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“Este obispo era un auténtico seguidor de Jesús” – Homilía de Mons. Julio Cabrera Ovalle, Obispo de Jalapa, Guatemala. Fiesta del Beato Oscar Romero, 24 de marzo de 2017. Catedral Metropolitana – Queridos hermanos de esta Arquidiócesis de S.S.: ¿Saben ustedes que mi hermano Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador; su Obispo Auxiliar, Monseñor Gregorio Rosa, y todos los demás hermanos obispos que sirven en las otras diócesis de este país se encuentran en Roma visitando la Sede Apostólica y al obispo de Roma, nuestro papa Francisco? Esa es la razón por la que me encuentro entre ustedes, invitado por su Arzobispo para presidir esta Eucaristía en el 37º aniversario del asesinato martirial del Beato Oscar Romero. Agradezco profundamente la confianza puesta en mí por su pastor, y les aseguro que vengo con una alegría muy grande a cumplir este encargo. Somos países hermanos Guatemala y El Salvador. Nuestras raíces son indígenas, mestizas y criollas. Tenemos fronteras comunes. Una gran parte de nuestros hermanos no ha podido vivir aquí dignamente y ha decidido a emigrar, la mayoría, a los Estados Unidos. Se han ido endeudando con los “coyotes”, sufriendo en el techo de ese tren que llamamos “La Bestia” o arrostrando los brutales maltratos de los narcotraficantes y de las policías de los territorios por donde pasan. También hay mujeres y hombres salvadoreños, por ejemplo, en Suecia, cerca del Polo Norte y también en Australia, en el extremo sur del Planeta. Nos une también el dolor de la sangre derramada injustamente entre los miembros de nuestra Iglesia Católica y otras Iglesias hermanas. También en Guatemala nos mataron a un hermano obispo, Monseñor Juan Gerardi, 18 años después del crimen de Monseñor Romero. A los dos los unió la vocación de profetas. A Monseñor Romero lo mataron, como dijo él en el municipio de Aguilares, por “ir recogiendo atropellos, cadáveres, y todo eso que va dejando la persecución de la Iglesia. Hoy me toca venir a recoger, en esta iglesia, un sagrario destruido y sobre todo un pueblo humillado, sacrificado indignamente”. En Aguilares comparó Monseñor Romero a las víctimas del Ejército con Jesús asesinado en la cruz: “Ustedes son la imagen del Divino traspasado”, le dijo a aquella multitud de aquel pueblo donde primero se había asesinado al párroco Rutilio Grande, junto con un sacristán anciano y un monaguillo niño, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus. A Monseñor Gerardi lo mataron en su casa parroquial por haberse atrevido a recoger históricamente en cuatro libros la investigación sobre las horrendas masacres y demás violaciones a los derechos humanos cometidas, sobre todo, contra el pueblo indígena de Guatemala. También como aquí, fueron asesinados allá sacerdotes, diocesanos y religiosos al servicio del pueblo, guatemaltecos, españoles, norteamericanos, filipino uno, italiano uno también, incluso religiosas e innumerables catequistas y otras personas laicas. Lo recuerda su Arzobispo Mons. José Luis, en su segunda Carta Pastoral, esta vez con el tema del martirio. Somos solidarios en haber dado la vida hasta la muerte en nuestras dos Iglesias hermanas. Todo por haber hablado proféticamente contra las injusticias cometidas en contra de la dignidad y de la vida del pueblo, sobre todo de los pobres. Ustedes participaron hace casi dos años en esta ciudad, en la Plaza del Salvador del Mundo en la Beatificación de Monseñor Romero y allí estuve yo, ustedes bajo el sol y yo bajo de un gran toldo. Escuchamos juntos el reconocimiento de Monseñor Oscar Romero como “Padre de los pobres”. Así lo llamó el papa Francisco en el documento de beatificación. Cuando una persona es asesinada por ser
insobornablemente fiel al Evangelio de Jesús de Nazaret, el Cristo, lo primero que debemos afirmar es que fue víctima de un crimen horrendo. No hay mayor crimen que quitar la vida a las personas, a tiros o por hambre o con otras brutalidades parecidas e inhumanas. Frente al Arzobispo Monseñor Romero asesinado y frente a su funeral criminalmente violado a tiros y bombazos desde el techo del Palacio Nacional, hay que reconocer que aquel crimen horrendo hermanó a Monseñor Romero con todas las víctimas asesinadas por los cuerpos de seguridad por luchar por la justicia. También Jesús de Nazaret fue asesinado y eso está en el Credo con el que proclamamos nuestra fe: “Fue crucificado, muerto y sepultado en tiempos de Poncio Pilato.” Antes de comentar brevemente los textos de la Liturgia de la fiesta del Beato Oscar Romero quiero reflexionar brevemente con ustedes sobre la angustia vivida por Jesús y sus seguidores mártires frente a la amenaza casi segura de que les quitaran la vida. Al fin y al cabo, en nuestros países hoy volvemos a vivir esa angustia ante los asaltos de los violentos y contra ellos. Las personas que intuyen, como intuyó Jesús de Nazaret, que viven amenazadas de muerte violenta, pasan por una angustia casi indecible e insoportable, parecida a la que sufrió Jesús la noche antes de ser apresado mientras oraba en el Huerto de Getsemaní: “Mi alma está triste hasta la muerte... Padre, líbrame de este trago” (Mt 26, 38a, par.). Es la angustia de sentirse solo ante la amenaza mortal contra la vida. Una angustia que lleva consigo la tentación de huir de la prueba que se avecina. La angustia de ver acumularse el odio a su alrededor, un odio