EL MUNDO / Nº 816
CRÓNICA /5/6/2011 INFORME / El despilfarro de los 5.000 coches oficiales que andan sueltos / 5 TATIANA Y KRISTA / Dos hermanas unidas por un mismo cerebro /10 E. COLI / Una bacteria en el plato /14 CORREA / El primer «delito» del jefe de Gürtel fue con su hijo. Lo cuenta un libro /4
ELPRIMER PRESIDENTE PROCESADO PORLACRISIS DEUN PAÍS ¿CULPABLE? El ex primer ministro islandés, Geir Hilmar Haarde, de 60 años, posa con un portátil con la imagen del 15-M. El martes comienza su juicio. / MARTÍN MUCHA
Encuentro exclusivo con el ex jefe de Gobierno de Islandia, el primero en el mundo que será procesado por haber llevado a su país al caos económico. Habla del 15-M español
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EL MUNDO / DOMINGO / 5 / JUNIO / 2011
«La crisis de la BANCA pasó mientras yo debía vigilarla. Culpa mía aparte, los banqueros fueron irresponsables» MARTÍN MUCHA / Reikiavik
a parte de atrás del coche de Geir Hilmar Haarde, un sencillo Ford Mondeo, está llena de regalos de boda. Cajas multicolores, lazos dorados, tarjetas de felicitación. «Ayer se casó mi hijo», suelta. Su coche va subiendo una cuesta. Una colina que lleva a un restaurante mirador. Corona la cima una cúpula plata. Islandia, desde la cima, parece inmóvil. El único primer ministro del mundo —o presidente de gobierno— que será juzgado por mala gestión de la crisis económica camina como un flamenco, pasos largos, calmo. El próximo martes, 7 de junio, se sentará en el banquillo de los acusados. Frente al Landsdómur, una corte especial que nunca se ha reunido, dirá cómo se declara. «No soy culpable», espeta, sin perder la calma. A veces su sonrisa de niño enorme, casi 1,90 m, parece congelada. A veces parece inexpresivo. Como cuando el Congreso decidió, por 33 votos a 30, que sería juzgado por negligencia en su gobierno. Las olas del mar islandés se divisan. Los volcanes no sueltan cenizas. Geir, todos lo llaman así aquí, observa el país que antes gobernaba. El que, durante su gestión, dejó de ser el más feliz del mundo. Pese a su histórico juicio, Geir se considera afortunado. El 23 de enero de 2009 anunció que por razones de salud dejaba el cargo de primer ministro de Islandia. Le habían diagnosticado cáncer de esófago. —Luce bien. ¿Está bien? —Como nuevo. Recuerda que el día en que su sucesora, Jóhanna Sigurðardóttir, asumía el cargo, él se jugaba la vida en una mesa de operaciones en Amsterdam. Que tras cinco operaciones, entre febrero de 2009 y marzo de 2010, sobrevivió a un tumor maligno que suele ser mortal. Haarde acepta pasar los días previos al inicio del soberbio proceso judicial —cerca de 4.000 páginas tiene su expediente— con Crónica, en una exclusiva mundial. En cualquier país del planeta un personaje de su jerarquía pondría reticencias a enfrentarse sin condiciones a un periodista. Pero esto es Islandia, el país más tranquilo del mundo [según el Índice de Paz Global publicado esta semana]. Y este hombre es Geir Haarde, un exmandatario que conduce un Ford sin linaje. Llegamos a su casa. Es confortable, de dos plantas, nada lujosa, incluso se puede ver algún desconchado de pintura. Dentro es sobria, nada que ver con el despilfarro de los banqueros islandeses, cuyo esperpéntico nivel de gastos era similar al de la mafia rusa. De esa fies-
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Arriba, Vala Halldorsdottir y Vilhjalmsdottir Sesselja. Eran banqueras antes de la crisis. Despedidas, ahora crean juegos de mesa para iPhones. Abajo, el cantautor Hörour Torfason, quien inició la protesta presentándose solo con una cacerlola frente al Parlamento. Decenas de miles de islandeses le siguieron. / REPORTAJE GRÁFICO: MARTIN MUCHA
