Autorretrato�, Frida Kahlo (1926).
En 1926 Frida Kahlo pinta su primer autorretrato. Tendría para entonces 19 años de edad y sufría las consecuencias del grave accidente que la dejó mucho tiempo postrada en cama. Durante ese tiempo, Frida no podía ver más que el techo de su habitación. Su madre, conmovida, diseñó para ella un caballete especial, que le permitiría pintar acostada. A un lado del caballete, sujetó un espejo, de manera que Frida podía al menos verse a sí misma. Fue así que Frida Kahlo comenzó a autorretratarse. Este sería el cuadro que daría inicio a su indagación personal. Contrario a la opinión desinformada, Frida no se rendía tributo a sí misma. Más bien se percibía fea y demasiado delgada, y no embelleció ninguno de sus rasgos, sino que realzó aquellos elementos considerados “antiestéticos”, tales como sus cejas unidas y arqueadas en corazón. Jamás advirtió que en esta “sinceridad” encontraría su signo distintivo y despertaría el interés de la comunidad internacional.
“Frida y Diego Rivera”, Frida Kahlo (1931).
Más que amor, Frida era una auténtica devota de su marido, Diego Rivera. Siempre percibió a Diego como un talento superior, mientras que se percibía su propia obra como “absolutamente espantosa”. Con esta mentalidad, no tuvo problema en asumir el papel de la esposa que respalda y sirve a su marido. Dicen Servando Ortoll y Annette B. Ramírez de Arellano en un ensayo titulado Frida Kahlo Retrato de la artista como esposa empresaria, que esta mujer asumió no solo el cuidado de su esposo, sino que se encargó de su carrera internacional como una auténtica empresaria del arte. En esta obra, Diego porta en su mano derecha los atributos del pintor: la paleta y sus pinceles. Menuda y ataviada apenas con un traje tradicional mexicano, Frida descansa su mano sobre la de él, como si este la soportara a ella. Su rostro se inclina grácilmente hacia su marido.
“Frida y la cesárea”, Frida Kahlo (Inconcluso, 1931).
En el año 1930, un año después de casada, Frida debió enfrentar el primero de sus tres abortos. El de 1930 requirió intervención quirúrgica, ya que era absolutamente imposible el desarrollo del bebé en el útero, debido a las complicaciones de salud de la madre. Profundamente adolorida, ya que Frida deseaba con intensidad ser madre, al año siguiente pintó esta tragedia en el cuadro llamado Frida y la cesárea. El tema debió representar para ella una gran dificultad, ya que el cuadro quedó inconcluso.
“Hospital Henry Ford”, Frida Kahlo (1932).
Este cuadro alude al momento de su ingreso en el hospital debido al aborto que sufrió a los 25 años. Una de las consecuencias del accidente fue una deformidad uterina que le impidió el poder llevar a término los diferentes embarazos que tuvo. Toda su frustración se ve reflejada en las diferentes imágenes que rodean a la artista, cuyas lágrimas son al mismo tiempo la manifestación de su dolor y tristeza. También en el óleo se percibe las consecuencias de la infección poliomielítica. El virus que se transmite por vía oral-fecal, puede afectar a las neuronas motoras de la Sistema Nervioso Central originando una parálisis, atrofia muscular en las extremidades inferiores que con relativa frecuencia causa deformidad en las mismas. Las principales consecuencias de la enfermedad que sufrió la pintora fueron una escoliosis y malformación en la pierna derecha más delgada y corta que la izquierda.
“Las dos Fridas”, Frida Kahlo (1939).
En este cuadro, Frida parece haberse inspirado en el recuerdo de una amiga imaginaria que tuvo a los 6 años de edad, una especie de alter ego. En el cuadro representa sus dos herencias culturales: a la izquierda, la europea; a la derecha, la indígena. Ambas están conectadas por la sangre, por las arterias del corazón expuesto. En en el retrato a la izquierda, el corazón aparece abierto como en un corte transversal, mientras que en el otro vemos la superficie exterior del corazón. Por un lado, imagen del corazón de Cristo, por el otro, recuerdo de los sacrificios religiosos del pasado precolombino. Cada una de las “Fridas” porta atributos diferentes: la Frida europea lleva en su mano derecha una tijera que ha cortado una arteria que gotea sobre su regazo, ataviado con un traje blanco. La Frida indígena lleva en su mano izquierda un pequeño retrato de su amado Diego Rivera.
“Unos cuantos piquetitos”, Frida Kahlo (1935).
Las infidelidades de Diego Rivera habían alcanzado el colmo cuando decidió tomar a la hermana de Frida por su amante. Una noticia sobre un feminicidio por aquel entonces impactó a Frida: un hombre había asesinado a su mujer a puñaladas. Al ser atrapado por las autoridades declaró: “Solo le di unos cuantos piqueticos”. Frida representó este crimen como alegoría de su sufrimiento emocional ante la traición doble, como una muerte espiritual. Sobre los personajes, una filacteria inmortaliza la frase del criminal. Un rasgo importante del cuadro es que la sangre sale del contexto pictórico y se dispersa por el marco, como queriendo alcanzar la realidad en la que se encuentra el espectador. Así, Frida intenta romper la separación entre ficción y realidad.
“Dos desnudos en el bosque (La tierra misma)”, Frida Kahlo (1939).
Esta pintura de 1939, fue un regalo para la actriz y su amiga íntima Dolores del Río, y existen múltiples teorías respecto a su significado. Por un lado, hay quien sostiene que tiene motivos que exhiben su bisexualidad, puesto que la pintura muestra a dos mujeres desnudas siendo observadas por un mono; símbolo del pecado y la sexualidad animal. Por otro lado, se argumenta que en realidad exhibe la dualidad racial de Frida, la europea y la India Mexicana; "la mujer que da consuelo y la que tiene necesidad de ser consolada".
