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Capitulo XIV
Experiencias del personal médico ante el Covid-19
Mi experiencia de vida y atención de Covid-19
Dr. Sigfrido Miracle López
Especialista en Endocrinología CMN- IMSS UNAM
Especialista
en metodología de la investigación U. Anáhuac
Maestro en Ciencias Médicas U. Anáhuac
Coordinador de Endocrinología H. Ángeles Lomas
Fellow American College of Endocrinology
Integrante de la American College of physicians
El antes
Recuerdo aquel día perfectamente, lo que estaba haciendo, en lo que estaba pensando; es un día que quedará grabado en la memoria colectiva de la humanidad, como cuando le preguntan a alguien ¿Qué hacías el día que mataron a Kennedy? o ¿Te acuerdas donde estabas cuando el primer avión chocó contra las Torres Gemelas?: Puntos fijos en el tiempo que marcan cambios radicales en la vida cotidiana, en el “estatus quo”, que marcan un claro “antes y después” en la psique humana…
Estaba sentado, como cada 2 semanas, en la mesa de póker que desde hace más de 10 años tenemos un grupo de amigos del hospital, riendo, bromeando, intentando relajarme un rato del estrés diario de la consulta. Ahí fue cuando Javier Villagroy, el Infectólogo del grupo, nos dijo con tono sombrío y de preocupación que acababan de reportar los primeros casos de neumonía por un nuevo coronavirus en la provincia China de Wuhan. Yo creo que la reacción generalizada fue un: “OK, interesante”, que casi se sentía como un “¿y a nosotros qué?”. Un coronavirus que ocasionaba algunos casos de neumonía en una ciudad desconocida al otro lado del mundo no era para nada más interesante ni importante que la tercia que acaba de ser “flopeada” en la mesa o que el hecho que se estaba acabando la botana. “Esto es serio”, insistió Javier, “esto puede llegar a convertirse en algo muy grave a nivel mundial” … “Si, claro”, pensé yo, “otra gripe glorificada y otro caso de pánico exagerado por parte de los Infectólogos, como la gripe aviar, el MERS o el apocalipsis del AH1N1” … Jamás me pude imaginar que estaría, solamente unas cuantas semanas después, ahogándome en mis propias palabras y escepticismo…
Tengo otros 2 recuerdos muy claros de la época: El primero es el haber visto a unos turistas viajar con cubre bocas en el avión de regreso de un vuelo de Miami a finales de enero del 2020. “Que ridiculez y paranoia” pensé; que irónico que las miradas curiosas hacia las muy escasas personas que usaban cubre bocas en esos inicios se convertirían en miradas de incredulidad, asombro e incluso cierto grado de enojo y desprecio hacia las personas que, solamente un
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año después, no lo hacen. El segundo es al estar platicando con un amigo neurólogo del hospital quien me dijo que deberíamos pensar en cambiar el saludo de un apretón de manos por un saludo de chocar los zapatos... ¿mi respuesta? Abrazarlo y decirle “no seas exagerado” …
Realidad
Nadie nos pudimos imaginar, por lo menos nadie que no estuviera vivo durante la pandemia de 1918, que un microscópico patógeno, una serie de material genético cubierto por una capsula de proteínas, cambiaría radicalmente nuestro modo de vida a nivel mundial. Todos los sectores de la población, sin excepción, sufrieron un duro golpe por la pandemia y el confinamiento que esta representa. Y esto no perdonó al sector médico tampoco: el temor de acudir a un hospital, el temor de poder estar en un espacio reducido con personas portadoras del virus, el temor de acudir a un laboratorio para realizarse los exámenes médicos solicitados, todos estos factores contribuyeron a que las consultas de atención a la salud cayeran drásticamente, hasta en un 80% en algunos casos, en especial durante los meses de abril y mayo del 2020. De igual forma todas las cirugías fueron canceladas, y gran parte de los hospitales fueron convertidos en “Hospitales COVID”, lo que implicó que la atención de los pacientes no afectados por el virus tenía que ser dirigida a otras instituciones. La frase “no se dan consulta por WhatsApp o video llamada” tuvo que ser sustituida por “no estamos atendiendo en forma presencial, solo virtual”, y a Dios gracias por la tecnología, porqué si no fuera por la telemedicina no me puedo imaginar el caos que hubiese sido esta pandemia.
