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Y EL SEXO TÁNTRICO ¿Qué onda?
from MX_uqse_05_22_uqseMX
by aquiaqui33
EN LAS
PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX, un escritor autodenominado Arthur Avalon empezó a traducir al inglés viejos escritos de la India, los llamados tantras. Poco se conocía de esos textos sagrados en Occidente, pero Avalon, quien en realidad era un juez indobritánico llamado Sir John Woodrofe, los descubría para el mundo. Los tantras hablaban de cómo alcanzar estados de conciencia expandida y de la unión con lo sagrado.
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En 1918, Arthur Avalon publicó la versión del Shat-Chakra-Nirupana, un libro del siglo XVI, bajo el título de The Serpent Power. A partir de entonces fue ampliamente conocida entre los eruditos una tradición que tenía ramifcaciones en el hinduismo y el budismo, y que no considera que existan dos (o muchas) realidades, sino una sola.
Efectivamente, la realidad está compuesta por una unidad (monismo), y por lo tanto el sexo, que es parte de ese único ser, puede ser practicado también como una forma de encontrar el camino hacia la iluminación. En el siglo XX, algunos movimientos lo fundieron con las nuevas ideas de la revolución sexual y el amor universal. Hoy existen muchas escuelas de tantrismo e infnidad de personas lo practican. Cada vez más, de hecho, en un mundo en el que mucha gente busca acercarse a una espiritualidad más profunda y, a la vez, a un gozo de la sexualidad sin los tabúes y represiones que vivieron generaciones anteriores. Pero, ¿qué es en realidad el sexo tántrico?
Cuando escuchamos el término podría venirnos a la mente la idea de desenfreno sexual, las orgías y el libertinaje, pero en realidad nada más alejado de la realidad. Tiene que ver con la meditación, con una conexión más profunda entre dos seres humanos (y consigo mismo), y con un acercamiento a la sexualidad desde el punto de vista de la energía femenina.
Los escritos tántricos describen una infnidad de vías para alcanzar la “iluminación”, y apenas una pequeña parte está dedicada al sexo. Básicamente son técnicas de meditación, de repetición de mantras y de cómo lograr que suba la energía espiritual, o Kundalini, de los chakras inferiores, precisamente en donde se encuentran los órganos sexuales, hasta la punta de la coronilla, que es cuando se obtiene ese anhelado estado de conciencia de unidad con todos los seres.
“El tantra genuino nada tiene que ver con el coleccionismo compulsivo y neurótico de contactos sexuales”, comenta Ramiro Calle, uno de los grandes orientalistas y conocedores de la espiritualidad de la India. “Hay cientos de tratados sobre el tantra y, sin embargo, hoy en día, en muchas ocasiones se toma simplemente como sexualidad profana, y se confunden los manuales eróticos como el Ananga Ranga, u otros, como si se tratara del tantra, pero esas son solo acrobacias sexuales”.
El tantrismo va a las raíces de la concentración y la meditación para alcanzar esos estados sublimes, y por eso no se trata solamente de gozar (aunque esto es algo que sucede de manera natural, y en niveles insospechados), sino de realizar un conocimiento mucho más profundo de uno mismo. “En el tantra todo es divino –dice un maestro en este arte–: la pareja, cada parte de nuestros cuerpos y la respiración”.
Y precisamente en el tantra se sacralizan las dos energías básicas, la masculina y la femenina, representadas por el lingam (el pene) y el yoni (la vagina). Todo el profundo secreto se resume en esta unión de opuestos que se funden para llegar a la unidad. En realidad, nosotros mismos tenemos en nuestra psique los dos principios, el femenino y el masculino, lo que Carl Jung llamaba el ánima y el ánimus (o lo que los taoístas nombraban como yin y yang), y que justo con la meditación y la práctica del tantra se pueden armonizar.
