4 minute read

HAITI

There are proposals to help Haitians out of the historic crisis of poverty and corruption. But they do not go beyond words.

Hay propuestas para ayudarles a los haitianos a salir de la crisis histórica de pobreza y corrupción. Pero no van más allá de las palabras.

Advertisement

By FERNANDO MILLÁN | AL DÍA THOUGHT LEADERS

On 7th July 2021, a group of mercenaries seized the residence of Haitian President Jovenel Moise and assassinated him. The details of what happened could well be part of a movie script. Preparations were made in Florida; the mercenaries were hired in Colombia, and the attack was carried out at night.

The assassination deepened the plight of the poorest country in the Western Hemisphere. It ranks 170th out of 189 countries on the Human Development Index. Nineteen months later, details of the action are still emerging, involving 21 Colombian ex-military personnel, three of whom died that night.

In recent days, four of those arrested in Port-au-Prince for the crime have been sent to the United States to stand trial in the Southern District of Florida. They are three Haitians with American nationality and a Colombian who led the group of mercenaries. There are also three other defendants: two Haitians and another Colombian ex-military officer.

The Colombian who led the mercenaries and who is in the hands of the US justice system is former Colonel Germán Rivera, who declared that all those who participated in the operation knew what they were doing, contrary to the version of most of the Colombians involved, who claim that they were unaware that the purpose was to assassinate the president.

Regardless of the details of the motives, how Moise’s assassination was prepared and executed, and the threats against the five Haitian judges who have overseen the investigation, what is clear is that the Haitian population remains at the mercy of those who wish to harm it from different fronts, armed gangs and corruption.

Haiti is a failed state, and its population continues to show shameful indicators of misery and hunger. The political, social and economic plot against the country continues. It is adrift without real and effective support from other countries on the continent, despite the Government’s appeal to the United Nations for help.

On 24th January, the US Ambassador to the UN, Robert Wood, confirmed before the Security Council that he “continues to work to address the humanitarian crisis in Haiti, as well as the insecurity situation, and to support Haiti’s efforts to facilitate the political conditions that would lead to free and fair elections”.

In the same scenario, the Dominican Republic, which borders Haiti, expressed its concern. Foreign Minister Roberto Álvarez said that “we are willing to continue playing a good proximity role. But our involvement would be very different if there were concrete support from the international community to restore peace and security in Haiti.

UN Secretary-General António Guterres said that “it is urgent to deploy a specialized international armed force” in Haiti. However, in the Security Council, and not only now, there is no consensus on this measure.

Last October, the Security Council heard the voice of Jean Victor Geneus, the Haitian foreign Minister, who in one sentence summed up what is happening in his country: “I have the delicate mission of bringing before the Security Council the cry of anguish of an entire people who are suffering and to say in a loud and intelligible voice that Haitians are not living, they are surviving”.

Who will save the Haitians?z

El 7 de julio de 2021, un grupo de mercenarios se tomó la residencia del presidente haitiano Jovenel Moise y lo asesinaron. Los detalles de lo ocurrido bien podrían hacer parte de un guion cinematográfico. Se preparó en Florida, se contrataron los mercenarios en Colombia y emplearon la noche para ejecutar el ataque.

El magnicidio profundizó la crítica situación del país más pobre del Hemisferio Occidental. Ocupa el puesto 170, entre 189 países, en el Índice de Desarrollo Humano. Diecinueve meses después se siguen conociendo detalles de la acción, que involucra a 21 exmilitares colombianos, tres de los cuales murieron esa noche.

En estos días, cuatro de los detenidos en Puerto Príncipe por el crimen fueron enviados a Estados Unidos para ser juzgados en el Distrito Sur de Florida. Se trata de tres haitianos con nacionalidad americana y un colombiano que dirigía al grupo de mercenarios. También hay otros tres acusados: dos haitianos y otro exmilitar colombiano.

El colombiano que dirigió a los mercenarios y que está en poder de la justicia de Estados Unidos es el excoronel Germán Rivera, quien declaró que todos los que participaron en la operación sabían a lo que iban, en contravía de la versión de la mayoría de los colombianos involucrados, que aseguran que ignoraban que el propósito era asesinar al presidente.

Al margen de los detalles sobre los motivos, cómo se preparó y ejecutó el asesinato de Moise y las amenazas contra los cinco jueces haitianos que han estado a cargo de la investigación, lo que queda claro es que la población haitiana sigue a expensas de quienes quieran hacerle daño desde diferentes frentes, de las bandas armadas y de la corrupción.

Haití es un estado fallido y su población sigue marcando vergonzosos indicadores de miseria y hambre. Sigue el complot político, social y económico contra el país. Está a la deriva sin el apoyo real y efectivo de otros países del continente, pese al llamado del gobierno a Naciones Unidas para que ayude.

El pasado 24 de enero, el embajador de Estados Unidos en la ONU, Robert Wood, ratificó ante el Consejo de Seguridad que “sigue trabajando para abordar la crisis humanitaria de Haití, así como la situación de inseguridad, y para apoyar los esfuerzos que impulsa Haití orientados a facilitar las condiciones políticas que conducirían a que haya elecciones libres y justas”.

En el mismo escenario, República Dominicana, que tiene frontera con Haití, manifestó su preocupación. El Ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Álvarez, expresó que “estamos dispuestos a seguir jugando un rol de buena vecindad. Pero nuestro involucramiento sería muy distinto si existiera el apoyo concreto de la comunidad internacional para restaurar la paz y la seguridad en Haití”.

El secretario general de la ONU, António Guterres, señaló que “es urgente desplegar una fuerza armada internacional especializada” en Haití. Pero, en el Consejo de Seguridad, no solo desde ahora, no hay consenso sobre esta medida.

En octubre pasado, en el Consejo de Seguridad se escuchó la voz de Jean Victor Geneus, el canciller haitiano, quien en una frase resumió lo que ocurre en su país: “Tengo la delicada misión de llevar ante el Consejo de Seguridad el grito de angustia de todo un pueblo que sufre y decir en voz alta e inteligible que los haitianos no viven, sobreviven”.

¿Quién salvará a los haitianos? z

This article is from: