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Consejo Editorial
Raúl Hernández Viveros Subdirector Alberto Hernández Vásquez Administrador Mario Hernández Vázquez
Edgar Aguilar, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Marco Antonio Acosta, Mario Calderón, Celina Márquez, Mauro Mamani-Macedo, Omar Piña, Silvia Tomasa Rivera, Vicente Francisco Torres, Juan Ventura Sandoval. Ejemplar: $50.00, suscripción: 500 pesos. En el extranjero Dls. 30 Portada: Carlos Vázquez Ruiz
REVISTA Cultura de VeracruZ, Año XX, No. 98, Julio / Agosto 2016, es una publicación bimestral. www.nuevaepoca.blogspot.com / culturadeveracruz@yahoo.com.mx Editor responsable: Alberto Hernández Vásquez. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2010081613030000-102, ISSN, en trámite. Licitud de Título: (en trámite). Número de Licitud de Contenido (en trámite). Impresa por Ediciones Cultura de VeracruZ, Altamirano No. 35, Col. Centro, C.P. 91000, Xalapa, Ver. Este número se terminó de imprimir el 26 de agosto de 2016, con un tiraje de 1000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor. Julio Agosto de 2016
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2 Gladys Casimir Morales CARLOS CASTAÑEDA LÓPEZ: UN ARQUEÓLOGO VERACRUZANO, EXPLORANDO EL BAJÍO GUANAJUATENSE*.
7 Guillermo Landa EN ESTE ESTABLECIMIENTO PARA GASTRONOMOS NO SE SIRVE RATATOUILLE 9 Adán Echeverría POEMAS 18 Carlos Roberto Morán RELATOS DE MUJERES 29 Patricia Severin LA VENTANA DE PAPÁ
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Carlos Castañeda en el sitio Peralta (mayo 2011)
Gladys Casimir Morales
En 1974, año en que me incorporé a la docencia en la entonces Escuela de Antropología de la Universidad Veracruzana, un grupo de siete estudiantes de arqueología asistiría a los cursos que iba a impartir. Los jóvenes entusiastas me recibieron con cordialidad y respeto. Durante las horas libres me introdujeron al entorno cultural de la ciudad de Xalapa, y expresaron sus expectativas sobre la carrera, de los maestros, de sus prácticas de campo. Esto era lo cotidiano, ya que el ambiente y las relaciones en la escuela eran como de una gran familia. Uno de estos jóvenes, fue Carlos Castañeda López. La etapa formativa se inició con las culturas que se desarrollaron en los espacios del Centro Sur del Golfo de México, pero sus intereses por conocer otros espacios
CARLOS CASTAÑEDA LÓPEZ:
Un arqueólogo veracruzano, explorando El Bajío guanajuatense*.
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Ponencia presentada en el IX Congreso Centroamericano de Antropología, en la Universidad de San Carlos, Guatemala, febrero 2013. Cultura de VeracruZ
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mesoamericanos encaminaron sus pasos en otras direcciones. En el desarrollo profesional de Carlos Castañeda, influyeron diversos factores, algunos de ellos tuvieron que ver con las actividades que se llevaban a cabo en el seno de la investigación arqueológica en la Universidad Veracruzana, durante décadas limitada o inexistente, lo que redujo la captación de egresados de la escuela y su incorporación a la investigación regional estatal. Entonces hay que salir del entorno en busca de oportunidades. Su acercamiento al Instituto Nacional de Antropología e Historia, inicia en uno de los grandes proyectos de su tiempo: El Proyecto Tula Hidalgo, que se planteaba nuevas y diversas temáticas de investigación, entre ellas: Los orígenes del Estado. Su estancia ocurre entre 1976 y 1977 y las actividades coordinadas por las arqueólogas Ana María Crespo y Alba Guadalupe Mastache. En 1979 se incorpora a un proyecto de restauración de monumentos en el área maya, experiencia que no le fue muy gratificante. Tiempo después trabaja en el Laboratorio de Análisis de los Materiales Arqueológicos producto del Proyecto Gasoducto, en los terrenos del Museo Veracruzano de Antropología, en la ciudad de Xalapa. Más tarde, es invitado por Ana María Crespo a participar en el Proyecto Atlas Arqueológico de Guanajuato, entre 1979 a 1986, desde entonces El Bajío es su foco de atracción, su dedicación, su pasión, y donde aún continúa. A partir de ese momento Ana María Crespo va a desempeñar un papel fundamental en el desarrollo profesional de algunos egresados de la Universidad Veracruzana, de entre ellos, Luz María Flores, Juan Carlos Saint Charles, José Antonio Contreras y Carlos Castañeda. Ana María Crespo y sus colaboradores, se dan a la tarea de investigar, para tratar de Julio Agosto de 2016
entender y explicar el desarrollo cultural de El Bajío Guanajuatense. Guanajuato aparecía como parte de territorios ocupados ancestralmente por grupos nómadas cazadores y recolectores, apreciación que se veía apoyada por la precaria existencia de trabajos arqueológicos, y por la documentación colonial que menciona la introducción de grupos otomíes y su concentración. Los investigadores de los centros del INAH Querétaro-Guanajuato, emprenden un primer paso en la recuperación histórica de la región: reconocimientos sistemáticos de superficie, muestreos cerámicos, consulta de documentos coloniales, e ideas compartidas por diversos enfoques ya que el grupo es multidisciplinario. Ana Crespo se plantea la existencia de asentamientos en la región conformando Unidades Políticas Territoriales, categoría que había sido aplicada previamente en la investigación arqueológica en San Bartolo Agua Caliente, ahora se llevaba al Bajío. Estos planteamientos, estos saberes recibidos de Ana María Crespo, de Rosa Brambila, enriquecen al compartirlos, al enseñar a ver, a caminar, a distinguir, a registrar en fotografías, dibujos, reportes, las observaciones sobre los vestigios de las acciones humanas en el pasado; Carlos, entonces, con una docena o más de estudiantes de mi curso, en práctica de campo extracurricular, recorre San Bartolo Agua Caliente Guanajuato, los municipios de Yuriria y Valle de Santiago, Acámbaro, Tarandacuao, Celaya, Juventino Rosas y Apaseo El Grande, dentro del Proyecto Atlas Arqueológico del Estado de Guanajuato. Igual los coordina en los reconocimientos sistemáticos en los municipios de Apaseo El Grande Guanajuato, Villa Corregidora y Huimilpan, Querétaro, dentro del Proyecto Regiones Culturales de Querétaro en 1985. En ocasión de temporadas de trabajo de campo del Proyecto Loma Iguana, La Antigua, Ver., bajo mi dirección, permaneció dos semanas 3