incluso escondido detrás de pretextos patrióticos e incluso religiosos: “Ustedes no entienden nada –dijo el Sumo Sacerdote Caifás a sus colegas– ¿No ven que es mejor que muera uno solo por el pueblo en vez de que perezca el pueblo entero?” (Jn 11, 49b-50). De hecho, Monseñor Romero era consciente de que su franqueza y la libertad cristiana de sus palabras podían llegar a costarle la vida. Y muestra que eso le daba miedo. Jesús de Nazaret y Monseñor Romero pasaron por la prueba de esta angustia: o dejan de defender a las personas indefensas encomendadas a su cuidado por el Padre que está en el cielo; o dejan de decir la verdad y de seguir denunciando la injusticia de la situación opresora religiosamente y también social, económica y políticamente, que abruma a los pobres; o intuyen que les van a quitar la vida. Y piden no caer en la tentación, es decir no sucumbir en la prueba. E incluso lo gritan, lo claman: “Pase de mí este cáliz.” Podríamos traducir así el clamor de Jesús: “Que no triunfen los que oprimen a los pobres hasta matarlos de hambre o impedirles avanzar con salarios dignos por su trabajo… Que no triunfen los que quieren cerrar el corazón y las fronteras a la solidaridad humana.” “Pase de mí este cáliz.” Así oró Jesús en su angustia y así oró Monseñor Romero. Ninguno de los dos sucumbió en la prueba. Ninguno dejó de proclamar la verdad. Ninguno se echó para atrás y abandonó su misión. Pero el Credo continúa: “Creemos en que Jesús resucitó. Creemos en la Resurrección de los muertos. El trozo de la Carta de San Pablo a los Romanos, que hemos leído en esta Eucaristía, ilumina la angustia real frente a la muerte con una proclamación llena de esperanza: “¿Quién estará en contra nuestra? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo junto con su Hijo? ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, el peligro, el asesinato?” Y termina Pablo con esta palabra profundamente consoladora: “Nada
podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús” (Rom 8, 31b-39). Fíjense que Pablo habla ya del amor manifestado en Cristo Jesús. Ya no se trata del Maestro Jesús de Nazaret, se trata de Jesús, el Cristo, es decir, Jesús confirmado como Mesías, como instaurador y presencia del Reino de Dios. Jesucristo el Salvador, el Resucitado por la fuerza de Dios, es la personificación del amor de Dios. Y no hay Jesús Resucitado sin Resurrección de los muertos. El amor de Dios a su Hijo se continúa en el amor de Dios a los hermanos de Jesús, de quien dice la Carta a los Hebreos que “no Mons. Julio Cabrera Ovalle s e a v e r g ü e n z a de llamarlos predica su homilía [o llamarnos] h e r m a n o s ” ( H b 2 , 11 ) , h e r m a n o s d e condición humana, hermanos de humanidad. Fundamentado en esa fe llena de esperanza y de la solidaridad con Jesucristo, a pesar de las angustias y del miedo a que lo mataran por causa de su palabra audaz y libremente cristiana –palabra con parresía dicen los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles repiten bastantes veces que esa palabra con libertad la heredaron ellos–, y por eso fue esa palabra francamente libre la que recibió Monseñor Romero y la que aceptó como don del Espíritu Santo que siempre hace que sigamos el modo de proceder de Jesús (Jn 14, 26). ¿Recuerdan ustedes la palabra de Monseñor Romero dirigida a los soldados el día antes de que lo asesinaran? Las cito: “Ustedes son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y, ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice ‘No matar’. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues. En nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!” Estas palabras solo pueden haberse pronunciado en virtud de la fe en la Resurrección de Jesús crucificado y en la resurrección de los muertos. Probablemente Monseñor Oscar Romero sabía que, a pesar de su dignidad de Arzobispo, estas palabras podían acarrearle la muerte. Las dijo con el amor que caracterizó a Jesús de Nazaret durante su vida y que caracteriza a Jesucristo Resucitado para siempre. Las dijo lleno del Espíritu Santo, que siempre nos encamina a seguir a Jesús (Jn 14, 26). A pesar de las ofertas que le hicieron no aceptó defenderse contra la violencia con medios extraordinarios que no estaban al alcance de su pueblo empobrecido; no quiso ponerse un chaleco antibalas.
(pasa a la página 10)
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Celebramos la memoria del Beato Oscar Romero Diferentes actividades conmemorativas se han realizado en todo el planeta este 24 marzo, en el marco de la fiesta del Beato Oscar Romero. Todas destacan por haber sido multitudinarias, algo que no es para extrañarse ya que en todos genera mucha expectativa y euforia el hecho de que es el primer aniversario que celebramos después de su Beatificación. En nuestra Arquidiócesis nos encontramos además en el año jubilar por el centenario de su natalicio, pero debido a que los señores Obispos de nuestra Conferencia Episcopal se encontraban en Roma participando de la Visita Ad Limina, el señor Arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis
Mons. Julio Cabrera Ovalle, Obispo de Jalapa, preside la Santa Eucaristía en Catedral Metropolitana de San Salvador
Escobar, solicitó al señor Obispo de la diócesis de Jalapa, Guatemala, S.E.R. Mons. Julio Cabrera Ovalle, que presidiera la acción de gracias para conmemorar el hecho (ver homilía completa en pág. 2) ese viernes 24.
