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PATRICIA JENKINS GIBSON Perú

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TANIA GONZÁLEZ

TANIA GONZÁLEZ

Por Ricardo Rojas Behm. Escritor y Crítico (Chile)

Representada por BLOC Art Perú

La libertad nace del orden Freedom comes from order

Resulta revelador el que una artista visual autodidacta hiciese de su vocación una forma de vida, convirtiéndose, sin proponérselo, en una activa continuadora del arte concreto en su país.

Reto que Patricia (Patica) Jenkins Gibson, asume viendo en la abstracción geométrica y la perfección rítmica del color un lenguaje que por doce años ha conllevado un intenso proceso de exploración donde el orden continúa siendo el eje liberador que gradualmente devela un espacio interior colmado de simbolismos: “Para mí es una disciplina retadora que me lleva a pensar que más que pintora soy colorista, combinando tonalidades para poder dar con el color terminado. Así el rojo es la esencia del amor con la que uno vive y quiere dar, el azul me da serenidad y la calma necesaria; el amarillo la calidez humana con la que quiero aprender a vivir; el fucsia y naranja me recuerdan las polleras con las que bailaba de niña huayno. El color me recuerda mucho a mi niñez, como Arequipeña el amarillo como el sol de mi tierra, el rojo al rocoto relleno, el azul como el cielo, el naranja y fucsia a su celaje. Articulando un proceso que en todo momento te reta”.

De impecable factoría y no exenta de emoción, su obra propone un lenguaje metafórico que amplía el campo perceptivo en favor de lo sensorial. Tal cual sucede en Rojo, Rojísimo, y ese carácter peruanísimo, donde la fuerza de la pasión queda entrelíneas, como cuando rinde homenaje a uno de sus artistas fundamentales el pintor indigenista José Sabogal, con un profundo ejercicio de síntesis visual, y que se logra entender desde Mondrian. “Todo verdadero artista se ha inspirado más por la belleza de las líneas y el color y las relaciones entre ellos, que por el tema concreto de la imagen”, explica. El resto queda en manos del espectador, quien termina completando y componiendo una obra donde resaltan las connotaciones y relecturas por descubrir. Tal cual como le sucedió a Patica cuando dejó la abogacía y descubrió la abstracción geométrica.

“Tuve la suerte de encontrar a un increíble profesor y artista plástico chileno Conrado Proromant, quien me introdujo a esta corriente, donde además destaco a Mondrian y Barnett Newman con sus colores, limpieza y pulcritud en sus líneas. Miró, con sus dibujos, que nos transportan de la adultez a la niñez. Rothko quien integra las tonalidades de rojos y naranjas, azules y amarillos”. A estos maestros agrega, y con gran devoción, a Fernando de Szyszlo, quien fue su mentor, en sus palabras: “al descubrir que mi fuerte no era el dibujo, más bien que mi color era espectacular. También recuerdo me decía ‘coleguita’ y yo lo llamaba de la misma manera, y moría de la emoción. Creo ha sido una de las mentes más lúcidas que ha tenido el Perú”. Otra artista peruana de quien he tomado como referencia la disciplina de sus colores es

It is revealing when a self-taught artist can make a her calling a way of life, thus becoming, unintentionally, in the active successor of her country’s concrete art.

Patricia (Patica) Jenkins Gibson takes on this challenge, finding in geometric abstraction and the rhythmic perfection of color a language she has thoroughly explored for twelve years. In this intense exploration process, order is the freeing axis that gradually unveils an inner world brimming with symbolism: “For me, it is a challenging nature that leads me to think that, more than a painter, I am a colorist, combining hues in order to find the final color. Thus, red is the essence of the love we experience and want to give; blue provides me with much-needed calm and serenity; yellow is the human warmth I want to learn to live with; fuchsia and orange remind me of the skirts I wore for Huayno dances as a child. Color reminds me a lot of my childhood. As an Arequipa native, yellow represents the sun of my land, red reminds me of stuffed rocoto peppers, blue of the sun, orange and fuchsia of the cloud-filled sky at dusk. The articulation of this process is challenging at every turn.”

With impeccable technical prowess, but not devoid of emotion, her work proposes a metaphoric language that broadens the realm of perception in favor of the sensory. Such is the case of Rojo, Rojísimo, which also showcases a very traditionally Peruvian nature. The strength of her passion is read between the lines, like when she pays tribute to indigenist painter José Sabogal with a profound exercise of visual synthesis evocative of Mondrian. “Every true artist has been inspired to a greater extent by the beauty of lines and color, and the relationships between them, than by the specific topic of the image,” she explains. The rest is in the hands of the viewers, who ultimately complete and compose a piece, highlighting the connotations and interpretations that are yet to discover. This is precisely what happened to Patica when she stopped practicing law and discovered geometric abstraction.

“I was lucky enough to find an incredible Chilean professor and plastic artist, Corado Proromant, who introduced me to the movement. Notable artists include Mondrian and Barnett Newman with their colors, clean and tidy lines; Miró, with his drawings that can transport us from adulthood to childhood; and Rothko, who incorporates reds, oranges, blue and yellow tones. To all these masters she adds, with great devotion, Fernando Szyszlo, who was her mentor. She recalls, in her own words: “I discovered that my strong suit was not drawing, but my understanding of color was spectacular. I also remember he called me his ‘colleague’, and so that is what I called him. I was dying of excitement. I think he is one of the most lucid minds of Peru”. Other Peruvian artists that have served as a reference for her work

Regina Aprijaskis, hasta quedarnos con Carmen Herrera, de quien resalta “su tenacidad y coraje, sus persistentes ganas de vivir. Recuerdo que su primera obra vendida fue recién a los 89 años y eso me dice que aún tengo mucho camino por recorrer”.

