S • E • M • A • N • A • R • I • O ÓRGANO
ARZOBISPADO
06 de noviembre de 2022 Año LXX Nº 6187 $ 0.30
OFICIOSO DEL
DE SAN SALVADOR.
Buenas noches a todos. Bienvenidos. Señor Presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro, Señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Óscar López; Vicepresidente de la República, doctor Félix Ulloa; excelentísimo y reverendísimo Nuncio Apostólico de Su Santidad, y quien nos tiene a todos reunidos aquí; excelentísimos embajadores que nos acompañan, cuerpo diplomático; Su Excelencia Reverendísima Monseñor José Luis Escobar Salas, Arzobispo de San Salvador. Su Eminencia Reverendísima Cardenal Gregorio Rosa Chávez, invitados especiales, amigos de la prensa, señoras y señores, este es un día para honrar a Monseñor, pero a la vez es un día triste porque lo honramos por su partida.
Como todos ustedes saben, Monseñor nos ha acompañado en estos tiempos tan importantes en nuestro país y ha sido una fuerza de inteligencia, de sabiduría, de serenidad para todo el cuerpo diplomático.
Además, creo que es importante recordar que este mundo cada vez más se va hacia una crisis de valores, una crisis de principios, cada vez se aleja más de Dios, independientemente de la religión de cada uno. Este es un país que respeta a todas las religiones, e incluso respeta a los que no tienen ninguna religión, pero como vemos, cada vez el mundo se acerca más a una crisis de valores, más a una crisis de principios.
No es una cuestión de El Salvador, es una cuestión del mundo. De hecho, pudiéramos decir que en El Salvador no pasa tanto como pasa en otras partes del mundo, y creo que es importante que a medida el mundo va hacía esas crisis, todos nosotros nos acerquemos más a Dios, de la manera que cada quien quiera hacerlo y de la manera de la religión de cada quien, o de la manera en la que personalmente cada quien se identifique o hable con su creador.
Pero creo que es importante que nos acerquemos más a Dios y que nos acerquemos más a nuestros principios y a nuestros valores y hacia esa guía que todos los seres humanos debemos de tener para alcanzar el camino correcto. No quiero decir seguir en el camino correcto, porque sería pretencioso y, generalmente, los seres humanos debemos de continuar aprendiendo y ajustando nuestro camino, pero hemos de alcanzar el camino correcto y creo que la guía de Dios, del Creador, del Omnipotente, independientemente de las religiones, es importante, y es por eso lo más importante.
Y es por eso que este día con tristeza, porque tenemos mucho cariño al Nuncio, a Monseñor le tenemos mucho aprecio, estamos contentos con su misión aquí representando al Vaticano y bueno llega el momento de despedirnos de él, pero queremos hacerlo de la mejor manera, entregándole el máximo premio que damos al cuerpo diplomático en El Salvador y decirle.
con el premio que es un premio simbólico, obviamente es una medalla y un pin es un premio simbólico cuyo valor no es el valor real que tiene; es decir, no tiene, no representa físicamente lo que representa espiritualmente, porque es un agradecimiento a su misión en nuestro país, es un agradecimiento a todo el trabajo que hemos hecho juntos, y es un recuerdo para que siempre nos lleve en su corazón y en su mente.
Así que, Monseñor, lo vamos a extrañar muchísimo. Me dijo mi esposa Gabriela que no está en el país, que qué triste que no iba a poder estar para despedir a Monseñor. Ella le tiene mucho cariño. Usted ha sido muy bueno con nosotros y quería estar aquí para despedirlo, pero me dijo “dale un abrazo de mi parte y decile que yo también lo despido con mucho cariño, que siempre lo vamos a recordar, y ojalá Dios nos permita volvernos a encontrar.” El mundo cada vez es más pequeño y estoy seguro que primero Dios nos vamos a volver a ver. Muchas gracias.
2 06 de noviembre de 2022
Palabras del Señor Presidente en acto de reconocimiento a Mons. Santo Rocco Gangemi entrega de la Orden Nacional José Matías Delgado en el grado de Gran Cruz Placa de Plata
Excelentísimo Señor Presidente, Excelentísimos Señores Presidentes de la Asamblea Legislativa y de la Corte Suprema de Justicia, Excelentísimo Señor Vicepresidente, Excelentísimos Embajadores y apreciados Colegas, Señoras y Señores:
“Es ligero el tiempo y no hay barranca que lo detenga”.
Cuando llega el momento de salir y abandonar una misión diplomática, uno se da cuenta de las acertadas que son estas palabras de D. Miguel de Cervantes. Han transcurrido cuatro años y medio de mi llegada a El Salvador; han pasado corriendo y han marcado un tiempo cargado de acontecimientos sociales, políticos y eclesiales que, no tengo duda, los analistas no tendrán dificultad en definirlos de Históricos.
Hace exactamente un siglo, en el abril de 1921, Mons. Giovanni Battista Morenco, nombrado Internuncio en El Salvador –era el título que se le daba al Nuncio que no era Decano del Cuerpo Diplomático – a las Autoridades de aquel tiempo dijo: “Me considero como el primer eslabón de la venturosa cadena, que prolongue en los siglos esta feliz unión; y mientras tenga el honor de ser Internuncio nada omitiré para que sea siempre firme y eficaz”1
Hoy, al finalizar mi misión, pienso de decir, sin duda alguna, que nada he omitido para que siguiera siendo firme y eficaz esa feliz unión entra El Salvador y la Santa Sede.
Además me he esforzado siempre de llevar adelante mi labor diplomática no con la postura fría y distante del Observador aséptico – y creo que ésta no está presente en ninguno de mis Colegas diplomáticos – sino más bien, con la apasionada actitud de quien no puede y no quiere dejar de comprometerse por el mayor bien de la Nación a la cual he sido enviado, teniendo muy presente las palabras del santo Pontífice Juan XXIII, que durante su tiempo como Nuncio, acostumbraba decir: ¡Ahí adonde llegan mis pies, llega también mi corazón!
Señor Presidente, una sola palabra quisiera añadir: ¡Muchas gracias!
