¿solo un beso

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Alexia Andrade 多Solo un beso?


SINOPSIS

Un beso ¿Cómo es que Un beso puede cambiar tantas cosas? Julieta Rose ha odiado toda su vida a Sebastián, el más arrogante y desagradable chico de su colegio, entonces ¿como es que un beso, un tonto e impulsivo beso puede hacer que ella comience a pensar en el cómo guapo y divertido? Tal vez se está volviendo loca, tal vez si pretende que ese beso jamás sucedió, entonces tal vez sus extraños y confusos sentimientos desaparezcan también. Pero ¿cómo lograrlo si tiene que verlo cada segundo de cada maldito día? Su pequeño plan de amnesia post beso se va por el retrete, pero ella hará cualquier cosa con tal de alejarse lo más posible de Sebastián, incluso si tiene que mentir y confabular en el proceso.

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¿Solo un Beso?


Capitulo 1

— Quiero un Café descafeinado con un poco de leche – el hombre con traje ni siquiera me mira mientras hace su pedido. Sus ojos están pegados en su celular y simplemente sonrío aunque él no me vea, anoto la orden en mi libreta y luego se lo digo a la señora Lisa, quien es algo así como la jefe de cocina. — En un minuto cariño – me responde ella con una sonrisa en la cara. Su rostro está rodeado de pecas y su cabello color rojizo siempre está atado en un apretado moño. Ella es muy cariñosa y agradable conmigo, aunque solo llevo poco tiempo trabajando aquí. Al fin es verano y el colegio – Gracias a Dios — ya terminó. Estoy demasiado feliz de no tener que ver a cierta persona todos los días de mi vida. Tomo un gran respiro. Se supone que no debo pensar en eso. Jamás sucedió. Jamás. Jamás. Jamás. — Aquí tiene – Pongo la taza de café en la mesa del hombre con traje y él me da las gracias sin levantar la mirada de su celular. Otra vez. Me alejo rápidamente y voy a otra mesa con un tipo muy similar al de antes. Él hace su pedido y me muevo por todas las otras mesas haciendo lo mismo. Aun es un poco temprano y la mayoría de las personas no vienen hasta la noche para cenar, sobre todo en verano cuando las noches son terriblemente calurosas. La persona que me contrató me había dicho que primero empezaría por las mañanas para ver como lo hacía y que luego haría un par de noches. De todas formas solo necesito trabajar un par de semanas para lo quiero hacer. Mi viejo celular comienza a sonar y de inmediato se de quien se trata antes de mirar la pantalla. Lo llevo a mi oído y pronto deseo no haberlo hecho. — ¡Julie, no puedo creer que no me lo hayas contado! – Sofía grita tan alto que aparto el celular de mi oído por unos segundos. — Buenos días a ti también – Contesto sarcásticamente. Hago parar un taxi y me subo mientras Sofía aun sigue gritando en mi tímpano. No me sorprende que quede sorda antes de cumplir los 20. 3

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— ¡Soy tu mejor amiga y la ultima en enterarme! ¡¿Siquiera tenias planeado contarme?! — Primero que todo, cálmate. Segundo ¡DEJA DE GRITARME! – supongo que lo digo un poco alto porque el conductor del taxi me mira por el espejo retrovisor con el ceño fruncido. Me acurruco un poco más en mi asiento y trato de hablar más despacio – Tercero, no tengo ni la menor idea de lo que estas hablando. — No te hagas la tonta – me reprende — Sabes exactamente de lo que estoy hablando. No puedo creer que lo hayas hecho. Ya casi estoy en mi casa y aun no sé de qué está hablando Sofía. Tal vez le hizo mal el viaje en avión. — No, en serio. No sé, pero ¿cómo está el clima allá? Me bajo rápidamente del taxi luego de pagarle al conductor ligeramente avergonzada por mi momentáneo arrebato y camino por entre las flores de mamá intentando no aplastar una en el proceso. — No me cambies de tema. Estamos hablando de tu relación con Sebastián aquí. ¡¿Mi relación?! Paro de caminar abruptamente y piso una azucena — ¡Rayos! Mi mamá me va a matar. O dejarme sin internet, lo que definitivamente es como morir. — ¿De dónde sacaste eso? — Vanessa me lo contó. ¡Creí que lo odiabas! — ¡Lo hago! Escucha, solo fue un beso. Un tonto y horrible beso que jamás se volverá a repetir – hablo despacio en caso de que mi mamá este cerca y pueda oírme – Pero no puedes decírselo a nadie más y asegúrate de que Vanessa mantenga su boca cerrada. Suspira dramáticamente – Lo intentaré. Y no pienses que solo porque fue un beso, no estoy enojada contigo, porque lo estoy. Debiste habérmelo dicho de inmediato. Ahora, solo para ser claras, solo fue un beso ¿verdad? Por favor dime que no te gusta. — Claro que fue solo un beso y claro que no me gusta, ahora por favor asegúrate de que nadie más lo sepa. Se suponía que nadie iba a saberlo. Intento bloquearlo de mi mente. ¿Crees que si me golpeo lo suficientemente fuerte con un ladrillo podré olvidarlo? Se echa a reír – Me alegro de que esa sea el caso. Tú sabes la clase de persona que es Sebastián. Suspiro – Si, lo sé. No te preocupes. Además, el debe estar al otro lado del mundo ahora y no tendré que soportarlo por el resto del verano. 4

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— Si, está bien. Ya me voy, pero te mantendré al tanto de lo que sepa. Si Vanessa lo supo entonces tenemos suerte de que no se lo haya contado a todo el colegio. — Gracias Sofí. Adiós. Te quiero. — Yo también. Cuelgo y entro a mi casa con miedo de encontrar a mi mamá, pero al parecer no hay nadie en casa. Corro por las escaleras hasta mi cuarto y me derrumbo en la cama. Mi plan de no pensar en “el beso” hasta ahora había sido un fracaso épico. Primero todos esos sueños que seguía teniendo en donde nos besamos nuevamente y ahora Sofía lo sabe. Sin contar a Vanessa que es algo así como Gossip Girl en el colegio. Al menos sé que no tendré que ver a Sebastián por estos mese y en cuanto entremos nuevamente a clases todo estará olvidado. Al menos eso espero.

Llego temprano para otro día de trabajo y la señora Lisa me sirve un poco de café con leche. Yo prefiero el cappuccino, pero la señora Lisa ha sido tan amable conmigo que solo lo tomo sin decir nada. Al principio no me sentía muy bien con la ropa que debía usar, pero ahora realmente no me importa porque todo es bastante simple. Solo una camisa blanca ajustada con mangas cortas y un short color café claro, junto a unas sandalias con poco taco ya que no soy muy pequeña. Mi cabello está un poco largo porque no lo he cortado hace un tiempo, así que lo recojo en una cola alta para que no se note. Sofía siempre dice que ama mi cabello castaño oscuro porque el de ella es rubio. Somos como el día y la noche. Ella es tan blanca como una taza de leche y yo en cambio soy morena y de cabello oscuro. Sus ojos son increíblemente azules y los míos de color café claro. Solía estar celosa de ella cuando éramos más pequeñas, pero no se lo dije hasta que ella me confesó lo mismo un día, nos echamos a reír por lo absurdo de la situación y nos dimos cuenta de que nadie estaba completamente de acuerdo con su apariencia. Desde ese día hemos sido casi inseparables. Recojo mi libreta y salgo de la cocina, pero quedo momentáneamente paralizada por lo que estoy viendo. Después de unos segundos monstruosamente largos y de una perezosa sonrisa de Sebastián, finalmente salgo de mi trance y camino hasta una mesa fingiendo que no está allí. 5

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Escribo rápidamente la orden en mi libreta y voy hasta la cocina, pero cuando me dispongo a darme la vuelta choco mi espalda contra su pecho. — No esperaba verte aquí, Rose – susurra haciendo que los bellos de mi nuca de levanten. Me doy la vuelta intentando controlar mis nervios — ¿Qué haces acá? Levanta una ceja y una de las comisuras de sus labios se levanta – Es un local de comida. ¿Qué crees que estoy haciendo? — ¿No se supone que deberías estar de vacaciones? – pregunto en cambio tan fríamente como puedo. Sus padres son increíblemente ricos y todas las vacaciones se van a los Hamptons para pasar el verano. — Si, Pero me alegra mucho no haber ido –Tomo un gran respiro y me alejo bruscamente de él, haciendo que me de esa sonrisa suya tan arrogante que ya no tengo que fingir mi desagrado. Lo miro fijamente por unos segundos intentando mandarle dagas con la mirada. Todo en él es perfecto y también terriblemente molesto. Sin mencionar su hoyuelo. Si, el idiota también tiene hoyuelo. Está usando unos pantalones oscuros y una polera blanca debajo de una camisa a cuadros, la cual hace resaltar sus ojos verdes rodeados de largas y oscuras pestañas. Su cabello oscuro aun se ve como si estuviera mojado y alrededor de su boca hay una ligera barba de aproximadamente tres días. Se ve bien, y él lo sabe. Así que no solo es inmensamente rico si no también guapo. Maldición. ¿Desde cuándo pienso en el cómo guapo? Me mira de arriba a abajo levantando una ceja – ¿Estas trabajando aquí? — ¿Por qué estas acá? – pregunto nuevamente con los dientes apretados. — Ya te lo dije, es un local de comida y tenia hambre, pero ya que estoy aquí y tu también, podriamos aprovechar de hablar sobre lo que pasó en la fiesta – Siento mi pulso latir rápidamente por sus palabras, pero hago todo lo que puedo para que no se muestre en mi rostro. — No sé de que estas hablando – me alejo de él y llego hasta otra mesa en donde hay una señora sentada hablando por su celular, así que tengo que esperar hasta que acabe para preguntarle qué va a comer. Comienzo a golpetear el suelo con mi pie impacientemente esperando a que se digne a hacer su pedido.

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— Sabes muy bien de lo que estoy hablando – susurra sobre mi hombro. ¿Por qué está haciendo esto? ¿No puede solamente olvidarlo? No respondo nada y espero que con eso finalmente se vaya. La señora del celular finalmente termina de hablar y pide un late y unas medias lunas. Me giro para ir a decirle a la señora Lisa, pero él está justo allí interponiéndose en mi camino. Gruño e intento apartarlo pero es tan fuerte que no lo muevo ni una pulgada. — ¿Así que solo vas a hacer como si jamás hubiera pasado? – Ya te dije que no se de lo que estas hablando – digo molesta de que siga insistiendo. — Tal vez debamos recrearlo para que lo recuerdes – Dice mientras sonríe mostrando su hoyuelo – De hecho, podríamos hacerlo ahora mismo. Ruedo los ojos y aprieto mis labios – Hablando sobre eso ¿sabes cómo se enteró Vanessa? Hecha la cabeza hacia atrás y ríe haciendo que la manzana de Adán de su garganta se mueva – Ella nos vió. No puedo decir que me importe que todos sepan. — ¡A mi SI! – Grito y luego miro hacia las mesas en donde hay un par de personas que me miran con evidente curiosidad. Sebastián ríe otra vez — ¿Por qué? Sabes que cualquier chica del mundo mataría por estar en tu lugar. Hago una mueca alejándome de él – Si ya terminaste de ser el arrogante más grande del mundo, tengo que seguir trabajando. Me toma por el brazo impidiendo que siga caminando. — Espera – dice — ¿Por qué estas trabajando aquí? Me volteo y lo miro fijamente a los ojos. —No tengo por qué responder eso – le aclaro — Es mejor que te vayas de vacaciones con papi y me dejes en paz. Por un momento creo ver dolor en su rostro, pero desaparece en cuestión de segundos y su rostro se vuelve rápidamente frio y neutral. — Tienes razón, no debería estar acá. Y con eso desaparece por las puertas dejándome aturdida y con una sensación extraña en el estomago. 7

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Capitulo 2

Cuando mi turno acaba, voy a despedirme de la señora Lisa ya que mañana tengo el turno de la tarde y no podre verla. — Te extrañare mañana cielo— Me dice en cuanto le doy un abrazo de despedida – La otra chica del turno de la mañana es increíblemente mal educada. Le dedico una sonrisa – Estoy segura de que no es tan mala. — Claro que si – bufa — Oh, apropósito de eso. No sabía que eras amiga del hijo del dueño del local. Frunzo el ceño – No, no lo soy. — Pero lo vi hablando contigo más temprano. Retrocedo pensando si he hablado con algún cliente pero nadie en particular viene a mi mente. Espera un momento. Hablé con una persona… — Um, ¿cómo se llama el dueño del lugar? — Antonio Gavin — Gavin – repito aun no creyéndolo del todo. Quiero decir, ¿cuáles son las probabilidades? ¿Esto es mal karma o algo parecido? — Entonces – dice la señora Lisa viendo que me quedo callada demasiado tiempo —¿Lo conoces? — Sip, nosotros, um… somos compañeros de curso – iba a decir amigos, pero definitivamente no lo somos. — Bueno, el no te estaba mirando como a una compañera de curso – susurra confidencialmente y mis mejillas se sonrojan sin que pueda hacer nada al respecto. — Es así con todas las chicas – respondo y entonces me doy cuenta de que lo dije como una especie de decepción. Siento ganas de golpearme a mi misma.

