EL MUNDO / Nº 871
CRONICA /24/6/2012 EN LA MIRA. García del Moral, 55 años, retratado en la sede del Instituto de Medicina del Deporte de Valencia, donde es el director. / DANIEL DUART
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¿EL“MAGO” DELANCE? El español García del Moral, una eminencia en medicina, es acusado por la Agencia Antidopaje de EEUU de inyectar EPO a Armstrong, el héroe que tras superar un cáncer ganó 7 Tours. Apodado el «Gato Negro» , como el cuento de Poe, se defiende
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Sus cargos: «Posesión, tráfico y administración» de sustancias dopantes, de hormonas a plasma MARTÍN MUCHA
s un cuento de EPO, o como también se le conoce a esta clase de dopaje, de «E», de «Po», de «Edgard», de «Edgar Allan Poe»… Eso según el informe de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA). El nombre de uno de los protagonistas, revela The Wall Street Journal, es Gato Negro, título de uno de los cuentos de horror más famosos de Poe. Al personaje clave de esta historia lo acusan de varios cargos: «Posesión, tráfico, administración, encubrimiento…» de sustancias dopantes como EPO, hormona del crecimiento, testosterona, corticoesteroides… Se los habría inyectado a un símbolo mundial del deporte, al ciclista-héroe-milagro Lance Armstrong. Este nombre clave se utiliza para uno de los mejores médicos deportivos de España, el valenciano Luis García del Moral Betzen, 55 años. Reputado, respetado, íntegro. Los calificativos para García del Moral han sido esos. Más cuando se consagró como el doctor de Armstrong en cinco de sus siete victorias en el Tour de Francia, justo cuando acababa de superar su cáncer de testículos. Y merecía esos adjetivos, excepto para algunos escépticos, hasta que hace una semana recibió un comunicado de la agencia antidoping norteamericana. ¿Del Moral es el Gato Negro emparedado junto al cadáver de un atleta legendario? [Un misterio más para un Tour que comienza el próximo sábado 30 de junio, en Liège, Bélgica.]
E
ACUSACIÓN. Luis García del Moral recibió las 15 páginas que lo imputaban en su buzón de correo electrónico, el miércoles 15 de junio de 2012. Tres días después de que el organismo norteamericano lo redactara. Lo leyó estupefacto. Se lo enviaron a su email del Instituto de Medicina del Deporte de Valencia, donde ocupa el cargo de director general. Quedó en estado de shock. No había condicionales en el escrito. Lo culpan directamente de suministrar eritropoyetina, nombre largo del EPO, a Lance Armstrong y otros miembros del equipo ciclista US Postal. «Hemos recibido declaraciones de testigos presenciales de que las inyecciones de EPO fueron administradas por el doctor Luis García del Moral, por el médico [vasco] Pedro Celaya y por el doctor [Michele] Ferrari. Múltiples corredores con conocimiento de primera mano testifican que, entre
ex jugador de rugby— tiene un curriculum vitae espectacular. No sólo fue el aliado médico de Armstrong para ganar desde su primer a su quinto Tour, entre 1999 y 2003. Fue parte del selecto grupo de médicos que contribuyeron a que un hombre tras un cáncer testicular, detectado en octubre de 1996, con metástasis pulmonares y cerebrales — y sólo un 40% de posibilidades de sobrevivir—, quien era un ciclista regular, que incluso llegó a acabar último en la Clásica de San Sebastián, de repente, se convirtiera en leyenda. Lance Armstrong regresó a competir en 1998, con resultados aceptables. Al año siguiente, García del Moral se cruzó en su vida. Y algo cambió. Tras recorrer 3.870 km a un ritmo imposible ganó la ronda gala. El informe de la organización antidoping americana cuestiona ese primer éxito y los posteriores. [Hay que señalar que la podredumbre era norma. Los que quedaron segundos en los siete Tours de Armstrong, que podría perderlos por estas acusaciones, se vieron implicados en prácticas de dopaje. En 1999, Alex Zülle; en 2000, 2001, 2003, Jan Ullrich; en 2002, Joseba Beloki; en 2004, Andreas Klöden; en 2005, Ivan Basso.] En las acusaciones se nombra siempre a Luis García del Moral. «Nunca había sido acusado de dopaje», afirma indignado a Crónica. Como sangre sobre folios blancos, profanan páginas de gloria. Del Moral fue también responsable médico, entre 1993 y 1998, de la selección española de ciclismo que ganó medallas de oro y plata en Atlanta 96, las de Indurain y Abraham Olano, respectivamente. Fue responsable médico del equipo nacional de ciclismo de EEUU en Sydney 2000. El USA team obtuvo galardones de oro y bronce. Este tercer puesto fue el único título olímpico de Armstrong. También fue asesor médico de equipos de fútbol como el Barcelona y el Valencia. Trabajó en la Copa de América...
