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THOUGHT LEADERS

The election results, the economic situation, the Ukraine-Russia war, the World Cup and the accusations against Qatar for human rights violations surely did not let see a report by Human Rights Watch (HRW) that questions the child welfare system in the United States.

The main conclusion is that it harms poor families by separating children from their parents on the grounds of parental neglect. It emphasizes the injustice of “disproportionate separation in black and indigenous communities”, which it treats as a national crisis that cannot wait to be solved. In 2019, more than 250,000 children were admitted to foster care in 2019. In addition, “the parents of almost 61,000 minors saw their parental rights taken away that year”.

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It is a joint report by HRW and the American Civil Liberties Union (ACLU), entitled If I Wasn’t Poor, I Wouldn’t Be Unfi t: The Family Separation Crisis in the US Child Welfare System. Quite illustrative of what is shown in 146 pages. Perhaps an issue that does not generate votes, minimized by other issues far removed from the communities that have been suffering from the disintegration of their families.

The report concludes that “neglect was a factor for 95.5 percent of children for whom child welfare agencies substantiated fi ndings of maltreatment in New York, 88.9 percent of children in California, 74.8 percent of children in Oklahoma, and 39.5 percent of children in West Virginia”. For the authors, the differences in these percentages demonstrate that there are no unifi ed parameters or criteria for determining what is abuse and what is neglect.

In addition, it has an effective impact on those who are reported for abuse or neglect because they are reported on a registry for years, which affects the chances of improving or getting a job, further deteriorating the conditions of the families.

In a press release dated November 17th, HRW points out that “The child welfare system punishes parents for poverty by taking their children away”, according to Hina Naveed, author of the report.

The investigation considered offi cial fi gures and 138 interviews, among others, with parents to know their life circumstances and how they have suffered their social and economic conditions as a factor to be investigated for abuse and neglect.

Among his conclusions, Naveed warns that “parents need resources to help support their families, but what they receive is surveillance, regulation and punishment”. Therein lies the key. These are rules applied to the letter without the slightest refl ection on the circumstances.

For example, the offi cials in charge interpret diffi culties in paying for decent housing as an act of negligence. But the issue does not stop there. What the HRW and ACLU investigators found is that there is a clear distortion in the criteria from an ethnic standpoint. “Black children are nearly twice as likely to be investigated as white children and more likely to be separated from their families”, they said.

Just in 2019, about 8 million cases were reported for maltreatment, of which 3 million were investigated. And in the end, more than 80 % had nothing to do with what they were accused of.

The two institutions, in the notice in which they report the conclusions of the report, warn that “separating a child from his or her parents, even for a short time, can be very traumatizing, with long-term consequences”. Worse, “in some cases, children placed outside home suffer maltreatment, including sexual or physical abuse, resulting in further trauma”.z

ENGLISH ESPAÑOL

Los resultados electorales, la situación económica, la guerra Ucrania-Rusia, el Mundial de Fútbol y las acusaciones contra Qatar por violaciones a derechos humanos seguramente no dejaron ver un informe de Human Rights Watch (HRW) que pone en tela de juicio el sistema de bienestar infantil en Estados Unidos. La principal conclusión es que perjudica a las familias pobres al separar a los niños de sus padres con el argumento de negligencia de parte de ellos. Hace énfasis en la injusticia por “separación desproporcionada en comunidades negras e indígenas”, a la que trata como una crisis nacional que no da espera para solucionarla. En el 2019, más de 250.000 niñas y niños fueron ingresados al sistema de acogida en 2019. Además, “los padres de casi 61.000 menores vieron cómo ese año les fueron arrebatados sus derechos parentales”. Se trata de un informe conjunto de HRW y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), titulado “‘If I Wasn’t Poor, I Wouldn’t Be Unfi t’: The Family Separation Crisis in the US Child Welfare System” (“‘Si no fuese pobre, no sería considerada incapaz’: la crisis de la separación familiar en el sistema de bienestar infantil de Estados Unidos”). Bastante ilustrativo de lo que se muestra en 146 páginas. Tal vez un tema que no genera votos, minimizado por otras cuestiones muy lejanas se las comunidades que vienen padeciendo la desintegración de sus familias. El informe concluye que “la negligencia fue un factor para el 95,5 por ciento de los niños para los cuales los organismos de bienestar infantil corroboraron los hallazgos de maltrato en Nueva York, el 88,9 por ciento de los niños en California, el 74,8 por ciento de los niños en Oklahoma y el 39,5 por ciento de los niños en Virginia Occidental”. Para los autores, las diferencias en esos porcentajes demuestran que no hay parámetros o criterios unifi cados para determinar qué es abuso y qué es negligencia. Además, tiene un impacto efectivo para quienes son señalados de abuso o negligencia porque quedan reportados en un registro por años, lo que afecta las posibilidades de mejorar o conseguir un empleo, deteriorando aún más las condiciones de las familias.

En un comunicado, del pasado 17 de noviembre, HRW señala que “El sistema de bienestar infantil castiga a los padres por la pobreza llevándose a sus hijos”, según expresó Hina Naveed, autora del informe.

La investigación tuvo en cuenta cifras ofi ciales y 138 entrevistas, entre otros, a padres de familia para conocer sus circunstancias de vida y cómo han padecido sus condiciones sociales y económicas como factor que ser investigados por maltrato y negligencia.

Entre sus conclusiones, Naveed advierte que “los padres necesitan recursos para ayudar a mantener a sus familias, pero lo que reciben es vigilancia, regulación y castigo”. Ahí está la clave. Son normas aplicadas al pie de la letra sin la menor refl exión sobre las circunstancias.

Por ejemplo, los funcionarios a cargo interpretan las difi cultades para pagar una vivienda digna como una acto negligente. Pero el tema no se queda ahí. Lo que hallaron los investigadores de HRW y ACLU es que hay una clara distorsión en los criterios desde el punto de vista étnico. “Los niños y niñas negros tienen casi el doble de probabilidades de ser investigados que los menores blancos y más probabilidades de ser separados de sus familias”, manifestaron.

No más en el 2019, unos 8 millones de casos fueron reportados por maltrato, de los cuales 3 millones fueron investigados. Y al fi nal, más del 80% no tuvo nada que ver con lo que se les acusaba.

Las dos instituciones, en el comunicado en el cual reportan las conclusiones del informe, advierten que “separar a un niño o niña de sus padres, aunque sea por poco tiempo, puede ser muy traumatizante, con consecuencias a largo plazo”. Y lo que es peor, “en algunos casos, los niños y niñas colocados fuera del hogar sufren malos tratos, incluido el abuso sexual o físico, lo que provoca un mayor trauma”. z

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