9 minute read

Intervención del Presidente de la Archicofradía durante el Acto de Clausura del V Encuentro Mundial de Cofradías y Asociaciones por Ángel González Fernández

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA ARCHICOFRADÍA DURANTE EL ACTO DE CLAUSURA DEL V ENCUENTRO MUNDIAL DE COFRADÍAS Y ASOCIACIONES

Ángel González Fernández Presidente Archicofradía

Advertisement

El momento de la clausura hace posible una visión de conjunto de lo que ha sido, en su estructura, en sus contenidos y en su desarrollo este V Encuentro de Cofradías del Apóstol y Asociaciones del Camino de Santiago.

Recordarán que comenzábamos recalcando, con ocasión de nuestro saludo inicial, que el objetivo al reunirnos, y hacerlo, precisamente, en éste que es año de vísperas, no era tratar de adelantarnos de algún modo a la celebración propiamente dicha del Año Santo. Era más bien, y en la medida que nos compete, preparar y prepararnos para dicha celebración, tanto a nivel personal, como a nivel de las hermandades y asociaciones en que estamos integrados.

Dos de los intervinientes en el Encuentro, nuestro Arzobispo y la Subsecretaria en el Dicasterio para los Laicos, La Familia y la Vida, han incidido de forma directa, en sus intervenciones, en el objetivo del Encuentro en esa doble dimensión a que nos referimos. La Sra. Subsecretaria se refirió, con sentido amplio y abarcador, al quehacer de las organizaciones de los laicos en la Iglesia con respecto a acontecimientos como el que preparamos.

Las organizaciones del laicado en el seno de la Iglesia son muy antiguas, lo cual quiere decir que siempre ha habido conciencia de la necesidad de que los laicos se organizasen en estructuras estables, presididas por el convencimiento de que esa gran realidad comunitaria que es la fe cristina se vive más y de forma más auténtica en régimen de confraternidad y asociación. Es un asociacionismo que hace más explícita, más reflexiva y consciente nuestra pertenencia al Pueblo de Dios.

Por lo que respecta al momento actual en que vivimos, es claro tener que concluir que solo intensificando la dedicación a las tareas al alcance del laicado, podría el sector clerical de la Iglesia seguir

asumiendo sin merma de eficacia las tareas que institucionalmente están y han de seguir estando reservadas para solamente ellos.

Es fácil concluir también con nuestro Prelado que las tareas de colaboración que corresponden a la Archicofradía han de multiplicarse e intensificarse con ocasión de la celebración del Año Santo Compostelano y el casi inabarcable nivel de demandas y requerimientos que nos presentan los fieles, peregrinantes por cientos de miles, a pie o a través de los distintos medios. Ya los Estatutos de la Archicofradía prescriben que entre los fines de la institución está “colaborar con la catedral de Santiago para facilitar la atención espiritual y material a los peregrinos en su llegada a la meta”. Y concluye: “Este servicio ha de prestarse muy especialmente en los Años Santos”. Algo por el estilo aparece en los estatutos de las cofradías y asociaciones agregadas o en vía de agregación.

No es frecuente escuchar, como en la ponencia inaugural del Sr. Arzobispo, que entre las misiones de las cofradías se destaque, entre otras importantísimas (culto, oración, atención al peregrino), la de dar testimonio. Pero el hecho es que, solo por ser, por estar ahí y comparecer ante el público en calidad de tales, la Archicofradía y sus cofrades, las cofradías y los suyos, las asociaciones y sus miembros, están llamadas a constituirse en testimonio de que la práctica religiosa, la defensa de los grandes valores, así como la del patrimonio histórico de la fe, tienen pleno sentido en el día de hoy, pueden atraer a gente, a nuevas gentes, y pueden contribuir en gran medida a dar sentido a su vivir de cada día. De que hay, en fin, instituciones en la Iglesia que pueden contribuir a tomar conciencia y a incrementar el sentido de pertenencia a Ella.

