Colección
n.º 8
GRITAR TU MIEDO de HIPÓLITO CALLE SORIANO
SEXUALMENTE HABLANDO de SANTIAGO SERRANO
CERTAMEN INTERNACIONAL DE TEATRO BREVE FUNDACIÓN CIUDAD DE REQUENA 2004
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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación y otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. © Coordinadora de Actividades Teatrales
Arrabal Teatro
C/. Villajoyosa, 13 bajo - 46340 REQUENA Teléfono / Fax: 96 230 41 93 Diseño portada: Miguel Angel Roda.
Primera Edición: Marzo 2006 Edita: M. I. Ayuntamiento de Requena Depósito Legal: V - 1.150 - 2003 Impresión: GOVI • imprentagovi@telefonica.net
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Según consta en el acta levantada por D. Joaquín Olcina Vauterén, Notario del Ilustre Colegio de Valencia, un Jurado presidido por D. José Luis Prieto y formado por D. Juan Alfonso Gil Albors, D. Ferran Grau, D. Joaquín Climent, D. Miguel Ángel Plaza, Doña. María José Viana, D. Rodolf Sirera, D. José Luis Pinotti, Doña Carmen Morenilla, Doña Isabel Requena, D. Pablo Caruana, D. Ángel Javier Domingo y D. Roberto García, siendo secretario del mismo D. Lorenzo Gabaldón y contando con la presencia del Alcalde de Requena, D. Adelo Montés, después de las oportunas deliberaciones, acordó conceder el primer premio del Certamen Internacional “Fundación de Requena” 2004, a la obra titulada “GRITAR TU MIEDO”, de la que, una vez abierta la plica, se comprueba que es su autor D. Hipólito Calle Soriano, y declarar finalista a la obra “SEXUALMENTE HABLANDO” cuyo autor, abierta la plica correspondiente, se verifica que es D. Santiago Serrano.
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GRITAR TU MIEDO Autor: HIPÓLITO CALLE SORIANO
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HIPOLITO CALLE SORIANO Poli Calle Soriano nace en Puertollano (Ciudad Real) el 19 de Octubre de 1965. Mientras inicia estudios de Magisterio se interesa por el teatro, matriculándose, entre otros, en el Taller Estudio de Formación del Actor de Jorge Eines, con quien durante 3 años se introduce en el mundo de la interpretación. Inicia de esta manera un camino que se completará con la escritura dramática. Isidro Rodríguez, director de la Escuela Taller Teatral de Azuqueca de Henares (Guadalajara) seleccionará su texto Caad, o la furia de los Semidioses para la Muestra Nacional de Teatro Espiga de Oro (Noviembre de 1987), primera de una trilogía que se completa con Las 4 estaciones y El llanto de los cocodrilos. En 2002 escribe los diálogos y es co-guionista, junto con el realizador Luis Moreno, del cortometraje 250 bocadillos de mortadela (Tercer premio certamen audiovisual Villagarcía de Arousa - 2002). En Diciembre de 2003 recibe el primer premio en el VI Certamen Nacional de Textos Teatrales de Torreperogil (Jaén) por su obra Abeja Blanca. En marzo de 2004 su monólogo El cinco será incluido en el IV Maratón de Monólogos organizado por la AAT para conmemorar el Día Mundial del Teatro cuya lectura tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes (Madrid). Tiene publicadas actualmente las obras Abeja blanca -6-
(Editorial Alkymya), ¡Qué Dios bendiga América (Sin título) y El cinco, ambas en la Editorial AAT, Calima y El beso frío de los muertos, ambas por el Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el cuento «Feliz Navidad» (Editorial ACUMAN). Las razones de Javier, incluida en la III Muestra de Autores Teatrales 2004- Sala El Montacargas, es hasta la fecha su última obra teatral. OBRAS NARRATIVA: Estudio sobre la cucaracha (1992) ¡Feliz Navidad! (2001). Colección de cuentos. uentos de noche (2002). Colección de cuentos. Tu recuerdo de días de tormenta (2004). Inédita. OBRAS DE TEATRO: El negro del señorito (1982). Caad o la furia de los Semidioses (1986). Las 4 estaciones (1987). El llanto de los cocodrilos (1989). Cierra el grifo (1992). Infantil. Testigo mudo (1994). Calima (1996). El superbastón (1998). Infantil. ¡Qué Dios bendiga América (2002). Pieza breve. Gritar tu miedo (2002). Teatro breve. Abeja blanca (2003). El beso frío de los muertos (2003). Las razones de Javier (2004). El cinco (2004). Monólogo. PREMIOS 2002: Elegido Miembro Comité Dirección Festival Nacional de Cine (Guadalajara). 2002: Tercer premio certamen audiovisual Villagarcía de Arousa. 2003: Primer Premio VI Certamen Nacional Textos Teatrales Torreperogil (Jaén). 2005: Primer premio en el Octavo Certamen Internacional de Teatro Breve Ciudad de Requena con la obra
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PERSONAJES: - ELLA, mujer joven y sensual. - EL, hombre maduro.
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EPOCA ACTUAL Anochece. En escena un coche estacionado en un camino rural rodeado de grandes árboles, en medio del bosque. El coche tiene abiertas las dos puertas delanteras. Una joven atractiva con minifalda, en torno a los 21 años, fuma pausadamente un cigarrillo sentada en el lado del acompañante del conductor con las piernas estiradas. El hombre, pasados los 50, pasea a unos metros y aprovecha para desentumecer los músculos. Recoge, mientras tanto, un pequeño ramillete de flores. ELLA.- ¿Y si fueras un animal? EL.- ¿Cómo? ELLA.- Un animal. Si fueras un animal, ¿qué animal te gustaría ser? EL.- ¿De qué tipo? ELLA.- Carnívoro, por ejemplo. EL.- (Breve pausa) Creo que un león. Supongo que como todo el mundo. ELLA.- Todo el mundo no. A mi me gustaría ser una pantera. (Ruge) Me acercaría sigilosamente hacia mi presa y antes de que pudiera notar mi presencia, saltaría sobre ella clavando mis afilados dientes en su tierno cuello. EL.- Dicho así da miedo.
Risas de ambos.
ELLA.- ¿Y si fueras una flor? EL.- ¿No sabes que los hombres tenemos prohibido ser flores? ELLA.- ¿Por qué? EL.- Por no parecer unos capullos.
Nuevas risas.
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ELLA.- En serio, dime ¿y si fueras una flor? EL.- No se, nunca se me había pasado por la cabeza convertirme en flor. ELLA.- No hace falta convertirse en nada, tonto, sólo se trata de imaginar, cerrar los ojos e imaginar. EL.- ¿Y tú? ELLA.- No me gustan los flores. Me recuerdan a los cementerios. EL.- ¿En serio? ELLA.- Si. Cierro los ojos y al mencionar la palabra flor lo primero que se me viene a la cabeza es un muerto encerrado en un ataúd. EL.- Estás como una cabra. ELLA.- Cuando murió mi madre a mi padre no se le ocurrió otra cosa mejor que hacer que comprar una gran ramo de flores, una de esas enormes coronas mortuorias, con una nota escrita en púrpura que decía: NUNCA TE OLVIDAREMOS. EL.- ¿Tu madre está muerta? ELLA.- Desde hace dos años. EL.- No me habías dicho nada. ELLA.- Porque nunca me lo habías preguntado. EL.- ¿Cómo iba a preguntarte una cosa así? ELLA.- Eso fue precisamente lo que yo pensé al conocerte, ¿cómo voy a decirle a este tipo una cosa así? La gente no va por ahí diciendo: Hola, me llamo fulanito de cual y mi madre está muerta. EL.- (Sonriendo) Estás loca. ELLA.- Un poco sí, la verdad. El caso es, como te decía, que a mi padre no se le ocurrió mejor idea que comprar un enorme ramo de flores. EL.- Normal, es lo que se hace en esos casos, ¿no? ELLA.- Vamos a ver leoncito, ¿de modo que a ti te parece normal regalar flores a los muertos? EL.- ¿Qué hay de malo? ELLA.- No lo se, dímelo tu. EL.- Para mi es una cosa totalmente normal. Te mueres -10-
y te regalan flores. Una cosa lleva a la otra, ¿no? No te van a regalar, no se, un viaje al Caribe. ELLA.- ¿Por qué? EL.- ¡Coño! porque estás muerto, ¿para qué quieres entonces un viaje al Caribe? ELLA.- ¿Y para qué quieres un ramo de flores? EL.- Porque es una tradición. ELLA.- ¿Por qué? EL.- Supongo que porque se trata de una cosa cultural, religiosa ¡Yo que se! Deja de calentarme la cabeza, ¿quieres? ELLA.- ¿Y por qué hay que esperar a que se muera la gente? ¿Por qué no regalar las flores antes? EL.- Yo no he dicho que haya que esperar a que se muera nadie, yo sólo te digo que me parece normal que alguien compre flores cuando se muere un ser querido. Es una manera de mostrar tu dolor. ELLA.- ¿Con el muerto? EL.- Pues si. ELLA.- Es decir, algo así como exteriorizar tus sentimientos a través de las flores. EL.- Más o menos. ELLA.- ¿Entiendes ahora por qué no me gustan? Una cosa lleva la otra, lo dijiste antes. No puedo remediarlo, a mi las flores me recuerdan siempre a los muertos. EL.- Me parece que tú tienes algo en la cabeza que no te funciona bien del todo. ELLA.- ¿Crees que me falta riego? EL.- Creo que más bien te falta un tornillo. ELLA.- A ver leoncito listo, entonces ¿para qué muerto crees tu que llevaba el tipo ese el ramo de flores? EL.- Oye, a lo mejor lo llevaba para ti. ELLA.- ¿Para mi? EL.- Si, porque como no cambies de conversación la muerta vas a ser tu. ELLA.- Este es mi león preferido, el que me saca las uñas
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y me enseña los dientes. EL.- Pero, ¿qué te pasa hoy? Has estado todo el puto viaje callada y ahora no paras de hablar ¿Te has metido algo? ELLA.- A lo mejor si, a lo mejor no. EL.- Calla. ELLA.- ¿Qué ocurre? EL.- Me pareció escuchar un ruido. (Breve silencio de ambos personajes). ELLA.- Como tentativa disuasoria no estuvo mal, pero se te ha visto un poquito el plumero. EL.- ¿De qué hablas? ELLA.- De que hay formas más sutiles de decirme que cambie de conversación. ¿Podemos continuar? EL.- No ELLA.- ¿Por qué? EL.- Porque no me apetece. ELLA.- Leoncito no me seas autocrático. EL.- Panterita deja de decir tonterías. ELLA.- Una sola más y termino, ¿a ti no te parece curioso que de todas las cosas posibles para regalar a un muerto la mayoría de la gente elija flores? EL.- Seguro que tu prefieres un viaje al Caribe, ¿verdad?
Nuevas risas de ambos.
EL.- Empieza a anochecer, será mejor que nos vayamos. (Le entrega el ramillete de flores) Toma, son para ti. ELLA.- Gracias. Yo pienso que cuando regalas flores a alguien es porque deseas anticipar su muerte. (Breve pausa) ¿Por qué me miras así? Tengo una duda existencial y en este momento no tengo a nadie mejor que tu para ayudarme a responderla. ¿Te molesta que quiera saber más cosas de la vida? EL.- ¿Sabes que me estás levantando dolor de cabeza? ELLA.- Me ha venido así de repente, qué quieres que le haga. No dejo de darle vueltas. En serio dime, ¿para quién crees tu que serían las flores que llevaba ese tipo? -12-
EL.- Un poco tarde para la preguntita, ¿no te parece? ELLA.- No seas estúpido leoncito. (Breve pausa) ¿Sabes lo que pensé cuando veníamos de camino? EL.- Dime. ELLA.- Que eran para él (Breve pausa) ¿Otra vez me vuelves a mirar así? ¿No me entiendes verdad? Estoy hablando de las flores, hombre. Estoy segura de que tuvo que tener una especie como de revelación, algo así interior, una llamada divina probablemente ¿no? Para mi que intuía lo que se le venía encima y decidió anticiparse a la jugada. EL.- Deja de decir tonterías. ELLA.- (Imitando el personaje de la película Forrest Gump) «Mi madre dice que tonto es el que hace tonterías». EL.- ... ELLA.- Al fin y al cabo un ramo de flores es el único detalle en común que pueden compartir un vivo y un muerto. Sí ahora no tengo la menor duda. Fue una revelación. De alguna manera ese tipo debía encontrarse ya conectado con el ultramundo. EL.- ¿Cómo? ELLA.- En el limbo, ¿no te suena? Es una especie de tierra de nadie donde todo el mundo está muchas veces sin tener conciencia real de haber estado nunca. EL.- ¿Me estás tomando el pelo? ELLA.- ¡Que no leoncito! El limbo es una cosa que lo flipas. Es una situación parecida a como cuando estás fumando, ¿me entiendes? Te pasa toda tu vida en un fogonazo, así, por delante de los ojos, en plan película. EL.- Eso es cuando te vas a morir. ELLA.- ¿Y tu como lo sabes? ¿Te has muerto alguna vez? EL.- ¡Vete a la mierda! ELLA.- Oye leoncito, esas no son formas de hablarle a una dama. EL.- Perdóneme usted señorita dama.
