POESÍA MEXICANA
ENEMIGOS DEL SILENCIO
DAVID ROSALES ARAGÓN ANTONIO CARRILLO CERDA
Toluca, Edo. Méx., México. Edición de los autores
ENEMIGOS DEL SILENCIO (2022) ©Todos los derechos reservados Corrección de estilo:
Marco A. M. Medina
Señoras y señores y amadas divergencias ¿Hay algo más hermoso en la vida que encontrar la afinidad poética o el disfrute de sublimar la intención y la memoria en el marco de la metáfora? Les compartimos dos colecciones de poemas que giran sobre el eje de la libertad de expresión y el impulso natural de la comunicación. No nos parece aceptable el silencio continuo, así que el verbo una vez más es la bandera de nuestra empresa. Que viva el canto, que viva el sonido que se haga la palabra.
ÍNDICE DAVID ROSALES ARAGÓN LA OSCURIDAD ES SILENCIO I... 8 II... 10 III... 12 IV... 13 V... 15 VI... 17 VII... 18 ANTONIO CARRILLO CERDA CÁRCAMO DE MI VOZ I... 22 II... 25 III... 26 IV...28 V... 31 VI... 33 VII... 35
LA OSCURIDAD ES SILENCIO DAVID ROSALES ARAGÓN
I
Aquella noche la de nuestro destierro creamos la luz, la penumbra fue una tenue lluvia.
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Desde ese día transitamos por la orilla de la rabia sin poder acercarnos al asombro de una caricia ni a esa mirada que aleja la fugacidad de las derrotas.
Desde ese día vestimos la desnudez con palabras altivas, de nada sirvió: la desnudez es el pan agrio que nos escupe a cada instante que los bosques se miden en silencios. ¿En qué momento la lluvia se estancó y su rancio sabor empapó nuestra piel?
II
Tanta sal derramada yermó nuestros cuerpos, nos nacieron abrojos y crecieron las culpas, olvidamos los deseos en esa huida que nos mantiene a la orilla del polvo. No conoce el fuego el ardor de la noche, no conoce el silencio el olvido de las calles, en ese cuenco apenas caben tres gotas de cal.
Hay un eco inaudible que no alcanzo a descifrar como si esa noche fuese una sombra cada vez más cercana al sabernos atados a ningún sitio.
III
Nadie puede tocar el silencio, sus aullidos detentan los susurros de ese bosque en llamas a punto de desbordarse en la piel que convoca a ese quejido efímero. Seré la noche que soñamos el árbol que desnuda a fuego la neblina espesa detrás de las promesas. Recuerdo los susurros a mi espalda mientras balbuceaba palabras henchidas de pasión, de esa pasión que alguna vez unió cielo y tierra donde ardimos.
IV
Esa cruel insistencia de vestir la oscuridad con más oscuridad pesa como pesan los días donde llueven despojos y las piedras reverdecen sin miramiento alguno. El grito ahonda la penumbra ante esa terca necedad de permanecer a gatas para que nadie escuche los ruegos ni el chasquido que hacen nuestros cuerpos con la única intención de mantener la tibieza de la espera.
Así discurre el entresijo que socavó todo intento de mirarnos de frente sin las ataduras que enzarzan nuestras espaldas.
Cargaron con el polvo.
V
La fatiga cierne sus garras y el sendero que alguna vez nos acercó a la luz es un entramado de abrazos estériles. Nos esperan los campos minados y la ceniza que resta de los sueños. Obligados a emprender el viaje de retorno a ese principio donde el grito primigenio era al mismo tiempo desolación y encanto.
Quizá lo endeble del respiro frunza el ceño, al menos un instante, y nombre de nueva cuenta los desiertos hasta incendiarlos de sombras, de labios y de ayeres, porque la luz ¿lo sabes? será nuestro fin.
VI
En aquel instante supe de los destellos y de las cicatrices de la tersa luz del amanecer. Acuérdate de aquello que nunca fuimos por perseguir el rastro de las nubes que anidan en los bosques. Intenté sujetar mi alma a las cuerdas de tus labios, las cuerdas eran de sangre y fuego se deshicieron entre mis manos.
VII
Voy hacia la oscuridad tan necio, mudo y cobarde que las llagas hacen mella en este iluso pálpito remedo de un respiro vulnerable a las bocanadas de luz. La oscuridad alimenta cada resquicio de mi cuerpo, camino por campos heridos con los ojos atados a trincheras profundas. Algo, alguien nos atraviesa con su fuego y crece el silencio y acerca su espada y multiplica las lápidas.
C Á R C A MO D E MI V O Z ANTONIO CARRI LLO CERDA
I
Soy la criatura salvaje que en la oscuridad hace sonar el silbato sagrado la caverna rocosa gotea mis ritmos purificados agua inquieta de lluviamar vaho prenatal vapor pétreo hedor a tiempo aquí, en el retumbar milenario de la roca amurcielagada, deposito mi estalactita de soprano cuarzo vibrante soy goteo descanso el escurrimiento atemporal otro tic tac rumoroso me convoca a una reflexión extendida deseo ser piedra dura que dura
se rompe el lecho del mar emerjo en el centro del ponto pongo mi voz rugido volcánico aleta marina extendida cetáceo anclado de navegación fija florece el agua hierve la tierra
salada es mi alma flamígera deseos sutiles nubes voraces, plenitud y furia alumbre en el aire fuego tormenta coralina rocallosa tócame y recibe mi marca de amor piroplástico de por vida
emerjo entre el sargazo me penetran los innumerables picos de las garzas me debe la estrella de mar orillas del fragor areneo la danza de la dicha me cristalizo me alzo.
