Mayo junio 2015 / No. 91

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Raúl Hernández Viveros Subdirector Alberto Hernández Vásquez Administrador Mario Hernández Vázquez

Consejo Editorial

REVISTA Cultura de VeracruZ, Año XIX, No. 91, Mayo / Junio 2015, es una publicación bimestral. Tel. 012288156454 www.nuevaepoca.blogspot.com / culturadeveracruz@yahoo.com.mx Editor responsable: Alberto Hernández Vásquez. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2010081613030000-102, ISSN, en trámite. Licitud de Título: (en trámite). Número de Licitud de Contenido (en trámite). Impresa por Ediciones Cultura de VeracruZ, Altamirano No. 35, Col. Centro, C.P. 91000, Xalapa, Ver. Este número se terminó de imprimir el 26 de junio de 2015, con un tiraje de 1000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor.

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Edgar Aguilar, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Marco Antonio Acosta, Mario Calderón, Celina Márquez, Mauro Mamani-Macedo, Omar Piña, Silvia Tomasa Rivera, Vicente Francisco Torres, Juan Ventura Sandoval. Ejemplar: $50.00, suscripción: 500 pesos. En el extranjero Dls. 50 Portada: Carlos Vázquez Ruiz €

3.- Witold Gombrowicz: Contra los poetas / 9.- Raúl Hernández Viveros: Un escritor para el porvenir / 18.- Álvaro Brizuela Absalón: ¡Y que irrumpa la palabra!/ 34.- Anahid Villegas Pérez: Mulata / 35.- Carlos Roberto Morán: Premian en España a Leonardo Padura y Ricardo Piglia / Reproduccion: Portada: Bakakaj, Wydawnictwo Literackie-Kraków, Daniel Mróz, 1957. 1

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Sería

más razonable de mi parte no meterme en temas drásticos porque me encuentro en desventaja. Soy un forastero totalmente desconocido, carezco de autoridad y mi castellano es un niño de pocos años que apenas sabe hablar. No puedo hacer frases potentes, ni ágiles, ni distinguidas, ni finas, pero ¿quién sabe si esta dieta obligatoria no resultará buena para la salud? A veces me gustaría mandar a todos los escritores del mundo al extranjero, fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigranas verbales, para comprobar qué quedará de ellos entonces. Cuando uno carece de medios para realizar un estudio sutil, bien enlazado verbalmente, sobre, por ejemplo, las rutas de la poesía moderna, empieza a meditar acerca de esas cosas de modo más sencillo, casi elemental y, a lo mejor, demasiado elemental. No cabe duda de que la tesis de esta nota: que los versos no gustan a casi nadie y que el mundo de la poesía versificada es un mundo ficticio y falsificado, parecerá desesperadamente infantil; y, sin embargo, confieso que los versos no me gustan y hasta me aburren un poco. Lo interesante es que no soy un ignorante absoluto en cuestiones artísticas ni tampoco me falta la sensibilidad poética; y cuando la poesía aparece mezclada con otros elementos, más crudos y prosaicos, por ejemplo en los dramas de Shakespeare, en las obras de Dostoievski, de Pascal, o, sencillamente en el crepúsculo cotidiano, tiemblo como cualquier mortal. Lo que difícilmente aguanta mi naturaleza es el extracto farmacéutico y depurado de la poesía que se llama "poesía pura" y, sobre todo, cuando aparece versificada. Me cansa el canto monótono de esos versos, siempre elevado, me adormecen el ritmo y la rima, me extraña dentro

Witold Gombrowicz

Contra los poetas (1951)

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de la expresión? Pero lo que pasa es que todo este cúmulo de ficticios goces, admiraciones y deleites está basado sobre un convenio de mutua discreción: cuando alguien declara que le encanta la poesía de Valéry es mejor no acosarlo demasiado con indiscretas investigaciones, porque entonces se pondría en evidencia una realidad tan distinta de todo lo que nos imaginamos, y tan sarcástica, que nos sentiríamos sumamente molestos. El que deja por un momento las conversaciones del juego artístico, enseguida tropieza con un enorme montón de ficciones y falsificaciones, cual un escolástico escapado de los principios aristotélicos. Me encontré, pues, cara a cara con el siguiente dilema: miles de hombres hacen versos; otros miles les demuestran gran admiración; grandes genios se expresan por medio del verso; desde tiempos inmemoriales el poeta y los versos son venerados; y frente a esa montaña de gloria -yo, con mi convicción de que la misa poética se efectúa en el vacío casi completo. ¡Valor, señores! En vez de huir de ese hecho expresamente, tratemos de buscar sus causas como si fuese un hecho como cualquier otro.

del vocabulario poético cierta "pobreza dentro de la nobleza" (rosas, amor, noche, lirios), y a veces sospecho que todo ese modo de expresión y todo el grupo social que a él se dedica padecen de algún defecto básico. Yo mismo creía al principio que esto se debía a una particular deficiencia de mi "sensibilidad poética" pero cada vez tomo menos en serio los slogans que abusan de nuestra credulidad. No hay cosa más instructiva que la experiencia y por eso empecé a realizar algunas muy curiosas: leía cualquier poema alterando intencionalmente su orden de tal suerte que se convertía en un absurdo y ninguno de mis oyentes (finos y cultos, por cierto y fervientes admiradores de aquel poeta) advertía la treta; o, analizando en forma detallada el texto de un poema más extenso, comprobaba con asombro que los "admiradores" ni siquiera lo habían leído completo. ¿Cómo puede ser esto entonces? ¿Admirarlo tanto y no leerlo? ¿Gozar tanto de la "precisión matemática" de las palabras y no percibir una fundamental alteración en el orden Cultura de VeracruZ

Poesía pura y azúcar puro ¿Por qué no me gusta la poesía pura? Por las mismas razones por las cuales no me gusta el azúcar "puro". El azúcar encanta cuando lo tomamos junto con el café, pero nadie se comería un plato de azúcar: sería ya demasiado. Es el exceso lo que cansa en la poesía: exceso de la poesía, exceso de palabras poéticas, exceso de metáforas, exceso de nobleza, exceso de depuración y de condensación que asemejan los versos a un producto químico. 4

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¿Cómo hemos llegado a este grado de exceso? Cuando un hombre se expresa en forma natural, es decir en prosa, su habla abarca una gama infinita de elementos que reflejan su naturaleza entera; pero he aquí que vienen los poetas y proceden a eliminar gradualmente del habla humana todo elemento apoético, en vez de hablar empiezan a cantar y de hombres se convierten en bardos y vates, consagrándose única y exclusivamente al canto. Cuando un trabajo semejante de depuración y eliminación se mantiene durante siglos llegase a una síntesis tan perfecta que no quedan más que unas pocas notas y la monotonía tiene que invadir forzosamente el campo del mejor poeta. El estilo se deshumaniza; el poeta no toma como punto de partida la sensibilidad del hombre común sino la de otro poeta, una sensibilidad "profesional" y, entre los profesionales, se crea un lenguaje tan inaccesible como los otros dialectos técnicos; y, subiendo unos sobre los hombros de otros, forman una pirámide cuya punta ya se pierde en el cielo, mientras nosotros nos quedamos abajo algo confundidos. Pero lo más importante es que todos ellos se vuelven esclavos de su instrumento porque esa forma es ya tan rígida y precisa, sagrada y consagrada que deja de ser un medio de expresión: y podemos definir al poeta profesional como un ser que no se puede expresar a sí mismo porque tiene que expresar los versos Por más que se diga que el arte es una especie de clave, que el arte de la poesía consiste precisamente en lograr una infinidad de matices con pocos elementos, tales y parecidos argumentos no ocultarán el primordial fenómeno de que con la máquina del verbo poético ha ocurrido lo mismo que con todas las demás máquinas, pues en vez de servir a su dueño se ha convertido en un fin en sí; y, Mayo / Junio de 2015

francamente, una reacción contra ese estado de cosas parece aún más justificada aquí que en otros campos porque aquí estamos en el terreno del humanismo "par excellence". Existen dos formas de humanismo básicas y diametralmente opuestas: una que podríamos llamar "religiosa" que coloca al hombre de rodillas ante la obra cultural de la humanidad y otra, laica, que trata de recuperar la soberanía del hombre frente a sus dioses y sus musas. El abuso de cualquiera de estas formas tiene que provocar una reacción y es cierto que una reacción así contra la poesía sería hoy totalmente justificada porque, de vez en cuando, hay que parar por un momento la producción cultural para ver si lo que producimos tiene todavía alguna vinculación con nosotros. Posiblemente los que han tenido la 5

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oportunidad de leer algún texto artístico mío se sentirán extrañados por lo que digo, ya que soy en apariencia un autor típicamente moderno, difícil, complicado y aun a veces -quien sabeaburrido. Pero, téngase en cuenta que yo no aconsejo a nadie prescindir de la perfección ya alcanzada, sino que considero que esta perfección, este aristocrático hermetismo del arte deben ser compensados de algún modo y que, por ejemplo, cuanto más el artista es refinado, tanto más debe tomar en cuenta a los hombres menos refinados y cuanto más es idealista tanto más debe ser realista. Este equilibrio a base de compensaciones y antinomias es el fundamento de todo buen estilo, más, en los poemas no lo encontraremos, y tampoco se puede notar en la prosa moderna influenciada por el espíritu de la poesía. Libros como "La muerte de Virgilio", de Herman Broch o aun el celebrado "Ulises" de Joyce resultan imposibles de leer por ser demasiado "artísticos". Todo allí es perfecto, profundo, grandioso, elevado y, al mismo tiempo, nada nos interesa porque sus autores no lo han escrito para nosotros sino para el Dios del Arte. Pero la poesía pura además de constituir un estilo hermético y unilateral, constituye también un mundo hermético. Y sus debilidades aparecen con más crudeza aún, cuando se contempla el mundo de los poetas en su aspecto social. Los poetas escriben para los poetas. Los poetas son los que rinden homenaje a su propio trabajo y todo este mundo se parece mucho a cualquier otro de los tantos y tantos mundos especializados y herméticos que dividen la sociedad contemporánea. Los ajedrecistas consideran el ajedrez como la cumbre de la creación humana, tienen sus jerarquías, hablan de Capablanca como los poetas hablan de Mallarmé y, mutuamente, se rinden todos los Cultura de VeracruZ

honores. Pero el ajedrez es un juego mientras que la poesía es algo más serio y lo que resulta simpático en los ajedrecistas, en los poetas es signo de una mezquindad imperdonable. La primera consecuencia del aislamiento social de los poetas es que en el mundo poético todo se hincha, y aún los creadores mediocres llegan a adquirir dimensiones apocalípticas y, por el mismo motivo, los problemas de poca monta cobran una trascendencia que asusta. Hace tiempo hubo entre los poetas una gran polémica sobre la famosa cuestión de las asonancias y parecía que la suerte del universo dependía del hecho de si es posible rimar "espesura" y "susurran". Es lo que sucede cuando el espíritu gremial domina al universal. La segunda consecuencia es aún más desagradable: el poeta no sabe defenderse de sus enemigos. Y así vemos cómo en el terreno personal y social se pone en evidencia la misma estrechez de estilo que hemos mencionado más arriba. El estilo no es otra cosa sino una actitud espiritual frente al mundo, pero hay varios y el mundo de un zapatero o de un militar tiene poco que ver con el mundo de los versos: como los poetas viven entre ellos y entre ellos forman su estilo, eludiendo todo contacto con ambientes distintos, quedan dolorosamente indefensos frente a los que no comparten sus credos. Lo único que son capaces de hacer, cuando se ven atacados es afirmar que la poesía es un don de los dioses, indignarse contra el profano o lamentarse por la barbarie de nuestros tiempos lo que, por cierto, resulta bastante gratuito. El poeta se dirige sólo a aquel que ya está compenetrado con la poesía, es decir a uno que ya es poeta, pero esto es como si un cura endilgara su sermón a otro cura. ¡Cuánta más importancia tiene, sin embargo, para nuestra formación el enemigo que el amigo! Sólo frente 6