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Ella hace una mueca – Si, parece ese tipo de chico, pero créeme cuando te digo que jamás lo había visto mirar a otra chica así y lo he conocido por un tiempo. Me abraza una última vez – Bien, ahora vete, ya pasó mucho tiempo desde que terminó tu turno y estoy segura de que tienes cosas más interesantes que hacer que estar hablando aquí con una vieja. Me despide con la mano y me alejo rápidamente. Necesito llegar a mi casa y abrir mi computador o tal vez llamar a Sofía. No, aun no estoy preparada para eso. Primero necesito corroborar la información. Puede ser que todo sea una simple coincidencia. Pero no lo es. Una vez que mi computador se enciende, tecleo rápidamente el nombre del local y resulta ser una de las cadenas de locales más grande del país y el padre de Sebastián figura como el dueño absoluto de todo. Bueno, eso es todo. Debo renunciar. No podre ser capaz de intentar olvidar mi maldito lapsus con Sebastián si tengo que verlo cada día. Aunque cabe la posibilidad de que ya se haya ido con sus padres de vacaciones. Quiero decir, ¿Por qué se quedaría acá cuando podría estar en cualquier parte del mundo malgastando dinero? Por un minuto me permito a mi misma sentirme tranquila y mantener un pensamiento positivo. — Cariño, es hora de comer. Oigo la voz de mi mamá llamándome desde la escalera y cierro mi computador, bajo de dos escalones a la vez respirando el olor de la comida de mi mamá. Huele delicioso. Se me hace agua la boca. — Entonces, ¿cómo estuvo el trabajo? – me pregunta una vez que me siento e inspiro profundamente el olor de la pasta. — Oh, estuvo bien – respondo intentando que mi voz salga casual. Pero supongo que no lo logro del todo. — De acuerdo ¿Qué sucedió? Suspiro, y una parte de mi se pregunta si solo mi madre es tan perspicaz o lo son todas las madres. — No sucedió nada – respondo– Solo fue un día duro, eso es todo.

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— Sabes que no tienes que hacer esto – Me recuerda como lo había hecho tantas veces. Aunque en realidad me gusta que se preocupe por mí. Antes ni siquiera estaba tanto tiempo en casa como para regañarme, mucho menos para preparar la comida. Dijo que ya no quería trabajar tanto y ahora solo lo hace cuando uno de sus pacientes necesita su ayuda. — Lo sé, pero quiero hacerlo. Ella suspira y toca mi mano suavemente – Por lo menos deja que tu padre te consiga un trabajo en su oficina. Niego con la cabeza. Ya habíamos hablado muchas veces sobre esto. — No mamá, quiero hacer esto por mí misma. — Esta bien – responde rindiéndose – ¿Has hablado con Sofía? — Sip, se lo está pasando muy bien en Brasil – respondo echándome un montón de pasta en mi boca. — Deberías haber aceptado su invitación de ir con ella – dice – No se es joven para siempre ¿sabes? — Lo sé, pero quiero trabajar, además no estará tanto tiempo allá, vamos a salir en cuanto vuelva e iremos a un montón de cosas de adolescentes, no te preocupes. Mamá asiente lentamente, ella es psicóloga y siempre esta diciéndome que no es bueno que me salte etapas de mi vida. No creo que sea gran cosa, pero para ella es importante así que intento llevarle la corriente lo mas que puedo y para que no se le ocurra psicoanalizarme o algo así.

En mi turno de la tarde veo como el sol comienza a descender y como la luz entra por los grandes ventanales del local. Son casi las 7 y solo falta una hora para que acabe mi turno. Hay muchos otros camareros, en su mayoría chicos que van a la universidad y se ven mucho mayores que yo. Todos se mueven rápidamente y me hacen sentir como una tortuga. No estoy acostumbrada a tanta presión. Personas y más personas entran a cada minuto y pronto me encuentro cansada y de mal humor. — Entonces ¿cómo te llamas? – Me pregunta un chico de cabello rubio en cuanto dejo el plato en su mesa. No parece mucho mayor que yo, está sentado solo y al parecer no está esperando a nadie. — Julie – le digo con pocas ganas de entablar una conversación. 10

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— ¿Julie? – junta sus cejas en confusión y suspiro. — Julieta, pero todos me dicen Julie. El me sonríe ampliamente – Así que Julie, ¿eres nueva acá? Porque jamás te había visto. Comienzo a mover mi pie ansiosa de poder escapar – Empecé hace algunos días, solo que en la mañana. — En la mañana ¿eh? – Responde con picardía – Entonces creo que tendré que comenzar a levantarme más temprano. Ruedo mis ojos ante su insinuación y me alejo alegando que tengo que atender más mesas. Sé que fui un poquito grosera, pero lo que menos necesito ahora mismo es tener que lidiar con chicos. Y hablando sobre eso, luego de alejarme de la mesa del chico, las puertas se abren y veo entrar a Sebastián con dos chicas, una a cada lado. Se sientan en una mesa alejada de los ventanales y ellas comienzan a reír tontamente de algo que él dijo. Ambas tienen cabello rubio platinado y sus labios están cubiertos con abundante lápiz labial rojo. Sebastián tiene puestos unos lentes oscuros por lo que no puedo ver sus ojos, pero claramente está disfrutando de esto. Me dirijo a la cocina enojada conmigo misma porque esto me moleste. Salgo fuera donde hay un pequeño patio en donde el resto de las meseras salen a fumar en sus ratos libres. El aire fresco aligera un poco mi estado de ánimo y tomo un profundo respiro antes de soltarlo lentamente. — No sabía que fumaras – dice una voz detrás de mí. Me habría asustado, pero de inmediato reconozco la voz y solo me doy vuelta. Sebastián está apoyado contra la pared con sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón. Ya no tiene puestos sus lentes y me doy cuenta de que se ven mucho más claros a la luz del sol. — No lo hago – respondo – No que sea tu problema. ¿Y qué haces aquí de todos modos? este lugar es solo para el personal. Sonríe ligeramente – Vengo acá siempre, tengo ciertos privilegios. — Claro que si – digo – Deberías volver con tus citas, probablemente estén destrozadas sin ti.

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¡Rayos!, soné con una maldita novia celosa y el obviamente se da cuenta porque sonríe ampliamente. — Estarán bien por unos momentos, no te preocupes por ellas. Ahora necesito hablar contigo. — No creo que eso sea necesario. — De hecho lo es. Estaré viniendo seguido y ya que estas trabajando acá, quería asegurarme de que supieras que nos veremos un montón– se detiene y entonces sonríe — Solo para que no me estés preguntando que estoy haciendo aquí cada vez que nos veamos. — No te preocupes por eso, ni siquiera notare que estas acá. — ¿así que solo vas a ignorarme? — Si, de hecho voy a ignorarte tanto que comenzarás a dudar de tu propia existencia. Se queda callado por unos segundos y luego las comisuras de sus labios se levantan perezosamente — Me encanta cuando hablas así. No le respondo y camino hasta la puerta para poder entrar, le hago un gesto y el se retira impulsándose con sus manos de la pared. Paso junto a el me alejó lo más rápido que puedo por la cocina. Sigo llevando platos desde la cocina hasta las mesas y de vuelta sintiendo la mirada de Sebastián todo el tiempo mientras lo hago. Lo veo acercarse a la mesa que están ocupando las chicas que están con él y se queda hablando con ellas el resto de la tarde. Luego sin que pueda evitarlo hecho una mirada de reojo y las veo haciendo un puchero que seguramente piensan que es sexy, y entonces se van, no sin antes darle un beso en cada mejilla a Sebastián. Para cuando ya llega el final de mi turno, me doy cuenta de que solo quedan unas cuantas mesas ocupadas y una de ellas es la del chico que me había hablado antes. Se me acerca y me pregunta a qué hora salgo. — Um, ¿Por qué quieres saberlo? – pregunto siendo totalmente consciente de que Sebastián se encuentra a solo unos pasos de nosotros. — ¿Acaso no es obvio? – me dice con una sonrisa. Yo quiero mandarlo a freír monos al África, pero justo en ese momento siento una mano en mi hombro. — ¿Hay algún problema? – Sisea Sebastián en una voz mortalmente fría. Lo miro, pero sus ojos están puestos en el chico rubio como si quisiera asesinarlo. Entonces me enojo. Tal vez 12

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si no estuviera de tan mal humor, habría sido más racional y me hubiera dado cuenta de que solo quiere ayudarme, pero dado que estoy más cabreada que Sofí cuando no encuentra zapatos que combinen con su vestido, solo lo tomo como un insulto, como si yo no pudiera manejar mis cosas sola. — No, de hecho no hay ningún problema, mi novio solo me estaba preguntando a qué hora acaba mi turno para poder salir – probablemente iré al infierno por esto. Miro al chico rubio en busca de ayuda, esperando que me siga la corriente o voy a estar en serios problemas. Él me mira sorprendido un momento antes de sonreír. — Si, Julie y yo vamos a ir al cine después de que termine su turno – exhalo un suspiro de alivio y espero que Sebastián no se dé cuenta de eso. —Lo siento, pero vas a tener que salir con tu noviecito otra día, ahoras no es posible – murmura Sebastián aun mirando fijamente al chico rubio. Aprieto mis labios intentando contener la rabia que hierve dentro de mí, quemando por salir – ¿A qué te refieres con que no es posible? Es mi hora de salida. —Tienes que quedarte a cerrar. — Claro que no. Mi contrato no decía nada sobre quedarme a cerrar. — Pues ahora te estoy informando que tienes que quedarte – Responde. Muchas cosas quieren salir de mi boca. La mayoría gritos y me obligo a morderme la lengua al menos por ahora. Miro al chico rubio con una sonrisa triste – Lo siento. Tal vez podamos dejarlo para otro día. — Claro, cariño – dice acercándose aun más a mí y dándome un beso en la mejilla para luego salir por la puerta diciendo que va a llamarme más tarde. Sonrio ampliamente como si fuera lo más genial del mundo. Una clara diferencia de como lo había tratado anteriormente. Sé que lo que hice fue una locura, pero si es lo que tengo que hacer para poder alejarme de Sebastián y así poder dejar de pensar en él, entonces debe valer la pena.

