Antilha n14

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Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA, ARTE Y LITERATURA

Año 5

N°14

Mayo-Agosto 2016


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Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA

Editores

El contenido de los artículos y opiniones

América Malbrán Porto

expresadas en Antilha son responsabili-

Ana Igareta

dad exclusiva de sus autores.

Enrique Méndez Torres

Antilha es una publicación cuatrimestral editada y publicada por el Centro de Es-

Diseño editorial

tudios Sociales y Universitarios America-

América Malbrán Porto

nos S.C.

Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo del título, Dirección General de Derechos de Autor, Secretaría de Educación Pública, número ( en trámite ) . Certificados de licitud de título y de contenido, Comisión Certificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, Secretaría de Gobernación, números ( en trámite ) , ISSN ( e n trámite ) .

Portada, cenefa y viñeta: Santa Úrsula, murales del Ex-Convento de San Juan El Bautista en Tetela del Volcán, Morelos. Foto. América Malbrán Porto. 3


Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA

Comité Editorial Dr. Jorge Angulo Villaseñor

DEA-INAH, México.

Dra. María Elena Ruiz Gallut

IIE-UNAM, México.

Dr. Enrique Tovar Esquivel

INAH, México.

Dra. Lourdes Budar Jiménez

Universidad Veracruzana, México

Dr. Daniel Schávelzon

CAU-UBA, Argentina

Dra. Ana Igareta

UNLP, Argentina.

Mtra. América Malbrán Porto

FFyL-UNAM, México.

Mtro. Alfredo Feria Cuevas

INAH-México.

Lic. Alejandra Gómez Colorado

INAH, México.

Lic. Enrique Méndez Torres

ENAH, México.

Lic. Ivon Cristina Encinas Hernández

Universidad del Tepeyac A.C.

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Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA

CONTENIDO Editorial

P. 7

Material vítreo clasificado como lítico en colecciones arqueológicas del Museo de La Plata, Argentina Ana Igareta y Jorgelina Vargas Gariglio P. 9 El villancico de Gaspar Fernández Esteban Gutiérrez Quezada

P. 26

Tres etapas de desarrollo anteriores al abandono de Teotihuacan Jorge Angulo Villaseñor

P. 39

Álbum fotográfico de las grutas La Morita Enrique Méndez Torres y Sergio Santana Muñoz

P. 66

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Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA

EDITORIAL

Nos complace presentarles este número, que cuenta con tres artículos interesantes, el primero de las investigadoras argentinas Ana Igareta y Jorgelina Vargas Gariglio, quienes nos narran la experiencia de trabajar con materiales vítreos encontrados en el Museo de La Plata, Argentina. En el segundo artículo Esteban Gutiérrez Quezada nos ilustra sobre el legado musical que nos dejó el portugués Gaspar Fernández, Maestro de Capilla en la ciudad de Puebla de los Ángeles, en México, del siglo XVII. En el tercer artículo Jorge Angulo Villaseñor nos da su perspectiva sobre el desarrollo socio-político por el que pudo haber pasado la ciudad de Teotihuacan, México. Y cerramos el número con un álbum fotográfico de la visita a la Cueva La Morita, en México, por parte de los espeleólogos Enrique Méndez Torres y Sergio Santana Muñoz. Esperamos que estas contribuciones sean de su interés y que disfruten las imágenes del mundo subterráneo.

Los Editores

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8


MATERIAL VITREO CLASIFICADO COMO LITICO EN COLECCIONES ARQUEOLOGICAS DEL MUSEO DE LA PLATA, ARGENTINA Ana Igareta1 y Jorgelina Vargas Gariglio2 Introducción

E

l Museo de La Plata fue inaugurado en el año 1884 con la donación de la colección privada de Francisco P. Moreno, con varios miles de piezas etnográficas, arqueológicas, paleontológicas y geológicas procedentes de diversas

regiones del país (Farro, 2008:2). La cantidad de materiales inicialmente reunidos por Moreno se incrementó significativamente durante las siguientes dos décadas, en parte gracias al trabajo de colecta realizado por investigadores del Museo –entre los que se contaba el propio Moreno- y en parte mediante acciones de compra, donación y canje con otras entidades científicas (Fasano, 2005). Ya en el siglo XX, el material fue dividido de acuerdo a su naturaleza y puesto en custodia de los flamantes departamentos científicos del Museo; de acuerdo al fichero histórico de la institución, la División Arqueología quedó entonces a cargo de un total de casi 4,000 piezas. Durante los siguientes cien años, un porcentaje significativo de ese material fue objeto de detallados análisis, llegando a ser reconocido a nivel nacional como el principal conjunto de referencia para el estudio de las culturas prehispánicas del país.

1 Licenciada en Antropología y Doctora en Ciencias Naturales de la FCNyM, Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina. Investigadora Asistente CONICET. Coordinadora del EAH de la DA, MLP. CONICET-Equipo de Arqueología Histórica, División Arqueología. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. aigareta@gmail.com 2 Licenciada en Antropología de la FCNyM, UNLP. División Arqueología. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. lacavanajuja@yahoo.com.ar 9


Sin embargo, una cantidad aún mayor de

mas que refleje el estado actual de cono-

restos permaneció sin ser estudiado, in-

cimiento sobre este tipo de materiales y

cluyendo un interesante corpus de pie-

sobre la relevancia de su presencia en

zas históricas que no siempre fue reco-

los sitios arqueológicos en que fueron

nocido como tal. Se trata de materiales

halladas.

de origen europeo llegado al país entre los siglos XVI y XIX o manufacturado lo-

Sobre los “collares” de la Colección

calmente durante el mismo período y cu-

Moreno

yo análisis sistemático no ha sido del in-

En el año 2008 se inició un trabajo de

terés de los arqueólogos hasta hace

puesta en valor de las colecciones fun-

unas pocas décadas. Muchas de estas

dacionales de la División Arqueología del

piezas fueron además objeto de una

Museo que incluyó el acondicionamiento

errónea identificación de materias primas

de las piezas de la Colección Moreno y

al momento de su catalogación, lo que

el relevamiento de la información dispo-

dificultó aún más su reconocimiento co-

nible en el fichero histórico en soporte

mo material histórico. Tal fue el caso de

papel con que cuenta la División, con el

dos ―collares de piedra‖ cuyo estudio di-

objetivo de registrarla en una nueva base

recto reveló que se trata en realidad de

digital de datos. El proceso implicó

varias docenas de cuentas de vidrio re-

además revisar una por una sus casi

unidas a modo de collar con fines muse-

4000 piezas y sus correspondientes fi-

ológicos, pero sin que exista ningún re-

chas en papel, a fin de asentar toda alte-

gistro que indique que efectivamente for-

ración sufrida por los materiales desde el

maban parte de uno en su contexto de

momento de su inventariado original y/o

hallazgo.

identificar posibles errores involuntarios

El presente trabajo revisa la información

en la información entonces registrada.

disponible para ambas piezas, analizan-

Dos piezas del conjunto llamaron enton-

do brevemente las características de las

ces nuestra atención por las inconsisten-

cuentas que las componen y proponien-

cias detectadas entre la información es-

do una primera clasificación de las mis-

crita y las características físicas de los 10


señala

identificado el origen “post-colombiano

―Colección Moreno / Collar / San José,

(…) del tiempo de la conquista (…)” de

Prov. de Catamarca, fecha 1893 / Con-

otros objetos incluidos en las colecciones

servación buena / de piedras diversas /

del Museo (Moreno 1890-91). Teniendo

Sin datos de situación estratigráfica / en

esto en cuenta, y si bien no abundaba

depósito” (Fig.1); mientras que la nº 1979

entonces la información sobre vidrio ar-

indica ―Colección Moreno nº 2 / Collar /

queológico, resulta difícil entender el

Calchaquí3 sin fecha / Conservación bue-

error en la identificación de la materia

na. De piedra / sin datos de situación es-

prima de los ―collares‖. La morfología y

tratigráfica/ en depósito‖ (Fig.2). La revi-

color del conjunto dan cuenta de su inne-

sión de las piezas puso en evidencia que

gable carácter vítreo, distinguiéndolo de

la materia prima utilizada en la manufac-

los elementos líticos típicos de la región

tura de las cuentas de ambos collares es

del hallazgo e incluso, como detallare-

vidrio, con una interesante variedad de

mos luego, presentando en algunos ca-

colores y formas.

sos un diseño de superposición de capas

Resulta interesante mencionar que para

imposible de obtener en manufacturas

la época en que estas piezas fueron in-

de piedra.

ventariadas, la presencia de manufactu-

Igualmente llamativa resultó la utilización

ras europeas en contextos arqueológicos

de un cordel azul de material sintético en

del noroeste argentino había sido reco-

la pieza nº 1482 –en adelante ―collar 1‖-

nocida ya como indicador del carácter

y de un cordel industrial de algodón blan-

histórico de los sitios (Igareta y Schável-

co y rojo en la pieza nº 1979 –en adelan-

zon, 2011) y que el mismo Moreno había

te ―collar 2‖- para sostener las cuentas,

objetos.

La

ficha

1482

ya que se trata de productos modernos que sin dudas no formaban parte de los 3 La denominación “Calchaquí” hace referencia a los Valles Calchaquíes, un sistema de valles y montañas que se extiende en sentido norte-sur a lo largo de las provincias de Salta, Catamarca y Tucumán, en el noroeste argentino. La región es célebre por la belleza de sus paisajes de altura y por la riqueza de sus yacimientos arqueológicos prehispánicos.

conjuntos arqueológicos originales. La falta de registros escritos que informen al respecto impide establecer si éstos reemplazaron un soporte original deteriora11


Fig.1. Ficha de inventario original de la pieza nº 1482 de la Colección Moreno e imagen inicial de la misma. Foto, A. Igareta.

Fig.2. Ficha de inventario original de la pieza nº 1979 de la Colección Moreno e imagen del ―Collar 2‖ al momento de iniciarse el análisis de las cuentas de vidrio. Foto, A. Igareta.

12


do -ya fuera textil, de cordelería o de

sadas individualmente, se descubrió que

cuero- o si dicho soporte nunca existió y

además de la opacidad esperable en vi-

las cuentas fueron reunidas al momento

drio recuperado en recuperado en con-

del hallazgo o a posteriori con fines mu-

textos arqueológicos, algunas cuentas

seológicos para facilitar su manipulación.

presentaban un depósito superficial irregular de color pardo-rojizo; según López

Análisis y clasificación

(2011), el mismo podría corresponder a

Luego de comprobada la modernidad de

algún tipo de sal o mineral que se adhirió

los cordones y después de registrar gráfi-

al vidrio durante los procesos postdepo-

camente la posición de cada cuenta en

sitacionales. Si bien tal depósito sale con

cada ―collar‖, se decidió desarmarlos a

un raspado leve, se decidió mantenerlo

fin de realizar un análisis y clasificación

para posibilitar futuros análisis físico-

individual de cada elemento vítreo. Se

químicos y continuar con el análisis ma-

buscó también identificar la presencia de

croscópico sin retirarlo.

marcas que evidenciara una asociación

Las piezas fueron tipificadas según las

específica de las piezas en su contexto

clasificaciones de Deagan (op.cit.) y de

de origen. Se contabilizaron 101 cuentas

Kidd y Kidd (op.cit.), con las limitaciones

de vidrio más una cuenta de hueso para

lógicas impuestas por el estudio de una

el ―collar 1‖ (Fig.3) y 46 cuentas de vidrio

muestra que carece de información de

para el ―collar 2‖ (Fig.4).

referencia sobre el contexto de hallazgo.

Una vez separadas, se procedió a identi-

Se tuvo en cuenta entonces: el color, la

ficar el tipo al que pertenece cada una,

forma (esférica, oval, barril, anillo, y acei-

adaptando para ello las propuestas de

tuna); la decoración y la diafanidad

Deagan (1987) y Kidd y Kidd (1970). La

(traslúcida o trasparente) de las piezas.

identificación pretendida en esa primera

Según el tamaño se dividieron en 5 cate-

instancia se basó en la observación de

gorías (semilla: >de 2mm.; muy peque-

rasgos

macroscópicamente,

ño: de 2 a 4mm.; medio: de 4 a 6mm.;

descartándose de momento la realiza-

grande: 6 a 10mm.; y muy grande:<

ción de otro tipo de análisis. Al ser revi-

10mm.); y según el estado de conserva-

definidos

13


Fig.3. Collar 1, con una cuenta de hueso. Foto A. Igareta. 14


ción (completa o fragmentada, y meteorizada). Luego, el material fue organizado siguiendo los criterios de Kidd y Kidd (Ídem.), identificando las muestras con letras y números, y acomodándolas en un catálogo que ilustra todos los tipos, con el propósito de facilitar su identificación (ver Cuadro I). La observación pormenorizada de las cuentas permitió aplicar como primer criterio de clasificación el color del material. En tal sentido, fue importante tener en cuenta lo mencionado por Kidd y Kidd (Ídem.:52) acerca de las tonalidades de los colores, ya que hasta fines del siglo XVIII, los colorantes añadidos durante la produccion de las cuentas no eran medidos ni se encontraban estandarizados, por lo que los tonos resultantes podían ser extremadamente diversos, lo que puede dificultar la identificación colorimétrica actual. Entre las cuentas analizadas de la Colección Moreno se encontró una diversa gama de tonalidades dentro del color azul, el más abundante, pero por tratarse de una primera clasificación de los materiales, tal variabilidad fue mo-

Fig. 4. Collar 2, se aprecia la variedad de cuentas. Foto A. Igareta.

mentáneamente registrada de modo acotado, identificandose el contraste excesi15


16

Cuadro representativo de las cuentas que componían ambos ―collares‖ en el que se registran los dos atributos principales empleados para su clasificación: color y forma.

CUADRO 1


vamente marcado entre tonos (por ejem-

cit.:165), y que dentro de la clasificación

plo, entre un celeste cielo y un azul muy

de Kidd y Kidd (op. cit.) se corresponder-

oscuro).

ían con la forma que presenta la IIh1.

