Consejo Editorial Edgar Aguilar, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Marco Antonio Acosta, Mario Calderón, Celina Márquez, Omar Piña, Silvia Tomasa Rivera, Vicente Francisco Torres, Juan Ventura Sandoval. €
INDICE Director
Raúl Hernández Viveros
2 José Antonio Sáez Fernández Ocho relaros breves
Subdirector Alberto Hernández Vásquez Administrador Mario Hernández Vázquez
10 Carlos Roberto Morán Cuentos selectos de William Trevor 12 Una tragedia llamada Emilio Salgari
Cultura de VeracruZ. Año XXV No. 127. Mayo / Junio de 2021. Publicación bimestral. www.nuevaepoca.blogspot.com / culturadeveracruz@yahoo.com.mx Editor: Alberto Hernández Vásquez. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2010-081613030000102, ISSN, en trámite. Licitud de Título: (en trámite). Número de Licitud de Contenido (en trámite). Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor.
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13 Pedro M. Domene Narrativa breve latino americana 15 Edgar Aguilar Sombra 16 Vicente Francisco Torres Azcapotzalco Tacuba 19 Adán Echeverría Las agrupaciones literarias en la construcción de México 30 Alberto Hernández Vásquez En memorias de Antonio Ferres 32 Fernando de Villena José Lupiáñez regresa con una mayor hondura filosófica
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EDÉN DE LAS CENIZAS (Cabo de Gata). Cuerpo amortajado. No hay más luz que tu desnudez. Carne envuelta en los sudarios con que remontas la oscuridad y la noche. Tumba del cuerpo que reposa entre la languidez y el abandono. Así el paisaje entregado a esta luz que hiere, así las cadenas montañosas, así las calvas sierras, los montes del desierto; así los valles coronados de hermosura y pobreza, los oasis ocultos de palmeras feraces, así el palmito y los ocres, así la vasta extensión de la tierra humeante que deviene, extenuada, hasta el mar... De tu fragilidad, tu hermosura: allí donde la belleza es una con el cielo y las aguas. Carne desprovista de su atuendo, cuerpo expuesto sin rubor a los ojos, exhibido en su solemne desamparo bajo las notas de un réquiem. Ah de los cabellos ensortijados y los penetrantes ojos que miran con amor el espacio que incuban, y los brazos que ciñen avariciosamente el mar, y las dunas de los senos, y el vientre de la tierra que aún se sabe fecundo, y la llaga anhelante del deseo, y los muslos por donde se deslizan peces escurridizos en la cópula loca de los cuatro elementos: la tierra, el fuego, el aire, el agua... No, no es la tierra quien aquí se impone. Ni siquiera el mar distante que golpea persistentemente los acantilados, ni las rocas lamidas en su condena por las olas, ni las piedras delicadas del fondo o de la playa, ni tampoco es la ventisca que pule caprichosamente las formas esculpidas de la vertiente barriendo el polvo que ciega, como la luz, al osado viajero que se interna en este círculo de fuego y de cenizas. Pues has venido a perderte, revelaré yo el secreto: El señor de este sitio, el dios soberbio que gobierna sin piedad el lugar de que hablo no es otro que el sol que lo devora antes de entregarlo. Celoso él mismo, guardián de su criatura, cancerbero aguerrido que acorrala su presa antes de que deponga su actitud y venga a ser compartida. Este espacio fue sin duda un edén: lo es también ahora,
José Antonio Sáez Fernández OCHO RELATOS BREVES
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cuando ya las cenizas de apagados volcanes cubren las laderas de los montes que vienen a entregarse al mar como doncellas en la adolescencia. Hasta sus playas llegan voces antiguas, gritos de titanes y comerciantes lejanos que, en el inicio del tiempo, se rindieron a ellas. Toca el dedo de un demiurgo terrible la tierra ardiente, el quemado espectro del rostro perseguido bajo el espejo del firmamento. El cielo y el mar: lunas de azul intenso, ambos en variada gama de azules traslúcidos como piedras deslumbrantes. Algo sobrecoge el ánimo y, al mismo tiempo, hace partícipe al corazón de un gozo inefable. En la playa, apenas unas aves surcan medrosas el aire ardiente. Semejan blancos trazos de un lienzo que se agita, puesto a secar al sol. Un único pájaro picotea el fruto quemado de una pita, cuyo cadáver nutre ahora el polvo llameante. Las azabaras alardean de un falo que emula el priapismo. Donde alcanza la mirada, la cal de las paredes pone freno a la luz, la absorbe y compite con ella. Una casa en soledad es la vela de un barco sin su mástil o el ala incorpórea de un ave marina; las ruinas, su esqueleto. Solitarias, difuntas, sus paredes como cuerpos de náufragos arrastrados por la marea, vapuleados por las ondas de un delirio que hace vibrar el aire en la ardentía. Hasta llegar al mar, la tierra extiende su agonía anhelante. En los montes cercanos, la lava de volcanes dormidos petrificó deseos, huellas de atrevidos viajeros que hasta allí buscaron prolongar su osadía. Nada ata a los cuerpos en el vacío y algo inefable hace brotar las alas, proporciona ligereza y empuja al cristal del aire, del cielo y de las aguas que los dotan de alivio en este edén de las cenizas. Y se saben los cuerpos impelidos hacia calas secretas tras los acantilados. Cuerpos emergidos que se precipitan y se atropellan sin descanso. Cuerpos ya libres, depositados por las olas sobre la delicada arena de las playas, donde concluye el mundo y los deseos. Mayo / Junio de 2021
EL ALMA DE LOS PÁJAROS ¡Esa vieja chiflada que alimenta los pájaros del parque! Enviudó y hace ya más de treinta años que vive sola. De un tiempo a esta parte comenzó por descuidar su indumentaria y creo que también su aseo personal. No resulta raro cruzarse con ella por las aceras y comprobar que camina susurrando, incluso hablando consigo misma; abrazándose a veces a los árboles, ubicándose bajo ellos con tal de acaparar su sombra o vislumbrar los pájaros que trinan ocultos entre en el enramado, tal su demencia. Mas nunca fue agresiva, todo lo contrario: no se mete con nadie. Sonríe a los niños y se queda mirándolos con ojos de ternura, aunque ellos desconfíen. Le pesan ya las piernas y a veces se sienta en los bancos que hay en los anchurones de las aceras, junto a los frondosos árboles que prodigan su sombra. Arrastra las suelas de sus raídas zapatillas, cuyo color no adivinas; aunque debieron de haber sido negras, como negra es la pena que lleva ella a sus espaldas y que le hace enlentecer, ir tan despacio como las aguas en el estuario del río que va a entregarse al mar. Va siempre cargada con varias bolsas donde se adivinan trozos de pan duro que ha humedecido, arroz quizás o algunos restos de comida. Esa vieja, que se encamina pesada y torpemente al parque porque no puede con sus piernas, va a alimentar a los gorriones; los cuales se esconden con gran algarabía entre las ramas de los árboles umbríos. Ya la artrosis inflama sus rodillas y las 3
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heridas del corazón hinchan las plantas de sus pies, por lo que éstos casi no caben en las zapatillas que calza a modo de chanclas. La conoce el banco del parque donde deja caer el peso de los años su soledad anchurosa, su pobreza sublime, su ternura de abrazos, la generosidad de las manos que prodigan las migas de pan humedecido, los restos de arroz o de comida que picotean con fruición las avecillas. Permanece allí, rodeada de pájaros que hasta se atreven a comer en las cuencas de sus manos, de sus dedos gordezuelos y arrugados, a posarse en sus hombros cubiertos por la gruesa chaqueta de lana que, en invierno, la protege del frío helado que baja de la sierra cercana, cuya nívea blancura resulta cegadora en los días de luz. La conocen los árboles que la cobijan y a los que no importa que abrace sus troncos, que husmee curiosa entre sus ramas en busca del refugio de los últimos pájaros huidizos, como si los desnudara o como si fuese a descubrir sus vergüenzas. La conocen los pájaros del parque que visita a diario, porque su alma es cobijo de pájaros y en ellos atisba su más locuaz desvalimiento. Esa vieja chiflada, esa pobre vieja indefensa que va pregonando por ahí su desamparo, que carga con su soledad de siglos y su pesado cuerpo como un cristo roto con su cruz a cuestas, camino del Calvario... no vino ayer y, en seguida, los pájaros se fueron a buscarla. Nunca se vio tal cúmulo de aves caer sobre el patio de su casa donde la hallaron muerta, acurrucada junto a las losas rústicas del piso, color de la misma tierra. Sólo los pájaros en bandada acompañaban el coche fúnebre en su entierro y el enterrador puso sobre su tumba plumones de algún pájaro; pues a falta de flores, ella quería irse con sus almas gemelas, portando la suya en las alas de un ave. El alma de los pájaros está en el vuelo.
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EL GONDOLERO. Como caen las hojas doradas de los plátanos orientales alfombrando el asfalto, así cae la tarde sobre mí, con esta llovizna que acaba por calar en el alma. El cielo está gris y por el Paseo de los Tristes puedes ver a algunos paseantes que arrastran su melancolía por las aceras, como quien soporta con resignación y dignidad lo adverso. Estás llamado a observar el vuelo lánguido de los últimos pájaros de la tarde. Estás llamado a peregrinar y elevarte al espacio con las ramas desposeídas de los chopos, pidiendo clemencia, invocando el alivio a tan pesada carga como portan y compartes con el dolor del mundo. Si tuvieras en tu mano el poder vengador de la espada, no la usarías porque eres el iluminado. Y si alzaras tu copa para brindar por el mañana prometedor en que esperan los desesperados, beberías a sorbos espaciados y distantes, degustando el vino oscuro con que untas tus labios. Si acaso llegaran a tu regazo los pétalos aún vibrantes de las postreras rosas del otoño, cuyo perfume aún alienta en ellos como el aroma que se esparce sin sentido, podrías rasgarte las vestiduras para invocar a los dioses y ofrendar tus horas como quien se despide del mundo que le ha sido ancho y ajeno. Sólo el amor nos protege del frío. Sólo el amor nos guarda de la lluvia que riega los rostros 4
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y las almas. Sólo tú me abrigas en la gélida noche del desamor del mundo. Crece el dolor como la uña torcida que hace corto y leve el paso. Y voy a tus manos en busca de la ternura y enlazo tus dedos porque sé que somos uno en la soledad y en la desesperanza de este naufragio que es vivir. Así, como las hojas, solitarias y libres en el viento que las arrastra, vamos tú y yo a la deriva de las horas, a la deriva de un mundo que camina hacia su debacle en esta hora de la tarde. Como aquellos que se extraviaron en la niebla, como quienes se fueron alejando torpemente y se perdieron de vista ante los ojos que los observaban, como aquellos que no buscaron el asidero entre los escombros y el engaño: nos fuimos alejando con las hojas marchitas en las tardes de otoño. Hijos de la melancolía, como un vals que se escucha a lo lejos y que sólo dos bailan al compás de las olas. Rema el gondolero en las aguas dormidas del canal y observa a los amantes que se juran amor eterno, mientras las mismas aguas minan los cimientos de la ciudad y sumergen bajo ellas la belleza que fue creada para ser inmortal.