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Capitulo 3

Juro que Jamás he estado tan cansada en mi vida. No solo físicamente sino también mentalmente. Me hundo en mi cama con los audífonos puestos para que mi mente deje de dar vueltas, pero realmente no está siendo de mucho de ayuda. Luego de que se hubiera ido mi “Novio” me había girado hasta quedar cara a cara con Sebastián. Se notaba la tensión en su mandíbula y por un momento me pregunté porque estaba tan molesto cuando yo era la única con derecho a estarlo. — ¿Por qué rayos hiciste eso? – Por suerte ya no había nadie en el local, solo unas personas limpiando las mesas y acomodando las sillas – ¡El que seas el hijo del dueño no te da derecho a meterte en mi vida personal! — ¿Hace cuanto lo conoces? Porque estoy seguro de que no es suficiente tiempo. ¡Hasta donde sabes podría ser un psicópata! – Tomó aire y luego prosiguió más calmado – Creí que no sabias sobre lo del local – indicó suavemente como si estuviera avergonzado. Jamás lo había visto así, él siempre había presumido sobre los negocios de su padre. Sentí mi rabia disminuir, pero me obligué a hablar fríamente con él. — ¿Por qué creíste que no lo hacía? — La primera vez que me viste aquí te veías sorprendida, así que supuse que no lo sabías. Hice una mueca – Bueno, eso ya no importa. Tengo que ir a cerrar. Intenté alejarme, pero me lo impidió tomando mi mano. El calor se precipitó hasta mi cara — No tienes que hacerlo. Solo no quería que salieras con ese imbécil. — Ese imbécil como tu le llamas es mi novio – dije intentando ignorar el cosquilleo que su mano provocaba en la mía. Se acercó aun más a mí rosando su mano por mi cara. Me alejé bruscamente, sabiendo que esto era una muy, muy mala idea. Se suponía que jamás había pasado. Jamás. Jamás. Jamás. — Escucha Sebastián, supongo que no te quedo claro, pero tengo novio y en lo que a mí respecta, ese beso jamás sucedió. Porque no fue nada. No sentí nada. No significo nada. Cerró sus ojos fuertemente y cuando los abrió pude ver al antiguo Sebastián, el egocéntrico y arrogante muchacho que solo le interesa vestir bien y herir a las personas. Por alguna razón ya había dejado de verlo así. 14

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— Tienes razón, no fue nada. De todas formas yo estaba demasiado borracho como para darme cuenta de a quien estaba besando. Nunca me han golpeado en el estomago, pero sentí como si lo hubieran hecho cuando escuche sus palabras. Él me había dicho que no había tomado nada y le creí porque no olía a alcohol y cuando nos besamos no pude sentir la cerveza en su aliento. Miré hacia el suelo— Bien, entonces no hay nada más de que hablar. Sebastián asintió dando un paso atrás y yo agarré mi bolso sin mirarlo y salí lo más rápido que pude de allí.

Estoy casi durmiendo ahora. Estoy en el local y por suerte no hay nadie. Me apoyo en el mesón y cierro mis ojos por unos minutos. De todas formas si alguien entra escucharé las puertas abriéndose. Anoche a pesar de que había estado muy cansada me costó mucho conciliar el sueño. Seguía pensando en lo que me había dicho Sebastián. Para él no significó nada y sé que también debería ser así para mí, pero siento un dolor extraño en mi pecho cada vez que pienso en eso. — ¿Julie? Doy un salto al escuchar mi nombre y pongo una mano temblorosa en mi pecho. — Lo siento – dice otra vez. Abro mis ojos y entonces reconozco a mi “novio” de la otra tarde – No quería asustarte. Paso una mano por mi rostro y parpadeo para alejar el sueño – Esta bien, um ¿Quieres comer algo? Niega con la cabeza – Creo que no llegue a decirte mi nombre la otra tarde, soy Cristian y… me estaba preguntando si quieres salir hoy después de tu turno. No sé qué decir. Por un lado, creo que sería bueno porque así dejaría de pensar tanto en Sebastián. Pero por otro lado, creo que no debería salir con alguien que no me gusta. Aunque supongo que se lo debo después de que mintiera por mí. Luego recuerdo a Sofí diciendo que no puedes decir que no te gusta alguien si no lo conoces primero. Así que acepto, aunque todavía tengo mis dudas. Cuando mi turno acaba le digo a Cristian que primero debo ir a cambiarme a mi casa y él se ofrece a llevarme. Solo me pongo unos jeans apretados y una polera con tirantes. Suelto mi 15

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cabello y pongo un poco de brillo en mis labios. Mamá esta fuera regando sus flores y se despide de nosotros alegremente. — Vaya – me dice Cristian mientras me abre la puerta del auto para que entre – Te ves bien. Me subo rápidamente y Cristian arranca el auto. Lo escucho hablar sobre una película que vio hace poco y sobre sus clases, pero aun estoy un poco cansada y solo murmuro algunas cosas intentando meterme en la conversación. Odio decirlo, pero mi mente aun sigue divagando sobre lo que paso ayer con Sebastián y me enfurece que aunque este aquí sentada con un chico guapo, él aun ocupe la mayor parte de mi mente. Es como si ahora viviera en mi cabeza. Cristian aún no me pregunta sobre lo que pasó en el local la otra tarde y estoy agradecida por eso. La música del auto está sonando suavemente y apenas la noto hasta que el coro de una canción vagamente familiar me llama la atención.

This kiss is something I can't resist / Este beso es algo que no puedo resistir Your lips are undeniable / Tus labios son innegables This kiss is something I can't risk / Este beso es algo que no puedo arriesgar Your heart is unreliable / Tu corazón no es fiable Something so sentimental / Algo tan sentimental You make so detrimental / Lo haces tan perjudicial And I wish it didn't feel like this/ Y me gustaría no sentirme así. Cause i dont miss this kiss / Porque no me quiero perder este beso .

Podría matar ahora mismo a Carly Rae Jepsen o a mí por ser tan estúpida como para buscar su significado en español cuando estaba aburrida. Ahora creo que me gusta mucho más Call me maybe. Sin poder soportarlo más, me inclino y aprieto el botón de apagado. Cristian me mira por unos segundos con curiosidad y después vuelve sus ojos a la carretera. — ¿No te gusta la música?– pregunta después de un momento. — Si – respondo rápidamente– Es solo que me duele un poco la cabeza. 16

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— Podemos pasar por una farmacia para comprarte algo – ofrece y me siento mal por mentirle — No, está bien. De verdad, estoy segura de que se me va a quitar luego de que coma algo. — Bien, estaba pensando en ir a un lugar en donde podemos comer fuera – me mira un momento para inspeccionar mi reacción y luego vuelve rápidamente la vista a la carretera – Porque hace un poco de calor. — Claro, esa una buena idea.

Terminamos comiendo en una de esas mesas con un quitasol encima por lo que el sol no nos molesta. Creo que a veces olvido que es verano solo porque me sigo levantando temprano para ir a trabajar y me quedo durmiendo cuando no lo estoy. Supongo que tengo que empezar a salir un poco más como dice mi mamá. Es una mesa para dos y cuando me voy a sentar, él se apresura y arregla el asiento para mí. Me quedo mirándolo una vez se sienta en frente de mí y pienso que tal vez debería ser yo la que debería dar el primer paso. — Quería disculparme por lo que paso la otra tarde en el local. — No fue nada– responde con una sonrisa– A decir verdad me gustó mucho pretender que estábamos juntos, pero ¿por qué querías que él pensara eso? Muevo mi cabeza un poco haciendo que un mechón de mi cabello se pegue a mis labios con brillo, lo aparto inconscientemente mientras pienso en cómo decirlo de manera que no suene tan mal. — Yo solo…— suspiro audiblemente— Es una larga historia. Junta sus manos encima de la mesa – Esta bien, no tienes que contarme si no quieres. — Gracias. Se encoge de hombros ligeramente – Para eso estamos los novios falsos. Comemos unos minutos en silencio y por un momento reconsidero contarle la verdad, pero prefiero mantenerme callada y concentrarme en mi comida. Sé que probablemente es la peor cita que él ha tenido, pero no me siento con ganas de poner un poco de empeño en mejorarlo.

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Una vez que ambos terminamos me disculpo para ir al baño. Entro al restaurant intentando descubrir dónde está, pero luego de unos minutos me doy por vencida y hago mi camino hasta un mozo y le pregunto. — Por el pasillo a la derecha – Me responde indicándome con su mano mientras lo dice. Le agradezco con una sonrisa y me doy la vuelta para seguir por el pasillo, pero entonces solo doy medio paso y choco fuertemente contra alguien. Alguien que huele realmente bien. — Oh, lo siento… — digo sin levantar la mirada porque estoy segura de que mis mejillas están ardiendo de vergüenza. — No lo sientas, lo disfruté mucho. En cuanto escucho su voz y la risa en su tono me aparto rápidamente de él. Lo miro y hay una enorme sonrisa en su rostro que hace que me quede mirándola como tonta. — Buenas tardes, Rose. Hago una mueca y frunzo los labios — Lo eran hasta ahora. Sebastián me sonríe dejando ver su hoyuelo y me pateo internamente por darme cuenta. — ¿Qué estas haciendo aquí? – Le digo. Estamos parados en el medio de las mesas y espero que las personas no se fijen en nuestro pequeño intercambio de palabras. Está vestido con unos pantalones de tela oscuros y una polera de manga corta blanca en v. ¿Por qué siempre tiene que verse tan bien? Todo sería más fácil si él no se viera como un maldito modelo de revistas. — Estaba pensando – dice ignorando completamente lo que le había dicho – ¿Recuerdas lo que pasó en la fiesta de fin de año? — Intento no hacerlo, además creí que estabas demasiado borracho como para saber a quién estabas besando – respondo con los dientes apretados y suavemente para que las personas no escuchen. ¿Por qué diablos se me había ocurrido venir al baño aquí? Maldita vejiga pequeña. Ríe suavemente antes de seguir – Bueno, ahora no estoy borracho así que estaba pensando en que podríamos repetirlo. Ruedo los ojos — Prefiero que la puerta de un auto aplaste mi lengua. — ¡Ouch! – dice arrugando su frente. Luego sus labios se curvan en una amplia sonrisa y su mirada baja hasta mis labios. 18

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— Yo podría hacer eso y seria mucho menos doloroso – indica sonriendo con suficiencia. No entiendo cómo llegamos nuevamente hasta aquí cuando ayer había quedado claro como el agua que no había sido importante para ninguno de los dos. Respiro hondo, y el aprovecha ese segundo para acercarse aun mas a mí haciendo que sus labios queden a centímetros de los míos. — ¿Qué estas haciendo? – me oigo preguntarle, pero es como si lo dijera alguien más. Me estoy sintiendo toda nerviosa y desorientada. Intento no mirar sus labios y en vez de eso enfoco en sus ojos. — No lo sé – susurra devuelta acercándose aun mas a mí. Ya casi puedo sentir sus labios contra los míos… — ¿Está todo bien aquí? – pregunta una voz familiar y me echo para atrás cuando me doy cuenta de quién es. Cristian está parado allí con sus brazos cruzados mirándonos a mí y a Sebastián con una expresión que no puedo descifrar y no sé si estar agradecida o enojada por su interferencia. Se acerca más a mí y pasa su brazo por mi cintura. — Debemos irnos Julie, le dije a tu mamá que te llevaría a casa temprano. Asiento todavía un poco en las nubes y veo por el rabillo del ojo a Sebastián con una expresión contrariada en su cara, casi como si estuviera deliberando entre hacer algo o no. Quito mi mirada de él dejando que Cristian me lleve con él hacia la salida. Ni siquiera pude ir al baño. Esto no puedo ser bueno para mí vejiga.

