V Certamen Internacional de Teatro Breve

Page 1

ALGUNAS HISTORIAS DE TERROR NEOLIBERAL Autor: D. SERGIO SÁEZ ESCUDERO

UN TRABAJO ES UN TRABAJO Autor: D. RAFAEL BELMONTE AGÜERA

CERTAMEN INTERNACIONAL DE TEATRO BREVE FUNDACIÓN CIUDAD DE REQUENA 2001

-3-


© Coordinadora de Actividades Teatrales Arrabal Teatro Primera Edición: Marzo 2003 Segunda Edición: Marzo 2020 Edita: M. I. Ayuntamiento de Requena Depósito Legal: V - 1.150 - 2003 Maqueta-Imprime: GOVI • imprentagovi@hotmail.com Libro impreso en papeles reciclados 100% de INAPA.

-4-


Según consta en el acta levantada por D. Joaquín Olcina Vauterén, Notario del Ilustre Colegio de Valencia, un Jurado presidido por D. Rafael García Fernández, como presidente de la C. A. T. Arrabal Teatro, y formado por Doña María Luisa Merlo, D. Juan Alfonso Gil Albors, D. José Luis Prieto, D. Miguel Ángel Plaza, D. Ramón de Aguilar, Doña María José Viana, D. Julián Cano Martínez, Doña Carmen Vila Pastor, D. Jaime Millas Covas, D. José Luis Pinotti Brandich y D. Rafael Muñoz García, después de las oportunas deliberaciones, acordó conceder el primer premio del Certamen Internacional de Teatro Breve «Fundación Ciudad de Requena» 2001, a la obra titulada ALGUNAS HISTORIAS DE TERROR NEOLIBERAL, de la que, una vez abierta la plica, resulta ser autor D. Sergio Sáez Escudero, y declarar finalista UN TRABAJO ES UN TRABAJO, presentada bajo el título de «C-08140-031» y de la que, una vez abierta la plica, resulta ser autor D. Rafael Belmonte Agüera.

-5-


-6-


ALGUNAS HISTORIAS DE TERROR NEOLIBERAL Autor: SERGIO SÁEZ ESCUDERO

-7-


PERSONAJES: - SOCIO MAYORITARIO. - APRENDIZ. - ESPÍA. - RASTREADOR. - COMERCIAL. - PSICÓLOGA. - VETERANO. - ABUELO. - EL ÚLTIMO. - SALVAJE.

-8-


PRÓLOGO (Un elegante hombre de negocios, salpicado con ciertos detalles extravagantes, se pasea por el patio de butacas, como si visitara un mercado de ganado. Puede considerarse satisfecho si al final de su monólogo se ha ganado la antipatía del Respetable). SOCIO MAYORITARIO: Tú, ¿cuánto?. Si, tú me has gustado, así que dime cuánto vales. ¿No me oyes?. ¿Que cuánto vales?. Está sordo. Y, ¿tú?. Ah, tú tienes pinta de ser muy cara. Tú, en cambio, te venderías por lo que sobra en mis bolsillos. Venga, nadie se atreve a decirme un precio. ¡Ah, queréis negociar!, os encanta esto ... está bien, negociemos. ¿Quién quiere ser el primero en ponerse precio?. Vamos, el mercado se caldea, la oferta y la demanda van a desatarse y están locas por fundirse en un punto. (Espera, sin éxito, una respuesta).

¿Nadie compra ni vende?. Mi paciencia también tiene un precio señores. (Mirándole más detenidamente, advierte que no se trata de personas «corrientes»).

Pero, qué sucios espantajos se encuentran ante mi, qué tristes fantasmas del pasado, que aún diría que sienten ... pudor. ¿Es posible, pudor por hablar de venderse?. ¿Indignación, recelo?. ¿Pero de qué siglo han salido ustedes?, ¿dónde estoy, en qué andrajoso rincón de la conciencia, que la gente se avergüenza de oír cuatro verdades? Reconozco sus miradas, ese innegable sentimiento de hipocresía ... ¿No creéis que todo tiene precio?, ¿no?. ¡Me encanta la hipocresía, la adoro!, ¡Lástima que casi ya no exista, pero me recuerda a los viejos tiempos!. Vosotros me encantáis, vengáis de donde vengáis. Tan vírgenes y tan asquerosos ... (Se pasea, con amagos de lección magistral).

-9-


Pues sí, mis queridos aprendices. ¡Todo tiene precio!. Esa es una de las cinco verdades que sostiene el mundo. ¡Todo!. Esa chaqueta ¡tiene precio!, no mucho por cierto. Tu libertad ¡tiene precio!. ¡Tu reloj tiene precio!. Tu dignidad ¡tiene precio!. Todo. Tu cuerpo, tu sortija, tus ideas, tu casa, tus sueños, tu coche, tu futuro, tu batidora, tu pareja, tus botas, tu memoria, tu microondas, tu silencio ... ¡Tooooooooooooodo tiene precio!. Sólo hay que averiguar cuál es. Ése ... ese es el apasionante trabajo al que me dedico: encontrar cosas que se venden, descubrir su precio y adquirirlas. Sí señor, nada más y nada menos. Yo, ciertamente, no soy bueno en mi trabajo: soy el mejor. Y hoy se lo voy a demostrar. Es para mi un sueño encontrarme ante decenas de personitas sin precio. Pero no se preocupen, antes de que se levanten de la butaca, lo tendrán. Y un dueño también, porque para entonces alguien les habrá comprado. Señoras y señores, bienvenidos a ... la gran subasta. (Oscuridad)

¿Les asusta la oscuridad?. ¿Se sienten perdidos?. La oscuridad es sincera. En realidad es lo que nos rodea siempre. La luz es sólo un accidente, un decorado, y sin embargo la preferimos. Francamente, señores, la verdad es molesta, incluso grosera. Nos separa de nuestros deseos, es descaradamente transparente. ¿No prefieren un mundo artificial?. En el mundo de lo falso todo es posible. Si tienes dinero para comprarlo, claro. (Luz. Ya sobre el escenario, aparece un recargado despacho de trabajo).

Este es mi despacho. Aquí recibo decenas de personas al día. Soy Socio Mayoritario de 15.322 personas (suena una alarma), perdón, el pastor ucraniano ha caído por el desfiladero, 15.321 personas, muchas de las cuales jamás conoceré. Pero todas me pertenecen. -10-


No piensen que es un trabajo aburrido, en absoluto, y pienso demostrárselo. Faltan dos minutos para que abra mis puertas. Tras de ellas esperan cuatro personas de mi posesión. Las cuatro, con una terrorífica historia a cuestas. ¿Quieren escucharla?, ¿de verdad?. No les aburrirán, más bien les causarán pavor, ¿qué apuestan?. Yo, ya saben lo que quiero. Les quiero a ustedes y, si les entrego lo suficiente, les conseguiré. ¿Están preparados?. ¿De verdad quieren que abra esa puerta?. Pues escupan su conciencia y ¡¡¡prepárense para el viaje!!!. ACTO I: ESCENA I: ESPERA.

(Nos encontramos en una lujosa sala de espera de un rascacielos. Tres personas esperan, nerviosas: un adolescente se asoma al gran ventanal, un interesante y pacífico cincuentón repasa unas notas, y un tercero, bohemio e irascible, da círculos sin encontrar jamás la comodidad).

APRENDIZ: ¿Habéis visto lo que ha pasado?. Un psicópata se ha pegado un tiro en los grandes almacenes de al lado. ESPÍA: (Sin dejar de escribir) Ya no se puede estar tranquilo en ninguna parte. APRENDIZ: Y usted que lo diga, en mi último trabajo ... ESPÍA: ¿En qué trabaja usted? APRENDIZ: Eh, pues ... me ha interrumpido. ESPÍA: Si, ya, pero me parece una falta de educación imperdonable empezar una conversación, sin que usted reconozca en qué trabaja. Así, yo podré identificar su estrato social, y decantarme por un tono despectivo o subordinado en el coloquio. APRENDIZ: Si, tiene razón, perdone. Soy aprendiz. ESPÍA: ¿Aprendiz de qué? APRENDIZ: Aprendiz de todo. Me enseñan toda clase de trabajos, hasta que ya lo domino, y ¡hala!, a aprender otro. Se ya unos veinticinco. -11-


ESPÍA: No suena muy bien, optaré por un tono despectivo. ¿Y qué decía de su último trabajo? (despectivo). APRENDIZ: Que era muy peligroso. Según cuentan el segundo oficio más peligroso del mundo. ESPÍA: No me diga que usted ha sido repartidor de pizzas. APRENDIZ: No, hombre, no. El segundo. ESPÍA: Si, yo también he vivido situaciones peligrosas. Recuerdo en Génova ... APRENDIZ: ¿Ha viajado usted?. ESPÍA: Por todo el mundo. APRENDIZ: ¡Increíble! ¡Cuénteme cosas! Veamos ... ¿Qué país es el más extraño?. (EL RASTREADOR pasea nervioso, mirando con cara de pocos amigos).

ESPÍA: Pregunta difícil, mmm ... China, tal vez, fascinante ... ¿Sabías que allí las hamburgueserías McClevelland son de color azul?. APRENDIZ: ¡Anda ya!. ESPÍA: Sí, es sorprendente, allí las pintan de ese color. Y nada más entrar te saludan en su antiguo idioma, les hacen aprendérselo para recibir a los clientes. Luego, claro, ya te hablan normal. APRENDIZ: Si, yo una vez vi letras de ese idioma, eran rarísimas, con unas formas ... Lo sé porque había unos dibujitos que yo veía de pequeño que ... RASTREADOR: ¡¡Cállate ya!! APRENDIZ: ¿Es a mi? RASTREADOR: Una sola respuesta estúpida y te borro del mapa. ¿Sabes donde estamos, niñato?. Esto no es divertido. El Socio Mayoritario habrá dormido mal y tendrá un humor de perros. Y más vale que no le enfades, porque yo entro detrás de ti. Y como lo note -12-


irritado, te perseguiré sin tregua hasta hacerte aprendiz de muerto. ¿Está claro?. APRENDIZ: (Asiente). He comprendido. No acostumbro a llevarme mal con la gente. ESPÍA: Pues hace usted muy mal, todo el mudo necesita enemigos. (Suena un timbre)

APRENDIZ: Es mi turno. ESPÍA: Suerte. (Sale una mujer, histérica).

