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iDentro de las ciudades y mundos de Marcela AlvizourAlejandro Delgado

Dentro de las ciudades y mundos de Marcela Alvizouri

Alejandro Delgado

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Visualmente cada técnica causa un diferente efecto en nuestro mirar, es el primer hecho trascendente del arte sobre nuestra habitual forma de sentir lo externo hecho por otro y de conmover nuestra rutinaria forma de percepción en general. Estamos hablando de lo que distingue y diferencia al arte de otras muy diversas actividades humanas. Así, de las creaciones: «Cada ciudad, tantos mundos», de Marcela Alvizouri (Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce. Morelia, Michoacán 2020). Con una muy fuerte presencia del bosquejar arquitectónico primario, las obras nos sitúan, casi de inmediato, a diferentes percepciones, que pueden oscilar, como lupa colgada del péndulo, de los bocetos que los niños dibujan del mundo de los adultos, luego, la mirada sigilosa de los adolescentes a páginas de los comics donde, de nuevo los adultos suelen ser los héroes o villanos, resaltando los personajes estelares de lo que nos han endilgado como finalidad última: el mundo de los adultos (entendido como la etapa de la juventud que logra asentarse en lo previsto socialmente: el amor de pareja, el matrimonio, el éxito económico). Inevitable o espontánea, la visión de Marcela denota las percepciones mencionadas pero éstas son un puente a un juego lúdico bastante bien pensado, planeado y finalmente proyectado sobre lo inexistente de lo existente. Todos vemos las casa, el caserío, el conjunto de caseríos que llamamos ciudad. Pero me es inevitable pensarme frente a esos confines, reales o dibujados, como un violinista que con las fibras del arco hace vibratos que varían en cada punto del paisaje. La tensión de las

Ghetto II Maqueta. Cerámica.

cuerdas de mi violín, es esas obras, me conduce a un punto de fuga bien calculado, fugas de Bach en el «Punto, Línea y Plano», que Kandinsky podría ahora figurar: como desde un pentagrama en la imaginación, surgen ciudades y objetos que siendo gráfico pictóricos son también tonadas, melodías y rítmica en un diálogo convergente divergente. No estoy escribiendo sobre una amiga o conocida ♠nunca he visto o sabido quién es la persona de Marcela Alvizouri-, pero tal parece coincido con ella en hacer desconocido lo conocido o viceversa. Como autores visuales sabemos del reto, no solo de un cuadro, sino de conjuntar imaginativamente un tema y materializarlo como una magia que no es solamente complacencia sino un ente que nos acosa hasta cobrar vida, de una o mil maneras. Algo más que me asombra de esos cuadros es como descubrimos que la «Sección Aurea», que aun siendo un paradigma mecánico, no divide el cuadro midiendo proporciones y trayectos por un intocable e «infalible» canon; porque de la fotografía aprendimos que un cuadro, una vista, bien puede ser compuesta y regulada por múltiplos o submúltiplos de 6 cuadros inscritos dentro de un plano general. Y es ahí, donde la plástica es la cocineta donde se pueden inventar otros platillos, con sus colores, mezclas y especias ancestrales y contemporáneas. Sabemos, finalmente y de paso, que el observador público tiene todos los derechos que la historia y su personal posibilidad le brindan.

Eutropía I. Acuarela.

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