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Patricia Olmedo La otra vida en Málaga

Sentada con la cabeza recargada en la ventana del tren, podía ver como volaban literalmente las copas de los árboles y los caseríos se quedaban atrás junto con los animales del campo, mientras que los pájaros mantenían su vuelo al lado de los arboles. Yo me distraía con el paisaje mientras sentía como aquel vagón avanzaba con gran velocidad devorando los kilómetros que me separaban de mi destino final. No quería detener mis pensamientos en nada que no fuera agilizar el trayecto, acortar la distancia, dejar atrás mi pasado de poner distancia para correr al encuentro de lo nuevo, de mi anhelo, dejando atrás todo o por lo menos gran parte de mi historia. Ya sé que lo más importante va conmigo a donde quiera que yo vaya. Pero lograr mi sueño era lo único que me importaba en esos momentos. Faltaban todavía varias horas y muchos kilómetros, así que cerré los ojos y me quedé dormida con el arrullo del golpeteo de las ruedas del tren contra las vías.

Voy a dejar la mesa puesta para que cuando llegue comamos juntos otra vez después de tanto tiempo. Daniel sacó los platos blancos de porcelana los colocó en la mesa sobre el mantel que había comprado para ese día , tal como a ella le gustaba, de encaje color marfil; un hermoso ramo de flores de lavanda adornando el espacio junto a las velas colocadas simétricamente .- Estoy seguro que le van a gustar estos detalles a mi Ana querida, ¡ Ah como la he extrañado! . Daniel se dejaba llevar por la emoción; quien le iba a decir que a sus años volvería a sentir tal exaltación por el reencuentro con la mujer de su vida. Todo aquél revuelo lo vivía mientras cuidadosamente iba colocando los cubiertos, las servilletas, el perfume en la estancia, todo, absolutamente todo, para sorprender a su amada Ana, sin dejar de pensar en lo próximo de ese encuentro tan esperado por los dos y que estaba por cumplirse. Cerró por un momento sus ojos y recordó aquel día en que tomaron la decisión de cambiar sus vidas, de darles otro rumbo.

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44 «No somos unos niños Daniel piénsalo. Los sueños son para tratar de cumplirlos y yo quiero cumplir ese sueño contigo». ¿A ti no te gustaría Daniel? - Ana lo miró con esperanza y a la vez con determinación. Y él sólo le pudo contestar con otra pregunta. ¿Y tú, estás segura de querer correr riesgos?; ¿de poder estar tan lejos de tus hijos, de tus nietos, de mí? Recuerda -le dijo- que las personas se llevan su atado a donde vayan, van con ellas sus miserias, sus miedos y tribulaciones junto con sus grandezas, la distancia no lo cambia ya te lo he dicho. Pero su respuesta fue tajante, -Ya lo sé Daniel eso me lo has repetido por años, pero, nada ha cambiado mi deseo de vivir lejos de aquí, solo he pospuesto el momento. Quiero vivir en otro lugar distinto a donde ha transcurrido toda mi vida, cada vez que te lo digo y me cuestionas y me das tus razones para no hacerlo, se pasa el tiempo, la edad y la vida y eso me ha hecho sentir que se me escapa la oportunidad para lograrlo, y luego, luego no habrá tiempo ni vida y solo tenemos esta-. Con sus ojos enormes abiertos a la esperanza de lograr sus sueños le miró. ¿Cómo negarle esto?, si tenía razón ya no éramos unos niños. Siempre se había salido con la suya en todo y en esto no sería la excepción. Se detuvo frente a la ventana y suspirando pensó: - Tuvimos que hacer muchos cambios en nuestras vidas quizá demasiados para nosotros, pero ya estamos aquí, a punto de comenzar nuestra aventura. Tuve que adelantar mi llegada para preparar mi ingreso a la universidad de Málaga como maestro de Ciencias Políticas en intercambio universitario y me di a la tarea de buscar un lugar para vivir y así cumplir ese sueño. Se me había hecho tan largo el tiempo, me he sentido solo, pero la ilusión de vivir a su lado esta aventura me ha sacado adelante, aunque sigo pensando que es una locura. Daniel continuó haciendo lo que le faltaba para tener en orden el departamento y corrió las cortinas del saloncito para que lo primero que mirara Ana uera aquella vista maravillosa que tanto había soñado y que él conocía como un sueño compartido. Miró el reloj y salió apresurado a recoger la sorpresa que le tenía y apenas le daba tiempo para llegar por ella a la estación. Sentía que a cada momento su emoción crecía y no quería llegar tarde a ese encuentro, su corazón se aceleraba mientras bajaba a toda prisa las escalinatas de su departamento hasta la calle para dirigirse luego a la Av. del Marqués de Larios hasta confundirse con los miles de transeúntes que recorren la ciudad de Málaga, como una urbe cosmopolita que es y que atrae a propios y extraños. Ciudad portuaria situada en el extremo oeste del mar Mediterráneo y en el sur de la Península ibérica, a unos 100 km. al este del Estrecho de Gibraltar.

Ana María, mientras tanto, abría los ojos somnolientos para darse cuenta que la luz del sol se había cubierto por gruesas nubes grises que amenazaban con una fuerte lluvia. El color del campo había cambiado y la sierra de Mijas la rodeaba en su trayecto, la temperatura había bajado y sintió frio o tal vez era el nerviosismo que la invadía por estar cada vez más cerca de su sueño, por dar comienzo a una nueva etapa de su vida, tal como lo había querido vivir desde hacía tanto tiempo.

Ya quiero verte Daniel, quiero caminar a tu lado como siempre, pero ahora en un lugar distinto y distante como yo lo había imaginado, Quiero decirte cuánto te he extrañado. Suspiró profundamente y repasó todo lo que había tenido que dejar para cambiar su vida, y cómo había logrado convencer a Daniel para que la secundara en esa aventura. Estaba tan emocionada por haber logrado estar ahí, que lo único que quería era llegar, deseaba tanto volver a abrazarlo y estar a su lado, que la invadía un sentimiento de felicidad indescriptible haciéndola llorar de emoción. La lluvia se dejó venir y las gotas se confundían con su llanto en la ventana, mientras seguían volando arboles y caseríos al pasar velozmente el tren que seguía acortando la distancia a su encuentro. Cada vez faltaba menos. - Recordó a sus hijos y a sus nietos cuando al dejarla en el aeropuerto, le dieron su bendición y sus besos, pero, sobre todo, sus palabras▁ ve por tus sueños mamá, disfruten con papá esta oportunidad que les da la vida, con esto nos enseñan a no dejar nunca de luchar por los nuestros; a nunca dejar de soñar como tú nos has dicho. Mientras más soñemos más ilusiones llevaremos en el corazón.

Cerró los ojos para tocar con la mirada del recuerdo, aquellos rostros tan amados que la habían acompañado durante toda su aventura de vivir. Sintió nuevamente la tibieza de los cuerpos de sus nietos acurrucados en su regazo, todo lo había dejado por aquél sueño o tal vez por aquella locura, así con aquellas imágenes de sus recuerdos, cerró sus ojos y se quedó dormida profundamente con el arrullo del golpeteo de las ruedas del tren contra la vía.

45 La lluvia arreciaba en Málaga, las calles congestionadas por el tráfico hacían difícil transitarlas. La tarde y la lluvia caían de lleno en la ciudad, la estación de trenes era un vaivén de pasajeros que entraban y salían aturdidos por los sonidos de los altavoces que anunciaban constantemente las llegadas y las salidas de los trenes. El tren finalmente se detuvo y se abrieron las que permitían acceder a los andenes.

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