Pbro. Luis Coto (al centro) preside la Santa Misa en la Plaza del Salvador del Mundo este 25 de marzo
Gran cantidad de devotos del Beato Romero participaron de la marcha de los farolitos este 25 de marzo
Ciudad Barrios, en San Miguel, no podía quedarse atrás, por lo que desde la noche anterior realizó diferentes actividades en honor al Beato
La Fundación Romero organizó su tradicional marcha de los farolitos el 25 de marzo, peregrinación que partió del Parque Cuscatlán hacia la Plaza del Salvador del Mundo. Ahí se desarrolló un acto cultural que incluyó una Eucaristía presidida por el Pbro. Luis Alonso Coto. Predicó la homilía de ocasión el Pbro. Juan Vicente Chopin, SJ.
De fiesta en P. Santa María de la Encarnación Con una gran cantidad de actividades se celebró por todo lo alto la fiesta patronal de Santa María de la Encarnación, en la parroquia del mismo nombre en San Marcos, este 25 de marzo. Desde el día 16 se inició con una novena, en la que participaron todos los sectores de la parroquia. El día principal de la fiesta se ofreció unas Solemnes Vísperas en el terreno donado a la
Carroza en la que se transportó la imagen de Santa María durante su fiesta patronal
parroquia, ubicado en la colonia 10 de octubre. El señor párroco, Pbro. Edgar Winter, animó a los presentes a vivir como hermanos de Jesús, ya que Él nos dejó en herencia a María para ser nuestra Madre. Ella media por nosotros ante su Hijo como lo hizo en las bodas de Caná. Posteriormente se cantó el Magníficat. Entre todos nos unimos para alabar las maravillas que hace Dios en nuestras vidas, lo que dio paso a desarrollar una procesión bastante concurrida. Al llegar al templo parroquial, el cual estaba embellecido en honor a nuestra Señora, se inició la Santa Eucaristía presidida por el Rvdo. Padre Raymundo Brizuela y concelebrada por el padre Fabio, el padre Douglas y el señor párroco. La homilía fue predicada por el Rvdo. Padre Máximo Huaman, misionero Comboniano, quien animó a la comunidad parroquial a vivir como hijos de Dios y a contar las maravillas que hace con nosotros. La Eucaristía se vivió de manera vibrante, alegre y nutrida en participación.
Eucaristía patronal celebrada por el Padre Raymundo Brizuela este 25 de marzo
Hacia el fi nal de la ceremonia, el párroco agradeció la presencia de los sacerdotes y de toda la feligresía, especialmente al señor Alcalde Municipal, Dr. Fidel Fuentes, y su Concejo Municipal, quienes donaron la carroza en la que fue llevada la patrona, así como la pólvora, piñatas y dulces. Seguidamente, todos compartieron en un abundante ágape.
¡Qué nuestra Señora de la Encarnación nos cubra con su manto maternal!
DIRECTORIO
Pbro. Simeón Reyes DIRECTOR
Pbro. Carlos Chavarría SUBDIRECTOR
Roger Herrera EDITOR EN JEFE
Efraín Caravantes
Roger Herrera
CORRECCIÓN Y DISEÑO
DISEÑO DE PORTADA
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ditorial Prohibición de la Minería en El Salvador Esta semana la Asamblea Legislativa aprobó la ley que prohíbe la minería metálica en nuestro país. Fueron 70 votos a favor. Es un paso importantísimo de cara a proteger a la población más vulnerable y evitar daños irreparables en el medio ambiente. También es un signo muy positivo de valorar la dignidad de un país frente al insaciable afán de lucro de las empresas internacionales dedicadas a la explotación minera. Aplaudimos a los legisladores que pusieron en la agenda de sus discusiones el proyecto de ley que pedía la prohibición de la minería metálica en El Salvador. Es un signo de compromiso con la población que les ha elegido para representarlos en esta institución. También es una muestra de responsabilidad de cara a las nuevas generaciones. La sociedad salvadoreña ha sido testigo que es posible ponerse de acuerdo en temas de interés nacional. El día que se hizo la marcha desde el Parque Bolívar hasta la Asamblea Legislativa para entregar más de 35 mil firmas, vimos que las distintas fracciones políticas aseguraron el apoyo a dicha ley. Luego siguieron las discusiones y recibimos con satisfacción que en la Comisión de Medio Ambiente y Cambio Climático hubo consenso. El camino siguió hasta convertirse en Ley. A este tema también ayudó conocer la experiencia que han tenido en Filipinas en esta materia. Allí se opusieron a que continuara la explotación minera por las graves consecuencias ambientales y sociales. Los mismos diputados han reconocido que las diferencias
ideológicas no fueron obstáculo para buscar algo que es de interés nacional. ¡Así se tiene que legislar! El bien común debe estar por delante, antes que cualquier beneficio personal. ¿Qué más podríamos esperar si ante otros graves problemas que tiene la sociedad salvadoreña se reaccionara con las mismas disposiciones? La misma población aprecia este tipo de acuerdos: con transparencia, diálogo, propuestas. Muy probablemente habría más confianza y apoyo si los temas que más agobian a la población se abordaran con la misma serenidad y urgencia. ¿Habría que hacer una marcha contra la delincuencia para que se abordara como una prioridad? ¿Se tendrían que recoger firmas para tener una ley por el agua y los alimentos? Ahora que tenemos una ley contra la minería metálica sentimos que una victoria de todos aquellos que desde hace años han buscado, denunciado y sufrido por no ceder a los intereses de la industria minera. Agradecemos a todos los movimientos y organizaciones sociales que no dieron marcha atrás en este camino. Reconocemos también lo oportuno que fueron los documentos emanados por la Conferencia Episcopal de El Salvador y la visión tan comprometedora que lanzó el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si’ para el cuidado de nuestra casa común. Hemos dado un paso adelante. Pero no podemos olvidar que nuestro país sigue siendo vulnerable por tanto descuido y atropello en su medio ambiente. Gracias a Dios. ¡Alabado seas mi Señor!