luce pletórico al departir con el ex actor. De fondo observa la escena, Thorsteinn Pálsson, entonces primer ministro. La influencia del republicano se puede apreciar en dos puntos esenciales. Reagan desregularizó el sistema financiero norteamericano y rebajó substancialmente los impuestos. A Haarde se le acusa de no haber controlado fehacientemente a la banca. Geir siempre se jactó de que Islandia era, entre los países nórdicos, el que tenía impuestos más bajos. La segunda escena es de septiembre de 2008, cuando todo era alborozo. Aparece Haarde en Times Square, Nueva York, frente a un letrero gigante que le daba la bienvenida. La escena era patrocinada por el Nasdaq, siglas de National Association of Securities Dealers Automated Quotation, la bolsa de valores electrónica más grande de EEUU que en un momento fue presidida por Bernard Madoff. Haarde estaba en la cima del mundo. Y desbarrancó a las pocas semanas. En octubre de ese año, los tres mayores bancos del país —Glitnir, Landsbanki and Kaupthing— quebraron y tuvieron que ser nacionalizados. Haarde salió a dar un discurso que concluía con un «Dios salve a Islandia». El fin del estilo de vida islandés. [Algunas cifras de la crisis islandesa: a mediados de 2008, la deuda externa se elevó a 50.000 millones de euros, el 80% producida por el sector bancario. Entre enero y octubre, la corona se depreció un 50% frente al euro. La Bolsa, lastrada por los bancos, hizo crack en octubre y se desplomó un 77%...] Las otras fotos son de sus padres y él. Es hijo del soldado noruego e ingeniero telefónico Tomas Haarde y de la islandesa Anna Steindórsdóttir Haarde. Su padre murió cuando él tenía 11 años. Los retratos de la familia completa son pocos. No mucho que resaltar de entonces. «Jugaba fútbol, baloncesto, ajedrez, filatelia. Era lo común, la televisión llegó a Islandia cuando tenía 15». Cantante aficionado, creció escuchando a los Beatles y a los Rolling Stones. También le gusta el jazz.
ECONÓMICAS EN EEUU
«EL MARTES ME DECLARARÉ INOCENTE ANTE EL JUEZ», DESVELA A CRÓNICA EN UNA ENTREVISTA EXCLUSIVA MUNDIAL «LO QUE CUENTADE ESPAÑACOLOCA AISLANDIAEN UN SITUACIÓN DE SUPERIORIDAD. AQUÍ EL PARO ES DEL 8%»
ta, no parece haber tomado partido Haarde. Su segunda mujer, Inga Jóna Thórdardóttir, prepara café en la cocina. No hay empleadas domésticas. Ni escoltas o guardaespaldas. Hay quienes creen que la vida de un hombre se puede repasar en sus álbumes de fotos. Haarde no es la excepción. La primera foto que nos enseña es de 1988. Haarde entonces con 37 años, acaba de cumplir 60, se encuentra con Ronald Reagan, entonces presidente de los EEUU. Geir educado en tres universidades norteamericanas, Brandeis, Johns Hopkins y Minnesota,
Haarde luce taciturno en su retrato frente al barco Vikingo III. Tras terminar el bachillerato, se fue a estudiar Económicas a EEUU. Durante ese tiempo fue redactor del principal periódico de Islandia, el Morgunbladió. «Hacía retratos de personajes, de la vida política de ese país». Era de textos claros, nada literarios. De esa época de su vida era la foto. «Me abrió la mente». Llega Inga, su mujer, con dos tazas grandes de café. La conversación torna en autopsia; del cadáver político que parece ser. Del tipo digno, claro y directo que es. —Dicen que renunció por el cáncer que padeció y por la metástasis del sistema financiero de Islandia... —Cuando tú eres político crees en los expertos. Nadie en el mundo, ni los principales especialistas advirtieron de lo que venía. Esa es una maliciosa manera de referirse a esos hechos. —Renunció al cargo de primer ministro por esa razón, ¿no? —Dejé la política porque era necesario hacerlo entonces. Había una crisis económica y tenía problemas de salud. Si lo segundo no hubiera pasado, estaría en la oposi-
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ción. Irme no estaba planeado. —¿Las protestas lo fulminaron? [He paseado por la ciudad, una urbe pacífica y casi sin incidentes... Cuesta recordar el tiempo con miles de personas protestando, un grupo de motociclistas quemando
