Callate y baila conmigo

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Índice

Sinopsis ................................................................................................................................................ 3 Prologo ................................................................................................................................................. 4 Manual para aprender a bailar mejor.................................................................................................. 5 Consejo Nº1: Relájate, solo déjate llevar por la música. ..................................................................... 5 Consejo Nº2: Disfruta cada momento al máximo ............................................................................. 10 Consejo Nº3: No le des demasiada importancia al qué dirán. .......................................................... 16 Consejo Nº4: Haz ejercicios de estiramiento todos los días. ............................................................. 22 Consejo Nº5: Observa a bailarines destacados de diferentes estilos de bailes. ............................... 27 Consejo Nº6: No te juzgues ni te compares con otras personas. ...................................................... 33 Consejo Nº7: Respeta tu cuerpo en todo momento ......................................................................... 39 Consejo Nº8: No te dejes agobiar por las dificultades y retos .......................................................... 44 Consejo Nº9: Enfócate en tu desarrollo a nivel interior .................................................................... 50 Consejo Nº10: Trabaja con tu cuerpo, no en contra de tu cuerpo.................................................... 54 Consejo Nº11: Reduce el estrés en tu vida ........................................................................................ 61 Consejo Nº12: Saborea cada minuto, cada movimiento y cada paso. .............................................. 65 Consejo Nº13: Elimina los pensamientos negativos.......................................................................... 70 Consejo Nº14: No pienses en el próximo movimiento ni en el movimiento pasado. ....................... 73 Consejo Nº15: Intenta bailar con alguien con quien te sientas a gusto. ........................................... 80 Consejo Nº16:Siempre acepta cuando alguien te pida bailar. Sobre todo si es la persona correcta.84

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Sinopsis

Bailar. Esa era la palabra clave. Parecía sencillo. Yo podía hacerlo. Solo que estaba bastante segura de que tenía dos pies izquierdos y si intentaba bailar con alguien probablemente lo pisaría sin piedad hasta la muerte. Pero era la única opción que tenia para que mi amor platónico de toda la vida se fijara en mi. Tenia que hacer algo. Así que hice lo único que se me ocurrió. Le pedí a alguien que me enseñara a bailar. Pero no había considerado que mi profesor de danza se metería bajo mi piel y me haría comenzar a olvidar porque estaba haciendo todo eso en primer lugar.

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— Me gustas Fernanda, eres muy linda y simpática. ¡Él cree que soy linda! ¡Creo que voy a tener que pellizcarme! — Pero ya sabes, las personas me reconocen en el colegio, tengo que salir con alguien que haga lo mismo que yo. Tal vez si supieras bailar, podríamos salir algún día. Estaba bastante segura de que estaba teniendo un ataque al corazón. Si hubiera sido cualquier otra persona, lo habría mandado a volar de inmediato, pero estamos hablando de Marco Astorga aquí, mejor conocido como: Mi Amor Platónico Nº1. Incluso estaba más arriba en mi lista que Ian Sumerland y Colton Haynes. (Si no conoces a Colton Haynes, has perdido la mitad de tu vida, en serio. El es súper guapísimo) Pero no nos desviemos del tema principal. Hace solo un par de semanas que habíamos comenzado a hablar. Soy tímida de nacimiento y me cuesta un poco hablar con personas que no conozco, pero Marco se cambió de casa hace poco y tuve muchísima suerte de que esta estuviera de camino a la mía. Casi me desmayo la primera vez que lo vi caminando junto a mí de camino a casa. Comenzó a hablar conmigo, de nada importante en un principio, pero después de unos días el incluso hizo bromas y rió conmigo. Me sentí radiantemente feliz, el sol era más cálido y brillante, los pajaritos cantaban más alto, incluso las clases fueron mucho más interesantes. Podía hacer que el saliera conmigo y quitarlo de mi lista de amores platónicos. Bailar. Esa era la palabra clave. Parecía sencillo. Yo podía hacerlo. Solo que estaba bastante segura de que tenía dos pies izquierdos y si intentaba bailar con alguien probablemente lo pisaría sin piedad hasta la muerte. Así que hice lo único que se me ocurrió. Le pedí a alguien que me enseñara a bailar. Podrías pensar que eso era algo sencillo, pero jamás pensé que esto se volvería en mi contra.

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Manual para aprender a bailar mejor

Consejo Nº1: Relájate, solo déjate llevar por la música.

Vero: ¡No puedo creer que lo hiciste! ¿Qué te respondió? Feña: XD Vero: ¡¡¡DIMELO!!!¡¡¡ ESTOY MURIENDO AQUÍ!!! Feña: :P Vero: >o< la curiosidad me está MATANDO!!! >o< Me reí de su respuesta y comencé a tipiar rápidamente en mi celular: Feña: dijo que podíamos juntarnos después de clases Vero: No puedo creer que le pidieras al chico nuevo que te enseñara a bailar. Y que aceptara. Feña: yo tampoco, pero… Mi celular fue arrancando de mis manos y me di la vuelta para ver a papá dejándolo en el cesto del pan junto con el de Miguel. —Nada de teléfonos en la mesa — Señaló sentándose en su lado y poniendo una mano en la silla de Miguel quien se estaba balanceando en ella — Conocen las reglas. Sip, las conocía. Pero no podía evitar perderme en mi celular cada vez que me ponía a hablar por Whatapp con Verónica, era como si todo lo demás desapareciera. La casa se podría estar quemando y yo no me daría cuenta.

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—Entonces, Miguel ¿Cómo te fue en tu examen de matemáticas? Mi papá siguió comiendo de su plato de espaguetis ajeno a la mirada de terror que se apoderó de Miguel —Más o menos, pero papá, todavía no entiendo como dejaste que un desconocido vaya a enseñarle a bailar a Fernanda. Rodé los ojos ante la respuesta de Miguel. El siempre hacia lo mismo. Cada vez que no quería responder algo, decía algo sobre mí y entonces papá se olvidaba completamente de que está hablando con él en primer lugar. —Son solo clases de baile y además, pensé que era tu amigo, ¿No ha estado aquí como tres veces para hacer trabajos contigo? —Eso no significa que seamos amigos — Refunfuñó Miguel echándole un vistazo a su celular que estaba vibrando en la cesta del pan en el mueble de la cocina — Además, escuché que le gustan los chicos. Mi papá sonrió —Mucho mejor, así no tengo que preocuparme. Lo fulminé con la mirada y él me dio una mirada de disculpa — No me importa si le gustan los chicos o las chicas. Es un excelente bailarín y eso es todo lo que importa — Me enderecé y le estreché mis ojos a Miguel — Y tu no deberías creer en todo lo que escuchas. Hizo una mueca de, como sea y comenzó a llenar su boca de espagueti. En realidad, yo también había oído eso, pero era un país libre y a él podrían gustarles los calamares gigantes y no tendría porque importarle a nadie, además no es como si quisiera ir a besuquearme con el después de clases, solo quería que me enseñara a bailar y él fue bastante agradable en aceptar ayudarme. Primero había pensado en el grupo de baile del colegio, pero rápidamente lo rechacé porque ellos llevaban mucho tiempo juntos y eran simplemente maravillosos, sin mencionar que Marco — conocido también como Amor Platónico Nº1 o APN1 para abreviarlo— Siempre estaba allí y no quería que el viera mi fallido intento de aprender a bailar. Te preguntaras porque no le pedí a alguna chica que me enseñara, pero la respuesta es fácil. Las chicas de mi colegio no son exactamente amistosas conmigo, de hecho son todo lo contrario. Creo que la cuestión radica en que somos de dos mundos totalmente diferentes.

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Ellas son todo maquillaje y ropa reveladora para que todos a su alrededor se les queden mirando, mientras que yo me preocupo mas por sacar buenas notas y leer el máximo posible de libros paranormales como pueda. Así que, en conclusión, las chicas no eran una opción viable. Estaba comenzando a ponerme frenética cuando recordé al amigo, o bien, no amigo de Miguel que había venido a casa un par de veces para terminar un trabajo. Se había mudado a este pueblo alejado de Dios hace solo unos meses cuando comenzaron las clases y en mi súper intento de ver la mayor cantidad de veces posibles a Marco, me di cuenta de que se había incorporado al grupo de baile y era bastante bueno en eso. Ni siquiera lo pensé y creo que esa fue la clave porque no había duda en mi mente de que si hubiera meditado sobre esto un poco más, jamás de los jamases me habría atrevido a acercarme a él. No le dije a nadie lo que tenía planeado hacer, ni siquiera a Verónica porque se había escapado con su novio, a no sé dónde y no habían ido a clases. Así que solo me armé de valor y esperé a que Alex estuviera solo. — Hola — Le dije en cuanto estuve lo suficientemente cerca. Me paré frente a él esperando que mis piernas no me traicionaran y me cayera — No sé si te acuerdas de mí, soy la hermana de Miguel y necesito pedirte algo.

Estaba sorprendido de que esta chica me hablara, solo la había visto un par de veces pero me había dado cuenta de que era un poco tímida, las veces que había ido a su casa ella solo me había saludado con un simple hola sin hacer contacto visual y luego se había escabullido a su habitación. Me preguntaba que quería pedirme. Estreché mis ojos hacia ella y simplemente asentí. — Yo, um… sé que estas en el grupo de baile y me estaba preguntando si podrías… darme algunas clases de baile. ¿Clases? ¿Ella de verdad dijo eso? Tal vez escuché mal. — Disculpa, ¿Dijiste clases? 7

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— Si, yo… te pagaré, claro. No es como si fuera a ser gratis ni nada de eso. Bueno, necesitaba el dinero. Aunque esto era un tanto extraño. Si quería aprender a bailar ¿Porque no solo se había unido al grupo de baile y ya? — Está bien — Dije al fin — ¿Cuándo quieres hacerlo? Su rostro se iluminó con una sonrisa. — Podemos juntarnos después de clases si estas libre. — Eso está bien. — Bien, entonces… am, nos vemos el lunes después de clases. Asentí — De acuerdo. La vi casi correr hacia las salas con su cabello largo balanceándose y no pude evitar sonreír. Esto era probablemente lo más loco que me había pasado desde que llegué. Bueno, más o menos. Otra cosa que no me solía pasar en mi antiguo colegio era que las chicas que iban a ver nuestras presentaciones me pidieran mi nombre para agregarme a facebook. Creo que jamás había tenido tantos amigos en facebook. Hoy era viernes, pero tenía que cuidar de mis hermanos más pequeños mientras que mi mamá cubría su turno en el hospital y papá salía a su habitual cena de negocios. Somos 5 hermanos en total, tengo dos hermanos mayores y dos menores. Soy el hermano del medio. Me llevo bien la mayoría del tiempo con todos, pero por lo general mis hermanos no se llevan bien entre sí. Jorge y Manuel, mis hermanos mayores están en la universidad, pero aun viven en casa. Ellos normalmente salen los viernes hasta tarde, por lo que eso me deja siendo el único hermano mayor para cuidar a Tomas y Pablo. Pero en realidad no me molestaba, no es como si tuviera algo más que hacer, probablemente solo me hubiera quedado jugando en el computador como siempre. Cuando llegué a mi casa, dejé mi mochila en el sofá y me dirigí a la cocina para comer algo. Tomi estaba sentado allí en uno de los bancos de la mesa de la cocina devorando un tazón de leche con cereales con una cuchara demasiado grande para su boca. 8

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— Hola Tomi ¿Dónde está Pablo? Tomi tenía los ojos pegados en la pequeña televisión en el mueble de la cocina y ni siquiera me vió cuando respondió. — Está jugando PlayStation arriba. Tomi, con solo 7 años era el más pequeño de todos y siempre estaba peleando con Pablo, así que imaginé que esto eral lo mejor. — Bien, ¿Ya almorzaste? — Sip, mamá me dio de comer antes de irse y dijo que te dijera que tu comida esta en el microondas. Desordené su cabello con mi mano haciendo que alzara sus pequeñas manos para intentar pegarme. Una vez que terminé de comer dejé a los chicos sentados en el sillón de la sala viendo una película mientras que yo terminaba una tarea de inglés en el computador. Me gustaba que hubiera un poco de tranquilidad de vez en cuando, casi nunca era así, sobre todo cuando mamá estaba en casa. Todos gritaban y se peleaban para conseguir un poco de su atención. De papá también, solo que él no tenía tanta paciencia como mamá y siempre terminaba encerrándose en su oficina. El sábado en la tarde no hubo ensayo del grupo de baile, así que aproveché de terminar unos trabajos que tenía pendiente y le ayudé a Tomas con su tarea mientras que Pablo peleaba con Manuel por el control de la televisión. Normalmente me interpondría entre ellos para que dejaran de pelear, pero mi papá llegó justo en ese momento de lavar el auto, le quitó el control a Manuel y puso una especie de película del medio oeste antiguo. Y la pelea acabó. Para el lunes después de clases le pedí las llaves de una sala al director para las clases con Fernanda y él me las prestó con mucho gusto. No le dije que era para dar clases, solo le conté que necesitaba una sala para ensayar y él me palmeó la espalda tan fuerte que casi me bota. Después de todo, nuestras presentaciones en los concursos le hacían muy bien al colegio y seguro como el infierno que a él le gusta tener los trofeos que los chicos han ganado en competencias anteriores en las que yo no he participado. Esperé a Fernanda fuera de su sala y ella se sorprendió cuando me vió — ¿Lista? 9

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Consejo Nº2: Disfruta cada momento al máximo

Estaba segura de que estaba de todo menos lista. Forcé una sonrisa y lo seguí hasta la sala al final del pasillo. Por unos momentos pensé que se le había olvidado o que tal vez solo tenía cosas mucho más importantes que hacer que tener que darle clases de baile a una chica descoordinada como yo y esa fue la única razón de que no me comiera todas las uñas de mis manos por los nervios esta mañana. Alex abrió la puerta con una llave y me hizo entrar primero. Jamás había entrado a esta sala y ahora sabía el porqué. Era una especie de sala de danza, del tipo que había visto un montón de veces en las películas cuando ensayaban ballet. A un lado de la sala había grandes espejos en las paredes y vi mi rostro asustado devolverme la mirada. Miré de un lado a otro y mi respiración se comenzó a agitar haciendo que mi pecho se elevara rápidamente. — ¿Estas bien? — Sentí las manos de Alex posándose en mis hombros, pero no pude mirarlo a los ojos. Mi voz salió en jadeos cortos — No lo sé, ¿Puede ser que sea claustrofóbica? — ¿Tienes claustrofobia? — ¡No lo sé! — Intenté explicar cómo me sentía a través de la opresión en mi pecho — Pero siento como si las paredes se cerraran a mí alrededor. — Está bien, solo haz lo yo hago — Me instó a mirar su rostro mientras inhalaba profundamente y luego exhalaba lentamente. Hice lo mejor que pude para imitarlo y pronto comencé a sentirme mucho mejor. Alex suspiró de alivio y me sonrió — Me asustaste por un minuto ¿Nunca te había pasado antes?

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— No, pero mi hermano suele tener pequeños episodios de claustrofobia a veces así que estoy un poco familiarizada. Jamás creí que yo también podría sufrir de lo mismo. Alex se encogió de hombros — No lo sabes hasta que te sucede. Se dirigió hasta las ventanas y las abrió lo mas que pudo — Tal vez esto ayudé. Luego fue hasta donde se encontraban unos parlantes y puso una suave música desde su ipod. La música viajó desde los parlantes a mi alocado corazón haciendo que recuperara su ritmo normal. — Cuando era más pequeño mis padres nos llevaron a mis hermanos y a mí a comer a un restaurant muy exclusivo – Empezó a decir mientras acomodaba algunas cosas sobre los parlantes — Se suponía que íbamos a celebrar el nuevo trabajo de mi papá, pero 20 minutos después terminé en la sala de urgencias porque era alérgico a los mariscos y nadie lo sabia hasta ese momento. Lo miré con asombro, sabiendo que yo no podría contarle algo tan íntimo a alguien que apenas acababa de conocer. Su historia me hizo sentir más en confianza y me di cuenta de que él intentaba hacerme sentir más cómoda para que no volviera a sentirme mal. — Tus padres debieron estar muy preocupados por ti. — Lo estaban, pero sobre todo se sintieron culpables por no saber antes que era alérgico y llevarme a ese lugar — Se encogió de hombros y luego se aflojó la corbata del colegio sacándosela por encima de su cabeza — Pero no fue culpa de nadie, ellos no tenían como saberlo y además no me pasó nada grave porque no alcancé a comer tanto. ¿A tu hermano suele darle frecuentemente lo de la claustrofobia? — No mucho, solo cuando se pone demasiado nervioso. Se dio la vuelta y vi su rostro por el espejo cuando habló — ¿Estas segura de que estas bien? Tal vez podamos dejarlo para mañana. No, lo último que necesitaba era posponerlo para otro día. No quería tener que seguir pensando en esto. No cuando mis nervios seguramente no me dejarían dormir esta noche. Necesitaba hacerlo ahora. Solo cortar con esto antes de que tuviera un nuevo ataque de ansiedad. 11

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Tragué saliva y me obligué a asentir con la cabeza. — Estoy bien, no necesitamos posponerlo. — De acuerdo — Se dio la vuelta para caminar por mi lado hasta su ipod y presionar unos botones. La suave música cambió a una totalmente rítmica y me congelé en el lugar — Pero primero tenemos que calentar un poco, los músculos y articulaciones necesitan preparación para empezar a moverse con fluidez. Si no preparas tu cuerpo para bailar, no tendrás a tu disposición toda la capacidad de tu cuerpo y corres riesgos de lastimarte. Vamos a hacerlo 20 minutos y luego vamos a comenzar con las clases. Solo lo miré mientras él se daba la vuelta mirándome de arriba abajo pensativamente. — No puedes hacerlo con eso — Miré hacia abajo a mi falda plisada cuadrillé que debía usar para el colegio y me reí nerviosamente por ni siquiera recordar eso. — Lo siento, olvidé que tenía que cambiarme. — No te preocupes, puedes usar los camarines que están detrás de esa puerta. Señaló a un lado de la sala en donde había una gran puerta y cogí mi bolso para luego dirigirme hacia ella sin mirar hacia atrás. Una vez que entré me senté en las bancas que estaban dispuestas delante de unos pocos casilleros y me quité la camisa del colegio para quedarme con la polera que llevaba debajo. Iba a quedarme con las calzas que solía llevar siempre debajo de la falda, porque era muy cómoda, pero mi vergüenza fue más fuerte así que solo lo cambié por unos pantalones largos apretados. Antes de salir inhalé profundamente para tranquilizar mis nervios y cuando al fin sentí que estaba un poco más en control, abrí la puerta con cuidado y vi a Alex mirarme por el espejo señalándome con la cabeza para que me pusiera cerca de él. Comenzó a mover los brazos e inmediatamente comencé a hacer lo mismo que él. Estiró sus brazos y piernas tomándolas con su otra mano y lo seguí en todo momento, pero una pequeña parte de mi se preguntaba cuando íbamos a empezar con las verdaderas clases de baile. Estaba a punto de preguntarle cuando él se giro hacia mí y me quedó mirando. — Ahora vamos a ver de lo que eres capaz.