No sólo por la alta Condecoración con la cual ha querido personalmente honrarme, sino también por la otras tantas muestras de atención que ha tenido en distintas
circunstancias, no sólo para mi persona o para la Iglesia local, sino también y sobre todo para con la Santa Sede, que se han concretizado con los distintos encuentros, siempre provechosos, que la Señora Ministra de Relaciones Exteriores, Alexandra Hill, ha mantenido con el Secretario de Estado de la Santa Sede y con el Secretario para las Relaciones con los Estados; y, última en orden de tiempo, la Delegación de este Gobierno, encabezada por el Vicepresidente, Doc. Félix Ulloa, que Usted ha querido que participara en el encuentro de la Iglesia Salvadoreña con el Papa Francisco, para agradecerle la Beatificación de los mártires del pasado mes de enero, durante el cual el Santo Padre ha querido encontrarse personal y privadamente con el Vicepresidente. Señor Presidente, recibir una Condecoración es,
sin duda, siempre un momento emocionante y de gran honor; pero no se queda sólo como un feliz recuerdo o como un objeto de adorno, mirándola me recordará siempre con orgullo que, por un tiempo yo también, viviendo en El Salvador, me pude llamar hijo suyo y me comprometeré a rezar para que alcance su ¡grandioso destino y conquiste un feliz porvenir!
¡Muchas gracias¡, ¡que Dios siempre bondadosamente bendiga al El Salvador!
3 06 de noviembre de 2022
Palabras de agradecimiento de Mons. Santo Rocco Gangemi al señor Presidente de El Salvador por la entrega de la Orden Nacional José Matías Delgado en el grado de Gran Cruz Placa de Plata
LOS MANDAMIENTOS INTRODUCCIÓN
( I )
San Salvador, 06 de noviembre de 2022
Los “Diez Mandamientos”, será el tema que ocupará el siguiente bloque de Catequesis. Siendo este el inicio de ese itinerario, comenzaremos con unos bloques introductorios. Este es el primero y desarrollaremos al menos dos ideas.
En primer lugar, su significado: Cuando leemos el Antiguo Testamento, los Diez Mandamientos suelen ser nombrados con la palabra “Decálogo” cuyo significado literal es: “diez palabras”: Moisés… escribió en las tablas las palabras de la Alianza, las diez palabras (Ex 34, 28), encontrándose la misma traducción en Dt 4, 13 y Dt 10, 4. La traducción literal, entonces, en ningún momento hace referencia ni a leyes ni a normas. Cuando Moisés transmite al pueblo las “diez Palabras” no usa ni el verbo “mandar” ni “ordenar” sino el verbo “decir”: Se acercaron todos los israelitas y él les transmitió cuanto Yahvé le había dicho1 en el monte Sinaí (Ex 34, 32). Es decir, Dios no “ordenó” ni mandó”; Dios “dijo”. El Papa Francisco concluye que, con estas diez palabras: Dios se comunica2. Comunicación que alude a un diálogo. El Señor ha dialogado con Moisés y le ha indicado, le ha dicho esas “diez palabras” en espera – claro está – de una respuesta3; lo propio de un diálogo; hablar para ser escuchado y obtener una contestación.
La respuesta que la persona emita al respecto de estas “diez palabras” de Dios dependerá en gran medida de cómo las comprenda o las interprete. Interpretación que depende de una correcta lectura de la Escritura y de un correcto discernimiento a la luz del Espíritu. He aquí el tema a tratar en segundo lugar. Las “diez palabras” pueden interpretarse como un mandato, una norma u orden que limita la libertad; o bien, pueden interpretarse como un consejo de Dios, una señal o guía que indica el camino correcto a seguir. En el caso del pueblo de Israel, recién liberado por la diestra del Señor, escuchar las “diez palabras” dichas a Moisés no suponía limitar o anular su libertad. Confiaban en Dios, ese Dios que los había liberado no para someterlos a un nuevo tipo de esclavitud. Se trataba: de mostrarles un camino por el cual acrecentarían esa libertad4 Orígenes en relación a lo anterior, comentaba en su Homilía VIII: La primera palabra del Decálogo, esto es, la primera palabra de los mandamientos de Dios, habla de la libertad: Yo soy el Señor tu Dios, que te saquí de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud5. O sea, Dios ha liberado al pueblo para que inicie una vida sin opresiones en la tierra de promisión. Las “diez palabras” son el consejo saludable de Dios para vivir en libertad. Tomar su voz como una orden o una limitación a la libertad humana parte del engaño ocurrido en el Principio. El Papa Francisco explicaba en una de sus Catequesis que fue el Mal quien engañó a Eva, convenciéndola de ser Dios una “divinidad envidiosa”; quien prohíbe comer del fruto del bien y el mal para evitar que se conviertan en dioses: Los hechos – dirá el Papa – demuestran dramáticamente que la serpiente mintió, hizo creer que una palabra de amor fuera una orden6
El Mal indujo muchas veces al pueblo de Israel a pensar que las “diez palabras” eran una orden de Dios que impedía al ser humano ejercitar su libertad; por ejemplo, Jeremías transmite el quejido de Dios, por el pecado del pueblo que consistía en oír palabras que inducían al crimen y al pecado: Resulta que ustedes confían en palabras engañosas que de nada sirven para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a otros dioses que no conocían (Jr 7, 8-9). En otras palabras, ese mensaje engañoso conduce a la muerte.
Realidad dolorosa que nos lleva finalmente, a terminar esta catequesis recordando que la humanidad está siempre frente a la encrucijada que la obliga a tomar una opción: escuchar o desoír las diez palabras; de su elección dependerá el camino que opte, y dependiendo del camino que tome, ese será su fin: Mira – dice Dios – yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal (Dt 30, 15). El de la vida requiere escuchar los mandamientos de Yahvé; y a quienes los cumplen Dios promete: Vivirás y te multiplicarás (Dt 30, 16), en cambio, el camino de la muerte es cerrar los oídos a las “diez palabras” y; por lo tanto, desviarse del camino de la vida. A quienes escogen ese camino, Dios le declara que: perecerán sin remedio y que no vivirán muchos días (Dt 30, 18).
“Diez palabras” que, Jesús no anulará, sino que los llevará a la plenitud mostrando que el Decálogo no es solo el camino de la vida; sino el camino de la caridad. Tema a tratar en el siguiente bloque introductorio.
1El subrayado es nuestro para resaltar el uso del verbo “decir”.
2Papa Francisco en Audiencia General. Plaza de San Pedro, 20 de junio de 2018.
3Audiencia General, 20 de junio de 2018.
4Luis Alonso Schökel, La Biblia de nuestro Pueblo, p. 120.
5Orígenes, “Homilía VIII. Sobre el inicio del Decálogo”, n. 7. En: Homilías sobre el Éxodo.
6Audiencia General, 20 de junio de 2018.
4 06 de noviembre de 2022
José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador
Merecido reconocimiento final a Monseñor Gangemi
Con muchas cámaras fotográficas de medios de comunicación estatales y no estatales se pudo acompañar la merecida condecoración a S.E Monseñor Santo Rocco Gangemi, Nuncio Apostólico- saliente- de la Santa Sede en nuestro país con la Orden Nacional José Matias Delgado, un intelectual que llegó a El Salvador en 2018 un año muy importante para la fe católica de todos los salvadoreños por la canonización de San Óscar Romero.
