Editorial Colaboran en esta edición:
Abril 2013
Número 4 Editor
Anku Ecuador Portada
Carlos Muñoz Diseño Gráfico
Carlos Cuenca Maquetación
Roger Espinosa
Carlos Muñoz Cesar Correa Lorenzo Verdasco Andrea Gijon Mario Maffioli Reyes Alejandro Bazantes Marlene Jorge Maxs Felinfer Marcelo Larrea David Proaño José Noel Godoy Ana Laura Beroiz Fredy Guallias Gustav Glander Massimo Calanchi Ray Enrique Saldivar Andres Herrera Roger Espinosa Lorenzo Verdasco Byron Torres Wilson Castillo
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La arroba no roba
Editorial
El afán por controlar la producción cultural y el intercambio viene desde hace años, cuando la red se les iba de las manos y era una revolución de las formas libres de transacción de información. Las leyes antipiratería llegan en un momento de coyuntura histórica en donde se consigue cada vez más adeptos sobre los libres derechos de producción artística, cultural e intelectual. Me parece que tarde llegan, porque ya es imposible frenar este nuevo paradigma: sea Megaupload o cualquiera. A los músicos y productores independientes, sobretodo latinoamericanos, nos beneficia Internet ya que nos hacemos conocer más directamente, sin intermediarios o leyes de mercado musical. La vanguardia de la virtualidad no la lleva el estado yankee, sino los hackers. Por lo tanto, no habrá nunca un dueño de la red ni se la podrá controlar totalmente. Esto se trata de ser cyberanarquista, apoyar entre todos los valores de libertad, empezando desde lo virtual. Una sociedad basada en los recursos y no en un sistema monetario, mejoraría la calidad de vida. Tenemos tecnología disponible para aumentar dicha calidad de vida, al menos en cuanto a bienes culturales. a través de la informática y las redes sociales, podemos reproducir infinitamente un libro, un documento, una canción o una imagen; éstos son productos que nos generar bienestar y crecimiento personal; y al mismo tiempo, son reproducciones, no son copias ni un robos, sino una multiplicación de ideas a través de la tecnología. La arroba no roba, es un juego de palabras, pero también una invitación a que sigamos accionando en pos de una cultura libertaria en internet, de compartir con el fundamento claro de que el arte genera bienestar.
Andrés Herrera 3
Contenidos
Cesar Correa
Fredy Guallias
Marcelo Larrea
Lorenzo Verdasco
Andrea Gijón
José Godoy
Narrativa Erótica
Ilustración
David Proaño
Wilson Castillo
Massimo Calanchi
Ana Laura Beroiz
Body-art
Fotografía
Marlene Jorge
Byron Torres
Alejandro Bazantes
Gustav Glander
Escultura
Pintura
Maxs Felinfer
Andres Herrera
Mario Maffioli
Ray Saldivar
Pintura
Opinión
Filosofía literaria
Antropología - Fotografía 4
Pintura
Pintura
Fotografía
Ilustración
Fotomosaicos
Pintura
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Carlos Muñoz Pintura
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“...Y LOS CHAMANES“
Cesar Correa Pintura Colombia www.cesarcorrea.co www.cesarcorreaart.blogspot.com
Podríamos afirmar con mucha certeza que los chamanes precolombinos regresaron al imaginario y la inspiración creativa del artista César Correa, pero no propiamente a partir de la dimensión histórica. En esta recreación pictórica el artista pretende exaltar los valores plásticos, que residen en los colores tierras, en las laminillas de oro y en la diversidad de texturas, que están elaboradas con elementos de la naturaleza tales como arenas, marmolinas, pigmentos minerales y aglutinantes naturales sin olvidar, por supuesto, que el soporte cultural y natural precolombino, donde están pintadas las figuras, es el costal tejido a mano (yute). No se debe dejar de resaltar que si hay una dimensión antropológica que inspira al artista es aquella en la que el maestro Reichel Dolmatoff definía el chamanismo como el conjunto de creencias y prácticas que tratan de organizar las interrelaciones entre el cosmos, la naturaleza y el ser humano. En la serie Chamanes, cada pasaje de cada obra, evoca un ritual que está absolutamente cargado de espiritualidad en cada una de las figuras antropomorfas en movimiento, que emulan sacerdotes en trance: “son figuras cautivadoras que atrapan fijamente la mirada, son figuras electrizantes con un movimiento intenso y extenso, que parecieran pretender descifrar los secretos más íntimos de la naturaleza y de la existencia humana.” En síntesis, en el desarrollo pictórico de la serie chamanes el artista Correa enriquece y armoniza la paleta con una descarga prolífica de colores ocres y dorados que se alinean y demarcan en una expansión creciente y continua de múltiples veladuras y transparencias para que la mirada hipnotizada de los espectadores reviva y descifre sus propios sueños. Adolfo León Rodríguez Sánchez.
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Andrea Gijon Ilustraci贸n M茅xico gijon_11_ag@hotmail.com www.facebook.com/Andrea.Gijon.Ilustra
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Massimo Calanchi Body art Venezuela massimo.calanchi@facebook.com https://www.facebook.com/massimo.calanchi
Mi CREDO DE CREACIÓN: ...”Un artista no tiene ningún poder, sólo el de su invención.” Jesús Soto.
el campo psicológico, porque el pintor a su vez, asume ese rol de interlocutor, entre lo que está pintando y el cuerpo como lienzo a pintar.
