alabras del Arzobispo
Principales Compromisos Pastorales de Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador
15 AL 29 de enero de 2023
El día martes 17, miércoles 18 y jueves 19, en la casa sede de nuestra Conferencia Episcopal tuvo lugar la Asamblea Ordinaria de los obispos de El Salvador, en ella tratamos temas muy importantes para la pastoral de nuestra provincia eclesiástica; y sucedió que mientras estábamos reunidos, el día miércoles por la tarde, falleció Don Cruz Barrera, el Padre de Mons. Constantino Barrera.
El jueves 19, por la mañana avanzamos en el desarrollo de nuestra Asamblea, y por la tarde, nos trasladamos a la Parroquia Nuestra Señora de las Victorias, en Ciudad Victoria, Cabañas, para celebrar la santa Misa de cuerpo presente del Señor Cruz Barrera, presidió Mons. Constantino Barrera y concelebramos la santa Misa todos los obispos y un buen número de sacerdotes, principalmente de la Diócesis de Sonsonate y de la Diócesis de San Vicente. Este servidor predicó, en la homilía hablé de las virtudes de Don Cruz e invité a todos a seguir su hermoso ejemplo de fe. Participó la familia, Barrera Morales y muchas personas amigas. Fue una celebración muy solemne.
El viernes 20, a las 7:30 p.m., después de atender los compromisos de nuestra Curia, viajé al aeropuerto internacional “Mons. Oscar Arnulfo Romero”, así lo hicimos todos los obispos de El Salvador y algunos sacerdotes para recibir y dar la bienvenida a Su Excelencia Reverendísima Mons. Luigi Roberto Cona, quien Su Santidad El Papa Francisco, ha nombrado Nuncio Apostólico de nuestro país. A la hora prevista arribó al Aeropuerto el Señor Nuncio Apostólico; y en el Aeropuerto le dimos la bienvenida y él a su vez dirigió un hermoso mensaje a la nación y expresó sentirse muy contento de estar en la bendecida tierra de San Oscar Romero.
El domingo 22, a las 08:00 a.m., en Catedral, presidí la Santa Eucaristía dominical, y en seguida tuvo lugar la acostumbrada conferencia de prensa con los diferentes medios de comunicación.
Ese mismo día, a las 5:00 p.m. visité la Parroquia Nuestra Señora de Candelaria, para presidir la santa misa dominical y dar posesión de la Parroquia al padre Roberto Maestrelli, a quien hemos nombra párroco, pues el Padre Fernando Díaz, después de una gran obra apostólica y con 92 años de edad, ya le hemos exonerado del cargo y ha pasado a nuestra Catedral donde nos ayudará con la oración y atendiendo confesiones. Concelebraron conmigo el Padre Maestrelli, nuevo Párroco, el Padre Erik Ramos y el Padre Guillermo Palacios.
El lunes 23, visité el Seminario Mayor San José
de la Montaña, para presidir la santa Misa del Espíritu Santo, con la que se dio inicio el nuevo año de estudios del seminario, concelebraron conmigo los Señores Obispos de nuestra Conferencias, los sacerdotes formadores y los sacerdotes amigos de la obra. Fue una celebración muy solemne y en un ambiente de mucha alegría.
El martes 24, me trasladé a la Parroquia San Martín de Porres, Col. Amatepec, para participar de la reunión de la Vicaría Foránea “Monseñor Romero”, coordinó la reunión el Vicario foráneo, el Padre Patricio Suria y participaron casi todos los párrocos que dicha vicaría. La reunión fue muy positiva en favor de la pastoral.
El miércoles 25, lo dediqué como de costumbre, a atender a los sacerdotes que vinieron a la Curia para tratar algún tema relacionado con su parroquia o de interés personal. Es siempre muy grato recibirles y constatar la gran actividad pastoral que cada uno de ellos realiza, en favor de las comunidades parroquiales.
El jueves 26, en el Salón San José, de nuestro Arzobispado, me reuní con los miembros de la Comisión Nacional de Educación y Cultura de la CEDES. Dicha comisión está constituida por un presidente, un vicepresidente y un delegado de cada una de las diócesis, este servidor preside, Mons. William Iraheta es el vicepresidente, el Padre Guadalupe Aguilar es nuestro delegado y secretario de dicha comisión. En esta reunión participó Mons. William, el Padre Guadalupe y casi todos los delegados diocesanos, fue una reunión de intenso trabajo, pero a la vez de gran beneficio para la pastoral de educación y cultura de nuestro país.
El viernes 27, visité el Ancianato de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados para presidir la Santa Eucaristía de acción de gracias a Dios por los 150 años de fundación de su Congregación. Fue una celebración muy linda, concelebraron conmigo, el Padre Antonio Navarrete, director espiritual del Ancianato, el Padre Erick Ramos y el Padre Guillermo Palacios, participaron todas las Hermanitas de su Comunidad, también estaban presentes las ancianitas internas y un buen número de personas invitadas.
El sábado 28, participé en la 56º Jornada Mundial de la Paz, la cual fue realizada en las instalaciones del Colegio Cristóbal Colón, de 8:00 a.m. a 12.00 m., nos presidió el Excmo. Señor Nuncio Apostólico Mons. Luigi Roberto Cona, participó nuestro Cardenal, Mons. Gregorio Rosa Chávez, fue organizada por el Vicario episcopal, el P. Edwin Henríquez y la Vicaría de promoción humana, participó un
buen número de sacerdotes y los delegados parroquiales, todos ellos líderes de la pastoral social. Fue una jornada de reflexión muy intensa del mensaje del Papa Francisco para dicha jornada: “Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz”, pero sin duda de mucho fruto para nuestra pastoral diocesana. Ese mismo día, a las 3:00 p.m., me trasladé a Santiago Texacuangos, para presidir la santa Misa y dar posesión de esa querida Parroquia de Santiago Apóstol, a su nuevo Párroco, el Padre Francisco Alexander Góngora. Concelebraron conmigo el Padre Francisco Góngora, Párroco actual, el Padre Pedro Mendoza, antiguo párroco, que ha pasado a ser párroco de Tonacatepeque, el Padre Gabriel Marroquín, Vicario foráneo y Párroco del Rosario Mora, el Padre Raimundo Brizuela, de Santo Tomás, el Padre Erick Ramos y el Padre Guillermo Palacios, con la participación de gran cantidad de fieles, que llenó completamente el hermoso templo parroquial, en la homilía aproveché para agradecer al Padre Mendoza por su gran labor realizada en esa Comunidad parroquial y dar la bienvenida al Padre Francisco Góngora, la celebración se dio en un ambiente de mucha alegría y fe.