Ha sido un diplomático que ha asistido a importantes eventos eclesiásticos en El Salvador pero también ha sido testigo de eventos históricos como el anterior mencionado, siempre manteniendo cordura y además una tranquilidad admirable a la hora de conversar o de celebrar la santa misa, las homilías de Monseñor Gangemi parecían una exposición teológica pero también espiritual que definitivamente exhortaba a tener mayor fe en nuestro Señor Jesús.
Se habló en la Televisión Católica Arquidiocesana previo a su llegada en aquellos días que sería de bendición su labor pastoral entre nosotros y ha sido así, además, el acercamiento con los colegios católicos, seminaristas y además importante mencionar que ha sido el primer Nuncio Apostólico en El Salvador que logró ver al
primer estudiante sacerdote Salvadoreño que estará en la Academia en donde se preparan los futuros diplomáticos Salvadoreños.
Monseñor Gangemi transmitía lo intelectual que es manteniendo la humildad y además no necesitaba un salón con un estruendo de aplausos y pompas, se mantuvo siempre sereno a pesar de su nivel espiritual e intelectual. Bendito el que viene en el nombre del Señor (San Lucas 13,35), un diplomático que nombra el Papa en calidad de Jefe de Estado de la Santa Sede pues es emisario de la paz, del entendimiento, del diálogo pero sobre todo un emisario de la espiritualidad y la firmeza en la fe por nuestro Señor Jesucristo.
Cabe recordar y mencionar, que en El Salvador por la ley del ceremonial diplomático el Nuncio Apostólico, no la persona sino que el cargo diplomático ocupa la posición de decano del cuerpo diplomático y es ahí donde radica la importancia del trabajo de los Nuncios Apostólicos en El Salvador para la fe y la diplomacia.
Se ha anunciado ya, oficialmente quien será el próximo Nuncio Apostólico y es de orar para que nuestro Señor, pueda asistirle en su labor, que la Divina Providencia asista a Monseñor Cona en nuestro país.
Imágenes de la misa de Acción de Gracias por el Ministerio Sacerdotal y Episcopal del Cardenal Gregorio Rosa Chavez
5 06 de noviembre de 2022
Escrito por: Lic. Andree Cardona Columnista y escritor
52 años de ministerio Sacerdotal fue lo que el Cardenal Gregorio Rosa Chávez, celebro a través de la Santa Eucarística celebrada en la Parroquia San José de la Montaña donde concelebraron junto al Cardenal, Monseñor Santo Rocco Gangemi, Nuncio Apostólico de Serbia; Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador y Monseñor Walter Guillén, Obispo de la diócesis de Gracias, Honduras.
Ahora es Él quien nos llama a vivir
Homilía del Domingo XXXII Tiempo Ordinario - Ciclo C Escrita por:Pbro. Erick Ramos
Después de la Fiesta de Todos los Santos, vamos a descubrir como la Liturgia nos va introduciendo en los temas escatológicos, es decir, nos mueven a preguntarnos ¿Qué nos espera después de la muerte? ¿Es cierto eso que dicen de la felicidad que no se acaba? ¿Reino de los cielos? Mas aun, ahora que recién celebramos la conmemoración de todos los fieles difuntos, la Palabra de Dios nos vuelve a insistir en el misterio de la vida después de la muerte. Esta es una de las interrogantes mas grandes de la historia humana.
La sociedad en la que vivimos parece que bajó la mirada del cielo, no existe en ellos esperanza de un futuro después de la muerte, se nota en las preocupaciones y afanes de este mundo, más que en construir y ganarse la Vida Eterna, se aferran a sus bienes materiales y en alargar y mejorar la calidad de la vida aquí en la tierra. Mientras Jesus hoy en el Evangelio afirma que los muertos resucitan, el mundo grita desesperado por respuestas, por señales, por signos, "pero solamente se le dará la señal del profeta Jonás. Porque del mismo modo que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así también el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra." (Mateo 12, 39-40)
Nos enseña el Catecismo que «El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna» (CIC 1020). Este es el anhelo de la enseñanza de Jesus por medio
de la cruz, que nuestra vida toda, se una a la de Cristo, hasta en su misma muerte, imitación de Cristo somos.
Se que con sufrimiento y miedo experimentamos la muerte, pues no tenemos evidencia de la vida resucitada. Solo Dios nos regala el don de la esperanza en la resurrección, es Jesus la palabra dada sobre la muerte, es Jesus quien resucita a la hija de Jairo (Marcos 5, 41), es Jesus quien resucita al hijo de la viuda de Naín (Lucas 7, 14) es Jesus quien resucita a su amigo Lázaro (Juan 11, 38), es Jesus quien vence la muerte y resucita de entre los muertos, no tengamos miedo, se los repito, no tengamos miedo, ahora es Él quien nos llama a vivir.
«Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino» (San Ambrosio, Expositio evangelii secundum Lucam)
6 06 de noviembre de 2022
Cuarenta años: una memoria agradecida
los apóstoles Simón y Judas junto a las columnas del templo. Yo, cuando visito este templo, siempre de detengo a orar frente a la imagen de Santo Tomás.
El día 14 de octubre, cuarto aniversario de la canonización de Monseñor Romero, tuvimos la misa de acción de gracias en la iglesia de los Santos Apóstoles. Allí se encuentran las reliquias de los apóstoles Simón y Judas. Lo interpreté como un signo hermoso de esta Iglesia que está fundada sobre la roca que es Cristo y de la cual los apóstoles son las columnas.
lo largo de un camino de ochenta años en los que tuvo como punto clave mi ingreso al seminario menor a los catorce años y algunos meses, para iniciar mis estudios de séptimo grado. Y así se llegó a 1970, cuando fui ordenado sacerdote en la catedral de San Miguel. Tras un brecé ministerio como párroco fui enviado a la Universidad Católica de Lovaina; en enero de 1977 regresé para hacerme cargo de la nueva etapa del Seminario Mayor. Un 3 de julio de 1982 inicié este camino episcopal que he recorrido durante cuarenta años.
Introducción
Un once de febrero de 1982 yo celebraba la misa de la Virgen de Lourdes en el jardín exterior del Seminario San José de la Montaña. Al final de la Eucaristía el portero me dijo que el Señor Nuncio Apostólico, Monseñor Lajos Kada, quería verme urgentemente.
