DIC2018

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SUPLEMENTO ESPECIAL SOBRE PURDY MOTORS t Extracto de un libro de Camilo Rodríguez

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AÑO XX Número 259 - 2018

CUMPLIÓ 45 AÑOS EN ESTA ACTIVIDAD

Nuestra reina del maíz

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Doña Grace Matarrita.

285 PORTALES O NACIMIENTOS

En esta foto aparecen los egresados de la primera generación del Colegio Agropecuario de Pococí. Compartimos con usted, en esta edición, una primera reseña de la época en que nació esta institución. Tendremos una segunda parte en la próxima edición.

REMEMBRANZAS DEL COLEGIO AGROPECUARIO DE POCOCÍ

Guapileña tiene 285 pasitos

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Doña Mayela Cedeño.


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Tiempo de Navidad Por Florybeth Solís Q.

-¿Saben ustedes qué es la Navidad? Es celebrar que Jesús es Dios, que es Amor y que nace entre nosotros…cuando nos ayudamos, cuando nos reconciliamos, cuando nos comprometemos por ser mejores, cuando colaboramos unos con otros, cuando nos unimos para luchar juntos…No estoy criticando-Dios me libre-la alegría navideña, el sueño esperanzado de los niños, los abrazos familiares, la mesa jubilosa…Estoy diciendo que cuando una cena navideña tiene abundancia, pero no amor, se convierte en una simple comilona.

Pan de amor Por Florybeth Solís Q.

Quiera Dios…que el nacimiento de Jesús…nos ayude a descubrir todos nuestros posibles nacimientos: para el amor, para la generosidad, para la solidaridad, para la ternura.

Tortas de cerdo y espinacas Esta es una manera diferente de comer cerdo. Ideal para los adultos mayores que tienen dificultad al masticar.

Ingredientes:

- Dos ajos grandes triturados - Media taza de cebolla picada - Media taza de pan molido - Una cucharadita de sal - Un cuarto de cucharadita de pimienta - Pizca de nuez moscada - Una cucharadita de salsa inglesa - Un huevo batido - Dos tazas de hojas de espinacas picadas - Medio kilo (500 gramos) de posta de cerdo molida - Aceite y achiote

Preparación:

En un tazón grande ponga ajos, cebolla, pan, sal, pimienta, nuez moscada, salsa inglesa, huevo y espinacas y la carne de cerdo. Al tener todo bien unido, divida en 8 porciones y con cada una forme una torta. Caliente una sartén amplia y ponga un chorrito de aceite y un poquito de achiote; cuando este caliente ponga las tortas y cocine 5 minutos por cada lado o hasta que se vean doraditas. Sírvalas calientes. Consultas al 2710-0523

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Grace Matarrita Rojas

La reina de las tortillas de Guápiles t Doña Grace Matarrita Rojas es una de las personas que le muestran a las nuevas generaciones que sólo con trabajo y perseverancia se pueden alcanzar grandes cosas. En este mes de diciembre, hemos querido compartir su historia de vida y trabajo de las tortillas.

t Hace 47 años llegó a Guápiles, proveniente de Guanacaste; vivió dos años en La Unión de Guápiles.

Camilo Rodríguez y Eduardo Solano El Guapileño

Hace 45 años nos vinimos de La Unión para acá. Aquí comencé a trabajar con una maquinita de moler a mano para hacer tortillas y vender poquitos. Recuerdo que los primeros clientes fueron don Eloy Quirós, Rivelino, el que tenía negocio en la parada vieja, don Javier de la PIPS, la Soda El Parque y el Hospital de Guápiles. Después decidimos comprar un molino, de la marca “La Milpa”, y así le pusimos al negocio “Molino La Milpa”. Pusimos el molino y seguimos haciendo tortillas con una cocina de canfín y un anafre. En la actualidad sigo con una cocina de gas y la plantilla. Además, tenemos una máquina para hacer tortillas. Toda la vida he vendido torti-

En la foto, doña Grace y su esposo, don Beltrán (qdDg) moliendo maíz, para don Bautista, que su esposo de cariño le decía “Tistón” y su hija mayor, Margoth, en los inicios del molino. La historia de doña Grace Matarrita Rojas nos muestra que, con honradez y trabajo arduo, se logra todo lo que nos proponemos.

llas, masa; molemos pinolillo, de todo. Gracias a Dios, para la época navideña, les molemos maíz a muchas personas. Iniciamos con un molino y al mes mi esposo compró otro y se nos hacían unas “filonas” para moler maíz para los deliciosos tamales de cada hogar. Mi esposo se llamó Beltrán Meléndez López; con él trabajamos duro. Luego, los chiquillos se fueron haciendo grandes y nos ayudaban. Tuve tres hijos: Margoth, la mayor; Anazedy y Walter. Margoth hizo el primer año en la escuela de La Unión; después todos hicieron la escuela aquí y el colegio también. Gracias a este trabajo de las tortillas, todos fueron profesionales, Margoth estudió Administración de Negocios, Anazedy estudió Educación y Walter estudió Agronomía en la EARTH. Mi esposo falleció aquí. Con mucho orgullo, digo que fue un hombre muy legal. Ahora yo sigo adelante, aunque hace poco tiempo

estuve muy enferma, en parte por la partida de mi viejito. Mis hijas me decían: “mami, mire, que no continúe el negocio” Yo les dije: “De aquí me tendrán que sacar, como sacamos a mi esposo, hasta que él no pudo y él dijo: ´Hasta aquí llegué´, se le respetó y ya” Yo seguiré con mi negocio, porqué vivo muy agradecida con el pueblo de Guápiles. Bueno, yo no tengo queja de nadie, ha sido muy linda la gente de Guápiles, he tenido mucho apoyo de todos. En estos 45 años, han trabajado muchos jóvenes con nosotros a los que les ayudamos a seguir adelante, nos ayudaban a cocinar maíz y en otras tareas. Algunos de ellos recuerdo a José Centeno, y a Pablito, el hermano de Rafa Chinchilla. El estaba estudiando y venía a ayudarnos. Hoy por hoy me agradece mucho cuando le ayudamos para que fuera a Cuba. A Daniel “Panfilito” le dábamos la oportunidad de que estudiara y así muchos más… “Cuando uno emprende algo, no hay que tener miedo, no hay que

Doña Grace agradece el apoyo a los guapileños que durante 45 años la han acompañado y le han permitido servirles.

decir soy un fracasado, hay que seguir adelante, agarrados de la mano de Dios, que nos dé salud para trabajar y temor solamente a El Señor, verdad” Uno con salud todo lo puede hacer en la vida, siempre con la ayuda de El Señor, Él es el que nos guía y nos mantiene en pie y hay que obedecerlo. Gracias a la bendición de Dios y a la vida por traerme a este bello pueblo, Guápiles. En mi negocio vendemos torti-

llas, masa, pinolillo, molemos maíz y pinolillo. En esta época de Navidad, tengo la fe de que la gente venga a llevar su masita. Aunque ahora hay muchas masas, la gente prefiere cocinar su maicito y venir a molerlo porque el sabor de los tamales es diferente.

Estoy para servirles en lo que esté a mi alcance. Pueden llamarme al teléfono 2710-6725.

La Universidad como espacio para desarrollar el emprendedurismo Por Karen Ureña. Estudiante de Publicidad.

Roosvelth Mondragón es un profesional egresado de la Universidad Latina de Costa Rica de la carrera de Ingeniería Industrial. A inicios de su formación académica, él y su compañero Franklin Calvo, comenzaron un proyecto de emprendedurismo el cual, 6 años después, sigue en pie y propone su crecimiento. El proyecto consiste en la elaboración de una crema de licor a base de distintas especies como canela y clavo de olor. El producto surge a raíz de la inspiración de una crema realizada en Buenaventura, Colombia, la cual su textura y sabor encantan al mercado. Impulsados por personas de su vecindad a las cuales le vendían su producto, Mondragón y Calvo decidieron expandir y formalizar su negocio.

La Universidad ha apoyado a los estudiantes durante su transcurso por la carrera. Ahora, como profesionales y emprendedores, aplican los conocimientos adquiridos durante sus años en la Universidad

como base de muchos de los procedimientos a considerar y realizar acerca de su negocio. “Nuestra carrera está enfocada en desarrollo procesos y cuestiones administrativas. Buscamos la efi-

ciencia y eficacia en cada decisión que tomemos. Los conocimientos adquiridos en la Universidad los aplicamos diariamente: sea para tabular rectas, para considerar costos, entre otras cosas”, afirma Mondra-

gón. El profesional comenta que uno de sus principales obstáculos fueron los permisos municipales ya que se deben realizar distintos trámites para comenzar con su plan de funcionamiento, sin embargo, rescata que es cuestión de esfuerzo y paciencia para lograr el posicionamiento y crecimiento de su negocio. De igual manera, afirma que el motor para continuar con el proyecto una vez siendo egresados de la Universidad es el progreso del mismo del cual día con día son testigos. Este caso es un claro ejemplo de cómo la Universidad funciona como espacio de oportunidades, en donde los conocimientos que brinda la misma son de beneficio e impulso para llevar a cabo proyectos de emprendedurismo, sin dejar atrás el esfuerzo y la dedicación que hacen que un proyecto que inició en la Universidad, continúe en pie años atrás.



Recetas Navideñas Por Florybeth Solís Q. / Para El Guapileño

Con muchísimo cariño dedico una vez más una página de recetas a mis lectores, a sabiendas que les encanta cocinar, hornear o simplemente leerlas para “coger volados” como decimos popularmente. Este es el año número 10 de mi presencia en “El Guapileño”. Le doy gracias a Dios por habérmelo permitido y a Camilo y a sus padres por haber

Menú delicioso, fácil de preparar y de cómodo precio para este fin de año en familia. Consultas al 2710-0523

Ensalada de dos repollos Ingredientes:

- Doce tazas de repollos morado y blanco rallados y picados finos. - Dos manzanas rojas (dos tazas) picadas en cuadritos. - Una taza de apio picado.

Adereso: Revuelva bien:

- Una taza de mayonesa. - Una taza de yogour natural. - Cuatro cucharadas de salsa de soya. Mezcle la ensalada muy bien y luego vierta sobre ella el adereso.

Puré de camote para acompañar pollo o carne de cerdo o de res Ingredientes:

- Seis camotes medianos cocinados sin cáscara. - Dos cucharadas de mantequilla o margarina. - Media taza de jugo de naranja. - Dos cucharadas de azúcar moreno. - Sal y pimienta al gusto.

Preparación:

Haga puré los camotes aún calientes y reserve. En una olla a fuego mediano, cocine la mantequilla, el jugo de naranja y el azúcar durante dos minutos. Añada el camote, mezcle y sazone con sal y pimienta al gusto. Retire del fuego y reserve.

confiado en mí. Caminemos juntos durante el Adviento para también llegar juntos a Navidad, cumpleaños de Jesús. Vale la pena celebrarla en PAZ. ¡Un abrazo de mucho cariño! Y no nos olvidemos de compartir con los que menos tienen. “Es necesario sentir la mano de Dios sobre nuestra espalda para que podamos ser su mano en la espalda de los demás”.

Queque negro, queque de frutas o queque navideño, como quiera llamarlo Esta receta es de las mejores que he probado si no la mejor.

Ingredientes:

- Tres tazas de ayote sazón cocinado con poquita agua y hecho puré. - Cinco huevos. - Dos tazas de aceite vegetal. - Dos tazas de miel de tapa. - Dos tazas de azúcar moreno o con caramelo, es lo mismo. - Cinco tazas de harina. - Dos cucharaditas de vainilla. - Dos cucharaditas de canela en polvo. - Una cucharadita de clavos de olor en polvo. - Una cucharadita de nuez moscada en polvo. - Tres cucharaditas de polvo de hornear. - Una cucharadita de bicarbonato. - Ralladura de una naranja. - Ralladura de un limón ácido. - Opcional: higos y ciruelas picadas grueso, pasas, nueces, enharinadas. Lo que desee.

Preparación:

Recuerde cocinar el ayote en pedazos con poca agua a fuego bajo tapado para que se cocine al vapor. Cuando esté suave, bótele el agua y déjelo enfriar un poquito y hágalo puré, deseche la cáscara por supuesto. Agregue los ingredientes en el mismo orden que están en la lista batiendo al mismo tiempo. Vacíe la mezcla en 2 ó 3 moldes, y hasta más según el tamaño, engrasados y enharinados. Hornee a 350°F(o 170-185 °C) de 30 a 45 minutos si ha calentado el horno antes. Sáquelos de los moldes cuando estén tibios. Si desea los puede bañar con miel de tapa y licor cuando aún están calientitos. La miel debe estar bien caliente también.

Chuletas ahumadas, al horno Ingredientes:

- # de chuletas que desee. - Cuadritos de piña natural. - Azúcar moreno al gusto. - Si desea una pisca de pimienta a cada chuleta.

Preparación:

Coloque las chuletas sobre una bandeja que pueda llevar al horno. Prínguelas con pimienta al gusto. Encima póngales azúcar morena que las cubra y luego los cuadritos de piña sobre toda la chuleta. Preferiblemente téngalas listas y las mete al horno una media hora antes de servir. Use fuego mediano según su horno. No necesita mucho fuego porque las chuletas ya están prácticamente cocidas. Si las deja mucho se le tuestan y encogen.


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Educadora guapileña tiene 285 portales o nacimientos Camilo Rodríguez y Eduardo Solano El Guapileño

Es muy grato contarles que toda esta historia se moviliza a través del corazón de mi abuela. En sus tiempos remotos, el nacimiento era el mayor acontecimiento que nosotros podías tener en la Navidad. Y desde ahí, incrementar que El Niño Jesús nace y viene para estar con nosotros y compartirlo con todos los hermanos. Entonces, empezamos a tener esa devoción hacia el nacimiento de El Niño a través de pesebre. En mi comunidad de San Ramón se acostumbraba visitar las casas con todos los portales. Era muy importante y enriquecedor, ver cómo aquellas personas, desde mi abuelita y tantos otros, se esmeraban en hacer que todo fuera lo mejor. Con esta tradición empiezo casi que desde niña, acumulando pequeños y grandes pesebres que a través de los años han venido a conformar una parte de mi historia; más o menos entre pequeños y grandes ando por los 285. Es muy importante, solo que lleva un poquitín de trabajo. El querer que las personas se enamoren de esa

representación de Jesús y María en su humildad, para recibir en el corazón a El Niño Jesús, es lo que me mueve a hacerlo. Desde octubre empiezo a sacarlos y a vestirlos. Y les digo que muchas veces los niños se van de paseo y se cambian de mamá, porque me cuesta confor-

mar cual era del uno y cual era del otro, de acuerdo a como lo hayamos guardado. Pero si es muy importante, sobre todo que nosotros hagamos lo humanamente posible, porque la Navidad sea eso, que el Niño Jesús nazca en nuestros corazones.