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durante las cuales nos orientó en la identificación de materiales de construcción, realizó excavaciones y un plano topográfico de uno de los sitios. Fue emocionante para los estudiantes, escuchar sus experiencias, sus opiniones sobre el quehacer, salpicado con su buen sentido del humor, y alentarlos al señalar la importancia de la responsabilidad en el desarrollo del trabajo, no obstante las dificultades en su proceso. Teniendo por fondo hamacas, bolsas de dormir, mosquiteros, mochilas, botas, tenis, pantalones vaqueros, colgando de pared a pared, tiestos secándose sobre periódicos en el piso, y en general todo lo que puede encontrarse en un campamento de estudiantes de arqueología, que era eso en lo que se convertía la Casa del Ejido de Loma Iguana, que la comunidad nos prestaba durante tres o cuatro semanas cada temporada Tanto las propuestas de investigación como sus resultados, avances, problemas, deben ser sometidos a la comunidad académica. Es importante esta divulgación sobre lo obtenido: Ana Crespo, la profesora, como la nombraban, alentó siempre y respetó sus voces y espacios para divulgar sus ideas y resultados. Carlos nos ha nutrido con un respetable número de obra escrita. A lo largo de los últimos veinticuatro años de investigación encontramos treinta y un escritos entre artículos en medios de difusión especializada, tres de los cuales son libros compartidos con dos o tres colegas. Otros aspectos de esta participación es la que se realiza en foros, congresos, mesas redondas, seminarios; espacios en los cuales Carlos Castañeda ha presentado más de quince ponencias. Este no es todo el trabajo profesional, ya que hay espacios importantes como la difusión de conocimientos a través de bienes culturales materiales que son expuestos en museos; vitrinas, que transportan al visitante al pasado y que de los arqueólogos depende en gran medida la realización de ese viaje histórico. Con este compromiso, lo encontramos Cultura de VeracruZ
escribiendo unos diecisiete guiones museológicos y museográficos para museos de Guanajuato. Unida a esta colaboración con los museos, y casas de cultura, en las que Castañeda intenta consolidar en el público el interés por su historia prehispánica y colonial, ya que uno de sus grandes objetivos es concientizar a través del conocimiento histórico, es uno de los colaboradores de: Arte Popular Guanajuatense, con la tradición en las manos, a cargo del Instituto estatal de la Cultura de Guanajuato, 2012. Su texto, “La Alfarería de Guanajuato”, es producto de su amplio conocimiento de las diversas implicaciones que la creación alfarera imprimió a las sociedades humanas. Así, expone a todo lector sobre los recursos naturales existentes y explotados en el estado por los artesanos, las tecnologías para la manufactura, la enorme variedad de objetos producidos, el enriquecimiento de tradiciones al incorporar elementos de otros grupos como es el caso de la Talavera Poblana, la producción de objetos ornamentales de nuevo uso en la vida moderna, la existencia de talleres donde se mantienen las tradiciones familiares. La lectura nos induce a conocer y reconocer uno de los más antiguos legados de nuestras tradiciones culturales: el trabajo del alfarero. Inclina al comprador a saber que el bello objeto que tiene en sus manos representa gustos, tradiciones, dedicación, y sobre todo muchas horas de trabajo en la satisfacción de su creador. Pero una de las mayores satisfacciones de Carlos, son las que lo llevaron a dedicarle más de tres lustros a uno de los sitios de El Bajío Guanajuatense: Plazuelas. A lo largo de ese tiempo, de esos años, avanzó con pasos firmes cada vez las etapas de investigación en un recinto arquitectónico cubierto de tierra y vegetación, que poco a poco fue mostrando su complejidad espacial y sus técnicas constructivas. Recinto que ocupaba la 4
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parte superior de una amplia plataforma limitada por dos profundas barrancas. Las Casas Tapadas, como era conocido el lugar, fueron emergiendo lentamente ante el asombro de los habitantes que ocupan la ladera sur en el poblado de San Juan el Alto Plazuelas, municipio de Pénjamo, Guanajuato. El Proyecto Plazuelas, dirigido por Carlos Castañeda, estuvo fuera de la dinámica que en muchos casos interviene en el quehacer arqueológico, es decir, la prisa por obtener resultados, y abrirla al turismo. Conocimos el sitio desde el inicio del proyecto, así que recorrimos entre la vegetación los cerritos o montículos; en cada visita veíamos como iban emergiendo los restos arquitectónicos, y las imágenes recuperadas de patios recintos, escalinatas, muros, almenas, juegos de pelota, y demás. Cuando nos incorporamos en práctica de campo al Proyecto Plazuelas, nuestra tarea
consistió en el registro de petrograbados que yacen en el sitio y sus laderas. En ese entonces nos aproximamos a unos setecientos, ahora se cuenta con unos mil doscientos registrados, y aún hay más. Tal cantidad de grabados le confiere al sitio cualidades rituales, entre otras, ya que algunas son maquetas de ciudades aún no identificadas, pero una de ellas, es la propia del lugar. El poblado, hacia el costado del sitio es pequeño, y se llegaba a través de un camino de terracería; sus habitantes campesinos. Desde su inicio estuvieron involucrados en el proyecto; un buen número de ellos compartió su tiempo como peones a su regreso o antes de migrar a Estados Unidos como trabajadores eventuales, indocumentados. Así, los trabajadores sentían que descubrían las Casas Tapadas, que las revestían al consolidar muros, pisos, patios, calzadas,
Carlos Castañeda, con estudiantes de arqueología de la Facultad de Antropología, UV. Proyecto Arqueológico, Loma Iguana, La Antigua, Ver. (1987).