También se nos señalaba especialmente, la misión de “formar e informar”. El conocer reviste carácter básico para muchas cosas más, dentro de las grandes operaciones del espíritu. Requisito necesario para llegar a amar, a estimar, es el antes conocer. Sólo lo previamente conocido puede ser apetecido. Lo dicen los filósofos y lo dice también el pueblo llano cuando nos recuerda que “ojos que no ven, corazón que no siente”. El sentir del corazón, por la vía de la afectividad o la del deseo, requiere que haya presencia cognitiva, que se dé conocimiento, de aquello que así estimula el sentimiento y pone en marcha la voluntad.

De hecho, este carácter primordial del conocer y, en concreto, del saber lo que como persona y como institución somos, ha orientado en mucho la disposición de los contenidos en este Encuentro. Las conferencias de apertura y de clausura van por ahí, como hemos visto. Pero igual sucede con todas las demás. La del profesor González Lopo profundiza de forma muy esclarecedora en la naturaleza de las cofradías, mostrando cómo de hecho, en los siglos posteriores a Trento, actuaron como verdaderos instrumentos de reforma religiosa y de transformación espiritual para los fieles. Y es que la firmeza en las convicciones personales se potencia en la conciencia de coincidencia con muchísimos más en el seno de la confraternidad, del mismo modo que se potencia, la capacidad de acción, por virtud y por efecto de la unión.

De la profundización en el tema de la peregrinación y sus caminos se ocupó especialmente el profesor García Iglesias. Lo hizo desde la vertiente del arte, tal como florece y fructifica en las grandes catedrales españolas, a pie del Camino de Santiago o dentro del área de influencia de las peregrinaciones jacobeas: Oviedo, por ejemplo, como referente significativo en los caminos del norte; Sto. Domingo de la Calzada, en el camino francés; igual que Plasencia, en el Camino de la Plata; o, ya en la meta de la peregrinación, la catedral de Santiago, construida y decorada como, precisamente, templo de peregrinación; al servicio de ella desde su construcción y en cada una de sus reformas, a lo largo del tiempo. Siempre se tuvo en cuenta al gran protagonista, el peregrino. Caso muy ilustrativo es, por ejemplo, el de las transformaciones que se fueron operando en la misma imagen sedente del propio Santiago, en la capilla mayor de nuestra catedral, una imagen comenzó representando, en su vestimenta, disposición y ornato a un apóstol, Santiago el Mayor, y, tras sucesivas modificaciones iconográficas, devino en el Santiago Peregrino que hoy los peregrinantes, tras larga y sacrificada aproximación a su casa y sepulcro, pueden abrazar como a uno de los suyos.

Mientras se desarrollaba el Panel I, sobre El Camino de Santiago como vertebrador de Europa, se me hizo presente una preciosa imagen de Álvaro Cunqueiro, que expongo brevemente. Recordemos o imaginemos por un momento la escena del montaje de nuestro belén doméstico, por Navidad. Ya hemos colocado la mesa en el lugar adecuado y la hemos cubierto por completo de musgo. Lo que por ahora se abre ante nosotros es una gran llanura toda de verde, pero sin estructurar, sin orientación ni sentido, sin siquiera estar mínimamente organizada… Hasta que, dejando que la arena o el serrín discurran por entre nuestras manos juntas, y caigan

formando línea sobre el verde tapiz; van apareciendo sobre aquella amorfa e inestructurada llanura de la que partíamos, los caminos: el camino principal, que será el que ha de llevar al pesebre, hacia un extremo de la mesa, así como los demás caminos que confluyen en este principal; los que han de seguir los pastores con sus rebaños, el de los magos sobre sus camellos, los que llevarán a las casas de los artesanos, los que conducirán al palacio del rey Herodes, etc. Aquella superficie amorfa y monótona de la que inicialmente partíamos, merced ahora a los caminos trazados sobre el verde, se convierte en un paisaje estructurado y ordenado, orientado en dirección al punto en el que ha de ser colocado el pesebre del nacimiento. Sobre esta estructura y este orden que los caminos de arena conforman ahora, resplandece la unidad de dirección y de sentido.