El portal de Belén

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El origen de la tradición del Portal de Belén se lo debemos a San Francisco de Asís, a quien se le atribuye el haber organizado el primer nacimiento en el año 1223. San Francisco obtuvo el permiso del papa Honorio III para establecer un pesebre con heno y dos animales vivos en una cueva, un buey y un asno. Luego invitó a los aldeanos a contemplar la escena, mientras predicaba sobre “el bebé de Belén”. La costumbre popular de la escena navideña surgió allí. Luego, en escenas

posteriores, junto a José y María comenzaron a incorporar a los reyes magos y los pastores. El portal de Belén casero ganó en popularidad y ya ha crecido en nuestros hogares. Lastimosamente esta hermosa tradición ha perdido auge e importancia, limitando así el espacio y la devoción que dedicaban con gran admiración y ofrecimiento nuestros abuelos y antepasados. En este especial período de preparación para la Navidad, el adviento, se nos invita a que caminemos juntos a esa gran espera: El Nacimiento.

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¿Qué es El Nacimiento? La invitación para que llenemos de luces el alma para que este acto amoroso de Jesús donación de amor hecho Niño, resuene en nuestro corazón. Transformemos el corazón, atendiendo el llamado de Jesús para convertirlo en un pesebre. Abramos las cortinas que permanecen cerradas a quienes se acerquen a nuestro pesebre y miren: a un hombre José, a una mujer María que nos comparten la sencillez y humildad, para enseñar-

les este gran espectáculo. El Nacimiento del Niño ¿Cómo? Mirando y tendiendo la mano al pobre y necesitado. Construye la cuna del niño Jesús haciendo tu obra con el corazón. Dios quiere que lo hagamos real viviendo la esperanza y caminando hacia Belén Abre la puerta de tu pesebre… Él se asoma y entra. Estará contigo. Somos un pesebre entre los hermanos Brindemos AMOR-Humildad-Fe-Fraternidad-Esperanza. Feliz Navidad


Anecdotario de la Toyota en Costa Rica El periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri entrevistó a gran cantidad de colaboradores y ex colaboradores de la empresa Purdy Motors. Con base en ese material, aparece esta semana un libro de este comunicador, el libro número 166 de su carrera. Publicamos extractos en este especial por el gran ejemplo y la historia exitosa de esta empresa. El libro es una ventana, humanizante y humanizadora, por la que miramos la historia real, con épocas buenas y épocas malas, con virtudes y defectos, como ocurre en cualquier empresa.


2 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

El libro de una empresa por dentro Lo que aparece en esta edición es un extracto de mi libro sobre Purdy Motors. Don Javier Quirós, presidente de la empresa, me contrató para que se cuente la historia real de una empresa, llena de anécdotas, sin la narración lineal de una empresa que puede aparecer en un libro académico. Este es un libro de historias de vida en una empresa que es emblemática, exitosa, querida, simbólica y paradigmática en Costa Rica. Usted aprenderá mucho de la Toyota en Costa Rica, pero sobre todo aprenderá de la vida, porque el libro busca hermanar a la empresa con la vida, como ocurre en la realidad, lejos de lo que se dice de las empresas en las universidades. Ojalá que lo disfrute. Debajo de cada anécdota seleccionada, aparece el nombre de quien la contó. Iniciamos en esta página con anécdotas de Don Javier Quirós, presidente de la empresa, y en la página del frente con anécdotas de su hermano, don Amadeo Quirós, vicepresidente de la empresa. Este suplemento sale una semana antes de la aparición de los primeros ejemplares del libro, el número 166 de mi carrera como escritor.Agradezco esta gran oportunidad. Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

Pagar todas las deudas Yo decía, “papá siempre me enseñó que el nombre era lo más importante. Yo muero, pero pago todas las deudas que hay que pagar”. Eso fue un estrés en la vida. Si usted me dice que si sería capaz de volverlo a vivir, creo que no.

Javier Quirós “Me pusieron a quitar la grasa de las partes de carros” Nunca fui buen estudiante. Nunca fui mal hijo, nunca fui de to-

mar guaro, ni de fumar, sino libre. Yo hacía lo que me daba la gana. Donde me contradecían, me “cabriaba”, pero a veces trataba de ser obediente. Como era mal estudiante, en cuarto grado, de diez años, me mandaron a trabajar a la ensambladora. Nosotros íbamos a misa con corbata, con mi tata y mi mamá. Cuando llegué a la ensambladora, con diez años, yo ya sabía que era el hijo del dueño de la Toyota. Entonces, me aprovechaba un poquito de eso. Cuando papá me dijo que tenía que ir a trabajar a la ensambladora, yo dije, “puta, qué bonito trabajo, voy a ser el gerente de la ensambladora”. Me fui con corbata. Yo salía con papá y volvía con papá. Él era el que me llevaba. Llegué y juraba que iba para ge-

rente. Cuando le dice papá a Pedro Cortés, que era el gerente, “mire, Pedro, aquí le traigo a Javier. Usted y yo hablamos, ya sabe lo que tiene que hacer con él”. Papá se fue. Me traen una cubeta verde, nunca se me va a olvidar, con esponjas. Me dice, “póngase a lavar los vidrios, huevón”. Le digo, “¿cómo? ¿Los vidrios de qué?”. Me dice, “diay, de mi oficina, de la de directores, de todo”. Yo los lavé, pero llegué en la noche y lo acusé con papá. “¿Usted sabe lo que me puso ese carajo a hacer hoy? Lavé vidrios, lavé la sala de sesiones, lavé pisos, corté zacate”. Me dice papá, “¿de verdad te puso a hacer eso?”. Le digo, “sí”. Me dice, “ah, no, tranquilo. Mañana hablo con él”. Me dormí feliz pensando, “ma-

ñana lo quitan a ese mae y voy yo para adentro”. Cuando llegamos al día siguiente, yo de nuevo con corbata, papá no me dijo nada. Llegamos y dice papá, “Pedro, ¿qué fue lo que hizo usted con Javier?”. Le dice Pedro, “diay, don Javier, lo puse a lavar vidrios”. Le dice papá, “¿qué es que no entendés? Tenés que ponerlo a hacer el brete que tiene que hacer. No quiero que me vuelva a decir nada”. “Sí, don Javier, está bien”. Yo por dentro, “uno más dos son tres. A este mae le cortaron el rabo y voy yo de gerente, ahora manejo esta vara”. Me mandó a la parte trasera de la ensambladora, donde los carros venían y había que quitarles una grasa de chancho que traían. Era un trabajo muy sucio. Después de trabajar con la grasa de chancho, había que montarlos en un molde. Había que soldarlos en una máquina grandísima que le decían “pico de ganso” y tenía contrapeso. Me manda para atrás. Me da un quimono y me dice, “limpie ese montón de guardabarros y puertas. Después se va a soldar”. Y yo pensaba, “a este hijueputa, ¿qué le pasa?, ¿qué se está creyendo?”. Pero no me pongo a discutir. Me pongo a limpiar ese “graserío”. Se me quemó toda la corbata porque no me la quitaba.

Javier Quirós “Me pagaban cinco colones cincuenta a la semana” Antes se armaba el chasis del carro con el motor y por otro lado se armaba la carrocería. Llegaba un punto donde los dos “se encontraban”. La carrocería se levantaba, metían el chasis, bajaban el carro y le pegaban las tuercas y todas las cosas. Ese día estaba un chasis entrando y un carro levantado. Había un carajo muy charlatán y empiezaa decir, “Javier, agarre el carro, agarre el carro, se va a caer”. Algo yo a agarrar el carro. Claro, estaba amarrado de cuatro puntos. Diay, yo lo agarré de un lado y lo podía aguantar. Tenía unos filitos donde se unía la carrocería y yo agarrándome de esos dos filitos. Suena el timbre de ir a tomar café y todos los empleados pasan a tomar café. Ninguno me dice nada y yo pensando, “a mí se me cae este carro y hasta ahí”. A mí me pagaban cinco colones cincuenta la semana de salario. Yo decía, “se me cae este carro y trabajo el resto de mi vida gratis para pagarlo. A mí este carro no se me cae”. En eso pasó Pedro Cortés, el gerente, que andaba mucho por ahí. Me ve con el carro y me dice, “Javier, ¿que está haciendo?”. Le digo, “Pedro, por favor llame a alguien que me ayude, el carro se está cayendo y todos se fueron”. Me dice, “suelte eso, no ve que está amarrado”. Lo solté y me

quedaron las manos todas rajadas y con sangre.

Javier Quirós Galón de gasolina en polvo La ensambladora tiene varias etapas de ensamblado. Se llama línea de vestidura, que era donde los carros se ensamblaban; después iba a línea motora, que era la mecánica. Entonces, venía el carro con la carrocería y se le ponía una alfombra, una batería, el radiador, y así se arrancaba el carro. En una de esas, como a los tres o cuatro años de estar ahí, me dice un mae, “Javier, vaya pídale a Pedro Cortés que me mande la gasolina en polvo para echarle al carro”. Le digo, “¿gasolina en polvo?”. Me dice, “sí, es que se nos acabó”. Le digo, “bueno”. Me voy donde Pedro y le digo, “Pedro, que si me regala un galón de gasolina en polvo”. Me dice, “vaya dígales a esos hijueputas que no jodan y que se pongan a bretear”

Javier Quirós “Esto es parte de la historia y ojalá lo jodan más” Había un mueble donde se subían los asientos y después caían en la línea. Estaba yo arriba limpiando el mueble, cuando veo un mecate colgando y digo, “¡qué chiva colgarse de un mecate de esos!”. Le digo a Chávez, “¿mae, ustedes nunca se han colgado de ese chunche?”. Me dice, “uh, a cada rato nos colgamos, es chivísima. Anda, Colgate, nosotros te ayudamos”. Los maes fueron y con una escalera me alcanzaron el mecate. Me colgué como Tarzán por toda la ensambladora. Ese mecate estaba como a tres metros y medio de altura. Donde me tiro, los huevones esos me quitan la escalera, y, diay, no tenía donde mandarme. No me podía tirar porque me quebraba todo. Tampoco podía volverme porque ya los maes se habían llevado el mueble. En eso, entra papá con Pedro Cortés. Imagínese al hijo del dueño haciendo swing en un cable eléctrico para allá y para acá. Yo veía pasar a papá y yo decía, “¡qué cagada me van a meter aquí!”. Le digo, “papá, diga algo”. Nada más se levantó el casco. Yo dije, “¡me va a matar en la noche!” Volvió a pasar como ocho veces hasta que dice, “señores, traigan la escalera y bajan a mi hijo de ahí por favor”. Los maes fueron y trajeron la escalera. Yo no recuerdo, nunca, haber visto a papá que llamara a alguno de los empleados y los cagara por eso. Se ve que papá decía, “esto es parte de la escuela y ojalá lo castiguen más”. No me extraña que papá les haya dicho, “jódanlo”. No me extraña.


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Don Amadeo Quirós comparte sus anécdotas inolvidables Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

Orinada en carrera en un desierto El día de una carrera en un desierto, nos pasan una bolsita y nos dicen, “pónganse eso por si les dan ganas de orinar”, “¿qué es eso?”, pregunté, “diay, eso es un preservativo con una manguera que cae aquí porque usted no puede parar en la carrera”. Todo el mundo decía, “yo no me pongo esa mierda”. Era incomodísimo. Un mae se la puso y se le cayó. Termina la carrera a las 12 de la noche. Todo mundo preguntó, “¿qué?, ¿cómo te fue?”, “no, perfecto”. Me pregunta un mecánico, “¿cómo te fue con la orinada?”. Le digo, “no perfecto, yo pasé como si nada”. En eso nos toman una foto a todos juntos. Nos mandan la foto y vemos a Javier orinadititico. El uniforme es blanco. Entonces, cuando él se orina y la orina se revuelve con el polvo, aquello es algo terrible. La mancha delató a mi hermano.

Amadeo Quirós La amante que tenemos “a medias” Le voy a contar otra. Para mí, es la forma más ingeniosa de llamarme o contactarme por parte de un cliente. Estábamos en Paseo Colón. El cliente era un amigo. Le dice a la secretaria, “mire, necesito hablar con don Amadeo”. Le dice, “no, es que él está en reunión”. A la tercera vez que llega, le dice, “vea, yo nada más le voy a decir a usted lo siguiente: dígale a Amadeo que me urge hablar con él porque la amante que tenemos entre los dos está embarazada y no sé si el hijo es de él o es mío”. La secretaria entró pálida, “mire, don Amadeo, que lo busca…”. ¿Cómo se llama el que estaba al frente de Canal 2? ¿Ya sabe de quién le estoy hablando? Ramón Coll. Ese fue. La secretaria, asustada, dice, “es que lo busca don Ramón, dice que le urge hablar con usted”. Le digo, “ah sí, sí, que pase”. Entra cagado de risa y le digo, “mae ¿qué pasó?”. Me dice, “Diay, mae, es la única forma de hablar con vos. Le dije que tenemos una querida a medias y que taca taca taca”

Amadeo Quirós Alguien “pirateaba” con un carro de Purdy Motors Una vez un muchacho, un trabajador, saca un carro de Purdy Motors un fin de semana. Cuando hacen el inventario no aparece el carro. Empiezan a buscarlo y resulta que el muchacho se lo había llevado para el barrio donde vivía y andaba pirateando. Eso fue hace como 15 años. Lo hacía los fines de semana. Nos dimos cuenta porque en un momento colisiona y el señor del carro con que chocó, toma la placa y se da a la tarea de buscar la procedencia del carro. Llama a un “rent a car”, que fue el que entregó el carro a Purdy Motors, y ahí le dicen que, efectivamente, el carro se entregó a Purdy Motors

hace tanto tiempo y que era parte del inventario de vehículos usados en ese momento. Ahí empezamos a averiguar y nos dimos cuenta. Por supuesto que el muchacho no siguió en la empresa.

Amadeo Quirós Un carro Prado con “turbo canfín” Una vez, llegó una muchacha nueva. Los vendedores que se suponía que tenían que asesorarla, le dicen, “es que esa Prado, año

tal, es turbo canfín”. La muchacha se lo creyó. Imaginate la maldad. La muchacha estaba vendiendo un carro Prado “turbo canfín”. La gente se reía de ella, con toda la razón.

Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


4 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

Recuerdos de muchas décadas de Purdy Motors

Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

Gasolina en polvo Recuerdo que, cuando don Javier estaba chiquillo, en la ensambladora los mecánicos lo vacilaban. Lo mandaban a que les consiguiera gasolina en polvo. Él, en su inocencia, iba. Siempre se acuerda de eso. Incluso yo tenía en el quinto piso un pintor, no sé si se habrá muerto, Toñito, pero don Javier decía que Toñito fue el que le hizo eso. Nunca tomó represalias ni nada de eso, pero él decía que fue Toñito.

