¿CÓMO CONTARLES AYOTZINAPA? Adolfo Córdova
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¿
an oído hablar de Ayotzinapa?”, pregunto a un grupo de niños y niñas de quinto grado de primaria. Responden a coro que no. Me sorprende el consenso. No esperaba que gritáramos “¡Vivos se los llevaron!”, pero creí que tendrían alguna idea. Insisto: “¿No les suena el número 43?” Y allí un niño se apresura a responder que sí, pero no logra explicar nada más. Su compañera de banca intenta: “¿Es algo de unos estudiantes?” La noche del 26 de septiembre de 2014 policías municipales, estatales y federales, miembros del ejército, sicarios y un observador de inteligencia militar perpetuaron, con sus propias manos y armas o en calidad de testigos cómplices, la desaparición forzada de 43 estudiantes y el asesinato de seis personas, tres estudiantes y tres civiles, entre ellos un joven futbolista de 15 años. A esta “etapa material”, así llama al primer momento del “operativo” el periodista John Gibler, le siguió una “etapa administrativa” que consistió en ocultar los hechos y fabricar una explicación de lo ocurrido; una perversa “verdad histórica” que pretendía cerrar el caso y proteger la extensa red narcopolítica, y que ha retrasado enormemente el proceso de esclarecimiento y justicia. En septiembre de 2014 la mayoría de los niños y niñas a quienes lancé esta pregunta tenían cinco años de edad. Naturalmente nadie les explicó entonces qué había ocurrido. ¿Quién hubiera querido sumirlos en semejante desasosiego? ¿Dónde acomodar un horror así de paradójico: cuidarte de quien debería cuidarte?
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