Antilha
REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA, ARTE Y LITERATURA
Año 2
N°5
Mayo-Agosto 2013
2
Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA
Editores
El contenido de los artículos y opiniones ex-
América Malbrán Porto
presadas en Antilha son responsabilidad
Enrique Méndez Torres
exclusiva de sus autores. Antilha es una publicación cuatrimestral edi-
Diseño editorial
tada y publicada por el Centro de Estudios
América Malbrán Porto
Sociales y Universitarios Americanos S.C.
Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo del título, Dirección General de Derechos de Autor, Secretaría de Educación Pública, número ( en trámite ) . Certificados de licitud de título y de contenido, Comisión Certificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, Secretaría de Gobernación, números ( en trámite ) , ISSN ( e n trámite ) .
Portada, cenefa y viñeta: Juguetero en el Centro Cultural Rosario Castellanos, Comitán, Chiapas. Foto. América Malbrán Porto. 3
Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA
Comité Editorial Dr. Jorge Angulo Villaseñor
DEA-INAH, México.
Dra. María Elena Ruiz Gallut
IIE-UNAM, México.
Dr. Enrique Tovar Esquivel
INAH, México.
Dra. Lourdes Budar Jiménez
Universidad Veracruzana, México
Dr. Daniel Schávelzon
CAU-UBA, Argentina
Dra. Ana Igareta
UNLP, Argentina.
Mtra. América Malbrán Porto
FFyL-UNAM, México.
Mtro. Alfredo Feria Cuevas
INAH-México.
Lic. Alejandra Gómez Colorado
INAH, México.
Lic. Enrique Méndez Torres
ENAH, México.
Lic. Ivon Cristina Encinas Hernández
Universidad del Tepeyac A.C.
4
Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA
CONTENIDO Editorial
P. 7
Las imágenes femeninas en Los Primeros Memoriales de Sahagún América Malbrán Porto P. 9 Áreas de estudio de los códices mesoamericanos y coloniales Ofelia Márquez Huitzil P. 33 Una propuesta de análisis semiótico de una vasija olmeca procedente de Morelos Raúl Francisco González Quezada P. 60
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6
Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA
EDITORIAL
E
ste quinto número, con tres artículos, resulta sustancioso en información, tocando temporalidades desde la época de los olmecas hasta la Colonia. La Maestra América Malbrán trata las imágenes femeninas en los textos
conocidos como Primeros Memoriales de Fray Bernardino de Sahagún, estos escritos que sirvieron de base para su obra conocida como Códice Florentino nos ofrecen otra visión de los informantes de Sahagún respecto a la imprescindible participación de la mujer en los rituales mexicas llevados a cabo a lo largo de su calendario ritual, en la época previa a la invasión española. Las imágenes nos muestran cómo se ataviaban algunas de las mujeres y también nos permiten conocer los objetos icónicos de las deidades femeninas que representaban. La Doctora Ofelia Márquez nos hace un recuento de la historia de cómo se han ido sentando las bases para el desciframiento de los códices localizados en el actual territorio mexicano, así como nos refresca la mente de la tipología de este tipo de textos ejemplificándolos con imágenes. El Maestro Raúl González hace una propuesta de una metodología de análisis semiótico basándose en un ensayo interpretativo de una vasija aparecida en Pantitlán, Morelos. Esta interesante pieza ha sido fecha para el Preclásico medio (1000 al 400 a.d.n.e) y debido a los motivos que presenta está asociada a la sociedad Olmeca. Donde en la región ya se han encontrado potras piezas de la misma filiación cultural en los distintos proyectos del área. Esperamos que este nuevo número de nuestra revista sea del agrado de ustedes. Los Editores
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8
LAS IMÁGENES FEMENINAS EN LOS PRIMEROS MEMORIALES DE SAHAGÚN América Malbrán Porto1
I
ntroducción Los manuscritos denominados como Códices Matritenses se encuentran divididos en dos secciones y están depositados en la Biblioteca del Palacio
Real y Biblioteca de la Real Academia de la Historia, ambas en Madrid y de ahí su nombre. La disposición original que le asignó Sahagún al texto se ha perdido, por lo que actualmente se utiliza la que les dio Del Paso y Troncoso quien publicó la edición facsimilar entre 1905 y 1907. El Vol. VI aparecido en 1905, fue dividido en tres cuadernos: el primero debía contener el estudio y la descripción de todos estos códices, pero no se sabe si llegó a redactarse; el segundo reproduce los manuscritos más antiguos que del Paso y Troncoso llamó ―Primeros Memoriales‖ y ―Memoriales con escolios‖; el tercero contiene 27 estampas a colores de las ilustraciones de los llamados ―Primeros Memoriales‖. El vol. VII, aparecido en 1906, contiene el Códice Matritense del Real Palacio, cuyos manuscritos dividió en ―Memoriales en tres columnas‖, con el texto en lengua mexicana de los libros I a V y VII, y ―Memoriales en castellano‖, libros I y V. Estos manuscritos corresponden a etapas anteriores de lo que más tarde se convertirá en el Códice Florentino, manuscrito del que deriva la ―Historia General de las Cosas de la Nueva España‖ que es la traducción al castellano del mismo libro. Se podría decir que los Primeros Memoriales es un trabajo híbrido en el que se observan tanto la influencia indígena como la europea, donde claramente se reconoce la mano de varios tlacuilos y escribanos. 1. Mtra. en Estudios Mesoamericanos, UNAM. Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras-UNAM. Directora del Centro de Estudios Sociales y Universitarios Americanos S.C. (CESUA). 9
CUADRO 2
La representación femenina La representación femenina en los Primeros Memoriales es abundante y se la
Folio
Tema
Cantidad
identifica claramente en las diferentes
de figuras
escenas. Las podemos agrupar de tres
250v
Hueytozoztli
7
formas:
250v
Toxcatl
6
250v
Etzalcualiztli
3
251r
Tecuilhuitontli
3
251r
Hueytecuilhuitl
7
251r
Micilhuitontli
1
das a las deidades.
251v
Hueymicilhuitontli
1
El segundo grupo correspondería a
251v
Ochpaniztli
8
las deidades y sus atavíos.
252r
Teteuco
2
Mientras que la última sección está
252v
Atemoztli
3
relacionada con la vida cotidiana y
253r
Tititl
1
253r
Izcalli
3
254r
Atamalcualiztli
8
A)
Como personajes que tiene participación activa en el relato pictográfico, específicamente en el grupo de ilustraciones referentes a las festividades de cada veintena y las ofren-
B)
C)
el adorno de las mujeres nobles. En los Primeros Memoriales hay en total 77 representaciones femeninas, distribuidas en 26 fojas (Cuadro 1).
les. Las fiestas donde aparecen son: Huey-
Las fiestas de las veintenas
tozoztli, Toxcatl, Etzalcualiztli, Tecuilhui-
La mayoría de las representaciones fe-
tontli,
meninas, 53 en total, se encuentran en la
Hueymicailhuitontli, Ochpaniztli, Teteu-
primera sección, dedicada a las Fiestas
co, Atemoztli e Izcalli. Es aquí donde se
de las veintenas (Cuadro 2).
hace evidente que las imágenes del ma-
Aquí se muestra a las mujeres como
nuscrito bien pudieran haber sido copia-
miembros activos de la sociedad, las
das de un documento anterior, ya que la
cuales tienen una importante participa-
descripción en nahuatl de la ilustración
ción a lo largo de las festividades y ritua-
no es fiel a la representación pictórica. 10
Hueytecuilhuitl,
Micailhuitontli,
Cuadro 1 Folio
Tema
Cantidad de figuras
250v
Hueytozoztli
7
250v
Toxcatl
6
250v
Etzalcualiztli
3
251r
Tecuilhuitontli
3
251r
Hueytecuilhuitl
7
251r
Micilhuitontli
1
251v
Hueymicilhuitontli
1
251v
Ochpaniztli
8
252r
Teteuco
2
252v
Atemoztli
3
253r
Tititl
1
253r
Izcalli
3
254r
Atamalcualiztli
8
254v
Servicio y ofrendas a los dioses
4
255r
Servicio y ofrendas a los dioses
1
255v
Servicio y ofrendas a los dioses
2
262r
Dioses
1
263r
Dioses
1
263v
Dioses
2
264r
Dioses
3
264v
Dioses
1
265r
Dioses
1
266r
Dioses
1
266v
Dioses
2
56r
Adornos de las mujeres nobles
1
61v
Vida cotidiana
4
11
Señalaremos brevemente cada una de
ba en el patio de su templo (Sahagún,
estas fiestas:
2002:188-190), aunque también podría tratarse de un sacrificio ya que el vestido
Huey Tozoztli
está ensangrentado, de manera similar a
La descripción en nahuatl es muy breve
como aparece en el folio 251r en la cele-
y no hace una referencia específica a las
bración de Fiesta de Hueytecuilhuitl (Fig.
representaciones femeninas que apare-
1).
cen en la ilustración, a diferencia de lo que se describe en el Códice Florentino que es mucho más extenso. Aquí la descripción se limita a explicar que tanto pipiltin (nobles) como macehuales (gente común) tomaban parte en la fiesta. En la ilustración que acompaña la descripción se observan siete personajes femeninos, cuatro de ellas, colocadas en la parte superior, pareciera que están danzando, a pesar de que ni en los Pri-
Fig.1. Folio 250v Celebración de Fiesta de Huey Tozoztli. Primeros Memoriales, 1993
meros Memoriales ni en el Códice Florentino hay referencia de danzas en esta
Toxcatl
fiesta. Otras dos figuras están llevando la
En comparación con el Códice Florenti-
ofrenda al templo de la diosa Chicome-
no, el texto vuelve a ser muy breve. A
coalt, la primera transporta un atado de
pesar de que se menciona que ésta era
plantas en la espalda mientras que la se-
una de las festividades más importantes
gunda sostiene las mazorcas de maíz. Al
ya que estaba dedicada a Huitzilopoch-
pie del templo se observa otra figura fe-
tli. El pasaje refiere sobre la participa-
menina que está vestida con un quech-
ción femenina en dicha fiesta, donde las
quemitl y tiene un tocado con borlas, pro-
mujeres danzaban llevando en las ma-
bablemente se trate de la diosa Chico-
nos un estandarte con papel pintado co-
mecoatl, cuya imagen se dice se coloca-
mo ofrenda (Fig.2). 12
cho, tres figuras femeninas que podrían estar en procesión o danzando, ninguna de ellas lleva objetos en la mano o algún elemento distintivo de la fiesta (Fig.3). La descripción en los Primeros Memoriales vuelve a ser escueta, en comparación con el Códice Florentino y no se hace referencia en ninguno de ellos a la participación femenina.
Fig.2. Folio 250v Celebración de Fiesta de Toxcatl. Primeros Memoriales,1993
Efectivamente se observan cuatro figuras femeninas portando estos estandartes, mientras que del lado derecho de la ima-
Fig.3. Folio 250v Celebración de Fiesta de Etzalcualiztli. Primeros Memoriales,1993
gen se colocaron dos mujeres que pareciera llevan como tocado un estandarte o banderola coloreada de rojo y azul, cabe
Tecuilhuitontli
aclarar que ni en los Primeros Memoria-
En la ilustración de esta festividad se
les ni en el Códice Florentino hay una
han representado tres figuras femeninas.
referencia en relación con éstas últimas.
Una de ellas está vestida de azul y lleva un tocado azul en la cabeza, probable-
Etzalcualiztli
mente se trate de Huixtocihuatl, diosa
En la imagen que ilustra esta fiesta se
patrona de los colectores de sal, o su
observan, en el extremo superior dere-
personificación, que debía morir durante 13
esta fiesta. Las otras dos figuras se en-
Hueytecuilhuitl
cuentran en de rodillas al interior de dos
Como hemos venido observando el texto
templos, la del lado derecho pareciera
en nahuatl correspondiente a esta sec-
portar una rodela mientras que la de la
ción es sumamente breve. Y en él
izquierda está de rodillas y no se le apre-
Shagún nos explica que se sacrificaban
cian los brazos, ambas figuras parecie-
a las personificaciones de la diosa Xilo-
ran vestir un quexquemitl (Fig.4).
nen, en Huiznahuac, y la de Cihuacoatl.
El texto en nahuatl, otra vez es resumido
Ambas representadas en la imagen que
en relación con el texto del Códice Flo-
acompaña la descripción, en la parte
rentino. Sin embargo nos habla de la par-
central del dibujo (Fig.5), las dos apare-
ticipación femenina tanto en el ritual de
cen al pie de cada templo con sus vesti-
sacrificio donde, como se dijo, moría la
duras ensangrentadas, sin embargo no
representante de la deidad, como en los
es posible identificar los atributos de nin-
cánticos que llevaban a cabo las mujeres
guna de las deidades. La primera perso-
durante veinte días.
nificación, del lado izquierdo lleva un quexquemitl, mientras que la del lado derecho tiene un tocado con dos borlas, acaso sea esta la que representa a Xilonen. En el lado superior izquierdo aparecen dos figuras femeninas que portan las banderolas o estandartes en la cabeza, en este caso, la banderola es blanca y roja. Por último se observan en la parte inferior derecha un grupo de tres mujeres que bailan con las manos entrelazadas. A este respecto Sahagún nos dice que a lo largo de esta fiesta las mujeres danzaban y cantaban durante 20 días conse-
Fig.4. Folio 251r Celebración de Fiesta de Tecuilhuitontli. Primeros Memoriales,1993
cutivos. En esta imagen el total de repre14
Fig.5. Folio 251r Celebración de Fiesta de Hueytecuilhuitl. Primeros Memoriales,1993
Fig.6. Folio 251r Celebración de Fiesta de Micaylhuitontli. Primeros Memoriales,1993
ahusada (Fig.7), no hay en la descripción
sentaciones femeninas es de siete.
del relato en nahuatl una referencia a esMicaylhuitontli
ta imagen. Lo mismo sucede en relación
En la descripción de esta fiesta sólo se
a esta fiesta en el Códice Florentino,
menciona que las mujeres nobles reali-
donde no se hace ninguna referencia a
zaban ofrendas al árbol Xocotl. En la
la participación femenina dentro de esta
ilustración se observa un personaje fe-
festividad. Sin embargo, de acuerdo con
menino ataviado con un gorro cónico,
la ilustración, podríamos suponer que la
portando un chimalli y un elemento simi-
mujer representada sea una sacerdotisa,
lar a una copa, lo que parece no coincidir
dado su atavío, con lo cual la presencia
con la descripción que se hace de la fies-
femenina dentro de la fiesta sería más
ta (Fig.6).
importante de lo que Sahagún nos deja ver.