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juegos de pelota; la gente se mantenía al tanto del desarrollo de los trabajos. El equipo, al compartir sus ideas con los lugareños, está contribuyendo a la toma de conciencia sobre el trabajo que se realiza para recuperar parte de la historia propia. Carlos dice que esta actitud deriva de que él recibió del colega Efraín Cárdenas esa relación con las personas. En todo caso, considero que Efraín fue un estímulo a la naturaleza del ser de Carlos Castañeda. Plazuelas nos recibe hoy, después de más de quince años de trabajo, con evidentes cambios, una calle pavimentada, servicios sanitarios, Centro de Salud, Museo de Sitio donde se expone la historia de Casas Tapadas. Logros del arqueólogo, atendiendo las necesidades señaladas por la comunidad y con el apoyo municipal. Casas Tapadas, hoy nos relata parta de su historia: fue construida y habitada desde inicios de la era cristiana, hasta 900 d.C., cuando ocurre destrucción de edificios, desmantelamiento de los mismos. Al parecer, el lugar es abandonado. Reflexionando sobre esa lenta trasformación del pueblo, que “de ser un rancho aislado y lejano, pasó a ser un centro de desarrollo turístico “. (…) “uno de los sitios obligados de visitar en Guanajuato”, el arqueólogo, motor y gestor de gran parte de ellos se dice: “Ahora veo las fotos del rancho, en especial una junto a la escuela por donde pasa el arroyo. Ahí está mi comadre Elvira con un rebaño de cabras … en la ensoñación de lo que es, debe ser un rancho… de lo cual ya no queda nada, me pregunté: ¿pero qué hice? Ya ni modo… de cómo estaba el rancho ya casi no se acuerdan, y cuando les paso las fotos para no perder la memoria, todos se ríen: ¡miren como éramos antes!” Y el arqueólogo siente satisfacción, porque los lugareños participaron en forma colectiva, y decidieron sobre las innovaciones que se harían en San Juan El Alto Plazuelas
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Post scríptum
Carlos Castañeda López, originario de Córdoba Veracruz, falleció a la edad de 63 años, en la ciudad de Guanajuato, el 28 de junio de 2016. Hombre generoso, apasionado y comprometido con su oficio. Pidió ser cremado, y que una parte de sus cenizas reposaran en el sitio Plazuelas (Casas Tapadas), de San Juan el Alto Plazuelas; otra, al lado de su madre, en el cementerio de Córdoba. Descanse en paz
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Guillermo Landa En la Tour D’ARGENT, el más viejo restaurant de París (1582), me dispongo a comer mi Canard á la presse número 485546 (después de 1890) según la receta de Frédéric. Aquí fue donde Enrique IV, al descubrir un astil con cuatro púas iguales para pinchar la carne y alimentos sólidos, abandonó la fourchette de pére Adam.
EN ESTE ESTABLECIMIENTO PARA GASTRONOMOS NO SE SIRVE
RATATOUILLE
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PARIS 8E ARRONDISSEMENT
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Sentado a la buena mesa del muy confortable restaurant Androuet, 41 r, Amterdam, degusto el enmohecido queso de oveja, afinado en las grutas calcáreas de la meseta que riega el Aveyron; Feullete a roquefort es este fromage á pate pressée et persillée que lleva el nombre de la comunne Roquefort-sur-Soulzon y que saboreo rociándolo con un vin de table du Pays des Coteaux Varois Domaine de S1 ESTÈVE.
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FAUNÍSTICA En tu espalda duermen las libélulas sueñan esparcir lunas. En el eclipse de alas un pegaso bebe entre tus piernas y enciende la noche.
PRINCIPIO ruedan los relámpagos en espirales de luciérnagas noctámbulas crecen los laureles sus ramas de vidrio cortan nubes
ADÁN ECHEVERRÍA
el lirio se desgaja y dibuja muerte sobre el agua
POEMAS
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MUNDO AJEDREZ
AGENDA
Dios envejece... ¡silencio! Caballo amenaza a rey y atraviesa valle de peones.
Dormir dos días ásperos refugiado entre domingo y viernes
Horizonte del tablero la torre enciende flechas.
lunes 2:30 p.m. comer palomas en la catedral escupir a los mendigos
Junto al río de negra fuga bebe magia el corcel
martes silencio desplomado
Destruir enroque sitiar el orbe blanco.
se enciende la cascada de sombras no huye la luz de los párpados
Adarga herida la reina atrapa diagonal de alfil.
miércoles 5:50 a.m. paladear al sol en su cornisa sudar milagros por la calle apedrear enamorados
Jaque al rey albino grito sangre suicidio.
11:00 p.m. robar cromáticas miradas tatuar carajos en los muslos enrojecer de ojos el humo
Reino marfil desecho corona al monarca oscuro la revolución.
jueves 5:30 p.m. consumir huesos de sol desmenuzar la noche viernes medio día morder aceitunas del pecho absorberte las clavículas enredado en tu cadera Equilibrando furias, dos noches para la muerte: te presiento noche del viernes caminar eclipses anolando nubes 10 Cultura de VeracruZ
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exprimir fuego de ángeles en tus senos descansar las plumas las manos impregnadas de futuros disuelven los sentidos
NACIMIENTO Gemimos por las niñas encerradas en la luna que roban amor a la esfera gitana y atrapan la noche en lágrimas odiando su virginidad. Despiertan ocultas al fuego insomne en las pupilas de un ángel: se vuelven luz.
en el ocaso del sábado me vuelvo caracol herido y con el silencio de opio se desangra la respiración.
AGONÍSTICO Soy el puma que recorre a mordiscos tu cuello el bramido de toro que te sangra la espalda nauyaca enredada en tus costillas veneno en el que exhalas.
11 Septiembre / Octubre de 2015
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FRAGMENTOS DE CLARIDAD
OJOS DE GATO
Habló de matar apedrearme luz violeta de arpa desgarra la niebla
La rosa de ojos de gato que tiene manos de simio sobaba bajo la tela mi tierno unicornio blanco. Bebía con sus miradas el sudor de cabellera y aporreaba las caderas contra el vientre partido en dos.
laberinto en ojos espina labios
No sabe de su delirio pero abre bien la orquídea pasa el filo de lengua sobre el cuerno dolor.
entre párpados dolor polvo.
Mujer de fatalidad atrapada en sus delirios no entiende de ser hermosa en la cara en las caderas en las piernas en los senos sus genes son el lamento mujer fea victimada soledad. Cuando la daga expulsa vida hasta su boca baja la mirada ausente vuelve a sentirse niña jugando con sus muñecas dando pasos de equilibrio el placer la irá olvidando y el amor no llegará.
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NEGACIÓN Nunca la luz quiso envolver la silueta de mi canto no quiso saborear los pecados al contacto de la noche ni tener que ver con mi epidemia.
BESTIARIO QUE SOY Conoces mis hienas mis lobos mis coyotes el tigre que me habita recorre tus piernas conoces mis abejas mis palomas mis venados rojos la piel de mi serpiente hiriendo tus pezones
Nunca el sol desdibujó la sombra ni entró hasta la garganta y en mis sienes no dejó su ardor de vida.
conoces mi dilema de lobo asesino amor de yaguarundi depredo tus noches
En los ojos se despliega el horizonte la selva extendida a lo lejos se vuelve el deseo entre los labios.
soy la garra el colmillo la herida del alba relámpago de sangre que estalla en tu lengua
Para perderme de la ciudad y sus rituales el aire asustado me retira la vista. Nunca nadie beberá del alma ni me fusionaré dejando descendencia no se detendrá el tiempo mientras bajo velozmente el precipicio...
