Colección
n.º 14
FLORECERÁN DE AZUL de LUIS MARCELO CABRERA
EL CONCURSO de EDUARDO ROLDÁN GALÁN
XIV CERTAMEN INTERNACIONAL DE TEATRO BREVE CIUDAD DE REQUENA 2018 -1-
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación y otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
© Coordinadora de Actividades Teatrales
Arrabal Teatro
C/. Villajoyosa, 13 bajo - 46340 REQUENA Teléfono / Fax: 96 230 41 93 Diseño de la portada: Miguel Angel Roda.
Primera Edición: Marzo 2020 Edita: FUNDACIÓN CIUDAD DE REQUENA Depósito Legal: V - 1.150 - 2003 Maqueta-Imprime: GOVI • imprentagovi@hotmail.com Libro impreso en papeles reciclados 100% de INAPA. -2-
ACTA NOTARIAL Según consta en el acta levantada por D. Manuel Ángel Rueda, Notario del Ilustre Colegio de Valencia, un Jurado presidido por D. José Luis Prieto y formado por Don Joaquín Climent, Don Juan Alfonso Gil Albors(+), Don Ferrán Grau, Doña María José Martín, Doña Carmen Morenilla, Don Julián Núñez, Dona María José Viana, Don Rodolf Sirera, Don Juan Vicente Martínez Luciano y Don Vicente Marco Aguilar, siendo secretario del mismo D. Rafael Ochando y contando con la presencia del Alcalde de Requena, D. Mario Sánchez, quien ostentaba la presidencia honorífica, después de las oportunas deliberaciones, acordó conceder el primer premio del XIV Certamen Internacional de Teatro Breve “Ciudad de Requena” Edición 2018, a la obra titulada “Florecerán de azul” de la que, una vez abierta la plica, se comprueba que es su autor D. Luis Marcelo Cabrera, y otorgar el segundo premio a la obra “El concurso” cuyo autor, abierta la plica correspondiente, se verifica que es D. Eduardo Roldán Galán. JURADO PRELIMINAR Dña. Encarna Herrero, D. Luis Javier Roldan, Dña. Amparo Serrano, Dña. Julia Giménez, Dña. Isabel Sanchis, Dña. Clara García, D. Javier A. Monterde, Dña. Montse Ramón, D. Luis Miguel Mislata, D. Santi Torres, Dña. Inmaculada Pérez, Dña. Rocío López, D. Arturo Navarro, D. Librado Carrasco, D. César Salvo, D. Manuel Vivó, D. Enrique Tebar, Dña. Teresa Juan, D. Luis Latorre, D. José Iniesta, Dña. Mª Dolores Ferrer, Dña. Silvia Pancorbo, Dña. Mónica Navarro, Dña. Soraya Peñarrubia, Dña. Maribel Zahonero, Dña. Ana Mª Cuñat, Dña. Isabel Claver, Dña. Laura López, D. Juan Alarcón y D. Ernesto León. -3-
-4-
FLORECERÁN DE AZUL Autor: LUIS MARCELO CABRERA
-5-
LUIS MARCELO CABRERA
Luis Marcelo Cabrera, Actor , dramaturgo y director teatral. Formado en el CELCIT , en los Seminarios de Dirección y Puesta en escena dictados por Juan Carlos Gené. (1995-1997) En dramaturgia realizó un Seminario (módulo teórico) dictado por Mauricio Kartún (2001). En 1993 el Fondo Nacional De Las Artes lo declara ganador de una beca en el rubro Teatro Creación, por su obra ”La última sangre”. Ese año es ternado por el Honorable Concejo Deliberante de Trenque Lauquen como Persona destacada del año en el rubro Cultura. El canal local de cable le otorga el Timón al Mérito como personaje del año en la cultura. En 1996 funda el CE.AR.TE. (Centro del Arte Teatral) institución donde realiza toda su labor profesional. Desde entonces ha dirigido más de 100 puestas. Ha escrito 56 obras .
-6-
Ha ganado por dos veces consecutivas el Certamen Provincial “6x6x6” con sus obras breves “Kesman-Talker-Lili” (1999) y “Langostinos” (2000). Ha recibido una Mención especial del Jurado en el Concurso Norberto Manzanos por su obra “La marcha de los trenes”. Su obra “Bolivia” recibe una Mención a la Mejor Dramaturgia en el Festival Zonal de Teatro que organiza la Comedia de la Provincia de Buenos Aires. “Bolivia” es seleccionada por Argentores en un concurso cuyo jurado integraron Mauricio Kartún, Marcelo Marán y Gladys Gomez, y es publicada en una antología de siete autores bonaerenses. Con su obra “Pelotas (La vida nueva)” gana el Concurso Contar 2, organizado por Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET), Asoc. Argentina de Actores y Argentores.
-7-
ARRABAL - TEATRO
el día 28 de Marzo de 2020 ha estrenado mundialmente la obra
“FLORECERÁN DE AZUL”
(1 premio del CERTAMEN INTERNACIONAL DE TEATRO BREVE “CIUDAD DE REQUENA”, en la edición del año 2018) er
de Luis Marcelo Cabrera en el Teatro Principal de Requena, con el siguiente:
REPARTO:
(por orden de intervención)
LUZ: SUSI DÍAZ ROSA: JULIA GIMÉNEZ RODRÍGUEZ: JESÚS GARCÍA
EQUIPO TÉCNICO: DISEÑO ESCENOGRÁFICO: JOSÉ LUIS PRIETO MONTAJE Y TRAMOYA: JESÚS GARCÍA / CÉSAR PÉREZ CARACTERIZACIÓN: MÓNICA GARCÍA/ENCARNA HERRERO VESTUARIO: C.A.T. ARRABAL-TEATRO SASTRERÍA: Mª TERESA CANO CONTROL ILUMINACIÓN: JUAN ZAZO / PACO CABRERA CONTROL SONIDO y PROYECCIÓN: RAFAEL OCHANDO GRABACIÓN: JORDI CERDÁN TRANSPUNTE: ENCARNA Gª TORRES AUXILIAR DE DIRECCIÓN: ENCARNA HERRERO DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS PRIETO -8-
Una especie de cuarto desangelado. Una silla de madera sola. La luz es escasa y neutra. Imposible discernir si es de día o de noche. Ruido de pasos que se acercan. Lucha. Forcejeos. Una voz de mujer que grita: “Dejame, no me toqués, dejame. No me empujes. No quiero, turros. Soltá, vas a ver. Te voy a cortar los huevos.” Nuevos golpes, puerta de reja que se abre. La mujer cae de espaldas, ha sido empujada con violencia. Viste un jean muy gastado y una remera azul. Tiene una sola zapatilla puesta, de un blanco sucio. Se llama Luz. LUZ- La concha de tu madre. ¡Podridos! ¡Alcancenmé la zapatilla, pajeros! Ruido de la reja que se cierra. Luz está agitada. Ahogada de rabia resopla y putea. LUZ- ¡Hijos de puta! Maldecida sea la concha de sus putas madres! Gordos bufarrones, maricones de uniforme. Ya van a ver… ya van a verme afuera… ya… (Otra vez a todo volumen). Soy un ser humano, idiotas, no saben tratar a la gente. Como si una fuera un animal! ¿No han tenido madre ustedes?… (como si hablara a alguien que no vemos, supuestamente al custodio de la reja)… ¿Y para qué mierda me han traído acá? Se puede saber?… Claro, no contesta. No pueden hablar. Pero no son las órdenes que les han dado de no hacerlo. No, es que les han extirpado el cerebro. ¿O te lo dejaste en tu casa? ¿Eh, Rondamón?… ¿Nunca te dijeron que sos igual?… Don Ramón, del Chavo … Más gordo, sí… ¿Y?… ¿Qué para qué me trajeron?… No contesta… nada que hacer… Palo y golpe. Lo único que conocen… Luz se sienta, cansada, en la silla. Da la espalda a la entrada. LUZ- Pelotudo… Ruido de la reja abriendo. Luz se incorpora, a la defensiva. Ahora gesto de sorpresa. Una mujer entra, segura, aplomada. Lleva en la mano derecha la zapatilla que le falta a Luz. En la otra mano trae un maletín. Viste con una austera elegancia. -9-
Pantalón y saco color crema y una remera blanca. Instante de silencio en el que se miran expectantes. ROSA- Soy la doctora Rosa González. LUZ- ¿Y? ROSA- Tomá. (Le da la zapatilla). LUZ- (No se acerca)… Tirala, de ahí. Acá se hace así con nosotros. Nadie nos alcanza nada. Te lo tiran. Y de lejos. Nadie nos quiere cerca a nosotros. ROSA- (Llegando hasta ella). Vamos a mejorar los modales. Tomá. LUZ- (Agarra la zapatilla con brusquedad). Andá. ¿Qué te hacés?... (Se pone la zapatilla). ROSA- (Al custodio) Cierre. Alguna objeción que no escuchamos. ROSA- Cierre. No hay problema. Y no se quede ahí escuchando. Es una audiencia privada. El custodio vuelve a poner reparos. ROSA- Todo es peligroso. Cruzar la calle. Vivir. Vaya nomás. Con que se quede en la segunda reja estará bien. Ruido de la reja que cierra y los pasos que se alejan. LUZ- Ja. Coraje la señora… ROSA- ¿Tendría que tener miedo? LUZ- Traés el chumbo en el maletín. Por eso estás tan… ROSA- ¿Tan?… LUZ- Agrandada. ROSA- (Abre el maletín y muestra el contenido: un expediente. Lo cierra y se queda con el expediente en la mano). No sabés nada vos. No se puede entrar con un arma acá. LUZ- (Algo sorprendida). (Luego se acerca a la silla). Esto puede ser un arma. ROSA- ¿Y para qué? LUZ- Para partirte la cabeza, estúpida. ¿Para qué va a ser? ROSA- No te conviene. LUZ- ¿Ah, no?... ROSA- No. Yo tampoco te lo voy a permitir. -10-
LUZ- ¿No vas a… ? ROSA- No voy a permitirte que toques esa silla. Luz se queda pensativa un momento. La firmeza de Rosa parece descolocarla. Luego en un impulso se arroja sobre la silla y la toma, esgrimiéndola. LUZ- La agarré. ROSA- ¿Y? LUZ- ¡Te la parto en la crisma! ROSA- No podés. No te animás. LUZ- Mirá que no… ROSA- ¿Sabés por qué? LUZ- ¿Porqué, a ver? ROSA- Porque no te tengo miedo. Porque no te hice nada. Porque si me pegás con eso vas a morir enterrada en esta cárcel. Y todo eso vos lo sabés. Lo tenés claro. Ahora tenés enfrente a otra mujer igual de cojonuda que vos. ¿Viste? Y vos pensás, esta yegua parece de las mías. Y te preguntarás a qué vengo. Y si me pegás con eso nunca te vas a enterar. Baja esa silla. LUZ- No quiero. ROSA- Pegá entonces. Luz tensa los brazos, toma impulso para descargar el golpe. Rosa, más rápida, le apunta con una pistola que saca el bolsillo del saco. Luz se paraliza. ROSA- Bajá esa silla. LUZ- Mentirosa, dijiste… dijiste que no se podía. ROSA- Es que no se puede. Pero a veces hay que hacer alguna trampita, no? Soy valiente pero no soy tonta LUZ- Igual no te iba a pegar ROSA- Lo decís porque te estoy apuntando con un arma. LUZ- Bueno, dejalo y vas a ver. ROSA- Vos dejá la silla ahí y yo dejo el revólver arriba. Luz deja la silla entre las dos. Rosa se acerca y deja el revólver sobre la silla. Un instante tenso en que ambas, equidistantes de la silla, se miran con tensión. Luego Luz salta y atrapa el revólver, Rosa agarra la silla. LUZ- ¡Mierda! ¡Es de plástico! ¡¡Un juguete!! -11-
ROSA- Te dije que no se podía entrar con armas. LUZ- Me jodiste, conchuda. ROSA- Acá la única arma es esta silla y ahora la tengo yo. Dame eso. Si te llega a ver el guardia se va a volver loco. Luz le da el revólver. ROSA- Empecemos de nuevo. Soy la doctora Rosa González. LUZ- ¡La Malco! ROSA- ¿Qué? LUZ- No, digo… ROSA- Si. ¿Que decís? LUZ- No. Si. Que… le dicen. ROSA- ¿A mi? ¿Cómo dijiste? LUZ- La… Malco. Le… Por malcogida, dicen. ROSA- Ah. “Malco”. Mirá vos. LUZ- Si, no sé… yo no… ROSA- ¿Porqué será, no? LUZ- No, por la cara… siempre seria. ROSA- Ah, a los milicos tenés que tratar así. ¿No te parece? LUZ- … ¿Sí? ROSA- Y si, son hombres, que querés. LUZ- Eso sí. Milicos putos. ROSA- Sh, tranquila vos. Cuidá la boca. LUZ- Yo también me llamo Rosa, ¿sabés?… Claro que sabés, vos tenés el caso mío. Si me lo había dicho la Juana, “mientras no te toque la Malco”… ROSA- ¿Por qué? Todos los jueces somos iguales: nos manejamos con la ley. LUZ- Ni vos te la creés a esa. Cada cual entiende los libros como quiere. Así que me tocaste vos. ROSA- Sí. LUZ- ¿Y qué querés? ROSA- (Leyendo el expediente). Luz Rosa Rosa. LUZ- Ahí tenés. Luz Rosa. Mirá que hay nombres eh. Pero no. Luz Rosa. Como si fuera un ovni. Una linterna. Que se yo. Que viejo pelotudo este Rosa. Mi viejo. Luz Rosa ROSA- Parece Sandro el boludo “Rosa rosa, tan maravillosa”. No puede ser tan idiota. Mirá que hay nombres ¿eh? -2ROSA- (Sentada en la silla). ¿Vino a verte tu defensor? -12-
LUZ- ¿Qué defensor? ¿Cucciufo? ¿Pasarella? ¿Otamendi? ROSA- El defensor oficial. ¿No vino? LUZ- Lo eché al carajo. Y vos ya sabés. ¿Qué preguntás? ROSA- Algo me dijeron. ¿Cómo fue? LUZ- Cómo fue. Cómo fue. Boluda. No tengo plata para pagarle. ROSA- No tenés que pagarle. Es el defensor oficial. LUZ- No mueve el culo. Si no le conseguís algo no mueve el culo. ¿Qué mirás?... ¿No te enteraste vos? Me enteré yo acá adentro. Mirá si vos… ROSA- Le paga el Estado. Tiene que defenderte. LUZ- Sí. Y el 6 llegan los reyes magos. ROSA- En realidad ya había escuchado esto de Oliva. LUZ- ¿Oliva? ROSA- El defensor oficial. Pero nadie se anima a testiguar. Si alguien pusiera la cara y da testimonio, no dura ni dos días en Tribunales. LUZ- Ajá. ROSA- ¿Vos? LUZ- ¿Tengo pinta de gil, yo? ¿Qué gano yo con eso? ROSA- Después tendrías otro defensor, que te defendiera realmente. LUZ- ¿Quién te dice que el nuevo no será igual que éste? ROSA- Bueno… Esto es una anomalía. Una inconducta. No es lo habitual… LUZ- (Con sorna) Ah, claro, porque acá anda todo bárbaro… Esto es nada más que una animalía… ROSA- Anomalía. LUZ- Como les gustan las palabritas raras… ROSA- De todos modos es un riesgo que podés correr. No tenés nada que perder. LUZ- No. No. Dejame de joder. Hagamos un trato nosotras. Vos sos la jueza. Arreglemos algo que me favorezca y yo lo mando al muere al gordo. ROSA- Lo… lo que me estás proponiendo es… es inaceptable… Yo… sí. Yo soy la jueza. Y voy a hacer mi trabajo. LUZ- Tu trabajo … ROSA- Claro. Evaluar tu responsabilidad en los hechos que se te imputan y… LUZ- Eso no es ningún trabajo. No jodas. Si estoy hasta las manos. Y vos lo sabés. Mirá, te lo hago yo al trabajo: Fui yo. Listo. ¿Qué te parece? -13-
ROSA- Mirá, si estás haciendo una confesión, dejame primero leer el expediente. LUZ- Ah… ¿Cómo… no lo leíste? ROSA- No. Para nada. No sé siquiera cuál es el caso. LUZ- Mirá vos… ¿Y a qué viniste entonces?… ¿Porqué? ROSA- Me lo pidió Berta. LUZ-… ¿Berta? ROSA- Berta. LUZ- ¿Qué Berta? ROSA- ¿Conocés muchas Berta? LUZ- Berta… del Garrigós. La celadora. ROSA- Esa misma. LUZ- Me quería la vieja. ¿Se acuerda de mí? Una de las pocas que era gente la Berta. ROSA- Dice que sos buena. LUZ- Ah… vos la conocés por el laburo… ROSA- Yo estuve internada. LUZ- ¿Vos… vos estuviste en el Garrigós?... ROSA- Antes que vos claro. Seis años. Silencio largo. Luz la mira. Rosa le sostiene la mirada, tranquila. LUZ- Me estás cargando… ¿Cómo hiciste para… ?… Andá, no jodás… ROSA- Es en serio. Y ahora soy juez… Un recorrido largo… Un día te lo cuento. LUZ- Ahora. Dale. ROSA- No. No. Hablemos de Oliva. LUZ- ¿Qué Oliva? No rompas las pelotas. ¡Dale contá! ¡Contá! ¡Contá como carajo hiciste para zafar! ROSA- Prometeme lo de Oliva y te cuento. LUZ- Vos decime cual va a ser tu sentencia y vemos. ROSA- ¡Si ni siquiera leí el expediente! ¿Cómo te voy a asegurar algo que… ? Encima vos te estás declarando culpable. No sé de qué pero ya asumís que fuiste vos. LUZ- Pero que te calienta si vos sos la jueza… ¿Quién te va a decir algo? ROSA- Pero no… Las cosas no funcionan así. No es ético lo que me pedís. LUZ- Dale con las palabras raras. ROSA- Que no está bien. La ética es… A ver… Como uno debe comportarse, en una sociedad. Los valores que hay que tener para… -14-