Me dirigí a la Nunciatura y el representante pontificio me comunicó que el Papa me quería nombrar Obispo Auxiliar de San Salvador. Me dio veinticuatro horas para responderle
Al día siguiente le dije que aceptaba la misión que el Santo Padre me confiaba. Y hablamos de la fecha de la ordenación. Buscamos una fecha en que se celebrara a un apóstol y que fuera sábado. Fue así como escogimos el 3 de julio, fiesta de Santo Tomás.
En la basílica de San Juan de Letrán, en Roma, que es la catedral del Papa, hay una enorme estatua de cada uno de
Nuestro arzobispo, Monseñor José Luis, me invitó a presidir esta liturgia de acción de gracias por mis cuarenta años de servicio en esta arquidiócesis como obispo auxiliar. Al escucharlo pensé en la bella expresión de San Juan Pablo II, que nos exhorta a “recordar con gratitud el pasado, vivir con pasión el presente, y entrar con confianza al futuro, porque ‘Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre’”. En ese marco quisiera compartir con ustedes las siguientes reflexiones.
“Recordar con gratitud el pasado”
Dios escribe con cada uno de nosotros una historia de salvación a cuatro manos: las suyas, las de un Dios siempre fiel; y las nuestras, frágiles y traicioneras.
Al mirar hacia atrás en mi vida, veo cómo cada día, el Señor ha estado siempre presente. Desde que era un niño que vivía en un humilde cantón, a
De mis tiempos de seminarista recuerdo al arzobispo Luis Chávez y González, gran amante del seminario. Cuando llegaba a visitarnos, todos los seminaristas hacíamos dos filas entre la portería y la capilla grande. El saludaba a cada uno, preguntándole de qué diócesis procedía. A la hora de la comunión, según las costumbres de entonces, se besaba su anillo antes de recibir, de rodillas, la sagrada comunión. Como sabemos, él entregó el báculo, en un momento de gran turbulencia, a Monseñor Romero, después de casi cuarenta años de servicio como pastor de esta arquidiócesis.
7 06 de noviembre de 2022
• Homilía del Cardenal Gregorio Rosa Chávez • La Santa Misa de Acción de Gracias por el Ministerio Sacerdotal y Episcopal del Cardenal Gregorio Rosa Chavez • • Parroquia San José de la Montaña, San Salvador • 28 de Octubre de 2022
(Continúa en pág. siguiente)
Cuando se cumplió el centenario de su nacimiento, Monseñor Fernando Sáenz Lacalle, publicó un decreto en el que se anunciaba que se iniciaría el proceso de canonización de este virtuoso pastor. Es un compromiso que debemos retomar.
La toma de posesión de Monseñor Romero como su sucesor fue precipitada y se realizó en un clima de mucha tensión. El nuevo arzobispo estaba muy nervioso y el ambiente que predominaba en este templo de San José de la Montaña era pesado. Yo iniciaba mi trabajo como rector del seminario y, desde una de las bancas, tomaba nota de su breve homilía. El pidió diálogo e hizo un llamado a la unidad y, en un momento de su homilía, citó las palabras del Papa Pablo VI: “En la Iglesia se ha metido el humo de Satanás”.
retiro, otro nuncio, Monseñor Lajos Kada, le llamaba desde Costa Rica para pedirle que tuviera cuidado porque estaba amenazado de muerte, indicando incluso que el magnicidio podría darse la siguiente semana. Así lo anotó Monseñor en sus apuntes espirituales de ese retiro. Dos años más tarde, Monseñor Lajos Kada me ordenaba obispo en la iglesia Don Rúa. Así comenzó mi aprendizaje de obispo junto a un gran maestro, Monseñor Arturo Rivera Damas, gran amigo de nuestro pastor y mártir. Era tal la confianza que me dispensaba que, cuando salía del país, no me dejaba algún número telefónico para poderme comunicar con él. Antes de subir al carro que lo llevaría al aeropuerto, me decía: “La diócesis queda en sus manos”.
le sobrevino la crisis que le arrebató la vida. El médico que le atendió diagnosticó como causa de su deceso, un “infarto masivo al miocardio”.
El sucesor de Rivera, Monseñor Fernando Sáez Lacalle, inició su ministerio de Arzobispo de San Salvador, el 13 de mayo de 1995, y un año después me nombró párroco de la parroquia San Francisco. Nuestro actual arzobispo, Monseñor José Luis, me acaba de confirmar en este cargo. Gracias, Monseñor.
“Vivir con pasión el presente” Quizá me he excedido en el tiempo dedicado a lo que podríamos llamar una “memoria agradecida”.
Después de la misa hubo una sencilla recepción en el corredor poniente del seminario, junto al Salón Guadalupe. Yo me sumé a uno de los grupos y escuché a un sacerdote muy progresista que expresó su malestar con estas palabras: “Este hombre sólo nos habló del cielo”.
Tres semanas después mataron al Padre Rutilio Grande y todo cambió. Como sabemos, Monseñor Romero, después de consultar con el clero decidió la famosa “misa única” y en su invitación al pueblo de Dios, dijo que si alguien no podía asistir personalmente, él les dispensaba del precepto dominical. Para llamarle la atención lo llamaron a la Nunciatura, donde no encontró comprensión. Salió muy triste pero la celebración no se suspendió.
Tres años después, durante su último
Monseñor Rivera continuó la obra de los arzobispos Chávez y Romero, impulsando la aplicación del Concilio Vaticano II y de los documentos de Medellín a nuestra realidad eclesial y social. Fue el gran impulsor del proceso que nos condujo al final de la guerra.
Su inesperada muerte dejó una tarea pendiente: la publicación de la historia de la Iglesia en el período posconciliar. Para tener la información precisa y minuciosa, escribía la crónica diaria de lo que sucedía sobre todo en la Iglesia. En los últimos años de su pontificado, comenzó a preparar el ambiente para llevar a cabo este proyecto: poco a poco fue plantando árboles en los terrenos de su familia en San Esteban Catarina y preparó un apartamento en su pueblo natal para retirarse a redactar esta historia. Yo guardo este precioso tesoro que espera el momento de servir de base para esta tarea inconclusa. Era tan disciplinado que en la víspera de su muerte, después de que nos despedimos a las diez de la noche, escribió la crónica de ese día. Cuatro horas después, a las dos de la mañana del 26 de noviembre,
No cabe duda que nuestra Iglesia particular ha vivido una época de oro. Lo decía Monseñor Romero en su carta programática “La Iglesia de la Pascua” cuando, en la introducción, escribía: “Las beneméritas y cansadas manos de Monseñor Luis Chávez y González que, durante 38 años de nuestra agitada historia, rigieron, con tanto acierto, la nave de esta Iglesia particular, entregaban a este nuevo sucesor de los apóstoles el delicado gobernalle que, desde entonces, empuñé con el respeto y delicadeza de quien siente que ha recibido una herencia de incalculable valor para continuar llevándola y cultivándola a través de nuevos y difíciles horizontes”.