13 Septiembre / Octubre de 2015
Cultura de VeracruZ
TRANSMUTACIÓN sin ti soy espuma instante del agua un dedo de frío que entra en tus llagas espinas del miedo hiriendo tu lengua el ala de un cuervo dibujo en tu lápida
NINFAS Color aceituna era el universo de caricias que enseñan las niñas de secundaria a sus maestros al crecer sus años van con las faldas al viento copiándole a Eros corrigiendo su nombre construyendo su ego.
AMANECE Tras el suicidio de luna callas y la pupila del alba luz en fuga eclipsa la mirada.
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CAMPANAS
ETERNO INDIO QUE SE QUEJA
Más de una vez esperé que suenen las campanas nunca me dejaron escucharlas los perros; entre sueños se disolvió el olvido de opio y una golpiza me regresó al calabozo.
I. Qué el águila se grabe el pecho para dormir sentirme patria para no penar sin consuelo soplar sueños destruir destierro y alma.
los unicornios saltaron el cemento la ciudad de niños extraña sus árboles
Qué la serpiente descienda muslos buscar veneno de locura gritar la opresión la ansiedad del sueño morder el mar el aire áspero en la tierra sentirme Mérida en conquista eterna.
Mil y una tarde por no decir noche sonreí al esperar las campanas más sólo un ladrido de niebla recorría la calle donde la luna envuelta por sombras se derrama. los días de acero se volvieron óxido tu piel de aluminio desdobló sus alas
Qué el nopal se cuelgue de axilas y desprenda espinas del hueso desvanecerse en silencio como protozoario fuera de su charca.
II. Soy portador del virus de pobreza perdedor que lame los desechos adoren la herida de mi carne heme aquí sólo soy tristeza aire amargo lámpara de ciegos sombra húmeda enmedio de la plaza. Cuelgo la cara al sol: evaporarme soy voluntad del indio que agoniza un ser que de noche: bebe lágrimas entre la hierba.
III. Miro las paredes y sus nombres piedra del sudor de nuestros padres ciegos 15 Septiembre / Octubre de 2015
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Soy tu hija patria mía soy tu raza déjame entrar a tu caverna dormir entre búhos y anemia los topos no salen de su encierro en días de luna.
VI. Soy la vida la noche es la nostalgia héroes que luchan con sus bestias la hipócrita historia acontecida bajo los pasamontañas enlodados.
Soy la entereza del mosquito que fastidia en los oídos pétalo que cae en cada tumba erosionada. Viento al besar el pubis de tus niñas uno más indivisible eterno indio que se queja.
Soy luz tiniebla para los mártires cabalgo el rayo en la tormenta lanzando sacrílegos desprecios a las montañas de agua embravecida.
VII. IV.
Dormiré si quieres veinte años con el cuerpo en las espinas de bandera. Ser águila nopal serpiente del escudo la noche con su muerte de bares.
Entiende mi martirio quiero cumplir con la existencia elevar tu nombre a la estratósfera ser cumbre del mundo ser patria: tu innegable nobleza.
Guarda la religión en las montañas tradiciones de color pringando las leyendas junto a la tumba de cristeros o en las ceibas de guerreros mayas.
V. Deja que lance gritos como balas perforar corazones de infantes traicionados. Cielo de luciérnagas manantial de manatíes sumisos por la paga simple decadencia de pretéritos.
Deja al indio alimentar la tierra con sus huesos llanos de azul y verde esmeralda. Patria eres tan diversa soy simple pensamiento de un ingrato escondido entre las sombras.
¡Oh mi México! no basta con quererte desprender la carne alimentarte ¡cómanme antropófagos! no mueran de hambre.
La carne de mis huesos es testigo del corazón que he dado en el filo de tus años. Mi cuerpo se funde con el barro te guardo del tiempo entre los lagos sucios del otoño. El colibrí que atraviesa los años de las plantas 16
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desgarra la muerte en lo profano hasta sorber el silencio.
VIII. ¿Qué te pasa patria? no me abortes no dañes la luz de tus indígenas que dan el cuerpo los críos de esta gris vida. Por tu grandeza no seas la cruz del muerto cavas la tumba de todo el pensamiento anárquico. México de antepasados deja de sentirte en el secuestro por guerras inservibles y política obsoleta de reptiles endiosados. Mira que quizá me vuelva tiempo pues sé que acuso sabiendo mi pasado esquizofrénico soy tan sólo el peor de los humanos el perdedor inofensivo que se queja.
17 Septiembre / Octubre de 2015
Cultura de VeracruZ
El nervio desnudo de la vida*
Es tan infrecuente encontrarse con la excelencia, con la extrema calidad y originalidad en una obra artística, que cuando eso ocurre corresponde destacarlo, celebrarlo. Eso nos ha pasado con estos más de cuarenta cuentos de la casi desconocida Lucía Berlin. Sólo en el último tiempo en los Estados Unidos ha tomado impulso rescatar su obra narrativa, que únicamente la integran setenta y seis cuentos que se encontraban en el olvido. Rescatarlos, recuperarlos, darlos a conocer a los lectores de nuestros días, supone un fundamental acto de justicia y una reparación necesaria para quien fue una escritora de excepción que llevó una vida azarosa, poco feliz, cargada de hijos, cuentas y extenuantes problemas físicos y sociales (fue alcohólica durante gran parte de su vida) y que sin embargo tuvo la entereza de afrontarlos, mientras luchaba por sobrevivir, llevando adelante penosos trabajos de subsistencia. Sorprenden varias cosas: el humor que supo extraer de esas experiencias y volcarlas en relatos que aunque no son estrictamente autobiográficos, en muchas ocasiones evidencian que se basan en un amplio anecdotario personal,
CARLOS ROBERTO MORAN
Relatos de
MUJERES
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Berlin, Lucia, Manual para mujeres de la limpieza, Alfaguara, Barcelona-Buenos Aires, 2016,
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la fuerza de voluntad que puso para hacerse cargo de cuatro hijos (mientras sus distintas parejas la abandonaban o ella optaba por el alejamiento), soportar trabajos mal remunerados a pesar de sus conocimientos académicos y su dominio de varios idiomas, superar el alcoholismo y sobrellevar una escoliosis progresiva que le obligó en determinado momento a cargar con un corsé metálico, mientras la enfermedad avanzó al punto de perforarle un pulmón y obligarla a vivir sus últimos años con máscara de oxígeno. No debe haber sido nada menor, cuando joven, poseer un rostro de gran belleza, tanto que asombra porque recuerda a esas caras infrecuentes del Hollywood de la Edad de Oro, como la de Elizabeth Taylor. Más allá de esa circunstancia, la realidad fue que aunque haya tenido algún tipo de reconocimiento en su país natal o en otros donde vivió (residió en lugares como México y Chile, hablaba fluidamente el castellano), su obra no tuvo la repercusión merecida. Esta compilación viene, por suerte, a reparar esa falta.