se funden la mar océana y el gran río del Sur. Oculto, entre la maleza, la espío y no me atrevo a parpadear con los ojos en plenitud de asombro para no provocar su suspicacia. No lejos Habidis, criado con la leche de la cierva, y su padre Gárgoris, el apicultor. Veo a los jabalíes con sus rayones hociqueando entre las raíces de los pinos sagrados y los arbustos que les ofrecen silvestres frutos comestibles. Su madre vela en torno a ellos y les muestra estrategias de fuga o encubrimiento. Veo a las ánades reales y a los ánsares comunes que sobrevuelan el carrizal o caen desplomados sobre el agua plateada para enseñorearse de su placidez, y nadan dibujando en la superficie discretas ondas con destreza. Veo a otra madre pasear con sus crías nerviosas y disciplinadas, en correcta formación. Sospecho, acaso, la visita del lince furtivo olisqueando la pista del conejo o la rauda liebre estilizada y a los flamencos y a las garzas hundir su pico en el limo, alzadas cañas sus patas quebradizas. Y veo a los caballos libres e indómitos chapoteando en el agua, correteando en sus lances y juegos o pastando en la hierba crecida, mientras se disputan las yeguas alazanas o las cortejan en los límites del reino de Argantonio, el hombre de plata. A lo lejos diviso la descomunal figura de los bueyes oscuros del gran Gerión, dispersos sobre las lomas levemente empinadas de las dunas móviles. Y veo contigo, Juan Drago, a los antiguos reyes de Tartessos, mostrando sus dominios a los visitantes pacíficos con los que comercian, venidos de la Hélade o del otro lado del mar de Tiro en sus naves ligeras, con tan raros productos que deslumbran tus ojos y despiertan su fama más allá de las columnas de Heracles. Todo tu reino un edén, vergel donde los dioses bajan a sestear con los humanos en las tardes más cálidas del bochornoso y agobiante
EL ILUMINADO DE DOÑANA (Visión de Juan Drago) Veo una cierva que surge de la espesura del bosque para abrevar en la cuenca de tus manos y tú le ofreces el agua clara que se derrama generosa sobre la hierba húmeda. Su lengua lame las palmas de tus manos y tú la dejas hacer a su antojo mientras bebe de las últimas gotas el agua dulce de las marismas inundadas, allí donde Mayo / Junio de 2021
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estío. No fuera el paraíso otro jardín que éste de Doñana y no avistara yo otro lugar que no fueran los altos nidales de los grandes árboles que llaman pajareras, donde recalan las aves que vienen cada año a tener sus crías en este jardín extremo en que abunda el alimento y el clima es tan grato que invita a la dulce placidez. Ningún lugar mejor para el amor que estas dunas que van a dar a la marisma y sientan su señorío tan cercano al pinar. No vieran los reales ojos de los viajeros semejante colonia de aves sobrevolando tu reino, ni tal cúmulo de peces en el agua transparente, ni sus oídos oyeran parecida algarabía de pájaros en el cielo azul que deleita. Ellos no avistaron nunca el amanecer sobre las marismas, mientras caminaban remontando las dunas; ni al sol ponerse, anaranjado y rojo, con ribetes de oro puro en las esclavas del gran señor de Tartessos. No conocen ellos tu privilegio, pero tú vas y te revelas como el iluminado por dentro, como el lúcido y el clarividente y el bienaventurado señor de Doñana. Tú, el privilegiado, el que entiende el lenguaje de la oscuridad y lee en las tinieblas sus sonidos; el arrebatado, el que ha bebido en la crátera el vino mezclado con miel, que despeja la frente ceñida por una diadema de oro, revestida de piedras preciosas; el que calza sandalias y se despoja de ellas para pisar la tierra sagrada de sus antepasados. El que escribe indescifrables signos en tablillas de barro o de metal que templa en sus fraguas y hornos. El de hermosas y blancas vestiduras, el poeta, el loco, el enamorado... Aquél a quien los dioses invitan a su mesa y comparten con él los frutos de una tierra pródiga en bienaventuranzas. Larga vida a ti, señor de los mitos gloriosos de Tartessos, porque tu nombre surge de la noche del mundo y perdurará en las inscripciones labradas en bronce fundido hasta el confín de los tiempos. Cultura de VeracruZ
EL LOCO DE LAS MARIPOSAS. Fue en el día de la lluvia cuando se produjo el desplome de las mariposas, como si de un ametrallamiento se tratase. El suelo estaba cubierto de alas multicolores que se desplegaban en torno al cuerpo diminuto de los insectos. Sus cadáveres yacían desperdigados por doquier. Eran como fetos de ángeles abortados y su visión conmovía a los viandantes. El loco fue recogiendo los restos mortales que hallaba a su paso y los guardaba en los raídos bolsillos de su chaqueta remendada, mientras caían de sus ojos abundantes lágrimas, pues no encontraba consuelo para tamaña desgracia. Nadie reparaba en su acto de misericordia para con los lepidópteros y los más fingían no entender su enigmático despropósito. Estiraba el marginado la espiritrompa de algunos ejemplares de muy bellos colores y parecía llevárselos a los labios para darles un último beso de despedida. Era toda una declaración de amor. En su bolsillo encontraban sepulcro aquellas a quienes había perseguido inútilmente para atesorar su belleza y preservarlas de la contaminación que las aniquilaba.
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ellos, de no sentirse marginado, de volar a su amparo! Hay criaturas a las que les nacen alas de los sueños y, aún impedidas por el asma, una rara enfermedad que no entendía bien por qué había tenido que tocarle a él, se remontan sobre las nubes y aun alcanzan, en su aspiración, a ser criaturas solares, guardianes del astro rey. Adrián era uno de esos niños impedidos que anda por ahí con su inhalador y, cada dos por tres, va dándose una o dos inhalaciones, cuando siente la fatiga próxima. Los corticoides que toma desde hace algunos años le hacen ser un niño algo gordezuelo, otro impedimento más para darse a la carrera y llegar el primero. Por eso le gustaría ser leve como un pájaro, abrir sus alas calle abajo y, lanzado a la carrera, despegar de la tierra con sus brazos abiertos, alzándose en el aire. Muchas noches ha tenido ese sueño, que se repite insistentemente, mientras duerme. Pero a él no le hace falta mucho para soñar también despierto. No he visto jamás un rostro más triste que el de un niño impedido viendo jugar a sus compañeros. Esa mirada de desolación interroga al mismo Dios y nos interroga a todos nosotros, que pensamos que tendría que estar regulado por decreto que los niños debieran ser obligatoriamente felices. No hay adultos felices sin niños felices, ni un mundo mejor sino aquel en que los niños puedan jugar, correr, saltar... Para entrar como una bala en la casa materna y, rezumando sudor, pedir un vaso de agua a su madre para de nuevo, salir corriendo a jugar con sus amigos, sin atender sus sugerencias ni escuchar sus ruegos.
EL IMPEDIDO El niño tenía el pecho herido. Como una avecilla a la que le costara hacerse al aire, a él le costaba respirar. Corrían los demás en sus juegos hasta jadear o caer exhaustos, pero él permanecía quieto en un rincón sobre la acera, al abrigo del umbral de alguna casa o sentado en algún portal de mármol. Le faltaba la respiración, se fatigaba. Viendo a otros niños correr, dejaba volar su imaginación y soñaba que él llegaba el primero a la meta o que nadie se le escapaba cuando había que agarrar a la carrera en el juego del pañuelo o en cualquier otro. Si, en esos instantes, su mirada parecía chispear, en seguida sus ojos y su semblante se llenaban de sombras al volver a la realidad. Tenía que contentarse con ver a los otros correr y había terminado por aceptar que sus amigos no contasen con él en muchos de sus juegos. De vez en cuando, alguno de ellos caía en la cuenta y, condescendiente, pedía a los demás que emprendiesen un juego en el que pudiera participar. ¡Y cómo agradecía que alguien deparase en la necesidad que tenía de jugar con Mayo / Junio de 2021
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pudren para hacerse al espacio en busca de la luz que tú posees: el protegido, el impasible, el que deja pasar el aire abundante, el disipado que derrocha en majestad y belleza. Nadie escuchó con semejante claridad tu llamada más íntima, tu invitación solitaria y a resguardo de los ojos ajenos. Subyugado, prendado, abducido por ti, te seguí en la fronda. Errabas por el sendero que conduce hacia el centro de ti mismo y saliste en mi busca, aun sabiendo que lo externo te haría vulnerable. Te asomaste a mi abismo, donde el bosque delimita sus fronteras urgentes, y mostrabas con orgullo tu semblante, menospreciando el avistamiento ajeno. Eras como el alado doncel de las llanuras oteando sus pastos. Allí te vi pacer, rumiando hierbas nuevas que codicia el olfato y son delicia al paladar gustoso. El don de tu ebriedad eras tú solo, magnífico galán del sotobosque. ¡Qué gallardía en tus patas firmes, qué columnas y qué fuego en tus ojos de carbón llameante! Rítmico el palpitar del corazón en el pecho, tambor de los danzantes, agitado el aliento y aún sereno. ¿Acaso me buscaste por aquella ensenada desde donde avistabas la insinuante ladera cadenciosa por ver si aparecía? En ti fijé mis ojos, perfil que me adicionas, y escuché tu berrido como olifante que suena alertando al vigía, retumbando en los cielos, tronando en el silencio. Tras de ti se inclinaba, servil, el bosque enamorado; pues tu presencia duele y tu ausencia se hace insoportable. Allí fue la berrea y acudieron galanes cortejando a las hembras. ¡Salta, trota, disponte ciervo ligero, gamo del límpido herbazal y los claros del bosque acorralado! Te lanzaste en el ruedo aprestando embestidas con tu carga elocuente. Ellas, las sorprendidas, entendieron entonces quién era el elegido, el llamado a cubrir en su vientre el vacío que las haría fecundas. Nunca la tierra yerma concibió en sus entrañas. Tus
EL SEÑOR DEL BOSQUE A la memoria de María Zambrano y José Ángel Valente
Para el que emerge del interior de la espesura, oculto entre el tupido ramaje que lo cerca, aquél cuya presencia envuelven los claros del bosque y, como el pájaro solitario, no requiere compañía; el arrogante de sí, el confiado, el soberbio, el transparente y lúcido que recibe la lanzada de los rayos de sol e infunde su calor en el claustro vegetal con el aliento humeante; ése, el seguro en la testuz, que es opulencia y majestad del ser sagrado. Para el que se interna en el bosque y ramonea las hierbas mejores y más frescas, aquél que en la berrea se enfrenta al adversario, señor de sus sentidos más agudos, a quien siguen las hembras complacientes dispuestas a concebir y engendrar de su potestad. Para ti, dios del bosque, el reino frondoso que gobiernas, señor de los árboles egregios y los jardines opulentos por donde paseas seguro, ajeno y tan lejano al edén periférico. Tú, el conmovido, el experimentado, el dueño de sí y de los dominios que reconoces como propios, el respetado que refleja su imagen sobre el espejo de las aguas en donde abreva y, como Narciso, se contempla en ellas desde el orgullo y la complacencia. Aquél en quien se encarna y en quien toma forma una deidad suprema para mostrarse a otros ojos que escrutan en la hondura a que no tienen acceso los volubles y febles. Fecundo como la tierra fértil y las semillas que en su interior se Cultura de VeracruZ
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rivales, medrosos, huían de tu celo dejando a su paso el polvo y el quebranto. Sólo tú me venciste y me dejé ganar por tu alarde en el lance. ¡Qué me diste a beber aquel día, cuando entre los remansos del río o inmerso en la corriente, refrescaba mi rostro lamido por la lengua del agua! Pues allí insinuaste lo que yo presentía y me engolosinaste. Ahora ya no vivo si no salgo a tu encuentro, galán del bosque umbrío, que tan caro te vendes y sólo a quien tú eliges le muestras tu figura, le haces gozar de ti; pues lo roza tu aliento y, postrado a tu porte soberbio, se abandona a tu forma; nulas sus facultades, nula su voluntad y el intelecto, nulo.
colocarlos cuidadosamente sobre la palma de su mano, acunándolos como a niños moribundos, soplando sobre ellos para infundirles vida y sintiendo su corazón ajado como barco a la deriva en el naufragio de vivir. Era el loco, el sepulturero de los jazmines, el hazmerreír de las gentes burlonas y despiadadas, quien se había dejado crecer los cabellos ya nevados y la barba tupida en donde, en ocasiones, simulaba plantar las diminutas flores del jazminero a su discreto juicio, esparcirlas al libre albedrío de su inspiración. El que se compadecía viéndolas agonizar indefensas, desvalidas y desamparadas; ignoradas por la insensibilidad de las gentes que las aplastaban al pasar como cascos de caballos en enloquecida carrera. Una vez había ido limpiando los bajos y alrededores del florido arbusto, cavaba con dolor un pequeño agujero a no mucha distancia de él y vaciaba el cuenco de su mano dejando caer con lentitud tan leve carga para, poco después, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, ir vertiendo sobre los molinillos de las flores efímeras, la tierra que las habría de cubrir para siempre. Daba forma al cúmulo que sobre la tumba se había originado y colocaba en él una recortada madera en la que, con su desgastada navaja, había gravado, previamente, la fecha en que había procedido a dar sepultura a los últimos jazmines del verano. Al elevarse desde el suelo, sus ojos enrojecidos lo delataban y algunos gamberros ocultos le lanzaban piedras entre risas sofocadas por el anonimato más cruel. .