Ciento dieciocho de las cuentas releva-

Existe una de éstas que a ojo desnudo

das fueron identificadas como azul cobal-

parece ser blanca, pero estimamos que

to y esféricas, presentando en promedio

en realidad su color original debe haber

un tamaño que oscila entre pequeño y

sido azul cobalto, y que debido a proce-

mediano. La mayoría de estas se en-

sos químicos posteriores su coloración

cuentra en muy buen estado de conser-

superficial se vio alterada.

vación, teniendo en cuenta la meteoriza-

Sumados a los antes mencionados, se

ción superficial que afecta a todas las

identificaron varios otros tipos en la

piezas y que no permite ver el brillo origi-

muestra analizada de la Colección More-

nal. Dentro de las azul cobalto, hay que

no que, si bien aparecieron con baja fre-

destacar las que tienen rayas blancas;

cuencia, son significativos en función de

algunas cuentas tienen pintadas tres o

su extrema singularidad. Tal es el caso,

cuatro rayas blancas, así como dos ne-

por ejemplo, de una cuenta de tipo

gras con la misma característica, estas

―Chevron‖, facetada, de color azul, rojo y

son

cuentas

blanco, identificada en buen estado de

―venecianas comunes‖ por Tapia y Pine-

conservación aunque visiblemente me-

au (2010:9). En el caso de Kidd y Kidd

teorizada (Fig.5b) o lo que parecen ser

(op. cit.), las mismas aparecen identifica-

tres fragmentos de cuentas ―Nueva

das con la referencia IIb56 y IIb57, con

Cádiz‖,

tres y cuatro rayas respectivamente, y

(Fig.5c). Las primeras, conocidas tam-

LLb12 para las negras con tres rayas.

bién

El análisis permitió también establecer,

―estrella‖ o de ―roseta‖, se caracterizan

además, la presencia de 6 cuentas ―do-

por estar manufacturadas mediante la

bles‖ (Fig.5a), 5 azules y 1 blanca, identi-

superposición de varias capas de vidrio;

ficadas por Deagan como ―clear heat-

Smith (citado por Deagan, op. cit.:165)

altered drawn doublé bead‖ (Deagan, op.

indica que las cuentas fabricadas duran-

identificadas

como

17

de

como

forma

cuentas

alargada

con

y

forma

azul

de


Fig. 5. Vista en detalle de una cuenta Chevron (a), una cuenta doble (b), una celeste y blanca (c), una cuenta Nueva Cรกdiz (d), una cuenta caracol (e) y una cuenta blanca y azul (f). Fotos B. Pianzzolla. 18


contaban con siete capas de vidrio y que

cuentas, por lo que inicialmente conside-

ese número se redujo a cinco para el si-

ramos que podría tratarse de un error de

glo XVII. Dado que la cuenta identificada

fábrica, pero al encontrar veintitrés de las

en la muestra presenta seis capas, sería

mismas en la muestra analizada se con-

posible afirmar que fue manufacturada

firmó que se trataba de una forma hecha

en un periodo intermedio a ambos siglos,

adrede. Estas cuentas son en su mayor-

aunque se trata de una propuesta aún

ía azules, existiendo además un ejem-

sujeta a confirmación.

plar con cuatro rayas blancas pintadas, y

Deagan (Ídem.) afirma también que las

una pieza completamente blanca.

cuentas Nueva Cádiz son características de los sitios americanos con ocupación

Problemática de la falta de datos con-

netamente española y, que se trata de

textuales

un tipo que incluye muchas cuentas de

Un revisión de la información documental

distintos tamaños, formas y colores cuyo

disponible reveló que Moreno no redactó

rasgo en común es que son más largas

libretas de campo que pudieran propor-

que las demás cuentas. La autora ubica

cionar información de primera mano so-

la primera mitad del siglo XVI como el

bre las condiciones de su hallazgo, por lo

momento de mayor frecuencia de apari-

que optamos luego por realizar una

ción de estas cuentas en sitios colonia-

búsqueda sistemática en los catálogos

les.

del Archivo Histórico del Museo de La

Además de los tipos antes mencionados,

Plata (que conserva manuscritos y co-

se reconoció un tipo morfológico más al

rrespondencia personal de su primer Di-

que hemos denominado como ―caracol‖

rector) y en los documentos del Fondo

(Fig.5e), dado que presenta una forma

Histórico de la División Arqueología a fin

característica que recuerda a la de ese

de obtenerlos, pero sin resultados favo-

animal y que no aparece mencionado en

rables. Asimismo, la revisión de las publi-

ninguno de los catálogos antes citados.

caciones realizadas por Moreno entre los

No fue posible hallar hasta el momento

años 1890 y 19004 puso en evidencia

en la bibliografía datos sobre este tipo de

que el hallazgo de las piezas no aparece 19


mencionado –como elementos líticos o

fichas y en parte de las etiquetas de pa-

vítreos- en los textos por él publicados

pel que por ese entonces referenciaban

en dicho período y tampoco ha sido posi-

cada uno de los hallazgos.

ble localizar ninguna mención posterior a

Tal vez por la dificultad de coordinar da-

los ―collares‖ realizada por otros investi-

tos de fuentes y niveles de detalle tan

gadores.

diversos, en las fichas solo se registró la

Por otra parte, según indican las Memo-

información más elemental de referencia

rias del Museo de La Plata, el primer fi-

de los materiales –tipo de material, pro-

chero de inventario de las piezas que ac-

cedencia geográfica, mínima descripción

tualmente se encuentran en guarda en la

y solo ocasionalmente estado de conser-

División Arqueología fue confeccionado

vación y año de colecta-. Pero ninguna

durante la década de 1920, bajo la direc-

de las casi 9,000 fichas elaboradas en-

ción de Luis María Torres (Collazo,

tonces menciona nada acerca de la si-

2012:37). Torres, quien estuvo a cargo

tuación estratigráfica o contextual de las

de la Institución entre 1920 y 1932, fue el

piezas. Recordemos que para el ―collar

responsable de organizar por primera

2” se indica “Calchaquí‖ como proceden-

vez de modo articulado todo el material

cia, dato que refiere a un sistema de va-

arqueológico hasta entonces reunido y

lles que se extiende a lo largo de las pro-

generar un sistema de fichas que reco-

vincias de Salta, Catamarca y Tucumán

giera la información disponible sobre el

(Tarragó 2003), lo que hace virtualmente

mismo (Íbid.:41). La información enton-

imposible determinar el lugar preciso del

ces transcripta provino, en parte, de la

hallazgo sin alguna otra referencia.

presentada por los arqueólogos en sus

La ficha del ―collar 1‖, por su parte, indica

publicaciones y libretas de campo, en

que la pieza proviene de ―San José, Ca-

parte de lo relatado oralmente por los in-

tamarca‖, agregándose luego ―1893‖. La-

vestigadores a quienes elaboraron las

mentablemente San José es uno de los nombres de localidades, sitios y parajes más repetidos de esa provincia, existien-

4 Revista del Museo de La Plata, Tomo I (años 1890-1891) al Tomo X (años 1902-1904). Talleres del Museo La Plata, Argentina.

do por lo menos una veintena de yaci20


mientos de diversas cronologías identifi-

información que contribuya a una carac-

cados con el mismo nombre, y sin otros

terización más detallada del conjunto.

datos de departamento o geografía, re-

La escasez de datos contextuales seña-

sulta complejo establecer a cuál hace

lada para las piezas que nos ocupan se

exactamente referencia. De igual modo,

extiende a la mayor parte del material

el ―1893‖ tanto puede referir al año en

arqueológico inventariado en el Museo

que las piezas fueron colectadas como al

durante las últimas décadas del siglo XIX

año de su ingreso al Museo; ambas si-

y las primeras del XX. Estimamos que tal

tuaciones son posibles ya que se han

situación responde, en parte, a los inter-

identificado fichas que registran indistin-

eses de la investigación arqueológica de

tamente una y otra fecha. Sin embargo,

la época, más enfocada en la recupera-

existen registros de que en el verano del

ción y tipologización de restos que en la

año 1893 Moreno realizó junto con una

identificación de contextos de asociación

expedición que lo llevó a través de la

o en la elaboración de interpretaciones

provincia de Catamarca, desde la región

sobre los procesos de ocupación de los

de Pilciao hasta el Departamento de

sitios. Además se debe tener en cuenta

Santa María; en este último, excavó en el

que recién entrado el siglo XX los ar-

sitio San José (Nastri, 2016, com. pers.).

queólogos comenzaron un trabajo sis-

Esta información constituye el primer da-

temático y ordenado de recolección de

to concreto sobre la posible procedencia

piezas, registrándose el contexto de los

específica de las cuentas del ―collar‖ y

hallazgos como información significativa

abre la posibilidad a una reconstrucción

y abandonándose lentamente la idea de

tentativa del contexto del hallazgo a

Arqueología como de simple acumula-

través de la revisión del resto del mate-

ción de material.

rial de la colección. Cabe esperar que una vez reunidas, el estudio de las pie-

Consideraciones finales

zas catalogadas como procedentes de

Las cuentas vítreas presentes en la Co-

―San José, Catamarca / 1893‖ –que esti-

lección Moreno son piezas individuales

mamos son más de cincuenta- permita

con características singulares cuyo análi21


sis particularizado puede brindar informa-

país, pero aún resta por explorar su po-

ción sobre su antigüedad y procedencia.

tencial para momentos más tempranos.

El agrupamiento de las cuentas en colla-

Solo como referencia vale recordar la

res a comienzos del siglo XX refleja un

mención realizada por Don Basilio Villari-

criterio museográfico de la época más

no en su diario en 1782 durante su viaje

que una asociación en el contexto de

por Río Negro y la costa oriental de la

hallazgo, por lo que hasta que se obten-

Patagonia, acerca de los tipos y formas

gan nuevos datos al respecto considera-

de trueque que tenía con los nativos de

mos pertinente abordar su estudio y cla-

esas zonas. En más de una ocasión se

sificación por separado, buscando inte-

refiere a las bujerías que entregaba a

grar la información obtenida con la dispo-

cambio de manzanas, ovejas u otros ob-

nible para su área de procedencia.

jetos de su interés, a veces ―cuatro hilos

Permanece en pie el interrogante acerca

de cuentas‖ y otros objetos de factura

de cuál puede haber sido la funcionali-

europea que eran preciados por los ame-

dad pretendida para las cuentas en su

ricanos, como aguardiente, tabaco y

contexto original, ya que solo unas pocas

prendas (Villarino, 1782, 8 de abril). En

de las formas identificadas en los conjun-

otra ocasión, hace referencia al inter-

tos de la Colección Moreno pueden ser

cambio de una vaca por ―tres cuchillos

atribuidas a una función específica. Tal

viejos, un freno ídem, dos varas de taba-

sería el caso de las cuentas dobles, que

co podrido, dos trompos, y unas pocas

según Deagan, eran habitualmente hila-

cuentas de vidrio‖. Ello obliga a conside-

das para la confección de rosarios

rar la posibilidad de que en tales inter-

(Deagan, op.cit.:165).

cambios, y contradiciendo lo que se ha

La posible pluralidad funcional de las

asumido hasta ahora en relación a la for-

cuentas –e incluso la posibilidad de que

ma de entrega de las cuentas, éstas no

hayan tenido una que no requería de su

siempre eran proporcionadas en collares

engarce o articulación- ha quedado esta-

o rosarios, sino que a veces, hacían en-

blecida para momentos tardíos en la do-

trega de las cuentas en forma separada,

cumentación de diversas regiones del

dependiendo del valor que tuviera el ob22


jeto a transar.

Agradecimientos

Por otra parte y en lo que respecta a la

Al Sr. Bruno Pianzzola y la Lic. Jorgelina

variedad conocida como Nueva Cádiz,

Collazo del Museo de La Plata.

Tapia y Pineau señalan que: ―… dada la forma y tamaño así como

Bibliografía

la escasez de esas cuentas, Fair-

Collazo, J.

banks (Cf. Smith y Good 1982) opina

2012 Colección arqueológica Francisco

que habrían sido usadas original-

Pascasio Moreno: pasado, pre-

mente por los propios españoles y

sente y futuro. Como conserva-

que por lo tanto, no habrían sido ad-

mos nuestro patrimonio arqueoló-

quiridas para realizar transacciones

gico. Tesis de grado de la Licen-

mercantiles o para utilizar como re-

ciatura en Antropología. Escuela

galos. Shith y Good (op.cit.) conside-

de

ran que la fabricación de estas cuen-

Humanidades y Artes, Universi-

tas se inició a comienzos del siglo

dad Nacional de Rosario. Rosario,

XVI y que habrían pasado a ser muy

Argentina.

Antropología,

Facultad

de

escasas hacia 1560” (Tapia y Pineau, op.cit.:129).

Deagan, Kathleen

Por último, como se mencionó antes, un

1987 Artifacts of the spanish Colonies of

porcentaje significativo de las cuentas

Florida and the Caribean 1500-

analizadas exhiben rasgos diagnósticos

1800. Vol. I: Ceramics, Glassware,

que permiten inferir que llegaron al noro-

and Beads.

este argentino durante los primeros dos

tion Press. Washington D.C. –

siglos de conquista ibérica, lo que permi-

Londres.

Smithsonian Institu-

tiría emplearlas como indicadores temporales muy exactos al momento de revisar

Farro, M.

las cronologías de los sitios de la región.

2008 Historia de las colecciones en el Museo de la Plata, 1884 – 1906: naturalistas viajeros, coleccionis23


tas y comerciantes de objetos de

chaeology and History. Vol.1. Na-

historia natural a fines del Siglo

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Department of Indian Affairs and

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EL VILLANCICO DE GASPAR FERNÁNDEZ Esteban Gutiérrez Quezada1

L

os nuevos enfoques de la investigación histórico-social se han beneficiado enormemente de los avances en materia de Historia del Arte, disciplina que cada vez aporta más a la comprensión de los procesos históricos en su totali-

dad. Por otro lado, aunque a veces la música no es estudiada a profundidad por los historiadores del arte —y su análisis pareciera ser exclusivo de los musicólogos— ella constituye una manifestación representativa e ilustrativa de su momento histórico, ya que siempre está impregnada de una funcionalidad de acuerdo a su tiempo; desde quién la escribe y para qué, hasta los temas que trata y la manera como es ejecutada y difundida, la música se articula con todos los procesos en los que está inmersa. Esta es, en primera instancia, la importancia del estudio histórico de la música. Aquí analizaremos algunas de las principales características sociales de la música de la Nueva España, particularmente de principios del XVII, periodo que corresponde a las funciones de Gaspar Fernández como Maestro de Capilla en la ciudad de Puebla de los Ángeles (1606-1629). Revisaremos de manera general el proceso de consolidación de la institución musical ligada a la misión evangelizadora, en un primer momento, y al ámbito catedralicio en un segundo momento. En ella, como en todos los aspectos culturales de la Nueva España, se dejan ver los diferentes actores históricos que interactúan en el ambiente social multifacético del virreinato, pues las relaciones religiosas y también políticas se expresan en la manera de administrar los asuntos musicales. En ese sentido, Gaspar Fernández es muy representativo. Durante su paso por la catedral de Puebla, su producción musical estuvo basada casi única y exclusivamente en villancicos. ¿Por qué? ¿Es posible encontrar en ese hecho, curioso y meramente anecdótico a simple vista, un reflejo de la sociedad de su tiempo?

