesto que cada ámbito y cada área de estudio son únicos, se creía que era necesario adaptar los métodos y las técnicas» [Wilcox, 1993 (1982): 99]. Lo interesante de la combinación de técnicas para el abordaje de un mismo objeto de estudio, que, a mi parecer, constituye uno de los principales elementos marcadores de la etnografía, es que permite constatar empíricamente, y no sólo postular, esta clase de quiebras 'informativas', así como la manera en que acaecen, por lo que al etnógrafo se le conceden unas oportunidades inmejorables para ofrecer unas interpretaciones y/o unas explicaciones de los fenómenos socioculturales más dinámicas y complejas. Ello sin olvidar, desde luego, -como recuerda Wilcox en la anterior cita- que la 'triangulación' ha servido también como modo de controlar la veracidad de la información recopilada, lo que no deja de ser importante cuando se

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J_Ó_VE_N_ES_R_U_RAL_·_ES_PO_R.....:.::LA:.:.:.::,SO::::S:::;T.:.E.::;N:.,::IB:::.:IL:.t:.::,:ID:.:,AD::;;; Técnicas Participativas

"" . trata de estudiar acontecimientos que se tienen que reconstruir con la mayor fidelidad posible. No obstante, para cambiar de tema, lo que deseo subrayar ahora no es tanto que esa 'triangulación' puede estar dirigida a conseguir metas distintas dependiendo de los objetivos de la investigación, como el hecho de que, entre las técnicas que se combinan durante el proceso etnográfico, caben asimismo las cuantitativas; es decir, que el etnógrafo no sólo realiza entrevistas en profundidad, grupos de discusión y/o observación participante, sino que se sirve de cuestionarios y de otras técnicas cuantitativas de producción ylo análisis de los datos con una frecuencia mayor de la que se tiende a imaginar. Según nos comentan Kaplan y Manners [1979 (1972)], esa frecuencia se yio incrementada a partir de la' década de los sesenta como . consecuencia de que los etnógrafos desplazaron sus campos de investigación a los 'sistemas complejos', esto es, a sociedades más heterogéneas y de mayor escala que las que estaban acostumbrados a estudiar con su antiguo bagaje instrumental. Y Oscar Lewis ya a mantener que ese aumento se debió, además, a un conjunto de demandas interdisciplinares y de innovaciones teórico-metodológicas que tuvieron lugar en el trabajo de campo antropológico: «1)Un énfasis creciente sobre el estudio de la gama de variaciones en el comportamiento y en las costumbres, frente al antiguo énfasis sobre las pautas ideales; 2) el paso de la preocupación por salvar y reconstruir culturas en rápido . curso de desaparición, al estudio de sociedades funcionando actualmente; 3) una mayor conciencia de los problemas metodológicos, resultado en parte del contacto más estrecho con otras disciplinas..; (y) 4) el uso creciente de datos antropológicos por otras disciplinas y, en particular, el apremio de los psicólogos por más datos sobre diferencias individuales» [1975: 100-1 01].

Sean éstas u otras las razones que lo hacen comprensible, el caso es que los etnógrafos se han adueñado, cuando lo han necesitado, de técnicas cuantitativas (como las encuestas por cuestionario, los tests sociométricos o los test de personalidad) procedentes de otras ciencias sociales, y que les han permitido calibrar la distribución numérica de los fenómenos socioculturales estudiados (hechos, opiniones, conocimientos, etcétera) dentro de poblaciones más o menos amplias. Pero aun más significativo es, para mí, que no hayan rehusado tampoco emplear con fines cuantitativos las técnicas tradicionales de la disciplina, incluyendo la propia observación participante. Así, en los estudios sobre el parentesco, se ha recurrido a menudo a la encuesta genealógica para medir el grado con que aparece, en una zona o en un colectivo concretos, una cierta modalidad de matrimonio, un cierto tipo de residencia postnupcial o una cierta forma de transmisión hereditaria; es más, tales mediaciones han llevado a poner de manifiesto que, a pesar de la presencia de «pautas ideales» como las referidas por Lewis, se detectan relevantes diferencias de comportamiento en función, por ejemplo, del status socioeconómico de los individuos ylo de las familias investigadas, unas diferencias que han demandado interpretaciones novedosas cuando los modelos teóricos preexistentes no han sido capaces de dar cuenta de ellas. Por otro lado, conviene recordar que Clyde Mitchell (1969), uno de los creadores del método de redes en antropología, propuso someter los datos producidos mediante el mismo a un análisis tanto cuantitativo como cualitativo, para lo cual importó desde las matemáticas la teoría de los grafos para la medición de los aspectos morfológicos de las redes sociales, tales como la densidad, la centralidad global o el rango que los diferentes individuos adquieren en su interior; de hecho, la célebre tesis de Elizabeth Bott sobre la correlación directa entre el grado de separación de los roles sexuales en los matrimonios lohdinenses y la densidad de sus redes personales, aunque publicada bastante antes que la propuesta de Mitchell,

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contiene ya ese concepto cuantitativo, si bien, según ella misma confiesa, empezó utilizándolo intuitivamente y bajo el nombre de interconectividad. En cuanto a la observación participante, Juan Gamella (1993) ha defendido no hace mucho la idea de que constituye un método adecuado para la cuantificación de comportamientos en poblaciones relativamente inaccesibles o 'secretas' lID, como sucede, por ejemplo, cuando se estudia la extensión del consumo de drogas ilícitas y sus consecuencias sociales, pues los datos provenientes de las fuentes disponibles, como los derivados de las encuestas por cuestionario o los que registran las instituciones asistenciales, policiales y legales que entran en contacto con los drogodependientes, presentan sesgos inherentes a las propias fuentes: la primera tiene el inconveniente de que tales poblaciones evidencian problemas de accesibilidad, que se agravan porque su número entre el total de los encuestados suele ser tan pequeño que los resultados se ven sensiblemente afectados por los errores de muestreo; y la segunda topa con la dificultad de que no recoge las poblaCiones 'ocultas', esto es, aquellas que no han entrado en contacto con dichas instituciones. Por todo ello, Gamella concluye que la observación participante permite «hoy obtener muestras más completas y exhaustivas a nivel comunitario que ningún otro método y, por lo tanto, puede contribuir a alcanzar una comprensión y explotación más acertada de los datos disponibles y de sus interrelaciones» (1993: 61), como avala su propio estudio sobre los heroinómanos de un barrio del norte de Madrid. Con todo, no niego que los antropólogos, al igual que otros científicos sociales, han mostrado a menudo un gran recelo frente a los instrumentos estandarizados de investigación, que constituyen un prerrequisitopara la aplicación de buena parte de las técnicas cuantitativas, como las encuestas por cuestionario o los test psicológicos. Han alegado, por un lado, que tales instrumentos dan por supuestos prematuramente los modos en que los encuestados entienden los significados de las preguntas y, por otro lado, cuestionan que se pueda ofrecer como resultados de una investigación una serie de números descarnados (ya sean porcentajes, proporciones, tasas, índices de correlación o tablas de contingencias) que son incapaces de reflejar la estructura compleja y dialéctica de la realidad sociocultural. Sin embargo, estos argumentos, siendo ciertos, no pueden justificar que se abandone el interés por las técnicas cuantitativas y, en general, por la cuantificación. En primer lugar, porque no son escollos insalvables si se tiene en cuenta, como se ha repetido, que los etnógrafos los emplean en combinación con otros técnicas que brindan recursos para subsanar . algunas de sus deficiencias. Y, en segundo lugar, porque, de no concederles un voto de- confianza, nos privaríamos de la posibilidad de percibir una vertiente más, una faceta más, de los fenómenos investigados: la manera en que se distribuyen las variaciones en las costumbres y en los comportamientos verbales y no-verbales, tal como nos decía asimismo Oscar Lewis en la cita precedente. En cuanto a lo primero, una forma de hacer frente a la cuestión consiste, como es sabido, en no confeccionar los cuestionarios hasta después de haber realizado suficiente trabajo de campo como para asegurar su validez, esto es, hasta d~spués de haber tenido una intensa interacción con los actores sociales, participando y observándolos en tantos ambientes como sea preciso; de tal manera· que podamos no sólo formular las preguntas a partir de sus propios marcos de significado, sino obtener claves culturales para comprender posteriormente sus respuestas, sus no-respuestas y/o la ambigüedad de las mismas. Esto es lo que Hymes [1993 (1982): 183] afirma que suelen hacer los etnógrafos, y lo que Schuman (1982: 23) considera la esencia del tratamiento 'científico' de las encuestas, esto es, de aquél que no cae «en la trampa de su instrumental analítico». Bien es cierto que, aunque se intente adecuar las preguntas a los significados de los sujetos investigados, no existen, utilizando una expresión de Bourdieu [1990

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(1973): 242], preguntas 'omnibus', que no se reinterpreten en función de los intereses de las personas a quienes se les hace; unos intereses que es probable que cambien dependiendo de factores como la edad, el género, el lugar, la profesión, la condición socioeconómica o la clase. Es imperativo, entonces, interrogarse sobre qué preguntas creyeron contestar (o no contestaron) las diferentes categorías de personas, así como tratar de conocer, mediante las diferentes fuentes de información que brinda la etnografía, el elhos de género, lugar, profesión y/ o clase social desde el cual se han reinterpretado. Así, los resultados de una encuesta, en lugar de presentarse como el colofón de un proceso de investigación, se convierten en el punto de partida de indagaciones sobre nuevos problemas que hay que comprender y/o explicar, y que, de no haberse producido aquellos datos, tal vez no se habrían detecta'do o no se habrían considerado relevantes. «Hay quienes hacen encuestas como meros contables: sacan números y luego, como análisis, traducen esos números en palabras», increpaba Jesús Ibáñez en un artículo de El País de 23 de junio de 1988,' pero hay otros que buscan el sentido que los números encierran. Es decir, que las técnicas cuantitativas son un recurso más en manos del etnógrafo para estimular su ars inveniendi í..1Ql, puesto que de igual manera que -como he indicado más atrás- la combinación de técnicas cualitativas como la entrevista, los grupos de discusión, las redes sociales y/o la observación participante pueden instrumentalizarse para la puesta a prueba de teorías, las técnicas cuantitativas pueden servir como acicate para el descubrimiento de las mismas. No es lo mismo saber, tomando de nuevo como ejemplo los estudios de parentesco, en esta ocasión el realizado por Dolors Comas [1994 (1980): 104] en Echo y Ansó, que las familias de estos municipios pirenaicos suelen elegir como heredero universal al primogénito varón, que enterarse de que esto ocurre en el 53% de las familias muy ricas, el 71 % de las ricas, el 43% de las «medianas», el 48% de las pobres y el 44% de las muy pobres í11.l, pues estos simples porcentajes inducen a preguntas [¿por qué son las familias ricas y muy ricas las que 'cumplen' con mayor rigor la pauta hereditaria?, '¿en qué ocasiones no hereda el primogénito varón?, ¿qué razones se dan para ello?, ¿son las mismas en todos los estratos sociales?, ¿variará la frecuencia de esa pauta en función de otras 'variables', aparte de la condición socioeconómica de las familias?] que van a requerir más información y una teoría capaz de establecer su sentido. Si esto es 'así en el caso de las encuestas, ya se trate de las genealógicas o de las realizadas mediante cuestionarios, lo propio cabe predicarse de otras técnicas cuantitativas que el etnógrafo se presta a utilizar para proveerse de 'datos en busca de una interpretación'; como sucede, p. e., con el análisis cuantitativo de contenido o con el análisis cuantitativo de redes sociales. En antropología social, a pesar del mayor énfasis puesto en la investigación cualitativa, la distinción entre lo cualitativo y lo cuantitativo no se ha planteado todavía en términos de 'paradigmas' mutuamente excluyentes como, por el contrario, ha ocurrido en otras ciencias sociales cercanas (vide, v. g., las obras de Patton 1990 o de Guba y Lincoln 1994), quizá debido a que para la tradición antropológica, como aducen Velasco el a/ii (1993: 203), «es difícil asumir una única vía en la recogida y la interpretación de la información», o tal vez porque el proceso etnográfico establece un contexto de investigación idóneo para explotar todo el potencial intrínseco de los datos de una u otra índole, con tal de que el etnógrafo se sepa encarar a ellos con las disposiciones adecuadas. Uno de los elementos centrales de ese contexto es, como se ha insistido más atrás, la triangulación de técnicas de producción y de tratamiento de los datos, pero cabe enumerar otros igualmente importantes que suelen estar presentes en él, tales como la microobservación de escenarios unida a un interés holístico, la atención prestada tanto a los aspectos' cotidianos como a los aspectos ,extraordinarios de la vida de los sujetos investigados, su naturaleza de feedback, esto es, el hecho de que sea un proceso que se autocorrige a partir de la concatenación

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constante de las interpretaciones adelantadas con el material empírico al que se va accediendo paulatinamente, la coincidencia en un mismo individuo (el etnógrafo) de las funciones de producción y análisis de la información, su desempeño de un rol de observador participante o, para terminar con la enumeración, su permanencia directa y prolongada en el campo. Uno de los rasgos que marca la etnografía es, sin duda, la presencia inmediata del investigador en el campo de estudio. Una presencia que, como mantiene 8tocking 1993: 60), se erige como el cambio fundamental que Malinowski introdujo en la forma de concebir y de practicar la investigación antropológica, y sobre la que descansa en buena medida la alquimia que convirtió 'el trabajo de campo malinowskiano' en algo más que en la ejecución del programa metodológico que su maestro, Rivers, plasmó en las nuevas Notes and queries. Hay que tener en cuenta que esa presencia entraña una transformación no sólo del «Iocus primario de la investigación», es decir, el conocido paso desde 'la veranda de la misión' (o de 'la cubierta del barco') al 'centro mismo del poblado', sino también de la propia concepción"del rol del investigador, que va a trocar ahora su papel de 'inquisidor' por el de 'participante de algún modo' en la vida de las gentes que investiga @.