Los chequeos médicos se cancelaron, las visitas de rutina fueron pospuestas indefinidamente, y llego al punto que solo los pacientes que realmente se sentían muy mal y los casos graves eran los que acudían con sus médicos. Cuadros de faringitis virales y bacterianas, cuadros de diarreas leves o malestares generales, que se valoran, diagnostican y resuelven rápidamente en el consultorio, se convirtieron en verdaderos viacrucis que tuvieron que ser valorados en las carpas Covid o en los servicios de urgencias por el riesgo de poder ser casos iniciales de la infección por el SARS-COV-2.
El ir a valorar un paciente a urgencias ya no solo representaba simplemente el hecho de desplazarse del consultorio al servicio, sino toda una ceremonia y rito tribal de: lavado de manos, cambio de ropa, lavado de manos, colocación de guantes, mascarillas, caretas, revisión del paciente, nuevamente lavado de manos, retiro de todo el equipo médico de protección, lavado de manos, cambio de ropa, lavado de manos otra vez y regreso al consultorio (¿les mencioné ya el lavado de manos?).
Y si ustedes creen que las compras de pánico de productos básicos como el papel de baño, desinfectantes, jabón, utensilios de limpieza y el desabasto que ocasionaron fueron graves, no tienen ustedes una idea de lo que fue la compra de los equipos básicos de protección. Las mascarillas N95 y KN95, que usualmente costaban 10 a 20 pesos, se llegaban a subastar al mejor postor, llegando incluso a precios de más de 170 pesos cada, y eso en los afortunados casos que se podían conseguir. El alcohol en gel se cotizaba más que el tequila más fino y era más fácil conseguir estupefacientes que un termómetro digital o un oxímetro de pulso.
Desafortunadamente el miedo a salir y acudir al médico trajo, a los pocos meses, consecuencias serías, con las cuales todavía estamos lidiando y me temo que lidiaremos todavía por meses a seguir: casos relativamente simples de tratar se convirtieron en casos graves y complejos por la espera de los pacientes: apendicitis que normalmente se diagnosticaban en las primeras horas de inicio del cuadro clínico y que implicaban tal vez 24 a 48 horas de hospitalización se convirtieron en extensas cirugías abiertas por peritonitis que tomaban semanas de recuperación, cuadros respiratorios simples que se podrían haber manejado en casa se convertían en neumonías que requerían varias días en el hospital, pacientes diabéticos, hipertensos, con buen control, terminaban con comas diabéticos y crisis hipertensivas al no realizarse sus estudios y visitas de control.
El consumo desmedido y sin fundamento científico solido de algunos medicamentos (como la Hidroxicloroquina) llevo a un desabasto de medicamentos y a un calvario para los pacientes (pacientes con problemas reumatológicos serios) que realmente si necesitaban de ellos, recomendaciones del consumo de desinfectantes (el eterno cantar del hidróxido de cloro) llevo a cientos de intoxicaciones y sangrados gástricos, dosis de Ivermectina toxicas para el hígado siento consumidas como caramelos antes la esperanza de defenderse antes el nuevo enemigo invisible…Pánico, incertidumbre, desinformación, estos fueron solo algunos de los nuevos nombres que la “Nueva normalidad” tomó.