El domingo 29, a las 11:00 a.m., visité la Parroquia El Calvario, para concelebrar la Solemne Eucaristía de la fiesta patronal en honor al Divino Señor del Calvario, con la que se inauguró la celebración del Centenario de la presencia en nuestro país, de la Orden de San Jerónimo Emiliani, presidió la santa Misa, el Excelentísimo Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, O.F.M., Arzobispo de Trujillo y Presidente del CELAM, concelebraron también los sacerdotes somascos del Calvario y algunos sacerdotes diocesanos invitados, el templo estaba completamente lleno con la presencia de muchos feligreses, que participaban con gran alegría en la sagrada Liturgia.
Ese mismo día, a las 5:00 p.m., en nuestra Catedral, tuvo lugar la Solemne Eucaristía de acción de gracias a Dios por la venida a nuestro país el Señor Nuncio Apostólico, Su Excelencia Reverendísima, Mons. Luigi Roberto Cona, la santa misa fue presidida por el mismo Señor Nuncio Apostólico y concelebrada por todos los obispos de nuestra Conferencia Episcopal, un buen número de sacerdotes de todo el país, estaba presente el Cuerpo diplomático, gran cantidad de hermanas religiosas y hermanos religiosos; y, una inmensa multitud de fieles. Fue una celebración muy linda en un ambiente de mucha alegría, dando la acogida al Señor Nuncio enviado por Su Santidad el Papa Francisco.
TERCER MANDAMIENTO (III)
Santificarás las Fiestas
San Salvador, 05 de Febrero de 2023
En base al contenido de la catequesis anterior, nadie podrá afirmar que existe algo más importante que la Santa Misa ¿Qué podrá merecer más nuestra atención si en la Eucaristía nos espera el Señor – en presencia real – con su Cuerpo y Sangre, con su ser entero? Por esto, la presente y última catequesis de este tercer mandamiento aborda; por un lado, lo que manda y previene este mandamiento; y por otro, lo que está permitido hacer para aprovechar mejor los días en los cuales el pueblo de Dios está invitado a santificar las fiestas.
En primer lugar, este mandamiento manda santificar el día domingo; y, previene abstenerse de todo trabajo servil para asistir a la Santa Misa1. con respecto a este último elemento, Santo Tomás de Aquino no se limita al trabajo servil. En su opinión hay dos cosas más que evitar. Uno, el pecado que, en cierta manera equipara con el trabajo servil: El pecado es una obra servil: en verdad, como dice en Juan 8, 34: El que comente pecado es una obra servil2. El pecador sirve al dueño de este mundo a quien está atado cuando peca. Dos, evitar la ociosidad; y citando el libro de Eclesiastés escribe: La ociosidad enseña muchas maldades3
A este último elemento enumerado por Tomás de Aquino, agregamos, lo dicho por el Papa Francisco en las catequesis sobre este mandamiento. El 5 de septiembre de 2018, nombró dos tipos de descanso: uno falso y uno verdadero4. Ese falso descanso no, es más – en opinión del Santo Padre – que una evasión5… que conduce a: una existencia anestesiada por la diversión6… lo cual no es más que: alienación y escape de la realidad7. Y para terminar, el Papa sentencia: El hombre no ha descansado nunca tanto como hoy, ¡Sin embargo el hombre nunca ha experimentado tanto vacío como hoy!8 Ha “descansado” haciendo actividades que no permiten alcanzar el descanso9. El único descanso verdadero para el cristiano es: El descanso en el nombre del Señor…10 descanso que tiene un motivo preciso… para realizarse; y ese motivo es para dedicarlo como día de contemplación y de bendición11. Entonces, tanto lo que manda como lo que previene este mandamiento, refieren a la siguiente temática a desarrollar en segundo lugar. Es decir, aquello que el cristiano católico tiene permitido hacer para aprovechar mejor los días. Como es lógico, además, de asistir a misa en día domingo; el cristiano tiene ante sí otras obligaciones que ejercer ese día. Bien podría dedicar parte de su tiempo para:
1. Dar catequesis a niños, jóvenes o adultos. O bien, a sus propios hijos ya que, todo hogar está llamado a ser Iglesia doméstica.
2. Obras de caridad como visitar enfermos; visitar asilos llevando alegría a esos ancianos que no tienen familia que los cuide; colaborar en comedores de pobres; entre tantas otras actividades más.
3. Orar sea de manera personal; o bien, en familia. Eso no significa que el resto de la semana no orará la persona. Significa que ese día puede haber una nota especial en la oración.
4. Visitar santuarios o lugares de peregrinación fortaleciendo la fe popular, etc. Si el domingo; y el resto de días que la Iglesia prescribe santificar, fuera vivido en esta forma, cada cristiano descubriría el sin sentido de dedicarlo a actividades laborales. Por esto es importante que los Estados reconozcan los domingos y días de fiesta como días festivos legales (cf. CIC 2188). Ahora bien, si a pesar de una legislación favorable hay quienes deben trabajar, quedan excusados (cf. CIC 2185). Deberán buscar – en la medida de sus posibilidades – asistir a Misa en sábado por la tarde; o asistir cuando no deban trabajar. Ya lo mencionaba el Papa Francisco, hay una esclavitud mayor que la del trabajo y esa es la de aquel que no es capaz de amar12. Esclavitud que impide al cristiano conocer el verdadero descanso13. Vivamos, entonces, sin esas esclavitudes para poder santificar las fiestas del Señor; y muy en especial, el día del Señor, pues como anota el Salmista: Solo en Dios encuentro descanso (Sal 62, 2).
En conclusión: Santifiquemos las fiestas evitando todo aquello que lo impida; y en su lugar, dediquemos el tiempo a un tipo de actividades que permita con más profundidad nuestro encuentro con el Señor y con nuestros hermanos; especialmente, los más débiles y desprotegidos.
1Cf. San Alfonso María de Ligorio, Los Mandamientos, n. 1.
2Santo Tomás de Aquino, Los Mandamientos, n. 102.
3Ibidem, n. 103.
4Cf. Papa Francisco, Audiencia General. Miércoles 5 de septiembre de 2018.
5Ibidem.
6Ibidem.
7Ibidem.
8Ibidem.
9Ibidem.
José Luis Escobar Alas Arzobispo de San SalvadorNadie puede salvarse solo LVI Jornada Mundial de la Paz
En la LVI Jornada Mundial de la Paz con el lema “Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz" celebrada en nuestro país, el pasado sábado 28 de enero en el Colegio Cristóbal Colón en San Salvador donde estuvieron presentes Mons. Luigi Roberto Cona, Nuncio Apostólico en El Salvador; Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador; Cardenal Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar Emérito de San Salvador; Mons. Edward Karaan, secretario de la Nunciatura Apostólica; Monseñor Rafael Urrutia, Postulador Diocesano y Pbro. Edwin Henríquez, Vicario Episcopal de Promoción Humana - Cáritas.