veces miserables, materia prima de la mayoría de sus cuentos. En ellos, a través de ellos, se “ven” las mujeres pobres en acción. Son mujeres, en general, sin hombres (o porque han muerto o las han dejado o porque ellas tomaron la decisión de abandonarlos) que afrontan sus historias pequeñas, o grandes, con paciencia, tenacidad y un innato sentido de la dignidad. Esas mujeres, a través de la fecunda capacidad narrativa de Berlin, tienen humor y sus muchas penas, sus trabajos extenuantes, sus “luchas” contra patrones considerablemente insensibles (“las señoras siempre suben la voz un par de octavas cuando les hablan a las mujeres de la limpieza o a los gatos”), sus dificultades económicas persistentes son sobrellevadas como mejor pueden (y saben) en un ámbito pudiente que sin embargo no las contempla. Sus mundos tienen que ver con vetustos buses o colectivos, lavanderías, hospitales o clínicas, enfermedades, barrios marginales, sexualidad omnipresente aunque no siempre feliz o correspondida, miseria de todo orden, aunque Berlin se cuida de caer en la autoconmiseración, en la pintura propia del realismo socialista. Es su personal “realismo sucio” y veraz y por eso, porque tiene que ver con la verdad de quien carece no sólo de dinero sino también de planes, del sentido de la felicidad, se la ha vinculado con el Raymond Carver que –como ella- supo luchar contra el alcohol, las carencias, el nervio desnudo de la vida.
Mujeres en acción Un total de seis libros mínimos que vendieron escasos ejemplares, fue todo lo que se conoció de ella como autora en vida (murió en 2004) y aunque empezó publicando en revistas de prestigio, optó antes que nada por una existencia errante, cargada de sobresaltos. Tuvo una madre terrible, familiares alcohólicos, un padre ingeniero que la llevó a vivir a pueblos mineros de los Estados Unidos. Luego se trasladó al exterior, primero a México y más tarde a Chile, en cuya capital, Santiago, vivió como una “princesa”, rodeada de un confort y con un nivel que ni antes ni después volvería a ser lo “propio” de su historia personal (el príncipe Alí Khan le dio fuego para su primer cigarrillo). Luego, ya de regreso en su país, mientras luchaba contra el alcoholismo y la escoliosis, tuvo trabajos muchas
Allí, donde quiso estar. Ajena a la fama (quienes la conocieron dicen que, de haberla tenido o conocido, no habría sabido lidiar con ella), próxima a los perdedores, dueña de una prosa de alta originalidad, con textos que son impecables pese a que parecen faltos de pulimento, que no dejan mensajes, que son chejovianos pasajes de vida (y que suelen concluir sin vueltas de tuerca inesperados, sin 19
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sorpresas, que simplemente se desvanecen) su voz recuerda a las mejores y al mismo tiempo se yergue con su propia singularidad. Admiradora incondicional, en un prólogo sugerente, iluminador, Lydia Davis, gran escritora, expresa, al referirse a la calidad de su obra: “¿Cómo lo consigue ella? Quizás porque nunca sabemos muy bien qué viene a continuación. Nada es previsible. Y aun así a la vez todo es sumamente natural, verosímil, fiel a nuestras expectativas psicológicas y emocionales”. A su amigo Stephen Emerson le señaló en una carta, de las tantas que escribió, que admiraba a Chéjov, con quien se sentía identificada, por “ese desapego técnico (para narrar), combinado con la compasión, y consideraba fundamental “no escribir palabras de más”. En estos relatos no las hay, cada historia que narra –son demasiado variadas como para resumirlas acá- resultan exactas. No es tanto así, porque no buscaba lo “perfecto” sino el secreto profundo del existir, pero el lector percibe al
final de cada texto que difícilmente hubiese lugar para algo más. La mujer que traba relación amistosa con un viejo indio en un lavadero, la otra que cuenta las peripecias sufridas en una clínica clandestina de abortos, la que narra sus experiencias como “mujer de la limpieza”, la enfermera de hospital, la asistente en una clínica, la docente que “no puede” con el adolescente indócil que es casi un delincuente juvenil, la que cuenta una suerte de historia amorosa con un jockey herido, la que acompaña a su hermana que padece una enfermedad terminal, la que recuerda el pasado, no siempre agradable, pero en general matizado, enriquecido, por una mirada irónica que es también de amplia comprensión del comportamiento humano. Una vez que se empieza a leer este libro es difícil dejarlo, conformarse con uno o dos cuentos, porque Lucía sabía cómo “envolver” a los lectores con estas historias de mujeres que, aquí copiamos de la contratapa, “están desorientadas, pero al mismo tiempo son
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Datos para una biografía: Lucia Berlin (Lucía Brown) nació en 1936. Publicó sus primeros relatos a los 24 años enThe Atlantic Monthly y en la revista de Saul Bellow y Keith Botsford, The Noble Savage. Escribió de manera esporádica hasta los años ochenta y, tras la insistencia del poeta Ed Dorn, decidió publicar su primer volumen de relatos, Angels Laundromat. Sus historias se inspiran en sus propios recuerdos: su infancia en distintas poblaciones mineras de Idaho, Kentucky y Montana, su adolescencia glamorosa en Santiago de Chile, sus estancias en El Paso, Nueva York, México o California, sus tres matrimonios fallidos, su alcoholismo, o los distintos puestos de trabajo que desempeñó para poder mantener a sus cuatro hijos: enfermera, telefonista, empleada doméstica, profesora de escritura en distintas universidades y en una cárcel. En 1955 se matriculó en la Universidad de México, donde fue alumna del escritor español Ramón J. Sender. En 1994 ingresó como escritora residente a la Universidad de Colorado, donde también se desempeñó como docente. Berlin publicó seis libros de cuentos, pero casi toda su obra se puede encontrar en los volúmenes Homesick: New and Selected Stories (1990, galardonado con el American Book Award), So Long: Stories 19871992 (1993) y Where I Live Now: Stories 19931998 (1999). Su relato de cinco párrafos "Mi jockey" ganó el Jack London Short Prize de 1985. En sus últimos años vivió en el garaje de la casa de su hijo. Falleció en 2004, el día de su cumpleaños, de cáncer de pulmón.