Huey micailhuitl A pesar de que en la escena aparece
Ochpaniztli
una figura femenina, ataviada con rodela
La imagen que acompaña la descripción
y dardos, llevando un tocado de forma
de esta fiesta muestra ocho representa15
Frente a ellas se observa una figura más que tiene los brazos levantados en posición de ofrenda (Fig.8).
Fig.7. Folio 251v Celebración de Fiesta de Huey micailhuitl. Primeros Memoriales,1993
ciones femeninas. El primer grupo, localizado en la parte superior izquierda está formado por tres mujeres bailando. A estas les siguen, del lado derecho, dos figuras que portan rodela y dardos y llevan en la mano derecha una copa o recipiente, de forma similar a la de la fiesta de Huey micailhuitl, por lo que podríamos suponer que se trata de sacerdotisas o bien mujeres que personificaban a Teteoinnan considerada como ―mujer guerre-
Fig.8. Folio 251v Celebración de Fiesta de Ochpaniztli. Primeros Memoriales,1993
ra‖. Por debajo de ésta se observan otras dos mujeres que llevan los mismos elementos, a los que se le suma un complejo tocado de papel con manchas de hulli. 16
La traducción que hace Sahagún nos
Atemoztli
menciona que durante esta fiesta las mu-
En la imagen se han representado tres
jeres entonaban cantos durante 20 días y
figuras femeninas que llevan cajetes con
que realizaban danzas y ofrendas.
lo que pareciera ser pulque. La disposición del tocado o arreglo del cabello en
Teteuco
cada una es diferente. Van intercaladas
La imagen que ilustra esta festividad
entre figuras femeninas, todas ellas de
muestra dos mujeres arrodilladas frente
pie sobre petates. Nuevamente el texto
a un montoncito de tortillas o tamales,
en nahuatl, pareciera tener poca relación
que eran ofrecidos a los dioses (Fig.9).
con la imagen representada (Fig.10).
La participación femenina en esta fiesta parece haber estado reservada a la ela-
Tititl
boración de estos tamales.
En esta ilustración se observa una figura femenina en la parte central, misma que
Fig.9. Folio 252r Celebración de Fiesta de Teteuco. Primeros Memoriales,1993
Fig.10. Folio 252v Celebración de Fiesta de Atemoztli. Primeros Memoriales,1993
17
sostiene un tzotzopaztli; lleva el rostro
Izcalli
pintado de rojo y negro, viste un quex-
La imagen representada es prácticamen-
quemitl y en la mano derecha porta un
te la misma que la que corresponde a la
chimalli, se trata de la representación de
fiesta de Atemoztli, sin embargo aquí es
Cihuateteo, llevada a cabo por un sacer-
evidente, a partir de los trazos, de que se
dote. Aquí la participación femenina es
trata de otro tlacuilo (Fig.12). Nuevamen-
relativa ya que se trata de un hombre
te encontramos tres figuras femeninas
vestido con los atributos de esta deidad
que portan cajetes. En el Códice Floren-
(Fig.11).
tino se explica que durante la noche las mujeres elaboraban unos tamales que llamaban huauhquiltamalli, que al amanecer ofrecían a la estatua del dios de fuego (Sahagún, 2002:260-261), sin embargo esto está ausente en la ilustración de los Primeros Memoriales.
Atamalcualiztli Esta fiesta móvil se realizaba cada ocho años. En la imagen que ilustra el texto se aprecian ocho figuras femeninas en distintas actividades. La primera de ellas, en la parte superior derecha se encuentra al interior de una casa, está de rodillas y sostiene una vasija, de sus ojos brotan lágrimas, por lo que se puede suponer es una anciana, a la que hace referencia Sahagún en la descripción. Las siguientes dos figuras se encuentran en
Fig.11. Folio 253r Celebración de Fiesta de Tititl. Primeros Memoriales,1993
la parte central junto a un cuerpo de agua, también están de rodillas y sostie18
de estas se observa otra figura que lleva en las manos un estandarte con un rayo, en la mano derecha lleva un chimalli y viste un quexquemitl. En la parte inferior, a la derecha nuevamente se aprecian dos figuras femeninas, la de la derecha tiene el rostro pintado de rojo y lleva en la mano derecha lo que parece ser una planta, también de color rojo, mientras que en la mano izquierda sostiene un chimalli, la figura del lado izquierdo viste un quexquemitl, lleva una rodela y una lanza o estandarte. En el centro de la imagen se observa un árbol y al pie de éste, del lado izquierdo se encuentra una Fig.12. Folio 253r Celebración de Fiesta de Izcalli. Primeros Memoriales,1993
mujer tejiendo en un telar que ha soste-
ne una vasija, de sus ojos brotan lágri-
nahuatl no hay referencia a estas repre-
mas, por lo que se puede suponer es
sentaciones, salvo a las ancianas que
una anciana, a la que hace referencia
lloran (Fig.13).
nido del árbol. En la descripción en
Sahagún en la descripción. Las siguientes dos figuras se encuentran en la parte
Servicio y ofrendas a los dioses
central junto a un cuerpo de agua, tam-
En el apartado relacionado con el servi-
bién están de rodillas y sostienen un reci-
cio y ofrendas a los dioses se observan
piente cada una con algún tipo de ali-
12 imágenes femeninas, éstas van inter-
mento. Del lado derecho de estas figuras
caladas en el texto entre las fojas 254v y
se ha representado otra mujer en proce-
255v, Cuadro 3.
sión o danza, intercalada entre dos figuras masculinas, ésta lleva una rodela y un tocado con borlas rojas. Por debajo 19
Fig.13. Folio 254r Celebraciรณn de Fiesta de Atamalcualiztli Primeros Memoriale,1993
20
CUADRO 3 Folio
Tema
Cantidad de figuras
254v
Servicio y ofrendas
4
a los dioses 255r
Servicio y ofrendas
1
a los dioses 255v
Servicio y ofrendas
2
a los dioses En la foja 254v se aprecian cuatro representaciones femeninas. La primera se Fig.14. Folio 254v Ofrenda de Tlamanaliztli Primeros Memoriales,1993
relaciona con las ofrendas de Tlamanaliztli, en las cuales se ofrecían comida y animales (Fig.14). Aquí se observa una mujer que lleva en la mano derecha un recipiente con alimentos, probablemente pequeñas tortillas a las que hace referencia Sahagún, mientras que en la mano izquierda sostiene un recipiente trípode en el que hay una mano, probablemente de algún sacrificio. En la misma foja se observa otra figura relacionada con la ofrenda de Tlenamaquiliztli ofrenda del fuego (Fig.15). Ésta sostiene un sahumador o recipiente del que salen lenguas de fuego, esta ofrenda se dirigía hacia los cuatro rumbos, se
Fig.15. Folio 254v Ofrenda de Tlenamaquiliztli. Primeros Memoriales,1993
realizaba al amanecer en cada casa. 21
La siguiente representación se encuentra
la verdad cuando se hablaba.
en el párrafo relacionado con la ofrenda de Copaltemaliztli, ofrenda de copal, donde éste era arrojado al fuego en un brasero. Aquí se observa una mujer realizando esta ofrenda (Fig.16).
Fig.17. Folio 254v Ofrenda de Tlalqualiztli Primeros Memoriales,1993
En la foja 255r sólo hay una representación femenina (Fig.18), relacionada con la ofrenda de Neçoliztli, acto de ofrendar sangre o perforación de orejas. La imaFig.16. Folio 254v Ofrenda de Copaltemaliztli. Primeros Memoriales,1993
gen se encuentra de rodillas y se aprecia que se está perforando la oreja de la
La última imagen de esta foja se relacio-
que brota gran cantidad de sangre.
na con Tlalqualiztli, ofrenda de tierra
En la foja 255v aparecen dos figuras fe-
(Fig.17), donde se besaba o comía tie-
meninas, la primera se asocia con Acxo-
rra, tomándola con un dedo (De Molina,
yatlemaliztli,
1992:124v), por lo general esta acción
(Fig.19).
se realizaba para confirmar que se decía 22
alineamiento
de
ramas
La última representación de este grupo se vincula con la ofrenda de Tlachpanaliztli o de barrer, donde se observa una mujer que sostiene un haz de varas con las que está barriendo (Fig.20).
Las deidades y sus atavíos Son doce las figuras femeninas relacionadas con las deidades, distribuidas en 8 fojas (Cuadro 4). Fig.18. Folio 254v Ofrenda de Neçoliztli Primeros Memoriales,1993
Las descripciones del texto en nahuatl, al igual que como hemos venido viendo, son muy breves en relación a lo que
En la imagen la mujer está asociada con
más tarde será el Códice Florentino.
cuatro personajes masculinos dos de los cuales están arreglando la ofrenda de
Chicomecoatl
ramas verdes. La mujer es la que está
En la foja 262r se observa la imagen de
cargando dichas ramas en un mecapal.
Chicomecoatl (Fig.21).
Fig.19. Folio 254v Ofrenda de Acxoyatlemaliztli Primeros Memoriales, 1993 23
Su rostro está
pintado de rojo, portando un tocado de papel rojo, del mismo color es su huipil con una cenefa de diseños geométricos, al igual que en la falda. En la mano derecha sostiene un chimalli y en la izquierda dos mazorcas de maíz, también pintadas de rojo.
Teteu yna / inechichiuh En el Folio 263r aparece ésta deidad que tiene pintado un gran lunar o marca
Fig.20. Folio 254v Ofrenda de Tlachpanaliztli. Primeros Memoriales, 1993
circular en la mejilla al igual que la boca,
CUADRO 4
Folio
Tema
Cantidad de figuras
262r
Dioses
1
263r
Dioses
1
263v
Dioses
2
264r
Dioses
3
264v
Dioses
1
265r
Dioses
1
266r
Dioses
1
266v
Dioses
2 Fig.21. Folio 262r Representación de Chicomecoatl. Primeros Memoriales,1993 24
con chapopote negro. Su tocado está elaborado con plumas amarillas y verdes, estas últimas largas. Porta un chimalli en la mano izquierda y una escobilla en la mano derecha (Fig.22).
Chalchiuhtlicue Esta deidad se encuentra representada en el folio 263v. En su atuendo predomina el color azul. Lleva un chimalli con una flor, tal vez un lirio acuático, y en la mano derecha sostiene un cetro rayo, también coloreado en azul. Tiene un to-
Fig.22. Folio 263r representación de Teteu yna / inechichiuh. Primeros Memoriales,1993
cado de papel con borlas o flores azules, rematado por una pluma larga verde. Va aderezada con un collar de piedras verdes y su vestido tiene diseños de ondas de agua (Fig.23).
Xilonen Su rostro está pintado la mitad inferior de amarillo y la mitad superior de rojo. Lleva un tocado de papel rojo y azul rematado por una pluma de quetzal. Su huipil es rojo y la falda tiene una cenefa azul y líneas horizontales en blanco y rojo. En la mano derecha sostiene un chimalli con una flor, tal vez un lirio Fig.23. Folio 263v Representación de Chalchiuhtlicue. Primeros Memoriales,1993.
acuático, y en la mano derecha lleva un cetro rayo, también coloreado en rojo. 25
Ambas figuras, la de Chalchiuhtlicue y esta parecieran seguir el mismo modelo (Fig.24).
Tzaputlatena Representada en la foja 264r, sigue el modelo de las dos diosas anteriores. Tienen el cuerpo pintado de amarillo. Su tocado de papel con manchas de hulli y tres plumas largas de color verde.Va aderezada con un collar de piedras verdes. En la mano derecha sostiene un chimalli y en la mano derecha lleva un Fig.24. Folio 263v Representación de Xilonen. Primeros Memoriales,1993.
cetro rayo azul (Fig.25).
Çihuacoatl Representada en la foja 264. Tiene el rostro pintado de rojo y negro. Viste un tocado de plumas de águila, recortadas. Sobre el huipil lleva un quexquemitl rojo y azul. Sostiene un chimalli y un tzotzopaztli (Fig.26).
Huixtocihuatl También en la foja 264r, esta deidad tiene el rostro pintado de color amarillo. Lleva un tocado de papel con borlas y una pluma larga. El vestido tiene diseFig.25. Folio 264r Representación de Tzaputlatena . Primeros Memoriales, 1993.
ños de ondas de agua y una cenefa roja. Al igual que las figuras anteriores lleva 26
un escudo y en la mano izquierda sostiene una caña reverdecida (Fig.27).
Coatlicue En la foja 264v se ha representado a esta deidad, con un tocado de plumas de águila recortadas. Su vestido es blanco, cinturón anudado con una serpiente. Sostiene un escudo y en la mano derecha una vara o bastón con forma de serpiente (Fig.28). Fig.26. Folio 264r Representación de Çiuacoatl, Quilaztli. Primeros Memoriales,1993.
Tezcacoac Ayopechtli Representada en la parte inferior de la foja 265v. Esta deidad tiene el rostro pintado de amarillo y azul. Lleva un tocado de papel con dos borlas rojas y un remate verde. Viste un quexquemitl azul y amarillo con pompones amarillos. Sostiene un escudo y en la mano derecha un estandarte blanco (Fig.29).