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Nuevas risas de ambos personajes.
ELLA.- No entiendes nada porque te falta perspectiva. Yo no te culpo, es una cosa de la edad. Está demostrado que nuestra generación es superior a la vuestra en conceptos de pensamiento. EL.- Demostrado, ¿por quién? ELLA.- Por los especialistas. A vosotros, los niños de la postguerra, se os quedó bloqueado el pensamiento crítico por tomar demasiada leche en polvo y por tanta unidad patria. EL.- Y a ti se te está esponjando el cerebro por comer tanta hamburguesa con coca-cola. ELLA.- Oye leoncito, hace un momento estabas mucho más tierno conmigo. EL.- Cuando tú tomabas el biberón, los de la leche en polvo ya estábamos hartos de luchar para darte a ti un lugar mejor donde vivir. ELLA.- No seas arcaico por favor, si cierro los ojos me parece que estoy hablando con mi padre. EL.- Déjalo anda. ELLA.- Como quieras, pero lo de que te pasan las imágenes de tu vida por la cabeza es verdad. EL.- No es verdad. ELLA.- Si que lo es. EL.- No, no lo es. ELLA.- A ver, demuéstralo. EL.- Yo no tengo nada que demostrar. ELLA.- Eso lo dices porque no puedes tirar por tierra mis argumentos. Te sientes inferior y eso te molesta. EL.- ¿El qué? ELLA.- Que una jovencita como yo le hable a todo un hombretón como tu de cosas que ignora. A tu edad es normal. Te molesta tener que dar tu brazo a torcer. Típico de los hombres inmaduros. EL.- Oye jovencita, a mi no me molesta nada. ELLA.- Entonces dime, ¿para quién crees tu que llevaba -14-
el tipo ese el ramo de flores? EL.- (Enérgico) ¡Y yo que cojones se! ELLA.- Leoncito, te noto algo agresivo y desenfrenado, como con ganas de pelea. EL.- Es que me estás levantando dolor de cabeza, ¿recuerdas? ELLA.- ¿No puedo tener dudas existenciales? ¿No puedo hablarte de ellas? ¿Qué te pasa? ¿No soportas a las mujeres intelectuales? EL.- ¡Joder! ELLA.- Para tu información tenemos algo más que un chocho y un par de tetas. Aquí dentro (se señala la cabeza) hay todo un mundo por descubrir. La imagen grotesca de la joven con las manos en la cabeza hace que el hombre comience a reir, lo que contagia a la joven que, tras unos segundos de tensa mirada, estalla en una estridente carcajada fácil. La chica pasea su cuerpo de manera insinuante frente al hombre mientras con sus manos no deja de tocarse la cabeza. ELLA.- ¿Lo ves? Cabecita, cabecita, cabecita. Además de todo lo demás, cabecita. EL.- Pero vamos a ver panterita, ¿a ti no te gustaría que alguien, alguna vez, te regalase flores? ELLA.- Claro que no. EL.- Pues tu te lo pierdes, las había cogido para ti pero te acabas de quedar sin ellas. (Coge el ramillete y lo tira lejos) ¿Contenta? ELLA.- Qué querías ¿anticipar mi muerte? EL.- No seas idiota. Nadie puede hacer eso. La muerte no se puede anticipar. ELLA.- Dios lo hace. EL.- Pero ni tu ni yo somos Dios. ELLA.- Por supuesto que no. Yo de ser alguien sería su madre. EL.- Como una regadera. ELLA.- Anda león dime, si fueras una flor ¿qué flor -15-
elegirías? EL.- (Breve pausa) Un diente. Un diente de león.
Nuevas risas de ambos.
ELLA.- (Abrazando al hombre. A partir de este momento la joven se vuelve mucho más sensual y provocadora) Tu sabes que eres mi diente, mi diente de león preferido, mi florecilla silvestre, mi Dios ¿Y cómo besa un diente de león? EL.- Con la boca. ELLA.- ¡Qué poco original! Me temo que la respuesta no es correcta querido concursante. EL.- ¿Qué haces? ELLA.- Escuche con atención y responda correctamente. No tendrá usted otra oportunidad ¿Cómo besa un diente de león? Tic-tac, tic-tac, tic-tac ... EL.- (Breve pausa) ¿Con la nariz? ELLA.- Calentito, calentito, pero no. EL.- Dímelo tu. ELLA.- Un diente de león que se precie debe besar siempre con la corola. EL.- ¿Con qué? ELLA.- Con la corola, con el cáliz, con los pistilos. Lo que no puede hacer nunca un diente de león es besar ni con la boca ni con la nariz, ¿sabes por qué? EL.- No. ELLA.- Porque no tiene. (La joven besa al hombre apasionadamente entre risas. Hay en su manera de besar cierta agresión física que atropella y embiste). EL.- Hazme otra pregunta. ELLA.- (Cambiando de actitud y manteniéndose más distante sin dejar de provocar al hombre) No. En este programa sólo hay una pregunta por concursante, te damos las gracias por haber participado pero tenemos que rogarte que abandones el plató.
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EL.- (Encendido por la provocación de ella) Te prometo que ahora sabré responder correctamente. ELLA.- Eso es lo que dicen todos cuando fallan. EL.- Por favor. ELLA.- Me parece caballero que lo que usted busca no es otra pregunta. Más bien empiezo a pensar que lo que usted quiere es pasárselo bien conmigo. EL.- Me duelen sus palabras. Sepa que ante todo, yo soy un caballero. ELLA.- ¡Anda leoncito! EL.- Se lo juro por lo más sagrado y si no que me caiga muerto aquí mismo. (Breve pausa en las miradas cómplices) ¿Ve? Sigo en pie. ¿Necesita usted acaso alguna otra prueba de mi... (Empieza a sentirse molesto, con dificultades para poder hablar correctamente. Tose y no deja de llevarse las manos a la garganta. Quiere hablar pero sólo produce ruidos guturales). ELLA.- ¿Qué te pasa? EL.- (Sus gestos son inequívocos de que le falta aire) No puedo respirar. ELLA.- ¡Leoncito! El hombre cae al suelo convulsionado y entre estertores. Transcurridos unos segundos de angustia queda inmóvil. Rompe el silencio su risa convulsiva que estalla en una carcajada. ELLA.- Eres un gilipollas. EL.- Te lo has tragado. ELLA.- No me he tragado nada. Eres un malísimo actor. EL.- Te has asustado. ELLA.- ¡Una mierda! EL.- Te has quedado blanca. ELLA.- No es verdad. EL.- Si es verdad. ELLA.- Sabía que era una broma. Se te ve a la legua. Disimulas muy mal. -17-
EL.- ¡Ja! Tenías que haberte visto la cara. ELLA.- Y tu la tuya. Tienes que dejar de ver tantas películas de pistoleros. Nadie se muere así. EL.- ¿Y tu como lo sabes? ELLA.- Porque lo se. (Tensa mirada entre ambos personajes) EL.- (Se incorpora aunque permanece sentado sobre el suelo) ¡Joder!, me he puesto perdido. ELLA.- Sufres el castigo divino por tu mentira. Te está bien empleado. (Se aproxima al hombre nuevamente de manera sensual) Me va a perdonar pero no puedo hacer excepciones. Tengo que rogarle que abandone el plató. (Se sitúa sobre él con las piernas separadas) Las reglas del programa deben ser iguales para todos. En eso se basa la democracia, ¿verdad? EL.- Ven aquí. (Introduce su mano por entre la falda. A pesar de eso ella permanece rígida frente a él). ELLA.- ¿Qué haces? EL.- Vamos, tengo ganas de ti. ELLA.- ¡Déjame! No me apetece. EL.- No seas tonta y... ELLA.- Deja de tocarme, ¿Quieres? EL.- (Con ambas manos dentro de su falda. Ella sigue rígida y firme frente a él) Me vuelves loco. ELLA.- No. Estás loco. EL.- Voy a hacerlo panterita, voy a hacerlo. Voy a dejar a mi mujer. ELLA.- ¿Cuándo? EL.- Ya. Esta misma noche. ELLA.- ¿Cómo? EL.- Se lo diré. ELLA.- ¿Qué le dirás? EL.- Que se acabó. ELLA.- Y qué se supone que es lo que se acabó. EL.- Lo nuestro. Quiero decir lo suyo y lo mío, nuestra relación. ELLA.- ¿Por qué se acabó? -18-
EL.- Porque estoy enamorado de ti. ELLA.- ¿Estás enamorado de mi? EL.- Si. ELLA.- Porque follamos, ¿estás enamorado de mi? EL.- ¿Qué te pasa? ELLA.- Contesta. EL.- Claro que no. ELLA.- Entonces dime, ¿por qué estás enamorado de mi? EL.- Porque te quiero. ELLA.- (Breve silencio que estalla en una carcajada) Eres un gilipollas. EL.- ¿Qué pasa? ¿Qué he dicho? ELLA.- La palabra mágica. No pongas esa cara de repollo. Eres un león, ¿recuerdas? Un león con dientes de león cubriendo tu linda cabellera. Pon cara de león con cara congestionada si quieres pero aparta de tu rostro ese aspecto de repollo. EL.- Estás como una puta cabra. Aparta. ELLA.- No quiero. EL.- Aparta, por favor, el suelo está húmedo. ELLA.- (Se sienta de golpe sobre él y comienza a moverse pausadamente) Hay que reconocer que la muerte te sienta muy bien. Verte tiritar de frío en el suelo me ha puesto cachonda ¿Viste pasar tu vida en imágenes? EL.- Espera, espera ... ELLA.- ¿Qué quieres? EL.- Deja al menos que me baje los pantalones. ELLA.- Deja tus pantalones en su sitio y sigue moviéndote, dientecito de león. EL.- Me haces daño. ELLA.- (Más rápido y con más violencia) Dolor y placer, placer y dolor, son las dos caras de la misma moneda. Sigue moviéndote y dime si viste tu vida pasar delante de tus ojos. EL.- Cuidado pantera. ELLA.- Schiiii, Schiiiii, calla y sigue, sigue, sigue, sigue ... EL.- Para un poco. -19-
ELLA.- Sigue ... no pares ahora, ahora no. EL.- (Empujándola hasta conseguir librarse de ella) ¿Qué te pasa? Me estás haciendo daño. ELLA.- (En el suelo) La primera regla en todo contacto sexual es la mutua colaboración. Si no colaboras lo más probable es que te duela. EL.- (Incorporándose) Esto no era un contacto sexual, era una violación. ELLA.- ¿Cuál es la diferencia? EL.- La principal es que si yo te digo que pares, tú paras. ELLA.- ¿Ahora quieres que pare? Perdona me pareció que lo estabas deseando. EL.- Así no. ELLA.- ¿Y como se supone que debe ser entonces? EL.- Déjame en paz. ELLA.- No, espera, no te vayas. Bueno, si todo se reduce a un problema de formas lo podemos arreglar. Vuelve aquí leoncito. EL.- No me apetece. ELLA.- ¿Ves? Primera dificultad. Nada como declarar el amor a alguien para que empiecen a surgir las dificultades. ¿Y ahora como resolvemos esto? EL.- ¿El qué? ELLA.- Las ganas que tengo de ti. EL.- ¿Tu estás bien de la cabeza? ELLA.- ¿De cual de ellas? EL.- De la que se supone que tienes sobre los hombros. ELLA.- ¿De esta? Ah, bueno, de esta no se puede decir que esté mal del todo. EL.- Mírame el dedo. (Se lo chupa) ELLA.- Yo también lo se hacer. ¿Qué crees? (Imita al hombre y le habla con el dedo metido en la boca) Y ahora qué dientecito de león, ¿seguimos donde lo dejamos? EL.- Olvídame. ELLA.- (Levantándose del suelo) ¿Tu no serás gay? (Breve pausa) Lo digo sin ánimo de ofenderte, que quede claro. Yo no tengo nada en contra de los gays. A mí la verdad -20-
no me molestan ¿Qué miras? EL.- ¿Nos vamos? ELLA.- Sólo me fastidian cuando se ponen de por medio, ¿me entiendes? Quiero decir que si ya de por si la competencia entre nosotras es muy dura, eso de tener que aguantar además como te levantan a algún guaperas duele. A las mujeres nos duele mucho. Dime, ¿tu eres o no eres gay? EL.- ¿A ti qué te parece? ELLA.- Hombre, yo por lo visto diría que si. EL.- ¿Y tu? ¿Eres una puta? ELLA.- ¿Por qué? EL.- Mujer, yo por lo visto diría que si. Tras breves segundos manteniendo las miradas los dos personajes estallan en una nueva carcajada. ELLA.- ¿Sabes? tenías la misma expresión que el tipo ese del ramo de flores. EL.- ¿Cuándo? ELLA.- Cuando estabas en el suelo, tumbado sobre el suelo mientras yo intentaba pasármelo bien. Tenías la misma expresión que ese tipo. EL.- ¿Les miras a la cara? ELLA.- Siempre. EL.- ¿Por qué? ELLA.- (Breve pausa) Porque me gusta. Bueno no me gusta, me atrae, me llama la atención. No sabría explicarlo. Me cruzo en la calle con ellos y los miro directamente a los ojos. Me insinúo. Me miran y sonríen. Les devuelvo la sonrisa y los imagino desnudos. Toco la pistola y me excito. Procuro pasar muy cerca de ellos, casi rozándoles. Me pone a cien. Nada más cruzamos me doy la vuelta y les observo la nuca. Entonces les sigo unos metros, en silencio, sin dejar de mirarles la nuca. Me excita. Acelero mis pasos, saco la pistola y disparo. Pun, pun,