Por Pbro. Simeón Reyes, Director de Semanario Orientación
El buen samaritano Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha, vale. Pero ante un mundo materialista, donde los insensibles socialmente parecen Sigfrido Munés dominar la escena, tioziggi@hotmail.com es justo y necesario predicar con el ejemplo. La Iglesia Católica, con millares de religiosos (hombres y mujeres) y gran número de seglares voluntarios, trabajan alrededor del mundo atendiendo enfermos, llevando alimentos a zonas castigadas por la hambruna, redimiendo jóvenes víctimas de sus propias adicciones y prestando otros servicios sociales. Se trata de una labor francamente gigantesca, para la preservación de la vida y la salud de
millones de personas en África, Asia y América Latina principalmente. La acción de la Iglesia no cubre sólo necesidades materiales, sino lo más importante: necesidades espirituales, en la búsqueda de la conversión y para gloria del Señor. Me decía un periodista amigo que lo que hacen los católicos y sus agencias, como Cáritas, no es muy conocido. Le respondí que, en efecto, el cumplimiento de sus labores no es material de propaganda, pero que sus millones de beneficiarios sí lo saben y que ello abona al esfuerzo misionero; pero que creo que los encargados de llevar la Palabra y las buenas nuevas a todos los rincones de la Tierra somos los fieles, a veces impasibles ante la agresión de las sectas y cierta prensa amarillista, manipulada por intereses bastante obvios. La Iglesia y su jerarquía misma están integradas por seres humanos con sus fortalezas y debilidades.
Cuando uno de nosotros peca surge el escándalo, pero el eco es menor cuando se trata de las buenas obras católicas en favor de los jóvenes y los necesitados. Se dice que hay un aparato muy bien financiado para dar lugar a esta disparidad y que sus tentáculos se expanden a los cuatro puntos cardinales, para reducir los alcances de la Palabra y la multiplicación de los fieles. Lejos de reducir nuestros esfuerzos estos retos deben estimularnos para que cada uno de nosotros sea un portavoz de la verdad y predique con el ejemplo. Cuanto más hagamos por los pobres, los enfermos y la defensa de la vida, más gloria al Señor y más seguridad de nuestra vida futura en el Reino. ¿Qué has hecho últimamente por los que sufren? En Dios confiamos.
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¿Qué cosa significa caminar en la luz?
La pereza es peor que tener un corazón tibio
En Casa Santa Marta este 28 de marzo Francisco invitó a vivir la propia vida de la mejor forma posible, con lo que a cada uno le ha tocado.
“Hoy el Señor nos dice a cada uno de nosotros: ‘Levántate, toma tu vida como sea, bella, fea, como sea, tómala y ve adelante. No tengas miedo, ve adelante con tu camilla’. -‘Pero Señor, no es el último modelo...’-. ¡Pero ve adelante! Con aquella camilla fea quizás, ¡pero ve adelante! Es tu vida, es tu alegría. ‘¿Quieres curarte?’ –es la primera pregunta que hoy nos hace el Señor–. ‘¡Sí, Señor!’. –‘Levántate’”, expresó el Papa. También explicó que está mal quejarse o echar siempre la culpa al otro de lo que nos pasa. Y añadió que la parálisis del alma se da por la pereza, que es peor que tener un corazón tibio. (Cf. Romereports.com 28 mar. 2017)
de Roma precisó que el hecho que aquel ciego no tenga un nombre nos ayuda a reflejarnos con nuestro rostro y nuestro nombre en su historia. “También nosotros hemos sido ‘iluminados’ por Cristo en el Bautismo, y por lo tanto estamos llamados a comportarnos como hijos de la luz”, constató el Papa, para luego precisar que esto exige un cambio radical de mentalidad, una capacidad de juzgar hombres y cosas según una nueva escala de valores, que viene de Dios.