fuertes, inteligentes y, sobre todo, extraordinariamente reales. Ríen, lloran, aman, beben: sobreviven”. De todo eso se trata. “Una noche Jesse entró en el cuarto de baño cuando yo estaba leyendo una carta de Nathan. Decía que tenían que volver a casa. Nos peleamos toda la noche. Pelea de verdad, con puñetazos y patadas y arañazos hasta que terminamos llorando tirados en el suelo. Acabamos emborrachándonos a lo bestia durante varios días, pasados como nunca. Al final estaba tan envenenada por el alcohol que una copa no me hacía nada, no me calmaba los temblores. Me asusté, me entró el pánico. No me veía capaz de dejarlo, creía que nunca podría cuidar de mí misma, mucho menos de mis hijos. Estábamos desquiciados y juntos nos desquiciábamos aún más. Decidimos que ninguno de los dos merecía vivir. Jesse nunca llegaría a ser músico, ya lo había echado por la borda. Yo había fracasado como madre. Éramos alcohólicos empedernidos. No podíamos vivir juntos. Ninguno de los dos encajaba en este mundo. Así que lo mejor era morir. Resulta violento escribir esto. Suena tan egoísta y melodramático. Cuando lo dijimos, era una verdad funesta y terrible”.
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Definen a la helada negra como “el terror de los agricultores porque no hay cultivo que la sobreviva”, incluyendo a los más resistentes. En estas circunstancias, se añade, no hay formación de escarcha por lo que el frío lento y persistente ataca directamente a las estructuras internas. Lo concreto, que apunta a lo simbólico, se hace aún más específico, y terrible, cuando la información precisa que “a nivel celular aparecen cristalitos en forma de cuchillos que desgarran la maquinaria interna de las células y las membranas internas se desecan a causa del mismo proceso de congelación”. Resultado: la necrosis de los tejidos dañados que se ennegrecen de golpe como consecuencia de la podredumbre y si los daños afectan a partes vitales, como el tronco y las hojas, la planta muere. De estos daños, profundos, íntimos, irreversibles, de la “helada (el hada) negra” que no hace milagros salvíficos en la vida, nos habla la decena de cuentos bien macerados de Patricia Severín*, quien a mi juicio encuentra su mejor voz cuando incursiona en el género. La selección de este libro compacto, que exige lectura atenta, se abre con un cuento cuyo título, “El hombre que más amó a mi hermana”, puede llamar a un engaño del que lector saldrá de inmediato puesto que se trata de un relato en el que el amor y la muerte se encuentran profundamente entrelazados. La habilidad narrativa de Severín presenta acá sus momentos más logrados, en un cuento plagado de saltos cronológicos, de fuerte contenido autobiográfico que, amén de ser una elegía por una pérdida muy próxima, es también una reflexión sobre la complejidad del amor. En estos relatos en general los amores no suelen ser correspondidos. En ellos lo femenino se impone, aunque no en sus versiones
EL DOLOR DE
VIVIR
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Helada negra, Ediciones Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2016
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correspondidos o no, hablan de distinta forma en otros cuentos, como en “Mano izquierda”, en el que un accidente circunstancial que sufre un hombre que hacha leña, esconde en realidad determinados infiernos personales. Que es lo que también ocurre en “Corazón de erizo”, en el que una gran familia, el dinero y la soledad profunda se esconden detrás de una constante hipocresía. La naturaleza, los detalles. Dos de los cuentos de este libro merecerían un análisis minucioso que una reseña no lo permite, puesto que debería incursionar y exponer todos sus secretos. Me refiero a las ya citados “El hombre que más amó a mi hermana” y “Corazón de erizo”, en los que las descripciones minuciosas y la fuerte presencia de la naturaleza –también pintada de manera minuciosa- se vuelven coprotagonistas de las historias centrales. Notable la habilidad de Severín para fragmentar las historias, jugar con el presente y el pasado y, particularmente, aportar esos detalles mínimos, no nimios, que Nabokov le reclamaba a la mejor literatura. Qué fuerza tienen en estos cuentos la descripción de flores, de árboles, de ropas, de determinados ambientes, que van constituyéndose la materia viva, decisiva, de los relatos, que tanto refuerzan las situacioneslímite que viven las dos protagonistas, ambas marcadas por la tragedia. Tragedia: he aquí otra palabra decisiva en estos textos de la autora. Tragedia de la hermana, tragedia de la prima, tragedia de la mujer engañada, tragedia de esa otra mujer que busca sus ancestros en Italia (y el misterio que encierra el pasado de su abuelo), tragedia de quien corta leña, tragedia de la mujer que en la soledad más profunda (más íntima) describe una historia amorosa en tiempos de la computadora (los tiempos pasan, las costumbres mutan, pero las emociones y el dolor son permanentes,
edulcoradas o de romanticismo trasnochado, sino que hablan de la vida “vista” desde lo profundo de la mujer. Esto no es juicio de valor, desde ya, sino que Severín cuenta con sus emociones a flor de piel, y aunque invente situaciones y personajes, aún los masculinos, es la mujer la que se instala en estas páginas. Y se expresa con toda su singularidad. “Helada negra”, el relato que da título al libro y con el que cierra el volumen, es donde más esa mujer se manifiesta, donde estalla, como si se tratara de un grito último, agónico, diciendo su íntima verdad. Imposible hablar de su contenido, aunque sí puede aludirse a la relación única y definitiva de una madre con su hijo recién nacido. Así como el amor es el que “informa” al primer cuento, las emociones, los afectos 23 Septiembre / Octubre de 2015
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fondo de los plátanos. Yo quería disimular mi soledad ese atardecer, cuando el sol se ponía tenso y naranja entre los árboles del parque, buscando cualquier cosa, un pretexto en la cartera, diciéndome mil veces para qué viniste, para qué te pusiste el vestido de falda transparente que molesta (o yo pensaba que traslucía y molestaba tanto). Traté de colocarme de costado y alejarme de los grupos para que mis piernas no se vieran cuando la luz daba sobre la falda. Me protegía en la penumbra, haciendo como si buscara algo, o corría a observar detenidamente la flor del limpiatubos, alargada como una boquilla gruesa o un cepillo tupido y cilíndrico, de esos que se usan en los bares para limpiar el fondo de los vasos. ¿Por qué se llamaría así? ¿Y no rosa ígnea o carmesí de flecha o dedos de fuego? Ese arbusto me estaba poniendo poeta y eso era malo. Siempre que me ponía poeta algo incontrolable sucedía, como si al abrirse los poros del corazón se derramase por esos ínfimos agujeros toda la sangre”.
