La subjetividad en la caza del faisán

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La subjetividad en la caza del faisán Cultura cinegética en el delta del Río Colorado Alberto Tapia Landeros RESUMEN El faisán chino de collar llegó al delta del Río Colorado cuando empezaba a transformarse en una zona agrícola. El incremento de su población se dio aparejada al aumento de la superficie de cultivo del algodón. Su aparición tomó por sorpresa a los pioneros de la agricultura, quienes pronto lo aprovecharon como alimento. Los faisanes encontraron propicio su nuevo hábitat y explotaron demográficamente, acotados sólo por barreras naturales infranqueables para ellos. Durante la primera mitad del siglo XX se desarrolló la práctica cultural1 de la caza comercial y deportiva del ave, imitando la tradición estadounidense y europea. Descendientes de los inmigrantes orientales que los trajeron, han desarrollado una tradición culinaria que locales y foráneos califican de excelente. Un cambio en la legislación ambiental mexicana en el año 2000, ha detonado el aprovechamiento proporcionando una derrama económica importante en la zona agrícola, en la que participan y se benefician distintos actores sociales. Los sujetos cinegéticos admiten que cazan al faisán, por bello y sabroso. Palabras clave: Agricultura, faisán, subjetividad, turismo cinegético2. ABSTRACT The ring-necked pheasant arrived to the Colorado River delta when the delta started to transform into farmland. The population grew parallel with the increasing cotton cultivated land. The agriculture pioneers were surprised when the bird showed up, but soon they took it as part of their diet. Through the first half of the twentieth century the cultural practice of the bird’s sport and commercial hunting was developed, imitating the tradition of the United States of America and Europe. Pheasants found suitable their new habitat and their population bursted in number, limited only by natural and impassable barriers to them. The Asian immigrants that brought the bird with them have developed a culinary tradition that locals and foreigners qualify as excellent. In the year 2000 a change of the Mexican environmental law detonated an exploitation that brings an economical benefit to several social actors. Pheasant hunters admit that they hunt the bird because of its beauty and excellent taste. Key words: Farmland, pheasant, subjectivity, sport hunting. Práctica cultural: Actividades específicas que realizan las personas dentro de un campo cultural determinado (artístico, académico, religioso, deportivas, escolares, científicas, etcétera), que están orientadas a la formación y/o a la recreación, presupone que son espacios sociales que se van abriendo y consolidando históricamente, que al interno de cada campo hay lógicas específicas, así como en cada uno de ellos hay procesos de formación “disciplinaria” de estas artes, técnicas o saberes con diferente profundidad, en cuanto a la percepción, sensibilización, nivel de práctica para el dominio técnico, conocimientos de ciertos códigos de esas prácticas y las formas de participación y organización de cada campo. Contreras Soto, R.: Análisis Crítico de la Cultura. Prácticas culturales, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, enero 2008. www.eumed.net/rev/cccss/0712/rcs4.htm 2 Cinegética: “Arte de cazar con perros” Aznar y Alarcón, 2006:64. 1

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ANTECEDENTES El delta del Río Colorado fue transformado en campos agrícolas durante el siglo XX (Walther, 1991; Garduño, 2004; Román, 2009; Sánchez, 2009). Sus nativos indígenas fueron desplazados por colonos provenientes de casi todos los estados de la República Mexicana, así como de otros lugares del orbe (Garduño, 1991; Gómez, 2000). La zona agrícola mexicalense y de San Luis registra 92 nombres de lugares del resto de México, y de otros países, en sus ejidos, colonias, infraestructura hidráulica y accidentes geográficos (Tapia, 2011). Estos colonos llegaron cargando sus pertenencias materiales y un bagaje cultural tan variado, que la región se convirtió en un mosaico de razas e ideologías (Gárate, et. al. 2008). De Asia llegaron grupos humanos que han sido estudiados por varios académicos (González, 2002; Velázquez, 2001) sin haber alcanzado a revisar el objeto de nuestra investigación: la introducción del faisán chino de collar por colonos orientales, su adaptación y aprovechamiento. Este es el tema que reportamos en este texto. Investigadores del siglo pasado (Hart, 1995; Allen, 1956; Leopold, 1965) averiguaron que el origen del “gallito de monte”, como lo llaman todavía muchos sujetos rurales del área de estudio, es la especie, Phasianus colchicus (descrita por Linneaus en 1758), que en el Valle de Mexicali se debe a una única introducción (Lara, 1990), vía San Francisco, California, el año de 1912 (Hart, 1995). Coincidentemente el mismo año de la primera gran cosecha de algodón (Cardiel, 1988). No obstante el sustento bibliográfico citado (Allen, Leopold, Hart ), la ficha taxonómica de esta especie en el registro oficial mexicano, la Comisión nacional para el conocimiento y uso de la biodiversidad, CONABIO, señala que los faisanes introducidos en México provienen del noreste de Azerbaiyán (Gómez de Silva, et. al., 2005). La asociación faisán-algodón prosperó, y conforme se extendió la superficie de cultivo de la fibra, se expandió el hábitat y población de esta especie, considerada técnicamente como “exótica”3. Aún no se estudia cómo funciona esta asociación entre planta y ave, pero el auge algodonero multiplicó la raquítica población original de seis pájaros (Hart, 1995)4, a más de cien mil en 1996, año en que el biólogo Mario López “Exótica”, animal o planta introducida, no nativa del lugar. El señor Hart, quien fuera biólogo del Departamento de Pesca y Caza de California, ha publicado en diversos textos, que la población original que llegó a Mexicali en 1912, fue de seis aves. Otras veces ha escrito que fueron seis pares. Esta información la obtuvo a su vez, del señor Walter Bowker, quien fue testigo presencial siendo un niño, cuando su padre fungía como operador del incipiente sistema de riego 3 4

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Fonseca (López, 1996), estimó esta población. Si bien el pájaro se protege en un algodonal y come algunos insectos que encuentra en él, su alimento principal es el trigo y el sorgo, granos que aparecen siempre en ingluvis5 de organismos que hemos diseccionado. Debido a su querencia con el algodón y los granos de cultivo, su hábitat en Baja California está limitado por barreras infranqueables para ellos. Hacia el Norte, la zona de dunas y el Valle Imperial, California, así como una agricultura más tecnificada que no deja monte natural para el refugio y reproducción del ave6. Al Sur, el alto Golfo de California. Hacia el Este, el Desierto de Altar, Sonora, y en el Oeste la barrera natural que representa la Sierra Cucapá. Esta ubicación geográfica seguramente ha impedido su expansión e incremento de su población. Está claro que es una especie de “rastrojo”, que depende del desperdicio agrícola y su agua para sobrevivir y prosperar. La franja agrícola entre el Río Colorado y el Desierto de Altar constituye el único lugar en el estado de Sonora, donde el faisán existe en vida silvestre.

agrícola que se tenía en el Valle de Mexicali, B.C. Los pájaros fueron liberados el Este del valle, junto al Río Colorado, según Bowker. 5 El ingluvis o “buche”, es un divertículo o dilatación esofágica especializada, donde las gallináceas, como el faisán, guardan el alimento recolectado, para ser fermentado antes de pasar al ventrículo o estómago muscular de las aves, conocido coloquialmente como “molleja”. (Noble y Proctor, 1998). 6 Por esta razón, a partir del año de 1926 se han liberado en el Valle Imperial miles de faisanes criados en cautiverio para atraer turismo cinegético (Hart, et. al., 1956).

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Figura 1.- Mapa del hábitat del faisán

Mapa elaborado por Natalia Rojas Soler (2012).

En este mapa ubicamos las zonas de caza de cada grupo de cazadores locales entrevistados. Testimonios históricos dan cuenta de que en el año de 1920 (Hart, 1995) el faisán ya estaba presente en los campos agrícolas cachanillas7. Para el año de 1929 ya existía la caza comercial para proveer a restaurantes de la ciudad de Mexicali8, dato confirmado por el señor Chester Hart (Hart, 1995). Esto es, cazadores profesionales cazaban 7

Cachanilla, gentilicio de los nacidos en el municipio de Mexicali, Baja California. También nombre popular de la planta Pluchea serícea. 8 Información obtenida de los cazadores profesionales Jesús Pujol, Pablo Martínez y Fernando Villalpando durante el siglo pasado, el XX.

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faisanes para vender principalmente en los restaurantes de comida china. Ignoramos si eran consumidos por los propios orientales o también se ofertaban en el menú a comensales no chinos, pero esa práctica cultural desarrolló con el tiempo una tradición culinaria: degustar el faisán al estilo chino. Mediante esta investigación encontramos que la práctica continúa tanto entre cazadores locales como foráneos, así como entre ciudadanos que no cazan, pero aprovechan la oferta cuando se presenta, aunque fuera de menú. Pero en México la caza comercial llevó a la desaparición a especies de interés alimentario y recreativo como el berrendo, Antilocapra americana (Tapia, 2006), y a la categoría de “bajo protección especial” (NOM-059-SEMARNAT-2010) al borrego cimarrón, Ovis canadensis, que fueron cazados comercialmente durante la primera mitad del siglo XX (Parergones, 1913: 514-515). Como respuesta a esta depredación, en 1952 la Ley Federal de Caza, LFC, prohibió en su artículo 16, “la caza con fines comerciales”. No obstante la norma llegó tarde para otras especies como las nutrias de río y mar, que desaparecieron de Baja California (Gallo, 1997), debido también a la caza comercial, para aprovechar su piel (Bull, 1965; Espinoza, 2007). Infortunadamente esta disposición no pudo contener la extinción de especies por lo que nuestro país inesperadamente dio un giro de 180º. En el año 2000 se promulga la nueva Ley General de Vida Silvestre, LGVS, la cual ya no sólo no prohíbe la caza con fines comerciales, sino que explícitamente la permite e incentiva, básicamente en sus artículos 4 y 18 (LGVS, 2000). Este viraje legislativo otorga al dueño de la tierra el derecho de caza, así como la facultad de transferirlo a terceros pero conservando el beneficio de la comercialización de su fauna, con el compromiso de participar en la conservación del hábitat. La reacción de los tenedores de la tierra e intermediarios fue inmediata y, para 2007 ya se habían constituido 20 UMAS9 faisaneras, SUMA, o conjunto de Unidades de Manejo para la Conservación de Fauna Silvestre (LGVS, artículo 47) para operar en el Valle de Mexicali. Ese mismo año la autoridad ambiental autorizó cazar 29, 40810 faisanes en las UMAS registradas, lo cual habla de la relativa abundancia de la especie, en esta zona agrícola. Para la temporada de caza 2012-2013, la Secretaría de Protección al Ambiente del Estado de Baja California autorizó la caza de 27, 616 faisanes (Documento “Tasas de aprovechamiento de faisán (Phasianus colchicus) Temporada 9

UMA, Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre. Informe de autorizaciones de aprovechamiento extractivo, Mexicali, B.C. Documento. Semarnat, 2008.