Enrique Salas Empanadas y helados para todo el mundo Don Javier padre se sentaba en el escritorio de la recepcionista y llegaba una muchacha por ahí con empanadas, o llegaba alguien con helados y él llamaba a todo el mundo. Éramos pocos. Nos llamaba a todos y decía, “coman, coman, muchachos”. Él comenzaba a repartir y a darle a todo mundo. Ahí comenzaba el chiste. Tanto que una de las cosas bonitas que don Javier tenía era que cuando él viajaba a Japón, nos traía un recuerdo. Nos traía un llavero, una agenda, un recuerdito para todos. Recuerdo que en una ocasión rifó unos televisores y alguien “clavió” porque no se pegó nada, entonces, compró más para darle a más compañeros.

José Joaquín Sancho El patrón cargaba la pata de chancho Le cuento algo muy interesante. Al final de

año, íbamos a “Los Juncales” a la fiesta. Don Javier padre pasaba por todas las mesas saludando a la familia y a los chiquillos de nosotros. Pero, jocosamente, porque era así, un hombre muy abierto, algunos compañeros agarraban el hueso de la pata de chancho, le ponían un mecatito y se la amarraban atrás. Él se daba cuenta, pero con tal de andar en el vacilón, se hacía el maje. Todo mundo se moría de risa. Él se hacía el que no sabía nada.

José Joaquín Sancho Guaro y bocas para el camino Cuando teníamos que ir a pasear en fin de año, don Javier padre ponía un jeep o varios jeeps. Se montaban seis o siete personas en cada jeep. A los que no tomamos licor, nos tocaba manejar. Agarraba una cantidad de bebidas, bocas y guaro y decía, “tome, llévese esto en ese carro y esto otro en el otro carro”. Todo para que llevaran en el camino…

José Joaquín Sancho El carro se le incendió al jefe En una ocasión, don Javier padre metió un Rangler Ambassador al taller de la empresa. Le pusieron mal un filtro, es decir, el filtro quedó mal puesto. Don Javier salió a la calle con el carro y se le incendió. Cuando regresó al taller, todo mundo se le escondió. Él llegó furioso, pero después andaba muerto de risa. Estaba muy enojado, pero verlos tan asustados le bajó la furia.

José Joaquín Sancho Sinfónica Nacional para los mecánicos En una ocasión, Don Javier llevó a la Sinfónica Nacional. Eso era algo extraño para nosotros, pero don Javier era algo especial. Para muchos de nosotros, esa fue la única ocasión en que escuchamos esa música.

José Joaquín Sancho Ese detallazo… Cuando uno cumple diez años de trabajar en la empresa, don Javier y don Amadeo le regalan un reloj muy fino. Es un detallazo.

José Joaquín Sancho “Ahí viene ´El Chorizo´” Cuando don Javier padre llegaba al taller, todo mundo comenzaba a decir, “ahí viene el chorizo, ahí viene el chorizo”. Comenzaba el vacilón. Le decían “Chorizo”, pero con buena cara. Solo así se le conocía. Era por ser tan largo. Hasta los jefes sabían que así le decían, pero todo mundo callaba. Como él era tan chistoso, aunque parecía muy serio, él tenía sus cosas jocosas. Llegaba y daba bromas. Saludaba a todo mundo. Era muy amigo de regalar cosas, muy amigo de ver qué estaban haciendo. Estaba pendiente del trabajo de cada quien. Esos detalles no se olvidan. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


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Anecdotario de la

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en Costa Rica

soportado tanto tiempo”. Ya la compañía había crecido. Me dejó un grato recuerdo.

José Joaquín Sancho “Cuando llovía, nos De vez en cuando, don Javier padre mojábamos”

“Don Javier era ´un fiebre´ de los carros, como nosotros”

quería probar un carro. En ese tiempo, había uno que se llamaba Rambler y él tenía un Hummer. Él era “un fiebre” de los carros. A nosotros nos tocó en varias ocasiones ensamblar Land Cruiser para el ICE. Esos que se ven en los anuncios mientras cruzan los ríos. Como yo era el encargado de reparar los motores, todos esos motores, que era una cantidad grande, estaban esperándome para que los reparara. Llegué a tener quince motores esperando a que llegaran repuestos de Toyota.

Atender al amigo del dueño En una ocasión, me tocó repararle un carro a un amigo de Javier hijo. Javier hijo llegó con un buen amigo y le reparé un carrito. Ese muchacho se quedó ahí por orden de don Javier. Me dijeron, “ese muchacho se va a quedar aquí, acompañándolo”. Ese amigo era de apellido González. Era un tipo muy agradable. Él decía, “yo estoy estudiando Medicina, pero quiero ver la Mecánica”. Eran muy jovencitos Javier y él. Me tocó atenderlo. Cuando me fui, don Javier me dio las gracias por haberlo atendido tanto tiempo. Y el muchacho me dijo, “muchas gracias por haberme

Cuando comenzamos en el taller, en Paseo Colón, eso era pequeño y había que salir en carrera porque se mojaba todo aquello cuando llovía. Solo estaba techado la mitad del edificio.

José Joaquín Sancho Perfume de gardenias Don Javier padre era feliz de que le cantaran en las fiestas de fin de año “Perfume de Mujer”. Todo mundo la cantaba para que él gozara y vacilara con todos los compañeros. Él era así.

Olivier Chávez El tiro del hule Recuerdo que estando uno debajo de un carro, cambiando aceite, sentía que le daban un hulazo con los hules de los balancines. Buscaba uno y no había nadie. Manada de infelices. Dolía un montón.

Olivier Chávez Travesía entre Puriscal y Parrita Una vez nos fuimos a un paseo y recuerdo una anécdota de un señor Mo-

rales, que barría, un señor que vivía en Pavas. Le estoy hablando de hace mucho más de 50 años. Entramos por Puriscal con la Toyota. Era más que nada una exhibición. Iban los jeep Toyota con cadenas. Era puro camino de barro y tierra. Don Javier nos dijo, “van a ir con los Toyota a hacer una exhibición”. Nos fuimos para la playa a hacer la exhibición. Entramos por Puriscal, por unos caminos que no sabíamos ni cómo íbamos a salir. Era de Puriscal a salir a Parrita. En la noche, nos tomamos unas cervecitas. El señor que barría, nunca se me olvida esa anécdota porque me dice, “Chávez, ya yo me voy”. Él vivía en Pavas. Le digo, “¿cómo ´ya me voy´? ¿Usted sabe dónde estamos?”. Me dice, “sí claro, estamos en La Sabana. Vea yo me voy por aquí y llegó a Pavas”. Salió caminando y pegó con una palmera y hasta ahí llegó. Imagínese la borrachera en la que andaba.

Olivier Chávez “Futbolística” forma de contratar al personal A mí solo Tieso me decían. En ese entonces, estaba en la reserva del equipo Cartaginés. Jugaba de defensa central. Después, hicimos un equipo en Toyota. Jugaban “Macana” Campos y “Pecas” López. Era una selección. Se hizo un equipo muy bonito porque teníamos todo el apoyo de Toyota. Había alguien en Toyota que contrataba al personal de acuerdo a las necesidades del equipo. Si nos hacía falta un defensa, contrataba

para trabajar en Toyota a un buen defensa. Su no jugaba futbol no tenía trabajo en la empresa.

Carlos López Tres puntos en la frente Raúl Martén se quitaba los zapatos, ponía los pies sobre el basurero, y se recostaba mientras llegaba un cliente. Un día estaba así y lo llamaron. Don Javier antes tenía esa costumbre: cuando tenía un negocio, decía, simplemente, “que venga fulano” y en ese momento, de esta anécdota, le dicen, “Raúl, que lo llama don Javier”. Acababan de poner puertas corredizas de vidrio en “Vehículos Usados” y la puerta estaba cerrada. Raúl salió con una fuerza porque lo llamaba don Javier que no se dio cuenta y traspasó la puerta. La quebró. Se cortó él la cara y las manos. Así se fue a la oficina de don Javier. Entró en carrera y le dice, “sí, don Javier”. Le dice don Javier, “¿qué le pasó?”. Le dice, “ah, no, nada, es que usted me llamó”. Le dice don Javier, “no, no, vaya, cúrese primero y después viene”. Yo creo que como tres puntos le pusieron en la frente a Raúl.

Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


6 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

Recuerdos de muchas décadas de Purdy Motors

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“Don Javier padre era un ´compa´ más para nosotros” Don Javier padre llegaba al taller y tenía tanta confianza que si una persona estaba comiéndose una empanada, cogía la mitad y se ponía a comer todo tranquilo a la par de uno. Llegaba mucha gente vendiendo helados. Uno pedía un helado y él le pedía helado a uno. Casi siempre invitaba, pero si él no estaba cuando llegaban a vender, entonces después llegaba a pedirle a uno. Comía de lo que uno tuviera. Como un compañero más, como un verdadero “compa”.

Carlos Monge “Pagame esta empanada” Recuerdo un montón de anécdotas con respecto a don Javier Quirós padre. Él era un hombre muy sencillo. Pocas personas he conocido yo como él, que con el poder que tenía y el dinero que tenía, se mezclaba con cualquier persona. Se metía al taller y hablaba con cualquier persona. A la hora del café (nos daban un cuarto de hora para tomar café en la mañana, de 9:15 a 9:30) nos sentábamos en la acera a un lado del taller. Estábamos tomando café o comiendo empanadas, porque llegaban los vendedores. Más de una vez pasaba, estando todos ahí sentados, y volvía a ver la canasta de las empanadas. Se agachaba. Cogía una empanada. Le metía un mordisco. Se volvía y le decía a cualquiera de los que estábamos ahí, “pagame esta empanada”. Se iba para adentro. Eso no es cualquier patrón el que lo hace.

Carlos Monge “Deciles que estén tranquilos” En una ocasión. se le incendió un carro. Al día siguien-

te, todo el personal estaba asustado. Creían que don Javier padre iba a ver quién le había hecho el trabajo para cortarle, como decían antes, “rabo y orejas” y hacerlo pagar los daños. Todos decían, “¿quién fue?”. Nadie era. El asunto es que comienzan, “ahí viene don Javier”. Todo mundo escondido. Se para en el centro del taller, pero no había nadie. Se viene Monteverde (el jefe) a ver qué quería don Javier. Le dice don Javier, “Diay, Monteverde, no oigo ruido, ¿dónde está el personal?”. Empezó Monteverde a buscar a la gente y todos estaban escondidos, debajo de los carros o detrás de todo. Le dice Monteverde, “es que vea, con el accidente que tuvo usted ayer con el carro, están escondidos porque anda el rumor de que usted va a venir a despedir a todos”. Se carcajeaba ese hombre a más no poder. Le dice, “no pasa nada, Monteverde, decirles que estén tranquilos”.

Enrique Herrera “Era un viejo completamente parejo”

Carlos Robles “Don Javier era uno más entre nosotros en las fiestas de Navidad”

Una vez le metí un hulazo a un japonés. Un hulazo de balancín. Pero teníamos mucho pulso. No solo yo. Éramos todos. Pasó la Antorcha de la Libertad en esa época. Iba a ser el 15 de setiembre. Todos salieron corriendo para verla porque pasaba por Paseo Colón. Yo quedé por allá. Agarré un hule de balancín y lo tiré a lo que fuera. Entre la gente de la pelota que iba, salió el japonés. El ingeniero de Japón decía, “doler mucho ‘oyido´, doler mucho ´oyido´”. Lo pegué en la pura oreja. Yo pensé, “no me vieron, nadie me vio”. Pero yo era el que estaba allá. Me mandaron una carta de despido. Pero, en esas épocas en que uno ganaba noventa pesos, ¿qué iba a hacer uno si le cortaban el rabo? Hablé con don Mario Tanzi. Le dije, “don Mario, no ve que me pasa esto y esto, diay una travesura de uno”. Me dice, “no se preocupe, Herrera, le voy a meter ocho días y después viene, de por sí el japonés se va mañana”. Historias así tengo un montón. Don Mario Tanzi era otra gran persona.

Yo tengo muchas anécdotas de don Javier padre. Para fin de año, en las fiestas de Navidad que nos hacía, él llegaba y se mezclaba con todos. Recuerdo que no tomaba porque era un hombre muy sano, pero sí se apuntaba al vacilón. Invitaba a piernas de cerdo. Tragos iban y tragos venían. El último hueso de la pierna que quedaba, se lo amarraban con un manila a un extremo. Al otro lado, tenía un alambre. Se lo ponían a uno en la parte de atrás de la faja. Uno ya sabía y se iba arrastrando el hueso. Era un vacilón. Don Javier se apuntaba a eso.

Carlos Robles “Don Javier Quirós padre era fuera de serie” Imagínese que entraba a la ensambladora y se sentaba con compañeros que tenían más años de estar ahí. En la línea, había un proceso de trabajo por etapas. Tal vez estaban jugando naipes y se sentaba con ellos. Ni siquiera volvía a ver el naipe.

Don Javier, al igual que yo, fumaba. Él y yo fumábamos mucho. Llegaba y le metía la mano a uno en la bolsa de la camisa, sacaba un cigarro de los de uno y pedía fuego. Yo llegué a darle fuego con una varilla de soldadura. La metía uno en el esmeril y se calentaba. Salía el viejo caminando con el cigarro para la oficina. Era un viejo completamente parejo. Era igual con todo el mundo.

Enrique Herrera De cómo me salvé del despido

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Anecdotario de la

en Costa Rica

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“Lástima que no está Chicho para pedirle perdón otra vez” Una vez llevaron unos guantes. Nos sentábamos a almorzar y llevaron unos guantes, pero eran muy chiquitillos. Como de chiquillo. A mí siempre me gustó el boxeo. Me gustaba pelear. Me decían, “Quique, póngase los guantes con Chicho Fonseca”. Chicho boxeaba bien. Nos los pusimos. Los carajos ahí viendo. Yo me abrí y le pegué por la nariz y se la quebré. Le quebré la nariz. Estuvo en el hospital. Lástima que no veo a Chicho aquí, para saludarlo, y pedirle disculpas otra vez. Fue por pura travesura.

Johnny Campos Los sánguches en la fila del Banco Central Hay cosas que no se pueden olvidar. La crisis de Carazo, por ejemplo. Esa fue la más brava. A la compañía la cubrieron con deudas. El dólar fue devaluado rápidamente. No había dólares en el Banco Central. En Repuestos, mandábamos gente a hacer fila para en la mañana para sacar dólares del Banco Central por medio de Bernardo Gómez, que era el que coordinaba eso. Se mandaban y después se pasaba regalándoles sánguches. Eso de compartir los sánguches en la fila es algo que yo nunca olvido.