1Licenciatura en Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. restebangq@gmail.com 26


Panorama de la música en la Nueva

las liturgias polifónicas correspondientes,

España

y finalmente, el Cancionero de Gaspar

Aurelio Tello (2001) ha señalado que las

Fernández, que contiene casi un cente-

fuentes para el estudio de la música no-

nar de composiciones (Tello, 2001:XVII-

vohispana y la comprensión de su proce-

XLIII). Todos ellos son documentos que

so son muy variadas. Habla de que exis-

nos permiten ver que la música fue siem-

ten una serie de documentos disemina-

pre un elemento fundamental en el pro-

dos a lo largo de toda la América espa-

ceso, primero, de consolidación de la

ñola, que dan cuenta de la enorme pro-

institución eclesiástica, y segundo, de la

ducción musical del virreinato: los nueve

conformación de las relaciones sociales

códices de Huehuetenango, que agrupan

durante el periodo Colonial.

la música evangelizadora de los domini-

Por su parte, Álvarez Moctezuma indica

cos en la Capitanía General de Guate-

que el estudio de la música novohispana

mala; los tres libros de coro con música

es fundamental para comprender los pro-

polifónica de la catedral de Guatemala; el

cesos de consolidación religiosa, al ser

libro de coro de Gutierre Fernández

España ―un Estado que proyecta como

Hidaldo, conservado en la catedral de

una de sus prioridades sociopolíticas y

Santa Fe de Bogotá; el del padre Grego-

culturales la exaltación y la defensa del

rio de Zuola, franciscano pastor de Co-

culto católico‖ (Álvarez, 2006:69). Es na-

chabamaba, o el del obispo Baltasar Jai-

tural pensar que el arte sonoro, común-

me Martínez de Compañon y Bujanda,

mente usado en las celebraciones católi-

obispo de la diócesis de Trujillo ya en el

cas desde siempre, se utilizara como ins-

s. XVIII. Para el caso concreto de la Nue-

trumento evangelizador. Por otro lado, el

va España son de importancia funda-

mundo indígena daba igual importancia a

mental el Códice Franco, que contiene

la música como elemento fundamental

una colección de Magnificat en varios

del ritual. Por eso, como afirma Lourdes

tonos; el Códice Valdés, que contiene

Tourrent, podemos suponer que ―el uso

una serie de piezas polifónicas escritas

de la música con finalidad de enseñanza

en nahuatl; el Códice del Convento del

y de ritual religioso se empalmó con las 27


costumbres indígenas de aprender a

compuestas por los frailes (ídem.). Para

través de fórmulas melódicas y de bailes

el siglo XVII la sociedad novohispana

en

(Turrent,

había sufrido muchos cambios, los cua-

1996:190). Además, la música indígena

les se vieron reflejados en su vida cultu-

debía ser combatida por su connotación

ral. La aparición de los criollos, las activi-

pagana y, por eso, desde el principio, la

dades económicas más complejas y la

enseñanza de la música y su producción

consolidación de las instituciones católi-

estuvo a cargo de los misioneros y la

cas propiciaron el surgimiento de otros

Iglesia. Como señala Orta Velázquez:

tipos de creación artística, más completa

honor

a

los

dioses‖

…la música de los indígenas, que

y más apegada a los cánones de la

antes desempeñara tan importante

península. En ella, quedan plasmadas la

papel, debía, necesariamente, ser

visión estética, pero también política y de

combatida en su forma, funciones y

interacción social de su época. Como

aplicaciones: de modo permanente,

afirma Álvarez Moctezuma, ―la música es

relevante y definitivo, quienes más

[…] el refugio sonoro de las sensibilida-

influyeron en esto fueron los misio-

des y devociones de la polifacética y

neros (Orta Velázquez, 1997:144).

compleja sociedad virreinal‖ (Álvarez

Pero la nueva música traída por el clero

Moctezuma, 2008:47-51).

no excluyó totalmente las prácticas musicales indígenas. En un principio, al no

La Capilla Musical

existir una institución musical plenamen-

Ya a finales del S. XVI, con la evangeli-

te integrada por el clero o por los penin-

zación mucho más consolidada en el

sulares, los coros estuvieron integrados

centro del país, fue posible el arraigo de

también por los indígenas, quienes llega-

la capilla musical y del maestrazgo de

ron a mezclar parte de su tradición musi-

capilla, gracias a la edificación de las

cal con la traída por los españoles, sobre

grandes catedrales y la estabilización de

todo en lo que concierne a los instrumen-

las instituciones eclesiásticas en ellas.

tos, e incluso, empezaron a ponerle le-

Estas no sólo fueron un centro de poder

tras en lengua de indios a las piezas

religioso y político, sino también el eje 28


de la vida cultural novohispana. Pronto

drales, enseñar a los mozos lo rudimen-

las capillas musicales contaron con un

tos del arte musical, y ocuparse de los

buen número de ejecutantes en viola,

negocios musicales con el cabildo y el

trompetas, chirimías, cornetas, flautas,

deán (Álvarez, 2006:75).

clarines, sacabuches, vihuelas de arco,

Aunque la primera capilla musical no-

orlos, arpas, y un sin número de otros

vohispana data de 1538, bajo el maes-

instrumentos (Estrada, 1973:30), así co-

trazgo de Joan Xuárez en la Ciudad de

mo de cantantes y ministriles (Mauleón

México (quien también fue el primero en

Rodríguez, 1995:87), y por supuesto, el

admitir en la capilla a ministriles indíge-

Maestro de Capilla.

nas), la primera disposición oficial para

Estrada (Op.cit.) señala que también la

regular las funciones del maestro de ca-

organización musical de las catedrales

pilla se publicó hasta 1570, prescrita por

da muestra de los proyectos de forma-

fray Alonso de Montúfar y en concordan-

ción musical que ya se vislumbraban

cia con lo establecido por el Concilio de

desde su fundación, no sólo para formar

Trento (Mauleón Rodríguez, op.cit.:87).

instrumentistas y compositores diestros

En ella se dictaminaba que, al igual que

en el ámbito de la polifonía, sino también

en las catedrales españolas, el Maestro

para instruir a la sociedad—indígenas y

de Capilla en la Nueva España debía ser

peninsulares— en los aspectos musica-

designado con previo concurso y juicio

les necesarios para la celebración de la

sobre sus capacidades musicales. La

liturgia católica. A diferencia de la educa-

elección era muy importante, pues la in-

ción musical impartida por los misione-

tención de contar con un buen maestro

ros, la capilla musical catedralicia debía

de capilla tenía la finalidad, por un lado,

propiciar la creación de las formas más

de alabar dignamente a Dios por medio

elevadas del arte que se practicaban en

de la música, pero también de orientar el

España: era esta la responsabilidad del

gusto musical del pueblo, principalmente

Maestro de Capilla, además de compo-

de aquellos que habían sido reciente-

ner nueva música y dirigir su ejecución

mente evangelizados. Por eso, debía te-

para las fiestas importantes en las cate-

ner habilidades en teoría de la música, 29


contrapunto sobre canto llano, la técnica

pañoles e inmigrantes procedentes del

de canto, y la ejecución en órgano

viejo mundo (Tello, op.cit.: XXVII).

(Ídem.).

Ambas catedrales, la de México y la de

Ahora bien, uno de los centros principa-

Puebla de los Ángeles, experimentaron

les en los que se desarrolló el maestraz-

un continuo intercambio de expresiones

go de capilla fue la ciudad de Puebla,

culturales, principalmente la música, pe-

fundada en 1531, que destacó por su

ro siempre compitiendo por una hege-

enorme

Mauleón

monía artística, propiciando así la crea-

Rodríguez también señala que las capi-

ción de obras de mayor calidad. El Ma-

llas musicales poblanas del siglo XVII

estro de Capilla tuvo un papel preponde-

fueron el prototipo de la capilla musical

rante, por supuesto, y sus funciones co-

desarrollada en toda la Nueva España.

mo creador artístico estuvieron siempre

Desde 1538 se tuvieron ya noticias de un

ligadas a su función social, es decir, cre-

par de pequeños realejos (órganos porta-

ar una música que congregara a la co-

tivos), y para 1546 y 1564 fueron adquiri-

munidad novohispana en torno a su fe y

dos otros nuevos (Íbid.:123). A lo largo

su devoción católicas. Ahí surge el nom-

de todo el periodo colonial, ésta catedral

bre de Gaspar Fernández.

actividad

musical.

contó con una serie de Maestros de Capilla de gran renombre, como Pedro

El Villancico Novohispano: Gaspar

Bermúdez, Juan de Victoria, Antonio de

Fernández

Salazar y, por supuesto, Gaspar Fernán-

Sobre la vida del ilustre compositor se

dez. Incluso Aurelio Tello ha llegado a

sabe muy poco. Mauleón Rodríguez sólo

afirmar que Puebla fue la ciudad rena-

menciona que Fernández, de origen por-

centista por excelencia en la Nueva Es-

tugués, fue Maestro de Capilla en la ciu-

paña, considerando que su nacimiento

dad de Guatemala entre 1559 y 1606, y

se dio de forma natural, y no por los an-

que ese mismo año se trasladó a Puebla

tecedentes de encomiendas y reparti-

de los Ángeles para sustituir a Pedro

mentos en los que habían surgido otras

Bermúdez, donde permaneció hasta su

ciudades. Y que a ella habían llegado

muerte, en 1629 (Mauleón Rodríguez, 30


op.cit:125)2. Tello (Op.cit.), que como he

lítica.

dicho,

mucho más a

Fernández fue el único portugués que

Fernández, también afirma que la infor-

tuvo un puesto musicalmente importante

mación sobre su vida es escasa, y que lo

en toda la América Española (Tello,

poco que sabemos de él, lo sabemos por

2001: XXIV-XXVIII).

su obra. Lo único que Tello puede afir-

Sobre su obra, como mencioné al princi-

mar con precisión sobre él, es que fue de

pio, sabemos que está compuesta casi

origen portugués, nacido entre 1565 y

en su totalidad por villancicos. Ahora

1570, que fue músico y sacerdote (ni si-

bien, la importancia del villancico en la

quiera sabemos bien a qué orden perte-

sociedad virreinal ha sido señalada re-

necía), y que primero se desempeño co-

cientemente también por Tello. Según él,

mo cantante, —o quizá organista— en la

se trata de una época en la que la Refor-

catedral de Evora, en 1590.

ma y lo establecido por el Concilio de

Pero Tello sí plantea un problema funda-

Trento disminuyeron radicalmente el uso

mental. ¿Por qué un músico portugués

del latín en la liturgia católica, y que es-

emigró a los territorios españoles de

tos cambios propiciaron la consolidación

América? La respuesta puede estar,

de un género en lengua romance: el vi-

según el autor, en que, durante los años

llancico (Tello, 2013:9-10). Por otro lado,

que Portugal estuvo anexado a España

Omar Morales Abril afirma que el uso del

(1581-1640) el flujo de músicos portu-

villancico fue también una suerte de ele-

gueses hacia territorio español fue muy

mento unificador de las colonias españo-

intenso, producto natural de la influencia

las, pues en todos los territorios hispa-

cultural que acompañó a la influencia

nos de América, se compusieron villanci-

ha

trabajado

Sin

embargo,

sabemos

que

cos con igual forma y semejante contenido (Morales Abril, 2013:11-38).

2 De la información que Mauleón Rodríguez nos da sobre Gaspar Fernández, resalta la acotación de que en 1993 el conjunto vocal de música antigua Ars Nova, grabó, entre otras, nueve obras de Fernández. Tales piezas se pueden encontrar hoy día en youtube: htt ps:/ /www. youtube.c om/ watch? v=xwBg2wKtiE0&list=RDxwBg2wKtiE0#t=7

No cabe duda que los primeros villancicos tuvieron que llegar con los propios conquistadores. Orta Velázquez señala que la música europea debió llegar con 31


la expedición de Cortés, y con ella, los

más compleja se vuelve la sociedad,

villancicos, ―que no trataban únicamente

mientras más mestizajes étnicos y

temas pastoriles de Navidad, sino que

culturales se produzca, más mestiza-

indicaban canción campesina y villanes-

jes musicales intensos surgirán: en

ca‖ (Orta Velázquez, 1971:141). Así, po-

castellano, en náhuatl o en ―lengua

co a poco se fue constituyendo como

de negros‖, los villancicos novohis-

una de las formas más sencillas de llevar

pano serán el refugio sonoro de las

la religión católica a los ámbitos de la

sensibilidades y las devociones de la

música y a los habitantes de las nuevas

polifacética y compleja sociedad vi-

tierras, sobre todo por su simplicidad es-

rreinal (Álvarez Moctezuma, 2006:

3

tructural .

77).

También Álvarez Moctezuma nos dice,

No sólo por su naturaleza polifónica, que

en su estudio sobre el maestrazgo de

ya sugiera la interacción de varias voces

capilla de Joan Xuárez, habla del villanci-

distintas (Fig.1), sino porque el mismo

co, al afirmar que:

maestrazgo de capilla, que como ya

…los villancicos religiosos (fueron) las

hemos visto, funcionó como una manera

piezas perfectas para llenar las nece-

de integración sociocultural de la comu-

sidades rituales y musicales, litúrgicas

nidad virreinal. No es gratuito, por ello,

y estéticas de la sociedad novohispa-

que dentro del Cancionero Musical de

na de los siglos XVI y XVII. Mientras

Gaspar Fernández, el volumen mayor de música está compuesto por los villancicos. Tan sólo de 1611 a 1612, sus com-

3 Aurelio Tello, en las notas que hace al Cancionero de Gaspar Fernández, utiliza como sinónimos los términos villancico y chanzoneta, pues, como explica, ambos se manejan de manera equivalente en las actas de la Catedral de Oaxaca (Tello, 2001:XXI). También Álvarez Moctezuma señala que ―estructuralmente la chanzoneta corresponde al villancico hispano de tema profano, es decir estribillo-glosa-estribillo, en octosílabos‖ (Álvarez Moctezuma, 2006:76). De igual manera, afirma que el término chanzoneta nació para diferenciar de las villanescas italianas, consideradas mundanas. En España, recibían el nombre de villancicos a los divino.

posiciones (recopiladas en el Cancionero) están registradas de la siguiente manera (Tello, 2001:XXI): 21 villancicos y chanzonetas para la Navidad de 1611. Tres villancicos para la Concepción, intercalados con los de Navi32


ad.

Seis piezas para la entrada del vi-

Tres piezas para la fiesta de Re-

rrey Don Diego Fernández de

yes.

Córdoba, quien llegó a Puebla en

Trece para la festividad del Santí-

octubre de 1612.

simo Sacramento.

Un villancico a Santa Gertrudis.

Dos villancicos a San Pedro (no el

Las únicas piezas de carácter profano

apóstol).

fueron las compuestas en ocasión de la

Seis villancicos y chanzonetas pa-

llegada del virrey Don Diego Fernández

ra la fiesta del Corpus.

de Córdoba, quien llegó a Puebla de ca-

Un villancico para la fiesta de San

mino a la Ciudad de México, en 1612.

Ignacio.