persistentes). La pequeña/grande tragedia de la familia que espera la llegada del hombre a la luna. O la tragedia de la mujer con su hijo recién nacido durante un viaje bajo la trágica helada negra. Tragedia, al fin, del hombre que más amó a su hermana, obsesionado, obsesivo, incontenible, incapaz de aceptar la realidad (y, de paso, excelente decisión de Severín al hacerlo portador de algo inefable, tremendo, que escapa a cualquier definición, porque eso es un universo que está vedado descifrar). Breve pero contundente libro, a mi entender el más sólido de sus títulos, estos textos de Severín merecen la lectura y la promoción, ser difundidos, conocidos dentro y fuera de nuestras “fronteras” regionales. Por supuesto, se trata de una casi una mera expresión de deseos dado que vivimos en un territorio llamado Argentina, tan centralista, tan ignorante de lo que ocurre en la totalidad del país. Tan injustamente ciego. “Ella levantaba las manos y sus brazos se desplegaban como banderas claras delante de los limpiatubos, que estallaban en rojo sobre el
Datos para una biografía Patricia Severín nació en Rafaela, Santa Fe, y luego de residir en Reconquista se radicó en la ciudad de Santa Fe. Ha publicado la novela Salir de cacería, los libros de cuentos Las líneas de la mano y Sólo de amor, así como los poemarios La loca de ausencia, Amor en mano y cien hombres volando (con Graciela Geller y Adriana Díaz Costra), Poemas con bichos, Libros de las certezas, El universo de la mentira y Abuela y la niña. Sus textos han aparecido en diversas antologías, nacionales e internacionales. Ha recibido los premios Fondo Nacional de las Artes, Municipalidad de Buenos Aires y Faja de Honor de la Sade Santa Fe. Junto con Alicia Barberis y Graciela Prieto Rey dirige en Santa Fe la Editorial Palabrava.
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Entiéndase este libro como un elaborado simbolismo sobre el Irán de los ayatolas, un país en el que es mejor callar, no enfrentarse con las autoridades, guardarse para sí las protestas, los gritos, los males de este mundo. Socióloga, psicóloga, Parinoush Saniee* irrumpió en el orbe literario con El libro de mi destino, anterior intento de “contar” la realidad iraní que, si bien tuvo gran repercusión internacional, terminó siendo prohibida en su país. Regresa ahora con Una voz escondida, en la que habla del pequeño Shahab, quien se niega a hablar a pesar de tener ya edad para hacerlo y sin que exista en él ningún problema físico que se lo impida. El problema de Shahab lo tiene con el mundo, con un cosmos familiar que no lo comprende y que por eso lo subleva. Las palabras le quedan atrapadas en la garganta y más se incomoda cuando comienzan a llamarlo “tonto”. Al principio, por ser tan pequeño, creyó que era una especie de halago, pero cuando estuvo a punto de morir porque otros niños querían que tomara un agua servida, envenenada, comprendió que se lo denigraba y marginaba, más sintió odio y decidió guardar una distancia decisiva con el mundo. Ese mundo que lo agrede queda sintetizado en la figura del padre, Naser, un hombre que sólo vive para la figuración y que, aunque se “desloma” trabajando para que su
EL SILENCIO QUE A TODOS
INTERPELA
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Una voz escondida (“Pedar-e aan digari”), Salamandra, Barcelona, 2016, Traducción del italiano de Carlos Mayor.
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acudirá en auxilio de Shahab, un niño sensible y confundido, necesitado de afecto y comprensión. Cierto tiempo ha pasado. Como señalé, Saniee es centralmente una socióloga, y la base de El libro de mi destino fue una investigación de campo que desarrolló la autora sobre las condiciones de vida de la mujer en el Irán de comienzos del siglo actual, cuando gobernaba el un tanto moderado Mohamad Jatami. Pese a ello, la sumisión de la mujer ha sido una constante. Al respecto, así se ha expresado la autora: Me di cuenta de que hay una generación de mujeres que no tuvieron oportunidades y que, sin embargo, lo dieron todo, cargaron con demasiadas responsabilidades: mantener a la familia en medio de la revolución, trabajar fuera cuando faltaba el hombre, perder a sus hijos en la guerra o en el exilio. Dieron tanto de sí mismas, sacrificaron tanto, que se olvidaron de ellas. Y me sentí obligada. La mayoría se había casado entre los 14 y 18 años, sin conocer a los maridos elegidos y cuando su corazón estaba en algún otro lugar, en algún chico de camino al colegio. La situación se vio aún más complicada cuando accedió a la presidencia Mahmud Ajmadineyad, un fundamentalista que gobernó Irán entre 2005 y 2013, acentuando el oscurantismo y la represión. En ese contexto en el que debe ubicarse la historia de Shahad, una ficción que parte del hecho real de que un niño no habló hasta los siete años y que resultó el “disparador” de la novela, traducida este año a nuestro idioma aunque su edición original data de 2006. Esto implica que ha pasado un cierto tiempo y que, al parecer, con el gobierno del más moderado Hasan Rouhani (presidente desde 2013), ciertas situaciones han tendido a modificarse, aunque el régimen de los ayatolas se mantiene, así como los castigos, fuerte
familia no sufra privaciones, descuida a su hijo, más bien le produce un gran rechazo, porque por ser “tonto”· se siente humillado ante los demás. De ahí que prefiera, y exija, a su hijo mayor, Arash, brillante alumno, quien en aras de complacer a su padre y no perder en ninguna instancia su “carrera” exitosa, descuida todo lo demás, adoptando una vida que termina siendo miserable por su egocentrismo. La familia paterna, representada por la exigente abuela de Shahab, opuesta al casamiento de su hijo, carente de afectos hacia su nieto, también representa la autoridad, más bien el autoritarismo, para el sensible niño y para su madre, que trata de protegerlo aunque por hacerlo muchas veces se equivoca. Será la abuela materna del pequeño enmudecido, Bibi, una anciana de provincias, quien llevará un poco de sensatez a esa casa, ubicada en la capital, Teherán, abrumada por las normas y el qué dirán. Y será también quien 26 Cultura de VeracruZ
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censura (recuérdese el caso del director de cine Jafar Panahi, condenado a prisión y con prohibición de filmar por veinte años), las costumbres arcaicas y hasta los ajusticiamientos públicos y masivos. Deduzco que por ese ámbito opresivo y por los avatares que le provocó su primera novela, la autora ha optado por alegorías y símbolos que matizan a la novela desde principio al fin. Más allá de ello, Shahab le hace saber al mundo, en el comienzo y el final de la novela, que las heridas abiertas nunca cicatrizarán. Y que siempre interpelará a quienes lo han rodeado sin comprenderlo. “Me ponía nerviosísimo cuando mamá repetía aquello de ‘tu padre’, ‘tu padre’. -¡Qué tonta es tu madre! –decía Ari (personaje imaginado por Shahab)- Ése no es nuestro padre, sino el de Arash. ¿Cómo es posible que no lo comprenda, ella que sabe hablar y es tan espabilada que intuye lo que queremos? ¿Es que no entiende que los hijos buenos, sanos, guapos e inteligentes son de los papás y que los estúpidos, feos y enfermos, que no saben hablar, son de las mamás? Si prestara un poco más de atención, si escuchara las palabras del padre de Arash, lo comprendería… Pero siempre está distraída. Está abatida por nosotros y no se da cuenta de que el padre de Arash, cuando lo llama, siempre dice: ‘¡Ven, hijo mío!’ Va por todas partes diciendo orgulloso: ‘¡Éste es mi hijo!” Cuando lo mira, sonríe de alegría con los ojos. A nosotros, en cambio, prefiere no vernos. No le gusta mostrarnos a los demás, hasta el punto de que siempre dice: ‘Janum, ve a recoger a tu hijo’, que es un poco como decir: ‘Éste es hijo tuyo, no mío’ ¿Por qué mamá no lo entiende? Nosotros a él tampoco le hacemos caso. Con mamá nos basta”.