“El objetivo final de eliminar totalmente las armas nucleares es un desafío y un imperativo moral y humanitario”. Es lo que escribe el Papa Francisco en un Mensaje a la “Conferencia de la ONU para negociar un instrumento jurídicamente vinculante sobre la prohibición de las armas nucleares, que conduzca a su total eliminación”, que se desarrolla en Nueva York hasta el 31 de marzo. “Una ética y un derecho basados en la amenaza de la destrucción recíproca –y potencialmente de toda la humanidad– son
“Orientar todos los esfuerzos (...) para alcanzar la autosuficiencia alimentaria” Card. Parolin “Es cada vez más evidente la necesidad de situar en el centro de cada acción a la persona, sea ésta sujeto del trabajo agrícola que comerciante o consumidor”, exhorta el Cardenal Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, en una Carta enviada en nombre del Santo Padre Francisco al Sr. Janez Potocnik, Presidente del X Foro para el Futuro de la Agricultura. El Card. Parolin precisó que se debe orientar todos los esfuerzos a que cada país aumente sus propios recursos para alcanzar la autosuficiencia alimentaria, pensando en nuevos modelos de desarrollo y de consumo. (Cf. Radiovaticana.va 28 mar. 2017)
Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) lanzó la iniciativa de rezar una Novena por la Vida, la cual concluyó el 25 de marzo. Los Obispos de México en un comunicado denunciaron el silencio ante los miles de abortos y amenazas contra la familia, mientras que la comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina también elevó su voz en favor de la vida. (Cf. Radiovaticana.va 27 mar. 2017)
“Adoración de los Magos” de Leonardo desvela sus secretos
La “Adoración de los Magos” (1482) uno de los cuadros más conocidos e enigmáticos de Leonardo da Vinci, volvió a exhibirse en la Galería de los Uffizi, de Florencia, desde este veintisiete de marzo después de cinco años de restauración y en la que se han desvelado una claridad y profundidad que no se habían visto antes en la obra. La obra fue trasladada urgentemente en noviembre de 2011 del museo florentino a la llamada Opificio (Fábrica) de Piedras Duras para su restauración ante el delicado estado en el que se encontraba. (Cf. Efe.com 27 mar. 2017)
contradictorios con el espíritu mismo de las Naciones Unidas”, por lo que “debemos comprometernos en un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de no proliferación, en el papel y en el espíritu”, afirma el Papa. “La paz debe ser construida en la justicia, sobre el desarrollo humano integral, sobre el respeto de los derechos fundamentales, sobre la custodia de la creación, sobre la participación de todos en la vida pública, sobre la fidelidad entre los pueblos”, propuso el Pontífice. (Cf. Aciprensa.com 28 mar. 2017)
Haití-Rep. Dominicana
“Dos países distintos pero una sola Iglesia” En un comunicado difundido el 24 de marzo, el grupo de representantes de las diócesis fronterizas de Haití y la República Dominicana, que se reunieron el 21 de marzo para analizar problemas comunes, han declarado que la Iglesia Católica reitera su compromiso de proporcionar a los migrantes indocumentados esos servicios que contribuyen a obtener sus documentos. Este compromiso está motivado por la comunión con el Papa Francisco y por su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado 2017. Los presidentes de la Pastoral de Migrantes de las Conferencias Episcopales de ambos países, Su Exc. Mons. Launay Saturné (Haití) y Diómedes Espinal de León (RD), han subrayado que aunque son dos países distintos, son una sola iglesia y este es un trabajo en el cual no entra lo político, ni la historia de ambos países, sino que todos son hermanos porque son hijos de Dios. El documento recibido en la Agencia Fides expresa la firme esperanza de los obispos y de la iglesia local de que tanto el presidente Danilo Medina Sánchez (RD), como su homologo haitiano, Jovenel Moïse, cumplan con sus promesas electorales, para que la gente de Haití no tengan que emigrar en busca de mejores condiciones de vida y que en el país se pueda erradicar la inmunidad, la corrupción y otros problemas sociales. (Cf. Fides.org 24 mar. 2017)
VOZ DEL PAPA
En Chile marcharon más de 10 mil personas, en lo que fuera la primera marcha por la vida en el país. En el caso de Perú las marchas debieron cancelarse debido a las inundaciones provocadas por el fenómeno de “el Niño” y transformarse en una marcha solidaria. En Colombia, el Departamento de Promoción y
(Cf. News.va 26 mar. 2017)
Papa pide a la ONU acabar con las armas nucleares y construir la paz
América Latina en defensa de la Vida Multitudinarias marchas por la vida se llevaron a cabo en diversas ciudades de América Latina, este sábado 25 de marzo.
Con el Sacramento del Bautismo somos hijos de la luz llamados a caminar en la luz, pero ¿qué cosa significa caminar en la luz? se preguntó el Pontífice. “Significa ante todo abandonar las luces falsas: la luz fría y fatua del prejuicio contra los otros, porque el prejuicio distorsiona la realidad y nos carga de animadversión contra aquellos que juzgamos sin misericordia y condenamos sin apelación”.
