Codornices del desierto

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Codornices del desierto Alberto Tapia Landeros Serie Cultura Cinegética Número 7, 2017

Parte de esta narrativa fue publicada originalmente en revistas especializadas de la cinegética durante el tercer cuarto del siglo XX. Pertenece a un archivo construido a lo largo de varias décadas de practicar la caza, y tiene por objeto dejar constancia de cómo se desarrollaba en la segunda mitad del siglo XX, esta práctica cultural reconocida globalmente como caza deportiva.

El título de este texto obedece al calificativo que se le da a la codorniz de Gambel, Callipepla gambelii. Aunque en México habita el Gran Desierto Sonorense, también abunda en el delta del Río Colorado, conocido más como los valles de Mexicali y San Luis (Sonora), que ya no son desierto sino tierras agrícolas muy bien irrigadas. Mi grupo de caza las llama simplemente “gambeles”, para diferenciarla de las “codornices de la sierra” que abordé en el número anterior (6) de esta serie. Aunque mi experiencia se basa en esta especie, incluí aquí a otra codorniz que habita en otro desierto mexicano, el de Chihuahua: la codorniz escamosa, Callipepla squamata, con la que hemos interactuado ocasionalmente. La codorniz de Gambel mide 28 centímetros de largo y pesa 170 gramos , mientras que la escamosa mide 15.5 centímetros con 150 gramos de peso. En la primera existe el dimorfismo sexual, en la segunda no, ambos sexos son del mismo color. Su descripción se la dejo a que usted las conozca y distinga mediante las siguientes fotografías:

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Una codorniz macho de Gambel. Foto del autor. Una codorniz escamosa con su copete blanco. Foto de Internet.

Distribución de la codorniz de Gambel.

Distribución de la codorniz escamosa. 3


Podemos deducir de observar los mapas de su distribución geográfica, que la escamosa cubre más territorio que la de Gambel. Ambas especies prefieren correr que volar, estrategia defensiva que impide el mejor tiro deportivo. La codorniz cotuí, Colinus virginianus (Bobwhite), se agazapa hasta que el perro o las botas del cazador la hacen volar, con mucha ventaja para el escopetero. Por esto y por su amplia distribución, es la favorita de todas las codornices. Pero las codornices del desierto son todo lo contrario, vuelan casi siempre fuera del alcance de la escopeta. Esta conducta dicta el arma a utilizar en su caza. Para los “colines” como también se les conoce a las cotuí, se usan escopetas cortas, ligeras, con cañones desde cilindro, cilindro mejorado y hasta choke modificado. Para las codornices del desierto, prefiero cañones de chokes modificado y completo (full). Como en las codornices de la sierra del número anterior de esta serie, las escopetas preferidas son las medida 20 y 12, con cartuchos de baja velocidad y munición del número 8 y 7½. Recuperar una codorniz del desierto es ligeramente más sencillo que recuperar una de la sierra, debido a que su hábitat está más limpio y plano que las tierras de caza serranas.

Dos parejas de “gambeles” corren enfrente del autor después de salir de un monte de cachanilla. Se considera anti deportivo disparar a las aves en el suelo, por eso espero a que levanten el vuelo, si es que deciden hacerlo. La escopeta es una italiana Benelli, con cañón de 27 pulgadas, medida 20, con el choke (intercambiable) completo o Full. Foto Armando Tapia Landeros. 4


La codorniz de Gambel la cazamos en dos hábitats distintos: El delta del Río Colorado, y el Desierto Sonorense. En Baja California, el Desierto de San Felipe pertenece a este ecosistema. Como ya se dijo, el delta de hoy es conocido como los valles de Mexicali, B.C. y San Luis, Sonora. A pesar de estar profusamente sembrados, todavía existen parches de su vegetación original, como los chamizos costilla de vaca y el chamizo codorniz. También destaca la cachanilla y la gobernadora así como mezquite dulce y tornillo. Gracias a estos montes la codorniz persiste en esta enorme zona agrícola. El monte descrito le proporciona un hogar en donde protegerse y reproducirse. Pero la ecuación de sustentabilidad de una especie requiere de otros tres componentes: agua, comida y ruta de escape. El delta sigue irrigado por canales y drenes. El campo sembrado de alfalfa, trigo y sorgo, alimento primordial de la codorniz. Ocasionalmente dispone de cártamo, ajonjolí y forrajes como el Ray Grass y el zacate Jonhson que la pequeña gallinácea aprovecha muy bien. El último elemento de la ecuación de sustentabilidad es la ruta de escape y esa depende de la técnica de caza que se emplee. En los cazadores está dejarle abierta esa ruta o acorralarla hasta acabar con la parvada. Es vital dejar vivas algunas parejas de cada parvada para reproducir ese grupo el año siguiente.

Trece gambeles entran a una parcela de alfalfa en el valle de Mexicali, B.C. Foto Armando Tapia L.