Cihuapipiltin En la foja 166r se aprecia la imagen de estas deidades cuyos rostros están pintados de blanco. Lleva orejeras de oro. El huipil es de rayas horizontales ne-
Fig.27. Folio 264r Representación de Uixtocihuatl. Primeros Memoriales,1993.
gras, al igual que la falda (Fig. 30).
27
Fig.28. Folio 264r Representación de Coatlicue. Primeros Memoriales, 1993.
Fig.30. Folio 266r Representación de Cihuapipiltin. Primeros Memoriales, 1993.
Chantico Esta deidad está representada en la foja 266v. Su rostro está pintado en la parte superior de la cara de rojo y la inferior de negro. Tiene un complejo tocado de tela y papel, coronado por cuatro borlas o representaciones de lo que podrían ser conchas. Viste un quexquemitl rojo con líneas amarillas y un sencillo huipil blanco con visos rojos y amarillos. Sostiene un escudo y en la mano izquierda
Fig.29. Folio 265v Representación de Tezcacoac Ayopechtli. Primeros Memoriales, 1993.
y un estandarte con lo que parecen ser cinco conchas (Fig.31). 28
Fig.31. Folio 266v Representación de Chantico. Primeros Memoriales, 1993.
Fig.32. Folio 266v Representación de Chalmecacihuatl. Primeros Memoriales, 1993.
Chalmecacihuatl
Adornos de las mujeres nobles
La última representación de este grupo
A este grupo corresponde sólo una ilus-
corresponde a esta deidad que también
tración, que se encuentra en el folio 56r.
se encuentra en la foja 266v. Su rostro
El texto en nahuatl no hace referencia
está pintado de amarillo y negro. Tiene
expresa sobre la imagen, sino a los ob-
un tocado de papel con una roseta de
jetos y textiles con que se adornaban los
papel en la parte posterior. Viste un
nobles. La representación está adereza-
quexquemitl rojo y amarillo. Su falda es
da con un collar de oro y piedras verdes
blanca con dos cenefas rojas. También
del que penden cascabeles. Viste un
sostiene un escudo y un estandarte re-
huipil de rayas rojas con una cenefa de
matado por una pluma de quetzal (Fig.
flores y una colorida falda de cuadros.
32).
También lleva sandalias blancas con lis29
tones rojos (Fig.33).
El último grupo de figuras femeninas se encuentran en la foja 61v. Se trata de cuatro mujeres que se encuentran arrodilladas con una mano sosteniendo el rostro y llorando (Fig.34). La imagen no tiene color. Los huipiles de cada una de las damas tienen diseños distintos. El texto en nahuatl no hace una referencia precisa sobre esta escena. En la parte superior se observan cuatro nobles divididos en dos bandos, que evidentemente están discutiendo ya que dos de ellos se señalan mutuamente y de las bocas surgen vírgulas de la palabra. En la parte inferior, frente a las mujeres, hay cuatro hombres en posición sumisa y tres de ellos lloran. La escena tal vez se refiere a algún tipo de castigo, podríamos suponer. Desgraciadamente Sahagún no nos dejó una referencia sobre la intención de la escena.
Consideraciones finales En esta revisión se ha podido apreciar que el papel de la mujer dentro de la sociedad mexica era sumamente activo ya
Fig.33. Folio 56r Representación de una mujer noble. Primeros Memoriales, 1993.
que muchos de los rituales eran realizados por éstas, al igual que las ofrendas a los dioses. 30
Fig.34. Folio 56r Representación de una mujeres nobles llorando Primeros Memoriales, 1993.
Muy al contrario de la opinión generali-
desaparecido; mientras que el texto es
zada de que las mujeres vivían supedita-
una transcripción de lo que refirieron los
das a los hombres y sustraídas de to-
informantes en Tepepolco, quienes pro-
das las actividades que tuvieran relación
bablemente omitieron algunos aspectos
con el los actos sociales, el poder y el
sobre las actividades religiosas y feme-
prestigio, vinculándolas solamente a la
nina en particular, a las que se sumaron
vida doméstica y la crianza.
las omisiones del mismo Sahagún, que
A lo largo de los Primeros Memoriales,
más tarde ampliaría estos comentarios
es poco lo que se habla sobre este tema
en la versión del Códice Florentino. Sin
y los textos en nahuatl, como ya vimos,
embargo al observar detenidamente las
son bastante escuetos lo que corrobo-
ilustraciones se puede obtener valiosa
raría la idea de que las imágenes son
información, que no necesariamente de-
una copia de un documento anterior, hoy
be estar escrita y que nos permite hacer 31
una segunda lectura a partir de la ima-
Press, in Cooperation with the
gen.
Patrimonio Nacional and the Real Academia de la Historia, Madrid. Norman, Oklahoma.
Bibliografía Del Paso y Troncoso 1905 Historia General de las Cosas de Nueva España, por Fr. Bernardino de Sahagún. Edición parcial en facsímile de los Códices Matritenses en lengua mexicana. 3 vols. (VI, VII y VIII), Fototipia de Hauser y Menet, Madrid. Sahagún, Bernardino de 1993 Primeros Memoriales. Facsimile Edition. University of Oklahoma Press, Norman, Oklahoma. 2002 Historia General de las Cosas de la Nueva España. Tomo I. Versión íntegra del texto castellano del manuscrito conocido como Códice Florentino. Estudio introductorio, paleografía, glosario y notas Alfredo López Austin y Josefina García Quintana. México. CONACULTA.
Primeros Memoriales 1997 Paleography of Nahuatl Text and English Translation. Thelma Sullivan,
University
of
Oklahoma 32
ÁREAS DE ESTUDIO DE LOS CÓDICES MESOAMERICANOS Y COLONIALES Ofelia Márquez Huitzil1
Lámina 29 del Códice Borgia, lámina del Códice Veitia, Fotografía: pueblosoriginarios.com y Mapa de Teozacoalco, FAMSI.
I
ntroducción En el estudio de los códices mesoamericanos y coloniales en México es imposible deslindar el discurso de los códices prehispánicos del de los códices que siguieron un proceso de aculturación durante la Colonia, adquiriendo otras signi-
ficaciones contextuales.
Trayectoria histórica del desciframiento de códices Podemos decir que la historia del desciframiento de los códices prehispánicos en México inicia, precisamente, en el momento de su destrucción, pues para abordar y conquistar la nueva cultura, los europeos se vieron precisados en entenderla, de ahí la necesidad de reelaborarla y releerla. Un ejemplo de esto lo vemos en la demanda de los frailes europeos que piden la participación de intérpretes y la inserción de glosas,
1. Doctora en Estudios Mesoamericanos por la UNAM, Estancia Posdoctoral 2010-2012 en el Posgrado de Historia y Etnohistoria de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH, Investigadora del Centro de Estudios Sociales Universitarios Americanos desde enero de 2013. 33
luego de haber promovido su destruc-
múltiple que permitió rescatar la
ción. Es multicitado el hecho de que Fray
práctica totalidad de lo que hoy
Diego de Landa mandó quemar gran
sabemos acerca de la cultura anti-
cantidad de códices mayas en el Auto de
gua de México (Alcina Franch,
fe de Maní el 12 de julio de 1562, para
1992: 26).
después, en un acto de contrición, tratar
Además de la redacción de estos docu-
de reelaborar la historia en su Relación
mentos, los frailes y sus discípulos se
de las cosas de Yucatán.
dieron a las tareas de recopilación de los
Por otra parte, los nuevos mexicanos,
huehuetlatolli, la palabra de los ancianos,
fruto de la unión de dos culturas, vieron
haciendo asimismo las nuevas versiones
la necesidad de definir su nueva identi-
de su contexto cultural con la transcrip-
dad y de recuperar la cultura de su pro-
ción de los conocimientos indios al len-
pio contexto. Respecto de los contribu-
guaje plástico europeo. Numerosos son
yentes a la recuperación de la cultura
los documentos que vienen a integrarse
prehispánica, José Alcina Franch hace el
al corpus de códices coloniales de es-
recuento en algunas líneas:
tructura y contenido prehispánicos con
Contribuyó poderosamente a esta
glosas, que refieren la historia y la cultu-
‗recuperación‘ de la cultura nativa, en
ra prehispánica. Así tenemos el Códice
primer lugar, la creación del famoso
Telleriano Remensis, el Códice Ríos o
Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco,
Códice Vaticano A, el Códice Florentino,
en el que fueron maestros eximios
los Primeros Memoriales y el Códice Ma-
fray Bernardino de Sahagún y fray
tritense, el Códice Martín de la Cruz o
Andrés de Olmos y donde se educa-
Códice Badiano. Igualmente, vemos la
ron multitud de indios, como Antonio
elaboración de libros que describen ex
Valeriano de Azcapotzalco, Martín
profeso, las tradiciones, cultura y biolog-
Jacobita y Andrés Leonardo de Tla-
ía mesoamericanas, aunque elaborados
telolco y Alonso Begerano y Pedro
en un estilo híbrido entre el concepto
de San Buenaventura de Cuauhti-
plástico mesoamericano y el europeo,
tlan. Maestros y discípulos desarro-
entre los que destacan el Códice Maglia-
llaron una actividad inteligente y
becchi, el Códice Ramírez o Códice To34
var y el Códice Tudela, entre otros.
transformaciones económicas, co-
Además de los códices elaborados con
merciales y financieras introducidas
un orden de lectura que trata de insertar-
por los invasores. Desde los años
se en la tradición europea pero que, afor-
de 1530, por ejemplo, los mercade-
tunadamente, conservan la estructura
res de Tlatelolco poseyeron inven-
prehispánica en la organización del To-
tarios pictográficos en donde figura-
nalpohualli, de 260 días, como es el
ban lado a lado, las piezas de al-
Códice Borbónico, o el Tonalámatl Aubin.
godón y las monedas de oro de los
Aparentemente, el proceso de acultura-
conquistadores (Gruzinski, 1991:
ción indígena significó la pérdida de las
42)2.
estructurales conceptuales que contex-
En los nuevos códices se ve también la
tualizaban la producción de códices, sin
necesidad de establecer una comunica-
embargo, un nuevo proceso de adapta-
ción entre conquistados y conquistado-
ción, enriquecimiento y evolución dio pie
res, haciendo que los aspectos fonético-
a nuevas expresiones y cauces. Serge
pictográficos empiecen a desarrollarse.
Gruzinski (1991) ha señalado la manera
El Códice de Tlatelolco, sincrético, estu-
en que se insertan las nuevas funciones
diado por la investigadora Perla Valle
de los manuscritos coloniales en las de los manuscritos prehispánicos:
2. …les « peintures » servirent à remplir des tâches plus matérielles. S‘il est vrai que, dès
…las ―pinturas‖ sirvieron para cum-
avant la Conquête, les Indiens utilisaient ce sup-
plir con tareas más materiales. Si
port pour dresser les registres des tributs, noter
bien es cierto que, antes de la Con-
les quantités dues et les termes à observer, les
quista, los indios empleaban este
« peintures » exécutées sous la domination coloniale s‘employèrent fort tôt à enregistrer les
soporte para levantar registros de
transformations économiques, commerciales et
tributos, anotar las cantidades debi-
financières introduites par les envahisseurs. Dès
das y los términos por observar, las
les années 1530, par exemple, les marchants
―pinturas‖ ejecutadas bajo la domi-
de Tlatelolco détiennent des inventaires picto-
nación colonial se emplearon desde
graphiques où figurent côte à côte les pièces de coton et les monnaies d‘or des conquérants
muy temprano para registrar las
(Gruzinski, 1991: 42). 35
(2006, 2009), elaborado hacia 1565, so-
pasado, ya con caracteres latinos, esta-
bre papel amate, registra acontecimien-
bleciendo el enlace entre una cultura y
tos de 1542 a 1560, en donde participan
otra, en su obra Historia de la nación chi-
los tlatelolcas como aliados de los espa-
chimeca escrita entre 1610 y 1640,
ñoles en la guerra del Cerro Mixton en
además de su Códice Ixtlilxóchitl en don-
Zacatecas. Según la investigadora, es un
de aparecen las 18 veintenas del calen-
ejemplo de este fenómeno:
dario solar y los reyes texcocanos.
Puede verse que los tlacuilos empe-
Uno de los primeros criollos que trató de
zaron a combinar glifos con elemen-
recuperar el legado cultural indígena fue
tos de valor fonético correspondiente
Carlos de Sigüenza y Góngora, (1645-
a sílabas en castellano y náhuatl, o
1700) quien vivió durante el siglo XVII,
sólo en castellano. También hicieron
heredó el archivo histórico del reino de
esto al pintar los nombres de los gli-
Texcoco que conservara el hijo de Ix-
fos de los santos cristianos y para de-
tlilxóchitl, además acopió una gran canti-
signar los cargos oficiales y los títulos
dad de documentos antiguos y los ma-
profesionales de los funcionarios no-
nuscritos entre los que destacan los de
vohispanos. Algo semejante se en-
Domingo Francisco de San Anton Muñón
sayó con éxito en el registro de topó-
Chimalpain, otro historiador egresado del
nimos o nombres de lugar situados
Colegio de Tlatelolco, descendiente de la
fuera de Mesoamérica, como en Perú
nobleza chalca, quien viviera en el siglo
o Castilla (Valle, 1999:12).
XVI para escribir Las ocho relaciones y
Herederos directos de la tradición indíge-
el Memorial de Colhuacan. Sigüenza,
na trataron de reelaborar su propia histo-
siendo historiador y arqueólogo, mandó
ria, legitimando sus derechos e identi-
a hacer copias de las obras y de los tex-
dad. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1578-
tos para darlos a conocer en Europa. El
1650), egresado del Colegio de Santa
acopio que hizo Sigüenza, pasó a su
Cruz de Tlatelolco, descendiente de los
muerte a la Biblioteca de la Compañía de
soberanos texcocanos, como Nezahu-
Jesús en donde fue conocido por Fran-
alcóyotl y Nezahualpilli, se dio a la tarea
cisco Javier Clavijero en 1759 y por Lo-
de recuperar su genealogía histórica y su
renzo Boturini quien viviera de 1698 a 36
1755.