co quebrado. «Creo que a los jóvenes el colapso nos ha servido para cambiar de mentalidad, somos más creativos», responden a Crónica. Eran del grupo de estudiantes selectas por el que las instituciones financieras se peleaban antes de salir de la universidad. Por varios miles de euros al mes, como en Wall Street. Ahora, muchos profesionales islandeses han emigrado.] —¿Se arrepiente? —Somos el único país que tomó las decisiones correctas a tiempo. Por eso no entramos en colapso. Repito, nadie vio llegar la crisis. —Quizás, como se insinúa en el documental The inside job, porque muchos gobiernos financiaron a investigadores para que hicieran informes... ¿Su gobierno lo hizo? —Se refiere a lo que se dice del profesor [Frederic] Mishkin. El Gobierno no le pagó ni financió. Él realizó un informe en 2006. Él recibió fondos para su investigación de la Cámara de Comercio de Islandia, una institución privada... — «Creo que aquí se ha mezclado lo mejor de Europa y EEUU, el sistema de bienestar nórdico con el espíritu empresarial estadounidense», es una frase suya de mayo de 2008. Entonces se decía que su gente era la más feliz de la tierra. ¿Cree lo mismo ahora? —Creo que aún somos felices. Lo ves en la calle. El sistema económico es muy sofisticado y tiene sus reglas. Quienes las rompan deben ir a la cárcel. —Los banqueros que antes eran héroes, ahora son delincuentes... —Es una historia muy triste. En las elecciones todos se acercaban a los banqueros, no sólo los de mi partido. Todos. No sabíamos lo irresponsables que eran. No podría decir que cometieron crímenes. Pero eso parece. —«Dios salve a Islandia», fue su última frase al anunciar la grieta, la caída... Es una frase de un dirigente del Tercer Mundo. En Perú, cuando se anunció la hecatombe económica el ministro de Economía concluyó con una frase similar [«Que Dios nos ayude», 1990]. —Una frase impactante y realista. Tenía que decirlo. No era la esencia del discurso, pero era una legislación de emergencia.
El exprimer ministro Geir Hilmar Haarde posa para Crónica el pasado jueves con Reikiavik de fondo.
ruedas frente al Parlamento.] —La gente tenía y tiene derecho a protestar. Esto es una democracia y se respeta su voz. Lo único que se puede criticar es cuando se transforma en violencia, en disturbios en las calles. Por primera vez en la historia, aunque sólo duró dos semanas, tuve que utilizar escolta. Mi sucesora la lleva, por seguridad. [Las protestas en Islandia fueron un cambio radical en la isla. Su principal instigador fue un cantautor, Hörour Torfason. Se plantó con una cacerola frente al Parlamento. Poco a poco se le unió gente. «¡Vanhaef Ríkisjórn!» (¡Gobierno incompetente!) era su grito. Reunió a unas 10.000 personas, en una ciudad de 120.000, una auténtica masa de cambio. Nos encontramos en el palacio municipal de Reikiavik. Gay, guapo, de modales exquisitos, el cantautor está orgulloso de lo conseguido. «Íbamos con la idea de la transformación. Debían irse los que gobernaban y lo conseguimos. Eso sí, Haarde no era el único culpable. Lo eran también sus ministros y sólo él es juzgado. Ahora la Justicia debe decidir si es culpable y, si lo es, que cumpla su condena»]. —Le podrían condenar hasta a dos años de cárcel. —El proceso es una vendetta política. Podrían ser sólo meses o la pena que señala. Pero no hay pruebas contra mí. —Charlé ayer con la fiscal Sigrídur J. Fridjónsdóttir sobre su caso. Hay miles de páginas de documentación... —Son informes de Moody’s [agencia de calificación de riesgo] que no certifican nada. —Lo acusan de «negligencia». Es el primer jefe de Gobierno que podía ser condenado a prisión por su responsabilidad en la crisis... —El martes me presentaré y tendré que decir lo que creo sobre el caso. Si soy culpable o inocente. Diré al presidente del tribunal que no soy culpable. Sé que seré declarado inocente. —¿No considera que poder juzgar a un político de su nivel es un ejemplo que da Islandia al mundo? —Los líderes políticos deben ir a la cárcel si quebrantan la ley. El ex presidente de Israel ha sido condenado por violación. —¿Otro caso sería Berlusconi? —Está acusado de conductas sexuales impropias con chicas que no han cumplido la mayoría de edad. No me compete decir si es culpable. Pero allí si existe un caso. En lo que respecta a mí no lo hay. —Usted me recuerda al presidente Zapatero en España, ambos se sentían orgullosos de sus logros, querían hacer Historia... Y ahora... —En mi gobierno tuvimos que tomar decisiones dramáticas que han dado un cambio a la situación. Estamos siendo, de los países más afectados por la crisis, los primeros en recuperarnos. El nuevo gobierno ha seguido el camino que deja-