Daniel Brenes “Que el patrón me robara de los cigarros más baratos” Don Javier Quirós padre era un carajo muy estricto. Era muy estricto, pero creo que tenía muy buen corazón. Ese carajo llegaba a la agencia y en las fiestas de fin de año se relacionaba con nosotros. Llegaba a las cajas de herramientas a coger cigarros. Fumaba mucho. En ese tiempo, yo fumaba mucho. Costaba 1,60 el paquete y uno se ganaba 1,25 la hora. Yo lo que hacía era que me compraba un paquete de Liberty que costaba 55 céntimos y los echaba entre las herramientas. El paquete de Capri lo dejaba en el locker. Así él se fumaba los Liberty y yo me fumaba los Capri. Los Capri eran muy caros. Que el patrón me robara de los cigarros más baratos.

Daniel Brenes Los carros alterados de los hijos de don Javier Una vez se jalaron una torta con un “quemacocos”. Don Javier les regaló a ellos, los hijos, dos Célicas. Uno rojo con unas rayas. Ese era uno. Ese era el de don Javier. El de don Amadeo era verde. Pero don Javier le agarró el patín por ponerle

“quemacocos”. Después, le dio por alterar el motor. Si mal no recuerdo, se le puso cuatro carburadores y toda la vara. Cuando don Javier padre se dio cuenta, se enojó. Inclusive se enojó con Jimmy, que fue quien lo modificó. Decía don Javier que él no quería que se le mataran los hijos. Viera qué broncón. Dio la orden de que nos echaran a él y a mí. Esa fue la primera vez que me defendió don Javier hijo. La culpa no era de nosotros.

Daniel Brenes “Me agarraron ´marcando´ con una chiquilla” Ahí, los sábados, el ambiente era muy tranquilo. No llegaba mucha gente. A veces se hacía algo. A veces no se hacía nada y empezaba uno a dar vueltas. Estaba una vez hablando por teléfono con una chiquilla. En eso, entra Monteverde y dice, “don Javier, ¿se le ofrece algo?”. Vuelvo a ver y está el hombre detrás mío. A mí se me frunció todo. Y dice don Javier, “estoy esperando a Daniel, que termine una conversación muy amena que tiene ahí”. Estaba oyendo. Qué torta.

Daniel Brenes “Monteverde (el jefe) nunca más volvió a patear nada” Monteverde tenía la maña de empezar

a joder por todo el taller para ver a quien se encontraba para patear lo que fuera y alzar el polvazal. Un mecánico medio maldoso le puso un pistón en una caja de otra cosa, y lo colocó en medio del taller. El hombre se abrió y le pegó el patadón al pistón. Claro, ni lo movió. Lo que se le movió fueron los dedos de los pies. Me imagino que tuvo que haberse quebrado los dedos. Pero se curó. Nunca más volvió a patear nada.

Daniel Brenes “Eran dos jovencitos, dos ´mequetrefes´” Le puedo decir que fue muy duro cuando Javier murió. Un día le pregunté a Marco Tulio, que era el gerente, “¿cómo hiciste vos con dos mequetrefes que se creían los dueños de la compañía, que sabían mucho y que querían manejarla?”. Me dice, “ay doña Ani, no sabe lo duro que fue, no se imagina lo duro que fue”.

carretera al Volcán Irazú de tal hora a tal hora porque iban a tener carreras de carros. Don Joaquín Tinoco era el alcahueta de todos esos muchachos. Él les decía, “vayan a hacer carreras a mi finca”.

Ana Ramos “Javier, lo están agarrando de maje” Javier, mi hijo, estaba sosteniendo el carro porque le dijo un mecánico, “sostenga el carro y no lo suelte porque si lo suelta, se hace papilla”. Llamaron a almorzar y todo mundo se fue y Javier no soltaba el carro. Ya Javier estaba hasta colorado de estar sosteniéndolo. En eso pasó Pedro Cortés, que era el gerente, y le dice, “Diay, Javier, ¿qué estás haciendo aquí?”. Le dice, “es que no puedo soltar el carro porque se rompe”. Le dice, “nombre, suelte eso, Javier, lo están agarrando de maje”.

Ana Ramos

(esposa de don Javier Quirós padre)

“Vayan a hacer carreras a mi finca” Las carreras de carro empezaron cuando Javier, mi marido, tenía un carro Chevrolet. Todavía no tenía la American Motors. Todos los amigos de él corrían carros. Las carreras eran por el Volcán Irazú. Se le pedía a la policía de tránsito que cerrara la

Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


8 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

Recuerdos de muchas décadas de Purdy Motors

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“No diga chinito, no diga chinito” Quien ahora es el presidente de Toyota, conoció a Javier, en Estados Unidos. Se hicieron muy amigos. Él estuvo hospedado en mi casa. Los dos trabajaban en la ensambladora. Como era chino, todo era, “diay, chinito”, “vení chinito” y chinito para acá y para allá. Un día se trajo alguien al suelo con una llave de judo, y de una vez lo sentenció: “no diga chinito, no diga chinito”.

José Manuel “Pecas” López “Me hice chiquititico, pero por dicha no pasó a más” Fui a dejar a don Javier hijo a la playa porque allá estaba la esposa. De allá para acá me traje el carro de él. Estaba lloviendo mucho. Me fui en un hueco porque no lo vi. La cosa es que le partí la llanta a la mitad. A lo largo fue que se le partió la llanta, pero curiosamente no se desinfló. Otro día, en la mañana, cuando llegué a la oficina, me dice, “llevá el carro al quinto piso porque te cagaste en la llanta y en el aro”. Me hice chiquitico, pero por dicha no pasó a más.

Ana Ramos Amadeo tenía una novia gringa y se la quitaron… Amadeo tenía una novia gringa y se la quitaron. Estaba jovencillo. Era un carajillo. La cosa es que me llevó a mí y me dice, “vamos conmigo porque yo voy a agarrarme con ese hijueputa”. El hijueputa fue el carajo que le quitó a la novia. Yo creo que no se peleó, pero sí andaba que se lo llevaba puta.

Primo, (Rodrigo Barrientos) Lealtad a prueba de muerte Yo recuerdo lo que me dijeron cuando me estrellé en la moto. Yo llevaba los dólares. Dijeron, “ese viejillo está muerto”. Yo lo escuché bien. Venía con un montón de dólares porque era el tiempo en que había crisis y costaba mucho conseguir los dólares. Cuando me estrellé en la moto que llevaba los dólares, Pecas dijo, “junten a ese carajo, ese carajo está muerto”. Yo dejé que me llevaran en ambulancia hasta que llegó un compañero de la Purdy Motors y pudo llevarse la plata. Con los dólares conmigo, no hubiera dejado que me llevaran al hospital. Primero estaba el deber.

Primo, (Rodrigo Barrientos) José Manuel “Pecas” López “Cuando le dije que Javiercillo “Nos comimos el caviar de la fiesta” era bueno corriendo como que se Cuando se casó doña Marta, fuimos a tranquilizó” traer el caviar. Le dije a Pecas que lo destapara. Lo probamos. Es que nunca habíamos comido de eso. Viera qué feo sabía esa carajada. Me dice Pequitas, “pruébelo” y lo agarré y lo tiré por la ventana. Llevamos el resto del caviar y nos compadecimos de esa gente que iba a comer algo tan feo.

Quiero hablar del autódromo de La Guácima porque tiene mucha importancia para la historia de la Purdy Motors. Yo estuve más de 20 años metido en La Guácima. Estaba trabajando en la Toyota cuando empezó el autocross, que nació en la Toyo-

ta. La Toyota y la Willys hicieron grande el autocross. Fuimos a correr, y también como espectadores, a todo Centroamérica. En esa vaina de las carreras y todo, Javiercillo, como nosotros le decimos, porque a mí me cuesta decirle Javier, fue fundamental para la Purdy Motors. Ya te explico por qué. Él vivía como loco por correr, pero Javier tata no lo dejaba. Esa fue la primera torta que me jalé. No tengo muchas. Para mí, los muchachos han sido muy correctos. Yo no me acuerdo que hayan hecho tortas feas. Pero sí me jalé una con Javier tata. La historia es que yo puse a correr con Javiercillo. Le presté un go kart por un año. El corrió conmigo por un año en La Guácima “de a callado”. Cuál es la sorpresa que en La Nación de un lunes aparece en primera plana. Es que había un suplemento deportivo que hacía el Club de Periodistas y Locutores Deportivos de Costa Rica. Nombraron a Javier como el novato del año en cartismo. Imaginate la primera página de esa revista, con Javier Quirós con el casquillo y el trofeíllo en el go kart. Lógico, en el momento que Javier padre abre La Nación, le aparece Javiercito. Qué bronca. Me llama. Cuando a uno le tocaba hablar con don Javier; aparte de que era un hombre muy grande, como de dos metros, y bastante corpulento, por lo que imponía autoridad, uno le tenía un respeto muy grande. Yo lo que espero es la gran barbeada que me va a dar don Javier. Me dice, “Guido, esto es obra suya”, y me muestra la portada. Le digo, “sí, don Javier”. Cuando se bajó un poquito, me dice, “usted sabe que yo no estoy de acuerdo” y no sé qué más. Le digo, “don Javier, perdóneme, eso no es peligroso y el chiquillo corre bien”. Me dice, “y contame, ¿qué tal es? Pero decime la verdad”. Cuando le dije que Javiercillo era realmente bueno, como que se tranquilizó.

Huevo (Gilberto Hernández) “Recibieron ese caballo como parte del pago” Venía un señor por Paseo Colón a caballo. Tengo entendido que lo llevaba para una cuadra. Resulta que Nano Robert, que era el gerente de ventas cuando yo entré a la Toyota, allá por los años 70, lo llamó y le dijo, “¿no quiere irse en carro?”. Para no cansarlo con el cuento, amarraron el caballo al frente de la Toyota y el señor se fue en carro. ¿Cómo fue el negocio? No me pregunte. Pero recibieron ese caballo como parte del pago.

Huevo (Guido Hernández) Recibieron un piano como parte del pago de un carro Otra anécdota tiene que ver con un órgano o un piano. Recuerdo que fue un órgano o un piano comprado en Bansbach. Yo me acuerdo que, como parte de la prima, un vendedor de apellido Madrigal recibió un piano o un órgano. Muy fácil ese negocio. Vos pagás a la Toyota el precio de lo que valía el piano o el órgano que habías recibido como parte de pago por un carro usado. Esos eran los chorizos en la Toyota. Como te digo, yo te cuento los buenos, aunque no había malos. Esos eran negocios que hacían los vendedores. Como decía don Javier padre, “no me importa que ellos hagan sus chorizos siempre y cuando paguen en la Toyota lo que deben pagar por los carros que venden”. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


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Anecdotario de la

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“Se bebieron la prima de un carro y optaron por hacerle una prenda al carro de la basura” Don Javier siempre nos dijo que él y don Mario Tanzi levantaron la empresa junto con un vendedor que ni siquiera creo que conoció Javiercillo. Se llamó don Rafael Gómez. Eran Javier Quirós, Mario Tanzi y Rafael Gómez los que comenzaron la Toyota. Son nombres que no podemos olvidar. Don Javier siempre insistió en que lo más importante era tener un departamento de ventas robusto y muy competente. En el caso de los carros usados, se hacía el maje con respecto a los chorizos que hacían los vendedores. Para él, lo importante es que vendieran carros. Eso se prestaba para anécdotas especiales. Dos vendedores se fueron a entregar un carro a Golfito. Se enfiestaron y se comieron la prima (el dinero de la prima de la venta del carro). Te puedo decir quiénes eran. A uno le decíamos “Betín” y al otro, “Casario”. La cosa es que se enfiestaron los dos y se comieron la prima. Bueno, no se comieron la prima. Se bebieron la prima. Cuando llegaron a San José y se dieron cuenta de la torta en que se habían metido, lo resolvieron de la siguiente manera: era muy fácil hacerse una prenda por esa plata. En ese tiempo, se podía reponer. Fácil se sacaba. Pero resulta que había que hacerle una prenda a un vehículo. Estaba el camión de la basura recogiendo la basura en la Toyota y cogieron la placa del camión de la ba-

en Costa Rica

sura e hicieron la prenda. El punto es que se descuidaron y se les vino la bronca. Cuando fueron a ver que la prenda tenía tres meses sin pagar el abono, se dieron cuenta y los llamaron. Esa prenda pudo haber sido por 20 mil colones, que era mucha plata en ese tiempo. Ellos, al final, terminaron pagando. Ese era el tipo de chorizo que se hacía en la Toyota. Ya eso es parte de la historia. Eso quedó en el pasado. Eso no ocurre ahora. Pero de que pasó, sí pasó.

Huevo (Guido Hernández) “Don Javier le metió una trompada al carajo que quiso robarle la empresa” Cuando Purdy Motors cumplió 25 años, hicieron una reunión. La reunión era de los vendedores con la parte administrativa. Bajando para el puente de Los Anonos había un bar bonito. Estaba por La Ladrillera La Sabana. Para esos días, llegó Javier estrenando un Célica precioso. Yo me imagino que Javier ya era mayor de edad. Era un Célica rojo precioso. Por esas cosas del destino, me senté a la par de don Javier y me contó prácticamente cómo había sido de duro el principio. Él era ingeniero agrónomo. Trabajaba en Guápiles o en Guácimo (en la finca Bremen, en Las Mercedes de Guácimo, finca donde hoy está la Universidad EARTH). Conoció a Mario Tanzi, que vendía insumos. Ahí le propuso el negocio. Trajeron los tres o cuatro carros con que empezaron. Por cierto, después don Javier nos encargó en los años 70 conseguirlos, conseguir esos primeros

carros. Creo que se consiguió el cuarto. La anécdota es que don Javier dice que cuando se puso grave la cosa, él no tenía plata. Dice que como gran cosa fue y le propuso a un par de hermanos, ligados con la industria del azúcar, que no me acuerdo como se llaman, que le ayudaran. Uno de ellos, muy jugado, trató de inscribir la Toyota a su nombre. Le dijo a un abogado, “olvídese de Javier Quirós, aquí el que tiene la plata soy yo”. Trató de robarle la empresa a don Javier. Eso me lo contó don Javier padre el día que la Toyota cumplía 25 años en Costa Rica. No era como ahora que, con el teléfono, dos minutos después te das cuenta. Me imagino que en aquellos años le llegó por el fax. Dice don Javier que él hizo un movimiento y comenzó a trabajar. Me contó que en un baile del Club Unión, se lo encontró al tiempo y que el carajo llegó a saludarlo. Me dice don Javier, “yo nunca he sido malcriado ni revoltoso, pero me lo apié”. Ese día le metió una sola trompada que ahí mismo lo juntaron. Eso hizo don Javier. Eso me lo contó don Javier.

Huevo (Guido Hernández) “La mamá de los muchachos desapareció las motos” Ya don Javier padre no estaba y eran estos muchachos los que estaban al frente de la Toyota. Se les ocurrió comprar dos motos Suzuki grandes. Yo me imagino que eso era cosa de ellos. Para mala suerte, llegó la mamá y encontró en el cuarto piso las dos motos paradas, que las acababan de ir a dejar. Lo más divertido del mundo fue que le preguntó al encargado.