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2012-2013”), en dónde se establece que operan 20 UMAS con 25, 077 hectáreas de superficie. Pero los dueños de la tierra, al no ser su principal actividad comercial la de organizar cacerías, y de acuerdo a la disposición jurídica de poder transferir el derecho de caza a terceros, han dejado en manos de intermediarios, organizadores cinegéticos y promotores turísticos, la comercialización de cacerías de faisán en sus campos agrícolas. Esta situación ha llevado a los intermediarios a desarrollar nuevas estrategias de caza más productivas, y promocionar y optimizar los servicios que ofrecen a cazadores foráneos, nacionales y extranjeros. Ahora ofrecen cacerías todo incluido: permiso de caza, permiso de arma de fuego o la facilitación de una bajo la responsabilidad del promotor, permiso del dueño de la tierra, alimentación, hospedaje, transportes y lo más importante, asistentes que facilitan el avistamiento y cobro de la presa. Otro “plus” que ofrecen, es degustar sus faisanes recién cobrados al estilo chino en un restaurante oriental. Esta facilitación para los cazadores foráneos ha conformado una corriente turísticocinegética que apunta a ser de clase mundial. La participación de agricultores, organizadores, instituciones gubernamentales, restauranteros, hoteleros, taxidermistas y sobre todo la de los llamados “asistentes cinegéticos”, principalmente sujetos rurales jóvenes, apuntan a consolidar una cadena productiva, con base en un recurso renovable y por añadidura, exótico. JUSTIFICACIÓN Para conocer y describir esta nueva realidad socio ambiental, iniciamos una investigación de varios años de duración con la finalidad de investigar, desde la subjetividad de los participantes, el significado que la práctica cultural tiene para cada grupo participativo, y en el futuro poder narrar el desarrollo de este fenómeno, en vos de sus participantes. Es necesario conocer el nacimiento, estructura y funcionamiento de esta naciente cadena productiva, así como recoger datos cualitativos de sus participantes, que permitan coadyuvar en la sustentabilidad de la especie y del mercado que representa para la zona rural fronteriza de esta parte de México. La explosión demográfica del faisán cachanilla es posible comprobarla hoy en día mediante tres datos cuantitativos: 1, existen ya 20 UMAS faisaneras; 2 conforman una

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superficie de 25, 077 hectáreas, y 3, para la temporada 2012-2013 se autorizó cazar 27,616 faisanes11. En este reporte analizamos lo investigado entre cazadores foráneos y cazadores locales de faisán en el Valle de Mexicali. Buscamos diferencias y similitudes, así como conocer si ya existe alguna tensión entre los dos grupos, que compiten por el mismo recurso natural, en un mismo tiempo y espacio. La atención a la supuesta tensión se debe a experiencias del pasado. Durante la segunda mitad de la década de los años ochenta del siglo XX, un grupo de cazadores bajacalifornianos se inconformaron por ser excluidos del aprovechamiento cinegético del borrego cimarrón, el cual era cazado por extranjeros y cazadores del centro del país, casi exclusivamente. La tensión se dio y explotó con un movimiento anti caza de parte de los cazadores locales, culminando con una veda en 1990 (Tapia, 2008: 109), que prevalece hasta el momento de escribir este texto (noviembre de 2014). Para alcanzar la conservación plena y la sustentabilidad de los recursos naturales mexicanos, es necesario evitar estas tensiones paralizantes y escuchar y permitir participar equitativamente de los beneficios que el aprovechamiento sustentable ofrece, a todo aquel con el derecho a ello. MARCO TEÓRICO La investigación sobre los recursos naturales en México ha sido predominantemente del orden cuantitativo. Biología elemental alrededor de la taxonomía, estudios de distribución espacial de la diversidad biótica, y cuando más, monitoreos para evaluar las poblaciones. A partir del año 2000 y con la promulgación de la citada LGVS, que crea la figura jurídica de la UMA, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, SEMARNAT, ha exigido al umero12, el dueño de la tierra o el responsable técnico, información también cuantitativa, en cuanto a qué especies habitan el predio en cuestión, y cuántos especímenes han sido observados. Esta recogida de datos ha acentuado el privilegiar la información cuantitativa y estadística, sobre la cual se toman las decisiones más importantes respecto a la biota mexicana: qué y cuánto aprovechar. Exceptuando la disposición jurídica “caza de subsistencia” (LGVS, arts. 92 y 93), a partir del año 2000 la única caza legal en México

11 Documento “Tasa de aprovechamiento de faisán (Phasianus colchicus) Temporada 2012-2013”. Secretaría de Protección al Ambiente, Gobierno del Estado de Baja California. Mexicali. 12 Operador responsable de la UMA.

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es mediante la operación de una UMA, en otras palabras, la práctica cultural cinegética o caza deportiva. Pero no todo animal interesa al cazador deportivo. De las 64, 878 especies conocidas en México (CONABIO, 1998:82) y la estimación total de 212, 932 especies posibles (CONABIO, 1998: 82), son muy pocas aquellas sobre las cuales hay un supuesto control sistemático mediante la UMA. La cultura de aprovechar la fauna silvestre con fines de consumo (material) o con fines de obtener un trofeo de caza (simbólico), ha heredado de la tradición cinegética europea (Ortega, 2008), el uso de especies de aves y mamíferos, casi exclusivamente. La excepción en México es el uso consuntivo, como alimento y con fines curativos, de algunos reptiles como iguanas y serpientes. Según el trabajo seminal de A. Starker Leopold, Fauna Silvestre de México. Aves y Mamíferos de Caza (1965), en este país tienen un uso cinegético 68 especies de aves y 45 de mamíferos. Entonces, de las 64, 878 especies conocidas, aprovechamos, mediante la caza para carne, piel o uso simbólico, sólo 113, las cuales representan apenas un 0.174 %, es decir ni siquiera el 1 %, que serían 648 especies de aves y mamíferos. El gran reto y riesgo a la vez, está en apostar a que solamente mediante la operación de las Unidades de Manejo se logre la conservación de toda la biota mexicana. En que la atención, cuidado, vigilancia y conservación del uso extractivo de 113 especies permita la sobrevivencia del ecosistema en su conjunto13. Tal es hoy en día la importancia de la caza deportiva como objeto de estudio. Por esta razón nos hemos dedicado ya no a estudiar a la presa, sino al depredador. Al actor social cinegético que una vez armado y autorizado legalmente para disparar, puede hacerlo contra especies no permitidas para la UMA en la que desarrolla su práctica cultural. Es dentro del individuo, en sus entrañas, en donde a final de cuentas decidirá matar o no matar lo que encuentra en el hábitat explorado. Esta realidad nos lleva a acercarnos al paradigma cualitativo de la ciencia. Para efecto de esta investigación, decidimos adoptar la teoría cultural expresada por Gilberto Giménez Montiel (1997, 1999, 2005, 2007, 2009). Particularmente en lo relativo a lo que él llama “formas internalizadas de cultura”, y enlista como “representaciones sociales, esquemas cognitivos, ideologías, mentalidades, actitudes, creencias y valores” (Giménez, 2007A: 45). Además, esta

13 En México, solamente el 4.32 % del territorio nacional está protegido por alguna de las figuras jurídicas de “área natural protegida” (CONABIO, 1998: 190).

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investigación se inscribe en nuestra línea de trabajo “Cultura ambiental”, que busca como eje central, averiguar qué papel juega la subjetividad en la conservación. METODOLOGÍA En virtud de que nuestro objetivo es desentrañar formas internalizadas de cultura (Giménez, 2007A), tales como valores, representaciones, ideologías, actitudes, mentalidades, creencias y esquemas cognitivos que los sujetos cinegéticos han interiorizado mediante una selección y jerarquización a lo largo de su vida, elegimos un método

cualitativo-interpretativo

de

investigación,

consistente

en

hacer

un

reconocimiento holístico de la práctica cultural, detectar líderes de opinión y de la práctica, en este caso utilizando el concepto del “arquetipo” recomendado por Luis Enrique Alonso (Alonso, en Delgado y Gutiérrez, 1995: 237), que permite ubicar a los informantes clave. Luego nos acercamos a los organizadores cinegéticos registrados en la Secretaría de Protección al Ambiente, SPA, del Estado de Baja California. Tres de ellos estuvieron dispuestos a participar en nuestra investigación. Elegimos al que en aquella temporada de caza tenía agendados al mayor número de grupos de cazadores del centro del país. Para la segunda parte de esta investigación, elegimos a arquetipos pertenecientes a los clubes locales de caza y tiro registrados ante la Secretaría de la Defensa Nacional, SEDENA, para ubicar los sujetos cinegéticos de mayor experiencia y forma expresiva compatible con nuestra técnica de recolección de datos, la entrevista abierta y semi estructurada “que tiene una secuencia de temas y algunas preguntas sugeridas” (Álvarez Gayou, 2003: 111). Para el procesamiento de los datos recolectados utilizamos la codificación y análisis de datos cualitativos como lo sugieren Carl F. Auerbach y Louise B. Silverstein (Auerbach y Silverstein, 2003). Nuestras formas internalizadas de cultura de análisis fueron las mismas utilizadas para la primera parte del estudio ya mencionado, con algunos ajustes derivados de la experiencia ganada y nueva bibliografía revisada. De esta manera enlistamos a continuación estas categorías y las definiciones que las distinguen en cumplimiento con la coherencia epistemológica.