«El proceso de observación en la etnografía { ..] se ha caracterizado por la recopilación de una serie de detalles descriptivos sobre los 'imponderables de la vida real y el comportamiento diario' { ..}. En algunos casos los etnógrafos han desarrollado y utilizado con menor frecuencia instrumentos de observación estructurada { ..}, cámaras { ..} y películas o videos { ..} para aumentar la precisión de sus observaciones. Sin embargo, estos instrumentos mecánicos de recopilación de datos no se consideran sustitutos de la presencia directa y activa del etnógrafo en el lugar» [Wilcox, 1993 (1982): 99]. Insisto en este punto no sólo porque la presencia inmediata del investigador permite recoger información sobre «los, también malinowskianos, imponderables de la vida real y el comportamiento diario», lo que, como Wilcox, estimo importante, sino principalmente porque establece, junto a la prolongación en el tiempo de esa presencia y la conjunción en una misma persona de las funciones de producción y análisis de los datos, las condiciones materiales de posibilidad de la investigación etnográfica, de tal modo que sin ellas difícilmente podrían darse la mayoría de sus otras características metodológicas. Unas características metodológicas que a menudo se olvidan debido, en parte, a la propensión que tenemos los antropólogos a resaltar en demasía los efectos del trabajo etnográfico en nuestra vida privada y pública, esto es, las experiencias personales derivadas de permanecer durante un largo período en el campo y sin encuestadores o entrevistadores que se encarguen de la 'faena pesada'. Y tanto es así que, por ejemplo, algunas personas suelen extraer la conclusión de que la etnografía es dura, incómoda en exceso, una fuente imparable de problemas y malentendidos con las autoridades, las burocracias, los informantes e, incluso, los animales que pululan por las aldeas, que la estancia en el lugar para lo único que sirve es para que el etnógrafo pueda ser presa de enfermedades innombrales y de frecuentes crisis de soledad y melancolía; en suma, que si emprende ese viaje es o bien porque le gusta la aventura o porque no puede remediar sus inclinaciones masoquistas. Esta es la imagen que, para traer un caso, se formaron mis alumnos de tercero de sociología después de que, el curso pasado, hubieran oído la conferencia de una antropóloga que estaba realizando trabajo de campo en Perú. En la clase siguiente me lanzaron preguntas del siguiente tenor: ¿por qué el antropólogo sigue investigando si lo pasa tan mal?», «¿por qué la Universidad no manda cartas a las autoridades para que lo traten mejor y se crean las intenciones con que va allí?» o «¿por qué no va acompañado de otras personas en vez de ir

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solo?» Empecé respondiéndoles que el trabajo de campo antropológico también tiene cosas positivas, es fuente asimismo d~ satisfacciones y una excelente escuela de aprendizaje, pues da la oportunidad de conocer a fondo a gente muy variada, de sentir en la propia piel y, por tanto, con viveza los prob.lemas que se estudian; que siempre se hacen amigos, que también hay ocasiones en que 'se pasa bien' o que los malentendidos terminan por aclararse; es decir, que, en un principio, seguí centrando las razones en cuestiones de índole personal, si bien de signo inverso. La insuficiencia de la respuesta me la hizo ver una alumna al objetar: «Pero ¡para eso no hace falta ir a investigar!» Y, efectivamente, para tener esas vivencias no es preciso emprender un proceso de investigación que implica un largo e intenso contacto personal con los sujetos estudiados, que es lo que se supone que es la etnografía. Entonces, ¿para qué investigar en esas condiciones? En mi opinión, por las consecuencias metodológicas que se originan en ellas, por las posibilidades que brindan de llevar a cabo un acercamiento a la realidad sociocultural que los antropólogos consideran más ajustado para captar su naturaleza sui generis. Es verdad, como afirma Wolcott (1993: 128-129), que «permanecer mucho tiempo haciendo un trabajo de campo no produce, en y por sí mismo, una mejor etnografía, y no asegura de ninguna manera que el producto final será etnográfico», como igualmente lo es que resulta complicado determinar cuál es el periodo en que es necesario 'estar allí', pero -como Ogbu (1993: 148-149) o Teresa San Román (1996: 171)- no oculto tampoco mi desconfianza hacia investigaciones que duran unos pocos meses o un par de semanas, sobre todo si no se está familiarizado con el grupo y/o con el tema investigado. El tiempo es uno de los diversos requisitos indispensables pero no suficientes: con sólo él no se hace etnografía, pero sin él no puede hacerse, precisamente porque -como 'he dicho antes- delimita, junto con la permanencia inmediata y la negativa a separar las figuras de trabajador de campo y analista, sus condiciones materiales de posibilidad. Son ellas las que permiten que las interpretaciones/explicaciones que se van avanzando puedan ser modificadas sobre el terreno conforme se va entrando en contacto con los datos,' que el investigador observe los cambios que sufren las prácticas sociales en función de las variaciones situacionales cotidianas, que los comportamientos en situación ,de entrevista y/o encuesta puedan ser cotejados con los que acaecen en situación 'natural', e incluso que la cuestión del acceso a la información adquiera matices peculiares. No cabe duda de que el acceso a la información y a los escenarios constituye uno de los mayores problemas de cualquier investigador,' pero más en el caso del etnógrafo que busca no sólo consultar documentos o que los informantes le cuenten cosas, y con la mayor profundidad posible, sino estar presente en ellas con el fin de poder observarlas directamente. Y el asunto se complica si se tiéne en cuenta que la consecución del acceso no termina con lograr o poseer un permiso para llevar a cabo la investigación, sino que este permiso es sólo el inicio de un continuo proceso de negociación para acceder a cada lugar ya cada informante que interese para los fines de la misma. ES más, cada escenario va a admitir unos comportamientos distintos por parte del etnógrafo, así como la obtención de la información va a ~xigirle unas estrategias diferentes según sea el grado de privacidad que socialmente se le asigna. Todo etnógrafo sabe que no es lo mismo solicitar una entrevista para hablar sobre conflictos de herencia que sobre las fiestas populares; sobre las relaciones sexuales de pareja que sobre las aficiones literarias; del mismo modo que no ignora o no debería ignorar que algunos lugares no toleran la presencia de personas con determinadas características de género, edad o nacionalidad, que otros requieren inexorablemente la adopción de un cierto 'tipo de papel social o que, en otros (como en los modernos espacios de tránsito), la presencia física del investigador no representa en sí ninguna dificultad, mientras que sí la representa su actividad

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indagadora. Ahora bien, hay que traer a colación que, si bien la etnografía -como he dicho- impone al investigador retos difíciles con relación al acceso, también le provee de oportunidades para alcanzarlo, ya que la permanencia inmediata en el campo y la participación más o menos activa en la vida de los colectivos estudiados le abre puertas cerradas a otros: no se tiene la misma probabilidad de llevar a cabo una entrevista, de reunir a gente para un grupo de discusión, de que se responda a un cuestionario o de poder observar presencialmente determinadas escenas, si alg6 de esto es solicitado por un entero desconocido que si es pedido por alguien del que se sabe con antelación quién es, donde vive y qué pretensiones tiene realmente, entre otros motivos, porque resulta bastante más difícil darle una negativa a su solicitud.

4.- LAS TÉCNICAS DE INVESTIGACiÓN COMO SITUACIONES SOCIALES QUE EL INVESTIGADOR CREA (O APROVECHA) PARA LOS OBJETIVOS DE LA INVESTIGACiÓN .

Las técnicas más utilizadas en antropología social son el análisis documental, la observación participante, las entrevistas individuales y grupales, el método biográfico, el método genealógico y de redes .í.1.ID y las técnicas de análisis del discurso. A esta nómina se podría agregar, sin duda, otras, como las que aparecen, p. e., en el cuadro que se presenta en la página siguiente, que a veces -como he indicado ante'riormente­ son manejadas por los antropólogos cuando sus objetos de estudio lo precisan y/o lo aceptan, pero que no voy a tratar aquí. En los apartados precedentes, aunque se ha hecho hincapié en 'la mirada' desde la cual se aplican los instrumentos de investigación en antropología social, así como en el proceso etnográfico dentro del cual se insertan, tampoco se han dejado de hacer alusiones a la manera en que pienso que deben ser abordadas las diferentes técnicas: reconociendo su carácter interdisciplinar, considerándolas situaciones sociales que ~I investigador crea (y/o aprovecha) para los propósitos de la investigación, abogando por una combinación de las mismas capaz de desvelar aspectos diversos de un mismo fenómeno sociocultural, enfocándolas como herramientas polivalentes que -dentro de los límites marcados por su propia idiosincrasia- pueden destinarse a 'conseguir objetivos de investigación distintos, teniendo en cuenta la clase de datos que pueden ser producidos por cada una, y sirviéndose de ellas en unas condiciones en que se les pueda extraer sus máximas potencialidades. Aunque sea de una manera forzosamente resumida y limitando mis comentarios a sólo un par de casos, voy a detenerme ahora a exponer algunos de esos pormenores, empezando por retomar ciertas cosas ya dichas sobre los grupos de discusión. Éstos, como comenté más atrás, permiten conocer cómo son (en cuanto a estructura y a contenido) y cómo se originan interactivamente las representaciones sociales sobre un asunto propuesto por el investigador; unas representaciones que tienden a concordar, como también sugerí, con las que son predominantes en los sectores socioculturales de los que forman parte los que participan en ellos (las de su clase social, su género, su etnia, su profesión, etcétera). De este modo, son especialmente útiles cuando existen representaciones divergentes o, al menos, diferentes en torno a un mismo tema, y se busca estudiar, dentro de una situación controlada, a qué sectores corresponden, de qué modo se configuran dialécticamente entre sí y cuáles son las líneas de consenso que se insinúan. Los grupos de discusión no hacen sino reflejar una sociedad y una historia; y tanto es así que cuando una determinada representación ha conseguido hacerse general a todos o a casi todos los sectores de la sociedad (como ocurre actualmente en España con las que se refieren al sida o al consumo de drogas, debido, entre otras cosas, a la influencia machacona

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y homogeneizante de los mass media), los participantes en una sesión de este tipo no tienen pronto apenas nada que discutir, el ambiente se llena de silencios al cabo de poco rato de haber comenzado y las opiniones enseguida. se acomodan a la que estaba ya consensuada de antemano por tratarse de la única que goza de 'autoridad' y/o de la única que es 'admisible'. Fernando Conde, un investigador delCIMOP i1.1l, en una conferencia que tuve la oportunidad de oírle hace unos años, se sirvió de una metáfora que valoro como bastante ilustrativa de lo que quiero expresar. En su opinión, los discursos pueden compararse a la lava de un volcán: empiezan siendo lábiles, móviles, con rumbos cambiantes, cálidos, como la lava recién expulsada del cráter, y terminan, sin embargo, siendo pétreos, inermes,fijos, fríos, como cuando aquélla llega a orillas del mar convertida en arena, momento en el que ya puede ser contabilizada o numerada pero ha perdido irremisiblemente la posibilidad de moverse por sí misma. El proceso de cristalización o de vitrificación de la lava es equiparable, así, al proceso de consensuación/generalización que sufren habitualmente los discursos sociales, de tal manera que, en alg nos casos, las entrevistas grupales (aunque se diversifiquen los componentes de las que se diseñen) poco más revelan de lo que ya cabe saber a través de los medios de comunicación de masas y/o de los sondeos de opinión. Ello no significa, desde luego, que en tales circunstancias no puedan realizarse grupos de discusión, la cuestión está en preguntarse si tiene sentido llevarlos a cabo, pues en ellas no encuentran sus mejores condiciones de rendimiento. Pero si los grupos de discusión posibilit n conocer el contenido, la estructura y el proceso en que se construyen socialmente las representaciones sociales, ¿qué ocurre con las entrevistas individuales? Si se acepta la idea wittgensteiniana de que toda subjetividad es social, no hay ningún inconveniente en recurrir asimismo a ellas para, recoger esas. representaciones í.1ID, que además es muy probable que aparezcan entreveradas de confesiones intimistas, así como de unas matizaciones y de unos disensos_ que difícilmente emergerían "n una situación grupal. Ahora bien, hay que tener en cuenta que láS entrevistas individuales dan acceso a una información que se halla contenida en la bio rafía del entrevistado, que ha sido interpretada por él y que será proporcionada, por tanto, con una orientación e interpretación específicas, de modo que, como dice Alonso (1994), alcanzan su mayor rentabilidad cuando se dirigen a obtener datos s bre cómo los sujetos reconstruyen el sistema de representaciones sociales en sus pr' cticas particulares; y, en este caso, aquellas interpretaciones, .orientaciones o deformaciones son más significativas que la propia 'información'. No obstante, esto es así en tanto en cuanto interese estudiar los discursos en sí mismos, y no la información que contienen, pero hay ocasiones en que ésta y su fiabilidad son igualmente relev ntes, sobre todo cuando se busca. reconstruir unos acontecimientos o unos suce os que no pueden ser observados directa o documentalmente por parte del in estigador. En resumidas cuentas, . considero que los discursos (ya sean fruto de grupos focalizados, de entrevistas individuales y/o escuchados en conversaciones cotidianas mientras se ejerce el rol de observador participante) pueden ser objeto de múltiples usos en la investigación, puesto que múltiples son las dimensiones desde las cuales pueden ser contemplados: un discurso siempre hace referencia a un determinada realidad por muy 'distorsionadamente' que lo haga (dimensión ref rencial), pero también expresa una subjetividad y una praxis sociohistórica de la qu es producto (dimensión expresiva), así como puede producir los propios hechos que enuncia o predisposiciones para actuar de acuerdo con lo enunciado (dimensión pragmática). Centrarse en la dimensión referencial del habla es algo a lo que a veces, como reconocen, entre otros, Taylor y Bogdan (1992: 104-108) o García (1.996:11-17), se está obligado cuando 'las descripciones objetivas' que se buscan no pueden ser observadas de otro modo que a través de lo que se habla sobre ellas, bien sea «porque el trabajo de