El acto simple de colocar el pincel y comenzar a marcar un color en la piel de la persona que se tiene en frente, le cambia su naturaleza corporal de forma instantánea y la transforma, radicalmente, en la realidad virtual que plasma el artista como intención. La Pintura Corporal es una disciplina que brinda infinitas posibilidades creativas tanto en el aspecto artístico, como lo es, presentar una visión particular del artista representado en el cuerpo pintado y que cause un impacto visual estético al espectador; así como también, en
Aunque la pintura corporal es una disciplina de muchos siglos de existencia, comprobándose su existencia con los primeros vestigios de la andanza humana en la Historia, en nuestros tiempos contemporáneos, existe la tendencia general, a prejuzgar la pintura corporal como un mero acto de pintar cuerpos y nada más; pero en mi caso, como pintor de cuerpos, tengo como primordial premisa, siempre con cada trabajo que realizo, en romper con esa equivocada concepción hacia éste oficio dentro del arte. Me gusta involucrar
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Body art el lienzo corporal con el entorno por la indisoluble atracción entre ambos. Esto lo hago, porque todos nosotros, primeramente, somos “lienzos” potenciales a pintar y vivimos en un entorno donde transcurre nuestro trajinar diario. Esa relación me transmite un poderoso efecto que como artista plástico quiero proyectarlo en la visual del espectador para que permita abstraerse del medio ambiente donde se encuentra e identificarse con el otro cuerpo de su misma tipología pero presentado como otra atmósfera circundante a él mismo. Y aún si esto último, no lograse su cometido, de todas formas; la simple captura de su atención y fijarse unos momentos en el descubrimiento visual hacia el “lienzo corpóreo” por parte del observador es ya una garantía para mí de que he logrado mi objetivo puramente primario: la atención. En mi rol de artista-creador, dentro del oficio de la pintura corporal, desempeño un doble rol: el de pintar - ser pintado. Además de pintar, yo también sirvo como modelo para mis creaciones, en colaboración con otros pintores. El mero acto de pintar o servir uno mismo como “lienzo” a pintar, son experiencias únicas para disfrutar lo que se hace en el arte. Por eso es, que yo tengo como una de mis premisas dentro de esta disciplina, la siguiente: ...El cuerpo cuando nace, ya lleva consigo un color; mientras que yo me encargo de agregarle...los demás” El autor.
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EL AMOR NO SE MIDE EN TÉRMINOS DE ECONÓMICA MATEMÁTICA Uno: Poeta de la clandestinidad Dos: Fabricante de mentiras, no le gustan las corbatas Tres: Enamorado a morir de Uno. Uno, bella dama de ojos cafés, de intelectualidad gigante tal como su rebeldía ante la vida. Y tal como suele pasar, se enamoró perdidamente de Dos sin ver Tres, lo endiosó, lo puso en un atrio con velas perfumadas. Dos la puso en la cama con hilo dental, vaciándole los bolsillos y el alma, escudándose en el amor que Uno le tenía, robándole esperanzas y amor. Tres, enamorado en secreto de Uno, amigo de Dos, compañeros de poesías, pañuelo de lágrimas de Uno. Uno y Dos novios por cerca de diez años, el mismo tiempo que Uno y Tres eran amigos, Dos y Tres amigos cerca de 15 años, Dos fue quien los presentó a los impares en una noche de copas mientras se abrazaban y besaban sin parar. Uno y Tres se hicieron grandes amigos, compartían la palabra, la melodía, es decir, el canto, la letra, el candor de la vida, hasta que llegaba Dos y la encerraba en su cuarto para hacerle el amor sin escrúpulos para quienes estaban presentes, mientras Tres escuchaba los gritos tras las finas paredes que resonaban con eco incesante en la humillación de alzar una copa, pero Tres sabía quién era Dos, pero la lealtad de amigo lo hizo callar. Tres sabía de todos sus amoríos con sus amigas, sean gordas, flacas, gringas o extranjeras, hermosas o feas, sabía de sus escapes a cabarets de mala muerte, sabía de cómo él la trataba a costa de su amor, de cómo le quitaba dinero, le pedía regalos, mientras ella con ojos enamorados se los daba, la verdad es que ella sabía todo esto, pero no lo quiso ver. A Tres le pesaba la humillación que sentía Uno, y como no pesarle si 52
Byron M. Torres Azanza Filosofía Literaria Ecuador byron.torresazanza@facebook.com www.facebook.com/byron.torresazanza
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Filosofía Literaria hasta el ser más perverso se siente pisoteado cuando lo utilizan sólo para el sexo aunque se desgaste haciendo el amor. Tres voló por otros terrenos para hacer su vida, por supuesto que nunca se separó de Uno, se comunicaban por cartas o por teléfono, ella siempre le contaba de la angustia por la que pasaba, siempre eran mujeres, una distinta por conversación, en cambio el amigo siempre la consolaba con palabras de aliento aunque sabía que nada cambiaría, que Dos iba a seguir siendo el mismo. Una de las cartas le mató el alma, el leerla eran espinas que recorrían por todo el cuerpo, palabras escritas con tinta hecha por lágrimas de sangre, un dolor tan profundo que solo se compara con un parto, tal como ella se lo señalara en párrafos finales. Pasó el tiempo y para sorpresa de Tres, era ella en una carta, le señalaba que estaba mejor y que lo había soñado, pero que le daba vergüenza contarle, pero como siempre curioso Tres la llamó para 54
