Esta noche#1

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Esta Esta Voy a Voy a

Olvidarte

Alexia Andrade 1

Esta Noche Voy a Olvidarte


SINOPSIS

Aparentemente cuando un hombre dice algo no quiere decir lo mismo cuando una mujer lo hace. Así que cuando el idiota de mi novio, más bien ex novio ahora, me dijo que deberíamos tomarnos “un tiempo separados”, en realidad quería decir que quería tiempo para besuquearse por ahí con otra chica. Pero no voy a preocuparme por eso ahora. Tal vez debería estar llorando en este momento, sollozando por ese estúpido, pero no voy a darle esa satisfacción. No, solo voy a salir esta noche. Bailar hasta que mis pies no puedan más y tal vez encontrar un chico guapo. Porque esta noche, esta noche voy a olvidarme de él.

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Capitulo 1

Analise

Idiota. Estúpido, estúpido idiota. Estaba refunfuñando mientras caminaba hasta la casa de mi hermana para poder arreglarnos para la noche. No podía dejar de maldecirlo mientras mi mente seguía reproduciendo la que fue la peor de todas las noches. Sabía que no debía haber dejado que Esteban, mejor conocido como idiota, estúpido, imbécil, me hiciera creer sus estúpidas palabras unos días antes de que decidiera que “Necesitábamos tomarnos un tiempo”. Debería haber entendido en ese momento que algo estaba pasando, pero no, estaba ciega y estúpidamente pensé que sería una buena idea separarnos un poco, porque pasábamos la mayor parte del tiempo juntos. Pensé que en cuanto él estuviera lejos de mi se daría cuenta de lo mucho que me quería y necesitaba. Y entonces todo sería mucho mejor. Dios, soy tan estúpida. Toqué el timbre de la casa de mi hermana y cuando la puerta se abrió ella prácticamente saltó encima de mí para darme un abrazo, dejándome prácticamente sin aire.

—Ani ¿Cómo estas? ¿Dormiste bien? ¿Ese idiota te llamó otra vez? Me guió hacia adentro antes de que pudiera pensar en una respuesta para todas sus preguntas y me sentó en el gran sofá de su sala, arrastrando una silla para sentarse en frente de mí. —Estoy bien, supongo. No dormí mucho, sin embargo. Mi mente no me dejo— Suspiré y puse en mi regazo uno de sus muchos cojines esponjosos y lo abracé contra mi pecho—No sé si llamó otra vez o no, porque tiré mi celular por la ventana. 3

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Rebeca apartó un mechón de mi cabello de mis ojos y me miró con cariño. Sabía lo que estaba viendo, a una chica destrozada, con los ojos hinchados y rojos. Cuando me levanté esta mañana solo me miré en el espejo y después de saber cómo me veía ni siquiera tuve el ánimo suficiente para arreglarme. —Todavía puedo ir a su casa y patearlo si quieres. Me reí. Amaba a mi hermana. Compartíamos el mismo color de ojos. Los mismos ojos oscuros de papá. Aunque éramos hijas de distintas mamás, éramos muy unidas y siempre podía contar con ella. Pronto la risa se convirtió en llanto y Rebeca me acunó en sus brazos, susurrando palabras para confortarme. Me enderecé y me limpie las lágrimas con rabia. Ya no quería seguir llorando por él. —Ya gasté un año de mi vida en él, no voy a dejar que arruine más de mí. —¡Así se habla! Él no se merece ni una sola de tus lágrimas. Se levantó y la vi caminar hasta la cocina, para luego volver con un pote gigante de helado y dos cucharas. —Vamos a tener un día de chicas y en la noche, vamos a salir y nos divertiremos tanto que vas a olvidarte de ese idiota. Asentí con renovada determinación. —Esta noche voy a olvidarme de él.

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Capitulo 2

Si hay algo que te hace sentir mejor después de tener la peor noche de todas es lejos la poco valorada terapia de compras. Es como si tu mente olvidara todo por unos minutos y los colores, olores y texturas de la ropa nueva te llevaran a una especie de realidad alterna. Pasamos más de dos horas recorriendo tiendas con Rebeca, probándonos vestidos hermosos y zapatos tan altos que estuve segura de que me caería con solo dar un par de pasos. Pero no me importó, ni siquiera vimos los precios, solo tomamos lo que nos quedó bien y lo amontamos todo para que la vendedora los pasara por su computadora. —¿Cómo vamos a pagar todo esto?—Pregunté después de que finalmente dejamos de reír por los pantalones ridículamente apretados que Rebeca me hizo comprar para que lo usara esta noche. Ella me dio una sonrisa cómplice y buscó en su bolso hasta que encontró su tarjeta— No te preocupes, la señora tarjeta dorada nos ayudará. Me reí y ella se la pasó a la chica quien nos estaba mirando con curiosidad, seguramente preguntándose si éramos chicas de padres ricos o algo así. Lo que podría ser cierto. Al menos por parte de Rebeca. Su mamá era dueña de una gran empresa de bienes raíces y le iba increíblemente bien. Hace unos años le dio una tarjeta para emergencias, pero no estaba segura de que éste lo fuera. —¿No era solo para emergencias? Me miró seriamente y puso una mano en mi hombro—Créeme, esto claramente clasifica como emergencia. Además, no la he usado desde la venta nocturna del mes pasado así que está bien. Una vez que pagamos todo, Rebeca insistió en que debíamos pasar por el salón de belleza, así que dejamos guardadas todas las bolsas de compra en su auto y fuimos a buscar un buen lugar.