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Todo mi cuerpo tembló ante sus palabras e hice mi mejor esfuerzo para no mostrar lo aterrada que estaba. La última vez que intenté bailar, mi hermano terminó con los pies hinchados después de que yo lo pisara sin piedad durante todo el tiempo que tuvimos que bailar juntos para la boda del hermano de mi papá. Alex cambió otra vez la música y me miró por encima de su hombro mientras hablaba. — Solo sigue mis movimientos lo mejor que puedas. Asentí y el comenzó a moverse. Yo miraba sus pies mientras se movían profesionalmente sobre el suelo y por unos segundos me sentí casi hipnotizada por el movimiento. Sus hombros se movían de un lado al otro junto con sus caderas e intenté imitarlo lo mejor posible, pero hasta yo me di cuenta de que estaba demasiado rígida y no podía seguir el ritmo apropiadamente. Estaba tan concentrada intentando seguirlo que me sobresalté cuando sus manos se posaron en mis hombros haciendo que levantara mi mirada hasta él. — Cuenta en tu cabeza y así podrás seguir el ritmo. Asentí nerviosamente y él cambió una mano de mi hombro a un lado de mi cadera. — 1, 2, 3 — Comenzó a contar y mi mente intentó hacer lo mismo pero no sirvió de mucho, estaba igual de tiesa que antes y mis pies no lograban seguir sus pasos. Odiaba ser tan descoordinada y gemí de frustración. Alex se rió y se apartó de mí dejando caer sus manos de mi hombro y cadera. — Lo estas haciendo muy bien — Dijo — Solo es tu primera clase y no debes ser tan dura contigo misma. Te aseguro que si te esfuerzas y practicamos todos los días después de clases, dentro de poco vas a estar bailando como una profesional. Sabía que solo lo estaba diciendo para hacerme sentir mejor, pero aun así dejé que sus palabras me calmaran y asentí — Gracias por ayudarme, te depositaré el dinero en tu cuenta al final de la semana. — Esta bien, pero no te preocupes demasiado por eso. *** 13

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Estaba sentada en el sillón de la sala comiendo un poco de helado y viendo un capitulo nuevo de The Vampire Diaries en la televisión cuando sonó el timbre de la puerta. Dejé el helado en la mesa de centro y me apresuré a abrir la puerta en mis calcetines blancos sin caerme en el proceso. En cuanto abrí la puerta Verónica casi se cae encima de mí. Supuse que estaba recostada en la puerta como siempre hacía, pero no pude evitar soltar una risita cuando la vi. — Tienes que contarme todo. Ya no puedo soportarlo — Se quejó mientras entraba a la casa y yo cerraba la puerta detrás de mí. Verónica era dos años mayor que yo por lo que casi no la veía en el colegio y no había podido hablar con ella desde hoy en la mañana cuando nos habíamos visto antes de entrar a clases. Sabía que hoy sería mi primera clase de baile con Alex y no había parado de decirme que la llamara luego de que terminaran. Había hecho exactamente eso, pero su celular me envió al buzón de voz cada vez. — Te llamé y no respondiste — Le dije mientras iba a la cocina por un buen plato de helado para ella porque le gustaba tanto como a mí. Verónica me siguió e hizo una mueca cuando hablé. — Estoy castigada. Hoy el director llamó a mis padres y les dijo que no había ido a clases el viernes pasado y mi papá me dejó sin celular ni computador. Le entregué su plato y juntas caminamos hasta la sala dejándonos caer en los sillones, una frente a la otra. — Ni siquiera tenía permiso para salir, pero me estaba muriendo por saber de ti, así que le rogué a mi mamá que me dejara venir a verte sin que mi papá supiera. Estoy rompiendo todas las reglas para venir a verte. ¡Así que solo escúpelo! Me reí de su tono urgente y le bajé un poco el volumen a la televisión porque Damon estaba iniciando una pelea con alguien y estaba haciendo un poco de ruido. — Estuvo bien hasta que comencé a tener un ataque de claustrofobia. — ¿Cómo tu hermano? Pero pensé que solo él lo tenía.

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— Sip, yo también lo pensé, pero ya ves que no. En fin, no es para tanto. Creo que solo estaba muy nerviosa y eso fue lo que lo causó, pero Alex me ayudó a recuperarme y abrió todas las ventanas para que no me sintiera tan encerrada. Los ojos castaños de Verónica se agrandaron y una sonrisa se expandió por toda su cara. Verónica y yo habíamos sido amigas desde que me vio un día sentada sola en el comedor y se acercó para comer conmigo. Desde ese día ella me tomo bajo su ala como una gran mamá gallina y creo que es la única persona con la cual puedo ser yo misma sin avergonzarme. — El es tan guapo — Comentó — No puedo creer que no le gusten las chicas. — Sabes que estoy haciendo esto por una sola razón. Ella suspiró y me dio una mirada cansada — No sé qué ves en ese tipo. Solo es un estúpido arrogante que piensa que todo el mundo gira a su alrededor. — Sabes que eso no es cierto — Le fruncí el ceño — Si eso fuera verdad no habría hablado conmigo todas esas veces que caminamos juntos de camino a casa. Verónica negó con la cabeza y suspiró profundamente. Habíamos pasado por esta conversación millones de veces y le había dicho que no importaba lo que dijera porque eso no me iba a hacer cambiar de opinión. — Mejor sígueme contando cómo te fue con Alex. ¿Aprendiste algunos pasos? Hice una mueca y dejé mi tazón vacío en la mesa. — No creo que haya aprendido mucho, ya sabes que soy muy descoordinada. No sé cómo Alex no se rió de mí cuando me vió intentando mover mis pies. Verónica se paró de su sillón dejando su helado junto a mi tazón y se sentó junto a mí para darme un fuerte abrazo. Ella sabía lo mucho que me costaba hacer cosas nuevas y lo frustrada que me ponía cuando no podía hacerlo. — Lo harás bien, solo tienes que confiar un poco más en ti y todo saldrá bien.

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Consejo Nº3: No le des demasiada importancia al qué dirán.

No pude evitar sonreír cuando vi la mirada enfadada en el rostro de Fernanda, ella se enfurruñaba cuando no podía hacer algún paso bien y yo sentía que estaba siendo demasiado dura consigo misma, después de todo solo era nuestra tercera clase y estaba seguro de que ella podría aprender muy rápido y ser realmente buena en esto. Solo necesitaba sentirlo un poco más y no pensar tanto. Agarró su largo cabello oscuro con sus manos y expertamente lo unió todo en un solo moño apretado detrás de su cabeza. Ya estábamos por terminar y no quería que se fuera a casa sintiéndose mal, así que fui hasta mi mochila y saqué el chocolate que había puesto allí más temprano. Se lo tendí a Fernanda y ella me miró con sorpresa. — No me digas que no te gusta el chocolate porque no conozco a nadie que lo haga – Dije elevando mis cejas. Me sonrió y tomó el chocolate de mis manos — Me gusta el chocolate, pero no pensé que fueras la clase de chico que lo compra. Me sentí incomodo y rasqué la parte posterior de mi cabeza — Mmm, en realidad me lo regaló una chica esta mañana. — Eso debió ser incomodo para ti — Murmuró nerviosamente. — ¿Por qué? — Pregunté confundido. Era verdad que me había sentido incomodo cuando esa niña me detuvo hoy en el receso y me regaló el chocolate, pero no entendía porque Fernanda estaba tan nerviosa sobre eso. — Ya sabes — Ella retorció un mechón de su cabello que había caído suelto de su moño en sus dedos y de pronto la comprensión me golpeó. 16

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— Oh — Dije — Entonces tú también escuchaste los rumores. Aun no puedo comprender cómo surgieron. Miró hacia otro lado avergonzada cuando habló — Algo sobre que fuiste a alguna protesta o algo así. Me eche a reír y Fernanda giró su cabeza rápidamente hacía mí con sorpresa. — ¿Entonces no es cierto? Digo… está bien si lo eres, no importa si… Estaba nerviosa otra vez así que la detuve — No, no es cierto. Pero no entiendo como los rumores surgieron de eso. También he protestado por los derechos de los animales, pero eso no significa que sea un animal. Ella se rió viéndose aliviada al saber que no había metido la pata con la cosa del chocolate y me reí junto con ella. Supongo que la mayoría de las personas del colegio pensaban lo mismo, pero en realidad me importaba un pepino lo que pensaran, mi vida era mi vida y podía hacer lo que quisiera con ella. Es por eso que había ido a esa protesta antes de que nos trasladáramos a esta pequeña ciudad, no entendía porque les importaba tanto a las personas cual era la orientación sexual de las personas, tenía un amigo que lo pasó muy mal debido a eso y esa fue en parte la razón de porque quise ir. Después de haber terminado nuestro chocolate, el cual Fernanda compartió conmigo, salimos juntos del colegio antes de separarnos para ir en direcciones diferentes. Cuando llegué a mi casa pude sentir el bullicio mucho antes de abrir la puerta. Ya sabía lo que me iba a encontrar. A los chicos peleando por una tontería. Mi mamá gritando para detenerlos y la televisión al máximo de su volumen. Después de pasar tanto tiempo en el colegio realmente necesitaba un poco de silencio y aquí no había forma de que lo hiciera. Me preguntaba cómo era estar en una casa en donde hubiera un poco de silencio aunque sea por unos segundos.

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La casa estaba silenciosa como siempre, y me agradaba, siempre lo había hecho, aunque últimamente había comenzado a apreciar la compañía y el bullicio cuando estaba practicando con Alex, y me gustaba mucho cuando Vero venia a la casa porque se sentía un poco más viva con ella aquí. Siempre había pensado en cómo se sentía vivir en una casa con muchas personas, probablemente no me aburriría nunca. Estaba terminando un trabajo de investigación el viernes por la noche mientras mi papá estaba trabajando desde su computador al otro lado de la mesa. La casa estaba silenciosa como siempre. Papá tenía su propia oficina pero cada vez que yo estaba sentada en la mesa estudiando o haciendo algo para el colegio, él siempre venia con su propio computador y se sentaba junto a mí para trabajar. Había sido así desde que tengo memoria y me gustaba tenerlo a mi lado, así que no decía nada. Miguel estaba encerrado en su habitación como siempre haciendo no se qué. Trabajamos en silencio hasta que el timbre de la puerta sonó de repente haciendo que me sobresaltara. Había estado todo tan silencioso que el fuerte sonido del timbre resonó en toda la casa. Papá se levantó sacándose sus lentes y pasando una mano por sus ojos. Fue hasta la puerta sin decir una palabra y de repente oí fuertes abrazos y una voz grave que de inmediato supe no pertenecía a mi papá. Estaba demasiado curiosa así que cerré mi computador y fui a ver quién era. Me detuve en seco cuando vi de quien se trataba y le fruncí el ceño — ¿Qué haces acá? Alex me sonrió y solo entonces reparé en su ropa. Estaba vestido con jeans azules oscuros y una chaqueta de cuero negro. Jamás lo había visto con nada más que su uniforme para el colegio y con ropa deportiva. Realmente se veía muy diferente vestido así, como si fuera una persona distinta. — Vamos a salir ¿Tu papá no te lo dijo? Miré a mi papá y la culpa destelló en su mirada — Lo siento, olvidé decírtelo esta tarde. Alex me llamó para preguntarme si estaba bien si salían esta noche y le dije que sí. Lo miré — Le dijiste que si y ¿Ni siquiera se te ocurrió pensar que tal vez yo no quería ir?

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Sabía que estaba actuando como una niña pequeña pero no pude evitarlo. Mi papá sabía que yo no era de salir y era justamente porque no sabía bailar. Sabía que en algún momento de la noche alguien se atrevería a pedirme bailar y no quería quedar como una tonta por no aceptar. — Es parte de las clases — Alex había estado tan silencioso que hasta había olvidado que estaba aquí. De repente fui consciente de que escuchó lo infantil que soné cuando hablé con mi papá y mis mejillas se pusieron calientes al pensarlo — Por eso tu papá aceptó, le dije que era muy importante y que no puedes simplemente decir que no. Cerré los ojos frustrada con la situación. Mi papá me animó. — Feña, tienes que ir, es lo que todas las adolescentes hacen. Además le dije a Alex que te trajera temprano, si te sientes mal te va a traer de inmediato o puedes llamarme y yo puedo ir a buscarte. Él no me estaría animando si supiera que a Alex en realidad le gustaban las chicas, pero no le dije nada porque tenía razón, esto era lo que todas las adolescentes hacían y si quería que Marco me viera como algo más que una simple chica con la que hablaba a veces, tenía que salir de mi caparazón y hacer cosas que no me habría atrevido a hacer antes por timidez. Ya había dado el primer paso intentando aprender a bailar y si quería que esto realmente funcionara tenía que salir hoy. Asentí y mi papá me dio un beso en la frente antes de salir de la sala. — ¿Por qué no me lo dijiste antes? Alex se pasó una mano por su nuca — Sabia que probablemente me dirías que no y creo que esto sería bueno para ti. No quería estar enojada con él así que me fui a cambiar por algo más apropiado. Me puse un vestido purpura apretado que me había regalado Verónica para mi cumpleaños y una chaqueta negra encima por si hacia frio. Fui por lo fácil y solo enrollé mi cabello en una alta cola de caballo. No sabía cómo usar zapatos con tacones y tampoco los tenía por la misma razón, así que solo me puse unas sandalias con plataforma baja.

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Alex me guió hasta su auto y me subí sintiendo mi antigua determinación disminuir. Estaba tan nerviosa que comencé a morder la uña de mi dedo índice y no me di cuenta de que lo estaba haciendo hasta que Alex lo quitó con cuidado de mi boca y me sonrió. — No va a ser tan malo. Lo prometo, y si quieres irte solo tienes que decírmelo ¿De acuerdo? Asentí y el siguió manejando. ¿Por qué no podía ser segura como las otras chicas? ¿Por qué diablos no podía ser una adolescente normal? Llegamos a un lugar llamado tecnobar, cuyo letrero estaba iluminado por luces fosforescentes. Si antes estaba nerviosa ahora probablemente estaba aterrada. Alex apagó el motor y de inmediato estuvo a mi lado abriendo la puerta para mí. Dejé que su mano me ayudara a salir e intenté tranquilizarme. Esto no era nada de otro mundo. No es como si me fuera a morir a algo así. Podía hacer esto. Pero mi corazón no estaba escuchando y seguía latiendo como loco. Cuando por fin entramos, me di cuenta de que había solo adolescentes. Probablemente había sido por eso que no nos pidieron identificación cuando entramos. Ni siquiera había pensado en que éramos menores de edad y que en cualquier lugar no nos habrían dejado entrar por ser demasiados jóvenes. Yo solo tenía 15 y aunque Alex tenía 17 años igual que mi hermano aun así era demasiado joven para algún bar. Estaba demasiado nerviosa como para pensar en nada más que no tuviera que ver conmigo intentando bailar entre extraños. Había poca luz y la pista de baile solo estaba iluminada por un millón de luces de diferentes colores haciendo que fuera difícil distinguir a alguien. Realmente esperé que no hubiera nadie que pudiera reconocerme. Alex me llevó hasta el bar y pidió unas bebidas. Sentía mi boca demasiado seca así que cuando mi bebida llegó a mis manos no perdí más tiempo y me la tomé de un solo trago. Las burbujas quemaron mi garganta y casi me ahogué. Alex me dio una mirada divertida y sin decir nada quitó el vaso de mi mano para luego tirar de mi arrastrándome hacia donde todos estaban bailando y retorciéndose juntos. Miré hacia todos lados y supe que no podía hacerlo, no con tantas personas a mí alrededor. Mi corazón se aceleró nuevamente y a pesar de toda la bebida que tomé, mi boca se sintió

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inmediatamente seca. Quise retroceder y escapar, pero Alex se acercó aun más a mí y me envolvió con sus brazos haciendo que me fuera imposible hacerlo. — Esta es la regla número 3 del baile. No le des importancia al qué dirán los demás. Suspiré profundamente y acerqué mis labios a su oído para que pudiera escucharme sobre la estridente música. — ¿Cuál es la primera? Él se alejó un poco para mirarme a los ojos con una sonrisa tranquilizadora — Solo debes relajarte — Deslizó sus manos en mis caderas y me instó a moverme — Cierra tus ojos y no pienses en nada, déjate llevar por la música. Se separó de mi, así que seguí sus palabras y cerré mis ojos, escuché el ritmo de la música y casi sin pensarlo mi cuerpo comenzó a moverse solo. Alex tenía razón, solo tenía que relajarme y dejarme llevar. Me sentí libre y ni siquiera me acordé de que había un montón de personas a mí alrededor. Tal vez realmente podía hacer esto. Por primera vez después de que le había pedido a Alex que me ayudara, me sentía… bien.

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Consejo Nº4: Haz ejercicios de estiramiento todos los días.

Me desperté mucho más temprano que de costumbre. Estaba acostumbrado a dormir hasta tarde los sábados pero esta mañana tenía algo importante que hacer y necesitaba levantarme temprano. Todos estaban durmiendo, incluso mis padres. Ayer había sido noche de comida en familia y habíamos salido a cenar fuera. Todo había resultado como siempre, con mis hermanos peleando y haciendo un alboroto en el restaurant. Nos habíamos ido a casa temprano, pero había sentido a mis padres discutir e irse a dormir después de la medianoche. Solo eran las 7 de la mañana y ya me había duchado, afeitado y puesto mi buzo favorito. Bajé lo más despacio que pude las escaleras y me escabullí por la puerta de salida. No quería despertar a todo el vecindario por lo que no tomé el auto de papá y solo me fui caminando. Cuando llegué a la casa, fue obvio que todos estaban durmiendo también. Caminé despacio por entre las plantas y llegué hasta su ventana. Intenté mirar dentro para ver si no me había equivocado de ventana, pero todo estaba demasiado oscuro como para saberlo. Saqué el celular de mi bolsillo y le mandé un mensaje. Vi la luz parpadear desde su teléfono por la ventana y ella se quejó en voz alta. Tuve que tapar mi boca con mi mano para no reírme. Escuché pasos y la puerta cerrándose, así que de inmediato caminé hasta la puerta de entrada en el momento exacto en que ésta se abrió. Fernanda estaba allí con una bata color lila sobre su cuerpo, su cabello en una larga trenza sobre ella y sus ojos estrechados como si no pudiera abrirlos del todo. — Dime que esto es una broma. Intenté no reírme y hablar seriamente, así que aclaré mi garganta — Debes hacer estiramientos todos los días para que tengas más flexibilidad y hay que hacerlo por la mañana para que puedas… 22

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— Espera — Puso una mano delante de mi boca y solamente me quedé mirándola — Si me lo dices ahora lo voy a olvidar, estoy más dormida que despierta. Voy a ir a vestirme y luego me lo explicas. Asentí y ella me agarró la mano lanzándome dentro. Me dijo que podía sacar lo que quisiera del refrigerador y luego subió lentamente las escaleras. Su casa era muy espaciosa y acogedora. Supongo que mi casa era casi del mismo tamaño, pero no podías decirlo por la forma en la que todos los juguetes de Tomi estaban esparcidos por el suelo y porque cada vez que todas las personas de mi casa se encontraban en la sala al mismo tiempo se sentía como si fuera como una caja de fósforos. Me senté y no pude evitar notar un libro bastante grande en la mesa de centro. Me incliné y lo tomé, pasé la mano por la tapa en la que había una chica rubia de ojos azules. The Vampire Diaries, ¿Esa no era una serie de televisión o algo así? No sabía que también estaba el libro. Solo había estado esperando por unos minutos cuando vi a Fernanda bajando rápidamente las escaleras vestida con un buzo color morado oscuro. También había sido el color del vestido que usó el miércoles pasado cuando salimos a bailar. Estaba empezando a notar que no había sido al azar. — Bien, estoy lista ¿Qué decías de los estiramientos? Me paré del sillón e hice todo lo posible para que no notara que había estado viendo su libro. — Que ya que el fin de semana no tenemos clases, deberíamos salir por la mañana para hacer algunos estiramientos y que así logres ser más flexible. Sé que es un poco temprano, pero mientras antes lo hagamos antes podrás hacer toda tu rutina de los sábados. Ella parpadeó hacia mí como si intentara poner todas mis palabras juntas en su cerebro todavía dormido. — ¿Mañana también? — Si, si estas de acuerdo.