LUZ- Si. Cortala. Tan burra no soy. ROSA- Bueno. No puedo hacer un arreglo con vos sobre una sentencia. No te puedo decir nada. ¿No entendés eso? LUZ- Listo. Terminado. No hay trato. ROSA- No seas estúpida, Luz. LUZ- ¿Qué dijiste? ROSA- Que sos estúpida. LUZ- ¡¡Te voy a volar los dientes!! ROSA- Hacé la prueba. LUZ- ¿Querés ver? Que vas a estar en el Garrigós vos. Si se nota que sos una concheta. No te sabés defender. Hablás nomás. ROSA- Sos toda estúpida. Luz se abalanza hacia ella. Rosa saca un cuchillo de la manga. Se miran fieramente. Detenidas. LUZ- Sí, estuviste. Sos una armería ambulante. Estuviste nomás. ROSA- Claro que estuve. Preguntale a Berta. LUZ- ¿Cómo carajo querés que le pregunte si estoy encerrada acá? ROSA- Bueno, cuando salgas le preguntás. LUZ- Sí… jodeme. A los 70 años. Ya la pobre Berta... (Señal de irse para arriba). ROSA- ¿Pero qué es lo que hiciste? LUZ- ¡Lee el mamotreto ese de una vez! ROSA- Lo voy a leer. Lo voy a leer. Ahora contame vos. LUZ- ¿Para qué?... ROSA- Para ayudarte. Si es que hay alguna posibilidad. Si es que vos querés. Luz queda pensativa, es un momento largo. LUZ- … Tengo dos hijos. Bah, un varón más chico, que está en el Agote. Juan Manuel Rosa se llama. ROSA- ¿Juan Manuel Rosa? ¿Vos le pusiste así? LUZ- Si, boluda, que tiene? Por el caudillo. ROSA- Si,… Rosas era. LUZ- Bue, no le iba a cambiar el apellido, pero es un… un homenaje se dice? ROSA- Si. Está bien. Está bien. (Está tratando de no reírse). ¿Y el otro? -15-
LUZ- La otra. Es una nena, más grande, nueve años. No, pará… nueve era antes… No, claro, ahora debe tener… Bue, no sé. La tenía una familia. De Tucumán. Después no supe más. Blanca Rosa. ROSA- ¿Blanca… Rosa? LUZ- Si, carajo. Rosa es el apellido que querés que haga. El apellido es Rosa. Por lo menos la nena no lo va a sufrir tanto, bah… capaz que se lo cambiaron. (Saca un papelito doblado prolijamente de un bolsillo). Tomá, esta es la familia que la tiene, es la última dirección que supe, hace unos años. (Se acerca y le da el papel, es la primera vez que están tan próximas). (Rosa siente esta cercanía pero no se inmuta, solo lee el papel). Si vos podés hacer algo por ellos… A mi vos no me podés ayudar. Pero a ellos a lo mejor… (Rosa sigue un instante leyendo el papel, luego levanta la vista). (Las miradas se encuentran. En un impulso Luz la abraza, fuerte). (Luego la suelta) Perdón, no… ROSA- No, está bien… LUZ- No. No quise… Perdón, me salió así… Que vergüenza. ROSA- No pidas perdón, es la primera cosa buena que has hecho desde que vine. Voy a ver qué puedo hacer por tus chicos. LUZ- Gracias. Yo… traé una cámara y lo filmamos. ROSA- ¿Qué? LUZ- Al gordo Oliva. Una cámara oculta. ¿Te sirve? ROSA- Sí. Me sirve. LUZ- Primera vez que no discutimos las cosas. ROSA- Decile que podés conseguir algo, que cuanto tiene que ser. LUZ- Dejamelo. ROSA- Yo lo organizo y te tengo al tanto. LUZ- Dale. ROSA- ¿Cuánto estuviste vos? LUZ- ¿Qué? ROSA- En el Garrigós. LUZ- Cinco años. Pasé derecho al Penal. ROSA- Terrible el Garrigós. LUZ- Al lado de la cárcel, un jardín de infantes… lo que pasa es que una es más chica y… ¿Ché decime vos que tenés banca acá, pedite unos mates… dale? ROSA- ¿Mates…? LUZ- Ah … ¿no …corresponde? ROSA- Y… no corresponde, no… ¿Cómo se te ocurre? Soy la jueza… Claro que hay tantas cosas que no corresponden… -16-
Pará un cachito… (sale a la reja, solo se escucha que pide mate y una silla) -3Están sentadas, tomando mates que ceba Luz. LUZ- Una risa. El viejo Rosa era una risa. Un humorista. Pero fracasado. Igual él nunca se entregó. Siempre siguió con la suya. En la más dura de las miserias andaba buscando trabajo y se presentaba con ese traje negro que yo creo le habían dado los muchachos del teatro, unos que venían al barrio. Una mezcla de don Quijote y el pintor ese de los bigotes manubrio… ROSA- Dalí. LUZ- Sí. Pará que me quiero acordar del nombre del pintor, el de los bigotes… ROSA- Dalí te digo. LUZ- Pero pará un cacho. No seas apurada… Ah. Salvador Dalí. Me cayó la ficha. No si yo cuando… Sí. Creo que era ese. Siempre una sonrisa desplegada así, como decirte… La gente no entendía nada. Claro, decía “ando buscando trabajo” y nadie le creía, todos pensaban que estaba haciendo un chiste. Y bueno, como él veía que se reían contaba uno. Siempre el mismo. No me acuerdo como era. Pero era malo. Entonces los otros pensaban que no era un chiste, o que no había terminado. Él se ponía nervioso y contaba otro. Ya la gente se ponía peor. Lo terminaban sacando a los empujones. Entonces se iba al bar. Cambiaba cuentos por copas y llegaba a cualquier hora a dormir, totalmente en pedo… Mi vieja desapareció un día. Cuando volvió el viejo Rosa, todos los hermanos estábamos en la casilla, despiertos. Cagados de hambre. El viejo llego borracho, como siempre, y sonriente. Le contamos lo de la mamá, los más chiquititos lloraban. A la Tita, mi hermana mayor, que en paz descanse, le dijo “vos Tita andá a traer algo de comer para todos”. Protestó la Tita, que no había un peso. Entonces el viejo se paró, hizo un milagro de equilibrio para no caerse y fue derechito al rincón del catre. Sacó una lata de abajo. La mostró como diciendo “acá está la solución”. Y la destapó. Y esa vez perdió hasta la sonrisa: la mamá se había llevado unos pocos pesos que guardaban, de la última changa que había agarrado. Desconcertado, el viejo dio vuelta la lata. No cayó nada. Lo ví que miraba al cielo, como si no existieran las chapas agujereadas del techo. Como si pidiera ayuda de arriba. Y se le cayeron dos lágrimas. Después se acostó en el catre y cerró -17-
los ojos. Se hizo un silencio. Largo el silencio. Todos quietos. El Yony, un año más que yo, me agarró del brazo y mirando a la Tita le dijo “Nosotros nos vamos”. Y como ella no dijo nada y el viejo no abrió los ojos, nos fuimos nomás. Y nunca volví. Yo tenía once creo. ROSA- Chiquita. LUZ- ¿Y vos… ? ROSA- No conocí a mi padre. Mi mamá era una buena mujer, trabajadora. Vino de Santiago del Estero a Capital. Yo era un bebé, no sé como hizo conmigo para poder trabajar. Fue una vida dura, pero éramos felices. Un día se enfermó, y en dos meses se murió. Y ahí en el hospital las monjas me llevaron con ellas. Después de un tiempo me dieron a una familia. Pero no me gustó. Por… no me gustó. Y me escapé. Anduve en la calle. Hasta que caí en un instituto. Después me llevaron al Garrigós. LUZ- Yo en el Garrigós nunca puede estudiar nada. Me lo pasaba peleando… ROSA- Yo terminé la primaria y el secundario. Tenía desesperación por estudiar. Era lo único que me interesaba. Después ya salía para ir a la facultad y a los tres meses me ofrecieron un trabajo, unos abogados. Entonces pude alquilar una pieza en una pensión y salí del instituto. Estos abogados me ayudaron mucho. Como si fueran padrinos míos, viste? En cuatro años era abogada. Trabajé un tiempo con ellos y después entré en Tribunales. Y bueno, lo demás es… LUZ- No tenés familia. ROSA- No. No se dio. LUZ- Está frío. ROSA- Gracias. No quiero más. De todos modos ya es hora de irme. LUZ- Ah… claro … ROSA- El jueves vuelvo. A la tarde. Cuando termino. A ver si hablamos del caso tuyo. LUZ- ¿Por qué mejor no lees el libro ese? ROSA- Ya voy a leer el expediente. Ya lo voy a leer. (Afuera). ¡Rodríguez!… Chau, cuidate, nos vemos!... -4Rosa espera nerviosa, se ve que hace rato que está en la celda. Pasos, gritos y forcejeos afuera. La voz de Luz: “No quiero, carajo, no quiero. Soltá, soltá botón de mierda”. La empujan dentro y ella vuelve a salir: “Las esposas boludo”. Rosa se ha asomado. Hace un gesto de asentimiento. Luz entra, visiblemente enojada. -18-
LUZ- Putos, forros. Podés creer que me tuvieron en reclusión. Desde el otro día, cuando me fui de acá. Engomada. Carajo. ROSA- ¿Porqué? LUZ- El rati este, Rodríguez, le ha ido con el cuento a la argollera de Benavidez… Benavidez, la capa del pabellón… El otro le fue a batir que había estado mucho con vos… y que hicimos matienzos y todo. Y bueno, son así… ROSA- Hoy va a ser más breve. En un rato tengo que tomar el avión. Me voy a Tucumán. LUZ- Ah… mirá… ROSA- Ubiqué a Blanca, tu hija. LUZ- A Blanca… ¡Blanca, mi hija! ¿Cómo está? ROSA- Ahora voy a verla y te cuento. Es pianista. LUZ- ¿Como pianista? ROSA- Que toca el piano, da conciertos. Su madre adoptiva también es música. LUZ- ¿Cómo va a… si es chiquita y?… ¿Cuántos años tiene ahora? ROSA- Veintiuno. LUZ- (Parece perdida). Pero… como va a… ¿Veintiuno? ROSA- No tenías ni trece años cuando la tuviste. La pariste en la calle. Antes de que te llevaran al Garrigós. LUZ- Y… ¿y… está bien?... ROSA- Creo que sí. LUZ- Y de mi… que dice… se acuerda? ROSA- Luz… Blanca no te conoció. Me lo dijeron sus padres adoptivos, por teléfono … Ella estaba tocando en Jujuy. LUZ- Ah… mirá vos… ¿y ahora vas… ? ROSA- Voy a encontrarme con ella. LUZ- Y ella… ROSA- Los padres estuvieron de acuerdo, dicen que la chica sabe que no son sus padres biológicos, siempre le dijeron la verdad. Pero no sabían nada de vos, creen que a Blanca le va a interesar saber. LUZ- Y no le cambiaron el nombre… ROSA- No. Blanca Rosa Castillo. LUZ- ¿¡Qué Castillo?! ROSA- Castillo es el apellido de ellos. Se lo pusieron. Blanca Rosa es el nombre. LUZ- … Bueno. Blanca Rosa Castillo. Está bien. ROSA- Ponete ahí, que da más luz. Te saco una foto, para que te conozca. -19-
Luz acepta, sin hablar, está conmovida. Posa, incómoda. LUZ- No le va a gustar. Pará qué me arreglo el pelo… (Foto)… No, otra, creo que salí con los ojos cerrados… Dale ahora, que no pestañeo. (Foto)… ¿Está bien? Rosa mira las fotos. ROSA- Sí. Acá estás bien. LUZ- Muy seria. ROSA- Y… que querés. LUZ- (Nerviosa)… ¿Cómo pianista? ROSA- Sí… pianista. Música clásica. Conciertos. LUZ- ¿Qué música? ROSA- (Sacando un papel). Mirá, por esta noticia la encontré. “Wolfgang Amadeus Mozart. Concierto para piano Nº1 en Fa Mayor. Solista Blanca Rosa Castillo. Teatro Mitre. Jujuy.” LUZ- Fa… ROSA- Sí. Fa Mayor… LUZ- Rosa, no le mostrés la foto. No, por favor. ROSA- Vos dejame. Voy a hablar con ella. LUZ- Me gustaría tanto conocerla… ¿vos creés que alguna vez… ? ROSA- Y… cuando salgas… LUZ- … Vos no leíste el caso. ROSA- Ahora en el avión lo empiezo a leer. LUZ- ¿Cuándo es lo de Oliva? ROSA- La semana que viene… Me tengo que ir. ¡Rodríguez!… Cuidate. Ruido de reja. Rosa habla afuera. “Rodríguez, avise a la oficial Benavidez que la espero en la jefatura. Ahora.” -5Rosa de pie, explica tratando de ser clara. Luz la escucha sentada en la silla. Todo el tiempo hace gestos de afirmación, como dando a entender que efectivamente entiende. Rosa está pendiente de que nadie más escuche. ROSA- Esta es la cámara. Es muy pequeña, como verás, y cuesta una fortuna. No la podés perder. Esto se opera así: ves este botón?… Esto medio brillante, Luz… es chiquito pero se ve… ¿Lo ves?... -20-
LUZ- Eso chiquito. Brillante… ROSA- No, Luz. No. Este botón. ¿Vos tenés problemas de la vista? LUZ- Me lo ponés muy cerca, así no… ROSA- Para que lo veas… LUZ- No, más lejos, de cerca no lo… ROSA- Presbicia. LUZ- ¿Lo que decís? ROSA- Se llama presbicia. LUZ- ¿El botón? ROSA- No. Lo que tenés en los ojos. Tenés que usar lentes para ver de cerca. LUZ- Ah… ROSA- ¿Vos podés leer el diario? LUZ- ¿Qué día? ROSA- Nada. Cualquier día. No importa el día. LUZ- No va a importar. El único día es el domingo. Alguno que traen las visitas. ROSA- Lo que quiero decir es si lo podés leer. Si lo ves. LUZ- La Pascuala me lo sabe prestar. Pero no todas las veces. Cuando me lo presta lo leo, sí. ROSA- ¿Y lo ves bien? ¿Ves las letritas? LUZ- Sí. Lo tengo que poner más lejos. ROSA- Eso es presbicia. Tenés que ir al oculista. LUZ- Si le pido eso a Benavidez sabés como se le ríe el culo. ROSA- Bueno. Después vemos. Mirá acá. Atendé. ¿Ves el botoncito brillante? LUZ- Ah. Ahora sí. ROSA- Ese lo tocás para prender y lo tocás otra vez y se apaga. Lo tocás una vez para encender y otra para apagar. ¿Está?… Y este es el lente. Por acá estaría… filmando… por acá es donde mira la maquinita. LUZ- ¿Fuiste a Tucumán? ROSA- Después te cuento. Bueno, La cuestión es donde te lo ponés a esto. Dejame pensar, a ver… LUZ- ¿La viste? ROSA- ¡Ya sé! ... Te hacemos unos anteojos y ahí lo colocamos… Suponete que fueran éstos… (Se saca los suyos)… Tendrían que ser de marco más ancho y el coso iría acá… Y de este lado haríamos otro agujerito igual… como que parezcan tornillos… o adornos…
-21-
LUZ- Ni aunque me mande Benavidez me van a dar bola en el hospital. ROSA- No te preocupes. Yo te los traigo de afuera. Me encargo yo. Vos solo tenés que apretar el botoncito antes que llegue él. Y después de que se va, lo apretás de nuevo… Eso sí, por nada del mundo te sacás los lentes… Entendiste?… Tampoco te andes tocando así, o acomodándolos, porque podés tocar el botoncito sin querer o tapar el lente. Estamos? LUZ- Sí. ROSA- Esto lo hago preparar y te lo traigo. A ver, probate estos lentes míos, a ver si te quedan, para saber la medida. LUZ- (Se pone los lentes). Ah, con esto veo borroso… ROSA- ¿Pero te quedan cómodos? ¿No se te caen? ¿No te molestan acá atrás de la oreja? LUZ- Perfectos. ROSA- Devolvemelos. Listo. En un par de días lo tengo hecho. Dame la camarita también. Traigo todo ensamblado. LUZ- ¿Fuiste? ROSA- Sí. Fui. Ojo que a Oliva lo tenés que hacer llamar vos. Sabés? Yo no tengo que participar para nada. LUZ- ¿Te atendió? ROSA- Sí. Es… es una chica muy agradable… muy… culta. Me atendió bien. Estuvimos charlando un buen rato. Nos encontramos en una confitería. Yo le pedí de sacarle una foto, para que la vieras. ¿Querés verla? LUZ- Sí… sí. ROSA- (Busca en el teléfono). Es ésta. Luz mira con los ojos desmesuradamente abiertos, como si quisiera ver más de lo que se puede ver. LUZ- Es parecida a mí. ROSA- Ella dijo lo mismo. LUZ- ¿Le mostraste la foto? ROSA- Si. Le dije y pidió verla. LUZ- Y qué… qué dijo? ROSA- Que son parecidas ustedes… LUZ- Le contaste que estoy presa? ROSA- Le conté todo lo que sé de tu vida. LUZ- ¿Todo?… Leíste el expediente. ROSA- Sí. Lo leí. LUZ- ¿Y qué dijo Blanca? -22-
ROSA- Ella no tiene… rencor… No tiene ningún sentimiento hacia vos. Entendés? No tiene ninguna opinión sobre las cosas que te pasaron. Escuchó todo. Entiende todo. Eso es todo. LUZ- Eso es todo… qué? ROSA- Todo, por ahora. Le dije si le gustaría conocerte… verte… Y me contestó eso: por ahora no. LUZ- … No… No, claro… ROSA- También le dije que para vos sería importante poder escribirle una carta. Y me dijo que sí. Que se la escribas. No aseguró que la fuera a contestar…. “Después vemos”… Eso dijo. LUZ- … ¿Vos tenés una birome para prestarme? -6Rosa sosteniendo un espejo de mano ante Luz Esta tiene colocados unos anteojos de marco grueso. ROSA- Te quedan bien. LUZ- ¿Sí? Me parecen más raros… ROSA- ¿Ves bien? LUZ- Sí. Si me dijiste que no tienen nada de… ROSA- Mirá entonces. Rosa guarda el espejo y le muestra una foto. LUZ-¿Y este quién es? ROSA- Él Juan Manuel. (Silencio de estupor de Luz). Fui al Agote. LUZ- Ah. Él Juan Manuel. Es… es un hombre…grande… ROSA- Sí. No está en el Agote. Se escapó. LUZ- … Ah… y… como?... La foto. ROSA- Del prontuario. LUZ- ¿Pero dónde está ahora? ROSA- Prófugo. No sabemos. LUZ- Bueno. Por lo menos… ¿Qué… ? ROSA- Famoso es. LUZ- ¿… de qué? ROSA- Hombre araña. ¿Viste? Entra en edificios. Trepa. Por lugares increíbles. Una habilidad que tiene. LUZ- Hombre araña… ROSA- Sí. Hace unos meses casi lo agarran. Se salvó porque saltó a otro edificio. Y de ahí a… Se hizo humo. Dicen que era él. La policía dice.