Le dijo, “¿esas motos de quién son?”. Le dice, “ah, esas motos son de la Suzuki, en La Granja”. Me imagino que por amistad, doña Ana conocía a los dueños, a los Terán, y les preguntó la verdad. Volvió y dijo, “mirá, yo no sé si esas motos están inscritas o qué, pero yo no quiero eso para mis hijos. Ellos no pueden andar eso”. El cuento termina con que desapareció las motos. No sé si las devolvió o qué, pero no volví a verlas en Purdy Motors.

Huevo (Guido Hernández) “Esas son las cosas que se hacen por un cliente en esta empresa” Un día, estábamos entregando un carro. En el sistema decía que el carro era manual y cuando fuimos a entregarlo, resulta que ese carro era automático. Era el mismo color. Era el mismo en todo. Por dicha, en el almacén fiscal había un carro manual, como debía ser, el mismo color y en todo como el cliente lo había pedido. Corrimos y se lo desalmacenamos prácticamente en un día para poder cumplir con los requisitos del señor. Tanto así que don Jorge Ramírez, que era el gerente de ventas en ese momento, le prestó su propio automóvil al cliente para que se fuera y pudiéramos entregarle el carro al día siguiente. Esas son las cosas que se hacen por un cliente en esta empresa. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


10 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

Anecdotario de la

Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

“Se bebieron la prima de un carro y optaron por hacerle una prenda al carro de la basura” Don Javier siempre nos dijo que él y don Mario Tanzi levantaron la empresa junto con un vendedor que ni siquiera creo que conoció Javiercillo. Se llamó don Rafael Gómez. Eran Javier Quirós, Mario Tanzi y Rafael Gómez los que comenzaron la Toyota. Son nombres que no podemos olvidar. Don Javier siempre insistió en que lo más importante era tener un departamento de ventas robusto y muy competente. En el caso de los carros usados, se hacía el maje con respecto a los chorizos que hacían los vendedores. Para él, lo importante es que vendieran carros. Eso se prestaba para anécdotas especiales. Dos vendedores se fueron a entregar un carro a Golfito. Se enfiestaron y se comieron la prima (el dinero de la prima de la venta del carro). Te puedo decir quiénes eran. A uno le decíamos “Betín” y al otro, “Casario”. La cosa es que se enfiestaron los dos y se comieron la prima. Bueno, no se comieron la prima. Se bebieron la prima. Cuando llegaron a San José y se dieron cuenta de la torta en que se habían metido, lo resolvieron de la siguiente manera: era muy fácil hacerse una prenda por esa plata. En ese tiempo, se podía reponer. Fácil se sacaba. Pero resulta que había que hacerle una prenda a un vehículo. Estaba el camión de la basura recogiendo la basura en la Toyota y cogieron la placa del camión de la basura e hicieron la prenda. El

en Costa Rica

punto es que se descuidaron y se les vino la bronca. Cuando fueron a ver que la prenda tenía tres meses sin pagar el abono, se dieron cuenta y los llamaron. Esa prenda pudo haber sido por 20 mil colones, que era mucha plata en ese tiempo. Ellos, al final, terminaron pagando. Ese era el tipo de chorizo que se hacía en la Toyota. Ya eso es parte de la historia. Eso quedó en el pasado. Eso no ocurre ahora. Pero de que pasó, sí pasó.

Huevo (Guido Hernández) “Don Javier le metió una trompada al carajo que quiso robarle la empresa” Cuando Purdy Motors cumplió 25 años, hicieron una reunión. La reunión era de los vendedores con la parte administrativa. Bajando para el puente de Los Anonos había un bar bonito. Estaba por La Ladrillera La Sabana. Para esos días, llegó Javier estrenando un Célica precioso. Yo me imagino que Javier ya era mayor de edad. Era un Célica rojo precioso. Por esas cosas del destino, me senté a la par de don Javier y me contó prácticamente cómo había sido de duro el principio. Él era ingeniero agrónomo. Trabajaba en Guápiles o en Guácimo (en la finca Bremen, en Las Mercedes de Guácimo, finca donde hoy está la Universidad EARTH). Conoció a Mario Tanzi, que vendía insumos. Ahí le propuso el negocio. Trajeron los tres o cuatro carros con que empezaron. Por cierto, después don Javier nos encargó en los años 70 conseguirlos, conseguir esos primeros carros. Creo que se consiguió

el cuarto. La anécdota es que don Javier dice que cuando se puso grave la cosa, él no tenía plata. Dice que como gran cosa fue y le propuso a un par de hermanos, ligados con la industria del azúcar, que no me acuerdo como se llaman, que le ayudaran. Uno de ellos, muy jugado, trató de inscribir la Toyota a su nombre. Le dijo a un abogado, “olvídese de Javier Quirós, aquí el que tiene la plata soy yo”. Trató de robarle la empresa a don Javier. Eso me lo contó don Javier padre el día que la Toyota cumplía 25 años en Costa Rica. No era como ahora que, con el teléfono, dos minutos después te das cuenta. Me imagino que en aquellos años le llegó por el fax. Dice don Javier que él hizo un movimiento y comenzó a trabajar. Me contó que en un baile del Club Unión, se lo encontró al tiempo y que el carajo llegó a saludarlo. Me dice don Javier, “yo nunca he sido malcriado ni revoltoso, pero me lo apié”. Ese día le metió una sola trompada que ahí mismo lo juntaron. Eso hizo don Javier. Eso me lo contó don Javier.

Huevo (Guido Hernández) “La mamá de los muchachos desapareció las motos” Ya don Javier padre no estaba y eran estos muchachos los que estaban al frente de la Toyota. Se les ocurrió comprar dos motos Suzuki grandes. Yo me imagino que eso era cosa de ellos. Para mala suerte, llegó la mamá y encontró en el cuarto piso las dos motos paradas, que las acababan de ir a dejar. Lo más divertido del mundo fue que le preguntó al encargado. Le dijo, “¿esas motos

de quién son?”. Le dice, “ah, esas motos son de la Suzuki, en La Granja”. Me imagino que por amistad, doña Ana conocía a los dueños, a los Terán, y les preguntó la verdad. Volvió y dijo, “mirá, yo no sé si esas motos están inscritas o qué, pero yo no quiero eso para mis hijos. Ellos no pueden andar eso”. El cuento termina con que desapareció las motos. No sé si las devolvió o qué, pero no volví a verlas en Purdy Motors.

Huevo (Guido Hernández) “Esas son las cosas que se hacen por un cliente en esta empresa” Un día, estábamos entregando un carro. En el sistema decía que el carro era manual y cuando fuimos a entregarlo, resulta que ese carro era automático. Era el mismo color. Era el mismo en todo. Por dicha, en el almacén fiscal había un carro manual, como debía ser, el mismo color y en todo como el cliente lo había pedido. Corrimos y se lo desalmacenamos prácticamente en un día para poder cumplir con los requisitos del señor. Tanto así que don Jorge Ramírez, que era el gerente de ventas en ese momento, le prestó su propio automóvil al cliente para que se fuera y pudiéramos entregarle el carro al día siguiente. Esas son las cosas que se hacen por un cliente en esta empresa. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


Anecdotario de la Toyota en Costa Rica 11

Anecdotario de la

Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

Don Javier se vestía de San Nicolás A mí me tocaba organizar esas fiestas, junto con otra gente. Dos años se decidió hacerla con los chiquitos. Hacíamos juegos de chiquitos para integrar a los papás. La empresa le da regalos a los chiquitos desde los seis meses hasta los doce años. Eso era como muy triste y alegre a la vez. Don Javier dice que se va a vestir de San Nicolás, que a cierta hora entra y hay que tirar bombetas. El carro estaba abierto, lleno de chunches. Cuando entra San Nicolás, aquellos chiquitos se le tiraron encima y yo decía, “lo van a matar, lo van a destripar”. Comienza don Javier con los chiquitos y dice uno, “quiero una bicicleta” y don Javier no sabía. Ahí yo pensé en los papás. Don Javier, en aquella angustia, porque no sabía. Lo que hice fue poner a los chiquitos que estaban haciendo fila y a los papás detrás, para saber qué les podía decir don Javier. Fue una parte un poco triste. Muchas cosas que los chiquitos pedían, no las iban a tener porque los papás no tenían poder adquisitivo. Por otro lado, estaba la alegría de aquellos chiquitos con el San Nicolás. Súper felices. Era muy bonito.

Yanory “El primer día de trabajo, me gasté una caja de betún en las zapatillas” Andaba buscando trabajo. Anduve por todo lado. Hasta en el mercado. Yo dije, “aunque sea a jalar papas, pero algo hago”. Paso y me quedo viendo la Toyota y digo, “yo puedo pasar aquí a ver si necesitan algo”. Me bajo del bus. Cruzo. En

en Costa Rica

ese tiempo, estaba don Mauricio. Pregunto quién es el gerente. Me dicen que es don Mauricio. Me voy y le digo, “es que ando buscando algún trabajito”. Me dice, “sí, está bien. Por ahí hay un campito porque se va a ir un chofer. Déjeme su teléfono”. Al día siguiente suena el teléfono y me dice, “ya se puede venir mañana, ya está el trabajito”. Le digo a mi esposa, “alísteme la mejor ropa que tengo”. En ese tiempo, no había corriente eléctrica; entonces, mi esposa aplanchaba con esas planchas que se ponían en las cocinas... Me aplanchó la ropita. En las zapatillas, me gasté una caja de betún. Bien brillantes las dejé. Me pongo bien guapetón y digo, “¿cómo es posible que yo voy a trabajar de chofer de Purdy Motors?” Yo me quedaba viendo y parecía un sueño. Entro y le digo, “sí señor, ¿en qué le puedo servir?”. Me dice, “allá está el camión, arriba, un Land Cruiser, pick up de los grandes, vaya y me recoge toda la basura que está en los estañones”. Comenzaba yo a sacar de los estañones y me caían los tomates en las zapatillas y todo. Termino a las cinco de la tarde y me voy para la casa todo sucio. Me dice la doña, “diay, pero, ¿qué le pasa a usted?” Comencé a contarle la historia. Al siguiente día, veo que llega un carro rojo. A don Javier siempre le ha gustado el color rojo. Sale espantado. Me dice el jefe, “a usted le toca lavar el carro del jefe hoy”. Le digo, “está bien” y pienso, “ahora sí, a dejarle bien bonito este carro al señor”. Lo limpié todo. Él salía como a las 6. Al día siguiente, llega y me dice el jefe, “Diay, me dice el señor que quién limpió este carro, que lo quite porque todo lo rayó y lo dejó todo manchado”. Le digo, “ay no señor, por favor ayúdeme, póngame en cualquier lado”. Me dice, “bueno Rafa, voy a ver si lo puedo meter en algún lado donde

el hombre no lo vea cuando llega”. Al final, me metieron a lavar carros. Exactamente me dejaron en ese trabajo, para empezar.

Rafael Flores “Si quiere hacer loco, que vaya a La Guácima” Yo jalaba carros del parqueo. Me tocaba jalar cincuenta o cien carros al día. En ese tiempo, venían llegando los 4x2 extra cab. Era riquísimo manejar esos carros. Desde que comencé, empiezo a darle y ese carro hasta que chillaba. Cuando veo a alguien que venía detrás, “diay, ¿qué pasa?”, me dice. Era don Amadeo. Dicen que preguntó, “¿quién es ese loco? ¿quién es ese mae que anda haciendo loco ahí?”. Yo me bajé del carro y salí espantado para esconderme. Yo nada más lo oía que decía, “si quiere hacer loco, que vaya a La Guácima, ahí hay campo”.

Rafael Flores “Nadie me dijo que era un secreto” Para una Navidad, me mandaron a traer los regalos de las hijas de don Javier. Yo no sabía. La señora nada más me dijo, “vaya y los recoge”. Era una sorpresa para la chiquita. Estaban todos en hora de almuerzo. Llego yo con los regalos y le digo, “doña Mariela, aquí están los regalos”. Me dice, “Rafa, por favor”. Corre Jimena, y dice, “¡qué lindo, mami!”. Me dice doña Mariela, “Rafa, llévese esto para el taller”. Al rato me llama y me dice, “ahora sí, traiga el regalito y dígale que Santa se lo mandó”. Yo no sabía y, diay, Jimena llegó y lo agarró. No fue mi culpa. Nadie me dijo que era un secreto.

Rafael Flores Una torta de Raúl Martén Raúl Martén era famoso. Una vez estaba enseñando un carro a una señora. Decidió levantar la tapa y que la señora lo viera. Era muy disperso. Estaba sosteniendo la tapa para que la señora viera el motor, y lo llamaron. Él soltó la tapa y se fue. La tapa le cayó encima a la señora.

Nancy Guzmán Café con mierda No sé si sabe la historia del café. Es que “Vehículos Usados” estaba en una oficinita pequeñita en el parqueo de Paseo Colón. Era chiquitita y había sólo un baño. Había una persona encargada de hacer el café. Había un percolador pequeñito. Todas las mañanas y las tardes se hacía café. Había un compañero especial y a él se le asignó la tarea de hacer el café. Tenía que llegar al lavatorio, lavar el pichelito y poner el café. Súper bueno era el muchacho. Cumplía a cabalidad. Todos encontraban el café preparado. Él se metía al baño. Solo ahí se podía preparar. Un día resulta que cuando alguien llegó a abrir y estaba el muchacho hincado, frente a la taza del inodoro, lavando el percolador. Claro, le quedaba más fácil lavarlo ahí. Lo lavaba y luego ponía, con agua, a hervir. Decía el jefe de “Vehículos Usados”, “¿quién sabe cuánto tiempo tendré de estar tomando café con mierda?”. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


12 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

Recuerdos de muchas décadas de Purdy Motors vagos, se metían dos, tres o cuatro más con él. El ascensor era muy pequeño. Cerraban el ascensor y lo toqueteaban todo. Le quitaban la faja. Le sacaban las faldas. Cuando se abría el ascensor, los otros se bajaban todos serios y el otro pobre quedaba todo desarmado, juntando la faja, con el zíper abierto, metiéndose las faldas…

Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

Kayaks encima del carro Me piden a mí que desalojen el edificio de Paseo Colón durante dos meses. Todo el enredo. Comienzo a sacar chunches de la bodega de don Javier y don Amadeo en el tercer piso. Me encuentro unos kayaks y le digo, “¿estos kayaks son suyos?” Me dicen, “no, no” “no son míos”. Les digo, “si no son de nadie, ¿o los vendo o los regalo?”. Samaria me dice que son de ella. Le digo, Samaria, “pero tienen tres años de estar aquí”. Me dice, “sí, es que no me los he podido llevar”. Le digo yo, “le doy dos días para que se lleve esos kayaks o, si no, los regalo”. Vieran la angustia de Samaria porque ella es muy atarantada. Cuando se pone nerviosa se ataranta mucho. Al final se los llevó encima del carro. Era un pacho ver el carro de Samaria con los kayaks encima.