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Formas internalizadas de cultura Actitud.- Una de las formas internalizadas (también subjetivadas) de cultura que propone Giménez (2007A) es la actitud que asumen los actores sociales ante una circunstancia dada. En este trabajo partimos de la definición de actitud de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), que define actitud como: “Disposición de ánimo manifestada de algún modo. Actitud benévola, pacífica, amenazadora, de una persona, de un partido, de un gobierno”, entre otros dos significados del vocablo que no son pertinentes a nuestro caso. Entonces consideramos como categoría de análisis precisamente la manifestación de toda disposición de ánimo cualquiera que esta sea. En el recientemente editado Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos (2010), tampoco encontramos una definición o desarrollo del concepto “actitud”. Es debido a ello que acudimos a la Psicología en busca del concepto teórico que refuerce esta categoría

de

análisis.

La

Biblioteca

en

línea

Scribd

(http://es.scribd.com/doc/7869056/Concepto-de-Actitud) contiene esta información. “U n a a c t i t u d e s u n a f o r m a d e r e s p u e s t a , a a l g u i e n o a a l g o a p r e n d i d a y relativamente permanente. El término ‘actitud’ ha sido definido como "reacción afectiva positiva o negativa hacia un objeto o proposición abstracto o concreto denotado". Entendemos por actitud una tendencia, disposición o inclinación para actuar en determinada manera”. Y como diferenciación de la conducta, la Psicología entiende a la actitud como un “preámbulo para ejercer una conducta”. Además de distinguir entre actitudes interesadas, desinteresadas, manipuladoras y emotivas, la Psicología reconoce también a la actitud integradora: “La comunicación de sujeto a sujeto, además de comprender el mundo interior del interlocutor y de buscar su propio bien, intenta la unificación o integración de las dos personas”.

Entonces los sujetos cinegéticos al formar grupos de caza, clubes y federaciones en el caso de México, están asumiendo una clara actitud integradora, que predispone su conducta a cazar, apropiarse de algunas especies de fauna silvestre, con fines alimentarios o simbólicos. Creencia.- Esta forma que aplicamos al analizar los datos recogidos entre los cazadores de faisán en el Valle de Mexicali, tiene una expresión y discusión semántica congruente con nuestros objetivos en José Ortega y Gasset. De nuevo de la Biblioteca en línea Sribd, estos conceptos orteguistas: [Las] "creencias"constituyen el continente de nuestra vida y, por ello, no tienen el carácter de contenidos particulares dentro de ésta. Cabe decir que no son ideas que

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tenemos, sino ideas que somos.

Más aún: precisamente porque son creencias

radicalísimas se confunden para nosotros con la realidad misma -son nuestro mundo y nuestro ser-, pierden, por tanto, el carácter de ideas, de pensamientos nuestros que podían muy bien no habérsenos ocurrido. Con las creencias propiamente no hacemos nada, sino que simplemente estamos en ellas. Precisamente lo que no nos pasa jamás- si hablamos cuidadosamente- con nuestras ocurrencias. El lenguaje vulgar ha inventado certeramente la expresión "estar en la creencia". En efecto, en la creencia se está, y la ocurrencia se tiene y se sostiene. Pero la creencia es quien nos tiene y sostiene a nosotros”. http://es.scribd.com/doc/48405690/36545046-Ortega-y-Gasset-Jose-Ideas-ycreencias Consultado el 03/09/2012. (El sub rayado es nuestro, a manera de

síntesis). Para comparación y refuerzo, la definición de la RAE: “Firme asentimiento y conformidad con algo. Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos”. http://lema.rae.es/drae/?val=creencia Consultado el 03/09/2012. Esta categoría será evidenciada cuando discutamos “verdades cinegéticas” que no tienen sustento científico. Ideología.- La RAE dice que se trata de un “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza a una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso, político, etcétera”. http://lema.rae.es/drae/?val=ideolog%C3%ADa Consultado el 03/09/2012. Y como estamos analizando una práctica cultural colectiva, profundizamos en su conceptualización atendiendo a la síntesis que nos proporciona el Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos. Szurmuk y Mckee, coordinadores de esta edición que citamos, nos recuerdan que el término “ideología” nace en Francia, durante la llamada “Ilustración”, con la pretensión de nombrar-crear, una “Ciencia de las ideas” (Szurmuk y Mckee, 2010: 146). Califican al término como contradictorio y que “nace bajo el signo de la inversión…[de] confundir los opuestos[…] lo ideal por material, lo cultural por natural, lo injusto por justo y, en general, confunden las apariencias con la realidad ” (Szurmuk y Mckee, 2010: 146). Los citados coordinadores citan a Slavo Žižek, quien aporta un atinado complemento a esta discusión: “parece emerger [la ideología] exactamente cuando intentamos evitarla, mientras que deja de aparecer donde claramente se esperaría que habitara. Cuando cierto procedimiento es denunciado como ‘ideológico por antonomasia’ puede estarse seguro de que su inversión no es menos ideológica” (Szurmuk y Mckee, 2010: 146). Siguiendo a la aportación sintética que nos ofrecen los coordinadores citados, 12


Friedrich Engels calificaba a la ideología como una “conciencia falsa” (Szurmuk y Mckee, 2010: 147), pero en contraposición a esta interpretación, los coordinadores oponen la de Vladimir Lenin, para quien ideología era una “…visión coherente de la sociedad compartida por una clase, un grupo o un partido, y que inspira un determinado curso de acción”. Vemos así que “ya no se trata de liberarse de la ideología, sino que una ideología venza a otras” (Szurmuk y Mckee, 2010: 148). Por último, debemos decir que la práctica cultural que analizamos, la caza del faisán en el Valle de Mexicali, es una actividad de elite. Herencia de los nobles europeos que introdujeron el abatir al vuelo al pájaro, tal como se hace aquí. También legado de sus medievales constructos como el coto de caza, donde el plebeyo estaba excluido. Cultura que floreció en los Estados Unidos de América y nosotros importamos. La cinegética del faisán pues, está íntimamente ligada a la hegemonía, primero europea, ahora también norteamericana. Es pues sensato acudir a otro clásico para hacernos del contradictorio significado de ideología. Szurmuk y Mckee opinan que es a partir de la aportación del pensamiento leninista que Antonio Gramsci construye y aporta su tesis hegemónica. Con el fin de explicar por qué el capitalismo creció y diversificó sus formas de represión, Gramsci parte de la ideología propuesta por Lenin, la hace evolucionar, o quizá mutar debido al salto brusco que da, en el concepto actual de hegemonía. Y también como Lenin, no importa mucho el sustento científico, sino su eficacia política. Un ejemplo contundente de esto lo tenemos actualmente en la organización armada estadounidense National Rifle Asociation, NRA por sus siglas en inglés, colectivo al que han pertenecido casi todos los presidentes de aquel país, que ha defendido con eficacia su derecho a poseer, transportar y utilizar armas de fuego de cualquier tipo, entre sus agremiados que suman millones. A esta organización pertenecen los cazadores de faisán y de cualquier otra especie faunística, aunque animales silvestres tienen menos que nosotros, que como ya vimos, a partir de Leopold (1965) son 68 de aves, incluido el faisán, y 35 especies de mamíferos. Uno de los informantes locales pertenece a la NRA, a pesar de ser mexicano. Entonces resulta pertinente concluir con esta mutación teórica de ideología a hegemonía, según Szurmuk y Mckee, pues todos los sujetos cinegéticos foráneos que entrevistamos pertenecen a la elite empresarial mexicana, y participa también en cacerías en otros países. Y todos los entrevistados están ciertos, o más bien, “están en la creencia”, parafraseando a Ortega y Gasset, que su activismo armado y deportivo es esencial para 13


la conservación de las especies. Y que el aumento de la criminalidad no tiene nada que ver con ellos, como efectivamente sucede, al no haber relación entre el armamento deportivo, con el del crimen organizado. La cinegética global es una actividad hegemónica con probada eficiencia política. Con Lenin y Gramsci como sustento, aunque jamás lo imaginaron. Identidad.- Esta forma de análisis es central en esta investigación. Es el concepto aglutinante de otros como representaciones, valores y símbolos, a decir de Gilberto Giménez Montiel. En su obra Identidades Sociales (2009), el autor ofrece una “clarificación conceptual”

al concepto de identidad social. Destaca de ella el

dinamismo que le atribuye, al decir que la identidad no “…constituye una especie de esencia o atributo específico del sujeto, sino un sistema móvil de relaciones múltiples centradas en el sujeto en una determinada situación social” (Giménez, 2009: 11). Antes de concluir su amplia reflexión sobre el tema, el culturólogo mexicano nos ofrece la siguiente definición: “…el conjunto de repertorios culturales interiorizados (representaciones, valores símbolos…) y relativamente estables, a través de los cuales los actores sociales (individuales o colectivos) se reconocen entre sí, demarcan simbólicamente sus fronteras y se distinguen de los demás actores en una situación determinada, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados”. (Giménez, 2009: 280).