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Para el momento en que el sol comenzó a descender ya nos habíamos hecho la manicura, arreglado las cejas, el cabello y me sentía como alguien nuevo y refrescante. Incluso habíamos pasado por un lugar en donde daban los mejores masajes del mundo. En serio. Los mejores. Masajes. Del. Mundo. Fuimos rápidamente a su casa para arreglarnos, me estaba cambiando en su habitación mientras Rebeca estaba en el baño probándose ropa tras ropa mirándose en el espejo para poder decidirse que usar, con la puerta cerrada para poder “concentrarse” cuando la escuché gritándole a alguien. Me acerqué más a la puerta y fruncí el ceño, ¿A quién le estaba gritando de esa forma? Abrí la puerta del baño para verla parada con una blusa a medio abrochar y mandándole dagas con sus ojos a la pantalla de su celular en su mano. —¿Quién era? Me miró por un minuto y entonces dejó su celular en el lavamanos negando con la cabeza. —Solo un idiota que no entiende la palabra No. Me encogí de hombros, suponiendo que solo seria alguien que había estado molestándola y la dejé sola para poder terminar de vestirme. Una vez que ambas estábamos listas para la acción fuimos por nuestra primera opción de discoteca. Yo con los pantalones apretados y un top blanco que se ceñía a mi cintura junto con unos zapatos increíbles que mejoraban completamente mi postura y hacia que mis piernas se vieran mucho más largas de lo que realmente eran. Y Rebeca con el vestido más hermoso que había visto de color del vino tinto junto con una botas largas negras que la hacían ver mucho más madura de lo que era, todo este bello paquete hacía que los chicos no quitaran los ojos de nosotras. Me hizo sentir poderosa y creo que el coraje liquido también había contribuido un poco para hacerme mas desinhibida de lo que realmente era.

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Pasamos de disco en disco, un par de bares, bailando con todos los chicos que nos pedían hacerlo y cuando al fin llegamos a un lugar donde pensé podríamos quedarnos toda la noche un chico realmente guapo se acerco a bailar conmigo. Parecía como si hubiera estado bailado durante horas, pero no estaba cansada. Todo lo contrario en realidad. Brevemente me pregunté qué pasaría si lo besaba y por un instante me sentí mal por pensar siquiera así. Pero… ¿Qué había de malo en eso? Podría solo besarlo y olvidarme del dolor sordo en mi corazón. Nada me impedía hacerlo. Esta noche todo era posible.

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Capitulo 3

Me di la vuelta y las manos del chico se posaron en mis caderas mientras la fuerte música del local retumbaba en mis oídos. Pude ver a Rebeca a unos centímetros bailando con dos chicos a la vez y me reí de lo bien que se sentía dejarse ir y no preocuparse por nada mas en el mundo. —¿Cómo te llamas?—Me preguntó el chico guapo en mi oído y me di la vuelta para mirarlo. —¿Cómo te llamas tú?—Pregunté en cambio y él me sonrio. Habíamos estado bailando desde que Rebeca y yo llegamos hace más de una hora. Y cada vez que él preguntaba mi nombre yo le preguntaba por el suyo y siempre quedaba allí. Por lo poco que podía ver con estas extrañas luces, era que tenía un rostro fuerte y un piercing en una de sus cejas. Pensé que era sexy, así que cuando me preguntó si quería bailar ni siquiera lo pensé dos veces. La música cambió a algo un poco más suave y obligué a mis pies a dejar de moverse tan rápido. —¿No vas a decirme tu nombre, verdad? —No si tu no me dices el tuyo primero—Elevé mis cejas hacia él y le sonreí coquetamente. Había olvidado lo genial que se sentía solo coquetear con alguien solo por la diversión de eso. Seguimos bailando ajenos a todo el mundo y cuando él me preguntó si quería beber algo, acepté inmediatamente porque mi boca se sentía tan seca como el desierto de Atacama. —Así que, ¿Tu novio no va a enojarse porque estas bailando con otro? Me reí, aunque mi estomago se retorció cuando el recuerdo de Esteban besando a alguna chica al azar en ese horrible bar vino corriendo a mi mente por su pregunta. No, no voy a pensar en él. Esta noche se trata de diversión, solo eso. 8