-23-
LUZ- ¡Que capo!… No. Mejor que lo agarren de una. Afuera no va a durar mucho. No sé. Cualquier día se cae. O lo matan. ROSA- No puedo hacer nada. ¿Entendés? LUZ- Y, si no sabés donde está… ROSA- No puedo. LUZ- Claro. ROSA- Hablemos de lo tuyo. LUZ- Ya lo leíste. ¿Qué querés que te diga? ROSA- ¿Por qué? ¿Por qué así… ? La crueldad. LUZ- ¿Crueldad yo? ¿Y ellos? ROSA- No sé. No dice nada el expediente. Que eran todos de una banda de boqueteros. Se presume ajuste de cuentas. No hay nada. LUZ- Uf… Pará las antenas que te cuento. Rapidito. No me gusta… andar… ROSA- Claro. Te escucho. LUZ- Ellos eran tres. El capo era Ortiz. Vinagre era amigo de él. Al Payaso lo llamaron ellos porque conoce mucho de bancos. A mí me buscaron para hacer el Francés. Creo que ellos ya venían haciendo otros antes. Pero no les salió ninguno. Habían puesto el ojo a una casa, justo al lado del banco, que se alquilaba. Necesitaban una mujer, para que diera como familia, entendés? ROSA- Medio raro familia con tres hombres… LUZ- No, gil. Los que alquilábamos éramos Ortiz y yo. Como una pareja. Los otros venían después y no salían más hasta que no se terminara el laburo. La única que movía era yo. Las compras, la comida, todo eso. Arreglamos a partes iguales. Bueno, nos llevó tres meses. Al final un día se hizo. Tenían una camioneta con cúpula. Cargamos todo y rajamos. Vinagre tenía un refugio, para el lado del Tigre, decía. Fuimos para ese lado. Llegamos al lado de un arroyo, yo ni idea ya donde andábamos, y en un muelle había una lancha con motor, tapada con una lona. Bueno, subimos todas las bolsas en la lancha. Dejaron la camioneta ahí. Y empezamos a navegar. Un rato largo. Después arrimaron en una isla. Puro monte, no se veía edificación. Ya no me gustó nada. Entonces bajamos. Las bolsas no. Querían ir a ver primero. Pero hicimos unos metros y Ortiz me agarro de atrás y… empezó todo. Me violaron. Los tres. Después me dejaron atada a un árbol y se fueron. Me habían atado fuerte los hijos de puta. Me parece que han pensado que iba a morir ahí. No entiendo porqué no me mataron. Tardé -24-
dos días en cortar la soga, con los dientes. Después, así, toda sucia, agotada, muerta de hambre me puse en la costa a esperar que pasara alguna lancha. Al final apareció un tipo a caballo. Parece que no era isla el lugar. Y me sacó. ROSA- ¿Qué le dijiste al tipo? LUZ- Nada, le inventé un bolazo. De una pelea con mi marido. No sé si me creyó. Hablaba poco el paisano. Buen tipo. Me llevó a la casa. Estaba la mujer. Me dieron ropa limpia de ella. Y me llevaron a un camino que pasaba un colectivo. Después me hice humo. No quería que me fueran a enganchar, pensaba en la camioneta que habían dejado por ahí. Me tomé un tiempo y empecé a buscarlos. Me llevó tres años. Al primero que encontré fue al Payaso. Me dio trabajo levantarlo, tuve que partirle un fierro en la cabeza. Creí que lo había matado. Lo llevé al lugar que ya tenía preparado. Era en el fondo de la casa que vivía yo. Estaba todo arreglado. Cadenas, candados. Una reja de un portón. Imposible que saliera de ahí. No había vecinos. Y entonces le dije cuando se despertó. Que iba a estar ahí hasta que yo me pudiera juntar con la plata. Que hablara. Que me dijera dónde estaban los otros. Creo que no sabía. Nunca dijo nada. Pasaron como… más de medio año, algo así, y entonces me cruzo un día en la calle con el Vinagre. Mirá que es chico el mundo. Me lo crucé de casualidad en el centro de Moreno. De traje el Vinagre. Por suerte no me vio. Lo seguí. Lo marqué bien. Donde paraba y todo eso. Después me organicé y a los dos días lo fui a buscar y lo traje. A ése boludo lo traté mal. Yo sabía que estaba en contacto con Ortiz. Siempre anduvieron juntos. Al final lo hice hablar. ROSA- ¿Lo torturaste? LUZ- Lo agarré al Payaso. Le bajé los pantalones y le corté el coso de un solo tajo. Ahora te toca a vos, le dije al Vinagre. Y entonces habló. Que la guita la tenía Ortiz. Me dio hasta la dirección. Ahí nomás me fui a buscarlo. Lo traje. Cuando llegamos el Payaso ya estaba muerto. El otro maricón lloraba. Hice lo mismo con el Vinagre. Pero Ortiz no habló. Era un jodido. Matame, decía. Ni cuando lo vio desangrarse al amigo. Entonces se la corté a él. Y no habló. Ni una palabra. Le pregunté a los gritos hasta que se murió. Nada. A mí no me gusta ver sangre, gente sufriendo y todo eso. Pero estos se lo merecían. Y me fui. Al poco tiempo me agarraron. Los tenía que haber enterrado, no sé. ¿Quién se iba a enterar? Pero yo estaba mal. Muy mal me puso todo eso. ¿Entendés? Creo que -25-
no era el dinero, porque si hubiera sido eso podría haber seguido insistiendo. Era el odio que yo tenía adentro. Por eso los maté. Por lo que me habían hecho. Silencio. ROSA- ¿Y yo tengo que creerte? ¿Que no habló Ortiz? LUZ- Te digo la verdad. ROSA- ¿Si te decía donde estaba el dinero vos que hacías? LUZ- No sé. No me dijo. ROSA- ¿Qué hubieras hecho si hablaba? LUZ- No habló, carajo! ROSA- No te creo. LUZ- Pero la puta madre. ROSA- Habló. Y lo mataste igual. Decí la verdad. No me mientas. A mí no me mientas. LUZ- Si me hubiera dicho donde estaba la guita yo no estaría acá. ROSA- No tuviste tiempo de buscarla. Es imposible que no haya hablado. LUZ- ¡La puta madre! ¡Te digo que no habló! ROSA- Catorce millones de dólares. Es mucho. No se lo pueden haber gastado. LUZ- Ah… ahora entiendo. Ahora me cierra todo este interés tuyo. Mirá vos. Así que… Por la guita. Tan sanita que parecías. Perdiste. Ortiz no abrió la boca. No sé nada. ROSA- Sí sabés. Si hacés aparecer la plata vas a estar mejor parada ante la justicia. LUZ- La justicia. Ja. No me hagas reír. ROSA- Hablá Luz. Sería un gesto que te ayudaría mucho. LUZ- Qué vergüenza. Ustedes son todos una vergüenza. Yo creí en vos, sabés? Me cagaste. Sos una hija de puta. ¡¡Rodríguez!! ¡¡Rodríguez!! ¡¡Sacame de acá, Rodríguez!! ROSA- Esperá Luz. Yo nada más quiero ayudarte a… LUZ- Terminala. No sé donde está la guita. Lo único que les importa a ustedes. ¡Rodríguez! ¡¡Abrí!! Luz sale, queda Rosa con los lentes en la mano.
-26-
-7Rosa entra, Luz está sentada. ROSA- Creí que estabas enojada. Me hiciste avisar que viniera. LUZ- Dame los lentes. ROSA- ¿Qué pasa? LUZ- Lo de Oliva. ROSA- ¿Lo vas a hacer? LUZ- Sí. ROSA- ¿Por qué? LUZ- Porque sí. Me da la gana. ROSA- Ah. Seguís empacada. LUZ- Me escribió. ROSA- ¿Quién? LUZ- Blanca Rosa. ROSA- Ah. Qué bien. LUZ- Dice que hablan por teléfono casi todos los días. Con vos. Todos los días casi. ¿Por qué no me contaste? ROSA- Bueno. Es… se ha entablado una relación muy cordial y… LUZ- Cordial las pelotas. Una relación. Carajo. Le contaste todo. Con lujo de detalles. La madre soy yo. Entendés? Yo soy la madre. ROSA- Por supuesto. LUZ- Las cosas se las tengo que contar yo, pelotuda de mierda. Cuando a mi se me cante de contarle. ¿Para qué te metés, eh? ROSA- Yo solo… Luz, nada más quiero ayudar. Para eso la llamo. LUZ- Todo te sale bien a vos, eh? Me escribió la chica. No sé qué novela le hiciste. Te salió bien. Me escribió. Le dijiste que yo era buena persona. Que había tenido una vida de mierda, pero era buena persona. Y me escribió. Todo redondito. Mirá, acá está. (Muestra la carta). (Lee muy lento, con dificultad): “Luz, perdoná no te diga mamá, tal vez un día podamos… Mamá es una palabra grande, tan fácil de decir y tan difícil de sostener… ” (Guarda la carta, está emocionada)… Gracias. ROSA- No. Ella te contesta porque vos le enviaste una carta hermosa. LUZ- ¿Vos como sabés? ROSA- Blanca me leyó algunas partes. Estaba emocionada. Ella me llamó, así empezamos a hablar. LUZ- Bueno. ¿No es tarde, no? -27-
ROSA- ¿Para qué? LUZ- Para empezar a ser la madre de alguien. ROSA- Tenés 34 años. A tu edad muchas mujeres tienen un bebé. Vos hacé de cuenta que te nació una mujer grande. Como de tu edad casi. Que podría ser tu amiga tal vez. Por suerte ella está bien. Tuvo una vida buena y es una bella persona… Qué extraño, ¿no? Es como si vos tuvieras que nacer ahora. Empezar a ser de nuevo. La que tiene que construirse sos vos. LUZ- Tengo que salir de acá, Rosa. ROSA- Ese sí que es un buen deseo. LUZ- Voy a hacer lo de Oliva. Dame los lentes. ROSA- Tomá. Tené cuidado. No hables de esto, ni le cuentes a Blanca si le escribís. Nos vemos. LUZ- Gracias. ROSA- Por nada. ¿Puedo seguir hablando con ella? LUZ- Sí, boluda. Podés. Podés. -8Rosa enojada. Se ve que hace un rato que discuten. Luz también muestra fastidio. ROSA- … ¿Pero qué te has creído, vos?... Yo soy una funcionaria judicial. No estoy al servicio tuyo. ¿Vos te creés que estoy de gusto? ¿Qué no tengo nada que hacer? LUZ- ¿Pero qué tiene de malo? ROSA- Me comprometés en un asunto menor. Eso tiene de malo. Me dejás pegada. LUZ- ¿Asunto menor? La molieron a garrotazos. ROSA- A mi no me importa lo que le pase a la Chuza Peralta. No tiene que ver conmigo. LUZ- Chusca. Chusca. ROSA- Lo mismo. Chusca, Chuza. No tengo nada que ver con eso. LUZ- ¿Cómo que no tenés que ver? ¿No trabajás en la justicia vos? ROSA- Claro que trabajo. Y estoy muy ocupada. En la justicia trabajo. No en la cárcel. No entendés vos. Son cosas distintas. LUZ- Mierda. Carajo. ¿Quién puede hacer justicia acá entonces si no puedo llamar a una jueza que encima es amiga? ROSA- Que nosotras tengamos una relación de amistad es algo privado. Entendé eso. Privado. No tiene porqué saberlo nadie. Y menos el director de la penitenciaría. -28-
LUZ- La Chusca me pedía a gritos que la ayudara. ¿Qué, no podés venir y parar la mano de todos estos degenerados?¿Tengo que dejar que la desfiguren sin hacer nada? ROSA- No sé. No me metas en estos quilombos, Luz. No me hagas hacer estas cosas. Yo tengo una carrera en el Poder Judicial. LUZ- Carrera… Ja. La mataban. La iban a matar a garrotazos. ROSA- ¿No entendés que no podés hacer eso? ¿Que la Corte me hizo un apercibimiento? LUZ- ¿Y vos que hubieras hecho, Rosa? ¿Vos te hubieras encerrado en tu celda y te tapabas las orejas para no escucharla gritar?… ROSA- No sé que hubiera hecho en tu lugar. No sé. No estoy ahí… LUZ- Yo sí sé, pelotuda. Hubieras hecho lo mismo que hice yo. Hubieras llamado a la jueza amiga tuya. Eso hubieras hecho. Y lo sé, me doy cuenta, porque vos sos así, como yo. Por algo viniste. Ni veinte minutos tardaste en llegar. Si cuando entraste todavía le estaban dando. Ja. Qué lindo, te juro que a mí me encantaría ser jueza. El desparramo que se armó. No sabían dónde meterse. Que no, vamos carajo. (Le da una palmada). ROSA- No es mi función hacer eso. No es mi función. El director de la cárcel se quejó. Y con todo derecho. Es una intromisión. LUZ- Dejate de joder. Estuvo bárbaro lo que hiciste. Bárbaro. ROSA- Es la última vez que te atiendo el teléfono. La última. No me llames más. LUZ- Dejate de joder. Ah… tomá. Esto te manda la Chusca. Luz le dá un pequeño paquetito. Rosa desenvuelve todavía ofuscada. LUZ- Es un pañuelito. Lo bordó ella. ROSA- (Mirando el pañuelo). “Gracias”. LUZ- No me agradezcas, te lo mandó la Chusca. ROSA- Sí. Ya sé. Le bordó acá la palabra “Gracias”. LUZ- ¿Ves como es la cosa? La justicia es la justicia. Rosa se la queda mirando.