Estas reflexiones sobre la identidad fueron útiles al momento de codificar y analizar las narrativas de los sujetos cinegéticos. Mentalidad.- Esta forma está íntimamente relacionada con otras descritas aquí, tales como la creencia y la ideología. Pero es preciso decir que en este texto entendemos el concepto solamente aplicado a la parte funcional del sujeto, la mente con la que actúa y juzga, dentro de su propia cultura cinegética. No obstante lo anterior, agregamos el significado que ofrece la Real Academia de la Lengua: “Cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo, a una generación, etc.” (RAE, consultado el 03/09/2012). Representación.- Los cazadores de faisán hacen representaciones del paisaje, de sí mismos, de su colectivo y del marco jurídico, entre otros. Debido a ello consideramos a esta categoría para el filtrado teórico de las narrativas cinegéticas. Elegimos la 14


aportación que hace a las ciencias sociales Serge Moscovici (1979), regresando con ello de nuevo a la Psicología. En una primera aproximación y con el objeto de diferenciar mito de representación, Moscovici la presenta como “…una de las vías para captar el mundo concreto, circunscripta en sus fundamentos y circunscripta en sus consecuencias” (Moscovici en IEP, 2002: 3). Enseguida nos dice que “…tenemos que encarar la representación como una textura psicológica autónoma y a la vez como propia de nuestra sociedad, de nuestra cultura” (Moscovici en IEP, 2002: 4). El autor reconoce lo dicho por otros, que toda representación es una representación de alguien, a lo cual Giménez Montiel agrega y para alguien. En palabras de Moscovici, la representación “…es una forma de conocimiento a través el que conoce se coloca dentro de lo que conoce…unas veces representar, otras representarse” (Moscovici en IEP, 2002: 16). Símbolo.- Al observar la práctica cultural desde afuera y de otros países, como España y los Estados Unidos de América, vimos que se perfilan con claridad dos usos que los actores cinegéticos dan a sus presas: de autoconsumo y simbólicamente mediante la disecación de la presa por un proceso de taxidermia. El animal así preservado es colocado en lugares significativos de la oficina o residencia del cazador. Esto le otorga cierta importancia en su pequeño mundo de conquistas y logros cinegéticos. Entonces el uso simbólico resulta importante en este cuerpo de categorías. De origen europeo, el simbolismo apareció como una corriente de pensamiento entre poetas, pintores y escultores. Se trataba de representar una cosa con otra. Al igual que el signo, el símbolo se utiliza para representar algo, de forma sintética y sencilla. Aquí lo utilizamos lo mismo como evocador de una hazaña cinegética, que como prueba de ello. El cazador de faisán manda disecar al pájaro más grande, de cola más larga y afilados espolones. Lo tiene en un lugar privilegiado para recordar el momento de su cobro, a la vez que para demostrar que fue capaz de ello. La RAE dice simplemente: “Representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada” (RAE, consultado en 4 de septiembre de 2012). Entonces el trofeo de caza es una síntesis simbólica que prueba y conmemora una hazaña cinegética. Ética.- Desde tiempos del Medioevo, cuando la fauna silvestre mayor, ciervos, jabalíes y osos, cazarlos recreativamente, o en forma de ritual social como se caza el zorro rojo en Inglaterra todavía, las bestias citadas estaban destinadas al aprovechamiento del soberano, o su élite. El villano que osaba comerse un gamo, era sentenciado a muerte. 15


Entonces aquella moral anunciaba lo que era bueno o malo hacer en los montes. Más tarde la escasés de fauna mayor (Ortega, 2008) llevó a los países europeos a establecer vedas y límites de captura para cada especie, así como distinguir los territorios públicos de los privados. Esto dio origen a la llamada “Ética cinegética”. Un decálogo que norma la actuación del sujeto cinegético en el campo de caza. La RAE lo establece así: Ética: “Recto, conforme a la moral. Persona que estudia o enseña moral. Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”. Entonces se entiende por ética cinegética el “conjunto de normas morales que rigen la conducta del cazador” (definición nuestra). Enseguida como sustento teórico también, el “Código de Ética del Cazador”: Reconociendo mis responsabilidades hacia la conservación de la fauna, el hábitat y con las futuras generaciones, prometo: - Conducirme en el campo de tal manera que haga contribución positiva a la fauna silvestre y al ecosistema. - Mejorar mis habilidades como “outdoorsman” y como tirador para asegurar un cobro humano de la fauna. - Cumplir con todas la leyes que regulan la caza, en el espíritu de la “persecución” “fair chase” e influenciar a mis compañeros a que también cumplan con estos principios. - Aceptar mis responsabilidades y proveer todo tipo de asistencia posible a los funcionarios encargados del cuidado del medio ambiente y la fauna silvestre. - A no desperdiciar ninguna oportunidad de enseñar a los jóvenes la completa comprensión de este código de ética. - A reflejar en palabras y conducta la confraternidad deportiva de los que practican la caza y demostrar respeto por el animal, el hábitat y la propiedad donde se me brinde el privilegio de cazar. - Me considerare un invitado del dueño de la tierra, buscando su autorización y conduciéndome de tal manera que mi presencia sea bienvenida en el futuro. - Me comprometo a obedecer las reglas del manejo seguro de las armas de fuego e insistiré, firme pero respetuosamente, que mis acompañantes hagan lo mismo. - Obedeceré todas las leyes y demás disposiciones que regulan la caza e insistiré que mis acompañantes hagan lo mismo. 16


- Me comprometo a poner lo mejor de mi parte para adquirir las mejores técnicas de caza y de tiro para asegurar el cobro limpio, rápido y seguro del animal. - Me comprometo a apoyar los esfuerzos de conservación, que asegure mejores oportunidades de caza para las siguientes generaciones. - Me comprometo a enseñar a los jóvenes cazadores las actitudes y habilidades para ser un verdadero cazador deportivo. * Fair chase: Se define como la caza ética, deportiva y legal de cualquier animal en estado silvestre, en su ambiente natural de manera que no se ofrezca al cazador cualquier ventaja inapropiada sobre la presa, es decir el animal debe tener todas las oportunidades para escapar de su perseguidor en su hábitat natural y ejercer su silvestría. http://www.ballestaperu.com/temas/articul/varios/86-decalogo-de-laasociacion-cinegetica-del-peru Consultado el 07/09/2012

Estética.- Indudablemente el faisán es una de las aves más bellas en la Naturaleza. Nuestros entrevistados fueron atraídos primeramente por la belleza del ave. Buscamos una definición de estética sencilla y apropiada para nuestro caso: “análisis de lo bello y lo sublime en la Naturaleza y el Arte o ciencia de aquello que, sobre la base de la mera intuición, sin mediación del conocimiento conceptual,

agrada

o

desagrada

inmediatamente”

(Kant

en:

http://mercaba.org/Rialp/E/estetica_filosofia.htm. Consultado el 10 de octubre de 2012. Espectro de colores.- Inseparable de lo estético, en el caso del ave de uso cinegético, el plumaje de Phasianus colchicus “tiene todos los colores del arco iris”, a decir de varios entrevistados. Entonces el espectro de colores juega un papel preponderante en la voluntad de hacerse de él, de apropiárselo, cocinarlo y disecarlo. Encontramos que esta categoría de análisis tiene mucho peso, debido a que el ave, por ser exótica y proveniente de bosques asiáticos destaca extraordinariamente entre las aves nativas, cenizas y monótonas, de la zona agrícola mexicalense. Sentido gustativo.- Debido a que los actores cinegéticos cocinan los faisanes que cazan, resultaba indispensable profundizar en su subjetividad, con el fin de desentrañar el papel que el sentido del gusto juega en esta práctica cultural relativamente nueva en Baja California y en México. 17


Valor.- Como todo colectivo que ha mantenido una tradición ya por siglos en este país, los cazadores en general han adoptado una escala valoral que les permite ser sustentables como grupo primero, y que sustentable también sean sus presas. Elegimos para esta forma una visión desde la filosofía de la educación, que compartimos como autores. Alexander W. Astin, líder en la operación de la educación por competencias, aporta su definición

de valor: “Principios abstractos y

generalizados

del

comportamiento que provee normas para juzgar algunas acciones y metas específicas, hacia las cuales los miembros de un grupo sienten un fuerte compromiso emocional” (Astin, 1991). Esta reflexión es pertinente en el análisis de datos cualitativos que realizamos. ESPACIALIDAD La espacialidad de la investigación se circunscribió exclusivamente a la zona agrícola del Valle de Mexicali, Baja California, México. Para los cazadores foráneos los predios registrados en la UMA “Los Sánchez”14 fueron la fuente del cobro cinegético y para los cazadores locales, cualquier predio agrícola donde la caza del faisán les fue permitida, a pesar de que su cintillo de cobro precisa una UMA determinada. La temporalidad del estudio abarcó las temporadas de caza 2009-2010 para los foráneos; y 2011-2012 para los locales (Véase el mapa del hábitat del faisán). DESCRIPCIÓN DE LA PRÁCTICA CULTURAL El faisán chino de collar es un ave de tamaño mediano y gran colorido. En voz de los informantes, “tiene todos los colores del arco iris”. El promedio obtenido de medir y pesar 54 machos adultos arrojó 860 milímetros, de la punta del pico a la punta de la cola. Una envergadura de 507 milímetros y un peso corporal de 1, 297 gramos. A pesar de este tamaño y supuesta visibilidad, es un pájaro escurridizo, y difícil blanco en tierra para el cazador. Por esta razón se le caza en batidas o arreadas, donde los asistentes caminan peinando una siembra de algodón, alfalfa, trigo, sorgo, cártamo o espárrago, o bien un monte de cachanilla y chamizo, para hacer volar a los pájaros, y el escopetero tenga una oportunidad de abatirlo al vuelo. Ocasionalmente se abate un faisán en el piso antes de volar, pero esto es considerado anti deportivo y es una actitud reprobable entre los cazadores de faisán.