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número de los poetas y a todos los excesos de la poesía ya enumerados hay que añadir el exceso de bardos y el exceso de versos. Estas ultrademocráticas cifras minan desde el interior la aristocrática y orgullosa actitud del mundo de los poetas y nada más comprometedor, en ese Gombrowicz sentido, que cuando se los ve a todos reunidos, por ejemplo, en un congreso: una muchedumbre de seres excepcionales. Un artista que en verdad se preocupe por la forma buscaría alguna salida a este callejón, porque sin duda estos problemas en apariencia sólo personales están estrechamente vinculados con el arte y la voz del poeta no suena bien, ni puede ser seria y convincente mientras él mismo quede ridiculizado por tales contrastes. Un artista creador y vital no vacilaría en cambiar totalmente de actitud y, por ejemplo, él desde abajo se dirigiría a la gente: como el que pide el favor de ser reconocido y aceptado o como el que canta pero al mismo tiempo sabe que aburre. Podría también proclamar públicamente esas antinomias y escribir sus versos sin estar satisfecho de ellos y anhelando ser cambiado y renovado por el choque regenerador con los demás hombres. Pero no es posible exigir tanto a los que dedican toda su energía a la "depuración" de su rima. Los poetas siguen agarrándose febrilmente a una autoridad que no tienen y embriagándose a sí mismos con la ilusión del poder. ¡Qué ilusos! De cada diez poemas uno por lo menos cantará el poder del Verbo y la elevada misión del Poeta lo que, justamente, demuestra que el Verbo y la Misión están en peligro... y los estudios o reseñas sobre poesía nos procuran una rara impresión: porque su inteligencia, sutileza y finura están en contraste con el tono que es a la vez ingenuo y pretencioso. Todavía no han comprendido los

al enemigo podemos verificar plenamente nuestra razón de ser y sólo él nos procura la clave de nuestros puntos débiles y nos pone el sello de la universalidad. ¿Por qué, entonces, los poetas huyen ante el choque salvador? Ah, porque carecen de medios, de actitud, de estilo para afrontarlo. ¿Y por qué les faltan estos medios? Ah, porque eluden el choque. El vate y el ridículo La más seria dificultad de orden personal y social que debe afrontar el poeta proviene de que él, considerándose superior como sacerdote de la poesía, se dirige a sus oyentes desde más arriba; pero los oyentes no siempre reconocen su derecho a la superioridad y no quieren oírlo desde abajo. Cuanto más aumenta el número de personas que ponen en duda el valor de los poemas y faltan el respeto al culto, tanto más delicada y cercana al ridículo se vuelve la actitud del vate. Mas, por otra parte, crece también el Mayo / Junio de 2015

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poetas que de la poesía no se puede hablar en tono poético y por eso sus revistas están llenas de poetizaciones sobre la poesía muy a menudos horripilantes por su estéril malabarismo verbal. A esos pecados mortales contra el estilo los lleva el temor que sienten ante la realidad y la necesidad de encontrar a toda costa una afirmación de su quebrantado prestigio.

por inercia entre los adultos nadie, fuera de unos pocos aficionados, se interesaría en ellos. No quieren ver queja supuesta admiración por el canto versificado es en realidad el resultado de muchos factores como la tradición, la imitación y, aun otros como el sentimiento religioso o la afición deportiva (porque asistimos a un recital poético del mismo modo que a una misa -sin comprenderlo- y sólo cumpliendo un acto de presencia frente a un rito; y porque nos interesa la carrera de los poetas hacia la gloria así como nos interesan las carreras de caballos); no, ese complicado proceso de la reacción de las multitudes se reduce para ellos a la fórmula: "el verso encanta porque es bello..." Que me disculpen los poetas. Yo no los ataco para molestarlos y gustoso tributaré homenaje a los altos valores personales de muchos de ellos; sin embargo ya se ha colmado el cáliz de sus pecados. Hay que abrir las ventanas de esta hermética casa y sacar sus habitantes al aire fresco, hay que sacudir la pesada, majestuosa y rígida forma que los abruma. Poco me importa que digáis pestes de mí y de mi nota. -¿Acaso puedo esperar que aceptéis un juicio que os quita la razón de ser?- Y, además, mis palabras están destinadas a la nueva generación. El mundo se vería en situación desesperada si cada año no entrase un nuevo contingente de seres humanos, frescos, libres del pasado, no comprometidos con nadie ni con nada, no paralizados por puestos, glorias, obligaciones y responsabilidades, seres, en fin, no definidos por lo que ya han hecho y por lo tanto, libres para elegir.

Formas de la salvación La ceguera voluntaria se nota también en ese simplismo tremendo en que caen hombres, por otra parte muy inteligentes, cuando se trata de su suerte. Muchos poetas pretenden salvarse de las dificultades expuestas más arriba declarando que ellos escriben sólo para sí mismos, para su propio goce estético aunque al mismo tiempo hacen lo posible por publicar sus obras. Otros buscan la salvación en el marxismo y afirman con toda seriedad que el pueblo es capaz de asimilar sus refinadísimos y difíciles poemas, productos de siglos de cultura. Ahora la mayoría de los poetas cree firmemente en la repercusión social de los versos y nos dirán extrañados: "Pero cómo puede usted dudar... Vea las muchedumbres que asisten a cada recital poético. ¡Cuántas ediciones se publican! Cuánto se escribe sobre la poesía y cuán admirados son los que conducen a los pueblos por el camino de la Belleza." No se les ocurre pensar que en un recital poético es casi imposible asimilar un verso (porque no basta escuchar un verso moderno una sola vez para entenderlo), que miles de libros se compran para no ser leídos nunca, que los que escriben en los periódicos sobre poesía son poetas y que los pueblos admiran sus poetas porque necesitan mitos. No se dan cuenta que si las escuelas no enseñasen a los niños el culto de los poetas en sus tristes y tan formales clases de idioma nacional y si este culto no se mantuviera todavía Cultura de VeracruZ

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Fot. Adam Golec / AG

Raúl Hernández Viveros Un escritor para el porvenir:

Witold

Advertencia: Estas líneas, sacadas de una cinta magnetofónica, son el resultado de una improvisada conversación con Marie- Rita Gombrowicz, realizada en su departamento de la

Gombrowicz (1972) Mayo / Junio de 2015

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las nueve, se instalaba en su mesa de trabajo, con sus cigarros antiasmáticos y con lo que llamaba “su equipo” para la respiración. Trabajaba hasta el mediodía. Luego paseábamos a pie. Nunca tomaba notas. A las cuatro empezaba de nuevo a trabajar; a eso de las seis escuchaba generalmente un disco de música clásica, de preferencia a Beethoven, que le gustaba mucho. La mañana la consagraba a su trabajo artístico y la tarde a la correspondencia, a varios trabajos de corrección de pruebas, a la revisión de traducciones, etc. Trabajaba un poco como un escolar, con simplicidad y naturalidad. Quiero decirle que no tenía nada del escritor convencional. Viéndolo escribir había algo de insólito. Sorprendía su aspecto “sin pretensión” y “anti-intelectual”. Claro que se concentraba, pero no exigía el silencio completo. Un día que yo caminaba sobre la punta de los pies para no disturbarlo, Witold me dijo: “Querida, puede caminar sobre los talones, aquí no estamos en una iglesia.” Lo vi escribir el final de Cosmos, Opereta, sus Conversaciones con Dominique de Roux2, y la última parte del Diario. Empezaba siempre sin una idea precisa. A través de la escritura descubría la obra y los personajes. Escribía todo a mano, al menos dos veces. Después sobre la máquina realizaba las correcciones. Esto es un poco difícil de contestarlo porque Gombrowicz se instaló dentro de la literatura como “dueño de sí mismo”. Witold estaba dotado de olfato. En su obra se encuentran premoniciones sorprendentes. Por ejemplo, antes de Sartre, habló a su manera en Ferdydurke e Yvonne, Princesa de Borgoña, de

ciudad de Milán. Durante varias horas charlamos, y el material fue apareciendo sin llevar un plan o un cuestionario elaborado de antemano. Creo que la finalidad de publicar estos apuntes es para recordar al gran escritor polaco, y acaso sirvan de guía a un futuro lector de sus obras. Con la aprobación de Rita Gombrowicz aparecen en esta revista.* El trabajo del escritor Me dijeron que antes de la guerra en Polonia, Witold tenía la costumbre de escribir acostado y especialmente durante la noche. Cuando en 19641 lo conocí, trabajaba en el día y de una manera regular y disciplinada. Cada mañana, a

*

Apareció en la revista de la UNAM, 1972. En la abadía de Royaumont, en París, Witold Gombrowicz encuentra a Rita Labrosse, la que después de terminar la licenciatura en Letras, en la Universidad de Montreal, estudiaba el Doctorado en Francia. 1

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En la versión española se conoce con el título de Lo humano en busca de lo humano.

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“la mirada del otro”. También en su concepción de la forma se anticipan ciertas concepciones contemporáneas de la forma. En La boda, escrita en los años cincuenta, encontramos frases como: “No somos nosotros los que decimos las cosas, son las palabras las que nos nombran.”

Witold tomaba las cosas que están “en el aire”. En lugar de seguir a los autores que le precedían, dominaba la cultura y no se dejaba dominar por ella. Para dominar a la cultura se necesita conocerla y él la conocía muy bien. Leyó y profundizó a los principales filósofos occidentales, de Kant a los estructuralistas, pasando por Hegel, Kierkeegard, Schopenhauer, Heidegger, Sartre, Nietzsche, etc. De la literatura polaca le fascinaba la del siglo XVII, sobre todo le encantaban las Memorias, del noble Passek. Sus preferidos eran Rabelais, Montaigne, el Dickens de Pckwick Papers, Dostoiesvski, y especialmente Thomas Mann. Pero su gran autor era Shakespeare, que conocía de memoria. Voy ahora a sus fuentes literarias. Si se pasa revista de las obras de Gombrowicz, se advierte que otros autores han utilizado estas fuentes en la misma medida que Witold recurrió a ellas. Ante todo su obra es una parodia de la forma. El cuento “Sucesos en la goleta Bambury”, del libro Bacacai, tiene las características de los relatos de aventuras marinas. Ferdydurke es un panfleto vigoroso contra la forma de la novela. TransAtlántico, en el plano de las ideas, es un anti Pan Tadeusz, es decir, un poema patriótico a la inversa, que en el plano del lenguaje, se inspira en el tono de los relatos polacos barrocos del siglo XVII. La Pornografía está dentro del estilo de la novela pastoril polaca. Cosmos tiene la forma de la novela policiaca de contenido metafísico. En lo que se relaciona al teatro denominan los signos de Shakespeare. Y Opereta es una parodia del género operístico del que Gombrowicz amaba en forma esclerotizada su “divina idiotez”. El teatro Gombrowicz escribió tres obras de teatro: Yvonne, princesa de Borgoña, en 1935, La boda,

Fot. Museo de Literatura de Polonia Mayo / Junio de 2015

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en 1947, y Opereta, en 1966, Yvonne es una comedia. El argumento es el siguiente: el príncipe Felipe, en revuelta contra las leyes de la naturaleza, decide amar y prometerse con Yvonne, joven fea, repugnante, apática y tímida. Introducida a la Corte del rey, con su presencia muda, se convierte en un factor de putrefacción. Y toda la Corte desesperada, convertida en un “incubamiento de monstruos”, se moviliza con toda su fuerza para matarla. Gombrowicz ha dicho que Yvonne deriva de la biología y del desenfreno de la forma. Yvonne fue representada por primera vez en París en 1965, bajo la dirección del argentino Jorge Lavelli. La boda, como contrapunto, es un drama, una parodia del drama genial. Gombrowicz trató de demostrar a la humanidad en su paso, desde la iglesia de Dios hasta la iglesia de los hombres. Gombrowicz lo ha definido “esfinge” oscura, sonámbula y extravagante. Su drama es una especie de misa solemne que le parecía corresponder al devenir histórico, “que avanza como embriagada y sonámbula”. Es su obra de teatro más difícil. El mismo Jorge Lavelli la presentó por primera vez en París en 1964. En cuanto a Opereta es una comedia musical, el asunto principal es la oposición vestidodesnudez, el hombre aprisionado entre los vestidos más extraños, más atroces, quiero decir, encerrado en la forma, en las ideologías. Opereta termina con el triunfo de la desnudez, del hombre despojado de sus ideologías, “¡Salud juventud, por siempre desnuda!, ¡desnudez joven por siempre, salud! ” Es sin duda su obra de teatro más brillante; fue representada con mucho éxito en los principales teatros europeos.