saber de su personaje en el sueño. Contestó, conversaron, se dijeron sus saludos y sus buenos augurios, se rieron, hablaron de música, de poesía, de cómo estaba anímicamente cada uno, recordaron lo bien que pasaban en tiempos anteriores, hasta que Tres le preguntó por su sueño. Uno calló por un momento luego le repitió de su vergüenza, Tres no entendía el por qué, pero al final se lo contó y para su desconcierto le dijo todo con lujo de detalles, era un sueño húmedo. Él amó ese sueño, le dijo de lo sorprendido, mientras ella le decía lo bonito que sería estar juntos, de hacer todo aquello, de vivir como almas gemelas. Él le dijo de lo imposible, de lo canalla que sería hacerle eso a su amigo compañero de vida y cortaron. A los cinco minutos la llamó nuevamente y tuvieron sexo telefónico, cada uno se imaginaba al otro diciendo todo eso, desde las posturas, hasta los besos por todo el cuerpo incluyendo el sexo oral. Después de eso entendieron que 55
Filosofía Literaria todo se había vuelto amor, que comenzaban una relación. Tres le quería contar a su amigo de la canallada que estaba llevando a cavo con su ex novia, pero ella se interpuso mil veces, él se sentía mal de la bajeza en la que incurría, pero no era permitido hablar de ello ni con Dos ni con nadie. Se veían cada que Tres viajaba a su natal, se encontraban a escondidas en un motel, se amaban locamente, dejando todo atrás y dejando lo que se venía, vivir el instante era el emblema de su amor. Se enamoró demasiado, le regaló mil poemas, mil canciones, la adornó como a una reina, porque sentía que no había nadie como ella, y la verdad es que no lo había. Ella en un comienzo de la relación lo llenó de amor, con cartas hermosas, dignas de tan grande poeta, hasta que dejaron de llegar mientras él esperaba y volvía a esperar, pero nada llegaba. Conversaban todos los días por teléfono no solo una vez sino algunas veces, desesperado de 56
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Filosofía Literaria no encontrar tres meses una sola carta en su buzón al menos una de respuesta a sus múltiples carta diarias, dijo con frialdad: “No tienes por qué esperar de las personas” Fue un horror el panorama que observó en ese momento, el dar de baja un pensamiento aunque religioso pero pensamiento “dar para recibir”, el dar tanto para no recibir nada fue un colapso nervioso que lo llevó a dos días de licor, pero en fin la amaba, lo amaba; luego ella dijo “yo no te amo tanto pero te amo bien” frase robada de una canción de Milanés pensó. Aunque resignado a no esperar nada de aquella diva, esperaba. Las cosas se tornaron frías, Tres sintió que ella quería separarse, le preguntó, ella respondió que no, que lo amaba pero que estaba pasando por tristezas, desde su salud hasta lo económico. Una conversación llevó de lo uno a lo otro hasta terminar hablando de Dos y dijo: - Tú me has dado tantas cosas, 58
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Filosofía Literaria desde poemas hasta las joyas más lindas, me dices tantas cosas que me llenan de amor, seguro te compararás aunque no me lo digas por no pelear, sí, a Dos le di tantas cosas, tú sabes que lo mantuve por dos años, que le escribí mil y un poemas y cartas de amor que hasta la misma Manuela Sáenz tendría envidia de mis palabras, no tengo ahora dinero, pero tú eres otra persona, las personas no son las mismas, sería irrazonable darte lo mismo que le di a él, el amor contigo es diferente. La verdad es que a él le dio todo, y le parece una insolencia darle a Tres lo poco de lo que pide, porque no es razonable según su concepción repetir algo que ya fue dado “si el amor es diferente, si las personas son diferentes”, y según ese razonamiento: si le dio todo, que queda para Tres que no sea repetido o irrazonable? Se entiende la lógica: dos no es tres ni tres es dos Pero sucede que a veces Tres quiere ser Dos o alguna vez haber sido Dos antes que Tres. 60
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Alejandro Bazantes (Enki Taller) Escultura Ecuador enki.taller@facebook.com https://www.facebook.com/enki.taller
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UN HEDONISTA DE LA NATURALEZA: MARIO MAFFIOLI Por: Ricardo Pau-Llosa Uno puede pensar que la mayoría de los artistas costarricenses gravitan entre las imágenes de una indiscutible naturaleza luminosa – la selva, los volcanes, las playas, los bosques lluviosos, las cascadas, las flores, las ranas y las mariposas. Sin embargo, mientras que los colores y las formas del mundo natural dan vida a la paleta y a la imaginación de muchos pintores de esta nación centroamericana, muy pocos artistas han hecho de su intimidad con ella una preocupación predominante en su obra. Mario Maffioli, nacido en San José, la capital de Costa Rica, en el año 1960, es uno de esos 80