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Aventuras de Caza. Av. Molino del Rey # 325 Col. Insurgentes, Mexicali, B.C. c.p. 21280.

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Foto 1.- Izquierda, un faisán macho, derecha, una hembra.

Fotos Armando Tapia Landeros. Usualmente se peinan de tres a cinco parcelas durante una mañana. Si se caza por la tarde, a lo sumo una o dos. Los cazadores foráneos son hospedados en los mejores hoteles de la ciudad y recogidos en la madrugada por el organizador cinegético, quien les proporciona alimentos y bebidas en una pausa al medio día. Pero hay organizadores que han invertido en infraestructura y ofrecen hospedaje en villas cinegéticas ubicadas en la zona de caza, como La Piocha de la Colonia Pólvora entre otras, que los foráneos prefieren ya que así no tienen que transitar en la ciudad armados y vestidos de cazador, algo que a todos los entrevistados incomoda. Los cazadores locales actualmente y a decir de ellos, se congregan en una gasolinera con servicio de café, un mercado OXXO o una tienda “K” abierta las 24 horas del día, donde cargan combustible para sus autos, beben un café, adquieren algunos alimentos rápidos y deciden, en grupo, qué rumbo tomar en la zona agrícola. Ellos no disponen de “asistentes” así que tienen que realizar un mayor esfuerzo físico para localizar y echar al vuelo a su presa. Algunos cazadores declararon llevar consigo un rifle calibre .22 con mira telescópica para cazar a lo lejos, alrededor de los 100 metros, a algún faisán visible en una alfalfa o barbecho, que se cree seguro a esa distancia. La escopeta tiene un alcance efectivo no mayor de los 50 metros y los “gallos matreros” se sienten a salvo a más del medio centenar de metros. Excepcionalmente, cazadores especializados llegan a utilizar rifles de alto poder de calibre reducido, 5.6 milímetros (.224¨) o 6 milímetros (.244¨), con telescopios potentes y cartuchos de alta precisión pero baja destrucción, para abatir faisanes hasta los 250 metros de distancia. Entre ambos grupos de cazadores entrevistados el artefacto cultural predilecto fue la escopeta medida 12 semi automática. Entre los cazadores locales la misma arma, 19


además de otras configuraciones armeras, como las escopetas de dos cañones, tanto yuxtapuestos como sobrepuestos. También declararon utilizar medidas de menor potencia y alcance como las escopetas medidas 20 y 1615. Foto 2.‐ La presa y el artefacto cultural para cobrarla, una escopeta de cañones yuxtapuestos de dos gatillos. Arma construida por la fábrica española Ugartteburu.

Foto del autor.

HALLAZGOS Presentamos el resultado parcial de nuestra investigación, en el orden que enlistamos las formas de análisis: Actitudes.- De acuerdo la conceptualización desde la Psicología, observamos que los cazadores de faisán mantienen una actitud predominantemente positiva. Siempre están dispuestos a correr riesgos y a vivir una nueva experiencia en los campos de caza. Pero sobre todo mantienen una “actitud integradora”, aquella que privilegia

“la

comunicación de sujeto a sujeto, además de comprender el mundo interior del

Las escopetas no se distinguen por el diámetro de su cañón en milímetros o pulgadas como los rifles y pistolas. Se catalogan por la cantidad de esferas de plomo contenidas en una libra de peso, y que quepan por el cañón liso. La medida 12 se debe entonces a que si la libra de plomo se divide en esferas, serán 12 para que quepan por el cañón de una escopeta medida 12.

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interlocutor y de buscar su propio bien, intenta la unificación o integración de las dos personas” (véase las formas internalizadas de cultura de análisis en la metodología). Sin embargo, encontramos diferencias en este tema entre los cazadores foráneos y los locales. Los primeros insisten en cazar en grupos afines, de amigos, donde predomina la camaradería. Familias y familiares. Excelentes amigos o socios de negocio cazando hombro con hombro. Pero la actitud integradora entre los cazadores locales antepone un requisito indispensable: la seguridad. Para ellos, no importa que tan amigo o pariente sea el candidato a integrarse al grupo, si éste no demuestra una conducta cinegética apropiada. A decir de nuestros informantes locales, aquel que no sabe manejar su arma dentro del protocolo de seguridad; que no comparte las oportunidades de tiro y que no acepta algunas reglas no escritas de su cultura cinegética (como compartir el gasto, por ejemplo) , no es aceptado como miembro de la partida de caza. Y para ilustrar el caso ofrecen ejemplos de conocidos tiradores que cazan solos, porque no fueron aceptados en los grupos tradicionales de cazadores. Creencias.- Esta forma internalizada de cultura, o cultura inmaterial cinegética, postula que no se deben matar faisanes hembras. Que para que su práctica cultural sea sustentable hay que matar sólo faisanes machos. Matar una hembra es despreciado por el gremio de escopeteros. No obstante, reconocen que la carne de “faisana” es menos dura que la del macho, con más grasa y por ello hace “mejor caldo”. También reconocen que hay demasiadas hembras, deducción lógica de cazar sólo machos, pero los sujetos cinegéticos “están en la creencia”, de acuerdo con Ortega y Gasset, que esto se debe a que el macho es un pájaro escurridizo, evasivo, desconfiado por ser el cazado. Debido a ello vuelan más hembras que al no temer al cazador, se exponen confiadamente. Esta creencia está tan arraigada y generalizada que no reparan cuando se les hace saber que biológicamente, nacen mitad machos y mitad hembras de faisán. Por fortuna el faisán macho es polígamo y puede fertilizar a varias hembras a la vez, por lo que, aparentemente, la caza de sólo machos no ha afectado a su población. “Varias hembras se asocian con un macho” (Gómez de Silva, et. al.; 4). Otra creencia que detectamos entre los cazadores de faisán en el Valle de Mexicali es que aseguran que el faisán local es de mayor tamaño y peso que los pájaros que se cazan en los campos de California, justo al norte, en el Valle Imperial contiguo al de Mexicali. Leopold (1965: 296) consigna un peso promedio para el macho de 1, 250 gramos. Gómez de Silva, et. al., (2005: 6), de 980 gramos. Nosotros pesamos 54 machos y 21


obtuvimos un peso promedio de 1, 297 gramos (Tapia, 2011: 400). Leopold no realizó recolecta de especímenes en Mexicali, por lo que intuimos que obtuvo ese peso de pájaros estadounidenses. Quizá la ficha de la CONABIO que consigna un peso de sólo 980 gramos obedezca a registros de la especie en su hábitat original, Asia, ya que aseguran provienen de Azerbaiyán, y no ofrecen registros de peso de pájaros de tierras mexicanas. Entonces de acuerdo a estos datos y deducciones, la creencia de los sujetos cinegéticos adquiere sentido. Los faisanes cachanillas son (ligeramente) más grandes que los faisanes de otros lugares. Ideología.- Todos los sujetos entrevistados pertenecen a Clubes de caza, Tiro y Pesca registrados y reconocidos por el Estado mexicano. De otra forma no podrían obtener sus permisos de transportación de armas. Pero encontramos que ninguno de los informantes declaró a qué club pertenece. No traen escudos o insignias de estas asociaciones civiles, ni parece que presuman un sentido de pertenencia a ellas. Pero todos comparten la misma ideología que asociaciones extranjeras muy poderosas, como la Asociación Nacional del Rifle (National Rifle Asociation, NRA) estadounidense, que agrupa a 4.5 millones de tiradores-cazadores, incluso extranjeros como uno de los entrevistados. Aquí la aportación de Gramsci aparece con fuerza, en el sentido de que de ideología pasó a ser hegemonía, y no importa mucho el sustento científico, sino su eficacia política . Debemos apuntar que tal forma de pensar tiene un sustento jurídico. En los Estados Unidos de América, la Enmienda Décima; en México el artículo 10 Constitucional: “Los mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa…” (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos). Esta garantía constitucional es reglamentada por la Ley de Armas de Fuego y Explosivos y faculta a los miembros de clubes reconocidos por el Estado, a poseer y transportar armas deportivas a los campos de caza y de tiro del país, incluso del extranjero. La fraternidad cinegética profesa la ideología del ciudadano armado. La seguridad de que un mexicano armado y capacitado en el uso de las armas, es el ciudadano que proclama el Himno Nacional. Que desarmar al mexicano mediante campañas de “despistolización” es, además de despojarlo de parte de su identidad nacional, dejarlo indefenso ante los criminales. También manifiestan que cazar es una tradición con sustento ancestral. Argumentan que la sociedad no hubiese llegado al desarrollo actual, si no hubiera sido por los 22