En materia estrictamente musical, pode-

Dos villancicos para la Asunción

mos enmarcar la producción de Fernán-

de la Virgen María.

dez en el periodo de transición entre la

Tres villancicos para la fiesta de

escuela renacentista y las nuevas for-

San Jerónimo.

mas que hoy denominamos Barroco. En

Fig.1. Fragmento del villancico Pois con tanta graça, de Gaspar Fernández. Es un claro ejemplo de cómo las distintas voces, representadas en cada pentagrama, se mueven de manera contrapuntística, es decir, independientes una de la otra, siendo esta una característica principal de la música barroca. Tomado de Tello, 2001:110. 33


efecto, esta nueva corriente de expresión

influyó, es el tipo de repertorio que ma-

musical había alcanzado una denomina-

neja. Los villancicos de los que ya he

ción aparte de las formas renacentistas

hablado, la mayoría escritos en lenguas

con Josquin de Prez, alrededor de 1500,

vernáculas (como el portugués, el espa-

quien consolidó el uso de las imitaciones

ñol, el náhuatl y el español de negros)

a cuatro o más partes (voces), la cual se

dan cuenta de la intrusión de elementos

convertiría en norma característica de

populares del folclore hispano, indígena

todo el siglo siguiente. Pero su uso en el

y africano. Incluso en sus temáticas está

mundo católico se implementó de mane-

presente la inmigración portuguesa, en el

ra formal por el Concilio de Trento, entre

villancico Toquen as sonajas, de 1609,

1545 y 1563, buscando crear una nueva

cuyo texto reza:

identidad (también musical) de la Iglesia frente al creciente protestantismo. Este

Toquen as sonajas

periodo coincide con los años en los que

sonen rabeles

Fernández (probablemente, porque no

e folijen

sabemos con seguridad) inició sus estu-

os portugueses

dios en música, y sin duda se vio influen-

(Tello, 2001: XXVII.)

ciado por esa tendencia novedoza y de

Esto denota una evidente popularización

gran expresividad, también durante los

de la canción, y de lo que puede ser de-

años en la catedral de Évora (Tello,

nominado ―poesía para ser cantada‖. Ya

2001: XXX). Su obra presenta las carac-

no se trata de la misma poesía cortesana

terísticas principales del barroco: la dis-

y catedralicia que con tanto fervor se cul-

posición de las partes vocales, y la escri-

tivó durante el renacimiento. Se trata de

tura basada en el contrapunto (Como se

un arte distinto, pensado para los diver-

aprecia en la Fig.1).

sos sectores de las sociedad europea

Sin embargo, uno de los aspectos que

(pero también novohispana), pues, como

más llaman la atención de su producción,

afirma Margit Frenk:

y que sirve para entender el contexto so-

…para complacer y atraer al hombre

cial en el que se desenvolvió, y que en él

de la calle […] se tocan las cuerdas 34


que más le suenan; no es que se le

rrolló; y sobre todo, tiene una función

devuelva intacta su propia literatura:

intrínseca de reforzar el orden social es-

se le ofrece algo parecido, pero infini-

tablecido (Morales, op.cit.:12). Fernán-

tamente renovado, remozado, capaz

dez fue un gran cultivador de este géne-

de

ro, como en su villancico Ximoyolali siño-

deslumbrarlo

y

conquistarlo

(Frenk, 2006:66).

la, en el cual la voz del Tiple 1 versa:

Así, tanto para inmigrantes como para

Ximoyolali siñola

conquistados, se creó una música que ya

tlalticpan oquisa Dios,

no era sólo para la evangelización, sino

bobre Yegual, bobre vos,

también para la construcción de una so-

no gomo el gente española,

ciedad novohispana, con sus actores

el gente española

bien delimitados en los ámbitos político y

(Tello, 2013:99).

económico, pero profundamente arraiga-

Donde se mezclan esos elementos en

dos en la creación de una nueva tradi-

lengua náhuatl con lengua castellana

ción musical, heredera de la península,

(lengua mestiza), con la finalidad de atra-

pero también original. Así lo demuestran

er a los grupos de indios a la liturgia mu-

los villancicos que Gaspar Fernández

sical católica.

compuso en lengua náhuatl, o incluso, en portugués. Omar Morales Abril ha te-

Consideraciones Finales

nido a bien denominar a este tipo de vi-

Tal vez la misma naturaleza del villanci-

llancico en especial como “villancico de

co, esto es, el resonar simultáneo de di-

remedo”, cuyas características son muy

ferentes voces que conforman un todo,

sui géneris, con respecto a los compues-

cantando temas de índole popular y en

tos en Europa: por un lado, hay una ca-

lenguas vernáculas (español, mestizo,

racterización lingüística de las voces que

indio, negro), sea un reflejo por sí misma

la componen, con el afán de incluir ele-

de la compleja red de relaciones sociales

mentos costumbristas del grupo sociocul-

que se articularon alrededor de la obra

tural (los extranjeros y también los indí-

de Fernández. Toda ella es prueba del

genas y los negros) en el que se des-

complejo proceso que tuvieron que atra35


vesar los diferentes actores sociales del

a este nuevo mundo, a través de la litur-

virreinato para lograr la consolidación de

gia catedralicia y de quienes participaban

un nuevo conglomerado cultural, que con

en ella y sus procesos musicales, apor-

el tiempo demostró su creciente necesi-

tando nuevos y diversos elementos cul-

dad de independizarse de la metrópoli

turales y sociales a la composición, in-

española, también en el ámbito de la

yectándole una caracterización vital pro-

creación artística.

pia.

Este proceso se expresó desde el mismo

En el villancico de remedo, aunque sea

espacio en el que se desarrolló la obra

por el momento fugaz que duraba el ri-

de Gaspar Fernández, la capilla musical.

tual catedralicio y la ejecución musical,

Esa institución, pensada en un principio

esos conceptos de lo ajeno y lo propio,

para imitar el sistema de organización

tan marcados en los problemas filosófi-

musical litúrgica al servicio de la corona

cos y políticos de la época, llegaban a

española y la iglesia católica, muy pronto

perder sus aristas y se conjugaban en

dio cuenta de que era necesario crear un

una unidad que no diferenciaba clases

nuevo tipo de música, más heterogénea

étnicas ni reconocía cuadros de castas.

en sus voces, literalmente, en la que fue-

Esa música religiosa que se ejecutaba

ra posible incluir todos los lenguajes po-

en la catedral era para todos, y todos

pulares que se estaban agrupando en la

podían participar de ella. ¿Acaso no lle-

capital de la Nueva España. Así surgió el

gaba a impactar más en los indios el es-

villancico de remedo, como una manera

cuchar una pieza de adoración católica

de inclusión en el arte y en la religión, de

en su propia lengua? ¿No podemos decir

los indios, los negros y los inmigrantes

que los portugueses emigrados se logra-

que no eran españoles, en el que la mez-

ban articular mejor con la sociedad no-

colanza de elementos culturales fue recí-

vohispana, cuando en una de las princi-

proca: eran las formas musicales traídas

pales catedrales del nuevo mundo se

de las más refinadas academias de

ejecutaban villancicos en su lengua na-

música en Europa, que llegaban a los

tal? Más aún, cuando esta música era

oídos de toda clase de sujetos pertene-

interpretada, también entraban en juego 36


las relaciones sociales al interior de la

gar a ser la pauta para una experiencia

capilla musical, de sus cantores y sus

estética más clara y más vívida.

músicos, provenientes de diferentes sectores del mundo virreinal.

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2006 ―Con toda la música y solemnidad.

del virreinato, cuyas medidas restrictivas

Esbozo de una historia de la cultu-

en lo económico y político para con los

ra musical y la capilla catedralicia

―otros‖, que lo eran por nacionalidad o

novohispana del siglo XVI‖ en

etnia, no alcanzaban el ámbito artístico.

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Así lo demuestra el hecho de que uno de

quez, Lucero (Ed.), Instituto de In-

los principales compositores que ha visto

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América, se haya podido desempeñar

dad Nacional Autónoma de Méxi-

como Maestro de Capilla en Guatemala y

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en la Catedral de Puebla. Y que ese mismo hombre haya sido el cultivador de

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arrollado en la historia de la música.

Editorial Raíces. México. Pp. 47-

Este fenómeno en particular, tan especí-

51.

fico como interesante, da fe de que la música puede ser estudiada desde una

Estrada, Jesús

perspectiva distinta a la acostumbrada,

1973 Música y músicos de la época vi-

analizando los actores sociales que la

rreinal, Secretaría de Educación

producen y en ella participan. Así, al es-

Pública, México.

cuchar las piezas de Gaspar Fernández, podemos estar más conscientes de to-

Frenk, Margit

dos los procesos que en ella influyeron y

2006 Poesía popular hispánica: 44 estu-

que de ella se derivan, y que pueden lle-

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38

de

Cultura

Económica,


TRES ETAPAS DE DESARROLLO ANTERIORES AL ABANDONO DE TEOTIHUACAN Jorge Angulo Villaseñor1

D

e acuerdo a las huellas de la trayectoria que las culturas más destacadas han dejado en el registro de la Historia Universal, es notable como todas han pasado por el mismo proceso de cambio o transformación, que pudiera

sintetizarse en tres etapas que interactúan durante la metamorfosis socio-cultural por la que inevitablemente atraviesan o han pasado cada una de ellas. Sería tema de todo un libro ejemplificar con detalle este juicio aplicable a las culturas arqueológicas que se conocen en la historia del mundo 2, aún en las contemporáneas que son mucho más conocidas por la secuencia cronológica de su florecimiento, a partir de las conquistas expansivas ocurridas después del siglo XVI. La secuencia en el referido desarrollo que modela la trayectoria de todas las culturas, se reducen a tres fases creativo-constructivas que, por diversas razones a especificar en cada caso, conllevan las semillas que las conducen al llamado abandono o decadencia y extinción. 1. Colocándolas en palabras llanas, la primera etapa del desarrollo por el que pasan esas culturas ―de gran éxito‖ se inicia cuando, por la lógica reproducción genética, la fusión de las etnias concurrentes o ambas razones, entre otras por dilucidar en cada caso, ejercen un tipo de Atracción Centrípeta en la que aumentan su demografía, como lo explica Service (1971), para todas las culturas.

1 Profesor investigador emérito, Dirección de Estudios Arqueológicos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. 2 Egipcia, Griega y Romana, por solo mencionar las que antecedieron a la era cristiana y que han sido altamente exacerbadas por los historiadores de la cultura occidental. Se incluyen por igual las culturas del continente asiático y las americanas que antecedieron a las conquistas del siglo XVI. 39


2. La segunda fase de esta misma

En esa etapa de desarrollo y progre-

etapa corresponde al momento en

so en la que la atracción centrípeta

que se alcanza la consolidación y es-

(como se le denomina en este ensa-

tabilización de un gobierno en cier-

yo) produce un continuo aumento de-

nes, que toma el control de la produc-

mográfico, se requiere de mayores

ción-distribución de los bienes mate-

espacios habitacionales para alojar a

riales locales y regionales para orga-

los productores de artefactos, de los

nizar las labores socio-económicas y

pertrechos utilitarios y de los enseres

unificar los arraigados conceptos ide-

de prestigio que los estratos sociales

ológicos que cada grupo mantiene

más altos necesitan para reafirmar el

como parte de su idiosincrasia, im-

estatus de sus jerarquías en los po-

pregnada de tradiciones religiosas.

deres económicos, políticos y religio-

En los procesos de amalgamación,

sos. Estatus que por lo regular, se

veladamente se crean fricciones o

funden en una sola representación

discordias que provocan estrechas

orgánica, apoyada por las huestes

rupturas y cambios de menor índole,

guerreras y admirada por la comuni-

que no alcanzan a fragmentar la es-

dad mayoritaria.

tructura del sistema económico guber-

Las condiciones de vida de esos ele-

namental establecido. Tales cambios

gidos,

pasan desapercibidos en las culturas

hacen parecer más placentera su

contemporáneas o se mimetizan en

existencia y hasta fácil de adoptar

las actividades cotidianas, pero en las

por los grupos circunvecinos. Algo

culturas antiguas, quedaron manifies-

similar debió suceder en Teotihua-

tos o creemos descubrirlos en las su-

can, y sigue sucediendo en los paí-

perposiciones arquitectónicas y en las

ses que despliegan un auge econó-

imágenes, símbolos y otras formas de

mico y el joué d’vie que atrae los ojos

comunicación utilizadas en los siste-

de los vecinos subdesarrollados.

mas pictográficos de cada época y

3. Conforme esta práctica se perpet-

cada cultura.

úa, va surgiendo la etapa de un Flo40

despliegan

destellos

que


recimiento y Expansión Centrífuga,

cambio de materiales excedentes entre

que en muchos textos de la historia

las comunidades cercanas y lejanas a un

reconstructiva lo clasifican como de

sitio determinado. Etapa en la que los

―influencia cultural o dominio político-

convenios político-económicos maneja-

económico‖ (Angulo, 1997), sin pen-

dos por algún tipo de organización cláni-

sar que tal influencia, siempre ha es-

co-tribal, despliegan los primeros pasos

tado amparada por una intervención

de un poder jerarquizado en un centro de

militar que se oculta como cultural.

desarrollo proto-urbano.

Aplicando este modelo de desarrollo so-

En el estudio que William Sanders y

cio-cultural, basado en reflexiones de

Bárbara Price (1968) hacen sobre Meso-

carácter universal y verificado en obser-

américa, señalan que entre los 1500 y

vaciones de las culturas pasadas y pre-

los 300 años a.C., el valle de Teotihua-

sentes, se cotejan las tres etapas pro-

can estuvo ocupado por diversas socie-

puestas por las que han pasado las cul-

dades tribales que vivían de la horticultu-

turas histórico-arqueológicas de todo el

ra. Con respecto a esa proposición, acla-

mundo, con la cultura teotihuacana que

ran que solo quedan algunas evidencias

hasta ahora se han venido tratando las

visibles de las grandes construcciones

etapas cerámicas como señaladores cro-

de piedra de aquella época, cubiertas

nológicos para rubricar su evolución.

por las etapas subsecuentes. Como parte de este primer periodo de

Correlación de las tres etapas en el

Formación y Atracción Centrípeta, apli-

desarrollo evolutivo de Teotihuacan

cado a la cultura teotihuacana, se consi-

La primera parte de este esquema se

dera que muchos asentamientos del Pre-

podría iniciar desde el Preclásico Supe-

clásico Superior, tan lejanos como Ticu-

rior mesoamericano, equivalente al de la

man, Tezoyuca, Cuanalan, Maquixco y

revolución pre-urbana en Europa, en la

otros sitios alrededor del sector sur y su-

que según Childe (1953 y 1958), comien-

roeste, fueron las sementeras demográfi-

za a fructificar el manejo de los sistemas

cas que participaron en la creación de lo

de producción agrícola y de un intenso

que más tarde sería la gran urbe teo41


tihuacana, mientras que poblados como

aldeas dispersas y varias poblaciones

Santiago Tolman, San Pablo Ixquitlan,

concentradas cercanas a los arroyos de

Cuautlatzingo, Otumba y otros sitios de

esta explanada (cuenca o valle de Teo-

la región noreste del cerro Gordo, contri-

tihuacan), entre los que señalan más de

buían también, como los pobladores del

diez sitios clasificados dentro del rango

área noroeste del mismo cerro, puesto

de pueblos grandes y chicos, situados

que parecen haber sido quienes mayores

sobre la parte norte del cerro Gordo y en

restos de materiales cerámicos dejaron,

las laderas orientales de los cerros Mali-

como evidencia, de haberse establecido

nalco, del Colorado Chico y del Cerro

en la parte central del llamado valle de

Maravillas. Respecto a estos sitios, esos

Teotihuacan (Fig. 1).

investigadores enfatizan que:

En otro estudio, Sanders, Santley y Par-

―Además de los centros en la parte

sons (1979) registran el asentamiento de

alta de las colinas de Tezoyuca y dos

Fig.1. Poblaciones actuales sobre remanentes de sitios arqueológicos Dibujo. América Malbrán Porto. 42


grandes centros regionales, se inclu-

primera traza urbana de lo que se con-

yen 10 pequeños centros cabecera,

vertiría

10 villas o pueblos grandes [...] 37

ceremonial (como lo llamaron por años),

villas chicas y entre 135 y 150 alde-

donde se concentraría el intercambio co-

as, junto con 4 pequeños conjuntos

mercial de todas las poblaciones cerca-

ceremoniales

nas y lejanas.

aislados‖

(Sanders,

en

un

gran

centro

cívico-

Santley y Parsons 1979:101-104).