COMERCIAL: Esa maldita psicóloga, sabía que iba a arruinar mi vida desde que entré en su casa ... ESPÍA: Cálmese. RASTREADOR: Diga, ¿qué humor tiene hoy? (refiriéndose al Socio Mayoritario). COMERCIAL: ¿Humor? ESPÍA: Comprendo. ¿La ha tratado mal? COMERCIAL: Veinte años trabajando para él, veinte siendo líder en ventas. Nunca me había citado el Socio Mayoritario, por lo que supuse que estaba contento con mi trabajo, pero el otro día ... cuando recibí la citación ... me temí lo peor. Me preparé la entrevista de forma impecable: todos los documentos, todas las cifras, todos los datos ... Memoricé cientos de respuestas correctas que no denotaran ni el más mínimo fallo en mi gestión, hice repaso de todas y cada una de las diez mil últimas ventas conseguidas, todo ... para esto. RASTREADOR: ¿Qué? ¡Dígalo de una vez!. COMERCIAL: Principios de siglo ... Me ha hecho retroceder a principio de siglo. Hace veinte años, cuando empecé a trabajar para él ... mi primera semana y ... aquella maldita psicóloga. ESPÍA: ¿Se sentiría mejor si contara su historia? -13-


COMERCIAL: No, les aburriría ... ESPÍA: Aún nos queda mucho tiempo de espera, y no tenemos nada mejor que hacer. COMERCIAL: No quiero atormentarles con mi pasado ... RASTREADOR: ¡Que la cuentes ya, coño, que estoy intrigado! COMERCIAL: Está bien. Eran mis primeros días de trabajo. Ya saben, aún tenía esperanzas, sueños, inocencia, y quería ser la mejor. Era agente comercial de un producto realmente ... revolucionario. Los clientes, no obstante, reaccionaban muy bien a mi propuesta, hasta que entré a la casa de aquella maldita psicóloga. (Oscuro).

ESCENA II: PUBLICIDAD EN MIS SUEÑOS (Estamos en la consulta de una PSICOLOGA. El ESPIA, veinte años más joven, está echado en un diván. Ella apunta unas notas respecto a lo que dice).

ESPÍA: Me rodean muchas personas, muchas. Toda la ciudad, diría yo. PSICÓLOGA: ¿Quieren hacerle daño?. ESPÍA: No, y eso es lo más extraño. Todos son felices, estúpidamente felices. Pero yo tengo un miedo horrible a ser como ellos. Corro, corro hasta perder las fuerzas. Y cuando el primero de ellos va a atraparme ... ¡¡Pi, pipiiii!! PSICÓLOGA: ¿Piiii?. ESPÍA: El despertador, no falla. Nunca hay un final. PSICÓLOGA: Comprendo. Bien, el otro día usted me insinuó algo sobre ciertas operaciones que realizaba en su trabajo. No se, pero creo que pueda tener cierta relación. ESPÍA: Pero en el sueño no aparecen para nada mi oficina, ni mis compañeros ... PSICÓLOGA: No tienen por qué. Los sueños hablan mediante metáforas. A través de ellos, nuestra conciencia intenta -14-


ponerse en contacto con nosotros. Por el día no puede, seguramente por falta de tiempo o porque espera encontrarle tranquilo, para asegurarse de que la va a escuchar. Lamentablemente, muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Para leer una carta, primero hay que encontrarla. Según creo, usted tiene problemas de conciencia. Quizás, en su trabajo, se vea obligado a hacer cosas que vayan en contra de sus principios. ESPÍA: He de confesarle algo: no soy arquitecto. PSICÓLOGA: Lo se. Pero no voy a obligarle a decirme nada que no quiera. ESPÍA: No depende de mi, no puedo explicarle nada respecto al tema, pero ... supongo que nada impide que hable de un tercero (mira alrededor, con una precaución absurda). Supongamos que tengo un amigo, un amigo que trabaja para el Servicio Secreto de nuestro país. Bien, mi amigo ama su trabajo, siempre lo ha hecho, pero últimamente le encargan tareas que ... exceden demasiado la línea que separa de lo correcto e incorrecto, usted me comprende. No es que mi amigo sea muy tiquismiquis, su oficio siempre ha conllevado ... ciertos abusos, pero, ¿y si últimamente se le exigiera demasiado, y presintiera que sólo acaba de abrir una puerta?. PSICÓLOGA: ¿Su amigo está dispuesto a asumir las consecuencias de sus acciones?. ESPÍA: Son inasumibles. Permitir la llegada al poder de dictadores en ciertos países, enemistar potencias y propiciar conflictos ... estoy hablando de cosas graves. PSICÓLOGA: Quizás una persona normal pueda forzarse a permitir eso, pero jamás lo haría su conciencia. Ésta le atormentaría, le bombardearía con sueños continuos hasta que por fin fuera escuchada. ESPÍA: Supongo que tiene razón. Se lo diré a mi amigo. Gracias. -15-


PSICÓLOGA: Su próxima visita es ... dentro de quince días. ESPÍA: Usted, me ayuda mucho. ¿Lo sabe, verdad?. PSICÓLOGA: Es mi trabajo. ESPÍA: Y hablando de su trabajo, ¿cuándo va a descansar?. En su estado ... PSICÓLOGA: (Acariciándose la barriga). Aún no nacerá, lo presiento. ESPÍA: Será un niño hermosísimo. Felicite al padre de mi parte. PSICÓLOGA: (No se ha sentido cómoda con este comentario). Hasta la vista. Si es tan amable, ¿puede avisar al próximo paciente?. ESPÍA: No (tajante, después sonríe). No hay nadie. PSICÓLOGA: Estupendo, me tomaré el resto de la mañana libre. Adiós. ESPÍA: Adiós (se va). (La PSICOLOGA recoge sus cosas. Llaman a la puerta).

PSICÓLOGA: La consulta está cerrada, pida cita por teléfono. COMERCIAL: No vengo a la consulta. No lo necesito. Pero quizás usted si me necesite a mi. PSICÓLOGA: ¿Es usted fisioterapeuta?. COMERCIAL: No. PSICÓLOGA: Entonces no la necesito. COMERCIAL: Soy agente comercial. PSICÓLOGA: Mejor, me sentará bien tener alguien a mi lado que simule ser feliz. (Abre) Le dejaré hablar, pero le aviso: no le compraré nada. COMERCIAL: Eso dicen todos. Bien (se prepara). ¿Quiere la versión larga o la corta?. PSICÓLOGA: La larga, por favor, veamos el show al completo. COMERCIAL: Bien. Entonces respóndame. ¿Qué diría si le dijera que puede ganar dinero por algo que usted tira a la basura?. -16-


PSICÓLOGA: ¿Es una de esas preguntas con trampa?. COMERCIAL: Nada de eso. Hay algo que usted desperdicia y a nosotros nos interesa. PSICÓLOGA: ¿Mi vida sentimental?. COMERCIAL: Aquí es donde el cliente más se asombra. PSICÓLOGA: Si, reconozco que ya me tiene intrigada. ¿Qué es eso que desperdicio?. COMERCIAL: Su mente. PSICÓLOGA: ¿Me está llamando gilipollas?. COMERCIAL: En absoluto, nunca llamaría eso a un posible comprador. Todos tiramos nuestra mente, al menos el 90 % de ella. Nosotros sólo la queremos por unas horas, durante su tiempo de sueño. PSICÓLOGA: ¿Quiere que deje de dormir?. COMERCIAL: Es su cuerpo el que le pide descanso. Su mente, sin embargo, no lo necesita. Usted la está desaprovechando durante un tercio de su vida. PSICÓLOGA: (Se empieza a poner seria). ¿Y para qué quieren mi mente durante ese tiempo?. COMERCIAL: Se la alquilamos. Usted no la está utilizando durante esas horas. Si accede a prestarla, en cambio, ganaría dinero cada noche ... sin hacer nada. Al despertarse será un poco más rica que al acostarse. Mire, mire nuestras tarifas (le presenta catálogos). ¿No me niegue que es una oferta tentadora?. PSICÓLOGA: ¿Y exactamente qué harían con ella?. COMERCIAL: Venderle cosas. Lo mismo que estoy haciendo con ustedw... pero sin usted. PSICÓLOGA: Y ¿qué tienen de malo la tele, la radio, los periódicos ...? COMERCIAL: La mente es el más perfecto medio publicitario jamás concebido. -17-


PSICÓLOGA: Comprendo. El sueño de cualquier publicista: la comunicación directa con el subconsciente, sin intermediarios inútiles, sin posibilidad de levantarse a ir al servicio, cerrar los ojos, pensar en otra cosa, juzgar ... COMERCIAL: Es lo suyo. Al fin y al cabo la publicidad se inventó para comunicarse con el subconsciente. Siempre lo ha hecho, ahora simplemente será todo más evidente. PSICÓLOGA: Así que me pasaría toda la noche viendo anuncios, pero sin darme cuenta. Y, claro, me levantaré con unas extrañas ganas de comprar sus productos. COMERCIAL: Usted puede seleccionar los que más le interesan. También nosotros los adaptaremos a sus gustos, estados de ánimo, capacidad adquisitiva ... Si lo piensa, le ofrecemos una completa gama de soluciones con las que alimentar sus necesidades, incluso las que no sabía que tenía. Usted ganará un dinero, dormirá entretenida y, ¡olvídese de las pesadillas y del insomnio!. Nosotros, a cambio, tenemos oportunidad de ofrecer nuestros productos. Usted gana, nosotros ganamos. Todos contentos. PSICÓLOGA: Sí, pero ... ¿y los sueños?. COMERCIAL: ¿Cómo dice?. PSICÓLOGA: ¿Ve usted aquel diploma? (en la pared). Me costó cinco años. ¿Sabe lo que significa?. COMERCIAL: ¿Que no me va a comprar?. PSICÓLOGA: Que ha dado con el peor cliente imaginable. Yo vivo de conocer lo que la gente no sabe, o no quiere saber, de si misma. Necesito que la gente duerma, para que sus mentes se rebelen. Si invaden esa parcela, si bombardean el único sitio virgen que conserva el ser humano ... COMERCIAL: ¡No me va a comprar! ¡10 minutos y no me va a comprar!. ¿Ya la puedo llamar gilipollas?. PSICÓLOGA: No se angustie, me he entretenido mucho.