Y desafortunadamente considero que estos es nada más la “punta del Icerberg”. La victimas del coronavirus no solo se debe contar en los pacientes que hayan muerto por el virus, sino en todos los pacientes que han muerto como consecuencia del virus. ¿A qué me refiero con esto? A las personas que murieron esperando trasplantes porque las cirugías se cancelaron, a las personas que murieron en casa por miedo de ir al hospital y contagiarse, a las personas que la pérdida de su sustento económico ocasionó que no pudieran seguir pagando sus seguros médicos, sus medicamentos y sus consultas…la lista es larga y lúgubre.
Mi contagio
Hoy, a poco más de 1 año del reporte, el 28 de febrero del 2020, del primer caso de infección por COVID-19 en el territorio mexicano, sentado en la habitación de mi hijo de la cual no he salido en los últimos 10 días (desde el jueves 04 de marzo, fecha en que me entregaron el reporte confirmatorio de mi infección por el SARS-COV-2), esperando que mi esposa toque a la puerta antes de alejarse para avisarme que me está dejando la charola con mi comida en el
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suelo (sin que realmente tenga mucho apetito), preocupado, incierto, un poco temeroso por mí, pero tranquilo y agradecido que el resto de mi familia salió negativo, me viene a la mente esa maldición China (irónico ¿no?) que cita:
“Espero que vivas en tiempos interesantes”…
Definitivamente estos son tiempos MUY interesantes…
En este tiempo de aislamiento y cuidados extremos sobre todo siempre pensando en mi familia recuerdo como me dedique en otra época a cuidar mi salud que había descuidado y fue precisamente dedicándome a hacer ejercicio y cuidando mi alimentación, me convertí en corredor de largas distancias o sea de maratones, lo que cambio mi vida y la forma de ver mi salud, de haber estado en obesidad mórbida con 142 kilos, completamente sedentario y con múltiples complicaciones de salud, dentro de los que se encontraba el síndrome metabólico, llegue a perder 70 kilos de peso y logre activar mi vida, de hecho actualmente me entreno entre una hora y y hora y media seis días a la semana, corriendo un medio maratón al mes y un maratón cada año, si ha valido la pena el esfuerzo y lo recomiendo ampliamente ya que me encuentro con el mejor estado de salud de toda mi vida y lo traigo a colación porque en esta Pandemia una enseñanza debería de ser que todos auto cuidemos nuestra salud.
Un aspecto importante fue la llegada de las vacunas que se ha convertido en una esperanza, sin embargo en nuestra país el sentir la discriminación para la aplicación de la misma para el personal de salud que es definitivamente el más expuesto, realmente es decepcionante. Siendo un médico que se formó y trabajo con todo ahínco y respeto a nivel institucional en el sector público, por asares del destino fue necesario dedicarme a la práctica privada y hoy me siento realmente traicionado y completamente decepcionado por la actitud del gobierno de no considerar a los médicos que estamos en la primera línea, tratando con pacientes con Covid, tanto en la consulta como en la hospitalización e incluso en la terapia intensiva.
Los médicos privados estamos expuestos al atender pacientes día con día con los cuales no podemos estar seguros si son o no portadores de Covid-19, pero incluso estamos atendiendo pacientes con certeza del diagnóstico tanto casos no tan graves como muy graves en las terapias.
Personalmente me siento afortunado de poder haber apoyado a muchos pacientes con Covid a salir delante de su enfermedad y que seguramente fue la fuente de mi contagio.
Capitulo XIV
Experiencias del personal de salud ante el Covid-19
Mi experiencia como paciente y atención odontológica ante Covid-19
Dra. Gabriela Mijangos Leal Cirujano Dentista por la U. Latinoamericana Especialista en: Odontopediatría, Ortotodoncia, y Ortopedia
Soy Cirujano Dentista trabajo actualmente en el Consejo de la Judicatura Federal por la mañana y en el turno vespertino en la práctica privada, atendiendo pacientes de todas las edades y desde un principio con todas las medidas de seguridad sugeridas para mi práctica profesional ante la Pandemia, sin embargo me contagie en la misma, por lo que quiero compartirles mi experiencia a 5 meses de haber adquirido Covid-19.