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campo es corto, bien porque se trata de comportamientos menos públicos o simplemente porque son hechos de un pasado próximo o lejano». Sin embargo, el investigador no puede pasar por alto que, incluso en este caso, los discursos han sido interpretados por personas que ocupan determinadas posiciones sociales, y que se han producido en unos contextos interaccionales y estructurales específicos. Todo lo cual influye no sólo en la perspectiva desde la cual hablan, sino también en el tipo de información que pueden dar, ya que, por ejemplo, aquellas posiciones condicionan lo que logran saber y de qué manera (de primera mano, de oídas y/o a través de los medios de comunicación de masas), de la misma forma que los contextos tienen incidencia en lo que se dice y no se dice. Nadel reconoce cosas de este género, aunque fijándose en un aspecto diferente de las mismas, en el párrafo que se reproduce a continuación:

«Aun cuando no entremos en la interpretación, y. aun cuando el deseo del informador de proporcionar datos exactos y no tendenciosos no pueda ponerse en duda, aún tenderá a comunicar una norma, la plantilla de su cultura y su sociedad, el 'debiera ser' y no el 'es'. No hay que confundir el uno con el otro» (1974: 49-50). . Es cierto que el ser conscientes de todas estas 'interferencias' no nos ofrece ninguna garantía de conseguir neutralizarlas, pues no se dispone de medios para desnudar los discursos de sus 'sesgos'. Con todo, se puede acudir a algunas ideas de carácter práctico para· intentar acercarse a unas descripciones lo más objetivas . posibles, como aquélla que se fundamente en el presupuesto de que las coincidencias en los datos que brindan varias personas constituyen un indicio de que 'las cosas ocurrieron tal como se cuentan'. Un presupuesto que, si bien es discutible, está en la base de la triangulación de informantes y de fuentes cuando no se tiene más remedio que orientar el discurso al conocimiento de factualidades. Una 'triangulación' que aquí hace las veces de instrumento de 'control' de la veracidad de la información y, por tanto, cumple una función muy distinta de la que desempeña cuando los discursos se quieren encarar como conducta en sí misma, como acción discursiva, esto es, en sus dimensiones expresiva y/o pragmática. En este último caso, las interpretaciones no son tenidas por 'distorsiones' o 'deformaciones', sino. por lo que se quiere estudiar, por el propio objeto de estudio, de suerte que la diversificación de informantes se orienta, en cambio, a descubrir el universo del discurso, es decir, el conjunto de hablas sobre un mismo asunto dentro del cual cada una de ellas adquiere su sentido y su estructura. De igual modo, nos encontramos con que, en el primer caso, la moderación tanto de una entrevista individual como de una grupal exige un grado de directividad mucho mayor que el que establecen las reglas habituales para la entrevista semidirectiva y/o los grupos de discusión, que. han sido enunciadas sobre todo pensando enel segundo. No cabe duda que, cuando se aspira a reconstruir unos hechos o unos acontecimientos, el investigador tiene que hacer preguntas 'directivas' dirigidas a cerciorarse de la veracidad de lo que se dice, así como pedir que se detallen ciertos aspectos que ayuden a reconstruirlos. En suma, que hasta las propias maneras de interrogar deben adaptarse estratégicamente a los objetivos de la investigación, toda vez que tampoco hay pautas universales válidas para todas las circunstancias. Con lo anterior no he pretendido asegurar, desde luego, que no existan pautas y que, por consiguiente, no haya que tener en cuenta las que han sido propuestas para la puesta en marcha de las diferentes técnicas de investigaCión, ya sean de producción, de registro, de organización o de análisis de los datos, sino simplemente poner de manifiesto que cada serie de pautas es apropiada para conseguir unos objetivos distintos y que, por consiguiente, hay que pararse antes a pensar si son las

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adecuadas para los que cada uno se ha marcado. Pautas se han fijado inCluso para la observación partiCipante, en un intento de romper con la imagen (errónea, a mi parecer) de que es una técnica fácil, de que no requiere sino intuición y mirar alrededor del mOdo en que se hace en la vida diaria. El quid de la cuestión está, entonces, en saber si todo el mundo se ha formado su 'intuición' y 'mira alrededor' de la misma forma, con las mismas pautas. Sin duda, no se pueden establecer separaciones tajantes entre la observación partiCipante y la observaCión ordinaria, puesto que no las hay, como tampoco las hay entre una reunión, p. e., de los miembros de una asociación y un grupo de discusión donde se discurra sobre parecido tema, o entre una entrevista semidirectiva y la de un católico con su confesor o la de un cliente con su abogado; no obstante, sí se detecta entre ellas una diferencia significativa: sus propósitos divergentes, que son de investigaCión soCiocultural en la observación part"iCipante y no así en la observación ordinaria. Por ello es por lo que Spradley (1980: 54-58) considera que el observador participante sigue unas normas que transforman su observaCión en algo distinto de la realizada por un observador ordinario, en primer lugar, porque, en su opinión, él «no baja la guardia» dando las cosas por supuesto; en segundo lugar, porque presta atención a los aspectos culturales tácitos de una situaCión social dada; en tercer lugar, porque tiene «una experienCia desde dentro y desde fuera» de tal situación por su doble condiCión de participante y de observador, es deCir, porque enriquece sus datos con estrategias tanto de aproximaCión como de distanCiamiento; y, en cuarto lugar, porque efectúa un registro sistemático de los mismos, tratando de no mezClar en su diario de campo, añadiría yo, las observaciones con las inferencias que extrae a partir de elias. Se trata, así, de unas pautas (muy generales, eso sí) que se dirían dictadas por lo que en páginas anteriores se ha calificado de 'mirada antropológica', para cuyo seguimiento, además, se debe tener una sensibilidad que necesita ser formada y que,. por tanto, no todo el mundo posee. Pero había empezado este apartado hablando, no de las pautas o de las normas de procedimiento que requieren las técnicas de investigaCión, sino de la naturaleza de los datos que cada una de ellas produce, así como de las circunstancias en que alcanzan sus mayores potencialidades metodológicas; y discurriendo sobre esto mismo quiero también darlo por acabado. Había indicado, igualmente, que las técnicas cualitativas de producción/análisis del discurso, tales como los grupos de discusión o las entrevistas en profundidad, dan la oportunidad de acceder al contenido y a la estructura de las diversas hablas en torno a un cierto asunto, pero que indefectiblemente quedan encuadradas dentro del ámbito de 'lo que se dice' o de 'lo que se dice que se hace'. Frente a ello, la observaCión participante da pie para explorar las complejas relaciones que se establecen entre 'lo que se dice', 'lo que se dice que se hace' y 'lo que en realidad se hace', permitiendo, además, observar los ambientes naturales donde acaecen los comportamientos, sin quebrantar tampoco su propia estructura. Y las técnicas cuantitativas, por su parte, obligan a prescindir de ésta, que desaparece detrás de los' indicadores y de las preguntas estandarizadas que el investigador se ve obligado a imponer, a cambio de poder contabilizar la distribución de los fenómenos estudiados según distintos factores que se estiman relevantes. Por otro lado, el método biográfico es especialmente idóneo, bajo mi punto de vista, cuando se trata de conocer las condiciones de vida en que se han ido gestando las representaciones sociales y/o las prácticas individuales de un determinado sector poblacional; del mismo modo que el método de redes logra su plenitud cuando se dirige a explicar la conducta de las personas como consecuencia de su participación en relaciones sociales estructuradas, pues no en vano esa participación, o esa pertenencia a unas redes relacionales concretas, puede afectar a sus percepciones, creenCias y acciones. Es verdad, como intenté asimismo poner de relieve, que las técnicas son polifunCionales y que, por tanto, si se ponen las debidas

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precauciones y si no se violenta el carácter de los datos que generan, son susceptibles de ser orientadas a lograr otros tipos de información. Sin embargo, lo que busco resaltar ahora no es esto, sino el hecho de que el investigador debe vigilar la congruencia entre las características de su objeto de investigación (y, en general, del marco teórico y metodológico de la misma) y las cualidades de los datos que son producidos por cada una de las técnicas de las que se sirve para su estudio. Con el fin de ilustrar voy asacar a colación algunos 'fallos' cometidos por dos investigaciones antropológicas que, por diferentes razones, me ha tocado valorar en los últimos años junto a otros antropólogos; el nombre de cuyos autores no desvelaré aquí, sobre todo porque se trata de trabajos que aun no han sido publicados. El primero es una investigación en torno a los modelos culturales sobre la juventud que son manejados por un determinado sector poblacional; y no hay corriente teórica en la antropología que, al menos, no esté de acuerdo en que el mismo concepto de 'modelos culturales' entraña ya la existencia, no sólo de unos contenidos, sino también de unas estructuras específtcas. Pues bien, en el trabajo al que me refiero, el único material empírico que se aporta para desvelarlos consiste en los resultados de una encuesta por cuestionario que se había pasado al universo de estudio, con lo cual surge una duda razonable sobre si se había estudiado realmente lo que se creía haber estado estudiando o si, por el contrario, los 'modelos culturales' sobre la juventud habían escapado indefectiblemente al punto de mira del investigador al imponE~rles, a través del cuestionario, una estructura que no era la suya. En cuanto al segundo trabajo, se trata de una investigación sobre las estrategias desplegadas por los grupos domésticos hortofrutícolas de una cierta zona de España que autocomercializan sus productos. En ella, uno. de los principales problemas que se aprecian, en lo que atañe en concreto al abordaje de las estrategias hereditarias, es que SE! recurre a una técnica y a una fuente, el análisis documental de los protocolos notariales, que no permiten atribuir los datos recopilados a la población a la que, en este caso, se afirma estar estudiando; o, dicho con otras palabras, los documentos consultados en los archivos notariales no dan facilidades para que se sepa si los firmantes de un testamento y/o de unas capitulaciones matrimoniales, por ejemplo, son, en primer lugar, horticultores y, en segundo lugar, si autocomercializan o no los frutos de la huerta, porque es una información que generalmente no aparece en ellos, con lo cual es también discutible que las estrategias hereditarias que se pueden descubrir a partir de dichos documentos sean las propias de la población que se ha delimitado como campo de la investigación. Quiebras de esta u otra índole invalidan a menudo una labor investigadora en la que, a veces, se ha invertido mucho tiempo y mucho esfuerzo, motivo por el cual uno de los quehaceres de cualquier investigador debería consistir en adquirir el hábito de meditar sobre la naturaleza, posibilidades y limitaciones de cada una de las técnicas de investigación a las que pueda echar mano, así como sobre la necesidad de cuidar la coherencia entre éstas y el marco teórico-metodológico de las investigaciones que emprenda. Sin olvidar, por supuesto, como he subrayado a lo largo de todo este escrito, que todo ello debe hacerse teniendo en cuenta que cualquier técnica a la que se recurra adquiere características distintivas desde el momento en que su uso se enfoca desde una 'mirada antropológica' y se inserta dentro de un proceso etnográfico.

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TÉCNICAS PARTICIPATlVAS

---.----­ LA INYISIIGACIÓN ACCiÓN PARTICIPAIIYA

CR.sr'NO 8ARROSO R.8AI 1. ¡POR QUJ! ANAlIZAR UNA COMU'lDAD DESDE lA P'ARIICFACIÓNt

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1.1. lA lMPOIrANaA DE lA INVESIIGACIÓN Aca6N MII1CIM1IVA 1.2. DEFÑc:iÓI-i·~Y FUNCKii\&...- ._-­ . ~.

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1.3. lA IMPORI'ANCIA 1!ÓRICA-EPISIIMOLÓGICA DE lA 'ricHcA

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1.6. YENWAS EINCONVENENIES EN EL USO DE lA 'ricHcA

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2. EL DISEÑO DE lA 1kNCA

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2.1. PRINCIPIOS lA...1.A.p. -- MEIODOIDGIcos . .._-_DE .. .. - - - _ . . 2.2. EL DISEAo DE lA lNVESIIGACIá-I ACCIÓN PARIICIPA11VA . - - - '-_. - -- - -­ .. .•..- - ­ 2.2.1. FASE PREVIA -' --- _. . _.- _.--2.2.2. PRIMERA. FASE. EL ANAusIs DE lA COMUNIDAD. VER . ---. ...- ..- .. _. . . . . ~_

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3. LOS lN5IRUMENrOS DE lA INVESTlGACIÓN ACaóN PARI1CIPA1IVA 3.1. ANÁIJSIS DE FUENI'ES/DATOS SECUNDARIOS - - .- _ ... _..-

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3.1.1. QUé SE DIa:-VARIABLES, FUENrES EINDICADORES _ .. ­

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3.1.2. PRENOCIONES

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TÉCNICAS PARTIOPAnYAS

---.--­ LA INVISTIGACI6N ACCI6N PAln'ICIPATIVA

3.2.lA OISIRVAaóN SISTEMA11ZADA PAIOIOPAN1E 63 .. - - -- - .. _... - ---- ----- ._- ._. --' -_. ..--_ ..__. - ._-- -_ .. ._._--- - ------ -- ._._-- -._. 3.2.1. CROQUS O ~ SOCIAI!S 63 ~.-

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3.2.2. DE POBlACIÓN ----- - PIItÑt1IDES - _._-- -------- _._-~-

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3.2.3. soaoGRAMAS O DIAGRAMAS DE CONJUNI'OS _.- - - -- - .­ .. --- ._- -_.-._--- -----_.- -_._- ._._ .. _-- 64 ­ 3.2.4. MA1RICES DE WORACIÓN 65 -­ -_._-_.- _._------ .- ,------- .. ---_.. ._--- - _._- --- - ._. ~-

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4.1. CONVERSACIONI!S NORMALES

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5. B. TRABAJO EN GRUPO 5.1. DISCUSIONES EN GRUPO 5.2. GRUPOS DE DISCUSIÓN -

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4. EN1REVISTAS PERSONAIIS

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JÓVENES RURALES POR LA SOSTENIBILIDAD Técnicas Partici ativas

Cristino Barroso Ribal

1.­ Se supone que existen otras formas de analizar una comunidad que no conllevan la implicación y la participación, y que, como tales, desechamos o no nos interesa. Normalmente, a pesar de la 'moda' de la 'coparticipación' y de la propia 'Investigación Acción Participativa', que tanto entusiasman a organizaciones no gubernamentales, instituciones públicas y privadas, entidades políticas supraestatales, interestatales e intraestatales, la perspectiva de investigación más usual sigue siendo la intervencionista. Se investiga una zona, un problema, un sector, una realidad, con la idea de intervenir sobre ella, desde una perspectiva técnica, supuestamente aséptica, de la que se van a nutrir los agentes sociales y políticos a la hora de tomar decisiones que afectan a la zona, al problema, al sector, a la realidad. Esa intervención requiere una metodología y un conjunto de técnicas que intentan conocer y cambiar la realidad, penetrando en las vidas de los sujetos, convertidos en objetos. Al elegir una perspectiva de implicación y participación frente a la intervención y penetración, suponemos que la implicación y participación constituye un método (más bien, una perspectiva) más eficaz, sin despilfarro de recursos (desde el punto de vista económico) y planteando una mayor interacción entre instituciones, asociaciones, profesionales y ciudadanía, al mismo tiempo que constituye un instrumento de transformación de la realidad social (objetivo social y político). El cuadro que sigue reproduce las diferencias existentes entre un tipo de investigación convencional y el tipo implicativo/participativo. INVESTIGACiÓN CONVENCIONAL

INVESTIGACIÓN PARTICIPATIVA

Identifican la investigación formal, de validez universal, como la principal fuente de conocimiento. Metodología de alto coste fundamentada en el tecnicismo teórico e instrumental que anula al sujeto observador y al objeto investigado. El equipo investigador trabaja como el funcionariado que cumple. Tendencia a la universalización de los resultados. Perspectiva reduccionista.

y las Extrapolación del conocimiento experiencias locales para describir, explicar y aplicar opciones tecnolóqicas de validez local. Metodología de bajo coste, manejables, prácticas, con resultados fiables, basada en el autoconocimiento (el objeto de estudio/decisión es sujeto investiqador/actor). El equi~o promotor está implicado e imbricado. Resultados de la investigación-acción son de validez local. Enfoque holístico, estructural y sistémico.