Pues algo así, sobre Europa, integrada o quizás desintegrada en unidades discretas, de fronteras bien marcadas, de espaldas frecuentemente unas con respecto a las otras, surge un gran camino o varios caminos, articulados en el mismo sentido, que confluyen en otro, orientado hacia el extremo norte de la Iberia, donde Santiago el Mayor reposa, y llama al propio tiempo con voz poderosa e irresistible. Aquella pluralidad desarticulada de Estados responde al unísono: sus habitantes sienten lo mismo, quieren lo mismo y se ponen en marcha en la misma dirección, movilizados por un mismo propósito. Por primera vez, hay una Europa que camina en el mismo sentido; una Europa plural y una.

Esta grandiosa realidad nos ha sido hoy mostrada desde la distinta perspectiva que se nos ofrece desde las diferentes Comunidades Españolas, desde la del vecino Portugal, desde la vecina Francia, desde Alemania, desde Polonia, desde Luxemburgo, desde Inglaterra, y bien sabemos que desde muchos países más, sin olvidar tampoco que ese camino saltó sobre el mar océano y llegó a América, y asoma a varios continentes más.

En un Encuentro de Asociaciones del Camino de Santiago, de cofradías del Apóstol y de la Archicofradía, a este camino de unificación y concordia había que rendir homenaje.

De enorme interés con vistas al objetivo de la preparación a que nos venimos refiriendo es el testimonio de directivos, representantes de la Iglesia Compostelana, sectores, corporaciones y entidades de la Administración en sus diferentes niveles, de los que, en principio se sabía ya de su compromiso con lo relativo al Año Santo Jacobeo y a los que hemos escuchado ahora, al pronunciarse de forma concreta y detallada, desde la perspectiva en que sus puestos les colocan.

Necesitábamos conocerlo, y que ese conocimiento se constituyera para nosotros en estímulo y acicate. Agradecemos mucho su presencia y su participación y, en la medida de nuestro compromiso con el Apóstol, con la peregrinación y sus caminos y, en definitiva, con el Año Santo, agradecemos también su siempre valiosa y, en muchos casos, imprescindible preocupación y trabajo por un Año Santo Jacobeo de pleno éxito en sus varios aspectos y dimensiones.

Contagiarnos igualmente de su entusiasmo, dejarnos influir por su “santiaguismo militante”, a veces heroico y siempre ejemplar, es lo que nos indujo a invitar especialmente a representantes de cofradías y asociaciones de las que sabemos que son ejemplares en su diaria labor jacobea, y pertenecientes al propio tiempo a distintas comunidades españolas, así como a varias naciones europeas y americanas. Hemos escuchado sus intervenciones y puede decirse que no han defraudado nuestras expectativas. Había además la necesidad aprovechar la ocasión y saber más unos de otros. Es un conocimiento, un saber, y en definitiva un trato fraternal en el que, cada poco tiempo, necesitamos reafirmarnos. Nos ayudará a todos a hacerlo mejor.

Mientras les escuchaba, yo, personalmente, me reafirmaba también en el convencimiento de que las cofradías y asociaciones son la vanguardia, la primera línea de acción del “santiaguismo” en el mundo. Al tiempo que lo reconocemos, nos es obligado y muy grato agradecerlo.

Este encuentro ha sido posible merced al entusiasmo y colaboración de todos los organismos y representaciones aquí presentes y les expresamos nuestro agradecimiento. Justo es que, una vez más, a la hora de la despedida, destaque, en este capítulo, la aportación muy especial de la Xunta de Galicia, a través de la Consellería de Cultura y Turismo y del programa “O teu Xacobeo”. Muchísimas gracias. Tampoco podría realizarse este V Encuentro sin el apoyo y sin también la generosa aportación del cabildo de la Catedral de Santiago. El que de algún modo vayamos en el mismo barco, no hace innecesario expresar nuestro agradecimiento. Muchas gracias.

Gracias, una vez más, a todos. Y quedamos emplazados para las vísperas del próximo Año Santo 2027. Lo obligado es que, para entonces, lo hagamos (lo hagan) mucho mejor.

This article is from: