Revista de la Universidad de México. Emergencia Climática. Febrero 2020

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SPECTIO

ROCÍO CERÓN SERENIDAD Y TREGUA Brenda Ríos

UANL, México, 2019

Existe un viaje. Uno que es difícil de lograr porque no se sabe cuándo comienza y cuándo acaba. Es un viaje hacia un paisaje tan abstracto que podemos tenerlo enfrente y no reconocerlo. O, lo que sería peor, confundirlo con algo más. Una piedra es un vaso. Una ventana es una cama. Una naranja es una mujer que en este instante toma el sol en una arena blanca, blanca y calcinante. En una lección de idioma hay un ejercicio que amaba hacer porque ponía en juego todo el sentido de la lógica: pan-mantequilla, vaso-leche, barco-mar, árbol-bosque. Ese ejercicio es tan válido para probar la manera en que conectamos conceptos que se incluye en muchos exámenes psicométricos. Uno de los mejores reactivos que tuve que marcar era “Siento que el diablo me persigue” y las casillas incluían: “siempre, a veces, nunca”. De ahí el examen desarrolla la relación entre pájaro-nido, madera-árbol y demás sustantivos que deben estar ligados a otros por una lógica establecida por hábito, por lenguaje y por destino natural. Un tomate es un tomate porque es un tomate. A rose is a rose is a rose y así sucesivamente. ¿Y si un tomate es una nave espacial y las semillas son marcianos hechos pequeños para observar primero la tierra donde crecen y luego la ensalada verde donde irán a parar? Una papa es una papa pero mira, en Perú hay 5000 especies distintas del mismo tubérculo. ¡5000! 5000 posibilidades de un solo objeto duro, terroso y que, con agua hirviendo por minutos, cambia de textura y se vuelve suave, generoso. Entonces una papa no es una papa, es la historia de un país y de la supervivencia de modos de cultivo, de cierta agua, de cierto clima, de ciertas manos y ojos hechos para distinguirlas, separarlas, nombrarlas. Nada tiene sentido. Pero sí lo tiene. Pensemos un poco. Y si uno acaso pusiera papa-casa-incendio-estallido-fuego-lengua-estómagodedo meñique. O mejor así: país-hombre-perro-mujer-ave-cielo-fortaleza. La escena poética es ésta: una mujer entra al mar. Pero la mujer no entra, la mujer lleva piedras en las bolsas de un pantalón que no sabíamos que tenía. La mujer se entierra en el agua. Voluntariamente. Flota un instante y cae por su peso y por las piedras. Ella es su túmulo y su peso.

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CRÍTICA


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