Planificación ajena y lejana a la comunidad, Proceso de aprendizaje mutuo. Presupuesto Alternativo Integral. recetas.

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1.1.- LA IMPORTANCIA DE LA INVESTIGACiÓN ACCiÓN PARTICIPATIVA El uso de la Investigación Acción Participativa tiene cuatro objetivos: 1) Superar el positivismo en que se han visto encorsetadas las ciencias en general y las sociales en particular desde sus inicios (objetivo epistemológico y teórico). 2) Otorgar un carácter científico/racional a la acción social, a las asambleas, los acontecimientos cotidianos, las tradiciones orales,,,. presentes en la realidad (objetivo metodológico). 3) Renovar la propia enseñanza de las ciencias, sobre todo las sociales (objetivo pedagógico). 4) Hacer explícito el deseo de intervención en la realidad social, desde una perspectiva de implicación/participación, y no desde un punto de vista intervencionista (objetivo social y político). 1.2.-

LA INVESTIGACiÓN ACCiÓN CARACTERíSTICAS Y FUNCIONES

PARTICIPATIVA.

DEFINICIONES,

La Investigación Acción Participativa es un conjunto de técnicas aplicables a una persona, a un grupo, a una institución o a una comarca 2 . Es el caso más extremo de interacción entre el sujeto investigador y el objeto de estudio l aunque es mucho menos espontánea que la denominada Etnometodología, basada también 'en un elevado grado de relación 3 . Los objetivos básicos de la investigación participativa son explicar, aplicar e implicar. Estos objetivos están relacionados con una visión comunitaria de los conceptos de 'desarrollo' y de 'educación', fundamentos a partir de los cuales se construye y organiza toda la metodología. En este sentido, la explicación, la aplicación y la implicación son elementos definitorios de la técnica y, a su vez, son fases de la misma. Explicar la acción social y los actores significa, en este caso, tratar de entender y comprender a los actores y a su acción. Es un p'rimer momento de la investigación-acción: el análisis de la realidad social desde los actores. Aplicar es investigar para utilizar los datos con el fin de mejorar la acción. Es un segundo momento: la investigación se realiza para los actores. Implicar supone un tercer momento: la movilización social.

Para Paloma López de Ceballos, casi no existe limitación para la utilización de esta técnica de investigación. Paloma López de Ceballos, Un método para la Investigación-acción Participativa, Ed. Popular, Madrid, 1987, p. 24. .

2

En la investigación participativa, a pesar de sus esfuerzos e negarlo, existe división interna del trabajo, cuestión que se pretende evitar en la Etnometodología, que hace mucho menos hincapié en

3

el rigor metodológico y científico. Véase al respecto, Alain Coulon, La etnometodología, Ed.

Cátedra, Madrid, 1988.

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El desarrollo que promueve la Investigación Acción Participativa consiste en catalizar redes de relaciones y proyectos asimilados y asimilables por la Comunidad. De este modo, la persona, el grupo o la institución internaliza las aportaciones exógenas, pero desde su control. Y esta autoconciencia Crítica y participativa, basada en la discusión y la acción colectivas, es la definición de la 'educación' desde esta . perspectiva de la investigación. El carácter participativo se refleja, produce y reproduce en el trabajo en grupo. El objetivo de esta técnica es lograr el protagonismo de los propios implicados y afectados ante un problema, mediante la interacción continua y el trabajo colectivo, haciendo emerger las contradicciones y las dimensiones racionales e irracionales de la acción social, evitando así toda posible interferencia y/o silencio en el proceso. Existe inicialmente una división del trabajo en este tipo de técnica. Por un lado, se encuentra el equipo de investigación (equipo promotor) cuyas funciones principales son: 1) Animar la coparticipación de los agentes sociales. 2) Seleccionar y conformar los grupos de trabajo. 3) Supervisar el proceso indagador. 4) Servir como catalizador de los debates y de las propias acciones, apareciendo como elemento neutra! (en el sentido de estar no comprometido con una postura o una actitud) ante los agentes. En lo que respecta a la composición del equipo promotor hay que señalar que no debe excluir ningún agente social e institucional implicado en la realidad, articulando además entre los actores (políticos, profesionales, técnicos, ciudadanía organizada o no). La parte técnica debe tener el predominio en cuanto al diseño y la evaluación del proyecto. La parte política domina en lo que se refiere a las iniciativas institucionales. La parte social tiene que ser mayoritaria en lo que respecta a su representatividad y número. Esta preponderancia debe ser significativa durante el proceso y al final dela investigación.

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Por otro lado, están los grupos de base o de acción o de trabajo, que son los protagonistas de la investigación y de la acción. De su selección, dinámica interna y relaciones con el exterior (con los otros grupos, con la comunidad) depende el éxito o el fracaso de la propia tnvestigación Acción Participativa. Entre las defiriiciones existentes sobre la Investigación Acción Participativa subrayo aquella que la concibe como 'estrategia de investigación que aspira a ligar los aspectos teóricos y políticos en las ciencias sociales, aunque desde presupuestos' teóricos y metodológicos diversos,4. Me refiero, por tanto, con la Investigación Acción Participativa, a un conjunto de conceptos, principios, normas y procedimientos metodológicos sistematizados que permiten obtener (auto)conocimientos colectivos para transformar una determinada realidad social, desde una perspectiva explícitamente emancipatoria. ,

Angel Montes del Castillo, "De la lógica del investigador a la lógica de los actores sociales", Actas del IV Congreso Español de Sociología, Madrid, 24~26 de septiembre de 1992.

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Las características principales de la Investigación Acción Participativa son: 1) Se trata de una investigación dirigida a la acción. 2) En la que la praxis y la teoría están íntimamente relacionadas. 3) La relevancia científica del estudio está al mismo nivel que su relevancia social. 4) El objeto de estudio es también sujeto investigador. 5) Los grupos de Investigación Acción Participativa constituyen la base del proceso. 6) Dicho proceso requiere el soporte de animadores endógenos y exógenos (observadores locales, focos asociativos de la zona, profesionales...). 7) Significa un compromiso con la población (implicación). 8) Con niveles reales de impacto (acción local). 9) Con una metodología realmente participativa, tratando de superar la dicotomía objeto-sujeto. 10) Integra la investigación social, el trabajo educativo y sanitario, y la acción transformadora de la realidad, planificándose como un proceso continuo de acción-reflexión-acción en el que participan investigadores e investigados y donde la producción de conocimientos constituye el instrumento básico para la transformación. Son funciones de la Investigación Acción Participativa: 1) Acrecentar y contrastar conocimientos (sobre todo, los endógenos). 2) Producir la toma de conciencia por las poblaciones de su propia realidad y su capacidad de transformación. 3) Reforzar y ampliar las redes de relación social. 4) Supone una movilización colectiva. 5) Constituye un proceso dialéctico y crítico, concibiendo la teoría y la praxis, la investigación y la acción, la intervención y la evaluación como unidades inseparables. 6) Asume la investigación como compromiso social. 7) Fomenta el despertar y el desarrollo de la conciencia crítica y la imaginaci.ón sociológica. 8) Promueve el intercambio plural y democrático del conocimiento, rompiendo las tradicionales divisiones del trabajo y del conocimiento en el proceso investigador de las ciencias sociales.

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9) Enfatiza la participación como estrategia metodológica. 10) Plantea nuevas reglas en el quehacer científico. 11) Su finalidad explícita es promover el cambio social a partir de la sociedad misma.

1.3.- LA IMPORTANCIA TEÓRICA-EPISTEMOLÓGICA DE LA TÉCNICA Las contribuciones epistemológicas y teóricas más destacadas de la Investigación Acción Participativa son las siguientes: 1) Plantea el problema de la objetividad y la neutralidad de la ciencia en su propio quehacer, rechazando ambos conceptos: la objetividad se convierte en un invento de la subjetividad humana y la neutralidad en una acción catalizadora, pero nunca en un falso asepticismo, lo que la aproxima a una concepción dialéctica y crítica de la realidad social, de lo social. 2) Subraya el carácter aplicado de las ciencias, sobre todo en el terreno de la transformación de la propia realidad. 3) El objeto de estudio se hace copartícipe· del proceso investigador, recuperando así el protagonismo del actor social, rompiéndose así la tradicional dicotomía sujeto investigador-objeto ,de estudio. 4) Señala la importancia de los hechos cotidianos (microsociológicos) de la realidad social y, entre ellos, los procesos de situación social, interacción y encuentros sociales que suponen estructuras y actividades transformadoras de la propia realidad. 5) Descubre y hace descubrir las relaciones de· poder existentes en la investigación y en el ámbito de acción. 6) Pone a prueba teorías, conceptos e hipótesis, ratificando, rectificando o matizando incluso descubrimientos y conclusiones derivadas del uso de otras técnicas, sobre todo las estadísticas. 7) Finalmente, supone el desarrollo flexible y creativo de técnicas específicas y técnicas generales con el único soporte de su explícita dimensión de investigación-acción y como metodología realmente participativa. Uno de los problemas fundamentales que plantea el uso de la Investigación Acción Participativa es el de la objetividad y la neutralidad del quehacer científico social. Para los detractores de este tipo de técnica, la Investigación Acción Participativa supone un acercamiento excesivo al actor social, dando lugar a un problema epistemológico clave: el carácter científico, objetivo, de la investigación· social, frente a la intersubjetividad con que se presenta dicha técnica. Para sus defensores, en cambio, la Investigación Acción Participativa significa, de forma simultánea, la independencia de las ciencias sociales respecto a las matemáticas y otras ciencias físicas y la recuperación del actor social, resurgiendo así el carácter aplicado del conocimiento científico. La Investigación Acción Participativa, en este contexto, tiene como principal cometido epistemológico, la recuperación del actor

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social (el barrio, la comunidad, el colectivo) como protagonista no sólo de su realidad, sino también del propio proceso investigador.

Desde una perspectiva teórica, la Investigación Acción Participativa se presenta como una reacción desde el humanismo ante el positivismo, como un esfuerzo teórico-metodológico por recuperar al actor social como protagonista principal de la realidad social, como fuente primaria de información (autoconocimiento, autodiagnóstico) y de intervención (acción, participación). Esto significa' también la consideración de los aspectos cotidianos (microsociológicos) de dicha realidad.

1.4.- EL INTERÉS METODOLÓGICO-TECNOLÓGICO DE LA INVESTIGACiÓN ACCiÓN PARTICIPATIVA . Ya he dicho que el objetivo metodológico de la Investigación Acción Participativa es otorgar un carácter científico/racional a las acciones sociales. Esto significa la existencia de una metodología rigurosa que supera el basismo y populismo, al mismo tiempo que cuestiona las técnicas convencionales pre~entadas como asépticas, neutrales. La Investigación Acción Participativa está sometida aun cierto rigor procesual que es el que le otorga dicha cientificidad. Al mismo tiempo, la Investigación Acción Participativa significa, en el mencionado proceso, la recuperación del sujeto social en la recolección/producción y el análisis de datos, así como un lugar de encuentro entre las diversas ciencias. Desde un punto de vista tecnológico, la Investigación Acción Participativa significa la utilización de la espontaneidad y la creatividad, sin menoscabo del rigor metodológico ya indicado, al mismo tiempo que pone en marcha una serie de técnicas específicas (la investigación colectiva, la memoria histórica, la cultura popular y la comunicación multivocal, por ejemplo) y técnicas procedentes de la Geografía, la Sociología, la Antropología y la Psicología Social (entrevistas abiertas, observación participante, cartografía, diario de campo, análisis de dinámica de grupos; etcétera). El método científico puede definirse como "oo. el proceso de investigación que debe seguir la mente para acrecentar su conocimiento"s. El método, pues, se fundamenta en la organización racional de la investigación. Esta organización racional supone la división en fases del proceso investigador: 1) Explicitación nítida de los objetivos. 2) Delimitación del objeto de estudio. 3) Definición clara del problema. 4) Revisión crítica sobre el estado de la cuestión (compilación y ficha de la bibliografía existente en torno al problema, notas sobre otros estudios y perspectivas...). 5) Formulación de hipótesis, enumeración de las variables y de los factores a considerar. 5 Salvador Giner, Sociologia, Ed. Península, Barcelona, sexta edición 1974, p. 37. Anthony Giddens define el método como 'estrategia de la investigación'. Véase Anthony Giddens, Sociología, Alianza Universidad, Madrid, 1991, pp. 696-725.