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se acabó. Vuelvo a mirarlos en el suelo y no puedo dejar de imaginármelos desnudos. Me echaría sobre ellos pero los gritos de la gente me ayudan a contener el impulso. Salgo corriendo. El corazón me estalla en el pecho. Me subo al coche. Todavía me tiemblan las piernas y me recorre fuego por el cuerpo. (Silencio) ¿Qué pasa? ¿Voy demasiado rápido para ti? EL.- Estás enferma. ELLA.- ¿Verdad que si? Es lo que me digo muchas veces. Este no es el camino panterita, pero no puedo remediarlo. Bueno yo creo que también es culpa del trabajo. Este trabajo tiene esas cosas ¿A ti no te pasa? ¿Qué miras? EL.- (Breve pausa) Es mentira. Creo que te lo inventas todo para hacerte la interesante conmigo. ELLA.- Escucha una cosa dientecito de león, yo nunca miento dos veces el mismo día. Me agota. De acuerdo que te gasté una broma con lo de la muerte de mi madre, pero ya está. Se acabó. Aquello fue una mentirijilla sin importancia. Fue un reflejo del inconsciente. En serio, verte en el suelo me ha puesto cachonda, ¡qué la vamos a hacer!. EL.- ¿Tu madre también te pone «cachonda»? ELLA.- Mi madre no. Me pone de los nervios que es diferente, pero lo cierto es que no consigue estimularme la lívido. EL.- ¿Y tu padre? ELLA.- Pues verás, hubo un tiempo en que sí me aceleraba el ritmo cardíaco, pero la verdad es que últimamente lo único que me acelera son las ganas de vomitar. Yo creo que los dos han perdido el sex-appeal que tenían. La edad no perdona. Bueno tu ya tienes que empezar a notarlo, ¿no? EL.- No te pases conmigo panterita. ELLA.- El caso es que a veces, cuando observo a mi padre por la espalda mientras ve la televisión, me fijo en su nuca repleta de pelos y me sube una cosa extraña por el cuerpo. Me acerco silenciosamente y simulo dos -22-
disparos, pan, pan. En esos momentos me lo tiraría allí mismo. EL.- No tienes remedio. ELLA.- Como que tu no habrás tenido nunca sueños eróticos con tu madre. EL.- ¡Joder! por supuesto que no. ELLA.- Anda, eso se lo cuentas a otro pero no a mi. Leoncito, es de manual de primero de psicología. Todos los niños desean acostarse con sus madres y todas las niñas desean hacerlo con sus padres. EL.- Eso es una gilipollez. ELLA.- Será lo que tu quieras, pero todos los psicólogos lo aseguran. Tu lees poco, ¿verdad? EL.- Mierda de esa ninguna. ELLA.- A mi sin embargo me parece interesante. Conócete a ti mismo, ¿no? EL.- Vamos, sube al coche poeta, se hace tarde. ELLA.- Sigues cabreado. No puede ser leoncito, te falta sentido del humor para ser perfecto. EL.- ¿Decir que me hubiese gustado follarme a mi madre es tener sentido del humor? ELLA.- Pero qué borrico eres. Nadie ha dicho nada de follar. Sólo te he dicho que aunque tú no lo sepas estoy segura que más de una vez has fantaseado con tener un rollo con tu madre. EL.- Y yo te he dicho que no, ¿vale? ELLA.- Por eso te pasa lo que te pasa. EL.- ¿Y se puede saber qué es lo que me pasa? ELLA.- Lo tuyo con el sexo. ¿Qué miras? Leoncito, te pasas la vida mirando con esa cara de repollo que la verdad es que no te favorece nada. (Breve pausa) Eres un poco aburrido, ¿lo sabías? EL.- Sube al coche. Se está haciendo tarde. ELLA.- ¿Para quién? ¿Tienes que fichar en casa antes de las diez o es que te gusta dar el besito de buenas noches a tus hijos antes de irse a la camita? (Pausa) Me gusta
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este sitio, lejos de todo. Me gusta abrazar a los árboles y notar su áspera corteza en mi cara. Me recuerda los besos de papá sin afeitar. Yo podría vivir aquí en el bosque. No necesito gran cosa. Luz, agua, aire puro ... EL.- Pajaritos cantando, nubes que se levantan, chaparrones y tormentas ... (Ella comienza a reír por la forma de hablar de él. Los dos se contagian nuevamente de la risa fácil). ELLA.- Que si, que no, que caiga un chaparrón, encima de la estación. EL.- Anda vamos. ELLA.- Oye escucha, ¿sabes una cosa? EL.- ¿Qué? ELLA.- Que me gusta tu nuca. EL.- (Breve pausa en la mirada) Estimada pantera, dos puntos, me está usted empezando a poner nervioso con sus cosas, punto. Está usted hoy, coma, especialmente rara, punto. Tengo la extraña sensación, coma, de que acabo de conocerla, coma, y creo que, tres puntos suspensivos, empiezo a tener miedo, punto y final. ELLA.- Querido leoncito, dos puntos, siento en lo más hondo de mi corazón haberle causado esa terrible impresión, coma, pero no debe usted tener miedo, coma, ya que tan solo soy una pobre jovencita indefensa y temerosa de Dios, punto y final. EL.- Llegados a este punto, coma, lo mejor sería entonces, coma, subir al coche y reanudar nuestro común viaje de regreso a la ciudad, punto y final. ELLA.- Pero antes de ello, coma, una última pregunta, coma, por favor. EL.- No, punto y final. ELLA.- Por favor, puntos suspensivos. EL.- Breve pausa para pensar, está bien, punto, se abren interrogantes, ¿qué desea usted saber? Se cierran los interrogantes. ELLA.- ¿Eres o no eres gay? EL.- Entre enormes admiraciones, vete a la mierda. -24-
ELLA.- Está bien, como quieras. Si prefieres vivir para siempre en la ignorancia es tu problema. EL.- Yo no tengo ningún problema. ELLA.- Hay muchos hombres de tu edad que dicen no ser gays sin saber que en el fondo lo son. EL.- Pero es que yo no lo soy. ELLA.- ¿Estás seguro? EL.- Por supuesto. ELLA.- No subestimes el poder de la mente leoncito. EL.- Yo – no – soy – gay. ELLA.- Pero si a mi no me importaría que lo fueses, en serio. EL.- ¿Qué quieres? ¿Quieres que follemos otra vez aquí mismo? ELLA.- No, que luego dirás que te he violado. EL.- Entonces deja de decir tonterías. ELLA.- ¿Se siente mi leoncito herido en su masculinidad? ¿Por qué te ofendes tanto? Para tu información te diré que encuentro muy excitante el lado femenino de los hombres, sobre todo cuando son maduritos, pasan de los cincuenta, están casados y tienen tres adorables hijitos que lo admiran e idolatran ¿Te suena? EL.- ¿Sabes?, tengo la sensación de que tu encuentras excitante muchas cosas. ELLA.- ¿Me estás llamando puta? EL.- ¡No! ELLA.- Porque me gusta disfrutar del sexo, ¿tengo que ser puta? EL.- Te he dicho que no. ELLA.- ¿Debería limitarme a abrirme de piernas y nada más? EL.- ¿Qué te pasa? ELLA.- Lo siento leoncito, pero yo no soy así. EL.- Ya me he dado cuenta. Anda, vamos sube al coche. ELLA.- Los hombres tenéis un grave problema educacional. ¿Lo sabéis? EL.- ¿En serio? -25-
ELLA.- Claro que si. Os han llenado la cabeza desde pequeñitos con la idea de que las mujercitas deben ser sumisas y obedientes, temerosas del maridito, incapaces de levantar la voz por temor a ser maltratadas. Tu mujer es así, ¿verdad? EL.- Deja a mi mujer en paz. ELLA.- Pues la realidad es bien distinta, que lo sepas. EL.- No lo dudo. ELLA.- Seguro que tu mujer abre poco la boca en casa, vamos quiero decir que la abre poco salvo para ... (imita gestos de una felación) EL.- Te estás pasando panterita. ELLA.- Mira como tiemblo de miedo. Ahora sí, ahora me miras con esos ojos de león enfurecido que tanto me gustan y que hacen que me tiemblen las piernas. (Cubriendo la cara con sus manos) No me pegues, no me pegues por favor. ¿Te dice ella eso? EL.- Sube al coche. ELLA.- Por favor. EL.- ¡Sube al puto coche! ELLA.- Por – favor. EL.- (Breve pausa) Sube al coche. Por favor. ELLA.- Tu dirás lo que quieras, pero eres gay. El hombre se dirige hacia la joven de forma amenazante. Ella retrocede unos pasos mientras saca su pistola y le encañona. Silencio. ELLA.- ¡No dejes de mirarme a los ojos leoncito! (Breve pausa) Ahora date la vuelta. Despacio, despacio, sin prisas, quiero ver tus manos. Muy bien. Tienes una nuca muy excitante, ¿lo sabías? (La joven se acerca despacio hasta tocar con su arma la nuca del hombre) ¿Qué sientes? EL.- ¿Qué vas a hacer? ELLA.- ¿Tienes miedo? EL.- Estoy acojonado, ¿qué vas a hacer? ELLA.- (Estalla en una febril carcajada. Baja la pistola -26-
y abraza al hombre por la espalda) Este es mi leoncito preferido, el que me saca las uñas y los dientes. El que me hace reír. El que por amor dejaría a su linda esposa. EL.- ¿Te has vuelto loca? ELLA.- Escucha, no te pongas nervioso ni agresivo. Deja tu mente en blanco. Necesito contarte una cosa antes de ... EL.- ¿Quieres decirme ...? ELLA.- Schiiii .... silencio. Calla. Cierra los ojos y calla (Comienzan un baile de espaldas a él mientras tararea suavemente el tema «Mad about the boy» en la versión de Dinah Washington). EL.- ¿Qué haces? ELLA.- (Bailando) Schiii ... Escucha la música. Antes de marcharnos me apetece bailar un poco contigo. Necesito bailar un poco contigo. EL.- Es tarde. ELLA.- (Imitando al hombre) Es tarde. No seas tan estirado. Ven aquí, vamos. (Hace girar al hombre y ambos bailan mientras la chica no deja de tararear la canción) ¿Sabes que tienes una nuca muy bonita? (El hombre intenta separarse) Quieto, no te muevas, podrías hacer que se disparase la pistola. (Breves segundos bailando en silencio sólo roto por el ronroneo de ella tarareando la canción) Escucha y no te rías, por favor. Hace unos días me ocurrió una cosa horrible. La pistola se me encasquilló en el segundo disparo. Por más que apretaba el gatillo ... la pistola se encasquilló. Sigue bailando, no te pares ahora leoncito. (Breve pausa entre pasos de baile) El primer disparo le había atravesado el cuello. El tipo gruñía bocabajo como un cerdo. No dejaba de temblar, de agitarse en el suelo, mientras la sangre lo iba llenando todo. El muy cabrón no paraba de gruñir. Supongo que estaba tan sorprendido que todavía no era capaz de entender qué hacía tirado en el suelo sobre un charco de sangre. Eran gruñidos secos, como si roncase. Roncaba y gruñía. Nunca antes me había
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sucedido algo así, ¿entiendes? Nunca antes había oído quejarse a alguien así. No, escucha, no digas nada. Sigue bailando y abrazándome fuerte. Necesito sentir tu fuerza, tus brazos, tu aliento en mi cuello. No puedes imaginarte cómo lo necesito en estos momentos. Necesito tu calor ... Sigue bailando por lo que más quieras. Dame un poquito de calor. Está anocheciendo y tengo frío. Hace frío en este bosque, pero antes de que nos vayamos déjame hablar, necesito hablar. (Breve silencio entre los pasos de baile) Fue horrible. Por un momento no supe qué hacer. Estaba como en blanco, paralizada por sus gritos. Tenía metidos sus gruñidos en mi cabeza. Al fin reaccioné y me acerqué decidida a dejar en silencio a ese maldito cuerpo que no dejaba de estremecerse como un animal herido pero ... la pistola se encasquilló. Una, dos, tres veces apreté el gatillo, pero ... la pistola se encasquilló. Tuve miedo. Miedo de que se diera la vuelta. Miedo de ver sus ojos hinchados de sangre. Miedo de que al fin comprendiera todo. Miedo de reconocer en sus chillidos alguna palabra concreta, porque yo creo que me balbuceaba algo, que me hablaba. Quizá no. Quizá sólo fueran imaginaciones mías, pero ... Tuve miedo hasta de que se levantase y se echase a reír, como lo oyes, se riese de mí, en mi cara, salpicándome de sangre. (Breve silencio sobre el recuerdo. Dejan de bailar) De pronto su nuca dejó de excitarme y por primera vez no tuve ganas de echarme sobre él. Sólo quería salir corriendo, ¿entiendes? Alejarme de esa calle repleta de gruñidos de cerdo, de sangre en el suelo, de rosas blancas sobre las aceras ... Ese tipo llevaba un gran ramo de flores y el muy estúpido no lo soltaba. Es curioso ahora que lo pienso. En mis dos últimos trabajos los tipos llevaban ramos de flores. Incluso tú me has regalado uno que ahora no se donde está. EL.- ¿Qué vas a hacer? ELLA.- Escucha, tengo que contárselo a alguien. Llevo varias noches sin poder dormir, con la imagen todavía tibia del tipo retorciéndose y gruñendo, pegado a ese -28-