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—¿Por qué piensas que tengo novio? —Bueno, es imposible que una chica tan ardiente como tu no tenga novio. No bebí demasiado, pero creo al final terminé mucho mas achispada de lo que pensé, si saben a lo que me refiero. Cualquier cosa que el chico sin nombre dijera me daba risa y cuando sus manos se posaban en mi cintura no podía dejar de reír como una loca. Estábamos en eso cuando escuché una voz demasiado familiar decir detrás de mí: —Aléjate de mi chica. Sentí un escalofrió recorrer toda mi espalda y me di la vuelta tan rápido que mi cabeza comenzó a dar vueltas, si no es porque el chico aun tenía sus manos en mi cintura me hubiera estampado contra el piso. —Dije que te alejaras de ella, ahora. Haciendo caso omiso de su fuerte y varonil voz, me di la vuelta en los brazos del chico. —Ignóralo, solo sigamos bailando. Pero él me miró y me dio una mirada de disculpa alejándose de mí. Respiré pesadamente. No, esta noche no iba a acabar así. Se suponía que esta noche era para divertirme y eso era lo que iba a hacer. No le miré, pero agarró mi brazo y luché contra el impulso de golpearlo—Lis… Alejé el agarre de su mano en mi brazo y caminé entre la multitud haciéndome espacio hasta que llegué al escenario, me subí como pude e inmediatamente comencé a mover mis caderas ganándome una ola de gritos y silbidos de parte de los chicos. En unos cuantos segundos ya no estaba sola y dos chicos se pusieron a cada lado mío mientras seguía moviéndome como solo solía hacerlo cuando bailaba con Esteban. Uno de ellos pasó un brazo por mi cintura atrayéndome a él y el otro puso sus manos en mi caderas desde atrás, la adrenalina del baile combinado con el alcohol, hicieron que mis inhibiciones salieran volando por la ventana. 9

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Sin pensar en ello enrollé mis brazos alrededor del cuello del chico que estaba frente a mí, y me sentí genial… hasta que fui tirada por unos fuertes y cálidos brazos alrededor de mi cintura y el mundo se tambaleó en mil direcciones diferentes.

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Capitulo 4

—¡¿Qué estas haciendo?!—Le grité mientras era transportada sin tocar el suelo hasta el pasillo que llevaba a los baños. —¡¿Qué estoy haciendo?!¿Qué estabas haciendo tú con todos esos idiotas? —¡¿Idiotas?! ¡Tú eres el idiota! ¡Bájame de una maldita vez! Me soltó y me di la vuelta para enfrentarlo. Parecía confundido y eso solo le echó más leña al fuego. Un fuego que venía hirviendo desde ayer en la noche. Lo perdí y comencé a empujarlo y a golpearlo en el pecho. Mi visión nublada por las lágrimas no derramadas. —Lis, ya basta. ¿Qué te pasa?—Agarró mis muñecas impidiendo que continuara golpeándolo y gruñí de frustración—¿Por qué estas actuando de esta forma? He estado llamándote, pero nunca contestaste. Me reí con ironía—¿Me llamaste para qué? ¿Para decirme que soy una tonta? No te preocupes ya lo sé. —¿De que estas hablando? Eres la chica más inteligente que he conocido en la vida. Me miró preocupado, sus ojos cafés de los cuales me enamoré hace años mucho antes de que empezáramos a salir me miraron fijamente intentando buscar en mi rostro como si estuviera rebuscando que estaba sucediendo. No podía mas, ya no quería seguir viéndolo. Todo estaba bien hasta que él había llegado. Por un momento había olvidado. Intenté alejarme, pero me sujetó con fuerza en el lugar haciendo imposible que lo hiciera.

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—¡Déjame ir!—Grité perdiendo la batalla y las fuerzas para seguir luchando—Por favor, solo déjame ir. —No hasta que me digas que está sucediendo. Necesitaba hablar contigo y esta tarde fui hasta tu casa, pero no estabas, y bueno, llamé a tu hermana pero... espera, ¿Has hablado con ella? ¿Qué te dijo? ¿Por eso estas actuando así? —¿En serio me estas preguntando esto?—Lo miré incrédula—¿Por qué no solo me dijiste que te habías aburrido de mí? ¿Por qué no solo terminar conmigo en vez de inventarte esa estupidez de darnos un tiempo? —Lis, jamás me aburriría de ti, lo sabes. Eres mi vida entera. —¡No soy tu nada!, ¿Por qué no solo me dijiste que querías revolcarte con otras chicas? —¿Qué?, Lis… —¡Deja de llamarme así! Soy Analise, ¡ANALISE!—Casi grité—¡Y te vi grandísimo idiota! ¡Te dije que te amaba y fuiste y te besaste con otra, tal vez hiciste mucho más que eso! ¿Por qué lo hiciste Esteban, porque me harías algo así? En este punto yo ya estaba llorando abiertamente y no me importaba, las personas seguían pasando para llegar a los baños mirándonos unos segundos antes de hacer su camino por el pasillo. Estábamos haciendo una escena. Me tomó de la mano y dejé que me llevara hasta la salida y afuera donde ya comenzaba a hacer algo de frio. Me estremecí un poco y vi a Esteban quitarse su chaqueta para luego intentar posarla encima de mi espalda. No quería nada de él, me alejé antes de que pudiera hacerlo haciendo que su chaqueta se cayera al piso del estacionamiento. Cerré mis ojos, mis lágrimas aun se aferraban a mi rostro, pero no hice nada para quitarlas. Toqué el viejo celular que Rebeca me había pasado por esta noche para mantenernos en contacto por si algo ocurría. Tendría que llamarla para decirle que me llevara a casa. Ya no podía más. Sentía que toda la fuerza me había abandonado. 12

