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Maya Delgado Lemus Violencia hacia las Mujeres, por parte de

violencia hacia las mujeres, por parte de ... Maya Delgado Lemus

Yo participé en la marcha de este domingo. Lo hice con convicción, acompañada de mi familia, mi mamá, hermanas, sobrinas, amigas. Lo hicimos por el hartazgo que provoca esta cultura generalizada y normalizada de la violencia contra la mujer, por el acoso, el maltrato, los feminicidios. Porque queremos mejorar la calidad de vida y la seguridad para nuestros niños (sí, niñas y niños) y para nosotras mismas. Porque estamos exigiendo al gobierno que haga lo que le corresponde, pero quiero hacer hincapié en que nosotros también debemos hacer nuestra parte. La marcha fue mayormente pacífica, las asistentes gritamos consignas y en nuestro grupo metimos algunas canciones (me hubiera encantado que hubiera más cantos). Fue una experiencia muy valiosa sentirnos acompañadas, las propias niñas se veían emocionadas y eso dio pie a que se interesaran en el porqué de estos movimientos y a que antes y después se iniciaran cualquier cantidad de pláticas e interacciones a este respecto. Fuimos muchas, no sé la cantidad pero vi el largo de nuestro nutrido y animado contingente. Me hubiera encantado que más mujeres (y hombres) se hubieran sumado pues me parece que éso es lo que se debe hacer notar, que los gobernantes y la sociedad en general vea la cantidad de personas que se toman la «molestia» de dejar su día de descanso para ir y hacer visible este reclamo, para que nos vean y nos oigan. Aún así fuimos muchos (corrijo, porque sí participaron y nos acompañaron hombres, que pudieron ser más pero muchas mujeres no los aceptan) y me parece que la marcha fue un éxito. La nota debe ser ésa, y no es mi intención minimizarla. Dicho lo anterior, quiero mencionar que no me pareció el hecho de que hubo daños y pintas al acueducto y edificios por un grupo muy reducido de mujeres que no piden la opinión de todas las demás participantes para hacer eso, pero sí se valen de ir rodeadas, escondidas entre todas nosotras para realizar tales actos. Lo mismo ocurrió en otras ciudades, como en la Ciudad de México, donde los daños a personas e inmuebles fueron mayores. NO ESTOY DE ACUERDO CON LA VIOLENCIA DE NINGÚN TIPO. Siempre he estado en contra de cualquier manifestación violenta: de las pintas de los maestros, de la destrucción de los de «Tiri», del secuestro de camiones (¡y personas!) por diferentes grupos, del cierre de las vías del tren que provoca daños económicos para todos, de que no pueda transitar por las calles de mi ciudad... Pero la violencia que es catalogada por los perpetradores (hombres y mujeres) de «no violencia»

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es muchas veces peor. Es parte del tipo de violencia en contra de la que nos estamos manifestando. Las anarquistas, radicales, extremistas (o como se quieran llamar) se esconden entre las muchas mujeres que sí vamos marchando de forma pacífica, cubren sus rostros mientras todas las demás vamos exigiendo nuestros derechos y justicia de forma firme y de frente, dando la cara, y se justifican con «¿vale más un monumento que una vida?» ¡Claro que no! El asunto es que no tiene comparación y no tiene porqué haberla, son cosas totalmente diferentes. Aún así, no tiene que haber violencia por venganza o «para que vean», porque sigue siendo violencia, y una de las consecuencias es que niños, niñas y jóvenes están aprendiendo que éso es lo que está bien: exigir tus derechos o manifestarte dañando a alguien más. De esa forma nunca vamos a acabar. Están propiciando la misma violencia que queremos erradicar; el provocar daños porque pueden, cobijadas en la impunidad, en que no son aprendidas, aprovechándose de que da temor enfrentarlas debido a que traen herramientas de varios tipos utilizadas como armas; martillos, mazos, la propia pintura en spray, incluso la diamantina que avientan a la cara, los ojos, y también armas de fuego en forma de bombas molotov y demás. La violencia ejercida simplemente porque pueden ejercerla. En este caso provocaron quemaduras y golpes en mujeres policías (y para mí sería igual si hubieran sido hombres), en reporteras e incluso daños a las propias compañeras manifestantes y hasta en ellas mismas. Por otro lado, los daños materiales a monumentos, edificios, tiendas y propiedad privada ¿qué nos dejan? ¿en qué nos benefician? La limpieza y reparación de los daños a propiedad del Gobierno los pagamos todos, incluyendo las que los provocan, es de nuestros impuestos, no sale del bolsillo de los gobernantes, así que no les duele. Y los daños a propiedad privada tampoco lo pagan ellos, sino las aseguradoras o los dueños o empleados, que en muchos casos son (adivina) mujeres. Como resultado, este 8M muchas mujeres, policías y no policías: ¡fueron violentadas por ¡mujeres!

Feminista abrazando a mujer policía. Marzo 8, 2020. CDMX Foto: Víctor Sánchez@Reforma Nacional

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