En esta herencia Monseñor Sáenz supo descubrir como una característica invaluable, el don del martirio. Coherente con esta convicción, celebró con gran solemnidad la clausura de la fase diocesana del proceso de canonización de Monseñor Romero en la fiesta de todos los santos de 1995. Tocó a Monseñor José Luis Escobar recoger los frutos de este largo camino que culminó solemnemente hace cuatro años en la plaza de San Pedro, en la inolvidable Eucaristía que presidió el Papa Francisco.
Monseñor León Kalenga, que se entregó con alma, vida y corazón a la causa de canonización de Monseñor Romero, se quejaba de que, muchos que se declaran sus seguidores, dedican cantos y otros homenajes a nuestro santo, pero no se
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les ve de rodillas para invocarle y tratar de imitarle; ni se interesan en conocer sus profundas enseñanzas que dan suficiente base para que se le declare doctor de la Iglesia. El predicador de este último retiro, Monseñor Walter Guillén, lo decía en forma cruda: “estamos viviendo de rentas”. Y yo me atrevo a añadir: “se nos está acabando el capital”.
de Judas, “no el Iscariote”, encontramos una pequeña joya, cuando gracias a una pregunta suya, Jesús responde: “Si alguien me ama, cumplirá mis palabras, y el Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 24).
Luego Jesús y los doce bajan a la llanura donde encuentran una inmensa multitud que contempla cómo Jesús hace presente los signos del reino, al anunciar el Evangelio, al curar enfermos, expulsar demonios. El final es maravilloso: “Y toda la gente quería tocarlo, porque de él salía una fuerza que los sanaba a todos”. (Lc 6,19).
otros van camino a los altares: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Madre Teresa de Calcuta, cardenal Van Thuan, Cardenal Pironio, Chiara Lubich… A esta lista se agregan innumerables santos y santas “de la puerta de al lado”.
No quiero terminar sin evocar las inspiradas palabras del Papa Wojtyla cuando nos dijo que “los mártires son lo mejor que tiene la Iglesia”. Y cuando nos invitó a entrar en el nuevo milenio con la mirada puesta en Jesús Hijo de Dios, Hijo sufriente e Hijo resucitado. Y con esa mirada luminosa “caminar desde Cristo”, teniendo como elementos innegociables la santidad, la convicción de la prioridad de la gracia porque “sin mí no podéis hacer nada, “así como el compromiso de hacer presente una Iglesia “en la que los pobres se sientan como en su casa”.
“Entrar con esperanza al futuro”
Sin embargo, las brasas todavía no se han apagado. El Espíritu Santo puede hacer que de nuevo broten las llamas de la santidad, del testimonio y del compromiso por esa Iglesia que el Papa Francisco ha declarado como “Iglesia en salida”, esa Iglesia que nuestro actual plan pastoral describe con tres palabras que están en plena sintonía con el proceso de sinodalidad: martirial, eucarística y misionera.
Celebro mis cuarenta años de episcopado cuando vivimos un cambio de época, cuando muchos hijos e hijas de la Iglesia, se están bajando de la barca o viven su fe con tibieza e indiferencia.
Las lecturas de hoy nos han recordado cómo fueron las cosas al principio, cuando había plena conciencia de que la Iglesia está construida sobre la piedra fundamental que es Jesucristo y sobre las columnas que son los apóstoles.
Y San Lucas, en su extraordinario relato de la elección de los doce, nos insiste en que Jesús lo hace después de pasar toda la noche en oración. De los dos que celebramos hoy, Simón era un rebelde contra la dominación romana -hoy diríamos que era un guerrillero-; y
Después de su resurrección Jesús permanece cuarenta días preparando la misión. Con doce hombres comunes y corrientes. Y los envía al mundo entero. Aquí llegó esa gran noticia hace casi quinientos años. Se dice que la primera misa en nuestra tierra fue en 1524.
En mi caminar el Señor ha puesto muchos santos que me han inspirado y sostenido en mi opción por Jesucristo y mi amor a la Iglesia. Menciono algunos nombres; unos ya están canonizados;
El Papa Francisco ha seguido en la misma línea cuando nos exhorta a recuperar “la dulce alegría de evangelizar”, haciendo presente a Cristo “en las periferias geográficas y existenciales”, tocando en los pobres la carne de Cristo, y siendo testigos de ese Dios tierno, cercano y misericordioso que nunca se cansa de perdonar.
Gracias por esta Iglesia que me ha alimentado durante cuarenta años. Y gracias a todos ustedes que son parte de mi historia.
Alabado sea Jesucristo.
9 06 de noviembre de 2022
De Izquierda a Derecha: Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador; Monseñor Santo Rocco Gangemi, Nuncio Apostólico de Serbia; Cardenal Gregorio Rosa Chávez y Monseñor Walter Guillén, Obispo de la diócesis de Gracias, Honduras.
Cardenal Gregorio Rosa Chávez administró el Sacramento de la confirmación a jóvenes de Jayaque
El pasado 29 de octubre en la Parroquia San Cristóbal, municipio de Jayaque. Se recibió a su Excelencia Cardenal Gregorio Rosa Chávez, donde celebro la Santa Eucaristía de Confirmación, de 41 jóvenes provenientes de los cantones San José Los Sitos y el Llano Verde del mismo municipio.
7ª reunión del COMAS (Comisión de Movimientos y Asociaciones Eclesiales San Salvador)
El pasado sábado 29 de octubre se llevó a cabo la séptima reunión de COMAS (Comisión de Movimientos y Asociaciones Eclesiales San Salvador) en la Parroquia Corazón de María, donde se abordó el tema “La Evangelización en Redes Sociales, experiencia parroquial”. Se estuvo la visita de Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador, donde animo a todos los movimientos y hablo sobre la importancia del laicado, donde los invitó a vivir en Comunión, Misión y Testimonio.
10 06 de noviembre de 2022
De izquierda a derecha Pbro. Javier Mela, Administrador Parroquial; Cardenal Gregorio Rosa Chávez; Pbro. Hugo Lemus, Vicario Parroquial.