Nancy Guzmán “Traté de quedar bien y me regañaron”

Nancy Guzmán Casi se mueren del susto

color feísimo, pero hay de todos colores, yo después le enseño la cartilla de colores”. Me dice, “¿de qué color me estás hablando?”. Le digo, “es palo de rosa”. Me dice, “ah, es que ese el que quiero” y yo pensé, “tierra, trágame”.

Nancy Guzmán Novio para el carro Debe haber muchas anécdotas de Samaria. El que puede tener y para la muchacha muchas es don Javier que es con quien le han pasado. Por ejemplo, una vez don Javier la llamaba y la llamaba y no aparecía. Cuando llegó, estaba llena de tierra, tenía tierra en las manos y el uniforme, porque se había metido debajo de un carro. Don Javier le había dicho que se iba a llevar ese carro y no arrancaba. Le dice ella, “Diay, don Javier, es que usted me dijo que se iba a llevar ese carro y no arrancaba; entonces yo me metí debajo a ver qué era” y le dice don Javier, “pero, si el carro no está bien, usted viene y me dice ese carro no se lo puede llevar porque no arranca, ¿cómo se le ocurre meterse?”. Y ella toda tiznada. Me dice Samaria, “yo traté de quedar bien y me regañaron”.

Nancy Guzmán Yaris “palo de rosa” Esto me pasó con don Pablo, un cliente. Llegaron los Yaris y llegó el color palo de rosa. Se iban como pan caliente. Don Amadeo me dice que lo atienda y me dice don Pablo, “es que yo quiero un Yaris de esos”. Le digo, “vamos para que lo vea”. Yo toda emocionada. Le digo, “vea don Pablo, le voy a enseñar uno que es un

Una muchacha que trabaja en Purdy Motors se había divorciado. Después de un tiempito, decía que quería un novio. A los compañeros les decía, “si usted sabe de alguien, presénteme un amigo”. Coincide con que don Juan José Sobrado iba a cambiar el carro. Él era miembro de la junta directiva. El día que había junta directiva, él había dejado el carro en consignación mientras llegaba el nuevo. Don Juan José le dice, “¿cómo le va, fulanita? Dígame una cosa, ¿ya me le consiguió novio?”. Él le había dado el carro a ella para que se lo pusiera en consignación. Le dice ella, “ay no, ¿por qué? ¿usted tiene alguno para mí? ¿Cómo supo que ando buscando novio?”. Le dice Juan José, “muchacha, te estoy hablando de mi carro”.

Nancy Guzmán “Que Nana se orinó en los calzones” ¿Se acuerda cuando hacían las Expo Móvil allá por Cariari y había que caminar un montón para llegar al parqueo? Nana pasó por mí a la casa. Me dijo, “¿para qué vamos a ir en dos carros? Yo paso por usted y en la noche la dejo”.

Salimos como a las 10:30. Estábamos bien cansadas. Desde que salimos, empieza Nana, “yo me estoy orinando, me estoy orinando”. Empiezo yo a contarle tonteras y ella me decía, “que te callés, que me estoy orinando” y seguía yo contándole tonteras. Me decía, “si me orino, es culpa tuya”. Llegamos al carro y ella no podía ni sacar las llaves. Está afuera del carro y me dice, “no aguanté, me oriné por tu culpa”. En eso viene Víctor Rojas y le digo, “Víctor, vení ve, que Nana se orinó en los calzones”

Nancy Guzmán Crema de ayote con alfombra Para Navidad, la junta directiva hacía un almuerzo. Don Amadeo me decía que buscara algo bien bueno. Escogimos el menú. Muy rico. Ese año encargamos la comida en el Club Unión. El problema es que no tenía servicio a domicilio. Había que ir a recoger el almuerzo. Mando al muchacho que nos hacía los mandados. Entre el menú habíamos escogido una crema de ayote porque el Club Unión era famoso por esa crema de ayote. La cosa es que el muchacho va. Era tarde. Aquellas presas de fin de año. No llegaba. Yo lo llamaba toda estresada que por dónde venía y que yo ya tenía que servir. Subiendo la rampa, se le regaron las cremas de ayote en la alfombra del carro. Me llama y me dice, “doña Nancy, venga un momentito para que vea”. La juntamos de la alfombra, entre los dos, y la servimos. Nadie se murió. A nadie le pasó nada.

Nancy Guzmán El villancico de Guadalupe Viene la Navidad. Don Amadeo tenía la oficina abajo porque estaban haciendo el segundo piso. Se oía todo y se veía todo. En ese tiempo, el celular era algo personal. Nada del trabajo. Lo teníamos en la gaveta. Don Amadeo había dicho que el timbre del celular debía estar bajo para que no interrumpieran a los clientes y no sé qué y no sé cuánto. Había una compañera que era un vacilón. Se llama Guadalupe. A Guadalupe se le ocurrió grabar de timbre del teléfono algo muy original y sonaba. “tananananan, tananananan, tanananan, no estoy, tananananan, tananananan, tanananan, no estoy, tananananan, tananananan, tanananan”. Lo grabó ella misma. En ese momento, pasa don Amadeo y suena el teléfono de la compañera. Se oía por todo lado el villancico de Guadalupe.

Nancy Guzmán El zíper abierto, la faja en el suelo… Había un compañero al que molestaban mucho. Siempre. Siempre. Los otros vendedores siempre veían la manera de hacerlo pasar vergüenzas. Él era una persona como muy culta, muy seria, y “al propio” (a propósito) le hacían bromas feas, debido a su personalidad. Cada vez que un vendedor iba para el ascensor, era que iba para donde don Javier o donde don Amadeo. Si se daban cuenta que ese muchacho iba para el ascensor y estaban los otros de

Siempre me ha gustado mucho molestar, dar bromas. Siempre se habló de que en Paseo Colón asustaban. Andaba el cuento de que un chiquito salía por las noches. A mí, esas cosas sólo me dan risa, pero hay mucha gente a la que le da miedo. Un día, se estaba lanzando un nuevo carro y todo se hizo abajo, en el primer piso. Todos los de ventas se tenían que quedar y recibir a la prensa. Había un coctel. Nosotros estábamos ahí. Cuando termina toda la parte protocolaria, subimos, porque teníamos cosas pendientes en la oficina. Yo terminé y me fui para donde Samaria. Estábamos hablando y en eso pasan Ileana y Diana. La actividad había sido grande, entonces, los parqueos se ocuparon para los visitantes. Los vendedores parquearon en el sexto piso para poder dar los espacios más cómodos a los clientes e invitados especiales. Eran como las diez de la noche y estoy con Samaria cuando pasan ellas y les digo yo, “las voy a asustar,” y dicen, “ah bueno, adiós”. Me vuelvo y le digo a Samaria, “de verdad las voy a asustar,” y me dice, “andá, andá”. Ahí no había ascensor. Ellas iban por las gradas. Yo iba un piso atrás y las oía converse y converse. Llegan al sexto piso y estaba todo oscuro porque los interruptores estaban al fondo. Ellas iban a oscuras buscando el carro. Yo calculé que fueran a la mitad de la oscuridad, salí del piso, me agaché y les grité a todo lo que me dio el galillo. Tiraron los bolsos y todo y se abrazaron. En ese momento, ya yo estaba muerta de la risa, y me decían, “usted, que nos hace esto”. Les digo, “pero, chiquillas, yo les dije que las iba a asustar”. Casi se mueren del susto. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


Anecdotario de la Toyota en Costa Rica 13

Anecdotario de la

Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

¡Nos salvaron los coloricos! En el momento de la crisis, Pedro Cortés decidió que, como había problemas de importación, había que coger varias pinturas y revolverlas. Daba un color bonito, especialmente un café muy elegante. A través del tiempo, el carro, donde le pegaba el sol, se decoloraba. Les decían Coloricos.

Amadeo Quirós ¡Yo andaba que me llevaban los diablos! Nos fuimos para la playa a hacer una actividad de ventas. Salimos y como siempre todo mundo es experto. Todo mundo sabe andar en todo. Sacamos dos jet ski que tenía yo. No teníamos ni diez minutos, cuando dos de los que andaban chocaron uno con el otro, uno contra el otro. Me quebraron uno. Yo andaba que me llevaban los diablos…

Amadeo Quirós La chocoleta en el pantalón Raúl Martén trabajaba en Carros

en Costa Rica

usados. Era ex compañero mío del colegio. Era un atarantado. En aquel tiempo, yo me metía mucho en Carros usados. Todavía es prohibido comer ahí, pero bueno, hay gente que no acata. Es que no se puede comer donde están atendiendo al público, en el escritorio, especialmente los vendedores. Voy yo a Carros usados. Yo no me di cuenta. Resulta que Raúl Martén se está comiendo un helado y le dicen, “ahí viene don Amadeo”. Era una chocoleta. Yo no sabía y me voy a hablar con Raúl. Yo veo que se mueve raro, todo nervioso. Resulta que él donde me vio agarró la chocoleta, se la metió en el bolsillo para que yo no lo viera, y se aguantó hasta que yo me fui. Se le chorreó el pantalón con la chocoleta.

Amadeo Quirós “Los castigos de papi no eran jugando”

de lo que hablamos era de las notas, de las calificaciones del colegio, porque siempre me reventaban, yo no quería ni entrarle al asunto. Le digo, “no, no tengo nada que contarle”. Me dice, “¿está seguro?”. “Si, no tengo nada”. A los diez o quince minutos, “¿no tiene nada que hablarme? Algo que me quiera decir”. Al rato, digo, “me suena que ya sabe algo”. Le digo, “Diay, papi, es que el otro día subí a la escudería, sobraba un carro de autocross y la verdad es que me inscribí, pero primero le iba a preguntar a usted, lógicamente”. Me dice, “ya yo sabía, y se salvó porque si no me dice…”. Primero que los castigos de papi no eran fáciles, los castigos de papi no eran jugando, y, segundo, estaría fuera de las carreras. Me dice, “por esta le voy a permitir correr”. Esa fue la primera vez que corrí.

cogiendo el carro?”. Cuando llego donde Pecas le digo, “algún hijueputa me ´sapió’ ”, pero nunca me enteré que era Pecas. Hasta ahora, que cuento esta anécdota, me voy enterando que fue el mismo Pecas el que me “sapió”.

Amadeo Quirós “Prefiero tachar mi carro yo mismo…” Yo tengo un amigo que compró un carro nuevo, un carro grande, elegante. Cuando ya fui a entregarle el carro, agarró unas llaves, y rayó el carro de lado a lado, lo tachó de lado a lado. Yo le dije, “pero, mae, ¿qué te pasa? ¡ese es tu carro nuevo!” Y me contestó, “prefiero tacharlo yo antes de que lo tache cualquier delincuente!

Amadeo Quirós A mí no me dejaban correr. Papi “´Pecas´ me sapió con mi papá”

no nos dejaba correr ni modificar el carro ni nada. Los convencí. Me hicieron un carro. Me inscribí en la carrera con un pseudónimo. No me acuerdo cuál era. El viernes antes de la carrera, me dice papi en el almuerzo, “a ver, Amadeo, ¿usted no tiene algo que contarme?”. Le digo, “no”. Como siempre

Pecas me llevaba a reposición de clases. Como siempre me llevaban reventado, tenía que ir a reposición de matemáticas donde el profesor Quirós. Claro, cuando iba, le decía, “no, no, Pecas, déjeme manejar a mí”. Un día llega papi y me dice, “¿usted está

Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


14 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

como vendedor de carros. Es que era un vendedor auxiliar. No me dejaban vender carros, sino como que me pusieron como ayudante y coordinador de los vendedores. Sí atendía a la gente, pero no me dejaban cerrar el negocio.

Javier Quirós “Déjenlos, si ellos ganan, yo gano”

Recuerdos de muchas décadas de Purdy Motors Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

La torta con el montacargas Yo lo único que quería era manejar carro y no me dejaban. Había un “carambas”, Pizarro, que era un artista manejando montacargas. Le hacía para allá y para acá. El tren llegaba con las cajas. Había dos edificios. Él llegaba con el montacargas e iba apeando las cajas y metiéndolas en una bodega. Yo le había dicho a Pizarro que me enseñara a manejar el montacargas. Yo debía tener tal vez quince años de edad. Él me lo prestaba y yo le ayudaba a bajar cajas. Un día, llegó papá a ver la descarga y Quirós (yo) quería impresionar al papá. Pizarro era muy arrecho. Donde vi a papá dije, “a este lo voy a impresionar”. El hijo arrecho. Manejé el montacargas y le entré con las uñas de lado a lado. Eran cajas que traían puertas, guardabarros. Esa traía cuarenta puertas y a las cuarenta puertas les metí las uñas de lado a lado. No quedó una puerta sana. ¡Otra torta! Cuarenta puertas pal´ carajo. Había que mandarlas a pedir a Japón. Eso significaba hacer cuarenta carros menos. ¡Otro tortón!

Javier Quirós “Volqué una radiopatrulla” Como era el hijo del dueño, aunque no me veían así, los maes me alcahueteaban. Si yo quería hacer algo, les decía. Ellos me respondían, “sí, claro, vení hácelo”. Aprendí de montacargas, de mecánica, aprendí a manejar. Me acuerdo que llegaron las primeras radiopatrullas Corona y yo quería manejar. Había una rampa. Había un edificio arriba y otro abajo, y el tren en el medio. Para bajar, había una rampa y “Quirós-Pizarro” iba de nuevo. Yo quería usar un Corona. Había que moverlos de arriba

Hay un carajo, Gerardo Mejía, que todavía está vivo. Dicen que fue alcohólico. Ese carajo vendía de todo. Cambiaba tres vacas, un piano, todo, por un carro. Tenía vendedores afuera. Otro que era un vendedor impresionante era Nano Robert, pero lamentablemente ya murió. Era otro vendedor estrella que me tenía impresionado con lo que vendía. Nosotros teníamos unas biblias de los agentes. Constantemente veías “Mejía”, “Mejía”, “Mejía”. Había otros, normales. Nada especial. Mario Gómez. Otro se llamaba Cartín, Lapa. Pueden contar todas las tortas que había en Purdy porque eran una mafia. No tenés idea de la mafia que eran. Papá sabía y los dejaba. Él decía, “déjenlos, sí ellos ganan, yo gano”. Era otra mentalidad. Era muy diferente a lo que es uno ahora.