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Capitulo 4

La noche de la fiesta de último año, todos estaban allí emborrachándose como si fuera el último día de sus vidas. Yo no quería ir, pero Sofí me convenció diciendo que sería uno de mis últimos recuerdos de nuestro segundo año, así que fui. Y me arrepentí de inmediato. La fiesta era en casa de Sebastián. Claro, porque de seguro su casa era probablemente la más grande de toda la ciudad, además sus padres no estaban – Algo que ocurría a menudo según Sofí – y entonces nadie tendría que preocuparse por la música alta ni por altos consumos de alcohol. Su casa era enorme y estaba llena de extraños cuadros por todas partes que de seguro valían millones. Me sentí bien alrededor de 15 minutos, mientras escuchaba la música y hablaba con Sofía y los demás. Hasta que su mamá la llamó porque algo le había pasado a su hermano pequeño y tuvo que irse. Le dije que iría con ella, pero prácticamente me ordenó que me quedara y que me divirtiera. Después de un rato de estar en la sala y ya que la noche estaba calurosa decidieron mover la fiesta hasta la piscina. La mayoría de los chicos ya estaban borrachos y no valía la pena hablar con ellos, así que fui a sentarme a la orilla de la piscina. Me quite mis sandalias, ya que solo había ido con un ligero vestido blanco de verano y metí mis pies en el agua tibia con una lata de bebida en mi mano. Estaba comenzando a dolerme la cabeza así que deje mi cabello caer libremente por mis hombros y bajo mi espalda. No pasó mucho rato hasta que alguien se acercara a mí para hablar. Yo estaba mirando a los chicos que se tiraban a la piscina en solo calzoncillos y la idea de sacarles una foto para luego publicarla en facebook era demasiado tentadora, pero luego recordé que la cámara de mi celular tenía muy pocos pixeles así que no lo hice. — Aquí estas, Julie ¿Quieres una cerveza? – dijo una voz alegre por encima de mí. Mire hacia arriba y pude ver a Luis con dos latas de cerveza en las manos. Jamás he sido muy aficionada a la cerveza y esa es la razón principal por la que no me gusta ir a las fiestas, siempre era lo mismo, todos me preguntaban por qué no tomaba y me sentía como una tonta. Empecé a negar con la cabeza cuando oí gritos de chicas. Pensé que tal vez estaban peleando e instintivamente me pare y ni siquiera recordé que estaba descalza cuando comencé a caminar fuera de la piscina, deje a un tambaleante Luis y fui a donde provenían los gritos. 20

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En mi camino vi a algunos chicos vomitando en los arbustos y por un momento mi mente se desvió hasta la mamá de Sebastián preguntándome si se molestaría al ver sus plantas llenas de vomito, la mía lo haría al menos. Los gritos me llevaron hasta la cocina en donde pude ver a dos siluetas, una más alta que la otra, aunque solo una estaba gritando. Al acercarme más me di cuenta de que era Teresa, quien agitaba sus brazos enérgicamente. Su rostro estaba rojo y era obvio de que estaba furiosa. — ¡Eres un cerdo! – le gritaba a Sebastián. En ese momento recordé que ellos habían estado saliendo durante algunos días. Teresa estaba usando un ajustado vestido rojo y su cabello rubio estaba desaliñado. Por la forma en que movía su mano y se tambaleaba supuse que al igual que todos probablemente también se le había pasado un poco la mano con la cerveza. — No firme ningún contrato que dijera que éramos exclusivos – comento Sebastián calmadamente, como si estuviera hablando sobre el clima en vez de peleando con Teresa. Estaba recostado en un mueble de la cocina, usando unos pantalones blancos y una camisa a cuadros del color de sus ojos – Si lo hubieras estipulado en alguna parte entonces tal vez lo hubiera hecho. Teresa dio un grito lleno de furia y entonces escapo como alma que lleva el diablo. Probablemente se iría de la fiesta. Yo lo habría hecho de haber estado en su lugar. — ¿Siempre eres tan imbécil o solo cuando estas borracho? – pregunte incapaz de contenerme. Jamás había hablado tanto con Sebastián porque realmente me molestaba su actitud, pero no pude detenerme ahora. El me sonrió entrecerrando sus ojos. – No, no siempre. A veces duermo – dijo con una estúpida sonrisa, la cual me hizo querer golpearlo y dejarlo sin descendientes – Pero no estoy borracho, no he bebido ni una sola gota. Entrecerré mis ojos hacia él. En realidad no lo parecía. Sus ojos se veían normales y no había tenido problemas con las palabras. — Bueno, entonces no debiste haber tratado a Teresa así ¿acaso no recuerdas que tendrás que verla todo el próximo año? Se encogió de hombros y entonces realmente me imagine pegándole. — Ella se volvió loca cuando me vio demasiado cerca de una chica, realmente actúa como si estuviéramos casados o algo así y ella sabe que no suelo tener relaciones serias con nadie. Lo sabía antes de salir conmigo, después de todo soy Sebastián Gavin– terminó como si su 21

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nombre lo justificara todo. Y creo que al menos en una parte tenía razón, todos sabían que él había salido por lo menos con la mitad de las chicas del colegio. Aun así su actitud arrogante realmente me molestaba. — No entiendo como alguien puede meterse contigo, claramente tienes graves problemas psicológicos. En cuanto las palabras salieron de mi boca me di cuenta de que había cometido un error, porque claramente eso lo molestó. Su mandíbula se tensó y sus manos se convirtieron en puños. Se movió tan rápido que ni siquiera me di cuenta de que estaba tan cerca de mí, hasta que tomó mis muñecas y las puso en mi pecho. — ¿Vas a golpearme? Porque eso solo corrobora mi suposición – hable normal, pero en realidad estaba malditamente asustada. mi mente vago hasta la película Miss Simpatía en donde Sandra Bullock enseña cómo defenderse de un atacante. Nariz, empeine, estomago… espera, eso es solo si te atacan por la espalda… Pero antes de que pudiera hacer algo, él estrelló sus labios contra los míos y mi mente entró en pánico. Olvidé todo lo de Sandra Bullock y comencé inútilmente a retorcerme para que me soltara mientras sus labios apretaban fuertemente los míos. Pero entonces algo cambio y el agarre de sus manos en mis muñecas se aligeró mientras sus labios comenzaron a moverse suavemente contra los míos. Me dio un último beso ligero y se alejo de mí. Sus ojos increíblemente verdes me miraron por unos segundos. y entonces no sé lo que me pasó. Una pequeña parte de mi me decía que este era el momento preciso para escapar, pero entonces hice lo impensado y esta vez lo bese yo, sus labios respondieron dulcemente contra los míos y entonces deje de pensar por completo. El soltó mis muñecas y sus manos se posaron a cada lado de mi cintura. Con mis manos liberadas puse un brazo y luego otro alrededor de su cuello acercándolo aun más a mí, mientras sentía que el piso se tambaleaba y necesitaba algo de donde agarrarme. Ya ni siquiera pude sentir la música que sonaba fuertemente en la piscina, todo había desaparecido y me sentí abrumada por lo suave y delicados que eran sus labios. Cerré mis ojos perdida en el sentimiento. Un fuerte ruido de algo chocando contra el suelo me hizo abrir los ojos y nos separamos casi al mismo tiempo, rompiendo el beso y mirándonos fijamente mientras nos alejábamos. Estaba respirando rápidamente y note que el también. Trague saliva fuertemente y todo volvió a mi mente. ¿Qué diablos estaba haciendo? 22

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— Rose, yo… — Me tengo que ir –respondí evadiendo su mirada y entonces corrí hasta la puerta de entrada y solo me detuve una vez que llegue hasta la calle más alejada para tomar un taxi, demasiado pasmada como para darme cuenta de que había dejado mis sandalias en su piscina.

Han pasado más de dos semanas desde que sucedió y todavía no puedo quitarlo de mi cabeza. Salgo de la cocina del local y en cuanto pongo un pie en el suelo me resbalo y casi me caigo con mis zapatillas de lona. Me sostengo de Elías quien está limpiando el piso y él se ríe de mi torpeza haciéndome sonreír en respuesta. Solo quedamos nosotros dos, hoy es sábado y aunque se supone que el fin de semana el local cierra más tarde tuvimos que cerrar antes porque hay una especie de show en el centro y probablemente haya poca clientela. Gracias al cielo mañana es domingo y voy a poder vegetar todo el día en mi pieza, llenarme de comida chatarra, películas y tal vez tener una larga conversación con Sofí por celular. Solo hemos hablado por chat en facebook y no es exactamente lo mismo. Hace unos minutos que me cambié el uniforme y solo me puse unos jeans y blusa delgada porque hace un poco de calor. Ordeno las sillas y guardo mis propinas porque no tengo mucho más que hacer. No se suponía que cerrara yo, pero decidí quedarme un poco más para ayudar a Elías porque a la otra persona no pudo quedarse. Echo un vistazo por los ventanales y me doy cuenta de que hicimos bien en cerrar. No hay nadie en las calles, está todo terriblemente vacio y todos los demás locales ya cerraron. Cierro las persianas dejando el local parcialmente a oscuras. Probablemente me dé una vuelta para ver que tal el show. Le mando un mensaje a mi mamá diciéndole que llegare un poco más tarde y que no se preocupe. Elías me dice que va a ir a dejar la basura y que me quedare sola por un par de minutos. Asiento y él sale por la puerta a la calle con grandes bolsas de basura en sus manos. No queda nadie más y estoy un poco asustada. Pero obviamente no le digo eso a Elías. Estoy arreglando un par de sillas más cuando la puerta de entrada se abre repentinamente sobresaltándome de tal manera que siento como si corazón se fuera a arrancar de mi pecho. Pero solo es Sebastián. Y no sé si sentirme aliviada o aterrada. Lleva una camisa oscura y unos jeans que son obviamente de marca, que le quedan absolutamente bien. Trago saliva y me arriesgo a mirarlo a los ojos decidida a no hacerle saber lo nerviosa que me pone. — Así que, ¿tu novio no vino a visitarte hoy? – me pregunta caminando hacia mí. 23

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Me encojo ligeramente de hombros. — Tenía algo que hacer – no voy a decirle que no lo he visto desde el otro día, porque me sentí increíblemente mal después de lo que paso en el restaurant donde estábamos comiendo. No debería haberlo metido en todo este lio que he creado yo solita, todo para que Sebastián no piense que me convertí en una de sus fans después de que nos hayamos besado. — Bueno, es más estúpido de lo que pensaba – dice con una sonrisa. Abro mi boca para responder con algo sarcástico cuando siento un fuerte estruendo desde la calle. — Quédate aquí, voy a ir a ver qué pasa – me informa Sebastián y asiento nerviosamente. Se vuelve hasta la puerta justo en el momento en el que entra un tipo vestido completamente de negro con un pasamontañas en toda su cara de modo que solo se ven sus ojos, sostiene a Elías con una mano tapando su boca mientras con la otra lo apunta con una pistola en su sien. Elías tiene los ojos cerrados fuertemente y siento que todo el aire escapa de mi cuerpo. Estoy paralizada y no sé qué hacer, siento como si esto le estuviera pasando a otra persona o como si no estuviera pasando en lo absoluto. Un segundo tipo entra después con una mochila en una mano y con una pistola en la otra. Sebastián me tapa con su cuerpo en un intento por protegerme. — Es mejor que me des todo el dinero o volaremos sus sesos – dice con voz ronca. Me tiembla todo el cuerpo y siento como si fuera a desmoronarme de un momento a otro. Miro por encima del hombro de Sebastián a Elías quien parece estar rogándole con la mirada. Sebastián se mueve lentamente con las manos en alto y me susurra que me esconda detrás del pilar que sostiene el local. Miro hasta el pilar y trago saliva mientras el aun sigue moviendose con cuidado, camino agachada hasta estar detrás como me dijo. Siento mi pulso en mis oídos mientras veo como Sebastián va hasta la caja registradora y saca todo el dinero del día. El ladrón lo mete todo en la mochila y luego lo golpea con la punta de la pistola en la cabeza, Sebastián cae al suelo y ahogo un grito. El tipo se dispone a alejarse cuando sus ojos se posan en mí. Aunque solo puedo ver sus ojos, se que debajo del pasamontañas esta sonriendo por la forma en que me está mirando y mi pecho se agita con miedo. Le pasa la mochila al otro tipo con la pistola quien tira a Elías al piso, le da una patada en las costillas y luego se va con el dinero, mientras el otro se acerca a mí rápidamente. Pasa una mano áspera por mi mejilla y luego toma un mechón de mi cabello y lo huele, cierro mis ojos mientras tiemblo incontroladamente tratando duramente de no vomitar. 24

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De repente siento que tiran de mi cabello y abro los ojos para ver a Sebastián encima del ladrón intentando arrancarle la pistola. Ambos caen al suelo luchando, votando mesas y sillas a su paso. Son solo una mancha en el suelo mientras ambos intentan estar encima del otro. Y entonces escucho un ruido sordo, uno que jamás había oído antes y mis oídos zumban. Toda la sangre abandona mi cuerpo mientras el ladrón se levanta tan rápido como puede y sale corriendo del local dejando a Sebastián tirado en el piso de espaldas a mí y con una mancha de sangre esparciéndose por el suelo.