cazadores de cada colectivo social, que se encargaron de llevar “el chivo a casa”, mediante la caza de todo tipo de animales silvestres. Están en la creencia que sin esa proteína animal, el desarrollo del cerebro humano no tuviera la capacidad creativa que hoy ostenta. Entonces observamos cómo en su narrativa emerge la hegemonía de Gramsci. Sobre todo porque el total de los entrevistados son empresarios o profesionales libres, producto del capitalismo que conforma una elite minoritaria. Los cazadores locales manifestaron realizar un gasto promedio de 1, 340 pesos por cada cacería de faisán, una mañana o una tarde. Los foráneos promediaron 20,000 pesos por un fin de semana, de viernes a domingo, incluido el pasaje de avión de ida y vuelta a Mexicali. Mientras que los locales aceptaron cazar en promedio seis veces durante la temporada hábil de caza que dura dos meses; los foráneos sólo vienen una sola vez. Entonces los locales gastan 8, 040 pesos por temporada de caza de faisán. Estos datos sitúan a los entrevistados en la llamada clase media alta para los locales, y alta para los foráneos. Con esta reflexión esperamos situar al lector en el nivel de vida que disfrutan nuestros informantes. Identidad.- Todos nuestros entrevistados manifestaron sentirse herederos de la tradición universal de la caza. Argumentan que sin ella, la humanidad no hubiera progresado hasta donde se encuentra ahora. Que gracias a ello la especie humana pudo concebir ideas abstractas y soñar con ir a la Luna, así como quitarse la amenaza constante de sus depredadores, inventando las armas para defenderse. Que el aficionarse a comer la carne producto de la caza, propició la domesticación de todas las especies que le son de utilidad. Entonces para ellos, mantener viva la tradición de la caza es sostener a la humanidad misma. El cazador es el que lleva la carne a casa, idea conocida popularmente como “llevar el chivo a casa”, mantener a la familia. Entre los cazadores estadounidenses se dice: “bring home the bacon”. Debe investigarse el por qué esta identidad es, al menos en México, casi exclusivamente masculina. Copiando el modelo europeo y estadounidense, los entrevistados reafirman su identidad cinegética, también como patrocinadora. Tienen plena consciencia de que son ellos, quienes costean la conservación de los recursos naturales renovables. Esta noción tiene un sustento jurídico: “Los ingresos que la Federación perciba por concepto del otorgamiento de permisos, autorizaciones y licencias en materia de flora y fauna silvestre, conforme lo determinen los ordenamientos aplicables, se destinarán a la realización de acciones de preservación y restauración de la biodiversidad en las áreas que constituyan el hábitat de las especies

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de flora y fauna silvestre respecto de las cuales se otorgaron los permisos, licencias o autorizaciones correspondientes” (Art. 87BIS-1.Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, 1988).

No obstante la seguridad que manifiestan ante este hecho, les entristece que durante los 24 años que lleva de vigencia esta conquista que se atribuyen, no conocen ningún caso en que sus aportaciones se hayan destinado a la preservación y restauración de la biodiversidad. Respecto a su creencia de que “matando se hace el bien”, esta aparente contradicción es congruente con una parte del concepto de ideología: “nace bajo el signo de la inversión…[de] confundir los opuestos[…] lo ideal por material, lo cultural por natural, lo injusto por justo y, en general, confunden las apariencias con la realidad ” (Szurmuk y Mckee, 2010: 146). Otro rasgo que resalta de su identidad cinegética es el mandato no escrito de “no matar por matar”. Un entrevistado explicó: “si hubiera matado uno [faisán] o ninguno de todas maneras estaría muy agradecido. Hay algo más que el hecho de jalarle al gatillo, es el contacto con la Naturaleza”. Un rasgo más distintivo de su identidad lo es otra regla de su cultura cinegética: “sólo mato lo que me como”. Ellos no perdonan al “matón”, aquel que dispara contra todo lo que se mueve. Reprueban al que mata y deja tirada a su presa. Invariablemente enfatizaron que sólo cazan lo que van a disfrutar en su mesa, o en su cuarto de trofeos. Presumen sus recetas cinegéticas las cuales intercambian y promueven. Este comportamiento abona a toda una tradición humanamente milenaria, aunque apenas centenaria en México. Lo anterior concuerda perfectamente con la definición de Gilberto Giménez sobre la identidad. Mediante la observación de reglas no escritas estos actores sociales “se reconocen entre sí, demarcan simbólicamente sus fronteras y se distinguen de los demás actores en una situación determinada…” (Giménez, 2009:280). No obstante esto, algunos entrevistados se quejaron de la falta de aceptación por parte de la sociedad. Uno dijo: “nos ven como delincuentes por usar armas”. Otro con experiencia internacional, comentó que en Europa, los señores cazadores se visten como tales para ir a comer con la familia o amigos a un restaurante de postín. “Si aquí te vistes de cazador y sales a la calle, de apedrean”. Esto los ha llevado a disfrazar su identidad, a “camuflagearla” para no ser reconocidos como tales. Atribuyen al combate al crimen organizado que las diversas autoridades duden de su verdadera identidad cinegética, y en ocasiones los traten como presuntos delincuentes, a pesar de llevar consigo todos los documentos que acreditan su legalidad. Admiten que su identidad no vive los mejores tiempos, pero 24


tienen la esperanza que vendrán mejores, si continúan contribuyendo a la conservación de los recursos renovables. Foto 3.‐ Un cazador del estado de Veracruz admira a un faisán cachanilla.

Foto Armando Tapia Landeros.

Mentalidad.- La forma de asumir y vivir su identidad cinegética aparece en las narrativas de los cazadores entrevistados como una “mentalidad” generalizada. Todos expresan lo mismo acerca de su papel en la historia de la humanidad y en la conservación de las especies de fauna silvestre. La tradición de la caza deportiva con varias generaciones de mexicanos ya, quizá se deba en buena medida a la mentalidad que los caracteriza y mantiene unidos en torno a los clubes de caza, tiro y pesca, asociaciones civiles sin fines de lucro que aglutinan a cazadores y tiradores de competencia. La LFC (1952) concedía el privilegio de cazar fauna silvestre en este país, solamente a aquellos ciudadanos mexicanos afiliados a estas asociaciones reconocidas por el estado mexicano. Siegfried Jäger (2008) describe el simbolismo colectivo y el dispositivo, para denotar la existencia de estereotipos culturales que se trasmiten y se utilizan en forma colectiva. Entonces resulta pertinente interpretar de lo observado al respecto, que la tradición de la caza constituye, en alguna medida, el estereotipo cultural propuesto por Jäger, el cual se sustenta en algunos valores que identificamos, que en voz de los actores sociales se expresan en : “camaradería y amistad”, lo cual les permite “convivir con tus hijos”, con 25


“buenos amigos”, en un “entorno de amistad excepcional”. Atendiendo al concepto de Jäger, esta convivencia representa las “prácticas discursivas”. Por tanto el acto de cazar sería la práctica no discursiva. Y para coincidir completamente con esta teoría, los clubes de caza, tiro y pesca a los que pertenecen los sujetos cinegéticos, sería la materialización del dispositivo. La caza del faisán encuadra con el simbolismo colectivo y sus instituciones con el dispositivo, en esta teoría sociocultural de Siegfried Jäger. Representación.- Los cazadores foráneos hicieron una representación del paisaje cinegético como el ideal, de abundancia de biodiversidad, de clima perfecto, de armonía ambiental. Manifestaron haber observado y disfrutado de un entorno ordenado y disciplinado. Pero antepusieron un antivalor: demasiadas quemas y basura en las carreteras. Los forasteros cinegéticos representaron a los campos de caza mexicalenses como “un oeste chiquito”, que “en nuestro México no se ve cotidianamente”. Esto adquiere valor en virtud de que ellos cazan en diversas regiones mexicanas y en el extranjero. Ellos cazaron en el mes de noviembre por lo que expresaron haber disfrutado de un clima perfecto16. En voz de un informante: “si vas a la paloma, hace mucho calor; si vas al ganso, hace mucho frío”. Para ellos, el Valle de Mexicali en noviembre está muy cerca, si no es que ya lo es, de ser un paraíso cinegético. Debemos agregar que este grupo no fue inspeccionado por autoridades ambientales ni militares, para lo cual llevaban toda la documentación necesaria: permiso de armas, de caza, cintillo de caza, licencia de caza y permiso del propietario de la parcela en donde cazaron. En cambio los cazadores locales parecen no sorprendidos por los atributos expresados por sus competidores cinegéticos. Éstos representaron a su práctica cultural como una tradición familiar: “Mi padre me llevó y yo llevo a mis hijos y nietos”. Expresado como un destino inexorable. Debido a una prolongada interactuación con el ecosistema deltaico transformado en agricultura, no ven el orden y la disciplina que vieron sus colegas foráneos. Ellos manifiestan su preocupación por que han sido testigos del incremento de las técnicas agrícolas, lo cual se está traduciendo en la desaparición del hábitat natural que propicia la abundancia de biodiversidad manifestada por los cazadores foráneos. “Cada vez hay menos monte de cachanilla, palo verde, chamizo y mezquite, donde se reproduce y protegen los animales”; “hasta algunos caminos están ahora sembrados, no sé qué le pasa a la gente, cada día quiere más y más”. Entonces el imaginario ideal del Durante el mes de noviembre en el Valle de Mexicali prevalecen los días soleados, sin viento, con temperaturas máximas de 28°C.

