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¿Quién eres?
from Alkymia 04: R.E.M.
by Alkymia Zine
De Melissa Medina
Hay alguien allá, pasando el umbral de mis sueños y pesadillas ¿Quién eres? Te lo pregunté alguna vez y tu respuesta fue una mirada que no supe entender ¿Me escuchas? ¿Dónde estás? Ahora que quiero hablar de ti te difuminas en mi consciencia, te escondes en el mundo de mis miedos y mis deseos, al fondo de mi cabeza. ¿Habitas mi mente o yo habito la tuya? Te siento con tanta intensidad que al despertar mi piel guarda por unos minutos la sensación de tu ultima emoción. Si gritas, tu voz sin resonancia aprieta mis tímpanos. Si sonríes, no me dan ganas de despertar. Si mueres, me siento vacía y comenzar el día es difícil. Te quiero y te temo.
Tratas de huir hacia espacios inciertos. Estás desesperada. Tratas de ir hacia adelante pero los carros y las personas van hacia atrás. Quienes te buscan están justo encima de ti y ya no puedes aguantar la respiración. Pasas el alambre de púas y corres. A veces me pregunto si sigues corriendo cuando no te veo y si tus pesadillas ocurren cuando yo estoy despierta ¿Me observas ahora? ¿Cómo te llamas? ¿Quién eres? No sé tu nombre, pero te arrastras por mi mente inconsciente y te aseguras de dejar pedazos de ti que puedan colarse en mi realidad: en los ojos de la chica frente a mí, en el olor particular de la calle atrás de mi casa, en mi miedo y mis ganas de amar.
Allá donde habitas, las cosas son de colores que ríen, hay peces enormes que recorren el cielo y emiten un sonido apocalíptico. Saturno se asoma más grande que el sol. Las montañas se mueven según su estado de ánimo. No hay tiempo, pero sí muerte.
Mueres en todos los intentos.
Lo hiciste cuando te encontrabas en esa terraza y todos los que te acompañaban saltaron al vacío, cuando esos cuerpos sin rostro hicieron lo que quisieron contigo, cuando no lograste huir de la serpiente en el castillo y cuando te sacaron los ojos.
Me arrastras a tu dolor. Me dejas inmóvil en la cama, con ganas de llorar porque los cuerpos anónimos se acercan a mi creyendo que soy tú. Vienen a hacer lo que quieren conmigo. No puedo abrir los ojos, pesan como el miedo reprimido de toda una vida. Ruedo de la cama pero vuelvo al inicio. Grito y mi hermano no escucha. Creo llegar al espejo y no puedo ver mi cara.
Suéltenme, no soy ella, ella se ha ido, sigue huyendo. Dos segundos. Es un espacio minimal; el intersticio de la vida que se cuela en mi cabeza le permite al corazón reaccionar y a los pulmones llenarse, desesperados. Por fin, el cuerpo se mueve.
De todas las veces que has muerto en mis sueños
De todas las veces que he muerto en tus sueños despierto.