Javier Quirós “Papá dejaba que la gente se para abajo y acomodarlos. Salgo yo, y les tos acomodados, así y asá, y son veinte ayudara” digo, “mae, yo les ayudo, yo sé manejar”. “¡Ah, bueno, échele a ver!, hay que poner esos cien Coronas allá, en aquel lote”. Lo agarré y lo volqué. Hay fotos de ese Corona volcado. Por ahí andan esas fotos. Pedro me llamó y me metió la gran cagada. Papá nunca me dijo nada. No me lo cobraron.

por tiro. En el segundo camión, les digo, “maes, no sean tontos, tiren esos hijueputas repuestos y es problema de los otros maes cómo los cuentan”. El hijo del dueño y los otros comodidosos, “diay, tirémoslos, cualquier cosa decimos que fue Javier”. Un camión lo cargábamos en cuatro horas versus ocho horas en que lo hacíamos antes, Javier Quirós acomodando los repuestos y contándolos. “Que me pagaran cinco colones me Éramos los ídolos. Lo que no podían hacer era acomodar los repuestos al otro lado. estaba valiendo…” Todos se perdían. Quedaron mal acomodados. Una época dicen que hubo mal serviMe acuerdo que no me importaba mu- cio de Toyota, pero fue por esa causa. Me cho lo del salario. Lo que me importaba acuerdo que en el camión iban como seis era trabajar. A mí me encantaba trabajar. A personas. No cabíamos todos en el camión, mí, que me pagaran cinco pesos me estaba entonces, íbamos unos en el camión y otros valiendo. Tampoco le puedo decir si a mí atrás en un pick up. Les digo, “maes, no me rebajaban de mi salario mis tortas o me gastemos plata en gasolina, vámonos tocongelaron el salario. Recuerdo que tenía dos en el camión encima de los repuestos”. platilla para salir en las noches. Tenía dos Me contestaron, “pero eso es prohibido”. colones o un colón cincuenta. Con eso aga- Y yo, “no, no, vámonos, todos para arriba, rraba el bus y me iba para algún barcillo, al cajón”. El chofer del camión y unos seis pero ni a tomar. Iba a encontrarme con mis u ocho maes, arriba, encima de todos los amigos. Todas esas tortas pasaron. repuestos, pisándolos, íbamos destruyendo cajas. Yo lo veía y no me importaba. Como Bodeguero y vendedor de repuestos eran esos maes de pachucos, que decían piropos a las viejas y todo, yo iba feliz. EmDespués en Purdy Motors, papá me pezaron a tirar piropos a las viejas y cuando metió de bodeguero y de vendedor de re- veían una vieja linda le decían, “adiós, ripuestos. A Purdy pude llegar como a los cura”, “perla de colores” y demás piropos. quince años. Era cuando íbamos a cons- Yo también empecé a decir piropos. Yo era truir el edificio que acabamos de apear en un pachuquillo igual que todos esos maes. Paseo Colón. Ahí fui bodeguero, vendedor Yo iba asoleando piropos y vulgaridades de de repuestos y mecánico. Siendo bodegue- camino con el rótulo de Toyota en la puerro, había que sacar del edificio viejo todos ta. Nunca se me ocurrió que eso estaba mal. los repuestos viejos de Purdy e irse a La Esas no eran tortas para mí, pero después Castellana. Papá había alquilado unas bo- dije, “¿cómo se me ocurrió?, ¿cómo las degas, para poder llevar todo mientras se hice? construía el edificio viejo. Había que cargar un camión con los repuestos, llevarlos a La Javier Quirós Castellana y tirarlos medio acomodados y “No me dejaban cerrar el negocio” unos maes los acomodaban bien en los estantes. Supuestamente, había que seguir un No me acuerdo haber metido la pata orden. Primero este estante y los repuesti-

Recuerdo una anécdota. Estuve en el departamento de “licitaciones”, vendiéndole al gobierno. Había una licitación del ICE y ganamos la venta de ciento y pico de carros. Perdimos sesenta paneles, porque le dieron la licitación a otra empresa. Llegué donde papá y le dije, “papá, vea esta licitación, vea qué buena, pero a tal empresa le dieron esto. La voy a apelar porque tiene estos problemas y estos defectos”. Me dice papá, “no la apelés”. Le digo, “¿cómo que no la apele si yo tengo razón?”. Me dice, “solitos volverán”. Yo por dentro decía, “viejo más atorrante este, ¿cómo se le ocurre?”. Al año y medio o dos años, estaba vendiéndole esas Toyotas al ICE. Porque probaron y no sirvieron las que habían comprado, de otra marca. Esas son las cosas. Él se hacía el maje. Cuando yo estaba en auditoria, me acuerdo que a Mejía y Lapa los agarraban con unos chorizos. La gente les daba plata y ellos la metían en Purdy y el carro usado que le recibían al cliente se los dejaban ellos. Lo usaban por un mes. Lo vendían. Le sacaban más plata. A Purdy se lo metían por el precio que le habían dicho al cliente. Los agarré y se hizo todo un estudio. El héroe nacional va a presentarle a papá la vara. Dice, “esto ya yo lo sabía”. Le digo, “¿y qué va a hacer?”. “Nada”. “¿Cómo que nada?”. “No importa, mientras yo gane, ellos ganan también”. Todo eso a mí me chocaba de papá porque yo decía, “un hombre tan correcto y tan honesto como era papá y dejaba que la gente como que le robara”. Al final, llegué a entender que no era que la gente le robaba. Era que él dejaba que la gente se ayudara. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


Anecdotario de la Toyota en Costa Rica 16

Anecdotario de la

Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

El estira y encoge entre dos hermanos Papá la había medio montado y quebrado por los años 80. Yo decidí abrirla y le dije, “Amadeo, mae, abrí la financiera. Somos socios y puse quinientos mil pesos. Me debes doscientos cincuenta mil”. “¿De dónde los sacaste?”. “Eso no importa, me debés doscientos cincuenta mil. Somos socios y el gerente es tal persona y vamos para adelante”. “Javier, es que eso es un peligro”, me contestaba Amadeo. Y yo le decía, “salado, ya está montada y vamos para adelante”. Se molestaba menos cuando le explicaba las cosas. Él lo que quería era estar enterado. Siempre siguió esa carajada de malos entendidos y los empleados haciendo enredos. Después llegó esa carajada del mail, y era peor porque se hacen más rápido. Él no se enteraba. Un día, sentados con un psicólogo, me dice, “usted, lo que tiene que hacer es copiarle a Amadeo, y siga haciendo lo que la da la gana, Amadeo confía en usted ciento por ciento”. Le digo, “pero, si yo le cuento todo”. Me dice, “no Javier, usted no le cuenta, manténgalo enterado”. Entonces, con la maravilla del mail, le hacía copia a Amadeo de todo, así él estaba enterado. Otra situación interesante es cuando llegó el año 95, que la Purdy empezó a dar utilidad por primera vez, todo lo demás, para atrás, era pagar cuentas. Me acuerdo que dio como un millón de dólares

en Costa Rica

de utilidad. Nos abrazábamos. Nos felicitamos. Por fin, veíamos resultados. Eso fue como quince años después de muerto papá. La verdad, no nos habíamos dado cuenta de que nos había atropellado la tecnología. Le dije a Amadeo, “vea, aquí no puede seguir esta compañía con dos jefes. Usted o yo”. Me dice, “ah no, es que yo quiero ser el gerente”. Le digo, “¿usted está loco? ¿Usted gerente de esta compañía? ¡Quebramos! Además, sabe que va a pasar, si usted es un buen gerente y esto camina, usted va a ser el héroe nacional en la familia, pero si esto quiebra, usted va a ser el hijueputa de la familia. Yo no quiero ser ni el hijueputa ni el campeón, entonces, te tengo la solución”. “¿Cuál es?”, me preguntó él. “Diay, que yo voy a ser el gerente” Me dice, “¿y porque usted sí y yo no?”. Le digo, “ah, porque yo sí puedo”. Me dice, “no, no, el mismo cuento que usted me echó, si esta mierda camina usted es el héroe; si no camina, usted va a ser el hijueputa, y se va a llevar el patrimonio de la familia”. No había ni patrimonio. Estábamos tratando de hacerlo. Entonces, le digo, “ok, de acuerdo, busquemos alguien con quien los dos estemos de acuerdo”. Empezamos a hablar. Buscamos un gerente.

Javier Quirós Los años 80 en Purdy

En el 80, cuando papá murió, el país estaba en una situación difícil. Después, en el 88, otra vez, con el famoso auto popular. Era un carro de 1300 centímetros cúbicos, a menos de cinco mil dólares. El que traía

en ese monto, vendía carros; si no, no. Nosotros trajimos el Corolla, de 1300 centímetros cúbicos, pero le pusimos ventanas eléctricas y cabía entre los cinco mil dólares. Valía 4920 dólares. A Fernando Naranjo se le metió el agua, que nosotros estábamos sub facturando. Habíamos traído casi dos mil Toyotas de esos. Estaban en la aduana. Se le metió que era subfacturación y no me dejó almacenar carros. Estuvimos año y medio sin desalmacenar un solo carro.

Javier Quirós “Los más suertudos son los más trabajadores” Yo tengo un dicho: curiosamente, los más suertudos son los más trabajadores siempre. Entonces, la suerte es relativa. Pero le voy a contar un golpe de suerte. En el año 83 no había plata para nada. Se llegó a vender seis carros al mes, pero en la ensambladora teníamos tres mil carros desarmados. Estaban ahí hacía dos o tres años. En Costa Rica, la ley de ensamble decía que el modelo del carro era del año de producción. Entonces, aunque tuviera tres años, si el carro era un 80 y se armaba en el 83, era un 80. En toda esa crisis que tuvimos, no había plata para comprar materia prima para armar los tres mil carros. No tenía plata para pagarles a los empleados. Me fui a la ensambladora y les dije a los empleados, “vean, estamos quebrados, no hay nada que hacer, pa´ que nos dejemos de varas”. A los empleados de Purdy les dije, “aquí hay dos opciones. O me ayudan a sa-

car ese basurero de tres mil carros que hay ahí adentro, solo ustedes saben armarlos, y les voy pagando por carro vendido, o quebramos”. Pedro Cortés estaba en ese tiempo. No había pintura. A un empleado se le ocurrió algo muy interesante. Sólo había una pintura blanca, una pintura roja, tres galones de verde, veinticinco galones de otra roja, diez galones de otro blanco, o no sé cuánto de rojo y treinta de no sé qué. Resulta que se le ocurre a uno de los muchachos decir, “don Javier, ¿por qué usted no agarra ese montón de sobros y los revuelve todos? De ahí salen trescientos galones de un solo color”. Le digo, “¡ah, bueno!, pero, ¿qué hay?”. Me dice, “tanto de esto, tanto de lo otro”. Se nos ocurrió, y fue gente de ahí la que nos lo dijo, “pinten los carros de dos colores, así alcanza la pintura, el gris y el rojo. Así empezamos a sacar el carro ´Two Tone Color’. Se pintaba la mitad del carro gris y la otra mitad rojo fresa. No iba ningún color con ninguno, pero fue una novedad. A la gente le encantó. La gente empezó a comprarlo. Seis meses, después se convertían en “Three Tone Color”, porque las pinturas necesitan una base ultravioleta y no la teníamos porque eran mexicanas. El rojo se convertía en café. El verde en naranja. Otros en azul. Empezaron las quejas de todos los clientes de que el ‘Two Tone’ se les destiñó. Ahí les salía uno con una animalada. Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


16 Anecdotario de la Toyota en Costa Rica

Recuerdos de muchas décadas de Purdy Motors

Camilo Rodríguez Especial Purdy Motors

La gran lección de los hermanos Gómez Unos dominicanos que vinieron al funeral de papá, nos dijeron, “ustedes, los dos hermanos Quirós, pueden hablar, pueden agarrarse, pero donde nadie los vea. A los ojos de la gente tiene que haber armonía. Lo aplicamos a la letra Amadeo y yo. Lo tengo grabado. Mi hermano Amadeo es el “no” y el freno de la compañía. Yo soy el “sí”, todo mundo es bueno, vamos para adelante y después pedimos perdón. Chocábamos demasiado.

Javier Quirós Empezar al frente con 24 años Yo tenía 24 y Amadeo, 21. Mamá dijo, “yo me voy a quedar de presidente de Purdy”. Pero mamá nunca hizo nada. Nunca ni participó. Había dos vicepresidencias. Amadeo y yo éramos vicepresidentes. Amadeo tenía a cargo ventas y yo todo lo demás, lo financiero, la relación con Toyota de Japón, bancos, post ventas, repuestos. Un par de mocosos y tengo que decirte que bien insoportables. Yo me acuerdo que a los japoneses yo los mandaba pal carajo. Yo les decía, “usted no tiene por qué preguntarme a mí eso. Usted no tiene por qué pedirme a mí cuentas de nada”. Yo era malcriado con los japoneses. Me levantaba de la mesa y los dejaba hablando solos. Hablábamos en inglés casi siempre, pero Amadeo no hablaba inglés, entonces, yo llevaba la batuta. Con los japoneses, se hablaba en español solo con algunos, pero muy pocos. Tal vez solo uno, que recuerdo. Éramos carajillos desesperados. Yo no creo que fuéramos

inflados de que como veníamos de la universidad… No éramos la mamá de Tarzán porque a mí la vida me marcó mucho de todo eso que te conté. Todas las “animaladas” que según yo era el gerente y me tocó limpiar pisos. A mí eso me volcó totalmente en la vida. Éramos como de una posición de esto, así como te lo voy a decir… “¿Qué viene a hacer un japonés aquí, a decirme que tengo que hacer si ni yo sé que tengo que hacer? Pero yo sé un poquito más que él”. Me “encachuflaba” que me vinieran a decir cómo hacer las cosas. Además, yo soy una persona muy independiente en eso. La pasamos horrible. No sé ni cómo mantuvimos la Toyota. Yo los dejaba hablando solos. Los mandaba al aeropuerto en taxi para que no jodieran de lo malcriados que eran ellos, según yo.

Javier Quirós Amadeo y Javier, la A y la Z Con Amadeo, yo decía A y él decía Z. Siempre fue así. Nos agarramos un par de veces. Fuerte. Me acuerdo que fue en la sala de sesiones, que nos voláramos pescozones no creo, pero sí rodamos. Yo salía con doña Merce, que era la secretaria. Salíamos abrazados, y por dentro metiéndole un punzón al cabrón de Amadeo. Según nosotros para que la gente no se diera cuenta, pero es difícil ocultarlo. Cuando uno rueda, sale con la camisa arrugada, los cachetes rojos, despeinado, la sangre que hierve. Yo me imagino que la gente se daba cuenta de que nosotros teníamos unas diferencias grandísimas. Yo siempre digo una cosa. Si yo no hubiera tenido a Amadeo de hermano y si Amadeo no hubiera tenido de hermano a Javier, hubiéramos sido dos vidas de esta manera. Javier el empresario del año, lleno de trofeos de la Cámara de Comercio con todos los logros que hizo, pero

quebrado, totalmente quebrado. Amadeo no hubiera tenido ni un solo trofeo de esos, pero la Purdy Motor sería una venta de pejibayes. No estaría vendiendo Toyotas. Así es como yo distingo y reconozco lo volado de esto. Amadeo ha sido fundamental para sostener y yo para empujar.