EL SEPULTURERO DE LOS JAZMINES. Con qué amor, con qué delicadeza, con qué cuidado recogía las flores del jazminero caídas a tierra cada mañana. Una a una, con primorosa diligencia, se agachaba ante ellas con respeto, casi como en una reverencia, con la veneración de quien se rinde ante un perfume tan grato a dioses como a mortales. Los pequeños jazmines, como pájaros diminutos, venían a morir sobre el césped o parecían agonizantes de tan lívidos. Fueran quizá blancas mariposas que amarilleaban bajo el sol del final del verano o fueran vilanos atrapados a merced del viento que los arremolinaba, materia ya inservible. Con la parsimonia del ermitaño que no conoce la prisa, los acumulaba en la palma de su mano y, después de acercarlos a su nariz para que la pituitaria percibiera el último aroma que aún los engalanaba, se los llevaba al oído y parecía como si pudiera escuchar su latido intermitente; el latido de un corazón tan débil que era apenas perceptible para oídos hechos al silencio y capaces de captar el más oculto son. Vedle ahí doblar la cintura y agacharse haciendo de sus dedos una pinza para atraparlos y Mayo / Junio de 2021
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Magnífica selección de relatos del irlandés Trevor, maestro del cuento realista. Se trata de una antología preparada por Andrés Hax, agudo crítico, quien en el prólogo “ayuda” a conocer más sobre este autor, poco frecuentado en nuestro idioma. El escritor irlandés William Trevor no es muy conocido en nuestro idioma, aunque tiene una amplia obra constituida por centenares de cuentos, novelas, memorias y múltiples guiones para radio, televisión y cine. Vivió ochenta y ocho años (falleció en 2016) y por su sólida obra recibió múltiples reconocimientos a lo largo de su vida. El norteamericano-argentino Andrés Hax, sensible crítico, ha preparado una antología basada en la excelencia, a fin de que el público de habla hispana tenga acceso a una obra realista que transcurre tanto en Inglaterra como en Irlanda (de donde Trevor era oriundo). Un realismo, apunta Hax, que hoy se vería desfasado ante la forma de abordar “lo cierto” de su tiempo, pero que -al menos de escribir sus ficciones- eran muy francas, muy directas. “Brutales”, define el crítico. De las casi dos mil páginas de relatos (¡) que componen sus obras completas de relatos cortos, Hax ha tomado como “muestras” una docena, textos escritos en distintos momentos de la vida del prolífico escritor. El primero, “El día del general”, fue publicado en 1967 y el último, “La fe”, cuarenta años más tarde. Difícil que en los relatos de Trevor se verifiquen alegrías y triunfos. Más bien se inclina por los derrotados o, en todo caso, por hablar sobre ellos. Ocurre con el relato sobre la vida del general retirado Suffolk, un veterano que intenta vivir con dignidad su retiro y al que las cosas no se le salen precisamente bien. El deterioro de su salud (la mental, sobre todo) se agudiza por su caída en el alcoholismo, que en vano intenta disimular, así como su decaimiento físico. Es un
Carlos Roberto Morán CUENTOS SELECTOS, DE WILLIAM
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Cuentos selectos, de William Trevor, Edhasa, Buenos, Aires, 2020, Selección, traducción y prólogo de Andrés Hax. Cultura de VeracruZ
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cuento al que podría llamar “triste” y está narrado sin concesiones ni eufemismos. Relaciones amorosas. Algo similar ocurre con el cuento de 1975 “Romances de oficina”. Sobre el tema abordado advierte el prologuista: “Las relaciones entre los hombres y las mujeres y las restricciones de la sociedad podrían resultarles muy ajenas a los jóvenes lectores de una megalópolis occidental del siglo XXI, pero en el momento de su edición tenían un efecto de una honestidad brutal, hasta de denuncia, si por denuncia entendemos decir las cosas como son”. Tal la breve, previsible, historia de la joven Ángeles Hosford, recién llegada a una oficina de Londres en la que, también de inmediato, es requerida por su jefe Gordon Spelle, quien tarda casi nada en convencerla para que se equivoque y emprenda un camino que (se supone que lo comprenderá más tarde), que la conducirá a una inexorable encerrona. Historia previsible pero que, bien dice Hax, era demasiado franca para la época en que la escribió. Hasta, presumo, audaz. Los personajes de Trevor, al menos en la mayoría de los relatos que integran esta selección, son seres solitarios y vencidos en instancias anteriores al comienzo de cada ficción. Ocurre con Mallory, quien de una manera devota (aunque al mismo tiempo un tanto inservible) regresa al lugar italiano en el que fue feliz con su esposa, cuando ella vivía (“Haciendo trampa jugando canasta”, 2007). Es un relato tan nostálgico como sutil y en él Trevor logra enlazar lo que fue, es decir el último tiempo de la mujer de Mallory, Julia, en el que “simulaban que Julia podía aún jugar a las cartas” y la pelea de una pareja desavenida en el hoy del viudo. Breve, leve y contundente obra maestra. El resto de los relatos acusan leves semejanzas y, como dije, están signados por la excelencia. Hay que agradecer a Andrés Hax por la inteligente selección practicada y al sello por Mayo / Junio de 2021
poner en circulación al libro, contundente muestra de la versatilidad y habilidad del autor para narrar, simple y complejamente, la vida. Un fragmento “Simulaban que Julia aún podía jugar a las cartas, y en cierta forma sí podía. En sus visitas se sentaban juntos en el sofá en el salón del asilo y se desafiaban a una y otra partida de canasta que tan frecuentemente habían jugado en sus viajes o en el jardín de la casa en la cual habían vivido desde su casamiento. Donde habían nacido los niños. ‘Pase lo que pase’, había dicho Julia, consciente de lo que se venía, ‘no dejemos de jugar a las cartas’, Y lo hicieron, porque aun con su memoria yéndose un poco más cada día sus hijos, su casa, sus lechos de flores, sus pertenencias, su ropa- todavía le salía jugar a las cartas a pesar de su aflicción. No es que hubiera un orden en las partidas -ni siquiera eran partidas realmente- pero su cara se iluminaba cuando descubría un comodín o un dos entre sus cartas. Estaba contenta de que podía hacer lo que hacía su visita, aunque en realidad no podía”. (p.282). Datos para una biografía William Trevor nació en Mitchelstown, Irlanda, en 1928 y murió en 2016 en la capital del mismo país, Dublín. Gran parte de su vida residió en Inglaterra. Publicó dieciocho novelas y cientos de cuentos en una veintena de libros y en varias antologías. Está considerado uno de los mayores escritores británicos del siglo XX, y a lo largo de su carrera obtuvo numerosos galardones: ganó cuatro veces el Premio O´ Henry, tres veces del Premio Whitbread, fue nominado en cinco ocasiones al Premio Booker y le fue concedido el Premio David Cohen Literature en reconocimiento al conjunto de su obra. En 2002 fue nombrado caballero por sus servicios a la literatura. Su obra está traducida a más de veinte idiomas y cerca de cuarenta de sus trabajos han sido llevados al cine y a la televisión. Algunos 11
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títulos de Trevor en castellano: Verano y amor, Una relación perfecta, La historia de Juliet, La historia de Lucie Gault y Noches en el Alexandra.
inverosímiles contadas con tanta potencia que, simplemente, había que dejar de lado la realidad cotidiana y sumergirse en sus siempre intensas propuestas. Por supuesto, vistas en perspectivas sus historias se vuelven inverosímiles y más que cuestionables desde la perspectiva contemporánea, también pueriles, pero hablo de la potencia que significaba leerlas en la niñez y la adolescencia, de qué forma animaban nuestra imaginación. Eso, la lectura. En tanto, la realidad de Salgari era muy otra: casado con la actriz Ida Peruzzi, tuvo con ella cuatro hijos. Y, casi de inmediato, muchas deudas que se fueron acumulando e incrementaron más cuando Ida, a la que Salgari llamada Aída, por la ópera de Verdi, registró problemas mentales que derivaron en la locura. El narrador, también periodista, se sumergió en múltiples trabajos, en la redacción de sus novelas que le demandaban todo su tiempo. Y resultó, al fin, explotado por sus editores, que se enriquecieron mientras a él le pagaban miserias que apenas le permitían subsistir. De esos explotadores no queda el recuerdo, en cambio de Salgari persisten sus historias ficticias, sus inventos que lo llevaron a decir, por ejemplo, que en la Antártida había osos polares. Más allá de esos errores, de sus excesos, se mantiene el recuerdo de los años infantiles y adolescentes, que -ellas y ellos- sí se enriquecieron, y enriquecen, con sus creaciones. Sus editores no pagaron el entierro.