-18-


COMERCIAL: ¡10 minutos! (va a salir). PSICÓLOGA: (La para) Oiga, espere. Sabe que eso que quería venderme no va a llegar muy lejos, ¿verdad?. Usted es buena, lo hace bien, lástima que la hayan metido en este lío. Verá mi secretaria se jubiló hace unos días... si quiere el trabajo, es suyo. COMERCIAL: Gracias por su compasión, pero no. Esto que quería venderle, señora licenciada en psicología, es el futuro. PSICÓLOGA: ¿No creerá en serio que va a tener éxito?. La gente es imbécil, pero no tanto. COMERCIAL: Usted pasa demasiado tiempo con los locos, y se ha olvidado de cómo es la gente normal. Antes de que nazca su hijo me dará la razón. Por su bien, prepárele para el mundo que le espera. (Portazo. La PSICOLOGA queda en silencio. Se destapa el jersey y se toca la barriga. Parece comunicarse con su hijo).

ACTO II: ESCENA I: ENTREVISTAS. (Despacho del Socio Mayoritario).

SOCIO MAYORITARIO: Te he tenido que llamar dos veces. ¿Qué hacíais alrededor de la vendedora, una conjura? RASTREADOR: Escuchábamos su historia. SOCIO M.: ¡Huy que bonito! Pues ahora vas a escuchar la mía: me gustaría ganar todo el dinero que fuese posible, pero tengo gentuza como vosotros cuatro que me van a tener que contar un cuento muy bonito para que yo me crea que se merecen su sueldo, ¿te gusta esa historia?. Siéntate. (Tarda en hacerlo). ¡¡He dicho que te sientes, carajo!!. El niñato que acaba de salir me ha puesto de mala leche. Quejarse delante de mis narices. Con lágrimas en los ojos, suplicando como una lagartija: no, por favor, ese

-19-


trabajo no. ¡Ese trabajo sí, joder!. ¿Pero qué quería el aprendiz de mierda, que lo pusiera de directivo?. Bueno, y tú qué, ¿también me vas a llorar?. RASTREADOR: No he llorado en mi vida. SOCIO M.: Pues no será por falta de motivos, porque con esa pinta ... A propósito de tu pinta, tú me suenas, tú has venido por aquí antes. RASTREADOR: Bastantes veces. Soy Martín. SOCIO M.: Hombre, bonito nombre. ¿Sabías que mi primer compañero en la Sociedad se llamaba así? RASTREADOR: Soy yo. SOCIO M.: Si ... es posible, esa mirada ... Bueno, ¿y qué pretendes sacándome el tema, compasión?. La vida es así. Apenas captabas clientes, te fuiste arruinando y te compré. Por cierto, que bajo mis órdenes sí que aprendiste a tratar con clientes. ¿Cuántos llegaste a privatizar para mí, unos cien?. RASTREADOR: Ciento once. SOCIO M.: Y dime, ahora ¿a qué te dedicas?, ¿qué beneficio me proporcionas?. RASTREADOR: Sigo privatizando personas. SOCIO M.: No hablarás en serio, ¿verdad?. ¡Pero si ya no queda gente por privatizar! ¡Hasta yo tengo dueño. Uno muy importante, claro, y que, por extensión, es el tuyo también. ¡Privatizando personas, qué guasa tiene!. Todo es ya privado, todo. RASTREADOR: Todo no, señor, si me permite (saca unos papeles) ... SOCIO M.: ¿Qué es esto? RASTREADOR: Pistas, datos, fotografías, señales, indicios de una investigación en la que estoy trabajando los tres últimos años, y que me ha llevado a los rincones más insospechados del país, en busca de ... -20-


SOCIO M.: No hace falta que bajes el tono de voz, mis micrófonos lo grabarán igual. RASTREADOR: En busca de ... SOCIO M.: ¿De qué, coño? RASTREADOR: (Solemne) Del «Oanatsa duburin», el hombre que se pertenece a si mismo. SOCIO M.: Ya sabía yo que me ibas a hacer perder el tiempo. ¡Eso es un mito, hombre, un cuento para atemorizar a los niños que no se comen su hamburguesa!. RASTREADOR: Le aseguro que no ... Lo he visto, y él sabe que voy tras él, por eso huye. SOCIO M.: Una persona sin dueño, ¿qué eres, arqueólogo o algo así?. ¿Cómo ha escapado del control de las multinacionales?. RASTREADOR: Es muy listo. No consume nada, todo lo fabrica con sus manos. Adopta varios nombres. No tiene cuenta en ningún banco, ni consta en ningún registro oficial. Al no pertenecer a nadie, puede viajar libremente, siempre valiéndose de la ayuda de gente de poblachos inhóspitos, que le ofrecen comida a cambio de trabajo. SOCIO M.: Bueno, ¿y para que quiero yo privatizar ese ser?. Total, un cliente más ... RASTREADOR: No, señor. No se trataría de un cliente más ... sería ¡el último cliente en el Universo!. Y sería suyo. SOCIO M.: Mirando así ... RASTREADOR: Y no sólo eso. Representa un peligro. El otro día pude acceder a su guarida, pero él había escapado. Registré sus pertenencias y encontré esto (le entrega un folio). SOCIO M.: ¿Ese ser primitivo sabe escribir?. RASTREADOR: Una carta de amor. SOCIO M.: ¿Amor?. -21-


RASTREADOR: Sentimiento por el cual dos o más personas ... SOCIO M.: ¡Se lo que significa, Martín! ¿O acaso olvidas que yo me cepillaba a tu mujer? Y tuvimos nuestros momentos, no muchos, pero nuestros ... Lo que quería decir que si ese ser se relaciona con otro ... RASTREADOR: Si consigue encandilar a otro de sexo contrario ... SOCIO M.: Puede procrear ... RASTREADOR: Más seres sin dueño. SOCIO M.: Tienes razón, es un peligro en potencia. Está bien, puedes seguir trabajando en esto, pero sólo una semana más. Si el próximo lunes no me vienes con ese ser completamente privatizado, ve preparando tu espalda, porque pienso enviarte a cavar piedra. ¿Comprendido?. RASTREADOR: En una semana estará aquí. SOCIO M.: Bien, ahora márchate, hay gente esperando fuera. Me ha encantado recordar los viejos tiempos, pero no comentes nada, no quiero que nos relacionen. (Toca el timbre, Sale el RASTREADOR).

Siguiente. ¡¡Siguiente!! (Entra el ESPÍA).

¿Es que no me oyes?. Me has hecho perder cinco segundos. ESPÍA: Lo siento. Se trata del chico que salió antes, está como loco. SOCIO M.: (Sale fuera). ¡Maldito aprendiz, como no estés dentro de diez minutos en tu nuevo trabajo te mandaré a otro peor!. (Para sí) Bueno, eso ya no puedo hacerlo, ya te envié al peor que tenía ... Quiero decir que ... ¡que te largues!. (Volviendo) ¿Y bien?. ESPÍA: Me llamo Isidro. SOCIO M.: ¿Qué beneficio me proporcionas?.

-22-


ESPÍA: Provoco conflictos. SOCIO M.: Explícate. ESPÍA: Convierto a dos partes en enemigos, desde países, comunidades, etnias, empresas. Y cuando se provoca el conflicto me aseguro de que le compren las armas a usted. SOCIO M.: ¿Y qué tal de bueno eres?. ESPÍA: Modestia aparte, de los mejores. ¿Recuerda la guerra del Peloponeso, los conflictos raciales de Denver o las guerras comerciales de Sumatra?. Cosa mía. «Podría hacer enemigos mortales a Pedro y a Heidi», ese es mi lema (entregando tarjeta). SOCIO M.: Demuéstremelo, ése es el mío. ESPÍA: Puedo hacer que usted me odie, e intente matarme, antes de que acabe esta entrevista. SOCIO M.: Eso es imposible, yo no te odiaré jamás. Eres un subordinado: simplemente te ignoro. ESPÍA: Entonces déjeme actuar. SOCIO M.: Está bien, pero si fallas ... te mando al trabajo del Aprendiz. Así que ya puedes empezar a tocarme las pelotas. ESCENA II: TU PIZZA EN DIEZ MINUTOS. (Madrugada en una pizzería por encargo. Sólo dos jóvenes y una máquina. Fuera, una tormenta. Suena un teléfono. En un banquillo, el APRENDIZ no pierde detalle).

VETERANO: Pizza 10. Te la llevamos en 10 minutos cueste lo que cueste. Bien, ¿dónde vive?. Zona C, está bien. Sí señor. Sí, claro. (Cuelga). Pizza bárbara para zona C, ¡¡rápido!! (Al aprendiz) Has oído bien el lema, ¿no?. Es muy importante decirlo bien, es el de la empresa. Debes hacer hincapié al pronunciar el número 10, y sobre todo, dar seguridad. El cliente debe saber que en 10 minutos, -23-


llueva, nieve o nos invadan los extraterrestres, tendrá su pizza en su salón. APRENDIZ: Bueno, quien dice 10 minutos ... VETERANO: 10 minutos son eso exactamente, ni 11, ni 12: 10 minutos, 600 segundos. La máquina tarda en fabricar la pizza unos 180 segundos, con lo cual te restan 420 para llevarla a tu moto, transportarla por toda la ciudad, encontrar la calle, escapar de todos los vándalos que intentarán robarte, subir las escaleras y entregarle, con una gran sonrisa y mientras cantas nuestro himno, su pizza. De lo contrario ... APRENDIZ: ¿Qué?. VETERANO: A los 10 minutos, automáticamente la centralita llama al cliente. Si éste aún no tiene su pizza, considérate despedido. Desde ese momento estarás en búsqueda y captura por toda la policía de la ciudad, pues estás en poder de una motocicleta y de una pizza fría, que pertenecen a una empresa para la cual ya no trabajas. Cuando se arreglen tus papeles, se te incluirá en la lista negra oficial y sólo podrás acceder a trabajos inferiores. APRENDIZ: ¿Inferiores? ¡Pero si éste es el más inferior de todos!. VETERANO: Bueno, bueno, con permiso de los reponedores de agujeros de ozono. APRENDIZ: Hablas con mucha seguridad, se te ve tan profesional ... VETERANO: Hombre la experiencia, llevo ya cuatro horas aquí. Y ahora, si no te importa, la próxima entrega es mía. No olvides evaluarme bien y adiestrar tú al siguientes nuevo que venga. ¡Vamos, esa pizza bárbara!. ¿No me oyes, máquina estúpida?. ¡¡Que me ha tocado una zona C!!. APRENDIZ: ¿Qué significa eso de zona C?.