artistas. Aunque ostensiblemente es un abstraccionista, el arte de Maffioli revela la forma en que los colores esenciales de la naturaleza, sus formas, texturas y movimientos se imprimen en la imaginación del artista. Maffioli estudió las artes plásticas en la Universidad de Costa Rica en los años ochenta. Es un personaje destacado dentro del grupo más importante de artistas contemporáneos, Bocaracá, fundado a finales de los ochentas. El grupo ha exhibido en Costa Rica, en otros países de América Latina y en los Estados Unidos gozando de una presencia reconocida internacionalmente. Las pinturas de Maffioli son audaces, a menudo son proyecciones electrizantes que capturan los signos esenciales del lenguaje de la 81
Pintura naturaleza. Los pintores abstractos han derivado su inspiración de la naturaleza desde el apogeo de los impresionistas. Sin embargo, generalmente su enfoque ha sido tomar ciertas formas – digamos, las de flores o montañas y someterlas a distorciones reduccionistas, traduciendo los elementos familiares del mundo natural a formas artísticas. En el proceso algo se purifica desde el mundo natural convirtiéndose en una proyección estética útil. El ímpetu general hacia lo plano, característico de la pintura Modernista, a fin de cuentas lleva sorpresivamente a nuevas formas que nos hace recordar el mundo tridimensional de la naturaleza pero traducido a imágenes frescas y composiciones bidimensionales. El arte de Maffioli, aunque tiene influencias de la libertad gestual del Expresionismo Abstracto y el uso del color puro que observamos en los Minimalistas y en la pintura de Campo de Color, representa todo un proceso diferente. El Abstraccionismo moderno trata con el medio – el pigmento en si, o en manifestar las estrategias geométricas de la composición. Sin embargo, en el arte de Maffioli, las aplicaciones espesas de pintura se congelan en islas de color-que-se-vuelcan-en-materia que contrasta con los espacios consistentes de ondas marinas y otros indicadores de disolución. Estas formas de aplicación empastada puede hacer alusión a hojas, semillas, flores u otros referentes vegetales, pero su papel no es el de utilizar los elementos naturales en la creación de patrones estéticamente atractivos. Más bien, estas formas tienen una función más compleja. Por una parte, estas aplicaciones del pigmento se conectan con lo que el arte abstracto ha tradicionalmente puesto sobre la pintura-como-imagen, (o 82
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Pintura formas pintadas que no se vinculan con ninguna cosa existente en el mundo) lo que evoca en nuestro ser una fascinación suntuosa con las texturas, colores y formas provocativas brindadas por la naturaleza. En el arte de Maffioli es como si los dos lenguajes íntimos se unieran en una sola experiencia artística. Acogemos con entusiasmo los impactos de exuberante belleza que nos da la naturaleza en un lenguaje pictórico que llama la atención sobre sí mismo, excluyendo todo lo demás. El arte de Maffioli nos transporta hacia las alturas del placer visual que puede llegar a ser intoxicante, con una sensación francamente abrumadora. La impresión de sentir un sobrecogimiento por la pintura, especialmente cuando estamos en presencia de estos lienzos en oposición a verlos reproducidos en un formato pequeño como vehículo de transposición o visualizar la imagen en una computadora, viene de la paradoja que Maffioli bien aprovecha, una paradoja que encontramos en nuestra propia programación mental. Nuestra atención visual se mueve desde lo que está cerca a nuestras manos hacia lo panorámico mediante el manejo de nuestro enfoque visual rítmico. Nos acercamos más conscientemente a este proceso cuando tomamos instantáneas de momentos determinados. Ya sea que enfocamos el lente en lo que está más cerca o en lo que está distante, pero no en ambos lados. La mente armoniza un nivel de enfoque con el otro nivel para proponernos un sentido de construcción de riqueza que abarca todo lo que está cerca y lo lejano. Pero en el campo de las artes encontramos un espacio en donde todas nuestras estrategias perceptivas están alteradas, de ahí la fascinación que 84
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Pintura sentimos por las pinturas que evocan un paisaje vivaz. El primer plano y el horizonte distante comparten una vivacidad en el lienzo que nunca podrán dárnoslo simultáneamente ni la fotografía ni nuestra percepción de la misma escena encontrada en el mundo exterior. Maffioli intensifica esta paradoja, llevándonos bien cerca a lo que nos deleita en la naturaleza, un acercamiento que tiene su analogía en la provocación de nuestras papilas gustativas. Y nos permite tener otras experiencia palatinas a los ojos mientras nos enfocamos en ello, con un sabor de provocación deliciosa que emana de la pintura misma. Es indudable que esta niebla que cubre la intimidad de los bosques de Costa Rica, y las prismas torrenciales de sus bosques lluviosos, sus hojas suavemente curvadas en preciosas esmeraldas, han encontrado en el arte de este maestro contemporáneo uno de sus más trascendentales hedonistas. Ricardo Pau-Llosa es poeta y crítico especializado en el arte de América Latina. Fue el promotor de la creación del Grupo Bocaracá en 1988. Su sitio en internet es www.pau-llosa.com El sitio en internet de Mario Maffioli es www.mariomaffioli.com. Este texto fue originalmente publicado en el Revista Splendid.
