Un pato con la cabeza verde

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Una magnífica representación del Mallard de mi hermano Armando Tapia Landeros. Cabeza verde, pico amarillo, collar blanco, patas naranja y hasta sus rizos de la cola y alerones azules. Dibujo digital.

ALBeRTO TAPIA LANDeROS

Un pato de cabeza verde, pico amarillo, collar blanco y patas naranja… ¿quieres que te lo cuente otra vez?

LOS

PATOS, JUNTO CON LAS CeRCeTAS, GANSOS Y CISNeS, SON AVeS ACUÁTICAS Y PALmÍPeDAS. ESTA ÚLTImA CARACTeRÍSTICA SIGNIfICA qUe eNTRe LOS DeDOS De SUS PATAS TIeNeN memBRANAS PARA NADAR. EN MÉXICO LLAmAmOS CeRCeTAS A LOS PATOS De meNOR TAmAÑO. Y AL VALLe De MeXICALI LLeGAN CADA OTOÑO CeRCeTAS De ALAS VeRDeS Y ALGUNAS De ALAS AZULeS, qUe Se JUNTAN CON LAS CeRCeTAS CANeLAS, qUe SIemPRe eSTÁN AqUÍ.

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Si bien estos hermosos patitos miden unos 34 centímetros de largo, los verdaderos patos son más grandes. El pato más popular en todo el globo terráqueo es el pato real o de collar. Mejor conocido en el México fronterizo por su nombre en inglés: mallard. Esta es la especie a la que se refiere el título de este Explorare, y es también el pato domesticado del que hay más organismos en cautiverio en parques y estanques urbanos. El mallard mide 52 centímetros de largo. A esta especie le sucede lo que al faisán. Se le caza por hermoso y por sabroso. Aunque esta última característica requiere de culinaria avanzada para cocinarlo satisfactoriamente. En los años setenta del siglo pasado hicimos varios intentos por prepararlo en la clásica “a la orange. También al horno relleno como un pavo. A mí y a mi familia no nos gustó, como tampoco nos gustaron otras especies de ánades incluidas las cercetas. Sin embargo, la tarde del domingo 6 de enero de 2013, recibí una invitación a cenar de parte del cazador profesional Javier Verdugo. En un restaurante oriental, compartí el pan y la sal con cazadores, pescadores y la autoridad ambiental. Entre ellos menciono a viejos compañeros como los dones Javier Jiménez y Andrés Camou, con quienes en el pasado hemos perseguido “dorados” en aguas sur californianas. Cenamos faisán, paloma, cercetas y un par de patos mallard. El arte culinario chino no tiene rival en la preparación de

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Figura 1. Pato mallard macho. Foto: North America Birds On Line. http://bna.birds. cornell.edu/bna/species/658/articles/introduction.

las aves de caza. Quizá la cultura culinaria cinegética europea esté en segundo lugar. Me deleité saboreando cercetas y mallards. La magia oriental transformó el recuerdo de sabor a “lodo” en todo un manjar. Acepto que soy mal cocinero. También en Europa y Asia todo pato es sabroso cuando pasa por las manos diestras de sus cocineros. Los europeos, que han sufrido históricas hambrunas que los han obligado a echar mano de todos sus recursos naturales,

tienen recetas muy avanzadas comparadas con las de aquí en América. En una ocasión mi amigo don Alfredo Bellingeri Conti, quien fuera propietario de los famosos restaurantes de comida italiana Alfredos y La trucha vagabunda en la ciudad de México, nos pidió le llevásemos algunas “fochas”. En Italia y España llaman así a nuestra popular gallineta o gallareta.


Mario Quintana se encargó de cazar una decena, algo muy sencillo pues todos los canales de riego están repletos de ellas. Teníamos curiosidad por saber el resultado del intento culinario, pues aquí es bien sabido que por más sazonadas que se preparen, las “fochas” saben a lodo. Si usted no lo cree, pregúntele a cualquier cazador local. Llegó el día de la verdad y nos sentamos a la mesa Mario y yo, con don Alfredo y su gentil esposa Áurea. Acompañadas de pasta, ensalada y vino blanco, las “lodosas” gallaretas resultaron exquisitas. Ni duda cabe que la ventaja en tiempo de la civilización europea supera a la nuestra en este aspecto culinario. Siempre he querido que don Alfredo prepare un par de Mallards, pues tengo la sospecha que resultarán más sabrosos que las gallaretas. Pero dejemos la aventura culinaria por la paz, y regresemos

a mis memorias de encuentros cercanos con los mallard. Como casi todas las especies de aves, acuáticas y no, sus hembras son menos coloridas. La del mallard es color café con leche y manchas café oscuro, aunque conserva los alerones azul-iridiscentes del macho. Al volar alarmados emiten el clásico “cuác, cuác, cuác” que identifica a los patos. No todos lo hacen, algunos silban en lugar de graznar. Cuando los buscábamos en lagunas, drenes, charcos y canales del valle cachanilla, a veces podíamos localizarlos deteniendo el Jeep y sintonizando el silencio, en los helados amaneceres invernales. Cuando comen también graznan. Los mallard pertenecen al grupo de patos que comen desde la superficie del agua. El otro grupo se zambulle para alcanzar su alimento subacuático. Esta especie de cabeza verde y collar blanco sumerge medio

Figura 3. Un trío de patos mallard machos, especie Anas platyrhynchos. Foto del autor.