-29-
-9Rosa seria, de pie. Luz sentada, el rostro entre las manos. Llora. Con ruido. Con dolor. Se ahoga. No puede controlarse. LUZ- ¿Cómo…? No entiendo, Rosa… ROSA- En la de él. Murió en la de él. Le pegaron un tiro. LUZ- La yuta… ¿fue la yuta? ROSA- No… Un viejo. Un viejo sentado en una silla de ruedas. Sacó un 38 largo de un cajón y… LUZ- Dios mío, pobrecito… Pobrecito Juan Manuel… Un inválido… Lo mató… Dios mío… Rosa, no sé porque lloro… Mi hijo nunca lo vi. Para mí es esa foto de prontuario que… me mostraste… Nunca voy a saber qué voz tenía… que le pasaba… Rosa, por favor… (se ahoga en llanto)… No me dejes llorar más… Creo que me voy a morir… Ayudame Rosa, ayudame por favor… no sé… no sé cómo hacer para… dios mío, qué dolor… (está retorcida, en un espasmo de angustia) Rosa la abraza. Al principio con cuidado, luego fuerte. ROSA- Vamos Luz. Hay cosas que están mejorando. Sé que es tonto decir esto pero… Es que sentir dolor por lo que se pierde, sentir dolor cuando hay dolor, llorar, por ejemplo, está bien. Está bien Luz. Está bien. Y hay otra cosa que quiero decirte. Pará. Escuchame. Por favor, Luz. Blanca viene este domingo a verte. ¿Me oís? Viene a verte acá. En la visita. ¿Querés? ¿Le digo que sí? ... LUZ- ¿Blanca?… ¿Acá?... Vos… vos sos… ¿Por qué me hacés esto? ROSA- ¿¡Qué!?... ¿No querés? LUZ- Acá. A verme acá. Enterrada en esta mierda. Atrás de las rejas. Con un hijo muerto recién. ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué Rosa? ROSA- Porque estás empezando a tener una vida, Luz. Una vida donde hasta el dolor vale la pena. Una vida nueva, donde vos le importás a algunas personas, por ejemplo a mí. Y a Blanca. Ni más ni menos que a Blanca. ¿La vas a recibir? LUZ-Claro que sí. Voy a… Tengo un mechón con canas. Horrible. ¿El domingo dijiste? ROSA- El domingo. Te traigo una tintura. No importa eso. No importa el pelo. Tenés que querer recibirla. Si no querés le digo que esperamos un tiempo. Para ella es difícil también. -30-
LUZ- ¿Qué tiempo, boluda? Traeme la tintura. Una bolsa de facturas me podrías conseguir. Yo preparo el mate. Carajo, no sé si toma mate. ROSA- Sí, toma mate. Y no te preocupes, ella seguro va a traer masas finas. O algo así. LUZ- Masas finas… masas finas… ¿Y vos que sos jueza no podés conseguir unas putas facturas? ¿Qué? ¿La tengo que recibir así sin nada, porque estoy presa? No podés, ¿vos no podés mandar una docena de factura? ROSA- Si. Quedate tranquila. Te mando. Te mando... LUZ- ¿Te gustó? ROSA- ¿Qué…? LUZ- Lo de Oliva. ¿Sirvió el video? ROSA- Sí. Perfecto. Ya lo separaron. LUZ- ¿Lo separaron? ROSA- Sí, no está más de defensor. LUZ- Ah. No está más. De defensor no está más. ¿Y dónde está? ¿Qué? ¿Lo pusieron en otro lado? ¿Porqué no lo echaron a la mierda, eh? ROSA- Y… es un proceso que tiene sus reglas, no es todo rápido. Por ahora está separado y… LUZ- Perdoname, Rosa… Yo creí que… Separado. Mirá vos. O sea que yo me jugué la cabeza con este gordo podrido y el tipo sigue ahí, girando, en otra oficina. Sigue el proceso, con las reglas… Qué bien. ROSA- La justicia tiene sus tiempos, Luz. LUZ- ¿Y me lo decís a mí que hace cuatro años que espero el juicio acá adentro? A mí me lo decís. ROSA- Hay buenos comentarios sobre lo que hiciste. Te va a ser muy favorable LUZ- Me imagino. ROSA- Te mando eso. Suerte el domingo. LUZ- Dale. - 10 ROSA- Voy a excusarme. LUZ- ¿Qué… excusar… que decís? ROSA- Que voy a excusarme. LUZ- ¿Qué querés decir? ROSA- Que tu caso pasará a otro juez. LUZ- Pero… ¿Por qué? ROSA- Porque… hemos ido forjando una amistad, con vos, -31-
con tu hija, hay un aprecio personal, que… que realmente impediría que yo sea objetiva… LUZ- Pero… ¿A quién carajo le importa? Me está por salir el juicio, lo tenés vos… ¿No decís que querés ayudarme? ROSA- Lo que yo quiero es que salgas en libertad. Pero no están dadas las condiciones, quiero decir… Los crímenes, tu participación en el robo… LUZ- Mirá vos… bueno… ROSA- Lo del robo está probado. No podemos acreditar lo de tu violación, porque no hubo siquiera denuncia. Si por lo menos… LUZ- ¿Qué? ROSA- Si Ortiz hubiera hablado… digo… Si se pudiera devolver el dinero robado… eso sería un atenuante muy importante… LUZ- Ojalá pudiera decirte que sí, que yo sé donde está… La verdad… ni idea… ROSA- Así no podría… Voy a excusarme. LUZ- Me agarra otro juez. No salgo más de acá. No me hagas eso. ROSA- Y… vas a estar muchos años. Luz, estás complicada. Vos lo sabés. LUZ- Vos podrías ayudarme. Si quisieras podrías. Me das ocho años, con los cuatro que ya me comí acá, en cualquier momento estoy afuera. Vos podrías. ROSA- Eso es lo que yo quiero. Pero no corresponde. No estaría impartiendo justicia. Mi deber es… LUZ- Deber. Justicia. Cuanta boludez. ¿Por qué llenás todo de palabras huecas? Si vos querés, podés. Porque estás en ese lugar. Sos jueza. ROSA- ¿Vos no entendiste lo de la ética, no? ¿No entendés cuando te digo que no corresponde, no sería ético? Me pagan para que haga bien mi trabajo. LUZ- No sé porqué me parece que es otra cosa. ROSA- ¿Qué decís? LUZ- Otro interés. Mucho esfuerzo para encontrar el dinero robado… Algo raro me suena. ROSA- No sé que insinuás. LUZ- Que me parece que me estuvieras coimeando. ROSA- ¡¡¿ Yo ?!!… Voy a excusarme. Ya está decidido. Y vamos a interrumpir estas visitas. No corresponden tampoco. Lo siento, yo quería ayudarte pero… -32-
LUZ- ¿Pero qué? ¿Pero qué? ¿No colaboré yo con lo de Oliva? ¿No te conté todo, con lujo de detalles? ¿Qué más querés que haga? ¿Qué querés? ROSA- No puedo ser juez en tu caso Luz. Lo siento. LUZ- Estoy haciendo la primaria, empecé la escuela. ROSA- Te felicito. Perdoname. Me voy a excusar. No puedo. Rosa empieza a salir. LUZ- Rosa… Arroyo Toro y Andresito, en el Tigre. Una casa violeta abandonada. Lo enterró debajo de un árbol que en septiembre florece de rojo. ROSA- ¿Eso dijo Ortiz? ¿Porqué no fuiste? LUZ- Fui. Pero era Mayo. Había miles de árboles, ninguno con flores rojas. - 11 Luz sola en la celda. Sentada. Es obvio que espera hace bastante. LUZ- ¡Rondamón!… traete unos mates. Dale. Sé bueno… ¿Qué? ¿Te los tiene que pedir la jueza a vos? Mirá que sos forro vos… Dale, boludo, ¿qué te cuesta?... Se abre la reja. Aparece Rosa. Trae una matera de cuero. ROSA- Ya está. Mirá. Así es más fácil. ¿Ves?... (Saca el termo). LUZ- Dame. Yo lo hago. ROSA- Tenés fecha. Del juicio digo. La semana que viene, el 10 de octubre. LUZ- El 10 del 10. Vamos a jugarle. Poneme 10 pesos, cabeza y diez, en redoblona. ¿Sabés jugar a la quiniela vos? ROSA- Dejate de joder, Luz. LUZ- No. No sabés. Bueno, tomá los diez pesos. Vas a una agencia y preguntás como se hace. Cabeza y diez. Redoblona. Te vas a acordar. Todo diez es. Tomá los diez pesos. Dale, agarrá. Rosa toma el billete sin decir más y lo guarda en la cartera. ROSA- Ayer fuimos… Al Tigre. LUZ- Ah... ¿y?
-33-
ROSA- Estaba el árbol. Era el único con flores rojas. Era el más grande. Se llama Acacia mansa. Así, como en diagonal a la casa, entre la casa y el río. LUZ- No me acuerdo. No me acuerdo nada casi … ¿Estaba? ROSA- Lo encontramos. Tuvimos suerte. Esto va a mejorar muchísimo tu situación. LUZ- ¿Cuánto me vas a dar? ROSA- ¿Eh? LUZ- La sentencia, la condena. ROSA- Ya le pasé la causa a otro juez. Te dije que me iba a excusar. LUZ- Pero… Si te dije todo lo que querías saber… y… ¿Por qué? ROSA- Hice todo lo que pude para ayudarte. Si seguía con la causa era… contraproducente. LUZ- Contraproducente, eh?... Contraproducente, mirá vos. ¿A dónde está la guita? ROSA- Depositada en sede judicial. Figura en el expediente. LUZ- Ajá… ¿Seguro? ROSA- Por supuesto. ¿Querés ver? LUZ- Dejá. Dejá. ROSA- No te preocupes más por ese dinero, Luz. Nunca fue tuyo. Ocupate de vos. Tenés que estar bien en el juicio. Contá todo lo que pasó. Como me lo contaste a mí. Toda la verdad. Vino el defensor nuevo, me dijeron… LUZ- Sí. Parece bueno. Muy joven. ROSA- Creo que es muy capaz. LUZ- Ah, gracias por las facturas. ROSA- Ah, cierto. ¿Cómo te fue con Blanca? LUZ- Y… no sé. Es raro, no?... Parecía como que éramos… amigas, no sé… conocidas de antes… Al principio le pedí perdón. “Perdoname, Blanca, perdoname”. Así le dije. Ella me dijo “¿Por qué?”. Como si yo no le hubiera hecho nada. Como si no le hubiera hecho nada. Y me sonreía. Y le pregunté cómo había aprendido a tocar el piano. Entonces ella dijo: “me enseñó mi mamá”. Y yo sentí como un cuchillo clavado acá, en el medio del pecho. Ni le dije nada, pero se me habrá notado. Fueron unos segundos. Ella agregó: “mi mamá del corazón”. Y ahí sentí como, no sé, un agradecimiento. Eso, como ganas de decirle gracias. Gracias hijita. Pero me había quedado muda. Y entonces la abracé. Y lloré, y lloré. Mirá que me había jurado. Puta madre. Lloré y le puse empapado de lágrimas el vestido -34-
blanco tan bonito. Y vos sabés que ella empezó a llorar también. ¿Y sabés? Ella tenía perfume, como de bebé. Y yo pensaba: “es mi bebé” y no podía parar. Carajo. “Que boludas” dije yo, todavía sin dejar de abrazarla. Y entonces nos empezamos a reír y no podíamos parar de la risa. Una cosa!... Y después le dije que quería escuchar. Como tocaba el piano. Y ella me puso un pedacito de un concierto. En el celular. Y era tan hermoso eso que tocaba. Y como me gustó me regaló el disco. (Saca el disco de entre las ropas) Pero no lo pude escuchar porque acá… Y hablamos y nos contamos cosas. Y… ROSA- ¿Y…? LUZ- Que voy a salir de acá, Rosa. Tengo que dejar esto. Y tengo que terminar la escuela. Tengo muchos planes, muchas ganas de… ROSA- (Saca un discman de la cartera). ¿Querés escuchar el disco? Luz se lo tiende sin decir palabra. Rosa lo enciende y le pasa los auriculares. El concierto que escucha Luz, con los ojos abiertos por el asombro es lo que escuchan los espectadores. - 12 Luz está sentada, notoriamente abatida. Está vestida algo más prolijamente. Rosa entra casi como si no quisiera interrumpir su dolor. Se queda en silencio. LUZ- Doce años. Doce. ¿Te parece a vos? Yo tenía que salir ahora. Ahora me tenía que… Puta madre. ¿A vos te parece? ROSA- Y… LUZ- ¿Y que, estúpida? ROSA- No está tan mal, Luz. LUZ- Ah. No está tan mal. Llevo cuatro años acá. Pero doce no está tan mal. Y… mejor que perpetua es. Tan mal no está. Claro. Para el que está afuera… ROSA- Son tres crímenes, Luz. Y la participación en el robo. Tu defensor hizo lo que pudo. Al cumplir la mitad de la condena si tenés buena conducta y estás estudiando vas a salir. Llevás cuatro años, te quedan dos. Si hacés bien las cosas te quedan dos. LUZ- (Son furia). ¡Si vos no le hubieras dado el caso a este otro juez, vos podrías haberme dado ocho años y yo salía ahora!.