Todavía dentro de este periodo, que

Basado en los materiales de relleno re-

ahora llamamos Proto-teotihuacano, la

cobrados en los diferentes túneles de ex-

práctica del constante sistema económi-

ploración que se efectuaron en décadas

co de trueque o intercambio, no se limita-

pasadas en la pirámide del Sol, se de-

ba al de productos alimenticios y artesa-

muestra en el estudio presentado en la

nales, puesto que se fue incrementando

5a

Teotihuacan

y estableciendo nuevos asentamientos

(llevada a cabo en 2011, aún sin publi-

que fueron circundando las áreas cerca-

car), que los diferentes grupos étnicos

nas a las grandes estructuras de la pirá-

que circundaban esta área de monumen-

mide del Sol y el templo de la Serpiente

tos, laboraron en la construcción de la

Emplumada que, aún en proceso de

gran pirámide y contribuyeron con los

construcción o todavía sin terminar, ya

materiales de relleno que acarrearon

se habían convertido en los principales

desde su comarca (Angulo, 2007; 2011

centros de culto y peregrinación de

en prensa).

aquellos momentos iniciales, correspon-

Nada puede ser más claro que estas di-

dientes al llamado Protoclásico.

ferentes etnias colaboraron en ese pro-

En la nueva forma de agrupamiento so-

yecto comunal de gran magnitud que

cio-cultural

respondía a la aspiración de un propósito

Centrípeta se engloba la etapa de forma-

conducido por un organismo con vías de

ción en la que el amalgamamiento de las

estabilidad, o visiones de un futuro políti-

diversas etnias plurilingüistas que circun-

co, que amalgamara a los diferentes gru-

daban el área, se asocian política y

pos que en ese momento realizaban la

económicamente, según los rastros ais-

Mesa

Redonda

de

43

designada

de

Atracción


de materiales cerámicos mezclados en el

observado en el impulso urbano-arqui-

mismo contexto que identifican la dife-

tectónico de la ciudad.

rencia de su procedencia, de su idiosin-

En este ensayo se ha considerado que

crasia y tradiciones asociadas.

esta etapa de eufórica participación co-

No se puede decir que abunden los res-

lectiva, fue la primera fase de ese largo

tos arquitectónicos de esta primera etapa

proceso de Atracción Centrípeta que se

pero, aunque permanezcan ocultos bajo

inicia desde el Preclásico Superior y se

las otras estructuras, serán lo más signi-

hace evidente, durante el periodo Patla-

ficativo para entender el largo proceso

chique-Tzacualli (200 a.C. a 150 d.C.) (Fig.2). Debemos aclarar que esa prolongada etapa de Atracción Centrípeta nunca dejó de ser activa, puesto que se continúa hasta el periodo Miccaotli, cuando se construyen las monumentales pirámides del Sol, la de la Luna y se modifica el viejo Templo de la Serpiente Emplumada, en donde se mantuvo la enigmática Estructura 1-B-1. Se ha pensado que de los únicos edificios de la etapa Patlachique y Tzacualli, solo

Fig.2. Atracción Centrípeta. Grupos étnicos provenientes de diversas regiones. Dibujo J. Angulo y A. Malbrán. 44


perdura algún alineamiento estructural

hacia grandes ciudades como Teotihua-

que quedó expuesto por las excavacio-

can, no declina jamás, ni siquiera des-

nes de finales del siglo XIX, en las que

pués del llamado colapso o abandono,

Batres removió las superposiciones Tla-

pues hay restos de materiales culturales

mimilolpa y las Xolalpan, como el escom-

del Epiclásico y del Postclásico, tanto

bro que cubría las primeras fases del

como de la etapa Virreinal, de la Repúbli-

Templo de la Agricultura así como los

ca y hasta de la época contemporánea

eliminados por intervenciones anteriores,

(Angulo Villaseñor, 1997).

que solo dejaron al descubierto subes-

También se indica que la participación

tructuras parcialmente exploradas en la

de los diversos grupos étnicos dentro del

Calzada de los Muertos, entre las que se

sistema de intercambio, no solo se con-

incluyen Los Edificios Superpuestos y

cretaba al trueque de materias primas y

otras estructuras exploradas en la segun-

de otras mercaderías, puesto que de ma-

da mitad del siglo XX (Gamio, 1922), co-

nera consciente o inconsciente, ese sis-

mo la subestructura de ―los Animales Mi-

tema contribuyó al intenso desarrollo de

tológicos‖ (Cabrera Castro, 1987), la de

un intercambio comercial que superaba

Los Caracoles Emplumados (Acosta,

el carácter regional y que alcanzaba ni-

1964), la Estructura 40 en el MCCM y

veles de un carácter pan-mesoamerica-

muchas otras más por numerar.

no. Es posible que, desde aquella etapa,

Ahora se enfatiza que este concepto de

la asociación de las distintas etnias, en

Atracción Centrípeta, no define ni alude a

una

ningún aspecto de la organización so-

hubiese creado la unión o una nueva

cioeconómica ni a la político-religiosa

identidad cultural más homogénea de-

que existió en la gran Urbe, como tampo-

ntro de esa incipiente comunidad urbana,

co se limita a los periodos marcados por

en vías de convertirse en Teotihuacan

las mencionadas fases cerámicas que

(Ídem.).

definen la secuencia tipológica ocurrida

Resulta lógico que durante este sistema

en la urbe teotihuacana. Más bien, expli-

de regencia multiétnica con la que se ini-

ca que el fenómeno que produce la

cia la Ciudad, las aldeas circunvecinas 45

frecuente

convivencia

cotidiana,


que participaban en tan nueva experien-

participación creativa de esa ciudad en

cia, fueron dejando el estadio de cacicaz-

ciernes, contribuyera en los trabajos de

go, en el que se encontraban con ante-

preparación y confección de ceremonias

rioridad, para irse adaptando a la crea-

y rituales que lentamente se integraban

ción de un gobierno centralizado. Un

al proceso de amalgamamiento y corre-

nuevo sistema al que los pueblos partici-

lación del calendario de festividades que

pantes enviaban a un representante de

marcara la secuencia ejecutoria con la

su grupo, para decidir todos los aspectos

que cada etnia debía de contribuir para

de la producción y distribución de los bie-

satisfacer sus arraigadas tradiciones.

nes materiales manufacturados y de los

Durante este proceso en el que se con-

obtenidos por el intercambio comercial

solida

que se desarrollaba en esta temprana

cultural de carácter multiétnico y pluri-

etapa.

lingüístico, denominado en este trabajo

Es obvio que esa urbe, transformada en

de Estabilización y Consolidación de Go-

el mayor centro de producción y distribu-

bierno sucede, como en todas las socie-

ción regional, se hubiese convertido en el

dades multiétnicas con criterios diver-

baluarte del trueque o comercio de mer-

gentes, que la incipiente consolidación

cancías provenientes de distancias cada

gubernamental se enfrentara a las diver-

vez más lejanas, que los tamemes,

sas demandas de cambio o reajustes de

acompañados por los representantes de

equidad, causadas por el grupo que pug-

los gobiernos regionales transportaban

naba por conservar las costumbres y tra-

hacia la gran Ciudad que se convertía en

diciones relacionadas con la filiación a

la sede de peregrinajes en la que se

sus deidades clánico-tribales, que veían

efectuaba una gran variedad de festivida-

vejadas o relegadas a un segundo térmi-

des religiosas en las plazas asociadas a

no, por el grupo los otros grupos étnicos

las monumentales pirámides, posible-

que intentaban anquilosarse en el poder.

mente aún antes de que estuviesen ter-

Esta primera etapa de consolidación gu-

minadas.

bernamental se vio afectada por una

No se puede dudar que esa euforia de

transición del poder que quedó clara46

el

primer

desarrollo

político-


mente representada en la iconografía

tográficas en las que los emblemas zoo-

pictórica y escultórica en varios sitios,

morfos (¿totémicos?) que los afiliaban

como un reflejo de los mensajes socio-

con los ancestrales clanes de cada pro-

políticos y religiosos que plasmaron las

cedencia, provocaron los posibles des-

formas de su fragmentada comunicación

acuerdos o desavenencias que ocasio-

gráfico-artística, detectada en los muros

naron esa transición, cambio o disección

pintados de las estructuras arquitectóni-

de poderes, sin que se afecten las tran-

cas superpuestas, en las que expresan

sacciones del intercambio regional o pan

sus diferencias ideológicas en grafías y

-mesoamericano que se encontraban en

diseños simbólicos que favorecen la lu-

marcha. Cambios que ante los ojos de

cha de esas diferentes filiaciones clánico

nuestras investigaciones (casi dos mile-

-totémicas (Fig.3).

nios después), solo parece que se alteró

No se duda que tales fricciones concep-

la representación de los emblemas en

tuales fueran plasmadas en escenas pic-

los linajes clánico-religiosos o la regiona-

Fig.3. Subestructura en el Conjunto Plaza Oeste

(Foto

A. Malbrán) Y mural de los Animales mitológicos (Dibujo Francisco Villaseñor). 47


lización sobre los diferentes sectores en

raciones

los que parece haberse dividido la ciu-

(1999:20-33 y 2004), se efectuaba tam-

dad. Razón por la que hay más repre-

bién la expansión hacia el norte de las

sentaciones icónicas de las filiaciones

primeras estructuras superpuestas de lo

emblemáticas de cada etnia, mismas que

que se convertiría en la Pirámide de la

mantenía su emblema zoomorfo.

Luna, con la gran Plaza ceremonial cir-

Es posible que el término aquí empleado

cundada de edificios y un altar al centro,

no sea el más adecuado para calificar el

en el que realizaron actividades rituales y

hecho que se describe, pero en este en-

ceremonias relacionadas con los diver-

sayo se le ha llamado Transición o cam-

sos eventos calendáricos, como lo dedu-

bio del Poder Político-Religioso al mo-

jo Schondube (1975).

mento coincidente en que la secuencia

Esta es una etapa de mucha importancia

cronológica de los tiestos cerámicos mar-

en la construcción de la pirámide de la

ca los periodos Tzacualli-Miccaotli (150 a

Luna, en la que estructuras de la etapa

250 d.C.).

Tzacualli o anteriores, fueron desmante-

Esta es una etapa considerada por la

ladas, como ocurrió en el Edificio 3 que

mayoría de investigadores como la esta-

fue cubierto por tierra para edificar el

bilización del Estado teotihuacano y el

Edificio 4, al que le ofrendaron una serie

inicio de su florecimiento, reflejado en el

de ―objetos rituales, y animales sacrifica-

auge constructivo y las superposiciones

dos

estructurales que cambiaron la primera

duo‖ (Sugiyama, 2004:16). Parece que

traza urbana compuesta de plazas con-

este edificio N°4, sirvió como base sobre

catenadas (Angulo, 2007:91-93), para

a lo que poco tiempo después comple-

convertirlas en la calzada de los Muertos,

mentaría la mal llamada ―Estructura ado-

con el primer intento de cruzarla por un

sada‖ que se encuentra al frente de la

canal hacia el río San Juan, que drenara

Pirámide de la Luna (Ibid.:16-23).

las las aguas freáticas bajo la Pirámide

Otros ejemplos de este primer auge

de la Serpiente Emplumada (Gómez

económico reflejado en la edificación de

2005:751-754). De acuerdo a las explo-

los monumentales conjuntos estructura48

que

de

Sugiyama

circundan

a

y

Cabrera

un

indivi-


les, que ahora conocemos bajo los dete-

la dirección de una primera confedera-

riorados restos arquitectónicos de las

ción pluriétnica que se convertía en orga-

últimas etapas del llamado florecimiento

nización de Ciudad Estado, como lo pro-

cultural, se encuentran en las conocidas

ponen Sanders y Price (Op.cit.) en su

estructuras de los Caracoles Empluma-

esquema metodológico.

dos, Templo de la Agricultura y los

En la etapa inmediatamente posterior,

―subterráneos‖, como solían llamar a los

designada como Tlamimilolpa temprano,

Edificios Superpuestos (Fig. 4).

se consolida el compromiso de los pobla-

Este periodo de cambio o transmutación

dos comprometidos tanto en la creación,

político-religiosa no ha sido reconocido

como en el mantenimiento de las diver-

―oficialmente‖ como tal, aunque, incluye

sas obras de infraestructura que se reali-

muchas modificaciones arquitectónicas,

zaban durante la traza ortogonal de la

puesto que no alteró la estabilidad políti-

expansión urbana que se extendía hasta

co-económica que se había logrado bajo

las áreas suburbanas. Es posible que en

Fig.4. Estructuras de los Caracoles Emplumados (a), Templo de la Agricultura (b) y templo con mural de entrelaces en Edificios Superpuestos (c). Fotos a) y b) A. Malbrán Porto; c) J. Angulo. 49


esa etapa se implantara el trabajo comu-

fórmula para un mortero que supera en

nal, o tequio, como parte del sistema de

dureza y maleabilidad el cemento comer-

un gobierno estatal que intentaba propi-

cial que se utiliza en la actualidad, como

ciar el florecimiento de esa gran Ciudad-

puede comprobarse al observar los pi-

Estado, con la colaboración de todos los

sos, fachadas y el interior de los muros

componentes humanos.

que han sido restaurados.

Es posible que, como parte del mismo

Otro factor tecnológico que promovió el

sistema, las labores de canalización e

desarrollo económico de la gran ciudad,

irrigación enfocadas a la producción

podría asociarse a las designaciones

agraria, tanto como al drenaje urbano

aparentemente prácticas, que privilegia-

que se extendía hasta las áreas suburba-

ban a las etnias o grupos con conoci-

nas en crecimiento y las comunidades

mientos ancestrales que se habían que-

aledañas, estuviesen dirigidas o maneja-

dado a cargo de los trabajos de manu-

das por los grupos étnicos que contaban

tención y distribución de los sistemas de

con experiencia sobre el manejo de las

riego y canalizaciones dentro la urbe, de-

aguas. Un conocimiento tradicional o ad-

mandaban la potestad en los mandos

quirido ancestralmente en las inundadas

medios y de las jerarquías sociales que

regiones del sureste por el grupo proce-

los colocara en niveles superiores sobre

dente de aquellas comarcas, como lo re-

el resto de la comunidad, como lo sugie-

velan los trabajos realizados durante el

re el modelo de organización socio-

Preclásico Medio en las diversas áreas

económica estratificada de Karl Wittfogel

del Altiplano (Angulo Villaseñor, 1987a,

(1966).

1987b).

