PERSONAJES SECUNDARIOS
JEAN TATLOCK Y LAS FUERZAS DÉBILES Elisa Díaz Castelo
El mayor experto en Chaucer de los Estados Unidos, quien fuera el Director del Departamento de Literatura en la Universidad de Harvard durante más de diez años, toca con insistencia la puerta de un departamento en Telegraph Hill, San Francisco. El frío de ese lluvioso 5 de enero de 1944 no merma su empeño. Dentro de la casa, silencio. Golpea con el puño cerrado, pero sólo le respon‑ de el sonido de la lluvia contra el vidrio. Se rinde, baja los escalones hasta nivel de calle y se abre paso entre los arbustos que se sacuden el agua sobre sus mocasines de gamuza para llegar hasta la escalera de emergencia. Sube tan rápido como se lo permite su cuerpo torpe de intelectual, levanta una ventana y con todo y sus 67 años a cuestas se desliza por la apertura. No se detiene a to‑ mar aire: se incorpora y comienza a recorrer el departa‑ mento pieza por pieza. Encuentra a Jean, su hija menor, hincada sobre unos cojines en el baño, la cabeza y los hombros sumergidos en el agua ya helada de la tina. Unos meses antes, Jean vio por última vez a Robert Oppenheimer, el director del Proyecto Manhattan y creador intelectual de la bomba atómica. Habían teni‑ do una larga e intensa relación que naufragó a partir de que ella se negara, por segunda vez, a ser su esposa. En cuestión de dos años, Robert se casó con otra mujer, tuvo un hijo y se mudó a Los Álamos para enfrascarse en una de las aplicaciones más mortíferas que ha tenido la ciencia. A pesar de su separación, Robert y Jean conti‑ nuaron viéndose en secreto y, con toda probabilidad, Bomba atómica en Nagasaki, Japón, 9 de agosto de 1945.
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