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Asintió y luego fue hasta donde supuse estaba la cocina y volvió con una leche en caja, la batió un poco y después se la tomó. Una vez que hubo terminado la miré con una ceja alzada. — ¿Qué? — Preguntó — No puedo hacer nada sin antes tomar una leche. Solo le sonreí y salí fuera con ella saliendo tras de mí. Caminamos hasta que estuvimos en la acera y me volví hasta ella. — Bien, primero vamos a hacer algunos estiramientos, trotaremos un rato y después volveremos y haremos más estiramientos, ¿De acuerdo? Se encogió de hombros como si no importara y comencé a flexionar los brazos, ella siguió mis movimientos y pronto nos encontramos trotando hasta el parque y devuelta. Estábamos parados cerca de su casa tomando un poco de agua cuando no pude evitar preguntar algo que había estado dando vueltas en mi mente desde hace unos días. — ¿Por qué me pediste que te enseñara a bailar? Me miró y sé que reflexionó entre decirme alguna mentira o contarme la verdad. Finalmente suspiró y me pasó la botella. — Creo que ya sabes eso. Obviamente soy terriblemente descoordinada. Ladeé mi cabeza para mirarla. Parecía lógico lo que me estaba diciendo pero por alguna razón sentía que había algo más. — Si querías aprender a bailar – Dije — ¿Porque no solo te uniste a las clases de baile del colegio? Apretó un poco más su moño con sus manos y se paró más cerca de mí. — No sé porque te estoy diciendo esto, pero…— Inhaló profundamente y luego habló rápidamente como si se fuera a arrepentir si lo hiciera lentamente — Me gusta alguien del colegio, está en las clases de baile. Me habría inscrito también pero no quería que él viera mi pobre intento de aprender a bailar. Junté mis cejas pensando en lo que me había dicho — ¿Es Marco? 24

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Sabía que a casi todas las chicas del colegio les gustaba él. También supe desde el principio que era una especie de idiota, pero no iba a decirle eso a Fernanda. Si a ella le gustaba, entonces no había nada que yo pudiera decirle que la hiciera cambiar de opinión. Sus ojos se ampliaron con sorpresa — ¿Cómo lo supiste? — Sacudió su cabeza y luego continuó — De todas formas, hemos hablado algunas veces y me dio a entender que saldría conmigo si yo estuviera en la misma página que él. Comprobado. Él era realmente un idiota. — Así que – Dudé — ¿Estas aprendiendo a bailar porque él te dijo que solo saldría contigo si pudieras bailar como él? Hizo una mueca y luego se encogió de hombros — Más o menos. No sabía qué hacer con toda esta información así que solo me quedé en silencio mientras terminábamos de elongar.

El domingo llegó y salí nuevamente con Alex en la mañana a realizar nuestra rutina de estiramiento. Era muy temprano, pero dormí lo necesario como para despertar lo suficientemente descansada en la mañana. A pesar de haberme levantado temprano cada mañana esta última semana no me sentía para nada cansada, de hecho me sentía todo lo contrario, con energía y con ganas de hacer más cosas. Terminamos algo así como a las 9:30 am y volví a mi casa para ducharme y cambiarme de ropa. Jamás fui una chica de buzos deportivos, pero estaba empezando a darme cuenta de lo bien que se sentía usarlos. Me cambie a unos limpios y una camiseta holgada blanca, la cual había sido de color rosa hace algunos meses atrás. Jamás volveré a comprar en esa tienda otra vez. Desayuné con papá y Miguel nuevamente, porque una caja de leche no era suficiente para hacerme funcionar por el resto del día. Comí un poco de fruta y tosté pan para mi hermano ya que aparentemente el no podía hacerlo.

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Me senté junto a Miguel en la mesa de la cocina y distraídamente mordisqueé un pedazo de durazno. No había visto a Marco desde hace más de una semana cuando comencé con las clases con Alex. Ya no me iba a casa a la misma hora que antes por lo que no me había encontrado con él. Tenía ganas de verlo así que pensé que tal vez el lunes podría pedirle a Alex que no hiciéramos la clase solo por ese día. Podría decirle que tenía que estudiar para algún examen o algo parecido. Estaba segura de que no le molestaría si yo… — Tráeme más tostadas — Miguel tenia la boca llena y un poco del pan salió de sus labios mientras hablaba. Ew. Por qué las chicas creían que mi hermano era atractivo, era la pregunta que siempre me hacía. — ¿Estas operado? Miguel me sacó la lengua e iba a hacer lo mismo en cambio, pero papá bajó su diario para mirarnos y tuve que dedicarle la sonrisa más dulce que pude para que no se diera cuenta de lo que estuve a punto de hacer. Él estrechó sus ojos desde Miguel hacia mí y luego de unos segundos de inspección volvió a su lectura matutina. Otra de las reglas de papá cuando estábamos en la mesa era que no habría nada de peleas. Si él veía que no la estábamos cumpliendo podíamos decirle adiós a nuestros celulares. Yo amaba a mi celular, así que continúe comiendo mi fruta e ignoré la orden de Miguel sobre las tostadas. Una vez que todos terminamos, subí corriendo las escaleras no antes de pegarle en la cabeza a Miguel con mi súper libro de The Vampire Diaries a lo cual él no pudo hacer nada al porque me escabullí rápidamente antes de que pudiera hacer algo. Me reí en silencio y marqué a Vero para ver que iba a hacer más tarde. Estaba luchando contra la urgencia de ir a casa de Marco para verlo y eso no era una buena idea. Necesitaba hacer algo para distraerme antes de cometer una locura. La alegre voz de Verónica sonó por el celular. — Feña, justo iba para tu casa. Suspiré de alivio. No tendría que amarrarme a la pata de la cama para no parecer como una chica desesperada. Tal vez lo era. Pero no iba a demostrárselo. — ¡Qué bien! ¿Qué vamos a hacer? 26

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Consejo Nº5: Observa a bailarines destacados de diferentes estilos de bailes.

— ¿Estas segura de que estas cómoda? — Esta era la decima vez que Vero me preguntaba lo mismo y estaba seriamente contemplando la posibilidad de llamar a su papá para que la sacara de aquí. Se acercó y acomodo un poco más la manta metiéndola debajo de mi, estaba segura de que si intentaba moverme terminaría cayéndome al suelo ya que ni siquiera podía mover mis piernas. — Estoy bien Verónica — Le dije — ¿No me habías dicho que habías planeado salir con Álvaro? — Álvaro era su más reciente novio y en este momento mi mas valioso aliado. Verónica se mordió la uña de su pulgar considerando mis palabras. — Si, pero no puedo dejarte así. ¿Por qué Verónica no quería irse de mi lado? — Esa era una pregunta bastante importante. La historia detrás es incluso graciosa ahora que lo pienso. Pero en ese momento les diré, no fue nada lindo. Solo retrocedamos un poco. Me encontraba a salvo después de volver de mis estiramientos. Yo era feliz y podía moverme cada vez que se me diera la regalada gana. La cosa es que, cuando Verónica llegó a mi casa me dijo que debía hacer un collage de naturaleza muerta para su clase de arte naturalmente me ofrecí a ayudarla. Lo que no sabía era que 20 minutos después estaría encaramada en el árbol del patio de mi casa intentando sacar una hoja color rosa claro que a Verónica le había encantado. Estaba intentando no entrar en pánico, pero era difícil. — ¡Es esa hoja de allí! — ¡Está demasiado lejos! — Yo gritaba tanto por el pánico como para que ella entendiera. 27

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— ¡Solo estira un poco mas tu brazo! Era imposible hacerla entrar en razón. En estos momentos estaba seriamente reevaluando mi amistad con ella. Estiré un poco más el brazo como me había dicho — Casi la tengo, casi… De alguna manera mi pie resbaló de la rama y me encontré gritando a todo pulmón mientras las ramas pequeñas del árbol arañaban mis piernas. Sin embargo, la caída fue demasiado corta y pronto me encontré con el suelo. Creo que de alguna forma logré aterrizar encima de un solo pie y éste soporto todo mi peso cuando aterricé en el suelo. No les contaré la parte dolorosa, porque ni siquiera quiero recordarlo. Papá me llevó al hospital y Miguel incluso me llevó en sus brazos desde el auto hasta las puertas. En fin, Cuando el doctor vio mi pie, dijo que no estaba fracturado, pero de todas formas le recomendó a papá que debería hacer reposo y mantener mi pie en alto. Para ese momento mi pie parecía más una pata de elefante con lo hinchada que estaba. Me inyectó una cosa para el dolor — No les diré donde — Y luego le dio a mi papá una receta con unas medicinas que debía tomar para disminuir la hinchazón. Así que, aquí estaba, más o menos 4 horas después del fatídico incidente. Acostada en el sillón de la sala — Ni idea de cómo iba a subir a mi habitación — Mi pie estaba encima de un montón de cojines y Verónica se había asegurado de poner un montón de mantas encima de mí, me había traído un tazón de helado de frutilla con galletas y había puesto la repetición de un capitulo de The Vampire Diaries. No estaba mal, pero Verónica me estaba poniendo malditamente nerviosa cada vez que me preguntaba como estaba. — No te preocupes por mí, ya te dije que estoy bien. Además, Papá estará conmigo y no estaré sola. Suspiro — Lo sé, pero todo esto es mi culpa. No debí haberte dejado subir a ese árbol en primer lugar. — No es tu culpa, yo fui la que se cayó. Esto no tiene que ver contigo, sino más bien con mi incapacidad para mover mis pies sincronizadamente. 28

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Las comisuras de sus labios se levantaron en una pequeña sonrisa — Solo dime que me perdonas y podré irme. — Te dije que no fue… Levantó su mano derecha haciéndome callar. — Por favor, solo necesito que me lo digas para que pueda dormir tranquila esta noche. — Pero… — ¿Por favor? Rodé los ojos — De acuerdo, está bien. Te perdono. ¿Feliz? Chilló y aplaudió con sus manos dando saltitos — ¡Siiiii! — Se inclinó para darme un abrazo y casi me dejó sin aire. — Te llamaré más tarde ¿sí? Asentí y ella se fue por la puerta lanzándome un beso mientras lo hacía. Me reí e intenté concentrarme en la televisión, pero ya había visto este capitulo muchas veces y casi me lo sabía de memoria. Supongo que todo lo que había hecho en el día me pasó la cuenta porque ni siquiera me di cuenta cuando caí dormida en el sillón. ***

No fui a clases el día siguiente porque papá pensó que sería mejor que me quedara en casa, al menos hasta que se me quitara un poco más la hinchazón. No discutí porque ya me veía cojeando por las escaleras del colegio y claramente esa idea no me emocionaba. Estaba acostada en el sillón. Otra vez. Me había puesto un buzo para sentirme más cómoda y una polera manga corta porque estaba haciendo un poco de calor. Había apretado mi pelo en un moño alto porque realmente estaba comenzando a molestarme, e intentaba sin éxito meterme en el último libro que había comprado en la librería.

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El timbre sonó y papá se apresuró hasta la puerta para abrirla. Se suponía que debería estar en el trabajo, pero había decidido quedarse conmigo y trabajar desde su computador en cambio. Miguel estaba en clases y la casa estaba silenciosa como siempre. Una cabeza con cabello castaño claro se asomó por la puerta y estuve sorprendida de verlo aquí otra vez. Papá lo palmeó en la espalda y se disculpó diciendo que tenía que ir a atender unos asuntos dejándonos solos. — ¿Cómo estas? — Preguntó Alex en cuanto estuvimos solos. Hice una mueca — Me duele el pie. — Eso supuse. No sabía que tenías complejo de gato — Rió suavemente y le lancé el cojín que estaba en mi espalda, pero lo atrapó fácilmente con sus manos— Te busqué en el colegio y tu amiga me contó lo que te había pasado. — Lo siento, debí haberte avisado que no iba a poder ir a las clases, pero ni siquiera tengo tu número celular. Se sentó en el sillón de enfrente y me sonrió. — Esta bien, pero ya que no estas en condiciones de bailar, vamos a ir por el plan B. Se inclinó para sacar algo de su mochila que había dejado en el suelo y tuve que parpadear para asegurarme de que estaba viendo bien cuando me las tendió. — ¿High School Musical? No sabía si estar más sorprendida porque el tenia esta clase de películas o porque había traído las 3. Volví a revisar las cajas de los DVD, 1, 2,3. Sip, eran las tres películas. Lo mire y él se encogió de hombros. — No están tan mal. Además son los bailes los que nos interesan ahora. Junte mis cejas — ¿Vamos a verlas? Se acercó a mi pidiéndome que le pasara las películas y se la tendí. Se arrodilló para ponerlas en el DVD y luego buscó por el control hasta que lo encontró. 30

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— Ese es el plan. Ya que no puedes bailar, es bueno que observes bailarines de diferentes estilos de baile para que puedas ver sus movimientos y la sincronización que tienen con cada parte de su cuerpo. Me quedé callada, porque no sabía que decir con respecto a eso. La televisión estaba ubicada de modo que solo se podía ver desde donde yo estaba sentada, así que le indiqué que se sentara a mi lado en el sillón. Él aceptó y se acercó a mi lado en donde se encontraba mi pie y lo levantó delicadamente, luego se sentó poniendo mi pie encima de sus piernas. Me sorprendió que fuera así de considerado. Distraídamente me pregunté si habría más chicos como él. Papá me dijo que Miguel me había llevado a mi cama anoche cuando me quedé dormida en la sala y creo que tendré que hacerle tostadas por el resto de mi vida. Casi 2 horas después, estábamos en la película número 3, en la parte en la que Troy y Gabriella están bailando en el tejado del colegio y no pude evitar suspirar ante la vista. Alex me miró especulativamente, pero no quité mi mirada de la película porque me sentí muy avergonzada de que me hubiera escuchado. Para cuando al fin terminaron de bailar y la lluvia terminó cayendo encima de ellos ya no pude contenerme y suspiré otra vez. — ¿Qué? ¿No me digas que tú también suspiras por Zac Efron? — Preguntó Alex divertido. Resoplé de forma poco femenina — No, está más abajo en mi lista. — No me digas — Dijo sonriendo — ¿Quién esta primero? ¿Ian Summerland? Mis ojos se abrieron — ¿Cómo sabes eso? No había visto mi diario ¿Verdad? Lo sabría si lo hubiera hecho. Tampoco había ido a mi habitación en donde un enorme poster de él estaba pegado al frente de mi cama, para que así pudiera verlo cada vez que despertaba. — No es difícil adivinarlo cuando te quedas pegada a cada comercial de The Vampire Diaries que dan la televisión y tus ojos se vuelven soñadores cuando él salé en alguna toma. Le pegué con el cojín — ¡Eso no es cierto! 31

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Levantó sus manos en señal de rendición con una sonrisa en su cara — Como digas. — De todas formas él está en el segundo lugar — Murmuré. — ¿En serio? ¿Quién es el primero? Iba a contestar que no iba a decírselo pero levantó una mano para detenerme. — Esta bien, no tienes que decírmelo. Puedo imaginarlo — Dijo e hizo una pausa — Pero entonces, ¿Por qué estabas suspirando? ¿Recordando viejos tiempo? — Ni siquiera he estado así de cerca con un chico — Contesté sombríamente. Mis mejillas se llenaron de calor cuando me di cuenta de que lo había dicho en voz alta. Frunció sus cejas — ¿A qué te refieres? Suspiré y decidí contarle de todas formas— Sé que a estas alturas ya te habrás dado cuenta de que soy un poco atrofiada en el aspecto social, apenas y puedo hablar con alguien, menos del sexo opuesto sin sonrojarme o tartamudear. Aun así siempre me he imaginado bailar con alguien esa canción, sabiendo que estará allí para atraparme si caigo. Alex solo se quedo en silencio como si estuviera sopesando mis palabras, abrió su boca para decir algo pero al parecer se lo pensó mejor y no dijo nada. Me acomodé un poco más en mi almohada para seguir viendo a los chicos bailar. Me encontré observando mas sus movimientos mientras bailaban que la trama de la película. Alex tenía razón, esto de observar personas bailando probablemente me serviría para obtener una mejor comprensión de cómo debía mover cada parte de mi cuerpo cuando estuviera bailando. Tal vez cuando pueda volver a poner mi pie en el suelo sin dar un respingo ante el dolor iba a intentarlo.

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Consejo Nº6: No te juzgues ni te compares con otras personas.

