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Marcos Peña Gutiérrez Pornografía y Erotismo

Introducción

Los límites que separan lo erótico de lo pornográfico, en el mundo de la literatura, son muy difusos. Como toda frontera entre conceptos que tienen puntos de contacto, pero diferencias marcadas, la línea que divide lo que es erótico de lo pornográfico es muy sutil.

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El diccionario Espasa Calpe, de veinticuatro tomos, define la pornografía como el «carácter obsceno de obras literarias o artísticas». Del concepto erótico dice: «perteneciente o relativo al amor sensual».

Luisa Valenzuela, poeta argentina nacida en 1938, enuncia la diferencia entre la pornografía y lo erótico, dentro de la literatura. Dice que «La pornografía es la negación de la Literatura porque es la negación de la metáfora y de la sugerencia, de lo ambiguo», que lleva, o pretende llevar a «una excitación sexual directa▁ en cambio el erotismo», agrega, «que puede ser tremendamente procaz y fuerte, pasa por el filtro de la metáfora y por un lenguaje más poético» (El placer de la palabra. Pág. XIX). «La pornografía no entra en la disquisición literaria», concluye.

La exposición directa de lo sexual, del acto sexual, caería en lo pornográfico. Sobre todo si tiene como finalidad excitar al lector. El lenguaje crudo sería una de sus características. El lenguaje descarnado, descriptivo, desnudo, es decir, desprovisto de toda ornamentación, caería en la etiqueta porno.

22 Es interesante que en el diccionario se abra, en su definición, la posibilidad de la coexistencia entre lo obsceno y la literatura, mientras que en la definición de Luisa Valenzuela se excluya a lo pornográfico de la literatura. Para los autores del Diccionario Enciclopédico Espasa, las «obras literarias o artísticas» pueden ser obscenas, sin que esto sea motivo de negación literaria o artística. Las obras literarias, y el arte en general, como parte de las Bellas Artes, pueden serlo a plenitud con la condición de que causen un impacto estético en el espectador. La interrogante sería: ¿su condición de portadoras de obras obscenas, les hace desmerecer en cuanto a sus valores estéticos posibles?

Carl Wagner.- Shin Knee Valley

Otra cuestión sería si los conceptos ☁erótico☂ y ☁pornográfico☂ han evolucionado o no, históricamente hablando.

¿Hay arte pese a la obscenidad?

23 La obscenidad es «ofensiva al pudor». Es lo impúdico. Muestra las cuestiones sexuales como son, de manera desprejuiciada, sin recato. Un texto pornográfico es, entonces, un texto explícito sobre los lances sexuales, mismos que muestra o describe abiertamente, algunas veces con la intención de excitar al otro, y, otras, por ser realista. ☁N☂ es una persona que ama las Bellas Artes. Su sensibilidad es un vehículo presto a desencadenar en él el gozo estético. Un día ve una película pornográfica que lo llena de estupor. Una secuencia de sexo explícito impacta su sensibilidad y deviene en impacto estético. No puede creerlo. Aquellas escenas le parecen sublimes. Se siente un poco culpable, no por haber disfrutado una película pornográfica, sino por haber sentido un sacudimiento estético luego de ver unas escenas plenas de obscenidad, indecentes, ☁innobles☂. Acude a pedir una explicación ante su Maestro por excelencia. Le expone la situación y le pregunta: ¿puede haber arte en una película pornográfica? Para su sorpresa, el Maestro le responde que sí. Entonces se puede decir que el cineasta que produjo aquella cinta, llevó esa película pornográfica a la altura del arte. Por ello, el discípulo se interroga: ¿por qué no habría un arte obsceno? Se habla de arte en la ☁fiesta brava☂, así como de un arte sacro. Baudelaire, y los poetas malditos en general, elevaron expresiones irreverentes, demoniacas, impúdicas, al nivel del arte. ¿En realidad son excluyentes lo pornográfico y el arte?

Se dice que, con respecto a la literatura, no hay obras morales o inmorales, sino bien escritas o mal escritas. Independientemente del tema y de su contenido, la obra literaria puede representar buena o mala literatura, y en tanto sea buena estará cerca del arte, al que llegarán aquellas que rocen lo excelso en escritura, lo sublime en composición, lo sutil en la representación, o lo que no siendo sutil tenga los otros dos atributos.

No sólo los poetas malditos (Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Paul Verlaine y Charles Baudelaire), a cuyo grupo podrían inscribirse Isidore Ducase, o ☁Conde de Lautreamont☂ y Henry Miller, sino también los naturalistas, encabezados por Emile Zolá, quienes gustaban ir al fondo de las cosas, llamándolas por su nombre y solazándose en el tratamiento de temas considerados como prohibidos o tabúes.

En el ejemplo que he dado, es evidente que la emoción estética no tiene que ver con el tratamiento de temas o contenidos morales, sino con ese resorte que sólo el arte tiene y que lleva a las personas a sentir un gozo inmenso ante la presencia de las obras artísticas, sea cual fuere su temática o la forma en que se exprese la misma. Esto significa que la obscenidad, en caso de estar contenida en la obra literaria y/o en el arte también puede pasar por la prueba de la metáfora, lo sugestivo, e incluso, tener un cierto refinamiento.

Lo erótico y lo pornográfico en sí.

A la literatura erótica suele identificársele con lo sensual, lo romántico, con el amor cortés, con lo sublime. Mientras que a la literatura pornográfica se le cataloga como puramente sexual, llana, y se le identifica con el desenfreno y la perversión.

El desarrollo de la literatura universal de los siglos XX y XXI, nos muestra cómo las fronteras entre lo erótico y lo pornográfico se han complejizado, hasta tal punto, que ya no caben conceptualizaciones tan tajantes para tratar de separar ambos tipos de literatura.

Es cierto que el erotismo implica un refinamiento a la hora de ejercer la sexualidad, y que su representación literaria tiende a ser, también, refinada. Que el erotismo y la literatura erótica se fincan en lo sensual, en lo sugestivo, en ciertas representaciones sutiles que cautivan a la amada, al amado, a los lectores, al público en general, según sea el caso.

Pero no podemos negar la posibilidad de que lo obsceno pueda ser revestido de una sutileza tal, de un tratamiento refinado y de un poder sugestivo que lo coloque (a lo obsceno) en el terreno del arte, en el campo de la buena literatura.

Lo erótico implica refinamiento desde sus orígenes (el amor cortés y el amor noble, ambos en sentido histórico-social). Tiene que ver, en la literatura, con la sugerencia, la metáfora, la representación sutil, la delicadeza, etc. Pero lo erótico también tiene un lado oscuro que implica cierta violencia, cierta llaneza, como se puede ver en el Kama Sutra.

Esa violencia y la llaneza correspondiente se ubicarían entre lo erótico y lo obsceno. En el mundo literario estaría, entre lo erótico y lo pornográfico. Cuando las fronteras se diluyen entre ambos conceptos, cabe matizar los mismos, para no irnos hacía un esquematismo ramplón o una falsa disyuntiva.

24 No olvidemos que el arte suele sintetizar los opuestos, expresar los claro oscuros (como en el Barroco), haciendo coexistir lo bello y lo sublime con lo feo y lo grotesco. Epílogo

Pudiera sucedernos viendo o leyendo obras pornográficas que, de repente, nos asalte lo sublime, o que disfrutando de una obra erótica de pronto se aviven nuestros más primitivos instintos.

Quizá los poetas malditos del ayer, hoy no lo sean tanto, ni los creadores de obra erótica sean tan modositos como lo fueron los románticos y los modernistas.

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