Historia General de la América Septen-
Extranjeros y mexicanos a lo largo del
trional (1746), en torno de una nueva his-
devenir histórico continuarán planteándo-
toria mexicana partiendo únicamente de
se preguntas acerca de contenidos codi-
las fuentes indígenas originales y de la
ficados referentes al pasado prehispáni-
comprensión del calendario prehispáni-
co y colonial, entre ellos vemos a colec-
co.
cionistas y eruditos como el mismo Lo-
El acervo del Museo Histórico de Boturini
renzo Boturini de origen italiano, quien se
ha sobrevivido primero, en 1743, confis-
convirtiera en devoto de la Virgen de
cado en las oficinas de la Secretaría del
Guadalupe luego del naufragio al que
Virreinato, de donde ya en el siglo XIX,
sobreviviera en su llegada a México para
fueron rescatados algunos de sus docu-
cobrar la pensión de la Condesa de San-
mentos por los estudiosos del México
tibáñez, descendiente de Moctezuma
prehispánico. Uno de ellos fue Mariano
Xocoyotzin. Al buscar información para la
Fernández de Echevarría y Veitia here-
coronación de la Virgen, Boturini se en-
dero del proyecto de Boturini. Veitia tra-
contró con documentos indígenas que
bajó durante treinta años en su Historia
referían las apariciones, en donde inició
Antigua de la Nueva España, los Calen-
su interés por entender la cultura pre-
darios mexicanos, Texcoco en los últi-
hispánica y por adquirir obras para su
mos tiempos de sus antiguos reyes, tex-
Museo Histórico. Boturini llegó a ocupar
tos publicados alrededor de 50 años des-
el cargo de Teniente Alcalde Mayor de
pués de su muerte en 1780. Su obra de
Tlaxcala. Incomprendido en su época,
recopilación y reproducción de los docu-
luego de numerosas vicisitudes en su
mentos originales de la colección Boturi-
afán de obtener los medios para coronar
ni, se concentra en el Códice Veitia, ac-
a la Virgen, de ser considerada su estan-
tualmente en la Real Biblioteca de Ma-
cia como ilegal en la Nueva España, y de
drid. Códice manufacturado en el siglo
ser confiscada su colección, legó de ma-
XVIII es copia fiel de originales con
nera involuntaria, un gran acervo cultural
transcripciones y transliteraciones fide-
a México, así como los primeros pros-
dignas de un estudioso mexicano, deno-
pectos escritos en su Idea de una Nueva
minado códice, al fin. Genaro García 37
hizo la introducción a la publicación de
Heredero de 16 documentos del Museo
los Calendarios mexicanos de Veitia en
Histórico de Boturini fue el explorador,
1907.
naturalista y geógrafo alemán Alejandro
Otro heredero de documentos del Museo
de Humboldt quien los trasladó a la Bi-
Histórico de Boturini fue Antonio de León
blioteca Nacional de Alemania en Berlín
y Gama quien vivió entre 1735 y 1802,
y escribió Vue des Cordillères et monu-
también obtuvo documentos importantes
ments des peuples indigènes de l'Améri-
de la colección de Boturini, para publicar
que (“Vista de la Cordilleras y monumen-
en 1792 su Descripción histórica y cro-
tos de los pueblos indígenas de Améri-
nológica de las dos piedras que con oca-
ca‖), en donde reprodujo varias láminas
sión del nuevo empedrado que se está
de códices en 1810. Más tarde, parte de
formando en la plaza principal de Méxi-
la colección de Boturini pasó también a
co, se hallaron en ella el año de 1790.
manos del padre José Pichardo y al
México, impreso por Don F. de Zúñiga y
francés Joseph Alexis Aubin quien hicie-
Ontiveros.
ra estudios importantes en torno al desciframiento de la escritura indígena en su obra
Mémoires
sur
la
peinture
et
l’écriture figurative des anciens Mexicains, publicada en París por la imprenta de la Mission Scientifique au Mexique, en 1884. La colección de objetos de Aubin fue comprada por Eugène Goupil, francés con ascendencia mexicana y legada por éste a la Bibliothèque Nationale de France en Paris bajo el nombre de Collection Aubin-Goupil. Durante la Independencia el resto de la colección de Boturini pasó a la Universidad de México, luego al Conservatorio de Antigüedades en 1823, después a la Biblioteca Nacio38
nal, y finalmente a la Biblioteca del Mu-
partiendo de la traducción directa de
seo Nacional de Antropología e Historia
fuentes, del material arqueológico, de las
en donde se encuentra actualmente.
obras prehispánicas en museos y de los
Numerosos son los estudiosos y colec-
datos aportados por la etnografía de su
cionistas del siglo XIX que tratan de en-
tiempo.
tender el contenido de los códices y, si-
Ya para el siglo XX, el desarrollo de la
multáneamente, de darlos a conocer. En-
lectura puntual de los códices ha variado
tre ellos destacan Manuel Orozco y Berra
de acuerdo con su tipología, además de
quien estudia el Códice Mendocino y el
que se han delineado áreas muy preci-
Tonalámatl Aubin; Lord Kingborough no-
sas de investigación como las que refie-
ble irlandés que luego de ver los códices
ren el estudio epigráfico en la escritura
en las colecciones del Museo de Oxford,
maya, el estudio histórico-geográfico-
emprende la reproducción de todos
genealógico de los códices mixtecos, el
aquéllos que encuentra a su alcance;
estudio de los códices coloniales y el es-
Alejandro de Humboldt quien escribió
tudio de los códices rituales. Estudios
profusamente sobre la etnografía y bio-
que implican una metodología comparati-
logía de México y se interesó en particu-
va con fuentes históricas, archivos docu-
lar por el Códice Huamantla familiarizán-
mentales, estudios etnográficos, análisis
dose con la lengua náhuatl; José Lino
lingüísticos, datos arqueológicos datos
Fábrega quien inicia la interpretación del
aportados por la biología, la ecología y la
Códice Borgia; Francisco del Paso y
arqueoastronomía.
Troncoso quien retoma el análisis y la difusión de la obra de Sahagún; Alfredo
Tipología de los códices prehispáni-
Chavero quien vuelve el rostro a los es-
cos y coloniales en México
tudiosos de los siglos XVI, XVII, XVIII y
Las exigencias en torno a la lectura pun-
XIX, analizando sus obras.
tual tanto de los códices coloniales como
De 1898 a 1923 Eduard Seler, historia-
de los códices prehispánicos en México
dor alemán, profundiza en el análisis del
es muy grande, por lo que es necesario
repertorio iconográfico que aparece en
delimitar las temáticas y tipologías en
los códices prehispánicos y coloniales,
que el corpus de códices se organiza, 39
pues dichos documentos se diferencian
chan.
en una época y en otra, por su carácter
Hay otros códices en los que no aparece
histórico, ritual, mantico, adivinatorio, ca-
la geografía del lugar, pero sí listados o
lendárico, esotérico, jurídico, catastral,
tiras gráficas de años como los códices:
cartográfico y épico.
Aubin, Azcatitlan, Boturini o Tira de la
Respecto de los códices históricos y car-
Peregrinación, Códice Mexicano, Tira de
tográficos tenemos el Mapa de Teozaco-
Tepechpan, Códice en Cruz, Códice de
alco, el Códice Porfirio Díaz, el Códice
Tlatelolco, Lienzos de Chiepetlan, Anales
Azoyú, el Telleriano Remensis, el Códice
de Tula, Anales de Huichapan, Relación
Huichapan, el Mapa de Sigüenza, Códice
de Michoacán, Códice Moctezuma, Códi-
Xólotl, Lienzo de Totomixtlahuaca, Lien-
ce
zo de Sevina, Mapa o Códice Quinatzin,
Fernández Leal, Genealogías de los se-
Mapa o Códice Tlotzin, Mapa de Coatlán
ñores de Etla, Historia Tolteca Chichime-
del Río, Lienzo de Santiago Ilhuitlán,
ca, Lienzo de Tlaxcala.
Baranda,
Rollo
Selden,
Códice
Lienzo de Coixtahuaca, Lienzo de Santa María Nativitas, Lienzo de Zacatepec, Lienzo de Tlacoatzintepec, Lienzo de San Lucas Yatao, Lienzo de Tecciztlán y Tecuantepec Lienzo de Yatini, el Mapa de San Pablo Cuatro Venados, Lienzo de Cuauhquechollan, Mapa de Cuauhtinchan 1, Mapa de Cuauhtinchan 2, Mapa de Cuauhtinchan 3, Mapa de Cuauhtinchan 4, el Códice de Huamantla, Lienzo de Coacoatzintla, Lienzo de Misantla, Mapa de San Antonio Tepetlan, Lienzos de Tuxpan 1 al 6, Códice de San Juan Teotihuacán,
Lienzo
de
Jucutacato,
Códice de Quiotepec y Cuicatlán o Códi-
Foja 6v Historia Tolteca Chichimeca Biblioteca Nacional de Francia
ce Martínez Gracida, Mapa de Coatlin40
También existen códices a manera de
calidad de la tierra y el cultivo al que
mapas, o de planos de carácter catastral,
se destinaban. En algunos de estos
para la defensa de terrenos y propieda-
códices se pintaron las tierras vincula-
des de los indios, pues como lo señala
das a los nombres de sus propietarios
Perla Valle:
y el topónimo de la jurisdicción políti-
El despojo y comercialización de las
ca
a
que
tierras propiedad de los indios y de las
Op.cit.:12).
pertenecían
(Valle,
comunidades por parte de las autori-
Entre los códices de este género pode-
dades civiles y eclesiásticas españo-
mos nombrar al Plano Parcial de la Ciu-
las, además de la política de congre-
dad de México o Plano en Papel de Ma-
gación de los pueblos que estableció
guey, al Mapa de Uppsala o Mapa de
cambios radicales en los patrones de
Santa Cruz o Mapa de la Ciudad y Valle
asentamiento de la población, se re-
de México, Plano en Papel Amate, Códi-
flejan en algunos códices llamados
ce de Santa María Asunción, Mapa de
catastrales, integrados por relaciones
Tepecuacuilco,
de terrenos urbanos y rurales con sus
Códice de los señores de San Lorenzo
respectivas medidas, la naturaleza o
Axotlan y San Luis Huexotla.
Lienzo
de
Chinantla,
Mapa de Uppsala, atribuido a Alonso de Santa Cruz, 1550. Este documento se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Uppsala en Suecia; no se sabe cómo llegó hasta allí. En 1880 fue ―descubierto‖ entre sus archivos.
41
La conquista de México inserta en nues-
otros.
tra historia una nueva ontología y, por lo
Códices con un inventario minucioso de
tanto, una nueva concepción de herra-
pagos y tributos son: el Códice de Cue-
mientas y documentos para la defensa
tlaxcohuapan, o Códice Gómez de Oroz-
de los pueblos indios. Este es el caso de
co, el Códice de Tlalquitenango, Códice
los Códices Techialoyan, de carácter jurí-
Chavero, Códice Sierra, Códice de Yan-
dico, inmersos en una dinámica de lucha
huitlan.
social, reflejan además, muchos más as-
Libros de oraciones que tienen la inten-
pectos de la sociedad que los concibió,
ción de implantar la religión cristiana en
al respecto Valle declara:
un lenguaje pictográfico y fonético híbri-
Esos documentos, llamados ahora
do son: el Catecismo Gómez de Orozco
códices jurídicos, se refieren a pro-
y el Libro de oraciones, conocido como
blemáticas muy diversas surgidas en-
tal.
tre las comunidades y las autoridades novohispanas, personajes civiles o la Iglesia, y aun entre pueblos. La impartición unilateral de la justicia generó cambios que afectaron gravemente la antigua organización interna de los señoríos, en la que los gobernantes habían sido también la máxima autoridad que aplicaba las leyes de acuerdo con el particular concepto indígena de justicia (ídem.). De carácter genealógico tenemos la Genealogía de Metztépetl o Códice del Señorio de Tenochtitlan, o Genealogía de Huitzitzilitzin y Axayacatzin, la Genealog-
Foja 4 v Códice Techialoyan 718T Biblioteca Nacional de Francia
ía de la familia Mendoza Moctezuma, el Códice Dehesa, Lienzo de Guevea, entre 42
Desarrollo de la investigación en el
tre otros datos, citando a Mary Elizabeth
área de códices mixtecos
Smith, el hecho de que este documento
Respecto de los códices prehispánicos
sirvió como título de tierras en el siglo
que narran historias de las dinastías mix-
XVIII:
tecas, como los códices Colombino, Vin-
Mary Elizabeth Smith logró demostrar
dobonensis, Nuttall, Becker 1, Bodley y
que el Códice Colombino aún perte-
Selden, cada día es más sistemática la
necía a los caciques de Tututepec en
lectura puntual que se hace de ellos. Ma-
1717. La autora plantea que el docu-
nuel Hermann Lejarazu (2011: 63-72)
mento prehispánico fue convertido en
hace una recapitulación del devenir en la
una especie de ‗mapa escrito‘ que sir-
investigación de códices mixtecos en su
vió como título para salvaguardar las
estudio del Códice Colombino. Dicho de-
tierras y linderos que pertenecían al
venir encuentra su momento clave en
señorío de Tututepec y que fue pre-
1949, año en el que Alfonso Caso (1949:
sentado durante el litigio contra el
16) partiendo del Mapa de Teozacoalco,
pueblo de San Miguel Sola (Hermann
determina el carácter histórico de dichos
Lejarazu , 2011: 55).
códices, identificando nombres de perso-
Aunque en un principio, a finales del si-
nas, fechas y lugares. Su trabajo sirvió
glo XIX y principios del siglo XX, investi-
de piedra rosetta para los trabajos poste-
gadores como Eduard Seler (1893), Leo-
riores de desciframiento de los códices
poldo Batres (1889), Francisco Del Paso
mixtecos.
y Troncoso (1905) y Alfredo Chavero
Por otra parte, la utilidad de los códices
(1892), atribuían a los códices mixtecos
mixtecos a través de la historia, como
un carácter ritual, mitológico, calendárico
documentos que legitiman el poder de
y astronómico, también es cierto que es-
los cacicazgos mixtecos, y por ende, su
tos autores determinaron que se encon-
trayectoria histórica como documentos
traban cifrados en mixteco y que por en-
probatorios, ha permitido también su lec-
de, pertenecían a la región de la Mixteca.
tura puntual, prueba de ello es el análisis
Investigadores como Zelia Nuttall (1902),
que del Códice Colombino ha hecho Her-
James Cooper Clark (1912) señalaron el
mann (2011: 55) y del que menciona en-
carácter histórico de los documentos 43
mixtecos, dando un giro a la tipología in-
nia de perforación de la nariz y la lle-
terpretativa de éstos. Hermann Lejarazu
gada de los cuatro sacerdotes que
reflexiona acerca de los aportes de Coo-
visitan a 8 Venado, como probables
per Clark a pesar de haber identificado a
comerciantes. Por último, respecto a
8 Venado, el rey mixteco, como zapoteca
las fechas, Cooper Clark propone el
correlacionándolo con el glifo de una ca-
año 12 Ácatl como la fecha de naci-
beza de venado que parece en las ruinas
miento de 8 Venado, y menciona
zapotecas de Monte Albán:
que corresponde a 1439 d.C., aun-
Hoy sabemos que los tableros zapo-
que también ofrece la posibilidad del
tecos de Monte Albán pertenecen al
año 1387 (Hermann Lejarazu, Op.cit:
periodo Clásico y que la vida de 8
69).