El cambio tecnológico no sólo se mani-

Es de interés observar que desde los ini-

fiesta en los elementos constructivos,

cios de esta nueva etapa de apogeo en

sino también en las formas, estilos y di-

la construcción, los bloques de tepetate

seños de las figuras y utensilios cerámi-

fueran substituidos por materiales más

cos en los que, con mayor claridad ex-

duros pero más ligeros como el tezontle.

presan mensajes sociopolíticos y religio-

En esa etapa también encuentran la

sos en formas de su comunicación pic50


tográfica en las que, desde esta etapa y

versas áreas de la extensa ciudad teo-

la subsecuente (Xolalpan) se encuentran

tihuacana.

cientos de metros lineales de pintura mu-

El periodo de mayor apogeo, florecimien-

ral, catalogados por Ruiz Gallut (2005) y

to, expansión y predominio que Teo-

analizados por los diversos investigado-

tihuacan ejerció sobre los diversos sitios

res que coordinaba la Doctora De la

mesoamericanos se le ha designado en

Fuente (1995-1996), además de los nu-

este estudio, como la etapa de Expan-

merosos estudios enlistados por Rosa

sión Centrífuga. Es posible que el poder

Brambila (1994) y demás trabajos reali-

político-religioso, ya consolidado entre

zados por las diferentes disciplinas que

los dirigentes del gobierno, perteneciera

han participado en estas investigaciones,

en forma indistinta, a las diferentes et-

hasta la fecha.

nias, clanes, gremios o sectas, que cons-

Si tales observaciones son correctas,

tituían el principal cuerpo administrativo

abren un campo a discusión que ha sido

de la ciudad-estado, que trabajaban en

relegado o evitado con frecuencia sobre

armónica coalición; puesto que en la ex-

la existencia de solo dos clases socio-

presión gráfica (pictórica o escultórica),

económicas, como lo sostienen algunos

se repite un único estereotipo fisonómico

investigadores, o si hay evidencias de

que habían idealizado en su concepción

estratos sociales que señalen diversos

artística, aunque la gran variedad de to-

rangos y jerarquías ciudadanas con car-

cados y peinados sea la clave para dis-

gos diferentes, revelando sus estatus por

tinguir la posición social a la que perte-

los ropajes, tocados, peinados, ornamen-

necían o descubrir aspectos de la posi-

tos y sobre todo, por los sitios habitacio-

ción político-religiosa que desempeñaba

nales que ocuparon dentro de la amplia

el individuo representado en las miles de

zona

cabecitas de barro elaboradas en esta

de

―palacios‖,

como

Sejourne

(2002) denomina a los conjuntos depar-

etapa (Fig.5).

tamentales que exploró en el área Suro-

Sin embargo, hay pocas posibilidades

este de la pirámide del Sol, así como de

para detectar las relaciones de sus lina-

otros similares distribuidos sobre las di-

jes, sucesión consanguínea o dinastías, 51


como lo han hecho los investigadores de

dad, que tales enseres eran adaptados

la región selvática del área maya.

por el grupo sacerdotal que trataba de

En esta misma etapa, muchas de las

mantener tradiciones de los linajes o de

imágenes pictóricas representan deida-

otras complejidades, en las posiciones

des antropomorfas con tocados o con

jerárquico-eclesiásticas, pues en esta

rasgos zoomorfos, como remanentes,

etapa se duplican las representaciones

quizás, de los ancestrales cultos mítico-

ostentosamente engalanadas con una

totémicos que los relacionaban física o

variedad de ornamentos simbólicos, rela-

simbólicamente con las características

cionados a las deidades propiciatorias de

que les atribuían al animal al que psicoló-

la fertilidad y de la producción alimenta-

gicamente le pertenecían, fuese como

ria (Fig.6) En este periodo de mayor

individuos o como parte del gremio en el

afluencia político-económica y cultural en

que se integraban.

la que Teotihuacan desplegaba su potes-

No es difícil entender, por los muchos

tad sobre las comunidades cercanas y

ejemplos que nos circundan en la actuali-

lejanas se provocó, en forma paralela o

52


tal vez simultánea, una mayor afluencia

miento habitacional se efectuaba dentro

en la atracción centrípeta que durante el

del área urbana, modificando o subdivi-

periodo Tlamimilolpa (temprano y tardío)

diendo

aumentó la población dentro del área ur-

(Angulo Villaseñor, 1987b).

bana, tal como B. Drewitt (1966:79-94)

Es decir, que esta etapa en la que la

interpreta las estadísticas poblacionales.

atracción centrípeta se correlacionaba

Un proceso diferente al que ocurrió du-

con la de la expansión centrífuga, corres-

rante todo el periodo Xolalpan, en el que

pondería a lo que comúnmente se le co-

a pesar del desplazamiento o lo que han

noce como la etapa de conquista, domi-

llamado el movimiento colonizador que

nio bélico o de expansión comercial, en

las elites y sus selectos componentes

la que Teotihuacan ejerció su gran

efectuaban para ocupar puestos político-

―influencia cultural‖ sobre otras culturas.

administrativos en otras regiones, el re-

La Expansión Centrífuga con la que se

gistro de Cowgill (1979) marca un aban-

denomina a esta etapa, está determina-

dono poblacional en la periferia sub-

da, entre otras cosas, por la abundante

urbana, mientras otro tipo de hacina-

presencia de obsidiana de la Sierra de la

los

conjuntos

habitacionales

Fig.6. Sacerdotes con elementos emblemáticos de distintas etnias establecidas en Teotihuacan. Tepantitla. Foto A. Malbrán Porto. 53


Navajas y de Otumba que, junto con

nismo religioso (Fig.7).

otros elementos con rasgos culturales

Es interesante notar, como parangón,

teotihuacanos, se encuentran en sitios

que durante los últimos años de esta eta-

cercanos y lejanos con los que la gran

pa hubo un aumento en la representa-

urbe había establecido una amplia comu-

ción de sacerdotes que acentuó el núme-

nicación comercial y cultural, respalda-

ro de figuras escultóricas y pictóricas de

dos por sus mercenarias huestes guerre-

guerreros elevados a este rango, investi-

ras, sobre los cuatro puntos cardinales.

dos con los atuendos atribuidos a las

Es curioso como en esta etapa de sobre

deidades de la guerra y el comercio. Una

abundancia, tal vez arrogancia y satura-

situación que siempre se ha asociado a

ción de los poderes en manos de un gru-

la expansión centrífuga en todas las so-

po selecto, a las mismas deidades aso-

ciedades. Esta observación, aunada al

ciadas a las energías naturales con las

hecho de que esos motivos ocuparan

que iniciaron su desarrollo, les fueron

mayor espacio en los muros pintados,

añadiendo cargos tutelares, más y más

sugiere otro cambio en las estructuras

adecuados a los rituales que el sistema

del poder, en las que el sacerdocio,

político-religioso dirigía, organizaba y ad-

amalgamado al militarismo con mayor

ministraba para mantener la cohesión de

intensidad y con caracteres zoomorfos

las comunidades internas y de los visi-

tradicionales, trataban de conservar el

tantes externos que participaban en las

rango administrativo que habían ejercido

actividades ceremoniales de la urbe.

durante los siglos de la formación de la

Tal parece haber sido el caso de Tlaloc,

Urbe, justo en los momentos en los que

caracterizado como contenedor de la fu-

comenzaron a percibir que iban perdien-

ria de las energías ligadas a la naturale-

do la credibilidad de sus credos y la esta-

za, lo convirtieron en el emblema del gre-

bilidad de las estructuras del poder que

mio que regía y controlaba la guerra y el

habían ejercido sobre la población, preci-

comercio a larga distancia, como símbolo

samente por la infiltración de rasgos y

del poderío militar y la expansión econó-

conceptos diferentes a los que ellos in-

mica, auspiciada y apoyada por el orga-

culcaban. 54


Fig.7. a) Estela de Acatempan, Guerrero Piña Chán, 1960) y vasija Tikal Procesión de personajes teotihuacanos, diseño en vasija negra encontrada en Tikal

El concepto Expansión Centrífuga susti-

fase Tlamimilolpa que se propagó, en

tuye a los términos de conquista, influen-

forma cada vez más acelerada durante

cia cultural, penetración, dominio y otros

las fases temprana y tardía del periodo

más, que hacen referencia a la presencia

Xolalpan En el caso específico que se

de la obsidiana verde y de otros elemen-

trata en este ensayo, la ―influencia cultu-

tos materiales o los rasgos culturales

ral teotihuacana‖ se produjo o por lo me-

teotihuacanos, que se encuentran en si-

nos se intensificó, durante las etapas

tios del periodo Clásico. Sin embargo, no

cerámicas Tlamimilolpa a la Xolalpan

deja de indicar la presencia de un gobier-

(350-700 d.C.), con remanentes esporá-

no que extendía su fuerza política y cul-

dicos que pudieron ocurrir en la etapa

tural en distintos niveles y varias direc-

Metepec.

ciones de su amplia comunicación me-

Sin embargo, como sucede en todas las

soamericana.

culturas históricas y arqueológicas, ese

En concreto, esta etapa de Expansión

proceso de expansión cultural en el que

Centrifuga señala los pasos de una in-

la transmisión tecnológica y la ideológica

tensa difusión cultural iniciada desde la

son aceptadas por la comunidad recep55


tora, muchas de las ideas y criterios ide-

Entre las diversas teorías que explican

ológicos que son rechazados por siste-

las causas que ocasionaron la extinción,

ma, provocan un cambio interno en todos

colapso o abandono de Teotihuacan,

los niveles sociales.

aquí se consideran dos aspectos bási-

Es posible que estos y otros aspectos

cos: el ámbito ecológico natural y el mo-

que se verán más adelante, sirvieran de

delado por las diversas actividades cultu-

preámbulo a la cuarta etapa por la que

rales.

todas las culturas pasan y han pasado

De la gran variedad de fenómenos natu-

durante su fase de Decadencia, Colapso

rales del ámbito ecológico en que se

y Abandono mucho más notable en las

desarrolló esta cultura, no se profundi-

áreas urbanas. Una etapa en la que se

zará para evitar repeticiones ya desglo-

han acumulado muchas y muy diversas

sadas por otros autores, solo se mencio-

teorías como causa única de ese fatal

na que todo deterioro o alteración que

evento en el que difieren por razones

contribuye al cambio de los hábitats en

más apegadas a la disciplina que mejor

que se desarrollaran las culturas, en este

manejan. Sin embargo, aunque pocos

caso la teotihuacana, hay varios regis-

aceptan teorías diferentes a sus propias,

tros de permutas climáticas y ecológicas

todos coinciden que ese colapso cultural

que ocurrieron entre los siglos VIII y IX

ocurrió durante la fase Metepec. Solo

en el Altiplano y en el sureste mesoame-

que a esta fase se le sigue cambiando la

ricano que ocasionó escases de agua y,

cronología que Millon (1971) estableció

por tanto la producción alimenticia y la

(700-750 d.C.), para atribuirle fechas

sobrevivencia de los ciudades.

más tempranas o más tardías, según el

Dentro del mismo renglón de la ecología,

investigador que las proponga o defien-

se culpa a los mismos teotihuacanos el

da.

haber devastado los bosques circundantes para extender los campos de cultivo,

Factores actuantes en el abandono o

quemar la madera para obtener la cal

“misteriosa desaparición”

con la que estucaban sus muros, o para

de

Teo-

incinerar a sus muertos y cocinar alimen-

tihuacan 56


tos. Entre otras razones mucho más ela-

ciones y vistosos atuendos (Fig.8).

boradas y descritas por especialistas, se infiere que los recursos naturales que

Evidencias del abandono, mostradas

circundaban la gran urbe fueron agota-

en las estructuras arquitectónicas

dos por la sobre explotación cultural.

El incremento demográfico es uno de los factores menos estudiado que quedo re-

Factores internos que contribuyeron

flejado en el plano de los conjuntos Tla-

al colapso

mimilolpa y Xolalpan explorados por Sig-

Saturación de impuestos sobre la pro-

vald Linné (1934), en los que se muestra

ducción y la distribución comercial reque-

la subdivisión de los grandes recintos

ridos por la demanda burocrático-teocrá-

departamentales en cubículos más pe-

tica para incrementar mayores privilegios

queños, para que cupiera un número

a los componentes de las fuerzas guerre-

mayor de habitantes.

ras. Pérdida del control y confianza de la

El mismo caso es localizado en otros

población por el cúmulo de exigencias

complejos departamentales que circun-

impuestas por la clase dirigente, que de-

dan la periferia del centro ceremonial

bieron subyugar al ciudadano común y al

asociados a esta última etapa, en la que

medio-acomodado que vivían dentro de

hay estructuras adosadas al perímetro

la gran urbe.

del conjunto principal. Espacios en los

Se teoriza que tal descontento se fue in-

que tal vez alojaban a quienes prestaban

crementando desde el periodo Xolalpan

servicio a los residentes o a los ministe-

temprano y aumentando en exceso hasta

rios instalados en conjuntos departamen-

la etapa Metepec. Es posible que tal acti-

tales, así como superposiciones de me-

tud quedara reflejada en los excesivos

nor calidad sobre espacios más reduci-

adornos en las representaciones pictóri-

dos en el conjunto departamental de Te-

cas y figurillas de barro de sacerdotes y

titla (Angulo, 1987b).

mandatarios de la etapa Xolalpan, como

Confirmando esa idea Cowgill (Op.cit.:

resultado de un desesperado esfuerzo

53) observa que en el periodo Metepec,

por recuperar la credulidad con ostenta-

"no hay construcción monumental... solo 57


Fig.8. Guerreros de diferentes armas de la etapa Xolalpan. Patio Blanco de Atetelco Tomado de De La Fuente, 2001: 208-206.

renovaciones, modificaciones y adiciones

en su nuevo papel de centros regidores

a las estructuras existentes" (Fig.9).

con organización propia, como lo dice Jaime Litvak (1970) sobre Xochicalco

Factores externos del colapso

tanto como Kenn Hirth y Ann Cyphers

No puede ignorarse que otro factor que

(1988).

contribuyó a la decadencia, abandono y

De esta manera se fueron independizan-

destrucción de Teotihuacan, recae en los

do y convirtiendo en los centros de poder

sitios periféricos que se habían estableci-

de un régimen administrativo en vías de

do como sedes de recolección regional

emprender el mismo proceso de desarro-

desde las fases anteriores y que, con el

llo político-religioso por el que pasó la

tiempo se fueron convirtiendo en centros

gran urbe, que ya no podía ejercer el ri-

de control administrativo con mayor auto-

guroso control con el que se había ex-

nomía, que fueron absorbiendo las activi-

pandido sobre las dispersas poblaciones

dades económicas y político-religiosas

que a tan grandes distancias se encon58


Fig.9. Planos de Tlamimilolpa (Linne, 1936) y Pre-Tetitla (Angulo, 1987a)

traban, con el sólo apoyo de un cuerpo

siendo ocupado y parcialmente recons-

comandado por los guerreros mercena-

truido con otros diseños, elementos ma-

rios que habían protegido el comercio en

teriales y conceptos culturales.

manos de la elite sacerdotal.

Por otro lado, no puede ignorarse que en una ciudad sobrepoblada como Teoti-

Conclusiones

huacan (y la nuestra), el incremento del

Varios factores, por lo general concate-

cuerpo burocrático es cada vez más exi-

nados, deben ser considerados para vi-

gente pero menos eficiente. Sube la re-

sualizar la caída de la gran ciudad-

caudación de impuestos o tributos al

Estado. Desde luego, en un aconteci-

campesino, las aldeas y a la clase traba-

miento de esa magnitud tuvo que haber

jadora para subsanar los gastos de los

una interacción de factores naturales y

sacerdotes-guerrero y demás dirigentes

culturales que influyeron, tanto en la for-

que requerían de mayor protección física

mación, florecimiento y en el abandono

y económica para mantener el estatus de

de esa gran centro comercial, cívico y

dignatarios, como sucede a menudo en

religioso que, según las investigaciones

todas las sociedades en expansión mili-

efectuadas sobre sus vestigios, siguió

tarista (Fig.10). 59


externa, a la que se le añadían otros trastornos y desórdenes naturales y culturales, lo que lentamente fue provocando la decadencia y el colapso del poder político-religioso de esa Ciudad Estado. Una situación que no requiere de explicación para quienes han vivido o presenciado los cambios en su propia ciudad o en su propio país desde la segunda mitad del siglo XX. Algunos otros trabajos proponen que esta cuarta etapa abarca también los momentos de transformación o de adaptación que sufrieron las vejadas y desposeídas víctimas del colapso cultural, en

Fig.10. Personaje en un trono. Colección Kurt Stavenhagen. Tomado de Sejourné, 2004:258.

un intento de sobrevivencia que abarcó las fases Oxtoticpac-Xometla, en las que hay muestras de la invasión de seminómadas ―aculturados‖ que prolongaron

No sería difícil que esta imposición de

su estancia entre las ruinas teotihuaca-

criterios, aunados a los demás factores

nas hasta el siglo XI (Coyotlatelco, Ma-

internos y externos, fueran causando fas-

zapa, etc.).

tidio y apatía por mantener viva la ciudad

Las explicaciones sobre la trayectoria

en la que crecieron y enterraron a sus

que la cultura teotihuacana tuvo desde

ancestros, que presenciaban era vejada

sus inicios hasta su extinción, son innu-

por un régimen embriagado de poder,

merables y con una enorme variedad de

ocasionando, entre otras muchas cau-

proposiciones afines o contradictorias

sas, lo que provocara un gradual descon-

que pueden ajustarse mejor a los crite-

tento sociopolítico, económico y religioso

rios a los que cada investigador se ad-

que fue creando una tensión interna y

hiera. Sin embargo, se trata de un tema 60


tema que puede seguir siendo explorado,

límites de sus dominios. El poder

tanto en el campo como en el gabinete,

ejercido en el seno de la sociedad

de acuerdo a la extensa bibliografía que

se transforma en un poder político y

Rosa Ma. Brambila (Op.cit.) recopila, co-

militar dirigido al exterior‖ (Wolf cita-

tejados por la extensa serie de trabajos

do por Medina, 1986:18).

posteriores en los que se explican, con mayor detalle, los diversos aspectos temáticos por los que pasó la gran urbe teotihuacana, a lo largo de todos y cada

Bibliografía

uno de los periodos cerámicos.