-35-
ROSA- Pero oíme. No pudimos acreditar lo de tu violación, toda la historia que vos contás no hay como demostrarla. El hombre que te rescató en la costa, el del caballo, no lo pudimos ubicar nunca. No sabemos donde ocurrió la violación, por lo tanto no sabemos donde vive el paisano ese. LUZ- (Desaforada). ¡¡Podrían creerme lo que les cuento!! Podrían creer alguna vez en lo que les digo. Si no fuera cierto yo no los hubiera matado. Vos sabés que no los hubiera matado. Pero no me creyeron. No hay pruebas. ¿Querés mas detalles? ¿Querés saber cómo fue? Primero me agarró Ortiz, me arrancó la ropa. Los otros lo ayudaban. ¿Querés que te cuente la risa del Payaso? ¿Querés que te cuente como se reía el hijo de puta?... ROSA- Por favor, Luz… LUZ- Pero no me creen. Así son todos ustedes. Yo soy la violada, pero nadie me cree. ROSA- La justicia necesita probar los hechos, Luz. No es personal. No es contra vos. LUZ- ¿Vos me creés Rosa? ROSA- Yo te creo. Pero vos creéme Luz, si yo hubiese sido la jueza, no podría haberte dado menos. LUZ- Está bien, dejá nomás. Dejá. ROSA- Creéme que desde el punto de vista jurídico el fallo está… LUZ- Jurídico. Jurídico. ¡Eran catorce! ¡Catorce! ROSA- ¿Eh? LUZ- Catorce palos verdes. No te hagás la idiota Rosa. ROSA- Si, en realidad… LUZ- Y dijeron que encontraron doce. Doce millones de dólares. ROSA- Es lo que había. LUZ- ¿Ah, sí? Ortiz y los otros no fueron nunca. Después que me violaron fueron y lo enterraron. Y no volvieron más. Iban a esperar cuatro años. Y yo los encontré antes. Faltan dos millones Rosa. Dos palos verdes. ROSA- Pero por favor Luz. Fui personalmente con una comitiva judicial. Es lo que había. LUZ- Yo escuché lo que leyeron, ¿eh? No soy tan boluda. Que la tierra parecía removida en algunos sitios. ROSA- ¿Qué querés decir? LUZ- Nada. Quiero que vos digas. Qué pasó con los dos millones.
-36-
ROSA.- No tengo nada más que decir. LUZ- Claro. No tenés más que decir. Qué bien. Flor de turra resultaste. ROSA- Por favor. Terminala. Te estoy ayudando. LUZ- ¿Vos me ayudás? Me hacés devolver la guita, te afanás dos millones para vos, no agarrás el juicio y el otro juez me sacude doce años. No, dejá, no me ayudés mas. No me ayudés más por favor. ROSA- En dos años estás afuera, Luz. LUZ- La que estás afuera sos vos. Yo estoy acá. Me jodiste. Me jodiste. Me hiciste creer que… Andate. Andate. ¡Rajá! ROSA- (Empieza a salir, luego se vuelve y le entrega un paquete pequeño). Ah, tomá. Esto es tuyo. Salió el diez. LUZ- Dame. Son casi cinco lucas. Menos mal que te acordaste. Ya que te afanaste dos palos verdes, a vos no te van a hacer falta. Rosa sale, sin decir palabra. LUZ- Hija de tu puta madre. Qué mundo de mierda, carajo. Que bosta. Cinco lucas me dio. De lástima, seguro, capaz que ni salió el diez. (Mira hacia afuera para comprobar que el guardia no está). Lo voy a contar porque esta capaz que me jodió en esto también. (Abre el paquete y cuenta, verifica con alivio que está todo. Detrás del último billete aparece un naipe). ¿Y esto? Una carta. El dos de bastos. ¿Qué quiere decir esto? ¿Dos de basto?… ¿Dos?… Garrotes?… mm, no, no… Ramas. Dos ramas. No… Dos palos… ¡Dos palos… verdes! ¡¡Dos palos verdes!! (Da vuelta la carta y con esfuerzo lee). “Parque Los Andes. Chacarita. Al centro justo de los 8 metros que separan a dos árboles que en octubre florecen de azul” En Octubre florecen de azul… Dios mío… Que idiota soy… ¡Rondamón! Dale boludo. Abrí. ¿Se fue la doctora?… Atajala, boludo, llamala… ¿Qué Malco, pelotudo? ¿No sabés distinguir a una gran persona? ¿Cómo faltás el respeto así? Lavate la boca cuando hablás de la doctora González. Lavate la trucha, gil… ¿Ah, se fue?… Carajo… Y abrime, que me pierdo la clase. Dale. Vamos con ese llavero. Vamos, que el tiempo pasa volando y tengo mucho que aprender yo. Mucho que aprender de la vida, boludo. Mucho que aprender… ¿Cómo qué? Aprender a… a no morder la mano… Eso tengo que aprender. Todos
-37-
tenemos que aprender eso. No morder la mano… Claro, que vas a entender vos… Dale rati, vamos. ¡Vamos que salimos, eh! Salen. Ruido de la reja que se cierra. Y el concierto que sube mientras baja la luz. FIN
-38-
EL CONCURSO Autor: EDUARDO ROLDÁN
-39-
EDUARDO ROLDÁN
Comienza en 2005 a colaborar en prensa; desde el 2007 mantiene una columna de opinión semanal en El Norte de Castilla, donde también contribuye en el suplemento cultural La sombra del ciprés con reseñas de literatura, cine y jazz, y con artículos de fondo sobre cine en su sección Panteón de Plata. Ha guionizado para RTCyL y publicado los poemarios Haikus de jazz y El silencio de la piedra [I Premio Nacional de Poesía Treciembre]; la novela corta Habitación 221, y las obras de teatro Caso Norma [XIV Premio Nacional de Teatro José Martín Recuerda] y La última palabra [Segundo Accésit de Teatro Breve del VIII Certamen de Teatro Dramaturgo José Moreno Arenas]; su pieza Agua turbia fue representada en Madrid en agosto de 2017. Tiene escritos varios guiones y participado en el guion del cortometraje Hermanos [Roel de Oro 2016 en el Medina Film Festival y reconocido en distintos festivales internacionales]. Su más reciente publicación es la novela Ámsterdam in fine (2018).
-40-
PERSONAJES ADÁN QUINTANA: hermano menor de Mateo (por apenas un año); escritor de cierto renombre. MATEO: hermano mayor, profesor de literatura en la Universidad. ADRIANA: mujer de Mateo y cuñada de Adán. ARIADNA: hija de Mateo y ahijada de Adán. ARES (seudónimo de trabajo): agente literario de Adán (entre otros). BELAFONTE: miembro del Consejo Editorial de MEDUSA, miembro del jurado del premio literario de cuentos MERCURIO. CARMELA CASTAÑO: poetisa, miembro del jurado que falla el premio MERCURIO. BLANCA ARIZA: editora menor, miembro del jurado que falla el premio MERCURIO. -41-
ESCENA PRIMERA (La luz ilumina a una persona sentada en una butaca en el extremo izquierdo del escenario, junto a una mesilla en la que hay un teléfono y un café (plato y taza); descuelga el teléfono, marca un número; el teléfono suena, se oye descolgar y otro haz de luz ilumina a otra persona en el extremo opuesto del escenario, también con un teléfono delante que descuelga y contesta. El resto del escenario permanece oscuro). ARES: Ares sociedad limitada. ADÁN: Por fin. Lo llevo intentando dos días. ¿No escuchas tus mensajes? ARES: Iba a llamarte ahora mismo. ADÁN: Casualidad. (Breve pausa). Bueno, entonces qué. ARES: Belafonte me ha confirmado que existen posibilidades. Él está más que interesado, y casi seguro tiene convencido a otro. (Breve pausa). Entonces faltaría sólo uno más. (Pausa). ADÁN: Ya. ARES: (Inmediato). ¡Adán! ADÁN: Vale, vale. Y esas... posibilidades de las que hablas, de qué dependen. En concreto. ARES: No están seguros de la viabilidad comercial del libro. ADÁN: No te pago para que me cuentes cosas que ya sé. ARES: Dudan de los autores vírgenes. Y dudan también de las colecciones de cuentos. ADÁN: Pero si yo ya he publicado. ARES: Publicas una columna semanal en un diario de provincias, Adán. Estamos hablando de otra cosa. (Pausa). Oye, me he cansado de hablarlo con Belafonte, y él con los otros. Pero quieren, necesitan cierto nombre. ADÁN: Yo tengo nombre. El más antiguo del mundo, por si fuera poco. ARES: No tiene gracia. ADÁN: Ninguna. Es lo de siempre. ARES: No es lo de siempre. Ya te he dicho que hay posibilidades. (Breve pausa). Posibilidades reales.
-42-
ADÁN: Pues eso. Lo de siempre. ARES: Esta vez no. Contamos... con una baza oculta. (Breve pausa). El Mercurio. ADÁN: Oculta sí es, porque no entiendo nada. ARES: ¿No has leído el periódico? ADÁN: Hoy no. Escribo en ellos, pero los leo cada vez menos. ARES: Pues deberías. El Mercurio es un concurso literario que se acaban de inventar. Lo convoca una tal Fundación Margen, y pretende convertirse algo así como el Planeta de las narraciones breves. ADÁN: Un concurso literario. Genial. Ciertamente una baza oculta. Y sobre todo muy fiable. ARES: Espera. Aparte de los noventa mil euros de premio, que no... ADÁN: ¿Cuánto? ARES: Noventa mil. ADÁN: Caray. (Breve pausa). ¿Por un relato corto? ARES: Sí. ¿Puedo seguir? Aparte de los noventa mil, que no me negarás incentivan a presentarse... ADÁN: Lo admito. ARES: Hay otra recompensa extra que las bases del concurso no mencionan. ADÁN: Qué es... ARES: Belafonte me ha asegurado que todo el Consejo Editorial estaría de acuerdo en publicar tu libro si ganas el concurso. ADÁN: Que es como si me tocase la lotería. (Breve pausa). ¿Y esa es toda nuestra gran baza? ARES: No he terminado. Belafonte me ha deslizado off the record que le han pedido formar parte del jurado. (Pausa). Contando Belafonte, en total serán tres miembros. (Pausa). ADÁN: ¿Ares? ARES: ¿Sí, Adán? ADÁN: ¿Comemos mañana? Invito yo. (Los dos focos de luz descienden hasta el apagón, con los dos personajes sujetando todavía el teléfono. Silencio. ARES vuelve a iluminarse con la misma luz anterior, y sigue sentado en su mesa en la misma posición; descuelga el
-43-
teléfono y marca un número. Sonido de teléfono móvil, un tono identificable. La misma luz de antes ilumina a otra persona en el mismo lugar donde antes se encontraba ADÁN; aparece de pie, viste un traje elegante y sostiene un teléfono móvil, ambos de aspecto muy caro. El resto del escenario permanece a oscuras). BELAFONTE: (Cortante). Sí. ARES: Soy yo. BELAFONTE: (Más relajado). Cuéntame. ARES: Los oídos le hacían chiribitas. Mañana mismo presenta el cuento. BELAFONTE: ¿Tienes mi copia? ARES: Aquí mismo. Te llevo el sobre cuando me digas. BELAFONTE: ¿Te va bien en el irlandés a las ocho? ARES: Me va chévere. BELAFONTE: Pues nos vemos luego. ARES: Seré puntual. (La luz desciende hasta el apagón). - ESCENA SEGUNDA (Luces. MATEO en el centro del escenario, sentado en la mesa de su estudio corrigiendo exámenes: una mesa con un flexo encendido, pilas de folios, un par de diccionarios, un bote con bolígrafos, etcétera, todo ello repartido por la mesa sin una disposición especial. MATEO coge un examen, lo mira y pulsa unos números en la calculadora, con un rotulador rojo en la mano que suma; vuelve la hoja del examen y pulsa otros números. Suma las cifras acumuladas y se queda mirando el resultado en la pantalla de la calculadora. Se recuesta en la silla con el examen en la mano. Pausa. Vuelve a dar un par de vueltas al folio, mirándolo. Finalmente lo deja en una pila a su izquierda y coge otro examen de la pila de la derecha. Quita el capuchón a su rotulador rojo de corrección y comienza a leer el nuevo examen, pero se detiene. Pone de nuevo el capuchón en el rotulador y devuelve el examen recién cogido a la pila de la derecha. Toma otra vez el examen anterior de la pila de la izquierda, le echa un último vistazo). MATEO: (Evidentemente para sí, resignado). Éste al menos es legible, y sin faltas. -44-
(MATEO busca el nombre en los folios, lo lee. Breve pausa. Asiente conforme. Escribe la nota con el rotulador rojo y deposita el examen en una pila a la derecha suya, más allá de la que tiene al lado, de donde toma los exámenes para corregirlos. Coge otro, el que antes había tomado y vuelto a dejar. Se recuesta en la silla, mirando al frente. Breve pausa. Agarra la cafetera y pretende servirse un café, pero no queda nada. Se dispone a levantarse cuando suena el teléfono del despacho. Descuelga). MATEO: Dígame. (La luz ilumina el extremo izquierdo del escenario y se ve a ADÁN al teléfono, sentado en su butaca). ADÁN: Mateo. MATEO: Adán. ADÁN: Qué tal, qué haces. MATEO: Corrigiendo. (Breve pausa). Hago como que corrijo. ADÁN: Muy liado. MATEO: Evaluaciones. Lo normal. (Breve pausa). Dime. ADÁN: Nada especial. MATEO: Nada especial. ADÁN: Nada. Que si dabas una vuelta. (Pausa). Pero si estás corrigiendo... MATEO: Hago como que. Dime, qué propones. ADÁN: Café o cerveza. Nada especial. (Pausa). MATEO: No debería... ADÁN: Como quieras. MATEO: ... Pero a una vuelta en bici no te diría que no. A ver si me oxigeno. ADÁN: ¿En la plaza en media hora? MATEO: Lo cierto es que no debería. ADÁN: Hasta ahora mismo. (Cuelga). (Las luces descienden hasta el apagón). (Sonido ambiente de fondo muy suave: pájaros, viento moviendo hojas, ruedas de bicicleta girando. Luces, de tono lo más natural posible. ADÁN y MATEO, en ropa de deporte, andando en bicicleta, uno junto al otro, ambos de cara al público. El resto del escenario permanece a oscuras). -45-
MATEO: ¿Damos otra? ADÁN: ¿No te apetece una cerveza? MATEO: ¿Cuántas llevamos? ADÁN: Con esta hacemos diez. MATEO: ¿Diez, seguro? ADÁN: Sí, nueve o diez. MATEO: ¿Hacemos nueve o hacemos diez? ADÁN: No, diez; seguro. (Pausa). (cont.) Bueno, qué. ¿Otra o no? MATEO: Si dices que llevamos diez... ADÁN: Sí. MATEO: ... Si quieres lo dejamos. ADÁN: Tú mismo. MATEO: No, a mí me da igual. (Pausa). ADÁN: Venga, vamos a tomar algo. Que tienes que corregir y luego me echas la bronca. (La luz desciende hasta el apagón). (Ruido de bar: vasos tintineantes, voces y música de fondo. Luces. MATEO y ADÁN sentados en una mesa del bar). ADÁN: (Bebe un trago). Ummm... qué bien entra después de moverse un poco. (Deja el vaso). (Breve pausa). Bueno, qué. ¿Alguna nueva? MATEO: Nada, ya te digo. De evaluaciones. Corrigiendo entre la duda y el tedio. Más o menos como siempre. ADÁN: Ningún Quevedo por descubrir. MATEO: Tengo alguno muy inteligente, pero ya sabes: tienen quince años. ADÁN: (Asintiendo). Ya. (Saca un paquete de tabaco y enciende un cigarrillo; bebe un trago). MATEO: (Bebe). ¿Y tú? Muy bueno el artículo del lunes. ADÁN: Gracias. (Pausa). Parece que hay posibilidades de que por fin me publiquen los cuentos.
-46-
MATEO: (Entusiasmado). ¡Pero Adán! ADÁN: Según mi agente. (Suspira). Que va a decir él. MATEO: No seas. Verás como sí. (Levanta su vaso). Brindo por ello. (Bebe). (Pausa). ¿Y en dónde te publicarían? ADÁN: En MEDUSA. MATEO: ¡Jod!... er, iba a decir. ADÁN: Sí, si al final saliera... MATEO: Enhorabuena. Te lo mereces. Brindo de nuevo. (Levanta su vaso y bebe). (Pausa). ¿Los he leído yo todos? ADÁN: Hay un par que todavía no te he enviado. (Breve pausa). A mí me gustaría meter doce o catorce. Menos, no. (Bebe). (Pausa). Sí doce o catorce. Pero no lo comentes hasta que no sea definitivo, ¿vale? (Pausa. Mira su vaso). ¿Te pido otra? MATEO: Una sin alcohol. (ADÁN se levanta y sale. Silencio. Vuelve con dos vasos de cerveza. Tiende un vaso a MATEO). ADÁN: (Sentándose). No tenían sin alcohol. (MATEO coge el vaso que se le ofrece y bebe antes de posarlo en la mesa). MATEO: Gracias. (Pausa). ADÁN: Bueno, y cómo está mi chica. MATEO: Contando cada minuto que le falta para el sábado. Está volviendo loca a Adriana con una falda que quiere. ADÁN: ¿Sabes si ha pedido alguna cosa más? MATEO: Pregunta a Adriana; a mí no me ha dicho nada. ADÁN: Luego la llamo. (ADÁN bebe. MATEO bebe). MATEO: Entonces vienes el sábado. (Breve pausa). Que se venga también si quiere... (Titubea). ADÁN: Felicia. Lo hemos dejado. MATEO: Lo siento.