EN EL MUNDO
Ante miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, comentando el Evangelio del IV Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco se refirió al encuentro entre Jesús y un hombre ciego de nacimiento, que “representa a cada uno de nosotros, que hemos sido creados para conocer a Dios, pero que por causa del pecado somos como ciegos, tenemos necesidad de una luz nueva, aquella de la fe, que Jesús nos ha donado”. El Obispo
10 (viene de la página 2) Se fue a confesar la tarde del lunes siguiente a aquel domingo porque había hablado con una fe luminosa que, como dice el Concilio Vaticano II, “orienta la mente para buscar soluciones plenamente humanas” a los problemas humanos (GS 11). Pero sabía que se había jugado la vida y tenía la humilde conciencia de ser pecador. Después de confesarse fue al Hospitalito de cancerosos en cuyos terrenos tenía su casa, para celebrar una Misa de aniversario por la mamá de un periodista, el director del que entonces era el único periódico independiente en el país. Al ir a comenzar el ofertorio no se puede descartar que Monseñor Romero viera al tirador que desde la puerta de la capilla, de frente al altar se aprestaba a matarlo. Haya visto a su asesino o no, el Beato Romero siguió preparando el pan y la copa para el vino; con ellos iba a celebrar el memorial, es decir el recuerdo hecho presencia de la vida generosa y de la crucifixión y Resurrección de Jesucristo. Así es como fue asesinado. Cuando Jesús de Nazaret, silencioso ante Pilato, sintiendo el duro abandono que sentimos los humanos cuando vamos a morir, exclamó desde la cruz, es decir desde el patíbulo, donde sufría una injusta agonía: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, expirando a continuación; el Evangelio cuenta que el jefe del destacamento que lo había crucificado, exclamó al ver cómo había muerto: “Realmente ese hombre era hijo de Dios” (Mc 15, 39). De la misma manera, al ver cómo había muerto el Beato Oscar Romero y al ver cómo fue irrespetado a tiros y bombazos su mismo funeral el domingo siguiente, surgió aquel clamor en este país y en América Latina y en muchas partes del mundo cristiano, y del mundo de otra gente de buena voluntad y corazón solidario: verdaderamente este hombre, este obispo, era un auténtico seguidor de Jesús, un santo, un testigo del amor a los pobres, un testigo de aquel Jesús que había dicho que qué difícil es que un rico entre en el Reino de los cielos si no vende sus bienes y los comparte con los pobres (ver Mc 10, 24-25 par.), un testigo de la fidelidad a Jesucristo y a la dignidad humana. Por eso en el salmo hemos cantado: “Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.” El Beato Oscar Romero, y tantos otros sacerdotes y religiosos y las cuatro religiosas también asesinadas y antes violadas, y “los innumerables laicos” cristianos a quienes les quitaron la vida personas dominantes que usaron la violencia injustamente en ese crimen horrendo, intentando así aplastar el disfrute de los pobres de su dignidad humana y de sus derechos, fueron mártires y por eso han sido hoy recordadas sus vidas y su martirio en una larga carta de mi hermano el Arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, que se titula “Ustedes también darán testimonio porque han estado conmigo desde el principio” (Jn 15, 27). Precisamente por eso, el Evangelio de la Misa de la Fiesta del Beato Monseñor Romero, que hemos anunciado en esta Eucaristía, ha sido tomado de las palabras de despedida de Jesús a sus discípulos según el Cuarto Evangelio, antes de ir a su Pasión: “No te pido que los saques del mundo sino que los libres del mal… y que los santifiques en la verdad. Tu palabra es la verdad.” Entendámoslo. Las personas cristianas no hemos sido bautizadas ni nos hemos encontrado con Jesús en la Eucaristía para irnos a vivir a otro planeta. En este mundo tan herido por el culto a los ídolos del poder, del dinero, es donde hemos de santificarnos, es decir de confirmarnos en la verdad de la igualdad de todas las personas en dignidad y de la lucha justa por esa dignidad. Jesús nos dice hoy lo mismo que dijo a sus discípulos: “Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia porque no son del mundo”. No somos, no pertenecemos al mundo como propiedad de sus valores de riqueza ostentosa y egoísta, de poder ejercido brutalmente, de orgullo de identidad
2 de abril de 2017 que rechaza a los que no han nacido donde nosotros. Jesús no pide al Padre que nos saque de este mundo. Solo le pide que nos libre, que nos preserve del mal. Incluso en el Padre Nuestro, Jesús nos ha enseñado a pedirle a nuestro Padre que nos libre del mal. ¿Qué es el mal? El Beato Monseñor Romero habló tantas veces con verdad y libertad sobre el mal. El mal es un “misterio de iniquidad” (2 Tes 2, 7), como la presencia constante de la negación de solidaridad fraterna, la actitud de Caín continuamente redescubierta: “¿Soy yo el guardián de mi hermano?” (Gn 4, 9b). Al revés que Jesús, quien no se avergonzó de llamarnos hermanas y hermanos (Hb 2, 11), en este mundo nos enfrentamos a la presencia constante de la negación de la fraternidad por medio de la afirmación de la violencia, el no a la paz por medio de la insolidaridad; y el no a la compasión ante los sufrimientos de las otras personas. Jesús, en este Evangelio, ora a su