EL GATO NEGRO. Aún sin reponer-
Junto a Del Moral (izq.) también se imputa a los españoles Pepe Martí (dcha.) y Pedro Celaya. / MANUEL BRUQUE
EL ESCRITO DE LA AGENCIA ANTIDOPAJE DE EEUU DICE QUE MÚLTIPLES TESTIGOS LE VIERON HACER TRANSFUSIONES GARCÍA DEL MORAL: «NO ES CIERTO... HAY MUCHOS INTERESES ECONÓMICOS. LO QUE BUSCAN ES CAZAR A ARMSTRONG»
1998 y 2005, Armstrong usó EPO y en varias ocasiones la distribuyó a otros compañeros». Hay un tercer acusado español: Pepe Martí, actual entrenador de Alberto Contador. Las acusaciones de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos atacan al corazón mismo de la medicina deportiva en España. El doctor García del Moral, miembro de una acomodada familia valenciana —con parientes periodistas y financieros, de madre alemana, políglota,
se del estrepitoso comunicado de la USADA, García del Moral tuvo su segundo golpe el 17 de junio. De esos que te llevan casi al KO. The Wall Street Journal publicó una investigación titulada Cycling doctor under microscope [El doctor del ciclismo bajo el microscopio]. Lo citan como «el blanco de las investigaciones de dopaje» contra Lance Armstrong. Dan su apodo entre los corredores de su época en el US Postal: el Gato Negro. El diario norteamericano dice que se lo pusieron por sus rasgos gatunos y piel cetrina. «Es absurdo, mi madre es alemana». Cierto, García del Moral tiene ojos azules y la piel nívea. Sus rasgos sí que son algo felinos, pero no vendría de allí el apelativo. Provendría de la relación entre uno de los sobrenombres del EPO: Edgar Allan Poe y un relato del escritor. El doctor sería el Gato Negro de la historia, la clave de la investigación. «Durante el Tour de Francia, cuatro corredores aseguran que García del Moral, trabajaba en una
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pequeña estancia, ubicada en la parte de atrás del autobús del equipo, el vehículo que los seguía mientras duraba la competición. Detrás de unas puertas correderas, los ciclistas aseguran que allí [García del Moral] les inyectaba drogas o realizaba transfusiones de sangre prohibidas en el deporte», afirma sin remilgos The Wall Street Journal. Dos testigos que no se cita por su nombre en el informe de la USADA son Floyd Landis y Tyler Hamilton. Landis, ganador del Tour de 2006, fue descalificado por dar positivo en testosterona [gracias a lo cual el gallego Oscar Pereiro fue declarado vencedor oficial]. Hamilton utilizó la red de dopaje de Eufemiano Fuentes. Tras la deshonra, comenzaron a desvelar los oscuros misterios de este deporte y del exitoso US Postal, donde ambos coincidieron con Del Moral, Armstrong y los otros acusados españoles: Pedro Celaya y Pepe Martí. De este último, Landis dijo que era «un traficante». Hamilton desveló en una entrevista en 60 Minutes, el programa estrella de la cadena norteamericana CBS, que vio doparse a Armstrong: «Siete veces». Y apuntó a Del Moral, sin decirlo explícitamente. PREGUNTA.— El informe es demoledor. Dice, literalmente, que usted utilizó «EPO, transfusiones de sangre, hormona del crecimiento»... RESPUESTA.— Son acusaciones de dos ciclistas que han sido atrapados dopándose y ni siquiera en la época en que estaba yo en el equipo. P.— ¿Por qué usted? Lo citan como la pieza clave tanto la USADA como The Wall Street Journal... R.— Aquí hay muchos intereses económicos y su objetivo no soy yo. Ellos buscan una pieza de caza mayor. Es Lance Armstrong... Demandaré. Son demasiadas infamias. Desde el 2003 hasta ahora, García del Moral, no ha vuelto a ver en persona al Animal, como apodaban a Armstrong. Pocos recuerdos tiene en su oficina de sus múltiples éxitos con el texano. Excepto una foto colocada en una repisa donde está él, su mujer y el ciclista. Su despacho es austero, incluso pequeño. Tiene la agenda llena, ya no de deportistas de élite, sino más bien de atletas populares. Padre de tres hijos, no es raro que García del Moral dé sesudas charlas en universidades y seminarios especializados. Su trabajo también está asociado con las escuelas de tenis valenciano. Ha trabajado con el ex número uno de la ATP Marat Safin y con su hermana, quien también fuera primera del ranking femenino, Dinara Safina. De los campeones recientes, destaca la italiana Sara Errani, última finalista de Roland Garros en individuales y ganadora en dobles. Una proeza física. Al ser entrevistado el hermano de Errani sobre la labor del médico valenciano con Sara, dijo que él sólo le hizo un examen cardiaco. Mintió. Lleva con ella desde hace un lustro. P.— ¿Por qué dijo eso el portavoz de Errani si es fácil de comprobar [existen los expedientes] que usted es su médico desde hace años? R.— Yo los entiendo. Son normales estas contradicciones. ¿Qué va a hacer un deportista ante estas cir-