-47-
ADÁN: De mutuo acuerdo. (Apaga el cigarrillo que ha estado fumando). No te preocupes, gracias. (Breve pausa). ¿Cumple quince o dieciséis ya? MATEO: Dieciséis. No deja de repetir que por fin va a ser legal. (La luz desciende hasta el apagón). - ESCENA TERCERA (Luces de salón. En el centro del escenario bajo una gran lámpara, una mesa con fuentes de comida ya servida, platos ya utilizados, un par de botellas de vino, etcétera, y una tarta de cumpleaños sin partir y con las velas encendidas; alrededor de la mesa, sentados, vemos a ADÁN – en la cabecera izquierda de la mesa -, a MATEO y ADRIANA – en el medio, de cara al espectador: MATEO al lado de ADÁN y ADRIANA al lado de ARIADNA – y a ARIADNA – en la cabecera derecha -). ADÁN, MATEO Y ADRIANA: (Al unísono, con entonación). “Te deseamos todos/ cumpleaños feliz”. (Ariadna sopla las velas. Aplausos). ADÁN: (Aplaudiendo). ¡Bra-vo! (Los aplausos remiten hasta el silencio). ADRIANA: ¿Algún deseo? ADÁN: A ti te lo va a decir. ARIADNA: Que luego no se cumplen. ADÁN: Lo ves. ADRIANA: O sea que más de uno. (Coge un cuchillo que tiene al lado y se lo tiende a ARIADNA). Toma. Con cuidado. (Pausa. ARIADNA mira a su madre un par de segundos y luego coge el cuchillo. Silencio) MATEO: (A ADRIANA) Tampoco hay prisa. (ADRIANA mira a MATEO. Pausa)
-48-
ADRIANA: (Sacando un pequeño sobre del bolsillo y tendiéndoselo a ARIADNA). Felicidades. MATEO: Felicidades, hija. ARIADNA: ¡Un sobre, sí! ¡Justo lo que quería! (Coge el sobre pero no lo abre). ADÁN: Ja já. Venga, pesada, no te hagas la interesante. ARIADNA: (Abre el sobre y saca una tarjeta). (Leyendo). “Vale por un conjunto a elegir en la boutique que la propietaria de esta tarjeta prefiera”. (Entusiasmada). ¡Mamá! (Se acerca a ADRIANA, la abraza y la besa exultante. Luego se acerca a su padre). Papá, muchísimas gracias (Abrazo y beso, también cálidos pero menos impetuosos). ADÁN: No es justo. Yo también quiero. ARIADNA: (Regresando a su sitio). Sin regalo, no hay beso. ADÁN: Si me refiero al vestido. (Pausa). ARIADNA: Anda, tío, pásame tu plato. (Breve pausa). ADRIANA: Espeeera ... ARIADNA:(Con el mismo entusiasmo que antes). ¡Tío! (Al momento, con falso desdén). Bah, no me lo había creído ni por un segundo. (Mira a su tío, esperando. Pausa). ADÁN: Cariño, lo siento de veras, pero es que esta semana... ADRIANA: Calla ya, pesadón. (Saca lo que parece un libro envuelto en papel de regalo de debajo de su silla y se lo tiende a ARIADNA). Felicidades de nuevo, hija. ARIADNA: (Cogiendo el libro que se le ofrece). ¡Mamá! ADRIANA: Éste es sólo de tu padre. ADÁN: ¿Sí? ¿Y cuál es? ADRIANA: A mí no me mires, no ha habido manera. ARIADNA: (Abre el paquete y saca un volumen en pasta dura y de color oscuro, muy lujoso). (Leyendo). “El hombre que fue Jueves”. Ge Ka Chesterton. ADÁN: (Silba admirado). Menuda edición. Yo también quiero. (ARIADNA se dirige al sitio de su padre y le abraza y besa otra vez).
-49-
ARIADNA: Muchas gracias, profe. MATEO: Lo leí por primera vez a tu edad y me pareció un tesoro. ADÁN: Doy fe. Hay que ver cómo pasaba de su hermano el pequeño. (ARIADNA regresa a su sitio. Breve pausa. ADÁN saca de debajo de su silla lo que también parece un libro envuelto, éste en papel de periódico, y se lo tiende a ARIADNA). No voy a ser yo el único. Felicidades, cariño. (ARIADNA corre hacia el sitio de su tío y le abraza y besa impetuosa). ARIADNA: (Muy rápido). Gracias-gracias-gracias-gracias... ADRIANA: Anda que... (ARIADNA comienza a abrir el paquete). ADÁN: No es ni remotamente tan especial como el de tu padre, pero espero que también lo disfrutes. ARIADNA: (Mira la tapa del volumen, de un rojo intenso). (Sin terminar de comprender). Tío, es una encuadernación a tu nom... ADÁN: Lo que esperemos llegue a convertirse en mi primer libro. ARIADNA Y ADRIANA: (Al unísono). ¡Enhorabuena, tío!/ ¡Enhorabuena, Adán! (Breve pausa. ADRIANA mira a MATEO sentado). ADRIANA: ¿Tú lo sabías? MATEO: (A ADÁN). O sea que ya es seguro. ADÁN: (A ARIADNA). Ábrelo por la primera página. ARIADNA: (Leyendo) “Para la más legal de las ahijadas. Que al menos cumplas dieciséis veces dieciséis. Con cariño infinito de tu tío y padrino”. Y luego la firma. (ADRIANA aplaude. ARIADNA vuelve a acercarse a ADÁN y otra vez le besa).
-50-
ADÁN: ¿De verdad te ha gustado? ARIADNA: Jo, tío, muchísimo, es... (Se detiene por la emoción). ADRIANA: Bueno, va. Anda, corta la tarta y sirve a tu tío. (ADÁN ofrece su plato a ARIADNA; ésta lo coge). ADÁN: Un buen trozo, que todavía estoy creciendo. (ARIADNA corta un trozo de tarta y devuelve el plato a ADÁN). ARIADNA: Papá, tu plato. MATEO: Estoy lleno, gracias. (La luz desciende hasta el apagón). - ESCENA CUARTA (Sonido de un teléfono sonando. Haz de luz que ilumina a BELAFONTE en el extremo izquierdo del escenario: la misma luz y la misma posición que en la escena primera, también el mismo teléfono móvil; pero viste un traje distinto – y de distinto color -. Alguien descuelga. La luz ilumina a ARES: en la mesa de su despacho – igual que en la escena primera -, sentado al teléfono en el extremo opuesto del escenario. El resto del escenario permanece a oscuras). ARES: Ares sociedad limitada. BELAFONTE: Belafonte. ARES: Belafonte, cómo estás. BELAFONTE: Te cuento. Ayer conocí a los otros dos miembros del jurado. O quizá debería decir miembras. ARES: ¿Sí? BELAFONTE: Una es Carmen Castaño, la poetisa; la otra... ARES: Carmela. BELAFONTE: ¿Qué? ARES: Que la poetisa se llama Carmela Castaño, no Carmen. BELAFONTE: Como sea. La otra trabaja también en una editorial. Blanca Are... Aro... Arosa, o algo así. ARES: Y dime. Cómo lo ves. BELAFONTE: A la Castaño muy en su papel de jurado riguroso. La otra parece más dúctil.
-51-
ARES: Esperemos. (Breve pausa). ¿Cuándo empezáis la criba? BELAFONTE: El plazo vence el lunes. Digo yo que el miércoles o el jueves nos llamarán; el viernes a más tardar. ARES: Tenme al tanto. BELAFONTE: Descuida, yo te llamo. ARES: Para lo que quieras. BELAFONTE: Muy bien. (BELAFONTE cuelga. Se corta la comunicación y las luces descienden hasta el apagón). - ESCENA QUINTA (Luces. Vemos a MATEO sentado en la mesa de su estudio corrigiendo exámenes, todo más o menos igual que en la escena segunda salvo que MATEO viste la misma ropa que tenía en la comida de la escena tercera. El resto del escenario permanece a oscuras. Sonido de alguien que llama a una puerta con los nudillos). MATEO: Adelante. (Sonido de una puerta – que no vemos - abriéndose y cerrándose acto seguido. Entra ADRIANA con un periódico doblado bajo el brazo, también vestida con igual ropa que en la escena tercera). ADRIANA: ¿No lo dejas ya? MATEO: Ahora termino. (Breve pausa). ADRIANA: Mira lo que he visto. (Entrega el periódico a MATEO; éste lo coge y comienza a leer en donde ADRIANA le señala). MATEO: “El Planeta de los cuentos, listo para su puesta de largo” (Mira a ADRIANA. Breve pausa). ¿Y? ADRIANA: Sigue leyendo. MATEO: “Noventa mil euros. Ése será el jugoso pellizco que obtendrá el afortunado ganador de la primera edición del Concurso Mercurio de Narraciones Breves, que convoca la Fundación Margen para España y Latinoamérica y cuyo plazo
-52-
para la presentación de originales vence el lunes próximo. El premio, que debido a su cuantiosa bolsa ya se conoce en los círculos literarios como “El Planeta de los cuentos”, pretende convertirse, en palabras de Antonio Jaúregui, presidente de la Fundación Margen, “en un vehículo que...” ¿Lo puedo dejar ya? (Pausa). Prosa periodística de lo más rutinaria. (Señalando con un gesto de la cabeza los papeles sobre su mesa). Prefiero mis exámenes. (Pausa). ADRIANA: Podrías presentarte. MATEO: ¿Qué? ADRIANA: Que te podrías presentar. (Breve pausa). Uno de esos relatos que guardas en el cajón y que no enseñas a nadie. (Silencio). O te crees que me chupo el dedito. (Pausa). MATEO: Fuera. (Silencio. ADRIANA sale. Sonido de una puerta abriéndose y cerrándose – no un portazo. MATEO se queda con la vista perdida. Al cabo, alguien llamando a la puerta con los nudillos. Pausa. Vuelven a llamar). Pasa. (Entra ARIADNA con un sombrerito de fiesta en la cabeza y el volumen rojo que le ha regalado ADÁN). Ah, hija. Pasa, por favor. ARIADNA: ¿No bajas a cenar? MATEO: Ahora mismo, cariño, en cuanto acabe con éste. ARIADNA: No te vas a librar de probar mi tarta. MATEO: Seguro que está deliciosa, ahora bajo. (Pausa) (Señalando el volumen rojo que porta ARIADNA). ¿Ya lo has empezado?
-53-
ARIADNA: (Mira el volumen rojo y lo abraza con suavidad). Papá, es... ni siquiera sé si los comprendo del todo, pero a me están encantando. Es lo mejor que he leído del tío Adán. (Breve pausa. Baja la mirada un poco). Bueno, para mí. (Pausa). MATEO: Pues tienes que llamar a tu tío y decírselo, no se te olvide. Y le vuelves a dar las gracias. ARIADNA: (Alzando el libro delante suyo). Sí, en cuanto lo termine. (Breve pausa). Bueno, qué; entonces te esperamos o no. MATEO: Sí, sí, un segundo. ARIADNA: Vale. Hasta ahora. (Da la vuelta y comienza a salir). MATEO: Ariadna. (ARIADNA se detiene y mira a MATEO). ¿Puedes decirle a tu madre que suba un momento, por favor? (Breve pausa. Las luces descienden hasta el apagón). - ESCENA SEXTA (Ruido de bar: vasos tintineantes, música de fondo, etc. Luces. Vemos a MATEO y a ADÁN sentados en la mesa de la escena segunda, también con ropa de deporte, en igual posición; tienen sendos vasos llenos de cerveza. El resto del escenario permanece a oscuras. Pausa. MATEO bebe. ADÁN bebe. Pausa). ADÁN: Hoy sí le hemos dado bien. (Resopla, se airea con su sudadera. Breve pausa. MATEO bebe). Me has reventado, profe. (Pausa). ¿Terminaste ya de corregir? MATEO: Sí, por fin terminé. (Pausa). ADÁN: Por lo menos ahora te puedes olvidar por un par de meses. MATEO: Tampoco olvidarme, pero sí. (Pausa). ADÁN: Me llamo Ariadna, por el regalo.
-54-
MATEO: Me lo dijo. Le ha entusiasmado. (Pausa. MATEO y ADÁN beben). ¿Te han dado ya fecha de salida? ADÁN: Espérate que al final salga. MATEO: (Inmediato). ¿Y eso? ADÁN: Están mirando a ver. No saben si esperarse a la Feria del Libro o... No sé. Todo son largas. (MATEO palmea en el hombro a ADÁN intentando reconfortarle). MATEO: Que sí, hombre. Si le han confirmado a tu agente que sí... (Breve pausa). ADÁN: Yo mientras no firme... (Pausa. ADÁN bebe. MATEO bebe. Breve pausa. ADÁN se reincorpora en el asiento a la vez que palmea el hombro de MATEO). Pero bueno, cuéntame tú, que ya me dijo Adriana. (Breve pausa). A ver cuándo me lo enseñas. MATEO: Cuando quieras. (ADÁN asiente un par de veces mientras MATEO bebe, la mirada perdida). ADÁN: ¿Y cómo te dio... por ahí? Pensé que tú no... (MATEO bebe otra vez). MATEO: Tu cuñada. (Pausa. ADÁN asiente en silencio esperando a que MATEO continúe). Y eso, nada. Que leyó la noticia en el periódico y se empeñó en que me presentara. (Pausa. ADÁN sigue con atención a MATEO, incitándolo a continuar con la mirada). (MATEO bebe). Yo no iba, pero al final... (Breve pausa) Fue Adriana quien lo envió, yo no... (MATEO bebe. ADÁN bebe). Se lo di más que nada para demostrarle que era una pérdida de tiempo. ADÁN: Ya.
-55-
MATEO: Están dados todos de antemano, estos concursos. (Breve pausa). Qué te voy a contar a ti. ADÁN: Yo también me he presentado. MATEO: ¿Ah sí? Con alguno de los relatos del libro nuevo o ... ADÁN: No, no puedo; por la editorial. (MATEO asiente). Pero del concurso no tengo noticias. Sé que se falla la semana que viene, ¿no?... (MATEO asiente). ...pero nada más. (Breve pausa). MATEO: Llamaron ayer a casa. (Breve pausa). Los del concurso, me refiero. (Pausa. ADÁN espera expectante a que MATEO prosiga). Por lo visto. Lo cogió Ariadna. (Pausa. ADÁN mira a MATEO esperando que prosiga. MATEO bebe). Me han seleccionado el cuento para la final. (Breve pausa). ADÁN: ¡Mateo, serás...! (palmea el hombro de MATEO). ¡Es un notición! ¡Enhorabuena! (levanta su vaso) Brindo por tu elección. (Levanta el vaso en dirección a MATEO y los dos brindan; beben). Y a la niña, le habrá hecho una ilusión... MATEO: Supongo. Aunque todavía no lo ha leído. (MATEO bebe). ADÁN: Me alegro mucho, Mateo. (Breve pausa). A mí no me han llamado. MATEO: (Inmediato). Bueno, esas cosas... ADÁN: Ya, no. (MATEO bebe y termina su cerveza. Se levanta con vigor). MATEO: (Señalando el vaso de ADÁN). ¿Otra? ADÁN: No, gracias. No quiero más. (Saca un paquete de tabaco del bolsillo y enciende un cigarrillo). (Las luces descienden hasta el apagón).
