La perfomance de Simplicio (Adalberto Tellez) un abrazador profesional devenido payaso callejero es el punto clave de un sistema de familia, comunidad, nación que se ha visto afectado en su capacidad de vinculación armónica; un ex-estrangulador de “peatonas” que dedica sus días a intentar reconectar aquello que la guerra separó. Aquí, el acto performativo de abrazar nos invita a considerar dos posibilidades de sentido: una donde el abrazo sea el medio de la sanación un misticismo energético y emocional que en sí sea la panacea primigenia que salve al mundo de la individualidad y el ánimo de la supervivencia a toda costa a todo precio; y la otra donde el mismo gesto esté lleno de vacío por muy bien realizado que esté, sin que logre reparar ni el pasado, ni el presente, sin garantía de un futuro mejor o al menos diferente.