“Autorretrato con collar de espinas y colibrí”, Frida Kahlo (1940).
Hacia 1939 Frida se había divorciado de Diego Rivera. Es el fracaso de su experiencia amorosa lo que retrata en la obra Autorretrato con collar de espinas. Utilizará símbolos naturales para ello y combinará valores cristianos e indígenas. El collar de espinas, cual corona de Cristo, representa el estrangulamiento y las heridas producidas por la traición de Rivera. De estas ramas cuelga el cuerpo muerto de un colibrí, símbolo de la “suerte en el amor” según la tradición mexicana o símbolo de Huitzilopochtli, dios de la guerra. El colibrí es acechado al mismo tiempo por un gato negro, mal presagio, que posa en el hombro izquierdo de Frida. Sobre el hombro derecho, el mono doméstico que le habría regalado Diego Rivera. El mono, jugando, hala el collar, haciendo que las espinas se hundan en su pecho. Alrededor de los personajes principales, un universo de mariposas y libélulas representan la resurrección.
“Naturaleza muerta”, Frida Kahlo (1940).
Esta naturaleza muerta fue encomendada por la primera dama de México por aquel entonces, Soledad Orozco, esposa del presidente Manuel Ávila Camacho. El cuadro se encuentra enmarcado en una circunferencia que alude al útero materno. Dentro de este, se incluyen plantas y frutas con connotaciones eróticas, razón por la cual la pieza fue rechazada.
“La columna rota”, Frida Kahlo (1944).
En este cuadro, Frida Kahlo representa el sufrimiento derivado de su accidente, que a pesar del paso de los años, sigue haciéndose sentir. Con un paisaje desértico y desolado al fondo, imagen vida de su soledad, Frida se representa abierta por el torso, dejando traslucir una columna jónica, asociada con lo femenino, pero quebrada. Un sistema de amarres la atan la columna, cual mártir cristiana (San Sebastián), mientras soporta la punción que sobre ella ejercen los clavos que atacan todo su cuerpo y su rostro. Aunque llora, su expresión permanece impávida.
“Sin Esperanza”, Frida Kahlo (1945).
Durante un período de su vida, Frida Kahlo sufrió de inapetencia hasta quedar extremadamente delgada. En estos prolongados reposos, tuvieron que alimentarla cada dos horas con purés. En este cuadro, se expresa un paisaje estéril que contiene al sol y la luna, el día y la noche como un ciclo eterno e indiferenciado para quien sufre. El embudo gana dimensiones fantásticas, y en lugar de llevar comida procesada, recoge toda suerte de carnes rojas, aves y pescados. Sobre ellos, una calavera de azúcar decorada con los motivos del día de muertos. ¿Acaso se le presenta dulce la muerte frente a esta tortura alimentaria? Sobre la calavera, está escrito su nombre. Mientras, una Frida desnuda observa a quienes la observan, con una manta que cubre su cuerpo, decorada con vida microscópica. Detrás del cuadro, Frida escribió: “No resta ni la menor esperanza en mí... Todo se mueve en sintonía con lo que el estómago contiene”.
“El ciervo herido”, Frida Kahlo (1946).
Hacia 1949 Frida Kahlo realizó una de sus cirugías para mejorar el problema de su columna. Nada se logró. Decepcionada por los resultados, se representó a sí misma como un ciervo herido en cacería. Su propia cabeza con cuerpo de ciervo lleva una cornamenta. El cuerpo es atravesado por fechas hirientes. El ciervo, en medio del bosque árido, en el que al fondo puede distinguirse la luz del horizonte, es incapaz de salvarse.
“El abrazo del amor del universo�, Frida Kahlo (1946).
La Madre Tierra acoge en su seno a Frida, que a su vez arrulla a Diego Rivera como si de un niño se tratase. Rivera llega en su frente un tercer ojo que observa toda la escena. El universo que los envuelve expresa la dualidad del día y de la noche. Cielo y tierra tienen rostro, y de los senos de la tierra materna gotea la leche que alimenta. Las raíces se extienden buscando el suelo. Símbolos mexicanos participan de la escena, como el vestido tradicional de Frida. Una vegetación propia de aquellos parajes mexicanos intensos hace su aparición: nopales, cactus y magueyes. A los pies de aquel universo amoroso y envolvente, yace un perro de raza xoloitzcuintle, que de acuerdo a la mentalidad mexicana, es símbolo de la muerte, en ese caso, es la muerte dormida.
“Mi familia”, Frida Kahlo (1949).
En un esfuerzo por construir su identidad, Frida pinta su familia como una suerte de árbol genealógico. El de 1949 no será el único, pero será el que incluye a más personajes de su grupo familiar. En el centro, su padre y su madre, Guillermo Kahlo y Matilde Calderón. En la franja superior, los abuelos paternos, Jacob Heinrich Kahlo y Henriette Kaufmann Kahlo, y maternos, Antonio Calderón e Isabel González y González. En la franja inferior, sus hermanas Matilde, Adriana, la propia Frida, Cristina. También aparecen unos niños, aunque no se sabe exactamente quiénes son, ya que quedaron incompletos. Algunos piensan que se trata de los hijos de Cristina; otros, que los hijos del anterior matrimonio de su padre y un hermano que murió poco después de nacer. En el centro de esta franja, un bebé. Probablemente sea una alusión a los hijos que perdió en sus abortos.