-24-


VETERANO: (Mirando a la puerta). ¡Hombre, si es el Abuelo. Pregúntale a él, lo sabe todo del oficio. ABUELO: (Entra un personaje con andares chulescos, con guantes de motorista y boca rumiante). ¿Cómo va eso pringados?. Vaya, vaya ... pero si mi alumno ya es maestro. Aún recuerdo cuando te formé, confiándote los secretos de la profesión. VETERANO: Hace de eso ya cuatro horas. ABUELO: Sí, no me lo recuerdes. Vamos envejeciendo ... VETERANO: Lo siento, Abuelo, tengo un encargo. Zona C. (Recoge la pizza, que sale de una ranura de la máquina. La va envolviendo). ABUELO: Mmm, zona C, entonces, que tengas suerte. VETERANO: Tranquilo, aprendí muy bien de ti. (Sale. Sonido de moto disparada. Solos, el ABUELO y el APRENDIZ).

APRENDIZ: ¿Qué significa zona C? ABUELO: ¿Qué mierda de forma es ésa de comenzar una conversación?. APRENDIZ: Perdona, pero es que el próximo soy yo, y todavía no sé ... ABUELO: Te doy otra oportunidad para comenzarla y espero que no la cagues ... (Silencio)

APRENDIZ: Hola, soy aprendiz de oficio, este es mi primer día aquí y me llamo ... ABUELO: (Le da una torta) ¡Me importa un nardo como te llamas!. La última, la última ... te doy una última oportunidad para que charlemos. APRENDIZ: (Nuevo Silencio. Le observa). ¿Eres el mejor repartidor?. ABUELO: ¡Tú lo has dicho, el mejor, el puto as del negocio!. Me llaman el Abuelo, y es que llevo ya siete meses, -25-


siete, que se dice pronto, repartiendo pizzas aquí. El mismísimo Indefinido vino a felicitarme una vez, el Indefinido en persona. APRENDIZ: ¿El quién?. ABUELO: (Torta) El Indefinido, imbécil, al que nunca se le acaba el contrato, que lleva aquí desde que empezó el negocio. Me dijo: «Tío, tu vales». «Tío, tu vales» ... APRENDIZ: ¿Ahora ya me puedes decir qué significa zona C?. ABUELO: Muchos me preguntan que porqué me dedico a esto, y yo siempre contesto «por la emoción». Y es que, quien no haya sido repartidor no puede entender fácilmente este mundo. Cada vez que suena ese teléfono, cada vez que surge un pedido, comienza una nueva vida. Cuando coges el auricular y, por primera vez, conoces al cliente, entre los dos no sólo habláis, procreáis, os unís para dar forma a un pedido, un pequeño pedidito que aún no es nada sin sus padres. Con la espera se madura, se educa, y cuando por fin las máquinas fabrican la pizza, ya está listo para salir a la calle, emanciparse, vivir la emoción del viaje. A 100 km. por hora, va viendo el mundo, envejeciendo curva a curva, acercándose a su final, a ese ser que le engendró y que le espera con ... (Suena el teléfono. El APRENDIZ queda paralizado de terror. La tormenta, oportunamente, aumenta. Se miran). Bueno, ¿lo vas a coger o qué?. Te toca a ti.

APRENDIZ: Sí, claro ... (Se acerca, nervioso. Descuelga). Pizza 10. Se la llevamos en ... 10 minutos ... cueste lo que cueste ¿Dónde vive? Bien, Zona D (casi sin reaccionar, cuelga). ABUELO: ¡Zona D!, tío ¡hueles a fiambre!, ¡¡estás metido en un buen lío!!. APRENDIZ: ¡¡¡¿¿¿Qué significa Zona D???!!! ABUELO: Clasificamos las zonas según la lejanía. A es cerca, en el barrio, B, en el centro ... ¡joder, zona D! Eso es la -26-


otra punta, ni en sueño llegarías allí en 7 minutos. No es por nada, pero eres un novato con cara de inútil, y con esta tormenta, derraparás en cuanto quieras frenar. No, eso descartado, olvídate de los frenos, ni tocarlos, y aún así, no podrás bajar de 100 km. por hora. APRENDIZ: Pero tendré que parar, encontraré semáforos en rojo ... ABUELO: (Le da una bofetada) ¿Semáforos?. Esa palabra no existe para un repartidor de pizzas. Nada te puede hacer parar, nada. Sólo miras el horizonte, nada más. APRENDIZ: ¡No quiero morir!. ABUELO: En fin, supongo que una vez más tendré que comportarme como un héroe. APRENDIZ: ¿Qué quieres decir?. ABUELO: (Solemne) Que yo haré ese pedido por ti. Llegaré a la zona D y aún me dará tiempo a fumarme un cigarrillo. APRENDIZ: ¿De verdad?. ABUELO: Volveré y nos reiremos de todo esto, ya verás. Y a quien te pregunte, di que el abuelo te salvó. No dejaré que este pedido muera, eso jamás (coge la pizza y sale). (Soledad y alivio. Poco a poco, vuelve a impacientarse. Se oye un timbre. Temblando, va a coger el teléfono, pero se oye línea. Finalmente, descubre que es el timbre de la puerta. Abre. Se trata de un muchacho huraño y misterioso, totalmente empapado, y con acento eslavo).

EL ÚLTIMO: Buenas madrugadas. Soy el sustituto. APRENDIZ: ¿Qué sustituto?. EL ÚLTIMO: El abuelo acaba de morir empotrado en un camión de langostinos, mientras llevaba una pizza a la Zona D. APRENDIZ: ¡No, no!. EL ÚLTIMO: Sin duda, le afectó ver como los policías se llevaban el cadáver de su alumno, estrellado en aquella furgoneta clandestina de frutas salvajes ... -27-


APRENDIZ: ¡¡Nooo!!.. EL ÚLTIMO: En fin, tu eres ahora el más veterano, y mi maestro. Quiero que me enseñes a ser el mejor repartidor. APRENDIZ: ¿Yo?. Pero si yo no se ... ¡Yo me voy de aquí, vamos a morir todos!. Yo seré el siguiente. EL ÚLTIMO: Enséñame. APRENDIZ: Cálmate, cálmate (para si). Si salgo de aquí acabarán conmigo por abandono laboral ... EL ÚLTIMO: Enséñame. APRENDIZ: Ya lo dijeron, Zona D ... era muy difícil. Tuvo mala suerte, eso es todo. EL ÚLTIMO: Enséñame. APRENDIZ: ¡¡No se nada, nada, nada!!. ¡¡Sólo que esperes y reces para que no te toque una zona lejana!!. Vuelve a sonar el teléfono. Tensión. Se miran, pero el recién llegado no comprende porqué se retarda en cogerlo. Meditando cada paso, el APRENDIZ se va acercando. Traga saliva y descuelga).

Pizza 10 ... Te la llevamos en ... 10 minutos ... cueste lo que cueste. Bien, ¿dónde vive?. Vale. (Descuelga. Mira el nuevo). Zona Z. ACTO III: ESCENA I: SIGUEN LAS ENTREVISTAS. ESPÍA: (Por los suelos) ¡¡Me cago en la golfa de su abuela, en el toxicómano de su hermano, y en su apestosa mujer que ni siquiera sabe darme placer, ni a mi ni a nadie del equipo de waterpolo que se mete en su cama mientras un rastrero como tu nos exprime los sesos!!. SOCIO M.: ¿Eso es todo? ¡Vamos, insulta más!. ¿De dónde has sacado ese lenguaje, de una canción infantil?. ¡Qué digo una canción infantil! Las que escucha mi hijo son más punzantes que todo eso. Venga, sácame de mis casillas, destrípame ... -28-


ESPÍA: ¡No puedo, no puedo! Es la primera vez en veinte años, la primera, ¿por qué, por qué?. SOCIO M.: Vamos, vamos, no pierdas la compostura, resulta vergonzoso. Reconozco que a punto estuviste de conseguirlo cuando empezaste a sacarle pegas a mi peluquín ... ESPÍA: Apiádese de mi, le prometo que soy bueno, el mejor, y le he hecho ganar mucho dinero ... SOCIO M.: Tranquilo. Tenemos toda la mañana. Hoy sólo he reservado sus cuatro visitas. Y, por una vez, no me interesaba supervisar vuestra rentabilidad, no (mientras se sirve una copa de whisky). No quiero que pienses que no tengo sentimientos. ¿Sabes por qué me enfadé con la vendedora?. Porque no fue sincera conmigo. No me contó todo. Esa historia, la que os relataba en la espera, me la ocultó. No puedo poseer miles de personas si no me son fieles. Ella lo pagará. Respecto a ti ... te bajaré de puesto, por supuesto, no puedo dejar relajar mi prestigio, pero aún te dedicarás a algo relacionado con Defensa. ESPÍA: Gracias. SOCIO M.: El final de la historia. ¿Le dio tiempo a escuchar el final de la historia de la vendedora? ESPÍA: No, cuando el Aprendiz intentó suicidarse, la dejamos. SOCIO M.: Mejor así. Aún no. Hay que saber cuando llega el final de las cosas. ESCENA II: PUBLICIDAD EN MIS SUEÑOS, 2.ª PARTE (Volvemos a la consulta de la PSICÓLOGA. El ESPÍA le trae muchos regalos. Parece otro, derrama felicidad).

PSICÓLOGA: ¿Y esto?. ESPÍA: Un regalo para su hijo, y esto para usted. Y es poco, por todo lo que ha hecho por mi. Ya estoy bien, totalmente

-29-


curado. No tengo ni un mal sueño, ni un solo problema de conciencia. Tenía usted razón: era ella que me atormentaba. Le hice caso, y elegí, y soy un hombre nuevo. Y feliz, muy feliz, por primera vez en mi vida. Gracias. PSICÓLOGA: De nada, es mi trabajo. Pero ¿se está despidiendo de mi?. ESPÍA: En fin ... ya no la necesito, pero no quiero que piense que no le agradezco todo lo que ha hecho. (Le da más regalos) Su perfume, su música favorita ... PSICÓLOGA: Me alegro por usted. Últimamente lamento ser tan buena, muchos de mis pacientes se han despedido de mi. ESPÍA: La gente al final, soluciona sus problemas. Para eso están ustedes, ¿no? PSICÓLOGA: Claro. No debió comprarme tantos regalos, es muy amable. ESPÍA: Se los merece, y comprar algo para un amigo, es el mejor reconocimiento que uno puede tener por él. PSICÓLOGA: A propósito, ¿cómo solucionó su problema?. ¿Dejó su trabajo, le cambiaron de puesto?. ESPÍA: (Extrañado) No. PSICÓLOGA: Entonces ... ESPÍA: Sigo realizando las mismas operaciones, sólo que ahora mi conciencia no me atormenta. He logrado superarla. No he tenido ni el más mínimo remordimiento, nunca más. PSICÓLOGA: Eso que me dice ... no debería suceder así. (El ESPÍA va a salir, ella le para). Por casualidad, ¿no habrá contratado un servicio por el que le ofrecen algo así como publicidad en su tiempo de sueño?. ESPÍA: «Sueños lucrativos», sí. Me lo recomendaron en el trabajo. Por lo visto está dando muy buenos resultados, todo el mundo quiere suscribirse. Yo tuve suerte, a mí -30-


incluso me pagan, ahora dicen que son los clientes los que pagarán por sus servicios. ¿Por qué, cree que he hecho mal?. PSICÓLOGA: No, qué va. Hay que aprovechar esas oportunidades. (Se queda sola. Se sienta. Su estado es ya muy avanzado, y se mueve con cuidado. Enciende el contestador).

MENSAJE N.º 1: Buenos días. Soy Dionisio Bélmez, paciente suyo. Sólo llamaba para anular mi cita. El martes me viene mal, bueno, en verdad me viene mal cualquier día. Yo, creo que ya no la necesito, me encuentro mucho mejor. MENSAJE N.º 2: Hola, soy Carmen, Carmen Lagos. Espero que le alegrará saber que ya he arreglado mis problemas con ... los demás. Se que usted estará a punto de tener el niño, así que estará descansando y ... no la molestaré, anule todas mis citas, ya la llamaré en el futuro ... (La PSICOLOGA va rebobinando, pero los mensajes se multiplican, con igual contenido. Finalmente escucha uno diferente).

ÚLTIMO MENSAJE: «Señor Andrade, pase a mi despacho. Sólo quería felicitarle por su trabajo, últimamente está siendo todo un ejemplo para mis empleados. Llega puntual, con un aspecto envidiable, trabaja al máximo de sus posibilidades, y sin perder nunca esa sonrisa. Dígame, ¿Cuál es su secreto?». «¿Mi secreto?: que cuando descanso, trabajo». «¿Ehh?». «Conozca usted también el fenómeno social que arrasa en todo el mundo. Suscríbase a «Sueños Lucrativos», un novedoso canal publicitario individual, que le cambiará la vida mejorando sus noches. Llame ahora al 606 12 11 12 y participe en este emocionante viaje hacia una supermente. 606 12 11 12: Sueños lucrativos». «¿Mi secreto?: que cuando descanso trabajo». (La PSICÓLOGA suspira. Reflexiona y, finalmente, coge el teléfono y llama). -31-


PSICÓLOGA: ¿»Sueños lucrativos»?. Sí, quería suscribirme. Sí, estoy informada. Pero me gustaría que viniera a cerrar el trato la chica que me visitó hace unas semanas. No, no se su nombre, pero estuvo vendiendo el servicio en los bloques de Calle Blanco. Ah, perfecto. Gracias. ACTO IV: ESCENA I: EL QUE SE PERTENECÍA A SÍ MISMO (Estamos en una rústica cabaña, vacía. Alguien rompe el cristal de la ventana: es el RASTREADOR. Entra y la revisa. Oye un ruido y se esconde bajo una mesa. Entra el SALVAJE y repara en la ventana rota).

RASTREADOR: No tan rápido (Apuntándolo con un revólver). Vamos, siéntate, sin jueguecitos. ¿No me entiendes, salvaje?. Tu quieto. Yo enfadado. Tu sentar, ¡sentar!, en esa silla. (El salvaje obedece. El RASTREADOR comienza a atarlo).

Yo atar, para que tu no mover. (Cuando ha acabado, le sella la boca con esparadrapo).

Ya está, así no me morderás. Y ahora escúchame, si es que puedes entender (siempre acompaña sus palabras con gestos para hacerse entender, pero el SALVAJE parece no inmutarse). Para mí sería fácil obligarte a firmar este papel. Nuestro dueño estaría contento y yo habría acabado mi trabajo. Pero no. Me he dedicado a esto muchos años y, seguramente, ésta será mi última privatización. Quiero hacerlo bien, como en los viejos tiempos. Quiero convencerte, como sólo yo sabía hacer y que tú, salvaje, firmes voluntariamente. Ése será el broche final a mi carrera. ¿Preparado?. Da dos golpes si lo has entendido. (El SALVAJE lo hace). Bien, pues que empiece. (Sale de la casa y, adoptando un personaje amable, vuelve a entrar).

Buenas tardes, ya veo que se ha sentado. Eso, póngase cómodo. -32-


Gracias por visitar nuestra entidad financiera, verá como le ofrecemos las mejores condiciones. Desea usted pedir un préstamo, ¿no es así?. Seguramente, está pasando por una mala racha, necesita el dinero, le ahogan las deudas ... eso no es cosa mía. Bien, en un banco corriente, cuando un cliente desea pedir un préstamo, a continuación debe demostrar que puede pagarlo. ¿No le parece una gran contradicción?. ¡Si a eso ha venido, a que se lo prestemos!. Nosotros no le haremos pasar por esto. Le prestaremos dinero, pero no ahora, sino siempre que lo necesite. Sí ha oído bien, nunca más debe preocuparse por su subsistencia, eso es lo que le ofrecemos: el préstamo de por vida. ¿Y cómo?. Muy sencillo: puede usted privatizarse. Sé que suena un poco extraño, pero deje que se lo explique paso a paso. Quizás, si ha estudiado historia contemporánea o ha hablado con sus abuelos, recuerde que antes, hace décadas, existía lo que se llamaban administraciones públicas. Duraron muy poco. Eran altamente inoperantes, su funcionamiento era lento y obsoleto, y su enorme burocracia hacía de ellas un caos. La solución: se privatizaron, es decir, se dividían en pequeñas partes y se vendían. Cualquiera que tuviera dinero podía comprar una de esas pequeñas partes. Y así, sí que funcionaban, no tenían más remedio que hacerlo para ser rentables. Entonces surgió la gran pregunta: ¿por qué no aplicar este principio a lo demás?. Y así fue como se privatizó la Educación, los ejércitos, las cárceles, los Parlamentos, los mares ... los países. Y, ¡vaya que si funcionaron!. La Humanidad evolucionó el doble en pocos años. Pero este proceso aún se enfrentaba a un último reducto público: las personas. (Abandonando el personaje) Vaya, es ya muy tarde. Con tanto trabajo apenas he recabado en mi estómago. ¿Tienes algo de comer? ¡Comer! (Gesto). -33-


(El SALVAJE señala una despensa. El RASTREADOR la abre y saca manzanas y tomates).

¿Pero qué mierda me quieres dar?. ¿Esto es lo que comes tú?. Apuesto a que tu mismo lo plantas, estás loco. No me metería esto en el cuero ni muerto. Llamaré para que traigan una pizza. Aunque ... aquí, tan lejos, no creo que llegue nadie. ¡Bah!, tengo hambre, y tu también, ¿verdad?. Llamaré y que la traigan, que se jodan si esto está en el culo del mundo. Aquí tengo un folleto (lo lee). ¿10 minutos?, eso me gustaría verlo (teclea su móvil). ¿Oiga?. Sí, quería ... si, 10 minutos, ya se el lema ... deje de temblar, quería una «pizza 20 quesos» ... ¿la zona? ... sí, pues según el mapa del folleto estoy en la zona ... Z. ¿Me ha oído? (cuelga). Vaya tipo, parecía que me lo iba a comer, estaba muerto de miedo. Será por la tormenta, parece que se avecina una buena. Bueno, ¿en qué nos habíamos quedado?. Ah, sí. (Otra vez desaparece, para volver a entrar como su personaje).

Verá, cuando usted se encuentre ante un problema, ¿Cómo toma una decisión?. Según su estado de ánimo, sin experiencia ni conocimientos adecuados, sin prever las consecuencias, o dejándose llevar por los sentimientos. Está solo ante sus decisiones. Es por eso que muchos fracasan en la vida. Claro, como cada uno es dueño de si, cada uno se abandona a su suerte y ¡qué desperdicio de personas!. En nuestro banco creemos que las personas son algo más que un número. Son el futuro, nuestro capital más precioso. La solución: privatizarse. Desde ese momento usted no deberá preocuparse nunca más por su porvenir, ni por ningún otro problema grave. Otros decidirán por usted lo mejor, lo que más le convenga. Verá, usted se dividirá en acciones, en pequeñas partes imaginarias. El valor de cada una de esas acciones dependerá de sus aptitudes, conocimientos, belleza, valía ... y ese valor irá cambiando, según marque el mercado. ¡Incluso pueden llegar a cotizar en Bolsa!. -34-


Usted entonces pertenecerá a varias personas y, si éstas venden sus acciones, irá cambiando de dueños. Pero siempre, siempre, habrá un Socio Mayoritario, es decir, alguien que posee más de la mitad de las acciones que es, en última instancia, quien decide por ti y por el resto de accionistas. En su caso, nosotros, nuestro Banco, sería su Socio Mayoritario. Él será quien le cuide y de trabajo. Usted, a cambio, acatará sus decisiones, que habrán sido tomadas por su bien, de la forma más ventajosa para que su vida sea productiva. Si todo va bien usted ni siquiera tiene por qué conocer quién es su Socio Mayoritario. Si hay algún problema, le citará, y él le dará los consejos oportunos. Usted gana. Nosotros ganamos. Todos contentos. Y bien, ¿qué me dice?. (El SALVAJE permanece impasible). No te oigo. ¿Qué respondes? (golpeando), ¿vas a firmar ya? (Suena su móvil).