En este contexto el Señor Nuncio, brindo una reflexión sobre el mensaje del Santo Padre en relación de la 56° Jornada Mundial de la Paz.
Palabras de Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador
Muchas gracias, ante todo quiero expresar mi saludo de bienvenida a su excelencia reverendísima Monseñor Luigi Roberto Cona, Nuncio Apostólico de Su Santidad en nuestro país, pido para él un fuerte aplauso, por favor.
Ya es una manera de darle también la bienvenida a nuestro país, puesto que hace una semana, el día viernes 20 de enero, como todos sabemos, llegó de Roma, Italia a nuestro país nos da muchísimo gusto tenerle aquí y qué bueno que él nos presida, este evento de la 56° Jornada Mundial de la Paz. Qué mejor que él nos presente, el mensaje de Su Santidad del Papa para este día de la Jornada Mundial de la Paz. Le agradecemos muchísimo la bondad de estar con nosotros y nos sentimos muy contentos de su presencia y a la vez hace presente al Papa en medio de nosotros, Dios le pague su excelencia.
Con cariño también y afecto fraternal, doy la bienvenida a todos a mis hermanos sacerdotes, nuestro querido Padre Edwin Henríquez, que dirige la vicaría de promoción humana y por lo tanto estos eventos. A todos los sacerdotes de la arquidiócesis, representados aquí por un buen número de ellos, por todo lo que
hacen en favor de la pastoral social y por supuesto damos la más cordial bienvenida a todos los delegados de las parroquias, representantes de las distintas comisiones y áreas de pastoral social en la parroquia y en las vicarías de las diócesis.
Y qué bueno que les tenemos aquí en reflexionando, meditando el mensaje de Su Santidad el Papa para ponerlo en práctica. Esto lo hacemos, todos los años, pero estos años anteriores estuvimos diezmados por la pandemia, aunque no se interrumpió, pero ahora tenemos una mayor presencia, estamos ya prácticamente liberados de las mascarillas y sobre todo, del temor del virus. Bendito sea Dios. Siempre es bueno que tengamos cuidado, cómo no, pero qué bien que podemos dar el paso, nos da mucho gusto tenerles en buen número aquí, quiero aprovechar el momento para agradecer a todos por lo que hacen y el compromiso de ver por los más pobres, está bien que todos somos pobres, pero entre los pobres hay más pobres y esa es la misión, tender la mano al hermano que sufre, y la Iglesia estará siempre comprometida con las víctimas y siempre con el brazo estirado, ayudando al que tiene mayor necesidad, al que es mayormente vulnerable. Y esto es lo que
ustedes hacen, es la práctica del Evangelio. Bendito sea el señor.
Pues les agradecemos inmensamente, y les animamos a seguir adelante con ese espíritu con que nos impulsa Su Santidad el Papa reemprender la tarea después de estos eventos negativos que nos han tocado vivir y todavía están presentes como es la pandemia del COVID-19 y la guerra de Ucrania, que tiene consecuencias en todo El Mundo, consecuencias planetarias, pero vamos adelante en el nombre del Señor y ánimo, el Señor sabrá recompensar a todos. Bienvenidos todos y damos por apertura de esta solemne Jornada Mundial de la Paz la número 56, muchas gracias.
Monseñor Romero: Fraternidad y Martirio
Escrito por: Monseñor Rafael Urrutia Postulador Diocesano
invita a reflexionar sobre las lecciones aprendidas y señala que, transcurridos tres años, ha llegado el momento de:
a) Tomarnos un tiempo para cuestionarnos, aprender, crecer y dejarnos transformar —de forma personal y comunitaria—.
b) Comprender que este es un tiempo para prepararnos para el “día del Señor”.
c) Preguntarnos: ¿qué hemos aprendido de esta situación pandémica? ¿Qué nuevos caminos debemos emprender para liberarnos de las cadenas de nuestros viejos hábitos, para estar mejor preparados, para atrevernos con lo nuevo? ¿Qué señales de vida y esperanza podemos aprovechar para seguir adelante e intentar hacer de nuestro mundo un lugar mejor?
d) Entrar en conversión, dejarnos cambiar el corazón.
para mitigar sus efectos. Un beneficioso retorno a la humildad; una reducción de ciertas pretensiones consumistas; un renovado sentido de la solidaridad que nos anima a salir de nuestro egoísmo para abrirnos al sufrimiento de los demás y a sus necesidades; así como un compromiso, en algunos casos verdaderamente heroico, de tantas personas que no escatimaron esfuerzos para que todos pudieran superar mejor el drama de la emergencia.
Con ocasión de la 56° Jornada Mundial de la Paz, que se celebró el 1 de enero de 2023, la Santa Sede hizo público el viernes 16 de diciembre el Mensaje del Papa Francisco titulado: “Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el Covid-19 para trazar juntos caminos de paz”.
El Mensaje escrito por el Papa muestra la angustiante realidad originada por la pandemia del Covid-19 y la guerra en Ucrania, que no solo ha traído víctimas a los directamente afectados, sino que a nivel mundial está dejando efectos colaterales para la humanidad, y plantea la necesidad de responder a los retos sociales.
Ciertamente, ésta no es la era post-COVID que esperábamos o preveíamos. De hecho, esta guerra, junto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas. Aunque se ha encontrado una vacuna contra el COVID-19, aún no se han hallado soluciones eficaces para poner fin a la guerra. En efecto, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado (cf. Evangelio según san Marcos 7,17-23).
¿Qué nos pide el Santo Padre que hagamos?
Frente a esta realidad el Pontífice nos
e) Permitir que Dios transforme nuestros criterios habituales de interpretación del mundo y de la realidad a través de este momento histórico. Ya no podemos pensar sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales o nacionales.
f) Debemos concebirnos a la luz del bien común, con un sentido comunitario, es decir, como un “nosotros” abierto a la fraternidad universal. No podemos buscar sólo protegernos a nosotros mismos; es hora de que todos nos comprometamos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta, creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común.
g) Teniendo presente la fragilidad que nos ha mostrado la pandemia, podemos decir que la mayor lección que nos deja en herencia el COVID-19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo. Por tanto, es urgente que busquemos y promovamos juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana.
¿Cómo poner en acto la fraternidad a la que nos invita el Papa Francisco?
En primer lugar, hacer uso de los descubrimientos positivos que la pandemia nos ha permitido descubrir en las acciones
En segundo lugar, tener la certeza que de esta experiencia ha surgido una conciencia más fuerte que invita a todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra “juntos” en el centro. En efecto, es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos. De hecho, las respuestas más eficaces a la pandemia han sido aquellas en las que grupos sociales, instituciones públicas y privadas y organizaciones internacionales se unieron para hacer frente al desafío, dejando de lado intereses particulares.
Sólo la paz que nace del amor fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las crisis personales, sociales y mundiales. Para comprender el concepto de la fraternidad de la que nos está hablando el Papa Francisco, vamos a ayudarnos de algunos conceptos sobre la fraternidad cristiana vertidos por el Cardenal Ratzinger: (Joseph Ratzinger. “La Fraternidad de los cristianos”, cap. 3).
La fraternidad cristiana se distingue de todas las demás fraternidades que superan el círculo de parentesco por sangre, por su estricto carácter realista. Su realidad es captada mediante la fe y hecha propia, a través de los sacramentos. La fraternidad cristiana se basa profunda y definitivamente, en la fe, que nos asegura ser hijos del padre del cielo y hermanos unos de otros. Dicha convicción nos exige ser mucho más conscientes de la dimensión social de la fe, de lo que se ha sido hasta el momento presente. Hoy en día nos da miedo pensar en una dimensión comunitaria de la fe y esto evidencia un fino trabajo del enemigo.
La fraternidad cristiana se hace evidente cada vez que rezamos el Padre Nuestro.
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Oración en la que la palabra “nuestro” señala directamente el hecho que nos hermana y no une: Ser hijos de Dios. Uno de los componentes esenciales del Kerigma es esta filiación que nos une e involucra en con el plan de Dios. “Cuando se desarrolla de forma correcta el Kerigma, aparece necesariamente la dimensión social de la fe”.
La fraternidad cristiana es más que un grupo circunstancial de personas que se reúnen los domingos a “cumplir” un precepto que no llegan a comprender. Es más que un colectivo de personas que sienten que tienen un hecho que les une y les compromete. Es más que una comunidad que tiene muchos elementos en común, pero que aquello que no comparten, les aleja. La fraternidad es una comunidad de personas en la que las diferencias se ordenan como elementos de enriquecimiento mutuo que da fortaleza al grupo como espacio de vida, vivencia de la fe, compromiso y afecto mutuo.
Por todo ello, la fraternidad cristiana nos debería de superar a cada uno de nosotros y englobarnos, puesto que: “La fe es la que nos ha hecho un único hombre nuevo en Cristo, la que hace crecer continuamente la exigencia de disolver la peculiaridad de nuestro yo individual, la autoafirmación del egoísmo natural en la comunidad del hombre nuevo que es Cristo”.
¿Cómo aprendemos en nuestro tiempo a poner en acto esta fraternidad? ¿Quién nos la puede enseñar?
Es indudable que “la fraternidad” a la que estamos llamados en el contexto de que “Nadie se salva solo”, no es de carácter filantrópico o político, sino de una vivencia totalmente “pastoral”, inspirada en la fe y en el evangelio y en la figura del Buen Pastor. Una fraternidad que se nutre de la pasión por la evangelización, es decir, por el celo apostólico. La Iglesia es misionera y debe vivir una fraternidad que experimenta en sí misma la presencia del Espíritu Santo que la plasma en salida la Iglesia en salida, que sale―, para que no se repliegue en sí misma, sino que sea extrovertida, testimonio contagioso de Jesús, orientada a irradiar su luz hasta los últimos confines de la tierra, porque posee en su origen un espíritu misionero, el cual la impulsa a arriesgarse en la búsqueda de los que sufren, al mejor estilo de Jesús, el Buen Pastor, y de San Óscar Arnulfo Romero.
Todo esto es una llamada a la conversión, a volvernos a Dios y desde Dios al hermano, sobre todo al pobre, al que sufre; y “Sentir con la Iglesia”: humana y divina, santa y pecadora.
“En Santiago de María Monseñor Romero se topó con la miseria”. En los dos años y un poco más que Monseñor estuvo en Santiago de María, acumuló experiencias que iniciaron su transformación. Fueron tres las experiencias que de alguna manera comenzaron a obrar un cambio en Monseñor Romero: el contacto cercano con la pobreza y la miseria, la masacre de Tres Calles y los problemas relacionados con la experiencia pastoral del centro Los Naranjos.
Ciertamente, en estos años, Monseñor buscó el contacto directo con los fieles de su Diócesis qué vivían mayoritariamente en la miseria de las comunidades rurales en Santiago de María y externó: “Allí si me vuelvo a topar con la miseria. Con aquellos niños que se morían nomás tomar el agua que bebían, con aquellos campesinos maltratados en las cortas…”
Poco a poco fue tomando conciencia de la dimensión estructural de la pobreza. En su Diócesis, había grandes fincas de café. En la época de la cosecha, los cortadores de café venían de otras partes del país, pero los terratenientes solo les pagaban un sueldo de hambre por el trabajo agotador. Monseñor Romero hizo lo necesario para aliviar la necesidad de los cortadores; les abrió la casa parroquial de la Catedral y la oficina de la Curia para que pernoctasen. Organizó también por las noches una comida caliente para cuando regresasen de su agotador trabajo en las fincas de café. Pero tuvo claro que con todo esto, en el mejor de los casos, solo iba a aliviar los síntomas de una enfermedad que era más profunda. Semejantes fueron las experiencias con el
sufrimiento de los pobres campesinos de la masacre de Tres Calles y con la formación dada en el Centro Los Naranjos. En estos años, Monseñor Romero se enfrentó en tres planos con la realidad sociopolítica de su país: la miseria en la que vivían la mayoría de las personas en El Salvador, la creciente represión estatal y la dimensión política y estructural de los problemas subyacentes. Fue, entonces, cuando comenzó a ocuparse con más seriedad de los Documentos de Medellín. El 22 de febrero de 1977 tomó posesión de la Sede Arzobispal de San Salvador, habiendo sido elevado a ella el 7 del mismo mes, Sede a la que amó y sirvió con entrega generosa, hasta el encuentro definitivo con el Padre el 24 de marzo de 1980. Pocos días después de la toma de posesión, el 12 de marzo de 1977, asesinaron al Padre Rutilio Grande, S.J. y a dos de sus acompañantes, mientras iba a celebrar una misa al Paisnal. La Providencia Divina quiso ese evento martirial se convirtiera para Monseñor Romero en una nueva llamada, la llamada a ejercer el oficio del Buen Pastor, que no abandona a las ovejas cuando ve venir al lobo y volvió su rostro a Dios a fin de que Él guiara sus pasos por el sendero hacia donde Él quería conducirlo, que no eran los mismo a los que él estaba acostumbrado. Fue un llamado a guiar a su pueblo con fe y valentía, con la confianza de que el Señor es su Pastor y que, aunque camine por cañadas oscuras, ningún mal temerá, porque tenía la certeza de que Dios le acompañaba y su vara y su cayado lo sostenían. Fueron estos
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momentos, de pasión y de oración intensa, los que agudizaron su olfato de Buen Pastor, para percibir que la persecución a la Iglesia estaba llamando a su puerta. No se trataba solo del asesinato de Rutilio Grande, sino que la Iglesia ya era vista con recelo y sospechas. Predicar el Evangelio de Jesucristo, a juicio de los poderes de este mundo era un peligro que atentaba contra su seguridad, y había que perseguirla y hacerla callar a toda costa, olvidándose que la Palabra de Dios no está encadenada y que es como el rayo de sol que siempre lo iluminó “para ir recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia y aunque muchas veces fue como la voz que clama en el desierto.” (cfr. Homilía 23 de marzo de 1980)
Fue en este contexto donde debió vivir el ministerio episcopal, en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios y, por encima de todo, optó por ser fiel a Dios y a su pueblo; y así vivió la fraternidad con los desposeídos.
Muchos fueron sus gestos de fraternidad para con los pobres, los campesinos y los obreros; de igual manera con su clero ante la persecución. Supo concretar la fraternidad bajo las inspiraciones del Espíritu Santo: su estilo de vida era sencillo y pobre, casi espartano. Se tomaba en serio la pobreza sacerdotal. Compartía con los pobres su comida y también los dejaba pasar la noche en su casa parroquial. Pedía limosnas a los ricos para dárselas a los pobres. Así, a los pobres les aliviaba sus problemas y a los ricos su conciencia. Su opción fue preferencialmente por los pobres.
Defendió el derecho a la vida, buscó ayudar a comprender que la violencia es inhumana y no cristiana; denunció la violencia institucionalizada y la violencia de la insurgencia. Ayudó con su palabra a comprender que la paz de los cementerios no es la paz verdadera y que la verdadera paz es fruto de la verdad, del amor y de la justicia. Defendió el derecho a asociarse libremente y apoyó los reclamos justos de las organizaciones populares, puesto que el bien común significa proteger a los pobres. Proclamó que una ley sin Cristo, sin Dios, sin amor no es una ley que dignifica al hombre, porque la gloria de Dios es que el hombre viva. Impulsó Cáritas, creó los refugios, el Socorro Jurídico, compartió los premios económicos que recibió con los enfermos del Hospitalito “La Divina Providencia”. Fue un padre y pastor muy cercano a sus sacerdotes. Siempre lucho por vivir la fraternidad con sus hermanos Obispo, puso en ello toda su esfuerzo con diligencia.
Dios fue su único confidente, en Él encontró siempre serenidad para su alma y la paz que su corazón necesitaba para seguir predicando según su corazón y se dejó guiar por las inspiraciones del Espíritu Santo, porque la santidad siempre fue su meta. Y fue en ese sendero donde un día Dios lo sorprendió con el don del martirio y, en su infinito amor, transformó su vida en una hostia viva y lo unió a su Hijo en la cruz.
San Juan Pablo II en su telegrama de condolencia por la muerte del Santo expresó, entonces: “Respetemos todos en este acontecimiento doloroso el testimonio particular, que Monseñor Romero se empeñó en dar durante toda su vida de Pastor, buscando a Cristo especialmente, en aquellos a quienes él está más cercano. Así coronó con la sangre, su ministerio particularmente solícito con los más pobres y marginados. Fue un testimonio supremo que ha quedado como símbolo del tormento del pueblo, pero también como esperanza de un porvenir mejor.” (cfr. Mensaje de Condolencia del Papa Juan Pablo II).
Es cuanto afirma en la Carta Apostólica de Beatificación el Papa Francisco cuando dice: “Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, obispo y mártir, pastor según el corazón de Cristo, evangelizador y padre de los pobres, testigo heroico del reino de Dios, reino de justicia, de fraternidad, de paz.” (cfr. Cardenal Angelo Amato: Homilía por la Beatificación del Mártir Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, del 23 de mayo de 2015).
Monseñor Romero, y lo sabe mejor que yo el Beato Padre Rutilio Grande, fue un hombre humilde y tímido, pero que poseído por
Dios desde sus primeros años de sacerdocio supo amar con amor fraterno a los pobres, pero por los caminos que el Señor le tenía señalados, caminos que fue descubriendo en su intensa e íntima unión con Cristo, modelo y fuente de toda santidad. Él cuido siempre de nutrirse de su fidelidad a sus tres amores: Jesús Sacramentado, la Virgen María Reina de la Paz y la figura del Papa. Con su vida, su pensamiento y su predicación siempre buscó que en su Iglesia Particular los cristianos, mediante la conversión, pudiesen vivir la comunión hasta plenitud de la solidaridad fraterna. Monseñor Romero sigue siendo hoy, lo que siempre ha sido: un Obispo con olor a oveja; el amor de Cristo a los pobres hecho hermano y Buen Pastor. Lo seguirán amando los pobres y los que lo quieran conocer desde la fe y el evangelio. Y aquellos que no lo ven como Buen Pastor, lo seguirán teniendo como ellos quieran, hasta que su corazón se vuelva a Jesús. Monseñor Romero con su vida sigue siendo una llamada a la conversión y a la solidaridad fraterna para todos los cristianos. Para nosotros los sacerdotes es una llamada a ser Pastores al estilo de Jesús, pastores con experiencia de Dios y por lo tanto fraternos, con el Evangelio en las manos, dentro del corazón y en los labios, pero con la fidelidad de Jesús hacia los pobres, que son nuestros hermanos predilectos. Para los laicos es también una llamada a la conversión hasta llegar a la plenitud de la solidaridad fraterna con los pobres y necesitados y a defender su fe aún con la propia vida.
Secretaria de Estado Ciudad del Vaticano 26 de octubre 2022
Secretaria de Estado
Su Excelencia Reverendísima:
Ciudad del Vaticano 26 de octubre 2022
Secretaria de Estado Ciudad del Vaticano 26 de octubre 2022
N. 3363/PRD
N. 3363/PRD
El Sumo Pontífice Francisco ha confiado recientemente el oficio de Nuncio Apostólico en la República de El Salvador al Venerable Hermano Luis Roberto CONA, Arzobispo con el título Consilino o Marcellianensis, quien entregará esta carta a Su Excelencia con e l debido respeto.