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6) Elección de la/s técnica/s de producción y/o recolección de datos. 7) Trabajo de campo (indagación propiamente dicha). 8) Interpretación de los resultados obtenidos. 9) Redacción del informe final o conclusiones del estudi0 6 . Las fases de la Investigación Acción Participativa suponen una alteración o alternativa metodológica, enfatizando el carácter dialéctico entre teoría y empirie, entre objetivos y técnicas, e intentando superar la dicotomía sujeto-objeto de estudio. Las técnicas específicas de la Investigación Acción Participativa más utilizadas, y aplicables al análisis de un barrio o comunidad, son: .1) La investigación colectiva, que consiste en el uso de la información recolectada de forma sistematizada, resultante de asambleas, reuniones de grupos, comités, talleres, sociogramas y demás actividades en grupo. 2) La recuperación histórica, que se define como el esfuerzo de descubrir selectivamente, mediante la memoria colectiva, expresada en la tradición oral, los cuentos populares, las historias locales, etcétera, aquellos elementos del pasado que inciden, sin duda, sobre la situación social actual. 3) La valoración y aplicación de la cultura popular, que se basa en el. reconocimiento de los valores esenciales o centrales de la gente, expresada a través del folklore, la pintura, la música, los deportes, los ritos religiosos y paganos, etcétera. 4) La propia autoevaluación y discusión de los sucesivos informes sociales de la comunidad. Estas técnicas específicas no excluyen el uso flexible de otros instrumentos de recolección y/o producción de datos procedentes de diversas ciencias: transectos, conversaciones informales, entrevistas abiertas o semidirigidas, grupos de discusión, observación sistematizada participante, cartografía, análisis de dinámica de grupos, diarios de campos, estadísticas, audiciones, etcétera. Estas técnicas ampliamente divulgadas dieron resultados tan convincentes que la Investigación Acción Participativa ha constituido una moda, no sólo desde la perspectiva académica sino política, convirtiéndose en una alternativa seductora para organizaciones no gubernamentales, instituciones públicas y otras entidades que venían aplicando técnicas de intervención pa'ra el desarrollo que no daban resultados. A este proceso, visible en campos como el cooperativismo, la educación de adultos e incluso la lucha contra la exclusión social, Rahman y Fals Borda lo denominan etapa

6 En términos similares nos muestran estas fases del proceso investigador los textos que siguen: Francisco Alvira, "La investigación sociológica", en Salustiano del Campo, Tratado de Sociología, Ed. Taurus, Madrid, primera edición 1985, pp. 65-90; Donald Light; Suzanne Keller; Craig Calhoun, Sociología, Ed. McGraw Hill, Bogotá, quinta edición 1991, pp. 28-33; Y Anthony Giddens, Sociología... cit, pp. 698-704.

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de cooptación de la Investigación Acción Participativa 7 . Esta institucionalización de la técnica, a mi juicio, no debe significar una burocratización de la misma. No olvidemos que la asimilación de un concepto o una técnica conlleva lo que Thomas Kühn denominó una ruptura epistemológica. La ciencia ordinaria no puede asumir una noción como la de Investigación Acción Participativa, aunque la disfrace con otros términos (partenariado, investigación-acción, participación, ... ), sin cambiar sus estructuras y hábitos. Puede asumir la nomenclatura y presentarse como tal (así ocurre en la mayoría de los casos), pero tarde o temprano las expectativas creadas en torno a la participación y aplicación supondrán nuevos retos y, sin duda, alternativas. En síntesis, las contribuciones Investigación Acción Participatíva son:

metodológicas-tecnológicas

de

la

1) Alcanzar aquellos aspectos no cuantificables de la realidad social. 2) Detallar y/o e-specificar realidades y problemáticas concretas. 3) Conocer y hacer conocer los deseos, las motivaciones, las percepciones, las experiencias, etcétera, de [os actores sociales, y derivarlos hacia la acción transformadora de la realidad comunitaria. 4) Recuperar el sujeto social en el proceso de recolección/producción y en el . análisis de datos. 5) Obtener una mayor interdisciplinariedad entre las ciencias, sobre todo las sociales. 6) La utilización creativa y flexible de técnicas específicas y técnicas procedentes de diversas disciplinas. No olvidemos, finalmente que, bajo la apariencia de una metodología basista o populista y caótica, la Investigación Acción Participativa no está exenta del rigor y la creación de datos y resultados de un modo eficaz y eficiente. 1. 5.- APORTACIONES PEDAGÓGICAS Las contribuciones pedagógicas de la Investigación Acción Participativa son: 1) Se trata de un método de enseñanza activo, participativo, directo, complementario. 2) El discente se convierte en analizador y relator de su propia realidad (autoconciencia). 3) Actualiza la memoria de los interlocutores y los coimplica en las acciones (docentes, discentes, comunidad).

A. Rahman; O. Fals Borda, "La situación actual y las perspectivas de la Investigación Acción Participativa", en M. C. Salazar (comp.), La Investigación Acción Participativa. Inicios y desarrollos, Ed. Popular, Madrid, 1992. 7

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4) Ayuda a descubrir hechos desconocidos, y, sin embargo,_ cercanos. 5) Supone una apertura con la sociedad y con el medio específico local. 6) Es un conjunto de técnicas y una metodología educativa en sí, ya que se fundamenta en el autoconocimiento colectivo basado en la práctica social (acción directa).

1.6.- VENTAJAS E INCONVENIENTES EN EL USO DE LA TÉCNICA En síntesis, las ventajas son: 1)

Posibilita una mayor coherencia con planteamientos epistemológicos de transformación social desde la base.

ideológicos

y

2) Permite describir las relaciones sociales primarias (familiares, laborales, grupos informales, asociaciones, ...) con mayor profundidad que otras técnicas, proporcionando, además, un autocontrol casi absoluto de las variables que explican el comportamiento de los individuos dentro de su grupo primario. 3) Ofrece respuestas más exhaustivas y profundas respecto a cuestiones que, a través de encuestas y otras técnicas, son más difíciles de plantear. 4) En los estudios sobre cambio social, aporta un conocimiento amplio sobre el impacto individual de las transformaciones culturales, políticas, económicas, tecnológicas, etc... , haciendo mayor énfasis en los factores intersubjetivos. 5) Supone un mayor contacto con la realidad social, implicando a diversas entidades, asociaciones, movimientos sociales y base social, generando así redes de contactos y movimiento, así como el protagonismo deja base social y los agentes, haciendo más eficaz y democrática toda acción social. Entre los inconvenientes de la técnica, destacan: 1) La dificultad práctica de encontrar buenos informantes, en el sentido de personas y colectivos dispuestas a colaborar activamente. 2) La dificultad que genera todo proceso participativo, ya que la participación es lenta, no hay resultados inmediatos, es incompatible con programaciones y proyectos a corto plazo. 3) Controlar y sistematizar la información obtenida es otro inconveniente, así como controlar la impaciencia del equipo entrevistador y las expectativas de los investigados. 4) El doble peligro de idealizar, por un lado, un foco asociativo y, en el otro extremo, tomar una actitud excesivamente crítica con otros grupos. 5) El problema de la acumulación de materiales y datos sin relación con los

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objetivos de la investigación, las hipótesis, etcétera. 6) El peligro de caer en dinámicas y trampas burocratizadoras.

2.1.- PRINCIPIOS METODOLÓGICOS DE LA LA.P. Los fundamentos metodológicos de la Investigación Acción Participativa son: 1) Promover y provocar la máxima participación de la población, implicando a todos los sectores, sobre todo aquellos más desfavorecidos o afectados. 2) Conseguir una mayor eficiencia económica, lo que supone la utilización de mínimos recursos financieros, así como la búsqueda imaginativa de recursos y actividades que permitan cubrir los objetivos con el mínimo coste. 3) Aprovechar los recursos humanos de la zona: vecinos, profesionales, asociaciones, movimientos sociales, iniciativas de grupo e individuales, etcétera. 4) Coordinar y coimplicar los recursos institucionales de la zona: Ayuntamientos, Cabildo, Gobierno Autónomo, Gobierno Central. 5) Respetar la cultura, valores y ritmo de la comunidad. 6) La investigación se realiza desde un enfoque sistémico, o sea, que la intervención en un sector implica /a intervención en otro (interdependencia) y endógeno,es decir, valorando las potencialidades de los recursos, el conocimiento y las tecnologías loca/es. 7) La movilización y coordinación de recursos que no generen dependencias del exterior. El carácter participativo deriva, desde el punto de vista metodológico, de los procesos de trabajo en grupo. Se trata de discutir y delimitar claramente, desde los propios actores, qué se pretende hacer y conseguir. Son cuestiones previas, por tanto: 1) Ligar la investigación con la acción desde el principio de la misma. 2) Asegurar la coherencia del proceso. 3) Obtener un esquema de Investigación Acción sencillo, fácil de entender y asumir en los grupos de base. 4) Iniciar así la implicación de los actores sociales en grupos. 5) Limitar el papel y las tareas del equipo promotor. ,

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2.2.- EL DISEÑO DE LA INVESTIGACiÓN ACCiÓN PARTICIPATIVA: FASES E INSTRUMENTOS Mediante la Investigación Acción Participativa se pretende subrayar el carácter activo y participativo de toda acción social. Como toda técnica de investigación tiene su diseño. Aunque nace de una entidad supuestamente neutral, el equipo promotor (por ejemplo, la Universidad, o una organización no gubernamental), debe contar con las sugerencias de los diversos agentes sociales existentes en la zona a estudiar y en la cual se va a llevar a cabo la acción. Como todo diseño de investigación, depende de los objetivos y el objeto, lo que le otorga una cierta flexibilidad. Depende de las experiencias y de las características de las zonas o sectores que se van a analizar1 . Básicamente se puede periodificar la Investigación Acción Participativa en tres fases: 1)El análisis de la comunidad (ver), en la que se determinan las necesidades, prioridades y potencialidades. 2) El análisis desde la comunidad (escuchar y encontrar), en la que se definen y explicitan las estrategias locales. 3) El análisis en la comunidad (proponer, actuar, integrar), en la que se promueven, actúan e integran las estrategias y alternativas para el desenvolvimiento endógeno. Cada una de estas etapas no son estancas, sino que una implica la otra, la acelera, la motiva, ... 2.2.1.- FASE PREVIA Existe una fase previa que constituye la conformación del diseño de investigación y del equipo promotor. Los objetivos de esta fase previa son: 1) La conformación del equipo promotor. 2) El establecimiento del diseño específico de la Investigación Acción Participativa (I.A.P.). 3) El establecimiento de la metodología de sistematización de la información (investigación con enfoque sistémico). 4) El establecimiento de la metodología de elaboración/extensión de estrategias productivas. La función del equipo promotor es ofrecer los medios para conseguir que los distintos agentes implicados interactúen en la dirección de proponer y realizar formas 1 Existen, pues, diversos diseños de investigación-acción participativa. Véase, por ejemplo, Tomás R. Villasante, "De los movimientos sociales a las metodologías participativas", en Juan Manuel Delgado; Juan Gutiérrez (coords.): Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Ed. Sfntesis, Madrid, 1994, pp. 399-424.

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eficaces de organización integrada en el caserío o comunidad, así como permitir el reconocimiento de los recursos locales, y las posibilidades de éstos en la elaboración de estrategias productivas (agricultura, ganadería, artesanía, turismo rural), imbricadas en dicha organización. En términos más claros, la función catalizadora del equipo consiste en dar posibilidad y favorecer el diálogo productivo entre los distintos agentes sociales, dando lugar a la construcción o reconstrucción, en su caso,' de redes sociales. Junto a esto, el reconocimiento de las posibilidades de los recursos endógenos, para la incorporación de estrategias productivas adaptadas a los procesos sociales internos (organización comunitaria) y externos (mercado), mediante métodos concretos de investigación y extensión. . .Por tanto, el equipo promotor cumple las siguientes funciones: 1) Establece el diseño del proceso concreto de investigación. 2) Elabora y supervisa el proceso de investigación (recogida y/o producción de datos), posibilitando la redacción de cada uno de los informes parciales y finales que se discuten en sucesivos talleres y asambleas. 3) Diseña los métodos participativos para la elaboración y extensión de las estrategias productivas (agricultura, ganadería y turismo rural). 4) Facilita la participación activa, la información y la formación necesaria para las discusiones y toma de decisiones. 5) Realiza la evaluación continuada del proceso. Su composición, aunque siempre buscando la mayor y mejor representatividad y significación social e institucional, no ha de ser excesiva: 1) Comisión promotora y de seguimiento del proceso: políticos, técnicos, representantes sociales. 2) Comisión técnica: profesionales de diversas instituciones implicadas, ciudadanía según sectores o ámbitos y actores o agentes. 2.2.2.- PRIMERA FASE. EL ANÁLISIS DE LA COMUNIDAD. VER El análisis de la comunidad, desde una perspectiva implicativa, significa ver (y hacer ver). Se fundamenta, pues, en una actitud observadora, descriptivista, pero sin perder la perspectiva del carácter implicativo y partiCipativo de la propia observación. En esta primera etapa se trata de realizar un análisis descriptivo del barrio o comunidad: ubicación, breve historia, composición social y demográfica, infraestructuras, actividades agrícolas, sociales, culturales y económicas, focos asociativos principales 2 ... También hay que describir las necesidades sociales, situaciones,interaccionesy encuentros sociales, redes de servicios sociales, procesos de tomas de decisión sobre actividades y acciones, las potencialidades sociales y económicas de la zona ...

2 Son focos asociativos los espacios donde se concentra actividad y que constituyen referentes, tanto discursivos/estratégicos como de acción/participación para los habitantes de una comunidad o un barrio (asociación de vecinos, clubes juveniles, parroquias, ventas, plazas, bares... ).

