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La industria del amor

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FRANK GUILLER

FRANK GUILLER

“El amor romántico es un mito que nos quiere de rodillas a las mujeres”, señaló hace un tiempo atrás la escritora madrileña Coral Herrera, conocida por sus libros que debaten el vínculo – a estas alturas inseparable – del amor romántico con el patriarcado y el capitalismo. Porque no se trata sólo de la búsqueda impuesta, especialmente para las mujeres, de ese ‘amor ideal’ o del triunfo que se asocia al encuentro de esa pareja tan (se supone) esperada, sino que también son los objetos materiales que por décadas llevan construyendo un imaginario colectivo de lo que es el amor y la expresión de este, y que en consecuencia se terminan asumiendo como bienes que, si somos amadas, tenemos que recibir.

Esto último - el amor devenido en objeto mercantil - ha sido cabalmente revisado por la artista española Noemi Iglesias, quien en diversas obras escultóricas y proyectos performáticos de larga duración sitúa una serie de objetos que se suelen asociar, debido a los estereotipos y patrones sociales aprehendidos, a la exteriorización del amor romántico. Hablamos de rosas, flores, joyas suntuosas, blanquísimos vestidos de novia, coches de boda, entre otros, representativos de esta “utopía romántica”, llamada así por la creadora, que reflejan cómo el amor es una emoción que ha pasado a ser un objeto más del capitalismo global, convertido en diversos productos para comercializar en el mercado.

The love industry

Madrid writer Coral Herrera stated a while back that “romantic love is a myth that wants us women on our knees.” The author is known for her books debating the —almost inseparable nowadays– link between romantic love, the patriarchy and capitalism. The search for romantic love, ‘ideal’ love, culminating in the victory of finding a (supposedly) long-awaited partner, is not just imposed on women in particular. Material things have also built, over the course of decades, a collective image of what love is and how it should be expressed. As a result, we have come to understand that, if we are loved, we should receive these material things.

This last idea, the fact that love has become a commercial object, has been thoroughly addressed by Spanish artist Noemi Iglesias. In her work, sculptures and long-term performance projects, she highlights objects that are usually associated with expressions of romantic love due to stereotypes and learned social patterns. These include roses, flowers, lavish jewelry, stark white wedding dresses, wedding cars, among others, all representations of the “romantic utopia”, as the creator calls them. They reflect how love is a feeling that has become an object of global capitalism, transformed into different products to be sold on the market.

Utilizando principalmente flores de porcelana, un tipo de escultura que conoció mientras realizaba su maestría en Taiwán, Noemi Iglesias ha plasmado su pensamiento crítico en torno al amor en diversas muestras a lo largo del mundo. En todas ellas el propósito ha sido evidenciar la edificación actual de una industria romántica especialmente dañina para las mujeres. Esta industria, señala Noemi, “nos sumerge en estructuras de dependencia en base a roles muy específicos que unen las actividades económicas y amorosas en rituales de amor, matrimonio, vestidos blancos y rosas rojas. Son estructuras mitificadas e idealizadas muy eficaces que perpetúan un sistema desigual en el que la salud y, más concretamente, la salud mental de las mujeres está condicionada en gran medida por una cultura amorosa que promueve un ideal romántico de expectativas irreales”.

Entonces, ¿me ama? La respuesta en estos tiempos parece estar, en parte, en los objetos materiales que llegan a nuestras manos, explica la artista. Así lo plasma en exposiciones como Everlasting, donde Iglesias elabora diversos autos en porcelana que imitan el modelo Mustang del año 67 con ciertos desperfectos como el capó levantado, sin puertas ni ventanas y colmados de flores dispuestos en serie para enfatizar esa idea de amor mercantilizado. O en Me quiere, no me quiere, una performance en la que a partir de más de 400 margaritas de porcelana

Using mainly porcelain flowers, a type of sculpture she learned whileshe was doing her Master’s degree in Taiwan, Noemi Iglesias has captured her critical thoughts surrounding love in many samples around the world. The aim of all of her body of work is to expose the configuration of the current love industry as being especially harmful for women. This industry “immerses us in dependent structures based on very specific roles that merge economic and romantic activities into love rituals, marriage, white dresses and red roses,” Noemi states. “These highly-effective romanticized and idealized structures preserve an unequal system in which women’s health, particularly mental health, is determined by a love culture promoting a romantic ideal filled with unrealistic expectations.”

So, am I loved? In our times, it seems the answer is, at least partially, in the material objects we receive, as the artist explains. She captures this idea in exhibitions like Everlasting , where Iglesias presents porcelain cars emulating a 67 Mustang with some imperfections, such as an open hood, no doors or windows, and brimming with flowers. The artist presents the cars in series to emphasize the idea of commoditized love. In He loves me, he loves me not, a performance with over 400 handmade unfired porcelain daisies, the artist realizadas a mano, la artista recrea el tradicional juego occidental de ir sacando un pétalo a la vez por cada frase “me quiere”, “no me quiere”, hasta llegar al último y así saber si el amor es correspondido. recreates the traditional Western game. Taking one petal at the time, she repeats the phrases “he loves me,” “he loves me not,” until the last one, to check if love is requited.