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Tomé una gran respiración y busqué el número de Rebeca—Me voy, puedes volver con quien sea que estabas dentro. Puso su mano encima de la mía para impedir que siguiera moviéndola y sentí un pinchado de electricidad correr por el contacto. Odié que después de todo lo que había pasado, mi cuerpo aun seguía respondiendo a él. —No estaba con nadie dentro—Dijo suavemente quitando mis lagrimas con su otra mano—Por favor, escúchame Lis. Me permití mirarlo, realmente mirarlo y jadeé cuando solo entonces noté que su mandíbula estaba magullada y roja.

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Capitulo 5

—¿Qué te pasó en la mandíbula?—Dije olvidando momentáneamente todo lo demás y centrándome únicamente en el hecho de que estaba herido. Se agachó para recoger su chaqueta, la sacudió y con cuidado volvió a intentar ponerla lentamente encima de mí. No me aparté, solo quería escuchar que le había sucedido. Se encogió de hombros—Luis tiene una mano fuerte. —¿Luis? Asintió y me quedé con la boca abierta. Luis era uno de sus mejores amigos, ¿Por qué lo golpearía? —Li…Analise—Susurró haciendo que mis ojos dejaran de mirar su fuerte mandíbula para poder mirarlo a los ojos—Necesito hablar contigo. ¿Puedo llevarte a casa? Aun estaba herida por él, pero también estaba cansada y quisiera o no tendría que escuchar lo que tenía que decirme para poder cerrar mis heridas y poder seguir adelante. Asentí y él me guió hasta la puerta de su auto, haciéndome entrar para luego ir hasta el lado del conductor. Encendió el auto y pronto estábamos en la carretera, solo alcanzando a ver las luces de los otros autos que pasaban al lado de nosotros. Estaba todo muy oscuro, pero tenía la sensación de que pronto aclararía. Él no dijo nada y yo tampoco. Estaba comenzando a pensar que esta podría ser la última vez que viajáramos juntos y eso hizo que estomago se torciera en nudos. Deseé que fuera por el alcohol, pero sabía que ese no era el caso. Le mandé un mensaje a Rebeca dejándole saber que me había ido a casa con Esteban y que después le explicaría. 14

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Para cuando al fin llegamos a mi casa mis ojos se sentían tan pesados que apenas podía mantenerlos abiertos. Sabía que tenía que ver con el hecho de que no había dormido casi nada ayer en la noche. Un par de amigas lograron convencerme de ir a un bar que quedaba cerca de la universidad y acepté ya que íbamos a celebrar que habíamos salido con éxito de un examen horrible y ya no teníamos que preocuparnos más por él. Jamás había ido allí y en ese momento me di cuenta del por qué. Era un bar demasiado oscuro para mi gusto y olía tanto a alcohol y cigarros que estuve a punto de vomitar. Estaba a punto de girarme a donde estaban las chicas para decirles que me iba a ir cuando un cabello familiar me llamó la atención un par de mesas más allá. Primero creí que estaba viendo cosas, no había visto a Esteban desde hace dos días cuando habíamos hablado por última vez. Pero entonces me acerqué un poco más, ni idea de cómo ni cuándo lo había hecho, era como si estuviera en un estado de trance. Pero cuando vi su camisa, supe sin sombra de duda que era él. Yo le había comprado esa camisa para su cumpleaños. Había una chica rubia pegada a él, solo estaban hablando, pero entonces ella saltó hacia él y comenzó a besarlo. Esperé a que él la alejara, que le dejara saber que estaba con alguien más, pero eso no sucedió. Sin saberlo como, ya estaba fuera haciendo parar un taxi y subiéndome tan rápido como me fue posible. No lloré sino hasta que estuve en mi casa y mi celular comenzó a sonar. Cuando escuché a Rebeca saludándome del otro lado del celular no pude contenerme más y me vine abajo diciéndole todo a mi hermana. Ella amenazó con ir a patearle el trasero y solo unos segundos cuando aun estaba al teléfono con Rebeca escuché un pitido y lo aparté de mi oído un segundo para ver quién era. Mi corazón se apretó cuando vi su nombre en la pantalla. Tardé un segundo en recuperarme y cuando lo hice solo corté la otra llamada en espera. —Es Esteban—Susurré a Rebeca cuando al fin logré poner nuevamente el celular en mi oreja. —¡¿Qué?! ¡¿Ese idiota tuvo el descaro de llamarte?! ¡Dios, ahora sí que no me importa lo que me digas, voy a ir a golpear a ese imbécil ahora mismo! 15