Su Excelencia Reverendísima:
Su Excelencia Reverendísima:
El Sumo Pontífice Francisco ha confiado recientemente el oficio de Nuncio Apostólico en la República de El Salvador al Venerable Hermano Luis Roberto CONA, Arzobispo con el título Consilino o Marcellianensis, quien entregará esta carta a Su Excelencia con e l debido respeto.
Las excelentes dotes de este Embajador de la Sede Apostólica nos permiten esperar que cumplirá bien la tarea que se le ha encomendado, lo recomiendo encarecidamente a Usted, Excelentísimo y Reverendísimo Señor, y a los demás obispos de l a Conferencia Episcopal que Usted presides.
El Sumo Pontífice Francisco ha confiado recientemente el oficio de Nuncio Apostólico en la República de El Salvador al Venerable Hermano Luis Roberto CONA, Arzobispo con el título Consilino o Marcellianensis, quien entregará esta carta a Su Excelencia con e l debido respeto.
Las excelentes dotes de este Embajador de la Sede Apostólica nos permiten esperar que cumplirá bien la tarea que se le ha encomendado, lo recomiendo encarecidamente a Usted, Excelentísimo y Reverendísimo Señor, y a los demás obispos de l a Conferencia Episcopal que Usted presides.
Mientras tanto, ruego a Usted continuar con bondad el oficio que le ha sido encomendado, por lo que le agradezco en nombre del Romano Pontífice .
Finalmente, aprovecho esta oportunidad con gran placer para saludar, con amor fraterno en el Señor, a Su Excelencia Reverendísima ya través de Usted a los demás Obispos de El Salvador
Las excelentes dotes de este Embajador de la Sede Apostólica nos permiten esperar que cumplirá bien la tarea que se le ha encomendado, lo recomiendo encarecidamente a Usted, Excelentísimo y Reverendísimo Señor, y a los demás obispos de l a Conferencia Episcopal que Usted presides.
Mientras tanto, ruego a Usted continuar con bondad el oficio que le ha sido encomendado, por lo que le agradezco en nombre del Romano Pontífice
Mientras tanto, ruego a Usted continuar con bondad el oficio que le ha sido encomendado, por lo que le agradezco en nombre del Romano Pontífice
Finalmente, aprovecho esta oportunidad con gran placer para saludar, con amor fraterno en el Señor, a Su Excelencia Reverendísima ya través de Usted a los demás Obispos de El Salvador
Finalmente, aprovecho esta oportunidad con gran placer para saludar, con amor fraterno en el Señor, a Su Excelencia Reverendísima ya través de Usted a los demás Obispos de El Salvador
S.E. R. Pietro Cardenal Parolin Secretario de EstadoMonseñor José Luis Escobar Alas Arzobispo Metropolitano de San Salvador en América Presidente Conferencia Episcopal de El Salvador
Monseñor José Luis Escobar Alas Arzobispo Metropolitano de San Salvador en América
Monseñor José Luis Escobar Alas
"Para ser felices es necesario no sólo oír la Palabra de Dios, sino tratar de vivirla"
• Homilía de S.E.R. Mons. Luigi Roberto Cona, Nuncio Apostólico en El Salvador • Solemne Eucaristía de Acción de Gracias por la llegada del señor Nuncio Apostólico, Homilía de S.E. Mons. Luigi Roberto Cona, Nuncio Apostólico en El Salvador • Catedral Metropolitana de San Salvador • • 29 de enero de 2023 •
escoger dos palabras que se muestran en la primera lectura y también en el Evangelio. La primera es la palabra “humildad” y la segunda es “pobreza”. Parece como si la liturgia de este día hubiese sido escogida a propósito, porque ustedes saben que mi lema Episcopal es: “Manso y humilde de corazón”. Por ello, en esta oportunidad quiero aprovechar para explicar el sentido de mi lema, en el cual he puesto el término “humildad”.
Su Excelencia Reverendísima Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador y Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador; Su Eminencia Cardenal Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar emérito de San Salvador; Excelentísimos Obispos aquí presentes; distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en este País; estimadas autoridades civiles y militares; queridas religiosas; queridos sacerdotes y religiosos; amados fieles en Cristo. En primer lugar, tengo que pedirles disculpas a todos ustedes y en particular a los señores Obispos. Imagino que aquí en El Salvador han sido acostumbrados a tener Nuncios que leen sus homilías muy bien escritas. Yo, rompiendo un poco con mi carrera diplomática, soy un Nuncio un poco diferente y les pido disculpas desde ahora.
En estos días que me han separado de esta celebración, he leído varios comentarios de la Sagrada Escritura y he tratado de escribir varios esquemas de homilías. Lo he intentado por lo menos tres veces, pero cada vez he pensado: “esto no es lo que hoy quiero decir”. Les pido, entonces, disculpas porque quiero hablar sin leer nada. Aquí tengo unos papeles, pero no quiero leerlos. Si tratáramos de resumir la liturgia de la palabra de este domingo, se podrían
¿Cuál es el sentido de “humildad”? Se trata de una palabra de origen latín “humilis” que representa algo adherido a la tierra. De hecho, la expresión “humilis”, viene de “humus”, que es una manera de decir “tierra”. El “humus” es la tierra agrícola, la tierra que es muy fértil, una tierra donde se puede sembrar de todo porque todo nace. Así he visto que es la bendita tierra de El Salvador. Lo he visto en el jardín de la Nunciatura. Por ejemplo, donde caen flores, hojas y ramas, si se quedan es suficiente una semana para que comiencen a brotar y a echar raíces. Una tierra fértil es lista para recibir la semilla, en este caso, aquella del Evangelio. Esta es, entonces, la humildad. El humilde, no es solamente una persona que pertenece a un determinado estatus social o a unos niveles más bajos de la sociedad, sino que se trata de una disposición del corazón
¿Quién es entonces la persona humilde? La que tiene sus pies pegados a la tierra; es decir el hombre o la mujer que se conoce bien a sí mismo, que sabe bien cuáles son sus cualidades y también sus defectos; ese hombre, esa mujer, que conoce bien lo que es en verdad, sabe bien que es pobre, es decir, es necesitado; esta es la humildad. En cuanto a la “pobreza”, alguien que está aquí adentro podría decir: “tenía razón Karl Marx cuando hablaba sobre la religión”. Él decía que “la religión adormece a los pueblos”. ¿Cómo es posible que la pobreza sea bienaventurada? En el mensaje de la Paz del Papa Francisco, que el día de ayer reflexionamos, el Santo Padre nos invitaba a inventar de todo para luchar contra la desigualdad. Entregarnos a esta labor permitiría poco a poco eliminar las desigualdades, para que todo el mundo pueda tener los recursos necesarios para una vida digna. Entonces, si hablamos de pobreza como ausencia de recursos para tener una vida digna, esa no es bienaventurada. Sin duda, hasta los padres de la Iglesia, a partir de San Ambrosio y también San Agustín hablaban del compromiso de los cristianos, para que todo el mundo, en particular los más pobres, pudieran tener una vida digna.