¡Te has librado! (Lo coge). ¿Dígame?, Sí, he pedido una pizza hace diez minutos. Pues no, ahora que lo dice no, ese tío no ha llegado todavía, y eso que tengo un hambre espantosa. Eso, más le vale despedirlo (cuelga). ¿Sabes, salvaje?. Me estoy cansando. Te he buscado mucho tiempo. Eres, seguramente, la última persona que queda en el mundo sin privatizar, ¿lo sabías?. Contigo se acaba mi oficio. No sé como has escapado de la Sociedad ni por qué, pero de mi no escaparás. Ni tú ... ni tu amante. Sí, tengo aquí tu cartita de amor. Muy emotiva (la deja en la mesa). Pero si no me firmas ahora mismo este contrato, te prometo que tu amante lo pasará mal, muy mal. ¿De qué te ríes, salvaje?. (Le introduce el revólver en la boca) Ahora, ¿firmarás?. (El SALVAJE parece pedir que le permita hablar). ¿Que te quite esto?. ¿Acaso tienes algo que decir?. (Lo mira detenidamente). Está bien (le quita el esparadrapo). SALVAJE: (Suspira e intenta relajarse). Creo que no has comprendido nada. Si firmo eso, será tu final. -35-


RASTREADOR: No te molestes en intentar disuadirme. Era de los mejores. Fui formado para ignorar todo lo que puedas decir. SALVAJE: Prometo huir cerca. Tú me volverás a encontrar, yo escaparé de nuevo, así sucesivamente. Así conservarás tu identidad, pero si desaparezco ... RASTREADOR: Yo también, ¿y qué?. Pero habré cumplido con mi deber. Firma. SALVAJE: ¿Y si te ofrezco un final?. RASTREADOR: ¿Un qué?. SALVAJE: Un final a nuestra historia. Aún no sabes nada, pero si te explico el contenido de esa carta ... RASTREADOR: ¿La carta de amor?. SALVAJE: Sí, ésa. Ella es la clave de todas las historias. RASTREADOR: Mira, me estoy perdiendo. SALVAJE: Si todas las historias confluyen y se llega a un final común, habrá acabado el ciclo. Nacerán otras, en algún lugar, eso por supuesto, pero ya no tendrán nada que ver con nosotros, serán otras las víctimas. RASTREADOR: Había escuchado muchas cosas en mi oficio, pero en verdad tú te lo has trabajado de verdad. No sé qué tramas, pero no te servirá de nada. Si escucho ese final del que hablas sólo será para distraerme un rato y porque ... reconozco que ya me tienes un poco intrigado. Pero después firmarás, ya lo creo que firmarás. (Oscuro).

ESCENA II: PUBLICIDAD EN TUS SUEÑOS (III) (La PSICÓLOGA acaba de escribir una carta. Decididamente, como cumpliendo un extraño ritual que le desagrada, la lee en alto).

-36-


PSICÓLOGA: Queridísimo amor: Aún no te conozco y ya eres todo para mi. El tiempo va en contra nuestra y he tomado una decisión de la cual espero no arrepentirme. Estoy aguardando la llegada de una chica, que, seguramente, va a vaciarme la mente. Prefiero hacerlo así, antes de que puedan llegar a contaminarte a ti. Si, como creo, cuando me instalen esa máquina desaparezcan mi conciencia y mis sueños, deben pasar a ti, que aún vives dentro de mi. Guárdalos y, algún día, recomponiéndolos, quizás sepas por qué hice todo esto y cuál es tu misión. De igual manera, creo que nada en el mundo desaparece. La conciencia de toda la gente que últimamente se ha quedado sin ella, debe acabar en alguna parte, acumulándose. Y algún día reventará. Hasta entonces, huye de la Sociedad, escapa de sitio en sitio y no te crees ninguna necesidad. Confío en ti. Te quiero. (En ese momento, llaman a la puerta).

Enseguida abro. La estaba esperando. (Oscuro).

EPILOGO (Aparece el SOCIO MAYORITARIO entre el patio de butacas).

SOCIO M.: Ya les dije que se trataba de historias escalofriantes. Y hay muchísimas más, todas las que quieran. Se las podría mostrar, pero ya no es necesario. He conseguido entretenerles lo suficiente como para conocerles, descubrir sus puntos débiles y ... su precio. Ustedes también cargaban historias espeluznantes, ¿eh, picaruelos?. Tal vez algún día sirvan de entretenimiento a otros de sus congéneres. Bien, es tarde. Ya pueden regresar a sus casas. Vuelvan con sus familias. Sean muy felices y trabajen mucho. Seguramente no nos volvamos ver, aunque, es posible que,

-37-


algún día, Dios no lo quiera, les cite en mi despacho y tengan que rendirme cuentas. Si llega el caso, espero, por su bien, que puedan convencerme de que ha merecido la pena mi esfuerzo de hoy. ¿Han visto como todo tenía precio?, pero ustedes no quisieron creerme ... (Música de misterio y TELÓN).

FIN

-38-


-39-


-40-


UN TRABAJO ES UN TRABAJO Autor: Rafael Belmonte Agüera

-41-


PERSONAJES: - REBECA DOS MARES: Joven mujer. - NANO: Compañero de Rebeca. - TRANSEÚNTE PRIMERO: Uno. - TRANSEÚNTE SEGUNDO: Otro. - MARGARITA: Una amiga íntima del anterior. - BORRACHO: Un primo de Transeúnte Primero.

-42-


ESCENARIO: Parterre. Un par de bancos y una farola. REBECA DOS MARES aguarda nerviosa, cerca de un banco. Por fin, aparece NANO.

REBECA: (Sobresaltada, al verlo) Ay. NANO: (Con intención de que adivine) ¿Tú qué crees?. REBECA: (Nerviosa) Dime. NANO: (Sacándose un papel del bolsillo) Pues ... REBECA: Calla, no sigas. NANO: Pero ... REBECA: Lo he estado pensando. Así será más duradera mi felicidad, Nano. NANO: (Mira el papel) ¿Estás segura? REBECA: Ay. NANO: (Mirando el papel) Aquí dice ... REBECA: ¡No! Ya no me acuerdo a qué sabes. Tira del cuello de NANO y le besuquea las mejillas, la frente ... Le da un lametón.

NANO: ¿Todavía no me encuentras sabor a ...? REBECA: (Relamiéndose) A mar en verano. NANO: Qué bonito, Rebeca. Como mi abuelo era pescador ... REBECA: Eso ya lo has contado mil veces. NANO: ¡Rebeca dos Mares! No quieres que te cuente lo de mi abuelo, que era además el padre de mi madre y que sólo tuvo uno. No quieres tampoco que te diga lo que me han dicho allá arriba ... REBECA: Eso, sí. NANO: Pero me callas cuando lo intento. -43-


REBECA: Espera, espera. Dímelo poco a poco. ¿Podremos comprarnos ... un frigorífico con dos motores? NANO: (Lee el papel un momento) Podremos. REBECA: Ay. Pausa.

REBECA: ¿Y una lavadora último modelo? ¿De esas de colores? NANO: (Mira el papel) Podremos. REBECA: Ay. Pausa.

REBECA: ¿Y ... un comedor nuevo? No, eso no, ¿verdad? Un comedor nuevo de estilo de ... mucho estilo, para que mi cuñada pueda colocar su culazo en una silla amplia y nueva, para que se siente ... cómodamente ... Un ... comedor, no, no podrá ser ... NANO: (Observa el papel) Pues ... sí. También. REBECA: Ay, ay. ¡Te lo han dado! NANO: Me lo han dado, sí. REBECA: ¿Y de qué? De algo muy importante, sin duda. NANO: Mucho. REBECA: Lee, lee. NANO: (Leyendo el papel) «... Y a la firma del presente contrato en el día de la fecha por el cual entrará en período de prueba por veintisiete años el señor don Victoriano Daniel Pérez García ...» REBECA: ¡Veintisiete años! NANO: Un disparate. Pero al menos no se esconden para decirlo. REBECA: Ya ... Como se tarda tanto en conocer a un hombre ... Mucho. Aunque en tantos años les vas a dar tiempo.

-44-


Aunque te pongan a prueba, que nadie se entere a lo que sabes, ¿eh? NANO: No te preocupes. REBECA: Sigue, sigue. NANO: (Leyendo) «... En vigor a partir de primero del mes consecutivo ...» REBECA: Pero, ¿de qué? NANO: Espera. (Lee) ... «desempeñará en nuestra empresa ...» Aquí: «... el puesto de descotollador jefe con la categoría A, y con sueldo, pluses y peligrosidad ... REBECA: ¿Peligrosidad? ¡Ni que fueras a hacer de bombero! NANO: Todo tiene un riesgo. REBECA: Si tú lo dices ... ¿Qué más? NANO: (Lee) ... peligrosidad ... según convenio de descotolladores aprobado en ...» REBECA: (Le quita el papel) ¿Si? (Ojea ávida) ¡Dios mío, mi Nano, jefe de descotolladores! ¡Qué alegría! Abraza a NANO. Observa el papel.

Y qué poco sueldo. Poquísimo. NANO: ¿Tan poco? REBECA: De risa. De risa, Nano. NANO: Pues no hay otra cosa. REBECA: Pequeño tendrá que ser el comedor. Y al frigorífico le quitaremos una puerta, si es preciso. NANO: Bueno. REBECA: Bueno. ¿Me seguirás queriendo? NANO: Claro. REBECA: ¿Y me harás el amor como siempre? NANO: Mejor. REBECA: Porque ya eres jefe. -45-


NANO: Por eso. Están en silencio, abrazados. Pausa.

REBECA: Oye, Nano. NANO: Mmm ... REBECA: ¿Entras de jefe de descotolladores por ser abogado? NANO: No, no lo creo. REBECA: (Sobresaltada) ¡Pero tú les habrás dicho que eres abogado! NANO: Claro, Quita. Iba en mi currículum. REBECA: Ah. (Acurrucándose en NANO) Supongo que eso les habrá influido. NANO: No lo creo. REBECA: ¿No? NANO: Casi todos los que se han presentado eran abogados. REBECA: Entonces te han escogido por tu valía humana. NANO: También los demás eran humanos. REBECA: Qué negativo eres, Nano. NANO: Soy realista. REBECA: No sé. NANO: Hay mucha gente hoy día, para todo. REBECA: No sé. Pausa.