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Capitulo 5

Sin pensarlo dos veces me arrodillo en el suelo, pero entonces me detengo sin saber qué hacer. Sebastián esta allí de espaldas y no se mueve. ¿Esta muerto? Por favor Dios, no dejes que este muerto. Trago saliva ruidosamente y siento a Elías correr hacia nosotros y agacharse hasta donde esta Sebastián. Lo da vuelta con sus brazos y dejo escapar el aire que no sabía que estaba reteniendo al ver que está vivo, aunque su rostro esta arrugado por el dolor y se queja poniendo una mano en su brazo. — ¿Estas bien? – Sé que probablemente es una pregunta estúpida, pero no estoy pensando racionalmente. Mi corazón aun sigue golpeteando rápidamente contra mi pecho y mis manos tiemblan mientras Elías y yo lo ayudamos a ponerse de pie. Su brazo está sangrando horriblemente y sale por entre los dedos de su mano. — Si – responde con una mueca – La bala solo me rozó el brazo. — Tenemos que llamar a la ambulancia – digo de repente consciente de que alguien debe verlo de inmediato. Saco mi celular desde mi pantalón para llamar, pero la mano de Sebastián me sobresalta cuando se posa sobre la mía. — No lo hagas. — ¿De que estas hablando? Estas sangrando, alguien tiene que limpiarte la herida y también debemos llamar a la policía para que poner una denuncia por robo con intimidación. He visto un montón de series policiales. — No, no vamos a hacer nada – dice tajantemente. Miro a Elías en busca de ayuda, pero él solo me mira a los ojos sin saber que decir. — Repondré el dinero que robaron, pero nadie puede saber lo que pasó. Nadie va a decir nada si es que quieren seguir trabajando acá. Se encoge hasta que logra soltarse de nosotros y sale del local dejando la puerta abierta. Lo veo caminar hasta su auto e intentar abrir la puerta de su auto sin éxito. No siento a Elías acercarse a mí y es solo cuando pone una mano sobre mi brazo haciéndome sobresaltar que me doy cuenta de que me había quedado mirando demasiado tiempo a Sebastián.

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— Lo siento ¿Estas bien? – Me pregunta con una nota de preocupación en su voz. Asiento recordando la mano áspera y fría del ladrón cuando la paso por mi mejilla y pienso que va a pasar mucho tiempo hasta que esté completamente bien. — Eso creo – respondo débilmente mientras escucho a Sebastián soltar un par de maldiciones golpeando su auto con el brazo bueno. Hago un gesto hacia él — ¿y tu? – Después de que alguien haya amenazado con volarte los sesos no creo que alguien pueda estar remotamente bien, pero él solo se encoge de hombros. — Estaré bien, supongo – responde — Pero no creo que el lo esté, creo que debes ir a ayudarlo – Cuando lo miro extrañada él continua – Lo he visto hablar contigo antes. Yo lo ayudaría, pero no creo que me deje. Él no me ha dicho más de dos palabras en todos los meses que llevo trabajando aquí. Asiento nuevamente y salgo al aire caliente de la noche. Elías sale después de mí poniendo la alarma antes de cerrar. Se despide de mí con un gesto de cabeza y lo veo tomar un taxi. Camino hasta donde esta Sebastián con la frente apoyada en el vidrio de la ventana y con su mano apretando la herida. — Debes tomar un taxi. No puedes manejar así. — No puedo dejar mi auto aquí – responde aun no volteándose a verme. Me acerco aun más y lo volteo suavemente. Sus ojos me miran y creo que jamás lo había visto tan vulnerable. Quiero abrazarlo y hacerle ver que debemos ir a un hospital. — Dame tus llaves, yo conduciré – suspira lentamente y revuelve en sus bolsillos sacando las llaves y depositándolas en mi mano. Abro la puerta para él, aunque sé que eso tal vez le duela aun más que la herida— Los chicos y su orgullo de macho – doy la vuelta y me subo en el asiento del conductor. No voy a negar que estoy un poco nerviosa. Seco mis manos sudorosas en mis pantalones antes de introducir las llaves. — ¿Siquiera sabes manejar? – me giro hasta donde esta Sebastián y le doy una leve sonrisa aunque sé que no salió del todo bien. — Si, yo solo… no tengo mucha práctica – me encojo de hombros y trago saliva. Mi papá intentó enseñarme a conducir hace tiempo para poder sacar mi licencia de conducir, pero creo que solo aprendí para el examen porque no he vuelto a estar delante de un volante desde entonces. Intento no hiperventilar y entonces se me ocurre algo. Saco de mi bolso el 27

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pañuelo que había usado antes para atar mi cabello y estiro mi mano hasta Sebastián – Pásame tu brazo. Sebastián me mira con cautela y luego se gira un poco de modo que su brazo queda más cerca de mí. Saco su mano cuidadosamente de la herida y me doy cuenta de que tal vez funcionaria mejor si se sacara la camisa, pero no voy a decirle eso. Ato el pañuelo alrededor de su brazo. La sangre mancha la camisa hasta su codo, pero la herida esta mucho más arriba cerca de su hombro. La aprieto un poco fuerte para detener el flujo de sangre y luego hago un nudo para que no se suelte. Una vez que termino miro hacia Sebastián y él me está observando como si fuera la primera vez que me hubiera visto. Aparto la mirada un poco avergonzada y me pongo derecha para poder manejar hasta su casa. No hablamos en el camino y probablemente es lo mejor porque nunca me había sentido más nerviosa en mi vida. Mi estomago esta atado en nudos y si quisiera hablar probablemente vomitaría. Cuando llegamos, Sebastián me da las gracias y se baja del auto sin dejar que lo ayude haciendo muecas de dolor que intenta ocultar miserablemente de mí. Salgo del auto pensando que debo conseguir un taxi para llegar a mi casa. Pero entonces solo entro con él y le pregunto donde tiene el kit de primeros auxilios. No sé si me escuchó porque solo sube las escaleras sin decir nada. Lo sigo y termínanos llegando a una habitación enorme. Después de unos segundos me doy cuenta de que posiblemente es su habitación. Las paredes están pintadas con un color oscuro y su cama tiene casi el mismo color, es demasiado formal. Casi como si fuera la habitación de su padre y no la de él. Sebastián va hacia el baño y lo sigo. Extrae el kit de primeros auxilios de un pequeño armario debajo del lavamanos y me lo pasa. Lo tomo y le digo que se siente. Obedientemente se sienta en la tasa con el rostro hacia abajo mirando los azulejos del piso. — Um, creo que debes sacarte la camisa para que pueda limpiar bien la herida – murmuro un poco insegura de lo que voy a hacer. Quiero decir, recuerdo haber limpiado las rodillas de mi vecinita cada vez que se caía cuando era más pequeña, pero esto es mucho más grave. Sebastián se saca la camisa sin decir nada haciendo una mueca cuando la tira con su otro brazo. Debería haberlo ayudado, pero la vista de su pecho desnudo me impide moverme y por un segundo completo me quedo mirándolo. ¡Concéntrate! Me arrodillo en el suelo y saco las cosas del kit. Primero limpio cuidadosamente su brazo donde la sangre corrió y luego me desplazo hasta la herida. Una vez que ya está limpia, paso un poco de algodón con peróxido sobre la herida tan despacio como puedo viéndolo cerrar 28

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sus ojos fuertemente mientras lo hago. Después de haber terminado con eso saco una venda del botiquín y lo pongo sobre la herida esperando que por el momento sea suficiente. Aunque realmente pienso que deberían ponerle algunos puntos. Es verdad, la bala solo rozó su brazo, más que nada consiguiendo que un montón de sangre saliera, pero estaría mucho más tranquila si alguien profesional se encargará de la herida y decida si debe tener puntos o no. Al menos la sangre dejo de salir. Cuando termino, noto que me está mirando nuevamente como lo hizo en el auto y siento mis mejillas enrojecer. Me aclaro la garganta y me levanto cuidadosamente del suelo. — De verdad creo que deberías ver a alguien para que te ponga puntos. Niega con la cabeza y sale del baño sin camisa, haciendo que pueda ver su gran y fuerte espalda bronceada. Me regaño a mi misma por mirar y salgo también. Esta sentado en su cama cuando llego, con la mirada perdida. Me quedo parada delante de él y no sé qué hacer. — ¿Me vas a explicar porque estas haciendo esto? Me queda mirando un segundo entero antes de responder. Baja su mirada y pasa la mano del brazo que no está herido por su pelo. — Se supone que yo debería supervisar el local mientras mi padre está de vacaciones. Fue la condición que me puso para poder quedarme aquí. Si se entera de lo que ocurrió, su hipótesis de que soy un completo inútil quedara más que comprobada. Me sorprende el dolor en su voz y casi sin pensarlo me acerco más y me siento al otro lado de su cama. — Pero esto no fue tu culpa, no podrías haber hecho nada. Ellos estaban armados y tú no. Tal vez hubieras muerto si te hubieras enfrentado a ellos y no les hubieras entregado el dinero. — No es así como él ve las cosas. Créeme, ha pasado antes. No creía que su padre fuera tan duro con él, siempre pensé que su padre lo consentía en todo y lo dejaba hacer lo que quisiera. Quedamos en un tenso silencio que me pone más nerviosa con cada segundo que pasa. Finalmente me pongo de pie con cuidado.