Acosta, Jorge R.

Como conclusión final, Se podría sinteti-

1964 El Palacio del Quetzalpapalotl.

zar en una cita de Eric Wolf recopilada

Memorias INAH Nº10. Instituto

por Andrés Medina, en la que resume

Nacional de Antropología e Histo-

con claridad, el proceso ocurrido durante

ria. México.

casi 900 años de la transformación cultural teotihuacana, cuando especifica que:

Angulo Villaseñor, Jorge

―Una región se transforma en el

1987a “Siete

sistemas de

aprovecha

centro de un desarrollo…múltiple,

miento hidráulico localizados en

(cuando) empieza a atraer como

Chalcatzingo‖ en Revista Arqueo-

imán, a pueblos y ciudades situa-

logía, Nº2, Coordinación Nacional

dos en su periferia. El aumento de

de Arqueología, Instituto Nacional

población ofrece un mercado tam-

de Antropología e Historia, Méxi-

bién creciente de consumidores ávi-

co. Pp.37-72.

dos de los productos del campo; sus especialistas en distintos oficios

1987b “Sistema Otli-apantli dentro del

necesitan de materias primas para

área urbana‖ en Teotihuacan Nue-

convertirlas en productos termina-

vos datos, nuevas síntesis, nue-

dos; su élite ávida de ganancias,

vos problemas. E. Mc Clung y E.

empieza a mirar más allá de los

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65


ÁLBUM FOTOGRÁFICO DE LAS GRUTAS LA MORITA

Enrique Méndez Torres1 y Sergio Santana Muñoz2

A

finales del 2011 visitamos las Grutas La Morita, localizada en la Sierra San José, en el municipio de Naco, el estado de Sonora en nuestro país natal México. Fuimos invitados por el señor Gilberto Raymundo Gámez Pérez pa-

ra hacer una consultoría sobre el potencial eco-turístico de dicha cueva. La Gruta La Morita se ubica el pie de la Sierra de San José en el rancho Agua Verde en terrenos del ejido Cuauhtémoc del municipio de Naco en el estado de Sonora, ubicada cerca de la Zona Fronteriza (Fig.1). Y también en la provincia fisiográfica Sierras y valles paralelos, pero queda también cerca la provincia de la Sierra Madre Occidental. Nuestra provincia de interés resalta debido a que cadenas de serranías y valles longitudinales, que van de norte a sur, drenados por ríos, alternan hasta plegarse con la Sierra Madre, en la parte norte circunda el desierto de Sonora (Aldama, 2000:15).

El Espacio geográfico El municipio de Naco tiene sus límites territoriales al norte con los Estados Unidos de América, ya en territorio Nacional limita al este con el municipio de Agua Prieta, al sur con el de Bacoachi y al oeste con Cananea. Su cabecera es la ciudad de Naco (Fig.2). Su extensión territorial consta de casi 652 Km2, que equivale al 35% del total del estado. La localidad más importante, después de la cabecera, es el ejido Cuauhtémoc.

1 Arqueólogo y espeleólogo, expresidente el grupo espeleológico Unión de Rescate e Investigación en Oquedades Naturales, A.C. (URION). 2 Espeleólogo, expresidente el grupo espeleológico Unión de Rescate e Investigación en Oquedades Naturales, A.C. (URION). 66


Fig.1. Ubicación del municipio de Naco respecto a las provincias fisiográficas del estado de Sonora en la República Mexicana. Imagen tomada de Google Maps, en el 2012, mostrando la ubicación del Ejido Cuauhtémoc, Rancho Agua Verde y la Gruta La Morita.

Fig.2. Municipio de Naco con la distribución espacial del Ejido Cuauhtémoc y la Gruta La Morita. Vista de Google Maps, tomada en el 2012, mostrando el espacio geográfico y distancia entre el Rancho Agua Verde y la Gruta. 67


(Aldama, 2000:15).

Orografía La zona accidentada del municipio se localizan en la parte noroeste, sur y

Antecedentes arqueológicos de la re-

centro la cual está conformada por la si-

gión

erra de San José, con una altura de 1500

La historia de la presencia del hombre en

metros, las zonas semiplanas se locali-

lo que comprende el actual territorio de

zan en la parte noreste y sur, están for-

Sonora se puede remontar al 12000 a.C.

madas por valles y mesetas de pendi-

donde la geografía era ligeramente dife-

entes suaves. Las zonas planas del mu-

rente.

nicipio se localizan al oeste limitadas por

Con un mar de 40 metros por abajo del

la sierra de Magallanes al este y la de

nivel actual el Golfo llegaba hasta la des-

San José al sur.

embocadura del río Concepción y Sono-

Los puntos más altos se ubican en el

ra gozaba de un clima más fresco y

cuadrante noreste de la entidad, for-

húmedo.

mando dos arcos, uno que va de los mu-

Los grupos nómadas de cazadores reco-

nicipios de Santa Cruz y Naco hasta

lectores gozaban de una economía apro-

Agua Prieta, Bavispe y Bacadéhuachi, y

piatoria de frutos, semillas, vainas, raí-

otro formado por Fronteras, Cananea,

ces, plantas y algunos crustáceos y de la

Bacuachi y Cumpas.

cacería y la pesca.

Sobresalen el cerro Pico Guacamaya

Sus armas y herramientas fueron elabo-

con 2,646 msnm en la sierra Los Mo-

radas a partir de rocas, conchas y hue-

jones del municipio de Bacadéhuachi;

sos y astas de animales.

Los Ajos con 2645 msnm de la sierra del

Al interior, y en los alrededores de la en-

mismo nombre atravesando los mu-

trada, de la cueva no se observaron ma-

nicipios

y

teriales pertenecientes a culturas de épo-

Fronteras; el cerro El Oso con 2553

cas pasadas, sin embargo, tenemos noti-

msnm en la sierra La Charola en el mu-

cia de un sitio relativamente cercano y

nicipio de Bavispe y San José con 2547

en el mismo estado, en el municipio de

msnm en la sierra San José en el mu-

Pitiquito, que reporta evidencia por de-

de

Bocaoachi,

Cananea

68


más interesante de que en el espacio

2000:27).

geográfico hubo asentamientos humanos

Se sabe que entre el 800 y 1300 d.C., en

con una tecnología muy singular para el

los alrededores de nuestro espacio de

10,000 a. C. Los hallazgos en el sitio El

interés se desarrolló la cultura denomina-

Fin del Mundo, consisten en un gran

da Casas Grandes, y es precisamente

banco de osamentas de fauna pleistoce-

esta gente la que utiliza amplios abrigos

nica y puntas de proyectil del la cultura

rocosos de difícil acceso para asentarse

Clovis (Sánchez Miranda et al., 2009:46).

y edificar unidades habitacionales. Este

Estos datos que nos hablan de grupos

grupo cultural se reconoce también por

nómadas cazadores recolectores que por

sus formas cerámicas que aparte de mo-

lo menos desde el 10,000 a.C. están

nocromas también llegaron a ser polícro-

teniendo una movilidad territorial para la

mas (Braniff, 2009:33, 36-38).

búsqueda de alimento en el actual

Si bien el estado de Sonora alberga un

estado de Sonora. Y aunque resulta

rico mosaico cultural, no del todo bien

difícil la conservación de algunos ele-

estudiado, se sabe que algunos grupos

mentos arqueológicos puede resultar

por tener un modo de producción reco-

posible que en algún momento de la his-

lector, cazador y pescador no tenían te-

toria de la región esta cueva haya sido

rritorios delimitados y se han hecho algu-

visitada por algún grupo de personas y

nas aproximaciones donde fluctúan los

hayan aprovechado el espacio como re-

territorios culturales.

fugio temporal. Ya sea por una o un par

Para la región de lo que corresponde al

de noches.

municipio de Naco tenemos la presencia

En algunas partes correspondientes al

de culturas como la ópata, quienes prac-

actual estado la agricultura se pudo

ticaron la agricultura sin descuidar sus

haber desarrollado para el 1000 a. C.

anteriores fuentes de recursos alimenti-

acto que no eliminó del todo el sistema

cios y que sobrevivió a la conquista euro-

económico antes descrito, pues hasta la

pea.

fecha algunos grupos aún subsisten de

Desde épocas prehistóricas el descubri-

la

miento y exploración de las cavidades a

recolección

de

plantas

(Aldama, 69


veces llegó a ser una necesidad para la

Este hecho se puede observar, contra-

obtención de refugio, alimento o buscar y

dictoriamente, con el padre Jesuita Kino

satisfacer necesidades del tipo espiritual.

quien en 1695 pedía que se les acosara

Una cueva se puede percibir como un

hasta el exterminio y celebraba dichas

lugar simbólico, como el acceso al espa-

matanzas. Para 1740 el jesuita, también,

cio donde residen los espíritus o dioses,

Miguel Javie Almanza dirige una carta al

la entrada a otro mundo, es en sí, un es-

Virrey donde menciona que los apaches

pacio polisémico. Estar en su interior,

hostilizan esas tierras y que son de natu-

vivos o muertos, ha sido parte funda-

raleza sangrientos, con hábitos bárbaros,

mental de la cosmovisión de diversos

genio indomable, que son una gran

pueblos, empleándose para rituales de

chusma de ladrones que viven como fie-

paso, santuarios o lugares de entierro

ras, que son muy pertinaces para el acto

entre muchos otros casos.

de la guerra al grado que jamás sueltan las armas.

Antecedentes históricos de la región

Quizás uno de los sucesos que empezó

Se tiene noticia de los primeros explora-

esta gran guerra con los apaches fue la

dores españoles en caminar por este te-

acción del gobernador de Nuevo México

rritorio y cerca del área de Naco y dejar

en 1675, que mando capturar y torturar a

un registro, fray Marcos de Niza en 1539,

44 chamanes, entre ellos algunos apa-

Francisco Vázquez de Coronado entre

ches. 5 Años después se dio un levanta-

1540 y 1542 y Francisco de Ibarra en

miento de indígenas que terminó expul-

1563 y1564 (Aldama, 2000:44).

sando del territorio a los españoles por

Uno de los intereses de los españoles

más de un año y las guerras constantes

por venir a esta región fue la leyenda de

se propinaron por más de dos siglos.

ciudades de oro, Cíbola, aspecto que

Con esta situación social nace para 1829

llamó la atención de muchos explorado-

Gokláyeh en lo que ahora es la parte es-

res e ir a colonizar dicho espacio. Aspec-

te de Arizona, entonces México. En 1858

to que no fue muy fructífero y propicio

regresaba con su tribu después de co-

masacres de indígenas en la región.

mercial con pueblos de Sonora y Chihu70


Chihuahua a su asentamiento llamado

gistró la solitaria protesta de los vecinos

Kaskiyeh (un lugar cercano al actual po-

de Guaymas por la pérdida de La Mesilla

blado de Arispe) fueron interceptados

(Fig.3). En 1860 el ayuntamiento del

por un grupo de mujeres que les comuni-

puerto rechazó el proyecto de Tratado

caron que habían sido atacados por tro-

Mac Lane-Ocampo (Aldama, 2000:14).

pas mexicanas que habían matado a

En estas circunstancias socio-políticas

mujeres, ancianos y niños. Ahí Gokláyeh

Gerónimo y sus indios viajaban por la

se sintió perjudicado por su pérdida familiar y le nació un odio, fundamentado, por los blancos, hecho que consecuentó hasta sus últimos días. Este hecho propicio un Consejo de Guerra aliándose varias tribus, Gokláyeh fue el encargado de planear la estrategia de ataque a Kaskiyeh y debido al éxito que se consiguió en la batalla lo nombraron jefe de todos los apaches. Jerónimo, como después se le conoció empezó una guerra de guerrillas asediando al ejército mexicano y después al estadounidense hostigando con bastante éxito a poblados de la Sierra Madre entre Sonora y Chihuahua (Vicente, 1994:64-69). Este momento de Jerónimo se complica con las decisiones gubernamentales de los blancos pues hay que recordar que para 1848 Sonora pierde por la fuerza a

Fig.3. Territorio usurpado por estadounidenses de territorio mexicano en 1853 terminando con la pérdida de La Mesilla.

Arizona y en 1853 por arreglos de un gobierno central acorralado, hecho que re71


sierra libremente entre ambos territorios

de 1901 en el fuerte Marion en Florida,

acechando a distintos poblados (Fig. 4).

Estados Unidos. Su leyenda aún se pre-

Para 1882 los gobiernos mexicano y es-

serva y en diversos establecimientos se

tadounidense firmaron un tratado para

pueden apreciar fotografías de este indí-

combatir en ambos territorios, libremente

gena diné de lengua atapascana.

a los apaches. Se llegaron a juntar más

Hay que hacer notar que a ojo de los

de 5000 soldados por ambos bandos. 4

indígenas se tienen vestimentas, ador-

Años después Jerónimo se rinde en el

nos y fisonomías distintivas entre tribus

cañón Esqueleto. Muere el 17 de febrero

que ellos pueden reconocer nada más de ver a la gente, y para los blancos, incapaces de poner atención a los mencionados detalles, todos eran denominados como ―indios‖ o ―apaches‖. Aún en la actualidad, al verlos en fotos se les llama de la misma manera ignorando la gran diversidad de tribus y lenguas que hay en este espacio geográfico quitando las líneas estatales y divisorias de los países. El municipio de Naco perteneció al de Fronteras hasta 1901, integrándose después al de Cananea. Es hasta el 22 de junio de 1937 que el Congreso Local le concede autonomía manteniéndose así hasta la actualidad. Respecto al nombre del estado existen varias discrepancias, pero algunas de las más aceptadas son que proviene de la

Fig.4. Incursiones apaches al territorio sinaloense. Dibujo Enrique Méndez Torres.

lengua ópata, de la voz sonot o sonota, 72


que significa hoja de maíz, o quizás se

La exploración de Grutas La Morita.

refiere a un ojo de agua que tenia cerca-

Se visitó la primera semana de noviem-

na una ranchería ópata. También se cree

bre el ejido Cuauhtémoc donde se cono-

que

española

ció al señor Gilberto Raymundo Gámez

―señora‖ y que los ópata al pronunciarla

Pérez, quien amablemente nos trasladó

lo hacían como ―señora‖ para después

al rancho Agua Verde. Una vez instala-

variar a ―sonora‖, haciendo referencia a

dos nos trasladó al espacio físico donde

una capilla que Cabeza de Vaca y sus

se localiza la entrada de la cueva (Figs.5

compañeros

y 6).

viene

de

la

palabra

erigieron

(Aldama,

2000:97).