Pasé la mayoría de los días en casa de Fernanda después del día en que vimos películas. Movimos las clases desde el colegio hasta su casa. Me gustaba su casa, era silenciosa y su papá nos había dado permiso para ensayar, por lo que dejaría de hacerle pensar al director que estaba ensayando por mi cuenta para el concurso de danza para colegios que iba a ser en unas semanas. Se suponía que teníamos que elegir una pareja para presentarnos, pero en el grupo de baile éramos más chicos que chicas, así que supuse que le dejaría mi lugar a alguien que haya estado mucho más tiempo que yo y tal vez lo intentaría el próximo año o algo así. Habían pasado más de tres semanas desde que Fernanda había empezado con las clases y cada día lo hacía mejor, era como si ahora pusiera todo de ella cuando bailaba. No solo su cuerpo, sino también su mente y corazón. Habíamos ido a comer unas hamburguesas después del colegio junto con su amiga y su novio. había sido muy divertido e interesante ver una parte de Fernanda que nunca había visto, estaba claro de que se sentía cómoda cuando estaba con Verónica por la forma en la que reía y decía cosas que nos hacían reír a todos. Me encontré mirándola fijamente observando su forma de comer y no pude evitar sonreír cuando me sacó la lengua. Me gustaba pensar que también se sentía mucho más cómoda conmigo de lo que se sentía antes, que me estaba comenzando a considerar su amigo y no solo la persona que le estaba ayudando con el baile. Nos despedimos de Verónica y su novio porque iban a ver una película al cine, mientras que nosotros aun teníamos que ir a su casa para las clases de baile. Estábamos caminando entre medio de todos los locales de comida y me detuve para mirar mi celular. Fernanda dejó de caminar en cuanto se dio cuenta de que me había detenido y caminó hasta mí levantando una ceja. 33

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— Aun es temprano — Le dije — ¿Quieres comer un helado? Ella me miró sonriendo, sus ojos cafés iluminándose — Mmm… ¿Es una pregunta capciosa? A ella le encantaban los helados. Me reí y ella tiró de mi mano hasta que estuvimos parados esperando en la fila para que nos atendieran. Ella pidió uno de frutilla y vainilla y yo solo fui por uno de chocolate con menta. Nos sentamos en unas sillas con quitasol y ella comenzó a comer su helado como si no hubiera mañana. Me quedé mirándola y ella se dio cuenta. — ¿Qué? — Preguntó sonrojándose. — Tienes algo — Le dije. — ¿Dónde? — Allí — Apunté mi dedo hacia su nariz y ella se limpió con una servilleta. — ¿Ya? Negué con la cabeza y me incliné hacia ella. Lucía perdida mientras me miraba y apreté mis labios para evitar reírme. — Aquí — Incliné mi helado hasta que chocó con su nariz dejándola toda embarrada de chocolate y rápidamente me senté esperando su reacción. Ella solo se quedo allí mirándome como si estuviera en shock. — Vas a pagar por esto — Ella se veía tan graciosa con su nariz llena de helado de chocolate, a la vez que sus ojos grises me lanzaban dagas que no pude evitar la amplia sonrisa que estalló en mi rostro. — ¿Ah, sí? ¿Qué vas a hacer? No creo que vayas a desperdiciar tú helado en mí — respondí burlonamente. — Tienes suerte de que esté enamorada de este helado — Ella me estrechó sus ojos y me arrojó la servilleta que había utilizado para limpiarse. Lo alcancé a agarrar y al parecer eso la hizo enfurecer aun más. 34

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Me estrechó nuevamente sus ojos y me apuntó con su dedo — Se dónde vives, Alexander Narea. Me reí y ella sonrió en respuesta. Fernanda había visitado mi casa en una par de ocasiones porque mi mamá quería saber con quién pasaba casi la mitad de mi tiempo. Le había contado lo de las clases de baile y que estaba recibiendo un dinero en cambio. Las veces que Fernanda había ido a cenar, habían estado todos mis hermanos, incluso los mayores y había tanto ruido que me avergoncé de que ella viera el caos que era mi familia. Pero cada vez que la miraba ella estaba sonriendo o riéndose de alguna tontera que había dicho Tomas o de la forma en la que todos intentaban contarle a mamá como había sido su día. Al principio estuve nervioso porque sabía que ella era tímida con las personas que no conocía, pero conversó con todos y en realidad pasamos un buen rato. Después de que terminamos de comer, llegamos a su casa alrededor de las 4 pm y al parecer no había nadie porque Fernanda tuvo que abrir con su propia llave. Entramos y realmente fue algo celestial. Yo podría estar aquí para siempre. En serio, el silencio que nos recibió fue simplemente glorioso. Podía escuchar mis pensamientos y hablar sin tener que gritar para ser escuchado, sin mencionar que podía caminar sin tener cuidado de pisar algún juguete de Tomas o la patineta de Pablo. — ¿Qué vamos a hacer hoy? Fernanda fue hasta la cocina para traernos unas botellas de agua y se recostó en el sillón. Dejé mi mochila a un lado en el suelo y me senté al lado de ella — Creo que vamos a aprender algunos pasos de salsa. Se atragantó con el agua que había estado bebiendo — ¿Salsa? No creo que esté lista para eso aun. — Claro que si — Me incliné y limpié con mi pulgar un lado de su labio que brillaba con agua— Son bastantes simples y estoy seguro de que los manejaras más rápido de lo que terminaste tu helado. Agarró el cojín que estaba de su lado y me pegó en el brazo — Tonto. 35

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Me reí y me puse de pie haciéndole gestos para que se pusiera enfrente de mí. — Primero vamos a ver los pasos sin música. Asintió y comencé a hacer los pasos base. Ella me siguió fácilmente moviendo sus pies hacia adelante y luego hacia un lado, pero cuando comencé a mover las caderas para que hiciera lo mismo, me di cuenta de que se puso rígida y no hizo los pasos bien. — Vamos, no seas tímida conmigo. Soy solo yo ¿Recuerdas? Asintió nerviosamente y luego la vi tomar respiraciones profundas que hacían que elevara su pecho y cerró sus ojos unos segundos. Cuando los volvió a abrir y comenzó a moverse, creo que hubo una buena posibilidad de que hubiera babeado un poco. Sus caderas se movían expertamente como si lo hubieran hecho millones de veces y ni una sola vez su paso titubeó. — ¿Y bien? — ¿Ah? Se rió de mí, sus manos puestas en sus caderas— ¿Que hacemos después? — Ah — Me recuperé rápidamente de mi aturdimiento y seguí añadiendo nuevos pasos, los que ella pudo dominar rápidamente y pronto estuvimos todos cansados tirados en los sillones. — Ayer vi a Marco. Sus palabras me sorprendieron y giré mi cabeza en su dirección. Ambos estábamos acostados totalmente en los sillones, uno frente al otro. Miré su perfil mientras ella giraba su cabeza y se quedaba mirando el techo. — Caminamos juntos desde el colegio, dijo que había extrañado hablar conmigo y caminar a casa juntos. Me miró entonces, pero di vuelta mi cabeza de modo que estaba mirando el techo esta vez. — ¿Qué crees que significa? 36

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Que el idiota sabía que ella había comenzado a tomar clases de baile. Ayer no había podido ir a clases porque tuve que llevar a Tomas a urgencias ya que se había tragado una moneda pequeña y me quedé casi todo el día con el después esperando a que llegara mamá, por lo tanto no pudimos tener las clases de baile y Fernanda se había venido caminando a casa junto con Marco. Alguien del grupo se enteró de que ella estaba tomando clases de baile y se lo había contado. No sabía qué hacer con esa información. — Que sería un idiota si no se diera cuenta de lo maravillosa que eres. Sorpresa brilló en sus ojos cuando giré mi cabeza en su dirección. Rápidamente quitó sus ojos de los míos. No quise hacerla sentir incomoda, pero era lo que pensaba. — Me gustaría que confiaras más en ti misma. Ella suspiró — Yo también, pero créeme, antes era mucho peor, ni siquiera podía responderles a mis profesores cuando me preguntaban algo, no hablaba con nadie y sentía ganas de vomitar cada vez que alguien se acercaba a hablar conmigo. No creo que haya tenido una amiga hasta que Verónica se acercó a mí. Ella se detuvo y yo solo me quedé mirando su perfil. Sus rasgos eran tan delicados, su nariz era pequeña y respingada. Sus labios estaban ligeramente abiertos y me pregunté si eran de ese color rosado natural. — A veces pienso que si mamá estuviera a mi lado yo sería diferente — Susurró — Supongo que nunca podré saberlo ¿Verdad? Fernanda jamás me había hablado sobre su madre y yo no había querido preguntarle por miedo a decir algo equivocado. — ¿Qué pasó con ella? Pasaron unos segundos y vi sus hombros moverse como si se estuviera encogiendo — Realmente no lo sé. Recuerdo haberle preguntado a mi papá hace un tiempo, pero me di cuenta de que le hacía daño hablar de ella, así que no volví a preguntarle. Lo único que sé es que ella era muy joven cuando se casó con mi papá, solo tenía 19 años cuando yo llegué y mi hermano ya tenía casi dos años. Supongo que ser tan joven y tener que cuidar de dos niños, una casa y un esposo fue demasiado para ella, así que se fue.

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Me miró entonces y vi sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. Sin siquiera pensarlo me levanté del sillón y me fui al suyo haciendo que ella se acomodará en una posición sentada. — Ella se perdió una gran hija. Me dio una sonrisa triste en respuesta a mis palabras y esta vez las lágrimas bajaron silenciosamente por su rostro. Iba a quitarlas con mis dedos, pero ella se limpió rápidamente con las mangas de su camisa y se paró intentando sonreír. — Gracias. ¿Quieres comer algo? Hice lasaña ayer y quedó un poco. Me levanté de un salto al escuchar la palabra lasaña — Me encantaría. Una vez que estuvimos ambos con un plato lleno de lasaña nos sentamos en el sillón y alcancé el control para prender la televisión. Un jadeo de emoción salió disparado desde la garganta de Fernanda y la miré brevemente antes de mirar a la pantalla. Estaban dando su serie preferida, esa de los vampiros. No entendía su fascinación, pero no dije nada y simplemente comencé a comer. — Entonces, ¿Por qué… — ¡Shhh! Haz silencio. Es un capitulo estreno. Me voy a perder si me lo salto y no sé cuándo van a volver a darlo. Me reí un poco fuerte y me golpeó con su puño en mi brazo. Fingí dolor exageradamente, pero ella ni siquiera movió una pestaña. — Podría estar acabándose el mundo y no te darías cuenta ¿Verdad? Solo se rió

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Consejo Nº7: Respeta tu cuerpo en todo momento

Habían pasado más de dos meses desde que había comenzado con las clases de baile con Alex. Todos los días antes de ir al colegio hacía una serie de ejercicios de estiramientos y después de salir del colegio Alex y yo íbamos a mi casa en donde bailábamos o en mi caso, intentaba bailar por unas solidas 2 horas, con recesos para comer, claro. Los fines de semanas también me levantaba temprano para trotar con Alex. Se había convertido en nuestra rutina y ya me había acostumbrado a ello, a nuestras conversaciones mientras ambos estábamos tendidos en el pasto verde de la plaza con la sombra de los arboles haciendo sombras sobre nuestros rostros. Pero Alex insistió en que, aunque practicar mucho era importante para bailar mejor, no se debía caer en el exceso y que mi cuerpo necesitaba un poco de descanso. Así que dejamos este fin de semana para relajarnos. Mi papá sugirió que ya que no íbamos a hacer nada, bien podríamos salir a algún lugar para pasar el fin de semana. Miguel no quiso salir porque según él tenía que estudiar mucho para un examen. Sé que papá le creyó, pero yo no estaba tan segura. Probablemente se quedaría para hacer una fiesta en casa o algo por el estilo. Y ya que él no iba, papá me dijo que podía llevar a Verónica y Alex con nosotros. Eso me puso muy feliz y de inmediato llamé a Alex, ya que él era el primero en mi lista de contactos y él aceptó de inmediato. Incluso creí haber oído un tono de alivio en su voz. No sé, supongo que lo imaginé. Cuando llamé a Vero sin embargo, ya me estaba imaginando lo genial que sería estar juntos los tres para disfrutar de un fin de semana en la playa. Casi podía escuchar los sonidos de las olas y sentir la brisa del mar. Pero su papá la había castigado este fin de semana por que había visto sus últimas notas y le había dado el sermón de que el estudio era lo único que ella tenía que hacer. Él siempre le

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decía lo mismo cuando le iba mal en el colegio y ya era una especie de broma entre nosotras. Estaba triste por no poder ir con nosotros y estuve a punto de decirle a mi papá que canceláramos la salida, pero él también había estado trabajando demasiado este último tiempo y necesitaba un poco de descanso, así que no dije nada. Llevé mi traje de baño blanco aunque no estaba tan segura de que lo utilizaría. Pasamos a buscar a Alex a su casa y me reí cuando Tomas corrió hacia donde estaba parada al lado del auto de papá y me dio un gran abrazo. Me encantaba la familia de Alex, era muy grande y agradable. Siempre había querido tener una familia numerosa y estar cerca de ellos me hacía sentir feliz. Su mamá también me saludó animadamente y me dijo que cuidáramos a su bebé. La cara de Alex se descompuso de la mortificación y sus mejillas se volvieron un poco rosa. No creo que haya visto a un chico sonrojándose antes y no pude evitar reírme cuando su mamá me guiñó un ojo sabiendo que había molestado a Alex. Papá había rentado una pequeña cabaña y era totalmente perfecta para nosotros tres. Dejé mis cosas en la que iba a ser mi habitación y de inmediato tomé mi toalla, mi protector solar y mi libro que no había podido leer desde que lo había comprado y salí de la cabaña. Papá se quedó arreglando sus cosas y Alex me siguió con su propia toalla alrededor de su cuello. Una vez que llegamos a un lugar ideal para dejar nuestras toallas, Alex me ayudó a tirar la mía en la arena y luego lo ayudé a poner la suya. Nos sentamos un momento en silencio mientras ambos contemplábamos el movimiento de las olas y el hermoso cielo azul. — ¿Quieres ir bañarte? — Me preguntó después de un tiempo — Yo puedo cuidar tus cosas. — No lo sé. Tal vez más tarde. — Vayan ahora, yo me quedare aquí de todos modos. La voz de mi papá me sorprendió y giré mi cabeza en su dirección. Se había cambiado a unos pantalones cortos y una polera blanca con una frase en ingles en ella. No sabía si quería ir al agua, honestamente me daba un poco de vergüenza que todos me fueran a ver casi desnuda. Sabía que en realidad no estaba desnuda, pero yo me sentía así. Estaba pensando en decirle a Alex que podía ir solo por mientras cuando el tiró de mi mano haciendo que me levantara de la arena y me arrastrara un poco fuera de donde estaba mi papá. 40

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Me resistí un poco y Alex se dio cuenta de que algo estaba mal, se detuvo con su mano aun en la mía y me miró. — Nadie te verá. Lo juro. Puedes confiar en mi ¿Recuerdas? ¿Cómo podría decirle que no a esa mirada? Suspiré profundamente y quité mi vestido por mi cabeza y lo dejé justo al lado de mi toalla tendida en la arena. Alex se quitó su polera azul que llevaba y solo se quedó en su traje de baño azul con blanco. Creo que combinábamos un poco. Me reí y él me dio una mirada curiosa justo antes de tomar de nuevo mi mano y arrastrarme hasta el agua. Me estremecí cuando mis pies tocaron el agua fría de la orilla. Estaba terriblemente helada. Quise correr, pero como siempre Alex se dio cuenta incluso antes de que pudiera hacer algo y me rodeó con sus brazos levantándome unos momentos de la orilla. Grité y reí a la vez cuando él me dejó más cerca del agua y esta vez la ola fue mucho más fuerte haciendo que el agua me llegara justo por encima de mis rodillas. — ¡Esta helada! — Grité intentando que Alex me soltara. Él quitó sus brazos, pero justo cuando estaba a punto de correr en la dirección contraria, el agua helada chocó contra mi espalda y me di la vuelta para ver a Alex medio agachado en el agua con las manos abajo, me dio una mirada llena de maldad y luego comenzó a salpicarme tanta agua como pudo. Le grité tan fuerte como pude para que se detuviera, pero no lo hizo y después de un rato mi cuerpo estaba tan congelado que ya no me importó. Me di la vuelta y arremetí contra el agachándome y salpicándole tanta agua como pude. Pronto los dos estamos luchando uno contra el otro y ya casi no podía ver. — ¡Está bien, está bien, me rindo! — Gritó Alex haciéndome reír y me detuve dándome cuenta de que estaba completamente empapada de los pies a la cabeza. Miré a Alex y él no se veía mucho mejor. Su cabello castaño claro se pegaba a su frente y el agua goteaba de él. Nos miramos por unos segundos y luego ambos estallamos en carcajadas. — No sabes lo gracioso que te ves. Se acercó a mí y levantó su mano para quitar un mechón mojado de mi cabello y lo colocó detrás de mi oreja. 41

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— ¿Yo me veo gracioso? Deberías verte a ti. Sonreí hacia él sintiéndome infinitamente feliz y menos tímida. Mi mirada cayó sobre un pequeño puesto de conos de helado y entonces chillé y corrí hacia el sin siquiera detenerme a pensarlo si quiera. Una vez que llegué me moví hasta un lugar en donde había sombra porque mis pies se estaban quemando con la arena caliente y Alex llegó detrás de mí riéndose de mi expresión de dolor. Se acercó al caballero que estaba vendiendo y le pasó un billete. — Uno de frutilla con vainilla y otro de chocolate por favor. Una extraña sensación reptó por mi pecho cuando me di cuenta de que había recordado cual era mi sabor favorito de helado. Ni siquiera Miguel lo sabía y él vivía conmigo. Alex me tendió el helado con una sonrisa y no pude evitar la gran sonrisa tonta que le di en cambio.

Me sentí tan aliviado cuando Fernanda me llamó para invitarme a pasar el fin de semana en la playa que no pude evitar bailar en el medio de la sala como Michael Jackson haciendo que mi mamá se riera de mi entusiasmo. Tomas había invitado a sus amigos a jugar con él y si ese no era el infierno en la tierra entonces no sabía lo que era. Mi cabeza ya estaba comenzando a palpitar e intentaba pensar en alguna solución que me tuviera fuera de casa por el mayor tiempo posible cuando la alegre voz de Fernanda sonó a través de mi celular, y solo así el dolor de cabeza se esfumó. El papá de Fernanda estaba nadando en el mar y ya casi solo podía ver su cabeza muy lejos de donde nosotros estábamos sentados. También me gustaba nadar tan lejos como pudiera cuando venía a la playa, pero estar al lado de Fernanda viéndola comer de su helado con sus ojos castaños iluminándose justo como lo hacía cuando estaba realmente feliz era todo lo que quería estar haciendo en estos momentos.

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De repente me di cuenta de una gota que resbalaba por su brazo y sentí una abrumadora urgencia de acercarme a ella y quitarla con mi pulgar, pero en su lugar me quedé mirando esa gota fijamente mientras caía por su suave piel. — ¿Te conté de la vez que casi me ahogo en el mar? Incapaz de articular una palabra solo negué con la cabeza y me obligué a sacar mis ojos de su piel para mirar a sus ojos que brillaban con alegría. — Tenía 5 años y estaba celosa de mi hermano porque él podía ir al agua solo y mi papá no me dejaba ir también, así que un día cuando estaba sentada en la arena haciendo un castillo de arena, aproveché que mi papá no me veía para escabullirme, me metí al agua y caminé hasta que me llegaba hasta la cintura, me sentí inmensamente feliz, lo había hecho sola y nada me había pasado. Pero entonces vino una ola demasiado grande como para saltarla y me tapó por completo. No recuerdo como, pero finalmente logré salir totalmente desorientada y caminé por la arena hasta encontrar el lado en que estaba mi papá y me senté como si nada hubiera pasado. Me quedé mirándola con el ceño fruncido — ¿Casi te ahogas? Ella asintió hacia mi — Sip. — ¿Y nadie se dio cuenta? — Nop, de hecho eres la primera persona a la que se lo cuento. Ni siquiera se lo había dicho a Verónica. Solo me quede mirándola pensando en lo que me había dicho. No se lo había dicho a nadie hasta ahora. Ni siquiera a su mejor amiga y ahora me lo había dicho a mí. Además de lo de su madre, que era un asunto mucho más importante y serio. Ella había confiado en mí lo suficiente como para contarme algo que obviamente la hacía sufrir. Sentí una sensación extraña en mi pecho y me senté más derecho. Tal vez solo me había hecho mal el helado.