enorme ramo de flores. Tenías que haberle visto, se agarraba a él como si las flores fueran a salvarlo, como si ... como si las flores pudieran devolverle la vida. Y la pistola seguía encasquillada y yo oía los gritos de la gente a mi alrededor y cada vez había más sangre y ese maldito cabrón seguía terco como una mula cogido a su ramo de rosas blancas con esas manazas gordas manchadas de sangre. Yo no dejaba de apretar el gatillo, una, dos, tres veces, pero la puta pistola seguía encasquillada. (Se abraza al hombre con ímpetu) Tuve ganas de salir corriendo. Hasta se me pasó por la cabeza pedir socorro ... ¡imagínate! ¿Te lo puedes creer? El tipo se moría allí mismo, se estaba desangrando pero no soltaba el ramo de flores. (Breve pausa en la mirada) EL.- Tranquila, ya pasó. ELLA.- No. Eso es lo peor de todo, que no pasó. EL.- Tranquila, relájate. ELLA.- Una, dos, tres veces, pero ... la pistola se encasquilló. EL.- No pienses más en eso. ELLA.- Llevo toda la tarde dándole vueltas a la cabeza. ¿No tienes frío? Abrázame leoncito y dime otra vez eso tan bonito que me dijiste antes, eso de que me querías. EL.- Te quiero. ELLA.- Dime que me vas a querer siempre. EL.- Te voy a querer siempre. ELLA.- Pase lo que pase. EL.- Pase lo que pase. ELLA.- Muy bien. Eso ha estado muy bien. (Ambos personajes permanecen unos instantes en silencio y abrazados. Ellas se decide al fin a besarle) Este es mi león preferido, el que me saca las uñas, el que me hace reír. Ahora podré dormir tranquila ¿verdad? Podré relajarme en casa, con la conciencia tranquila del trabajo bien hecho, sabiendo que hay en el mundo un leoncito de ojos pardos que me quiere llevar con él, que desea hacerme feliz. EL.- Deja de darle vueltas, ¿quieres? Lo voy a hacer -29-
panterita, esta vez va en serio. Lo voy a hacer. Estaremos juntos toda la vida. ELLA.- Sí, toda la vida. Vamos, será mejor que nos vayamos. (Ella permanece aún unos instantes parada frente al hombre que se ha vuelto hacia el coche. Vuelve a encañonar su arma contra él). Lástima leoncito que la tuya ahora ya no sea útil. (Dispara. Se acerca unos pasos y remata a la víctima con un nuevo tiro certero en la cabeza. No vacila en dirigirse al coche. Desde algún incierto lugar llegan nítidas y claras las notas del tema «Mad about the boy» interpretado por Dinah Washington. FIN.)
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SEXUALMENTE HABLANDO Autor: SANTIAGO SERRANO
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SANTIAGO SERRANO Autor y director argentino. Nació el 12 de mayo de 1954. Licenciado en Psicología. Egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Psicodramatista egresado de la Escuela de Psicodrama de Tato Pavlovsky. Inició su carrera actoral en 1978 y realizó su Residencia actoral en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Realizó estudios teatrales con Néstor Raimondi, Inda Ledesma, Manel Barceló (España), Williams Wilcox Horme (USA), Enrique Buenaventura (Colombia), Arístides Vargas (Ecuador), Augusto Boal (Brasil). Escribe su primer texto teatral “La Revuelta” en 1984. Dicha obra fue estrenada y permaneció en cartel en Buenos Aires durante 3 años. Representada con posterioridad por la Comedia Nacional Uruguaya. En 1987 crea el Grupo Teatral Encuentros con quien trabaja hasta la actualidad. En 1991 dirige su obra “Dinosaurios” y obtiene el premio a la mejor obra original y Mención Especial -34-
al Mejor Espectáculo en el Festival de Teatro del Centro Cultural Gral. San Martín de Buenos Aires. En 2000 se representa en Quebec (Canadá) en castellano. Carrie Ferral Wade la traduce y estrena en Indiana (USA). En 2001 es estrenada en Uruguay por el grupo El Tinglado de Montevideo. En 2004 el Instituto Arte Teatral Internacional, ganador de 5 premios Hola 2004, estrena “Dinosaurios” en New York En 1992 estrena su obra “Entre Nos” en el estudio de Tato Pavlovsky . Luego continua en cartel en el Teatro El Vitral de Buenos Aires. En 2001 es estrenada por el Grupo Takurú de Corrientes y la puesta es elegida para representar a la provincia en el Regional de Teatro. En 2004 se produce su estreno en Caracas, Venezuela. Otras de sus piezas teatrales son: “Carne Gaucha”, “Emperador Nicandro”, “Yocasta, el hueco oscuro”, etc. En el año 2001 es premiado en el 4ª Concurso Nacional de Obras de Teatro Breve del Instituto Nacional del Teatro por su obra “Se mira y no se toca”. En el año 2002 es seleccionada su obra “La disección de un colibrí” para participar en el ciclo de Teatroxlaidentidad. En mayo de este año su guión radial “Vaivenes” es uno de los ganadores del 1º Certamen Nacional de Radioteatro. A fines de 2002 se representa en el Teatro Nacional Cervantes en el ciclo del Club de Autores su obra “Chimeneas sin humo”. En marzo de 2004 TeatroxlaIdentidad selecciona su obra “El Morales” para que se represente en el ciclo organizado por las Abuelas de Plaza de Mayo.
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PERSONAJES: - LUISA. - MARCOS. -MALENA.
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Habitación de un Hotel -Semi Penumbra- una luz de un cartel exterior se prende y se apaga. Luisa está parada sobre una silla. Ha atado una cuerda de la araña y ahora la anuda alrededor de su cuello. LUISA.- (Canta) Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias … Que llame! … Sabe que la lucha es cruel y es mucha … Llama!! … pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina … ¿No estará roto este aparato de mierda? (Baja y levanta el teléfono) Funciona! … (Canta) Uno va arrastrándose entre espinas (Sube) en su afán de dar su amor, uno se desangra hasta entender que uno se ha quedado sin corazón … (Intenta tirarse - No se atreve - Canta casi gritando) Si yo tuviera el corazón, el corazón que di … si yo … si yo … Ni para matarme sirvo. ¿Decime mierda, porqué no sonás? ¿Y si se olvidaron de avisarme? (Se saca del cuello la soga - Baja de la silla y se dirige al teléfono) Buenas noches, llamo de la habitación 38, quería saber si no han recibido algún mensaje para mi. ¿No? ¿Puede verificarlo? Es muy importante. Averigüe en la recepción si han traído alguna nota. No … no se ofenda … se lo pido porque esto es de vida o muerte. Hágame el favor, señor. No lo tome como algo personal. No, no tengo quejas sobre la atención. Es solo que muchas cosas dependen de lo que Ud. me conteste. Bueno, espero su respuesta. (Luisa deja el teléfono y busca un cigarrillo, lo enciende y da una pitada intensa). Yo me lo busqué. Por boluda me lo busqué. Vamos a ver qué dice cuando salga en todos los diarios la noticia. ¡Yo también te puedo joder! No te vas a olvidar tan fácilmente de mi. (Mira atentamente el teléfono – Canta) Es la historia de un amor, como no hay otro igual, que me hizo conocer todo el bien todo el mal, que le dio luz a mi vida, apagándola después … ¿Por qué no llama este hombre? La conserjería queda a un paso. No va a llamar. Seguro que no va a llamar. (Toma el teléfono nuevamente) Soy yo, la señora del cuarto 38. ¿Averiguó? -37-
lutamente indignado por el trato recibido por la persona de Ud. En toda mi carrera como telefonista profesional nunca he sido tratado de una manera tan humillante como esta noche. Soy un trabajador serio y responsable. He subido para que Ud. contemple que no soy una criatura. Mire las canas que platean mis sienes y comprenda que alguien que hace 25 años realiza la noble tarea de comunicar a los seres humanos entre sí, no puede ser tratado como un … LUISA.- ¿Qué dice? ¿Qué es todo este discurso? ¿Trajo o no trajo un mensaje? MARCOS.- Le suplico, señora, que no vuelva a fustigarme con sus epítetos que atentan contra mi dignidad profesional. LUISA.- Terminemos con esta conversación, señor. No estoy para discusiones. Trajo o no trajo un mensaje. MARCOS.- No insista más con el dichoso mensaje, estimada señora. No me conduzca al límite de mi resistencia. Ya le dije que no hay mensaje. LUISA.- (Desesperada) ¿Pero preguntó en conserjería? MARCOS.- He interrogado al conserje, estimada señora y no existe ni ha existido ningún mensaje para la persona de Ud. LUISA.- ¿Pero no puede haber una equivocación? Ud. no sabe lo que me está diciendo … No sabe lo que significa para mi. MARCOS.- Eso escapa a mi responsabilidad profesional. Realmente señora, no puedo saber lo que cada mensaje significa para cada receptor. Yo sólo me encargo de comunicar y no de adivinar segundas intenciones. La cuestión es que no hubo tal comunicación en el caso que nos ocupa, por lo tanto me despido de Ud. señora. LUISA.- Entonces es verdad (desconsolada) Entonces es verdad … (Canta) Y maldigo esta negra cruz, que está aquí y está ausente y sangra en mis labios desesperadamente … -38-
¿No? ¿Por qué no? Se lo pedí por favor. No me importa si está por cambiar el turno y le está haciendo el pase a su compañero. Lo mío es urgente. ¿Acaso no fui clara? Ya le dije que no es una cuestión de desconfianza. (Casi llorando) Deje, no hace falta que averigüe nada. Da igual. Ya estoy harta de esperar de todos modos. Haga su pase tranquilo. Tómese todo el tiempo que quiera señor. ¡Basta de explicaciones! ¡Basta! (Corta el teléfono – Agarra una botella de whisky que está sobre la mesa de la luz y toma directamente de ella – Va a subir a la silla nuevamente – Se baja) Una nota … eso ... Tengo que escribir una nota. (Agarra un papel y un bolígrafo) Cúlpese de esta muerte únicamente a Carlos Rodolfo Mentasti … (va hacia la cartera) número de documento 24.525.732. Es un cerdo. Un hijo de puta … Impotente … No, mejor: eyaculador precoz. (Deja la nota sobre la mesa de luz) No, mejor sobre la cama. (La coloca allí) Cagaste Carlitos, que van a decir de vos. Todos te van a mirar con lástima después de esto. El “potro” un eyaculador precoz … Me voy a morir con gusto. (Se sube a la silla, se coloca la soga al cuello, se la nota exultante y cuando va a tirarse, golpean la puerta – Queda paralizada) ¿Quién es? (Nadie contesta) ¿Quién es? (Vuelven a golpear) Sólo a mi me puede pasar esto (Casi gritando) ¿Quién es?. MARCOS.- (Se escucha a lo lejos) Soy yo… el telefonista, señora. LUISA.- ¿Ese idiota que querrá? ¿Y si es un mensaje de Carlitos …? (Se baja de la silla) La nota! Tengo que romper la nota. Nunca debí escribir algo así. Carlos … mi Carlos Rodolfo … (Va a romper la nota) ¿Y si no hay mensaje? ¿Y si viene a decir que no hay mensaje? (Mete la nota debajo de la almohada) Ya voy … (se dirige al espejo y se compone un poco – Abriendo la puerta) No debió molestarse en traerlo personalmente, es Ud. muy amable. MARCOS.- Se equivoca, estimada señora. No traigo ningún mensaje. Sólo subí a decirle que me siento abso-
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queda semi colgando). MARCOS.- (La agarra entre sus brazos, sacándole la soga) Está totalmente trastornada. ¿Cómo hace algo semejante? Por favor señora, Ud. no mide las consecuencias de sus actos. LUISA.- (Con dificultad para hablar) Quiero morirme. Eso es lo que quiero. MARCOS.- ¿Y nosotros? ¿No pensó en nosotros … en las consecuencias? LUISA.- (Incorporándose, ya casi repuesta) Cochino telefonista. Casi me ahogo y el mezquino piensa en las consecuencias. ¿A qué tiene miedo? ¿A perder su trabajo? MARCOS.- Claro … a la señora le parece una nimiedad lo que este “cochino telefonista” diga. Pero lo que ella desconoce es que mi trabajo es mi vida. LUISA.- ¿Y por qué perdería su empleíto, señor? MARCOS.- ¿Quién fue el último en hablar con la occisa? Yo. ¿Quién preguntó en la conserjería por su dichoso mensaje? ¿Y quién subió hasta su cuarto para verla por última vez? El “cochinito”, señora. LUISA.- Si ese es el problema dejaré una nota negando toda responsabilidad de su parte. No quiero que nadie más que Carlos pierda el sueño por mi. MARCOS.- ¿Sabe lo que está diciendo? ¿Una nota junto al cadáver diciendo que el telefonista no es responsable de su muerte? LUISA.- ¿Y por qué no? MARCOS.- Ud. está definitivamente trastornada. LUISA.- Salga inmediatamente de aquí! Déjeme terminar con todo. Yo no le pido ayuda, le exijo que me deje. Haga de cuenta que no vio nada. MARCOS.- (Irónico) Me voy a mi casa, ceno, veo un poco de televisión, luego duermo cinco horas y mañana la mucama me dice que el cadáver de la persona de Ud. está colgando de la araña.