REBECA: Oye, Nano ... NANO: Qué. REBECA: ¿Qué ... qué es un descotollador? NANO: No lo sé. REBECA: ¿Qué? ¿Que no sabes lo que es un descotollador? NANO: Pues no. -46-


REBECA: ¿Y has firmado un contrato de trabajo sin saber en qué consiste ese trabajo? NANO: Pues sí. REBECA: Tendrás alguna idea. NANO: Ninguna. REBECA: ¿Qué te han explicado? NANO: Pues que era el hombre que buscaban. REBECA: ¿Para qué? NANO: Para jefe de descotolladores. REBECA: Estamos como antes, Nano. ¿Qué harás cuando llegues a primeros de mes? NANO: Preguntaré por dónde tengo que empezar. Alguien me responderá. Ya te contaré. REBECA: No me gusta, Nano. No me gusta. (Se levanta). NANO: ¿Ya no quieres un frigo y una lavadora nuevos ...? REBECA: Claro que sí. Pero ese trabajo puede ser una trampa. Puedes haber firmado tu propia desgracia sin saberlo. NANO: ¡Qué exagerada eres! REBECA: Sí, sí ... Pausa. Entra TRANSEUNTE PRIMERO, se sienta en un banco.

REBECA: (Muy decidida, se acerca a TRANSEUNTE PRIMERO) Oiga, perdone. Querría hacerle una pregunta. TRANSEÚNTE PRIMERO: Pregunte, si puedo responderle ... REBECA: Pues ... a mi marido le acaban de dar un trabajo. TR. PRIMERO: Qué suerte. ¿Y de qué? REBECA: Pues eso: de descotollador. TR. PRIMERO: ¿De qué? REBECA: De descotollador.

-47-


TR. PRIMERO: Ah, ya. REBECA: Y yo querría saber qué es un descotollador. TR. PRIMERO empieza a reír a carcajadas, se levanta y se marcha riéndose y volviéndose para mirarlos y seguir riendo.

REBECA: (A NANO) ¿De qué se reirá? Será algo malo eso de descotollador. NANO: No, Rebeca. REBECA: Y te habrán engañado. No te fíes. NANO: No imagines, Quita. REBECA: Te harán hacer alguna cosa ilegal. Luego te detendrán y yo tendré que irte a ver a la cárcel. NANO: Olvídalo. Seguro que es que no lo sabe. REBECA: ¿Y por eso se reía? NANO: Pues claro. REBECA: ¿Para disimular? NANO: Seguramente. REBECA: No lo entiendo. Entra TRANSEÚNTE SEGUNDO, se sienta en un banco. Lee su periódico.

REBECA: Voy a preguntarle. NANO: Pero hazlo de otra forma. REBECA: No te preocupes. (Se acerca a TR. SEGUNDO) Buenas. ¿Sabe usted ... de algún descotollador por aquí? TRANSEÚNTE SEGUNDO: No. Yo, no. Es mejor que pregunte en el bar que hay junto a la farmacia. Ahí le sabrán dar contestación. (Lee su periódico). REBECA: Pues ... Ya he preguntado en el bar. TR. SEGUNDO: Y qué. REBECA: Que no saben de ninguno. TR. SEGUNDO: Pues pregunte en la Farmacia. (Lee su periódico). -48-


REBECA: Pero ... ¿eso es cosa para que respondan en una farmacia? TR. SEGUNDO: ¿Y en un bar? REBECA: No, supongo ... que no. TR. SEGUNDO: ¡Entonces! Vaya a la farmacia. Yo estoy leyendo. REBECA: Y ahí, en su periódico, ¿no se anunciará alguno? TR. SEGUNDO: (De muy mala gana) Los anuncios vienen al final. Yo estoy empezándolo. Si usted ... me deja. REBECA: Qué mal genio. TR. SEGUNDO, de peor gana todavía, busca al final del periódico.

TR. SEGUNDO: No se anuncia ninguno. Espere usted al sábado. REBECA: ¿Al sábado? ¿para qué? TR. SEGUNDO: Los sábados cree la gente que la demás gente que no es ella lee el periódico. Y se anuncia más gente. Pero no es lo mismo comprar que leer. ¿No le parece? REBECA: (Confusa, mira a NANO) No, no es lo mismo. NANO: (Acercándose) Lo que me parece que quiere saber esta mujer es si usted puede ayudarle a encontrar un descotollador. TR. SEGUNDO: No, que yo sepa. Me consta que en mi agenda tengo fontaneros, chapistas, electricistas, albañiles carpinteros, dentistas, hasta un decorador de acuarios, pero nigún descotollador. REBECA: Y ... Y cuando a usted se le descotolla algo, ¿a quién llama? TR. SEGUNDO: Para que se escotolle algo, ése algo tiene que tener cotollas. Y yo no tengo ahora mismo nada que tenga cotollas, que yo sepa. -49-


REBECA: ¿Cotollas? Ah, ya ... Claro. NANO: (A REBECA) ¿Y Usted? ¿Tiene usted cotollas de casualidad? REBECA, con disimulo, bromeando, hace amago de querer pegar a NANO.

TR. SEGUNDO: Vayan ustedes al otro banco a hablar, por favor. Yo querría leer mi periódico. REBECA: Se lo va a aprender de memoria. TR. SEGUNDO: (Grita) ¡Y qué! Me gusta aprenderme de memoria los periódicos. NANO: No le grite usted a mi mujer. TR. SEGUNDO: ¿Y usted quién es? REBECA: Mi marido. NANO: (A TR. SEGUNDO) ¿Está usted casado? REBECA: Eso no nos importa, Nano. NANO: Es para decirle que no le gustaría ver cómo alguien le grita a su mujer, y si no está casado no puede entenderlo. TR. SEGUNDO: (A NANO) Si yo estoy casado o no a usted no le importa. REBECA: Lo que yo misma he dicho. Pero es que este es un cabezón y sólo escucha cuando quiere. Entra MARGARITA y besa a TR. SEGUNDO.

MARGARITA: Hola, cariño. NANO: (A MARGARITA. Grita) Ya era hora, ¿no? Llevo aquí esperándote un buen rato. Hago como que leo el periódico. Y tú, seguramente, pintándote tranquilamente frente al espejo sin pensar que yo no podría esperar más. O que estaría sufriendo por tu tardanza. REBECA: Calla, Nano. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) ¿Quién es tu amigo? -50-


TR. SEGUNDO: No es mi amigo. MARGARITA: Si no es tu amigo ¿por qué está tan enfadado conmigo? REBECA: No está enfadado. Grita para que sepa su marido cómo sienta que le griten a la mujer de uno. MARGARITA: ¿Y quién le ha dicho a usted que yo sea la mujer de este? TR. SEGUNDO: Calla, Margarita. MARGARITA: ¿Y cómo sabe que me estaba pintando? (A TR. SEGUNDO) ¿Qué has contado de lo nuestro? TR. SEGUNDO: Nada. Yo no he contado nada. MARGARITA: (Llora) Me prometiste que yo sería la primera en saberlo. Y tú has ido a contárselo a unos desconocidos. TR. SEGUNDO: Y serás la primera. MARGARITA: (Sigue llorando con desconsuelo) ¡Mentiroso! (A NANO) ¿Qué más cosas le ha contado? NANO: No, señora. Si él ... TR. SEGUNDO: (A NANO) Usted cállese. MARGARITA: Yo quiero que hable. NANO: Pues no tengo nada más que decir, por ahora. TR. SEGUNDO: ¡Que se calle! REBECA: (A TR. SEGUNDO) No le grite más a mi NANO. MARGARITA: (A REBECA) ¿Es su Nano? REBECA: Sí. NANO: (A TR. SEGUNDO) A mí no me dice usted en qué tono tengo que hablar. TR. SEGUNDO: Si se dirige a mi mujer, sí. NANO: Pero yo no me he dirigido a su mujer. TR. SEGUNDO: (Se muerde la lengua) Bueno, por si acaso. Por ... si lo piensa.

-51-


MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) ¿Es que va a venir tu mujer? TR. SEGUNDO: (A MARGARITA) No. REBECA: (A TR. SEGUNDO) Ah, ¿pero que está usted casado? TR. SEGUNDO: (Por MARGARITA) Ella es mi única mujer. MARGARITA: Yo no soy tu mujer. NANO: No es su mujer. REBECA: Dejará ella de saberlo. MARGARITA: (Entre pucheros) Y yo no tengo un Nano ... REBECA: Mujer, no se ponga así. Yo sólo tengo uno. Pero si tuviera dos, le daría uno con tal de no verla llorar. MARGARITA: ¿De verdad? REBECA: Seguro. NANO: (A REBECA) Antes tendrías que preguntármelo a mí. REBECA: Le daría otro Nano, no a ti. No tendría que preguntarte nada. (A TR. SEGUNDO) ¿No le parece bien a usted? TR. SEGUNDO: Yo no se nada. REBECA: (A MARGARITA) Dice que no sabe nada. Pregúntele por el periódico. Se lo sabe de memoria. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) ¿Es verdad eso? ¿Y mi número de teléfono te lo tengo que anotar dos veces por semana? NANO: No es lo mismo. Una cosa son números, y otra, palabras. TR. SEGUNDO: Usted, cállese. (A MARGARITA) Pero no es lo mismo, Ita. Una cosa son los números, y otra, las palabras. NANO: (A REBECA) Qué fracaso. Si eso mismo lo acabo de decir yo. -52-


REBECA: (Comprensiva) Bueno, Nano. Esto son cosas de familia. TR. SEGUNDO: No son cosas de familia. Ella no es mi familia. REBECA: ¿Y qué acabo de decir yo? NANO: Eso mismo. REBECA: ¿Lo ve usted? Me habrá oído mal. Entra TR. PRIMERO acompañado de BORRACHO. Éste lleva una botella. Se tambalea y sonríe constantemente.

