Castillos de piedra

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6 PLACERES ENTORNOS

“UN CAMBIO RADICAL EN EL PAISAJE NATURAL ENCENDIÓ LA IMAGINACIÓN DE UN GRUPO DE NIÑOS”

ALBERTO TAPIA LANDEROS altapialanderos@gmail.com

CASTILLOS DE PIEDRA

P

ara niños nacidos en el paisaje mexicalense horizontal y plano, trasladarse a uno quebrado, menos caliente, de mayor altitud y plagado de grandes piedras que en Mexicali no hay, resultó impactante para el sentido de la vista y la concepción tridimensional del mundo. Así es La Rumorosa y sus árboles son los pinos piñoneros acompañados de manzanita, huata y encinillos. Pero definitivamente lo que cautiva la visión son las enormes rocas de granito de múltiples tamaños y formas pues nunca hay dos iguales, que en una tierna imaginación se transforman en castillos, animales y monstruos. Hay suelos arenosos, suelos de tierra café oscura con mica que brilla con el sol cual oro, y hay suelos blancos calizos . Total, un paisaje natural distinto al cachanilla. La Rumorosa tiene una temperatura media de 15°C. debido a su altitud de 1, 300 metros sobre el nivel del mar y por ello cae nieve en casi todos los inviernos. Pero el clima es muy seco, con apenas 145 milímetros de lluvia. Para comparación, la ciudad de Mexicali, capital del Estado de Baja California, nuestro lugar de nacimiento y hogar permanente está al nivel del mar, tiene una temperatura media anual de 22°C, y su precipitación es de sólo 75 milímetros. Estas diferencias entre ambos lugares ayudan a comprender el impacto que causaron en la subjetividad de quienes me acompañaron, durante los períodos que vivimos intensamente en La Rumorosa,

Hermanos y Primos. de 1953 a 1963.

hermanos y primos de 1953 a 1963. Uno de nuestros lugares favoritos era “La cueva de un piso”. Pero había un promontorio rocoso muy alto que tenía varias oquedades que bautizamos como la “Cueva de tres pisos”. También caminábamos por un filo rocoso con “voladero” en ambos lados que llamamos “El Paso del Diablo”. En un arroyo había grandes rocas que semejaban una enorme boca abierta a la que nombramos “El Hipopótamo”. Esos lugares existen físicamente, pero fuera de nuestro grupo infantil nadie supo cómo los llamamos, era un secreto de la pandilla muy bien guardado. Las grandes piedras siempre han cautivado la imaginación del hombre, que bautiza a toda roca notable. Nosotros no fuimos la excepción. A pesar de ser el hábitat de varias especies de serpientes, incluida la venenosa víbora de cascabel, nunca sufrimos una mordedura o algún accidente de consecuencia. Síntomas de deshidratación, quemaduras de Sol, raspones en rocas y troncos y embarradas de trementina de los piñoneros fueron nuestras calamidades. Fuimos ambientales en todo sentido. Hoy los niños son cibernautas. ¿Qué consecuencias traerá el divorcio con el medio ambiente para las nuevas generaciones? 

Cueva de tres pisos.

Cueva de un piso.

Yuca

Investigador ambiental independiente. Fotos Armando Tapia Landeros

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SUPLEMENTO |

| LA CRÓNICA | MARZO 2018


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