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Gaspar Noé

Patología narrativa y enfermedad visual

textoANDREI MALDONADO

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EL CINE PATOLÓGICO DE Gaspar Noé

En la historia del cine sobran los nombres de cineastas que se han vuelto trasgresores de su época por diversas razones, ya sea por denunciar algún conflicto social - político, romper con tabúes preestablecidos o bien abordar una temática polémica, como la sexualidad. En este último rubro hay nombres que son sinónimo de censura, prohibición e incluso espanto,pueshanhechodesmayarse a más de uno ante sus brutales propuestas. Entre ellos están, por supuesto, los nombresdePierPaoloPassolini,Lars Von Trier, Bigas Luna, Pedro Almodóvar, Alejandro Jodorowsky, entremuchosotros.Ahoraquesinos referimosatítulosanuestrasmentes seguro asaltaran algunos que encabezan los listados de los más polémicos dela historia,como Un film serbio, El ciempiés humano, Mártires, Saló o Los 120 días de Sodoma, El Decamerón, Ninfomaníaca , entre muchosotros. Ysi queremos juntartítulo ynombre seguro daremos con toda la filmografía del franco -argentino Gaspar Noé, un director cuya obra bienpodríamoscali ficardepatológica, puespormomentoslosespectadores de sus historias se enfrentan a una enfermedad, una obsesión que raya en lalocuraporel sexo explícito, las drogas y la degeneración de los individuosen mediodeunasociedad tóxica, yesoesdecir lomenossobre sucine. Noesqueseamospersignados.Para entender de qué hablamos cuando decimos que el cine de Gaspar Noé puede ser considerado como un patógeno dentro del séptimo arte lo hacemos desde la mejor intención, pues no podemos negar que poco s son los que le puedenser indiferentes asusfilmes.Oloamasoloodias,no existen aquí puntos intermedios. Pareciera una declaración que, inconscienteoconscientemente, hizo elpropiodirector. Bastarecordarcómofue que entróde lleno al escenario mundial del cine, con el estreno de Irreversible en el Festival de Cannes en 2002, con el cualinauguraríasutradicióndedividir al público en dos: quienes desearían censurarlo de por vida y los que quisieran participar en una de sus cintas. Laviolenciacomodeclaración deprincipiosquedaríainstauradacon la impactante escena de la violación de Alex (Mónica Bellucci) que nadie olvidaría. Más tarde, con Entra al vacío, el director avecindado en Francia volveríaa crear polémica, ya que esta historia,ademásderefrendarelestilo fílmicodeldirector,volveríaatenerel acto sexual como gen primordial, en un ambiente repleto de claros y oscuros, luces de neón yun especie dejuegooníricoentrelasdrogasyla reencarnación. Para este punto Noé ya tenía un nombre más que asentado, que ponía sobre aviso al públicoadondellegara.

De arriba hacia abajo: Irreversible (2002), Clímax (2018) y Love (2015). Cannesfuenuevamenteel escenario conelque Gaspar tensaríaa la crítica especializada, al presentar Love, películaenlacuallaveneraciónyculto alsexoyalosórganosreproductores se exaltaría de forma nunca antes vista,pueslaexperienciaestavezera enterceradimensión.Definitivamente una polémica declaración de “amor”, envuelta en un Ménage a trois que ponía sobre la mesa temas tan actualescomoelllamadopoliamor. La más reciente obra fílmica de Noé nopodríasermenospolémica. Clímax suponenuevamenteunlogrotécnico - narrativo, donde por espacio de una hora y 37 minutos el espectador no tienedescanso, puesestestigodela degeneracióndelasociedadhumana en una fiestaque sesale de control, enlaqueelLCDyelalcoholseunen alosconflictosdeidentidadparacrear unpandemóniumdondetodosalemal enmediodeunadanzaperfectament e armónica. Meritorio es que, con el paso del tiempo, Gaspar no solo perfeccione sus formas de hacernos incomodar, sino que cada nueva película contengasuesenciapropia, másallá de que en el fondo tengan ese sello indiscutible que las reconozca como películas suyas. David Lynch -otro polémico cineasta- decía que si sus películas lograban incomodar al público, habían cumplido con su objetivo. El fin es no pasar desapercibido, y el cine de Gaspar Noé, patológico o no, jamás pasa desapercibido.

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