A 60 años del concilio Vaticano II
El 11 de Octubre recién pasado, en una Misa conmemorativa de los 60 años del inicio del Concilio Vaticano II, el Papa Francisco nos invitaba a redescubrirlo. No solo releyendo sus Constituciones y Decretos, sino recuperando la alegría y la creatividad pastoral y apostólica que significó el Concilio. La apertura y diálogo con el mundo, la transformación litúrgica, ecuménica y social, la participación laical adulta, los documentos latinoamericanos de nuestros obispos que nos han iluminado desde Medellín hasta Aparecida, tienen sus raíces en el Concilio. Los mismos mensajes posconciliares de los Papas se entroncan en la continuación de los mensajes del Concilio. El tiempo transcurrido no le ha quitado frescura ni fuerza a sus documentos, que continúan teniendo una enorme actualidad. La “Iglesia en salida” de la que habla el Papa o los “discípulos y misioneros” que Aparecida pide que seamos, tienen sus raíces evidentes en la concepción de Iglesia como Pueblo de Dios que peregrina “entre los consuelos de Dios y las persecuciones del mundo, anunciando la cruz del Señor hasta que venga” (LG 8). La comunión, participación y misión, tres ejes clave del Concilio, son hoy los elementos básicos de la preparación del sínodo de la sinodalidad, según nos decía el Papa Francisco.
Aunque es lógico que nos fijemos en
los documentos más recientes que la Iglesia y sus pastores van publicando, resulta indispensable, para todo católico adulto y que desee estar bien formado en la fe, el releer los documentos principales del Concilio. Es la fuente fundamental de la vida de la Iglesia y lo seguirá siendo durante muchos años, dada la profunda intuición y conocimiento de la modernidad y las acertados señalamientos de cómo caminar en la época actual. La Lumen Gentium (Luz de losPueblos), dedicada a reflexionar sobre la Iglesia, la Gaudium et Spes (El Gozo y la Esperanza) en su calidad de impresionante reflexión sobre la acción pastoral de la Iglesia en el mundo, la Dei Verbum (La Palabra de Dios) orientándonos sobre el uso de la Escritura, y la Sacrosanctum Concilium (El Sacrosanto Concilio) sobre la liturgia y su renovación, son las Constituciones (lo documentos más importantes) que debemos conocer todos, al menos en sus principios y textos fundamentales. Después, según la condición, trabajo y compromisos de cada cristiano, nos corresponde conocer los Decretos que tocan nuestras tareas, funciones y responsabilidades concretas.
En particular en nuestro país, El Salvador, con tantos problemas tanto actuales como enraizados en nuestra propia historia, la lectura de la Gaudium et Spes, ayudaría enormemente a todos a tener criterios claros, capacidad crítica, aportes constructivos y espíritu de diálogo. Conocer esta Constitución apostólica sería beneficioso tanto para las personas
Pbro. José M. Tojeira
como para el país. Y en particular, los católicos en puestos públicos y estatales deberían no solo leerla sino reflexionarla. En ella encontrarían orientaciones fundamentales, hoy ausentes en muchos discursos políticos y sociales, sobre la igual y suprema dignidad de la persona humana, sobre la comunidad social y política y las responsabilidades de la misma, sobre la justicia en el mundo, la promoción de la paz y la protección de la familia. El desarrollo y la actividad humana, el progreso, los conflictos sociales, se tratan no solo desde la fe cristiana, sino desde un profundo humanismo que responde al amor generoso y solidario que el Evangelio nos propone. Apostar hoy por conocer, estudiar y reflexionar el Concilio Vaticano II continúa siendo una responsabilidad cristiana para poder responder con madurez y fidelidad evangélica a los desafíos concretos que nos presenta nuestra realidad política, económica y social.
11 06 de noviembre de 2022
Meditaciones
Camino del Éxodo III
Lectura del libro del Exodo (Ex
3, 1-6.9-12)
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza». Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
«Moisés, Moisés». Respondió él: «Aquí estoy». Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado». Y añadió:«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob».
Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios. «El clamor de los hijos de Israel ha llegado a mí y he visto cómo los tiranizan los egipcios. Y ahora marcha, te envío al faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel», Moisés replicó a Dios: «¿Quién soy yo para acudir al faraón o para sacar a los hijos de Israel de Egipto?». Respondió Dios: «Yo estoy contigo; y esta es la señal de que yo te envío: cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña».
Meditación
En el relato de esta ocasión encontramos a un Moisés que ha hecho su vida en el desierto, ya se ha habituado a su situación, las energías se han ido de aquel hombre que se animó a defender a su hermano que era oprimido o que intervino para que otros dos dejarán de discutir, ahora se ve aparentemente tranquilo y sereno, como quien se ha acostumbrado a una nueva realidad, que ha hecho las paces con su situación, sin embargo, este no era el plan de Dios para él, algo se escondía ya en aquel hombre anterior aunque debía de ser purificado su corazón y retomar lo que de verdad es importante, así vemos hoy el misterio del Señor que habla desde la zarza ardiente.
El Señor sale al encuentro de Moisés, Él manifiesta la iniciativa, utilizando una palabra del léxico del Papa Francisco, Dios «primerea» a Moisés en el amor, sale a
su encuentro y lo elige para ser aquel que llevaría al Pueblo de Israel a ser liberado de la esclavitud y llevarlo a la tierra prometida.
La pregunta de Moisés ante el envío del Señor parece ser razonable “¿Quién soy yo para ir ante el Faraón?” sin embargo la respuesta del Altísimo supera por mucho los pensamientos de los hombres, en ese “Yo estoy contigo” le anuncia a Moisés que no será su dignidad o habilidad humanas las que obtendrán la liberación del Pueblo, sino que será Él mismo, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, quien llevará a termino su plan de salvación. Pareciese que el Señor le dijese, la pregunta no es quién eres tú hombre débil y pequeño sino, quién soy yo, Dios todopoderoso a quien se rinde culto.
Es curioso pensar como muchas veces el hombre, como Moisés, cae tan fácilmente en la desesperación y se aleja de Dios, acomodándose a un horizonte estrecho como quien prefiere ocultarse ante su presencia.
Se escucha a menudo la tristeza de las almas de aquellos se sienten como derrotados y esclavizados que dicen “es imposible no caer en ‘x’ o ‘y’ pecado” “si yo no puedo salir de esto por más que intento” “si no voy a vivir bien la voluntad de Dios mejor ni
siquiera intentar” “si siempre que lo intento, fracaso” “si siempre me voy a acusar del mismo pecado cada vez que me confieso de qué me sirve hacerlo” etc.
Y poco a poco el demonio les gana el mandado y caídos en la desesperación, consciente o inconscientemente, prefieren vivir en lejanía, prefieren vivir en su propio Madián, para “sufrir menos”.