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Solo sollocé un poco más en respuesta y eso pareció calmar un poco su temperamento. —Esta bien Ani, voy a ir para allá. No quiero que estés sola en este momento. Negué con la cabeza enérgicamente—No Rebeca, es muy tarde para que andes sola, además solo quiero ir a mi cama y dormir. Ella suspiró—Bien, solo ven mañana a mi casa para tener un día de chicas. Vamos a salir a bailar hasta al amanecer y te prometo, te juro que vas a olvidarte de ese imbécil. Una vez que colgamos puse mi celular en mi mesita de noche para poder acostarme, pero cuando estaba a punto de meterme en la cama éste comenzó a sonar estrepitosamente repiqueteando sobre el mueble, así que me estiré para poder apagarlo e intentar dormir un poco, cosa que dudaba, pero cuando vi una vez más quien era, no pude evitar el sollozo que escapó de mi garganta. Lo puse en silencio e intenté con todas mis ganas quedarme dormida, pero fue imposible. Mucho menos escuchando como repiqueteaba mi celular en la mesita de noche avisando que alguien estaba llamando. Todas eran de Esteban. Cuando el reloj mostró casi las 4 de la mañana no pude soportarlo más. Abrí la ventana de mi habitación, la cual estaba en el segundo piso y con un impulso lancé lo más lejos posible mi celular, quedándome un momento en esa posición para escuchar el sonido que hizo cuando aterrizó en el suelo. El sonido me tranquilizó de alguna manera y fue suficiente para hacerme dormir en un sueño intranquilo.

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Capitulo 6

Esteban

Esto no estaba bien. ¿Por qué Lis no me contestaba el celular? Necesitaba hablar con ella. Solo habían pasado dos días desde que nos habíamos alejado, pero ahora luego de casi dos noches sin poder dormir me había dado cuenta de que había cometido un error y necesitaba enmendarlo. Eso si Lis lograba perdonarme después de que terminara de hablar con ella. Dios, esperaba que lo hiciera. Después de mucho intentar llamarla a su celular y que finalmente mis llamadas entraran inmediatamente a su buzón de voz como si estuviera apagado, me dirigí hasta mi auto buscando frenéticamente las llaves en los bolsillos de mi chaqueta. —Amigo, ¿Dónde vas? Ignoré la voz de Luis y casi choqué contra la puerta de mi auto cuando me tropecé con algo en el suelo. —¿Que estas haciendo?—Dijo Luis agarrándome del brazo para evitar que me cayera —No puedes conducir así. —Tengo que ir a buscar a Lis—Me di la vuelta intentando y fracasando una vez más encontrar mis llaves—Tengo que verla, tengo que explicarle. Ya no veía bien y mis extremidades no funcionaban como se suponía que deberían, parecían más unos fideos que otra cosa, pero no me importaba. Estaba frenético. Necesitaba contactar con ella.

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—¡Escúchame!—Luis me agarró de los hombros y me dio la vuelta para que le prestara atención—¡Analise está bien, pero tu no! No puedes conducir así. Vas a estampar tu auto contra un árbol. —Tú no entiendes, tengo que ir—Intenté zafarme de él, pero el maldito estaba mucho más sobrio que yo y no estaba teniendo las dificultades que yo estaba teniendo—Tengo que verla, tengo que hacerla entender. —Hombre, son las 4 de la mañana, de seguro ya está durmiendo y solo vas a asustarla yendo así hasta su casa. Puede que sus palabras tuvieran sentido, pero en ese momento no surtieron ningún efecto en mi confuso cerebro. —Tengo que ir. Luis suspiró pesadamente y luego lo escuché decir: —Cuando te despiertes espero que te des cuenta de que solo lo hice por tu bien. ¿De qué estaba hablando? Antes de que pudiera preguntarle, vi su puño ir directamente hasta mi mandíbula y luego la oscuridad se hizo cargo.