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foráneo, que es estático, pues sólo vienen una vez en el año en otoño, se transforma en uno decadente ante la observación dinámica del cazador local. Además, debemos considerar que el forastero interactúa en un predio cuidado y seleccionado por su outfitter, u organizador cinegético o promotor turístico. Él disfruta de un escenario prefabricado para satisfacerlo. Es un cliente adquiriendo una mercancía. El cazador local, en esta investigación todos los entrevistados, no disfrutan de ese privilegio por no estar al alcance de su presupuesto. Ellos también tramitan todos los documentos mencionados para los foráneos, pero cazan donde no se les prohíba. Recorren el valle en busca de faisanes, no de atenciones y facilidades. No van una vez al año, sino seis veces. Y encontramos en ellos una experiencia promedio de 40 años de interactuar con este ecosistema transformado. No obstante disfrutar de esta libertad, todos señalaron su lugar favorito para cazar. (Véase el mapa del hábitat del faisán y la tabla de promedios, columnas 3 y 5). Este contraste nos lleva a visualizar dos realidades distintas en un mismo tiempo y espacio. Dos representaciones diferentes de dos grupos de cazadores mexicanos que usufructúan un mismo ecosistema en el marco jurídico de la Ley General de Vida Silvestre (2000). Al menos en esta práctica cultural el cazador mexicano todavía no ha sido excluido por la globalización, como es el caso de la caza de borrego cimarrón en los estados de Baja California Sur y Sonora, donde debido al alto precio de su cabeza, entre 35 y 60 mil dólares17, la especie se ha convertido en un producto exclusivo de exportación. A diferencia de los cazadores foráneos, los locales hicieron una representación más sensible del ecosistema. Bucólica, nostálgica y romántica, al evocar amaneceres y atardeceres en la zona agrícola. Citamos sus expresiones: “Ver el atardecer, el Centinela [cerro], las espigas de trigo…es hermoso el contacto con la naturaleza, andas respirando oxígeno, andas con más libertad, muy importante la libertad, y ahí hasta la libertad de pensamiento porque se van todos tus problemas”. “Estaba esperando que saliera el sol, me hinqué a dar gracias a Dios por esa fotografía que no se me puede olvidar”. “El otoño son los amaneceres más bonitos que puedes encontrar”. “Es una maravilla el otoño en Baja California, es una maravilla, me lo pongan como me lo pongan” “El clima es ideal [otoño]”. “No hay nada más bonito que llegues antes del amanecer al lugar de cacería y te tomes una tasita de café mientras sale el sol”. “Un cafecito viendo

Conversación personal con el señor Javier Artee Valenzuela, el día 15 de abril de 2011, organizador cinegético de cacerías de borrego cimarrón en ambos estados.

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salir el sol es una de las cosas más sabrosas que puede hacer uno…y si está haciendo mucho frío, pues hasta hacer una lumbradita para calentarse”. “Cuando estás en el campo y ves el amanecer, es otra sensación, otro gusto”. “Una persona de Monterrey me dijo: lo que me gusta de Mexicali son sus atardeceres, y dije yo, pues si tiene razón”. Tanto el alba como el ocaso del día en la zona agrícola mexicalense, produce sensaciones memorables en los cazadores locales, que el resto del día u otra estación del año no les produce a ellos. El tránsito de la noche al día, y del día a la noche, enciende la inspiración poética del cazador. Símbolo.- Encontramos que este concepto tiene su origen en la estética de la especie (véase la siguiente categoría). La actitud del cazador, entendida como una predisposición a la conducta de cazar, se enciende mediante el sentido de la vista. El sujeto cinegético “ve bonito” al faisán macho, mas no a la hembra que no posee los mismos colores. Luego de cobrado, el ave sin vida es admirada en las manos de su verdugo, quien se retrata con ella. Pero la subjetividad del cazador desea fervientemente preservar de alguna manera, ese momento, esa hazaña, esa vida. Entonces recurre a simbolizar el hecho. Confía a un texidermista calificado la preparación de su presa, mediante la disecación. En voz de un cazador foráneo: “No tener dos faisanes en un medallón18, no hay perdón”. En voz de los locales: “en mi casa tengo varios, tengo en la sala uno que está volando, tengo otros dos o tres, uno en el estudio, otro en el comedor”; “un faisán disecado es un adorno de primera”; “el gallo bonito es el de mediados de diciembre y enero”; “si lo disecas llama mucho la atención como un trofeo de cacería”; “el faisán es uno de los animales que tiene prácticamente todos los colores”; “es una ave muy bonita que sirve como trofeo”; “el trofeo es perpetuar al animal, la figura del animal como si estuviera vivo”; “tenerlo en tu casa disecado y cada vez suspirar al verlo”; “vez la grandeza, ahí está la grandeza”. El faisán disecado constituye un símbolo: La representación de la vida. También desencadena el recuerdo que se instala en la memoria del sujeto cinegético para toda la vida.

Medallón: Representación artística de dos faisanes disecados juntos, alertas o peleando, instalados en un óvalo para colgarse en la pared.

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Foto 4.‐ El uso simbólico de la presa, disecada mediante la Taxidermia.

Foto y taxidermia del autor.

Estética.- Ambos grupos de cazadores, foráneos y locales, expresaron como motivo principal para cazar faisán, la belleza del ave y su sabor. Confían totalmente en dos de sus sentidos, la vista y el paladar, para preferir este tipo de actividad cinegética a otras, por ejemplo la caza de aves acuáticas o de venado. En el primero juega un rol decisivo la variedad de colores presentes en el plumaje del ave. A decir de algunos informantes: “tiene todos los colores del arco iris”. Esta concepción cultural entre cazadores mexicanos puede tener su origen en el hecho de que las aves nativas tienen un plumaje 29


en que predominan los tonos de gris y café, con excepciones de color blanco y negro. En el segundo, su sabor, reconocen que es “un poco durito”, menos suave que el pollo. Pero que preparado con sabiduría, como lo hacen los restaurantes orientales de la ciudad de Mexicali, “es un manjar”. Ética.- Los cazadores de faisán mostraron tener un código de ética cinegética. Independientemente de la teoría recuperada en el marco teórico, encontramos reglas no escritas a las que se apegan porque su experiencia les dice que funcionan. Una de ellas es el grado de satisfacción, o con cuántos pájaros abatidos se conforman, en una salida a cazar faisán. En la tabla de promedios al final del texto vemos que este factor resultó ser de 3.3 faisanes para los locales. Mientras que los cazadores foráneos aceptaron conformarse con 13.5 pájaros. La diferencia debe estar en que éstos cazan una vez durante la temporada, pero tres días consecutivos; los locales seis veces en el mismo período. Ambos mostraron tener un principio ético: no matar por matar o matar todos los que salgan. Y mientras que los foráneos destacaron como un alto valor cazar entre amigos y en camaradería, los locales se remitieron al principio de seguridad. Para ellos no es ético cazar en riesgo. Sólo son aceptados en la partida de caza aquellos individuos que demuestran habilidad en el manejo seguro de las armas de fuego. Los que no, son excluidos aún a pesar de mediar una fuerte amistad entre ellos. Privilegian la seguridad sobre la amistad. Ambos grupos mostraron un respeto casi absoluto a las hembras de faisán. A pesar de que su carne es más tierna y se cocina mejor, matar hembras está proscrito entre estos sujetos cinegéticos. Creemos que esta actitud tiene su origen en la estética de faisán, primer motivo para cazarlo. La hembra es de color café con leche con manchas café oscuro. El macho “tiene todos los colores del arco iris”, a decir de sus cazadores. En lo que no encontramos correspondencia entre foráneos y locales, es en dos rubros: en “el respeto a la norma” y en “cuidar el equilibrio ecológico”, que los forasteros fueron especialmente explícitos en su narrativa. Los locales dan por un hecho que con cintillo19 o sin él; en UMA20 o sin ella, los faisanes seguirán presentes. Que se cuidan solos debido a su astucia y alta reproducción. Excepto uno de los cazadores locales, el resto considera que hoy son más abundantes que antes.

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Engomado que ampara X número de ejemplares y debe adherirse a la presa una vez cobrada. Unidad de manejo de fauna silvestre. LGVS, 2000.

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La norma en vez de protegerlos, ha incrementado la oportunidad legal de aprovechamiento así como extendido la temporada de caza de uno a más de dos meses. No ven que favorezca a la especie su administración oficial. Por el contrario, aseguran que para conservarlo hay que educar cinegéticamente y en valores, a las nuevas generaciones. Lo legal hay que cumplirlo para no ser molestados. Pero el gobierno nada está haciendo por conservar el hábitat ideal del faisán. Cada vez hay menos monte y más siembra. Llegará el día en que el pájaro no tenga donde esconderse y reproducirse. Que eso es lo que debería de atender la autoridad reguladora, en vez de perseguir a cazadores fuera de UMA. Es mayor el impacto de la deforestación que el del furtivismo, casi eliminado con la presencia del Ejército Mexicano en la lucha contra el crimen organizado. En cuanto al equilibrio ecológico manifestado por los deportistas forasteros, los locales opinan que debe ser natural. Que el hecho de no poder cazar legalmente al coyote, depredador natural y muy abundante en la zona agrícola, atenta contra la reproducción del faisán. El mamífero destruye nidos y ataca a los polluelos como nunca antes, que existía el permiso para cazar “pequeños mamíferos” que ellos adquirían para mantener en equilibrio la población canina silvestre. Opinan que cada UMA faisanera incluya cintillos para cazar coyote. Que en virtud de que el gobierno no intente siquiera controlar la población de este depredador, como se hace al Norte de la frontera, permita a los deportistas, sobre todo los locales, cobrar algunos coyotes para controlar de alguna manera su explosión demográfica, antes que impacte a la del faisán y la otra gallinácea nativa, la codorniz de Gambel, Callipepla gambelii. Sentido gustativo.- Esta categoría debido a su singularidad, ya fue reportada en el artículo de divulgación Las recetas de los faisaneros, Revista Universitaria de la UABC, # 78, abril-junio de 2012 (www.revistauabc.mx). Basta decir que la forma predilecta de degustar el faisán por cazadores locales y foráneos, es al estilo chino en un restaurante oriental de los muchos que hay en la ciudad de Mexicali, B.C.

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Foto 5.‐ Degustación familiar del faisán al estilo chino en un restaurante oriental mexicalense.