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Consejo Nº8: No te dejes agobiar por las dificultades y retos

Odiaba con loca pasión los malditos exámenes de selección múltiple. Me costaba mucho decidirme por una opción. Todas eran demasiadas similares y cualquiera podía ser la correcta. Me exprimí el cerebro por una última respuesta y luego de mucho pensarlo, finalmente me decidí por una y la marqué con mi lápiz. Le entregué el examen al profesor de historia y él me miró con cara de pocos amigos. Era la última en la sala dando el examen ¿Y qué? Necesitaba más tiempo del normal para poder terminar este estúpido examen. El profesor o el corbatín como todos los alumnos lo llamaban ya que no importaba el día, él siempre llevaba un corbatín me indicó con la mano que saliera de la sala y solté el aire que no sabía que había estado reteniendo. Me di cuenta en cuanto salí que casi todos los demás ya habían salido de sus salas y el patio estaba completamente lleno de personas, todas riendo y seguramente hablando de lo que habían hecho en el fin de semana. Me tomó un tiempo ver alguna cara conocida y cuando al fin logré divisar a Verónica, sus ojos se abrieron y vino corriendo hacia mí. — ¡¡¡Feña!!! Se detuvo a tomar aire en cuanto estuvo lo suficientemente cerca antes de hablar. — ¿Cómo te fue? — No lo sé — Me encogí de hombros — Ya sabes que no soy muy buena para las pruebas con alternativas. Hizo una mueca de desagrado — Si, realmente odié a corbatín y sus malditas pruebas de opción múltiple, por suerte solo me queda un semestre y luego seré feliz. Hice una mueca — Si, y yo me voy a quedar sola.

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Me tomó la mano fuertemente entre las suyas — Claro que no, ya lo estas haciendo mucho mejor, ya no eres tan tímida como antes y además estoy segura de que Alex no va a dejarte sola — Hizo una pausa y dio vuelta la cabeza para mirar por el patio — Hablando sobre eso, ¿En dónde está? Me encogí de hombros nuevamente y vi a Verónica fruncir el ceño. Alex siempre estaba con nosotras en los recesos e incluso me esperaba fuera de mi sala a veces, pero ahora no estaba por ninguna parte. La verdad era que no había hablado con él desde este fin de semana, y había estado muy callado en el auto de camino a casa. Habló con mi papá más que nada y cuando yo intenté hablar con él, solo me respondió con palabras monosílabas y no quitó sus ojos de la ventana cuando lo hacía. — Bueno, no quería dejarte sola pero tengo que ponerme de acuerdo con mi grupo de Ciencias para un proyecto. Me abrazó fuertemente como siempre lo hacía y luego ya se había ido. Me quedé parada esperando a que Alex apareciera, pero con cada minuto que pasaba y el no aparecía me ponía más y más ansiosa. Alguien me tocó el hombro y casi se me cae el alma a los pies. — Lo siento, pero no me oíste cuando grité tu nombre. Marco estaba parado detrás de mí y poco a poco me rodeo hasta quedar frente a mí. — Oh, está bien. — ¿En que estabas pensando? — ¿Qué quieres decir? — Lo miré con recelo. Me sonrió — Solo que te veías un poco distraída. — No estaba pensando en nada en particular. No entendía porque pero estaba comenzando a desear que el receso acabara luego. — Así que… estaba pensando que… Tal vez Alex estaba enfermo, o tal vez le había pasado algo a alguno de sus hermanos… iba a mandarle un mensaje para preguntarle, pero cuando escarbé en mi bolso y saqué mi celular

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me di cuenta de que estaba completamente muerto. De acuerdo, bien, solo tenía que ir hasta su casa después de clases y… — ¿Fernanda? ¿Me estas escuchando? Marco me sacudió el hombro y sacudí mi cabeza para disipar mis pensamientos— Si, si te estaba escuchando. — ¿Entonces qué dices? — ¿Ah? Me sonrió al ver mi cara confusa — Sé que es con poca antelación, pero pensé… Pero, ¿qué pasaba si no estaba en casa? ¿Qué si estaba en el hospital o… No, Alex me habría llamado si algo hubiera ocurrido. Solo tenía que pasar por las próximas dos clases y entonces todo estaría bien. Solo lo había visto ayer. Él tenía que estar bien. Enfoqué mí vista en Marco y tenía sus cejas hacia arriba como si estuviera esperando a que le dijera algo. Pero no tenía ni idea de que. Abrí mi boca para decir algo y el timbre del término del receso sonó. Tenía historia así que no debía apresurarme tanto, pero… ¡Oh por dios! ¡Debía entregar un trabajo! ¡Un trabajo que debía estar en la mesa del profesor antes de que él llegara! — Lo siento, debo irme — Le dije a Marco intentando no entrar en pánico mientras comenzaba a trotar hacia el otro lado del patio — Tengo que entregar un trabajo. — ¡Espera! — Lo escuché gritar y me di la vuelta pero seguí caminando hacia atrás para no perder tiempo — Aun no me has respondido, es un sí o un no. Ni idea de que hablaba, pero no podía retrasarme más— Si, si claro, como quieras.

Las siguientes horas se me hicieron eternas. Historia jamás me había parecido más tediosa y por más que intenté poner atención al final de la hora no tenía idea de lo que se había hablado en clases. Nuevamente busqué a Alex en el receso, pero nuevamente no pude encontrarlo. No sabía que pensar. Mis nervios me estaban matando. Y no mejoró cuando el profesor de geometría me llamó a la pizarra para solucionar un problema. Mi cara ardió mientras me levantaba de mi asiento y caminaba hasta la pizarra frente a todos. Por suerte solo tuve que 46

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hacer el único ejercicio que había conseguido terminar por lo que no pasé demasiada vergüenza. Suspiré de alivio cuando el timbre final sonó y pude volver a ser invisible como siempre. Me escabullí de la sala mucho antes que los demás que siempre se quedaban conversando que iban a hacer después de clases. Casi corrí hasta la salida lo que me valió que tropezara y dejara caer mi bolso en la baldosa. Me agaché para recogerla rápidamente dando una breve oración de agradecimiento porque nadie me hubiera visto y entonces corrí nuevamente hacia mi casa. Pude solo haber ido a casa de Alex, pero recordé que Miguel había perdido sus llaves— Otra vez— y yo era la única con llaves. Maldije la incapacidad de mi hermano para no perder cosas mientras el sudor trepaba por mi frente. En tiempo record llegué hasta la entrada y comencé a buscar mis llaves. — Por fin — Se quejó Miguel levantándose de las escaleras donde había estado sentado. No tenía tiempo para averiguar cómo había llegado antes a casa cuando a mi casi me da un infarto por correr tan rápido. Solo abrí con mis llaves y rápidamente dejé caer mi bolso en los sillones de la sala de estar. Tenía que ir a su casa antes de que ya no hubiera nadie. Sabía que su mamá se iba a trabajar después del almuerzo así que no había tiempo que perder. Aunque si Alex estaba enfermo, entonces tal vez no importaba. Estaba a segundos de salir cuando recordé mi celular muerto y corrí por las escaleras para ir a buscar el cargador. Rápidamente lo conecté en el enchufe de la sala y salí de la casa encogiéndome cuando accidentalmente di un portazo a la puerta. Crucé la calle para ir a casa de Alex cuando una bocina comenzó a sonar. — ¡Feña! Miré hacia los lados confundida y entonces vi el auto plomo de mi papá. Me acerqué a su ventana y arrugué mi frente. Se suponía que debería estar trabajando. — ¿Qué estas haciendo fuera? — Preguntó mi papá antes de que yo pudiera articular alguna palabra — Súbete, justo iba a ir a comprar la pintura para tu cuarto. — ¿Ahora? ¿No podemos ir después? — Me hice un tiempo libre para poder ir, no sé cuándo podré hacerlo otra vez. 47

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— No se papá, iba a ir a ver a Alex y… Se estiró por el asiento del copiloto y desbloqueó la puerta — No vamos a tardar. Puedes ir a ver a verlo cuando lleguemos. Dudé unos segundos, luego suspiré y le di la vuelta al auto para subirme. Mi papá tenía razón. Sabía que color quería y en cuanto lo viera lo reconocería. Estaba segura de que no nos demoraríamos más de media hora. Media hora y cuatro horas más tarde aun estábamos en la tienda. Yo había tenido razón, en cuanto vi el purpura claro que quería para mi habitación lo reconocí de inmediato. Pero no contaba con que papá se pondría a preguntarle al que trabaja allí que clase de pintura era mejor, cual duraba mas, si era lavable o no… y muchas otras cosas que apenas entendí. Luego cuando al fin había encontrado el tipo de pintura que quería y yo había pensando — ilusamente — que ya habíamos terminado y podíamos irnos, mi papá se entusiasmó y comenzó a preguntar sobre el tipo de pintura para cada centímetro cuadrado de la casa. Mi cabeza estaba comenzando a palpitar. Me gustaba ir a comprar los víveres con papá, pero esto era diferente y no me gustó para nada. Cuando por fin pagamos por todo y nos subimos al auto no pude evitar lanzar un suspiro de alivio. Papá me dejó en la entrada de la casa de Alex y se fue para poder descargar los tarros de pinturas del auto. Estaba repentinamente nerviosa cuando toqué en su puerta y tuve que limpiarme las palmas de las manos en mi falda para secarlas. No sé cuánto tiempo esperé a que alguien saliera, pero cuando se hizo obvio de que nadie iba a hacerlo aspiré una bocanada de aire y me alejé de la puerta intentando mirar por las ventanas en busca de algún movimiento. Pero no hubo ninguno. Caminé por la vereda mirando hacia atrás una última vez antes de volver a casa. Mi papá me vió sentada en el sillón mordiendo mi mejilla y mirando hacia la pantalla de mi celular y se inclinó para besar mi frente — No te preocupes cariño, tal vez todos fueron a alguna parte y Alex olvidó llevar su celular. Solo asentí hacia él — Si, seguro solo es eso. 48

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Pero sabía que no lo era. Papá no entendía que ahora ningún adolescente normal podía estar sin su celular y mucho menos olvidar llevarlo a alguna parte. Pero lo dejé pasar y cuando se hizo de noche dormí con el celular a mi lado por si acaso.

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Consejo Nº9: Enfócate en tu desarrollo a nivel interior

Dormí horriblemente mal. Pero no le dije nada a Verónica cuando llamó esta mañana. Sabía que me diría lo mismo que mi papá y sabía que no valía la pena, solo le deseé buena suerte cuando me dijo que iría a casa de sus abuelos. Cuando por fin las clases terminaron sin ninguna pista de Alex otra vez, consideré tomar un taxi para poder llegar a una hora adecuada a su casa ya que aun no contestaba mis llamadas, pero entonces casi choqué contra alguien al final del pasillo. — ¿Alex? — Mis hombros se desplomaron con alivio al verlo bien y en una sola pieza. Me abalancé hacia él y lo abracé. Algo sobre este abrazo se sintió diferente, pero no pude llegar a identificarlo porque de inmediato de desenrolló de mi y dio un paso atrás. Intenté mirarlo para saber que estaba pasando, pero su expresión no me decía nada. — ¿Qué sucede, están tus hermanos bien? ¿Tus padres… — Ellos están bien. Lo miré confundida— Entonces ¿Por qué no viniste a clases? Ayer fui hasta tu casa y no había nadie. Se metió las manos en su pantalón y apretó la mandíbula — Estábamos en casa de una tía. Escucha, necesito decirte algo, estuve pensando y… — ¡Hey Feña! — Me sobresalté cuando escuché mi nombre en una voz que no había escuchado nunca. Me di la vuelta para ver a un chico que reconocí del grupo de baile correr hacia nosotros. Jamás había hablado con él y no tenía idea de cómo sabia mi nombre. Se detuvo a unos pasos y me sonrió — Te estaba buscando, eres difícil de encontrar. — Uh — Miré confundida a Alex, pero él estaba mirando hacia abajo a sus zapatos. — No te asustes — No estaba asustada, más bien sorprendida. Sorprendida de que no tuviera ganas de vomitar — Solo quería preguntarte si querías ser mi pareja de baile en el concurso de colegios el próximo mes. 50

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¿Concurso de baile? — Lo siento amigo — Marco apareció desde algún lado tan rápido que casi pierdo el equilibrio y pasó su brazo sobre mis hombros mirando despectivamente al otro chico — Fernanda ya aceptó ser mi pareja. Mejor suerte para la próxima. Estaba tan conmocionada que no pude hacer salir nada de mi boca. Esta tenía que ser alguna clase de broma entre amigos. Sí, eso tenía que ser. Me reiría si creyera que era divertido. — Oh, bueno, supongo que la próxima vez tendré que apurarme más — El chico me dio una última sonrisa y salió corriendo hacia el lado opuesto. Me giré hacia Marco para preguntarle qué estaba pasando y para ver si se estaba riendo, pero él sorprendentemente me dio un beso en la mejilla que duró más tiempo del que pensé y me miró a los ojos — Voy a ir a hablar con un profesor, pero te estaré esperando en la puerta de salida para que nos vayamos juntos. Solo parpadeé. Parecía ser lo único que era capaz de hacer en estos momentos. Lo vi alejarse con aquel paso relajado de esa manera que lo había visto hacer cientos de veces y fruncí el ceño. Esto no estaba bien, tal vez me había caído de la cama y todavía estaba inconsciente en mi habitación. — Supongo que eso afirma mi decisión. Casi había olvidado a Alex detrás de mí. Aunque de alguna forma podía sentir su presencia cerca de mí en todo momento. Supongo que viene de pasar tantas horas al día con una persona. —Mejoraste mucho en estos últimos meses. Así que ya no es necesario que sigamos con las clases — Su voz sonó extrañamente plana, carente de emoción. — ¿Qué? — Sacudí la cabeza aun mas confundida — Pero aun estoy lista. No entendía porque estaba diciendo esto. No habíamos hablado de eso aun, pero yo pensaba que aun nos quedaban un par de semanas para seguir con las clases — Aun hay un montón de cosas que no sé y… — Ya conseguiste lo que querías — Dijo seriamente— A mi parecer eso significa que estas lista. ¿Lo que quería? ¿Por qué sentí como si el corazón se me cayera hasta el estomago al oír sus palabras? 51

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— No entiendo — Susurré. — Mira, no tienes que preocuparte por esto. Solo era transitorio hasta lograr lo que querías, y ahora vas a ensayar con Marco para el concurso, ya no me necesitas. No me necesitas. Aun me bombardeaban esas palabras cuando me senté en el sillón de mi casa con la televisión prendida. Marco me había estado esperando a la salida como me había dicho y aunque esperé a que me dijera que todo lo del concurso se trataba de una broma. Nunca lo hizo. De hecho me preguntó sobre mi horario para que así pudiéramos ponernos de acuerdo para encontrar una hora apropiada para ensayar. No estaba segura de haber hablado más de dos palabras en todo el camino, pero de alguna forma Marco se las había arreglado para hablar lo suficiente por los dos. Y cuando nos tuvimos que separar volvió a darme un beso en la mejilla como antes. No sé lo que estaba esperando. Pero creí que tal vez se sentiría diferente después de haber pasado la conmoción, que ese beso se sentiría diferente al anterior, mejor. Pero no lo hizo. Vagamente fui consciente de que Miguel se sentaba en el sillón de enfrente y cambiaba de canal de donde yo lo tenía. — ¿Qué? ¿No vas a golpearme con tu libro por haber cambiado de canal? — Parecía divertido y ligeramente sorprendido. Tenía el MTV como siempre y habían estado dando un capitulo estreno de la sexta temporada de The Vampire Diaries. Me encogí de hombros y me levanté— Van a pasarlo otra vez algún día. ***

Estaba cansada. Habíamos estado ensayando tanto que literalmente sentí que había perdido mis pies. Marco le había pedido a un profesor las llaves de la sala para poder ensayar en el colegio. La misma sala en la que había bailado con Alex. Intenté no pensar mucho en eso. Había pasado más de una semana desde la última vez que habíamos hablado y cada vez que nos topábamos en los pasillos él solo me daba un asentimiento en reconocimiento que dejaba un sentimiento extraño en mi pecho. Era como si después de que dejáramos la cosa

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de las clases también hubiéramos dejado todo lo demás. Como si solo fuéramos conocidos lejanos. No entendía porque tenía que ser así. Porque las cosas no podían seguir como antes. Suspiré. No ayudaba que Verónica aun no había vuelto y ni siquiera habíamos hablado bien porque no había muy buena recepción allí donde estaba. Ni que hablar sobre conexión a internet. Le conté a papá sobre el concurso y el estaba feliz por mí. Intenté infundir un poco de alegría en mi voz cuando lo hice, pero no creo haberlo logrado. Cuando terminamos de ensayar le dije a Marco que quería caminar sola a casa y él me miró como si estuviera loca. Estaba cansada y no tenía ganas de hablar o más bien de dejarlo hablar todo el camino hasta casa. Él había sido agradable conmigo, paciente cuando no podía dominar algún paso y nunca se enojaba cuando tenía que repetirme dos veces lo que estaba diciendo cuando mi mente estaba en otra parte. Pero a veces simplemente no podía concentrarme. No cuando estábamos en esa sala. Cuando recordaba como Alex me contó sobre cuando enfermó en aquel restaurant solo para que yo me sintiera mejor sobre mi repentino ataque de pánico. No sentía ganas de hacer nada. Me sentía como algo similar a un zombie. Ni siquiera había sentido ganas de vomitar cuando tenía que pasar a la pizarra para resolver algún problema o cuando tenía que responder alguna pregunta dirigida hacia mí. Me iba a dormir pensando en lo que estaría haciendo Alex en esos momentos, imaginándome a sus hermanos compitiendo por la atención de sus padres, y cada mañana luchaba contra el impulso de llamarlo para que saliéramos a trotar juntos como antes. Esto era normal ¿verdad? Lo echaba de menos porque era mi amigo ¿Cierto?

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Consejo Nº10: Trabaja con tu cuerpo, no en contra de tu cuerpo.

La ducha que tomé hoy en la mañana había sido clarificadora. Jamás había pensado en esto, pero las duchas son increíbles en realidad. Te hacen sentir muy bien y limpia, te hacen sonar como una cantante profesional, y como si fuera poco te ayudan a tomar todas las decisiones de la vida. Bueno, no de la vida en general, pero ya entienden lo que quiero decir. Fue exactamente así: Entré en la ducha y salí con un plan detallado de cómo solucionar todos mis problemas. Solo necesitaba encontrar a Alex y decirle que aunque ya no me estaba dando clases eso no quería decir que debíamos dejar de ser amigos y hacer las mismas cosas que solíamos hacer. Aun podíamos salir a trotar los fines de semana y hablar en los recesos como antes. Eso no tenía porque cambiar. No había visto ni hablado con Verónica aunque se suponía que había llegado ayer en la noche, pero sabía que ella junto con todo su curso iba a ir a visitar a un par de universidades como lo hacen los últimos cursos en este periodo. Así que no me cuestioné cuando no la vi en ninguno de los recesos. Estaba casi asustada de que no pudiera ver a Alex antes de que acabaran las clases, pero en el primer receso mientras mi mente vagaba, logré ver su cabello castaño claro entre medio de todos los niños en medio del patio. Sonreí y comencé a caminar hacia él. Sentí como si mi estomago se retorciera sobre sí mismo, pero intenté lo mas que pude aplacarlo. Era una sensación extraña, pero no del todo mala. Estaba a unos cuentos pasos de él cuando al fin pude verlo completamente. Estaba apoyado en un pilar de espaldas a mí con la cabeza un poco ladeada de forma que podía ver su perfil. Su mandíbula bien definida con una sueva sombra en su barbilla. ¿Por qué nunca me había dado cuenta de la forma en la que lucía su mandíbula?