Yo al igual que la gran mayoría de mis colegas durante la práctica profesional siempre hemos extremado cuidados en lo que se refiere a medidas de sanitización de los consultorios ya que como es de todos sabido nos enfrentamos a un sinnúmero de enfermedades que podemos transmitir entre pacientes tales como VIH, hepatitis C, influenza entre otras y ahora sin duda la temida enfermedad de COVID lo que nos ha orillado no sólo a extremar precauciones sino también a reducir nuestra práctica profesional a solo resolver emergencias, para así proteger no sólo a los pacientes sino a nosotros mismos y a nuestros equipos de apoyo.
El contagio
No obstante y con todos estos cuidados me contagie de COVID en mi consultorio particular un sábado casualmente el 12 de diciembre del 2020. Como es que tengo la fecha con tanta precisión, la realidad es que no lo supe hasta dos meses después de ser contagiada, porque ese día como a las 9 de la mañana atendí a una pequeña de 11 años la cual acudió a consulta para ajuste de aparatos ortopédicos.
Yo como siempre ocupe mi equipo de protección que incluye un cubre bocas KN 95, lentes, una careta, bata de tipo quirúrgico especial, así como guantes y estaba atendiendo a la pequeña cuando empecé a
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sentirme mal con sudoración excesiva, fría, con mareo y muy débil a causa del gran calor que se siente con el equipo puesto y ahí cometí el gran error para tratar de ventilarme un poco, me aleje un poco de la niña y me retire la careta y el cubre bocas para poder respirar, recuperé un poco el aliento y decidí seguir trabajando hasta concluir la atención de mi paciente.
Cancelé las demás citas del día y me retiré para ir con mi médico el que me diagnostico que lo que me había sucedido fue una baja de mi presión. Ya en reposo logré restablecerme y continuar con mis labores a partir del lunes siguiente tanto en mi trabajo institucional como en el particular sin ningún contratiempo hasta el jueves 17 de diciembre que empecé con ardor en la garganta y un poco de cefalea.
Ante la duda decidí acudir a efectuarme la prueba Covid y fui al hospital Médica Sur a obtenerla , estuve formada por más de 1 hora esperando turno por la gran cantidad de personas que se la estaban realizando, la razón era que necesitaban decidir si asistían o no a las fiestas decembrinas con sus familias.
Bueno por fin me toco, indicándome que en menos de 24 horas me darían el resultado sin embargo por voluntad propia decidí aislarme para proteger así tanto a mis compañeros de trabajo como a los pacientes.
“Al día siguiente me llegó la noticia, eres positiva”
De inmediato avisé a mis lugares de trabajo y a todas las personas incluyendo a mis pacientes con los que tuve contacto en ese periodo. Ya que la primera sensación después del miedo de saberme positiva, fue el sentimiento de culpa de pensar que podía haber contagiado a otras personas cercanas a mí.
Por suerte me di cuenta de que las medidas empleadas son efectivas ya que nadie de mis cercanos resultó contagiado por mí.
El desarrollo
“Yo soy católica así que agradecí y agradezco a Dios la oportunidad de poder hoy platicarles mi experiencia”
A partir de ese momento empezó la gran tragedia siempre acompañada de mucho miedo e incertidumbre de hecho la preocupación que tenía también sin quererlo se las transmití a mis familiares y amigos que siempre estuvieron al pendiente de mi evolución. Soy mamá de 2 hijos maravillosos, mi hija Monserrat que es ginecóloga y mi hijo Rodrigo que es veterinario, pero ambos viven en el extranjero, sin embargo ante la imposibilidad de que pudieran venir a México por la dificultad posterior de regresar a sus lugares de trabajo, se encargaron de mí a la distancia contactándome con la Dra. Andrea que es infectóloga y la Dra. Damaris dedicada a tratar pacientes Covid que a partir de ese momento nunca me sentí desatendida.