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Freddy Guaillas Pintura Ecuador freddherick@hotmail.com https://www.facebook.com/fguaillas2
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ENSAYO SOBRE LA MUSA Wilson R. Castillo T. Dedicado a Gaby Pacají Ruiz Siempre se ha descrito que la inspiración de poetas y filósofos proceden de una musa, hermosa referencia mitológica para describir figurativamente aquella puerta misteriosa por la que el momento creativo acaeció. La musa resultó ser una manera de encarnar la creación en forma idealizada y humana, de identificarla para concretarla. De eso conocía mucho Sandro Botticelli, quien no sólo pintó en sus obras a estas encarnaciones mitológicas sino que se obsesionó con una modelo de su época a quien retrató una y otra vez. El nombre de la referida joven era Simonetta, y ella es -al menos históricamente- la prueba del poder y la fuerza creadora que provoca una mujer sobre un artista. Incluso luego de su desaparición, Botticelli no la deja en el olvido y algunos años después de su muerte la vuelve a retratar en su famosísima “Venus”. La última voluntad de Botticelli fue descansar a los pies de la 112
tumba de su venerada musa, para siempre. ¿Hoy en día esto sería una extravagancia? ¿Se puede contestar la conjetura de que existan ejemplos parecidos como el que les he narrado en nuestro actual e impúber siglo? Antes de contestar, fundamentando, les comparto algunos versos de Dante del primer poema de su libro “La vita nouva”: “El glorioso amor me parece el tiempo que tuvo mi corazón en sus dedos y en sus brazos mi doncella yacía dormida, cubierta por un velo. Él la despertó, y temblorosa y obediente se comió el corazón que sostenía...» Dante nos habla de una entrega casi literal del sentido de la pertenencia, de la existencia, del símbolo de la vida: entregar un corazón y consumirlo obediente. Por cierto, Beatriz (cuyo nombre convenientemente significa “portadora de felicidad, de
Wilson Castillo Ensayo Loja / Ecuador wilsonr.castillo@facebook.com www.facebook.com/wilsonr.castillo
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Ensayo beatitud”), fue su gran musa, a quien de acuerdo a las crónicas la vio en apenas contadas ocasiones y fue ella quien infundió la inspiración en el gran poeta para su libro ya citado líneas arriba y su gran obra maestra: “La divina comedia”. Este caso nos trae algunas cavilaciones: primero, que la musa no interviene en la obra de una manera objetiva; es decir, no es ella la que escribe, pero entonces ¿es una suscitadora? Al parecer sí. Pero una suscitadora singular, con el poder de impulsar en el espíritu del artista un fuego creador que así porque sí no se extingue, todo lo contrario, se aviva y se mantiene. En este aspecto puntual, se infiere que una musa no necesariamente convive con el artista y parece bastar un contacto casi mínimo para impulsar la creación, que por cierto es, a largo tiempo. Increíble. La primera vez que tuve conciencia de este ícono en el mundo del arte fue con la musa antológica de nuestra América Latina, la compañera del poeta 114
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que le cantaba, a veces a una roca, a una montaña, a una nube, a una cuchara, a su ideología política –donde según críticos está la mejor producción de su literatura-; sin embargo, recuerdo sobre todo los cantos por el amor de una mujer llamada Matilde Urrutia. Los primeros libros a los que tuve acceso fueron los de Neruda, creo que en las décadas del 80 y 90 era una constante que en los hogares lojanos existan libros suyos, junto con los de Márquez, Borges y Cortázar. Cómo olvidar aquellos prefacios, cartas y versos escritos para Matilde, como este: “Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de 116
ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron de rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oídos”. Cómo no escuchar interpretaciones de varios grupos folklóricos latinoamericanos (como el Quinteto Tiempo) cantando aquello de: “Matilde amor, deja tus labios entreabiertos, porque ese último beso debe quedar conmigo” y sentir el alma traspasada, ser cómplice de ese amor, identificarse con él y recordar a nuestra propia “Matilde”. En este caso entonces la musa acompaña y comparte la vida del 117
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artista y es posiblemente la que se muestra como un ser humano real, con virtudes y defectos, su presencia física plantea seriamente que la musa no es solamente un ideal, sino algo tangible y por ende asequible. Ella se ha convertido entonces en la mujer que comparte el convivir diario, la sombra bajo una misma luz, el cobijo y el reparo, la saciedad y la sed, la palabra y el silencio, los años postreros con la ausencia del mundo que se ha resumido en un abrazo. De otra parte han existido obsesiones más oscuras dentro de este particular elemento que interviene en la creación, o para ser más estricto, en ciertas creaciones. El caso de Lewis Carroll, seudónimo del creador de la celebérrima “Alicia en el país de las maravillas”, inspirada en la hija de uno de sus amigos, llamada Alicia Dell, a quien invita a 118