UNA TRAGEDIA LLAMADA EMILIO SALGARI Pocas veces se leen palabras como estas: “A ustedes, que se han enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, sólo les pido que, en compensación por las ganancias que les he proporcionado, se ocupen de los gastos de mis funerales. Los saludo rompiendo la pluma”. Quien escribió esas líneas fue el italiano Emilio Salgari, suicidado a los 46 años, hecho luctuoso del que se han cumplido 110 años, el pasado día 25 de abril. Salgari, el escritor que llegó al corazón de multitudes de chicos y adolescentes en el mundo entero, el que vendió millones de ejemplares nacidos de esa pluma rota, fue sin embargo un verdadero explotado, casi un esclavo de su prodigiosa imaginación. Afirmaba que era capitán de navío y que había surcado los mares del mundo, aunque eso también formaba parte de su imaginario, títulos y experiencias inexistentes que buscaban dotarlo de un prestigio social del que siempre careció. Extraño, porque no lo necesitaba, dado que había escrito decenas de novelas, un incontable número de cuentos, dotados de una potencia que animaba, y cómo, la imaginación de los niños y adolescentes residentes en lugares próximos y lejanos, poblados o casi desiertos, desarrollados o no, de diferentes condiciones sociales. Distintos, pero al mismo tiempo iguales cuando se trataba de leer las historias de Sandokán, de los piratas del Caribe, de las historias del Lejano Oeste, de las aventuras africanas, del capitán Tormenta. Y de tantas más. Salgari trataba de documentarse, pero también inventaba y eso le permitía hablar de imperios, de territorios mágicos, de situaciones Cultura de VeracruZ
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María Luisa Puga (México), Mimí Díaz Lozano (Honduras), Mirta Yánez (Cuba), Gilda Host (Ecuador), Marvel Moreno (Colombia), Armonía Somers (Uruguay), Mercedes Gordillo (Nicaragua), María Luisa Elío (España), Hilma Contreras (República Dominicana), Susy Delgado (Paraguay), Silda Gordoliani (Venezuela), Rosario Ferré (Puerto Rico), Pilar Dughi (Perú), Magda Zavala (Costa Rica), Yvonne Recimos Aquino (Guatemala), Marta Brunet (Chile), Bertalicia Peralta (Panamá), María Luisa de Luján (Argentina), Jacinta Piedra (El Salvador) y María Virginia Estensoro (Bolivia). El estadounidense Harold Bloom fue quien con su polémico libro El canon occidental (1995) cuestionó el concepto “canon” como la voluntad de seleccionar en un corpus limitado a los mejores escritores y relegar a los incompetentes, y sostiene el crítico que responde a un criterio restrictivo, un repertorio limitado y abarcable; otros aseguran que el criterio para escoger estas obras se concreta en la excelencia estética, un aspecto subjetivo que los lectores apreciarán de manera diferente, pero quienes se limiten a consumir los textos establecidos pierden la oportunidad de conocer otros de mayor aceptación, o de más nivel intelectual y emocional. Tal vez por este, y no otro motivo, Socorro Venegas, con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México y Juan Casamayor desde su propia editorial, Páginas de Espuma, seleccionan, editan y anotan una antología de cuentos de escritoras latinoamericanas del siglo XX cuyos nombres fueron silenciados, o con toda evidencia ocultados, y hoy conforman ese otro canon de la literatura hispanoamericana. El volumen, Vindictas (2020) reúne a veinte autoras y rescata un auténtico “mapa secreto” de la narrativa breve latinoamericana,
Pedro M. Domene Narrativa breve latino americana
Vindictas, Cuentistas Latinoamericanas, Edición de Socorro Venegas y Juan Casamayor, Madrid, Páginas de Espuma, 2020
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historias en un auténtico artificio lingüístico que implica esa prescripción social femenina prevista en un matrimonio donde deben soportarlo todo, aunque en muchos de estos cuentos descubrimos personajes femeninos con un mundo interior asombroso, mientras viven a expensas del esposo o el amo, y su consciencia les lleva al experimento del placer y del deseo puesto que en estas historias no hay un reconocimiento de la sexualidad de la mujer, se muestran como cuerpos silenciados, despojados de cualquier apetito sexual, y ante un proceso de cosificación femenina por parte del hombre, aunque como iremos descubriendo, en la mayoría de estos relatos, la magia y el arte literario de sus autoras va mucho más allá de una sensualidad frustrada, léase “Cuando las mujeres quieren a los hombres”, de Rosario Ferré, “Barlovento”, de Marvel Moreno, o “Guayacán de marzo”, de Bertalicia Peralta; la prostitución, el destino que deben cumplir la mujeres de una familia, o esa lucha individual que llevará a cabo una protagonista sin medios y en un absoluto secreto. Aunque escasean los personajes masculinos, cuando aparecen empujan a las mujeres a decidir; otros temas se dibujan en este panorama breve narrativo: la maternidad, el mundo infantil o adolescente, la muerte que aparece de modo central, o tangencial, subrayar el cuento “Nadie llama de la selva”, de Mirta Yánez con una carga simbólica de absoluto poder, la austeridad y economía del lenguaje que muestra el mundo de la vejez ensayado en “Jacinta Piedra”, de Mercedes Durand, o la brevedad elíptica de “Desaparecida”, de Ivonne Recinos, o “Locura”, de María Luisa Elio. Venegas y Casamayor reivindican la posibilidad de ampliar el panorama narrativo breve con las voces de estas autoras y la necesidad de poner de manifiesto la invisibilización de las mujeres como un hecho histórico que forma parte ya del pasado.
el inventario de una amplia nómina de escritoras que no tuvieron las mismas oportunidades en el panorama narrativo de su momento frente a ese concepto editorial machista que se desarrolló a lo largo de los años 30, 50 y 60, todo un fenómeno que, además, se repetía en todo el continente americano y en la España franquista, aunque ambos editores dejan constancia que no se trata de las veinte mejores narradoras de cada país, o veinte voces exclusivas, sino de cuestionar a lo largo de décadas, ¿si hemos leído los mejores cuentos latinoamericanos?, y ¿si conocemos a sus autoras y su obra? El volumen apela a la curiosidad de los lectores para conocer la mirada de esa otra mitad del mundo que no está representada en la mayoría de las colecciones de cuentos, y conviene dejar bien claro que esta no es una antología en el sentido tradicional; así, Vindictas, se convierte en una acepción muy generosa, reivindica en sus distintas acepciones, “venganza”, “resguarda” y “protege”, y desde esta misma generosidad, las autoras ofrecen entrar en sus textos, husmear en los estantes de las bibliotecas, y piden a los libreros su mediación para volver a poner en manos de los lectores libros que siempre debían haber estado ahí. Entre otros muchos aciertos, las narradoras de esta antología convierten sus Cultura de VeracruZ
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Y yo me levanto de mi asiento y me miro al espejo y percibo una sombra en mi cabeza. Una sombra azulada que se vuelve de espaldas y sonríe. Sombra del demonio que agita sus alas grises en un reflejo perverso al sacudir mis negros cabellos. Vana sombra del demonio. Vano empeño el tuyo en rendirme. Habrías de procurar vencerme seriamente. ¿Cómo lo harás? Sólo hay un modo: ocultándome. ¿Y cómo me ocultarías sin tú misma ocultarte? Vana sombra perpleja de su sombra. Si tu sombra soy yo. Si somos un mismo reflejo, ¿qué harás para ocultarme de ti?
Edgar Aguilar
SOMBRA
Yo te conjuro, sombra. Yo te desprendo de mí como de un sueño del que se vuelve después de un largo camino.
¿Qué es esto, que como fiebre animal me invade alma y cuerpo?
Descansa ahora, sombra. Descansa en tu reino sombrío. Descansa y que el sueño te reduzca a cenizas.
¿Qué es, que apenas y muevo un dedo y ya me siento desfallecer en una fatiga terrible? Un sopor me invade. Un sueño tenaz que se acumula en párpados y ojos como queriendo rendirme.
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1 Fulgencio Mayor cerró el zaguán de su casa. Respiró hondo el aire limpio de la mañana y levantó la mirada. En las crecidas copas de los árboles, llenas de verdor por el comienzo de la temporada de lluvias, los pájaros escandalizaban. Casi no pasaban autos y los transeúntes podían contarse con los dedos de las manos. La atmósfera era fresca y la gente se hallaba encerrada a piedra y lodo por miedo al coronavirus. Por tanto encierro e inmovilidad, en la madrugada le dio un calambre en una pierna y, para aliviar el dolor, dio un tirón que sólo consiguió aumentar los daños. Fue cuando se dijo que tendría que salir a caminar un poco y, además, necesitaba ir al banco a hacer sus pagos. Cojeando por el dolor de su pierna, se levantó por la mañana y preparó su desayuno: huevos con jamón, café con leche, un pan dulce y dos duraznos. Caminó lentamente hacia la estación del metro Tacuba y encontró todo cerrado. El puesto de periódico, de capa caída por la competencia del internet, ya ni siquiera abrió cuando le dijeron a la gente que no saliera. Además, el dueño del Chin Chun Chan, la cantina que está frente al expendio de revistas, fue una de las primeras víctimas del Covid 19. Cruzó a la acera en donde se tendían los fierreros y los chachareros y la encontró desolada. Cruzó otra calle y se encontró frente a la cortina cerrada de La Iguana Vagabunda, una cantina a la que a veces iba a comer. Un mesero, recargado en un puesto abandonado, le dijo que cuando quisiera podía entrar por una puerta lateral, porque ellos seguían atendiendo a los cuates. La misma historia del de las pizzas, que ofrecía las rebanadas que guardaba en un cajón térmico. Y
Vicente Francisco Torres AZCAPOTZALCO
TACUBA
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la señora del depósito de cervezas, que le ofreció venderle “bajita la mano”. Más adelante encontró a Memo, un hombre que vendía libros sobre unas mesas, atrincherado tras unas tablas viejas. Empezó a platicarle lo mal que iban las cosas para él. Las camionetas del gobierno de la ciudad de México le advirtieron que si lo veían tendido le iban a quitar la mercancía. Él no obedeció, “porque hay que comer”; se tendió incluso debajo de un gran cartel amarillo que rezaba: ESTÁ USTED EN UNA ZONA DE ALTO CONTAGIO. Ofrecía a sus conocidos libros “nuevos” que traía en unas maletas. El que vendía botellas de agua, que sacaba de un refrigerador destartalado, había hecho su casita con varios carteles pegados en unos tubos. Fulgencio no quiso ni mirar porque quién sabe quién traería esos libros, quién se los robaría o de la biblioteca de qué difunto habrían salido. Le regaló un billete, por la amistad de tantos años, y siguió su camino. Pasó por debajo de los puentes que están encima del paradero de autobuses que van al Estado de México, siempre lleno de gente pero hoy desolado. No estaban los puestos de comida, ni el relojero que trabajaba sobre una mesita al aire libre; los puestos de fruta tenían muy poca mercancía. Pasó entre los puestos abandonados en donde antes había peluquerías “con paisaje”, tenderetes de ropa, accesorios telefónicos, chanclas de baño y tacos. Parecían esqueletos derrengados, azules, que se recargaban unos en otros. Bajó la escalera para entrar a la estación del metro Tacuba, sacó su credencial de viejo y pasó sin dilatorias porque llevaba puesto su cubrebocas. Los pasajeros de cada vagón también podían contarse con los dedos de las manos. Llegó a la terminal el Rosario y salió. Sacó su botellita de gel y lo esparció generosamente Mayo / Junio de 2021
por sus manos, porque había tocado los torniquetes y se había agarrado de los pasamanos. Como buen anciano, así tenía que apoyarse. Salió de la estación y caminó rodeando la antigua hacienda Lechera El Rosario, en donde Fidel Velázquez empezó su carrera de líder obrero y donde también había vivido Gregorio López, un anacoreta que figura en las novelas de Severino Salazar. De la antigua hacienda hoy sólo queda el casco, en el corazón de una plaza comercial. Llegó a la avenida Manuel Salazar, dio la vuelta y siguió caminando hasta donde hay otra plaza en donde está el banco que buscaba para hacer sus movimientos. Por la emergencia sanitaria, la gente entraba a la sucursal a cuenta gotas. Vio que la fila de acceso era larga, con la gente que guardaba su distancia para no recibir contagio de sus vecinos. Se dijo, bueno, al menos la fila contaba con la protección de una larga marquesina que daba sombra a los cuentahabientes. La fila avanzaba muy lentamente y las personas se protegían atrás de su silencio y sus cubrebocas. Un grupo de cuatro jóvenes que habían salido con él de la estación el Rosario, ya se encontraba frente a la fila pulsando sus instrumentos. Quizá vinieran del oriente de la ciudad, porque a esa zona conecta la estación. Eran tres hombres y una mujer, vestidos con ropas negras, desgarradas y cubiertas de estoperoles. Ellos estaban tatuados en la cara y la muchacha tenía sus piernas morenas cubiertas por figuras que el color de su piel no permitía distinguir. Todos tenían aros en las cejas, en la nariz y en las orejas. Uno tocaba una guitarra, otro un pandero, el tercero hacía chocar dos latas aplastas, de aluminio. La muchacha raspaba una tabla cubierta por una lámina con agujeros. Rasgaba con una corcholata de refresco, o algo parecido. 17