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MARCOS.- (Notando por fin el estado de Luisa) Sí, es verdad. Pero tampoco es para tomarlo tan a la tremenda. Si no llegó hasta ahora quizás llegue más tarde. No hay que desesperar, estimada señora. Como dice el sabio dicho popular: “el que espera, desespera”. LUISA.- (Crispada) ¡Justamente! ¡Yo he llegado a la desesperación! ¡Eso es! ¡La desesperación! (Marcos ve la soga colgando) Y quiero desesperarme sola, ¿me entiende?, ¡sola! Sin escuchar su perorata protocolar. Basta. Buenas noches. MARCOS.- Quisiera formularle una pregunta, señora, antes de retirarme y no molestarla más. LUISA.- (Ya ha tomado el picaporte y está por cerrar) ¿Qué es lo que quiere? MARCOS.- ¿Esos aparejos que cuelgan de la araña, ya estaban allí o los ha colocado la persona de Ud.? LUISA.- Aquí no hay ningún aparejo, señor. ¡Buenas noches! (Va a cerrar la puerta). MARCOS.- (Frena la puerta con su pie – Metiendo medio cuerpo adentro) ¿Cómo que no hay? Me refiero a ese adminículo que pende en el centro de la habitación. LUISA.- Váyase por favor. Tengo algo que hacer. MARCOS.- Conteste mi pregunta y me iré, estimada señora. LUISA.- Es una soga. ¿Está conforme? Ahora váyase, por favor. (Vuelve a intentar cerrar). MARCOS.- (Logrando evitarlo) ¿Qué uso piensa darle al referido elemento? LUISA.- Eso no le importa (Vuelve a intentar cerrar). MARCOS.- Pero, ¿me va a decir que va a hacer con la soga, sí o no? (Se mete violentamente en la habitación) LUISA.- ¡Váyase inmediatamente de mi habitación!. MARCOS.- No hasta que me conteste. LUISA.- ¿Es que necesita que le explique lo que voy a hacer con esta soga? (Subiéndose a la silla) La tomo así … me la coloco en el cuello y ya está (Patea la silla y -41-
no hablamos. LUISA.- ¿Y Ud. quiere mejorar mi ánimo? MARCOS.- Con una mirada, con un gesto de complicidad bastaba. Siempre cuando le dolía apoyaba la cabeza sobre mi pecho y se quedaba mirándome con sus ojos enormes. Nunca he vuelto a ver ojos tan vivos como esos ojos. LUISA.- Si quiere nos suicidamos juntos. MARCOS.- Cuando la enfermedad avanzó y ya no le quedaban fuerzas, sus ojos seguían aferrándose a la vida. Muchas noches, al irme a dormir, siento todavía sobre el pecho la presión de su cabeza y su mirada. Parecía un ciervito asustado. Bambi, le decía. Mi Bambi. LUISA.- ¿Hace cuánto que enviudó? MARCOS.- Diez años, dos meses y 24 días exactamente. LUISA.- Ya es tiempo para empezar a olvidar. MARCOS.- Eso se dice … LUISA.- ¿Tiene hijos? Eso ayuda algunas veces. MARCOS.- Tengo 2. Pobres tuvieron que soportarme en la depresión. El otro día, Fanny, la menor, que tiene 15 años y ya está muy rebelde por la edad, supongo, se enojó conmigo y me dijo: Te enterraste con ella y te olvidaste que tenés dos hijas. LUISA.- ¿Eso le dijo? ¡Qué cruel! MARCOS.- Tiene razón. Pasé un año, después de su muerte, en que no me levantaba de la cama. Las chicas me daban de comer a la fuerza. Me cuidaron como un bebé. Sobre todo la mayor que ahora tiene 20. Sólo el trabajo me salvó. Me agarré del teléfono hace 9 años y no lo suelto. Es lo único que me mantiene vivo. LUISA.- A mi, Carlos. Por eso iba a hacer lo que iba a hacer. MARCOS.- Yo lo intenté varias veces. Sobre todo los primeros años. La soga … Las pastillas … el gas … Hubo semanas de pensar como hacerlo mejor. LUISA.- ¿Y ahora? -42-
LUISA.- Entonces no se va a ir … MARCOS.- No. LUISA.- (Lanza un grito histérico). MARCOS.- (Parece inmutable). LUISA.- (Vuelve a gritar). MARCOS.- (Le da una rápida cachetada – Luisa queda muda como si le hubieran tirado un balde de agua fría) Disculpe, señora, pero en una crisis como la suya es el único remedio efectivo. Ahora, lo único que me queda es solicitar ayuda a mis superiores. LUISA.- (Reaccionando) Ni se le ocurra tocar ese teléfono. (Arráncandose la ropa) Si lo levanta le voy a decir a todos que el “cochino” intentó violarme. Yo no voy a matarme pero Ud. va a quedar en la calle. MARCOS.- Está bien. Entonces me voy a quedar. LUISA.- Aténgase a las consecuencias. MARCOS.- De acá no me muevo. LUISA.- ¿Cómo me va a entender? Tendría que querer a alguien como yo quiero. Hace 22 horas que me dijo que vendría. Ni un mensaje. Ni un llamado. Nada. Íbamos a pasar el fin de semana juntos. Se olvidó. Seguro que estará con otra. MARCOS.- Tal vez le pasó algo. LUISA.- Ya me lo hizo una vez y lo perdoné. Esta vuelta solo lo perdono si está muerto. MARCOS.- Si ya lo hizo antes … no se qué decirle. LUISA.- Lo mejor que puede hacer es callarse la boca. Que puede saber Ud. MARCOS.- Yo también he pasado momentos difíciles. LUISA.- No me venga con historias que no me interesan. No invente nada para convencerme. MARCOS.- Yo no invento. Mi esposa murió de cáncer. Fue terrible. Desde que me lo dijo el médico no dormí. Ella sabía que yo sabía que ella sabía, y sin embargo nunca hablamos de eso. Creo que fue de lo único que -43-
LUISA.- Ríase un poco, hombre. Tanto jactarse de lo que llevan entre las piernas y si uno los halaga un poco, se van al mazo. Todos son iguales. MARCOS.- ¿Quién la entiende? Hasta hace un rato estaba por matarse y ahora se burla de mi y se ríe con todas las ganas. LUISA.- Hay momentos en que me angustio y me ciego. Desde chica me pasa. Es tan difícil convivir con uno mismo las 24 horas del día. Lo peor de todo es la mañana. Yo la llamo “la prueba del espejo”. Me despierto a las 6 y paso en el baño casi dos horas. Hay días que no soporto mi cara. Esto no me pasa ahora, desde chica me pasa. A veces me lastimaba la cara apretando un granito. A esta altura imagínese lo que puede significar una arruga. MARCOS.- Y eso que se la ve muy hermosa. LUISA.- ¿Le parece? Es muy amable. ¿Sabe? Con Ud. me siento cómoda, puedo hablar sin problema. Alguien grande como Ud. no es un candidato posible, entonces puedo ser sincera. MARCOS.- Gracias por lo que me toca. LUISA.- No se ofenda. Sólo me interesan los hombres jóvenes. Antes … quizás … cuando era mucho más joven. Entonces sí, podía matizar con un maduro como Ud. Pero ahora … el otro es como un espejo para mi. Las arrugas del otro son las mías. MARCOS.- Muy original su pensamiento. Si es feliz así … LUISA.- La verdad, feliz lo que se dice feliz, no soy. Cuando cobre un trabajo me voy a hacer un lifting. Ahí quizás si pueda ser feliz por un tiempo. Hace 2 años me hice uno. Estaba radiante. Parecía una diosa. El año pasado festejé los 45 subiéndome el pecho, nunca tuve mucho. Mire, que le parece, ¿no son las lolas de una de 18 años? MARCOS.- La verdad que están bien hechas. LUISA.- ¿Quiere tocar lo duras que están? MARCOS.- Si no le molesta … (La toca) Parecen de -44-
MARCOS.- Me di cuenta que si yo me moría sus ojos también se morían. Mientras yo esté vivo sus ojos también lo están. LUISA.- Lo mío es distinto, hombre. Yo quiero matarlo. Yo quiero matarme por él. Matar lo que de él hay en mi. MARCOS.- Pero si él no la quiere. ¿De qué le va a servir? El la olvidaría. LUISA.- Ud. no olvidó. MARCOS.- Pero yo la amo, ésa es la diferencia. ¿Ud. qué recuerda de él? LUISA.- Prefiero no hablar de eso. MARCOS.- Hable, le hará bien. LUISA.-Es que lo mío no es tan poético como lo suyo. Me da vergüenza decirlo. MARCOS.- No tenga miedo. LUISA.- Recuerdo su pito. MARCOS.- ¿Su qué? LUISA.- Su pito. Lo lamento si no le gusta la respuesta, pero Ud. me preguntó. Seguramente esperaba que le dijera: “Recuerdo su sonrisa transparente”. O: “El brillo de su mirada”. No es mi caso. En esas cosas yo no me fijo. Yo veo a un hombre y lo primero que miro es su bragueta. MARCOS.- (Francamente incómodo) Porqué habría de resultarme molesta esa preferencia en la persona de Ud. Cada individuo es único y … la liberación femenina es un hecho, por lo tanto, tomando en cuenta lo referido anteriormente … LUISA.- (Sonriendo) Se puso nervioso. MARCOS.- En lo más mínimo. LUISA.- ¿Y por qué se volvió protocolar? MARCOS.- ¿Le parece? LUISA.- Además se puso colorado. MARCOS.- Es que hace calor acá. LUISA.- Juro que no miré su bragueta. MARCOS.- Por favor, señora. -45-
MARCOS.- (Interrumpiendo) A mí el tango me gusta cantado por hombres. LUISA.- ¡Ridículo! No hable si no sabe. Yo soy una innovadora del tango. Antes las mujeres se vestían de hombre para cantar, yo en cambio … imagínese, estoy parada en el centro del escenario, con un vestido rojo fuego ajustado al cuerpo, y cuando nadie lo espera me arranco así. (Hace gesto de sacarse la parte de arriba del vestido) y mis lolas brillan como dos erectas copas melbas. Se viene abajo el local. MARCOS.- Me imagino. LUISA.- Yo soy la creadora del tango-sex. Soy una especie de “Libertad Lamarque” post-moderna. Voz no tengo mucha, pero mientras éstas estén en pie, tengo trabajo. MARCOS.- ¿Y de eso se puede vivir? LUISA.- Tengo ingresos más seguros. Hago doblajes. MARCOS.- ¿Doblajes? LUISA.- De películas. Aunque no creo que haya visto ninguna por lo que cuenta. MARCOS.- ¿Cómo sabe? LUISA.- Son películas fuertes y como Ud. sigue de duelo … MARCOS.- ¿Fuertes? LUISA.- Condicionadas. MARCOS.- (Riéndose) ¿Qué hace? LUISA.- “Desnúdame … estoy cachonda … ahora saca tu polla … quiero toda tu polla en mi mano … muerde mis pezones … así … así … dame tu polla … golpea mi conejito con tu polla … así … así …” MARCOS.- (Queda pasmado con el espectáculo) LUISA.- ¿Y no dice nada? MARCOS.- Muy artístico … LUISA.- ¿En serio? MARCOS.- Ahora entiendo lo del pito. También … con el entrenamiento … -46-