paseos por la ciudad junto con sus hermanas, mientras le va narrando historias de fantasía que luego se transformarían en la esencia de su libro. Esta menor de edad tenía apenas 11 años cuando él contaba ya con 31. La historia no es clara en cuanto a esta relación, lo cierto es que se produce un alejamiento con la familia de la niña cuando Carroll retrata a Alicia vestida como mendiga y con el pecho descubierto. Lo que es innegable sin lugar a dudas es que la producción del escritor se vio nutrida decisivamente por su inspiración. Otros casos particulares fueron inusitadas contestaciones de reciprocidad de inspiración, como las sucedidas entre Sartre y Simone Beauvoir, o entre los poetas Rimbaud y Verlaine. Acercándonos a nuestro país a través del simbolismo francés que influye en la poesía modernista en el siglo pasado, tenemos el caso del gran poeta 119
Ensayo Medardo Ángel Silva, quien sufre una extraña muerte en la casa de su amada, el caso es que su fallecimiento no queda esclarecido, aunque se asumió en su momento como un suicido. Me pregunto entonces si estamos frente a la renuncia total, física y vital hacia su musa, o fue en realidad La Muerte su “liberadora de la existencia” y por ende, ¿su verdadera musa? En fin, volviendo al cause que origina este ensayo y alejándome de interpretaciones materialistas sobre el tema central de este escrito, que consideran la preminencia de lo material y lo lógico sobre lo irracional o espiritual, particular que como se puede observar no encaja
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con la mayoría de presupuestos que analicé, quiero compartir mi experiencia, fundamentada en el principio universal de “El arte por el arte” y que se ha fortalecido durante estos últimos meses gracias a la presencia de la musa, a quien mi trabajo y empeño artístico le debe y le agradece todo. Reconocer esta experiencia y dejarla impresa
como constancia de lo sentido me permite substraer detalles que a la final es posible que no le interesen como lector, pero que, sin embargo, me asienten para que exprese en las líneas que me restan el inmenso amor y admiración que siento por ella en este momento en que contemplo su imagen que me mira, con sus ojos profundos…
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Marcelo Larrea Fotomosaicos Uruguay http://facebook.com/fotomosaicos http://www.youtube.com/watch?v=wV1zH0u0brA
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El ElectroCabaret (o a veces llamadas “Las Ankulitas”) es una compañia de danza y acciones performáticas desarrollada desde una estética de erotismo altenativo entre el jazz cabaret, el bellydance tribal fusion, flamenco, con algunos elementos del punk y lo gótico. Consiste en una puesta en escena concretada en forma de varios personajes con vestuarios diferenciados. Utiliza mayormente música compuesta por el Ensamble Anku o bien por Sunchituyoc (o a veces llamado “El Productor Maldito”).
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Ana Laura Beroiz FotografĂa Argentina analauraberoiz@gmail.com www.facebook.com/AnaLauraFotografiaYAlgoMas
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Fotografía Existe un lenguaje en que los ojos son los protagonistas. Es un lenguaje inmortal, que grita y calla; llora y ríe; ama y desprecia; emociona y endurece. Un lenguaje que intenta captar lo que está colgado en el Universo, en la calle, a nuestro lado; tan cerca que se torna imperceptible pero que reclama nuestra mirada. A veces las vendas nos encarcelan los ojos y las cadenas enceguecen los pasos hacia el otro, del que sólo somos capaces de ver sus superficialidades. O las nuestras.
se renace de entre las cadenas de los 500 años. Lo que gritan estas imágenes, tiene la voz de las comunidades de “El Simbolar” y “La Línea”, etnia Pilagá, Provincia de Formosa, Argentina. Pero no las encasille, puede ser la de cualquier comunidad en cualquier zócalo del mapa, la de usted, la mía, la de los que aún resisten, la de las que aún respiran, crean y alumbran nuevos mundos. Ojalá sean oídas...
Liberar la mirada de las vendas impuestas es el desafío, sólo se necesita querer ver y comenzar a percibir de una forma diferente. En esa búsqueda usted puede encontrarse, como lo hice yo, con un maravilloso pueblo: el Pueblo Pilagá. En un rinconcito alejado de la Argentina, uno de esos zócalos imperceptibles. Hermanos originarios que continúan de pie, resistiendo, llevando en su mirada la sabiduría ancestral que revitaliza la lucha a cada paso, que nace y 182
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Lorenzo Verdasco Narrativa Erótica Argentina lorenzo.verdasco@facebook.com https://www.facebook.com/lorenzo.verdasco
un chileno mojado por la lluvia, todo tallado en ébano
A los 16 años, dejé el secundario y me fui a cargar bolsas al puerto. Quería saber cómo vivía la clase obrera. Pelotudeces que me inculcaba mi viejo. Hoy, en Tucumán, los chicos y chicas de filosofía, a veces, se van de mozos a un bar. Viene a ser más o menos lo mismo que lo mío, pero sin palomas. Podría contar muchas anécdotas, pero voy a contar sólo una: cómo conocí a Payé. Molinos Río de la Plata me había mandado con 200 bolsas de harina a Gonzalez Catán (se entiende que el cuento se desarrolla en Baires ¿no?). Mi compañero de descarga era, en esa 222