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Puso atención a las letras de sus canciones, a ratos inaudibles por los gritos destemplados. Hablaban de un mundo hostil, consumista, que naturalmente los excluía. Terminaron su canción y se fueron más adelante, casi enfrente de los que ya iban a entrar al banco. Mientras se desplazaban, uno de ellos pasó por un bote de basura y descubrió adentro un barquillo con restos de helado. Con un gran escándalo, empezó a chupar y luego, solidariamente, lo pasó a su compañero, quien chupó un poco y se lo dio a otro. Éste se lo dio a la muchacha, quien chupó con gula y celebración. Cuando terminó de comer, le quitó la gorra a un compañero y empezó a pedir monedas a los de la fila. La gente estaba formada, a más de un metro cada quien, algunos con guantes de plástico, y estos jóvenes chuparon un barquillo sin saber quién lo tiró y por qué razones. Mientras sorbieron, no pensaron en contagios. ¿Qué era el coronavirus para ellos? Algo había de suicida en sus actos. Eran un espejo frente a los formados, que lo más arriesgado que hicieron fue meter mano a la bolsa y sacar alguna moneda. Los del cubrebocas pertenecían a un mundo precavido, que pagaría o sacaría dinero del banco. Aunque los empleados de la sucursal hicieron avanzar la fila, repartiendo gel a diestra y siniestra, no todos los formados eran afortunados. Una señora mayor, de ojos verdes, dijo que iba a solicitar que le detuvieran sus pagos por cuatro meses, como rezaba la publicidad bancaria. Una empleada le dijo que eso se hacía por internet y la señora alegó que ya se había cansado de intentarlo. Pero la empleada le dio la espalda y continuó repartiendo gel en las manos solícitas. La señora se salió de la fila y se fue, con pasos breves y cansinos. 2 Fulgencio salió del banco, se puso su sombrero y entró al sol del mediodía. En lugar de Cultura de VeracruZ
tomar un taxi de regreso, decidió caminar hasta el paradero. ¿Acaso no había salido a ejercitar las piernas? Fue de la estación El Rosario hasta Tacuba. Salió a la desolación de una plaza, antes llena de merolicos y puestos de comida, zapatos y juguetes. En una orilla, debajo de un árbol raquítico, estaba un bolero frente a su sillón lleno de espejos, que casi le gritaba con la mirada. Antes tenía su sillín atrás de la iglesia, junto con otros cuatro, pero decidieron dispersarse por la prohibición para trabajar y para no disputarse los poquísimos transeúntes. Fulgencio decidió asear sus zapatos, porque estaban opacos y el muchacho necesitaría hacerse unas boleadas. Empezaron a platicar de la escasez de trabajo, de la prohibición de salir, de lo jodido que estaba todo. En una banca lejana se hallaban dos sexoservidoras, ya mayores y maquilladas sin ton ni son. Miraron al viejo con melancolía, rogando a Dios que llamara a alguna de ellas. Pero Fulgencio desvió la mirada y continuó platicando con el aseador de zapatos, quien sólo dijo “pobres viejas” y continuó dándole duro al trapo de bolear. “Ayer una señora se llevó a una de ellas para que le hiciera el quehacer. Le dio doscientos cincuenta”. La mayor chasqueó la lengua y preguntó qué hacían ahora que estaban cerrados los hoteles de paso y los baños públicos. El bolero contestó: “allí los meten”, y señaló uno de los puestos vacíos, rodeados con lonas azules. “Paraditas o empinadas, según el cliente”, esbozó una sonrisa y levantó las manos. De pronto, las mujeres ya estaban junto a ellos. Una le dijo al bolero que le invitara un refresco. Recibió las monedas, agarró a su compañera del brazo, y dijo unas palabras que le recordaron a Fulgencio una crónica navideña de Jaime Avilés: “Aquí se rompió una jerga…” Y se marcharon con pequeños brincos, como dos niñas pintarrajeadas que jugaran al avión. 18
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Para hablar de la literatura creada en México, no solamente importan los autores y sus obras, sino también será necesario situarlos en las relaciones existentes con otros personajes de la época que les tocó vivir. En un México cuya lucha por la Independencia de la corona española duró un período de 11 años (16 de septiembre de 1810 a 27 de septiembre de 1821), el ser y sentirnos mexicanos sigue siendo un tema de discusión derivado de la amplia diversidad de los pueblos originarios, sus civilizaciones, su cultura, y el mestizaje imperante que se produjo de la mezcla con la sangre europea, africana, y asiática de multiplicidad de sincretismos que derivaron de ella, sin dejar de reconocer la influencia neocristiana mayormente de índole católico. Para este 2021 apenas vamos a cumplir los primeros 200 años de fundación como país. Somos un país joven con respecto a Europa, India, Asia. En estos 200 años de vida independiente nuestro país estuvo sitiado por varios conflictos bélicos en los que luchaba por ser reconocido como un país libre e independiente, y por entender el significado de ser mexicano que le brindara cohesión cultural al país. No fue sino hasta el final del Segundo Imperio Mexicano que el presidente Juárez recapacitó en la necesidad de que fuera la lengua española (el castellano) la que debiera servir para brindarnos parte de nuestra unión como pueblo. Nuestros escritores nacidos o radicados en México han surgido de ese encuentro de culturas, han copiado las formas europeas, han intentado en sus letras reconocer los mexicanismos imperantes producto del apropio de algunas lenguas mexicanas distintas al español, así como narrar muchas de las costumbres en sus regiones, ciudades, pueblos y villas, representando la urbanidad tanto como la vida del campo. En ese tratar de reconocernos como mexicanos debemos enmarcar algunos de los
Adán Echeverría Las agrupaciones literarias en la construcción de
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conflictos bélicos más importantes que se fueron sucediendo a lo largo de nuestra historia como país: recordar que de 1821 a 1829 se dieron intentos españoles de reconquista en México. También se dieron tremendos conflictos con los pueblos originarios del norte del país: contra el pueblo Comanche y el pueblo Navajo (18211848), contra los apaches (1821-1915), contra el pueblo Yaqui (1821-1929). Entre 1822 y 1823 ocurre la Revolución del Plan de Casa Mata para terminar con el primer imperio de Agustín de Iturbide. En 1823 Guadalajara, Oaxaca y Puebla declaran su independencia y son combatidos por las fuerzas mexicanas. De 1835-1836 ocurre la Guerra de Independencia de Texas, separándose de México. De 1838 a 1839 se da la Guerra de los Pasteles con Francia. Entre 1842 y 1843 fue la invasión a Yucatán, que también había declarado su independencia de México. Existió un Conflicto México-Guatemala (1842-1882) sobre la posición de la frontera entre ambos países. De 1846 a 1848 ocurre la Intervención estadounidense en México con el fin de anexarse la República independiente de Texas, lo que consigue. En el sureste de México de 1847 a 1901 se da la terrible Guerra de Castas entre el pueblo maya y los blancos yucatecos que los mantenían como esclavos en sus “encomiendas”. De 1857 a 1861 nos afectó la Guerra de Reforma que inicia con la proclamación del Plan de Tacubaya, desconociendo a la Constitución de 1857, y concluye con el derrocamiento del gobierno conservador, y la continuidad del liberal. De 1862 a 1867 ocurre la Segunda Intervención Francesa con la intención de grupos conservadores mexicanos de instaurar una monarquía en el país. Concluye con el fusilamiento en Querétaro de Maximiliano de Habsburgo (segundo emperador de México) y de Miguel Miramón. Luego vivimos una relativa calma conocida como Porfiriato (entre 1876 y 1911), que Cultura de VeracruZ
concluye con la Revolución Mexicana (19101920). Inicia con el Plan de San Luis y concluye con la creación de la Constitución de 1917. En 1911 anarquistas mexicanos, bajo la influencia de Ricardo Flores Magón, intentan independizar Baja California. De 1926 a 1929 ocurre la sangrienta Guerra Cristera. En 1974 se da el ataque de la guerrilla del maestro rural Lucio Cabañas. También vimos persecuciones y matanzas por conflictos electorales: Después de las elecciones presidenciales de 1929 contra los seguidores de José Vasconcelos que acusaron fraude electoral. En 1940 contra los seguidores de Juan Andreu Almazán. Y la matanza en León, Guanajuato, el 2 de enero de 1945, ante una protesta de fraude electoral (30 muertos y 300 heridos). La Guerra contra las Guerrillas ocurrió entre 1950 y 1985, empezó contra el gobierno de Miguel Alemán y fue cambiando de forma para concluir en el gobierno de Miguel de la Madrid, cuando dio inicio el Salinato (1982) que continúa como parte del gobierno de Andrés López (período que igual se conoce en México como Partidocracia, el gobierno repartido y heredado entre Partidos Políticos, sus líderes y familiares que lo conforman). En este período se pueden reconocer varios puntos de importancia de orden armamentista y de conflicto: 1. El levantamiento armado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (enero de 1994). 2. La primera aparición pública del Ejército Popular Revolucionario (EPR) en el estado de Guerrero el 28 de junio de 1996, aniversario de la matanza de campesinos en el vado de Aguas Blancas, ordenada por el gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Las autoridades mexicanas han relacionado a estos guerrilleros con los remanentes del Partido de los Pobres fundado por Lucio Cabañas, y la lucha contra el avance del comunismo en Latinoamérica. 3. La Guerra 20
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contra los Carteles del Narcotráfico (2006-actualidad) decretada por Felipe Calderón Hinojosa y que continúa vigente hasta nuestros días, en este mismo sexenio presidencial que comenzara en diciembre de 2018, en la que los ataques se han recrudecido: Desde la masacre ocurrida en Minatitlán la noche del 19 de abril de 2019 donde 14 personas fueron asesinadas mientras celebraban una fiesta de cumpleaños, pasando por la masacre de la familia LeBarón el 4 de noviembre de 2019; hasta el asesinato en Sonora del candidato Abel Murrieta mientras hacía proselitismo la tarde del 13 de mayo de 2021 para las elecciones, llamadas las más grandes de la historia moderna de México, a llevarse a cabo el 6 de junio de 2021. Así, entre sangre, venganzas, golpes bajos, asesinatos, se ha construido nuestro país. Durante esos dos siglos de existencia nuestra sociedad y sus conflictos ha permeado en los mexicanos, y por ende en nuestros artistas, intelectuales, escritores y poetas. Por ello tenemos que preguntarnos: ¿Cuál ha sido la influencia de escritores y escritoras en el pensamiento de la sociedad mexicana desde 1821? Pensemos en Miguel Hidalgo y sus lecturas, en Morelos y su formación cultural. En Josefa Ortiz de Domínguez, tanto como en Leona Vicario y Andrés Quintana Roo. En Francisco Zarco emparentado con Adolfo López Mateos, Ignacio M. Altamirano, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez también ascendiente de López Mateos, Alfonso Reyes hijo Bernardo Reyes general de Porfirio Díaz, Martín Luis Guzmán, Mariano
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Azuela, Daniel Cosío Villegas, Octavio Paz y su abuelo Ireneo Paz que en un duelo diera muerte a Santiago Sierra, hermano menor de Justo Sierra Méndez; así como Carlos Fuentes, Héctor Aguilar Camín, Gabriel Zaid y Enrique Krauze, por lanzar algunos nombres ¿Su trabajo intelectual y creativo, sus ficciones y su lírica han formado parte del constructo social o del pensamiento político de los mexicanos? ¿Y en la actualidad? ¿En este 2021? El trabajo literario, la ficción literaria, la construcción de historias, el lirismo, la poesía, ¿reflejan la sociedad y sus necesidades?, ¿acaso son un espejo de la vida cotidiana de su época, de sus estructuras sociales? ¿el trabajo de los escritores considera la lucha por la libertad, por la equidad de género, consideran el tema pro aborto, las libertades sexuales, el machismo exacerbado, el feminismo, la diversidad sexual, el matrimonio entre personas del mismo género, la contra cultura sexual, el ecofeminismo, el desarrollo sustentable, la corrupción imperante, la falta de tolerancia al otro, los avances científicos? Nuestros narradores, dramaturgos, poetas, ensayistas, promotores de lectura, libreros, editores, ¿influyen con su trabajo en el pensamiento político y cultural de los mexicanos y mexicanas, en la construcción o deconstrucción del tejido de nuestras sociedades? Para poder responder a estos cuestionamientos siempre será bueno revisar nuestra historia, la historia de nuestros escritores y sus relaciones con los otros, con la sociedad en la que les tocó vivir.