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Capitulo 7

Cuando desperté no sabía dónde estaba. Mi cabeza dolía como el infierno. Mi boca estaba completamente seca. Y mi mandíbula palpitaba. Pero nada de eso importó cuando el recuerdo de lo que pasó anoche y de lo que necesitaba hacer volvió a mi mente. Me senté tan rápido como pude y me di cuenta de que me había quedado dormido en un sillón. El sillón del departamento que Luis y yo estábamos arrendando. —Bien, estas despierto. Luis estaba parado frente a mí con un vaso de agua en la mano. Me pasé una mano por la mandíbula porque sentía como si fuera el doble de su tamaño normal y miré a Luis en busca de una explicación. Pensé que le estaba dando mi mejor mirada de furia, pero él solo se encogió de hombros y tomó un sorbo de su vaso con agua. —Era eso o que esta mañana te encontraran en el fondo de un acantilado. Tenía un punto y de todas formas necesitaba estar haciendo otra cosa ahora mismo. Tomé mi chaqueta del sillón y me dirigí a la puerta tocando mis bolsillos en busca de las llaves de mi auto y mi celular. No estaban ninguno de los dos. Me di la vuelta y Luis me los lanzó como si fueran una pelota de basquetbol. Alcancé a tomar las llaves, pero el celular rebotó en mis manos y terminó cayendo al suelo. Le di una mirada de: ¿En que estabas pensando? A Luis y me agaché para recogerlo, pero me quedé congelado cuando vi la hora en la pantalla. —¿Qué hora es?—Luis frunció el ceño y se giró para ver el reloj en la pared. 19

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—No creo que la hora de tu celular haya cambiado solo porque se dio un pequeñito golpe en el suelo. —Luis—Gruñí—Dime que no me dejaste dormir hasta las 3 de la tarde. Levantó sus manos en señal de rendimiento y agitó su cabeza—Yo también acabo de despertar, por eso vine a tirarte agua en la cabeza por si seguías durmiendo. Ignoré el hecho de que el vaso de agua en su mano hubiera sido arrojado en mi cabeza si no me hubiera despertado por mí mismo. Ya había perdido demasiado tiempo, a esta hora ni siquiera podría adivinar en donde se encontraba Lis si seguía sin responder a mis llamadas. Sin querer pelearme con Luis por golpearme y por querer echarme agua en la cabeza, agarré mis cosas y abrí la puerta para poder salir. Pero justo antes de salir por la puerta me di la vuelta hacia él. —Sé que suena retorcido, pero… gracias por golpearme ayer. Luis asintió solemnemente—Cuando quieras. Recé para que Lis estuviera en su casa porque ese fue el primer lugar en donde la busqué, pero por más que golpeé su puerta nadie salió para abrirla. No se escuchaba ningún ruido desde dentro y a regañadientes tuve que aceptar que no estaba allí. No sabía qué hacer, tal vez estaba con sus amigas y sabía que si ese era el caso no iba a ser capaz de encontrarla nunca en esta enorme ciudad. Estaba comenzando a marcar su número por centésima vez en este día cuando vi el nombre de su hermana en mi pantalla. Lis me lo había dado en caso de que la necesitara y no pudiera encontrarla. Sin pensar ni un segundo más en eso, marqué su número y me quedé aguantando la respiración esperando a que respondiera. —Será mejor que no seas quien creo que eres. La voz sonaba tan enojada que parpadeé alejando un momento el celular de mi oído para ver si había marcado bien.

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—¿Rebecca?—Pregunté con cautela—Siento llamarte, pero necesito hablar con Lis ¿Está contigo? —No, no está y aunque lo estuviera no te dejaría hablar con ella. —De acuerdo…—Contesté frunciendo el ceño, esto no estaba yendo bien, pero aun seguí hablando—¿Sabes dónde puede estar? He estado llamándola, pero su celular suena como si estuviera apagado. —Escúchame maldito imbécil, si te atreves a llamar una vez más a mi hermana juro por Dios que soy capaz de contratar a alguien para que vaya a golpearte. Fruncí el ceño—Pero necesito hablar… —¡Dije que no!—Gritó tan alto que tuve que apartar nuevamente el celular de mi oído—¿Es que no entiendes la palabra “No”? No claro que no, anoche quedó claro que ni siquiera conoces esa palabra. Espera ¿Qué? ¿De qué estaba… Empecé a hablar nuevamente cuando cortó la llamada de golpe. Solo me quede allí, con el celular en mi mano sentado en el auto intentando que sus palabras hicieran sentido dentro de mi cabeza. Ella dijo anoche. Anoche. Un bulto enorme se formó en mi garganta haciéndome difícil tragar. ¿Cómo lo supo? Pero entonces eso ya no importaba, si ella sabía entonces solo sería cuestión de tiempo para que Lis se enterara y tenía que ser yo quien se lo dijera. Tenía que explicarle, tenía que llegar a ella antes que nadie. Tenía que arreglar esto.

