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III. La eliminación ideológica de las ideologías
sucede lo contrario, y nos vemos obligados a considerar la estructura del mundo en los términos impuestos por el sistema de reglas generativas del código. En este caso, el lenguaje determina la cultura y no la cultura al lenguaje.
III. La eliminación ideológica de las ideologías
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III.1. Ahora deberíamos hablar de los universales del lenguaje. El sistema Alfa-Beta sería un branch system, pero no como fenómeno cultural, sino como eventualidad natural.
Esta eventualidad natural es conocida como Mente o Espíritu Humano. Admitiendo esta solución, sería difícil hablar de la semiótica como de una crítica de las ideologías. La ideología sería la forma natural que los sistemas semánticos asumen, a falta de leyes sintácticas. Todo intento de crítica representaría a su vez la segmentación «ideológica» de la substancia del contenido. A todo esto contestamos con mayor detalle en D. Por ahora nos basta con formular esta observación.
III.2. Supongamos un mensaje metasemiótico A, que dice: «Estudiando la estructura profunda del lenguaje, descubrimos que todas las ideologías relativas se formulan de acuerdo con las leyes de un Legos Universal». Hasta que no se demuestre de manera incontrovertible que A es científicamente verdadero, A continúa siendo una típica y conocidísima fórmula ideológica. Lo ha sido durante toda la historia del pensamiento humano. A lo largo de los siglos ha adquirido las formas filosóficas más dispares, pero nadie puede negar que siempre ha sido una afirmación metafísica.
Si admitimos esta aserción metafísica, la «ideología» no será el dato cultural que la semiótica debe individualizar y resolver en términos propios: es un razonamiento filosófico que interviene para infiltrar el razonamiento metasemiótico que la semiótica hace sobre sus propias bases.
Solamente en el momento en que se demostrara la hipótesis de los Universales del Lenguaje, el mensaje A dejaría de ser «ideológico» (o metafísico), en cualquiera de las acepciones del término, para ser, a lo más, un mensaje metaideológico. Pero estamos obligados a señalar el peligro de un razonamiento semiótico que intente reducir la influencia de las ideologías sobre los códigos sintácticos, basándonos en una
hipótesis que hasta hoy ha sido ideológica. ¿Hasta qué punto su naturaleza ideológica no está condicionada por la demostración científica de la propia hipótesis?
III.3. Desde luego, hay una salida para este problema. Se puede argüir, como hemos dicho, que todo sistema sintáctico refleja la estructura de los sistemas semánticos, aunque no completamente; que el sistema sintáctico refleja la estructura de los sistemas semánticos de una manera selectiva y no automática; que la relación entre lenguaje y cultura no tiene solamente un sentido y que es problemática; que la lengua, como sistema primario de modelización, no está completamente determinada por los sistemas secundarios de modelización y puede calibrarlos y controlarlos hasta cierto punto, etc. Todo esto quiere decir que a base de códigos se pueden emitir mensajes ambiguos, altamente informativos, que obligan a los códigos a reestructurarse continuamente. A nivel de la parole, podemos poner en crisis la langue, y salir de esta manera de la prisión en la que la langue nos encierra. Y en realidad, en toda actividad semiótica y en toda circunstancia comunicativa nos comportamos así. Pero debe quedar claro que esta posibilidad no se puede definir teóricamente. Es un hecho empírico. Es la respuesta a las paradojas de Zenón: ponerse a andar. Como decía De Mauro [1965] en su Introduzione alla semantica, no se puede demostrar qué comunicamos ni de qué modo comunicamos, sin caer en numerosas aporías; sin embargo comunicamos.
Desde el punto de vista de una teoría semiótica, esta solución no es consoladora. La ciencia de los signos actualmente no ofrece consolaciones —al menos no ofrece las de la religión, la filosofía o las distintas ideologías.
Porque, en el análisis del sistema Alfa-Beta hemos olvidado una posibilidad: la de que, a pesar de nuestro sistema de sistemas semánticos, definido y situado armoniosamente por la semiótica, el recipiente, en un momento determinado, explota. Este acontecimiento no tiene estatuto semiótico y obligaría a la semiótica a reelaborar sus métodos y a reorganizar los distintos sistemas semánticos.
III.4. Esta circunstancia influiría particularmente en el proceso comunicativo. Sería la Muerte (individual o universal) como Circunstancia Final que bloquea el universo semiótico.
El hecho de que la semiótica haya podido deducir la muerte de un modelo cibernético no demuestra que la semiótica pueda exorcizar la muerte. Pero demuestra que puede y debe considerar también dentro de su cuadro —entre otros residuos— este Residuo Último.