cunstancias, ante el acoso? Intenta negarlo. Pero yo no tengo nada que esconder, nunca lo he tenido. No es la primera vez que sufre ese rechazo. El año pasado Matt White, director del equipo ciclista Garmin, llevó en secreto al australiano Trent Lowe a la consulta de García del Moral. El Garmin nació de una idea
Armstrong ganó cinco Tours con Del Moral de médico. Abajo, Sara Errani, finalista del último Roland Garros, de la que también ha sido doctor. / JEAN-PAUL PELISSIER
romántica: «No al dopaje». Al enterarse del encuentro, su dueño despidió fulminantemente a White. Landis sería el responsable de ese incidente. Mucho antes de la declaración a las autoridades antidoping de EEUU, ya había difundido que García del Moral daba drogas en el equipo. Otro precedente. Un programa de televisión atrapó a Del Moral, en un coche distinto a los que usaba el US Postal, transportando medicinas que arrojaba a la basura. Entre ellas Actovegin, plasma de ternera. P.— ¿Qué sucedió? R.— Tenía el permiso para utilizarlo por las organizaciones respectivas. Tanto por la agencia española del medicamento como por su homóloga francesa. Uno de mis pacientes, que no era ciclista aunque formaba parte del grupo, tenía diabetes. Y si no utilicé los cubos de basura convencionales es porque los periodistas los revisaban. Cualquier cosa nos hacía sospechosos e intenté evitarlo. Salimos absueltos de todos los cargos.
500 PRUEBAS. Es cierto, pero Armstrong es sospechoso desde 1999. Desde que sus tremendos logros deportivos le permitieran codearse con estrellas de Hollywood, con Bush, con Clinton, ganar millones, ir en jets privados... Desde entonces hubo una mezcla de celos, revancha y búsqueda de la verdad. Armstrong se convirtió de ciclista mediocre a la mayor estrella mediática que ha parido este deporte en la Historia. Pero, como el cuento de Poe, siempre hay un Gato Negro que puede dar un vuelco al caso, por más que se halle emparedado al muerto. En un libro titulado L.A. Confidential se llega a decir que Armstrong tenía los brazos llenos de pinchazos por las transfusiones. Que, según la USADA, era una misión que realizaba García del Moral. «Me han hecho más de 500 pruebas de dopaje y siempre han dado negativo», ha dicho contundente Armstrong. Siempre indemne. ¿Hasta ahora? ¿Cómo habría logrado salir limpio? En 1999, la EPO ya se podía producir sintéticamente; sin embargo el test para detectarla en orina no existía. Pomadas de corticoides como el Cemalyt, que le recetó García del Moral y que se supo que usó Armstrong en su primera victoria en el Tour, estaban al límite de la legalidad. Y así, ladrillo a ladrillo, se edificó el muro que ha sostenido la verdad de Lance, del tren azul de Texas. P.— ¿Dopó a Armstrong? R.— Y también maté a Manolete...
Errani dice que Del Moral sólo le hizo un examen cardiaco. / B. TESSIER
No es cierto y esto me ha hecho mucho daño. Además, que se diga que inyecté hormona de crecimiento a una persona que padeció cáncer es una locura. Es un suicidio, porque hay mucho riesgo de recaer. García del Moral pasa de la absoluta seguridad a la angustia. Y viceversa. No sale de su asombro de que un diario del prestigio de The Wall Street Journal se atreva a señalarle así. Sin remilgos: «Un ex ciclista asegura que García del Moral le inyectó esteroides. Otro señaló que no quería tomar sustancias dopantes porque temía las consecuencias para la salud. Pero un día, García del Moral le dijo: “Usted no es un auténtico profesional si no toma drogas”. El ciclista respondió enojado: “Entonces usted no es un médico realmente”». Las evidencias que han permitido acusar a Armstrong definitivamente y suspenderle de competir —en su
nueva aventura, el triatlón— son muestras de sangre de 2009 y 2010. P.— Allí hay restos de EPO... R.— Las pruebas decisivas son esas. ¿Y yo qué tengo que ver ya? P.— La USADA dice que las practicas dopantes que usted practicaba no pararon con Armstrong. R.— Dicen «desde 1999 hasta la actualidad»... Pero sin argumentos. P.— Hablan de testigos y lo más sorprendente es que lo hacen sin condicionales. Parecen no dudar. R.— Basta. Mis abogados me recomiendan callar... No hay citación a declarar para García del Moral. Los daños colaterales por las acusaciones ya los vive. Su teléfono resuena con llamadas de EEUU, Italia, Francia, España. Deseaba mantener el silencio pero no ha podido. Le ha vencido querer defenderse. Cual minino patas arriba. O como el gato que maúlla al verse atrapado tras una pared.