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Capitulo 8

Liz no estaba por ninguna parte. La busqué en que cada lugar que pude imaginar, pero no pude encontrarla. Intenté llamar a algunas de sus amigas, de los pocos números que tenía registrados en mi celular, pero ninguna de ellas sabia donde podía estar tampoco. Era de noche cuando finalmente llegué al departamento. Estaba cansado, pero el dolor en mi pecho era cien veces superior al de mis piernas. Una vez que estuve dentro lancé mis llaves en la mesa y me dejé caer en el sillón. El sillón donde había dormido ayer. Puse mi cabeza entre mis manos apoyando los codos en mis piernas. Todo era mi culpa. Si no hubiera estado tan asustado, nada de esto estaría sucediendo. —Deduzco por la forma en la que tiraste tus llaves que no te fue bien. Froté mis ojos con mis manos—No tengo ganas de hablar. —Bien, porque vamos a hacer todo lo contrario esta noche. Pero primero…—Arrugó la nariz en mi dirección—Mejor ve a ducharte y entonces podemos ir a olvidar por un momento. Sacudí la cabeza levantándome y yendo hacia mi habitación—No necesito emborracharme, solo quiero a ir a la cama. —¿Quién dijo algo sobre emborracharse? Solo vamos a pasar un rato en algún pub para que la noche pase más rápido. Me detuve. Sabía que no iba a dormir esta noche, que iba a pasar dando vueltas en la cama, viendo su rostro dentro de mi cabeza diciéndome aquellas palabras que me asustaron como nada mas lo habían hecho. —Bien—Dije sobre mi hombro—Estaré listo en unos minutos.

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No sabia a que lugar me había llevado Luis y no me importaba, al menos el ruido de personas junto con la música me habían hecho dejar de pensar por un rato. No se cuánto tiempo había pasado, pero parecía una eternidad cuando de la nada una risa llegó a mis oídos desde algún lugar dentro de la disco, tal vez era mi mente jugándome juegos, pero podría reconocer esa risa en cualquier parte. Me paré de donde estaba sentado en la barra, solo había tomado un refresco con gas así que pude concentrarme en encontrar a la dueña de aquella risa. Las palmas de mis manos comenzaron a sudar. Me moví un poco y mis labios se curvaron por voluntad propia en una sonrisa cuando vi su largo cabello oscuro y unos pantalones tan apretados que debían ser ilegales. Comencé a moverme en su dirección con ganas de abrazarla y nunca dejarla ir cuando noté a un chico raro con pinta de punk posar sus manos en su cintura. Ella rió estrepitosamente y la sangre se agolpó en mis oídos mientras caminaba con paso furioso en su dirección. Me detuve solo a unos centímetros de ellos y me obligué a calmar mi temperamento. Después de lo que había hecho la noche anterior no tenía ningún derecho de enojarme por esto, pero maldita sea si dejaba que ese idiota siguiera tocándola. —Aléjate de mi chica Liz se giró hacia mí ante el sonido de mi voz tan rápido que estuvo a segundos de caerse, pero ese idiota la sostuvo antes de que lo hiciera. Apreté mis manos en puños cuando lo único que quería era agarrarla y llevarla conmigo. —Dije que te alejaras de ella, ahora. Ella se dio vuelta hacia el chico otra vez y vi rojo cuando las palabras salieron de sus labios. —Ignóralo, solo sigamos bailando. Mi sangre hervía, miré al chico asegurándome de hacerle saber con mi mirada que sería capaz de incrustarle los ojos en su cerebro si seguía en algún lugar cerca de ella. y al parecer captó mi mensaje porque le dio una mirada de disculpa y se alejó.

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Ella se quedó parada allí sin mirarme y sin poder aguantarlo más puse mi mano sobre su brazo necesitando tocarla de alguna forma—Lis… Se alejó de mi tan rápido que por unos segundos solo pude quedarme parado mirándola mientras ella caminaba con paso firme por entre las personas y se subía al escenario. Comenzó a mover las caderas causando que todas las miradas se centraran en ella y los chicos silbaran y la animaran a seguir bailando. Solo fue cosa de dos segundos para que dos chicos lograran subirse al escenario, poniéndose uno en cada lado y empezaran a moverse en su contra. Y eso fue todo. Ya no pude soportarlo más. Subí también quitando al tipo que estaba de espaldas a mí, el cual cayó de espaldas con un ruido estrepitoso al suelo, escuché a las personas jadear, pero los ignoré tomando a Lis entre mis brazos y obligándola a soltar sus brazos de alrededor del cuello del otro tipo. Cuando comenzamos a hacer una escena en el pasillo del baño, tomé su mano y la llevé al estacionamiento. Hacia frio y me sentí un poco más calmado cuando finalmente permitió que pusiera mi chaqueta sobre ella. Para cuando llegamos a su casa, ella no esperó hasta que hubiera apagado el motor por completo antes de que se quitara el cinturón de seguridad y saltara del auto. La seguí dentro deteniéndome en medio de su sala de estar, prendió las luces y entonces se giró para enfrentarme. —Bien, puedes hablar ahora.