es de algún modo el origen de Ferdydurke. En efecto, después de la publicación de su primer libro, Memorias de los tiempos de la inmadurez, la crítica lo demolió, lo trató de “inmaduro”, “¡como si me hubieran pateado en la cara!”, escribió Gombrowicz. Fue en ese momento cuando percibió que siempre se es deformado por los otros, que el hombre nunca es auténtico. También por ese tiempo desarrolló su idea sobre la inmadurez. Para luchar contra la deformación y la crítica de su yo, para reivindicar el derecho a su propio rostro, es por lo que Gombrowicz escribió su panfleto: Ferdydurke. Gombrowicz ha explicado que la opinión de un tonto puede hacer mal “como un zapato demasiado estrecho”. Ha sido severo con la crítica, que para él era siempre el rebuzno del burro a través de un altoparlante (el de la prensa). La crítica es la opinión de un hombre que se constituye súbitamente como un juez de otro, que casi por lo regular le es superior. Esto lo menciono para evitar las equivocaciones del lector de que el mismo Gombrowicz ha comentado su obra. Una cuestión de moda No sé si es la moda hablar de Gombrowicz, pero es necesario decir que esta moda ha llegado tarde y que absolutamente Gombrowicz, no la aprovechó. Toda su vida estuvo "outsider”, persiguió su obra con testarudez y en el más grande aislamiento, pagando demasiado caro el precio de su libertad interior. Creo simplemente que está preparado el terreno para recibir sus ideas y que ahora se empieza a comprender la importancia de su obra. Culto La palabra culto no es exacta. Yo creo que inmediatamente se piensa en la "capilla" y en el incienso, en los discípulos Gombrowicz

La crítica literaria Claro que se preocupaba de la crítica. En especial de las opiniones. Precisamente la crítica Cultura de VeracruZ

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que hacen “funcionar” la cultura en recipientes cerrados. Su convencimiento fue que se puede escribir por el propio placer de hacerlo, en el mismo contestar a una motivación de necesidad exterior. Yo no soy un psicólogo, ni un crítico literario, pero me parece claro que una obra orgánica como la de Gombrowicz responde a la necesidad de expresar su propia personalidad por medio de la literatura. En cuyo caso ha sido un medio y no un fin, como otros pueden hacerlo a través de cualquier oficio. Pienso que su obra es una especie de auto psicoanálisis inconsciente, sublimado en obra de arte. Diario Es un libro rico, estimulante para el espíritu. Lo inició en 1953, en forma de artículos destinados a la revista polaca Kultura, de Paris. En 1956 decidió reunirlos en un libro y se dio cuenta que era una especie de diario. Lo continuó regularmente, en colaboración de la mencionada revista, hasta su muerte en julio de 1969. En la actualidad comprende cuatro volúmenes, con más de mil páginas, y trata de los más diversos argumentos: su drama personal, sus confidencias y su juego con el lector, sus comentarios sobre su obra, sus relaciones con su pueblo, Polonia (y en general, trata de las relaciones que puede tener cualquier hombre con un país de cultura secundaria); extiende luego su campo de visión y abre un debate sobre la literatura y el arte (contra la poesía pura, contra la pintura) y sobre el pensamiento filosófico del siglo XX (el existencialismo, el marxismo, y más tarde, el estructuralismo). Presenta su concepción del hombre como creador de la forma nunca auténtica, inmersa en lo inter-humano y en la inmadurez. Hay otras páginas llenas de humor y lirismo.

detestaba todo esto, sería más conveniente emplear la palabra "pasión". Se dice que no se tiene jamás bastante pasión por uno mismo, que la primera y verdadera realidad es el individuo. Su Diario empieza: “Lunes, yo, martes, yo, miércoles, yo, jueves, yo”. Antes que ser escritor, Gombrowicz quería ser alguien en el plano personal. Tenía conciencia de su propio valor y luchaba por imponerse. El placer de escribir Evidentemente escribía por placer. Cada página de su obra transpira el placer de escribir, de jugar con la forma. El placer de pensar y de expresarse. Rechazaba la literatura mártir sometida a la técnica y a la ciencia, como por ejemplo el nouveau roman francés. Encontraba triste la literatura de los pequeños profesores Mayo / Junio de 2015

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Como ve, este Diario no tiene nada de comparable con los acostumbrados diarios íntimos de escritores célebres. Cuando Gombrowicz empezó su Diario era un oscuro empleado de banco en Buenos Aires, completamente ignorado aunque tuviese ya cincuenta años y hubiese escrito la mitad de su obra. Inició su Diario para sobrevivir espiritualmente, para reivindicar, él, el exiliado y el desconocido, el derecho a la palabra. Representa su lucha abierta por afirmarse, para ser reconocido por lo que él era. Es un libro dinámico donde se mira a Gombrowicz “en acción,” formándose bajo nuestros ojos. Sin embargo, no se trata aquí de un “maestro”, de un “gran hombre” que imparta la cátedra, sino simplemente de un hombre en el instante de trabajar para sí mismo. Es la concretización de la ampliación de la conciencia en un individuo. Un libro agresivo, pero tonificante y liberador porque Gombrowicz reconoce las cosas vergonzosas y camufladas, trayéndolas a la luz del día. Entre otras la idea de que el escritor lucha constantemente para imponer en primer lugar su superioridad personal. Conservando su “yo” como punto de partida, Gombrowicz establece una polémica contra la cultura contemporánea. Crea una nueva relación con la cultura, que consiste en tomar distancia de todas las formas, en verificar los valores y desinflar los mitos. Su Diario tiene una gran fuerza de flagelación; como lo ha dicho él mismo, pasea a través de la cultura igual que un campesino realista y receloso. Es saludable encontrar a alguien que intenta finalmente regatear para verificar lo que posee. El Diario es el libro más conocido y leído entre los polacos. En Alemania, donde está traducido íntegramente, el año pasado la crítica le otorgó el título del mejor libro del año. En Cultura de VeracruZ

realidad es su libro menos traducido. Creo que algunos editores y lectores se dejan espantar por las cuestiones y los nombres polacos. Y esta es una verdadera desgracia, porque Gombrowicz ha tratado el problema de la “polonidad” de una manera profunda y universal. Sí, juzgo con mi experiencia personal, yo que soy canadiense de lengua francesa y formo parte de una cultura secundaria puedo decirle que cualquiera puede sacar un gran provecho de sus análisis: un mexicano como un noruego, un suizo como un búlgaro. El Diario del que hasta ahora yo le he hablado, es la definición misma de la subversión. Es como decir el desbarajuste de las ideas y los valores recibidos. Bruno Schultz lo definió como un “furioso monólogo de la cultura”. Encontramos un lado iconoclasta y a veces destructor en Gombrowicz, pero no hay que olvidar el aspecto excitante de sus ataques. Más que destructor es, si queremos repetir la expresión de un crítico, el que ha explorado las regiones enteras de la cultura, victimadas por la crítica. Gombrowicz no escribía para orientar a los jóvenes, ni para dejar mensajes. Insistió en el hecho de que él hablaba en nombre de sí mismo, privadamente. Evitaba, con mucho cuidado, hablar en nombre de la humanidad, de la patria, o de cualquier grupo o abstracción. Nunca quiso ser el “escritor” que desempeña un papel social. Hablaba de lo que sentía, de lo que pensaba Witold Gombrowicz. No quería ser encerrado en una definición. Por consecuencia, si se quiere encontrar un mensaje en su obra precisamente es que el artista no lleva mensaje o contestación, sino que es él quien debe plantear las preguntas de una manera nueva. Los dos grandes problemas que dominan en su obra son los de la forma y la inmadurez. 14

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Bacacai y Ferdydurke Bacacai es el nombre de una calle de Buenos Aires, donde vivió Witold en 1939. Dio este nombre al libro así como se dan nombres a los perros, simplemente para distinguirlos de los otros. Ferdydurke es un nombre inglés que encontró casualmente en una revista inglesa. Ferdy era el nombre y Durke el apellido. Puso este título porque en polaco suena mal y extranjero; también para chocar empleó la designación de “pornografía” para su novela La pornografía, pero más tarde se arrepintió de este nombre convencional y lo cambió por el de Seducción.

Gombrowicz, en particular por la traducción española de Ferdydurke. Era aliado de Ernesto Sábato. Se afligió muchísimo por haberse olvidado en Conversaciones de los momentos consagrados a su amistad. Yo aprovecho esta ocasión para poner remedio a este olvido. Gombrowicz elogiaba constantemente la novela Sobre Héroes y Tumbas. Le debía mucho a Cecilia de Benedetti que lo ayudó materialmente para su obra. Alejandro Russovitch, Jorge Calvetti, Adolfo de Obieta, Roger Pía, era su grupo de amigos. El creador del boom latinoamericano No sabría contestar. Es necesario preguntárselo a los jóvenes escritores latinoamericanos.

Un escritor polaco Toda su vida Gombrowicz escribió en polaco. Vivió en Polonia hasta la edad de 35 años. Definitivamente estaba marcado por la cultura, el ambiente, la lengua y la educación polaca. Conocía mejor a Polonia que a otro país, por esto es el escenario de su obra, incluyendo la que fue escrita en América. Con excepción de TransAtlántico, que se desarrolla en Argentina. Como ya le he dicho, Gombrowicz tomó sus distancias con su propia patria, de la misma manera que con Argentina, a la que estaba ligado apasionadamente. “De mí, individuo siempre pensando, ninguna nación puede sacar provecho”, escribió. Consideraba que la verdadera condición del artista es la del exiliado en el sentido espiritual, garantía necesaria para la independencia del espíritu.

Gombrowicz y Borges. Bueno, usted sabe, yo conozco estas cuestiones y lo que se refiere en general a la Argentina a través de su Diario. Yo conocí a Witold en 1964, a su regreso a Europa. Sé que Witold encontró a Borges sólo una o dos veces y que nunca puso un pie en el salón de la señora Ocampo, que sostenía el grupo de Borges. Gombrowicz tenía pocas cosas en común con Borges, que estaba encadenado a la literatura, mientras que Gombrowicz estaba arraigado en vida. Especialmente Witold no gustaba de la "pequeña capilla”, un poco demasiado obsequiosa alrededor de Borges. Gombrowicz no aceptaba al “Borges conversador” pero estimaba su obra. Y hasta admiraba algunos de sus cuentos. No sé si se puede decir que los amigos de Borges realizaron represalias contra Gombrowicz. Solamente estoy enterada que la revista Sur, sostenida por la señora Ocampo y los amigos de Borges, ignoró por completo la

Sus amigos latinoamericanos Muy pocos. Gombrowicz no frecuentaba los ambientes literarios. Sus amigos eran en la mayoría jóvenes y no siempre intelectuales. Me habló de Virgilio Piñera y Humberto Rodríguez, dos escritores cubanos que hicieron bastante por Mayo / Junio de 2015

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aparición en Argentina posteriormente su obra.

de

Ferdydurke

y

la juventud y a su vida. Allí sintió que el círculo de su vida y de su destino estaba cerrado.

El regreso a Europa Si me habla de su regreso a Europa en 19633 después de 23 años de vida en Argentina, verdaderamente fue importante y fundamental. La mejor respuesta está en su Diario Paris-Berlín. Su confrontación con París fue extremadamente agresiva. Gombrowicz “celebró” la juventud, la inmadurez, la subcultura, al hombre nunca definido, y se encontró ante la ciudad más culta y madura, definida culturalmente, él en forma violenta rechazó a París. Su contacto con Berlín fue aún más dramático. Usted puede imaginar qué punto neurálgico es éste para un polaco; de esta ciudad empezó su catástrofe personal y la de los suyos, es decir, la de su país. Además, en Berlín, Gombrowicz enfermó seriamente y sintió su retorno a Europa como el camino para su propia muerte, comprendiendo por qué su desgarramiento había sido doloroso: un adiós a

Escritores europeos Personalmente conocía a pocos. En Berlín encontró a: Michel Butor, Günther Grass, Uwe Johnson. Yo creo que tenía amistad con Ingemar Bachman. En Vence, recibió una sola visita de J . M . Le Clézio. La sola relación que le he conocido era con el escritor polaco Czeslaw Milosz, que vive en Berkeley y que pasó un mes en casa de Gombrowicz. Antes de la guerra en Polonia conocía a Bruno Schultz, que fue el primero en comprender la importancia de su literatura. Gombrowicz consideraba que el estudio de Schultz sobre Ferdydurke era lo más penetrante que se había escrito sobre su obra general. Era una amistad sobre toda la literatura. Ezra Pound Una o dos veces se vieron. No puedo darle ningún juicio sobre estos encuentros. Cuando yo lo vi en Venecia era como un fantasma,

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Invitado por la Fundación Ford para vivir un año en Europa. El 8 de abril del 63, Gombrowicz sale de Argentina a bordo del barco “Federico". Cultura de VeracruZ

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Material inédito No, solamente algunas páginas, pero puedo decirle que tenía la intención de escribir una obra muy breve, con una mosca como personaje principal, el argumento debía ser el dolor. Recuerdo de Gombrowicz Cuando conocí a Witold ya lo había atacado la enfermedad.4 No obstante esto, tenía buen humor, era fascinante y vital. Reíamos y trabajábamos mucho. El mitificaba la vida cotidiana, daba valor a las cosas, a los pequeños placeres de la vida. Sus últimos artos fueron dominados por la sensibilidad al dolor como al placer, fue despellejado vivo por el dolor, en todas sus formas y medidas. Darse cuenta que él se trataba duramente, venciendo el dolor en su vida diaria. Recuerdo un día en que estábamos tomando el sol y había una pequeña lagartija que dormía sobre un muro. Tomé una vara y empecé a molestarla, Witold, sin reflexionar, me pidió que dejara inmediatamente de hacerlo. No olvidaré nunca la expresión de su rostro, fue como si le hubiese impedido a él mismo dormir. He puesto un ejemplo limitado. Lo que él llamaba su "bondad objetiva" se dirigía a los hombres. ¡Yo he aprovechado más que la pequeña lagartija! Con él yo me sentía libre y revalorizada. ¿Escribe usted7 No, yo nunca he escrito libros, pero quisiera escribir sobre Gombrowicz. No sé si lograré lo que quiero.

intervenía para decir sí o no con un movimiento de cabeza También a nosotros nos sucedió lo misino con Pound. Gombrowicz apreciaba a Céline. Lo consideraba demasiado visceral. Algunos críticos consideran a Gombrowicz el escritor más grande de nuestros días. Sí. Yo estoy de acuerdo. Yo reconozco que es una posición delicada proclamar que Witold es el más grande escritor actual. Pero lo pienso sinceramente. Es un gran escritor porque es al mismo tiempo "alguien” (una personalidad) y un extraordinario artista, y la importancia de su obra viene de la energía con que estableció una nueva relación con la cultura. Su obra está dirigida hacia el porvenir.