Sin embargo, queridos hermanos Dios que nos creó por amor, que nos llamó al amor y a la vida, que nos ha hecho hijos suyos y que nos ha creado para su gloria no pide imposibles cuando nos llama a romper con el pecado y perseguir la santidad de vida, que no es otra cosa sino pasar de la esclavitud a la libertad. Él nos ha dado un salvador en Jesucristo, que con mano poderosa y brazo extendido nos arranca de las garras del pecado y nos lleva a la tierra de promisión, a la felicidad eterna de su Reino, que se comienza a manifestar en aquellos que viven según su Corazón. Podríamos preguntarnos ¿Cuál es el signo que manifiesta esta la libertad de los hijos de Dios? a lo que responderíamos con el texto que hemos visto hoy «darle culto», sin nuestra participación en el culto divino, de modo especial en la celebración de la Santa Misa es el signo más grande de nuestra incorporación al Pueblo santo de Dios, de nuestra libertad de hijos, de nuestra nueva vida en Cristo Jesús.
En esta ocasión reflexionemos que grande y bondadoso es el Señor, que nos sale al encuentro para sacarnos de nuestra falsas seguridades, llevando a poner la mirada no en aquello que nos derrota sino en la fuerza de su Amor que nos libera y así nos lleva a gozar de aquella felicidad que no conoce fin en la que le daremos gloria para siempre.
12 06 de noviembre de 2022
Pbro. Juan Carlos Cuéllar Párroco de la Parroquia Santa Alicia
Evaluación del Plan Pastoral en la Arquidiócesis de San Salvador
El próximo marte 8 y miércoles 9 de noviembre, en el salón Rossi de la Parroquia María Auxiliadora, en San Salvador, se tendrá la reunión del clero con el objetivo de evaluar la marcha del Plan Pastoral Arquidiocesano en su cuarto año de ejecución y presentar la proyección del tema pastoral del próximo año.
Dado que este año tuvimos en el mes de enero la beatificación de los mártires, dos sacerdotes y dos laicos, el tema propuesto para este año fue el Objetivo Específico 5 que dice así: “Promover el compromiso martirial, para la vivencia de un evangelio encarnado que transforme la humanidad y suscite testigos de la fe”.
Para alcanzarlo se proponían líneas de trabajo que cada parroquia y área pastoral deberían adoptar de acuerdo a su realidad o especificidad, o crear otras. Entre ellas estaban: a. Educar la fe para que asuma los riesgos de promover la vida, la justicia y la paz sin temores. b. Formar a los Agentes de pastoral (particularmente los seminarios) para el martirio, en primer lugar, como testimonio creíble de los valores del Reino y, en segundo lugar, como capacidad de arriesgar la vida por esos valores en la sociedad conflictiva en que vivimos. c. Promover la memoria de los mártires en la Diócesis para que sean inspiración para el discipulado de las comunidades. d. Crear una catequesis (primera comunión, confirmación, pequeñas comunidades, grupos de oración, etc.) que ayude a profundizar el pensamiento de San Oscar Romero con el fin de inspirar el compromiso social desde la fe. e. Propiciar comunidades con una espiritualidad martirial que mueva a la solidaridad.
Evaluaremos y compartiremos las diversas formas en que se trabajaron las líneas propuestas en las diversas parroquias y
vicarías, para enriquecernos con las buenas prácticas desarrolladas. Se compartirá la experiencia específica de una parroquia y la experiencia conjunta de una vicaría, que nos sirvan como ejemplos específicos de cómo trabajar las líneas propuestas en los objetivos específicos del plan, como motivación para el próximo año.
Luego se presentará el tema pastoral para el año 2023, para que las diversas parroquias y vicarías que en estas fechas están evaluando y planificando el próximo año, lo tomen en cuenta e incorporen en sus planes. Se compartirán además algunas herramientas de planificación que ayuden a la planificación.
Estos momentos de reunión y reflexión pastoral son importantes, tanto para los nuevos que se incorporan a nuestro
presbiterio para apropiarse de la dinámica pastoral de la diócesis y enriquecerla con sus carismas, como para los más antiguos, que debemos permanentemente hacer referencia al plan pastoral que es el que nos indica el rumbo pastoral de la diócesis.
Invito a todos los sacerdotes a dar prioridad a esta reunión asistiendo a ella, y a la comunidad diocesana a orar por este encuentro para que practicando la sinodalidad, encontremos los mejores caminos de llevar adelante la misión y hagamos presente con fidelidad la salvación de Jesucristo en nuestra realidad por medio de todas las acciones pastorales de acuerdo al Plan.
Por: Pbro. Octavio Cruz Vicario de Pastoral
13 06 de noviembre de 2022
La Voz del Papa
Papa Francisco
Ángelus
Plaza de San Pedro Martes, 1 de Noviembre de 2022
Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz fiesta, buenos días!
Hoy festejamos a todos los Santos y podríamos tener una impresión errónea: podríamos pensar que celebramos a aquellas hermanas y a aquellos hermanos que en vida han sido perfectos, siempre rectos, precisos, incluso “almidonados”. En cambio, el Evangelio de hoy desmiente esta versión estereotipada, esta “santidad de estampita”. De hecho, las Bienaventuranzas de Jesús (cf. Mt 5,1-12), que son el carné de identidad de los santos, muestran todo lo contrario: ¡hablan de una vida a contracorriente, de una vida revolucionaria! Los santos son los verdaderos revolucionarios.
Tomemos, por ejemplo, una bienaventuranza muy actual: «Bienaventurados los que trabajan por la paz» (v. 9), y veamos cómo la paz de Jesús es muy diferente de lo que imaginamos. Todos deseamos la paz, pero a menudo lo que nosotros queremos no es precisamente la paz, es estar en paz, que nos dejen en paz, no tener problemas, sino tranquilidad. Jesús, en cambio, no llama bienaventurados a los tranquilos, a aquellos que están en paz, sino a aquellos que construyen la paz y luchan por la paz, a los constructores, a los que trabajan por la paz. De hecho, la paz hay que construirla y como toda construcción, requiere compromiso, colaboración, paciencia. A nosotros nos gustaría que la paz lloviera de lo alto, y en cambio, la Biblia habla de la «semilla de paz» (Za 8,12), porque germina del terreno de la vida, de la semilla de nuestro corazón; crece en silencio, día tras días, a través de obras de justicia y de misericordia. Como nos muestran los testigos luminosos que festejamos hoy. Es más, tendemos a creer que la paz llega con la fuerza y la potencia: para Jesús es lo contrario. Su vida y la de los santos nos dicen que la semilla de la paz, para crecer y dar fruto, debe antes morir. La paz no se alcanza conquistando o derrotando a alguien, nunca es violenta, nunca es armada. Estaba viendo en el programa “A Sua Immagine” [A su imagen], a tantos santos y santas que lucharon, hicieron la
paz pero con el trabajo, dando la propia vida, ofreciendo la vida.