verdad. LUISA.- Los glúteos son muy caros. Hago gimnasia así los mantengo. El año que viene voy a empezar a ahorrar. A Ud. le vendrían bien unos retoques. MARCOS.- ¿Le parece? LUISA.- Si la imagen mejora, uno mejora por dentro. MARCOS.- Bueno, pero Ud. se angustia igual. LUISA.- Tendría que poderse intervenir un nervio y chau angustia. No existe eso, pero ya lo van a intentar. MARCOS.- Yo lo único que me cuido son las cuerdas vocales. LUISA.- ¿Para qué? si eso no se ve. MARCOS.- En mi trabajo le recuerdo que son imprescindibles. LUISA.- ¿Y para qué se cree que yo me cuido tanto? Por el trabajo. MARCOS.- ¿Y en qué trabaja? LUISA.- Adivine. MARCOS.- No soy bueno para adivinar. LUISA.- Míreme … míreme … MARCOS.- Qué se yo … empleada. LUISA.- ¿Empleada? Es muy poco observador. ¡Míreme! MARCOS.- Una ayudita … LUISA.- Estoy siempre a la vista de todos. MARCOS.- Vendedora. LUISA.- (Molesta) Cantante. MARCOS.- Qué maravilla … LUISA.- Canto desde los 5 años. Salí segunda en un concurso en televisión. Me decían “La Calandria de Flores”. De chiquita quise parecerme a Libertad Lamarque, esa si que era una diosa. Todos me conocen como Giselle Cristal. La semana pasada canté en un boliche. Escuche, escuche … espere que entone … Siglo 20 cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil… -47-
MARCOS.- ¿Y me va a decir que se enamoró de un tipo que se desnuda en público? A dónde va a llegar el mundo. LUISA.- ¡Es toda una vieja! Es una profesión como cualquier otra. No es para nada sencillo sacarse la ropa una a una y hacer que todo el mundo lo mire todo el tiempo. MARCOS.- Debe ser toda una ciencia, me imagino. LUISA.- ¿Ud. cree que lo puede hacer cualquiera? MARCOS.- Por supuesto que si. LUISA.- Si es tan fácil, hágalo Ud. MARCOS.- No sea ridícula. LUISA.- Si no lo hace voy a gritar diciendo que intentó violarme. MARCOS.- Ya mismo me retiro, señora. LUISA.- Si se va me tiro por la ventana y cuando llegue abajo mi cadáver lo estará esperando. MARCOS.- Está trastornada. LUISA.- ¿Sabe porqué no se anima? ¿Quiere que se lo diga? Porque Carlos tiene 20 años, es el doble de alto que Ud. y tiene un cuerpo que deja sin aliento a cualquiera. Un cuerpo que Ud. nunca tuvo y por supuesto, por la edad, ya no tendrá. Se avergüenza de su cuerpo. MARCOS.- Yo no me avergüenzo de nada. LUISA.- Entonces porqué no lo hace. MARCOS.- Claro que lo haría … si hubiese un clima propicio. LUISA.- No lo van a salvar las excusas. (Baja la luz y pone música en la radio) Ya está el “clima apropiado”. MARCOS.- Está bien. Lo voy a hacer para demostrarle a la persona de Ud. que cualquier primate puede hacer eso. LUISA.- No se ponga protocolar. Adelante … “cochinito” (Suena la milonga “El Firulete” cantada por Julio Sosa). MARCOS.- Con esa música no puedo. LUISA.- Carlos lo hace hasta con La Marsellesa. -48-
LUISA.- Ya llevo 50 películas dobladas. Lo que me cuesta más es el jadeo. Hay que mantener el ritmo, debe ir en crescendo lentamente hasta el orgasmo. Es como la música. Es una especie de Allegro Molto Vivace. Algo así (Lo hace). MARCOS.- Parece que ya está mejor de ánimo. Mejor me retiro y la dejo descansar. LUISA.- Se asustó. Todos los hombres se asustan con las mujeres que saben de sexo más que ellos. MARCOS.- ¿Quién le dijo que Ud. sabía más que yo? LUISA.- No dice que hace años que por fidelidad a su difunta Ud … nada. MARCOS.- ¿Y antes? ¿qué piensa, que crecí en una burbuja? Las mujeres dividen a los hombres en cancheros y pelotudos. LUISA.- ¿Y el protocolo? MARCOS.- Disculpe, pero me irrita ver como una mujer como Ud. se puede querer matar por ese tal Carlos, que seguro la ignora y la tiene cortita, mientras tanto se burla de mí que elegí ser fiel por amor, ¿me entiende? LUISA.- ¿Qué me dice? Que yo no se de amor. Diez veces estuve enamorada. MARCOS.- O sea que nunca lo estuvo. LUISA.- De los otros no se, pero de Carlos estoy segura. MARCOS.- ¿Y cómo está segura? LUISA.- Desde que lo vi me di cuenta. MARCOS.- Desde que le vio el pito, dirá. LUISA.- ¡Ridículo! Parece una vieja moralista. Para que sepa “eso” fue lo último que le vi. MARCOS.- ¿Ah si? LUISA.- De eso estoy segura. MARCOS.- (Bromeando) ¿Por qué está tan segura? LUISA.- No se burle … es Stripper. MARCOS.- ¿Qué es qué? LUISA.- Hace striptease. -49-
meto acá. LUISA.- (Mirando como se esconde bajo la cama) El strep-tease estuvo bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta la falta de práctica. (Vuelven a golpear la puerta) Qué insistente … Ya voy … (Abre la puerta). MALENA.- Disculpe que moleste a la persona de Ud., pero es política de este hotel brindar el mayor confort a nuestros pasajeros. LUISA.- ¿Quién les enseña a hablar? Todos parecen cortados por la misma tijera. Déjeme las toallas y muchas gracias. (Trata de quitarle las toallas). MALENA.- De ninguna manera. Yo me encargaré personalmente de colocarlas en el lugar correspondiente. Permiso. (Entra y mira a los cuatros lados de la habitación). LUISA.- Déjelas sobre la mesa, no hace falta que las lleve al baño. (Trata de sacárselas). MALENA.- Soy una profesional y no permitiré bajo ningún punto de vista que la persona de Ud. realice mi trabajo. LUISA.- Está bien, pase. Si quiere pasar, pase. Aunque no entiendo, hace menos de 5 horas me cambiaron las toallas. MALENA.- La limpieza es mi lema, señora. (Entra al baño como a punto de sorprender a alguien – Sale desilusionada y con las toallas que iba a cambiar todavía en la mano). LUISA.- ¿Y no las iba a cambiar? MALENA.- No hace falta, están intactas. LUISA.- Si me hubiera escuchado … Muchas gracias, puede retirarse. MALENA.- Disculpe la persona de Ud., pero … quisiera preguntarle algo. LUISA.- Pregunte, pero sea breve, por favor. Y deje el protocolo de lado. MALENA.- ¿Por casualidad no ha venido hace una hora -50-
MARCOS.- (Comienza a desvestirse, lentamente primero, con poca convicción y gracia, luego se va entusiasmando cada vez más con las exclamaciones de Luisa, hasta que en el momento de mayor éxtasis golpean la puerta. Marcos se siente caer de su desvarío, parece que hubiera sido sorprendido desnudo – Tratando de cubrirse con cualquier cosa) Mi trabajo … el teléfono … yo sin el teléfono no soy nada. LUISA.- Carlos … ¿Será Carlos? ¿Qué le digo cuando lo vea así? No se que va a decir. ¿Y si lo mata? Seguro que lo mata. O mejor todavía, nos mata a los dos. MARCOS.- (Casi temblando) ¿No tiene nada peor que decir? (Golpean nuevamente la puerta, esta vez con más fuerza) Pregunte quién es. LUISA.- Es enorme. No sabe lo que puede llegar a hacerle. MARCOS.- Pregunte quién es, se lo suplico (Mientas se coloca los pantalones). LUISA.- ¿Quién es? (Acercándose a la puerta y bajando la música)¿quién es? MALENA.- Soy la mucama, señora. Vengo a traer toallas limpias. MARCOS.- Malena … es Malena … Ahora si que estoy perdido. LUISA.- ¿Quién es Malena? MARCOS.- La mucama. Ella se lo dirá a todos. LUISA.- Un momento, señorita, ya le abro. MARCOS.- Ud. no sabe como es. No se le escapa nada, tiene un radar. Es fatal, sobre todo conmigo. LUISA.- ¿Con Ud.? ¿Por qué? MARCOS.- La tiene conmigo, no se porqué. LUISA.- Vamos cochinito todavía. ¿Y si hacemos una cama de tres? Yo nunca probé … Creo que no probé … MARCOS.- No sea ridícula. Tengo que esconderme. LUISA.- En el baño. MARCOS.- No … va a cambiar las toallas. Mejor me -51-
tiene hijos … 2 hijas para ser más exacta. MALENA.- Qué maravilla … ¿Cómo lo hace? LUISA.- Práctica, querida, es sólo cuestión de práctica. MALENA.- Y de mi … ¿puede decirme algo? LUISA.- No, querida, por ahora sólo me pasa con los hombres. MALENA.- ¡Qué pena! Entonces … ¿Ud. me aconseja que lo ataque? LUISA.- Pos supuesto. MALENA.- No se si podré. Yo nunca he tenido relaciones. Bah … en realidad no puedo mentirle, una vez tuve a medias. LUISA.- ¿A medias? MALENA.- Yo tenía un novio. El lo intentó pero yo no estaba convencida. Tenía 18 años. Me tumbó sobre la cama y yo me puse a rezar. Yo no quería perder la virginidad. Pensaba: “Soy de cemento … soy de cemento …” No pudo. Mi fortaleza lo venció. LUISA.- La felicito, querida. MALENA.- Aunque después, me arrepentí. LUISA.- Me imagino. MALENA.- Al día siguiente le pedí yo que lo intentara, pero él ya no quiso volver a insistir. LUISA.- ¿Y no probó con otro? MALENA.- Yo vivía en un pueblo muy pequeño y él se encargó de decírselo a todos. Me llamaban “la impenetrable”. Lo único que me queda como consuelo es saber que el muy desgraciado quedó impotente por esa experiencia. LUISA.- Pobrecita … Como le dije tiene que atacar. Si él se resiste, ataque más. ¿No hay ningún lugar al que sólo Ud. tenga acceso? MALENA.- El depósito de ropa blanca. LUISA.- Ya está. Lo lleva con cualquier excusa a ese sitio. Saca una teta, se la pone en la boca y lo tira sobre la ropa -52-
aproximadamente, el telefonista? El me dijo que tenía que traerle una información. LUISA.- El telefonista … el telefonista … no recuerdo bien. MALENA.- Es un hombre maduro, muy serio y responsable. LUISA.- Me parece … pero no estoy segura … ¿Por qué me lo pregunta? MALENA.-Es sólo curiosidad. El siempre me saluda antes de retirarse y hoy no lo hizo. LUISA.- ¿Y entonces …? MALENA.- Entonces … LUISA.- Es su novio. MALENA.- No. LUISA.- Su amante, amiguito … que se yo. MALENA.- Me ofende. LUISA.- Y Ud. pensó que quizá lo tenía escondido debajo de la cama. Fíjese … mire si quiere. En este hotel debe haber algún virus que afecta al cerebro. MALENA.- No es necesario que me ofenda. Ya me retiro, señora. LUISA.- ¿Y si están tan caliente con el telefonista, por qué no lo ataca? Por lo poco que le vi es de esa clase de hombres que ante la menor presión, se entrega. MALENA.- ¿Le parece? ¿Cómo pudo darse cuenta de eso con sólo habarle? LUISA.- Tengo poderes, mi querida. Mire como lo conoceré en su más profunda intimidad, que hasta le puedo decir que ropa interior llevaba hoy. He visto su alma al desnudo, puedo asegurárselo. MALENA.- No sabe lo que significa para mi esto que me dice. LUISA.- Venga siéntese. (La hace sentar sobre la cama) Déjeme concentrarme un poco más y le daré más detalles. Es viudo … puedo verlo con claridad … ¡ah! … y -53-