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En 1964 WG pasa dos meses en un hospital de Berlín Para aliviarse se le recomienda viajar al mar, se instala en Vence, Francia. El 24 de julio de 1969, por insuficiencia respiratoria que provoca un ataque cardiaco, muere en la misma ciudad de la costa azul.

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Eduardo, esto es lo que aconteció después de la beca-trabajo de cuatrocientos pesos. “Desde los genes empieza nuestra historia, y esta se abre al mundo apenas nos asomamos al exterior del vientre materno, sí, así, emprendemos nuestro andar… mirar, escuchar, oler, tocar, saborear, llorar, bailar, etnografíar, estar con el otro, sabernos, y en un momento compartir la vida… hasta llegar a ser familia. ¿Qué sigue? He ahí el misterio y el asombro. (De mi Diario, 2 de diciembre, 2009. 11:19: horas. En mi Cubil Felino Nº 19, del Instituto de Antropología, Universidad Veracruzana). Eduardo, me pides volver en el tiempo para recordar lo que ocurrió en ese camino que me llevó al Museo Nacional de Antropología, algo así como reza el canto: volver al 63… Mi primer encuentro fue en Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en una casona del siglo XVII, donde, Don Gabino sonaba una campana que nos avisaba del tiempo que finalizaba una clase e iniciaba la siguiente. Volver a las calles de Moneda para abrir este relato, es como si estuviésemos ante el entrevistador cuando hacemos trabajo de campo, retrotraernos a ese pasado que guarda la memoria, cuántos recuerdos, cuántos rostros, cuántas imágenes, ahora es estar en un momento atemporal, y en el relato, vamos a recordar con ¿asombro? aquello que aconteció, y traerlo al presente como algo nuevo. Vayan pues las palabras, volver en el tiempo, ¡y que irrumpa el recuerdo! ¡Y que irrumpa la palabra!, como irrumpe la vida, aquí estamos, aquí vamos. Ese mi andar en el mundo que me lleva a la Antropología, y pasar un tiempo lleno de

Álvaro Brizuela Absalón ¡Y que irrumpa la

palabra! Cultura de VeracruZ

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luces en el Museo Nacional de Antropología, no comienzan en 1963, este comienzo es cuando llego al Instituto Politécnico Nacional (IPN) para estudiar en la Vocacional Número 4 de Ciencias Médico Biológicas, que después me llevó a la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB). Este andar en el oficio de etnógrafoetnólogo, va a comenzar en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en la calle de Moneda, casa número 13, y en particular en el Salón Sahagún, (recuerdo que no lo nombrábamos Salón Bernardino Sahagún, sólo Sahagún), y se va a continuar en el Museo Nacional de Antropología, frente a la ENAH, para después dar un salto al enorme y moderno edificio en Chapultepec. En la ENAH, había aun ambiente de camaradería entre los nuevos compañeros, por colindancias geográficas del sur de Veracruz, Jáltipan y Catemaco, hicimos amistad con Toño García de León, muchas conversaciones con Manuel Alvarado Guinchard, Susana Glantz, Emilio Bejarano (con Emilio, íbamos a estudiar a su casa en la calle de Fresno en Santa María la Ribera), Rafael López Sanz, de Venezuela, el Pibe Montero (mi compadre), de Uruguay, Gilberto López y Rivas, Virginia Molina, Sonia Iglesias, Miguel Medina, bueno, sería largo pasar lista, de entre los 90 que ingresamos, y con al pasar de los días las relaciones de amistad, por tareas escolares fueron creciendo, una de ellas, con Blanca Sánchez. Fraçoise Pepin, Martín Chomel, Glafira, Irma, Raúl Gómez. Fue un día del mes de febrero de 1963, a las 3 de la tarde, que dieron inicio las clases en la ENAH, recuerdo una de ellas: Antropogeografía General, con el Profesor Jorge Arturo Vivó, con su charla recorríamos vastas regiones de nuestro continente. Un Mayo / Junio de 2015

percance que me impactó, ocurrió una tarde en la clase de Francés I, con Madame Carasó, ella ya había comenzado a hablar, y en eso, entró un estudiante vistiendo una capa azul, botas, boina y no sé qué más, Madame Carasó se le quedó viendo, y un tanto alterada le dijo a Sergio: por esa insignia que usted trae, es que salí de mi país, por eso estoy aquí, y no lo quiero ver más en mi clase, haga el favor de salir, él llevaba prendido en la ropa, un broche con el escudo de la Cruz Gamada, Sergio ya no regresó a la escuela. Habían compañeros que venían de otras carreras, y las habían dejado para estudiar antropología, yo era uno de ellos, el año anterior estudiaba el segundo año de ingeniería bioquímica en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Politécnico, si recordamos la historia, de allí nace la Escuela de Antropología. En la ENCB fue una buena experiencia que compartí con los profesores, de entre ellos, recuerdo a Modesto Bargalló Ardevol, que nos impartía química inorgánica, el Profesor Bargalló, era amigo de Linus Pauling, que fue Premio Nobel de la Paz en 1962; Francisco Giral González, hijo de Francisco Giral Pereira, (Presidente del Consejo de Ministros de la 19

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República Española en el Exilio), el Profesor Giral, nos impartía química orgánica, otro español, don Pedro Carrasco Garronera, nos enseñaba física, él, me comentó que había inventado el detector de minas, esos objetos asesinos bajo tierra, y que otro, que trabajó en lo mismo, le ganó con el registro de la patente de ese invento. Recuerdo que le pregunté: Profesor, y usted extraña su tierra. Se me quedó mirando, y me contestó con otra pregunta: Muchacho, de dónde eres, de Catemaco, respondí, y extrañas tu pueblo, sí, le dije, y respondió: pues imagina yo. El ingeniero que nos enseñaba dibujo industrial, era un hombre generoso, él nos apoyaba cuando no teníamos dinero para adquirir algún material de trabajo en la clase de diseño industrial, las estudiantes lo bautizaron como Mandrake, por su parecido con el personaje de la historieta. En la ENCB me preguntaban mis compañeros, que porque siempre leía información que no era de la carrera, entonces leía acerca de los problemas sociales de México, esto, hizo interesarme más por ese campo de estudios, por lo que, cuando iba a entrar al tercer año de Bioquímica, fui a la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM, para ver los programas, pero no era ahí, , y por recomendación de mi cuñado Alfonso Hernández Olamendi, fui a la ENAH, vi los anuarios donde se informaba de los planes de estudio, y me dije: aquí es el lugar. Con estos antecedentes, fue que llegué a la ENAH, entonces se me concedió una beca-trabajo de cuatrocientos pesos, este apoyo económico me permitió ingresar a trabajar en el Departamento de Monumentos Prehispánicos, entonces bajo la dirección del Arqueólogo Jorge Acosta, él, fue un señor muy dedicado a su oficio, en ese entonces, Cultura de VeracruZ

recibía un modesto apoyo económico de mi hermano Manuel Brizuela Absalón En ese momento, al Departamento había llegado un decomiso de piezas arqueológicas, y el señor Acosta nos encomendó, a Jorge Chirinos y a mí, trabajar esos materiales, nuestra sorpresa fue al recibir tres grandes cajas de cartón con fragmentos cerámicos y cuentas de jade, se nos pidió que tratásemos de unir los fragmentos y reconstruir su forma, tarea que emprendimos en la ceramoteca del Instituto, instalada en la azotea del edificio de Córdoba 45. Qué hicimos, sino distribuir los tiestos en la mesa y en el piso, fue así, que empezamos a reunir los fragmentos hasta rehacer la vasija. Una mañana de tantas, a la ceramoteca, entró una señora plumero en mano, portaba un mandil, al mismo tiempo que sacudía los estantes, decía: aquí donde me ven, soy Florencia Müller, soy la encargada de la ceramoteca, así es que por aquí me van a ver seguido. Pasaron tres meses, y logramos armar el complejo rompecabezas, y hacer los sartales de cuentas que colocamos en unos bastidores. El más sorprendido de haber terminado la tarea, fue Don Jorge, y nos dijo, pues ya acabaron, ya no hay más que hacer. Al concluir ese trabajo en Prehispánicos, pasé a laborar a la Bodega de Etnografía en el Museo en Moneda, justo, frente a la ENAH. La encargada de la Bodega de Etnografía, era la Antropóloga Lina Odena Güemes, la primera tarea, fue catalogar los instrumentos musicales de la India, entre el asombro y el encanto, palpar la superficie de tales objetos, fue una sensación emocionante por lo que ellos guardaban, por igual fue cuando me entregaron un lote de esculturas africanas de madera; continué 20

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no sé cuántos de los que estudiábamos el primer año de antropología nos sentíamos atraídos por ella. En el Museo de Moneda, conocimos a Doña Amalia Cardós, que era la encargada de la sección de arqueología, compartir en ese lugar con el inquieto amigo Arturo Oliveros, y los buenos amigos José de los Reyes, a Borja y a otros miembros del personal que ahí laboraban. Del Museo, salía a las dos de la tarde, a esta hora de salida me creaba un contratiempo, salir volado del Museo hacia Santa María la Ribera, donde vivía en un cuarto de azotea en la calle Salvador Díaz Mirón, luego me apresuraba para ir a la super cocina de Doña Amparo, una generosa mujer´ descendiente de españoles republicanos, muy considerada con nosotros los estudiantes, donde llegaban muchos del Politécnico. Lo que recuerdo, es que nunca completaba el pago de la comida quincenalmente, siempre me quedaba un piquito, y ella me decía, no te preocupes, tú cumples con lo que te alcanza, así la llevábamos, hasta el día que cerró y se fue a vivir con su familia por el rumbo de la colonia Linda Vista. En ese vaivén, una de las clases era Economía con el Profesor Julio César Olivé, por el horario de salir a comer a Santa María y regresar a la escuela, algunas veces, el Profesor Olivé ya había pasado lista, pasadas las 3:30 de la tarde, él me decía, que llegaba a esa hora para que no estuviera a la hora de las preguntas, qué podía decirle, él me reprobó. Después, para presentar el examen extraordinario con él, me citó a su oficina en Pemex, y esa vez, salimos en su carro a la escuela, mientras va manejando, me hace las preguntas, en el trayecto, por el tráfico pesado, a veces lanzaba una mentada a otro que se

con algunos objetos Haida, y otros de Alaska. Proceso de catalogación, en el que tenía que ir a la biblioteca del Museo para consultar acerca de los objetos de los que había poca o nula información. Después, me relacione con los objetos etnográficos de México, revisé el inventario de objetos en el Museo, escritos a mano en grandes hojas, de ese listado, pude observar que muchos ya no existían en el Museo, se decía que algunos de esos objetos, ya habían pasado al acervo en Castillo de Chapultepec. Fue algo extraño tener en mis manos cabezas humanas reducidas, algunas eran de primates, que las quisieron pasar como humanas. Algo que llamaba mi atención, era un enorme huipil extendido en una vitrina que colgaba en la pared, prenda tejida de hilos y acabado con plumas, decían que era de la Malinche, más lo imaginaba que lo vestía la Maestra Mercedes Olivera, siempre que lo veía pensaba en cómo se vería ella portando tan maravillosa prenda, Mayo / Junio de 2015