¿Cómo convertirse, entonces, en alguien que trabaja por la paz? Ante todo, es necesario desarmar el corazón. Sí, porque estamos todos pertrechados con pensamientos agresivos, uno contra otro, con palabras afiladas y pensamos en defendernos con el alambre de espino de la queja y con los muros de cemento de la indiferencia; y entre quejas e indiferencia nos defendemos, pero esto no es la paz, esto es la guerra. La semilla de la paz pide que se desmilitarice el campo del corazón. ¿Cómo está tu corazón? ¿Está desmilitarizado o está con las quejas y la indiferencia, con la agresión? Y, ¿cómo se desmilitariza el corazón? Abriéndonos a Jesús, que es «nuestra paz» (Ef 2,14); estando frente a su Cruz, que es la cátedra de la paz; recibiendo de Él, en la Confesión, «el perdón y la paz». Desde aquí se empieza, porque ser operadores de paz, ser santos, no es una capacidad nuestra, es un don suyo, es una gracia.
Hermanos y hermanas, mirémonos dentro y preguntémonos: ¿Somos constructores
de paz? ¿Allí donde vivimos, estudiamos y trabajamos, llevamos tensión, palabras que hieren, chácharas que envenenan, polémicas que dividen? O ¿abrimos la vía de la paz: perdonamos a quien nos ha ofendido, nos ocupamos de los que se encuentran en los márgenes, reparamos alguna injusticia ayudando a quien menos tiene? Esto se llama construir la paz.
Puede surgir una última pregunta, que vale para todas las bienaventuranzas: ¿Conviene vivir así? ¿No es una actitud de perdedor? Jesús nos da la respuesta: los que trabajan por la paz «serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9): en el mundo parecen fuera de lugar, porque no ceden a la lógica del poder y del predominio, en el Cielo serán los más cercanos a Dios, los más parecidos a Él. Pero, en realidad, también aquí, el que prevarica se queda con las manos vacías, mientras el que ama a todos y no hiere a nadie gana: como dice el Salmo, “el pacífico tendrá porvenir” (cf. Sal 37,37).
Que la Virgen María, Reina de todos los santos, nos ayude a ser constructores de paz en la vida de cada día.
14 06 de noviembre de 2022
Iglesia en el Mundo
Noviembre: por los niños y niñas que sufren
En noviembre, la intención de oración del Santo Padre va dirigida a los niños y niñas olvidados, rechazados, abandonados, pobres o víctimas de conflictos, que sufren a causa de un “sistema que los adultos hemos construido”.
Francisco hace un fuerte llamado por las extremas condiciones en las que viven millones de niños y niñas en el mundo, en su videomensaje con la intención de oración que el Santo Padre confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa. Cada niño tiene derecho a jugar, a estudiar y a soñar, por ello, el Pontífice pide asumir responsabilidades y no olvidar que se trata de “seres humanos con un nombre, con un rostro propio, con una identidad que Dios les ha dado”. Para el Papa, “un niño abandonado es culpa nuestra”: es por eso que insiste en que puedan “acceder a la educación y redescubrir el afecto de una familia”.
En efecto, en noviembre, las palabras de Francisco van dirigidas a los más pequeños, los niños y niñas que son olvidados, que sufren a diario el rechazo, la indigencia, la pobreza y todo tipo de conflicto, sin una oportunidad real de crecimiento y desarrollo y sin acceder a derechos básicos. Son “condiciones muy parecidas a la esclavitud”, clama el Papa al referirse a los millones de niños y niñas que sufren bajo estas circunstancias, bajo un “sistema que los adultos hemos construido”.
El mensaje de El Video del Papa clama por los derechos fundamentales de los niños, y pide rezar para que accedan a los servicios más básicos y al calor y amor de una familia: “No podemos permitir más que se sientan solos y abandonados; necesitan poder recibir una educación y sentir el amor de una familia para saber que Dios no los olvida”.
Para enmarcar el trasfondo del mensaje de este mes, basta con recordar algunas referencias mundiales. UNICEF subraya que 1000 millones de niños en todo el mundo viven en una pobreza multidimensional (no tienen acceso a la educación, la salud, la vivienda, la alimentación, la sanidad o al agua) y estima que 153 millones de niños son huérfanos.
Por otro lado, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU manifestó en una carta reciente que “a finales del año pasado, más de 450 millones de niños — uno de cada seis— vivían en una zona de conflicto, la cifra más alta en 20 años. Una cifra récord, 36,5 millones de niños fueron desplazados de sus hogares como consecuencia de conflictos, violencia y otras crisis”.
podemos hacer ante tanto sufrimiento de niños y niñas en el mundo, a los cuales se les ha robado la infancia, los juegos y los sueños? Y también, en medio de tantas crisis imprevistas como la de nuestra casa común en fuego, el Covid-19, la guerra y su escalada, la crisis económica, ¿cuántas son las pandemias invisibles?
Derecho
a estudiar, a soñar, al calor de una familia
El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, a propósito de esta intención planteó varios interrogativos: ¿Qué
“Este mes – subraya el p. Fornos -, Francisco abre nuestros ojos, oídos y corazón a millones de niños y niñas olvidados, que sufren en silencio en las calles, en trabajos oscuros, víctimas de la violencia y de la guerra, migrantes y refugiados. Frente a la indiferencia o la impotencia podemos orar. ‘Rezar es encender una luz en la noche’, dijo Francisco en la celebración de la Santa Misa del 29 de noviembre del 2020. Rezar nos hace salir de la indiferencia, la oración se convierte en acción. Escuchemos: ‘¡Cada niño marginado, abandonado por su familia, sin escolarización, sin atención médica, es un grito! Un grito que se eleva a Dios y acusa al sistema que los adultos hemos construido’”.
15 06 de noviembre de 2022
DIRECTORIO
Daniel González Diseño y Corrección
Pbro. Simeón Reyes Editor
Pbro. Carlos Chavarría Colaborador
Pbro. Edwin Henríquez Director
Tristes estadísticas sobre la situación de la infancia en el mundo
Fuente: VaticanNews
Santo Evangelio según San Lucas 20,27-38 del Domingo XXXII del Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y de descendencia a su hermano . Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer». Jesús les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».
Crucigrama de Partes de la vestimenta clerical
16 06 de noviembre de 2022