II
Espero la apertura de tus ojos la floración de las magnolias espero de lleno el pecho y tus hombros altos la llegada del fuego nuevo que haya piedad para estas piernas leñosas y el canto frío de los pájaros de mirada glacial espero sentir tu olvido como el aire que nace del vaivén del abanico para nutrirme del tiempo y echar raíz hasta la floración de mi calavera.
III
A través del bosque mi voz rojiazul como un pájaro germina bajo tierra Nace un verso de hierba descanso siete años A través de los signos: hongos de hombres hojas de hollín nace mi canto tu canto te canto ¿Ves el tiempo? Piedra angular y suelo piedra viva y fértil diminutas flores amarillas atentas al último misterio
Aparece el sonido de mi intención Abre la boca el sendero de la palabra y escapa con la niebla la Verdad - Traigo afilados los dientes La niebla me envuelve con sus ramas grises me acoge me afantasma.
IV
Leo en voz alta para asustar a las mujeres conservadoras encanto la mirada lagunar de futuros eruditos con sortilegios verbales causo jaqueca a los meditabundos migraña a los reflexivos cefalea a los sabiondos a los inocentes les enseñó a usar la letra lenta eterna tierna rítmica aérea
- Maestro me duele la cabeza. - Eso quiere decir que lo estamos haciendo bien. La "o" por lo redondo robo la atención de los ancianos mi ritmo laríngeo sentencioso y enfático les recuerda la tierna edad, alas anidadas los dichos mil veces repetidos por sus abuelos y padres son polvo para otras libertades vocales obsesivas que toda la parvada arranque el vuelo al mismo tiempo caracolas apelmazadas sinfonías y mares de cal
mancillo los libros consagrados con notas críticas y garabatos obscenos doblo las esquinas de la hojas para afirmar como el naco resentido que soy "estuve aquí" hago el amor con la parte afectiva y lasciva que aletea y blande sus rarezas aparentes Donde los amorosos truenan un beso ahí estoy.
V
Nunca callé cada latido de mi alma hablé la sangre la palpitación del ser Dije a los abundantes idiotas sonetos cursis y palabras golosas para entretenerles el gusto amielado de la incomprensión digo con pausa significativa "ahora no, me reservo el chiflido para mañana" A los hombres sabios regalé secretos boscosos y desérticos:
"la Verdad es madera crística de serpiente y muerte de grava ingrávida de pies y ojos de mujer de rizos escrutadores que anuncian la dicha y la ausencia" "la Verdad en medio del barranco, un cuerpo con cuernos con cuentas pendientes, sobresale la osamenta de lo que dije de mí, sobre el agua pútrida los ojos del venado me beben con sed, los bebo mirarme” Nunca callé siempre opté por la oración más peligrosa triunfé porque vivo.
VI
Tartamudeo, cuando intento detallar el recuerdo de tus agravios en público me tiemblan las rodillas, flaqueo - Si me acaricias una vez más te va la mano en ello Enmudezco al intentar no ver la belleza de la esfera de tu ojo siniestro, mi reflejo narciso me seduce, ahogas la fuerza de mis cuerdas vocales, grito hacia adentro me agrieto cual sonrisa de loco que se enamora de lo imaginario - ¿En verdad quieres que haga lo que deseo?
En bucle, vuelvo al lugar de origen una y otra vez buscándote me repito, me renuevo, me atoro, fenezco digo tu nombre cual afijo insustituible, regreso digo tu nombre entre dientes y el lapsus de Freud me delata, me aculpa - Esta vez me tocó a mí querer más Ecolálico de ti te encuentro te pierdo te veo te reciclo, te convoco desapareces surges de la nada eres la muletilla vergonzosa el tropo más tedioso de la estrofa - ¿Y ahora que no siento nada qué sigue?
VII
Cuello y garganta agua atenagórica subiendo desde el centro del sexo nace mi voz en alto timbre, tímpano dorado vibración primigenia "acua forum" ajolote acústico, trilobite prehistórico alma verdosa amusgada en humedad salitre - Libérate se apaga la sed brota el semen vital se fecunda el flujo y mis labios anfibios conceden el canto acuoso
bajo el cántaro de tierra barro el barro las humedades hacen crecer la enredadera de mi voz la palabra se troca verso - Vérsame y se libre, bésame seré yo quien te libre del silencio. se arremolina mi deseo se desanuda mi laringe - ¡Sí regresa el polvo de oro de la vida! entonces canto el traslúcido aliento seres alados nacen de la comisura de mis labios digo y hago vuelos salvajes trino - Tócame aquella canción, tócame...
retumba tu alma en mi piel termal escucho tu silencio y levito para siempre en la nota infinita que sostiene el cárcamo de mi voz se evapora el sentido de la oración rezo y remo a la vez río abajo mis ojos en el mural de Rivera un brillo inesperado aparece vapor de ti labios en el borde del ánfora de la vida se apoyan para beber canción natal - ¡Natalia sal de la tierra dando un brinco, salta como salta agua de una piedra! nube libertaria es mi voz - Préstame tu oído, te prometo un relámpago en junio.
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