En el mundo actual, se necesitan alianzas y trabajo en equipo para hacer llegar las innovaciones en salud a las personas que más las necesitan.
Todas las personas, sin importar el lugar donde residan o su nivel de ingresos, tienen derecho a acceder equitativamente a las innovaciones en salud; sin embargo, cerca de la mitad de la población global está privada del uso de servicios de salud esenciales.1 ¿Por qué? Las razones varían entre pobreza de la población, distancias largas por recorrer y la asignación de recursos, así como del capital humano dentro los sistemas sanitarios de los países, incluso acceso a la tecnología, entre otras.
Interamericano de Desarrollo (BID), para responder a la creciente demanda de servicios médicos, un país requiere aumentar sus niveles de inversión en al menos un 6% de su Producto Interno Bruto (PIB); porcentaje sugerido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).2 Ante este panorama, hoy más que nunca resulta necesario establecer alianzas público-privadas, en donde los diferentes actores del sector podamos trabajar juntos para convertir aquellos modelos de salud tradicional por unos que generen más valor y sean más sostenibles.
Sumado a lo anterior, la demanda de servicios en salud ha venido cambiando debido a la aparición de nuevas enfermedades, al desarrollo tecnológico, a una mayor longevidad de las personas, al incremento de enfermedades crónicas (por ejemplo, diabetes y obesidad) y hasta por la falta de equipo e infraestructura.2
A través de estas alianzas, podemos mejorar los acuerdos de acceso tanto en Guatemala como en la región, con base en la experiencia de los pacientes; es decir, contemplando pruebas del mundo real (Real World Evidence). Estas permiten compartir riesgos, conocer oportunidades de mejora y contribuir al desarrollo de una cultura basada en la investigación científica, la cual es importante para contar con una sociedad más saludable, sostenible y próspera.
Según BID Invest, miembro del Grupo Banco
Llevar innovaciones que cambian la vida de los
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