Haarde responde al 15-M El modo en que se ha resuelto la crisis islandesa, exigiendo responsabilidades de políticos y banqueros, es el referente del movimento 15-M. «Crónica» les ha ofrecido a sus portavoces la posibilidad de hacerles unas preguntas a Haarde. Estas son. 1. ¿Cómo puede justificarse el uso de dinero público para que entidades financieras privadas puedan hacer frente a su deuda, derivada de actos de extrema irresponsabilidad? e No pusimos dinero público para salvar a esa banca. Esa es la diferencia entre Islandia e Irlanda, entre el camino bueno y el malo. Islandia está ya lejos de la quiebra e Irlanda no sale adelante. 2. El crecimiento de Islandia se basó en gran medida en los servicios financieros. ¿Cómo no se fijaron mecanismos de control y separación de los depósitos de los islandeses del capital especulativo? e Nuestro crecimiento no sólo se basó en el capital especulativo. Tenemos empresas potentes en pesca, energía, y nuestros jóvenes están muy bien educados. Por otro lado, la regulación de mi país es la misma que en el resto de Europa, que, a la luz de los hechos, podemos decir que no era lo suficientemente buena. 3. ¿Cree que su gobierno sirvió a los intereses de Islandia, o se encontraba excesivamente constreñido por la influencia decisiva de intereses financieros y de multinacionales sobre el poder público? e Protegimos los intereses del país antes y después de saber de la existencia de la crisis. Fue un error global.
DE COPAS POR 20.000 EUROS mos. Pero asumo mi responsabilidad. La crisis de la banca pasó mientras yo debía vigilarla. La culpa no es solo mía. Los banqueros fueron irresponsables. —En España hay más de 4 millones de personas sin trabajo, el 44% de los jóvenes... —No conozco los detalles exactos del caso español. Pero lo que me cuenta nos coloca en una situación de superioridad. La tasa de paro aquí es de un 8% y, aunque en nuestro mejor momento fue del 2%, es asumible. Un nivel de desempleo tan alto como ese y más entre jóvenes es insostenible. Porque genera inestabilidad social y, con el tiempo, quizás hambre. Nuestros jóvenes están preparados y si no consiguen trabajo pueden trabajar fuera. [Vala Halldorsdottir y Vilhjalmsdottir Sesselja eran banqueras antes de la gran crisis. Las despidieron y ahora se dedican a crear juegos de mesa y para iPhones. El más vendido retrata los tópicos islandeses, incluidos los magnates. Su actual oficina es la de un antiguo ban-
[Arnar Gíslason rememora esa frase y se contrae en el asiento de piel de su local, el Café Oliver, uno de los sitios más trendy de Islandia. «Parecía el fin del mundo», afirma el rey de la noche de Reikiavik. También recuerda cómo los banqueros llegaban a pagar, en una mesa de seis personas, cuentas de más de 20.000 euros. «En efectivo. Y sí, antes de que me lo preguntes, eran los banqueros que ahora salen en las noticias». De aquel despilfarro, se ha pasado a una época donde toda ostentación está mal vista]. Al contarle la anécdota de la mesa, el champagne y la vulgar ostentación, el exprimer ministro abre los ojos. Mueve la cabeza, desconcertado. «No voy de fiesta, no salgo por la noche». El sol no se pone en estos días. Es el sino de esta tierra tan septentrional. Haarde termina la charla. Luce cansado. Me acompaña a la puerta. Afuera están dos de sus cuatro hijas. Van en coches austeros, casi desvencijados. El acusado cierra la puerta sin hacer ruido.