La Investigación Acción Participativa

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Son, pues, los objetivos específicos de esta primera fase: 1) Describir las necesidades socíales, más allá "dé sus aspectos cuantitativos o cifrables, es decir, detectar no sólo qué se necesita sino quién (qué personas, qué grupos sociales), por qué, cómo se manifiesta esa demanda, cuál es el proceso (institucional, personal, social, comunitario) de vindicación u obtención de esas necesidades. 2) Ubicar los focos asociativos existentes respecto al tejido social y 'Ias necesidades descritas, sus percepciones y planteamientos ideológicos y estratégicos visibles (objetivos, acciones, reivindicaciones) y su incidencia en el barrio o comunidad. 3) Efectuar la toma de contactos con diversos observadores locales, con sus niveles de implicación (fuente de información primaria, integración en el equipo de investigación, formación de grupos de acción o de base, participación en las entrevistas en profundidad y los 'grupos de discusión de fases posteriores... ) y según su situación respecto al tejido asociativo (líderes formales, líderes informales y base social). 4) Autodiagnosticar no sólo las necesidades personales, grupales y sociales, sino también las potencialidades agrícolas y económicas de la zona, así como los accesos a los recursos. 5) Ofrecer un mapa distributivo de las situaciones de necesidad presentes en la zona. Este mapa supone una base cognoscitiva del proceso de intervención y sirve también como soporte de la planificación y la gestión. 6) Determinar las prioridades en cuanto a las necesidades, para la elaboración participativa de las acciones. Las prioridades permiten la planificación y la gestión de las acciones concretas. 7) Determinar las potencialidades de las organizaciones sociales locales, de los recursos naturales y del uso de éstos. 8) Llevar a cabo una intervención social, que permita el contacto y la coordinación con otros recursos y servicios existentes en la zona,. dar respuesta a la problemática social demandada, en coordinación con los departamentos de Servicios Sociales de los Ayuntamientos y los Centros de Salud, apoyar a las asociaciones existentes y potenciar su formación donde no existan, facilitar la información y el acceso a: prestaciones, ayudas, pensiones, subvenciones... a nivel social, agrícola, ganadero, formativo, etcétera, así como facilitar y potenciar el acceso a la Educación de Adultos. 9) Crear los grupos de acción participaciÓn (grupos de base) en los que, entre otras cosas, se elabora y discute el primer informe resultante de la observación sistematizada. Como puede señalarse, esta fase de observación es bastante activa y participativa. La explotación de datos secundarios (análisis de fuentes), la observación sistematizada participante y las conversaciones informales, audiciones y entrevistas abiertas focalizadas constituyen las técnicas principales en esta primera fase.

La

Investig~ción

Acción Participativa

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Para el análisis social de la comunidad contamos con dos tipos de fuentes de información: 1) las fuentes secundarias, es decir, aquellos censos, informes, estudios y publicaciones existentes sobre la comunidad; y 2) las fuentes primarias, las directas o informales, fundamentadas en observadores locales. Los datos secundarios se obtienen, principalmente, en· in~tituciones: Ayuntamientos, Cámaras de Comercio, Institutos Estadísticos, bibliotecas, etcétera. Aquí nos interesa conseguir planos y mapas, censos y padrones, informes, ·estudios y publicaciones, etcétera. Planos y mapas del barrio o caserío serán útiles para conocer las dimensiones y características de la comunidad, localizar subzonas, ubicar actividades agrícol9s y económicos, así como los distintos focos asociativos, delimitar los itinerarios para la observación sistematizada, etcétera. Los censos y padrones sirven· para describir la composición sociodemográfica (edades, sexos, grupos étnicos) y socioeconómica (actividades, ocupaciones, niveles educativos, viviendas ...) de las personas que habitan en el barrio o comunidad. Las publicaciones ofrecen detalles de la zona, según el objeto de los estudios, la entidad financiadora, etc... La explotación de los datos estadísticos, históricos, vitales, conseguidos a través de las fuentes secundarias, así como los comentarios de textos y análisis de los informes, con las conclusiones y reflexiones propias del equipo investigador y los grupos de acción, constituye una labor importante en esta primera fase. Entre las fuentes primarias o directas distingo cuatro tipos, que a su vez son los cuatro tipos de focos asociativos presentes en la zona: 1) profesionales que viven y/o trabajan en el barrio; 2) líderes comunitarios formales; 3) líderes comunitarios informales; y 4) base social. Elaborar un listado y contactar con estos observadores locales o informantes claves es, pues, una de las primeras tareas a realizar. La información que nos pueden aportar es muy variada: fotografías, documentos, relatos de personajes de la comunidad, historias locales, percepción de las necesidades y. situación de la comunidad, ... Por medio de conversaciones informales, entrevistas abiertas y sucesivos contactos se puede obtener esta diversa información, al mismo tiempo que es una manera de ir implicándoles, en la medida de sus posibilidades y deseos, en la propia investigación. Estos observadores Ipcales pueden implicarse desde con una mera relación de datos hasta con la integración en grupos de investigación-acción, pasando por poner en contacto a otros observadores locales, divulgar y/o efectuar tareas específicas (por· ejemplo, recopilación de información histórica), ser objeto de sucesivas entrevistas, etcétera. La obtención de una buena red de observadores locales es indicador de un buen comienzo de la investigación. Las técnicas recurridas, el análisis de datos secundarios, la observación sistematizada y participante del barrio o comunidad y las conversaciones informales, audiciones' y entrevistas focalizadas, constituyen el primer trabajo de campo (análisis de la realidad o mapa de la comunidad). Se trata de la actividad más importante de esta primera etapa de la Investigación Acción Participativa. Significa ver y hacer ver, ya que supone la realización de un estudio exhaustivo y preciso de las necesidades personales, grupales y sociales de la comunidad, las potencialidades agrícolas y económicas y el acceso a los recursos, del que nace un primer informe a discutir con los grupos de acción en el barrio o caserío. Al mismo tiempo, significa la presencia en actividades (fiestas, asambleas, cursos especializados) que se hagan en la comunidad y que son organizadas por los diversos focos, fundamentalmente los más activos (por ejemplo, la asociación de vecinos, los maestros, etcétera).

2.2.3.-

SEGUNDA FASE. EL ANÁLISIS ESCUCHAR Y ENCONTRAR

La Investigación Acción Participativa

DESDE

LA

COMUNIDAD.

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A través de la explotación/discusión de los datos secundarios, la observación sistematizada participante y de las audiciones, conversaciones y entrevistas personales focalizadas, habremos elaborado, entre otras cosas, un mapa de las necesidades sociales y las potencialidades agrícolas y económicas de la zona. Habremos conocido también la red social y los focos asociativos presentes en la comunidad. Habremos realizado así un listado de los grupos sociales y sus conexiones. Estamos preparados para conocer sus estrategias, deseos, temores, relaciones (de competencia, conflicto, complemento, ...) sobre tocjo de los sectores más dinámicos de la comunidad (focos asociativos más intensos, con niveles de implicación y participación .elevados). Lo haremos mediante grupos de discusión, asambleas y talleres que también nos servirán para lo más importante: encontrar, mediante la escucha, aquellos temas o problemas (analizadores) que puedan suponer acciones. . Los objetivos específicos de esta segunda fase de la Investigación Acción Participativa son, por tanto: 1) Ubicar los focos asociativos existentes respecto al tejido social (mapeo, .análisis de redes) y las necesidades descritas, sus percepciones y planteamientos ideológicos y estratégicos visibles (objetivos, acciones, reivindicaciones) y su incidencia en el barrio o comunidad. 2) Hacer explícitas y discutir las estrategias, actividades y acciones de los diversos actores sociales de la comunidad. 3) Describir y explicitar las estrategias de uso de los recursos locales. 4) Encontrar un tema que aglutine, en la medida de lo posible, un amplio sector de la comunidad, que la dinamice y la. haga participe y copartícipe, conio punto de partida para la elaboración de estrategias integrales de acción. 5) Constituir los grupos de acción y trabajo para el desenvolvimiento endógeno y sustentable de la zona. 6) Explicitar los recursos necesarios para continuar un Trabajo Comunitario que permita cumplir con el objetivo, a largo plazo, del desenvolvimiento local.

2.2.4.- TERCERA FASE. EL ANÁLISIS EN LA COMUNIDAD. PROPONER, ACTUAR E INTEGRAR

Antes de proponer, actuar e integrar, objetivos específicos de la tercera fase de la Investigación Acción Participativa y punto de conexión con los Presupuestos Alternativos Integrales, debemos preguntar· por algunos sucesos concretos, acontecimientos locales (analizadores históricos) que hayan afectado a la comunidad. y sobre ellos garantizar algunas preguntas mínimas, aperturas de captación y escucha, al menos, del sentir comunitario, para aprender qué ha quedado de la propia historia concreta de la comunidad. Se trata, fundamentalmente, de desbloquear los primeros supuestos o informes que han establecido los equipos promotores y de base, partiendo de las observaciones y entrevistas, abriéndolos aún más, polemizándolos, en las asambleas y talleres. Más que buscar lo representativo nos preocupamos por los jóvenes y otros sectores significativos y dinámicos de la comunidad. Se hacen unos. seis pequeños

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grupos, centrados en el sector de mujeres adultas, jóvenes, pensionistas, varones' adultos, marginados, y también la asociación de mayor rivalidad con la tendencia a la que pertenecen los voluntarios. Así aparecen distintas triangulaciones, consensos y disensos comunales. Cuando se ha creado un clima favorable para la discusión y los acuerdos, se trata de proponer un tema concretó, aterrizar en un hecho destacado del barrio, un analizador histórico ya preparado (por ejemplo, el abandono' de una zona o el desempleo o el agua) y comentarlo abiertamente en esos grupos. Hacemos, a continuación, distintas interpretaciones de las líneas discursivas. Los vecinos van a entresacar para el análisis frases textuales que sean como titulares de prensa, sobre las intuiciones más sorprendentes que hayan captado. Frases de lo que hay, lo que no hay, y las valoraciones, tanto a favor como en contra, de lo que se ha h~cho y se está haciendo. . Audiciones, asambleas y talleres constituyen las principales técnicas de investigación y acción en esta fase. De ellas se sacan las líneas discursivas sobre lo temático manifestado, las relaciones entre actores, y el contexto socioeconómico, al mismo tiempo que se busca la cuestión referencial o analizadora que conduzca hacia la acción participante. El equipo coordinador de la comunidad (técnicas, profesionales, voluntarios y vecinos) atiende el desarrollo de toda esta fase, reforzando los grupos de trabajo más complicados, adecuando el tiempo a las tareas, y presentando un informe de resultados a discutir nuevamente en los talleres y asambleas.

Estamos ahora en otra fase, la movilización social y comunitaria. Se trata de proponer, con presupuestos temporales, económicos, sectoriales y temáticos, un programa de acción consensuado, alternativo e integral. Se propone, pues, realizar un diseño de acción alternativa e integral, basándose en unos presupuestos temporales (cronograma) y económicos. En esta fase se definen las actividades a realizar, los pasos necesarios para llevarlas a cabo, se consideran los recursos y los medios disponibles, todo ello en vista de poner en marcha un proyecto o programa con cuya realización se piensan resolver determinados problemas y/o necesidades. Como no se pueden atender a todas las necesidades, hay que establecer determinadas prioridades. En los criterios para establecer estas prioridades han de confluir tanto los valores de la misma gente y los datos obtenidos de la realidad. Luego hay que establecer alternativas: diferentes formas para resolver los problemas, lo que . determinará diferentes formas de actuación. Igualmente hay que establecer los obstáculos posibles que se han de encontrar en el camino a seguir para el logro de los objetivos. Todo esto culmina en un plan de trabajo alternativo e integral (PAI), en el que sé demuestra, el triple papel catalizador, dinamizador y mediatizador del equipo promotor: P) Plan de trabajo presupuestado, es decir, que todo el proyecto para que sea creíble, y saber de qué estamos hablando, tiene que definirse en fechas y cantidades (no se puede pedir a la gente que participe en algo que no sabe cuándo y cuánto se va a materializar), en relación con los recursos institucionales públicos y privados (Parque Rural, Centros de Salud, Ayuntamientos, empresas, cooperativas ...), sociales (tejido asociativo) y comunitarios (tejido social) presentes en la zona. A) Alternativos, o sea, no se trata de seguir con lo que tenemos, sino de una transformación social, con amplios sectores populares que la respalden y la

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hagan posible por sí mismos (directamente o a través de presiones sociales). 1) Integrales, en suma, que acoplen en un territorio adecuado (descentralizado, pero de tamaño amplio) los diferentes elementos (de equipamiento, de empleo, de agricultura, ganaderos, artesanales, etc.) en un todo integrado y coordinado' desde los propios habitantes y la administración, lo que supone tres tareas específicas: 1) la constitución de los equipos, grupos o person,!s responsables de las actividades, con calendario de trabajos, (fechas topes); 2) la puesta en marcha de las actividades, proyectos 1 y programas (ejecución); y 3) el control operacional de las actividades o seguimiento del proyecto mediante evaluaciones pertinentes, considerando la eficacia y la eficiencia del proyecto.. Estos enfoques básicos no deben presuponer contenidos cerrados, sino abiertos para ser investigados con la población y negociados para su ejecución, lo que significa realizar reuniones con otros colectivos, convocando posteriormente las reuniones para la negociación. de la programación, sobre todo con los sectores más dinámicos de la comunidad. No interesa tanto el número como el posicionamiento estratégico en la red, así como la coimplicación con entidades públicas y privadas presentes en la zona. La tercera fase consiste; pUes, en la puesta en marcha de los grupos de acción referidos al tema encontrado, para la elaboración conjunta de las estrategias de desenvolvimiento. Tras la investigación' de todos los elementos claves en el desenvolvimiento rural, en esta fase se elaboran las estrategias, así como a su extensión, en base a metodologías participativas, que permiten recoger cada una de las necesidades y potencialidades locales, a partir de las cuales se diseñan' dichas alternativas. Estamos ahora en otra fase, la de proponer, auscultar, intercambiar (PAI). Después del autodiagnóstico IAP, vendrían los proyectos PAI, es decir, dejamos los analizadores históricos para proponer analizadores construidos, lo que supone reuniones con otros colectivos, hacer un esquema de la red de grupos existentes en el barrio o comunidad, (asociaciones, grupos y colectivos, a ser posible con nombre, actividades, dirección del local y contactos), establecer las diferentes conexiones que mantienen entre sí cada entidad hasta hacer un mapa de relaciones. Distinguir entre relaciones intensaS, normales,. conflictivas, o que no hay, señalar los nudos o focos principales de conexión o referencia, y precisar un orden de preferencias para llegar a todo lo que se mueve, a través de las redes detectadas. Los objetivos concretos de esta tercera fase son: 1) Dar fluidez a la información, la formación y la capacitación necesarias, explicitadas por la comunidad (IFA.). Discutir y publicitar las estrategias de acción, determinando, de forma participativa, acciones concretas para conseguir la dotación de infraestructuras económicas, sanitarias, educativas y sociales que incidan en el desenvolvimiento endógeno y sustentable del barrio. 2) Elaboración participativa de estrategias productivas. Extensión de las. estrategias productivas con enfoque sistémico y participativo, permitiendo la introducción de las innovaciones y estrategias en el contexto de la acción social.

