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III. La connotación arquitectónica

III. La connotación arquitectónica

III.1. Hemos dicho que el objeto arquitectónico puede denotar la función o connotar determinada ideología de la función. Pero también puede connotar otras cosas. La gruta de que hablábamos en nuestro modelo hipotético connotaba la función «refugio», pero con el tiempo también connotó «familia», «núcleo comunitario», «seguridad», etc. Y sería difícil determinar si esta naturaleza connotativa, esta «función» simbólica es menos «funcional» que la primera. En otras palabras, si la gruta denota (utilizando un término empleado por Koenig) una utilitas, a los fines de la vida asociativa cabe preguntarse si no es igualmente útil la connotación de intimidad y de familiaridad vinculada a sus valores simbólicos. La connotación «seguridad» y «refugio» se basa en la denotación de la utilitas primaria, pero no por ello es más importante.

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Una silla me dice que puedo sentarme en ella. Pero si la silla es un trono, no sirve solamente para sentarse: sirve para sentarse con cierta dignidad. Sirve para corroborar el acto de «sentarse con dignidad» por medio de una serie de signos accesorios que connotan la realeza (águilas en los brazos, respaldo rematado por una corona, etc.). Estas connotaciones de «realeza» llegan a ser tan funcionales que por el mero hecho de existir pueden llegar a relegar la función primaria de «sentarse cómodamente». Y así, un trono, para connotar realeza, exige que uno se siente rígida e incómodamente (con un cetro a la derecha y un globo a la izquierda, y con una pesada corona en la cabeza), y por lo tanto, «mal», desde el punto de vista de la utilitas primaria. «Sentarse» solamente es una de las funciones del trono, uno de sus significados, el más inmediato, pero no el más importante.

III.2. Desde esta perspectiva la calificación de «función» se extiende a todas las finalidades comunicativas de un objeto, dado que en la vida asociativa las connotaciones «simbólicas» del objeto útil no son menos «útiles» que sus denotaciones «funcionales». Resulta evidente que las connotaciones simbólicas se consideran funcionales no solamente en sentido metafórico, sino también porque comunican una utilidad social del objeto que no se identifica inmediatamente con la «función» en sentido estricto. Es evidente que la función del trono es la «simbólica»; y por lo que se refiere al vestido normal (que sirve para

cubrir) el traje de noche (que en las mujeres «descubre» y en los hombres «cubre mal», porque se alarga por detrás mientras deja el vientre al descubierto) es «funcional» porque, debido al conjunto de convenciones que connota, permite determinadas relaciones sociales, las confirma, demuestra su aceptación por parte de quienes comunican su propio rango con ellas, su decisión de someterse a determinadas reglas, etc.

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