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atravesaba, yo, nervioso, iba respondiendo algo de los medios de producción. (Un paréntesis, cuando la Profesora Beatriz Barba y el Profesor Olivé estuvieron a cargo del Museo de las Culturas, Gladys y yo los visitamos, nosotros ya estábamos en Xalapa, Gladys ya impartía cursos en la Escuela de Antropología de la Universidad Veracruzana, entonces me preguntó que donde trabajaba, le dije que no era en antropología. Exclamó que eso no era posible, voy a hablar con (Alfonso) Medellín, aunque no lo hizo, él tuvo que ver con mi primer ingreso al Instituto de Antropología en la UV). Fue una tarde de febrero o de marzo, cuando llegué al Salón Sahagún de la ENAH, la luz de la tarde entraba por los ventanales, y solamente, de entre los mesa bancos, y en medio del salón, estaba sentada Gladys Casimir, me acerqué y le pregunté: me puedo sentar (en el mesa banco a su lado derecho), y respondió: sí, para mí fue un grande y emocionante suceso, porque desde aquel momento comenzamos a caminar juntos. Aquí en Xalapa crecieron nuestros tres hijos: Álvaro Martín, Andrés y Hernán, y ya nos hicieron abuelos de Jorge Andrés, Xcaanda Ximena, Luna y Ámbar Ariché. Volvamos a 1964, de cuando llegó el tiempo de los trabajos de reunir materiales etnográficos para las salas en el nuevo edificio que albergaría al Museo Nacional de Antropología en el Bosque de Chapultepec; en el Museo de Moneda, llamaban mi atención dos nombres escritos en papel blanco pegado en cajas de cartón, donde se iban apartando los textiles, en uno de los letreros, leía: preguntar a la Sra. Johnson, en las otras cajas, se leía: Dra. Kelly, yo me preguntaba quiénes serían ellas. Entonces, el material que ahí se separaba, sería Cultura de VeracruZ

transportado a las nuevas instalaciones en el Bosque de Chapultepec. Otro de los recuerdos que tengo del Museo en las calles de Moneda, fue el de una mañana de 1964, que yo caminaba por el patio, y también lo hacía una pareja joven, inquietos y curiosos se acercaban para observar lo que les atraía, no sé si serían de mi edad, pero pude percibir su vitalidad, ellos eran, el Príncipe Akihito y su esposa Michiko Shôda, por sus gestos pensé que viajaban de luna de miel. También recuerdo el día que trasladaron el monolito del Calendario Azteca, esta escultura iba montada en un camión, el bullicio en la puerta del Museo en Moneda era impactante, de la música de los mariachis salían las notas de Las Golondrinas, y Doña Susana Pérez, lloraba en la puerta despidiendo a uno de sus hijos, así consideraba a esta y otras esculturas. Otro recuerdo que tengo del Museo en Moneda, era ver a personas que por un momento se detenían frente a la gran portada, y se santiguaban, pensé que eran familias campesinas que venían a la ciudad, y que esa reverencia se la dedicaban al esqueleto humano que se guardaba en una vitrina, misma que contenía monedas que depositaban los visitantes Las vistas de Moneda a Chapultepec, eran por motivos diferentes, uno de ellos lo recuerdo, porque una mañana nos llevaron a conocer las instalaciones, esa vez, nuestro guía era el señor Jaime Torres Bodet, comitiva donde también iba el arquitecto Pedro Ramírez Vásquez, ellos nos explicaban y mostraban los espacios del edificio, realmente era sorprendente por el cambio de la casa en Moneda y la dimensión del nuevo espacio en Chapultepec. El cambio a Chapultepec no recuerdo cuando ocurrió, sí que fue en septiembre de 22

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1964, un grupo de jóvenes llegamos a ese lugar y nos instalamos en la Bodega de Etnografía (hoy Depósito Etnográfico): Lina, Ofelia, Hilda, Elia, Toño, Melesio, Don Plácido, Don Pedrito, Toño García de León, habían días que nos visitaba un señor que trabajaba en limpieza, él hacía versos, con ellos, hacía la crónica cotidiana de lo que ahí acontecía, Toño García de León, fue quien lo bautizó como el “Cureitor de los Poetas”, en algún lugar de mis papeles, guardo uno de esos versos largos, que escribía a lápiz. La tarea más ardua, fue la víspera de la inauguración del Museo Nacional de Antropología, fue cuando conocí a la Dra. Isabel Kelly, con sus grandes lentes, y su enorme falda gris, mi tarea, era subirle materiales de Chiapas que solicitaba, para componer la museografía de la sala; otro personaje de gratos recuerdos, la Señora Imgard Johnson, gran conocedora de textiles. La tarea de acarreo de materiales etnográficos, era desde el sótano a la planta alta, donde están las salas de Etnografía, así era de cargar cajas durante ese día y parte de la noche, fue una tarea pesada, éramos los tamemes del trabajo duro, y recuerdo que muy noche, subí una caja, en ese lugar estaban Lina Odena, Alfonso Muñoz, y un arquitecto, que después supe que era compadre de Lina y Poncho Muñoz, este mán, sí, el arqui, se puso de mandón, y me gritó para que me apurará a cargar más cajas, yo me sentí muy mal debido al tono despectivo del mandón, más por ese esfuerzo de cargar cajas a lomo, el cansancio ya empezaba a hacer estragos en mi cuerpo, fue cuando bajaba por más material, que en un entrepiso estallé en llanto a causa del cansancio y el comportamiento del arquitecto gritón, me parece que fue Don Pedro quién se quedó Mayo / Junio de 2015

un rato en el entrepiso cerca de mí mientras pasaba mi temblor. Llegó el día de la inauguración, yo no estuve. Mi ingreso al Nuevo Museo Nacional de Antropología, fue, gracias a que yo laboraba en Moneda 13, así es que no tuve que pasar por ese martirologio de hacer solicitud de ingreso. Así fue, que éramos dos grupos, los de la Sección de Etnografía, con el Curador, el Profesor Fernando Cámara Barbachano, con el grupo de investigadores que apoyaban las tareas de la nueva Sección, por otro lado, los que estábamos en la Bodega de Etnografía, bajo la coordinación de la Antropóloga Lina Odena Güemes. 1964 a 1965, fue el tiempo de desempacar, desempacar y separar, separar y ordenar objetos por cultura/grupo lingüístico, por el material de manufactura: textiles, cerámica, cestería, madera, metal, vegetal, etc., colocar en los anaqueles con letreros de identificación para su pronta localización. Los textiles fueron los que requirieron de un cuidado diferente en su acomodo. No recuerdo cuánto tiempo nos llevó esta actividad de colocar objetos en los anaqueles, tarea a la que siguió la catalogación de objetos, datos que vaciábamos tarjetas, y que en otras tarjetas de cartulina también con los indicadores impresos, eran transcritas a máquina por las secretarias, Ofelia, Hilda y Elia. De lo que si estuvimos conscientes, que fue un trabajo complejo, en un lugar frío en un comienzo, y que con toda la energía nuestra, logramos organizar e imprimirle su estructura de un depósito que resguarda el acervo etnográfico. Otro lugar de acopio de materiales etnográficos que los antropólogos comisionados adquirían en diferentes poblados del país, era en la casa de Río 23

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gran camaradería. Para el programa de catalogación, diariamente se nos daba una determinada cantidad de números para inventariar, claves de grupo lingüístico, y lugar de procedencia del objeto, con ello, se llenaba una tarjeta con la descripción del objeto, y su uso, costo, etc. Cuando terminábamos la tarea de catalogación asignada, podíamos dedicarnos a estudiar. A las dos de la tarde, nos encontrábamos en el comedor, estaba cerca del área de Intendencia, ahí cocinaba La Güera, eran famosos sus hígados de res asados a la plancha, chicharrones en salsa verde, por ahí debo tener una fotografía de ella frente al gran comal de lámina asando los hígados encebollados. Otras veces íbamos a comer a Los Panchos, cerca del Museo, famoso por sus tacos, tantas veces íbamos, que ya

Tíber, ahí laboraba personal del INAH y el contratado, catalogando objetos, bajo la dirección de la Antropóloga Marcela de Neymet, recuerdo que entre los que ahí trabajaban, estuvieron Gladys Casimir, Gilberto López y Rivas, Rafael López Sanz, y tantos otros que realizaban tareas de traslado de material y limpieza del lugar. Cuando concluyeron estas tareas, al final del trabajo hubo una fiesta de despedida: comida, bebida y bailada. Durante un tiempo, según pude observar, los de la Bodega de Etnografía, éramos algo así como la caballería, aunque de a pie, y los de la Sección de Etnografía: los investigadores. El tiempo de estar en la bodega fue de 1963 a 1966, en el interior del depósito de objetos etnográficos, era de Cultura de VeracruZ

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éramos como de la casa, porque a veces habíamos tantos comensales, que los amigos meseros nos decían: mañana pagas en la caja. A las tres de la tarde subíamos a la Escuela, ahí era otro ambiente muy agradable, a compartir el conocimiento de los maestros de ese tiempo: Don Pedro Bosch Gimpera, Barbro Dahlgren, Wigberto Jiménez Moreno, Roberto Julius Weitlaner, Fernando Cámara, José Luis Lorenzo, Johanna Faulhaber, Felipe Montemayor, Ricardo Pozas, Moisés Romero, Paul Kirchhoff, Beatriz Barba, Carlos Martínez Marín, Ángel Palerm, y los jóvenes herederos de entonces: Andrés Medina y Otto Schumann. La Bodega de Etnografía era visitada por miembros del Museo, o personas de afuera, llegaban para conocer el acervo. La persona que durante un tiempo nos visitaba era la Señora Laris, ella era la encargada del área de difusión y de las jóvenes guías, ella entraba a la bodega como ciclón, abría el portón corredizo, llegaba acompañada de diferentes personas, o estudiantes, nunca saludaba, así, les mostraba algunos objetos en anaqueles, hasta que una mañana, puse el cerrojo al portón corredizo, y ya no pudo entrar. La siguiente vez, empezó a tocar, y desde dentro a través de la ventanilla de acrílico le decía: buenos días, y no contestaba, y yo repetía: buenos días, así pasó en dos o tres mañanas, hasta que comprendió que nosotros los que estábamos ahí adentro éramos personas y no parte de los objetos ahí resguardados. Después, llegaba, nos saludaba y nos presentaba a sus acompañantes. Fue un tiempo en que el “boom” del edificio de mármol llamó la atención, y atrajo a jóvenes mujeres para trabajar de guías, muchas de ellas con un comportamiento “fresa” (así se les Mayo / Junio de 2015

identificaba), algo parecido ocurrió en la ENAH, cuando se trasladó al nuevo espacio en el Museo, se inscribieron jóvenes de las zonas residenciales cercanas, fue como una moda, la mayoría no soportó más allá del primer semestre. ¿Qué habrán pensado que era estudiar antropología? Otras actividades, además de la catalogación de objetos, era atender a las personas que llegaban a ofrecer sus productos artesanales, que en su mayoría eran textiles, ellos, eran de Mitla, Pinotepa, Xalitla, Olinalá, Tlapehuala, Huautla, San Pablito, no recuerdo otros en ese momento. Con ellos tuvimos amistad por muchos años, tanta, que a Xalapa llegaban dos hermanos de Xalitla, Guerrero para ofrecer sus artesanías, que a veces guardaban en nuestra casa. Recuerdo a una señora, que traía huipiles de Oaxaca, fue una mañana, que con mucha precaución sacó un envoltorio de hojas frescas de plátano, era una toma de hongos mazatecos, le dije que yo no consumía, insistió, y los recibí, entiendo que era parte de su “mercadotecnia”, para convencerme de la compra de textiles, una segunda vez llegó con su envoltorio, y le dije que ya no lo hiciera, y así fue, que esa vez se los regalé al estudiante Tomás, cuando salí del Museo lo encontré sentado en el pasto (frente al Museo), le dije, qué haces, me respondió estoy viendo a esa hormiga a ver cómo me la puedo chingar, le expliqué del contenido del envoltorio, y las recomendaciones para su uso que me hizo la señora, y Tomás aceptó el regalo. Esta actividad de los artesanos y comerciantes de objetos que ofrecían los materiales para enriquecer el acervo etnográfico, hizo, que algunas veces se asentaran en las partes laterales de la explanada a la entrada del Museo, y un día 25