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7) Búsqueda de recursos financieros para llevar a cabo la extensión de las estrategias y alternativas propuestas (compromisos sociales e institucionales, elaboración y gestión democrática de los recursos). Participación Comunitaria en la elaboración de los presupuestos municipales.

El uso de las técnicas que a continuación se describen no convierte en sí a una investigación en Investigación Acción Participativa. Debe entenderse esta especie de recetario como parte del proceso de indagación vinculado a una perspectiva dinámica, participativa y transformadora de la realidad. Éste es el listado de técnicas que a continuación voy a describir: 3.1.- Análisis de fuentes/datos secundarios. 3.1.1.- Qué se dice: variables, fuentes e indicadores. 3.1.2.- Prenociones: hipótesis sobre necesidades, potencialidades, recursos y alternativas. . 3.2.- La observación sistematizada participante. 3.2.1.- Croquis o mapas sociales. 3.2.2.- Pirámides de población. 3.2.3.- Sociogramas o diagramas de conjuntos. 3.2.4.- Matrices de valoración. 3.2.5.- Escalas de estratificación social. 3.2.6.- Estudio de hogares. 3.2.7.- Calendarios estacionales. 3.2.8.- Perfiles históricos. 3.3.- Entrevistas personales. 3.3.1.- Conversaciones informales. 3.3.2.- Entrevistas focalizadas. 3.3.3.- Entrevistas semiestructuradas. 3.4.- El trabajo en grupo. 3.4.1.- Discusiones en grupo. 3.4.2.- Grupos de discusión. 3.4.3.- Talleres. 3.4.4.- Juegos sociológicos (dinámica de grupos). 3.4.5.- Asambleas.

3.1.- EL ANÁLISIS DE FUENTESIDATOS SECUNDARIOS' Las fuentes secundarias son datos existentes, publicados, sobre la zona. No es

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necesario analizar toda la información, ya que el objetivo no es realizar un estudio exhaustivo del barrio basado en lo que dicen los censos de población, investigaciones procedentes de la Universidad e informes oficiales sobre sanidad, educación, servicios sociales, etcétera. Se trata, eso sí, de realizar una primera aproximación (fundamentalmente cifrada) a la realidad de la zona. Para los que venimos de fuera supone un primer acercamiento a la realidad social, y esa es su función originaria: ubicarnos y buscar referencias. Buscar y encontrar estudios sobre el barrio, formales o no, es una tarea simultánea a las primeras observaciones (pateos por la zona) y a la compilación de informantes locales y contactos). O

Este primer acercamiento también nos sirve como hilo conductor de la observación sistematizada participante que haremos a continuación. Nos sirve para dividir el barrio en zonas y trazar rutas de la observación. o

La 'explotación de los datos secundarios también es una forma de averiguar lo que se dice de la comunidad desde fuera: censos, informes, documentos, datos oficiales, etcétera. Dar a conocer esas concepciones sugiere (a los de dentro y a los que venimos de fuera) una serie de preguntas y respuestas que nos ayudarán a detectar necesidades, potencialidades y recursos, bien a través de la publicitación y de los comentarios de los datos o bien por medio de elaboraciones propias de censos, pirámides de población, perfiles, mapas y croquis, etc., perfeccionando, matizando, corrigiendo, reconstruyendo.. ~ los datos. En resumen, el análisis de los datos secundarios, al que no debemos dedicar excesivo tiempo, nos conduce a: 1) Una aproximación cifrada de la realidad (para los que venimos de fuera) mediante la explotación de los datos, la lluvia de preguntas y de respuestas, las críticas de las. fuentes y de las denominaciones y clasificaciones. 2) Contraste con la realidad (con los de dentro) a través de la publicación de esos datos e informes. 3) Autoanálisis de la realidad (los de dentro con los de fuera): hacemos nuestro propio recuento. Fabricamos datos primarios mediante observaciones, conversaciones informales, audiciones, talleres, entrevistas semiestructuradas, juegos sociológicos, etcétera. Construimos así pirámides de población, mapas, modelos, perfiles históricos, transectos, etcétera. Las tareas principales son, por un lado, dar a conocer lo que se dice del barrio desde fuera respecto a las características geográficas, económicas, sociales, etcétera. Esto nos conduce a conocer los aspectos o variables, las fuentes o instrumentos y las utilizaciones o indicadores que se usan (y podemos usar) para el conocimiento de la realidad local. Por otro lado, podemos trazar una serie de hipótesis o conjunto de ideas que van a explicitar las prenociones que nosotros tenemos de la realidad, al

La

In~estigación

Acción Participativa

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mismo tiempo que nos ayudan a matizar y evaluar nuestro propio recorrido.

3.1.1.- QUÉ SE DICE: VARIABLES, FUENTES E INDICADORES

FUENTES E INSTRUMENTOS Mapas, planos, Localización, nomenclátores, informes meteorológicos, territorio edafológicos, geológicos, geográficos, fotografías, observación directa. Censos, . padrones, informes, estudios... Población VARIABLES

Economía

Censos, informes, observaciones directas, entrevistas..

Censos, guías, informes, Transportes observaciones... y Comunicacio nes Censos, guías, informes, observaciones, Sanidad entrevistas, trabajos en grupo. Censos, informes, guías, observaciones directas, Servicios entrevistas. Sociales Censos, informes, guías, Asociacionis observaciones directas, entrevistas, trabajos en mo Qrupo. Censos, informes, guías, observaciones directas, Educación entrevistas. Censos, guías, informes, observación directa, Viviendas entrevistas.

Familias

Censos, informes, observaciones directas, entrevistas, estudios de hogares...

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INDICADORES Y UTILIZACIONES

Ubicación en isla y municipio. Altitud. Clima: temperaturas durante el año. Distancia (en kms.) de la capital del municipio. Estructura y tipos de suelo.

Evolución y dinámica. Comparación. Pirámides de edad y sexos. Natalidad, y defunciones. Movimiento nupcialidad y migratorio. Clasificaciones: educación actividades económicas. Actividades económicas, por sectores. Bares, número y especialidades. Ventas, número y tipos. Servicios financieros: bancos, cajas de ahorro. Otros. Carreteras: número, tipos, direcciones y desde cuándo existen (de tierra y asfaltadas). Guaguas. Horarios y procedencias/destinos. Coches particulares. Correos. Teléfonos: públicos y en las casas. Enfermedades frecuentes por grupos sociales. Causas principales de mortalidad. Ser.!icios médicos. Distancias, frecuencias, estructuras. Equipos sanitarios. Necesidades, demandas, situaciones sociales... Recursos generales y específicos. Distancia, frecuencias, estructuras... Tejido asociativo: focos asociativos formales e informales. Número y tipos de asociaciones. Número de asociados, por asociaciones. Estructura y actividades. Niveles y sistemas de educación. Accesos a la educación forma!. Educación de Adultos. Educación No Forma!. Régimen de tenencia de las casas. Agentes inmobiliarios. Número y tipos de edificaciones. Dispersión y concentración. Diagramas de autovaloración. Elementos descriptivos. Número de familias y tipos. Estructura de los hogares.

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3.1.2.PRENOCIONES: HIPÓTESIS' SOBRE POTENCIALIDADES, RECURSOS Y ALTERNATIVAS

NECESIDADES,

Las hipótesis son un conjunto de ideas que construimos combinando inducción y deducción, reflexiones individuales con discusiones grupales, entre nosotros y con la gente de los barrios. No se trata de demostrar cosas que están más o menos escondidas, sino de explicitar prenociones, prejuicios, ocurrencias, sugerencias, ... que tenemos de antemano. Comenzamos así construyendo nuestro propio cuadro de observaciones previas respecto a· las necesidades, las potencialidades locales, los recursos exógenos e incluso las alternativas de desarrollo. Este cuadro nace de nuestras primeras miradas, los primeros contactos, los análisis de los datos secundarios, etc. y nos sirve para: 1) Delimitar qué hay que conocer. 2) Explicitar nuestra inicial percepción (la de quienes venimos de fuera) de la comunidad (prejuicios, estereotipos).

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3) Construir las hipótesis o ideas' .que queremos ratificar, rectificar, matizar, rechazar... para la investigación acción participativa. 4) Contrastar las ideas con las personas, grupos sociales, entidades... presentes y activas en la zona. El cuadro que sigue lo pongo como ejemplo, no como guía a seguir al pie de la letra. Rellénalo tú misma/o con tus hipótesis. Te sirve también para ubicarte (quién soy, de dónde vengo, a dónde voy, de qué voy, ¿me estoy complicando la vida? ¿pero esto no iba a ser divertido?), y también para autoevaluar tu propia evolución (no es para todos los días, pero cada dos semanas te servirá de gran ayuda rellenarlo con tus impresiones e ir comparándolo con cuadros anteriores).

ASPECTOS

NECESIDADES

POTENCIALIDADES

RECURSOS

ALTERNATIVAS

Infraestructuras Entorno Agrarios Comerciales Educativos Sanitarios Sociales

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Técnicas Partici átivas

3.2.- LA OBSERVACiÓN SISTEMATIZADA PARTICIPANTE· Un objetivo central de la observación participante es comprender las percepciones de la comunidad local y, asimilarlas, a través de diversos instrumentos que suponen la participación en los procesos cotidianos de la comunidad, así como la dinamización social y comunitaria para el autodiagnóstico. La búsqueda de un tema clave o foco (analizador, dinamizador) no sólo ayuda a conocer aspectos concretos del barrio sino que, además y sobre todo, conlleva una mayor familiaridad, facilitando la entrada y acogida en la comunidad. Las herramientas principales de observación son: ojos, oídos, grabadoras, máquinas fotográficas y notas de campo, utilizándolas siempre con la aprobación, e incluso dirección (cuándo, dónde, cómo... usarlas) de las personas con quienes contactamos. Los datos recopilados se sistematizan y presentan en forma de diagramas, perfiles, calendarios estacionales, informes sencillos. Con todo, la observación supone una mirada atenta (es mucho más que ver: también hay que escuchar) con la que contrastamos las ideas iniciales, las nuestras, las oficiales y las de la propia gente. Es sistematizada porque sigue una lógica, coherente con la I.A.P., es llevada con cierto rigor, siguiendo unas rutas más menos prefijadas con la comunidad (informantes locales). Es participante y participada porque la hacemos con observadores locales; Cuando observamos una realidad social no debemos olvidar lo siguiente: 1) Estamos observando a personas, grupos, comunidades, no objetos. 2) Debemos mirar para conocer, no para detectar o diagnosticar. 3) Al mismo tiempo que observamos, somos observados. 4) Es conveniente, por útil y coherente, realizar las observaciones en buena compañía (local). 5) No estamos espiando, no hay plan escondido. Estamosconociendo reconociendo, para volcar la información al barrio o comunidad.

j

6) Hacemos una observación de la realidad comunitaria, pues, con profesionales e informantes locales, por medio de paseos, conversaciones informales, mapas, entrevistas personales, estudios de hogares, diagramas, perfiles, etcétera. Lo que sigue son algunas recetas para el uso de determinados ·instrumentos de observación.

3.2.1.- CROQUIS O MAPAS SOCIALES Ingredientes Hasta diez informantes locales, cartulinas, rotuladores. Modo de empleo

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Es un instrumento de representación gráfica que posibilita la ubicación (y, en cierta manera, el conocimiento de las condiciones) de las casas, las calles, las plazas, los caminos, las fuentes de agua, las instituciones públicas, las iglesias, otros focos asociativos, etcétera. También facilita la recolección ordenada de información comunitaria (situación de las viviendas, redes sociales, tejido asociativo...) y sobre el manejo que se hace del espacio de la comunidad. Se pide a un grupo de observadores locales (lo podemos hacer a distintos colectivos: niños, jóvenes, adultos, mayores, mujeres) que, en una cartulina, trazan un círculo que represente la periferia del barrio, encerrando todas las viviendas y aledaños (parcelas, espacios). Luego se les pide que ubiquen los caminos y carreteras, las fuentes de agua, las plazas, las construcciones públicas, la Iglesia, etcétera. Se les puede pedir también rutas y apreciaciones. Dificultades No hay que caer en la tentación de creernos geógrafos, arquitectos o estrategas militares. No hay que ser tan exhaustivos: no pretendemos conquistar la zona o dominar el territorio. Como todo trabajo en grupo, habrán discusiones, que no peleas, y costará lo suyo buscar un acuerdo. Cuanto más datos, más difícil. Por eso no pongas mucha información en los mapas. No inhibas ni te dejes inhibir con el argumento 'no sé dibujar'.

3.2.2.- PIRÁMIDES DE POBLACIÓN Ingredientes Jóvenes y niños del barrio, maestros y otros (educación de adultos). Modo de empleo La construcción de pirámides de población, por edades y sexos, permite el conocimiento de acontecimientos pretéritos, la situación social actual y aspectos futuribles (la tendencia reproductora). Dificultades Requiere la elaboración previa de un censo fiable. Ensaya con tu institución.