Venado, Garra de Jaguar, se des-
Como lo señala Hermann Lejarazu (ibíd.:
arrolló en el Posclásico durante los
42), en 1926 Richard C. Long hace la
siglos XI y XII en la Mixteca Alta. Sin
primera reconstrucción genealógica de
embargo, muchas de las lecturas que
los señores de la Mixteca en el lado 2 del
propuso Cooper Clark en aquélla
Códice Nuttall, mientras que en 1933
época fueron un gran avance para el
Herbert J. Spinden identifica las conven-
estudio de los códices; por ejemplo,
ciones básicas que representan matrimo-
identificó los nombres de los padres
nios, guerras, topónimos y nombres per-
de 8 Venado, 5 Lagarto y la señora 9
sonales. Siendo en 1949 cuando Caso
Águila, aunque ella no fue en reali-
capta finalmente la filiación étnica en la
dad la madre de 8 Venado, como
tipología de los códices mixtecos.
después veremos. Clark identificó
En base a las aportaciones anteriores
bastante bien los glifos que pertene-
otros investigadores han continuado con
cen a nombres de pueblos y, aunque
el desciframiento y lectura puntual de los
no hizo ninguna relación concreta
códices de la Mixteca Alta, entre ellos
con alguno, sí habla de las expedi-
tenemos a Mary Elizabeth Smith (1998),
ciones y conquistas que 8 Venado
Nancy
llevó a cabo en esos lugares. Señala
(2002), Maarten Jansen (1989), Bruce
también la importancia de la ceremo-
Byland y John Pohl (1994), Michel Oudik 44
Troike
(1982),
Emily
Rabin
Foja 3 del Códice Nutall
(2008), Sebastián van Doesburg (2001,
un número tan resumido, su contenido
2008), Ferdinand Anders y Gabina Auro-
de una gran complejidad, ha seguido un
ra Pérez (1992), Elizabeth H. Boone
desarrollo sin tregua por parte de epigra-
(2000), Ubaldo López (1991), Mauricio y
fistas que de manera paralela se han
Benjamín
Cecilia
apoyado en los documentos o estelas en
Rossell y María de los Ángeles Ojeda
piedra. De ahí la denominación de epi-
(2003).
grafistas, lectores de los grafismos en
Maldonado
(2004),
piedra. Desarrollo de la investigación en el
La historia del desciframiento de códices
área de los códices mayas
mayas inicia en el siglo XIX, cuando se
Acerca de los códices mayas de los que
dan a conocer los manuscritos en las pu-
sólo han sobrevivido tres: el Códice de
blicaciones de Humboldt (1810) y de las
Dresde, el Códice París y el Códice Tro-
ruinas de Palenque por parte de Antonio
cortesiano o Códice Madrid, debemos
del Río (1822) de sus exploraciones ini-
mencionar que, aunque ejemplares de
ciadas en 1787. En 1832-1833 el turco 45
Constantine S. Rafinesque (1832-1833),
grupo era el que descendía de los des-
en la revista Atlantic Journal, menciona
cubrimientos de Förstemann y que pen-
el paralelismo entre las inscripciones ma-
saba que los glifos eran únicamente ico-
yas en piedra y las inscripciones en los
nográficos o simbólicos, dejando de lado
códices mayas, así como las combina-
la posibilidad de que se trataran de sig-
ciones de barras y puntos que represen-
nos fonéticos.
taban números. A mediados del siglo XIX
En este grupo se encontraban Seler y
el francés Brasseur de Bourbourg (1864)
Schellhas, así como sus discípulos Syl-
descubre la obra de Diego de Landa: La
vanus Grisworld Morley y John Eric Sid-
relación de las cosas de Yucatán, en
ney Thompson, quienes continuaron en
donde vincula meses y días con sus sig-
esta línea hasta los años 70s del siglo
nos respectivos, así como un alfabeto
XX. Otro grupo pensaba que se trataba
maya jeroglífico que probablemente re-
de signos fonéticos, como el lingüista es-
presentaba signos fonéticos. Entre 1887-
tadounidense Benjamin Lee Whorf quien
1898 el alemán Ernst Förstemann (1887-
suponía que el alfabeto de Landa refleja-
1898) analizó y entendió de manera irre-
ba un sistema fonético (Whorf, 1933).
futable, el mecanismo del sistema ca-
En 1952 aparecen publicados los traba-
lendárico maya. Para 1903 el norteameri-
jos del lingüista ruso Yuri Knorosov so-
cano Charles Pickering Bowditch de la
bre
Universidad de Harvard, supuso que las
Pis‘mennost‘ Tsentral‘noi Ameriki‖ (―La
estelas de Piedras Negras en Guatema-
escritura antigua de América Central‖) en
la, presentaban vínculos entre los perso-
la
najes ahí representados con los glifos
Quien, como los refiere Michael Coe
que aparecían junto a ellos, pudiendo
(1995), en base al análisis comparativo
relatar los eventos más importantes en la
con otras escrituras jeroglíficas como la
vida de los personajes representados co-
egipcia, la china y la japonesa, deduce
mo guerreros.
que:
escritura
revista
maya
Sovietskaya
―Drevniaia
Etnografiya.
Los investigadores interesados en el
La escritura jeroglífica es típica de
desciframiento de la escritura maya se
las sociedades Estado, en las que
dividieron en dos grandes grupos. Un
se mantiene como monopolio de 46
cierta clase de amanuenses sacer-
ya que las combinaciones fonético-
dotales. En esos sistemas encontra-
morfémicas constituyen la mayoría de
mos ‗ideogramas‘ (conocidos ahora
los caracteres de la escritura china.
como logogramas), que poseen tan-
En base a varios ejemplos, Knorosov de-
to valor conceptual como fonético;
mostró su teoría. Sin embargo, fue muy
signos fonéticos (como los signos no
criticado por Thompson hasta 1975, año
consonánticos de Egipto); y ‗signos
en que éste murió y que se pudieron
clave‘ o determinativos, que sirven
aceptar ampliamente los aportes del pri-
como clasificadores, de valor con-
mero. El norteamericano David Humiston
ceptual
Kelly en 1962 presentó el artículo ―El fo-
pero
no
fonético
(Coe,
netismo en la escritura maya‖ que apare-
ibid.:160). Knorosov encontró también que para ela-
ció en la revista Estudios de Cultura Ma-
borar su alfabeto, Landa partió del alfa-
ya de la UNAM, este artículo partía de
beto español, pero las respuestas de los
las premisas de Knorosov y era una de-
mayas no fueron alfabéticas, sino silábi-
fensa de éste. Kelly hizo un aporte más,
cas en su mayoría, combinando conso-
abordando las inscripciones en piedra de
nante con vocal para cada signo, como
Chichén-Itzá (Knorosov sólo trabajó los
en la escritura kana japonesa, de manera
códices), encontró el primer nombre en
que ambos sistemas jeroglíficos operan
una inscripción: el nombre del capitán ka
bajo los siguientes principios: los signos
-ku-pa-ca-l(a), Kakupacal o ―Escudo ar-
pueden tener más de una función, esto
diente‖. Mientras tanto, entre 1957 y
es, un mismo glifo unas veces podría ser
1962, Thompson preparó su Catalog of
fonético, otras equivale a un morfema (la
Maya Hieroglyphs, una herramienta in-
unidad más simple de significado); el or-
dispensable hasta el día de hoy para el
den de escritura pudiera invertirse con
trabajo de los epigrafistas.
propósitos caligráficos, principio conoci-
Lingüistas como Floyd Lounsbury de la
do por los egiptólogos desde la época de
Universidad Yale, apoyaron siempre el
Champollion; a los signos morfémicos a
trabajo de Knorosov. En 1958, Heinrich
veces podrían agregarse signos fonéti-
Berlin consigue interpretar y reconocer
cos para restar ambigüedad a la lectura
los ―glifos emblema‖, como se les llamó a 47
Glifos emblema de ciudades mayas
los glifos asociados a un lugar en particu-
Schele y Peter Mathews (1998), Michael
lar. Tatiana Proskouriakoff, artista e his-
Coe (1973). Además del desciframiento
toriadora de arte de la Institución Carne-
de códices, el lingüista Alfonso Lacadena
gie de Washington y del Museo Peabody
ha incursionado en el análisis de las va-
de la Universidad de Harvard, al estudiar
riaciones y de combinaciones de glifos,
las inscripciones de las estelas mayas de
de las que se obtiene un juego discursivo
Piedras negras, Guatemala, encontró los
lírico y poético de la prosa maya
signos que se traducen por ―ascenso‖,
(Lacadena 2002).
―nacimiento‖, así como los sujetos y los verbos de acuerdo a un orden gramatical
Desarrollo de la investigación en el
(Proskouriakoff, 1960).
área de los códices rituales
A partir de 1975, ha habido epigrafistas o
Respecto a los códices prehispánicos de
descifradores de la escritura maya tanto
carácter calendárico, ritual y adivinatorio,
en códices como en obras en piedra, en-
para el altiplano central tales como el
tre los que destacan: Eric Velázquez
Códice Borgia, el Códice Laud, el Códice
García (2004-2010), Guillermo Bernal
Vaticano B o Códice 3773, el Códice
Romero (1999-2011), Maricela Ayala
Cospi o Bolonia, Fejérváry-Mayer, Códi-
Falcón (1985ª, 1985b, 2002), Nikolai
ce Porfirio Díaz y el Mapa de Coixtlahua-
Grube y Simon Martin (2000) Linda
ca, lista en la que debemos incluir a los 48
códices coloniales que tienen un conteni-
mayas.
do ritual incuestionable y una estructura
Respecto al desarrollo histórico del des-
prehispánica,
imágenes
ciframiento de los códices rituales, José
estén impregnadas de un sentido figurati-
L. Fábrega como lo refieren Anders, Jan-
vo occidental como son los códices
sen y Reyes-García (Anders et al.,
Borbónico, Telleriano-Remensis, Tudela,
1992b: 43), fue el primero en empezar
Vaticano A Ríos, Magliabecchi, y el To-
una interpretación en 1899 a la que
nalámatl Aubin, retomamos la trayectoria
llamó ―Mitología Mexicana y Oriental‖.
histórica del desciframiento desde el si-
Fábrega (Anders et al., 1992b: 43), em-
glo XIX, con los nombres Joseph Alexis
pleó como clave para su análisis, el
Aubin, Manuel Orozco y Berra, Alfredo
Códice Vaticano A, el Códice Vaticano B,
Chavero, Fábrega, Francisco del Paso y
y el Códice Borgia. Descubriendo las se-
Troncoso, Eduard Seler.
cuencias de los Señores de la Noche y
Debemos aclarar que el perfil del investi-
los Patronos de las 20 trecenas, intuyó
gador del siglo XIX era muy completo,
significados astronómicos.
aún sin poseer la información que tene-
En 1898, el Duque de Loubat patrocinó
mos en la actualidad y el acceso a ésta.