oportunidad, un negrito al que se le podían contar todas las costillas. Cuando estaba sin camisa, por supuesto. Aunque, pensándolo bien, aún con camisa se le podían contar las costillas. Era chileno. Al menos eso decía. Yo pensé éste no va a aguantar. Pobre de mí. Pesando la mitad de lo que pesaba yo y siendo más bajito, era un maestro para la bolsa de 50 kg. Cuando yo no dí más y abandoné faltando todavía cuarenta, Payé hizo el trabajo por los dos, para que no me corrieran a la mierda. Éramos más o menos de la misma edad. No me olvido de su guiso de paloma. Se acurrucaba en un rincón de la dársena norte esperando que se junten muchas palomas comiendo grano. De pronto, como si jugara de arquero, se tiraba felinamente sobre las aves acoquinadas y confundidas. Se le escapaban todas menos una. A veces, con suerte, agarraba dos. Las mataba en el acto, y se acurrucaba nuevamente a la espera de la próxima tanda. Sólo dos cosas me molestaban de él. Sus dientes podridos, y que me pellizcara la tetilla. Siempre lo hacía. Yo era un chico robusto, y el pecho, a veces se me abultaba. Entonces Payé me decía “qué buenos chiches tenés” y me los pellizcaba. A ningún varón le gusta que le hagan eso. Además, yo por ser único hijo, no estaba muy acostumbrado a los juegos de mano. En fin. Me iba amoldando. El problema del changarín es cómo pasar el ocio. Dos horas para descargar pero seis horas para esperar el turno del camión. Mucho tiempo al pedo. Payé mangueaba una botella de cualquier cosa, y me invitaba a estar tirados arriba de la carga. A veces eran bolsas de 50 o 60 kilos. A veces eran cajas de 15 kilos. Estas últimas las preferíamos para echarnos porque eran más limpitas. No quedábamos blancos de harina. 223
Narrativa Erótica Una vez, mientras estábamos echados sobre la carga, me abrió la camisa y prendió su boca a mi tetilla. Lo empujé (le habré dicho: salí boludo). Se me tiró encima (ya se había tomado la mitad de la botella, detalle importante), y crucificó mis manos con las suyas sobre las cajas de harina “no me mezquinés las tetas” –dijo- Por suerte la carga tenía como ocho metros y nadie podía vernos ahí arriba ( la gente andaba trabajando a raz del suelo). Me hizo pasar una vergüenza… Lo dejé que me las lamiera un poco y cuando tuve sueltas las manos lo acaricié “Payé. Ya está. Terminala –le rogué-¿no ves que nos pueden ver?”. Pareció entrar en razón. Quedó flotando un clima como de “nos veamos en un lugar más tranquilo”. “Donde nadie nos pueda molestar”. Yo nunca había estado con un hombre. Sólo juegos entre adolescentes. Payé, aunque tenía mi edad, era un hombre completo. Y eso me daba miedo. De vuelta en el puerto, le dije que me esperara que iba a comprar cigarrillos, y me le escapé. Cuando me vio al otro día en el trabajo ¡cómo se puso! Estaba ofendidísimo. Pensé que nos íbamos a pelear para siempre. Para colmo ese día yo llegué tarde, y él no quiso agarrar laburo sin mí. A sí que nos quedamos sin changa los dos. Al pedo y con muy poca plata. Un camión con aceite nos dejó en Avellaneda. Estaba el negro muy correcto y ya parecía despedirse, entonces lo invité a mi casa en el Dock Sud. “Te invito a almorzar, le dije”. Yo alquilaba un cuartito en el segundo piso de esas casas que tienen madera por dentro y chapa por fuera. En el camino, y por encontrar un tema, yo le preguntaba si sabía algo de la dictadura de Pinochet. ¿Quién es pinochet? -me preguntó. 224
¿cómo que quién és? El que lo mató a Allende –dije yo. “¿Compañero Allende?” Dijo. No sabía tampoco quién era Allende, pero alguna vez había escuchado el fonema“Compañero Allende”. Llegamos. Saqué un poco de guita de un tarro que había sido un envase de té “Mazawatee” y le dije: “voy a comprar pa cocinar” “ponete cómodo”. Cuando volví con todos los ingredientes lo encontré acostado y tapado con una colcha. Sobre la silla había acomodado su chomba negra, blanca de harina, su vaquero hecho pedazos, y su calzoncillo hecho hilachas. Las zapatillas asomaban sus narices de debajo del catre. ¿Qué hacés? Le grité con sorpresa. Vení, durmamos un rato, me dijo. ¿no viste que la mañana está muy pesada? Después te ayudo con el guiso. Me tapé la cara para ocultar, no sé si la risa, la desesperación, no sé. Vení, repetía mientras me agarraba el brazo, sacate todo como hice yo. Durmamos un rato. Puse una tohalla en la ventana para que no entrara la luz del sol. Dejé todo bastante oscuro. Igual yo sé que Payé podía ver mis nalgas cuando me desvestía frente al espejo del ropero. Me recibió en la cama con mucha ternura. Nada de brutalidades ni manoseos. Yo le advertí “Sabés que esto que estamos haciendo está prohibido¿ no?” No me contestó nada. Me tapé con la misma colcha y me agarré suavemente de su pene. No lo tenía ni grande ni chica. Se trataba de una pija regular; pero, eso sí, al palo. Estábamos ambos de costado. Me separó los cantos e intentó meterla. Sentí la presión de la punta contra mi esfínter. “Payé” –le dije- en la mesita de luz tengo manteca derritiéndose, porque no tengo heladera”. “Sí, y qué pasa con eso” me preguntó desconcertado. ¿Querés que te unte un poco? Dicen que en seco duele mucho. Sentí que me aprobaba, así 225