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Sin embargo, hay una característica de aquella pobreza que es la falta de recursos que puede servir para entender lo que es la pobreza en el espíritu.
Pasando al Evangelio de hoy, las “bienaventuranzas” han sido descritas en dos Evangelios. En San Lucas, el discurso de las bienaventuranzas Jesús lo proclama, estando en un llano, mientras que, en San Mateo, que acabamos de escuchar, ese discurso tiene lugar en la montaña. Esto porque San Mateo en ese discurso describe a Jesús como el nuevo Moisés, que ha formado un pueblo. Como el antiguo Moisés guió al pueblo hasta el Horeb, la sagrada montaña, a donde Dios le entregó los diez mandamientos; así, el nuevo Moisés, Jesús de Nazaret, ha guiado este pueblo hacia la montaña, para darle una nueva ley. Esta ley son las bienaventuranzas.
quienes en realidad no les importa nada. Puede ser que vayan leyendo los mensajes de los políticos y hasta del mismo Papa, que tiene no sé cuántos millones de “followers”, pero esos mensajes no les dejan nada. Así era la muchedumbre que seguía a Jesús. Eran los mismos que unos años después, exactamente tres años después, habrían gritado, en Jerusalén, “es reo de muerte”, “queremos a Barrabás”. En el Evangelio el término “muchedumbre” no tiene un significado positivo, representa a la gente que necesita milagros, la gente que necesita efectos especiales, la gente que va en búsqueda de lo sensacional. La muchedumbre no es la gente que sigue al Señor y permite a Su Palabra arraigarse en el corazón. Quienes hacen esto son los discípulos. La diferencia está en que la muchedumbre ha escuchado y visto todas las cosas buenas que el Señor ha podido decir y hacer en el marco de su vida, pero sin convertirse, sin cambiar su vida. Al contrario, los discípulos cuando vieron a Jesús, reconocieron en Él una persona extraordinaria, una persona que no era un predicador de calle, que hablaba de esto o de aquello, dando una interpretación espiritualista, desencarnada o politizada. Su palabra coincidía directamente con su persona, lo que anunciaba con su boca lo vivía en su vida. Santo Tomás de Aquino decía: “Jesús vivió todo lo que el anunció en su Pasión”. A este propósito traten de recordar lo que Él hizo en su Pasión y como coincidía con lo que Él dijo mientras iba predicando y anunciando el Evangelio, unos años antes de morir en la Cruz.
felicidad? y nosotros ¿somos felices? ¿con solamente estar aquí ya somos felices? Para ser felices es necesario no sólo oír la Palabra de Dios, sino tratar de vivirla. Por ello, para ser felices tenemos que vivir la primera bienaventuranza, es decir la pobreza en el espíritu.
Como saben, las bienaventuranzas son ocho, pero, entre las ocho, la primera, la pobreza en el espíritu, es la más fundamental. Por ello, describiré solamente ésta. Quien vive la primera bienaventuranza puede vivir también las otras siete. Para explicarlo tengo que partir por el comienzo del Evangelio de hoy. El Evangelista Mateo habla de muchedumbre y de discípulos. Desde que Jesús comenzó su predicación había mucha gente que lo seguía, esa era la muchedumbre.
Esa muchedumbre podemos definirla como los “followers”, es decir los seguidores, a
Quedémonos en silencio para oír el ruido del mundo que entra en este templo sagrado. Se oye el ruido que hace la música y el balbuceo de la gente. Se trata de gente en búsqueda de la felicidad. Pero, ¿han conseguido esta
Cuidado, que no hablamos de pobreza sociológica, como he dicho antes. La pobreza del espíritu es una pobreza que está unida a la humildad, es decir, la justa conciencia de sí mismo. Me pregunto ¿Quién soy yo? Soy un hombre que tiene varios méritos, varias capacidades, pero que tiene también sus limitaciones, sus enfermedades; soy un hombre que reconoce ser como un mendigo. Aunque pueda ser una persona rica, un hombre de éxito que trabaja y gana mucho dinero, siempre soy pobre, porque sé bien que mi riqueza es mi alegría; mi felicidad no se debe a lo que yo poseo o a lo que yo aparento a los demás, sino se debe a lo que yo soy, un discípulo de Jesús, un necesitado, un mendigo de Él. Yo necesito de Jesús, es una exigencia de mi vida estar con Él, así como los discípulos estaban con Él. Ellos encontraron a Jesús y se quedaron con Él, se nutrieron de Su Palabra, imitaron Su enseñanza. Así somos también nosotros. Podemos ser gente de éxito, pero debemos tener en cuenta en nuestra conciencia que todo lo que somos es solamente obra de Su Gracia. Así, queridos hermanos, debemos ser el pueblo de Dios. Todos nosotros, obispos, sacerdotes, laicos, religiosas y religiosos, no somos nadie, sólo Dios cuenta. ¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo!
Santa Eucaristía de bienvenida a Mons. Luigi Roberto Cona, Nuncio Apostólico en El Salvador
Miembros de la Conferencia Episcopal de El Salvador y feligresía salvadoreña participaron de la Santa Eucaristía en Bienvenida de Monseñor Luigi Roberto Cona, Nuncio Apostólico en El Salvador, la celebración se llevó a cabo en Catedral Metropolitana de San Salvador, donde concelebraron obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador y Sacerdotes de nuestro país.
Al inicio de la celebración se le dio lectura a las Cartas Commendatizia y Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador, brindo unas palabras de bienvenida al Señor Nuncio “Agradecemos de corazón al Santo Padre por nombrar a S. E. R. Mons. Luigi Roberto Cona como su representante en nuestro país, le acogemos con mucho corazón y mucha alegría; y le damos la más cordial bienvenida a nuestro país. Muchísimas gracias por estar con nosotros queridísimo Mons. Luigi Roberto Cona, siéntase como en casa”.