Javier Quirós Anécdotas de correr carros Papá siempre se negó a que corriéramos carros. Siempre decía, “usted nunca correrá carros”. Corremos “go kars” en contra de papá. Lo aprobó, pero estaba en contra. A Amadeo y a mí siempre nos gustaron las carreras. Teníamos un carro cada uno. Yo con Amadeo no corría, porque ya sabía que iba a perder. Amadeo conmigo no corría porque decía que yo no le entregaba el carro. Siempre tuvimos dos carros y siempre competíamos en la misma categoría. Yo siempre andaba delante de él. Yo entregaba el carro sin frenos, tirando humo, con el bumper caído, pero me traía el trofeo del primer lugar. Amadeo entraba de tercero o cuarto, pero ese hijueputa carro parecía que venía saliendo de la Lexus. Fue bonito, porque Amadeo tuvo su fama de rápido, pero de conservador y tranquilo. Javier corre que era un espectáculo. Si Javier corre, hay que ir a verlo en todas las curvas, porque en alguna va a pegar o algo se va a llevar. En la vida vamos igual. Llegó un momento en que eso se paró. Hubo que comprar un carro mejor para correr y solo había plata para un carro. Vea lo que es la vida. Tuvimos que empezar a compartir ese carro. ¿Cuándo comenzamos a compartir ese carro? En el año 86. Tuvimos que empezar a decir, “¿quién corre primero? ¿Quién corre segundo? ¿Cómo es la táctica de carrera?”. Como siempre, soy el más volado y el que

anda organizando todo. Yo organizaba todo. “Bueno, Amadeo, usted corre de segundo”. “Mae, Javier….”. “Usted corre de segundo y se acabó”. “Mae, no joda, yo a usted le traigo el carro en primer lugar. Usted nada más mantiene ese primer lugar”. Eso le decía yo. Y él me contestaba… “Sí, pero usted lo que me va a traer es un pedazo”. “Eso es problema suyo”, le contestaba yo. “Vea, ¡qué bonito!”, me decía él. Con las corridas de carros empecé a pensar que cuando yo le entregaba a Amadeo un carro, lo estaba poniendo en peligro. Ponía en peligro la vida de mi hermano. Entonces, yo tenía que ser muy franco y decirle cómo estaba el carro y tratar de entregárselo lo mejor posible. Aunque seguí siendo el loco, empecé a cuidar un poquito más el carro. No mucho. Si yo le entregaba un carro sin frenos, él se iba a matar. Cuando me bajaba de una carrera, necesitaba encontrar el tiempo, que eran treinta segundos, para explicarle qué estaba pasando en la pista. Decirle, “hay aceite en la curva uno”, o “tené cuidado con el piloto del carro número 15 porque te lo va a tirar encima”, o “el freno está fallando”, o “recalenté las llantas”, o “se te van a gastar en veinte vueltas…”. Todo tenía que comunicárselo en treinta segundos. Eso empezó a unirnos: ¡cómo hacemos para entendernos un poquito más! Yo tenía que explicar las cosas en treinta segundos. Ahí empecé a entender que a Amadeo lo que le molestaba era que yo hiciera y que él no se enterara. Descubrí que haciendo, pero informándole, aunque fuera posterior, era parte del equipo.

Nota: Las anécdotas contenidas en esta página y en este especial son parte de un libro del periodista y escritor Camilo Rodríguez Chaverri.


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Almacén San Francisco renace de las cenizas t Almacén San Francisco celebró a lo grande su reinauguración en Guápiles. t Gracias al apoyo de los guapileños cuenta con unas modernas y acogedoras instalaciones. El Guapileño Fotos Eduardo Solano R.

El 23 de noviembre se realizó la reinauguración del Almacén San Francisco. A raíz de un incendio de hace casi un año, emerge hoy más vigoroso y moderno, como dijo su propietario, gracias a Dios y al pueblo guapileño. Don Dianey Cerdas Fallas inició sus palabras dándole gracias a todas las personas e instituciones, proveedores, colaboradores y clientes, que le tendieron la mano en los momentos difíciles que enfrentó su empresa. “Digo gracias a ellos, porque sin ellos no hubiera sido posible estar hoy aquí, estrenando esta nueva casa. Hoy les quiero decir, en representación de esta empresa, sin rajar como decimos: que soy una persona privilegiada, les voy a decir por qué. Por dos cosas me siento privilegiado. A través de estos casi 11 meses desde que pasó lo que pasó, he tenido solamente voces

Almacén San Francisco celebró a lo grande su reinauguración, ahora cuenta con modernas instalaciones.

Don Dianey Cerdas dio un reconocimiento a dos guapileños, doña Grace Matarrita y don Abilio Sanders (Billo), como ellos hay un montón, son personas pioneros de Pococí, que han contribuido al desarrollo de este cantón, personas honestas, humildes, que han estado toda su vida en Guápiles.

de apoyo, he tenido oraciones, algo que normalmente se le dice a los familiares cuando ya partieron y la persona no tuvo la oportunidad de escuchar eso, por eso les digo que soy privilegiado. La segunda es que ocho o quince días después de que pasó lo que pasó y que pude ordenar un poco las ideas, yo lo que quería era volver a levantar esta empresa, volver a levantar este lugar donde estamos. Pero resulta que no solo yo quería eso, muchísima gente de la que está hoy aquí y otros que no pudieron asistir, todo el mundo quería levantar esta empresa. Gra-

Parte del equipo de trabajo o como le llama don Dianey, la familia del Almacén San Francisco.

cias a Dios la empresa nunca paró, a pesar del incendio. Muchos me decían yo sueño ver la empresa así y asá. Fui copiando y recopilando las ideas y al final de cuentas, se hizo lo que yo interpretaba. Por lo menos de parte mía, vuelvo a decir sin rajar, pienso que quedó muy bonito. Yo espero que les haya gustado, que lo disfruten, esto es para ustedes, yo soy un simple administrador, esto es obra de Dios”. Hay algo que no lo puse yo, el pueblo de Guápiles dijo: “esta es la Ferretería del Pueblo”.



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Añoranzas de los inicios del Colegio Agropecuario de Pococí El Guapileño

Esta Añoranza contada por miembros de la primera generación de egresados del Colegio Agropecuario de Pococí, es un preámbulo de los 50 años que cumplirá el próximo año, esta noble institución. La ilusión por lograr la creación de un colegio en el cantón de Pococí se vino gestando en la población durante los inicios de los años sesenta, más aun cuando venía de visita al pueblo el exministro de Educación, el señor José Joaquín Vargas Trejos, quien tenía familia en el distrito de Jiménez, y ponía a su gente a soñar lo mismo que hacían el sacerdote Jorge Grunke, el director de la escuela, Reynaldo Jiménez Gamboa, quien nos ponía a los alumnos de la escuela a colocar bonos y a vender números de rifas para abrir el puente sobre el río Toro Amarillo y para el futuro colegio; también los padres de familia y los regidores de esos tiempos hacían gestiones para lograr la meta tan necesaria para nuestro pueblo. El colegio más cercano se encontraba en Siquirres y los jóvenes tenían que viajar solos y en el ferrocarril, para recibir lecciones en el colegio agropecuario. Aún no había otro servicio de transporte. Por gestión del exdiputado Reynaldo Maxwell, en el año 1968, se crea el Colegio Agropecuario de Pococí, en cien hectáreas de terreno, que se le trasladaron mediante ley de la república para los fines que requería este tipo de colegios que se estaban abriendo en todo el país, como una forma de llevar desarrollo a las zonas rurales. Se inicia de la nada, la búsqueda de estudiantes para obtener la matrícula necesaria, y fue así como desde Cariari, Jiménez, Anita Grande, La Rita, Roxana, La Colonia, y los alrededores de Guápiles y de Guácimo se logra abrir cuatro grupos de séptimo año, que se establecieron por edades: en el 7-1 los más jóvenes que recién salían de la escuela; 7-2 los intermedios que tenían un año de haber salido de la escuela; 7-3 entre uno y dos años de haber salido, y el 7-4 era muy especial, porque había personas de varias edades hasta mayores de edad, que no habían tenido oportunidad para ingresar a un colegio, y aquí se abría un abanico de posibilidades para mejorar su condición de vida. El primer año se carecía de uniforme, pupitres, pizarras, transporte, y nunca imaginamos que se podía recibir algún alimento como se hace hoy. Como la tierra otorgada era de 100 hectáreas, que se deslindaban de la Estación Experimental Los

Primera generación del Colegio Agropecuario de Pococí.

lgunos de los egresados, durante un convivio.

El primer colegio de Pococí inició en las instalaciones de la Estación Experimental Los Diamantes.

El Colegio Agropecuario de Pococí es el primero de la historia del cantón. Diamantes, fue en ese sitio donde se tomaron cuatro casas de madera, grandes, estilo victoriano, que tenían cedazos por sus alrededores y de dos plantas, las cuales se acondicionaron como aulas y oficinas administrativas. En ese tiempo, en la zona llovía de verdad y los vientos eran huracanados, que dejaban a su paso ramas quebradas, y lodo por todas partes pues las calles eran caminos completamente rurales; como no había ningún tipo de transporte, era normal ver como llegaban los estudiantes a caballo, bicicletas, chapulines, algunas veces acompañados por algún familiar mientras se adaptaban a las clases y el sistema que imperaba en nuestro país.

El director del colegio fue un hombre negociador, atento, respetable y con muy buen trato. Los administrativos y los directores siguientes eran un poco paternalistas y, sobre todo, muy entusiastas, de manera que se dio muy poca deserción. Durante los primeros años, aunque había pobreza en la mayoría de los hogares, nunca faltaron los retos y el compañerismo que nos permitía compartir el huevo con arroz y frijoles y un pedazo de yuca o plátano maduro, con aquellos que del todo no podían traer su comida. Las madres, sin ser modistas, confeccionaban los uniformes a veces a mano y a veces con máquinas de pedal. Se seleccionaron los uniformes para diferenciar los

estudiantes de la escuela y para el respeto a los estudiantes por parte de la comunidad. Algunos jóvenes trabajaban en las bananeras durante sus tres meses de vacaciones, para contar con recursos, para el año siguiente y continuar con sus estudios. Este era un trabajo muy duro y en lugares alejados, pero era el único sitio para conseguir algún trabajo para los hombres. Las mujeres no tenían ninguna opción de trabajo, excepto en la limpieza de casas o cuido de niños. Como era tradicional, el salario era de unas monedas para ellas, aunque el trabajo fuera arduo y exigente. En la zona durante esa época, había muchas fincas que se dedicaban a la ganadería y a la siembra de maíz y yuca; cada familia contaba con un hato de aves de patio para cubrir sus necesidades básicas; estas tierras, poco a poco, fueron compradas por compañías para el cultivo del banano. Había muy pocos carros y se sabía quién era el vecino cercano, con quien se establecían verdaderos lazos de amistad y se compartía o intercambiaba la producción. El medio de transporte era el caballo o la mula, aunque estas últimas, algunas veces se rebelaban, y nadie las hacía moverse. Las mujeres embarazadas, niños, adultos o ancianos enfermos, salían para ser atendidos en el único dispensario que teníamos. Se aplicaba un producto venenoso conocido como el DDT, en las casas, producto que hoy es prohibido. Este se utilizaba para combatir las enfermedades producidas por la pi-

cadura de mosquitos, el paludismo y la malaria. La generación anterior a nosotros sufrió una epidemia de poliomielitis, que afectó muchas personas jóvenes, quienes sufrieron parálisis y deformidad en sus piernas. Es por esta razón que se iniciaron campañas de vacunación para prevenir enfermedades infectocontagiosas, entre otras. Nuestras familias eran muy apegadas a la religión católica y la educación al respecto era estricta y apegada a principios de honradez, obediencia, respeto y amor al prójimo. A pesar de la protección y el paternalismo existente en aquellos tiempos, a veces ocurren desgracias que lamentamos toda la vida, porque cuando perdemos a un compañero de colegio, en esa edad donde nos sentimos dueños del mismísimo tiempo, a la postre se lleva los sueños truncados y los amores perdidos en plena adolescencia, y donde estamos a medio periodo lectivo, nos quedan sinsabores, vacíos y cuestionamientos del por qué no se hizo aquello y lo otro, para evitar la pérdida de un joven, que se marchó para siempre de nuestro entorno, llevándose sus aspiraciones y sus sueños marchitos para el nunca jamás. Hoy, como siempre, recordamos a Cuco Arrieta, como cariñosamente lo conocíamos. En el colegio existe una placa desteñida por el tiempo que nos retrotrae a esos momentos de angustia y de dolor a nuestra generación. Nota. En la próxima edición, tendremos la segunda parte de esta hermosísima reseña.



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La Universidad Latina busca con esta feria de la salud, ser parte del apoyo social en las comunidades, incluyendo en sus programas, la participación de las sedes regionales.

Estudiantes de las escuelas de Enfermería y Odontología, fueron los encargados de la atención de los niños.

Universidad Latina, sede Guápiles

Realizó exitosa Feria de la salud El Guapileño Fotos Eduardo Solano R.

El 28 de noviembre, la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Latina de Costa Rica, llevó a cabo una feria de la salud en Guápiles. La actividad inició a las 9:00 a.m. en la sede de la universidad. La feria consistió en la atención de 100 niños del CECUDI (Centro de Cuido y Desarrollo Infantil Municipal) de las zonas de Guápiles, Cariari y Guácimo, a quienes se les ofrecieron servicios de enfermería y odontología y fueron atendidos según los procedimientos correspondientes. La Escuela de Enfermería brindó revisiones básicas como lo son

el establecimiento de datos, el peso y la talla, además del estado nutricional del niño mediante las gráficas previamente obtenidas. De igual manera, la Escuela de Odontología ofreció procesos de calzas, extracciones y entre otras recomendaciones de limpieza según el caso. Los instrumentos a utilizar son desechables, el manejo de los mismos constan con las medidas de seguridad necesarias para dar el tratamiento respectivo. “El objetivo de la feria es generar actividades de apoyo social como parte de programas que incluyan la participación de las sedes regionales, como lo es el caso de Guápiles. De igual manera, la Universidad busca ofrecer y brindar servicios de apoyo a comunidades

de acceso limitado”, comentó José Luis Brenes, Coordinador de Sedes Regionales del departamento de Mercadeo. La Universidad Latina de Costa Rica y la Facultad de Ciencias de la Salud, participan en eventos de ayuda social en los cuales sea posible brindar apoyo a las comunidades que así lo requieran. Para los niños la feria de salud, fue una gran fiesta, donde los organizadores le compartieron queque, helados, bolsitas y un regalo a cada niño asistente, que les permitió vivir la fiesta navideña. Desde El Periódico El Guapileño felicitamos a la Universidad Latina por tan noble causa en pro de la niñez de nuestros cantones. Más que una feria de salud, para los niños fue una verdadera fiesta.

Parte de los estudiantes de la Universidad Latina, que participaron de esta importante feria de salud.

Cada niño recibió un regalo de parte de la universidad y no cabían de contentos.

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