a una mujer. (Luisa llora más fuerte) Vamos no llore. (Llora más – El la abraza como a una criatura) Tranquila … tranquila. LUISA.- No soy de plástico. Tengo algunas siliconas aquí y allá, pero no soy de plástico. Yo tenía una muñeca de chica. Ella si era de plástico, así de grande … Se llamaba Claudia. Era hermosa mi Claudia. Yo la vestía y la desvestía. La bañaba y la peinaba … la peinaba … la peinaba … Al año ya casi no le quedaba pelo, luego se le rompió un brazo y le empezó a entrar agua adentro. Entonces se fue pudriendo. Se llenó de moho. A veces sueño con Claudia. Estoy en el espejo y no miro mi cara, miro la de ella. Se me eriza la piel. Yo la escondía en el placard cuando venían mis amigas, no quería verla pero tampoco podía tirarla … Al cumplir 10 años nos mudamos. Yo la había colocado dentro de una caja con las otras. Cuando el camión de mudanzas estaba arrancando vi con terror que Claudia estaba junto a un montón de bolsas de basura, en la vereda. Grité, le juro que grité para que la subieran. Pero ya era tarde. Claudia se quedó mirándome con un solo ojo. El otro se le había hundido. Recuerdo que era verano porque un sudor me empapó el cuerpo. MARCOS.- ¿Quién la había tirado? LUISA.- No se. En mi habitación tengo un montón de muñecas, pero Claudia ya no está. Disculpe lo que le hice, pero pensé que lo hacía por su bien. MARCOS.- Y para vengarse un poco. Sea sincera. LUISA.- También para vengarme un poco. MARCOS.- Voy a tener que comprar profilácticos. LUISA.- No se si le dará tiempo a ponérselo. MARCOS.- Habrá que relajarse y gozar. LUISA.- ¿Con la finada gozaba? MARCOS.- Mire que es bruta para preguntar. (Se aleja). LUISA.- No se enoje. Yo le he dicho cosas que a nadie le dije. MARCOS.- Fue hace tanto tiempo … -54-
blanca. Le aseguro que eso no puede fallar. MALENA.- ¿Está segura? LUISA.- Mire, como si lo estuviera viendo. El señor telefonista desnudo sobre las sábanas blancas. MALENA.- Le agradezco tanto … LUISA.- No se va a arrepentir. No sabe lo que se ha perdido durante todos estos años. MALENA.-Gracias. (Sale). LUISA.- (Dándose la vuelta) Cochinito … ya puede salir. (No obtiene respuesta) Vamos … quiere que lo ayude? MARCOS.- ni se le ocurra acercarse. No salgo para no matarla. ¿Cómo se atrevió a hacer eso? ¿Quién es Ud. para tomarse el derecho de meterse en mi vida? LUISA.- Claro … porque el señor es tan discreto … ¿Quién se metió en mi vida primero? Ud. ¿Quién le dio el derecho a Ud.? MARCOS.- Es distinto. Yo impedí que se matara. LUISA.- Mire que bien … ¿Y piensa realmente que hay diferencia entre matarse de una vez por todas o seguir andando por ahí haciendo las cosas que hace todo el mundo y ser un cadáver, muy protocolar, pero un cadáver al fin? MARCOS.- (Asomando la cabeza) Dice eso por que no soy una máquina de coger, como Ud. Un bonito paquete de siliconas que tiene el cerebro en la vagina. (Se esconde). LUISA.- Salga. Atrévase a salir. Chancho. Sucio y vulgar chancho. Macho reblandecido. Salí y vas a ver que es lo que te pasa. Te voy a hacer tragar todas tus palabras. Todos son iguales, una hace lo mejor por ellos y así te pagan. Siempre lo dije y nunca lo cumplo: Tenés que evitar cualquier contacto con esos bichos. Te cogen o te miran desde arriba como diciendo: Pobre putita. ¿Sabés por qué miro las braguetas? Porque todos piensan con el pito. (Llora). MARCOS.- (Asoma la cabeza) No se ponga así. Lo que le dije se lo dije por bronca … No me gusta ver llorar
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contra la cámara frigorífica y se sacó el delantal. ¡Qué mujer! Fueron 5 o 10 minutos pero nunca volví a sentir lo que sentí. Cuando me vestí vi que había dejado junto a mi ropa el paquete de carnaza y un matambre como nunca vi. LUISA.- Encima le pagó. MARCOS.- Era un regalito, así lo llamaba ella. Durante 6 meses comimos sólo la mejor carne. En esa época éramos muy pobres y yo tenía 5 hermanos. En casa nunca me preguntaban nada. Sólo al acercarse la hora del almuerzo, mi mamá, sin mirarme, me decía ¿porqué no te vas a comprar un poco de carne? Una mañana llegué y Pamela estaba muy entretenida con otro cliente, me entregó la carnaza y sin mirarme siguió cortando las costeletas. Habíamos terminado para siempre. Nunca la voy a olvidar. LUISA.- Así que encima le pagaba. Ud. cada vez me resulta más interesante. MARCOS.- No me avergüence. LUISA.- No es ninguna vergüenza. Yo le pago a Carlitos. ¿Cómo se acostaría conmigo de otra forma? El es un potro joven y yo ya he corrido muchos clásicos. Soy una especie de Pamela con mejor envase, por supuesto. MARCOS.- Yo lo hubiera hecho con ella aunque no me hubiera hecho regalitos. LUISA.- Al principio puede ser. Pero tarde o temprano se hubiera cansado y hubiera buscado a alguien de su edad. Un buen peceto tiene su encanto. MARCOS.- ¿Así que le paga? LUISA.- Digamos que le ayudo a vivir. Tiene tantos gastos … El sexo también es un trabajo en los tiempos que corren. Ahora todo es un bien de cambio. MARCOS.- Y ahora pensaba pagarle con su vida. Que poco se valora. LUISA.- No me diga eso. Yo me valoro. Le doy mucha importancia a lo que me da placer. Yo no puedo vivir sin sentir que alguien acaricia mi cuerpo. Además Ud. -56-
LUISA.- Eso no se olvida. ¿Cómo era? MARCOS.- Tenía unos ojos tan hermosos … tan hermosos … LUISA.- No empiece con los ojos. Yo quiero saber si lo calentaba o no lo calentaba. MARCOS.- Ya le dije que no sea grosera. Ella era una mujer tan dulce, tan preocupada por todo, tan de su casa … tan medida … LUISA.- Ah, era de esas. MARCOS.- ¿Cómo de esas? LUISA.- Una frígida. Castradita desde la cuna, esperando que el marido la deflore en la noche de bodas. MARCOS.- ¡No hable así de ella! LUISA.- Era una santa, pero lo que se dice una mina, no. MARCOS.- Seguro que no era una mina. Yo nunca me hubiera casado con una santa, digo con una mina. LUISA.- ¡Se pisó! Le hubiera gustado que hubiera sido un poco más salvaje, la finada. Sea sincero, nadie lo escucha. MARCOS.- Un poco. LUISA.- ¿Tuvo alguna vez una mina? MARCOS.- Yo tenía 15 años y siempre me mandaban a hacer los mandados. Todos los días iba. Todos los días era igual … el mismo recorrido. Hasta que la vi. Nunca había visto nada igual. Era viuda y tenía 30 años. Me dijo con su voz de soprano: ¿Cuánto querés de carnaza? Levanté los ojos y entre las morcillas, los chorizos y la tripa gorda vi sus enormes pechos palpitando. Era sublime, majestuosa con su delantal blanco y sus caderas enormes. LUISA.- Cochinito. MARCOS.- Cuando me entregó la carnaza, me agarró la mano y me dijo: “Ya cierro, ¿me ayudás a bajar la cortina?” Yo empecé a tartamudear y le dije: “Sí señora” Ella sonrió y me dijo: “Decime Pamela”. LUISA.- ¡Que minón esta Pamela!. MARCOS.- Cuando ya estaba todo cerrado, me empujó -57-
torturan, nos alegran, nos persiguen adonde quiera que vayamos. Hay otros que, y perdone la expresión, así como cagan lo que comen para volver a comer, cagan lo que viven para volver a empezar como si nada … LUISA.- Si sigue hablando de esas cosas me va a deprimir. ¿En serio que me habría quedado la lengua salida? Dios me libre y guarde. Hablando de lengua, ¿le gusta el sexo oral? Yo he investigado mucho sobre eso. MARCOS.- Ud. no tiene pudor. (Se ríe con una carcajada). LUISA.- Se ríe de mi. MARCOS.- Ud. es alguien muy especial. LUISA.- Si, lo se. Ya me lo han dicho. MARCOS.- Se me ocurre algo, algo que nunca había pensado en mi vida, se lo aseguro. LUISA.- ¿En qué está pensando? MARCOS.- No. Me da no se qué decirlo. LUISA.- Después de todo lo que nos hemos dicho … MARCOS.- Pensaba que si la persona de yo … perdón. Pensaba que si yo, mañana por ejemplo, tengo que soportar el acoso sexual de Malena. Si ella espera que yo la inicie sexualmente, si espera encontrar un lobo en mi, yo … digo la persona de yo … digo yo … estoy tan fuera de práctica … Necesitaría refrescar conceptos ya casi olvidados de la sexología. Diez años es mucho tiempo. Entonces pensé … que quizás … la persona de Ud. … podría … este … LUISA.- ¿Podría qué? Sea claro por favor. MARCOS.- Darme una lección de sexo. LUISA.- ¿Una lección de qué? MARCOS.- Sexo. LUISA.- Yo … MARCOS.- Ya se que no soy su tipo. Soy un hombre demasiado maduro … pero estoy dispuesto a pagarle, como Ud. hace con Carlos. LUISA.- Me ofende. Qué cree que soy, una prostituta. -58-
tampoco se valora. MARCOS.- Puede ser … pero yo no intento ahorcarme. Se imagina lo fea que se vería con la lengua saliéndole a un costado, toda morada y sudorosa … Se imagina cuanto tiempo tardaría Carlos en olvidar una imagen así … LUISA.- No me digas esas cosas … MARCOS.- Al menos a mi me espera mi Bambi. Cuando llegue la hora estaré feliz. LUISA.- Eso lo dice ahora. Vamos a ver si se pone tan contento. El peceto, lo que se dice … el peceto , está aquí y ahora. MARCOS.- Yo tenía una hermana. Murió de amor. LUISA.- Se suicidó. MARCOS.- Se dejó morir. Era joven y tenía tanto para dar … para hacer … Se enamoró de un hombre, se deslumbró … primero fue sexo, nada más. Así decía ella. Por él dejó su matrimonio. Comenzó a necesitarlo cada día más. Era como una droga, como esos aparatitos que usan los asmáticos. De pronto se le hizo indispensable hasta para respirar. LUISA.- Debió ser un hombre maravilloso. MARCOS.- Era de plástico. LUISA.- ¿Qué tiene contra el plástico? Es una obsesión. MARCOS.- Quiero decir que se parecía a esos muñequitos. Cuerpo armónico, nariz respingadita, el último modelo de pantalón y camisa, pero por dentro, cuando uno pasaba de la cáscara, no encontraba nada. LUISA.- Esos son celos. MARCOS.- Puede ser. Bronca, quizás. Ella no existe desde hace muchos años. Murió un día sorpresivamente. Yo la recuerdo y la añoro. ¿Sabe lo que hizo él al enterarse? Tuvo un instante, un segundo, en que se volvió de carne y hueso, como le pasó a Pinocho. Pero luego, inmediatamente, volvió a lo de siempre. Ni siquiera quiso verla muerta. Algunos cargamos con nuestros recuerdos, nos