Fiesta Patronal en honor al Divino Señor de Calvario
En la Parroquia el Calvario en San Salvador, se llevó a cabo la Santa Misa Patronal en Honor al Divino Señor del Calvario, fue presidida por Monseñor Héctor Miguel Cabrejos, Arzobispo de Trujillo, Perú, Presidente del CELAM, concelebrada por Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador y Sacerdotes Somascos. En La celebración de la Santa Eucarística se realizó el sacramento de la confirmación de 11 jóvenes.
XXVII Jornada Mundial de la vida consagrada
Escrito por: Hna. Fátima Roxana Aguilar Candray HFIC
Cada 2 de febrero, la Iglesia celebra la fiesta de La presentación del niño Jesús en el templo, recordando el pasaje del Evangelio de Lucas 2, 22 colocando a la familia de Nazareth como ejemplo de adhesión a la Iglesia, al apegarse a las leyes de Moisés sobre el rito de la purificación y consagración del niño al Señor.
En este contexto de consagración, el Papa San Juan Pablo II en 1997 instituye un día para las mujeres y hombres de la vida consagrada como un elogio a su deseo de pertenecerle únicamente a Dios enfocando todos sus esfuerzos a la reconstrucción de la viña destrozada por el egoísmo, la discriminación, la inseguridad, problemas políticos, sociales y económicos que someten a nuestros pueblos, pero, que son acompañados por el testimonio y la ardua labor de la vida consagrada rica en sus diversos carismas fundacionales.
Por ello este homenaje a la vida consagrada se celebra en toda la Iglesia en dicho día con una misa de acción de gracias a esa llamada, a la vocación, y que además es resaltada con el magno evento de la XXVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada que para este año ha sido denominada “Caminando en Esperanza”, la cual va en consonancia con el Sínodo “Caminando Juntos”, para compartir con el pueblo el precioso don de la vocación y exhortando a los jóvenes que
a pesar de vivir en un mundo consumista e individualista aún pueden atender a la voz de Dios que los llama a una vida auténtica y de entrega generosa a sus proyectos.
El Papa Francisco invita a la vida consagrada, a no perder la esperanza; el dueño de la mies se encargará de enviar obreros a sus campos, por lo tanto, debemos esforzarnos por vivir una vida coherente, llena del amor a Dios que está presente en los sacramentos, en mi hermano, mi hermana de comunidad y en aquellos que son excluidos de la sociedad.
En nuestro país, esta fiesta se celebrará con una misa de acción de gracias el 4 de febrero del presente año, en Catedral Metropolitana, organizada por la CONFRES de El Salvador. La vocación no nace, ni se hace, es un llamado que Dios hace al que Él quiere y le da una misión.
Por tanto, todos estamos llamados a ser parte de esta preciosa fiesta participando de manera activa y devota en las diferentes actividades que se desarrollan. Paz y Bien.
“La Presentación del Señor”
Escrito por: Pbro. Víctor David Martínez Benítez
“Celebremos unidos a la Virgen María, porque estábamos ciegos y nos dio a luz del día…” La celebración litúrgica oriental llama a esta fiesta “HIPAPANTOS” es decir, ENCUENTRO, para la Liturgia Romana PRESENTACIÓN; basándonos en estos dos términos podemos decir con mucha certeza que esta fiesta pone de manifiesto en primer lugar la primera manifestación por parte de Dios y su Hijo quien llega a este ENCUENTRO como un Profeta, Sacerdote y Rey. Claramente esta primera manifestación está cargada de signos litúrgicos, la luz de los sirios que son bendecidos traen a nuestra mente la fiesta de la Epifanía que significa “aparecer sobre de” esta epifanía trajo a nuestras vidas la luz y como lo hemos expresado con el canto en las palabras con las que hemos iniciado, la Virgen nos trae la luz y esa luz hoy se hace más presente porque le portamos en nuestras manos signo que nos acompaña en esta fiesta desde el siglo IV, es una luz que hoy va al encuentro de quien se dispone a un ENCUENTRO no solo con una persona como lo expresa la lectura del evangelio sino, con todo el género humano representado en el anciano Simeón, capaz de comprender el verdadero SER de Jesús niño, que llega al umbral del templo, lugar donde acuden todos los que buscan un encuentro espiritual, este ENCUENTRO dispone hoy nuestro ser a un contacto más pleno de la “creatura con su Creador”, un más en nuestro entorno social,
cultural y religioso, en cada entorno en que vivimos nos exige más concretamente lo que también cada cristiano bautizado ES, por participación Profeta, Sacerdote y Rey.
Por otra parte, el signo de la Presentación, evoca la manifestación del que dio la ley a Moisés quien hecho hombre se somete a las leyes y preceptos, por lo que “Presentación” es el signo de la purificación de la madre y la presentación del primogénito, la presentación del primogénito varón tenía como finalidad consagrar a todos los
primogénitos al Señor según el criterio que todo primer fruto, tanto de humanos como de animales y vegetales, pertenece al Señor (Ex 13,2).
Por último, la purificación establecida por el Levítico apuntaba directamente a la pureza ritual y cultual, nada tenía que ver con el aspecto moral. Estas «diligencias» en Jerusalén sirven de marco a Lucas para llevar más lejos el efecto de la presentación del niño.
Fortaleciendo el trabajo parroquial
La Parroquia San Daniel Comboni de la vicaría San Juan Pablo II, el 25 de enero celebro sus 12 años del nombramiento como Parroquia y esté pasado domingo 29 de enero, el Pbro. Moisés Estacio de la Cruz, Misionero Comboniano, nombro al Consejo de la Pastoral Parroquial que apoyara el trabajo en la comunidad.
• Alumbrar
• Obras
• Apostólico
• Primogénitos
Fiestas a Don Bosco
“Estando siempre alegres, ni cuenta nos daremos qué pronto pasa el tiempo” Frase de Don Bosco.
En la Parroquia María Auxiliadora (Don Rúa), el 31 de enero celebraron las fiestas en honor al Padre y Maestro de la Juventud, San Juan Bosco, ese día realizo una procesión que partido desde la Iglesia Don Rúa hasta al Sector parroquial Col. María Auxiliadora y regreso nuevamente a la iglesia. Terminada la procesión se llevó a cabo la Santa Misa que fue presidida por Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador y concelebrada por los Sacerdotes Erick Ramos, Guillermo Palacios y Ricardo Chinchilla. Al inicio de la Eucaristía se dio lectura al nombramiento como nuevo Párroco al Pbro. Ricardo Chinchilla
Sopa de Letras
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• Consagrada
• Homenaje
• Luigi
• Mandamiento
• Commendatizia
• Manifestación
• Profeta
• Consagrar
• Francisco
• Misionera
• Esperanza
Santo Evangelio según
San Mateo 5, 13-16
V Domingo de Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos''.