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La sociedad mexicana en el siglo XIX, durante el Segundo Imperio (1864-867), definitivamente no es la misma sociedad del Porfiriato, ni la que vivió durante el Maximato (1928-1934). Tampoco es el mismo México desde el 17 de octubre de 1953 en que la mujer mexicana ganó el derecho a votar en las elecciones de México, o de los mexicanos nacidos en el año 2000 (que hoy son mayores de edad), cuando la “incipiente democracia mexicana” lograra alternar la presidencia de la república luego de 70 años de gobiernos emanados del PRI. Revisaremos, de manera muy breve y concisa, cómo los escritores mexicanos, fueron construyendo asociaciones, filiaciones, grupos culturales, medios impresos para comunicar sus pensamientos, apoyados por los avances científicos que tenían a su alcance: desde la aparición de la imprenta en la Nueva España en el año 1535-37 (durante el México colonial), y recordando lo que el crítico José Luis Martínez escribiera: “Desprovisto en los primeros años de nuestra prensa de órganos propios, el periodismo literario nació como un parásito dentro de las publicaciones de otra índole, noticiosas o políticas”, que en la época porfirista las revistas alcanzarían su edad dorada y el escritor, por fin, podría ser escritor, es decir, podría dedicarse primordialmente a escribir”. Desde ese siglo XIX y hasta el 20 de julio de 1989, cuando la Universidad Autónoma de México (UNAM) efectuó su primera conexión a Internet, las cosas han ido cambiando para los escritores nacidos o radicados en México, hasta nuestras épocas en que la aparición del programa para documentos denominado PDF (Portable Document Format por sus siglas en inglés), creado por John Warnock el 15 de junio Cultura de VeracruZ
de 1993, que vino a revolucionar la forma de intercambiar libros y lecturas entre los mexicanos y gran parte de los habitantes del planeta. Y ha sido la aparición del internet, de los procesadores de textos semiautomatizados, lo que ha permitido la edición de libros, revistas virtuales, revistas en PDF, eso tiene que sumarse a las redes sociales (Facebook, Twitter, entre otras) los que han multiplicado de manera exponencial la aparición de nuevos escritores, nuevos proyectos culturales y nuevos grupos literarios a lo largo de México y del mundo. Pero vamos por partes, revisemos los cimientos de las agrupaciones literarias en México: Siglo XIX. Academia de Letrán (1836-1856). Se definen como deliberadamente mexicanos. José María Lacunza – Guillermo Prieto (fundadores). Participaron. Andrés Quintana Roo – Fernando Calderón y Beltrán – José María Roa Bárcena – Manuel Carpio – Manuel Eduardo de Gorostiza – José María LaFragua – José Joaquín Pesado – Ignacio Ramírez “El Nigromante” – Ignacio Rodríguez Galván. Ignacio Ramírez fue maestro de Ignacio M. Altamarino, y éste le pasó la tarea y responsabilidad sobre la educación, cultura y letras al maestro Justo Sierra Méndez. Liceo Hidalgo (1849 – 1893): Representativos del segundo romanticismo mexicano. Literatura nacional. Francisco Zarco (fundador y principal animador). Ignacio Manuel Altamirano (se convirtió en el mentor y guía de casi todos los jóvenes de finales del siglo XIX). Manuel María Flores – José Tomás de Cuéllar – Luis G. Ortiz – Justo Sierra – Vicente Riva Palacio (el 24 de septiembre de 1885, Riva Palacio fue nombrado su presidente) – Francisco González Bocanegra – José María Tornel – Laureana Wright de Kleinhas – Marcos Arróniz – Emilio Rey – Francisco Pimentel – Alfredo Chavero - Isabel Prieto de Landázuri. 22
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Revista “La Ilustración Mexicana” (1851-1855): Semanario “El Renacimiento” (enerodiciembre de 1869, primera época y enero-junio de 1894 segunda época). “Para el arte no debe haber fronteras. Todo el que tenga algo que decir podrá hacerlo desde las columnas de este semanario de nombre simbólico”. Sociedad Netzahualcóyotl (1868-1874): Cuando comenzó las edades de sus integrantes iban de los 15 a los 20 años: Manuel Acuña (líder del grupo) - Agustín F. Cuenca – Francisco G. Cosmes – Alfredo Higareda – Francisco Ortiz – Miguel Portillo – Rafael Rebollar – Javier Santa María – Pablo Sandoval – Gerardo M. Silva – Juan de Dios Peza – Ricardo Ramírez (hijo de El Nigromante). Laura Méndez, de manera extra oficial. Apadrinados por Ignacio M. Altamirano. Otros mentores: Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto. Por lo que los integrantes de esta Sociedad suscribieron el programa literario nacionalista y laico de sus mentores. Fue una generación posreformista, posromántica, intelectual, urbana, clasemediera con tufos aristocráticos, mestiza, cientifizante, modernizadora, universitaria, oradora, política. Revista: “El Anáhuac” (editor Manuel Payno) Liceo Mexicano (1885-1893): Luis González Obregón (fundador) – Ángel del Campo (Micrós) – Ezequiel A Chávez – Manuel Mangino – Alberto Michel – Adolfo Verduzco y Rocha – Genaro García. Revista: El Liceo Mexicano: Ensayaron el romanticismo patriótico y dulzón heredado por la generación precedente. La retórica no se modificó gran cosa; subordina la ficción a lo moral con pretendida sutileza y la historia es análisis de costumbres y reflexión sobre lo nacional.
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Paso al Modernismo. (18901925): Modernismo Mexicano. Surgió a finales del s. XIX. Buscó la renovación de los valores estéticos occidentales. Queriendo asimilar a: Baudelaire, Verlaine y Mallarmé (decadentistas). Se levanta contra: Ignacio M Altamirano, Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto y Vicente Riva Palacio, y su proyecto cultural nacionalista, igual contra la literatura al servicio del pueblo y contra la cultura nacionalista. Quiere LIBERAR AL ARTE de compromisos sociales y políticos. Aspira a ser cosmopolita / universalista. Identidad Cultural con el Mundo Hispánico. Ese decadentismo se aprecia en: incertidumbre religiosa, el erotismo y las representaciones de la nueva mujer y del hombre decadente, mediante el sentimiento de implícito en la etimología del término. De esta forma podemos considerar al modernismo mexicano como un movimiento que aporta importantes luces a la historia de la estética mexicana y a los modos de construcción de la imagen de “lo mexicano”, como una corriente original y peculiar puesto que su relación a la imagen es menos sacralizada y más libre que en los periodos anteriores y posteriores. Con este movimiento los artistas y los intelectuales del cambio de siglo muestran un sincero interés en entender y posicionarse ante tres fenómenos mayores a los que se ven confrontados: la realidad de su época, por lo demás problemática y sujeta a fuertes cambios (urbanos, demográficos, científicos y tecnológicos); el enigma social, cultural e histórico que les produce la joven nación “mexicana” (y su contraste con el temible avance de la vecina “civilización técnica y comercial” estadounidense. El artista ya no debe buscar agradar al público o hacer una obra “bella”, sino buscar la fusión de la persona con la obra.
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Revista Azul (18941896): La primera etapa de la revista duró casi dos años y medio: del 6 de mayo de 1894 al 11 de octubre de 1896; en este periodo se alcanzaron a producir 128 números, en los que se incluían no sólo literatura mexicana, sino también literaturas hispanoamericanas, modernas y contemporáneas. El color azul estaba relacionado con la libertad y la belleza, las cuales eran necesarias para llegar a la felicidad. Propone una búsqueda de la belleza guiada por los valores estéticos, normas de vida y convivencia social. La Revista Azul fue considerada el modelo de revista que los decadentistas anhelaban tener. El final de la primera etapa de la revista ocurre debido, primeramente, a la muerte de Nájera el 3 de febrero de 1895, y posteriormente al retiro del apoyo económico del Partido Liberal. Dirigida por Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo. Luis G. Urbina – Lázaro Pavía – Ángel del Campo lograron meter a la revista colaboraciones de Rubén Darío, Juliá del Casal, José Martí, José Asunción Silva, y poetas mayores de México: Justo Sierra, Salvador Díaz Mirón y Manuel José Othón. Hubo una segunda época de la revista: de marzo a mayo de 1907, dirigida ahora por Manuel Caballero. Revista Moderna (1898-1903): Juan José Tablada, quien estuviera casado con Evangelina, hija de Santiago Sierra Méndez, el hermano de Justo Sierra. Amado Nervo, Jesús E. Valenzuela, Jesús Urueta, Alberto Leduc, Rafael Delgado, Ciro B. Ceballos, Bernardo Couto Castillo, Francisco M de Olaguibel, Balbino Dávalos, Julio Ruelas (pintor). El Modernismo estableció la primera influencia literaria del siglo XX, con La Revista Moderna de México (1898-1903 y 1903-1911); (y de 1890 a 1925 en el arte). La poesía modernista se renovó con la obra de José Juan Tablada (1871-1945) y Ramón López Velarde (1888Cultura de VeracruZ
1921); este último descubriría la provincia con sus poemas y, para algunos, marcaría la transición entre el modernismo y las nuevas vanguardias. Siglo XX: Ateneo de la Juventud (19091912). Tuvo su continuidad con los planteamientos literarios y filosóficos del Ateneo de la Juventud (1909-1923); cuyos representantes buscaban romper el cerco intelectual que el Positivismo había impuesto en los estudios superiores de México y la imitación servil de Francia. Sus integrantes volcaron su interés por la cultura humanística, mostraron un profundo americanismo con conocimiento y estudio de la cultura mexicana, además de una pasión por la cultura clásica y el pensamiento universal. Una de las figuras relevantes fue Alfonso Reyes (1889-1959). Justo Sierra - Alfonso Reyes - Pedro Henríquez Ureña - Jesús T Acevedo - Isidro Fabela - Antonio Caso - Alfonso Cravioto Julio Torri - José Vasconcelos - Efrén Rebolledo Diego Rivera. Ateneo de México (1912-1923). El 25 de septiembre de 1912, se nombra presidente del Ateneo a Enrique González Martínez y se transforma en El Ateneo de México, una de cuyas iniciativas fue la fundación, el 3 de diciembre de 1912, de la Universidad Popular Mexicana cuyo primer rector fue Alberto J. Pani y sus colaboradores cercanos Alfonso Pruneda y Martín Luis Guzmán. Esta organización dura hasta 1922. El Ateneo se desintegra en 1923. Recordemos que en 1921 se funda la Secretaría de Educación Pública (SEP). Sociedad de Conferencias y Conciertos (1916-1925). Para impulsar la vida cultural de esos tiempos; creada en 1916 por la llamada generación de los Siete Sabios: Antonio Caso (1896-1970), Antonio Castro Leal (1896-1981), Vicente Lombardo Toledano (1894-1968), Manuel Gómez Morín (1897-1972), Alberto 24
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Vázquez del Mercado (1893-1980), Teófilo Olea y Leyva (1895-1956) y Jesús Moreno Baca, quienes intervinieron posteriormente sobre la nueva realidad que impuso la Revolución y actuaron como dirigentes académicos, funcionarios públicos, jueces, ministros o líderes políticos. Estridentismo (1922-1927). La renovación del modernismo fue obra de un grupo vanguardista; que integraron, de 1922 a 1927, lo que se ha llamado la corriente estridentista, a través de sus obras publicadas en las revistas Actual, Irradiador y Horizonte. El estridentismo rescató matices del futurismo italiano que buscaba romper con la tradición, el pasado y los signos convencionales; consideraba como elementos principales a la poesía, el valor, la audacia y la revolución, exaltaba lo sensual, nacional y guerrero, la adoración de la máquina y el retrato de la realidad en movimiento, promovió una devoción a la tecnología y a la vitalidad existente en las urbes; que hizo su aparición en la posrevolución mexicana, durante los gobiernos de los sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco E. Calles. Germán List Arzubide – Manuel Maples Arce – Salvador Gallardo – Luis Quintanilla – Arqueles Vela. Revista Ulises (1927-1928). Salvador Novo la promovería, tomando el título de la novela de James Joyce, publicada en 1922; y con ella afianzaría el conocimiento de la vanguardia europea. Divulgando a escritores franceses y de habla inglesa. Antonieta Rivas Mercado (19001931), hija de don Antonio Rivas Mercado, el arquitecto que erigió la columna del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México, sería la figura femenina del proyecto, y posteriormente mecenas del grupo Los contemporáneos.