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Sacudí la cabeza con una sonrisa por dejar que mi mente vagara de esa manera y estuve a punto de comenzar a correr cuando me detuve abruptamente. Mi corazón dejó de latir. Alex no estaba solo. Estaba hablando con una chica. Una chica de su grupo de baile. Recordé como había sentido una pizca de celos cuando la vi bailar frente a todos con tanta naturalidad. No recordaba haber visto a Alex hablar con alguna chica que no fuera Verónica y los nudos que había sentido antes en mi estomago se deshicieron dejando una especie de agujero en su lugar. Él le sonrió y entonces se acercó para tomar su mano. Parecían muy cercanos. Recordé haberle dicho a Alex que debería conocer a más personas y salir con chicas para disipar los tontos rumores que se habían propagado por el colegio. — No me importa lo que digan — Había dicho — Voy a salir con alguien porque me guste y no solo para que no hablen mas de mí. Él tenía razón, por supuesto. No debería importar lo que las personas pensaran sobre ti. Pero entonces… esto quería decir que a él le gustaba esta chica. Retrocedí lentamente unos pasos cuando él comenzó a acariciar su mano con los dedos de su mano libre mientras le decía algo que no pude escuchar por encima del murmullo del patio y entonces eché a correr hacia el baño.

No sé cuánto tiempo permanecí allí, con mi corazón latiendo con fuerza, la imagen marcada a fuego en mi cerebro. Me eché un poco de agua en la cara y cuando por fin tuve las fuerzas suficientes para salir me di cuenta de que ya no quedaba nadie en el patio. Por primera vez en mucho tiempo llegué tarde a una clase. Y sorprendentemente mis mejillas no se sonrojaron de mil tonos de rosa cuando todos se me quedaron mirando mientras entraba en la sala. El profesor de matemáticas se me quedó viendo como si no estuviera seguro de que decirme, como si no supiera cómo tratar conmigo. — Perdón — Dije alto y claro mientras pasaba de él y me iba a sentar en el único asiento que estaba disponible. 55

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Hubo un silencio único en la habitación por unos segundos hasta que el profesor pudo retomar la clase en donde la había dejado. Cuando el timbre sonó caminé casi robóticamente fuera de la sala y seguí así hasta el final de las clases. Me encontré con Marco como lo habíamos estado haciendo desde el comienzo de esta semana y nos dirigimos a la sala para poder ensayar. — Creo que deberíamos mover nuestros brazos en esta parte. Marco se alejó un poco para poder observarme, así que me dispuse a mostrarle. Habíamos decidido bailar salsa y al principio tuve mis dudas, pero después de unos días me di cuenta de que en realidad se me daba bien el ritmo de este tipo de música. Marco sonrió una vez que le mostré lo que había pensado y se rascó la mandíbula — Tienes razón, creo que encajaría mucho mejor en la rutina. Puso otra la vez la música con su mp4 y empezamos a hacer la coreografía desde el principio. Sus manos eran fuertes mientras me sostenían, sus ojos no se apartaban de los míos mientras girábamos y movíamos los pies al ritmo de la música, pero yo estaba en cualquier parte menos allí con él. Seguimos haciendo la rutina, perfeccionando algunas cosas hasta que sentí que habíamos bailado por siempre. Cuando por fin terminamos me acerqué a donde había dejado mis cosas y las recogí, Marco se me acercó mientras ponía mi bolso deportivo en mi hombro y puso su mano allí — Voy a ir a cambiarme para que podamos irnos. — Está bien, voy a ir a casa de una amiga. Era mentira, pero él no tenía que saberlo. Solo quería estar sola en estos momentos. — De acuerdo, entonces nos vemos el lunes. Asentí y caminé rápidamente atravesando la sala, entonces lamentablemente mi pie dio con algo en el suelo y el mundo se inclinó mientras me tropezaba. No alcancé a caer totalmente al suelo porque unas fuertes manos agarraron mis brazos deteniendo mi caída. El rostro de Alex apareció frente a mí, su frente arrugada con preocupación — ¿Estas bien?

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Lo miré, mi piel hormigueaba por donde él me estaba tocando y me sentí tan extraña sintiendo cosas que jamás había sentido antes. ¿Él estaba preocupado? ¿Ahora, cuando en toda la semana ni siquiera se había acercado para hablar? — Estoy bien — Me enderecé y sus brazos cayeron a mi lado. — ¿Bailaste con… todas esas personas mirando? Sus ojos me miraron sorprendido, luego viajaron por mi cara esperando mi respuesta. Marco había dejado la puerta entreabierta cuando habíamos entrado y la verdad es que no fui muy consciente de las personas curiosas que habían empezado a llegar hasta casi el final de nuestro ensayo. Supongo que si hubiera estado más al pendiente no hubiera podido ser capaz de bailar en lo absoluto — No eran tantas personas – Dije a modo de respuesta. — No, no lo eran — Sus palabras sonaron suaves. Me obligué a alejarme de su lado y empecé a caminar hacia la puerta sin mirar hacia atrás.

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Estaba desparramada en el sillón — Una vez más — Acostada sobre mi estomago mientras cambiaba rápidamente de canal. Era increíble que hubiera más de 100 canales y nada remotamente bueno que ver. Suspiré con fastidio. No había nadie en casa. Papá estaba en el trabajo y Miguel quien sabe dónde. Estaba acostumbrada a estar sola, pero de alguna manera la casa se sentía sombríamente silenciosa y terriblemente grande solo conmigo dentro. De repente vislumbré unos pantalones blancos frente a mí tapando la visión de la televisión. Ni siquiera me sobresalté. — ¿No me oíste entrar? Sacudí la cabeza y Vero se arrodilló hasta estar a la altura de mi vista. Había dejado la puerta sin llave porque no quería levantarme para abrirle la puerta a Miguel. Me inspeccionó con su mirada patentada y luego miró alrededor de la casa. — ¿En dónde está Alex? 57

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Me encogí de hombros — ¿Con su novia? Levantó ambas cejas— ¿Con su novia? Pero creí que le gustaban los chicos. — No, te dije que eso no era cierto — Dije sentándome — Hoy lo vi con una chica en el receso. Sentí los ojos de Verónica revolotear por mi rostro y me estiré para tomar el control para cambiar nuevamente de canal. Estaban dando Juego de Gemelas en la televisión y estaba en aquella parte donde la madrastra casi se traga una lagartija. No importaba cuantas veces viera esa película, siempre terminaba riéndome en esa parte. Ahora la miré fijamente preguntándome porque ni siquiera me había hecho esbozar una sonrisa. — De acueeeeeeerdo — Verónica se sentó en la mesa de centro y me miró — Así que por eso estás triste. — No estoy triste. Estrechó sus ojos en mí y luego se paró de un salto — Bien, entonces voy a ir buscar algo de helado ¿Cuánto quieres? — Dijo yendo hacia la cocina. — No tengo ganas de comer helado. Se detuvo abruptamente en medio del pasillo y se dio la vuelta lentamente. Sus ojos amplios como platos. — ¿Qué fue lo que dijiste? — ¿Cuándo? — Hace unos segundos. — Dije cuando. Ella rodó sus ojos y caminó hasta sentarse nuevamente en la mesa de centro. Me miró y puso una mano en mi frente — No estas afiebrada. — No estoy enferma — Sacudí la cabeza y ella dejó caer su mano. — Seria la única razón por la que no querrías comer helado — Dijo y luego se detuvo — Espera, solo son las 4. Si estás enojada con Alex porque se fue antes de que terminaran sus clases solo para estar con una chica entonces va a tener que escucharme. — Podría ser, salvo que ya no estoy tomando clases con él. 58

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— ¿Qué? ¿Por qué? — Marco me pidió ser su pareja para el concurso de baile y… Levantó sus manos frenándome — Whoa, espera. Retrocede — Me miró y parpadeó varias veces— ¿Vas a bailar con Marco? Asentí. — ¿Y porque estoy enterándome de esto ahora? Me encogí de hombros — Lo olvidé. Ella ni siquiera pestañó — Lo olvidaste — Susurró. Solo la miré. — ¿Olvidaste decirme algo que habías estado queriendo desde que Marco te dijo que le gustabas? No dije nada, ella ya lo sabía. Se sentó allí, mirándome por tanto tiempo que pensé que se había quedado petrificada. Me levanté del sillón cuando no pude soportar más — Deja de mirarme así, me estas poniendo nerviosa. Se levantó también y se paró frente a mi — Te gusta — Me acusó. Sus ojos ni siquiera pestañaron. — Si — Dije confundida — Ya sabias eso. — No — Su rostro adquirió esa expresión seria que solía usar conmigo cuando quería convencerme de algo — Alex. Alex te gusta. Me reí — Eso es tonto, no pueden gustarme dos personas a la vez. Negó con la cabeza — Voy a decir esto por última vez y espero que esta vez si me escuches. Marco jamás te gustó. Abrí la boca para discutir, pero me hizo callar con su mano. —Solo te gustaba la idea de él. Estoy bastante segura de que ahora empiezas a notar lo molesto que es — Ondeó una mano — Como no puede dejar de hablar sobre él, creo que podría estar enamorado de sí mismo — Se estremeció y luego continuó — De todas formas, 59

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lo que intento decir, es que conoces a Alex, has pasado tiempo suficiente con él como para que te guste de verdad. Solo la miré. No podía creer lo que estaba diciendo. Yo no podía… quiero decir… ¿Cómo podía gustarme alguien sin saberlo? Sacudí mi cabeza— Eso es una locura. Solo me gusta pasar tiempo con él… Y salir a trotar juntos — Pensé — Comer helados y hacer bromas, las conversaciones que teníamos… Me gustaba hablar con él, me gustaba escucharlo, mirarlo, echaba de menos lo fácil que era estar con él, solo… estar con él. …Maldición. ¿Cómo me metí en esto?

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Consejo Nº11: Reduce el estrés en tu vida

El sábado salí a trotar. Estuve despierta desde las 6 de la mañana pensando si debería hacerlo o no, ni siquiera me despertaba a esa hora para ir al colegio y ahora solo no podía seguir durmiendo por más tiempo. Me sentía inquieta en la cama. Quería levantarme, pero algo me retenía. Finalmente a eso de las 7:30 por fin pude reunir el valor suficiente para vestirme y salir. No era que estuviera asustada de encontrarme con Alex. Bueno, tal vez un poco. Era más porque sabía que él no estaría ahí para trotar juntos y se sentiría extraño. Ya no sería lo mismo. Llené mi botella con agua y empecé a estirarme en la entrada de la casa. Solo había unas cuantas personas cuando empecé a trotar, y una pequeña llovizna que mojaba el suelo por donde pasaba. Comencé a mover mis piernas yendo lento en un principio pasando un par de casas y acelerando unos segundos después. Una calle después vi una sombra corriendo hacia mí y lentamente desaceleré. Mi corazón dio un vuelco. Era Alex. Trotando. Hacia mí. — Hola — Dijo en cuanto se detuvo frente a mí. Lo miré, parecía cansado, como si hubiera estado corriendo desde hace horas. Llevaba el mismo buzo azul que solía llevar cuando trotábamos y mi pecho se apretó con nostalgia. — Hola. No sabía que mas decir, así que me quedé allí parada como una tonta. Me di cuenta de que jamás me había sentido incomoda cuando estaba junto a él… hasta ahora. Él había sido la única persona además de Verónica con la que no había tenido problemas para hablar desde el principio. 61

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Pero después de esa conversación que tuve con Vero ya no sabía cómo actuar frente a él. — Pensé que ya no saldrías a trotar — Murmuró. Era tan extraño verlo sabiendo la verdad sobre mis sentimientos. Tal vez no se lo haya admitido a mi mejor amiga en voz alta, pero eso no quitaba el hecho de que fuera verdad. — Tengo que hacerlo — Dije aclarando el nudo en mi garganta — Con todo lo del concurso y eso. — Si, es cierto. Así que...ah — Rascó su cuello como buscando las palabras correctas y me miró — Los vi ayer, bailando, quiero decir. Creo que lo hicieron bastante bien. — Gracias. — Entonces – Dijo — Supongo que ya se decidieron por la salsa. Tomé un gran sorbo de agua antes de responder — Sip, parece ser lo nuestro. — Lo suyo — Murmuró apartando la mirada. Lo dijo tan despacio que en realidad no estuve segura de lo que había dicho. Tampoco entendí su reacción, un segundo estaba hablando conmigo y al siguiente ni siquiera podía mirarme. Unos segundos pasaron y yo ya había tenido suficiente de esta conversación incomoda. Además, cada vez que lo veía mi estomago quedaba reducido a un montón de nudos. — Bueno, tengo que llegar a casa antes de que Miguel se despierte y se coma todo el pan. ¿Por qué dije eso? Dios, estoy delirando. Pero Alex apenas y se dio cuenta de lo que dije. Me dio un asentimiento mirando encima de mi hombro y me escapé lo más rápido que pude corriendo hasta mi casa sin mirar atrás. Cuando llegué estaba sudando como nunca en mi vida y fui directo a bañarme. No hice nada el resto del día salvo estudiar para un examen de biología. Fue todo lo que pude hacer para mantener mi mente ocupada. Y estudié tanto que estaba segura de que ya me sabía todo al derecho y al revés. El domingo no fue diferente, salvó que cuando salí a trotar en la mañana no vi a Alex.

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El lunes todo marchó con normalidad, fui a todas mis clases y puse mucha atención porque me estaba costando más de lo normal entender lo que estaba explicando el profesor. Así que tomé un montón de apuntes y pregunté todo lo que tenía que preguntar. Algunos profesores se me quedaron mirando un segundo completo antes de responder como si jamás hubieran escuchado mi voz en clases. Supongo que en cierto sentido así era. De todas formas, todo iba bien hasta que el ensayo con Marco terminó. Estaba guardando unas cosas en mi bolso mientras Marco estaba en los camarines buscando algo que se le había perdido, cuando Alex entró llevando una hermosa polera gris sin mangas y un buzo oscuro con una raya blanca en el borde. Empezó a caminar hacia los parlantes hasta que me vio y entonces se detuvo. Pensé que iba a saludarme o algo, pero solo se quedó allí como si estuviera pensando intensamente en algo. Lo vi tragar saliva y nos quedamos mirando hasta que una chica llegó corriendo y lo tomó del brazo. No era cualquier chica. La chica de su curso de baile. La chica con la que estaba ese día en el patio. — Lo siento, estaba dando un examen — Dijo sin aliento. Ella era tan hermosa. Ni siquiera me notó, pero yo no pude evitar no mirarla. Tenía grandes ojos azules y cabello largo y ondulado. Tenía sentido que a Alex le gustara. Estaba bastante segura de que a todos los chicos les gustaba. Marco entró interrumpiendo mis pensamientos y tomó su bolso para irse. Entonces vio a Alex y sus ojos brillaron. — La sala es toda suya — Lo palmeó en la espalda y le sonrió — Me alegra que hayan entrado en el concurso también. No estuve segura de si lo decía en serio o no. Era difícil decirlo. Alex no le devolvió la sonrisa y ni siquiera lo miró. — Vamos Feña, me hiciste sudar tanto que necesito urgente una ducha.

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No me atreví a volver a mirar a Alex mientras Marco ponía su brazo sobre mis hombros y salíamos por la puerta hacia el patio. Sentí sus ojos en mi espalda, pero no sabía si era verdad o mi mente ociosa imaginando cosas. Ellos iban a estar dentro del concurso también. ¿Era por eso que los había visto juntos ese día? Si era solo por eso, entonces eso significaba que ellos no… Sacudí mi cabeza, no tenía sentido que siguiera pensando en lo mismo. ¿Por qué no iban a estar juntos? Ambos tenían un montón de cosas en común y de seguro pasaban muchas horas juntos por las clases que compartían. Tenía que concentrarme si quería hacer esto bien. Y si eso significaba que tenía que sacarme a Alex de la cabeza entonces estaba decidida a hacerlo.

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Consejo Nº12: Saborea cada minuto, cada movimiento y cada paso.

Dejé que el ritmo de la música me llevara y solo me concentré en eso. En los pasos que habíamos ensayado y en los movimientos de Marco para poder reaccionar a ellos. Mover mis piernas después de las de él, simplemente dejar que mi cuerpo tomara el control, saboreando cada movimiento y cada paso. La música terminó, sus brazos a mí alrededor como nuestro final. Mi respiración estaba agitada por el esfuerzo por lo que intenté apartarme. Salvo que al parecer Marco tenía otra idea en mente. Mantuvo sus brazos aferrados a mi cintura y me tuvo apegada a él. — Lo hiciste genial. Asentí, no me estaba sintiendo cómoda con él mirándome así, aparté la mirada, pero su mano tomó mi mentón y me obligó a enfrentarlo. Me quedé inmóvil mientras lo veía inclinar su cabeza hacia mí. Mi corazón empezó a golpear fuertemente y pensé en escapar. Sabía lo que iba a hacer, él había intentado hacerlo un par de veces antes y cada vez me arranqué antes de que lo hiciera, pero ahora solo no pude moverme. Me quedé parada mirándolo hasta que sus labios tocaron los míos. Cerré los ojos porque la imagen de él tan cerca hizo que empezara a ver doble. Hasta ahora todo bien, me dije a mi misma, relájate. Sus labios empezaron a alejarse y abrí mi boca para decir algo— no sé qué — y entonces…. Mis ojos se abrieron de golpe cuando su lengua se lanzó dentro de mi boca. Sentí que iba a atragantarme, pero cuando al fin se separó de mí y me sonrió como si hubiera sido lo mejor, tuve que refrenar mi impulso de hacer una mueca. — Nos vemos después — Dijo dando un golpecito con su dedo a mi nariz. Agarró sus cosas y salió hacia las duchas. Me quedé unos sólidos 60 segundos parada mirando hacia la nada sin siquiera pestañar. Eso era todo. Jamás volvía a soñar tanto con algo. 65

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Me encontré con Verónica fuera del colegio para ir a su casa a ver una película y solo le bastó mirarme para saber que algo había pasado. — Solo escúpelo de una vez. Suspiré — Marco me besó. Los ojos de Verónica se abrieron de par en par — ¿Diste tu primer beso? Oh, estoy tan orgullosa de ti — Me abrazó y luego hizo una mueca — Independientemente de a quien besaste. Gruñí — Si, no te preocupes, no pretendo volver a hacerlo. — ¿Tan malo fue? — Sus cejas se juntaron mientras metía la llave en la puerta de entrada de su casa. Esperé hasta que estábamos dentro de su habitación sin ningún oído curioso para poder hablar. — Peor, todavía puedo sentir su lengua en mi garganta, ugh — Me estremecí y me dejé caer en su cama. — Cariño, eso no fue nada. Cuando tenía 13 años, Daniel, el chico que me gustaba me besó y entonces estornudó. En mi cara. — Ew, de acuerdo tú ganas, tu primer beso fue peor — Me estremecí. Se rió — Se vuelve mejor, lo prometo. — Ni lo pienses, no voy a volver a besar a nadie nunca más — Me paré de la cama y empecé a buscar la película en mi mochila. Ella rodo los ojos hacia mí y me quitó la película de mis manos para ponerla en su DVD— No puedes decir eso, es infantil. — Soy infantil entonces, no lo haré y ya está. Prefiero quedarme soltera con un montón de gatos. Ya terminé con la cosa de los amores platónicos. Muchas gracias. — ¿Con Ian Sumerland también? Dudé — Bueno, tal vez solo con chicos que en realidad están cerca. Verónica esbozó una sonrisa.

