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I. Un modelo comunicativo

I. Un modelo comunicativo

I.1. Podemos escoger una situación comunicativa entre las más sencillas.4 En la zona inferior de un valle se desea conocer el momento en que un embalse situado en la cuenca de dos montañas, llega a un nivel de saturación determinado, que llamaremos nivel de alarma.

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Consideremos el nivel de alarma como punto 0.

Si hay o no agua; si la hay por encima o por debajo del nivel 0; en qué grado lo rebasa; con qué velocidad es evacuada, etc. Todo esto —y otras cosas aún— constituye una serie de informaciones procedentes del embalse, al que debemos considerar como una fuente de información.

Supongamos que en el embalse existe un aparato (una especie de flotador) que, al ser alcanzado el nivel 0, sensibiliza un aparato transmisor capaz de emitir una señal (eléctrica, por ejemplo). Esta señal circula por un canal (un conductor eléctrico, un sistema de ondas radiofónicas, etc.) y es captado en el valle por un aparato receptor; este receptor realiza una reconversión de la señal en una forma determinada, constituyendo el mensaje dirigido al destinatario. En nuestro caso, el destinatario es otro aparato debidamente preparado que se dispara, corrigiendo la situación de partida (por ejemplo, un mecanismo de feed-back que procura la evacuación del agua embalsada).

Una cadena comunicativa de esta clase es la que actúa en muchos aparatos llamados homeostatos y que, por ejemplo, hacen que una temperatura no llegue nunca a exceder de un límite prefijado, y corrigen la situación térmica de la fuente cuando reciben un mensaje debidamente codificado. En una comunicación radiofónica podemos identificar la misma cadena: la fuente informativa es el emisor del mensaje el cual, habiendo identificado un dato como un conjunto de hechos a comunicar, lo hace llegar al transmisor (micrófono), que lo convierte en señales físicas que circulan por un canal (ondas hertzianas), y son recogidas por un receptor que las vuelve a convertir en mensaje (sonidos articulados) para que las reciba el destinatario. Cuando hablo con otra persona mi cerebro es la fuente informativa y el

4 El ejemplo que sigue se ha tomado del ensayo de TULLIO DE MAURO, Modelli semiologici —L’arbitrarietà semántica, en “Lingua e stile”, I, 1. Es una de las iniciaciones más claras y útiles a los problemas de la codificación.

suyo el destinatario; mi sistema vocal es el transmisor y su oreja el receptor [Weaver, 1949].

Pero, como veremos, cuando insertamos a dos seres humanos en los dos extremos de la cadena, la misma relación queda automáticamente complicada; volvamos, pues, a nuestro modelo, con una máquina en cada polo opuesto.

I.2. Para advertir al destinatario exactamente en el mismo momento en que el agua llega al nivel 0, es preciso enviarle un mensaje. Vamos a concebir este mensaje como una lámpara que se enciende —aunque es bien patente que el aparato destinatario, que no dispone de órganos sensitivos, no tiene necesidad de «ver» una lámpara encendida; puede bastar otra clase de fenómeno, como el disparo de un interruptor, o la apertura de un circuito. Pero continuamos imaginando el mensaje en forma de lámpara, para mayor comodidad.

La lámpara ya constituye un inicio de código: «lámpara encendida» significa «nivel 0 alcanzado», mientras que «lámpara apagada» significa «por debajo del nivel 0». El código establece una correspondencia entre un significante (la lámpara encendida o apagada) y un significado. En el caso que nos ocupa, el significado es solamente la disposición del aparato para responder de cierta manera al significante. De todas maneras, incluso en este sentido el significado se distingue del referente, es decir, del fenómeno real al cual se refiere el signo (o sea, el nivel 0), porque el aparato no «sabe» que el agua ha llegado a cierto nivel, sino que ha sido instruido para atribuir cierto valor a la señal «lámpara encendida», y reaccionar adecuadamente.

Por otra parte, existe un fenómeno conocido por ruido. El ruido es una perturbación que se introduce en el canal y puede alterar la estructura física de la señal. Puede tratarse de una serie de descargas eléctricas, de una interrupción repentina de corriente que provoca que el accidente «lámpara apagada» (por interrupción de corriente), sea interpretado como mensaje («agua por debajo del nivel 0»).