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Capitulo 9

—Ni siquiera sé por donde empezar. Era verdad. Había estado frenético buscándola, pero ahora que estaba aquí tan cerca de ella lo único que quería era abrazarla y tenerla conmigo. Estaba allí toda hermosa con su cabello suelto, pero su expresión se mantuvo en blanco. —Podrías empezar explicando por qué no terminaste conmigo como realmente querías. Sentí como una puñalada en el estomago al escuchar la tristeza y la traición en su voz. Me pasé una mano por el pelo intentando aplastarlo e intentando calmar mi ansiedad ahora que finalmente me estaba escuchando. —No Liz, nunca quise terminar contigo, yo solo…me asusté ¿De acuerdo? Soy un idiota y me merezco que me ignores por ser tan débil—Me detuve un segundo para dejar salir las siguientes palabras—Besé a una chica. Contuve el aliento. Estaba esperando un estallido de ira por su parte, tal vez que me tirara la loza por la cabeza. Dios sabia que me lo merecía, pero en cambio solo asintió con la cabeza y de algún modo fue mucho peor—Lo sé, te vi. Tragué el nudo enorme que se formó en mi garganta cuando recordé que me lo había dicho cuando estábamos en la disco. Que me había visto, pero en ese momento estaba tan preocupado de que me escuchara que realmente no entendí de que estaba hablando. —Liz, lo siento, yo…—¿Cómo le explicaba esto? ¿Cómo le explicaba algo que apenas era comprensible para mi?, cuando ni siquiera yo estaba seguro de lo que sentía. En estos momentos lo único que sabia era que la quería conmigo, que ya no quería estar separado de ella por mas tiempo. Se sentó en el sofá, como si no pudiera seguir de pie por mas tiempo y cerró sus ojos. Sin pensarlo me arrodillé frente a ella y tomé sus manos en las mías. Aliviado de que me permitiera hacerlo.

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—Sé que lo arruiné, y no sabes cuanto me arrepiento de haberlo hecho, de haberte defraudado de esa manera, pero por favor, por favor Liz, perdóname. Abrió sus ojos y me miró fijamente. Mi corazón se lanzó a si mismo contra mis costillas al ver aquella mirada en su cara. Por un momento sus ojos se suavizaron y tuve esperanza. —Te perdono. Sentí como si un peso enorme se levantara de mi pecho. Un peso que había estado allí desde el momento en que me había dicho que me amaba y yo me había quedado callado, sintiéndome como un idiota, pero sabiendo que no podía decirlo, yo solo… no podía. —Te perdono Esteban, pero creo que tenias razón. —¿Qué quieres decir?—Mi pecho se contrajo dolorosamente. Me miró un poco mas y entonces sus manos se alejaron de las mías. Se levantó del sillón y se paró delante de mi. —Que tenias razón en todo lo que me dijiste—Se abrazó a si misma mientras intentaba no mirarme—Pasamos demasiado tiempo juntos y eso no es sano, nuestras notas no son lo suficientemente buenas porque preferimos pasar tiempo juntos que estudiar, estos días que estuvimos separados pude darme cuenta de eso. Era exactamente lo que le había dicho cuando le pedí que nos diéramos un tiempo, y Dios, dolía como el infierno oírlo de ella. Sabia que tenia que decirle ahora, que tenia que explicarle, pero de alguna manera las palabras no salieron. —Además yo…—Se detuvo y luego suspiró—Ya ni siquiera se lo que siento por ti. Y entendí lo que no me estaba diciendo. Lo sabia porque la conocía. La conocía mejor de lo que me conocía a mi mismo. Me paré de donde estaba arrodillado—Estas terminando conmigo—Dije resignado. Ella solo asintió, sus grandes ojos mirándome y di un paso atrás intentando ignorar el dolor sordo en mi pecho. 26

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—Entiendo. Tomé la chaqueta que ella había dejado en el sillón y me la puse lentamente caminando hasta la puerta sin mirarla. La sentí seguirme, el suave olor de su colonia me envolvió mientras abría la puerta e intenté guardarlo en mi memoria para cuando necesitara sentirla cerca de mi. —Dos semanas. Me di la vuelta y la miré. Puse una mano en la puerta cerca de la de ella. Queriendo sostenerla, pero sabiendo que este no era el momento para hacerlo. Me miró con confusión y me acerqué mas a ella para que pudiera escucharme. —Voy a alejarme, a darte tu espacio, pero solo por dos semanas. Luego voy a volver para recuperarte—Y por fin explicarle, decirle la verdad. Ahora no era el momento. Ella aun estaba herida y lo entendía. Continúe—Aunque sea lo último que haga. Alejé mi mano de la de ella y salí por la puerta abierta. Antes de subirme al auto, la miré una ultima vez y me prometí a mi mismo que arreglaría todo antes de volver por ella. Que solucionaría lo que me mantenía alejado de decirle lo que verdaderamente sentía por ella. Pero no estaba dispuesto a dejar que se olvidara de mi.

fin

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