Por eso para Jenkins su mayor proyecto es continuar pintando, es una confrontación constante el estar frente al lienzo, estructurarlo y darle color: “Me siento muy satisfecha y creo lo he logrado al terminar esa confrontación. Yo no pretendo ser una gran pintora, lo que quiero es que la gente disfrute mi pintura tanto como yo lo disfruto, pintando como serrana, provinciana y arequipeña. Amo mi país y por eso me duele mucho verlo sufrir cuando está lleno de posibilidades, con gente ingeniosa, creativa y trabajadora, comida exquisita y lugares increíbles en la costa, sierra y selva. Para mí el Perú es fantástico, lleno de color, sabor y sentimientos y es exactamente lo que quiero trasmitir a través de mi arte”.

Pero más allá de esta sentida reflexión, volvamos sobre el canon mental que opera en nuestro interior, al enfrentamos al ilusionismo geométrico-poético de Jenkins, quien nos hace entender que aquellos elementos que interactúan en nuestro inconsciente adoptan formas complejas respondiendo a un esquema cromático y orden establecido distinto al habitual. Algo que incluso está presente en la proporción áurea que impera en la naturaleza y que guarda relación con los principios que rigen el orden universal, lo que para ella se inscribe en esa libertad nacida de su propio orden personal.

Vocación por la armonía que es la clave para acceder a un territorio donde si buscas la esencia, cualquier elemento accesorio sobra. Una consecuencia de ese descubrimiento es su forma de representación y abstracción cargada de tensiones cromáticas cuyos significados responden a una ritualidad. Porque para encontrar el color preciso se debe reelaborar una paleta que sea todo un acierto, dando forma a una triada donde el formalismo, lo perceptual y lo contextual, den paso a lo metafísico. Un aspecto muchas veces desatendido, pero que en esta artista es determinante, ya que conforma un léxico visual que le permite alcanzar la armonía, combinando verticales, horizontales y planos de color, generando todo un campo de variaciones perceptivas diferentes y que rompen con la idea de que existe un solo mundo, y una sola construcción de significados.

“La principal manera de romper con esa premisa es con el color y jugando con las composiciones y formatos, pinto dípticos, trípticos y polípticos también para romper con la rigidez. No me considero una persona rígida, sino cambiante y cálida y esto trato de trasladarlo en mi obra. Soy muy dinámica y me encanta instalarlos de distintas maneras”. Accionar que trae consigo una relación recíproca entre el artista, su obra y quien la vuelve a reinterpretar, teniendo toda la libertad para percibir y reordenar lo que ve. Porque la libertad nace del orden, como obra de Patricia Jenkins, que es una obra que tiene mucho por dar, y de la cual ella y también nosotros, tenemos mucho que aprender. Porque como decía el poeta peruano Cesar Vallejo: “Saber más es ser más libre.” with colors are Regina Aprijaskis and Carmen Herrera, of whom she highlights: “her tenacity and courage, and her persistent drive to live. I remember that she sold her first piece when she was 89 years old and that tells me that I still have a long road ahead of me.”

For this reason, Jenkins’ greatest project is to continue painting, as it is a constant battle to stand before a canvas, structuring it and providing it with color: “I feel very satisfied and I believe I have been victorious when the battle is finished. I do not claim to be a great painter, I just want people to enjoy my paintings as much as I enjoy painting as an artist from the Peruvian sierra, the province and Arequipa. I love my country and it pains me to see it struggling when it is full of possibilities, clever, creative and hard-working people, delicious food and incredible places in the coast, highlands and jungle. For me, Peru is fantastic, filled with color, flavor and feelings, and that’s exactly what I want to convey through my art.”

But beyond this heartfelt reflection, let us return to what goes through our minds when we encounter Jenkins’ geometric-poetic illusionism. She makes us understand that the elements that interact in our subconscious take on a complex shape to respond to the chromatic scheme and an established order that’s different what we are used to. This is even present in the golden ration that reigns in nature and that is connected to the principles reigning the universal order, which for her reflects the freedom of her own personal order.

Passion for harmony is key to access a land where, if you look for the essence, any additional element is dispensable. As a result of this discovery, her representation and abstraction are loaded with chromatic tensions and meanings that answer to a ritual process. For colors to be precisely what she wants, she must create a palette that perfectly fits, in a tri-fold process where formalism, perception and context step into the metaphysical. This dimension is often neglected, but in this artist’s work it is fundamental, as it configures a visual language that allows her to accomplish balance, combining vertical and horizontal planes of color, creating all sorts of different fields of perception that shatter the idea that there is only one world and one way of building meaning.

“The main way to shatter that premise is with color and playing around with compositions and formats. I paint diptychs, triptychs and polyptychs also to escape rigidity. I do not think of myself as a rigid person, but rather changing and warm and I try to convey this in my work. I am very dynamic and I love to install the paintings in different ways”. This action showcases the reciprocal relationship between the artist, their work, and the people who interpret it, who are fully free to perceive and restructure what they see. Because freedom comes from order, as Patricia Jenkins’ work, which has much to give, and from which she, and we too, have much to learn. Because as the Peruvian poet Cesar Vallejo said: “To know more is to be freer.”

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