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— No entiendo porque las personas enloquecen con los besos — Continué. Sin embargo me encontré pensando en cómo hubiera sido besar a cierta persona que no lograba sacar de mi cabeza y me di un golpe mental para dejar de imaginar cosas que jamás ocurrirían. Sacudí mi cabeza con una mueca— Son incómodos y… babosos. — Creo que Marco solo es una mal besador o… no sabía que era tu primer beso. Mi boca se abrió — ¿Cómo no iba a saberlo? Probablemente estaba escrito en toda mi cara. — Te lo dije, solo se preocupa por él mismo. No creo que se dé cuenta de mucho. Me tapé la cara con la almohada amortiguando mis palabras— Me siento horrible. — Tranquila, siempre puedes vomitar si quieres — Me dijo con una risita. — No lo digo por eso — Me quité la almohada y la miré — ¿En qué clase de persona me convierte esto? ¿Que en cuanto obtiene lo que tanto deseaba entonces ya no lo quiere? Me quitó la almohada y la puso detrás de su cabeza — Te convierte en una persona normal, que se da cuenta de cosas que no había visto antes y recapacita. — Aun así me siento mal – Dije — Debería estar saltando en un pie de felicidad y en vez de eso estoy aquí quejándome por todo. — Puedes quejarte todo lo que quieras conmigo, vamos desahógate. Tomé un gran respiro y empecé a hablar —o a balbucear mejor dicho. — Todo este tiempo que pasé fantaseando con mi primer beso y ahora siento como si todo hubiera sido una pérdida de tiempo. Ni siquiera me siento diferente. Pensé que me iba a sentir diferente. Que iba a pensar en eso todo el día y que ni siquiera iba a poder dormir bien en la noche. Se supone que es casi la única cosa que podría contarles a mis nietos que no fueran cosas para adultos. Verónica se echó a reír — Aun puedes contarles un montón de cosas, solo tendrás que censurar algunas. — Pff, pues eso no tiene chiste. — Entonces puedes contarles lo mal besador que es Marco. ¡Oh! — Sus ojos brillaron con picardía — ¿Puedo… — Ni lo pienses. Hizo un puchero — Pero entonces no es divertido. 67

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— Nada de esto es divertido. — Bueno, pues tendrás que hacer algo. Una vez que un chico te besa hay un 50% de que quiera hacerlo otra vez. ***

Tenía un dolor de cabeza infernal. Supuse que se debía al examen de cálculo que habíamos tenido más temprano, porque de seguro murieron una o dos neuronas en el proceso. Estaba volviendo de la enfermería junto a Verónica, pero entonces ella se encontró con un chico a mitad de camino y se quedaron conversando. Así que seguí adelante para darles un poco de privacidad. Me detuve en una esquina y me recargué contra la pared. Elevé mis manos a mi cabeza y decidí quitarme la cinta que sostenía mi cabello para así aliviar un poco el dolor hasta que el remedio que me había dado la enfermera hiciera efecto. Empecé a peinarlo con mis manos, pero con un resoplido mejor sacudí la cabeza hacia adelante y luego hacia atrás para que se acomodaran donde deberían estar. Cuando alcé mi cabeza mis ojos inmediatamente quedaron trabados con los únicos ojos que al parecer no podía dejar de ver. Alex estaba parado a unos metros, pero aun así pude sentir mis mejillas comenzar a arder cuando comprendí que me había visto hacer el tonto con mi pelo. Tenía las mangas de su camisa arremangadas hacia sus codos y su corbata un poco floja. Nos quedamos mirando unos segundos que parecieron eternos hasta que un chico salió de lo que supuse era el baño de chicos y ambos empezaron a caminar hacia sus salas. — ¿Qué fue eso? Casi se me cae el alma al suelo — ¡Por dios, casi me matas Verónica! — Puse una mano en mi enloquecido corazón e intenté que se calmara un poco. — Solo porque estabas demasiado ocupada — Se paró más cerca y miró hacia adelante donde Alex y su amigo aun estaban a la vista y luego entrecerró sus ojos cuando se giró hacia mi— ¿Qué fueron todas esas miraditas? Tragué saliva y evité su mirada — No sé de que estas hablando. 68

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— Y no lo digo solo por ti. Alex no quitaba los ojos de encima tampoco. Empecé a caminar deseando que solo terminara de hablar, no quería oír esto. No quería hacerme ilusiones o imaginar cosas donde no las había. — No eran miraditas, nosotros solo… solo… Dios, olvídalo. No fue nada. No debía pensar demás sobre esto. Solo me estaba mirando. Eso no significaba nada. Verónica se me quedó mirando pensativa — Hmmm. — Además, besé a Marco — Dije en un arrebato intentando que sea lo que sea estuviera pensando se detuviera— No tengo derecho a seguir pensando en Alex después de eso. Ella palmeó mi hombro — Claro que si Feña, uno simplemente no maneja sus sentimientos. El que dejaras que Marco te besara no quiere decir que él tiene que gustarte ahora. Fruncí el ceño —Pero debería —Dije como una niña pequeña contradiciendo a su padres — Quiero decir, hice todo esto, lo de aprender a bailar para que él saliera conmigo y ahora… — Y ahora sabes que él no te gusta de verdad. — Si, pero… — Nada de peros, no quiero que sigas mortificándote más con esto. No podemos manejar lo que sentimos. Punto. Dejé salir en aliento en una larga exhalación — Esta bien. Verónica sonrió. — De todas formas no importa — Dije rápidamente — Alex está con esa chica y yo… — Suspiré — Tal vez debería ver qué pasa con esta cosa con Marco. La sonrisa de Vero cayó, suspiró exageradamente y luego empezó a caminar dejándome atrás.

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Consejo Nº13: Elimina los pensamientos negativos

Resulta que Verónica tenía razón. No sobre Alex, claro. Sino sobre Marco. Él intentó besarme unos días después, salvo que esta vez ambos estábamos en el pasillo con un montón de personas alrededor caminando hasta su próxima clase. Estábamos parados cerca de la pared para no interferir con los demás, hablando, porque él tenía que terminar un trabajo y no íbamos a poder quedarnos a ensayar. Alex apareció en mi campo de visión y me quedé mirándolo como una tonta. No quería hacerlo, juro que no, pero siempre que él estaba allí me costaba un montón de energía no mirarlo, mis ojos parecían tener mente propia. Mientras más evitaba verlo más me lo encontraba en cada pasillo del colegio. Era escalofriante. Marco giró su cabeza hacia donde estaba mirando y entonces sus ojos brillaron cuando volvieron a los míos. Apoyó su mano sobre la pared al lado de mi cabeza y entonces su rostro se acercó al mío rápidamente, pero en cuanto me di cuenta de lo que iba a hacer di vuelta mi cara haciendo que su beso aterrizara en mi mejilla. Era como si quisiera que Alex nos viera y no podía entender por qué. No recordaba que Alex me hubiera dicho algo sobre alguna disputa con él, ni siquiera lo había oído decir algo malo sobre Marco mientras yo hablaba de él sin parar en nuestras primeras clases. Él solo se quedaba allí escuchándome y ni una sola vez vi su expresión contraerse cuando oía su nombre. 70

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De acuerdo, tal vez solo estaba alucinando porque todo eso era bastante absurdo. — Uh, tengo que ir a buscar a Vero — Me escabullí debajo de su brazo y escapé lejos de Marco. Sabía que había dicho que iba a intentar ver lo que estaba pasando con Marco, pero no podía hacerlo justo en ese momento. No con Alex allí mismo. Me sentía… demasiado consciente de mi misma. Por suerte la puerta de la sala estaba abierta por lo que pude entrar y sentarme en uno de los primeros asientos. Saqué mi celular y me puse los audífonos. Tenía un montón de canciones en mi memoria SD, pero escuchaba aproximadamente el 15% de ellas, las otras no las borraba porque siempre pensaba que iba a querer escucharlas algún día... Subí el volumen y me detuve cuando una canción en particular empezó a sonar. Era Melodies de Madison Beer, la canción que tenía para cuando me llamaba Alex y al instante mi pecho se apretó. ¿Cuándo se iba a terminar este sentimiento?

***

Quería que se terminara ese sentimiento. O al menos olvidarlo. Así que lo intenté. Intenté concentrarme en el baile. Y en Marco. Por las próximas semanas dejé que pusiera su mano en mi espalda cuando hablábamos con alguien más, que me acompañara a casa casi todos los días, y que me llamara Fer delante de otras personas (Aunque Vero fruncía el ceño cada vez) 71

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Dejé que hiciera todo eso… Y se sentía total y absolutamente incomodo, más que incomodo. De hecho, estaba lo incomodo y luego estaba eso. No podía relajarme ni un solo segundo. Siempre estaba super híper consciente de mi misma. Y estaba empezando a sentirme culpable. Quiero decir, yo hice esto, me esforcé para que él me notara y ahora que lo había hecho no podía obligarme a sentir la más pequeña mariposa en mi estomago. Lo único que quedaba eran los nervios. Creo que eso era lo único que llenaba mi cuerpo los últimos días. Nervios de que él quisiera besarme otra vez ¿Lo haría? ¿Y qué haría yo cuando lo hiciera? ¿Lo besaría devuelta solo porque se suponía que debía hacerlo? Dios, esto me estaba exasperando. ¿Cuándo se había vuelto tan complicado? ¿O solo yo lo estaba haciendo complicado? ¿Dejaría de hacerme preguntas en algún futuro próximo?

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Consejo Nº14 No pienses en el próximo movimiento ni en el movimiento pasado.

Unos días después mientras caminaba junto a Verónica fuera del colegio, recordé algo repentinamente. — Ugh — Me detuve y me pegué en la frente con la mano. — ¿Qué pasa? — Se me quedó el libro que tengo que leer en la sala de baile cuando estaba ensayando con Marco. Verónica hizo una cara de asco y me reí. — Voy a tener que devolverme. Tenía la intención de avanzar un poco hoy. Si fuera por mi lo habría dejado allí y ya— ¿Hay algún libro mas enredado que La Ilíada? Había intentado leerlo unos días antes, pero no había entendido nada de lo que había leído en las primeras páginas así que tuve que dejarlo. Me di la vuelta para caminar en dirección contraria e ir a buscarlo pero Verónica tiró de mi mochila haciendo que casi me cayera de espalda. — Espera, ¿Has visto a Alex hoy? Mi estomago dio un vuelco al oír su nombre — Um, no. ¿Por qué? De hecho no lo había visto en todo el día. — Bueno, parecía diferente, como perdido en sus pensamientos. Lo saludé en el primer receso y ni siquiera me vio. Me encogí de hombros sabiendo que esto se iba a quedar dando vueltas en mi mente si seguíamos hablando, así que hice ademan de seguir caminando, pero al parecer Verónica aun quería seguir. — ¿Sabes si se queda en el colegio después de clases? 73

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— Algunas veces ¿Por qué? Apretó más su mochila a su espalda y sonrió. Su rostro me asustó, parecía estar maquinando algún plan malvado — Por nada, nos vemos después ¿Sí? Estiré mi mano para detenerla, pero ella ya estaba fuera de alcance — Espera, ¿Dónde vas? — Fruncí el ceño cuando la vi corriendo hacia las salas nuevamente. Suspiré y fui corriendo a buscar mi libro. Un poco más de media hora después me encontré pisoteando la calle mientras salía del colegio. Jamás había estado más enojada en mi vida. Mi cabeza latía y mi cara se sentía caliente. ¿Quién demonios se creía que era? La sangre se agolpó en mis oídos haciendo difícil escuchar más allá de la pulsación de mi corazón. Ni siquiera sabía hacia donde estaba yendo hasta que me encontré tocando su puerta con la fuerza suficiente para echar abajo la casa. — ¡Es un idiota! — Dije en cuanto Verónica me abrió la puerta. Ella se hizo a un lado para dejarme pasar y me tiré en su sofá. — ¿Quién? — Se sentó a mi lado y me miró. — ¡Marco! — ¡Aleluya! — Levantó sus brazos hacia el cielo riéndose — ¡Mis plegarias han sido escuchadas! ¿Qué pasó? Le conté con lujo de detalles todo lo que había oído ya que las palabras aun estaban nadando en mi mente como peces buscando que comer. *** La puerta había estado entreabierta cuando había llegado a la sala e iba a empujarla cuando escuché a alguien decir mi nombre. Me quedé congelada con la mano en la puerta y la bilis en mi garganta. — ¿Quién, Fernanda? — Dijo Marco y después se echó a reír — Nunca me gustó. Solo estaba tratando de decirle que no podía salir con ella con delicadeza. Así que lo único que se me ocurrió decirle fue que me gustaba, pero que no podía estar con ella porque no sabía bailar. 74

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Mi mente me estaba diciendo que corriera, que no quería escuchar más de lo que estaban diciendo, que esto era suficiente — ¡Él es un idiota, vete ya! — Pero mi cuerpo tenía otras ideas y mi cabeza se acercó aun más a la puerta para escuchar mejor. — ¿Y ella te creyó? — Preguntó un chico cuya voz no pude reconocer. — Es muy ingenua. No puedo creer que le pidiera a ese idiota que le enseñara a bailar. — Pero funciono ¿No? — Si, no podía creerlo cuando los vi bailando por primera vez aquí — Se rió — Es bastante buena, estoy bastante seguro de que ganaremos fácilmente. Además sé que ese idiota de Alex le molesta que estemos juntos y eso es un gran plus. — ¿Y qué vas a hacer después? Ella va a seguirte como un cachorro enfermo de amor. — Solo le diré que ya no me gusta más. — Vas a romper su corazón de niña pequeña. —Ya lo sé. Ella está muerta por mi — Rió fuerte— Pero ¿A quién le importa? Habrá servido a su propósito y ya no la necesitaré más. *** En cuanto terminé de contarle a Vero lo que había escuchado se levantó de un salto con sus manos en forma de puños. Tomé su brazo y la detuve — ¿Dónde vas? — A dejarlo sin herederos. — No — Me reí mientras mi ira disminuía después de exteriorizar mi enojo— Está bien. Aunque quiera hacerle pagar por todo lo que dijo. No merece la pena. — Bueno… — ¿Qué? — ¿Qué vas a hacer con lo del concurso? Suspiré — Creo que lo mejor sería que lo dejara. — Pero solo faltan tres días. 75

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Fruncí el ceño. Era verdad, el concurso era este sábado. No quedaba casi nada. Ya hasta había comprado la ropa que iba a usar — Ya lo sé, pero no puedo seguir bailando con él sabiendo todo lo que dijo. — Bueno, ya te sabes bien los pasos ¿No? — Preguntó empezando a caminar por su sala, se detuvo y me miró. Asentí — Entonces ya no es necesario que sigas ensayando con él, solo espera hasta el sábado, baila con él y listo. Al menos habrás cumplido. Verónica tenía razón. Solo tenía que esperar hasta el sábado. Bailar y listo. Fue difícil sin embargo, le mandé un mensaje el jueves a Marco diciéndole que tenía que estudiar para un examen importante y que no me quedaría a ensayar y el pareció entenderlo. Pero al día siguiente cuando inventé otra excusa poco convincente, me interceptó en la salida del colegio preguntando si había algo mal y Dios sabe que no soy una persona agresiva, pero sentí tantas ganas de abofetearlo que tuve que agarrar mi bolso con fuerza para evitar que mi puño se estampara en su mandíbula. ¿Qué me había gustado de él de todas formas? ¿Era su cabello con reflejos rubios? ¿Su nariz perfecta? ¿Sus ojos claros? Ahora me daba cuenta de que nada de eso importaba. El podía ser hermoso por fuera, pero eso no garantizaba que lo fuera por dentro. Solo fue un enamoramiento estúpido. — Está todo bien, solo no me estoy sintiendo muy bien en estos momentos — Era verdad. Estar tan cerca de él en realidad me hacía sentir mal. Todas las cosas que había dicho sobre mi bailaban alrededor de mi cabeza y solo quería empujarlo para luego correr lejos. — ¿Quieres que te acompañe a tu casa? —Gracias por tu gran amabilidad — Anuncio verónica tomando mi brazo y salvándome de responder — Pero yo la voy a acompañar. 76

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Marco frunció el ceño. — ¿Hay algún problema con eso? — Verónica se paró frente a él elevando sus cejas. Él le sonrio ampliamente como si estuviera jugando con ella — No, claro que no. No hay ningún problema. — Bien — Verónica tiró de su pelo hacia atrás de su hombro casi golpeando la cara de Marco y luego tomó de mi brazo para que nos fuéramos. Más tarde ese día Marco me llamó para saber si ya me sentía bien porque quería que nos juntáramos una última vez para dejar todo listo y acordar bien lo que íbamos a hacer, ya que mañana era la presentación, pero Verónica interceptó mi celular y le dijo que yo necesitaba descansar y le colgó cuando él empezó a discutir. Estábamos en mi habitación viendo el DVD de High School Musical 3 — Por segunda vez ese día — y ambas estábamos sentadas en la alfombra, apoyadas en un montón de cojines. Sin embargo, ella había estado más tiempo con su celular del que había visto la película. Sus dedos se movían con agilidad y precisión sobre el teclado de su celular tan rápido que estaba empezando a marearme. — ¿Con quién estas hablando tanto? Le sonrió al celular y entonces rápidamente lo apagó y me miró dándome una sonrisa — Con Álvaro. No sé por qué, pero no le creí. La miré de reojo detenidamente estrechando mis ojos, pero solo me dio una mirada de- ¿Qué? Yo no hice nada. Que no me dejó para nada tranquila. — ¿Podemos ver otra cosa? Ya he visto esta película un montón de veces. Me sé los pasos de memoria. — ¿En serio? ¿Estas segura? — Si — Le fruncí el ceño por estar tan entusiasmada, pero me ignoró — Los repasamos con Alex luego de que pude apoyar bien mi pie. 77

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— Genial. — ¿Vas a explicarme ahora porque quieres que la vea? — Um… — Ella fingió pensarlo — No. — Bien — Suspiré. Una vez que terminó y que le supliqué a Verónica que viéramos algo mas, ella empezó a cambiar de canales rápidamente y lo dejo en The Vampire Diaries. — Ah, no estoy de humor para ver eso. Elena me pone de los nervios. Verónica cambio de canal a una película — Si, a mi también. — Me gusta cada vez más la idea de Damon Con Bonnie. — ¡Siiii! ¡Vamos BAMON! Nos reímos y chocamos las manos. — Si no hubiera sido por Damon, ya habría dejado de verla hace rato. — Si — Estuvo de acuerdo conmigo — Y Stefan. Me di la vuelta para mirarla y elevé mis cejas — ¿Te gusta Stefan ahora? — ¿Qué tiene? — Me miró con expresión soñadora — Es guapo y romántico. Si Elena no lo quiere entonces yo sí. La empujé por el hombro y ella se rió. No sabía que habría hecho sin ella esta noche. Probablemente estaría entrando en un ataque de pánico por lo de mañana. — ¿Quieres comer algo? Puedo hacer palomitas. Gemí y toqué mi estomago — No gracias, mi estomago no estaría feliz con eso. De hecho apenas y pude comer en todo el día. Mi estomago estaba apretado y tuve ganas de vomitar casi todo el día. — ¿A qué hora dijiste que es la presentación? 78

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Pensé en ello — Um, como a las 3. Pero somos los primeros así que tenemos que estar allí lo antes posible. — Bien, llegaré antes de eso así puedo maquillarte y ayudarte a vestirte. — No creo que… — Sabes que tengo buen gusto. No voy a maquillarte como un mapache. Solo haré resaltar más tus ojos y listo. — Está bien — Me relajé — Gracias. — Cuando quieras. Para eso estamos las hermanas grandes. Sonreí — ¿Crees que es demasiado tarde para cambiarte por Miguel?