Padre, a quien sintió fuerte y sintió también con la ternura de Madre. Por eso pasó tantas noches orando en su regazo y pidiendo que lo librara del mal precisamente ayudándole, acompañándole en la diaria pelea contra el mal. Es decir, contra la violencia y contra el resentimiento y el rencor, que son como la incubadora de la violencia. Y pide que seamos partidarios firmes de la verdad y por eso libres frente a la mentira, es decir, capaces de desenmascarar la mentira que el mundo pretende imponernos. Monseñor Oscar Romero habló con la verdad en sus años de Arzobispo y luchó contra la mentira. Y habló la verdad sobre la situación de este país y de su pueblo. Habló la verdad. Una y otra vez. Con gran libertad. Por eso lo mataron. Por seguir en esto y en muchas otras cosas a Jesús, como por ejemplo en orar hasta muy entrada la noche para preparar sus homilías contagiándose de la valentía de Jesús de Nazaret, de su amor por la verdad. Por eso lo mataron y su asesinato nos dolió y nos duele en el alma. Pero también por eso, por su amor a la verdad y por su testimonio en favor de la verdad, fue tan amado por este pueblo y tan respetado, como lo fue Jesús. Y, sin embargo, por eso también fue Monseñor Romero tan odiado, como lo fue Jesús: “Si el mundo los odia”, dijo en su despedida, “sepan que primero me odió a mí” (Jn 15, 18). Lo odiaron quienes querían una religión de la ley y no de la misericordia compasiva. Lo odiaron quienes querían monopolizar todo el bienestar de la vida y dejar todo el malestar para los demás, es decir, quienes no soportaban mirar en el espejo del anuncio de la Buena Noticia de Jesús, el rostro dolorido de los pobres, de los desempleados, de los sin techo digno, sin educación de calidad para sus hijos, etc. Lo odiaron quienes no soportaron su verdad. Jesús, en el Padre Nuestro nos invitó a no caer en la tentación, es decir, a no sucumbir en la dura prueba de la injusticia. Y también nos invitó a orar así: “Perdónanos nuestras deudas puesto que también nosotros perdonamos a los que nos deben algo.” Pidamos el coraje transformador de amar a nuestros enemigos en este país en que desde los Acuerdos de Paz les acosa una violencia distinta de la de la guerra, pero no menos dura. Monseñor Romero aprendió de Jesús crucificado a perdonar a los mismos cuya injusticia había denunciado. Así, con la verdad sobre la vida y la muerte en este y en todos nuestros países y con la bondad generosa en nuestro corazón, recibiremos el don de Dios del ánimo y de la valentía para luchar por el Reino de Dios y su comienzo en nuestros países centroamericanos, como luchó el obispo mártir Oscar Romero, aquel hombre hermano nuestro, que por eso es Beato y confiamos en que será reconocido como santo muy pronto. Y que en este año celebraremos un siglo desde que nació en Ciudad Barrios en 1917. Así seguiremos a Jesús de Nazaret, el Crucificado y Resucitado, nuestro Salvador, nuestro Hermano mayor, que fue vida y alegría verdaderas de el Beato Oscar Romero y de todos los que fueron asesinados aquí en nuestros territorios y los que dieron su vida durante su migración en busca de una vida mejor más allá de nuestras fronteras. Gracias, hermanas y hermanos (…)
María Julia Hernández
Su lucha por la verdad y la justicia nos sirve de ejemplo María Julia Hernández fue una destacada salvadoreña defensora de los derechos humanos antes y después de la guerra civil. Nace un 30 de enero de 1939 en Tegucigalpa, Honduras. Salvadoreña por nacimiento, sus padres fueron don José Rubén Hernández Barahona y su madre doña María Chavarría. Estudió inglés en los Estados Unidos al terminar su bachillerato. Luego ingresó en la comunidad de religiosas mercedarias para estudiar Teología en España. A su regreso al país, en 1970, decide a estudiar Filosofía y también Ciencias Jurídicas en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). Fiel seguidora de las enseñanzas del Beato Oscar Romero (a quien conoció aproximadamente en 1977). Fue además cercana colaboradora de Monseñor Arturo Rivera Damas con quien funda Tutela Legal del Arzobispado. Después de convertirse en su directora siguió siendo, luego de los Acuerdos de Paz, una incansable luchadora en contra de la impunidad, en defensa de las víctimas y los más vulnerables hasta el día de su muerte. Gran colaboradora de Semanario Orientación, trabajó también por dotar de equipos a Radio YSAX e Imprenta Criterio luego de atentados con explosivos para obligar a su cierre. Su trayectoria la llevó a recibir reconocimientos por la reivindicación de los derechos humanos en muchos países, como la Medalla de Plata del Pontificado de Juan Pablo II otorgada por el Santo Padre por Servicio Eclesial en 1992 y ese mismo año también el Doctorado Honoris Causa en Servicio Público de la Saint Joseph’s University, en Filadelfia. En 2004 recibe el Doctorado Honoris Causa en Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). En 2005 estuvo nominada al premio Nobel de la Paz, en conjunto con un grupo de mujeres salvadoreñas. Un 30 de marzo de 2007 regresa a la Casa del Padre a causa de una dolencia cardíaca. Gracias Doctora María Julia por ser modelo de solidaridad, espiritualidad y compromiso con el Evangelio. Su lucha por la verdad y la justicia nos sirve de ejemplo y esperanza para la lucha en la defensa de los derechos de todas las personas.