una reproducción fotocromográfica, con
Los interesados sí tenían una formación
un estudio de Franz Ehrle (Anders et al.,
ecléctica, un ejemplo de ello es el caso
1992b: 45) y para 1904 la nueva edición
de Eduard Seler quien compartía con los
tenía los comentarios de Eduard Seler
otros investigadores el conocimiento de
en la misma obra. Seler, como también
varios idiomas tanto de las culturas indí-
lo refiere Anders en su prólogo al Tlacui-
genas como de la cultura occidental, asi-
lolli de Nowotny (Nowotny, 2005: xx) ten-
mismo poseían conocimientos en torno a
ía una escuela de etnografía alemana, a
la astronomía de su tiempo y al hábito
finales del siglo XIX, cuyo enfoque esta-
cotidiano de observar los astros en un
ba influenciado por los descubrimientos
mundo con menos contaminación lumíni-
de la época, en que se acababa de des-
ca. Los códices del Grupo Borgia, com-
cifrar la escritura cuneiforme de las tabli-
parten el conocimiento y manejo del To-
llas de arcilla acerca de la mitología as-
nalpohualli con los códices mixtecos y
tral de Mesopotamia, que describía el
aunque
las
49
viaje épico de la diosa Ishtar (hija del
te de la escuela de Seler fueron Thomas
dios de la luna, su símbolo es una estre-
Barthel, fundador del Instituto Indo-
lla de ocho puntas). El investigador
Mexicano en Tübingen quien trató de de-
buscó similitudes entre el mito babilónico
mostrar el contacto entre el sudeste
de ―El descenso al Infierno de la Diosa
asiático y México y Karl Anton Nowotny
Ishtar‖ con su interpretación del ―El viaje
(Nowotny, 2005), alumno de Friedrich
de Venus a través del infierno‖ en la se-
Röck (otro alumno de Seler), quien trató
cuencia de las láminas 29 a 46 del Códi-
de escapar de la influencia de Seler. No-
ce Borgia. Aunque esta fue una interpre-
wotny, conoció el trabajo de Alfonso Ca-
tación errónea, la contribución más im-
so de 1949, acerca de Mapa de Teoza-
portante de Seler radica en su cuidadosa
coalco y los códices históricos mixtecos,
interpretación iconográfica y en su irrefu-
por lo que buscó el carácter histórico y
table interpretación del funcionamiento
geográfico en la iconografía de los códi-
del Tonalpohualli. Para su análisis ico-
ces rituales. Nowotny cambió el sentido
nográfico, Seler empleó el método com-
de la sección de ―El viaje de Venus a
parativo entre los códices: Telleriano-
través del infierno‖, por la de los
Remensis, Vaticano A, Laud, Cospi,
―Rituales‖, en la cual hace hincapié en la
Borbónico, Magliabechiano, Fejérváry-
representación de fiestas rituales dentro
Mayer, Vaticano B, además de recurrir a
o frente a recintos ceremoniales. Discí-
fuentes escritas como el Códice Florenti-
pulos de Nowotny son los holandeses
no o los Primeros Memoriales de Sa-
Ferdinand Anders y Maarten Jansen,
hagún, así como a otras fuentes del siglo
quienes han estudiado los códices pre-
XVI, y prueba de ello son sus comenta-
hispánicos desde el enfoque semiológi-
rios a los códices Vaticano B (Seler,
co.
1902), Fejérváry-Mayer (Seler, 1901-
Entre los etnólogos, Barbara Tedlock
1902), Tonalámatl Aubin (1900-1901),
(2000), norteamericana, proporciona in-
Borgia (Seler, 1903 [1980]), y a su Co-
formación etnográfica acerca del uso del
lección de trabajos sobre Mesoamérica
Tonalpohualli entre los mayas chortís de
que redactó de 1902 a 1923, y a los da-
las tierras altas de Guatemala, y que co-
tos etnográficos (Seler 1990-1998). Par-
rrobora el carácter pragmático y munda50
no de los códices rituales basados en
de pequeñas huellas de pie (Siarkiewics,
ciclo de 260 días.
1986). Historiadores como Katarzyna
El incuestionable trabajo de investiga-
Mikulska (2008), Guilhem Olivier (2008)
ción numérica ritual llevado a cabo por la
y Patrick Johansson (2005) llevan a ca-
etnóloga Danièle Dehouve (2001, 2007)
bo un trabajo imprescindible en el análi-
entre los tlapanecos de Guerrero, que
sis de signos cotejados con fuentes
como Schultze Jena (1938) y Paul Radin
históricas.
(1933), ha demostrado que las ofrendas
Ahora bien, la Investigación actual en
numéricas corresponden a las cuentas y
México en torno a los códices tanto colo-
distribución que aparece en ofrendas del
niales como prehispánicos, tiene ya sus
códice ritual Cospi. La etnóloga e histo-
propios cauces, como hemos visto, para
riadora Elizabeth Hill Boone, ha pro-
los códices mixtecos, coloniales y ma-
puesto que la temática de las láminas 29
yas. No obstante, advertimos un gran
a 46 del Borgia, refiere los mitos de la
vacío en los que respecta a la lectura
creación (Boone, 2007). La antropóloga
puntual de los Códices rituales, al pare-
Victoria Bricker (Bricker, 2001) ha trabajado en la línea de la correlación calendárica del Códice Borgia partiendo del trabajo de investigación arqueoastronómica emprendido por Anthony Aveni (2005), encontrando fechas para la posible elaboración del códice respecto de las láminas 27, 28, 53 y 54. La arqueoastrónoma polaca Elžbieta Siarkiewicks, ha estudiado el Tonalpohualli en los códices rituales como tabla de múltiplos matemáticos (Siarkiewics, 1995) así como las posibilidades de las series numéricas de 9x9, 7x7, 9x9 y 7x7 que
Lámina 28 del Códice Borgia
aparecen en el Códice Borgia a manera 51
cer, dicha lectura implica el contacto con
II).
otras disciplinas y el análisis comparati-
1992b Los Templos del Cielo y de la Os-
vo, partiendo de la actualización etnográ-
curidad: oráculos y liturgia, libro
fica constante, que proporcione día con
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59
UNA PROPUESTA DE ANÁLISIS SEMIÓTICO DE UNA VASIJA OLMECA PROCEDENTE DE MORELOS Raúl Francisco González Quezada
D
1
entro del oficio de la arqueología tradicional mexicana, regularmente se realizan interpretaciones donde se ven implicadas estrategias intuitivas de la percepción del investigador. Muy cercanas a la biografía y experiencia del
sujeto, estas interpretaciones son resultado de regularidades formales arqueológicas observadas al paso de su trabajo como arqueólogo. Finalmente sin método explícito el arqueólogo se atreve a concluir significados a formas culturales frente a las que se encuentra en los procesos tradicionales de los recorridos de superficie y en las excavaciones. Sin más que medie en el proceso, se integran silogismos básicos que permiten aseveraciones de pertenencia, igualdad, diferencia, exclusión, etc. La situación se complica cuando se enfrentan a artefactos arqueológicos que de segunda mano les son presentados por coleccionistas varios, desde aquellos deliberados casos de coleccionismo patológico, hasta aquellos hallazgos fortuitos que el campesino guarda en huacales o en nailos —como les dicen en Morelos a las bolsas de polietileno y en efecto a algunos sacos que si son del polímero llamado nylon—, en la troje familiar, bajo la mesa de la cocina, o en algún rincón del calmil o huerto. Rápidamente la ecuación epistémica se vuelca en una comparación de lo conocido, frente al objeto observado por primera vez. En la mayoría de los casos se carece de las herramientas técnicas que permitan dilucidar si en la pieza mostrada existen atributos que nos permitan saber si fueron realizadas con herramientas industriales modernas, por lo que eventualmente se encuentra el arqueólogo frente a falsificaciones que a lo largo de muchas décadas han perfeccionado sus estrategias para hacer pasar piezas contemporáneas a nosotros por piezas contemporáneas a poblaciones arqueológicas. Por ello, en estos casos se recurre no sólo a las estrategias básicas del silogismo y la comparación para asignar significados, sino también ―autenticidad‖. 1. Investigador del Centro INAH Morelos. 60
Recientemente acudimos a otra de tan-
como pensamiento, hasta los órdenes
tas citas en la comunidad de Tlayacapan,
materiales comúnmente llamados tangi-
al norte del estado de Morelos, donde un
bles.
vecino nos permitió observar, fotografiar
Frecuentemente tanto en la Antropología
y dibujar una vasija cerámica que ―la ex-
como en Arqueología se utiliza el término
periencia y nuestra biografía‖ nos permi-
símbolo, y de ahí derivan cuestiones co-
tió inferir inmediatamente con atributos
mo Antropología Simbólica o incluso Ar-
de las vasijas olmecas. El reto que nos
queología Simbólica. Es preciso recono-
planteamos en este opúsculo es el de
cer que símbolo es solamente un signo
hacer una propuesta de análisis semióti-
más y debería incluirse en la categoría
co de esta vasija, por ahora, olmeca.
mayor de signo, siguiendo la propuesta
Sabemos que los fenómenos de la reali-
de Peirce (1974).
dad, incluyendo todo lo arqueológico cla-
Es signo también, la imagen en el cere-
ro está, pueden llegar a ser signos a
bro, el objeto en el tacto, el olor en el ol-
través de la astucia de la razón y la ex-
fato, es en conjunto y a cada momento,
periencia humana, tanto los naturales
la realidad a través de la percepción, en
como los efectos de la vida en sociedad,
la sinestésica percepción cotidiana. Es
tanto en el nivel de la percepción tangi-
signo claro está, el lenguaje en lo verba-
ble, como en el de las ideas o conceptos.
lizado y en lo escrito. El signo lingüístico
Los signos arqueológicos lo son para el
se ordena con la propensión de comuni-
presente y lo fueron eventualmente en el
car y también en el orden de la inteligibi-
pasado, no siempre coinciden estos sig-
lidad del sujeto, son signos para sí en el
nificados y el desafío radica precisamen-
desarrollo de la abstracción del mundo
te en hacerlos concordar. El signo no es
ante los niveles perceptuales pulsionales
el objeto de referencia, está en lugar de,
y de las funciones superiores del cerebro
representa, aunque finalmente termina
donde se clasifican y ordenan los estí-
constituyendo también otro objeto, un
mulos, estos se transforman en signos
objeto que representa, desde una idea
que se sistematizan para la comunica-
como materia bioquímica y eléctrica en el
ción en comunidad de vida, socialmente
proceso cerebral que hemos identificado
sancionados por la cultura del grupo so61
cial determinado. Entre el signo y el obje-
miento semiótico es solamente objeto.
to que éste representa se encuentra el
Existen investigadores que consideran
interpretante, que es necesario para
que vivimos en una especie de panse-
completar al signo en su totalidad, el in-
miosis, es decir, que todo es signo y cla-
terpretante realiza el proceso de signifi-
ro está que esto no es así, esta perspec-
cación, crea signos en segunda instancia
tiva reduciría el mundo complejo a la me-
para interpretar, por esto es que incluso
ra dimensión humana, y el mundo es
la labor de descripción más básica que
más que nosotros. Yuri Lotman por
se ejecuta tanto en la investigación
ejemplo, afirma que existen dos dimen-
científica como en el día a día, siempre
siones de la realidad denominadas se-
se implica concomitantemente un proce-
miósfera para el ámbito humano, y lo ex-
so de interpretación. De ahí la perma-
trasemiótico que está fuera del sentido
nente interpretación tanto del arqueólogo
de la humanidad para el mundo que está
tradicional movido por la intuición y las
en rededor (Lotman 1996).
regularidades, como la del que se empe-
La realidad toda, no puede reducirse a
ña en un método explícito y paso a paso
un juego de interpretaciones donde el
integra momentos en el desarrollo inter-
mundo real se escapa, como en las som-
pretativo, hermenéutico podría decirse.
bras reflejadas en la ideada Caverna de
El fascinante filósofo Charles Sanders
Platón (cfr. Vega y Balcázar 2003:118).
Pierce afirma que "un signo es algo, A,
Una postura materialista como la nuestra
que denota algún hecho u objeto, B, a
asumiría que el mundo en efecto, puede
algún
interpretante,
transformarse, como potencia, en signo,
C" (Peirce, Colected Papers, 1931-
pero no todo lo es. Es preciso indicar
1958:1.346; citado en Beuchot (2002:47).
que aunque todo en la realidad hasta
Los efectos culturales también pueden
donde las capacidades perceptuales y
llegar a ser signos, porque aquello que
cognoscibles del humano lo permite, tie-
se realiza involuntariamente y transforma
ne la calidad de ser significable, no todo
el medio sin la propensión de comunicar
termina por serlo.
no es signo, aunque puede llegar a serlo,
Es pues, la condición del humano como
por lo pronto y hasta antes del aconteci-
res eventualis, como cosa dada, frente a
pensamiento
62
la omnitudo realitatis o la totalidad de la
cumplir con campos prácticos que inte-
realidad; la capacidad del interpretante
graban a los artefactos cerámicos como
históricamente determinado frente al cos-
efecto necesario, ellos se encontraban a
mos, donde se crea una realidad social-
su vez en sistemas sociales mayores,
mente comprensible, asible al entendi-
ubicados en un lugar respecto a los nive-
miento humano, realidad que no es todo
les diversos de integración de las contra-
lo
dicciones sociales, en un espacio social
real,
que
no
agota
al
cosmos
(Consúltese Dussel 1974:169-170).
respecto a otras sociedades relaciona-
Así, es plausible asumir que en parte la
das, con posiciones políticas, éticas y
cultura pueda ser entendida en una de
estéticas particulares, penetrados por su
sus dimensiones como una urdimbre de
condición de clase social, de grupo, de
significación (Geertz 1987), coincidimos
género, de edad, de etnicidad, etc. lo
parcialmente con que ―la cultura desig-
que hace de este fenómeno arqueológi-
na... la dimensión simbólica... en todas
co un palimpsesto difícil de abordar, pero
las prácticas del hombre, con lo cual a la
de innegable relevancia para la explica-
vez que se afirma, su imbricación en lo
ción de procesos sociales pretéritos.
económico y social se crea la posibilidad
Explicar el porqué de estos momentos
analítica de distinguirla‖ (García Canclíni,
semióticos como puntos intermedios pa-
1991:9-18).
ra alcanzar explicaciones sociales es un
El artefacto cerámico como parte de la
asunto que ha derivado en múltiples mo-
cultura, es objeto construido por la razón,
mentos de discusión, de hecho no se
la pulsión, la comunicación en comuni-
comparte de manera homogénea la pre-
dad de vida y la acción pretérita; es en la
tensión de la explicación, existen en la
práctica de su producción, su uso e inclu-
academia muchas posturas que conside-
so su destino final como signo. Se entre-
rarían solamente como necesario la des-
veran procesos, actividades, propensio-
cripción y la interpretación metafórica. En
nes, sueños, elementos de los sistemas
un intento por rescatar para la investiga-
de valores de grupos sociales que se en-
ción con postura materialista como lo es
contraban estructuralmente incluidos en
la nuestra, la necesidad de un método de
un todo social. Esto es, que a pesar de
interpretación adecuado para eslabonar63
lo con un proceso último de explicación
cho rocoso con las características mag-
tenemos que encontrar un medio para
nitudinales y calidades de proporción
lograrlo, donde evitemos considerar ca-
que muestran morfológicamente en ge-
tegóricamente como secundario o idea-
neral estos animales. El diagrama oscila
lista subjetivo el proceso de interpreta-
entra la univocidad que tiende a la totali-
ción. Así, consideramos la necesidad de
dad reductiva y la equivocidad que deri-
utilizar una estrategia metodológica sí de
va en su extremo, en la ambigüedad in-
interpretaciones, pero con la intención
conmensurable, a la tortuga con su co-
última de la búsqueda de la explicación,
rrelación con otros animales de la misma
trascender desde momentos intermedios
clase en algún sentido. La metáfora se
de interpretación para la comprensión a
amplía en la interpretación y tiende sin
través de una hermenéutica analógica-
llegar, a la equivocidad, a la ambigüe-
icónica (Beuchot 2005), como estrategia
dad, como la tortuga como signo inequí-
intermedia entre la univocidad del positi-
voco del sueño de un especialista del
vismo (una sola interpretación) y la equi-
ritual que participó en su ejecución en tal
vocidad (múltiples interpretaciones) de la
nicho rocoso (cfr. Beuchot 2005:47 y
posmodernidad.
ss.).
