Hace algunos días escribí a David Aragón para proponerle la re-escritura de un “poema” que encontré en redes sociales. No viene al caso mostrar a ustedes dicho texto, sólo comentarles que aquel balbuceo, por noble que fuese, contenía una emoción estrangulada que nos resultó atractiva.
El desafío consistió en reorganizar las emociones del texto tomando como materia prima algunos de sus “versos”. Los resultados nos revelan que las emociones son la lengua franca de la poesía. Traducir un sentir, como verán, no está exento de paralelismos.
Sin más, compartimos con ustedes los “poemas” resultantes, ambos sin título. No sin intensiones secretas depositamos esa tarea en manos de nuestros apreciados lectores.