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— Um… creo que es hora de irme. Pero antes quería, um, agradecerte por lo que hiciste por mí en el local. Levanta su cabeza clavando sus ojos en los míos. — No tienes que agradecerme — responde simplemente, luego se levanta y coge su celular de la mesita de noche al lado de su cama. No me había dado cuenta antes de que en ella hay una foto de una mujer con un bebe en los brazos y aunque la estoy viendo desde lejos, estoy casi segura de que esta sonriendo ampliamente y es hermosa. Sebastián se mueve hacia mí y dice: — Pedí un taxi. Llegara en unos momentos. Asiento y entonces el camina hasta un armario, saca una polera gris y se la coloca sobre su cabeza. Gracias a Dios. Me muevo lejos de él y hasta el costado de su cama— ¿Quién es ella? – pregunto finalmente tomando el marco de foto de la mesita de noche. Quito mis ojos de la foto para mirar a Sebastián, pero él está mirando hacia la ventana por lo que no puedo ver su expresión. — Es mi madre – sus palabras son casi un susurro y por un segundo me pregunto si escuché bien. Frunzo el ceño y miro otra vez a la mujer de la foto. Bueno, sus ojos son muy similares a los de Sebastián, del mismo color azul cielo… — Pero he visto a tu mamá y no… — Ella es solo mi madrastra – ríe sin ganas y niega con la cabeza – Aunque supongo que ni siquiera puedo llamarla así ahora, ella y mi padre se están divorciando. Se queda en silencio y yo no digo nada porque no sé qué decir. Siempre pensé que la mujer que veía con su padre era su mamá. Aunque ahora que lo pienso ellos son tan diferentes como el día y la noche. En cambio esta mujer… — Mi verdadera madre murió cuando yo tenía 6 años. Mi corazón se hunde por sus palabras – Sebastián, lo siento. No lo sabía. Se encoge de hombros pretendiendo que no es importante, pero puedo decir por su postura y por su rostro que no es así. No puedo ni siquiera imaginar el dolor que se siente al perder a alguien tan importante en la vida de un niño como su madre. — Esta bien, ya ha pasado mucho tiempo. Apenas y puedo recordarla – cierra sus ojos y toma todo mi autocontrol no ir hacia él y consolarlo, él abre sus ojos y sacude la cabeza – Sabes, aun no sé porque estas trabajando en el local de mi padre. 30

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Pretendía no responderle, pero después de lo que él me dijo no puedo negarme a responder una simple pregunta. — No es la gran cosa, me enamoré de un celular y quería trabajar para pagarlo por mí cuenta. Sé que probablemente mi padre podría comprarlo para mí, pero quería saber lo que se siente tener algo pagado con mi propio dinero. Sebastián se sienta nuevamente en la cama y me sonríe. Odio que haga eso porque mi corazón hace esa cosa extraña de dar un vuelco en mi pecho y luego latir rápidamente. — Además – continúo intentando que mi corazón deje de volverse loco – Creo que será bueno para mí, aprender a ser más responsable y eso. — Pero tu eres responsable – dice con el ceño fruncido como si no pudiera creer que dijera eso. – No sabes si soy responsable o no, no me conoces – digo riendo por su expresión contrariada. — Tal vez no – responde pensativamente – Pero no recuerdo que hayas faltado a alguna prueba o hayas olvidado llevar algún trabajo a tiempo. — Supongo que no – digo quedadamente pensando que tampoco se nada sobre él. Hemos estado en el mismo colegio por más de 10 años y no se nada sobre él. En el colegio él esta siempre alrededor, pero para mí era como si estuviéramos en dos clases muy diferentes de mundos. Solo era consiente de el cuando me decía algo para molestarme o algo así. Ahora tengo el presentimiento de que todo eso va a cambiar una vez que volvamos a clases.

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Capitulo 6

Cuando llego el lunes al local me doy cuenta de que seguramente Sebastián ya envió a alguien a limpiar. Las sillas están donde deben estar y no esparcidas por el todo el lugar al igual que las mesas, y aunque creí que tal vez la mancha de sangre aun seguiría allí ya que el piso es increíblemente blanco, no hay ni luces de ella. Como si jamás hubiera estado allí. Como si lo que paso el sábado jamás hubiera sucedido. Solo que sucedió y mi cuerpo me lo recuerda cada vez que oigo un ruido o las puertas principales se abren. Salto como un maldito saltamontes y no puedo evitarlo. Las puertas se abren repentinamente otra vez y mi cuerpo entero se sacude, me siento inestable, como si el piso se tambaleara debajo de mí. la señora Lisa se había dado cuenta de mi estado esta mañana y se me había hecho muy difícil no contarle lo que había pasado, pero recordé lo que había dicho Sebastián sobre su padre y solo me contuve. Por suerte mi madre no me había visto la noche cuando había llegado después del robo, y el domingo trate con todas mis fuerzas no mostrar nada extraño en mi comportamiento ni en mi rostro, porque entonces mi mamá no habría parado hasta sacarme toda la información. Tal vez incluso me habría psicoanalizado como uno de sus pacientes. Y bueno, mi padre es despistado por naturaleza, así que no se había dado cuenta de nada. Si lo hubiera hecho me habría obligado a dejar el trabajo y no puedo hacer eso, al menos no hasta que tenga lo suficiente. Sebastián entra y me tenso esperando que aparezca alguna de sus fans con él, pero está solo y se acerca hasta donde está el camarero nuevo y le dice algo, éste asiente con la cabeza y luego Sebastián se dirige hasta mi. — Estas libre – dice en cuando se detiene a pocos centímetros de mí. — ¿Qué? – pregunto desconcertada. — El nuevo te va a cubrir por el resto de tu turno. — ¿Por qué? — Lo necesitas, la señora Lisa me llamo y me dijo que parecía que no te sentías muy bien, que tal vez estabas enferma – acerca una mano a mi mejilla y pasa sus dedos por mi piel. 32

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Dejando una sensación cálida hormigueando en mi rostro – Y tenía razón, estas pálida. Deberías irte a casa. Deja caer su mano y continua — O puedes irte con tu novio. En realidad puedes hacer lo que quieras – su voz suena más brusca cuando dice eso. Lo que paso el sábado había estado en mi cabeza desde entonces y me había detenido un montón de veces ayer y hoy en la mañana de llamar a Sebastián para preguntarle cómo estaba su herida. No quería admitirlo, pero estaba preocupada por él. — Pero no puedo –digo – si no trabajo estas horas… — Tendrás el dinero de todas formas. Estas enferma y me asegurare de que te paguen este día de todos modos. Miro hacia mis pies y pienso que es lo mejor, de todas formas no estoy haciendo un buen trabajo. — Bien, gracias — Asiento y el entra en la cocina. Quiero curiosear que le está diciendo a la señora Lisa, pero no tengo la energía suficiente para ir hasta allá. Sebastián sale de inmediato y trae consigo mi bolso y la botella de agua que había traído más temprano, pero en lugar de pasármelos solo camina hasta la puerta, pero antes de abrirla, se detiene y se da vuelta para mirarme. — Vamos – me dice y me sobresalto un poco al oír su voz, me quedo parada allí hasta que él se acerca y aclara – Te voy a llevar a tu casa, suponiendo que tu novio no va a venir a buscarte. Niego con la cabeza y toma mi mano llevándome fuera. El aire fresco me golpea y siento que me voy a desmayar, pero Sebastián me sostiene justo a tiempo por lo que no me estrello contra la vereda. — Te tengo – susurra mientras me apoya contra su cálido pecho – Creo que sería mejor que fuéramos a un hospital. Me alejo de sus brazos y paso una mano por mi rostro – No, me sentiré mejor en cuanto esté en casa. — Esta bien – abre la puerta de su auto y me ayuda a entrar. Me siento y reposo mi cabeza en el acolchado y suave asiento.

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Lo siento entrar y arrancar el auto, pero estoy demasiado cansada como para mirarlo. De pronto comienza a conducir cada vez más rápido y siento mi estomago tambalearse. Pongo una mano en el frente y me sostengo. — ¿En donde aprendiste a manejar? ¿Por internet? – pregunto y el ríe suavemente. — Supuse que querías llegar rápido a tu casa. — Sí, pero también quiero llegar viva. Niega con la cabeza y sus ojos brillan con humor. — Parece que estas sintiéndote mucho mejor. Comienzas a ser la antigua tú – Empieza a desacelerar y me hundo nuevamente en el asiento – Es mi culpa, debería haber llamado a la policía como dijiste, no quiero que te sientas mal cuando estas dentro del local. Debí haber hecho algo. Sus palabras me sorprenden y levanto mi cabeza del respaldo del asiento. — No lo sientas. Ahora sé que fue lo mejor. Si hubieras llamado a la policía tendría que haberles dicho todo lo que sucedió una y otra vez – hago una pausa aclarando mi garganta porque mi voz esta extrañamente débil — Además, seguro solo agarre un virus o algo. Lo veo asentir con la cabeza y me recargo nuevamente contra el asiento con los ojos cerrados. — Aquí estamos – dice de repente, haciendo que abra mis ojos rápidamente parpadeando hacia la ventana. La luz del sol está un poco fuerte y me es un poco difícil ver, pero logro distinguir las plantas de mamá y sé que estamos en mi casa. — ¿Ya llegamos? ¿Tan rápido? Escucho a Sebastián reír un poco y siento un temblor extraño en mi estomago, que no creo que sea por las nauseas esta vez. — Dormiste la mayor parte del viaje – responde abriendo su puerta y bajándose del auto, llega en cuestión de segundos a la mía y me ofrece una sonrisa – Además, me gusta manejar rápido. Niego con la cabeza lo mejor que puedo sin perder el equilibrio— Tienes suerte de que no haya vomitado en tu auto. Rueda sus ojos y me ayuda a salir del auto. Para cuando llegamos hasta la puerta de mi casa me doy cuenta de que jamás le dije a mi mamá que el hijo del dueño del lugar en donde 34

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estoy trabajando es también mi compañero de curso. Estoy segura de que ella lo ha visto las veces suficientes en estos años como para recordarlo. Antes de que pueda tocar la puerta, porque no tengo ni idea de en donde están mis llaves, la puerta se abre y veo los ojos de mi mamá ampliarse en el momento en que nos ve. — Oh por dios, ¿cariño, estas bien? ¿Qué sucedió? Llega hasta mí en un segundo y me abraza fuertemente sacando todo el aire de mis pulmones. — No se sintió muy bien en el trabajo hoy, creo que solo necesita descansar un poco – Estoy sorprendida de que Sebastián haya intercedido por mi y creo que mi mamá también lo está. Se aparta de mí jalándome a su lado y examinando a Sebastián con ojo crítico. Luego me mira a mí y devuelta hacia Sebastián como si estuviera intentando descubrir que está sucediendo. — Te recuerdo, eres compañero de clases de Julieta ¿verdad? — Si señora— responde educadamente Sebastián — Pero también soy… — Sebastián es el hijo del dueño del local en donde estoy trabajando mamá, por eso me trajo aquí. Mi mamá vuelve a mirarme otra vez y no sé qué es lo que intenta ver. — Bueno, muchas gracias por haber traído a mi hija a casa. Sebastián asiente y un mechón de su cabello cae tapando la visión de un ojo. No sé si es porque estoy enferma, pero por un instante siento la necesidad de pasar mi mano por su frente y apartarlo de sus ojos. Lo veo alejarse hasta llegar a su auto y luego arrancarlo. En cuanto está lo suficientemente lejos de nosotras, mamá me hace entrar y me dejo caer en el gran sofá del salón antes de que a mi cuerpo se le ocurra colapsar en algún otro lugar más duro, pero hay demasiada calma y abro mis ojos para ver a mamá parada en frente de mi con una extraña expresión en su cara. — ¿Qué? – pregunto a la defensiva. — Tu y ese chico… Me siento y alzo mi mano para detenerla. — No saques conclusiones apresuradas mamá. Entre Sebastián y yo no pasa nada. 35

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Ella frunce sus labios y de pronto me doy cuenta de donde saqué ese hábito. — Pues a mí me pareció todo lo contrario.

A la mañana siguiente no creo que me sienta mucho mejor, mi mamá llamó al restaurant para hacerle saber a la señora Lisa que no podría presentarme porque aun me sentía un poco mal. Tampoco sirvió que mi mamá se empecinara en hacerme hablar sobre cómo me sentía con respecto a Sebastián e intentara convencerme de que tal vez me estoy sintiendo mal porque estoy reprimiendo mis sentimientos. Sip, ella no ayudaba mucho. Es casi la hora de almorzar, pero no creo poder comer nada que vaya a quedarse en mi estomago. Mi celular vibra con un mensaje y me abalanzo sobre el pensando que es Sofí. Pero no lo es. Los sujetos que asaltaron el local están detenidos por haber asaltado a otras personas ayer. Solo quería que lo supieras. PD: Espero que te recuperes luego. No tengo su nombre registrado pero sé que es Sebastián. Pienso en enviarle un mensaje de vuelta pero me detengo, porque ni siquiera sé que responderle. Solo pasan unas horas y comienzo a sentirme mucho mejor, creo que de verdad todo era psicológico y me estaba volviendo un poquito enferma pensando que tal vez ellos podrían regresar y esta vez acabar con lo que tenían planeado. Por primera vez en días, puedo respirar profundamente. Creo que mi mamá está preocupada por mi forma de comer, pero no puedo evitarlo. Es como si mi estomago se estuviera poniendo al día con toda la comida que debí haber comido estos últimos días. Es difícil pero al final convenzo a mi mamá de que me estoy sintiendo mejor y voy al trabajo para cubrir el turno de la tarde. La señora Lisa me saluda con un fuerte abrazo y sé que podré soportar estar al menos lo que queda de la semana.