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MARCOS.- ¿La puso tan mal como para llorar? LUISA.- No, no se ofenda. Todo lo contrario. Sólo lloro cuando lo paso muy bien. No puedo evitarlo. Debe ser hormonal Hace mucho que no lloraba tanto. MARCOS.- Acá abajo de la almohada hay un papel. LUISA.- Es la nota que iba a dejar. MARCOS.- ¿Puedo leerla? LUISA.- Hoy le permito cualquier cosa. MARCOS.- (Enciende un velador – Riéndose) Quién diría que Carlitos era un eyaculador precoz. LUISA.- Lo escribí con bronca. MARCOS.- Quién sabe … LUISA.- Si Carlos se entera se muere. MARCOS.- ¿Nunca antes estuvo en pareja? LUISA.- Estuve, durante 6 años, pero no funcionó. Era todo muy aburrido. Yo era muy joven, por eso tardé tanto tiempo en tirarle las cosas a la calle. Con él el sexo era un trámite burocrático. Yo lo tocaba acá … él me tocaba allá … y en menos de 10 minutos … al archivo y se acabó la historia hasta el sábado que viene. En uno de esos trámites tuvimos un hijo. Desgraciadamente, la viva imagen del padre, por eso vive con él. Yo les dije: sin son felices yo no los voy a separar. MARCOS.- No le hubiera gustado que se quedara. LUISA.- En ese tiempo, lloré mucho. Pero ahora estoy contenta, me gusta tener libertad. Cuando necesita algo me busca, y como siempre, lo hace cuando se queda sin dinero. Es muy fiestero. En eso sale a la madre. Vine acá porque le presté el departamento. Soy una mujer moderna, con un hijo de 18 años. Eso si, yo lo obligo a que se traiga las sábanas. MARCOS.- Debe sentirse muy sola … LUISA.- No crea, tengo dos gatos. Si viera cómo me extrañan … Espero que hoy no los haya matado el hambre. MARCOS.- Yo no podría vivir solo. -60-
MARCOS.- Ud. paga. LUISA.- Es distinto. Yo siempre lo he hecho por placer. MARCOS.- Deje que yo le pague. Sólo lo haría pagándole. LUISA.- Qué divertido es … En eso de que le falta práctica, es cierto. Aunque no se como me sentiría con alguien … así … MARCOS.- Viejo. LUISA.- Viejo, lo que se dice viejo, no. Digamos maduro. MARCOS.- (Se ofende) Si es mucho inconveniente, dejamos las cosas como están. Tengo que irme. LUISA.- No lo tome a mal, no es algo personal. MARCOS.- Ud. está acostumbrada a ser el cazador. ¿No podría soportar alguna vez no tomar la iniciativa? LUISA.- Está equivocado. MARCOS.- La desafío. Acepte o me voy. LUISA.- Acepto. MARCOS.- Como yo pago, pongo las condiciones: Luz apagada, música de fondo. LUISA.- Si quiere canto … MARCOS.- Prefiero a radio. LUISA.- Está bien. (Marcos apaga la luz) Mañana Malena me lo agradecerá. (Gime). MARCOS.- Todavía no la toqué y ya parece una gata erizada. Sin teatro, por favor, sin teatro. LUISA.- Pensé que lo ayudaría. MARCOS.- Hagámoslo a mi modo. LUISA.- Si, mi cochinito. (sube la música). Pasa un tiempo – En la oscuridad Marcos baja la música. MARCOS.- ¿Puedo fumar? LUISA.- Ud. manda. MARCOS.- ¿Qué le pasa? LUISA.- Lloro. -61-
intuitivo, trato de dejarme llevar. LUISA.- Lo suyo es más creativo. Me sorprendió varias veces. Atacaba por acá, por allá, nunca sabía cuál sería el próximo frente. MARCOS.- Jugaba … a mi me gustaba jugar. No se porqué con el tiempo se pierden las ganas de jugar. LUISA.- Seguro que jugaba al doctor … MARCOS.- Entre otras cosas … La gente ya no juega, o si lo hace, lo hace por dinero o sencillamente para ganar. A mi me gustaba jugar por jugar no más. LUISA.- Se nota. ¿Cómo es eso de la yegüita y el moscardón? ¿O ese otro del campo minado? Sea bueno, ¿cómo era? así le cuento a Carlos como me hacía. MARCOS.- No insista. Son secretos profesionales. LUISA.- Ud. se equivocó de trabajo. MARCOS.- No crea. Piense que luego de no subir al escenario por 10 años uno se esmera. LUISA.- ¿Cómo hizo para no perder la práctica? MARCOS.- (Mostrando las manos) Si la teoría fuese cierta, yo tendría que afeitarme las manos. LUISA.- Con esto del “allegro ma non tropo” seguro que sacaría un Oscar. MARCOS.- ¿Puedo darle un beso? Ya tengo que irme, falta poco para que empiece mi turno. LUISA.- Yo no lo estoy echando. Claro que puede darme un beso (Se besan – De repente suena el teléfono – Luisa se separa rápidamente) Es Carlos, seguro que es Carlos. A esta hora sale de trabajar. MARCOS.- ¿Lo va a atender? LUISA.- ¿Cómo no voy a hacerlo? Quizás le pasó algo, como Ud. dijo. MARCOS.- Haga lo que quiera la persona de Ud. LUISA.- (Ya ha agarrado el teléfono) ¿Le parece que no le atienda, así escarmienta? MARCOS.- Como le parezca a la persona de Ud. (Se prepara para salir y queda agarrando el picaporte). -62-
LUISA.- Uno se acostumbra a todo (Luisa se levanta muy pudorosamente). MARCOS.- Se contagió el pudor. LUISA.- Hoy todo es muy raro. ¿Por qué no le gustó el gemido? Es el primero al que no le gusta. MARCOS.- Es una cuestión musical. El orgasmo no puede ser “molto vivace”, tiene algo de mucha vida, pero también de mucha muerte, de pérdida, de dolor … Yo diría que es un “allegro ma non troppo”. ¿Acaso no lloró? LUISA.- Es todo un experto. MARCOS.- ¿Quiere que le confiese algo? Nunca estuve con una mujer tan hermosa como Ud. Su piel es tan suave … LUISA.- Vio que no eran de plástico. MARCOS.- ¡Qué van a ser de plástico! Son lirios blancos, dos lunas llenas (Se acerca a ella y la abraza por detrás, cada vez más entusiasmado) Son dos frascos de miel, dos merengues con dulce de leche … LUISA.- ¡Basta! La clase ya terminó (Se aleja). MARCOS.- Disculpe. LUISA.- No se entusiasme tanto conmigo. MARCOS.- Lo más seguro es que no volvamos a vernos. Si quiere puedo darle mi teléfono. LUISA.- Es mejor que no. Todo esto fue muy lindo, pero no tenemos que agrandar las cosas. Somos muy distintos. MARCOS.- No me malinterprete. Le ofrecí el teléfono por si está a punto de matarse y quiere que alguien le rescate. Yo entiendo muy bien que esto fue solo lo que fue. A Ud. le esperan sus gatos, sus trabajos y sus amigos. A mi me espera el teléfono. En otras palabras, volvamos al agua cada uno con su salvavidas. LUISA.- Así que, entonces, el orgasmo no es “allegro molto vivace”. En eso me dio una buena lección. MARCOS.- (Se viste) Ud. es muy técnica, yo soy más -63-
LUISA.- ¡Hola! Si … soy yo … ¿Qué pasó, por qué no viniste? Estaba preocupada … Que no pudiste … si, ya se … hay cosas que no dependen de vos … MARCOS.- (Gira y la mira – Fuerte para que la oigan) ¡¡Giselle!! Estoy caliente, Giselle Cristal ¡¡No me dejes así!!. LUISA.- No se que pasa … Hay alguien en la línea … ¿Giselle? ¿Dijo Giselle? Qué raro. MARCOS.- (Abrazándola de atrás) Haceme relinchar … (Comienza a gemir). LUISA.- (Tapando la bocina) ¡¡basta, por favor!! MARCOS.- (Saltando por el cuarto) Carlos es un eyaculador precoz … eyaculador precoz … LUISA.- Va a arruinarlo todo. MARCOS.- Eso es lo que Ud. cree. (Fuerte) Corta el teléfono, Giselle, dejá de hablar … ¡¡quiero hacerte aullar …!! LUISA.- Es la radio … la televisión … yo que se … MARCOS.- Carlos es un eyaculador precoz, un eyaculador precoz. LUISA.- No cortes … no cortes … yo no se que pasa. ¡Cortó! MARCOS.- (Sacando dinero) Aquí le dejo lo convenido. LUISA.- ¡Ni se le ocurra dejar ese dinero! MARCOS.- ¿Por qué? Para Ud. esto de acostarse con un tipo maduro fue un sacrificio. LUISA.- No sea cruel. MARCOS.- Es la verdad ¿De qué se asusta tanto por el dinero? Eso le va a alcanzar para pagar una noche de sexo joven. LUISA.- ¿Por qué lo arruinó todo? MARCOS.- Disculpe, creo que le queda un poco de sangre en las venas a este cadáver. Llámelo, todavía puede convencerlo. LUISA.- ¿Se va a ir así, pensando tan mal de mi? -64-
MARCOS.- No crea. Lo de esta noche fue toda una lección. Estuve mucho tiempo fuera del mercado, como diría Ud., y no estoy acostumbrado a las reglas del juego. Ya voy a aprender. LUISA.- Ni siquiera se cuál es su nombre. MARCOS.- Me llamo Marcos. ¿Y Ud.? LUISA.- Ya le dije, Giselle. MARCOS.- Sin teatro. LUISA.- Luisa, me llamo Luisa. MARCOS.- Buenas noches, Luisa. Fue un placer. LUISA.- Igualmente (Marcos sale – Luisa queda sola en la habitación – Se dirige a la botella – Canta) Si yo tuviera el corazón, el mismo que perdí … si yo pudiera como ayer, querer sin presentir … (Se acerca al teléfono) Buenas noches, comuníqueme con el 843-9051 … Hola, Carlos, soy yo … ¿estás enojado? … no se que pasó en la línea … ¿cómo pensás que yo voy a decir algo así? … vos sabés que yo te estuve esperando … estuve muy mal, muy angustiada … ¿vas a venir?… No. Ya entiendo, estás muy ocupado. Sabés, Carlos, estuve pensando mucho en nosotros. No. No me digas más lo de eyaculador precoz. Por favor, yo nunca podría decir algo así. No … que vas a ser … que vas a ser … Vos sos un peceto. Sí. Eso mismo, un cacho de carne, Carlos. ¿Y sabés qué? Ya no te quiero ver en mi puta vida. (Corta – Queda un momento quieta ante el teléfono – Agarra la soga, la cuelga de la lámpara – Se dirige al teléfono) Soy yo nuevamente señor … ¿Está ahí el otro telefonista? Ah … se está cambiando … Es una emergencia, señor. Quiero que él vaya con urgencia a la habitación 38. Hay una mujer a punto de suicidarse. Y dígale que por ningún motivo se acerque al cuarto de la ropa blanca.(Mientras apaga la luz entreabre la puerta y se acuesta - Canta) Alma … que tanto te han herido, porque te niegas al olvido, pagas con pena la culpa de ser buena, tan buena como fuiste, por amor … MARCOS.- (Entra desesperado) No … no lo haga … -65-
¿Dónde está? LUISA.- Por favor, cierre la puerta la persona de Ud. MARCOS.- Si … mi cochinita …
(Sube la música) FIN
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TÍTULOS DE LA COLECCIÓN 1.- LA GUERRA DE TODOS LOS SILENCIOS de Francisco Prada FREDDIE: CEREMONIA PARA UN ACTOR DESESPERADO de Abilio Estévez 2.- AZOTEA FIEBRE
de Francisco Javier Puchades Hernández de Alberto Conejero López
3.- BAILANDO CON EL MUERTO de Oscar E. Tabernisse LA CANCIÓN DEL SOLDADO de Walter Ventosilla Quispe 4.- FORMULARIO QUINIENTOS VEINTIDÓS de Gracia María Morales Ortiz CON LA SANGRE DE VENECIA de Federico Castro Fernández-Alfaro 5.- ALGUNAS HISTORIAS DE TERROR NEOLIBERAL de Sergio Sáez Escudero UN TRABAJO ES UN TRABAJO de Rafael Belmonte Agüera 6.- LO QUE ANA VE
de Javier García Teba
¡AUXILIO!
de Carmen García Vilar
7.- POSITIVAS -68-
de Yolanda Dorado BOMBARDEROS SOBRE LONDRES de José Tomás Angola Heredia 8.- GRITAR TU MIEDO
de Hipólito Calle Soriano SEXUALMENTE HABLANDO de Santiago Serrano
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