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Revista Contemporáneos (1928-1931). Surgen en el contexto de un México devastado por la Revolución, que les ha quebrantado y sumergido en el escepticismo, ante el fortalecimiento del militarismo y la demagogia nacionalista en el país. Se dispersaría a los autores de generaciones anteriores a diversos exilios, lo que provocó una grave fractura en el proceso generacional, con un estancamiento cultural resultado de los conflictos bélicos. Procurarían, como discípulos de Reyes y López Velarde, recuperar la tradición poética hispánica, opacada por la irrupción galicista, con curiosidad por lo que sucedía en el mundo literario europeo y latinoamericano, que se vertió en los materiales de la revista. Hacen a un lado la obra y fama de Manuel Gutiérrez Nájera. Con este grupo cobra fuerza la tendencia cultural que aportó una visión plural y cosmopolita a la cultura mexicana, contraria al populismo y vinculada al socialismo, que predominaría en el país al amparo de los gobiernos revolucionarios, en especial por el de Lázaro Cárdenas. En su época su trabajo fue opacado por injustas acusaciones de extranjerismo, falta de compromiso con la realidad nacional y ausencia de virilidad en su propuesta estética. Al avanzar la década de 1930 se radicalizará la poesía y la crítica literaria, que conducirá a la desbandada del grupo. Salvador Novo - Xavier Villaurrutia Jaime Torres Bodet - Gilberto Owen - José Gorostiza - Carlos Pellicer - Bernardo Ortiz de Montellano y Jorge Cuesta quien se suicidara en el año de 1942, minutos después de completar “Canto a un dios mineral”, un extenso poema metafísico heredero de la tradición del “Primero sueño” de Sor Juana Inés de la Cruz.
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Los refugiados españoles que huyen de la Guerra Civil fundan la Casa de España en México (20 de agosto de 1938), que se convertiría luego en el Colegio de México. En 1934 se crea el Fondo de Cultura Económica. Casa de España en México (1938-1940). En estos años la producción literaria en México se vio incrementada con la obra de intelectuales españoles, desterrados en México al finalizar la Guerra Civil Española, quienes fundarían la Casa de España en México el 20 de agosto de 1938 a iniciativa de Daniel Cosío Villegas, el actual Colegio de México (COLMEX) vigente hasta nuestros días. Mientras que en 1936 se funda el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y en 1946 el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), ambas instituciones descentralizadas de la SEP fueron los primeros intentos para crear un organismo estatal dedicado a atender las cuestiones culturales. Taller Poético dio lugar a Taller (19381941). Continúa con los esfuerzos modernistas de divulgación literaria. Fundada por Octavio Paz (1914-1998) y Rafael Solana (1915-1992). En una época en que sobresalía el nacionalismo y realismo socialista, proclamaron la libertad del arte, no hicieron poesía política y se opusieron al arte de propaganda para afirmar la libertad de la literatura. Efraín Huerta - José Revueltas Carmen Toscano. Las contribuciones a la poética de Octavio Paz y Efraín Huerta mostraban espontaneidad, calor humano y ofrecían una experiencia total del mundo acorde con las ideas sociales en boga, al mismo tiempo que confrontaban sus experiencias personales contra
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la ciega fatalidad, en un reconocimiento del desamparo humano. Revista Tierra Nueva (19401942). Dirigida por Jorge González Durán, José Luis Martínez, Alí Chumacero y Leopoldo Zea. Revista Cuadernos Americanos (19421986). Coordinada por los intelectuales nacionales Alfonso Caso, Daniel Cosío Villegas, Mario de la Cueva, Manuel Martínez Báez, Alfonso Reyes y Jesús Silva Herzog; además de los españoles Pedro Bosch Gimpera, Eugenio Imaz abuelo de Carlos Imaz Gispert, quien hasta 2016 estuviera casado con Claudia Sheinbaum. Otros que participaron en la revista son Juan Larrea y Agustín Millares. En ella divulgarían una multitud de ensayos en varios campos de especialización, como la literatura y antropología, incluyendo temas de economía, medicina, historia y sociología. Grupo Hiperión (1948-1952). Tomó su nombre del mito griego sobre el hijo de la tierra y del cielo, encargado de unir lo concreto y lo universal. La preocupación del grupo eran los temas de la filosofía contemporánea y su divulgación, cuyas inquietudes giraron sobre el ser del mexicano, su relación con la cultura y sus posibilidades. Leopoldo Zea - Emilio Uranga - Jorge Portilla - Luis Villoro -, Ricardo Guerra - Joaquín Sánchez McGregor Salvador Reyes Nevares. Generación de Medio Siglo (1950-1960). Término utilizado por Enrique Krauze para para abarcar a las personas nacidas entre 1921 y 1935. Tomás Segovia - Huberto Batis - Juan García Ponce Juan Vicente Melo - Salvador Elizondo - José de la Colina, entre otros, que participaron en la Revista Mexicana de Literatura; quienes no sólo desarrollarían una obra propia, sino también una labor crítica.
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Centro Mexicano de Escritores (1951-2005). Creado por Margaret Shedd, otorgó becas a través de la Fundación Rockefeller. Sirvió como promotor de grandes figuras de la literatura mexicana como Juan Rulfo, Juan José Arreola, Emilio Carballido, Sergio Magaña, y potenció la novela mexicana dándole un sello de autenticidad frente a la escritura internacional. El experimento fue prolífico y longevo, y aunque no estuvo exento de desequilibrios, perduró hasta 2005. Estuvo expuesto a la polémica por la financiación de la Fundación Rockefeller conseguida gracias a las relaciones diplomáticas del esposo de Sheed (quien fue funcionario del gobierno estadounidense) con esta trasnacional, que a su vez vio con buenos ojos financiar estos proyectos culturales, como una forma de ganar terreno y simpatías en América Latina. No podemos evitar recordar que en 1965 Robert Kennedy propuso como primer “contraveneno” a la revolución que veía estallar en América Latina, que era necesario por parte de los Estados Unidos de América: “El intercambio de intelectuales y estudiantes entre los Estados Unidos y América Latina”, con la apertura de recursos económicos, inscripción a escuelas y universidades, que consoliden el pensamiento norteamericano en los “intelectuales mexicanos”. Uno de los grandes objetivos del CME consistió en rescatar la mexicanidad de la novelística mediante una renovación del aspecto estético y estilístico, es decir, los lenguajes y los temas de las letras de la época. Revista Mexicana de Literatura (primera época 1955-1957). Carlos Fuentes y Emmanuel Carballo dirigieron la primera época de la Revista Mexicana de Literatura, que comenzó a circular en la Ciudad de México en el bimestre correspondiente a septiembre-octubre de 1955 y terminaría de Mayo / Junio de 2021
hacerlo dos años después, con el número 12, correspondiente a septiembre-octubre de 1957. La Espiga Amotinada (19601970). En 1960 el Fondo de Cultura Económica publicó La espiga amotinada, que reunía cinco poemarios de escritores jóvenes: Puertas del mundo, de Juan Bañuelos, La voz desbocada, de Oscar Oliva, La rueda y el eco, de Jaime Augusto Shelley, Los soles de la noche de Eraclio Zepeda y El descenso de Jaime Labastida. Cinco años más tarde, el mismo grupo publicó un segundo libro, Ocupación de la palabra. En esta segunda muestra Bañuelos presenta Escribo en las paredes; Oliva, Áspera cicatriz; Shelley, Hierro nocturno; Zepeda, Relación de travesía y Labastida, La feroz alegría. Generación del Crack (1966). Las siguientes son sus características principales: una literatura compleja y de mayor exigencia formal, estructural y cultural. Una narrativa dislocada o desubicada del espacio y tiempo mexicanos. Experimentos lingüísticos bastante aventurados, algunos más que otros, y novelas polifónicas, es decir, no lineales, con muchas voces narrativas. Esta generación de narradores tenía entre sus características el no imponer propuestas ni admirar a nadie; el aceptar la heterogeneidad de sus miembros como un aglutinante; el no ser un grupo de escritores sino el estar agrupados en bloques que comenzaban a definirse; el haberse formado todos en el sistema de taller. Está integrado por Ignacio Padilla, Jorge Volpi, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou, Ricardo Chávez Castañeda y Vicente Herrasti. Revista Plural (1971-1976). En la aparición de Plural condensa Octavio Paz, como en ningún otro momento, lo que había iniciado, como editor, en sus años juveniles en Barandal, después en Taller Poético, Taller, El Hijo Pródigo y en la Revista Mexicana de Literatura. Paz la concibe bajo el auspicio del periódico Excélsior. Esta polémica 27
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revista constó de cincuenta y ocho números. Fue concebida desde su inicio para llegar al gran público que luego de 1968 había venido creciendo y desarrollándose como un público inteligente y exigente, responsable y alerta. Infrarrealismo (1975-1983). Es un movimiento fundado en el México, Distrito Federal, en 1975 por un grupo de veinte poetas jóvenes, entre los que se encontraban Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro, José Vicente Anaya, Rubén Medina, Ramón Méndez Estrada, José Rosas Ribeyro y Darío Galicia. Los infrarrealistas, también conocidos simplemente como "infras”, tomaron como consigna la frase de Roberto Matta “habremos de volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial”. Más que por un estilo definido, el movimiento se caracterizó por la búsqueda de una poesía libre y personal, que representara la postura de sus miembros ante la vida, al margen de las convenciones sociales, de manera parecida a lo que hicieron los poetas de la Generación beat de los años 1950. Revista Vuelta (1976-1998). Fundada y dirigida por Octavio Paz: continuadora de su revista Plural y progenitora de Letras Libres. Fue editada con el apoyo económico del periódico Excélsior. Fundación de CONACULTA. El 7 de diciembre de 1988, el gobierno de la República Mexicana, cuyo presidente era Carlos Salinas de Gortari, publicó un decreto en el Diario Oficial de la Federación en donde declaró la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), en un intento de darle mayor independencia al sector cultural. En 1989 se crea el Fondo para la Cultura y las Artes (FONCA) que serviría para fomentar y apoyar la creación artística dentro de un proceso de “liberalización”, concepto que Tomás Ejea Mendoza define como: un proceso de modernización de la política cultural en México que, si no es meramente autoritaria, aún está Cultura de VeracruZ
lejos de poder considerarse democrática, pues ante el presidencialismo imperante era necesario que se abrieran espacios para la participación de actores no gubernamentales siempre y cuando estuvieran acotados a determinados límites y no rebasaran las prebendas ni las capacidades de decisión del Ejecutivo Federal. Conclusión: La historia de México es también la historia de sus luchas políticas, sus guerras, y sus escritores (poetas, novelistas, cuentistas, dramaturgos, guionistas, ensayistas, filósofos) así como de editores, promotores culturales, maestros y la sociedad en general. Luego de esa pequeña reflexión, deberemos concluir con Octavio Paz en que: el tejido de la literatura se debe a la acción de: “..pequeños grupos que se manifiesta por medio de sus intervenciones directas en casas editoriales, la gestión de antologías y la presencia constante en revistas literarias; de pequeños grupos cuya cohesión depende de la amistad, de una orientación doctrinal común, tanto más visible cuanto dicha orientación pueda exponerse como lineamiento de una polémica en contra de otros grupos cuya autoridad se pretende desafiar, y cuya viabilidad se sostenga en los instrumentos de un mercado literario sano”.