Foto Daniel Tapia Hernández.

CONCLUSIONES El aprovechamiento cinegético del faisán en el Valle de Mexicali (y de San Luis, Sonora) ha sido sustentable por casi un siglo. El dato histórico sobre sólo 6 ejemplares provenientes de Asia en 1912, la estimación de 1999 en más de 100 mil aves, el hecho de no haber ninguna otra introducción, la caza sostenida de 1922 a la fecha, la autorización de cazar 29, 428 pájaros en 2007, y el presente testimonio respecto que hoy hay más faisanes que antes, son elementos que tienden a favorecer esta sustentabilidad. También es evidente la construcción y refinamiento de una práctica cultural de uso simbólico y material de este recurso natural, en un marco normativo y novedoso a partir 32


del año 2000. Si bien aún no trabajamos con los productores agrícolas en cuyas parcelas come y se caza el faisán, averiguamos que para la temporada 2012-2013, agricultores que sembraron sorgo y quisieron beneficiarse de la práctica cultural, cobraron una renta de 45 dólares por hectárea, a prestadores de servicios cinegéticos que llevaron a sus clientes a cazar faisán. Este ingreso adicional sólo por cultivar lo que el ave come en otoño, se suma a la derrama que captan los peones de la caza. Jóvenes rurales que arrean, recogen, despluman y empacan las aves cosechadas, a quienes nos acercaremos en un futuro cercano. La actual generación de cazadores de faisán ya no cree que la fauna silvestre es inagotable, como lo creyó la generación anterior de cazadores (Tapia, 2008: 73). Particularmente los deportistas foráneos, que mostraron una mayor responsabilidad respecto a la sustentabilidad de la fauna silvestre. Quizá esta aparente falta de consciencia entre los tiradores locales, se deba a que saben que la especie no se encuentra amenazada, y que se produce por millones en granjas especializadas en los Estados Unidos de América. Pero debemos dejar asentado que ambos grupos tienen muy claro que los faisanes criados en granja y liberados para ser cazados, son pesados, lentos y confiados, debido al alimento que les proporciona el hombre y que ellos no eligen, y a estar acostumbrados a la presencia de humanos. Por el contrario, los faisanes del Valle de Mexicali son desconfiados, rápidos y muy ligeros en tierra y aire, aptitudes altamente apreciadas por los escopeteros, ya que representa un reto mayor abatir el pájaro en vuelo. Contra lo esperado, ninguno de los cazadores entrevistados mencionó a qué club pertenece. No observamos identificación en su atuendo que los ligue a alguna asociación civil. No parece haber sentido de pertenencia a alguna institución deportiva en particular. No obstante, la única manera de obtener el permiso de transportación de sus armas de caza es mediante el trámite que realizan los clubes de caza y tiro reconocidos por el estado mexicano. Interpretamos que pertenecen por necesidad, no por tradición a estas asociaciones civiles sin fines de lucro. De esta suerte, el concepto de “simbolismo colectivo” de Jäger no aparece completo, pues está ausente lo que el autor propone como “dispositivo” y su materialización, que correspondería a la “casa club”, el domicilio oficial que toda organización cinegética debe tener para ser autorizada a operar. Los cazadores de faisán entrevistados son miembros de sus clubes por conveniencia, no por convicción. 33


Uno de los entrevistados dijo que de nada sirven las asociaciones de cazadores. Que la Asociación Estatal de Clubes de Caza, Tiro y Pesca, A.C.; la Federación Mexicana de Caza, A.C., FEMECA, así como la Federación Mexicana de Tiro, A.C., FEMETI, sólo buscan el dinero de los cazadores mediante las cuotas que les cobran, pero no los defienden ni ayudan. “Deberían gestionar un depósito de cartuchos en Mexicali, por ejemplo. Conseguir una UMA Regional y parar los abusos de la policía municipal, pero nada de eso hacen”. El sujeto cinegético sintetiza de esta manera la problemática que enfrentan los cazadores locales y foráneos de faisán. Mientras que los cazadores foráneos declararon gastar en promedio 20 mil pesos, incluido el avión en un fin de semana, los locales promediaron 1, 340 pesos por salida a cazar. Y si los forasteros dejan una derrama de 15 mil pesos (sin el avión) por tres días, los cazadores que habitan el valle agrícola y sus alrededores gastan 4, 020 pesos también en tres días de cacería. De acuerdo a estas cifras, la derrama de los escopeteros que vienen de fuera es mayor. Foto 6.‐ Portada del folleto para promover el turismo cinegético. El faisán, como la uva en la Ruta del Vino, es la punta de lanza, la especie de mayor demanda entre las aves silvestres.

Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de Baja California.

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Destaca también la cercanía que los locales tienen sus lugares de caza. A sólo 36 minutos en promedio llegan a la primera parcela donde esperan encontrar a su presa. Esto lo interpretamos como un privilegio en pleno siglo XXI. Finalmente, conviene poner atención en otro dato duro, el porcentaje de faisanes heridos que escapan. Una quinta parte de las aves a las que les dispara e impacta, no son recuperados. Ese 20% debe incluirse en la formula cuando se calcule la tasa de aprovechamiento. Encontramos una posible explicación a este fenómeno, al saber que en la ciudad de Mexicali no existe un expendio de cartuchos deportivos. El más cercano está en Ensenada, B.C., y el siguiente en Hermosillo, Sonora. Dos de los cazadores locales declararon que salen a cazar con lo que tienen a la mano. Por regla, hay más disponibilidad de cartuchos para especies menores como paloma y codorniz. Además, este mismo cartucho es útil en el tiro al blanco, a discos de alquitrán, que se practica en la ciudad capital, Tijuana y Ensenada. Pero esos cartuchos carecen de la potencia para abatir a un faisán con seguridad. Su munición fina, del número 8 o 7.5, puede dejar al faisán herido y perderlo. En cambio los cazadores foráneos compran los cartuchos adecuados en la ciudad de México. Cartuchos más potentes, con munición de los números 4, 5 o 6, con los que abaten limpiamente sus presas. En su discurso no aparecieron faisanes heridos, en el de los locales sí. Ayudaría a disminuir el porcentaje de heridos si se ofertaran en Mexicali los cartuchos adecuados. No apreciamos aún una tensión entre ambos grupos de cazadores, al compartir el recurso natural en un mismo tiempo y espacio. Incluso, cuatro de los cinco locales entrevistados están dispuestos a llevar a cazar a foráneos que lo soliciten, sin cobrar por ese servicio. Esta solidaridad de gremio se suma a los valores detectados en la práctica cultural. Ellos mismos manifestaron tener un lugar favorito para cazar faisán. En el mapa del hábitat del faisán (Véase la figura 1 al inicio), señalamos la ubicación de esos lugares. Interpretamos que la presa no tiene una preferencia marcada por un punto geográfico dentro de su hábitat. Esto le permite una distribución geográfica tan amplia como lo es toda la zona agrícola. Los cazadores aseguraron que los cultivos de sorgo son una garantía para encontrar a las aves durante el otoño. Entonces pudiese ser que estos lugares señalados como favoritos por los cazadores locales tengan una relación directa con el hecho de ser preferidos. También interpretamos del discurso de los sujetos cinegéticos entrevistados, que pudiese existir un reparto tácito, no escrito, de las áreas de caza, con el fin de no estorbarse al realizar la práctica cultural. También visualizamos un signo de 35


sustentabilidad, que evita ejercer una presión de caza excesiva en una sola región cinegética. Esta aportación de los locales se contrapone con la de los foráneos, que forzosamente tienen que cazar dentro de la UMA que les vende el servicio, presionando en algunos casos en extremo al recurso natural. Por último, concluimos que el principal motor que activa a esta práctica cultural es del reino de la subjetividad. Los cazadores sustentan su actividad en gran medida en las “formas internalizadas de cultura” propuestas por Giménez, como “representaciones sociales, esquemas cognitivos, ideologías, mentalidades, actitudes, creencias y valores” (Giménez, 2007: 45) revisadas en el marco teórico de esta metodología. Formas que al utilizarlas en el ejercicio y observación de esta actividad, podemos llamar “subjetividad cinegética”, y debido a ello lo planteamos en el título de este trabajo. Esperamos que nuestra investigación ayude a entender mejor esta actividad, calificada por sus participantes como secreta por necesidad, en virtud de ser vistos por la sociedad y las autoridades locales, como potenciales delincuentes. La derrama que hacen estos sujetos cinegéticos en el valle agrícola mexicalense, no la hace ningún otro tipo de turismo. De ahí la importancia de asegurar su sustentabilidad reconociendo a esta sub cultura.

Tabla de promedios

Cazador Satisfacción Experiencia Costo César 3 30 años 1,500.00 Enrique 3 50 años 2,000.00 Gilberto 4.5 50 años 1,200.00 Jorge 3 30 años 1,000.00 Gustavo 3 42 años 1,000.00 Promedios 3.3 40 años 1,340.00

Frecuencia 5 veces 6 veces 5 veces 8 veces 6 veces 6 veces

Distancia 30' 45' 45' 30' 30' 36'

% de heridos 20% 15% 25% 20% 20% 20%

Explicación de las columnas de la Tabla de promedios: Satisfacción: Cantidad de faisanes cobrados por cacería. Experiencia: Años dedicados a la caza del faisán. Costo: Gasto por cacería. Frecuencia: Cantidad de cacerías durante la temporada de caza. Distancia: Minutos de traslado hasta el primer sitio de caza. % Heridos: Estimación de faisanes impactados y no recuperados.

Agradecemos a nuestra compañera Natalia Rojas Soler la elaboración del mapa de distribución del faisán y la ubicación de los sitios preferidos para cazarlo, según los informantes.

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