Figura 2. Marlyn Monroe y Alfredo Bellingeri Conti, en la década de los años cincuenta. La estrella de Hollywood gustaba de comer en el Alfredo´s, en la ciudad de México. (Foto cortesía de Alfredo Bellingeri Conti).

cuerpo pero deja fuera del agua su cola, la cual tiene en su parte superior plumas negras en forma de rizo. Los “pateros” de entonces, como designábamos a los escopeteros que cazaban patos, guardábamos como trofeo esas plumas en las carteras. En reuniones solíamos mostrarlas como prueba de una hazaña, ya que localizar y cobrar mallards no es cosa segura ni de todos los días. Las plumas de la cola cumplían así con una función

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simbólica. Por supuesto que es el mallard el pato más disecado y en exhibición en los santuarios del cazador deportivo, museos y cuartos de trofeo. Aunque nunca encontramos una fórmula segura que nos garantizara encontrarlos, hubo algunos sitios muy secretos en dónde éstas ánades acudían con mayor frecuencia. Recuerdo unas pequeñas lagunas perdidas entre densos pinillos salados antes de llegar al Río Colorado, en la colonia Carranza, valle de Mexicali. Pero teníamos que caminar lentamente y sin hacer el menor ruido, si queríamos sorprender a tiro a los mallards. Muchas veces nos sintieron y volaron antes de poder disparar. Pero algunas otras viraron y regresaron al sitio y entonces podíamos tirarles. Tampoco eran muchos. Unas dos o tres parejas componían la parvada. Cuando acertábamos, era difícil encontrar y recuperar al pato abatido. El denso pinillo impedía avanzar y localizar al caído. Pero cuando lo lográbamos, resultaba todo un triunfo para la juvenil partida de caza. Cual neandertales celebrando el cobro de un mamut,

Figura 5. Una pareja de mallards en vuelo en octubre de 2012, en el oriente del Valle de Mexicali. Foto de Armando Tapia Landeros. 38

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Figura 4. El autor en 1973 con un par de mallards machos, también llamados drakes en inglés. Fueron cobrados en el canal de Cerro Prieto que se menciona. El volcán se aprecia a la izquierda en el horizonte. Foto de Armando Tapia Landeros.

nosotros celebrábamos encontrar y recoger algún mallard. Recuerdo que eran pesados. Leopold, en su clásico trabajo seminal Fauna silvestre de México (1965), dice que los machos pesan entre uno y 1.6 kilogramos, casi superando al faisán. Otro lugar muy seguro que teníamos para encontrar al pato de collar era un angosto canal al sur de la laguna Volcano, hoy desaparecida por la geotérmica de Cerro Prieto. Al aproximarnos a este hilo de agua deteníamos la marcha del Jeep y tomábamos nuestras escopetas, cargadas con munición mediana, número cuatro o seis. Montábamos cartucho, quitábamos el seguro, y la mitad de la partida de caza, que generalmente era de cuatro, avanzábamos por un lado del

Figura 6. Un trío de mallards es avistado por el cazador, en este caso con cámara en vez de escopeta, en un canal angosto flanqueado por carrizo del Valle de Mexicali. Foto de Armando Tapia Landeros.

canal, y la mitad por el otro. Frecuentemente alcanzábamos a divisar alguno de los patos de la parvada y ya teníamos la seguridad de que habría acción. A veces era una sorpresa. Con el corazón latiendo fuerte y la adrenalina corriendo por las venas, nos aproximábamos al encuentro con la presa. Súbitamente


se escuchaba el chasquido de las alas al despegar del agua. Luego el “cuác, cuác, cuác” y el silbido de sus alas alejándose a toda velocidad. ¡Pum, pum, pum! tronaban las escopetas. A veces uno, a veces dos, pero no más. Los mallards eran duros de cobrar. Pero la satisfacción de tener éxito en la planeación y ejecución de la estrategia de caza no se olvida. Mi amigo Jorge Slim Aun se llevaba los mallards cobrados. Él sabía prepararlos bien. Alguna vez los comí en su casa. También había otros miembros de la partida que los cocinaban. En mi caso, si caía un macho con su plumaje completo lo disecaba. Así, cada vez que lo admiraba, mi memoria me remitía al día y momento en que fue cobrado, no importaba cuántos años hubiesen pasado. La última vez que vi mallards silvestres fue en el humedal artificial de Las Arenitas, en Cerro Prieto. Fue en el mes de julio de 2012. Cuando menos tres parejas anidaban en esas aguas antes negras y ahí tratadas. De cualquier forma, el olor a drenaje que despide ese charco es intolerable. ¿Cuál será el estado de salud de esos patos y de su descendencia? Los mallard son patos de cabeza verde, collar blanco, pico amarillo y patas naranja…colorín colorado. BIBLIOGRAfÍA Hall, Derek.(2004) Encyclopedia of North American birds. Thunder Bay Press. San Diego. Figura 7. Un mallard macho busca su alimento bajo el agua, presumiendo los rizos de su cola (Hall, 2004: 46).

Alberto Tapia Landeros Instituto de Investigaciones Culturales - Museo, uabc, Mexicali.

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