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me dijeron, que no les permitían ofrecer sus materiales, para tratar de resolverlo, pedimos una cita con el Director del Museo, el arqueólogo Ignacio Bernal y García Pimentel, a ella asistimos Eduardo Corona y Arturo Oliveros. Don Ignacio Bernal, argumentó que ese lugar del Museo no era un tianguis, por lo tanto los artesanos y comerciantes, no se les permitiría su presencia. Yo le dije: por qué sí se les permite a los vendedores de juguetes (helicópteros y otros), fotógrafo, y otros ambulantes urbanos, y a los que traen materiales para el Museo no se les permite. Repitió tajante: este no es un tianguis, Eduardo y Arturo me miraron, y con ello, entendí en que ya no insistiera. Con el pasar del tiempo, concebía al Museo como el guardarropa de lujo de quienes producían y usaban los objetos, personas a quienes, los gobernantes sólo les permiten el discurso del folklore, y no sus derechos civiles. En otra ocasión, al Museo llegó una banda musical, el lugar de procedencia ahora no lo recuerdo, eso sí, los hombres llegaron para saludar el lugar donde están las reliquias de sus antepasados, lo insólito fue, que una señora muy aseñorada, que omito su nombre, los quiso sacar del recinto, tal vez por su atrevimiento y su indumentaria, y yo estuve ahí para impedirlo. Entonces nos llamaba la atención y el comportamiento de algunos personajes que laboraban en el área de administración y Difusión. Esto lo que comprobé en otro día que subí a las oficinas administrativas, el motivo, para solicitar una publicación, la secretaria me preguntó, y le expliqué, ella me miró, y me dijo: déjeme ver si está usted en la lista de sus amigos, se refería al autor del libro, agregó, no está usted en la lista, lo siento. Cultura de VeracruZ

Uno de los momentos más chuscos, fue una tarde que en la sala de Exposiciones Temporales, iban a inaugurar, se esperaba para tal ritual, a la señora Esther Zuno de Echeverría, la esposa del Presidente de la República, como en otras inauguraciones, un grupo de estudiantes de la escuela bajamos al mezanine, yo coloqué mi pesada maleta escolar de piel en el piso y recargada al cancel de vidrio de la sala, llegó un policía y me preguntó: qué trae usted ahí, le respondí: una bomba, revísela. Algunas de las guías, en un tono de súplica nos decían: muchachos, váyanse, dan muy mal aspecto, no sé por cuántas veces lo repitieron, cuando de pronto, movimiento de cuerpos, las jóvenes guías corrieron hacia donde llegaba la señora Esther, y nosotros y los meseros corrimos al encuentro con ellos que en charolas ofrecían los bocadillos, así fue, que para evitar estos “desacatos” de los que dábamos mala imagen, por un buen tiempo suspendieron los bocadillos en las inauguraciones. Estas expresiones y comportamientos del personal mencionado, fueron cambiando poco a poco, cuando algunos se percataron que estaban en un lugar que guarda expresiones culturales tangibles de las culturas de antes de la invasión y colonización española, y de los pueblos originarios en el México contemporáneo, lo que ahora somos. Aunque a veces, la circunstancias y la presencia de algún visitante notable, se pedía guardar la compostura, como años más tarde, a la Bodega una mañana llegó una visita “oficial”, los señores no recuerdo quienes eran, el guía era Guillermo Bonfil, en ese momento, en mi tocacinta tenía una rola de protesta, era una grabación de un canto en la voz y jarana que hice a Toño García de León, la letra era en contra de autoridades 26

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represoras de la ciudad de México, (una frase decía: Chingue a su madre Cueto), entonces, yo subí el volumen, fue cuando Guillermo me pidió que apagara el tocacintas, algo diferente al canto de Carlos Puebla: y llegó el Comandante y mandó a parar. Un acontecimiento relacionado con esas fechas, ocurrió una mañana cuando por parte de un grupo de estudiantes de la ENAH se organizó un mitin en la explanada del Museo; fui a invitar al Profesor Cámara para que nos acompañara, y me dijo: Hijo, ya pasé por todo eso, ahora les corresponde ustedes. Nos fuimos al mitin dedicado a Vietnam, hubo discursos, algunos turistas gringos se molestaban y nos gritaban, en eso, los policías que laboraban en el Museo, los mandaron a formarse frente a la entrada del edificio, todos en fila viendo hacia nosotros. Yo veía a Don Agustín, el papá de Ofelia, y a otro señor de Jalisco, con los que me llevaba, y me preguntaba, acaso no nos van permitir entrar para regresar a nuestras labores, y empezamos a caminar, ellos se hicieron a un lado. Después conversé con ellos, me dijeron, muchacho, como crees que les íbamos a golpear o a impedirles la entrada, si nos conocemos, y ustedes son personas tranquilas. Nuestro andar en el área de bodegas y secciones de arqueología, museografía, eran con cierta frecuencia, algunas por motivos del trabajo, otras, ya a la hora de salida para saludar a los compañeros. Recuerdo que decía Doña Amalia Cardós, aquí, el único que no tiene restringida la entrada a la Bodega de Arqueología, es Álvaro Brizuela, lo que significaba las relaciones de confianza y camaradería que guardábamos. En la oficina de Intendencia, el encargado era Jorge, y su esposa Yolanda Mayo / Junio de 2015

(?), con ellos la amistad fue muy cercana. Georgina, del Departamento de Museografía, que su andar provocaba suspiros, habrá que preguntarle a Mario Vázquez, que fue de ella. Con Mario, guardamos buena amistad. Una mañana, a la Bodega entró una llamada, cogí el teléfono, que estaba cerca de mi escritorio, la voz desconocida sonaba a la de una mujer vieja y una tanto ronca, no comprendía sus palabras, si eran de queja o de reclamo, así fue que a la tercera vez que llamó pude reconocer la voz de Mario, sólo le pregunté por qué lo hacía, él, ya no debe recordar esos pasajes de vida en ese grande edificio. Con los museógrafos Pepe Lameiras y Manuel Oropeza, fueron buenos compañeros. Recuerdo la anécdota de ellos, acerca de uno de sus viajes al exterior, esto les ocurrió en un museo de Estados Unidos, en la reunión en que ellos estaban, Manuel y Pepe se extrañaban de que muchas personas se les quedaran mirando, y fue hasta después que se enteraron el por qué, esa vez, vestían unos overoles anaranjados que eran el uniforme de los trabajadores del servicio de limpia pública en esa ciudad, cuando se enteraron, mucho se carcajearon. Visitar el Departamento de Museografía, o el Taller de Restauración, siempre fue motivo de curiosidad y saber. Nuestro trabajo en la Bodega de Etnografía, durante esos dos años fueron enriquecedores en cuanto a conocer nombres de objetos que se producían , quiénes los producían, materiales de manufactura, los diferentes usos, quién los había adquirido, etc., y como mencioné antes, información que fue registrada en tarjetas que formaban el catálogo. Supongo que mucho de esto, ha cambiado, me refiero al registro de los objetos que forman el 27

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acervo, considerando las nuevas tecnologías que aportan los sistemas computarizados. Tal vez, en este campo, el Departamento de Cómputo que dirigía el Profesor Jaime Litvak, fue pionero en el manejo de esta tecnología para el registro de materiales etnográficos por medio de tarjetas perforadas, ahí elaboramos registros mediante claves que contenían los datos del objeto registrado, así fue que se hicieron publicaciones mimeografiadas de esos registros. Por algún asunto a tratar en la Sección de Etnografía que dirigía el Profesor Fernando Cámara, de la Bodega algunas veces nos dirigíamos a ese lugar, ahí celebraban reuniones con los investigadores invitados o adscritos a esa Sección. Recuerdo una vez que fui a la Sección, ahí estaba George Foster, un personaje de la antropología de Estados Unidos, y con trabajo de campo allá por los años cuarenta Cultura de VeracruZ

en la región popoluca de Soteapan, le comenté de mi interés en los relatos (cuentos) que él había registrado en San Pedro Soteapan, que por favor me diera una copia tal y como los había registrado en español, y si, tiempo después, por correo recibí un sobre con los cuentos mecano escritos en letras azules. Fue una tarde de marzo, después de la clase de Cambio Social, y bajando las primeras escaleras que de la Escuela conducen al espacio de entrada del Museo, que me dijo el Profesor Fernando Cámara, mañana saldrá usted con el grupo de antropólogos que viajaran a la región Chontal de la Costa. Me quedé desconcertado, porque en la Sección de Etnografía se celebraban reuniones de trabajo para el programa de registro de festejos del calendario ceremonial en zonas de las culturas originarias que proponía el Profesor Cámara. La iniciativa de visitar a los 28

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chontales fue del profesor Roberto J. Weitlaner, estudioso de las culturas oaxaqueñas, él tenía referencias de que en la fiesta patronal de San Pedro Huamelula una lagarta formaba parte importante en el festejo, con esta motivación se planteó incluir a Huamelula en el registro del calendario ceremonial dedicados a los santos del culto católico. Tras mi sorpresa de tan inesperado viaje, mi primera salida a Trabajo de Campo, le respondí al Profesor Cámara que esa decisión no era posible, porque yo no había participado en las mesas de trabajo, con los investigadores en la Sección de Etnografía, en se momento fueron segundos de silencio, entonces le pregunte: ¿quiénes van a ir?, el me respondió, va a ir el Profesor Weitlaner, y usted va a ir con él, y va a estar con él durante la investigación, esta respuesta fue como un chispazo que me hizo tener confianza y aceptar. Días después nos encontrábamos en Tehuantepec el profesor Weitlaner, Thomas Stanford, Otto Schumann, Toño García de León, Elizabeth Davis y el que esto escribe, Otto y Toño se fueron para la Sierra Chontal, y los demás, por una brecha, en camión de redilas salimos de Salina Cruz con rumbo a San Pedro Huamelula. Esta fue mi primera experiencia como etnógrafo, que estuvo dirigida por el profesor Weitlaner, él me inició en el trabajo de campo, es el responsable de aquel memorable rito de paso allá en San Pedro Huamelula. Mi primer encuentro con él fue a través de la lectura de sus textos, hecho que decidió que me llevara a uno segundo como compañero de trabajo de campo. Barbro Dahlgren dijo que para Weitlaner, la escuela número uno fue el campo. En Huamelula, nos hospedaron en una casa deshabitada, desempacábamos Mayo / Junio de 2015

nuestros enseres de trabajo, y de entre ellas saqué una licorera de piel, y me preguntó el profesor: egso qué es, le respondí: cañabar, profesor, mm, después lo probaremos, cuando regresemos de nuestro primer recorrido por el pueblo, y de presentarnos con las autoridades. Acompañé al profesor en las visitas a las personas, y haciendo registro de los datos que se sugerían. Para mí fue difícil observar lo que era Huamelula en ese momento, el contraste del lugar con poblados comunicados, y llegar ahí, cuando había una terrible sequía, y ver a una mujer escarbar la arena del lecho del río para lograr sacar un poco de ese líquido, sin servicios de salud, sin luz eléctrica. El impacto fue grande, recuerdo cuando estaba enfrente de la iglesia, y hasta ahí escuchaba el sonar del martillo clavando para cerrar la caja de un difunto, todo ese ambiente climático y social, y sensación de impotencia, me hicieron estallar en llanto. Como parte del programa, el Jueves Santo, me trasladé al poblado de Astata, al sur de Huamelula. Llegué después del mediodía, tenía hambre, y con el Sol “más caliente” caminaba en busca de alguien que me diera de comer, ya cansado, recuerdo que me recomendaron que buscara a Celia Fermín que estaba en casa de su hermano. Desde la cerca del patio, saludé y pregunté por Celia Fermín, debajo de una enramada, en una hamaca, de espaldas para donde yo estaba, se mecía una mujer, estaba su hermano y otra mujer, la mujer en la hamaca, volvió el rostro, y se me quedó mirando. Hablé: me dijeron que aquí me pueden dar algo de comer. Pásale, fueron las palabras más alentadoras y solidarias que pude escuchar, era la voz de Celia. Siéntate, te voy a dar algo de comer. Debajo de la enramada en el patio y frente a la casa, en pocos minutos, la nueva relación, las 29