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Capitulo 7

— ¡Maldita sea! – Esto realmente no podía estar pasando. De haber sabido que este iba a ser el peor día mi vida, no hubiera salido de mi cama. Primero mi mamá me despertó a las 7 de la mañana para decirme todo lo que se suponía que tenía o no que hacer ya que me iba a quedar sola en casa. Me habría enojado de no ser porque realmente no tenía la energía suficiente para hacerlo. Anoche me había quedado hasta tarde en el computador hablando por chat del facebook con Sofí. Pensarías que era la primera vez que me quedaba sola por lo mucho que mamá se preocupaba de cada pequeño detalle. — Si vas a prender el horno asegúrate de apagarlo bien después y revísalo antes de que te vayas a trabajar, cierra bien las puertas, no dejes las ventanas abiertas, dale comida al gato; lleva tu celular contigo y no lo dejes sin sonido y en la noche deja las luces prendidas así los ladrones van a pensar que hay … Mi papá me dio un beso en la frente y fue a preparar el auto, mientras mamá seguía hablando. — Julieta ¿Me estas escuchando? Yo solo asentía porque lo único que quería era que se fueran para poder volver a dormir, mi cama me llamaba y no sabía si iba a poder ignorarla por mucho más tiempo. Pero cuando al fin se fueron también se llevaron el sueño con ellos. Por más que lo intenté no pude volver a dormir, así que camine hasta la ducha para sacar los últimos rastros de mi cansancio, pero por alguna razón de repente el agua dejo de estar caliente y tuve que salir corriendo para no congelarme. Después de ese evento desafortunado, que después de todo había hecho algo de bien porque definitivamente estaba mucho mas despierta que antes, decidí que un desayuno saludable definitivamente mejoraría mi día. Pero no fue así. La leche que había echado en mi cereal podría haber pasado más bien como vomito de bebe. ¡asco! Reprimí las ganas de vomitar y lo voté todo a la basura. Sin ganas de comer nada mas, pesqué una manzana y la mordisqueé mientras le daba la comida al gato.

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Me gustan los gatos, pero creo que no le caigo muy bien a este felino. No me pescó mucho que digamos. Supuse que se lo comería más tarde así que lo deje solo y subí hasta mi habitación para llamar a Sofía. — ¿Lo lograste? – pregunté en cuanto ella contestó su celular. — Si te refieres al chico guapo que conocí ayer en la fiesta, entonces sí. Sonreí y negué con la cabeza contenta de escuchar su voz – No, me refiero a lo de Vanessa – Sofía había pasado los últimos días intentando convencer a Vanessa de no divulgar lo que había visto en esa maldita fiesta. — Claro que si ¿olvidas con quien estas hablando? Después de todo fui capaz de convencer a Miss Petrova de que mi computador había muerto después de haber terminado mi ensayo. Reí dejándome caer en mi cama – No, no lo olvido. — Bien, pero esta vez me debes una grande. Dios sabe que te quiero pero tu pequeño desliz me valió el amor de mi vida. Jadee y me tape la boca con la mano — ¿Tus botas cafés? ¿Las que todas las chicas del colegio querían? — Sip, tuve que darlas a cambio de su silencio. — Lo siento mucho Sof. Te pagaré, lo juro. — Claro que sí, pero no con dinero, hay algo mucho más valioso que puedes hacer por mí. Ahora ya no puedes echarte para atrás. Sabía exactamente de que estaba hablando. Mi primo Emilio venia y Sofí siempre ha tenido un flechazo por él, no importa lo mucho que le diga que es un mujeriego y un mentiroso. Me había pedido que intercediera por ella y me había negado rotundamente, pero ahora me tenía atrapada. Suspire – Bien, lo hare. Pero después no digas que no te lo advertí. — De acuerdo, de acuerdo – Respondió entre risitas. — Oye, sabias que el padre de Sebastián era dueño de unos locales que están cerca de acá. — Claro, ¿quién no? – aparentemente yo. No le dije que estaba trabajando en uno, porque entonces tendría que decirle todo lo de Sebastián y aun no estaba preparada para eso, ella iba a analizar mi reacción hacia él y yo prefería quedarme en la negación. La negación siempre funciona. 38

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Para la tarde después de comer algo ligero— Mi estomago aun no se había recuperado del vomito de bebé— salí a toda prisa de la casa porque me había quedado pintando mis uñas, pensando que aun tenía tiempo y entonces me di cuenta de que ya estaba retrasada. Pero cuando ya estaba a punto de tomar el taxi, me acordé de que había dejado mi celular encima de mi mesita de noche y que de seguro mi mamá me llamaría para saber si no me había quedado dormida, así que prácticamente corrí con las llaves de la casa en mi mano, abrí la puerta y subí de dos en dos los escalones hasta mi cuarto. Cuando tenía mi celular asegurado en mi mano me lancé por las escaleras y cerré fuerte la puerta cuando salí sin tiempo para asegurarme de hacerlo suavemente como siempre me decía mi mamá. Ya en el trabajo, no podía creer que hubiera aun más gente que los días anteriores, las horas pasaban tan lento que creí que me quedaría allí para siempre. El tiempo pasaba mucho más rápido en la mañana, por suerte mañana me tocaría ese turno y podría ser feliz. Para cuando al fin termino mi turno ya casi no podía mantener mis ojos abiertos. El sueño finalmente había venido en mi busca y ya no podía seguir escapando de él. Mientras iba de camino a mi casa en el taxi, no hacía más que soñar despierta con mi suave y cómoda almohada y con mi adorada cama. En ese minuto mi cama parecía literalmente como el paraíso. Pero en vez del paraíso, aquí estoy 30 minutos después sentada en los escalones fuera de la puerta de entrada, porque estúpidamente deje mi llave dentro cuando había ido volando a buscar mi celular. Si tan solo mi mamá no hubiera sacado mi llave de emergencia que había dejado en el macetero que está cerca de la puerta, porque era demasiado peligroso y cualquiera podría encontrarla y arruinar sus plantas, ahora no estaría aquí. Cierro mis ojos y apoyo la cabeza en mis manos. Entonces oigo un bocinazo desde la calle, el cual ignoro las primeras dos veces, pero cuando insiste levanto mi cabeza y parpadeo un par de veces para aclarar mi visión. El sol está justo detrás de él, pero aun así reconozco el lujoso auto y gimo interiormente cuando su dueño se baja de él. — Y este día no hace más que mejorar – digo sarcásticamente en voz alta esperando a que escuchara. Y lo hace porque ríe discretamente. No lo había visto desde que me había dejado en mi casa ese día cuando estaba enferma, no se había aparecido por el local desde ese día y no había tenido el valor de enviarle algún mensaje preguntándole si estaba bien. Creo que… extraño hablar con él.

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Camina hacia mí con las manos en sus bolsillos – Así que ¿estas pensando en dormir aquí afuera? Finjo una sonrisa haciéndome la tonta – Claro que no, ¿por qué preguntas? — Vamos, has estado sentada aquí más de media hora. Lo miro hacia arriba estrechando mis ojos — ¿Estas acosándome? – parpadeo un poco más para verlo, está usando una simple chaqueta azul con capucha y unos jeans, su cabello oscuro se mueve con el viento cayendo cerca de sus ojos y los aparta con una mano. – Acosar es una palabra demasiado fuerte. Solo estaba dando una vuelta y entonces te vi sentada allí con los ojos cerrados sin hacer nada. Aprieto fuertemente mis labios – Y entonces te quedaste viéndome durante media hora. Eso es acosar. — Solo tenía curiosidad de saber que intentabas hacer, y ya que estoy aquí, déjame adivinar ¿olvidaste tu llave y ahora no puedes entrar? Hago una mueca y al parecer eso lo anima a continuar riéndose de mi calvario. — ¿no lograste entrar por las ventanas? Porque estaba seguro de que podrías. Así que no solo me vio aquí sentada la última media hora, sino que también me vio verificar si por algún milagro de la vida había olvidado cerrar alguna ventana. — Solo estoy esperando a mis padres que llegaran en cualquier momento. — Buen intento, pero ya sé que tus padres se fueron y no regresaran hasta mañana en la noche. Intento reprimir mi sorpresa, pero esto es demasiado — ¿Cómo rayos sabes eso? Se encoge de hombros ligeramente – Tengo mis fuentes. — Bueno, pues deberías hablar con nuevas fuentes porque estas están completamente equivocadas. Mis padres estarán aquí en solo unas horas – Miento intentando que lo crea y se vaya, no quiero que sepa soy una tonta y que olvide mis llaves dentro. — Estoy bastante seguro de que no lo están, pero ya que insistes entonces supongo que no te opondrás a que me quede contigo hasta que ellos lleguen – sin esperar a que responda se sienta a mi lado en la escalera. Esta tan cerca que puedo oler el olor de su colonia y por un breve latido del corazón estoy tentada a acercarme a su cuello y olerlo más profundamente. — ¿Como está tu brazo? - pregunto para no cometer una locura. 40

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— Bien, de hecho tenías razón, necesitaba puntos y una amiga que es enfermera me ayudó con eso. – Estoy segura de que si – digo con mi voz cargada de sarcasmo. Lo veo sonreír por el rabillo de mi ojo – Créeme, no es lo que piensas. Es una vieja amiga que trabaja en la clínica a la que solía ir cuando era más pequeño. Aunque tal vez tenga la edad suficiente para alguna de sus nietas. Ruedo los ojos y frunzo los labios. — Así que – digo mirando hacia el auto. No quiero dar vuelta mi cara porque entonces estaría demasiado cerca de su rostro – Aun no entiendo porque estas aquí cuando podrías estar de vacaciones en otro lugar. — ¿Por qué? – Pregunta con una ligera diversión en su voz – ¿Así estarías sola esperando a tus padres hasta mañana en la noche? Frunzo mis labios otra vez y de repente siento su aliento en mi oído. —No deberías seguir haciendo eso – susurra. Mi aliento queda atrapado en alguna parte de mi garganta. – Lo de tus labios – aclara — Es terriblemente distrayente. Me obligo a no volver mi cabeza en su dirección y en vez de eso me levanto de un salto. — ¿Sabes qué? – le digo impulsivamente – Tienes razón. Dejé mis llaves dentro, cerré todas la ventanas antes de salir y mis padres no van a llegar hasta mañana en la noche. ¿Contento? Sus labios se curvan en una sonrisa y se levanta del suelo sacando su celular de su bolsillo trasero. Comienza a marcar y entonces se lo pone en su oído sin apartar su mirada de la mía. Me quedo mirándolo sin saber que está haciendo exactamente. — Buenas tardes – dijo – Me gustaría solicitar un cerrajero. ¡Claro ¿Cómo es que no se me ocurrió antes?! Soy tan estúpida. Ni siquiera había pensado en eso. Sebastián le da la dirección de mi casa y ellos dicen que estarán aquí en unos pocos minutos. Me siento tan aliviada que me tiraría en sus brazos ahora mismo, pero no lo hago. Nos sentamos nuevamente y mi estomago se llena de mariposas pensando en que estaremos aquí solos hasta que el cerrajero llegue.