Me dieron tratamiento especializado en mi domicilio, teniendo desde el primer día de positiva y al tener mi saturación oscilando entre 89 y 90 tuve que adquirir un concentrador de oxígeno para dosificar 2 lts las 24 hrs. Y algo que no había realizado con anterioridad me tuve que auto inyectar el medicamento que me habían indicado la Dexametasona IM, en las piernas por 10 días una cada 24 hrs. Además Inyectarme un anticoagulante alrededor del ombligo que me causaba dolor y que ardía mucho. Pero lo tenía que hacer mis estudios de laboratorio decían que estaban elevados los indicadores de inflamación en 1700 y el riesgo de producir coágulos estaba en 7 realmente, aunque soy odontóloga no conozco mucho de estos datos de laboratorio.
Evolución
Yo no perdí ni el olfato, ni el gusto, pero sí se alteraron, los sabores se exacerbaron en exceso mi boca era muy sensible a lo caliente sentía que verdaderamente me quemaba, no toleraba el picante hasta la fecha sigo muy sensible al picante y a la sal.
Pero sabía que era fundamental comer, mis hermanos se encargaron de llevarme los alimentos mientras estuve aislada. Me sentía verdaderamente agotada por días era muy difícil mantenerme despierta por una hora, me sentía muy débil no tenía fuerza para abrir una botella de agua, resultaba realmente toda una odisea responder un mensaje en el celular porque no podía sostenerlo y me causaba angustia porque yo sabía que todos estaban preocupados por mí.
Me dolía el cuero cabelludo, tenía días donde presentaba diarrea, por lo menos nunca tuve fiebre, ni dolor de cabeza tal vez lo más grave fue la tos que por momentos no me dejaba ni pasar saliva.
Conforme iban pasando los días iba incrementando los síntomas, la
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angustia, el miedo y la incertidumbre, aunque solo 1 día por varias horas sature a 78 en realidad los demás días mi oxigenación estaba en 93, claro siempre conectada al oxígeno las 24 hrs. Hasta para ir al baño, el único momento de quitármelo era para bañarme y terminaba sofocada y agotada.
El día que sature a 78 fue el día 10, pensé que tal vez sería el último. Ese día le mentí a la doctora le dije que mi saturación estaba en 88, me dijo que me colocara boca abajo y trataré de como estar como hincada, la debilidad no me permitió hacerlo ya que sentía que no tenía fuerza suficiente, así que decidí permanecer sentada.
Fueron días difíciles, no solo por lo vivido si no porque 3 de mis sobrinos, 4 amigas contagiadas (incluso una con su esposo intubado en el hospital en el cual duró 3 meses y medio internado le practicaron traqueostomía y hasta la fecha, aunque ya en casa está en terapia de rehabilitación y alimentándose solo con papillas ha perdido más de 50 kilos era obeso pesaba 130 kg).
Mi tío querido Roberto un hombre muy sano el cual no salía ni a la esquina, nos preparábamos para hacerle un festejo por su el 7 de mayo porque cumpliría 90 años murió lejos de su familia que se contagió toda, solo en un hospital y yo impotente sin poder ayudar a nadie postrada en una cama, sin duda esto no sólo cambió nuestra forma de vida también ha cambiado en mucho las prioridades valorar o revalorar lo que realmente es importante cómo saber que no somos eternos y que todos somos vulnerables, que tenemos que disfrutar cada momento y a las personas que nos rodean y que queremos que es siempre importante hacérselos sentir.
Y sin duda yo agradezco a Dios y a la vida que me regalo mis hijos, hermanos, sobrino, tíos, primos y amigos que nunca a pesar de mi aislamiento nunca me dejaron sola nunca nunca me sentí sola, gracias gracias gracias por tanto gracias a eso estoy aquí contando mi experiencia.