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palabras y el cobijo, me hicieron sentir que era un conocido que regresaba al terruño. Cuando regresamos al Museo, le conversé al Profesor Cámara y le sugerí que diésemos esa información en la prensa, o a alguna autoridad, para que atendieran, esas necesidades de servicios de salud, de agua entubada, luz eléctrica. Me dijo: hijo, la vez que estuve en un poblado y señalé ese tipo de problemas, sufrí amenazas, y opté por terminar mi trabajo y salir. Entonces me quedé pensando que sólo había ido a hacer el registro de una fiesta, algo así como la vista de una tarjeta postal, un retrato sin ocuparnos de otros asuntos, tal vez, esta respuesta y el enfoque de las observaciones y registros que se nos asignaban, eran parte de las tendencias de los estudios de una visión culturalista, visión que muchos compañeros no compartíamos. En 1967, ingresaron otros compañeros a la Sección, uno de esos días me preguntó el profesor Cámara, Alvaro, va a ingresar Luis Barjau, cuánto consideras que se le puede dar de salario, le dije: mil quinientos pesos, pero cómo, va ganar más que tú, y apenas va a entrar. Profesor, porque sé lo que pasó con mi salario, por eso es que le sugiero esa cantidad. No recuerdo, más, después entró Luis, y el Profesor Cámara se interesó en nueva información de Huamelula, y Luis y yo, hicimos un viaje a Huamelula, fue en el mes de febrero, recuerdo, porque, de acompañar a Luis a Huamelula, se anochece, lo dejé, y continúe el viaje de regreso con rumbo a San Mateo del Mar donde alcancé a Toño García de León, para observar los festejos dedicados al día de La Candelaria; de San Mateo, regresé a Huamelula. En San Mateo, nos reunimos con las autoridades para informar de nuestra presencia y actividad, habían muchos Cultura de VeracruZ

problemas en el lugar, y nos recomendaron tener mucho cuidado y no tomar fotografías, nos llevaron a la casa, que la cerráramos bien, y no le abriéramos a nadie, cada uno se acostó en su banca de madera, que de día son para sentarse. Esa vez, nos enteramos que al inicio de los festejos, al cura lo encerraron en la cárcel, y al terminar la fiesta, lo sacaron, esto, para que no se entrometiera en sus costumbres. En la región Chontal de la Costa, estuve en tres temporadas, la segunda vez que regresé a Huamelula, fue durante la última semana de junio, fecha que motivó los estudios etnográficos en la región, porque se celebraba la fiesta al Santo Patrono Señor San Pedro, acontecimientos donde las representaciones de los actores, danzantes, músicos y pobladores, participaban como si fuesen siguiendo el guión de un libreto. Esa vez, el centro del festejo fue su Semejanta la Lagarta, que nombraban la Niña. Misma que pasa a representar un ritual de uniones matrimoniales y divorcios, y que pudieron ser reminiscencia de relaciones sociales entre los grupos ahí representados: los Huaves y los Chontales, porque a la Lagarta se le dan atributos de mujer, y dicen que cuando la capturan, una niña huave sufre. Weitlaner pasó a ser esposo de la Niña, y después de divorciarse, ante la autoridad municipal celebré mi matrimonio con la Niña, que ya era una divorciada, y se nombró y bautizó como Elvia Vázquez López (Si alguien conoce el libro de Homenaje al Profesor Fernando Cámara, editado por el INAH, ahí se publicó este relato. También Luis Barjau, encontró “gracia y perspicacia de describir un mundo fantástico”, y edito un bello y curioso librito acerca de Su Semejanta La Lagarta y La Gunifacia). En una de aquellas noches, el profesor Weitlaner y yo fuimos a la tienda de don 30

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Tomás García para despedirnos, nos sentamos en unos taburetes frente a la casa y al pie del corredor debajo de unos arbustos que nombran "lambimbo", a cada uno nos sirvieron una cerveza corona de cuartito y una copita de mezcal con lo que dijimos ¡salud!. Después de la segunda vuelta le dije a Weitlaner: profesor dentro de quince días me voy a casar otra vez, ¡Cómo!, exclamó sorprendido y, ¿cong quién se va a casag?, con Gladys Casimir, una panameña que trabaja en Prehispánicos. ¡Ah!, ¿con la flaca?. ¡Ah, egso meguece otrog bringdis!. El dieciséis de julio, en la ciudad de México el profesor Weitlaner firmaba como testigo de mi matrimonio con Gladys Casimir. Recuerdo que durante la celebración de la boda en la casa de nuestra Madrina Doña Martha de Pool, que entonces era Cónsul de la Embajada de Panamá en México, se hizo la reunión, bod a que fue muy concurrida por compañeros, profesores y amigos. Recuerdo, que el profesor Jaime Litvak colocó una mesita en la esquina del patio, encima puso un televisor, y empezó a colocar las sillas para que los que se sentaran, se quedaran mirando hacia el televisor, y por qué hacía eso el profesor, ese 16 de julio, México jugaba en la Copa Mundial de Futbol con Inglaterra, después me enteré que la selección nacional había perdido por 2 a 0. Gladys y yo, nos fuimos al Puerto de Veracruz, despertamos con una nueva luz en el Hotel Roca Mar. Pudiera narrar más encuentros y experiencias de las temporadas de campo durante mi tiempo en el Museo, y por cierto, que desde ese primer viaje a Huamelula y Astata, ya tuve más presencia en la Sección de Etnografía. Continúa una relación que es resultado de aquellas estancias en campo, hoy mantengo correspondencia con Jaime Mayo / Junio de 2015

Zárate Escamilla, esta amistad se generó en el primer viaje, cuando él estudiaba la Escuela Primaria, ahora, es un hombre comprometido con sus tradiciones, y tiene publicaciones, videos, un buen archivo fotográfico, página web, además es cantante, guitarrista y compone canciones, también es padre de familia. Aquel año de 1966 en la Sección de Etnografía fue de intensa actividad en investigaciones de campo y, el grupo de investigadores que ahí laborábamos, don Antonio Pompa y Pompa lo bautizó como la "orquesta de Cámara", grupo, que dejamos una importante cantidad de notas etnográficas en el acervo de la Sección. Los siguientes años, fueron de trabajo de campo en diferentes poblados del estado de México, Oaxaca, Veracruz y Tabasco. En 1967, hice una temporada de trabajo de campo durante tres meses en Santiago Astata, fue una tanto complicada para lograr las entrevistas con algunas personas, la huella del Instituto Lingüístico de Verano era esa especie de muro con las personas a las que me acerqué, ellos me decían que los del Lingüístico les pagaban cincuenta centavos por palabra, y yo les explicaba que yo no tenía dinero, y mi reflexión me llevó a no aceptar esa manera de convertir las palabras en mercancías, y dar otro carácter al trabajo etnográfico. Ese año, Gladys hacía trabajo de campo en un sitio arqueológico en Arcelia Guerrero, recuerdo que le hice una llamada por teléfono, y me dio la noticia de su embarazo, yo salí de la caseta telefónica dando saltos. Para entonces dejamos el departamento de Río Lerma, y alquilamos uno más amplio en la calle de Tampico (esquina con Puebla), en la colonia Condesa. El 16 de septiembre, a las nueve y quince de la mañana, en el Sanatorio Dalinde, nació nuestro primer hijo: 31

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Álvaro Martín. Por cierto, que la noche del Grito, nos invitaron y fuimos a una fiesta, ahí estuvieron Gastón Kerriu y Miriam, su esposa, Alfredo Zapfe, Alfredo Álvarez, Pepe Lameiras, no recuerdo más, Gladys, bailando parecía estar sobre las olas, por el movimiento de su cuerpo y su vientre lleno de nueva vida. De ahí, a la casa, y a los pocos minutos me despertó porque empezaron las contracciones, yo me levanté, y nervioso empecé a vomitar, esa noche, los taxis parecieron esfumarse, caminar y caminar, hasta que abordamos un trolebús, y ya cerca, caminamos al Sanatorio Dalinde. Para 1968, y por algunos problemas económicos, recuerdo que el Profesor Cámara se enteró, y para resolverlo, me encomendó ordenar los materiales fotográficos de la Sección, y para ello, sin dejar el turno matutino, empecé en el horario vespertino, para lograr un buen ordenamiento, hice entrevistas con algunas personas que laboraban en la Fototeca del INAH, también con José de los Reyes, y otro fotógrafo del Museo, resultó el diseño de una tarjeta para registrar las fotografías y negativos, con lo que se empezó a configurar la Fototeca de la Sección. Cuando laboraba en la Bodega, y después en la Sección de Etnografía, entrábamos a las 8 de la mañana, recuerdo que a veces llegaba con unos minutos de retraso, e inmediatamente, la jefe de personal del INAH, mostraba su eficiencia, y me enviaba un memorándum, señalando un minuto, dos, tres, que había llegado tarde, nunca envió un memorándum para dejar testimonio de que muchas de las veces, salíamos después de las dos de la tarde, ni de que cuando salíamos a trabajo de campo, que empleábamos los días de descanso: sábado y domingo. Esa era Rosa Martínez del Real, espero no equivocar los apellidos, Cultura de VeracruZ

pero son los que en este momento vinieron a mi mente. En 1970, el Profesor Arturo Romano Pacheco quedó a cargo temporalmente de la Sección de Etnografía, porque el Profesor Cámara se había ido a una estancia en la Columbia University, en Nueva York. Entonces hice una propuesta para un recorrido diagnóstico en poblados de la región popoluca zoque y mixe del Sur de Veracruz, con extensión a un poblado Zoque de Ayapa, Tabasco, esto, con la finalidad de seleccionar un lugar para trabajar un proyecto de tesis de maestría. Fue fructífera esta estancia en campo, se hicieron entrevistas, registro de vocabularios, fotografía de los festejos patronales (mayordomías). Cuando iba para Ayapa, Luis Barjau me dio el apoyo y me recomendó para que sus padres me recibieran en su casa de Xalpa de Méndez, de ahí me trasladaba a Ayapa. En aquellos recorridos, en Texistepec se adquirieron textiles y algún instrumento musical de cuerda para el acervo etnográfico, también registros de vocabularios tomando como referente las cien palabras diagnósticas que diseñó el Dr. Mauricio Swadesh, de estos vocabularios grabados en cinta magnetofónica (grabadora Uher), dejaba una copia en el Departamento de Lingüística que coordinaba el Maestro Genaro Manrique. El mes de octubre, estaba en la región de Acayucan, no recuerdo como fue, el caso es que fui a la oficina de telégrafos, y me entregaron un telegrama, era del Profesor Cámara, dándome la noticia, que había nacido mi hijo Hernán, eso fue el 6 de octubre, en Panamá. Yo salí de la oficina con una alegría, que el peso de la mochila que cargaba no la sentía eso sí, casi corrí en 32

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el Parque y quería gritar la noticia a la gente con la me encontraba. Gladys, tuvo un ofrecimiento de trabajo como arqueóloga en la recién creado Departamento de Investigación Científica de la Dirección del Patrimonio Histórico de Panamá, por eso es que Hernán nació en Panamá, y de cuando Gladys hacía una excavación en Playa Venado, fue de donde tuvo que salir para el sanatorio con dolores de parto. Tiempo después recibí la noticia de que me ofrecían trabajo en ese Departamento, porque iba a haber traslado de poblaciones con motivo de la construcción de la Hidroeléctrica de Río Bayano. Se me concedió un permiso en el INAH, para una licencia sin goce de sueldo, y me trasladé a Panamá. Cuando regresé, volví a la Sección de Etnografía, había hecho el borrador de mi tesis de Maestría. Una de las tareas que me encomendaron, fue hacer un registro bibliográfico para microfichas, que serían enviadas a las delegaciones del INAH en los estados, tarea que compartí con Roberto García Moll. En 1974, tuve ofrecimiento para trabajar en el Centro INAH-Oaxaca, estancia que no fue buena, por la soberbia del Director. Entonces, casi al año, regresé a México, y en 1975, para alcanzar a Gladys y mis hijos, salí del Museo con rumbo al oriente, por donde sale el Sol, para radicar en Xalapa, cabe decir, que desde 1964 a 1974, continuaba con mi salario a lista de raya en el Museo. Eduardo, hay más historias que contar de este andar, y cuánto más que analizar acerca del acontecer en el Museo como ese espejo donde podemos ver una historia parcialmente contada, pero, desde una mirada en este momento, sin dejar de Mayo / Junio de 2015

reconocer su función cultural en la historia de la museología, es posible que hoy podamos proyectar una museografía que le deje al visitante un visión del contexto espacial y la función del objeto, un discurso donde también se relate quienes fueron las manos de los constructores de los monumentos, de las esculturas de las divinidades y demás objetos, por eso, recuerdo a Bertold Brecht en el poema: “Preguntas a un obrero que lee”: ¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas? En los libros aparecen los nombres de los reyes. ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra? Gracias. Salud y saludos.Xalapa, Veracruz, Agosto y Septiembre, 2014

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Nada se siente cuando estás ausente Nada se siente cuando estás ausente Cuando el tiempo corre y sin vibrar la vida Suenan los tambores de mi libertad Libertad, ¿para qué te quiero? Sin mi luciérnaga de día Sin mi mariposa de noche ¿Qué puedo hacer yo sin ti mi niña? Sin tus capullos cerrados Abriéndose al son de mi lengua primavera Sin tu flor de carne atrapando mi virilidad salvaje Y el alma se me vacía Como un cántaro de miel agujerado Se vuelca contra el destino, se marcha como tranvía sin regreso a la estación. Y todo se me ha muerto Desde que te has marchado Y siento los despojos de la vida, El filo del ayer carcomiéndome el presente, Tu reproche escondido entre tu lágrima gris Tu nostalgia disuelta en el café de las diez tu cuerpo sin alma entre las sábanas blancas tu domingo sin lunes y este final sin comienzo.