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— Sabes – dice de repente interrumpiendo mis pensamientos – Solo debería haber forzado la puerta o algo así. — ¿Eso no es ilegal? — Todo es legal cuando los policías no están presentes – dice negando con la cabeza con un brillo malvado en sus ojos, no puedo evitar soltar una risita y me tapo la boca con la mano en cuanto me doy cuenta de lo que acabo de hacer, pero es demasiado tarde porque el se da cuenta de todas formas y me queda mirando fijamente. — ¿Qué? – pregunto en cuento no puedo soportar más su mirada. — Te hice reír – acusa y un lado de su boca se eleva en una media sonrisa. — Claro que no – digo rápidamente. — Claro que si — No — Lo hice. Admítelo Rose – demanda sonriendo y su hoyuelo aparece – Piensas que soy divertido. Ruedo los ojos y sacudo mi cabeza – Eres tan presumido, y ¿por qué sigues llamándome así? Tengo nombre ¿Sabes? — Lo sé y me gusta tu nombre– admite y mi corazón da una vuelta extraña en mi pecho – Pero a ti no y realmente no me agrada el diminutivo con el que todos te llaman. Así que no me dejas otra opción más que llamarte por tu apellido. Por un momento me quedo callada asimilando sus palabras. Es verdad, odio mi nombre. Mi mamá estaba leyendo Romeo Y Julieta cuando estaba embarazada de mi y decidió llamarme así. no se en que estaba pensando. Ella junto con papá son los únicos a los que permito que me llamen así, a todas las demás personas siempre les he dicho que solo me llamen Julie. — Además – continua con una sonrisa burlona – Rose no te queda tan mal. Eres como una rosa, hermosa y con espinas. Me doy vuelta e intento golpearlo en el brazo, pero el agarra mi puño con su mano y nuestras miradas quedan atrapadas, su sonrisa desaparece y sus ojos se vuelven serios haciendo que mi corazón comience a golpetear fuertemente en mi pecho. Casi sin pensarlo me muevo más cerca y nuestros labios quedan a centímetros de distancia.

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Pero justo cuando él se inclina un poco más lo siento tensarse y luego se aleja de mí. Parpadeo no muy segura de lo que acaba de pasar y él se levanta rápidamente alejando su mirada de la mía. Me paro también sin saber qué hacer y entonces veo una camioneta detenerse detrás del auto de Sebastián. El se gira en ese momento y camina hasta la puerta de la camioneta y se detiene a hablar con el tipo grandulón que se baja de él. Intercambian algunas palabras y luego veo a Sebastián asentir y darle una tarjeta al que supongo es el cerrajero. En cuanto terminan de hablar Sebastián camina hacia mí con las manos en sus bolsillos delanteros. — Está todo listo, le conté lo que paso y dijo que solo demoraría unos minutos. Asiento porque no se que mas hacer, él ni siquiera me está mirando ahora, su mirada está dirigida hacia una planta de la entrada y eso me hace sentir extrañamente fría. Se da la vuelta para irse, pero lo detengo. — Sebastián – digo y él se detiene pero no se vuelve a verme – Gracias – susurro y espero que lo haya escuchado porque lo último que se es que se está yendo en su auto tan rápido como puede.

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Capitulo 8

— Vamos Julie, prometo que solo estaremos unos momentos. Realmente lo dudo, pero no digo nada mientras sofí tira de mi brazo para que la siga dentro. Esta realmente caluroso aquí y por un momento considero sacarme el bléiser que puse encima de mi demasiado ajustada camisa, pero luego miro hacia todos los chicos sentados en la barra y decido que no es una muy buena idea. Sofí se sienta en una mesa vacía y a regañadientes me dejo caer al lado de ella. — Ahora quiero que me expliques que te está sucediendo porque por lo que me dijo tu mamá has estado anormalmente callada y extraña estos últimos días. Suspiro y pienso en que decirle, pero no se me ocurre nada y es que ni yo misma se qué me pasa. No puedo echarle la culpa al trabajo porque lo deje hace unos días, ya que al fin conseguí lo suficiente para comprar el celular. Me doy vuelta hacia sofí y veo sus cejas alzadas esperando una respuesta, pero no tengo ninguna. Además, se suponía que saldríamos para divertirnos y no para interrogatorios. Al menos eso es lo que me había dicho más temprano para convencerme de venir aquí. Se suponía que este lugar solo había inaugurado hace algunos días y sofí estaba loca por venir porque todos estaban hablando de ella, aunque para mí hay demasiadas personas y ya estoy comenzando a sentirme un poquito claustrofóbica. — ¿De verdad quieres hablar con todo este ruido? – sofí rueda los ojos sabiendo que intento buscar alguna escusa y yo continuo – Ni siquiera puedo escuchar mis propios pensamientos. Además, no me pasa nada. Solo estoy un poco cansada, eso es todo. Sofí me da una mirada que dice que sabe que le estoy ocultando algo y pretendo no hacerle caso mientras miro a todas las personas que bailan en el centro del lugar. — También me dijo que Sebastián te fue a dejar a tu casa cuando estabas enferma. La miro y ella continua – y que piensa que sientes algo por él, ¿es cierto, sientes algo por él? Suspiro derrotada – No lo sé sofí, es como si después de ese día de la fiesta me diera cuenta

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de cosas de las que no me había dado cuenta nunca antes, como la forma en la que sonríe y como sus ojos brillan cada vez que lo hace o de su hoyuelo que solo aparece cuando sonríe ampliamente, mi corazón literalmente se lanza a si mismo contras mis costillas cuando estoy frente a él. Tengo todos estos raros y confusos sentimientos que pensé que desaparecerían si los ignoraba, pero no lo han hecho – frunzo el ceño – Crees que estoy loca ¿verdad? Sofí sacude la cabeza – No, creo que de verdad te gusta y habría enloquecido nuevamente si tu mamá no me cuenta lo que hizo cuando estabas enferma. Jamás creí que Sebastián haría algo así de desinteresado por alguien. Sé que no debo compartir esto con nadie, pero sofí es mi mejor amiga y necesito sacarlo de mi sistema– Sofí, hay algo que debo contarte, pero debes prometer que no se lo vas a decir a nadie. Sus ojos se amplían con mi petición, pero aun así asiente. Suspiro profundamente antes de hablar: — Cuando estaba trabajando en el local, del cual es propietario el papá de Sebastián, estoy segura de que mi mamá te contó eso también, estábamos cerrando porque había un show en la plaza y todos estaban allí – me detengo un momento para tomar aire cuando las imágenes me golpean como si estuviera allí nuevamente – Unos tipos con pasamontañas entraron diciendo que iban a matar al chico que trabajaba conmigo si no le entregábamos el dinero. Una vez que tuvieron lo que querían iban a marcharse cuando uno de los ladrones me vió y se acercó a mí, me tocó la cara y… Sofí jadea y su mano se lanza por la mesa hasta tocar mi brazo. — No alcanzó a hacer nada más porque Sebastián se arrojo a él y comenzaron a rodar, el peleó por mi e incluso recibió una bala en su hombro por mi culpa. — ¿Estas hablando del mismo Sebastián que conocemos? ¿El Sebastián que no le importó cuando la chica con la que estaba saliendo se cayó y se rompió el brazo y él ni siquiera se levantó para ayudarla, el mismo Sebastián que no hace más que pasearse con chicas para que todos sepan que manda en el colegio, que es el que tiene más dinero, poder y atractivo? — Creo que su actitud proviene de algo mucho más profundo que el solo hecho de tener dinero – digo pensando en lo que me contó sobre su mamá, el dolor de lo que eso conlleva – y creo que realmente nadie lo conoce. No estoy diciendo que yo lo haga, solo he visto pequeños atisbos de una parte de él muy diferente de la que muestra a todo el mundo.

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— Literalmente recibió una bala por ti y cuido de ti cuando estabas enferma, si eso no es amor entonces no sé lo que es. Ruedo mis ojos ante sus palabras – No lo he visto en días, ni siquiera fue al local los últimos días que estuve allí, además seamos sinceras, el seguramente esta en algún lugar con alguna chica haciendo mucho más que besarse. Sofí suspira y toma mis manos en las suyas – ¿Qué vas a hacer cuando lo veas otra vez en el colegio? — Pretender que no pasa nada y hacer como si no me importara – Me encojo de hombros lo mejor que puedo. Sofí me da una sonrisa de simpatía y entonces la veo tensarse en frente de mí ampliando sus ojos. — ¿Qué pasa? – le pregunto justo en el momento en el que una mano se posa en mi hombro haciéndome saltar casi dos metros del asiento. Una sombra se alza por encima de mí y levanto la cabeza para ver a Sebastián parado delante de la mesa con las luces de diferentes colores iluminando su rostro. — Um, voy a ir a pedir una bebida – Sofí se arrastra por su asiento y se escabulle lejos antes de que pueda detenerla. — ¿Podemos hablar? – Sebastián se sienta enfrente de mí y antes de que pueda decir algo más me paro lo más rápido que puedo sin caerme al suelo. — Yo ya me iba – intento caminar rápidamente pero antes de llegar demasiado lejos soy agarrada por el brazo y obligada a estar frente a frente con él. Mi respiración se atasca en mi garganta al estar tan cerca. Intento no mirarlo, pero Sebastián pone un dedo debajo de mi barbilla haciendo que nuestros ojos se encuentren. Solo nos quedamos así por lo que pareció una eternidad y soy completamente consciente cuando sus ojos cambian de mirar a los míos a mis labios. — ¿Por qué siempre estas escapando de mi? – pregunta juguetonamente. — ¿Estas hablando en serio? – Pregunto en cambio de repente furiosa con él – Yo no fui la que escapó la última vez. Junta sus cejas y se acerca más a mí causando que mis latidos se aceleren. — Es verdad, pero no puedes negar que existe una fuerza invisible que nos junta donde quiera que vayamos. Hago una mueca e intento alejarme de él, pero su agarre en mi brazo es demasiado fuerte 46

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— Deja de ser tan terca. — ¿Que vas a hacer si no lo hago? Sonríe maliciosamente y quiero golpearme por haber abierto la boca. — ¿Qué tal esto? – acerca su rostro al mío y rosa suavemente sus labios contra los míos enloqueciendo a mi corazón – ¿o esto? – Me besa otra vez y estoy a punto de desmayarme – ¿o esto? – Me está faltando el aire. ¡QUE ALGUIEN LLAME A UNA AMBULANCIA! — ¿y bien? No creo que pueda hablar, respirar, ni siquiera pensar claramente. — Yo, am… — No puedo explicarlo, ni siquiera creo que haya alguna explicación, pero cada vez que estoy cerca de ti, en lo único que puedo pensar es en besarte y creí que era tan solo eso, que teníamos química – se detiene por un segundo asegurándose que estoy prestando atención y luego continua – Pero después cuando te vi con tu novio me puse tan celoso que casi pierdo la cabeza, jamás en mi vida me había sentido así y me di cuenta de que era mucho más profundo que eso, que me gusta la forma en la que siempre respondes mis preguntas con algo sarcástico y como frunces tus labios cuando digo algo que te molesta, pero sobre todo me gusta estar junto a ti. Se que piensas que es solo un juego para mi, pero no lo es. El día que te quedaste fuera de tu casa estaba muriendo por besarte, pero me detuve porque tienes novio y si tú fueras mi novia le habría arrancando la cabeza a cualquiera que intentara besarte. — Pero me besaste. Hace como 10 segundos – señalo y el sonríe maliciosamente, me quedo mirándolo intentando procesar todas sus palabras. ¿Le gusto de verdad? — Lo que pasa es que ya no me importa. — ¿No te importa? – pregunto débilmente. — No, me gustas y no me importa si tienes novio o no, voy a seguir besándote hasta que me digas que me detenga. No creo que eso vaya a ocurrir.

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— Así que, si quieres que me detenga solo dilo. Me quedo callada y mi mirada se traslada a sus suaves labios, lo que supongo es suficiente respuesta para él. Veo su sonrisa justo antes de que sus labios se estrellen contra los míos. Y creo que tiene razón, esto es mucho más profundo que solo la química que existe entre nosotros. Creo que supe desde el principio que esto era más que solo un beso.

¿¿¿FIN???

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Para mas historias, visita: www.alexiandra.blogspot.com

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