En sus obras, además, la artista española busca evidenciar los estereotipos de género que acostumbran a cimentar conductas amorosas específicas en las mujeres, a quienes se les impone, partiendo por los discursos de los medios de comunicación y acuerdos sociales tan instalados, un tipo de papel que urge cuestionar para luego cambiar. “Hay una cuestión de género que hay que abordar, porque la manera en que el amor romántico nos deja a nosotras, a esta parte ‘femenina’, suele ser el papel de sufridora, de la mujer fiel, enamoradiza, cuando no tiene que ser así”, explica Iglesias. Esto lo efectúa, por ejemplo, en las esculturas de Not All that Glitters, una colección de rosas que cubre de color negro para cuestionar la normalización de ese tipo de flores en el discurso amoroso.

Dentro de los proyectos de performance de Noemi Iglesias, donde al igual que en el resto de sus obras está situado el amor romántico como una problemática social y cultural a ser revisada, sobresale Quarantine, exposición en la que realiza una investigación sobre los patrones de comportamiento amoroso en el mundo de las aplicaciones de citas. En esta muestra, 40 máscaras de porcelana con un delicado trabajo floral hecho a mano en la parte de los ventiladores, representan el total de citas que la artista coordinó por Tinder (y a las que asistió) durante el verano de 2018 en Taiwán para luego hacer un análisis sobre la estandarización de las relaciones emocionales que surgen como efecto del uso de estas apps. “El objetivo de Quarantine es ofrecer una reflexión sobre el modelo descorporeizado, estandarizado y repetitivo planteando en el mercado digital, cuyo resultado no es otro que limitar y fragmentar nuestra capacidad de cercanía emocional”, explica la artista. Así, tanto Tinder como cualquier otra aplicación con los mismos fines se vuelven un escenario en el que los vínculos afectivos terminan siendo desechables y efímeros, indica Iglesias.

Tanto desde la escultura como a partir de formatos performáticos, revisar y debatir en torno a la mercantilización del amor llegó al visionario de la artista sin que lo planeara de antemano. “Cuando me preguntan por qué me he centrado en el amor, el romanticismo, en realidad no sé contestar. Fue algo más bien orgánico”, explica. Lo que sí es seguro es que las reflexiones plásticas que se puedan ir dando respecto al tema son infinitas. “Con mis obras no quiero decir que el amor romántico no se pueda o no se deba vivir, tenemos que experimentar las emociones como las sintamos. Lo que creo es que deberíamos ser conscientes de estas estructuras mitificadas relacionadas al amor que nos pueden envolver en ciertos estereotipos que no siempre son positivos y que a veces simplemente aceptamos por inercia”, sostiene Noemi Iglesias.

Furthermore, the artist seeks to showcase gender stereotypes in her pieces, which usually underlie a lot of the specific behaviors towards love in women. They are imposed, from the discourse in media and deeply-rooted social understandings, a role that we need to question and change. “There is a gender issue to address because the role assigned to us, the ‘feminine’ part, in romantic love is usually that of the sufferer, the faithful and easily infatuated woman, and that does not have to be the case,” Iglesias explains. The sculptures in Not All that Glitters address this, with a collection of roses painted black to challenge this type of flowers being so normalized in love discourse.

Within Noemi Iglesia’s performance projects, also focused on romantic love as a social and cultural issues like the rest of her work, Quarantine is of note. This exhibition delves into the behavioral patterns in love throughout the world on dating apps. The sample, featuring 40 porcelain masks with delicate hand-made flowers on the respirators, represents the total dates the artist set up on Tinder (all of which she attended) during the summer of 2018 in Taiwan. Later, she analyzed the standardization of emotional relationships that come from these apps. “The aim of Quarantine is to offer a reflection on the depersonalizing, standardized and repetitive model of the digital market, which ultimately leads to limit and fragment our ability to have emotional closeness,” the artist explains. According to Iglesias, Tinder and any other app with the same purpose are a stage where emotional bonds become disposable and fleeting.

For both sculptures and performances, the idea of revisiting and challenging the commoditization of love came to the artist’s imagination without her having planned it in advance. “When people ask me why I have focused on love and romance, I really do not know what to answer. It came organically,” she explains. One thing is certain, the possible reflections from the lens of plastic arts are infinite. “With my pieces, I do not want to say romantic love cannot be possible or should not be experienced. We have to experience emotions as we feel them. What I do believe is that we should be aware of the myths surrounding love and the stereotypes they might lead to, which are not always positive and we just accept out of inertia,” Noemi Iglesias states.

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