sicóloga de formación, es autora de El libro de mi destino (edición original, 2003, traducido al castellano en 2014) y Una voz escondida (edición original, 2006, traducida en 2016). La primera de ellas nació como resultado de un proyecto de investigación realizado en torno a la generación de mujeres que vivieron la Revolución durante su adolescencia. A pesar de haber superado las veinticuatro ediciones, la novela fue prohibida en Irán y publicada clandestinamente. Los derechos de traducción se han vendido a veinticinco países, y en 2010 obtuvo el prestigioso Premio Bocaccio a la mejor novela extranjera en Italia. Ha escrito otros dos libros, que aún no han sido traducidos. Parinoush Saniee vive en Teherán, donde se dedica a escribir, leer y pintar. Vivió en Estados Unidos, pero decidió regresar a su país. Es viuda y tiene dos hijos que residen fuera de Irán. http://morannoticiasdesdeelsur.blogspot.mx/
Datos para una biografía Parinoush Saniee nació en 1949 en el seno de una familia erudita de Teherán. Socióloga y 27 Septiembre / Octubre de 2015
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PATRICIA SEVERIN
Entonces mamá decía, este hombre me va a volver loca. Y cuando papá llegaba a casa, en realidad parecía una loca que gritaba. Papá se ponía a mirar por la ventana y prendía otro cigarrillo. Un día le dijo a mi mamá, no puedo respirar. Mamá fue a la farmacia y le trajo un aparatito que él apretaba y largaba un rocío adentro de su boca. Desde entonces mi papá fumaba y usaba el aparatito. Pero a veces seguía diciendo, no puedo respirar. Mi mamá, mientras tanto, hablaba de posibles negocios que debían hacerse para tener más entradas, de todo lo que necesitaba comprar, de las cosas que nos faltaban y de los programas de la tele. De vez en cuando, de lo mal que le salía la comida, porque siempre andaba regateando algún ingrediente, o de las vacaciones que soñaba. Hasta que un día llegué de la escuela y mamá estaba llorando. Me abrazó y me mostró a papá acostado sobre el sillón rojo. Fui a darle un beso pero él no se movió. Tenía un ojo medio abierto y el otro cerrado. Mamá empezó a gritar como cuando se ponía loca, mientras repetía, que nos espera, que nos espera. Fui a sacudir a papá para que se levantara pero se le cayó el brazo hacia el costado y tampoco se movió. Mi mamá dijo, ya basta, ya basta, y me llevo hacia la puerta, te vas a quedar en la cocina con tus primos. Mis primos no hablaban, me miraban de reojo y yo me aburría. Después entraron las tías cuchicheando; lloraban y me abrazaban. Algunas salieron con el café y yo me fui al comedor y me puse a mirar por la ventana. Desde entonces no puedo salir de ese lugar. Veo todo pequeño y diferente. Veo las espaldas y me pongo a contarlas. Es posible que todas esas espaldas lleven como una marca invisible la mirada de papá.
LA VENTANA
DE PAPÁ Mi papá fumaba cada día un cigarrillo después del almuerzo. Sólo uno. Fumaba un cigarrillo y miraba por la ventana del comedor hacia la calle, mientras el humo daba tres vueltas en círculos alrededor de su cabeza. Mi papá miraba a la gente que pasaba por la calle desde arriba. Mi casa queda en la planta alta; en la planta baja hay dos garages y un negocio que vende inodoros, bidets, bañaderas (bañaderas no, me dijo la dueña, se dice bañeras), y percheros de distintos colores para colgar toallas. No hay espejos ni otra cosa. Es un negocio aburrido y de feo nombre: "Sevlo". Nosotros alquilamos ese local y uno de los garages para tener otra entrada, dice mi mamá, que siempre organiza los dineros de la casa. Mi mamá pensaba que mi papá no sabía hacer plata. Por eso ella tenía que renegar para que no faltara la comida en casa. En casa no faltaba la comida, pero faltaban muchas cosas que mi papá no podía comprar porque en el campo nunca nada iba bien. Si no era la sequía, era la inundación, si no era la inundación habían bajado los precios del trigo y nada alcanzaba para nada. Una siesta mi papá dejó de fumar un cigarrillo todos los días después de comer. Empezó a fumar también uno antes de almorzar y otro antes de cenar. No fumes tanto, le decía mi mamá, que vas a enviciar a los chicos con el mal ejemplo. Mi papá no decía nada. Miraba por la ventana del comedor, desde la planta alta, a la gente que pasaba por la calle; después se iba al campo. A veces volvía al rato porque la camioneta se le había descompuesto y otras veces no volvía por muchos días.
Del libro SOLO DE AMOR- Ed. Lux- 1999
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