La analogía como modelo y lo incónico
Cómo explicar el fenómeno social obser-
como categoría de la primeridad sígnica
vado en un solo artefacto cerámico des-
retomada del pragmaticismo de Peirce
de la perspectiva planteada de la inter-
nos permite establecer en cada análisis
pretación. Qué líneas de lo cultural abso-
de actos semióticos, una interpretación
lutamente singular de este artefacto uni-
que exija metodológicamente lo icónico.
tario nos une con consideraciones de
El ícono resalta tres niveles de análisis
contenido social. Consideramos que el
interpretativo, desde la imagen, el diagra-
acceso metodológico deberá partir desde
ma, hasta la metáfora. La imagen acerca
el registro descriptivo de las calidades y
el análisis a la univocidad, a las interpre-
cantidades del fenómeno. Aquello que al
taciones cerradas y a la relación análoga
momento sabemos. Interesan en este
precisa del signo con su objeto, de la
momento el lugar específico de donde
imagen de una tortuga pintada en un ni-
proviene la pieza, es decir, las coordena64
das geográficas determinadas, como re-
Cuautla, tras pasar la caseta de cobro de
ferente espacial, los órdenes técnicos
Oacalco y antes de alcanzar Oaxtepec,
que los diferentes modelos cerámicos
se advierten aún hacia la derecha, esto
nos permiten observar. A nivel microre-
es, hacia el sur, los montículos que for-
gional, el orden relacional entre la pieza
man la sección central de la Zona Arque-
y otras técnicamente análogas reporta-
ológica llamada Pantitlán (Fig.1).
das. Sus magnitudes singulares, sus cali-
El artefacto se trata de un cajete con pa-
dades técnicas. Claro está, la formalidad
red de silueta compuesta, con un engobe
de los signos implícitos en la vasija, loza,
negro (10 R 2.5/1 negro rojizo según la
pulimento, pasta, técnica de cocimiento,
tabla Munsell de colores de tierra) con un
etc. No cabe duda que a pesar de encon-
acabado de superficie pulimentado sin
trarnos en la descripción formal, ya esta-
llegar al bruñido. La pieza fue incisa con
mos en procesos semióticos, ya estamos
signos geométricos en su pared externa
interpretando. A partir de esto podemos comenzar desde el primer nivel propiamente de la interpretación, el icónico. Cómo ya hemos observado anteriormente en este momento existen tres niveles de interpretación que oscilan entre la imagen y la metáfora. A partir de aquí comenzamos con la analogía de la imagen, el signo que es imagen y que guarda proporcionalidad con el objeto que representa. La vasija en cuestión proviene de la Zona Arqueológica denominada Pantitlán; Fig.1 Plano de la Zona Arqueológica de Pantitlán como habría lucido hace treinta años (redibujado por Smith et. al. (2006 Cap. A1-B, p. 3 de 10) y basado en el registro de Nalda et. al. (1980) a través de Vega (1993).
de ahí fue extraída por un vecino de la cabecera de Tlayacapan. Al trasladarse en automóvil por la carretera federal desde la curva denominada La Pera hacia 65
y le fueron agregados con modelado al-
sión más local, mientras que el Delfina
gunos elementos para convertirla en la
Gray se ha localizado en sitios como Tla-
representación naturalista de un animal.
pacoya-Zohapilco, en Tahuacán, San
Las secciones incisas son gruesas y se
Lorenzo, sur de Veracruz, costa de Chia-
realizaron cuando la pieza comenzaba
pas (Flannery y Marcus 1996:135, 149,
ligeramente a secarse, por lo que deja-
170-173, 181-185, 259, 381).
ron en su interior una superficie rugosa.
Pues bien, ésta densa región arqueológi-
Es notorio que en estas secciones inci-
ca del estado de Morelos ha sido sola-
sas tiene rastros de un pigmento rojo,
mente estudiada de manera parcial. Se
altamente probable que se trate de cina-
realizó hace poco más de tres décadas
brio, esto es, sulfuro de mercurio (HgS),
un recorrido de superficie por Nalda et.
quizá también esté presente óxido de
al. (1980), el sitio Pantitlán fue registrado
hierro, de hecho, existe en la zona ar-
con el número 35, identificando hasta 17
queológica olmeca de San Lorenzo un
basamentos y ocupaciones desde el lla-
tipo cerámico análogo que presenta en
mado Preclásico Temprano, considerado
ocasiones esta pigmentación basada en
como los momentos de ocupación más
cinabrio, que es el llamado Calzadas
importantes de esta zona: el período Ol-
Carved y Carved-Incised desde la fase
meca (1000-500 a.n.e.), el Preclásico
San Lorenzo (1150-900 a.d.n.e.) (Coe y
Terminal (200 a.n.e. al 150 d.n.e.), y el
Diehl 1980); En los Valles de Oaxaca
Clásico Temprano (150 al 450 d.n.e.)
también se han localizado artefactos
(Nalda et. al. (1981). Una década des-
análogos en su tratamiento técnico inciso
pués en un proyecto que pretendía reali-
y algunos signos resultan también análo-
zar excavaciones puntuales en diversos
gos, a pesar de que las formas no co-
sitios en todo Morelos, se intervendría el
rresponden, pues para la fase San José
lugar, identificándose ocupaciones de los
del Formativo Temprano, las vasijas tien-
períodos Preclásico y Clásico (Vega y
den a los fondos planos, los tipos son
Pelz 1990). Recientemente, el año pasa-
Fidencio Coarse y Delfina Gray, aunque
do se realizó un rescate arqueológico
quizá con mayor relación con éste último
derivado de la ampliación de la Carretera
pues al parecer el primero es de disper-
Cuautla-La Pera, y con ello se corroboró 66
una ocupación hacia el período Olmeca,
un sapo y, como no podemos saber con
de esta temporalidad relativa se extrajo
precisión lo dejaremos con el genérico
la asombrosa escultura cerámica antro-
taxonómico biológico de un anuro (Figs.2
pomorfa femenina con triple rostro que
y 3). Muestra, adherida a la pared exter-
fue llamada por las investigadoras a car-
na, la cabeza elaborada en pastillaje, en
go como ―La triada‖, fechándola hacia el
ella se han indicado con claridad los ojos
llamado Preclásico Medio Tardío (800-
abiertos y los orificios nasales, mientras
400 a.d.n.e.) (Canto y Peña 2012).
que más abajo se advierte la boca semi-
En este primer momento del análisis se-
abierta. También se observan, en pasti-
miótico de la imagen, el grado de iconici-
llaje, las cuatro extremidades, tanto las
dencia es alto, y la relación formal que
delanteras como las traseras y equidis-
muestra la pieza cerámica es la clara
tante, del lado contrario de la cabeza, se
pretensión de representar a un animal,
puede observar la cola del animal. En la
incluso en condiciones seminaturalistas.
pared externa a manera de cenefa supe-
La vasija es signo primero de una rana o
rior en contacto con el borde se apre-
Fig.2 Registro fotográfico de la vasija del anuro de Pantitlán. 67
Fig. 3. Dibujo técnico de la vasija. (Elaborado por la P. A. Berenice García Vázquez).
cian, a lo largo de todo su diámetro, una
está la correlación con otras imágenes
serie de signos incisos con restos de pig-
en otros soportes semióticos, códices,
mento rojo.
esculturas, elementos arqueológicos ru-
Si continuamos en la interpretación, en el
pestres petrograbados, pintura mural etc.
análisis semiótico, alejándonos de la uni-
Los signos presentes en la banda alta de
vocidad de haber identificado en el obje-
la cenefa dentro de la tradición del fenó-
to cerámico un signo que representa un
meno Olmeca en América Media, han
anuro con alta probabilidad del momento
sido interpretados como cejas en forma
olmeca, perteneciente al Preclásico Me-
de sierra, elemento al que se le vincula a
dio (1000 al 400 a.d.n.e.) en América
la expresión iconográfica del llamado
Media, ahora pasaríamos al momento
monstruo de la tierra o monstruo cósmi-
del análisis del diagrama. A partir de aquí
co, personificado por un reptil relaciona-
los arqueólogos nos internamos en la ne-
do con el origen de las cosas en el mun-
cesidad de la analogía que nos permite
do; algunos investigadores aseveran que
la actualidad contextual, en esta caso,
el trazo de las incisiones representan la
que no contamos con el contexto inme-
conformación simbólica de una mano-ala
diato que seguramente fue destruido, sí
-pata (Fig.4); mientras que los signos en
contamos con la relación contextual re-
la banda baja de la cenefa se puede su-
gional hacia el Preclásico Medio. Y claro
poner que se trata del llamado U inverti68
Fig.4 Serpiente de fuego, Dragón o Monstruo de la Tierra o Cósmico olmeca, a la izquierda se observa el signo ala-mano-pata, y en sus fauces, las encías en forma de Ues invertidas (Tomado de Castro y Cyphers 2006).
da, a las Ues invertidas se le atribuye el
se ha supuesto que podría haberlas con-
significado de las encías de seres zoo-
tenido no solamente en la vasija que por-
morfos del monstruo de la tierra, tal co-
ta, sino que el cuerpo mismo de la rana
mo ha sido propuesto en el análisis de
que es contenedor también, a través de
los signos presentes en la cerámica de
las patas delanteras (Reilly 1989:10)
San Lorenzo, perteneciente al Preclásico
(Fig.6).
Temprano (1350-850 a.d.n.e.) (Castro y
No sabemos exactamente si las patas
Cyphers 2006: 39-42).
delanteras de la rana en la vasija son
Sígnicamente, la vasija del anuro de
huecas y si eventualmente la pieza pudo
Pantitlan (Fig.5) se relaciona con otras
haber sido sometida al fuego para calen-
piezas efecto de la sociedad Olmeca.
tar sustancias líquidas. Resulta sugestivo
Por un lado, proveniente de la región del
lo cercano de la forma de esta vasija a
Rio Balsas una vasija con acabado de
algunas de los ejemplares de la fase Ca-
superficie color negro olmeca que repre-
chapa de Colima del tipo silueta de cala-
senta un anuro que ha sido identificado
baza doble con tres tubos cerámicos en-
con un sapo, aparentemente un Bufo
tre cada sección globular, que bajo una
marinus, muestra la representación de lo
estrategia de arqueología experimental
que pueden ser sus glándulas parótidas,
ha permitido la destilación de mezcal ob-
lugar donde segrega esta especie, una
teniendo una bebida con una concentra-
sustancia con propiedades psicoactivas;
ción de etanol del 20.5% v/v, una bebida 69
Fig.5 Desarrollo del diseño de los signos incisos y moldeados en la pared exterior de la vasija de Pantitlan, en la sección alta de la cenefa está el signo ala-mano-pata, y en la sección baja de la cenefa las Ues invertidas.
alcohólica que finalmente también es una sustancia psicoactiva (Zizumbo et al. 2009). El Bufo marinus se distribuye desde el extremo sur de Texas a través de México y América Central hasta el norte de América del Sur (parte central de Brasil y Perú) y El Salvador (IABIN 2013). Por otro lado, en la colección del Museo de Arte de la Universidad de Princeton, se encuentran una escultura en piedra fechada aparentemente para el año 800 a.d.n.e. La pieza muestra lo que Reilly denomina ―Shaman en postura de transformación‖ (Fig.7), se trata de la representación de un figura humana en posición de descanso sobre sus rodillas, apoyando sus brazos en ellas, en la parte superior de su cabeza se aprecia un anuro tallado. Cabe mencionar que en la Parte Central
Fig.6 anuro del Río Balsas (tomada de http://www.latinamericanstudies.org/effigyvessels.htm).
del sitio de San Lorenzo, se encontraron restos óseos enterrados de Bufo marinus 70
Fig. 7 ―Shaman‖ (tomada de http://www.latinamericanstudies.org/olmec/olmecfigure.gif). Fotografía a la derecha, anuro tallado en la cabeza de la escultura del ―shaman‖ (tomada de Reilly 1989).
y objetos de claro estilo Olmeca, que in-
Abundaremos solamente en particular
dican la ejecución de ceremonias con el
sobre el signo de las Ues invertidas que
sapo (Reilly 1989: 5-15).
están asociadas al llamado Monstruo de
Ahora bien, llegando al tercer nivel del
la Tierra. Flannery y Marcus plantean
análisis semiótico, al cual se llega regu-
que en la medida en que las fuentes et-
larmente de manera directa en la arqueo-
nohistóricas del siglo XVI muestran una
logía tradicional, echamos mano de la
propensión a indicar que la Tierra como
metáfora, que sin llegar a la ambigüedad,
el Cielo eran ―influencias supernaturales‖
permite un espectro de interpretaciones
para los humanos. Que el poder del Cie-
más amplio. Regularmente desde acá
lo se representa entre los zapotecos con
arribamos a la analogía que permiten los
el Rayo ―como un rayo serpentino de
avances realizados desde la Historia, la
fuego que demuestra que el Cielo tam-
Etnohistoria, la Antropología. Acá los ele-
bién estaba vivo y podría enojarse‖. Que
mentos de la interpretación pasan a otro
en efecto en sitios como la Cuenca de
nivel.