TR. PRIMERO: Este señor es descotollador. TR. SEGUNDO: ¡Y a mi qué me importa! REBECA: (A TR. SEGUNDO) Pero, a mí, sí. MARGARITA: Y a mi también. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! NANO: Y a mí. TR. PRIMERO: Y además, es mi primo. TR. SEGUNDO: ¡Y a mí qué me importa! REBECA: ¡Pues no escuche usted, hombre! Los primos son primos porque sí. Nadie escoge ser primo de otro. Eso lo sabe todo el mundo. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) Vete, si no te interesa. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! NANO: (A REBECA, por BORRACHO) Me parece que está borracho. TR. PRIMERO: Le llamamos «borracho». NANO: (A REBECA) ¿Qué te había dicho? TR. PRIMERO: Pero sólo es un mote. MARGARITA: ¡Qué cosas! NANO: Ahora estoy más interesado que antes. REBECA: Y yo. TR. SEGUNDO: Yo, menos. -53-


MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) ¡Calla! TR. SEGUNDO: ¡Margarita! TR. PRIMERO: Jamás ha probado bebida que lleve alcohol. NANO: Pero se tambalea. TR. PRIMERO: Porque le falla una pierna. NANO: Ah, ya. MARGARITA: Pobre hombre. TR. SEGUNDO: Pues le queda otra. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) ¡Calla! TR. SEGUNDO: ¡Margarita! REBECA: Y ... ¿la botella? TR. PRIMERO: La usa para disimular. Como se tambalea porque le falla la pierna, todo el mundo se cree que está siempre borracho. La lleva desde siempre, para no contrariar a nadie. (Colocando la botella boca abajo) ¿Lo ven? TR. SEGUNDO: Está vacía porque se habrá bebido ... MARGARITA: (A TR. PRIMERO) No le haga caso. Está celoso. A él si le gusta beber. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! TR. PRIMERO: Y es mudo. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) Eso te iría bien a ti también. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! TR. PRIMERO: Bueno, no es mudo exactamente. Es que no dice nada. No habla desde una vez que dijo una tontería y se la reprochó todo el mundo. En abril, hará siete años. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) Ya sabes. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! -54-


NANO: ¿Y no habla nada? Eso es difícil conseguirlo. TR. SEGUNDO: Con no abrir la boca ... MARGARITA: ¡Calla! TR. SEGUNDO: ¡Margarita! TR. PRIMERO: Desde aquel día, solamente dice ja. REBECA: ¿Y con ja se arregla para todo? TR. PRIMERO: Sí, señora. Pregúntele lo que quiera. REBECA: Ya sabe usted que yo estoy muy interesada en saber cuál es la ocupación que desarrolla un descotollador. Es que resulta que a mi marido, que es este ... Aquí, mi marido, Nano ... Bueno, Victoriano Daniel. NANO: Hola ... TR. PRIMERO: José Francisco Cañavate Utrera. Pepe, para acabar pronto. TR. SEGUNDO: ¡Pero qué me importará a mi! NANO: Hola, Pepe. (Se dan la mano). TR. PRIMERO: Mucho gusto, Victoriano Daniel. NANO: Nano, y ya está. TR. PRIMERO: Mucho gusto, Nano. REBECA: Esta es Margarita. TR. SEGUNDO: Esto es insoportable. MARGARITA: Margarita Gutiérrez Yeso. (Se da la mano con TR. PRIMERO). TR. PRIMERO: ¿Y eso? MARGARITA: De mi madre, sí. TR. PRIMERO: Claro, de su madre. REBECA: Y yo, Rebeca dos Mares Pérez Fuentes. (Saluda con una mano a TR. PRIMERO). MARGARITA: (A REBECA) ¿Cuántos, cuántos mares? REBECA: Dos, dos Mares. -55-


MARGARITA: Ah. (Da su mano a REBECA). TR. SEGUNDO: ¡Y a mi qué me importa! MARGARITA: Calla, pesado. TR. PRIMERO: (A TR. SEGUNDO) Mucho gusto, Pesado. Extiende un brazo para saludar a TR. SEGUNDO, pero éste le da la espalda. MARGARITA se ríe maliciosamente de TR. SEGUNDO.

TR. SEGUNDO: ¡Margarita! TR. PRIMERO: Y este es Borracho. MARGARITA: ¿Nada más? BORRACHO: Ja. Vuelven a saludarse con las manos unos a otros.

REBECA: Y aquel (por TR. SEGUNDO) es ... uno que pasaba por aquí, de casualidad. MARGARITA ríe otra vez con malicia de TR. SEGUNDO.

TR. SEGUNDO: ¡Margarita! NANO: Uno cualquiera. MARGARITA: Uno. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! REBECA: (A TR. PRIMERO) Le hablaba de lo interesados que estamos en saber exactamente cuál es el trabajo que desempeña un descotollador. TR. PRIMERO: Ya, ya lo se. Por eso he ido a buscarle. Es que este es mi primo el descotollador. REBECA: (A BORRACHO) ¿Es usted descotollador? BORRACHO: Ja. TR. SEGUNDO: Ja. NANO: Cállese usted. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO) Eso que has dicho es una tontería. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! -56-


REBECA: (A TR. PRIMERO) ¿Ha dicho sí? TR. PRIMERO: Sí, señora. REBECA: ¿Es un trabajo peligroso? BORRACHO: Ja. REBECA: Ja, ahora no lo he entendido. NANO: Ja, ni yo tampoco. MARGARITA: (De fastidio) Ja, ni yo. TR. SEGUNDO: (De desprecio) Ja. NANO: (A TR. SEGUNDO) Nos va a liar usted. Cállese. MARGARITA: (A TR. SEGUNDO. Con muy mala intención) ¿Tú también eres primo de este señor? TR. SEGUNDO: ¡Margarita! MARGARITA: Pues cállate. REBECA: Se lo preguntaré otra vez. ¿Es un trabajo peligroso? (También se explica ayudándose con señas) ¿Hay que llevar casco? NANO: (Por los exagerados gestos de REBECA) Quita, no abras tanto los brazos, que se creerá que le estás hablando de una permanente. Mira: (a BORRACHO) ¿hay que llevar casco para ser descotollador? ¿es obligatorio? (Gesticula) BORRACHO: Ja. (Y hace gestos con los brazos) REBECA: (A TR. PRIMERO) ¿Qué ha dicho? TR. PRIMERO: No sé contestarle. Como también arregla calentadores de butano en sus horas libres ... REBECA: Pero de algún modo tendremos que enterarnos de lo que significa ser un descotollador. MARGARITA: ¿Y por qué no lo ha preguntado en donde le hayan dado el trabajo? NANO: Porque me hubieran dicho que era un ignorante. Y le hubieran dado el trabajo a otro. Está mal la cosa para decir lo que uno piensa. Nadie lo cree. -57-


TR. SEGUNDO: ¡Pero qué me importará a mi todo esto! MARGARITA: Vete, si no te interesa. TR. SEGUNDO: ¡Margarita! NANO: (A TR. PRIMERO) ¿No le ha visto usted haciendo algo relacionado con el asunto? TR. PRIMERO: Un día le vi transportando unas vigas. BORRACHO: Ja. TR. PRIMERO: ... de un lado a otro de la ciudad. Pero resultó que estaba ayudando a un cambio de casa a uno del vecindario, uno a quien todo el mundo llama Simón pero cuyo verdadero nombre de pila es Pedro y se traslada cada vez que se le ocurre. Así se entretiene. Es una afición, como a otros les gusta el fútbol o tomar copas con los amigos, este Simón disfruta con los cambios de casa. Un consejo de un psicólogo. BORRACHO: Ja. REBECA: ¿Qué ha dicho? TR. PRIMERO: Que sí. NANO: ¿Y cómo podríamos solucionarlo? TR. PRIMERO: Borracho puede escribirles en un papel todo lo que ustedes quieran. MARGARITA: Claro, esa es una buena solución. BORRACHO: Ja. REBECA: ¿Eso es que sí? TR. PRIMERO: Sí. NANO: (A TR. SEGUNDO) Déjenos usted el periódico. En los espacios en blanco, Borracho podrá escribir. TR. SEGUNDO: Nada. De eso, nada. El periódico es mío. MARGARITA: ¡Qué antipático es ese hombre! TR. SEGUNDO: ¡Margarita! -58-


REBECA: ¿Lleva alguno de ustedes un bolígrafo o algo que escriba? BORRACHO: Ja. Silencio. Pausa.

REBECA: ¿Qué les parece si nos acercamos a nuestra casa? Allí podremos entendernos mejor. Es muchísimo nuestro interés por saber qué es un descotollador, entiéndanlo. NANO: Y tenemos papel, bolígrafo, refrescos. No vivimos lejos. Es que un trabajo es un trabajo. MARGARITA: Es una buena idea. TR. PRIMERO: La mejor de todas. BORRACHO: Ja. TR. SEGUNDO: ¡Pero qué me importará a mí! REBECA: ¿Vamos? MARGARITA: Pues sí. TR. SEGUNDO: ¡Cuánta palabra para no decir nada! MARGARITA: Estúpido ... TR. SEGUNDO: ¡Margarita! Empiezan a salir.

MARGARITA: Oiga, Rebeca, ¿a qué sabe su Nano? REBECA: A mar en verano y sandía fresca. ¿Y el suyo? (Por TR. SEGUNDO) MARGARITA: (Lloriquea) Yo no tengo Nano ... REBECA: ¡Ah, es verdad! No llore, Margarita, si yo tuviera dos Nanos, aunque sólo fuera por no verla llorar, le regalaría uno. Créame. Salen todos. El último en hacerlo es TR. SEGUNDO, que, aunque a regañadientes, termina por seguir a todo el mundo. OSCURO.

FIN -59-


-60-


ARRABAL-TEATRO

ha estrenado mundialmente la obra

«UN TRABAJO ES UN TRABAJO» de Rafael Belmonte Agüera, el día 29 de marzo de 2003, en el Teatro Principal de Requena, con el siguiente: REPARTO:

REBECA: NANO: CLAUDI: TRANSEÚNTE: MARGARITA: BORRACHO:

Mamen Luengo Ángel Sánchez Montse Ramón Raúl García Laura López Miguel Monzó

EQUIPO TÉCNICO: DIRECCIÓN: AYTE. DIRECCIÓN: REGIDOR: ESCENOGRAFÍA: MAQUILLAJE: VESTUARIO: ILUMINACIÓN: SONIDO:

-61-

J. Antonio Cano Pilar Soriano Paco Muñoz Paco Muñoz Alonso Sáez Lola Monzó Ester Pérez Juan Zazo José L. Rodríguez Miguel A. Monzó


TÍTULOS DE LA COLECCIÓN

1.- LA GUERRA DE TODOS LOS SILENCIOS de Francisco Prada FREDDIE: CEREMONIA PARA UN ACTOR DESESPERADO de Abilio Estévez 2.- AZOTEA

de Francisco Javier Puchades Hernández

FIEBRE

de Alberto Conejero López

3.- BAILANDO CON EL MUERTO de Oscar E. Tabernisse LA CANCIÓN DEL SOLDADO de Walter Ventosilla Quispe 4.- FORMULARIO QUINIENTOS VEINTIDÓS de Gracia María Morales Ortiz CON LA SANGRE DE VENECIA de Federico Castro Fernández-Alfaro 5.- ALGUNAS HISTORIAS DE TERROR NEOLIBERAL de Sergio Sáez Escudero UN TRABAJO ES UN TRABAJO de Rafael Belmonte Agüera

-62-


-63-


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.