ALGUIEN CAMINA SOBRE TU TUMBA
MARIANA ENRIQUEZ UNA PASIÓN MACABRA Roberto Abad
Qué hermosos son los cementerios, pienso mientras miro por la ventanilla el cielo gris. M ariana Enriquez
La oscuridad: esa fuerza magnética. Es sabido –al menos en México– que Juan Rulfo recorría los panteones para encontrar en las lápidas esos nombres tan sonoros de los personajes de Pedro Páramo. Mucho antes, en Londres, la ilustradora y escritora Beatrix Potter se paseaba por el majestuoso y otoñal cementerio de Bromptom con fines similares; hoy, incluso, existe un tour que sigue sus pasos. Cuando J. K. Rowling se mudó a Edimburgo, se refugiaba en el cementerio de Grey‑ friars que queda a espaldas del café en el que escribía Harry Potter. Visitar cementerios con otro objetivo, que no sea acudir a la tumba de tus familiares, parece un hábito excéntrico. Sin embargo, hay quienes confiesan una fascinación por las esculturas religiosas, la geometría de las tumbas y el engañoso silencio sepulcral. Mariana Enriquez pertenece a dicha estirpe. Nacida en 1973 en Argentina, tierra sobre todo de grandes cuentistas, donde el canon atendió de una u otra forma al llamado de la literatura fantástica, Enriquez ganadora de la 37ª edición del Premio Herralde de Novela, se sitúa desde hace varios años en uno de los principales lugares de las letras latinoamericanas que dan continuidad a esa tradición de imaginación especulativa; dueña de una voz dotada de arrojo para desvelar tópicos extraños, su pluma deja constancia de aquello que se plantearon escritoras como Silvina Ocampo, Amparo Dávila o María Luisa Bombal: la creación de un universo inquietante. Lo cual se ve reflejado en sus cuentos y novelas y, ahora, en las crónicas de Alguien camina sobre tu tumba. Mis viajes a cementerios (Ediciones Antílope / Literatura UNAM, 2019). Uno se enamora de los cómics de la infancia; de las gafas que alguna vez te regalaron en un cumpleaños; de los tenis que duraron más de dos inviernos pese a la lluvia. No, de ninguna manera, de los cementerios. En su mayoría son fríos y pálidos; nuestros padres nos enseñaron que no son lugares para estar, salvo en cierta temporada del año, Día de Muertos. Fuera de ese periodo, ¿por qué uno querría acercarse? Mariana Enriquez no tiene problema en confesarlo: está enamorada
CRÍTICA
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Antílope, Ciudad de México, 2019