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Algunos cazadores sobre todo estadounidenses utilizan perros, de muestra y de cobro, esto les permite cazar más pájaros y dejar menos heridos como sucede cuando se caza sin perro. Pero algunos “umeros” (operador de UMA) no permiten el perro porque lo consideran una ventaja innecesaria y además por perder ellos un poco del control del aprovechamiento. Ellos prefieren utilizar “arreadas” con asistentes para sacar del monte y echar a volar a estas pequeñas aves. Entonces los tiros son muy rápidos y efímeros. En segundos pasa la parvada y si acaso, el cazador tiene dos oportunidades de disparar.

Cuatro codornices de Gambel pasan frente al escopetero. La tercera es abatida y retratada en el preciso momento del impacto. El monte es de pinillo, cachanilla y chamizo con una palma de adorno. Foto Armando Tapia Landeros.

Un trio de Gambeles. A la derecha ocho más sobre nuestro carro de caza. Las escopetas “cuatas” prevalecían en mi juventud. Atrás mi padre, quien nos inculcó la tradición de la caza. Fotos del autor. 6


Ayer y hoy. Entre estas dos fotografías hay 60 años de distancia. Antes de dos cañones, ahora semi automáticas para amortiguar el retroceso. Fotos de Armando Tapia L.

La cacería de “chacuacas” como también las llamamos es adictiva, una reto que siempre tiene un resultado inesperado. Y cocinar codornices constituye en sí mismo toda una tradición cinegética. Algunos cazadores me cuestionan sobre cómo distinguir a dos especies cuando sus hábitats se traslapan. Tal es el caso del Valle de San Matías, B.C., en donde hemos cazado a ambas especies, la codorniz de California1 y la de Gambel en una misma parvada. La foto siguiente muestra las diferencias:

Izquierda, una codorniz de California, derecha una de Gambel, ambos machos. Foto del autor.

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La codorniz de California fue descrita en el número anterior, el número seis de esta serie.

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Mi experiencia personal es que la codorniz de Gambel se encuentra sub explotada en el delta del Río Colorado. La razón es simple: se le caza al mismo tiempo que el faisán, y los escopeteros prefieren dedicarle el tiempo al gallo que a la chacuaca. También he aprendido que la población del delta no depende de la precipitación pluvial, como sucede con la codorniz de California, la de montaña y la escamosa. Aquí siempre tiene el agua que requiere para mantener sus parvadas. El cazador no es su único enemigo. Halcones y gavilanes la cazan constantemente y sus nidos son asaltados por zorras, coyotes, mapaches y serpientes de todo tipo. Aún así, sigue presente en esta gran pajarera que es el delta del Río Colorado semi transformado en zona agrícola. En cuanto a la codorniz escamosa, nuestra experiencia es mínima. La hemos visto en la Sierra del Humo, Sonora, retratado en Nuevo México y cazado en Coahuila. Recuerdo su comportamiento similar a la de Gambel: prefiere correr que volar y lo hace casi siempre fuera del alcance de la escopeta.

Mi hermano Armando retrató a esta parvada de escamosas en Nuevo México, EUA.

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Un puñado de escamosas en el desierto de Coahuila, cobradas con una escopeta japonesa marca Nikko de don Roberto Pérez Jiménez de Guadalajara, Jalisco, con cañones de 28 pulgadas y chokes modificado y completo (full), y munición 7½. La aridez del ecosistema es mayor que en el desierto sonorense. Foto de Roberto Pérez Jiménez.

Para comparación, una parvada de gambeles que retraté en el gran Desierto Sonorense:

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Dos machos y una hembra de codorniz de Gambel bajo una gobernadora en el Desierto de San Felipe. En el delta no hay rocas, aquí sí. Foto Armando Tapia L.

Finalmente, debemos incluir en este texto a una especie de codorniz totalmente ajena a los cazadores bajacalifornianos, la codorniz de Douglas, Callipepla douglasii, también conocida como codorniz tropical de Benson, y codorniz de cresta dorada, aunque el color de su copete sea más bien color naranja.

Una codorniz de Douglas. Foto de Internet. 10


Este pájaro habita la costa mexicana del Océano Pacífico y en el extremo norte de su hábitat, alcanza parte del Desierto Sonorense por lo que la incluimos. Además porque mi hermano Armando la vio durante una cacería de venado en las inmediaciones de Benjamín Hill, Sonora, que está en pleno desierto sonorense. Nuestro buen amigo Jaime García les tomó esta fotografía:

Su cresta y plumaje pinto la identifica. Desconocemos cómo se le caza y también cómo se le cocina.

La ficha del libro de Starker Leopold.

Suficiente información sobre esta especie para que el cazador esté mejor informado. Cazar codornices es un deporte fino que los mexicanos debemos conservar.

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