México se tienen representaciones de 71
este signo de la Serpiente de Fuego con
que se desarrolló incipiente pero esen-
flamas en sus cejas. Que no es preciso
cialmente la Revolución Clasista. No so-
que se muestre la totalidad del signo co-
lamente se habrían consolidado los caci-
mo Serpiente de Fuego, con que existan
cazgos durante el Preclásico Temprano,
algunos de sus elementos como las Ues
sino que para esta fase contamos con
invertidas podríamos advertir que el sig-
los elementos arqueológicos necesarios
no se encuentra ahí indicado. Las vasijas
para inferir la presencia de dos clases
habrían sido incisas con audaces y fuer-
diferenciadas. Hacia el Preclásico Tem-
tes trazos con la intención de capturar la
prano
naturaleza del Rayo, y los colores grises
(Sarmiento 1992:80 y ss.), pero sí gru-
y negros de las vasijas donde se practi-
pos dedicados al ejercicio de actividades
caron significarían la obscuridad del cielo
especializadas de carácter religioso, polí-
(Flannery y Marcus 1996:136-137). Acá
tico,
la metamorficidad vuela alto haciendo
establecidas al margen de la producción
analogías aventuradas y sin posibilidad
alimentaria (Sarmiento 1986:50). Socie-
en ocasiones, de poder contrastar las
dades donde se ha consolidado el cam-
aseveraciones, por lo que carece de cali-
po práctico de los especialistas en proce-
dad científica, sin embargo, son preten-
sos marginales a la producción primaria,
siones al momento.
consolidados
Finalmente, tras haber trascendido par-
(Sarmiento 1992).
cialmente los tres niveles del análisis se-
El Preclásico Medio es un momento don-
miótico nos introducimos en los niveles
de se desarrolla el orden de expansión
de las explicaciones. Tradicionalmente
absoluta de las comunidades, éste resul-
se piensa que es hasta el advenimiento
ta quizá exponencial con respecto al mo-
del Estado y de la llamada Revolución
mento anterior, esto indica entre muchas
Urbana cuando surgen las clases socia-
otras variables, un desarrollo absoluto de
les, nosotros sostenemos que es alta-
la capacidad de trabajo, con efectos en
mente probable que en este momento
el porcentaje de uso de los circunfactos
del Preclásico Medio, donde estuviera
de diferentes ecosistemas, así como pro-
vinculada la vasija del anuro de Pantitlán,
bablemente un desarrollo relativo en el 72
no
existirían
administrativo,
en
clases
sociales
institucionalmente
el
parentesco
orden agrícola. En Pantitlán existen has-
Teopantecuanitlan hacia el sur, ya en el
ta el día de hoy tierras irrigables que
actual estado de Guerrero, fue un centro
también lo fueron durante la época virrei-
de primer orden hacia el Preclásico Me-
nal y muy probablemente durante el
dio donde se desarrolló un complejo pro-
Posclásico Tardío. Cabe la posibilidad de
yecto urbanístico cuya primera fase se
que la función de la vasija de Pantitlán
encontraría hacia el Preclásico Tempra-
esté directamente vinculada con proce-
no (1400 a.n.e.), con presencia de ele-
sos sociales afines con el ejercicio sígni-
mentos que se comparten formalmente
co del poder a nivel clasista, que haya
con la Costa del Golfo, pero que en apa-
sido incluso intercambiada a larga distan-
riencia, tienen altas probabilidades de
cia y claro está, que de ser cinabrio lo
tratarse de procesos sociales endóge-
que tiene adherido en la superficie, éste
nos, y la erección de un centro hegemó-
se ha encontrado a nivel panregional,
nico de toda la porción centro-este del
asociado a entierros de individuos con
actual Estado de Guerrero (Martínez
mayor jerarquía como los encontrados
1994).
en Chalcatzingo y La Venta (Reilly
En el actual municipio de Xochitepec, en
1989:15). Dicha vasija, vinculaba sígni-
Zazacatla (800-500 a.n.e.) existen con-
camente las virtudes del anuro con los
textos arqueológicos efecto de una orga-
sujetos que portaban el artefacto, ejerc-
nización urbana del Preclásico Medio for-
ían poder simbólico, control político-ritual
malmente análogos en algunos elemen-
de la clase hegemónica.
tos arquitectónicos y sígnicos lapidarios
Y es que Pantitlán hacia el Preclásico
con Chalcatzingo, Teopantecuanitlan y la
Medio (1100–500 a.n.e.) es solamente
Costa del Golfo (Canto y Castro, Op.cit.).
parte de todo un sistema regional. Hacia
Otros sitios del Preclásico Medio en Mo-
el oriente del estado de Morelos se desa-
relos (Fig.8) han sido identificados en la
rrolla una mayor magnitud relacional re-
Cuenca alta del Río Yautepec, en Atlihu-
gional de Chalcatzingo sobre otros sitios
ayán de donde proviene un muy conoci-
circunvecinos desde el 1100 hasta el 500
do artefacto cerámico antropomorfo con
a.d.n.e. hasta convertirse en un centro
signos olmecas llamado comúnmente ―el
regional (Hirth 1987).
sacerdote o el señor de Atlihuayán‖ que 73
considerados como posibles, evitando la dicotomía
centro-periferia
difusionista
cultural. Actualmente, parte de los problemas de interacción entre los sitios olmecas de la América Media, se han abordado desde la estrategia técnica de los análisis composicionales de pastas cerámicas. Ésta se ha convertido en una oportunidad para contrastar hipótesis de interacción procesual en campos prácticos sociales pretéritos definidos, como el cosmovisional y el de intercambio. Recientemente
Fig.8 Distribución de sitios arqueológicos del Preclásico Medio en el actual estado de Morelos.
se analizaron en este nivel artefactos cerámicos procedentes de sitios arqueológicos sincrónicos con San Lorenzo
también muestra los signos de las Ues
(1500-900; ó 1350 a 1000 a.n.e., fechas
invertidas en el artefacto que lo cubre
calibradas), particularmente con la se-
(Piña Chan y López 1952).
gunda mitad de este período. Con ejem-
Los artefactos y elementos arqueológi-
plares provenientes desde Soconusco
cos que han permitido establecer las re-
hasta la Cuenca de México se reportó
laciones culturales y sociales entre las
que San Lorenzo no importó cerámica de
sociedades de la Costa del Golfo y otras
otros sitios sincrónicos, mientras que sí
sincrónicas en América Media han tenido
exportó en pequeñas cantidades ejem-
como asistente heurístico la idea de área
plares que llegaron a otros sitios, pero
cultural. De ahí que a la cultura arqueoló-
donde estos no intercambiaron entre sí.
gica denominada genéricamente Olmeca
Claro está, tecnofuncionalmente los arte-
del Golfo, haya sido nombrada Cultura
factos tienen producción local con pre-
Madre o Área Olmeca Central. Concep-
tensión de reiteración de formas y signos
tos alternos como interacción competitiva
cerámicos (crf. Neff et. al. 2005) .
de Flannery y Marcus (2000) han sido 74
Lo que parece un hecho es que cuando
serpentina, pirita, cinabrio, conchas, ca-
menos existían otras tres regiones socio-
racoles y obsidiana, entre otros produc-
culturales, en La costa del Pacifico, Mo-
tos se mencionan a los pájaros tropica-
relos-Guerrero con la Cuenca de México,
les, algodón y cacao (Clark 1997:213;
y por último, la Costa del Golfo, que com-
Gillespie 2008:7; Reilly 1989:5-21).
partían atributos entre sí, con sus marca-
Ahora bien, qué significado tiene la pre-
das diferencias, y aún resulta difícil acre-
sencia de una vasija así en Pantitlán. El
ditar a una sociedad como la ejecutora
contenido inmediato de todo artefacto es
de formas culturales de influencia con-
sin lugar a dudas su función, y la más
tundente sobre las otras, o el simple
cercana a la forma y signos implicados
hecho de aseverar que existe una
en la vasija del anuro de Pantitlán nos
―Cultura Madre‖ (cfr. Neff et. al. 2005 y
permiten asignar interpretaciones proba-
2006; Blomster 2005; y Sharer et. al.
bles. La vasija es objeto y signo, como
2006).
tal, representa a un objeto más, a un ani-
Los sistemas de intercambio a larga dis-
mal, lo suple como signo, así, contiene al
tancia ya funcionaban para este momen-
anuro y sus propiedades, cualesquiera
to a nivel América Media y muestran in-
que hayan sido las que la sociedad de
terrelación de sitios como Tlatilco y Tla-
Pantitlán le asignara a los anuros de esta
pacoya en la Cuenca de México; Chal-
clase representada en la vasija dentro de
catzingo y Teopantecuanitlan en Morelos
su sistema de valores cosmovisionales.
y Guerrero; Las bocas en Puebla; San
Contenía si acaso, la capacidad fáctica o
José Mogote y Monte Alban en Oaxaca;
simbólica de los efectos posibles de sus-
Tres Zapotes, San Lorenzo, el Manatí y
tancias con efectos psicoactivos. Alude a
La Venta en la Planicie costera del Golfo;
elementos sígnicos como el llamado
Nakbé en el Petén; El Portón, La Blanca,
―monstruo de la tierra‖ o ―serpiente de
Takalik Abaj, Ujuxté y Chalchuapa en la
fuego‖, contiene elementos en este senti-
Costa del Pacifico en Chiapas y Guate-
do al rayo y por concomitancia a la
mala. Los materiales de intercambio para
humedad y a los ciclos pluviales.
uso diferencial por la clase hegemónica
Y aunque no sabemos con exactitud a
de cada centro, incluyeron piedra verde,
qué clase de ritual fue asignado el arte75
facto, sí se puede dilucidar que fue pieza
emergieron, una vez ya implementada la
estratégica en la función del orden reli-
agricultura y la sedentarización plena, las
gioso, ritual y especializado de un sector
sociedades que crecieron demográfica-
de los pobladores de Pantitlán. No para
mente por arriba del índice de subsisten-
el servicio de chamanes, los cuales sola-
cia mínima del orden tribal, desarrollaron
mente están registrados para la sociedad
sistemas políticos complejos y con ello
siberiana del siglo XIX y que mostraban
surgieron formas de organización social
la particularidad de la ingesta de sustan-
a mayor escala. Las relaciones de géne-
cias psicoactivas para sus actividades.
ro, parentesco y las alianzas resultaron
Sino para una categoría mayor de espe-
primordiales para regular la distribución
cialistas, que son los negociadores entre
de propiedad sobre la fuerza de trabajo,
el mundo y el anecúmeno, más allá del
se comienza con la establecimiento de
mundo, el ámbito de lo sobrenatural; es-
una defensa de la propiedad aunque es-
tos pueden o no incluir las sustancias
ta seguirá siendo particular, es decir, le
psicoactivas en sus funciones, pero lo
pertenece a un grupo hegemónico como
importante es que para estos momentos
colectivo, no como sujeto individual. Es
de la historia de América Media, se en-
en este momento en que es que se ma-
cuentran desvinculados quizá de manera
nifiesta una transición de una sociedad
total de las labores de producción subsis-
tribal jerarquizada a una de clases, bus-
tenciales y se han convertido en especia-
cando la adquisición de jerarquía por
listas del ritual, estarían asociados a la
medio la legitimización ―divina‖ y el cons-
incipiente clase hegemónica, apoderán-
tante desarrollo de rituales (cfr. Bate
dose del trabajo de la clase subalterna.
1998:87-88).
La pequeña vasija del anuro de Pantitlán
El laboratorio arqueológico para resolver
es una diminuta ventana hacia un sitio
la pregunta sobre ¿porqué surgen las
arqueológico donde se desarrolló un
clases sociales? se encuentra en este
asombroso proceso, ya sea de manera
tipo de sitios. En Pantitlán, el horizonte
primigenia o secundariamente, efecto de
de espera para poder investigarlo no so-
la relación con otros sitios, de la llamada
lamente se ve amenazado por la even-
Revolución Clasista. En estos contextos
tual destrucción de la zona por la voraci76
Bibliografía
dad de los desarrollos de fraccionamientos, la agricultura intensiva, el crecimien-
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tos, pero para saberlo, tendríamos que
noma de México, Ciudad Universi-
contrastarlo con la realidad arqueológica.
taria.
Colocar el asunto de la interpretación co-
Canto, Aguilar, Giselle y Ana Emma Pe-
mo un eslabón intermedio entre la des-
ña Rodríguez
cripción y la explicación misma. Tendría-
2012 La triada de Pantitlán. El Tlacua-
mos que generar un orden metodológico
che. No. 536:3-4. Suplemento Do-
para contrastar la hipótesis con la reali-
minical Periódico La Jornada More-
dad y luego, si funciona en Pantitlán, so-
los.
meterlo a otros contextos. Si en algún
Canto Aguilar, Giselle y Víctor M. Castro
momento se refuta la hipótesis, pues en-
Mendoza
tonces ya habremos aprendido que no es
2011 Zazacatla in the framework of Ol-
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Fernando
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