El tantra se basa en la adoración de la otra parte de uno mismo, o del otro ser que tenemos enfrente a la hora de la práctica. En la relación sexual en sí, el objetivo no es el orgasmo, como en las relaciones sexuales normales, sino el abrirse y reconocer al otro en un nivel espiritual. En el masaje tántrico, que es una parte esencial del ritual, se adoran precisamente todas las partes de la anatomía de la otra persona, sabiendo que no solo tenemos un cuerpo físico sino también un cuerpo de energía sutil, y llegando al fnal a las partes más íntimas, que solo entonces, después de una gran concentración, respiración y encuentro con la otra persona, se llega a la adoración fnal, la del lingam y el yoni de los amantes.
Según los estudiosos del tema, el sexo tántrico se puede practicar con tu pareja, o bien con alguna otra persona que decida vivir contigo la experiencia, siempre y cuando prime el respeto más profundo y el deseo de dar al otro, antes que recibir placer. Se considera que el sexo tántrico ayuda a las personas que han sufrido un trauma sexual a recuperarse y muchos terapeutas holísticos lo recomiendan para liberar bloqueos, vergüenza y heridas alrededor del sexo.
Hacer un ritual tántrico no es algo que pueda tomarse a la ligera, por ello no es recomendable realizarlo con mucha frecuencia. Algunos maestros hablan de cada tres meses. De preparación cuidadosa, se le dedican varias horas sin interrupciones, por lo que las pantallas permanecen guardadas mientras dure; la práctica exige un espacio completamente íntimo y sereno.
¿EN QUÉ CONSISTE? Todo en el tantra tiene que ver con la concentración y con la seducción a los sentidos. Por lo tanto, se pueden poner imágenes que tengan que ver con la meditación, como yantras o mandalas, y los olores, por medio de las esencias e inciensos, ayudan a inducir a un estado meditativo. El olor del cuerpo es muy importante, por lo que se debe acudir después de un baño y, de ser posible, perfumado con esencias naturales como el sándalo. Después de encender velas, se puede iniciar con una meditación, hasta que esta “se transforme en movimiento”.
El sonido también es importante, por lo que es recomendable buscar algo de la red: en YouTube hay
videos de música tántrica: puedes revisar, por solo poner un ejemplo, Slow Shamanic Tantra Music. También se pueden dar de comer uno a otro alimentos que van a llenar de energía los cuerpos. Pueden ser frutas, dátiles, almendras, moras o incluso comida preparada para la ocasión, en cantidades pequeñas. El clima también debe de ser muy agradable: ni frío ni caluroso.
Así que ya tenemos vista, olfato, oído y gusto. Faltaría el tacto, que se convertirá en un todo una vez que comience el ritual. Para ello, se pueden hacer saludos de reverencia uno a otro, llenándose de gratitud. Los dos sentados frente a frente, con las piernas cruzadas, ayudados de cojines confortables si lo necesitan. Después pueden practicar el “eye gazing”, o mirar el alma, que consiste en observarse con detenimiento, “dejando que fuya la dulzura y el amor. A continuación pueden tocar sus corazones, enviando amor a la pareja, lo que crea un ciclo de dar y recibir” explican los expertos.
Aquí pueden empezar a coordinarse con la respiración consciente. Teniendo a la pareja enfrente, puedes contemplarla durante mucho tiempo en silencio, acercándose cada vez más, armonizando la respiración, de modo que la exhalación de uno suceda justo cuando llega la inhalación del otro, entrando así en un círculo de retroalimentación de energía. Algunos maestros recomiendan hacer inspiraciones reducidas y espiraciones muy largas, de modo que el prana, o la energía divina, no llegue hasta el muladhara chakra, el chakra sexual, sino que vaya ascendiendo hacia los centros de energía más elevados. Todo sin rigidez ni apresuramiento, pues ello es contrario a la esencia del tantra.
Posteriormente, pueden empezar a tocarse los cuerpos. En algunas escuelas utilizan la danza, moviéndose al ritmo de una música que lleve a un estado de trance, y entrelazarse con tactos suaves, poco a poco incrementando la intensidad y el erotismo. La postura para la penetración usualmente es uno frente a otro, sentados, como en una meditación, lo que se conoce como la postura yab-yum, pero se pueden practicar otras, siguiendo la flosofía de que lo importante es dejarse llevar (de todas formas, el tantra no tiene nada que ver, como hemos visto, con hacer diferentes posturas, sino con llegar juntos a un clímax tras otro).