La entrada constituye el primer atractivo,

La sociedad sonorense es el resultado

pues uno pensaría en una oquedad de

de la fusión histórica del mundo america-

desarrollo horizontal, pero su acceso

no con el europeo, africano y asiático.

consiste en una pequeña oquedad que

Fig.5. Vista desde Google Maps, tomada en el 2012, del espacio circundante a la entrada de la Gruta La Morita. 73


Fig.6. Afloramiento de calizas y comunidad floral en torno a la Gruta La Morita. Sergio Santana a la entrada de la cavidad. Foto Enrique Méndez Torres (EMT), 2011.

mide 6 m de diámetro por 2.80 m de des-

ubica en un primer salón lo suficiente-

nivel vertical.

mente alto como para estar de pie en al-

Pasa inadvertida, pues del interior crece

gunas secciones y en otras partes llega

un árbol de Mora (que le da el nombre a

a tener hasta 4 metros de altura (Fig. 8.

la gruta) y el follaje impide la visibilidad

Sección A en la planta topográfica de la

de la oquedad (Fig.7) y se confunde con

cueva).

algún matorral. Para bajar es necesario apoyarse en las

Salón A

ramas del mencionado árbol empleándo-

Una vez estando al interior se siente en

lo como escalera de apoyo. Una vez en

primera instancia un cambio de tempera-

el piso se puede apreciar la entrada

tura mucho más cálido, se puede obser-

hacia el Noreste con una altura de 1.60

var que la entrada está conformada por

mts. Este acceso si es de desarrollo hori-

unas estalactitas que sirven para atrapar

zontal con una ligera pendiente que nos

la temperatura del interior (Fig.9). 74


Fig.7. Imagen de la entrada de la cueva, nótese el arbusto de Morita que sale de la pequeña cima. Foto EMT, 2011.

Aclimatándose a la obscuridad y debido

Una vez encendida la iluminación artifi-

a que se encuentra uno en una zona me-

cial se precian dos espacios a prospectar

sogea se pueden observar las columnas

por el lado norte.

que rodean el espacio. En esta sección

El primer espacio es un pequeño salón

se pueden observar interesantes forma-

que nos conduce a otros salones de di-

ciones calcáreas por escurrimiento, las

mensiones más pequeñas y de aquí se

estalagmitas. Quizás puedan pasar des-

puede salir a un salón más grande

apercibidas mientras se aclimata uno a

(Sección C en la planta topográfica de la

la obscuridad, pero poniéndoles atención

cueva) pero con el inconveniente de que

puede uno apreciar las caprichosas for-

hay que hacer recorrido a gatas, agacha-

mas que llegan a tener estas concrecio-

do o reptando en algunas partes.

nes a pocos metros de la entrada

El otro espacio visible es un pasillo a

(Figs.10, 11 y 12).

través de algunas columnas y demás estalagmatos, este corredor nos conduce 75


Fig.8. Planta de la Gruta La Morita y distribución de columnas en la Sección, Galería o Cámara A. 76


Fig.9. Muestra la entrada desde el interior de la cámara A, sentado el dueño el señor Gilberto Raymundo Gámez Pérez. Nótese el grafiteado con pintura de spray que hay en la entrada. Foto EMT, 2011.

Fig.10. Formas calcáreas en una pared a pocos metros de la entrada. Foto EMT, 2011. 77


Fig.11. Formas calcรกreas en el piso a pocos metros de la entrada. Foto EMT, 2011.

Fig.12. Vista del interior de la cueva La Morita. Foto EMT, 2011. 78


una manera más cómoda al mismo salón

do lo largo de su belleza y formación

C.

(Figs.13 y 14). Revisando sus paredes se encontró un

Salón C

desarrollo en vertical en la parte noroes-

Esta cámara resulta bastante amplia y la

te el cual resulta en la mayor parte de su

altura de su techo, de hasta 8.70 metros,

desarrollo más angosto y en algunas

otorga una apreciación de amplitud y

secciones con una mayor inclinación. En

permite que se observen diversas forma-

otras secciones la precaución debe de

ciones calcáreas producto de escurri-

ser mayor en las bajadas pues en las pa-

mientos en la mayoría de sus casos. Las

redes se pueden apreciar formaciones

estalactitas en su variedad de ―Bande-

calcáreas muy especiales, las estalacti-

ras‖ son los espeleotemas que mejor se

tas conocidas como helictitas o excéntri-

pueden apreciar en esta sección, por la

cas, las cuales llegan a albergarse tanto

amplitud del espacio, y admirarlas en to-

en paredes como techos y al estar bajan-

Fig.13. Espeleotemas que se localizan en la cámara C. Foto EMT, 2011. 79


Fig.14. ―Banderas‖ que se localizan en la cámara C. Foto EMT, 2011.

do si uno no tiene cuidado las puede ir

de la galería C se pueden encontrar con-

destrozando y éstas formaciones resul-

centraciones de guano (Fig.16). Para la

tan un interesante atractivo tanto para

época que se prospectó la gruta, No-

espeleólogos como visitantes especiali-

viembre, solo se observó un murciélago

zados. Otros espeleotemas de interés

al interior. Factor que sugiere que esta

que se pueden apreciar son los llamados

cavidad es ocupada por temporadas por

―espaguetis‖ formaciones por demás deli-

una gran colonia de murciélagos que

cadas por su tipo de formación.

habitan en distintas partes de esta sec-

En el descenso se pueden observar al-

ción.

gunas cámaras pequeñas que contienen

Continuando hacia abajo con el recorrido

pequeñas pero bellas formaciones cal-

se llega a un salón horizontal casi de for-

cáreas (Fig.15) como las antes descritas

ma semirectangular donde el atractivo

pero también hay que tener cuidado

consiste en dos de sus paredes laterales

pues en esta sección de la prolongación

que están rectas y formando un ángulo 80


Fig.15. Formaciones de estalactitas del tipo excĂŠntricas. Foto EMT, 2011.

Fig.16. Concentraciones de guano. Foto EMT, 2011. 81


funda, 24 metros de desnivel, también se

lago. En ésta profundidad se apreciaron

observan

gusanos,

acumulamientos

de

guano

(Figs.17 y 18).

moscos,

moscas

y

grillos

(Figs.20 y 21).

Este espacio no esta exentó de grafiti, pues en dos de sus paredes se puede

Salón B

observar que algunas de las personas

Del salón A uno se encamina hacia el

que han llegado a esta parte profunda, y

suroeste y comienza a descender. Con-

al no venir preparados, han dejado su

trariamente a la anterior cámara, el techo

impronta aprovechando el sedimento del

es más bajo (Fig.22) y se aprecia mayor

piso y con el mismo lodo han escrito su

cantidad de piedras sueltas (Fig.23),

nombre (Fig.19).

después de caminar agachado unos

Este desarrollo llega a tener unos 24 me-

cuantos metros se continua por el sures-

tros de desnivel. Durante la estancia en

te y se prosigue cercano a esa pared

esta sección solo se observó un murcié-

hasta la parte más profunda. Toda esta

Fig.

17. 82


Fig.18. Dos grandes concentraciones de guano. Foto EMT, 2011.

Fig.19

. 83


Fig.

20.

Fig.21. Grillo cavernĂ­cola. Foto EMT, 2011. 84


Fig.22. Perfil que muestra el desarrollo y el desnivel de la Gruta La Morita. Nรณtese que el salรณn B tiene el techo mรกs bajo que el salรณn C.

Fig.23. Concentraciones de guano. Foto EMT, 2011.

85


sección esta con un declive moderado,

caprichosas formaciones conocidas co-

pero el hecho de la poca altura de su te-

mo ―gours‖ pero en una versión de minia-

cho la hace aparentar un poco más en-

tura y al interior de ellas riolitas o ―perlas

cerrada (Sección B en la planta topográ-

de las cuevas‖, escurrimientos que tam-

fica de la cueva. Fig.8).

poco son muy comunes como la llamada

En esta parte se pueden apreciar bellas

―leche de las cavernas‖ por la pureza del

columnas esbeltas, algunas espeleofor-

color blanco que llega a conformar este

mas

―espague-

tipo de concreciones (Fig.25). Continuan-

tis‖ (Fig.24), ―banderas‖ que penden del

do con el descenso llega uno a la parte

techo y en las estalagmitas se diversas

más baja, 6 metros de desnivel, apre-

partes del piso se pueden apreciar de las

ciando las diversas estalactitas (Fig.26) y

denominadas

como

de esta sección se comienza a rodear la cámara por la parte suroeste para empezar el ascenso. En este regreso hay que poner especial atención al lugar donde pisa uno, pues uno se concentra en donde pisar y por donde subir y se descuida donde coloca el pie para un mejor apoyo. El atractivo y segunda belleza en importancia ya no se apreciara en el techo sino en el piso. A través del goteo, de miles de años, y la temperatura del lugar, se han ido formando unos de los estalagmátos más bellos que se pueden encontrar a nivel espeleológico, las aragonitas o flores de las cavernas. Estas formaciones estaFig.24. Delicadas formaciones estalagmiticas, también llamadas ―espagueti‖. Foto EMT, 2011.

lagmíticas llegan a ser diversas en esta sección y de reducidas dimensiones, por 86


Fig.25. Escurrimiento calcáreo que por su blancura se conoce como ―leche de las cuevas‖. Foto EMT, 2011.

Fig.26. Parte más profunda de la cámara B, Sergio Santana explicándole las formaciones al Sr. Gilberto Raymundo Gámez Pérez. Foto EMT, 2011. 87


que hay que tener cuidado por donde se

columna y llegar al anterior camino que

conduce a la gente para que no las des-

nos conduce a la galería A.

truya con una pisada sin darse cuenta

Una vez concluida la primera prospec-

(Figs.27 y 28).

ción a la Gruta La Morita se regresó al

Continuando con el ascenso llega uno a

día siguiente para realizar el croquis de

una sección donde también hay que po-

la misma apoyándose en una brújula, un

ner atención al techo, pues se reducen

clisímetro y un distanciometro, terminado

las dimensiones de la altura y por ir cui-

dicho trabajo se procedió a sacar foto-

dando el lugar que pisa y concentrase en

grafías a color de los salones y de diver-

el

sos espeleotemas.

piso

puede

destruir

algunos

―espaguetis‖ de más de 10 cm de largo

En ambos días se estuvo acompañado

que penden del techo.

del dueño y otras personas del ejido

Se continúa el recorrido hasta una gran

Cuauhtémoc, principalmente jóvenes va-

Fig.27. Aragonita de reducidas dimensiones. Foto EMT, 2011. 88


Fig.28. Aragonita formada en el suelo. Foto EMT, 2011.

rones a quienes se les dieron unas pláti-

plicación impartida por el espeleólogo

cas para incentivarlos a participar como

Sergio Santana para sacar video del re-

guías (Fig.29). Se les enseñó la cueva y

corrido al momento de explicar la espe-

explicó el tipo de comportamiento que

lunca y comportamiento de un guía para

deben de tener para con el público y lo

futuro apoyo didáctico.

que se les debe de explicar en cuanto a

Al interior de la cueva se puede observar

la formación de la cueva, el tipo de espe-

que los visitantes han dejado su impron-

leotemas, la posible ruta que pueden

ta o firma de visita por lo menos desde

tomar para guiar a los grupos y se simuló

mediados del siglo con lápiz y los más

con ellos una visita y como deben de

recientes están empleando para ello la

comportarse (Fig.30), también se les su-

pintura de aerosol en spray.

girió que pusieran atención a los espe-

Se recomendó al señor Gilberto Ray-

leotemas y buscaran formas caprichosas

mundo Gámez Pérez que sería pertinen-

y ponerles nombres. Se aprovechó la ex-

te borrar los grafitis para no dar un mal 89


Fig.29. Sr. Gilberto Raymundo Gámez Pérez al interior de la Gruta La Morita con tres jóvenes habitantes del Ejido Cuauhtémoc. Foto EMT, 2011.

Fig.30. Joven del Ejido Cuauhtémoc vestido apropiadamente como guía, portando casco, overol y sistema de iluminación frontal, simulando ser guía explicando una espelunca. Foto EMT, 2011. 90


aspecto al público, donde quizás sería

Bibliografía

conveniente dejar algunos de los más

Aldama, Ignacio

viejos como ejemplo de lo que no se de-

2000 Breve historia de Sonora. El Cole-

be de hacer y como parte de un legado

gio de México, Fideicomiso Historia

histórico (Figs. 9, 19, 23, 29 y 31).

de las Américas. Fondo de Cultura

Visitar esta cueva nos ha dejado un buen

Económica. México.

sabor de boca, como casi siempre que se visita una cavidad, pero lo que se ate-

Braniff C., Beatriz

sora es la calidad en el trato con las per-

2009 La historia prehispánica de Sonora.

sonas, quedamos agradecidos por la

Arqueología

Mexicana.

Editorial

hospitalidad y buen trato.

Raíces. Vol. XVII. Núm. 97. México.

Fig.31. Grafiti elaborado, quizás, con carbón marcando la fecha de visita, 17 de marzo de 195?. Foto EMT, 2011. 91


Fig.32. Enrique Méndez regresando del primer día de exploración. Foto Sergio Santana, 2011.

Cuevas Arámburu, Mario

Vicente Anaya, José

1989 Sonora. Textos de su historia. Go-

1994 Gerónimo. La persistencia de un

bierno del estado de Sonora, Insti-

guerrero

tuto de Investigaciones Dr. José

Mexicana. Editorial Raíces. Vol. I.

María Luis Mora. México.

Núm. 6. México.

Sánchez Miranda, Guadalupe, Edmund P. Gaines, Vance T. Holliday 2009 El Fin del Mundo, Sonora. Cazadores Clovis de Megafauna del Pleistoceno Terminal. Arqueología Mexicana. Editorial Raíces. Vol. XVII. Núm. 97. México. 92

apache.

Arqueología


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Titulaciones El título del artículo y los subtítulos en el texto deberán ser concisos. Los subtítulos primarios, secundarios o terciarios deben estar claramente jerarquizados, ya sea por tamaño de letra, números u otro tipo de notación. Citas en el texto Todas las citas tendrán el formato Oxford: (Apellido, año:páginas). Aquellas citas que excedan las 40 palabras, van sin comillas y a renglón seguido del texto (hacia arriba y hacia abajo), con sangría en su margen izquierdo y con una fuente de tamaño 10, es decir, un punto 93


De las Figuras Las imágenes se denominarán Fig.1, Fig. 2, etc. y deberán estar referidas al texto con sus debidos créditos y autorías.

Las imágenes deben estar en formato JPG incluidas en el texto, en el orden de aparición y en un archivo separado a 300 dpi.

Toda correspondencia deberá dirigirse a la Mtra. América Malbrán Porto al Centro de Estudios Sociales y Universitarios Americanos S.C., México sua.org@gmail.com

D.F.

ce-

94


95


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