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Consejo Nº15: Intenta bailar con alguien con quien te sientas a gusto.

El temido día ya estaba aquí. Casi no pude dormir. Mi corazón latía desbocado a pesar de que no estaba haciendo nada. Podía ver mi camiseta moverse con cada latido. Hice lo que pude para poder calmarme. Puse un poco de música en la mañana para poder animarme un poco y después repasé los pasos en mi cabeza una y otra vez. Se estaba haciendo tarde y estaba esperando a que Marco me llamara, pero no lo había hecho. Tal vez estaba molesto porque no me había juntado con él como quería, pero no me importaba si lo estaba. Estaba agradecida de que Vero estuviera conmigo o tal vez no hubiera podido ser capaz de no aceptar. Pero a pesar de todo no iba a fallar a propósito, aunque él se lo mereciera por haber estado engañándome. ¿No podía haberme dicho que no le gustaba como cualquier chico normal? Yo lo habría aceptado. Habría estado triste algunos días, pero lo habría superado. Pero no, él tenía que venir y decirme esa tontería del baile. Y ahora estaba aquí. Sintiendo como si fuera a vomitar en cualquier momento. Papá pasó cuando estaba lavando la loza después de almuerzo y besó mi mejilla. — Quiero decirte que pase lo que pasé hoy, estoy orgulloso de ti. Eso me hizo sentir mejor. — Rómpete una pierna hermanita. Le disparé la mirada más cargada de oído que pude conjurar a Miguel. — ¿Qué? — Levantó sus brazos — Es lo que se dice. — Si, en el teatro. No cuando estas a punto de bailar. 80

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Hizo una mueca — Como sea, te va a ir bien. No bailas mal. Elevé mis cejas. — ¿Qué? Te vi bailando una vez en el colegio. Al menos no vas a avergonzarte. Lo caminar hacia la sala para luego derrumbarse sobre el sofá. El timbre sonó. Mi papá estaba en su oficina. Y sabía que Miguel no se levantaría aunque su vida dependiera de ello, así que sequé mis manos en un mantel y me apresuré a abrir la puerta. — ¿Qué… — Me detuve. Marco estaba frente a mí. Salvo que no lucia como él en lo absoluto. Estaba desarreglado y despeinado. Pero eso no era lo sorprendente. Lo sorprendente era que su mandíbula estaba tan hinchada que era como si cuello casi no existiera. Lo miré horrorizada. — ¿Estas bien? ¿Qué te pasó? Me hice a un lado para que pasara, pero él no se movió de donde estaba. — ¿Qué me pasó? — Se puso a reír — Estoy seguro de que ya lo sabes. Y ya que no hay forma de que vaya a salir así frente a un montón de personas, todo esto se fue al demonio. Yo perdí. Así que tú perdiste conmigo. No calculaste bien eso. Estaba consciente de que me boca se encontraba un poco abierta, pero no podía evitarlo. Parpadeé un par de veces mientras él se daba la vuelta hecho una furia sin siquiera dejarme hablar. ¿Qué había pasado? estaba subiéndose a un auto con alguna chica dentro que me miró de una forma que me hizo estar agradecida de que las miradas no mataran. Justo antes de que arrancaran el auto otro se detuvo detrás de el. Vero se bajó con gracia del asiento del pasajero y caminó con paso majestuoso a mi casa. Entonces vio a Marco y se puso a reír. — Veo que te dieron lo que merecías. ¡Bien por ti! Marco le levantó un dedo — No diré cual — Por encima del vidrio de la ventana del auto y Vero solo sonrió un poco más. Me sentía demasiado decepcionada de saber que me había gustado alguien así. Pero sobre todo estaba confundida. Demasiado confundida. 81

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Vero me abrazó con fuerza y luego tironeó de mí hacia el auto. — ¿Qué estas haciendo? ¿Dónde vamos? — Al concurso ¿Dónde más? Vamos, ya estamos atrasadas — Giró su cabeza hacia atrás y gritó hacia mi casa — ¡Nos vemos allí señor Santibáñez! — Pero, pero… — Comencé a balbucear. Eso no tenía sentido. Nada tenía sentido — No puedo ir, Marco no se va a presentar. Está enojado conmigo porque ya no tiene cuello. Lo que no tiene sentido. Yo no lo golpeé. Vero sonrió y me empujó hasta que entré en los asientos de atrás. Álvaro me saludó desde su lado del conductor con una mano mientras con la otra comenzaba a mover el auto— Hey Feña. — Esperen — Puse una mano sobre la puerta de mi lado del auto — Ni siquiera tengo mi ropa. Vero se deslizó junto a mí dando un portazo detrás de ella y luego se inclinó para bloquear la puerta. — No hace falta, tenemos todo lo que necesitamos aquí. Sacó un pequeño bolso y empezó a sacar un montón de maquillaje, sombra de ojos, rubor, base, lápiz labial y otras cosas que yo apenas y conocía. — Pero, pero yo… — Shhh, soy muy buena en esto. Maquillo a mi mamá de camino a su trabajo todo el tiempo. — Pero Vero… — Cierra un poco tus ojos. No sé lo que estaba haciendo. Jamás me había maquillado. Lo único que usaba como maquillaje — si se podía llamar así — era un par de brillos labiales con sabor a frutas. Encrespó mis pestañas tanto que casi podía verlas cuando pestañaba a la luz del sol, luego sacó un delineador de ojos y se movió más cerca de mí. — Vero… — Abre tus ojos. 82

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— ¡Los tengo abiertos! — No, ábrelos más. No pestañees tanto. — ¡Esto es una pérdida de tiempo! Terminó con mis ojos y después se movió hacia mi boca — Nada de lo que yo hago es una pérdida de tiempo. Ahora abre un poco tus labios — Pasó un lápiz labial por mis labios y apenas y pude ver qué color era. Solo esperaba que fuera un color adecuado. No quería parecer como una niña de 10 años jugando con el maquillaje de su madre. — Ahora haz así — Frotó sus labios uno contra el otro y la imité — Bien, bien. — Tienes que decirme que está pasando – Dije — No puedo ir al concurso. No tengo con quien bailar. Había un brillo extraño en sus ojos cuando me sonrió que no hizo nada para calmar a mi estomago — Ahora, eso no es del todo cierto.

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Consejo Nº 16 Siempre acepta cuando alguien te pida bailar. Sobre todo si es la persona correcta.

No tuve tiempo para ponerme nerviosa. Tan pronto como habíamos llegado verónica me había empujado hacia los vestidores desvistiéndome tan rápido que apenas y tuve tiempo de estar avergonzada. El vestido que me había puesto era hermoso. Era principalmente tapado en el frente, pero con la espalda descubierta y la parte de abajo se alzaba sobre mis rodillas rozando suevamente mi piel mientras caminaba. También me había puesto un par de zapatos negros y echado a mi cabello una especie de crema para peinar que lo había dejado oliendo a almendras. El aroma me hizo marear. Verónica estaba frenética mientras movía mi cabello con sus manos, sus ojos fijándose en cada centímetro que podría no estar perfectamente arreglado. Tan pronto como oí la voz del presentador, mi corazón comenzó a golpear dolorosamente contra mis costillas. Vero tiró de mi brazo y luego me empujó hacia el escenario. — Ve, ve. Lo harás estupendo. Iba a tener otro ataque de ansiedad. Podía sentirlo. Las luces molestaban mis ojos y parpadeé para enfocarme. Pude ver al jurado, a las personas sentadas detrás de ellos. Tragué saliva. Eran demasiados. Iba a desmayarme. El presentador estaba diciendo algo, pero no estaba oyendo nada de eso, porque allí, justo allí caminando desde la otra salida de los vestidores estaba Alex. Alex. Alex. Alex. Lo miré como no me había atrevido a mirarlo desde hace semanas. Llevaba pantalones oscuros y una camisa azul que combinaba con mi vestido. Había una sonrisa jugando en sus labios. 84

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Se detuvo frente a mí y me ofreció su mano. — ¿Bailas conmigo? Mi cabeza estaba llena de preguntas, pero mi brazo se alzó rápidamente para aceptar su mano. Caminamos hasta el centro del escenario. Las luces se movieron hacia nosotros aun más que antes y no fue hasta ese momento que me di cuenta de que ni siquiera sabía que íbamos a bailar. Comencé a sentir pánico. Solo un poco. La mano de Alex se deslizó de la mía y dio unos pasos hacia atrás. Estuve a punto de objetar cuando la música empezó. Entonces sonreí. Alex me ofreció su mano nuevamente mientras Can I Have This Dance sonaba de fondo. No podía quitar mis ojos de él. Parecía como si no lo hubiera hecho desde hace años. Sus ojos oscuros parecían brillar con las luces. Tampoco apartó sus ojos de los míos. Mientras me miraba se sintió como si solo estuviéramos nosotros dos, en la sala del colegio, en mi casa. Mis nervios se esfumaron. Nuestros pies se movían con perfecta sincronía, como si lo hubiéramos hecho durante meses. Sus manos en mi cintura se sentían tan familiares y nuevas a la vez. Habíamos hecho esto antes, un montón de veces antes, pero todo parecía diferente ahora. Sentía como si estuviera pisando nubes. Como si mis pies volaran sobre el escenario. Todo mi cuerpo sentía como si estuviera a metros sobre el suelo. Nos movimos uno frente al otro. Una mano sobre su hombro, la otra sosteniendo su mano. Se sentía tan cálida contra la mía. Mi corazón latía tan serenamente que por un segundo estuve preocupada de que no estuviera latiendo con normalidad. Pero no era eso. Estaba bien. Simplemente estaba demasiado cómoda con esto. Con Alex. Con nosotros juntos haciendo esto. Incluso olvidé por esos extraños, cortos y largos minutos, que había un montón de personas mirándonos, que mi padre estaba allí, mi hermano, los jueces. Por un momento todo lo que había en mi mundo era Alex, sus cálidas manos, sus fuertes y cómodos brazos que me aseguraban que no iba a caerme.

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Cuando la última vuelta fue hecha, cuando la última palabra fue dicha de la canción, apenas y fui consciente de las personas aplaudiendo. Alex me estaba sonriendo. Y entonces me estaba besando. Pude evitar que lo hiciera. Él me dio esa opción. Su nariz permaneció presionada sobre mi mejilla esperando a que me apartara, pero no lo hice. Levanté mi cabeza hacia él aceptando lo que él quería. Lo que yo quería. Mi corazón corrió tan rápido que pensé que podría arrancarse de mi pecho y correr fuera de mi cuerpo. Su mano permaneció en mi mejilla y fue perfecto. Así es como un beso se debe sentir, pensé. O tal vez así es como se siente cuando te besa la persona por la que estabas esperando. Nos apartamos y sentí más que vi su sonrisa. Su respiración chocó contra mi nariz. Me encantaba que con estos zapatos pudiéramos estar casi a la misma altura. Que sus labios estuvieran justo allí. — He querido hacer esto desde hace tanto tiempo – Susurró. Lo miré con sorpresa — ¿De verdad? Sus ojos se ampliaron como si no hubiera querido haber dicho eso en voz alta. Nos quedamos mirando hasta que alguien puso su mano en mi brazo— Chicos, deben salir. Miré hacia los lados, sorprendida de ver que aun permanecíamos en el centro del escenario y la próxima pareja estaba esperando a que saliéramos para poder entrar. Mis mejillas se encendieron. Literalmente. Se sentía como un incendio en mi rostro y cuello. Alex tomó mi mano y caminamos rápidamente hasta los vestidores que ahora se encontraban casi vacios. Cuando estábamos a medio camino me detuve y quité mi mano de la suya. Mi cerebro comenzando a funcionar nuevamente. ¿Esa era la chica del curso de baile de Alex? Fruncí el ceño y eché un vistazo hacia afuera. Era ella. Estaba bailando. Con otro chico. Estaba bailando con otro chico. Me volví hacia Alex nuevamente totalmente confundida — ¿La que está bailando allí no es la chica que iba a bailar contigo?

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Él ya estaba moviendo su cabeza desde que había empezado a hablar — No, ella iba a bailar con su novio. Siempre lo estuvo. Moví mi cabeza confundida — Pero, no entiendo ¿Ella no te gustaba? — ¿Qué? No — Se acercó y tomó mis manos en las suyas — Apenas la conozco. Solo quería ayudarla. Estaba triste cuando su novio se fracturó el tobillo, pensaba que no iba a dar un buen rendimiento por no poder ensayar y me ofrecí a ayudarla mientras él se recuperaba. Eso es todo. Yo ni siquiera tenía pensado bailar hoy. Mi cabeza intentaba ponerse al día con lo que me estaba diciendo, pero era demasiado. Eso junto con la adrenalina de haber bailado frente a otras personas y el beso. Dios, el beso. Alex me había besado. Todavía no podía creerlo. — Entonces – Dije confundida — ¿Por qué estabas aquí? — Vero… — Vero — Dije dándome cuenta de que ella había hecho todo esto. Claro que sí. La pregunta era ¿Cómo lo había hecho? —Ella solo me dijo que viniera hoy. Después de decirme como cien veces que viera HSM3. Lo que solo ahora tiene sentido. Sonreí. Vero era una genio. Si me hubiera dicho todo lo que estaba tramando estaba cien por ciento segura de que no habría venido hoy ni aunque me hubiera arrastrado hasta aquí. Pasé mis dedos por una de sus manos casi sin pensar y me sobresalté cuando sentí unas raspaduras en sus nudillos. — ¿Qué te pasó en la mano? Rápidamente deslizó su mano de la mía y la pasó encima de su cabello alborotándolo. — Yo… — Su rostro se tensó como si estuviera recordando algo que no le gustaba en lo absoluto — Lo siento. Pero estaba tan enojado cuando supe lo que dijo sobre ti que… — ¿Tu golpeaste a Marco? — Pregunté cuando la realización me golpeó. Marco pensaba que yo sabía que lo habian golpeado. De hecho, fue como si me hubiera echado la culpa a mí. — No suelo hacer estas cosas, pero él estaba justo allí cuando Verónica me contó lo que había pasado. No se merece todo lo que hiciste por él.

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Llevé mi mano a su mejilla y la pasé por su mejilla intentando que la tensión abandonara su rostro — Tienes razón, él no se lo merecía, pero no me arrepiento de haber hecho lo que hice. Tomar clases contigo valió la pena. — Si, al menos puedo agradecerle eso. Jamás te habría conocido de no ser por eso. Mi corazón se encogió cuando recordé la forma en la que se había alejado. Como me había hecho sentir como si fuera alguien que le era vagamente familiar cuando me veía. Miré hacia mis pies — ¿Por qué te alejaste así? Pensé… — Fui un idiota. Mi cabeza se levantó con su declaración. Cerró sus ojos como si no pudiera mirarme justo ahora. Como si lo que tenía que decir fuera doloroso — Ese día en la playa, me di cuenta de que estabas empezando a gustarme como más que una amiga y sabia que eso no saldría bien. A ti te gustaba Marco. Lo sabía. Y no quería estar en el medio. Me dije que era lo mejor, sin nuestras clases tú tendrías tiempo para pasar tiempo con él y sabia que el terminaría pidiéndote bailar con él. Era lo que querías y habría sido injusto de mi parte decirte como me sentía. Se detuvo y abrió sus ojos— Pero entonces no dejaba de verte en todas partes, Dios, me estaba volviendo loco. Sonreí. Era exactamente como me había sentido cada vez que lo veía. Sonrió al ver mi sonrisa y entonces me miró como jamás nadie me había mirado antes. Profundamente — Te dije que solo saldría con alguien cuando me gustara de verdad. Y tú me gustas Fernanda, más que nada. Mi corazón se hinchó el doble con sus palabras — Tu también me gustas — Susurré. Sonrió ampliamente y miró mis labios. Yo también miré sus labios. Quería decir solo bésame ya, pero en su lugar me sonrojé por lo que estaba pensando. Tal vez me había vuelto menos tímida, pero eso no quería decir que fuera a decir todo lo que pasaba por mi cabeza. Su sonrisa se amplió aun más si eso era incluso posible. Quise taparme mis mejillas con mis manos para superar el calor, pero entonces él se alejó unos pasos y extendió su mano como lo había hecho antes en el escenario. — ¿Me concedes este baile? — ¿Aquí? 88

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— Shhh, baila conmigo. Tomó mi mano en la suya y me dio una vuelta para luego atraerme hacia él haciéndome sonreír. Descansé mi cabeza en su pecho y dejé que el momento me envolviera. La pareja de baile seguía en el escenario y su suave música calmó mi ritmo cardiaco. — ¿Crees que hay una posibilidad de que podamos ganar? — ¿Hmmm? Me reí de la forma adormilada en la que sonó su voz y me alejé un poco para mirarlo. — El concurso. ¿Crees que ganamos? — No lo sé, pero estoy seguro de que yo si lo hice.

FIN

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… ¿Cómo es que Un beso puede cambiar tantas cosas? Julieta Rose ha odiado toda su vida a Sebastián, el más arrogante y desagradable chico de su colegio, entonces ¿como es que un beso, un tonto e impulsivo beso puede hacer que ella comience a pensar en el cómo guapo y divertido? Tal vez se está volviendo loca, tal vez si pretende que ese beso jamás sucedió, entonces tal vez sus extraños y confusos sentimientos desaparezcan también. Pero ¿cómo lograrlo si tiene que verlo cada segundo de cada maldito día? Su pequeño plan de amnesia post beso se va por el retrete, pero ella hará cualquier cosa con tal de alejarse lo más posible de Sebastián, incluso si tiene que mentir y confabular en el proceso.

Esta historia y muchas más en...

http://alexiandra.blogspot.com/

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