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que tanteé el paquete en la oscuridad y me embadurné la mano. Me apliqué un poquito en la entrada de la cola, y se lo esparcí a lo largo de todo el miembro. “Seguí untándolo así, me gusta que lo untés, me hace gozar”-susurraba- y más tarde “untame también las pelotas”. Finalmente se montó sobre mí y lo recibí con naturalidad. Como la cosa más normal del mundo. Payé jadeaba cuando ya no podía más del goce, y deslizaba las manos por debajo de mi pecho para exprimirme los “limones”, como les decía él. Después que lo perdí, tuve muchos otros hombres. Pero solamente él tuvo la medida justa, que calzaba perfectamente en mi deseo. Ni más grande ni más chica. Esa medida que me hacía pertenecerle. De más está decir que no comimos ni 226
cocinamos en todo el día y toda la noche. En uno de los espacios interpólvicos, le pedí que pronunciara “Compañero Allende”, y él, por hacerme el gusto, pronunciaba “Compañero Allende”. Entonces mi corazón de zurdita estallaba, y lo besaba en la boca, colando mi lengua entre sus dientes podridos. Con posterioridad, lo convencí de que se viniera a vivir conmigo. “Andá traé tus cosas”-le dije. “No tengo cosas” me contestó. II Ya viviendo conmigo, empezó a oponerse que yo trabajara. Quería que me quedara en casa hacer las cosas. Es decir, me trataba como a mina. Yo le decía que sí, pero salía a hacer changas a escondidas, 227
Narrativa Erótica porque la guita no alcanzaba. Cuando se enteraba se ponía celoso. Desconfiaba de los camioneros “Tené cuidado con el del Escania porque es medio fiolo, te va a meter a laburar en un culiadero”. “Pero no soy mujer, amor, no puede pasar algo así –explicaba yo- . “A ese no le importan los sexos, te mete una mini y te manda a laburar a la calle. De ésa no salís más”. Si yo hubiera sabido que todo lo que estaba diciendo era verdad, me hubiera puesto a temblar. Pero por suerte no lo tomaba en serio. Cuando estábamos en la piecita, le gustaba andar siempre desnudo y con el órgano estimulado. Lo tenía medio largo y flaquito, como las salchichas que se utilizan para los superpanchos. El tipo caliente, siempre a 90°, me desparramaba las pilas de libros sobre la mesita que yo tenía apilados. Se daba vuelta distraído y PAF! , con la batuta ya me había tirado una pila de libros. Me gustaba leer pero no tenía un mueble para biblioteca. Hacíamos el amor todos (TODOS) los días. Me gustaba cocinarle, lavarle la ropa, etc. Todo lo que le era impuesto a las mujeres por imposición cultural, a mí me encantaba hacerlo por decisión personal. Era el años 1976 y yo vivía feliz. Una vez se me ocurrió atarle una banderita roja con una hoz y un martillo en la pija parada. Era graciosísimo. Se paró en una especie de balcón hechizo que teníamos y meó para la vereda. Teníamos un repedo los dos. La bandera roja flameaba atada a su poronga. “Hijo de puta, ni la ginebra te la baja, ¡y encima cómo podés mear!!! Payé desnudo, parado allí bajo la lluvia, parecía un ídolo zulu, todo tallado en ébano.
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Narrativa Erótica Pero una noche tocaron a la puerta. Era la poli. Nos dijeron que había habido una denuncia por faltas a la mortal. Nos llevaron a la comisaría. Payé no tenía documentos, ni argentinos, ni de ninguna otra parte. “no tenías cosas”, como decía él. A mi, por menor, me amenazaron con el juez de menores o avisar a mis padres. Opté por mis viejos: eran el mal menor. Lágrimas abrazos. El “te perdono todo”; el “no pido explicaciones”, etc. Toda la semana intenté ver a Payé en la comisaría de Dock Sud. Me dijeron que lo habían trasladado. Yo no sabía que esa palabra después llegó a tener significados muy jodidos. Pasó un mes, pasaron dos meses. Pasaron un millón de meses. No supe nunca más de él. A menudo por la noche uno piensa. Empieza a recordar detalles a los que al principio uno no le había dado pelota. Un detalle que no me gusta contar. Porque parece un poco melodramático, como de película argentina. Y sin embargo pasó. Uno de los tipos que me estaba interrogando (uno no sabía muy bien si eran policías o qué), lo hizo traer a mi amigo del otro cuartito (la verdad yo no me animo a llamarle celda a esas cosas en las que nos metían), y nos preguntó a los dos “por última ves digan ¿quién de ustedes es el puto?”. Payé con cierta sonrisa dijo “yo”. Después nos separaron. Fue la última vez que lo vi. Ya entonces supe que no lo iba a ver más, pero no lloré. Iba todos los días a preguntar por él, pero en el fondo sabía que eso que hacía era falso. Porque aquella había sido la noche de la despedida.
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Narrativa Erótica A veces por las noches mi cuerpo lo extraña, antes que mi conciencia. Mi esfínter lo extraña, aunque con un buen billete me alquile un taxi que me sacude con munición bien gruesa. Igual mi esfínter lo extraña. Aunque me meta una zanahoria finita y larga, protegida por un condón, igual mi cola percibe el lacerante ardor de la ausencia. Y no tener siquiera un objeto que haya sido de él para besarlo como a una sinécdoque de su carne. “No tengo cosas”, sabía decir. Pero Payé tenía una “cosa”. Y yo hice mía la cosa de payé, me acostumbré a tenerla adentro. Era una pija regular que solía calzar justo en el calabozo de mi cola. Y yo me quedé con la “cosa” de payé, pero de un modo negativo. Tengo dentro mío un no-Payé que me destroza. Su partida nos separó. Mi partida no nos unirá. ¡Payé! FOTOGRAFÍA: Andres Herrera
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