-56-
(Suena un teléfono. Escenario e iluminación idénticos a los de la escena primera, si bien ADÁN viste el chándal del fragmento anterior y ARES una camisa distinta; en lugar de café, una copa mediada con una botella al lado en la mesilla de la butaca de ADÁN). ARES: Ares Sociedad Limitada. ADÁN: Sorpresa, sorpresa. ARES: Adán. Mi representado estrella. ADÁN: No me han llamado. ARES: ¿Qué? ADÁN: No me han llamado. Por qué no me han llamado. ARES: ¿Qué? ¿Quién no te ha...? ADÁN: Los del Mercurio. Quedo con mi hermano y me tengo que enterar por él que han llamado a los finalistas. Porque él es finalista. Mi hermano, que en su vida se ha presentado a nada y que no conoce a nadie, es finalista. Y yo... ARES: Adán. Déjame que... ADÁN: Calla. Y yo con cara de gilipollas acordándome de cierta baza oculta e infalible que según mi agente me iba a garantizar el primer premio del concurso. Pero parece que la baza infalible ha fallado, pues a mí nadie me ha comunicado que soy finalista ni nada remotamente parecido. ARES: Adán, no te preocupes. Está to... ADÁN: Que te calles. Que te calles y contestes por qué cojones nadie me ha llamado diciendo que estoy en la final. ARES: Adán, tranquilízate. ADÁN: Dijiste que estaba hecho. ARES: Basta. (Breve pausa). Tómate un valium y duerme un poco. (Breve pausa). Pero antes atiende, agonías. (Las luces descienden hasta el apagón). - ESCENA SÉPTIMA (Luces de reunión. En el escenario, una larga mesa. Sentados a la mesa hay tres personas: BELAFONTE – en traje -, sentado en la cabecera derecha de la mesa; CARMELA CASTAÑO – informal, en “ropa de mercadillo” algo gastada –, sentada en la cabecera izquierda, y BLANCA ARIZA – en sobrio traje de chaqueta -, sentada en el centro, de frente al espectador; los tres
-57-
cuentan con flexos de luz encendidos al lado suyo, con botellines de agua y ceniceros al alcance de la mano y con algunos manuscritos delante. Desde el centro de la mesa, y desparramada por toda ella, nace una montaña de varios sobres color sepia y tamaño folio abiertos y de los originales enviados al concurso, dispuestos todos sin orden ninguno; puede incluso haber alguna encuadernación o sobre en el suelo, caído de la mesa). CARMELA: (Alzando un pliego). Entonces éste fuera. (Breve pausa). BLANCA: ¿Seguro? BELAFONTE: Definitivamente. (CARMELA arroja el pliego que estaba sosteniendo al centro de la mesa; BLANCA y BELAFONTE hacen lo propio). CARMELA: Cuatro negritos se hicieron a la mar, un arenque rojo a uno se tragó, y así sólo quedaron tres. BELAFONTE: Que aún son multitud. (Pausa). BLANCA: (Mostrando los tres pliegos sobrevivientes). Habrá que repasar éstos otra vez. BELAFONTE: Sí. BLANCA: (Consultando su reloj). Acaban de dar las doce. CARMELA: Yo hoy me tengo que ir a menos cuarto, me toca recoger a mi hijo. BLANCA: No te preocupes, vete cuando tengas que irte. BELAFONTE: Sin problema. CARMELA: Bueno, tenemos todavía un rato largo. ¿Empezamos? BLANCA y BELAFONTE: (Casi al unísono). Sí/ Perfecto. (CARMELA, BLANCA y BELAFONTE abren uno de los tres pliegos que tienen delante y comienzan a leer. Breve pausa. Las luces descienden progresiva y lentamente hasta el apagón. Pausa. Las luces comienzan a iluminar lenta y progresivamente hasta la claridad anterior. CARMELA saca un paquete de cigarrillos del bolso y enciende uno; BELAFONTE está preparando un
-58-
puro. BLANCA continúa leyendo. Breve pausa. BLANCA cierra el pliego, lo deja en la mesa delante suyo y levanta la vista. BELAFONTE interrumpe la preparación del puro y lo coloca encima de la mesa) BELAFONTE: (A BLANCA, considerado) ¿Ya está? BLANCA: Lenta pero me temo que tampoco segura. BELAFONTE: (Encendiendo el puro). Como todos. No hay prisa. (Breve pausa). (Tras exhalar una bocanada de humo). Comencemos pues. ¿Alguna preferencia? CARMELA: Yo me inclino por “La fuente marchita”. (Breve pausa). Originalísimo. Es extraño y a la vez subyugante... y el ritmo no decae en ningún momento. Para mí, una pequeña joya. (Pausa). BLANCA: Desde luego, el autor tiene voz propia. BELAFONTE: No sé. Un poco demasiado Henry James, en mi opinión. Prefiero “Armonías nocturnas”. BLANCA: ¿Sí? BELAFONTE: “La fuente marchita” no me parece tan original. La indolencia del personaje, ese estatismo seudoexistencial... Es Bartleby viviendo en el campo. No termina de llegarme. BLANCA: Hombre, visto así... CARMELA: Pero todos tenemos influencias. Resulta inevitable. Lo que al final debe contar es la personalidad del escritor, la voz que decía Blanca. BELAFONTE: Es una voz sin fuerza. (CARMELA y BELAFONTE se sostienen la mirada... sin evidente acritud. Pausa). BLANCA: Enfoquémoslo al revés. ¿Algún descarte definitivo? CARMELA: De descartar, yo descartaría “Yo y el otro”. BELAFONTE: Me adhiero. También es mi primer descarte. BLANCA: No se hable más. A mí me gustaba, pero en fin... (Se encoge de hombros, resignada). Las matemáticas son como el algodón: no engañan. (Arroja un pliego a la pila del centro de la mesa; CARMELA y BELAFONTE hacen lo mismo). CARMELA: La cosa queda clara.
-59-
(CARMELA y BELAFONTE miran a BLANCA. Silencio). BLANCA: No me miréis como si fuera Salomón. Yo no lo tengo tan claro. BELAFONTE: No hay prisa. CARMELA: (Inmediata). Ninguna. Tenemos toda la tarde. BELAFONTE: Y la noche. CARMELA: (Consultando su reloj). Con suerte no hará falta tanto. BELAFONTE: ¿Te marchas ya? CARMELA: Cinco o diez minutos. (Breve pausa). BLANCA: Creo que hacemos mal planteando el debate en términos taxativos de tuyo y mío; deberíamos tratar de alcanzar una solución, a ser posible unánime. (Breve pausa). BELAFONTE: Sí, es cierto. CARMELA: Unánime ya ha quedado claro que no va a ser. BELAFONTE: Bien. Pues entonces discutamos. Me niego a dar mi voto a un relato cuya mayor virtud reside en un montón de arcaísmos chirriantes tomados del María Moliner y embutidos en la narración con calzador. CARMELA: ¡Embutidos! BELAFONTE: Sólo para tratar de maquillar su esencial vacío argumental. (Breve pausa). CARMELA: No desvariemos, por favor. Hace ya siglos que se ha superado el identificar argumento con linealidad. Al menos la mayoría sí lo hemos superado. BLANCA: Ahí estoy con Carmela. BELAFONTE: Yo no identifico argumento con presentación, nudo y desenlace. Pero es que “La fuente marchita” no cuenta nada. CARMELA: Si por nada entiendes una odisea vital del más hondo calado, sí, estoy de acuerdo en que no cuenta nada. BELAFONTE: (Para sí pero bien audible). Odisea vital... (De nuevo a CARMELA y a BLANCA). Oye. No se puede comparar... realmente no me creo que estemos teniendo esta discusión.
-60-
(Pausa). BLANCA: Yo reconozco que también encuentro en “La fuente marchita” una rara poesía que me seduce. (Breve pausa). BELAFONTE: Admito que el autor tiene oído. Admito también la riqueza léxica. Admito incluso el coraje formal de escribir todo el cuento sin otro signo de puntuación que miles de comas, pero... Habláis de poesía; la verdadera poesía exige algo más... revelarnos algo que hasta entonces se nos había escapado, no sé... CARMELA: ¿Y no revela, o mejor, sugiere, otros caminos “La fuente marchita”? A mí me los sugiere. BLANCA: Y a mí. Aunque quizá no explícitamente, sí se aprecia un... (Suena una alarma muy alta. CARMELA saca del bolso su teléfono móvil y lo apaga). CARMELA: Disculpad. No puedo tardar más. BLANCA: Marcha tranquila. Nosotros nos iremos ahora. CARMELA: (Recogiendo su abrigo y su bolso; levantándose). Gracias. ¿A las cinco? BLANCA: Sí. CARMELA: (Saliendo). Entonces hasta luego. Gracias otra vez. BLANCA: Hasta luego. BELAFONTE: Adiós. (CARMELA sale). (Breve pausa). Bueno, parece que lo voy a tener complicado. BLANCA: Hombre... Yo tampoco estoy decidida del todo. BELAFONTE: No hace falta que te justifiques. Estamos aquí para eso, para defender a quien creemos lo merece y votar a quien nos dé la gana. (BLANCA asiente). Y en cualquier caso, Carmela es más que persuasiva. BLANCA: (Comenzando a ordenar papeles que tiene delante). Sí, es verdad. BELAFONTE: (Comienza también a recoger, deja de dirigirse directamente a BLANCA). Tiene argumentos para rebatir cualquier pero. Y bien fundados, a qué negarlo. (Breve pausa). Quizá tenga razón, al fin y al cabo. (BLANCA termina de recoger y mira a Belafonte recogiendo. Belafonte termina de recoger y consulta su reloj. Mira a BLANCA). ¿Marchamos? BLANCA: (Desprevenida). Eh... (Mira su reloj). Sí, vamos.
-61-
(Los dos se levantan y comienzan a salir despacio). BELAFONTE: ¿Vas a casa? BLANCA: No me da tiempo. Picaré algo rápido por aquí y ya. BELAFONTE: Yo he reservado mesa aquí al lado. No es ningún tres estrellas-Michelín, pero si quieres... (Salen. Las luces descienden hasta el apagón). (Mismas luces de reunión del fragmento anterior. Vemos a BELAFONTE apoyado/sentado, al lado del sitio de BLANCA y medio dando la espalda al espectador, en la mesa de deliberación; BLANCA a su lado, asintiendo mientras escucha). BELAFONTE: Y entonces va y le dice: “Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos, que yo estoy muy sano”. (BLANCA ríe. Entra CARMELA). BLANCA: Hola, Carmela. BELAFONTE: (Girándose). Hola, Carmela, buenas tardes. (BELAFONTE se dirige a su sitio para sentarse, y también BLANCA. CARMELA se quita el abrigo, deja el bolso al lado de su sitio). CARMELA: (Mirando su reloj, amable). Muy buenas. Qué puntualidad. Vais a conseguir que me sienta una holgazana. (Se sienta).¿Empezamos? BELAFONTE: Sí, cuando queráis. CARMELA: Estaba hablando Blanca, me parece. (Breve pausa). Cuando nos interrumpió el infernal cacharro éste. BLANCA: ¿Yo? CARMELA: Sí, bueno, hablando o ibas a hablar. (Mira a BLANCA. Breve pausa). Belafonte había expuesto la necesidad de que toda poesía debe revelarnos algo... (A BELAFONTE). Me parece, ¿no?... (BELAFONTE asiente)... (Conciliadora). Y cómo, según él, “La fuente marchita” carecía por completo de cualquier poesía... BELAFONTE: (En el mismo tono conciliador que CARMELA). Por completo reconozco que no. CARMELA: No, si está bien. (Breve pausa). Y nada, yo había dicho que sí poseía poesía... cómo me ha quedado eso, ¿eh?, -62-
poseía poesía... y tú, Blanca, te mostraste de acuerdo, o te ibas a mostrar (sonrisita), y entonces sonó la alarma. (Pausa). BLANCA: Yo... mi memoria no es tan buena como la tuya, Carmela. No sé lo que dije, aunque creo estar segura de no haber sostenido nada inamovible... si no, no estaríamos aquí... (Breve pausa). Lo que quiero decir es que he estado meditando mi decisión y creo que “Armonías nocturnas” merece el premio. CARMELA: Pero... BLANCA: Lo digo ya para ahorrarnos tiempo a todos. Por supuesto que “La flor marchita” es un relato fantástico, fantástico quiero decir en el sentido de excelente, Carmela, y todo lo que has defendido esta mañana es cierto, pero de elegir uno, bueno, me quedo “Con armonías nocturnas”. (Breve pausa). Lo siento. CARMELA: No, por favor. Para eso estamos aquí. (Pausa). “Armonías nocturnas”, no se hable más. (Las luces descienden hasta el apagón). - ESCENA OCTAVA (Luces de salón, idénticas a las de la escena tercera. MATEO y ADÁN sentados en la mesa del comedor de la casa de MATEO. Ocupan las mismas posiciones que en la escena mencionada. Visten de calle, informales. Hay un par de vasos de cerveza mediados delante de cada uno, con sus respectivas latas al lado; también una radio en medio de los dos. ADÁN consulta su reloj). MATEO: ¿Cuánto falta? ADÁN: Cinco, diez minutos. (Breve pausa). MATEO: ¿Tienes un cigarrillo? ADÁN: ¿Y eso? MATEO: Últimamente he vuelto un poco. No te chives a las chicas. (ADÁN saca un paquete de tabaco y se lo ofrece a MATEO; MATEO toma un cigarrillo, ADÁN coge otro para él y ofrece
-63-
fuego a MATEO, que enciende su cigarrillo; ADÁN enciende el suyo y deja el paquete encima de la mesa). ADÁN: Diremos que he sido yo. (Breve pausa. MATEO da un par de caladas rápidas y sube el volumen de la radio). RADIO: ... En la A-6, sentido La Coruña, retenciones desde el kilómetro ... (MATEO baja el volumen, da una calada profunda y tira la ceniza en la lata de cerveza de ADÁN; ADÁN también la tira en la suya - los dos siguen fumando durante la escena, hasta acotación relativa -. MATEO parece ausente, inquieto. Pausa). ADÁN: Mateo. MATEO: ¿Eh? ADÁN: ¿Estás bien? MATEO: Un poco nervioso. (Breve pausa). Es absurdo, sé que no voy a ganar. ADÁN: Es de lo más normal. (Bebe). MATEO: Tú pareces muy tranquilo. ADÁN: Resignado, más bien. MATEO: La experiencia del profesional. ADÁN: La experiencia repetida del fracaso. (Breve pausa. Ruido de unas llaves abriendo una puerta. MATEO da una calada muy rápida y tira el resto de su cigarrillo en la lata de ADÁN. Entra ARIADNA corriendo, agitada). ARIADNA: ¿Lo han dicho ya? (Breve pausa) (A ADÁN). Qué peste, tío. (Se sienta de rodillas en la silla de la cabecera izquierda, volcada sobre la mesa, toda la atención puesta en la radio). ADÁN: Lo siento, cariño. Los nervios. (Da una última calada y tira la colilla en la lata de cerveza). (Entra ADRIANA cargando con varias bolsas). ADRIANA: (Cansada, consultando su reloj).¿No lo ponéis ya? (A ARIADNA, alzando las bolsas un poco). Son tus regalos, bonita.