3.2.3.- SOCIOGRAMAS O DIAGRAMAS DE CONJUNTOS Ingredientes Pobladores adultos no líderes de asociaciones o entidades y técnicos. Modo de empleo

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Los sociogramas son gráficos que muestran los sistemas de relación entre personas, entidades, y/o asociaciones. Estas relaciones pueden ser de parentesco, económicas, educativas, etcétera. Los sociogramas permiten conocer la ubicación y percepción de las personas, los grupos, las instituciones y asociaciones. Asimismo facilitan la comprensión de los procesos de decisión y de dependencia recíproca. Se pide a un grupo de personas adultas de la zona que presenten gráficamente, como ellos prefieran, las organizaciones e instituciones existentes en el· barrio, valorando qué hace, cuál es su poder de convocatoria, su representatividad, etcétera. Por ejemplo, en forma de flechas las relaciones/aportaciones/extracciones, y en forma . numérica la valoración que se les da a cada entidad. Dificultades Como todo trabajo en grupo, habrán discusiones, que no peleas, y costará lo suyo buscar un acuerdo sobre ola forma de expresión y las valoraciones. Facilitar la tarea sin mostrar injerencias es una ardua labor, pero necesaria en este caso.

3.2.4.- MATRICES DE VALORACiÓN Ingredientes Hombres y mujeres de la comunidad, asesoramiento técnico, cartulinas y rotuladores. Modo de empleo El recuento y valoración positiva y negativa de la situación del barrio en' cuanto a entradas y salidas de bienes y servicios permite definir la diversidad de productos y servicios originados en la comunidad (qué tenemos, desde cuándo, y su valoración), así como la dependencia e importancia de los bienes y servicios procedentes del exterior (qué obtenemos, de dónde, de quién, y su valoración). Se pide a un grupo de personas de la comunidad (mayor relación con la adquisición y administración de bienes y servicios) que escriban las cosas necesarias, de quién, de dónde, se consiguen o traen, y su valoración (de Oa 7, por ejemplo). Dificultades Requiere lluvia de ideas previa con informantes claves locales. Se hace mediante discusiones en grupo.

3.2.5.- ESCALAS DE ESTRATIFICACiÓN SOCIAL Ingredientes Líderes formales e informales del barrio, vecinos adultos, técnicos, indicadores de bien~star social. Modo de empleo La jerarquización social sirve para contrastar las diferencias de riqueza, tal y

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.,


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como son percibidas por las personas, y establecer una estratificación social relativa. Se requiere, previamente, la construcción de un listado de indicadores de bienestar/malestar en un hogar, luego se establecen números (o calificativos) con los que se valora, por vivienda, la situación de riqueza/pobreza. Esto se hace mediante entrevistas personales y discusiones en grupo. Dificultades Requiere censo de población y numeración de las casas (discreción). Difícil es mantener el anonimato en pequeñas comunidades. La mayor dificultad estriba en evitar los estereotipos y etiquetamientos. Difícil el censo y valoración en poblaciones medias o grandes (más de 100 hogares). Requiere también ponerse de acuerdo en indicadores y valoraciones del bienestar y malestar social. No se trata de señalar para etiquetar, sino reflejar problemas comunales. Aquí se hace imprescindible realizar un ensayo con nosotros mismos.

3.2.6.- ESTUDIO DE HOGARES Ing redientes Varias familias, con cuyos miembros hablamos e incluso convivimos. Modo de empleo Es un informe integral sobre diversos aspectos de la vida familiar, la producción y el consumo, la división interna del trabajo, el mercado y el entorno natural y social. Se hace con varias familias. Este informe se basa en: plano o croquis de la vivienda y sus alrededores, elaborado por miembros de la familia; anotaciones de un día en la vida de la familia, la pandilla o el grupo mediante observaciones directas (siempre con la aquiescencia de la familia, pandilla o grupo) y/o entrevistas personales; lo mismo respecto a los meses; flujos de relaciones con la comunidad (miembro a miembro), en forma de diagrama con flechas. ­ Dificultades La colaboración de las familias, los grupos y sus miembros, que tienen que verse de alguna manera motivados a participar. Sólo se informará de lo que la familia, la pandilla y el grupo quiere y a quien la familia, la pandilla o el grupo diga. La integración de los investigadores ha de ser total.

3.2.7.- CALENDARIOS ESTACIONALES Ingredientes Vecindario (medio rural). Modo de empleo El calendario estacional muestra el ritmo de vida. Se basa en observaciones_ directas, entrevistas focal izadas y discusiones en grupo. En él se representan

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conjuntamente las interrelaciones relativamente complejas entre los ciclos naturales estacionales (primavera, verano, otoño e invierno) y sus repercusiones, en un sencillo cuadro de gráficos ordenados sucesivamente. De esta forma, se visualizan, por ejemplo, las relaciones entre clima, enfermedades, precios, empleos, división sexual del trabajo, ayudas externas, colaboraciones internas (ayudas mutuas), fiestas, actividades de los focos asociativos, etc... Se hace un cuadro en el que se representan los meses y en cada uno de ellos se .cuantifica (de menor a mayor) la actividad productiva, con los esfuerzos necesarios (humanos, financieros, materiales). Lo mismo respecto a otras actividades. Dificultades Ojo con las denominaciones locales de las estaciones, productos y actividades. 3.2.8.- PERFILES HISTÓRICOS Ingredientes Personas adultas y, sobre todo, mayores. Modo de empleo Las cronologías sirven para hacer visible de forma sencilla los acontecimientos históricos claves y los cambios más relevantes percibidos por la población local: constitución del barrio, construcción de la iglesia, sistema de carreteras y transportes, fuentes de agua, llegada del alumbrado público y de las casas, cambios climáticos, epidemias, migraciones, etc... A menudo, estos hechos históricos y su vivencia influyen sobre las decisiones futuras de los grupos locales. E's importante que quienes venimos de fuera tengamos en cuenta estos conocimientos y experiencias para entender los procesos locales de decisión en relación a las actividades.

ANOS

ACONTECIMIENTOS

REPERCUSIONES

Dificultades Fallos de memoria tenemos todos, sobre todo respecto a las fechas. Hay que comprenderlo y no forzar (muchas cosas están registradas en documentos). Hay otros instrumentos cualitativos (historias de vida) que profundizarán en lo que sea necesario. Cuidado con los recuerdos desagradables que pueden acarrear tensiones. No incidir en ellos.

La mayoría de las observaciones requi.eren el desarrollo de una serie de entrevistas personales y en grupo. La entrevista personal es uno de los instrumentos principales de la I.A.P.. Existen diversos tipos de entrevistas, según lo que queremos conocer, a quién elegimos y cómo se desenvuelve el encuentro. Sin embargo, existe una serie de principios éticos aplicables a todo tipo de entrevista, y que son:

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1) La entrevista se realiza con el consentimiento del entrevistado. 2) A la persona entrevistada le toca expresar si desea o no dar información, así como establecer el lugar, el momento y el modo de la entrevista. 3)

Deben quedar entrevistadores.

claras,

desde

el

principio,

las

intenciones de

los

4) Los entrevistadores considerarán al entrevistado como auténtica fuente de conocimiento, sin poner en tela de juicio sus declaraciones ni, mucho menos, corregir las formas de expresión del mismo.. 5) El derecho al uso de la información resultante pertenece al entrevistado. No olvidemos, en este contexto, los tres objetivos en el uso de las entrevistas, y que no debemos perder de vista: 1) Conocer, rectificar, matizar, ratificar. .. observaciones, nociones, historias... no con nuestras palabras y nuestro ritmo (la entrevista es una relación social). 2) Implicar, involucrando a las personas y grupos en la propia Investigación Acción Participativa (la entrevista forma parte de una relación social que dura más que la propia entrevista). 3) Saber detectar demandas personales, grupales y comunales que están camufladas y que, a lo mejor, se hacen de alguna manera explícitas durante la entrevista (la entrevista es una relación personal). Dificultades Por regla general, hay que tener cuidado a la hora de seleccionar a los individuos que vamos a entrevistar, tanto para no marginar a nadie como para evitar, en el otro extremo, saturarnos con alguna persona qUe convirtamos en la estrella del lugar. Hay que tener cuidado también con el lugar y el momento, que no supongan interrupciones y molestias (creo que no es buen momento de entrevistar, por ejemplo, al maestro, en plena clase). . Tener cuidado también con la forma de expresarnos y de hacer las preguntas. Sin rodeos y con palabras sencillas. Cuidado con la posibilidad de grabar y/o anotar las respuestas (siempre hay que contar con el permiso de la persona entrevistada, y con la ayuda de otra persona, y de la memoria, en su caso). Cuidado con hacer la entrevista pesada y larga. Hay que escuchar con la mente abierta, evitando los hábitos normales: 1) Después de escuchar partes de una historia, obviamos el resto, creyendo que entendemos ya todo, y dejamos de escuchar (este hábito es muy propio del modo recetario de enseñanza: estudiamos lo que nos parece esencial para el

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examen). 2) Algunas palabras, experiencias y opiniones nos desagradan y dejamos de escuchar (no estamos de acuerdo o. nos provoca hilaridad), no seguimos atendiendo o. pensamos en nuestras posibles respuestas o en hacer preguntas para 'pillar' a la otra persona. 3) Nos aburrimos o nos da por pensar en otras cosas (entre ellas, a ver cuándo acaba la entrevista), olvidando que en la entrevista también somos vistos. 4) No entendemos lo que se nos dice yen vez de preguntar nos cerramos y no e.scuchamos (eso también pasa mucho en las aulas). 4.1.- CONVERSACIONES INFORMALES Es un tipo de entrevista no estructurada. Se fundamenta en el encuentro y en la escucha. El encuentro es una. forma de relación social que tiene dos posibilidades: o se trata de un tropiezo (no en el sentido de trompicar, sino de tropezarnos, por azar, con alguien) o de una búsqueda (encontramos a quien buscamos o citamos). En el primer caso, la conversación es aleatoria, tanto en lo que se refiere al interlocutor como a los temas (van surgiendo). En el segundo caso, ya no es tan azarosa la cosa (provocamos el encuentro e incluso el tema a tratar), aunque tampoco es una entrevista estrictamente hablando. La conversación informal complementa informaciones y observaciones, y suponen, sobre todo, una forma de integración en la comunidad, ampliando los contactos (no todos podemos entrar en las casas a llevar una bombona de gas o a ver la salud de una cabra), constituyéndose así, de rebote, en un indicador de nuestra integración (aceptación) en el caserío o barrio.

4.2.- ENTREVISTAS FOCALlZADAS Es un tipo de entrevista abierta, en el sentido de que no existe cuestionario (en todo caso, unas 10-15 notas o preguntas claves). El foco depende del objetivo de la investigación, de la persona a entrevistar o de lo que estamos haciendo: puede ser un tema, la recolección de historias locales, anécdotas, cuentos, relatos de vida, un estudio de caso, alguna experiencia, descripción de alguna actividad, etcétera. Las personas a entrevistar pueden seleccionarse al azar o ser informantes claves, según el foco elegido. .

4.3.- ENTREVISTAS SEMIESTRUCTURADAS . '

Cuando lo que pretendemos es conocer estrategias de acción, alternativas, deseos, ideologías, etcétera, de personas (de dentro y de fuera) que toman decisiones que repercuten en la comunidad, hacemos entrevistas semiestructuradas a líderes formales, líderes informales, profesionales y base social de los distintos focos asociativos existentes en la zona. Nos interesa analizar, sobre todo, su discurso, su forma de expresión, como ocurre con los grupos de discusión.

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El trabajo en grupo es fundamental en la I.A.P.. Los distintos grupos de base son, en realidad, grupos de acción. Para la conformación de los grupos debemos considerar las mismas reglas y principios éticos expuestos en las entrevistas.

5.1.- DISCUSIONES EN GRUPO Pueden efectuarse con personas elegidas al azar (por ejemplo, en un bar o en el mercado), o con personas sistemáticamente seleccionadas (por sexos,. edades, ocupaciones...), o con grupos ya existentes (colectivo de jóvenes, asociación de vecinos, de propietarios... ). Se les pide responder a una serie de cuestiones, buscando una respuesta consensuada acada una de las preguntas. Las preguntas pueden ser descriptivas, pero también pueden suponer discusiones, tomas de decisiones y acciones.

5.2.- GRUPOS DE DISCUSiÓN A diferencia de lo anterior, aquí interesa la discusión de temas y problemas concretos, entre personas de distintas organizaciones y grupos, aunque homogéneos en cuanto a niveles culturales, edades y sexos. Otra diferencia es que interesa más lo que se dice y cómo se dice (análisis de discursos), los deseos, los temores, las ideologías, las estrategias... Es un grupo totalmente ficticio: muere con la discusión.

5.3.- TALLERES Es un tipo de discusión en grupo, aunque más sistematizado, tanto en la composición y selección de las personas actuantes, como en la institucionalización del espacio, del tiempo y de las relaciones (estudio del territorio, DAFO, reunión de expertos, etcétera). 5.4.- JUEGOS SOCIOLÓGICOS (DINÁMICAS DE GRUPOS) Juegos de roles, con la finalidad de fomentar la imaginación y la capacidad de crear situaciones para tomar decisiones, resolver conflictos, generar participación de las personas más calladas, hacer autoanálisis, provocar lluvia de ideas, salir de situaciones de impasse, o de impaciencia, 0,10 que es peor, de stand bye, etcétera. Las dinámicas de grupo constituyen herramientas niuy útiles tanto para los grupos de base como incluso para el equipo promotor.

5.5.- ASAMBLEAS Es a donde van dirigidas las exposiciones y ponencias de los diversos grupos de trabajo e informes. Es el grupo mayoritario y decisorio. Es la expresión de la Comunidad.

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TÉCNICAS PARTICIPATIVAS "­ ·

LAS AGENDAS 21 Y LA EVOLUCiÓN DE LOS PROCESOS DE PARTICIPACiÓN SOCIAL SOSTENIBILlDAD ¿PARA QUÉ Y PARA QUIÉN? Marco Marchioni "

"-­

LAS TÉCNICAS DE INVESTIGACiÓN ANTROPOLÓGICA Nicolás Naranjo Sanbna 'H

"-­ LA INVESTIGACiÓN ACCiÓN PARTICIPATIVA Cristina Barroso Ribol


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