Somos autores de nuestra propia época, y la época que nos toca vivir es una lucha constante por expandir nuestra forma de pensar. En vez de anquilosarnos, como algunas facciones políticas pretenden, dividiendo al país apenas en dos bandos (como en el Siglo XIX) los escritores mexicanos sabemos, y tenemos claridad en que eso es verdaderamente imposible en México dada la enorme diversidad y pluralidad de lecturas y opiniones que podemos formarnos gracias al acceso que tenemos a un sinfín de libros, ideas, formas de pensar; lo que ha hecho que los escritores mexicanos tengamos mucha más tela de donde cortar, muchos más espacios para la reflexión, razón por lo cual seguiremos desarrollando una existencia caótica que seguirá 28
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fomento a la creación artística. Sociológica, año 24, número 71, septiembre- diciembre de 2009, pp. 1746 López Pedraza, Martha Elisa; Cruz Revueltas, Juan Cristóbal. 2015. Modernismo, pasado-presente. El México de Saturnino Herrán. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, núm. 61, enero-junio, 2015, pp. 163178 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México. Martínez Carrizales, Leonardo. 2016. Revista Mexicana de Literatura. Autonomía literaria y crítica de la sociedad. Tempo Social, revista de sociologia da USP, v. 28, n. 3. Perea, H. 2001. El crack: narrativa a cinco voces. Artículo. Revista de Libros, segunda época. https://www.revistadelibros.com/articulos/lageneracion-del-crack-movimiento-literariomexicano Pineda Franco, A.E. Positivismo y decadentismo. El doble discurso en Manuel Gutiérrez Nájera y su Revista Azul, 1894-1896. 25 pp. Regalado López, T. 2015. De Contemporáneos al Crack. Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia en la novela mexicana de fin de siglo. Lectura y signo, 10 (2015), pp. 45-67. Romero Chumacero, L. La Sociedad Nezahualcóyotl: evidencias. de una generación literaria decimonónica. 22 pp. Sheridan, Guillermo. 2013. Vuelta a Vuelta. Revisado en Letras Libres el 20 de mayo de 2021: https://www.letraslibres.com/mexicoespana/vuelta-vuelta Secretaría de Cultura. Fundación de CONACULTA. https://www.cultura.gob.mx/fundacion/
cayendo dentro de las publicaciones a las que tenemos acceso. Sin embargo, los escritores, tanto como los demás artistas y los científicos nacidos o radicados en México no somos la mayoría de los mexicanos, y no podemos cerrar los ojos ante esa realidad. Sabido es que el promedio de educación en México es de apenas 10.1 años, lo que significa que la gran mayoría de los mexicanos apenas tiene la educación secundaria concluida. ¿Qué significan los libros, las lecturas, las revistas, el teatro, el cine, la edición de revistas para los mexicanos y mexicanas con ese nivel de educación? Y esta es la pregunta que debe interesarnos. Referencias Adame, Ángel Gilberto. El duelo: Ireneo Paz contra Santiago Sierra. https://zonaoctaviopaz.com/detalle_conversaci on/326/el-duelo-ireneo-paz-contra-santiagosierra/ Carballo, Emmanuel. 2001. Diccionario crítico de las letras mexicanas en el siglo XIX. Editorial Océano. CONACULTA. 291 pp. Carrillo, Carmen Virginia. 2006. Grupos poéticos innovadores de la década de los sesenta en Latinoamérica. Contribuciones desde Coatepec, núm. 10, enero-junio, 2006, pp. 63-87 Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México. Carta abierta a Pablo Neruda. https://www.neruda.uchile.cl/critica/cartaabier ta.html Castro, M.A. 1992. El Liceo Mexicano. Revista de la Universidad de México. pp. 37-40. Aquiles Celis. 2020. El nuevo intelectual y la nueva izquierda. CEMEES. Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales. 10 pp. Domínguez Chávez, Humberto. 2011. La producción literaria de 1940 a 1970. 13 pp. Ejea Mendoza, Tomás. 2009. La liberalización de la política cultural en México: el caso del Mayo / Junio de 2021
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En 1998 tuve la oportunidad de pasar una temporada en el departamento madrileño de Antonio Ferres, situado muy cerca de la estación del metro cuatro caminos. Fue una experiencia maravillosa convivir con esta figura en las letras españolas contemporáneas. A mi llegada, la amabilidad del maestro de algunos académicos universitarios, fue notoria cuando me recibió en el aeropuerto de Barajas, viajamos hasta su departamento y me llevé la sorpresa de que se ya se disponía del servicio de metro hasta la estación próxima a su casa. Al abrir la puerta de su departamento, el gato Nikel, compañero fiel de Antonio, me llenó de pelos el pantalón. Más tarde fuimos a comer al restaurante de la esquina con su vecino Soriano. Por las noches conversábamos sobre sus recuerdos veracruzanos, en aquellos días en que ofreció clases en la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana. Su memoria privilegiada tuvo el poder de recordar detalles mínimos de los años sesenta en tierras mexicanas. Cada día me acompañaba a recorrer museos, lugares históricos, incluyendo cafeterías famosas, en una de ellas se reunía con un grupo de escritores para comentar sus trabajos literarios o sencillamente hablar de la vida. Las tertulias se realizaban los jueves por la tarde, y posteriormente íbamos de marcha, como se dice en España, a conocer bares, a comer tapas, botanas de orejas de cerdo, calamarcitos o cualquier bocadillo relleno de jamón serrano. A degustar diversos vinos de la casa, cerveza oscura irlandesa, o beber el Vermú de grifo. Las largas charlas de Antonio Ferres se mezclaban con la creación de los primeros poemas que salían de su antiguo ordenador, en el cual pude trabajar dándole formato a su libro La inmensa llanura, que recibió el Premio al
Alberto Hernández Vásquez
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mejor libro de poesía de la ciudad de Madrid, en el año 2000. Gracias a la larga amistad que Antonio Ferres que tenía desde hace varias décadas con Raúl Hernández Viveros, pude conocer también de la preparación de su libro Memorias de un hombre solo, en el cual dedicó algunos fragmentos a recordar su imprescindible paso por Xalapa. También durante mi estancia en su departamento logré mostrarle varios de mis intentos por escribir cuentos, Antonio Ferres con su bondadosa generosidad los leía atentamente y se reía de muchas palabras que sólo se emplean en México, y corresponden a otras definiciones en España. Más tarde me presentó a la escultora y escritora Pepa Nieto, quien nos invitó a cenar en su departamento platillos gallegos, algunos idénticos a la comida veracruzana. Llegué a sentir realmente que las afinidades y gustos por la literatura son bastante similares a las nuestras. Hace varios años en el suplemento cultural Babelia, de periódico El país, reencarnó del olvido la figura literaria de Antonio Ferres, en una entrevista se le otorgaba el lugar que merece como fundador de la narrativa realista y de compromiso social que se practicó durante los años de la dictadura franquista. En aquel viaje conocí a José Lupíañez, Fernando de Villena, Antonio Enrique, y diseñamos la edición de la muestra poética Academia de Oriente, revista Cultura de Veracruz, Marzo de 1999, No. 35, Primera época. Estas líneas son para recordar a los amigos y colegas: principalmente en memoria de Antonio Ferres.
Fernando de Villena José Lupiáñez regresa con una mayor hondura filosófica Sin hiperbolizar afirmo que José Lupiáñez es uno de los poetas más importantes de nuestro tiempo. Desde la aparición en 1975 de su primer poemario hasta el presente se han ido sucediendo títulos suyos, algunos avalados con notables premios. Fue uno de los fundadores de la Poesía de la Diferencia y pertenece a la Academia granadina de las Buenas Letras y a la Academia Hispanoamericana de las Buenas Letras. Hoy ya está en librerías su nuevo libro Las formas del enigma, un poemario variado, denso, excesivamente grande en este tiempo de minucias y mediocridades, una poesía que se alza como un grial de oro para permanecer y abrir camino a las nuevas voces. En sus páginas hay un predominio casi absoluto de versos alejandrinos que se encabalgan con suavidad y que al tiempo que crean una armoniosa cadencia, se adaptan bien al tono narrativo del libro. Claro que tampoco faltan en el mismo algunos juegos poéticos en versos de arte menor
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Ediciones Carena, España, 2021. Cultura de VeracruZ
(“y en el jardín de jade canta escondido/ el pájaro más sabio su tristeza infinita”). Son poemas casi narrativos, neomodernistas, con guiños y referencias literarias. Neomodernista también es el texto “Fábula profana”, un inquietante relato en verso, de muy subido erotismo, donde la música se logra mediante la bimembración y el acertado uso del asíndeton y el polisíndeton. Tampoco faltan poemas deliciosos, vividos con intensidad y nostalgia, como los titulados “La trama celeste”, “Rebelión en las aulas” o “La casa encantada”. En estos y otros poemas vivenciales el poeta trasciende sus experiencias con la elegancia verbal. De este modo cuenta y vela su intimidad con metáforas que se encadenan y un léxico siempre escogido. Hay también un hermoso poema de homenaje al poeta amigo Mauricio Gil Cano y otros de índole más espiritual. Pero en su estructura profunda, Las formas del enigma supone el testimonio de una crisis, de una “desazón/ que es la certeza de una bruma interior”. El libro se encuentra impregnado de dramatismo, de angustia, de oscuros presentimientos, de soledad, de inquietud. Frente a “los alimentos terrestres” que dominan muchas páginas de la obra, la parte final se hace apocalíptica, existencial, y representa la rebelión del poeta ante su propio destino y el de la Humanidad (posiblemente estos últimos poemas lleguen condicionados por la pandemia). Cierra el libro una desengañada plegaria profana con versos derramados que a veces nos evocan a Aleixandre, y una elegía. En suma, Las formas del enigma es un poemario para ser subrayado casi por entero, un nuevo hito en la brillante trayectoria de este autor imprescindible.
como un romance de tono lorquiano o unas coplas de pie quebrado. Las formas del enigma es una obra de recuento, vital, elegíaca. “La juventud se ha ido, pero no sé por dónde,/ gastada en los altares de la belleza efímera”, escribe el poeta. Estamos ante una poesía de gran hondura, más filosófica y reflexiva que la de otros textos del autor, aunque no por ello ha desaparecido aquí la sensualidad que le es propia, ese derroche de impresiones táctiles y olfativas características de su percepción de la realidad. El mar cobra ahora un gran protagonismo. José Lupiáñez lo observa al detalle y ya no es la luz cenital la que centra su atención, sino el amanecer, la naturaleza que despierta y le comunica sus secretos. Nos hallamos ante el paisaje de Motril, su vega y sus playas. El erotismo, otra de las claves de la lírica del poeta se acentúa en muchos poemas de este libro, un erotismo sutil, elegante, profundo, con metáforas siempre nuevas (“Fuera sigue la lluvia repicando y dentro ya de ti/ va mi relámpago”), con una cadencia de minué dieciochesco. En ocasiones, el erotismo aparece desde una perspectiva voyeurista. Así lo vemos en el poema “Bañista”, ejemplo de la fascinación del autor por la belleza. Hay también en Las formas del enigma varios poemas de viajes con el exotismo oriental Cultura de VeracruZ
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