La postura de yab-yum es la que está representada en infnidad de tankas tibetanas del dios penetrando a la diosa, y de representaciones de Shiva y Shakti. Shiva es quien está sentado con las piernas cruzadas y Shakti es penetrada por él, situándose encima. Aquí se pueden realizar movimientos sutiles o de pronto más enérgicos, pero siempre volviendo a la concentración en la respiración.
MÁS ALLÁ DE LO GENITAL El tantra no se trata de llegar a un paroxismo desenfrenado, sino de mantener la energía siempre alta, y en el momento en que se esté a punto de eyacular, se puede detener ese impulso para continuar haciendo el amor de esta forma sagrada, tratando de llegar a lo que se conoce como la inyaculación, o al orgasmo interior, una experiencia que, quienes la han vivido, aseguran que es incomparable.
En el tantra, la genitalidad es secundaria, e incluso la penetración. Es algo que va mucho más allá de los genitales, para lograr que cada poro y cada célula de nuestro organismo llegue a una hipersensibilidad placentera y orgásmica. Aquí, “El sexo nunca puede ser una sexualidad compulsiva y rápida, sino muy lenta y apacible, donde se implica la emoción, el sentimiento, la mente, la energía sexual y sobre todo la conciencia”, como comenta Ramiro Calle. “En cuanto hay apego, afán de posesión, de acaparar, de manipular, reproches, exigencias, expectativas, todo se arruina”.
Elma Roura, maestra de tantra y autora del libro El camino al éxtasis, habla de lo positivo que resulta no siempre consumir el deseo. “En vez de proyectarlo afuera, puedo llevarlo hacia dentro y empezar a notar las sensaciones que me crea, porque el deseo es mío”, afrma, y se pregunta: “¿Por qué la sexualidad tiene que ser necesariamente coital? ¿Por qué no puede ser un encuentro de miradas, de seducción?”. En la penetración las caricias y los abrazos son muy suaves, y a veces los amantes se mueven poco, pero eso no signifca que la energía no esté fuyendo de formas mucho más poderosas. Elma Roura llama a no negar ni renunciar a los “encuentros fugaces e intensos” que “también están muy bien”, pero invita a abrir otras puertas “para que no se pierda la conexión, la libido y la magia, pues los encuentros pueden ser mágicos”.
En el sexo tántrico se puede llegar a un punto en el que cualquier roce, cualquier mínimo toque desencadene andanadas de reacciones de todo nuestro cuerpo, incluso orgasmos largos, donde los sentidos estén de tal modo expandidos que se pueda oler cualquier pequeño aroma, se pueda escuchar la música de una manera que nunca lo hemos hecho, y se sientan ambos amantes “unidos con todas las cosas y los seres de este mundo”.
FILOSOFÍA TÁNTRICA PARA HOMBRES
Tanto hombres como mujeres pueden practicar el tantrismo sin necesidad de tener una pareja sexual. Las técnicas de autoerotismo incluyen todos los rituales que hemos visto, la concentración y la expansión de los sentidos, más el tacto suave en diversas las partes del cuerpo hasta llegar al lingam o al yoni. Ahí se puede recrear durante un buen tiempo la excitación, hasta llegar a los orgasmos sin necesidad, en el caso del hombre, de eyacular (aunque tampoco es una regla infexible, pues no hay reglas infexibles en el tantra).
Para la masturbación tántrica, Elma Roura recomienda a los hombres excitarse sin imágenes. “La masturbación del hombre es una descarga y se hace con imágenes, con el móvil en la mano o con los imágenes mentales”, señala. “¿Cuántos hombres hay que puedan masturbarse sin imágenes, sin usar recursos visuales o mentales, sin usar imágenes pornográfcas? Yo creo profundamente en la reeducación en la masturbación, creo que los hombres pueden aprender a tocarse de una forma natural, real, sin imágenes, pues las imágenes no son reales, a esa mujer no la tienes al lado. Llegar a una sexualidad real”.