-64-
ARIADNA: Perdón, perdón. (Acompaña con la mirada cómo ADRIANA deja las bolsas en el suelo, al lado de su silla). (A ADÁN). Luego te los enseño. (MATEO sube el volumen de la radio mientras ADRIANA se sienta y le besa en la mejilla). ADÁN: Más te vale. ADRIANA: Chssst, callaos. ARIADNA: Podían darlo por la tele. (Comienza a escucharse la radio, una voz femenina). LOCUTORA: ... Seguimos aguardando la llegada del jurado, aquí en el comedor principal del hotel can... un momento, sí, creemos que... efectivamente, ahí vemos entrar a Jacinto del Álamo, presidente de la Fundación Margen, acompañado por los tres miembros del jurado... como ustedes saben, la Fundación Margen es la convocante de esta primera edición del Premio Mercurio de Narraciones Breves, dotado con una cuantía de noventa mil euros. (Breve pausa). Señalar también que, a diferencia de la mayoría de concursos literarios, las bases del Mercurio no contemplan la posibilidad de otorgar ningún accésit además del primer premio, y por ello tampoco la de que el premio quede desierto... continúa de pie el jurado esperando a que nuestros compañeros de la prensa gráfica concluyan con las fotografías... (ADRIANA pasa su brazo por los hombros de MATEO, que sonríe a su mujer por mero automatismo, con la mente ausente). ... Ya se disponen a tomar asiento... parece que va a ser la poetisa Carmela Castaño quien haga público el fallo del jurado... escuchamos... VOZ DE CARMELA CASTAÑO: “En Madrid, a 8 de octubre de 2006. El jurado de la primera edición del Concurso de Narraciones Breves Mercurio, integrado por Blanca Ariza, editora; Ernesto Belafonte, editor, y Carmela Castaño, poetisa, ha acordado, tras intensa deliberación, otorgar por mayoría el Primer y único Premio al relato titulado “Armonías Nocturnas”, presentado bajo el seudónimo de Lester Young por su autor
-65-
Leonardo Yuste, tanto por su originalidad argumental como por su brillantez expresiva y fuerza poética en el tratamiento de la misma. Muchas gracias”. LOCUTORA: Bien, ya lo han oído ustedes... (MATEO baja el volumen de la radio hasta el silencio. Pausa). ADRIANA: Bueno, para la próxima. (Trata de reconfortar a MATEO con el brazo que le estaba pasando por los hombros, quien levanta la vista hacia ella y la mira y la sonríe sin verla). Ya quisieran muchos haber llegado hasta donde habéis llegado vosotros. (Breve pausa). (A ARIADNA). Ariadna, sube a cambiarte. (Breve pausa. ARIADNA sale). ¿No vais a decir nada? (Breve pausa). ADÁN: Perdona Adriana, tienes razón. (Se levanta). ¿Queréis algo? Yo me voy a poner un whisky. ADRIANA: (Levantándose). Siéntate, ya te lo pongo yo. (ADÁN se sienta). (A MATEO). ¿Quieres algo? MATEO: Un whisky está bien. ADRIANA: Me voy a cambiar y os los traigo. (Sale). (Pausa). MATEO: No lo entiendo. Desde el principio contaba con que no ... No lo entiendo. ADÁN: Es lo que tú dijiste, estos concursos están premiados todos de antemano. MATEO: Supongo. ADÁN: Te lo digo yo, que me he presentado a miles y nunca he ganado ninguno. MATEO: Pues éste lo merecías. Tu relato es espléndido. ADÁN: Muchas gracias. No puedo decir lo mismo del tuyo; todavía estoy esperando que me lo enseñes. (Pausa). Si es que quieres. MATEO: Claro. Recuérdamelo antes de marcharte. (Entran ARIADNA y ADRIANA; la primera, en chándal y zapatillas; la segunda, en bata y sosteniendo una bandeja con tres copas de whisky servidas y una lata de Coca-Cola. ARIADNA
-66-
se sienta en posición igual a la que estaba; ADRIANA deposita la bandeja en la mesa; ARIADNA toma la lata, la abre y da un trago; ADRIANA tiende una copa a ADÁN, que la coge; coloca otra delante de MATEO y otra delante de su sitio. Aparta la bandeja y se sienta. ADÁN y MATEO beben; ADRIANA bebe. Breve pausa). ADÁN: ¿Me disculpáis? Tengo que hacer una llamada. (Se levanta y sale sin esperar respuesta). (Las luces descienden hasta el apagón. Se ilumina sólo el extremo izquierdo del escenario: vemos a ADÁN marcando un número en su teléfono móvil. Sonido de dos, tres tonos. Se ilumina el extremo derecho del escenario: despacho de ARES: ARES sentado a su escritorio; saca su teléfono móvil, mira quién le llama antes de contestar. Mira una segunda vez. El resto del escenario – la parte central, donde permanecen MATEO, ADRIANA y ARIADNA a la mesa – continúa a oscuras). ARES: Estoy trabajando en ello desde que escuché el fallo, Adán. Tranquilízate, por favor. Para nervios ya estoy yo. ADÁN: ¿Qué ha pasado? ARES: No-no no-no no lo sé. No lo sé, Adán, y estoy intentando averiguarlo como no te imaginas... ADÁN: Ares. ARES: ... Pero Belafonte tiene... tiene el teléfono apagado, supongo que por la ceremonia y... ADÁN: Escúchame. ARES: ... Me comentó que luego tenían una cena, así que quizá, quizá lo mejor sería... ADÁN: ¡Basta! (Pausa). Basta. Basta, Ares. (Breve pausa). Me da igual. Todo eso me da igual. Me da igual si lo tiene apagado, sin batería o si se lo ha robado un coreano a la salida del metro. Me da igual. Lo único que quiero saber es qué ha ocurrido. ¿Conoces la respuesta? ARES: Están en la cena de celebración. Luego se tomarán unas copas. Lo mejor que puedes hacer es meterte en la cama y dormir. Desde primera hora de mañana vuelvo a llamarle y hasta que dé con él. Métete en la cama y duérmete, verás como al final todo se explica.
-67-
(Breve pausa). ADÁN: Sigues sin escucharme. ARES: (Inmediato). Te lo repito, Adán. No sé que má... ADÁN: Para. Para, por favor. (Pausa). Ares. ¿Me oyes bien? (Breve pausa). ARES: ¿Qué si...? Pues claro, perfectamente. Llevamos hablando desde hace un... ¿Qué pasa, tu me recibes mal, quieres que... ADÁN: No, te recibo más que claro. ARES: Bien. ADÁN: Entonces presta atención. ARES: Te escucho, te escucho. (Breve pausa). ADÁN: Se acabó. (ADÁN cuelga el teléfono y se lo mete en el bolsillo. El cerco de luz que le ilumina desciende hasta el apagón. Breve pausa. El cerco de luz que ilumina a ARES desciende hasta el apagón, ARES con el teléfono todavía a la oreja. Breve pausa. Se ilumina el centro de la escena: MATEO – con la copa mediada -, ADRIANA – igual -, y ARIADNA – bebiendo de la lata de Coca-Cola -. Entra ADÁN y se sienta. Se moja los labios con su casi intacta copa). ADRIANA: ¿Todo bien? (ADÁN ausente, mirando la mesa). ADÁN: ¿Eh? Sí, muy bien. (Breve pausa). Un poco cansado estoy. ADRIANA: Pero te duele la cabeza o... ADÁN: Tensión acumulada, qué sé yo. Me voy a ir, a ver si duermo un poco. ADRIANA: (Levantándose). Te pido un taxi. ARIADNA: ¿No me vas a ver el conjunto?
-68-
ADÁN: Mañana sin falta, cielo. (A ADRIANA). No te preocupes, ya lo llamo yo ahora. (Conciliador, a ARIADNA): ¿Un beso? (Breve pausa. ARIADNA se levanta y le besa en la mejilla). (A MATEO). Nos llamamos. (MATEO asiente. ADRIANA se acerca a ADÁN y le abraza y besa en la mejilla). ADRIANA: Descansa. MATEO: Cuídate. ADÁN: Y vosotros. ARIADNA: Hasta mañana, tío. ADÁN: Buenas noches. (Sale). (Breve pausa). ADRIANA: Bueno, qué. ¿Cenamos? MATEO: Yo también me voy a acostar. ADRIANA: (Le mira resignada) Tú mismo. MATEO: (Da un último sorbo a su copa y se levanta). Buenas noches. (Besa por detrás en la mejilla a ADRIANA sentada, que no le rehúye pero no se lo devuelve. Se acerca a ARIADNA –de nuevo con las rodillas en la silla– y la besa también en la mejilla, en este caso sí hay reciprocidad). ARIADNA: Buenas noches, papá. (MATEO sale. Breve pausa). (Encogiéndose de hombros). Qué se le va a hacer (ADRIANA asiente. Las luces descienden hasta el apagón). - ESCENA FINAL (Alguien enciende un interruptor: luz en el sector izquierdo del escenario: el salón de un lujoso apartamento. BELAFONTE en albornoz, el pelo mojado. Breve pausa. Sale. Entra con una bandeja de desayuno: dos tazas, dos zumos de naranja, una cafetera, cruasanes, cubiertos – dos cucharillas, dos cuchillos, dos tenedores -, dos servilletas, dos salvamanteles. Dispone dos sitios, uno enfrente de otro; entre los dos, la bandeja de cruasanes y la cafetera. Se dirige a la ventana y levanta la persiana: luz de mañana clara. Apaga el interruptor. Se dirige a la mesa de centro, desdobla uno de los varios periódicos que hay sobre ella
-69-
y mira la portada – que el público no verá en toda la escena cada vez que el personaje de BELAFONTE la mire -; satisfecho, vuelve a doblarlo y lo deja en la mesa del desayuno, al lado de su plato. Pone un cedé en el equipo de música: Lester Young soplando una balada. Breve pausa. Se escuchan tres timbrazos de despertador que proceden del sector derecho del escenario, quebrando la música por unos momentos que sigue sonando. Alguien apaga el despertador. Se ilumina el sector derecho: luz de flexo; el centro permanece oscuro. Despacho de ARES. ARES sentado a su escritorio. Misma camisa que en la escena anterior, arrugada, arremangada y con el nudo de la corbata aflojado; la chaqueta del traje, precaria almohada encima de la mesa. Se despereza, mira la hora del móvil. Breve pausa. Busca en la agenda del teléfono el número de BELAFONTE y le llama. Sonido de un teléfono. Breve pausa; BELAFONTE contrariado. Silencia la música y descuelga un teléfono de mesa inalámbrico mientras se sienta a la mesa del desayuno) BELAFONTE: Dígame. ARES: He supuesto que estarías en casa. BELAFONTE: ¿Ares? ARES: Sí. (Breve pausa). BELAFONTE: ¡Míster Midas! ¿Amaneces de resaca, eh, golfo? ARES: ¿Cómo? BELAFONTE: Contigo quería yo hablar. ARES: Bien. Explícate. BELAFONTE: Mañana hay reunión del consejo. Propondré el nombre de tu chico para que... como diría el viejo, entre a formar parte de la familia MEDUSA. ARES: (Confundido). Eh... bueno, es... es una gran noticia, Belafonte. BELAFONTE: Imposible que se nieguen ahora. ¿Has visto los periódicos? (Desdobla el que había dejado en la mesa del desayuno al lado de su sitio y mira otra vez la portada, mientras sostiene el teléfono con el hombro y la cabeza). ARES: ¿De que hablas? Yo no... BELAFONTE: Nadie hubiera imaginado una cobertura así. “El País”, “ABC”, “La Vanguardia”... incluso “El Mundo” no ha querido pasarse de original esta vez y también le dedica
-70-
su foto de portada. Muy guapo, tu chico. (Dobla el periódico y vuelve a dejarlo encima de la mesa). Nos han hecho gratis media promoción. Imposible que se nieguen. Garantizado. ARES: Belafonte. BELAFONTE: Sí, dime. ARES: Ningún representado mío sale en portada alguna. (Pausa). No las he mirado pero podría... garantizarlo. BELAFONTE: (Cogiendo de nuevo el periódico y mirando la portada). ¿Y entonces quién es el tipo que sostiene la escultura del dios Mercurio del primer premio y hace como que sonríe en la portada de todos los diarios? ARES: No lo sé. Dímelo tú. BELAFONTE: Según el pie de foto, y cito textualmente, “Leonardo Yuste, ganador del Primer Concurso Mercurio de Narraciones Breves”. Tu chico. ARES: Mi representado se llama Adán Quintana. BELAFONTE: ¿Adán Quintana? ARES: Adán Quintana. (Breve pausa). BELAFONTE: Es imposible... Espera un segundo. (Comienza a pasar páginas del periódico con el inalámbrico sostenido sólo con la cabeza y el hombro). Ta-ta-tá, ta-ta-tá... aquí. Te leo: “Leonardo Yuste, quien presentó a concurso el relato “Armonías Nocturnas” bajo el seudónimo de Lester Young...” Ahí lo tienes. ARES: Tengo el qué. BELAFONTE: Joder, Ares, espabila. “Armonías nocturnas”, el relato que me entregaste. ARES: El relato que yo te entregué lleva por título “Azul nocturno”. (Silencio). BELAFONTE: “Azul nocturno”. ARES: Sí. “Azul nocturno”. BELAFONTE: No “Armonías nocturnas”. ARES: No. (Silencio).
-71-
BELAFONTE: Mira, Ares, yo... lo hecho, hecho está. ARES: Ya. BELAFONTE: Qué quieres que te diga. ARES: No, nada. (Pausa). Al menos, con lo de la reunión de mañana espero recuperar a Adán. BELAFONTE: ¿Qué? ARES: Adán me dejó ayer, apenas cinco minutos después de saberse el fallo del concurso. Pero si dices que mañana vas a proponerle en la reunión del Consejo, confío en que eso le calme. (Pausa). BELAFONTE: Deberías buscarte escritores menos irascibles. No puedes hipotecar tu carrera en función de los calentones de ego pasajeros del primer neurótico que te ofrece sus servicios. ARES: Hombre, el enfado se comprende. BELAFONTE: Que no, que así no se puede trabajar. (Breve pausa). Cuando encuentres a alguien de palabra, me vuelves a llamar. (Breve pausa). ARES: Pero Belafonte, pensé que ya... BELAFONTE: No pretenderás que me presente ante el Consejo con el nombre de un tipo al que no le avala otra cosa más que una columnita semanal en un diario de provincias. Yo tengo un nombre. ARES: Belafonte, escucha. No quisie... (Entra el salón BLANCA ARIZA, enfundada en un albornoz de hombre que le viene grande; pies descalzos de gato sigiloso, mangas arremangadas, pelo húmedo, sonrisa de amanecer agradecido. Se sienta en el regazo de BELAFONTE, le pasa los brazos alrededor del cuello y le besa en la boca brevemente). BELAFONTE: Vale, vale. Oye, te tengo que dejar. Lo dicho, cuando consigas a alguien que merezca la pena, me vuelves a llamar.
-72-
(Cuelga el teléfono y lo deja encima de la mesa. ARES se queda con el suyo pegado a la oreja, inmóvil como estatua de sal; lo deposita muy despacio encima de su escritorio mientras trata de asimilar lo ocurrido; simultáneamente, en el salón de BELAFONTE, él y BLANCA ARIZA – aún en el regazo de BELAFONTE, aún los brazos alrededor de su cuello -, asienten, sonríen, siempre mirándose a los ojos. Breve pausa. Las luces descienden hasta el apagón). TELÓN
-73-
TÍTULOS DE LA COLECCIÓN 1.- LA GUERRA DE TODOS LOS SILENCIOS de D. Francisco Prada FREDDIE: CEREMONIA PARA UN ACTOR DESESPERADO de D. Abilio Estévez 2.- AZOTEA FIEBRE
de D. Francisco Javier Puchades Hernández de D. Alberto Conejero López
3.- BAILANDO CON EL MUERTO LA CANCIÓN DEL SOLDADO
de D. Oscar E. Tabernisse de D. Walter Ventosilla Quispe
4.- FORMULARIO QUINIENTOS VEINTIDÓS de D.ª Gracia María Morales Ortiz CON LA SANGRE DE VENECIA de D. Federico Castro Fernández-Alfaro 5.- ALGUNAS HISTORIAS DE TERROR NEOLIBERAL de D. Sergio Sáez Escudero UN TRABAJO ES UN TRABAJO de D. Rafael Belmonte Agüera 6.- LO QUE ANA VE
de D. Javier García Teba
¡AUXILIO!
de D.ª Carmen García Vilar
7.- POSITIVAS
de D.ª Yolanda Dorado
BOMBARDEROS SOBRE LONDRES de D. José Tomás Angola Heredia
-74-
8.- GRITAR TU MIEDO SEXUALMENTE HABLANDO
de D. Hipólito Calle Soriano de D. Santiago Serrano
9.- LA NOCHE QUE NO CAMBIÓ MI VIDA de D. Emilio Encabo Lucini MIEDOS de D. Javier López Alós 10.- ROMANCE DE DON FÉTIDO Y DOÑA GODA de D.ª Nuria M.ª Pérez Mezquita COMO PAPEL DE SEDA de D.ª M.ª Rosa Pfeiffer 11.- EL TESTAMENTO FENICIO
de D. Armando Rubén Varrenti EL VIOLÍN ROTO DE SAMUEL LEVI de D. Alberto de Casso Asterrechea
12.- CAMA CALIENTE A LA DERIVA de D.ª Mónica Sánchez Fernández FERNET AMARGO de D. Armando Rubén Varrenti 13.- LA SOLEDAD DE LA NÁUFRAGA de D. Vicente Marco Aguilar HISTORIA DE UNA CORNISA de D. Luis Leante 14.- FLORECERÁN DE AZUL EL CONCURSO
de D. Luis Marcelo Cabrera de D. Eduardo Roldán Galán
-75-
-76-