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La Palabra de Dios para cada semana Ez 37, 12-14; Sal 129, 1-8; Rom 8, 8-11; † Jn 11, 1-45 Preparado por:
Pbro. Patxi Loidi cirsol6@integra.com.sv
Domingo 2 de abril de 2017 • Quinto Domingo de Cuaresma • Ciclo “A” • Año impar
Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en mí, aunque haya muerto, vivirá Queridas amigas y amigos: La Resurrección es el último signo del Evangelio de Juan, el signo de la vida. Está expresado con la vuelta a la vida presente. Pero quiere revelarnos mucho más que esta vida; nos comunica la vida futura plena en Dios. El acto de fe de Marta y la conversión de la gente mencionada al final, apuntan a esa vida nueva, donde seremos en Dios personas renovadas, del todo realizadas. Que este día aumente nuestra fe. Saludos cariñosos, amigas y amigos. Tenemos otra vez un Evangelio largo. En los dos domingos anteriores hemos visto a Jesús como agua viva, con la Samaritana, y como la luz del mundo, con el ciego de nacimiento. Hoy lo vemos como la Vida. Es la narración culminante, antes de la Pasión. La ironía sagrada es que Jesús nos da la vida y a Él se la quitan. Además su muerte es decretada por los Jefes de la religión oficial, incapaces de reconocer la novedad enviada por Dios al mundo, aferrados a sus tradiciones y privilegios. El Sumo Sacerdote anunciará, a continuación del texto de hoy, que es mejor la muerte de un solo hombre que la destrucción de todo el pueblo (V. 49-50). Y el evangelista verá en ello una intervención profética, producida no por la santidad del Sumo Sacerdote, sino por su cargo; y ampliará a todo el mundo los efectos de la muerte de Jesús. Esta muerte no evitará la destrucción del pueblo, pero nos dará la vida. El pasaje es una composición del evangelista, que hay que leer en clave pascual de Muerte y Resurrección: Jesús es la vida y da la vida a quienes creen en Él. El autor nos presenta la resurrección de Lázaro como la causante inmediata de su muerte, aunque lo más probable es –siguiendo a los sinópticos– que fue su postura sobre la Ley, el templo, el sábado y los pobres lo que provocó su condena. Juan no pretende hacer historia, sino darnos una revelación: la comunicación de que Jesús es vida, y vida eterna. Pero en vez de decírnoslo didácticamente, lo hace con esta preciosa narración.
Leamos el pasaje como una gran revelación de Dios, sin preocuparnos de la historicidad de los datos. El momento cumbre está en las palabras de Jesús: Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien crea en mí vivirá, aunque haya muerto. Acostumbrémonos a esta lectura adulta. Es una preciosa narración, llena de sugerencias. Por ejemplo, breves oraciones como dardos de amor. • El recado que le envían: Aquel a quien tú quieres, está enfermo. • La sorprendente valentía de Tomás: Vayamos también nosotros a morir con él. • La queja amorosa de ambas hermanas: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Plegaria Cristo vive Mi cuerpo entero se estremece cuando pienso en aquel día. ¿No he nacido para vivir? ¿No eres, Señor, un Dios de vivos? Cuando muere un amigo las estrellas mueren con él. La noche se hace dueña de las cosas. Las toma en sus oscuras manos y me las hace negras. Alguien grita: ¡Yo soy la vida! La muerte ríe.
• La fe Marta: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.
Su cara no es de carne, pero mueve las mandíbulas.
También los rasgos humanos de Jesús, junto a su potencia divina, que manda a la muerte con imperio: ¡Lázaro, sal fuera!
Aquí no escapa nadie.
• Jesús se conmovió internamente y se turbó. • Se echó a llorar. • Se conmovió de nuevo profundamente y fue al sepulcro. Jesús nos da viva, una vida plena, desde este mundo, porque nos resucita ahora mismo, aunque continuemos sujetos a la muerte, que no es el final. Si le sigues con todo tu ser, vivirás desde hoy una vida nueva, dichosa, solidaria, con problemas, sí, y con una alegría invencible como fondo permanente.
¡Yo soy la vida! ¿Quién es el que habla? La guadaña acaricia toda la superficie. Siega todos los tallos. Las espigas se caen, hasta las más granadas. Los tallos echan sangre, nadie cierra esa herida. Queremos tener vida; que vivan nuestros hijos. No nos suelten explicaciones tontas. Que no nos digan que los muertos perduran en sus hijos y en sus nietos. Que no nos digan que la gente luchadora vive en las masas que caminan por sus huellas. ¡No me contento con que mis pulmones soplen en los pulmones de la humanidad!
Lecturas de la Semana
• Del 3 al 8 de abril de 2017 • Lunes 3: Dan 13, 1-9. 15-17. 33-62; Sal 22, 1-6; † Jn 8, 1-11 Martes 4: Núm 21, 4-9; Sal 101, 2-3. 16-21; † Jn 8, 21-30 Miércoles 5: Da 3, 14-20. 91-92. 95; Dn 3, 52-56; † Jn 8, 31-42 Jueves 6: Gén 17, 3-9; Sal 104, 4-9; † Jn 8, 51-59 Viernes 7: Jer 20, 10-13; Sal 17, 2-7; † Jn 10, 31-42 Sábado 8: Ez 37, 21-28; Sal: Jer 31, 10-13; † Jn 11, 45-56
La vida no se cambia por nada más que por la vida. “Yo soy Resurrección y Vida. Quien crea en mí aunque haya muerto vivirá”. Todas las evidencias te vuelven las espaldas. Te dejan sólo, igual que a los astutos charlatanes. El sol se pone rojo, luego negro. Nos quedamos sin luz. Pero en la oscuridad del Viernes Santo creemos, sin ver, en la aurora. Tú eres la vida. ¡Cristo vive!