ANAHID VILLEGAS PEREZ Mulata Mulata de piernas dulces Y senos manjar vainilla De brisa sin prisa alguna Salvaje como ninguna. ¡Y tan tierna como ninguna! Salvaje, gata montuna. Mulata de mar tu llanto, Lamento con desencanto Cruel agravio a tu corazón, Más no os otorgo la razón Por ser gata montuna, Con ojos claros de luna Y corazón de león.

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historias), ha publicado recientemente un excelente libro de cuentos, Aquello estaba deseando ocurrir*, que debe haber interesado al jurado, aunque también es de alta significación su novela El hombre que amaba a los perros, en el que repasa la vida de Trotski (y la de su asesino, Ramón Mercader) en el exilio mexicano. En cuanto a Aquello estaba deseando ocurrir, puede decirse que si bien no se evidencian en esos textos definiciones políticas taxativas, es dable afirmar que en gran parte de tales sólidos cuentos se impone la crítica al sistema de vida en Cuba. Sus personajes son en su mayoría seres patéticos, ganados por la tristeza y la impotencia. Su autor los ha definido de otra manera: “Mis personajes son trágicos como (lo es) la realidad cubana”.

Carlos Roberto Morán Premian en España a

Leonardo Padura y Ricardo Piglia

“Pero ahora, mientras escucho un bolero cantado por Bola de Nieve” La vida de todos los días

Con escasos días de diferencias, dos connotados escritores latinoamericanos han recibido los más importantes premios que se otorgan en España. En efecto, el cubano Leonardo Padura fue distinguido con el Princesa de Asturias de las Letras en tanto el argentino Ricardo Piglia obtuvo el Premio Formentor, recuperado hace cinco años luego de cuatro décadas. En cuanto a Padura, al recibir el galardón expresó que “lo tomaba como un triunfo de la literatura cubana”. Agregó que lo consideraba “un gran honor", asumiéndolo como reconocimiento ”a tantos años de soledad en el estudio, lleno de dudas y de los temores de la creación”, según le dijo a Martín Rodríguez Yebra, corresponsal en Madrid de "La Nación" de Buenos Aires. Padura, creador del detective Mario Conde (cuyas historias lleva plasmadas en siete novelas, mientras prepara la octava y concluye un guión para una película basada en sus primeras cuatro Mayo / Junio de 2015

Estos relatos fincados en el realismo abarcan un amplio período, dado que el primer cuento data de 1985 y el último fue escrito en 2009. De manera que la “realidad” modificada de Cuba a lo largo de ese tiempo se filtra en los relatos que Padura ha modelado con elementos nobles, vale decir en ellos no hay caídas en los lugares comunes, eluden el panfleto o la “denuncia” y dejan de lado la estridencia. El autor nos cuenta lo que les ocurre a sus personajes (muchos de ellos evidentes alteregos) y –especialmente- cuanto no les ocurre.

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Tusquets, Barcelona-Buenos Aires, 2015, 260 páginas Cultura de VeracruZ


Por cierto, hay “resonancias” de la narrativa norteamericana (como al pasar, el autor nombra a Hemingway), pero Padura busca y logra tener un decir que le es propio. Y la historia cubana, con sus períodos particulares, su marcada ideología, los cambios de timón dispuestos por el gobierno (dispuesto por los Castro, a los que no se nombra, como apenas si se menciona al Partido Comunista o a las directivas diversas que reciben los habitantes de la isla), incide de manera significativa en las vidas de estos protagonistas y las anécdotas que Padura narra. A los 30 años (en 1985), el creador del detective Mario Conde participó de la guerra en Angola en la que Cuba se vio involucrada durante una década (1978-1988) y llegó a enviar hasta 80 mil efectivos. Esa guerra, que tanto debe haber repercutido en su vida personal, es un disparador de dos de los mejores cuentos de la serie: “Los límites del amor” y, especialmente, “La puerta de Alcalá”. En dichas ficciones, y en la mayoría de los relatos que conforman el libro, prevalece la espera, la sensación casi metafísica de la espera, como si esperar fuese un rasgo existencial e insoslayable. “Algo” va a ocurrir, debería pasar, pero ello nunca se concreta. Por extensión, por deducción de detective al paso, se podría decir que se trata de la espera de más de cincuenta largos años del cubano medio. Y como ese “algo” no pasa, entonces son muchos los que toman el desgarrador camino del exilio, rumbo a lo desconocido.

Se sabe que Padura, pese a tener nacionalidad española, decidió quedarse en Cuba y no sólo eso, sino seguir residiendo en el barrio natal de Mantilla, en las afueras de La Habana. Y en la misma casa donde nacieron su padre y su abuelo… Esa fidelidad es la que le permite saber de qué habla cuando sus personajes se expresan. Y, de manera especial, cuando callan, cuando es el lector el invitado a deducir (como ocurre con los personajes de otro norteamericano: Raymond Carver). “Me quedé en Cuba para escribir”, comentó en un viaje a España realizado para presentar este libro. Volviendo a él: sí, callan lo suyo los personajes de Padura. Le ocurre al borracho de “Nochebuena con nieve”, porque a nadie puede contar cuanto le ocurrió con su ex cuñada en una erótica e increíble, y única, noche de Navidad y cómo extraña aquello, extrañeza imposible de superar porque al día siguiente de aquel encuentro la mujer buscó refugio en Miami… Le ocurre también a Alcides en “La puerta de Alcalá”, quien necesita, subrayado, ver en Madrid una muestra única que se exhibe en El Prado del genio de Velázquez para lo cual consigue una autorización especial, de escasas horas, mientras quien le autoriza el viaje (debe trasladarse de Angola a Cuba), teme que lo traicione y deserte no bien pise tierra española. Pero en Madrid le ocurre otra cosa, un encuentro que resulta al mismo tiempo esclarecedor, liberador aunque también desgarrador. La historia, con situaciones y escenarios cambiantes, extensa, resulta para mí lo más atractivo del libro. Sin detenerme en cada uno de los trece textos que integran el libro, concluyo hablando de “Mirando al sol”, en el que Padura despliega su sabiduría de escritor. Durante varias páginas cuenta la historia de unos marginales que sólo

“En El Vedado la gente se olvida un poco del frío y sube y baja la Rampa” Quedarse en La Habana Cultura de VeracruZ

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piensan en y viven para el sexo, el alcohol, la droga y las trapacerías. Son vagos y pusilánimes y como tales se comportan. Sólo les importa el ahora, el placer inmediato, obtenido a como dé lugar, pero no tardarán en meterse en problemas, de los que salen (como es de esperar) de la peor manera. Y “resolverán” la situación cavando más en el pozo de sus equívocos. Será en esas páginas finales, brillantes y desoladoras, donde el cuento encontrará su explicación. Y Padura nos habrá dado otra “lección” de inolvidable escritura. Merecido, el Princesa de Asturias.

En el territorio de

Ricardo Piglia El jurado presidido por Basilio Baltasar y formado por Darío Villanueva (director de la Real Academia Española) y los escritores Félix de Azúa, José Ángel González y Marta Sanz acordó entregarle al argentino Ricardo Piglia el Premio Formentor 2015, por considerarlo “autor de una obra narrativa que se desenvuelve armónicamente entre la originalidad y la cultura popular, y la tradición más exigente”. En su fallo, el jurado agregó que la obra de Piglia “se sitúa por encima del proceso de desliteraturización que padece la novelística actual y vuelca en el poso de un ferviente lector la mirada de un crítico literario perspicaz y el conocimiento de un teórico de la literatura”. Los cincuenta mil euros que el autor de “Respiración artificial” recibirá en septiembre próximo le serán entregados a su editor, Jorge Herralde, y a la nieta de su mujer, Marta Eguía, dado que Piglia está afectado por una dura enfermedad que le impide viajar. No obstante padecer ELA (esclerosis lateral amiotrófica), el escritor argentino se encuentra en plena producción. En efecto, luego de haber publicado su Antología personal (Fondo de Cultura Económica 2014/Anagrama 2015),

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Cultura de VeracruZ


termina de aparecer en Buenos Aires su miscelánico ensayo La forma inicial (Eterna Cadencia), en tanto Anagrama confirmó que finalmente, y luego de una extensa espera y negociación, editará sus diarios literarios, que el autor viene escribiendo desde su juventud. El primer tomo de Los diarios de Emilio Renzi (su alter ego por antinomia; Emilio es su segundo nombre y Renzi su segundo apellido), se conocerá en septiembre con aparición simultánea en Barcelona y Buenos Aires con el título de Los años de formación. Habrá dos títulos más, a aparecer el primero el año próximo (Los años felices) y el tercero y último en 2017 (Un día en la vida). A su vez, Andrés Di Tella estrenará, también en septiembre próximo, el documental “327 diarios” en el que se lo verá al propio Piglia releyendo fragmentos de sus diarios, escritos en cuadernos, y devenidos en breves relatos, según contó el director a Patricia Kolesnicov, de la revista Ñ, de "Clarín" de Buenos Aires. Nacido en Adrogué, provincia de Buenos Aires, en noviembre de 1941, Piglia ha hecho de la heterodoxia narrativa y de una amplia ensayística la base de su obra, De manera directa o sesgada la realidad política y la historia argentina "informaron" a libros fundamentales de su narrativa, como Respiración artificial (su obra capital), mientras que con otros, como ocurriera con su libro/homenaje a Macedonio Fernández La ciudad ausente se atreve a la experimentación extrema, como también va a ocurrir años más adelante con su penúltima novela, Blanco nocturno. Policial, thriller puro (y reflexión políticosocial) es Plata quemada y remedo de policial, o policial sesgado, resulta su más reciente ficción, El camino de Ida, en tanto que aún conmueve su exacto "Homenaje a Roberto Arlt" y Cultura de VeracruZ

su apéndice "Luba" (en el libro de cuentos Nombre falso). También, aparte de Arlt, han resultado muy importantes sus contribuciones sobre las obras de Borges, Gombrowicz y Saer, entre otros. Sus trabajos comprenden cinco novelas, seis libros de cuentos, otros tantos de ensayos, guiones de cine y uno de ópera, así como múltiples artículos periodísticos. Ha recibido más de una decena de premios, nacionales e internacionales, y diversas distinciones. Dictó cátedra en universidades de Estados Unidos y de Argentina. Interpreto que una obra tan rica, diversa y hasta controversial, pero nunca menor, también merece la distinción recibida. En su origen, el Premio Formentor fue una iniciativa de la entonces independiente editorial Seix Barral dirigida por Carlos Barral. Fue otorgado entre 1961 y 1967 por varios sellos internacionales y los propietarios del hotel del mismo nombre de Mallorca. Dividido en dos partes, el Premio Internacional –destinado a autores de resonancia mundial- fue recibido por Jorge Luis Borges, Samuel Beckett, Uwe Johnson, Carlo Emilio Gadda, Nathalie Sarraute, Saul Bellow y Witold Gombrowicz. A su vez el propio Premio Formentor, que reconocía a la considerada “novela del año” presentada por una editorial y luego de premiada publicada por las restantes, en esos años recayó en Juan García Hortelano, Dacia Maraini, Jorge Semprún, Gisela Elsner y Stephen Scheneck. Recuperado en 2011, se entrega ahora en el hotel Barceló Formentor y ha sido recibido por Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Javier Marías, Enrique Vila-Matas y este año por Ricardo Piglia.

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Mayo/ Junio de 2015


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