Se ha producido una situación comunicativa que corresponde al esquema de la página.

I.3. Para reducir al mínimo los riesgos de ruido, debemos complicar el código. Supongamos ahora que se colocan dos lámparas, A y B.

Cuando está encendida A, significa que todo está en orden; cuando A se apaga y se enciende B, quiere decir que el agua rebasa el nivel 0. En este caso, hemos doblado el «gasto» de la comunicación, pero hemos reducido la posibilidad de ruido. Una interrupción de corriente apagaría las dos lámparas, y en el código que hemos adoptado no está prevista la posibilidad «dos lámparas apagadas»: por tal razón, estamos en condiciones de distinguir entre las señales y las no-señales.

Pero aún existe el riesgo de que una avería eléctrica singular provoque que se encienda A en vez de B, o viceversa. Para evitar este riesgo, nos veremos obligados a complicar aún más las posibilidades combinatorias del código. Introduciremos dos lámparas más y así dispondremos de una serie, A B C D, con la cual podremos indicar que /AC/ es igual a nivel de seguridad y /BD/, equivale a nivel 0. De esta manera se habrán reducido las posibilidades de que una serie de perturbaciones en el canal pueda alterar el contenido del mensaje.

Esquema 1 El proceso comunicativo entre dos máquinas

RUMOR

FUENTE TRANS MISOR SEÑAL CANAL SEÑAL RECEP TOR MEN SAJE DESTINA TARIO

CÓDIGO

Se han introducido en el código ciertos elementos de «redundancia»: al usar dos lámparas contrapuestas a otras dos, para expresar lo que se podía indicar mediante la simple alternativa de encendido-apagado de una sola lámpara, reiteramos el mensaje, apoyándolo en una especie de repetición.

Pero la redundancia no quiere decir solamente que podamos repetir el mensaje para hacerlo más seguro: quiere decir también que, con el código complicado de esta manera, podemos comunicar otros tipos de mensajes. En realidad, el código que dispone de los elementos ABCD permite diversas combinaciones, tales como A - B - C - D - AB - BC - CD - AC -BD - AD - ABC - BCD - ACD - ABD, y también las formas alternas /AB - CD/, o bien /A - C - D - B/, etc. El código fija un repertorio de símbolos, entre los cuales podemos escoger algunos, a los

que atribuiremos determinados fenómenos. Los restantes pueden permanecer como reserva, como posibilidades no significativas (que pueden ser reconocidas en los casos en que sean comprobadas por ruido) y en disposición de indicar otros fenómenos dignos de comunicación.

Entre las posibilidades preestablecidas, nuestro código puede facilitar más indicaciones, además de señalar el nivel de alarma 0. Puede señalar también una serie de niveles que irán desde la tranquilidad absoluta al pre-peligro (y que podemos llamar nivel -3, 2, - 1, etc.) y otra serie de niveles por encima del grado 0 (+ 1, + 2, +3, etc.), señalando desde la situación de alarma hasta la de peligro máximo. A cada uno de estos niveles corresponderá una combinación del código (realizada por medio de instrucciones previas comunicadas a los mecanismos transmisores y receptores).

I.4. ¿En qué se funda la transmisión de una señal, en un código de esta especie? Simplemente, en una elección alternativa, que podemos definir como una oposición entre «sí» y «no». O la lámpara está encendida, o está apagada (o pasa la corriente o no pasa). El procedimiento no varía, incluso en el caso en que el aparato destinatario tenga que contestar, de acuerdo con ciertas instrucciones recibidas, a la descarga de un interruptor o a la comunicación de un impulso. Se trata de una oposición binaria, de una oscilación máxima entre 1 y 0, entre sí o no, entre abierto o cerrado.

No vamos a dilucidar si el método binario —utilizado en la teoría de la información— es el artificio más sencillo para describir la transmisión de una información, o bien si cualquier tipo de información se basa siempre y en todas partes en una mecánica binaria (es decir, si nos comunicamos siempre mediante una serie sucesiva de selecciones alternativas).

Lo cierto es que distintas disciplinas, de la lingüística a la neuropsicología, utilizan el método binario para explicar los procesos de comunicación. Ello indica que resulta preferible a otros, al menos por razones de economía.

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